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Pr Régis Dutheil 
Brigitte Dutheil 
El hombre 
superluminoso 
Traducción: Alfredo Camarero Gil 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil.
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Los autores: 
Régis Dutheil es profesor de física y biofísica en la Facultad de Medicina 
de Poitiers. Agregado de física, se dedica desde 1983 a la investigación en física 
elemental. En 1969, publicó L=Initiation à la physique relativiste, Ediciones 
Gauthier-Villars, y ha escrito numerosos textos, sobre todo para la sociedad 
Royale des Sciences, de Lieja. 
Brigitte Dutheil, antigua alumna de la Escuela normal superior, profesora 
de letras clásicas, está especializada en el estudio de los problemas de historia y 
de filosofía planteados por la conciencia y la muerte. 
[CONTRAPORTADA] 
Con los aceleradores de partículas, los físicos logran impulsar a éstas a 
una velocidad cercana a la de la luz. A estas velocidades extremas, ya no son 
aplicables las leyes que rigen nuestro universo. 
Estos trabajos de física elemental han llevado a Pr Régis Dutheil a 
construir un modelo que explique la complejidad de nuestro mundo. 
La hipótesis: existe un segundo universo complementario y simétrico al 
nuestro, en el que las velocidades son siempre superiores a la de la luz. En ese 
universo, ya no existe nuestra noción del tiempo, puesto que es posible 
desplazarse de forma instantánea al pasado, al presente o al futuro. Este 
universo, que él llama *espacio-tiempo superluminoso+, está formado 
únicamente por informaciones y conciencia: todas las informaciones (pasado, 
presente, futuro) y la conciencia de toda la humanidad. 
Una hipótesis que recupera las intuiciones de algunos filósofos de la 
antigüedad y que cambia por completo las nociones, incluso de nacimiento y de 
muerte. 
Agradecimientos 
Nuestro sincero agradecimiento a Joanne Esner, de Ediciones Sand, cuya 
dedicación y entusiasmo por las ideas expuestas en este libro nos han ayudado 
mucho. 
Nuestra gratitud se dirige también al profesor Stuart Edelstein, director 
del Departamento de Bioquímica en la Universidad de Ginebra, que ha 
participado intensamente en la elaboración y la puesta a punto de este trabajo. 
Nuestro agradecimiento también a los demás colaboradores de Ediciones 
Sand y, en especial, a Carl van Eiszner, Fréderic Ferney, Agnes de Gorter y 
Roger Vinciguerra. Cada uno de ellos ha contribuido eficazmente en la 
realización de esta obra. 
R. Y B. DUTHEIL
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El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
Introducción 
Un día u otro todo hombre se pregunta sobre lo que es, sobre lo que hace, 
sobre el universo en el que vive. Estas cuestiones se las plantea el ser humano 
desde el comienzo de los tiempos. Y desde siempre ha sido necesario encontrar 
respuestas, porque la vida diaria depende estrechamente de ellas. 
Tal vez incluso más que la vida. Porque dar un sentido a lo que es ésta, es 
también delimitar mejor sus límites, enfrentarse mejor a la muerte que se dice es 
su final. 
La vida, la muerte: dos temas inagotables que se funden en uno. Perpetuo 
interrogante, que aflora siempre en los espíritus. 
Esta búsqueda muchas veces no confesada, interior y profunda, a veces 
incluso mantenida al margen de la revelación, cada uno la vive día a día, en la 
sinuosidad de un pensamiento, de una ocupación, de un encuentro, de una 
actividad compartida con los demás. Porque preguntarse sobre la vida procede 
de todo lo que el ser percibe y siente, de todo aquello de lo que el ser, a distintos 
niveles, es consciente. 
De esta conciencia depende todo lo demás. Por eso es fundamental el 
determinar su exacta naturaleza. Los pensadores de las civilizaciones más 
lejanas no se equivocaron en esto, cuando intentaron dar una definición de la 
conciencia de acuerdo con sus creencias. Estas aproximaciones -a veces muy 
distintas- han expresado la misma lógica: sólo después de haber definido con 
claridad lo que es la conciencia se puede delimitar con precisión el universo en 
que se vive. Las nociones de conciencia y de universo están íntimamente unidas. 
El universo sólo existe para un individuo a través de aquello de lo que es 
consciente. 
ATener conciencia@, Aperder la conciencia@, Arecuperar la conciencia@, 
Aen su alma y su conciencia@..., tantas expresiones que han pasado al lenguaje 
normal que, incidentalmente, transmiten otras nociones esenciales 
estrechamente dependientes de la conciencia: lo conocido y lo desconocido, la 
existencia, la verdad, la realidad. Cada una de ellas convertida a su vez en una 
cuestión cargada de sentido en el futuro del hombre. 
Porque sin duda alguna es en función de lo que sabe (o cree saber), de lo 
que percibe del mundo que le rodea, como el hombre actúa, decide, diseña su 
propia evolución. Visión del universo e interpretación de la realidad, a través 
de las sensaciones, condicionan y alimentan en cada momento la conciencia. El 
hecho de atribuir a la conciencia un papel determinado permite la construcción 
de la realidad específica. 
La presente obra se propone analizar la situación de la conciencia. 
Retomar uno a uno los diversos elementos que la componen, desde el estudio de 
esos elementos llamados sensaciones -sobre los que basamos a veces nuestra 
concepción de lo real, cuando la noción misma de sensación es completamente
6 
subjetiva-, hasta la de la muerte que nos parece ya completamente distinta de la 
imagen que se dio de ella en los últimos decenios. 
Estas páginas hacen balance sobre el desarrollo de la noción de 
conciencia desde la antigüedad hasta nuestros días, pero también, sobre todo, a 
partir de los más recientes estudios y descubrimientos, a finales del siglo XX, 
sobre lo que son la vida y la muerte. 
Era necesario avanzar más, superar las habituales disputas sectarias 
entre los defensores de las distintas aproximaciones a la conciencia y a sus 
estados, sacar las consecuencias de la posición científica y de los estudios no 
científicos, agrupar en torno a un mismo proyecto: dar a la conciencia -de la 
vida y de la muerte- una nueva definición, más cercana a la verdad y más 
depurada que nunca. 
Por eso se encuentran aquí reunidos, por primera vez, los estudios 
filosóficos más antiguos y los últimos descubrimientos de la física moderna, las 
concepciones espirituales del más allá de todas las religiones y las experiencias 
médicas en la frontera de la muerte. 
