Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
1. Communicationes N. 301
09/08/2015
Número especial
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Elaborado por el P. Ezequiel García Rojo ocd
ÍNDICE:
- El peso de la inteligencia en Editih Stein
- El atractivo de la verdad en Edith Stein
- Dios lleva a cada uno por su camino
El peso de la inteligencia en Editih Stein
9 de agosto 2015 (Communicationes).- Estamos ante una persona de gran inteligencia,
reflexiva, inquieta, buscadora por naturaleza; y su discurso ha de transparentar inevitablemente
dicha condición; de aquí que su experiencia religiosa guarde estrecha relación con este su talante
de mujer pensadora, de filósofa. En su biografía la elección por la filosofía aparece en 1911 (con
20 años); mucho antes, sin embargo, la filosofía se había apoderado del referido sujeto; desde
siempre se sintió atrapada por esa forma de saber, pero que en ella configurará una forma de
vivir, un estilo de ser, de situarse en el mundo.
Edith Stein es filósofa por naturaleza, no pudiendo evitar ejercer como tal. La preferencia por
atenerse a lo esencial, contentarse con lo necesario, el gusto por los horizontes amplios, la
apuesta decidida por la verdad, la categoría de totalidad, etc, testimonian el temprano arraigo
filosófico en esta mujer. Comentando el proceso de conversión a la Iglesia católica, confiesa:
Quizás en la exposición de mi camino he dejado que lo intelectual saliera tan mal parado.
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Mas en el largo tiempo de preparación ha contribuido de forma decisiva; como no podía ser
menos. Después de todo, fueron sendas lecturas de libros lo que marcó el devenir de Edith Stein:
hacia la Fenomenología, Investigaciones lógicas de Edmund Husserl, y hacia el Catolicismo, Vida
de santa Teresa de Jesús.
El atractivo de la verdad en Edith Stein
9 de agosto (Communicationes).- Podría decirse que más que buscar la verdad, fue la verdad la
que la sedujo desde muy pequeña, sucumbiendo a su atractivo. Pues bien, la búsqueda de la
verdad (de sí, de cada ser humano), a la que consagrará buena parte de sus esfuerzos
intelectuales, a la postre, se identificará con la búsqueda de Dios, lo que va a dificultar la
catalogación de su pensamiento. La citada consecuencia salpica por doquier la entera producción
de una Edith Stein cristiana.
Ha dejado escrito en una meditación de 1940, con resonancias agustinianas: Dios es la Verdad y
quiere dejarse encontrar por todos aquellos que lo buscan de todo corazón. La convicción
persistirá fresca en la última obra, su testamento espiritual: El que anda tras la verdad, vive
preferentemente en ese centro interior donde tiene lugar la actividad encantadora del
entendimiento; si en serio trata de buscar la verdad (y no de acumular meros conocimientos
aislados), tal vez se halle más cerca de Dios de lo que él mismo se imagina, más cerca de ese
Dios, que es la misma verdad, y, por lo mismo, más cerca también del propio centro. No en
balde Edith Stein ha calificado al ser humano de buscador de Dios. Insistirá: La pregunta acerca
de ese ser, la búsqueda de Dios, pertenece al ser del hombre”
Movida también por el espíritu abierto, ecuménico, que la caracterizó, no tiene reparos en
asociar la búsqueda de otros valores a posibles experiencias de Dios. La carmelita judía en su
postrer escrito admite sin escrúpulos: Quien busca sinceramente el bien, es decir, el que está
pronto a hacerlo en todo momento, ha tomado ya su partido y ha depositado su voluntad en la
voluntad divina, aun cuando no tenga conciencia clara de que el bien se identifica con lo que
Dios quiere”. Quizás el texto más elocuente del matiz intelectual que preside toda experiencia
religiosa, lo hallamos en la carta que Edith Stein escribe a la religiosa amiga, encargada de atender
al anciano profesor Edmund Husserl, cuya muerte parece inminente: No tengo preocupación
alguna por mi querido maestro. He estado siempre muy lejos de pensar que la misericordia de
Dios se redujese a las fronteras de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Quien busca la verdad,
busca a Dios, sea de ello consciente o no”.
Dios lleva a cada uno por su camino
9 de agosto (Communicationes).- Como cada sujeto es único, también lo son sus vivencias
religiosas; en buena lógica los acercamientos a Dios habrán de gozar, pues, del privilegio de la
singularidad. Al amigo filósofo Roman Ingarden, le puso en guardia al escribirle: Quedó muy
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claro que ‘no’ intenté presentarle mi camino como ‘el’ camino. Estoy profundamente convencida
de que hay tantos caminos que llevan a Roma como cabezas y corazones humanos.
La explicación a la referida abundancia de sendas la sitúa Edith Stein más bien en la otra parte;
está convencida del protagonismo divino en toda experiencia de fe, al igual que de la
originalidad de su proceder; así se lo transmite a una amiga: A cada cual Dios lleva por su
propio camino, y uno llega más fácil y más rápido a la meta que otro.
Es la constatación de que detrás de tales aseveraciones está la influencia de los grandes
místicos carmelitas, a los que la judía convertida admira especialmente. En el Camino de
Perfección de santa Teresa pudo leer con satisfacción: Aquí no se pretende tener otra
consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios, y no por fuerza los sabrá todos
un confesor. Igualmente vería confirmado dicho diagnóstico al acudir al magisterio de san Juan
de la Cruz, y leer: Porque a cada una [alma] lleva Dios por diferentes caminos, que apenas se
hallará un espíritu que en la mitad del modo que lleva convenga con el modo del otro En su
concepción pedagógica, la atención y el cultivo de la individualidad ocupan un lugar destacado.