Más aún, estas páginas, después de describir la evolución científica de la 
noción de conciencia desde las primeras investigaciones hasta los momentos 
más hermosos del método experimental, aclaran con nuevas luces la teoría de la 
relatividad de Einstein y proponen un nuevo modelo físico de conciencia. Hay 
que ver en ello, sobre una base científica que permite una redefinición de la 
materia y de lo real, pero también, y sobre todo, del espacio y del tiempo, que 
termina con las nociones de pasado-presente-futuro, un intento... que de 
repente, extrañamente, parece volvernos al fondo de los relatos de nuestros más 
lejanos ancestros. 
Defender la tesis de una materia distinta de la que conocemos, de un 
universo en el que el tiempo no pasa, de una muerte que es un Adesplazamiento 
de existencia@ y no una desaparición pura y simple, de la presencia en cada ser 
de la historia de la humanidad, se convierte de pronto en la posibilidad de 
comprender otra dimensión de lo real. 
Es tal vez, en definitiva, la fusión en un solo estudio de la espiritualidad y 
del materialismo, y la restitución a la conciencia de su verdadero papel, que 
consiste en perpetuar la existencia por el conocimiento 
Es posible ver en las reflexiones metafísicas de Pitágoras, Platón, Demócrito, 
Leibniz, Descartes o Hegel, en los trabajos científicos de Einstein, Kammerer, 
Jung o Pribram, en los estudios sobre la muerte de Kübler Ross, Moody, Ring y 
Sabom, en los de la reencarnación de Stevenson, los reflejos de la misma sed de 
saber, guiada por una intuición de una realidad que hasta ahora nos estaba 
oculta. 
Esta visión del universo trata de hacer sentir la verdadera dimensión del 
hombre: una grandeza intemporal que ha de reafirmarse continuamente en el 
menor de sus actos.
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El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
Primera parte 
Capítulo primero 
La noción de conciencia 
Cuando nos despertamos cada mañana después de una noche de descanso, 
cuando se nos reanima después de una operación o un desmayo, volvemos a 
tomar conciencia. Aparentemente, nada más sencillo: caemos en la cuenta con 
toda rapidez del grado de luminosidad, de la temperatura ambiental, valoramos 
nuestras sensaciones (sufrimiento o bienestar), resumimos nuestros recuerdos... 
Esta toma de conciencia es casi instantánea en el caso de nuestro despertar 
diario, más tardía después de una anestesia. Tenemos la impresión de Aentrar en 
nosotros mismos@, de volver a una envoltura momentáneamente abandonada 
por las orillas oscuras del sueño. A lo desconocido sucede lo conocido, la 
certeza de una localización espacio-temporal (la necesidad que sentimos de 
situarnos en el espacio está sin duda en el origen de esta cuestión que plantean 
invariablemente los heridos cuando despiertan: *)Dónde estoy?+). 
La naturaleza de la conciencia 
Pero )qué es la conciencia? Aparentemente, no es otra cosa que esta 
percepción más o menos clara de los fenómenos que nos informan sobre nuestra 
propia existencia. 
Esta definición, aceptada normalmente, sigue siendo no obstante muy 
vaga y plantea otras cuestiones: )qué es la existencia? )qué es la realidad? Este 
misterio está sin duda en el origen de la permanencia a través de los siglos de los 
interrogantes filosóficos sobre la naturaleza de la conciencia. 
Se puede definir la conciencia como una alianza entre la sensación -es 
decir la percepción de los fenómenos, de la apariencia- y la inteligencia que 
analiza las sensaciones informándonos sobre sus significados. A esta conciencia
8 
le es asignado un papel: la identificación y la individualización del sujeto. La 
conciencia es en efecto inseparable del sujeto que piensa y siente, es la marca 
esencia, el nudo primordial, lo que le permite distinguirse del mundo exterior. 
Tiene por tanto una importancia de primer orden en nuestra percepción del 
mundo, orienta el estudio que hacemos de él. 
La conciencia en filosofía 
En la historia del la filosofía, se distinguen dos grandes corrientes de 
pensamiento: 
CUna corriente unitaria que hace del universo un todo único. Para algunos 
filósofos de esta corriente el universo en su totalidad es material y el espíritu es 
sólo ilusión. Para otros, el universo es enteramente espiritual y cada ser vivo 
contiene una parcela de espíritu. 
CUna corriente dualista que opone totalmente espíritu y materia y concibe 
el universo como una realidad doble en la que el mundo del espíritu se opone 
por sus atributos y su papel al mundo de la materia. 
La corriente unitaria 
La genial intuición de Demócrito 
El origen de la corriente unitaria de tendencia materialista se remonta al 
filósofo y científico griego Demócrito (520-460 a. C.), que vivió antes de 
Sócrates. 
En esta época, filosofía e investigación científica son inseparables. Todos 
los pensadores que precedieron a Sócrates y Platón buscaron prioritariamente 
resolver la difícil cuestión del origen del universo, mezclando consideraciones 
filosóficas y científicas de manera a veces caprichosa. 
Demócrito, de quien no nos ha llegado directamente ningún escrito, tuvo 
el mérito de proponer una solución original cuyo carácter científico es 
indiscutible, hasta tal punto que se ha podido ver en él al fundador de una física 
materialista. 
La idea esencial de Demócrito es sencilla: todos los cuerpos materiales 
estarían formados de átomos. Los átomos son las partes más pequeñas de la 
materia; son indivisibles, eternos, indestructibles, sólidos e invisibles al ojo 
humano. Tienen la propiedad de desplazarse con suma rapidez, caen en el vacío 
de arriba y abajo, pero su caída no es rigurosamente perpendicular. Se apartan 
un poco de su trayectoria y encuentran así con otros átomos; de estos 
encuentros, de estas asociaciones de átomos proceden todos los cuerpos 
materiales y espirituales. Esta genial intuición prefiguró la teoría atómica del
9 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
siglo XIX. 
Esta tesis Crevolucionaria y única en toda la antigüedadC nació del deseo 
de conciliar las doctrinas de dos escuelas filosóficas que se enfrentaron en los 
siglos VI y V antes de Cristo: 
CUnos sostenían, con su maestro Heráclito de Éfeso, que todo es móvil y 
Aque nadie se baña dos veces en el mismo agua.@ 
COtros, con Parménides y Zenón de Elea, afirmaban que la movilidad es 
sólo una ilusión que engaña a nuestros sentidos, que sólo es real el Ser único, 
inmóvil, eterno e inmutable. 
Con mucha habilidad, Demócrito resolvió el problema señalando que los 
átomos son eternos, pero que sus combinaciones son cambiantes y múltiples. 
Así el universo, que se transforma continuamente, es eterno en sus elementos. 
Los átomos son indivisibles e indestructibles, sólo sus elementos compuestos no 
dejan de disolverse para recomponerse. Es fácil deducir de esto que nada ha 
salido de la nada y nada vuelve a la nada. La muerte por tanto es sólo una 
transformación, los dioses no tienen ningún poder creador. 
El alma, o la conciencia, está formada de átomos distintos (Aredondos y 
esféricos@) de los que forman los cuerpos materiales, que son capaces de 
penetrar en el interior de todos los cuerpos. 
La teoría de Demócrito es unitaria en la medida en que, según él, el 
universo entero es material, está formado de átomos. Es materialista, puesto que 
alma y cuerpo están formados de átomos; es decir, de materia. Alma y cuerpo 
están indisolublemente unidos; el alma está extendida por todo el cuerpo, 
situándose el núcleo central en el corazón que se confunde con el soplo vital. El 
alma es mortal: desaparece y se disuelve al mismo tiempo que el cuerpo en el 
momento de la muerte para reincorporarse a la corriente eterna de los átomos. 
De la intuición a la escuela de pensamiento 
Demócrito fundó una escuela que continuó muchos siglos. Su enseñanza 
fue continuada y completada por Epicuro (340-270 a.C.), que dio su nombre alta 
doctrina Cel epicureísmo C por concretar él las consecuencias filosóficas. 
De la obra del mismo Epicuro sólo nos quedan algunas máximas y tres 
cartas. Pero la influencia de su escuela ateniense fue tal que llegó hasta Roma. 
En el siglo primero antes de nuestra era, el poeta latino Lucrecio (98-55 
a.C.) decidió traducir la obra de Epicuro para ponerla a disposición del público 
en general y compuso un largo poema filosófico en seis cantos, el De Rerum 
natura (Sobre la naturaleza de las cosas). 
La doctrina se concreta y se establece definitivamente. Sólo existe un 
mundo fenoménico, el universo no es sino un gran mecanismo. Las sensaciones 
y las ideas constituyen los fenómenos. Nuestras sensaciones son producidas, 
según Lucrecio, por corpúsculos invisibles derramados en la atmósfera que, al
10 
introducirse en los diversos conductos de nuestros cuerpos, afectan de distintas 
maneras a nuestras almas. Estos *simulacros+ se dividen en varias clases1. Unos 
son enviados por los mismos cuerpo y son las emanaciones o de la superficie o 
del interior de los objetos (como las sensaciones visuales, el oído, el gusto, el 
olor). Otros se forman en el aire (es el caso de las ideas, puestas en el mismo 
plano que las sensaciones, de las que la atmósfera está siempre llena) y su tejido 
es tan fino que se inscriben en todos los poros de nuestros cuerpos. 
Hay que reconocer al epicureísmo una originalidad única en la 
antigüedad. En una época en que el poder religioso se confunde con el poder 
político, una escuela se atreve a negar la existencia de los dioses y a hacer de la 
ciencia la fuente de todo progreso y de toda esperanza para la humanidad. La 
religión sólo puede aportar ignorancia y angustia a los hombres. Atribuye al 
trueno y a los eclipses un significado de castigo divino que paraliza el valor y la 
razón del hombre. La ciencia, al demostrar que los dioses son sólo simulacros, 
imágenes sin ningún poder sobre el destino de los hombres, permite, a través de 
un análisis objetivo y racional de todos los fenómenos naturales, hacerle al 
hombre dichoso quitándole toda fuente de angustia. 
Sólo el sistema democrático vigente en Atenas en la antigüedad y la 
relativa libertad (incluso impertinencia) de que gozaban los ciudadanos griegos 
respecto a la religión, explican la duración del epicureísmo. La era cristiana y la 
confiscación por la Iglesia de la ciencia y la cultura durante más de mil años, el 
olvido relativo en el que cae la cultura griega, son la causa del letargo de la 
corriente filosófica materialista hasta el Renacimiento. 
Sólo a partir del siglo XVI y sobre todo del XVIII y XIX se multiplican 
de nuevo las referencias materialistas. 
La necesidad de separar filosofía y teología y de promover un método 
experimental y racional se impone, poco a poco, a los filósofos y a los hombres 
de ciencia. Francis Bacon (1561-1626) es uno de los primeros en destacar la 
importancia del método experimental, de la observación racional de los 
fenómenos, y el papel asignado a la ciencia: ampliar indefinidamente el poder 
del ser humano. 
Sus ideas marcaron profundamente a Descartes, y más todavía a los 
filósofos ingleses Hobbes y Locke. 
Thomas Hobbes (1588-1679) es ante todo un pensador político: defensor 
de un estado totalitario en el que la fuerza sea más importante que el derecho, 
fundamenta su visión pesimista de las relaciones humanas (*el hombre es un 
lobo para el hombre+) en una filosofía materialista que toma algunos de sus 
elementos del empirismo de Bacon y del atomismo de Epicuro y de Demócrito. 
Para él, el origen de todo conocimiento es la sensación, principio inicial 
del conocimiento de los principios mismos: la imaginación es una agrupación 
1. *Simulacra+, para Lucrecio, designa los corpúsculos que influyen en nuestras 
sensaciones y en nuestras ideas.
11 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
inédita de fragmentos de sensaciones, la memoria es sólo el reflejo de 
sensaciones anteriores, las ideas son sólo los epifenómenos de un alma material. 
El espíritu es una máquina, el corazón es un motor, toda moral se reduce al 
instinto de conservación, de afianzamiento y de poder. 
La primacía de los sentidos y de la sensación está también en la base de la 
filosofía de Locke y de Condillac. 
Según Locke (1632-1704), todas las ideas complejas se reducen a ideas 
simples que proceden de la experiencia. Aunque él mismo no era completamente 
materialista, puesto que reconoce la existencia de un Dios, sus ideas serán 
utilizadas frecuentemente en diversas doctrinas materialistas. 
Condillac (1715-1780), en su Traité des sensations, reduce también todas 
las operaciones del alma a sensaciones y desarrolla ampliamente la imagen de la 
estatua. Según él, una estatua a la que diéramos solamente el sentido del olfato 
nos permitiría reconstruir todo el psiquismo. Si hiciéramos que esta estatua 
respirase una rosa, sería toda ella olor de rosa. Esta sensación nos daría la clave 
de la atención. Lo que quedaría de la sensación cuando el cuerpo oloroso dejase 
de actuar sobre el órgano sería el recuerdo, el deseo sería sólo la necesidad de 
volver a encontrar una sensación agradable, etc. 
Marx: el materialismo se convierte en histórico 
El empirismo y el sensualismo propios de estos filósofos ingleses y 
franceses de los siglos XVII y XVIII están en la base del materialismo del 
filósofo alemán Feuerbach, en el que se inspirará intensamente Karl Marx. *El 
fósforo, decía Feuerbach, es el que piensa en nosotros+. Este sorprendente 
reduccionismo resume un razonamiento muy lógico según el cual las ideas no 
son sino productos de la conciencia humana (incluso la idea de Dios), la cual es 
sólo el producto del cerebro humano, es decir de la materia. El espíritu es por 
tanto el reflejo de las condiciones materiales que lo producen. 
Karl Marx, a partir de las ideas de Feuerbach, funda el materialismo 
histórico combinando ciertos principios hegelianos, como el primado de la 
historia, el progreso mediante la resolución de contradicciones. 
Para Marx, *no es la conciencia de los hombres la que determina su 
existencia, sino su existencia social la que determina su conciencia+. 
El materialismo de Marx se basa en una ley esencial: la ley de acción 
recíproca. Si bien el hombre es un producto de la materia y de las condiciones en 
que vive, puede también actuar de rebote sobre la materia y transformar 
mediante su trabajo las condiciones de su existencia. Esto explica la importancia 
fundamental de la Historia en la doctrina marxista. La clave de la evolución de 
las sociedades viene dada por el desarrollo de las técnicas y condiciones de 
producción que él denomina fuerzas productivas. Una determinada situación de 
las fuerzas productivas, (en la Edad Media, el molino; en el siglo XIX, la
12 
máquina de vapor), explica el régimen social (el régimen feudal, el capitalismo), 
lo que él llama relaciones de producción. Fuerzas productivas y relaciones de 
producción constituyen la infraestructura de la sociedad a partir de la cual se 
explican las ideas (jurídicas, filosóficas, religiosas, artísticas), que no son sino 
superestructuras, epifenómenos. 
El materialismo en el siglo XX: psicología y biología 
En el siglo XX, el materialismo se ha impuesto sobre todo en los campos 
psicológico y biológico, que han desarrollado modelos materialistas de 
conciencia muy elaborados. 
En esta línea, se puede citar la escuela behaviorista de psicología, que 
considera los estados de conciencia como el resultado de comportamientos 
mecánicos, de reflejos condicionados que pueden ser estudiados 
experimentalmente con la ayuda de stimuli. Se rechazan todos los estados o 
hechos subjetivos. La conciencia no es ya sino un epifenómeno del cerebro y del 
sistema nervioso. 
El más reciente modelo materialista de conciencia ha sido propuesto por 
los cibernéticos. Se basan en la analogía que existe entre el funcionamiento de 
los ordenadores y del cerebro humano. 
En Gran Bretaña, en los años 50, Gray Walter construyó tortugas 
electrónicas dotadas de reflejos condicionados análogos a los de los seres vivos. 
Estas tortugas iban a buscar su *alimento+ y eran capaces de ir ellas mismas a 
abastecerse en una fuente de energía cuando sus reservas estaban a punto de 
agotarse. Llevando al extremo estas ideas, los cibernéticos llegan a considerar a 
los organismos vivos como autómatas cuyo mecanismo explicará un día la 
cibernética apoyándose en leyes puramente fisicoquímicas. 
En estas condiciones )en qué se convierte la conciencia? W.R. Ashby, en 
Design for a Brain (Nueva York, 1952), declara que en su obra no mencionará 
en ningún momento ni la conciencia ni los elementos subjetivos asociados a ella, 
porque no ha creído necesario introducir este concepto. 
En 1963, en The Modeling of Mind, Mac Kay describe la conciencia como 
un conjunto de elementos orgánicos que reaccionan a través de redes de 
información. 
La unidad de la naturaleza en el espíritu 
En oposición con esta visión totalmente materialista de la conciencia y del 
universo, se sitúan las doctrinas que defienden la unidad de la naturaleza en el 
espíritu. Hay que destacar que son mucho menos numerosas que las 
concepciones materialistas o dualistas.
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El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
Sólo dos filósofos, que vivieron ambos en la segunda mitad del siglo 
XVII, desarrollaron esta tesis hasta sus últimas consecuencias. 
Spinoza elaboró, a partir de la doctrina cartesiana, un panteísmo perfecto. 
El universo se confunde con Dios que es una sustancia perfecta que se basta a sí 
misma. Dios, según la definición que se da en la Ética, *es un ser absolutamente 
infinito, es decir una sustancia constituida por una infinidad de atributos cada 
uno de los cuales expresa una esencia eterna y espiritual+. 
De estos atributos, sólo conocemos dos: el pensamiento y la extensión. El 
mundo es el conjunto de los modos2 de estos dos atributos. El hombre es una 
colección de modos de la extensión del pensamiento. Su libre albedrío se reduce 
a la ignorancia de las causas que lo determinan. 
Leibnitz, que se escribía mucho con Spinoza, llevó más lejos la visión de 
un universo totalmente espiritual. Mientras Spinoza muere prematuramente a los 
45 años en 1677, Leibnitz, que era catorce a os más joven que él, vivirá hasta 
1716 y llegará a la edad de 70 años. Contrariamente a Spinoza que era un 
solitario, excluido de la comunidad judía de La Haya desde la edad de 24 años 
por sus ideas consideradas heréticas, que conseguía sólo modestos ingresos 
mediante la fabricación de lentes de telescopio, Leibnitz desarrolló muchas 
actividades políticas (consejero importante y respetado en diversos Estados 
alemanes), científicas (fundó la Academia de Berlín, descubrió al mismo tiempo 
que Newton los elementos del cálculo infinitesimal) y ocultas (ocupó altos 
cargos en la sociedad secreta de los Rosacruces). Hombre conciliador y de 
contactos, quería fundar un panteísmo más desarrollado que el de Spinoza. 
Soñaba secretamente con encontrar una Acombinatoria universal@, una 
especie de cálculo filosófico que, a partir de símbolos universales rigurosamente 
definidos, permitiera con sus combinaciones encontrar toda la verdad. 
El Renacimiento barrió algunas de las certezas filosóficas establecidas por 
la Edad Media. El progreso de la ciencia, la utilización del método experimental, 
su influencia en la filosofía (en la de Descartes, pero también en el empirismo de 
Hobbes y de Locke, de los que Leibnitz es contemporáneo) sólo podían 
provocar una reacción idealista. 
Los sistemas de Spinoza y de Leibnitz son totalitarios a semejanza del 
sistema materialista de Hobbes. El establecimiento de monarquías absolutas en 
casi todos los países europeos en el siglo XVII )tuvo alguna influencia en los 
filósofos? Nadie puede saberlo. En todo caso, es en este final del siglo XVII 
cuando se elaboran las dos grandes doctrinas idealistas unitarias más originales 
de la filosofía. 
La Monadología, publicada en 1714, es sin duda la obra en la que 
Leibnitz expresa mejor sus ideas. 
Presenta al universo como compuesto de unidades de fuerza que son las 
2. *Por modos, entiendo las afecciones de la sustancia, es decir las cosas que están en 
otras cosas por las que ellas son también concebidas+ (introducción a la Ética)]
14 
mónadas. Estas mónadas son sustancias simples, sin extensión, activas y 
espirituales. Son en cierto sentido átomos energéticos de espíritu, puntos 
metafísicos. Toda mónada es percepción, pero no todas tienen el mismo grado 
de perfección. Están escalonadas, desde las más humildes dotadas de percepción 
y de apetito pero no de memoria, hasta las más perfectas, que están dotadas de 
razón, y hasta Dios. 
ALa mónada de que aquí hablamos no es sino una sustancia simple que 
entra en los compuestos; simple, sin parte. (...) Ahora bien, allí donde no hay 
partes, no hay ni extensión, ni figura, ni posible divisibilidad; y esas mónadas 
son los verdaderos átomos de la naturaleza y en una palabra los elementos de las 
cosas.@ 
Se observa aquí el parecido con el atomismo de Demócrito, pero a 
diferencia de los átomos de Demócrito, los átomos de Leibnitz son espirituales y 
no espaciales, y cada uno de ellos refleja, como un microcosmos, el universo en 
miniatura. La mónada dominante es la del último control: puede estar asociada a 
una conciencia colectiva o espíritu universal y localizado en alguna parte, más 
allá de las fronteras del espacio-tiempo. 
Las visiones totalmente idealistas de Spinoza y Leibnitz tienen una 
posteridad menos duradera que las teorías materialistas. No están sin embargo 
desprovistas de interés y presentan tal vez un carácter más fascinante por su 
propia rareza que las doctrinas dualistas, que son mucho más frecuentes en la 
historia de la filosofía. 
La corriente dualista 
El universo de Platón 
Así como las doctrinas unitarias son muchas veces deterministas, así 
también las doctrinas dualistas dejan al hombre una parte de libertad. Éste es el 
caso de la filosofía de Platón, elaborada a partir de las enseñanzas de Sócrates y 
de algunos filósofos presocráticos, a finales del siglo V a. de C. Platón distingue 
claramente el cuerpo y el alma. El cuerpo está hecho de una sustancia material y 
divisible, el alma está compuesta de una sustancia inmaterial, indivisible y 
eterna. Es inmortal. 
El alma se une al cuerpo, en el momento del nacimiento, y se desprende 
de él en la muerte. Por su cohabitación con la materia, pierde su pureza y se 
distinguen en ella tres partes: una parte superior o razón, facultad contemplativa 
destinada a mantener la armonía de las dos partes inferiores, el valor y los 
apetitos o deseos físicos, que atraen hacia el hombre al mundo sensible, hacia la 
apariencia. 
La morada habitual del alma es el mundo de las ideas. La teoría de las 
ideas es esencial en Platón. Los seres vivos son seres cambiantes, en continuo
15 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
devenir y destinados a la destrucción. Pero cuando se les observa, se da uno 
cuenta de que reproducen en la misma especie caracteres constantes que se 
transmiten de generación en generación. Son copias de modelos universales, 
inmutables, eternos, que Platón llama Ideas. Así, la Idea del hombre es el tipo 
ideal que representa a todos los hombres. Este tipo es el único que vive porque 
las copias siempre cambiantes y perecederas apenas merecen el nombre de 
seres; y porque ese tipo existe realmente, porque es eterno e inmutable, puede 
ser conocido y ser objeto de ciencia. 
En el mundo de las Ideas hay una jerarquía. La Idea más elevada, el límite 
del mundo inteligible, es la Idea del Bien. Según Platón, todos los objetos de la 
naturaleza e incluso las creaciones humanas obtienen su existencia de una Idea. 
El hombre tiene en sí por tanto una parcela del mundo de las ideas, porque 
el alma, antes de asociarse con el cuerpo, permaneció en el mundo de las Ideas. 
La parte del alma que razona conserva reminiscencias de lo que ella contempló 
en el mundo de las ideas, pero las partes inferiores convierten al hombre en 
esclavo de sus sentidos. El hombre, situado en el mundo, es víctima de la ilusión 
de sus sentidos; toma por realidad lo que no es sino una imagen (es lo que 
explica el Amito de la caverna@, libro VII de La república) de la verdadera 
realidad, el mundo de las Ideas. Después de la muerte, el alma abandona el 
cuerpo y vuelve al mundo de las ideas. Es inmortal y se reencarna a intervalos 
regulares en cuerpos, a través de los tiempos. 
La teoría platónica propone por tanto una visión totalmente dualista del 
universo, en la que el mundo de los sentidos y de las imágenes gobierna el 
cuerpo, y el mundo de las ideas el alma. Platón ve al alma como una realidad 
separable del cuerpo y, correlativamente, atribuye al cuerpo una existencia 
propia: defiende por tanto la separación total de los cuerpos y de las almas. 
Aristóteles: el alma y el cuerpo, dos caras de una misma realidad 
Aristóteles, su discípulo, plantea objeciones contra ese dualismo violento. 
No comprende cómo puede imaginarse que un alma cualquiera pueda venir a 
residir en un cuerpo cualquiera. Define al alma de una manera totalmente 
distinta. El alma es para él Ala entelequia@ primera de un cuerpo orgánico que 
tiene la vida en potencia. 
En su Física y su Metafísica, Aristóteles define dos conceptos esenciales 
de materia y de forma que son principios completamente opuestos: 
CLa materia es lo múltiple, lo disperso, es un conjunto, no tiene unidad 
natural, no existe en sí. La materia es indeterminada y potencialidad: no puede 
producir ningún acto si no es animada por un agente. Sólo es la acción en 
potencia, la acción potencial. Los cuerpos, que son materiales, son en realidad 
únicamente máquinas preparadas para funcionar, que no poseen la condición 
inicial, la capacidad de desencadenamiento, la aptitud para entrar en acción.
16 
CLa forma es por el contrario determinada, inmaterial y acto. Es lo que 
permite a la materia pasar de potencia a acto. La forma es el alma. Ella es la que 
permite al cuerpo Aanimarse@. Es, para Aristóteles, Ala entelequia primera del 
cuerpo@, dicho de otro modo la forma. 
La materia nunca está separada de la forma, que es lo que existe 
realmente, puesto que es unidad y no conjunto de partes. 
El alma es por tanto la forma del cuerpo, tiene como materia el cuerpo. 
Ahora bien, una forma no es a ningún nivel una cosa material, no es en modo 
alguno un cuerpo en otro cuerpo. 
En cierto sentido, Aristóteles tiene una concepción del alma todavía más 
idealista que la de Platón, en la medida en que es sólo una categoría lógica, una 
abstracción total. El alma está unida al cuerpo en la medida en que materia y 
forma no pueden ser separadas, son como dos caras de una misma realidad. El 
alma comparte las dolencias del cuerpo como toda forma comparte las dolencias 
de su materia y muere con él. 
Aristóteles, que era hijo de médico, se opone con frecuencia a Platón que 
tiene una formación más matemática. Las ciencias no estaban tan 
compartimentadas en aquella época como en la nuestra. Sin embargo, 
Aristóteles se mostró siempre más inclinado que su maestro a la observación de 
los fenómenos concretos. Su cultura era universal; no hay tema que le haya sido 
extraño. Desde la política hasta el teatro pasando por la física, la meteorología; 
desde la biología a la metafísica, pasando por la lógica, Aristóteles trató de 
analizar la naturaleza del universo y del hombre. 
Su idealismo es en realidad un artificio lógico. Lo único que existe 
realmente a los ojos de Aristóteles es el individuo concreto. Las ideas cuya 
existencia defendía Platón no tienen realidad objetiva porque en ellas no puede 
haber modelos reales de cosas sensibles. Así, no es la Idea de plátano la que 
produce plátanos particulares como sostenía Platón, sino un plátano particular 
que engendra otro plátano particular. 
Como Platón, Aristóteles parte de la constatación de que el mundo está en 
continuo devenir. Esta idea que sostenían dos filósofos anteriores a Sócrates, 
Parménides y Zenón de Elea, ya había estado en el origen de la teoría atomista 
de Demócrito. En efecto, si la evidencia demuestra la movilidad de la realidad, 
una reflexión más profunda demuestra que existe una cierta permanencia en lo 
real. Esta contradicción es la que se comprometieron a resolver los filósofos 
griegos. Demócrito sostenía la existencia de átomos eternos cuyas 
combinaciones estaban en continuo devenir. Platón resuelve el problema 
imaginando dos universos paralelos: el mundo inteligible de las Ideas y el 
mundo sensible que conocemos, siendo el primero inmutable y proporcionando 
los modelos al segundo que está en continuo devenir. 
En cuanto a Aristóteles, parte de la realidad del cambio y trata de 
explicarlo haciendo intervenir la distinción esencial del acto y de la potencia: 
una bellota es una encina en potencia, el árbol sólo será acto cuando haya
17 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
crecido. Entre el ser y el no-ser hay por tanto un intermedio, la potencia. Aun 
siendo algo real, la potencia se concibe sólo con relación al ser que le da el 
último toque, con relación al acto: el devenir del mundo es sólo la actualización 
incesante de las potencias. De aquí la distinción entre el cuerpo que es potencia, 
materia susceptible de transformación, y el alma que es forma y permite al 
cuerpo-potencia transformarse y convertirse en acto. 
El alma, en la concepción aristotélica, no es realidad sino el intermedio 
entre la potencia y el acto, uno de los componentes de ese dúo. Por esta razón, 
entra en el sistema de cuatro causas definidas por Aristóteles y que caracteriza 
todos los fenómenos del universo. 
La primera causa es material, indica aquellos de lo que se hace una cosa: 
así el mármol es la causa material de una estatua. 
La segunda causa es formal, indica el tipo, la esencia que da a cada cosa 
su forma concreta: para una estatua es la idea querida por el escultor, para el ser 
humano es el alma. 
El alma es sólo una causa formal, es decir una especie de Idea platónica 
convertida en inmanente, que no existe fuera de la sustancia individual que ella 
actualiza. Aristóteles distingue en el hombre tres almas: el alma vegetativa y el 
alma sensitiva, comunes a las plantas y a los animales y principio de las 
funciones orgánicas e instintivas, y el alma racional que pertenece en sentido 
propio al hombre; ella sola define lógicamente y constituye su forma y su 
naturaleza. A la preocupación de una observación casi biológica de las funciones 
humanas (distinción de las almas vegetativa y sensitiva, y luego racional), se 
superpone la reflexión metafísica (el alma en cuento forma, permitiendo al 
cuerpo convertirse en acto). El dualismo de Aristóteles es por tanto más 
complejo que el dualismo platónico, en cuanto que hace también intervenir una 
tercera y una cuarta causa en todo acontecimiento: 
La causa eficiente, que es el antecedente directo que provoca un cambio 
Cpor ejemplo, el golpe de cincel del escultor C y, finalmente, la causa final que 
es la meta hacia la cual todo se organiza, por ejemplo la gloria y el dinero para el 
escultor. 
La naturaleza es la causa final que guía a todo ser vivo hacia su 
realización perfecta, hacia el acto puro. Dios es para Aristóteles el acto puro, en 
el que todo está actualizado, todo es perfecto, y por esta razón es causa primera 
y final. 
Del racionalismo al nacimiento de la ciencia 
Aristóteles puede ser considerado como el fundador del racionalismo, en 
la medida en que su estudio profundiza en las categorías lógicas y la 
concatenación de las causas favorece un camino científico. Mucho más que el 
idealismo platónico, que no sufre ninguna alteración en su brillante claridad, el
18 
idealismo aristotélico ha podido ser utilizado con distintos fines y Arecuperado@. 
En la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XII, el Occidente cristiano 
vuelve a descubrir la filosofía de Aristóteles cuyos textos se habían perdido en el 
gran naufragio del imperio romano. Sólo los árabes habían seguido siendo sus 
depositarios. Este movimiento filosófico, poderoso muy pronto, inquieta un 
poco a la Iglesia que se apresura a utilizarlo y a integrarlo en su enseñanza. 
Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, logra en su Suma teológica una 
síntesis grandiosa del naturalismo aristotélico y de la fe cristiana. 
En los siglos siguientes, el pensamiento de Aristóteles degenera en una 
escolástica dogmática contra la que van a ser llevados a reaccionar los sabios del 
Renacimiento (el empirismo de Bacon y luego el de Copérnico) y los del siglo 
XVII (puesta a punto del método experimental por Galileo, Kepler, Newton y 
Descartes). 
Descartes, fundador del racionalismo científico 
René Descartes (1596-1650) tuvo como Aristóteles una formación 
pluridisciplinar, pero, descontento con la enseñanza que le dieron en varias 
universidades, decide formarse solo. A los 25 años, en 1619, un sueño le 
advierte que está destinado a inventar una ciencia que unificará todos los 
conocimientos humanos. Todas sus obras publicadas entre 1628 y 1648 serán 
dedicadas a esto. 
Su método, que comprende cuatro reglas Cla evidencia, el análisis, la 
síntesis y la enumeración C, le lleva a reconstruir el universo siguiendo una 
reflexión lógica que parte de la existencia de Dios. Se puede dudar de todo, 
excepto de la existencia de Dios, puesto que Él es perfecto y su perfección 
implica la realidad de su Ser. Dios es creador: crea las verdades por la 
omnipotencia de su libre albedrío. Crea el mundo momento a momento; la 
naturaleza, contrariamente a lo que decía Aristóteles, no tiene ningún poder 
propio. Las nociones aristotélicas de forma, de acto y de potencia desaparecen. 
Las leyes de la naturaleza sólo son lo que son en todo momento por la voluntad 
del Creador. Es rechazar en un mismo movimiento todo naturalismo pagano (la 
naturaleza no puede ser una diosa) y fundar metafísicamente el racionalismo 
científico. En efecto, al desaparecer toda finalidad (la naturaleza ya no es causa 
final como en Aristóteles), la naturaleza queda reducida a un mecanismo 
totalmente transparente al lenguaje matemático. La ciencia es por tanto 
independiente, y el hombre está dotado de libre albedrío. Su libertad es creada 
por Dios en cada instante. 
En estas condiciones, Descartes restablece un dualismo de tipo platónico 
más radical que el de Aristóteles. 
El alma y el cuerpo no son ya categorías lógicas y formales, son 
realidades muy distintas la una y el otro. Su concepción mecanicista de la
19 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
naturaleza le lleva a considerar como una máquina a toda materia no animada 
por un alma. Éste es el origen de la famosa teoría de los animales-máquinas. Al 
negarles una alma, Descartes se inclina a considerar a los animales como 
simples máquinas movidas por resortes mecánicos. Se puede ver aquí una 
influencia del mecanicismo de Hobbes. 
El alma y el cuerpo están dotados de sustancias concretas. El alma es 
distinta del cuerpo, aunque está íntimamente unida a él durante la vida. El alma 
es pura sustancia, indivisible, mientras que la materia del cuerpo está compuesta, 
es divisible. Síguese de ello que el alma escapa a la corrupción de la materia y 
que es inmortal. 
El cuerpo es como una máquina animada por el alma, que es la sede de las 
acciones, de la voluntad y de las pasiones. Descartes introduce un concepto 
mayor en el análisis del alma: el alma es para él la sede del yo, del sujeto 
pensante. El alma es identificada con la conciencia de sí en cuanto que permite 
al sujeto distinguirse del mundo exterior (en lo que no habían pensado Platón ni 
Aristóteles). 
En las Meditations métaphysiques y el Traité des Passions de l=âme, 
Descartes sitúa la sede física del alma. Para él, no se sitúa ni en el corazón ni en 
el cerebro, sino en una pequeña glándula en el interior del cerebro. Es a través 
de esta glándula como el alma domina a todo el cuerpo. 
Descartes distingue dos sustancias: la sustancia material del cuerpo y la 
sustancia del alma que es inmortal e indivisible (nosotros diríamos dotada de 
propiedades espacio-temporales diferentes). 
El deseo de Descartes de situar físicamente la sede del alma en el cuerpo 
se parece a las reflexiones de algunos neurofisiólogos del siglo XX, como el 
australiano John Carew Eccles: para este último, el espíritu es una realidad 
material, el cerebro un simple receptor, y es el espíritu, a través de influencias 
físicas todavía no identificadas, el que puede interactuar con una sola neurona y 
arrastrar una reacción en cadena en las neuronas corticales. 
Kant: las primicias de la física relativista 
Por su parte, Manuel Kant (1724-1804) defiende también la existencia del 
sujeto pensante y asocia el alma con la conciencia. Pero separa con mucha 
claridad la sensibilidad de la razón o entendimiento. 
La sensibilidad permite al sujeto acceder al mundo fenoménico o mundo 
de las sensaciones. El espacio y el tiempo no son sustancias sino intuiciones 
puras que constituyen las condiciones necesarias para el ejercicio de la 
sensibilidad. Pero este cuadro espacio-temporal limita el campo de la 
sensibilidad, la cual se ve rigurosamente obligada a no alcanzar sino lo que 
puede caer bajo sus formas, a captar los datos sensibles sólo como 
representaciones, es decir como fenómenos. El entendimiento, por el contrario,
20 
libre del cuadro espacio-temporal, puede acceder al conocimiento de las cosas 
en sí o Anoúmenos@, mundo plenamente liberado de todos los atributos de la 
sensibilidad. Las cosas en sí, que son el fundamento de la aparición de los datos 
sensibles, siguen por tanto inaccesibles a la facultad de conocer por los sentidos. 
El idealismo de Kant se acerca al idealismo platónico, en tanto que 
distingue las cosas en sí y los fenómenos. La idea más elevada de la razón es la 
idea de Dios. Kant afirma la existencia de Dios, pero también la imposibilidad 
de conocerlo a no ser por conceptos de pura razón. Integra los datos de la lógica 
cartesiana identificando la razón con el sujeto pensante, con la conciencia. El 
análisis que hace de las categorías espacio-temporales, que no son sino 
intuiciones sensibles, abre con un siglo de antemano extrañas perspectivas sobre 
los datos de la física relativista y de la mecánica cuántica.. 
Hegel y el desarrollo del espíritu 
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, (1770-1831), en lugar de distinguir 
radicalmente el espíritu y la realidad como Kant, estudia el desarrollo del 
espíritu a través de tres fases: la tesis, la antítesis y la síntesis. 
El absoluto es en primer lugar pensamiento puro e inmaterial. Es además 
existencia exterior al puro pensamiento, disolución del pensamiento en el 
espacio y en el tiempo (es la naturaleza). En tercer lugar, el absoluto vuelve de 
su existencia exterior, de su alienación de sí mismo hacia sí mismo; en esta 
vuelta se convierte en el pensamiento que se conoce a sí mismo, que existe por 
sí mismo: el espíritu. La Historia es el desarrollo del espíritu universal en el 
tiempo. 
Un nuevo modelo de conciencia 
El problema de la conciencia se ha planteado siempre, cualquiera que sea 
la actitud que se adopte sobre ella: unitaria o dualista, materialista o 
espiritualista. 
Esta cuestión está estrechamente ligada a la visión del universo y a la 
interpretación de la realidad, en el centro de la cual se sitúe el sujeto pensante 
que debe adoptar un cuadro conceptual. Aprehensión y explicación de la 
susodicha realidad, en relación directa con el concepto de conciencia, serán el 
tema del próximo capítulo. 
El objetivo de la presente obra es proponer un nuevo modelo de 
conciencia que reconcilie las dos grandes corrientes de pensamiento analizadas 
anteriormente. 
CEste modelo de conciencia se relaciona con una filosofía unitaria a la 
vez materialista y espiritualista. Afirma la existencia de la conciencia, así como
21 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
la existencia de una parcela de conciencia en cada ser vivo, en cada parte del 
universo (Leibnitz y Spinoza). Pero se demuestra también que la conciencia es 
una sustancia material, que es materia. 
Este modelo se relaciona por una parte con una corriente de pensamiento 
dualista, en la medida en que afirma que si bien la conciencia es una sustancia 
material, la materia de que se trata es diferente de la materia ordinaria que 
conocemos. 
Se trata de una materia formada por partículas más rápidas que la luz y 
que pertenecen a un universo en el que el tiempo y el espacio son diferentes, en 
el que la información es primordial. Este modelo implica, en particular, una 
dualidad de la realidad y se asemeja a la distinción entre el mundo de las Ideas y 
el de las imágenes. 
Capítulo 2 
Conciencia y realidad 
La definición de conciencia es inseparable de la de realidad: es la 
conciencia la que nos permite percibir y analizar la realidad. 
Conciencia y realidad forman una pareja inseparable que se encuentra en 
el centro de todos los grandes sistemas filosóficos. Cuando un filósofo concede 
un estatuto a la conciencia, que se relacione con cualquiera de las corrientes que 
hemos visto en el capítulo anterior, construye al mismo tiempo una realidad muy 
especial. Su concepción de la conciencia compromete su visión de la realidad y 
del universo. 
En nuestras conversaciones diarias, nos referimos continuamente a la 
realidad como a una evidencia que nadie osaría atacar. Sin embargo, nos vemos 
en muchos aprietos cuando se nos pregunta qué entendemos exactamente por 
real y realidad. Una evidencia se define generalmente con mucha dificultad. 
El problema es que pasamos nuestra vida en medio de evidencias y nos 
conformamos ordinariamente con conceptos muy vagos para definir nuestro 
universo. El mundo sigue siendo para nosotros idéntico, en definitiva, a lo que 
era para nuestros lejanos antepasado de la prehistoria: un gran enigma. La única 
diferencia es que ahora nos imaginamos que conocemos todo o casi todo, 
creemos resolver los problemas utilizando algunos términos técnicos que no
22 
comprendemos realmente. 
)Qué es la realidad? 
Si nos acorralan, acabamos confesando lamentablemente que la realidad 
puede definirse por lo que se ve, por lo que se toca, en resumen, por lo que nos 
rodea y se manifiesta a nosotros. El diccionario no lo hace mejor al definirla 
como lo que existe efectiva y verdaderamente, asociando la realidad con la 
verdad, otra de esas evidencias tan difíciles de definir. En cuanto a la etimología 
(del latín res: la cosa), nos orienta hacia una asociación de la realidad con la 
materia. 
De hecho, en el centro de la realidad se sitúa el yo, el sujeto que piensa y 
que siente. El hombre, situado en el centro del universo, es sede de múltiples 
sensaciones (visuales, auditivas, táctiles...) que analiza con su conciencia. La 
realidad sería un conjunto de objetos materiales que aparecen ante la conciencia 
como separados y distintos, presentando cierto número de características 
(resistencia a la penetración, forma, color...). Estas características, que 
constituyen la identidad del objeto, sólo son captadas y analizadas a través de los 
órganos de los sentidos. 
La realidad supone por tanto una cierta permanencia en el tiempo, una 
continuidad de sensaciones y un consenso de los seres humanos sobre su 
naturaleza y sus criterios. Esto explica que se asocie tantas veces con la verdad. 
La realidad ya no es lo que era 
El fundamento de la realidad no es en efecto otra cosa que una asociación 
de los criterios sensoriales y de la interpretación que da el cerebro a esos datos. 
Si nuestros sentidos son Aembusteros@, por tomar la expresión de Descartes, o 
más exactamente, si se produce un fallo en el proceso de formación de la 
percepción y de la interpretación de los datos sensoriales por el cerebro, es toda 
nuestra concepción de la realidad la que se viene abajo. 
Ahora bien, algunos fallos precisamente han podido ser recogidos en el 
complejo proceso de construcción de la realidad por nuestros sentidos y nuestra 
inteligencia. Lo real puede no ser tan real como nos gusta decir, la realidad ya no 
es lo que era. Entra en ella una parte no despreciable de irrealidad y de misterio. 
Tomemos una ejemplo trivial: el color rojo. En realidad, el rojo no existe, 
no tienen ninguna Arealidad@. Un campo de amapolas es sólo una Ailusión@. 
La sensación visual no es otra cosa que un mensaje sensorial elaborado a 
nivel de la retina, luego codificado, para atravesar los diferentes repetidores en el 
nervio óptico y las neuronas, y luego enviado al cerebro, al córtex precisamente. 
Hasta aquí, sin problemas. Pero es a nivel del córtex donde se decide y
23 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
comienza el misterio. Llegado al córtex, el mensaje sensorial posee ya en forma 
codificada todas las características Avisuales@ del objeto. Su llegada se va a 
transformar en una actividad eléctrica específica que nuestros escáneres y 
electroencefalogramas son capaces de captar. 
Es inmediatamente después de producirse esta actividad eléctrica cuando 
el sujeto percibe las sensaciones visuales, cuando tiene la impresión de ver el 
rojo por ejemplo. Pero existe una minúscula discontinuidad, un pequeño hiato 
entre el momento en que el córtex produce una actividad eléctrica y aquél en que 
el sujeto percibe conscientemente la sensación. Es durante ese minúsculo 
intervalo cuando nace precisamente la sensación: se trata exactamente de un 
nacimiento, porque nada en el mensaje eléctrico producido antes hacía prever la 
aparición de ese fenómeno enteramente nuevo. Todo ocurre como si se produjera 
una última transformación del mensaje, justo antes de que surja del córtex y 
adquiera un valor significativo. 
Así, ante un campo de amapolas, recibimos un mensaje visual que, 
después de la codificación y el paso al córtex, produce en nosotros la sensación 
de color rojo. Y sin embargo, el único rastro tangible y medible de esta 
sensación de rojo, es la actividad eléctrica que se produce a nivel del córtex. Por 
lo demás, si se coloca una célula fotoeléctrica delante de ese mismo campo de 
amapolas, ella sólo reaccionará produciendo una corriente eléctrica más o menos 
intensa siguiendo la longitud de onda registrada. 
Sólo un ser humano Ave@ un color rojo allí donde no hay sino una 
longitud de onda. Él no lo analiza como una longitud de onda o un fenómeno 
eléctrico, percibe solamente una sensación coloreada. Por tanto, en el breve 
instante que separa la producción de una actividad eléctrica por el córtex y la 
percepción del color rojo, se produce algo nuevo, misterioso y, para decirlo de 
una vez, inexplicable: la sensación 
Realidad: el universo misterioso de las sensaciones 
Lo que nosotros llamamos verdad se basa enteramente en el análisis de las 
sensaciones. Acabamos de ver que la sensación, propiamente hablando, es 
inexplicable. Según esto, hay que mostrarse por tanto muy prudente en la 
definición de la realidad. Ciertamente, existe Aalgo@ que nosotros llamamos 
Arealidad@, pero ese algo es transformado y reconstruido totalmente por nuestro 
ordenador cerebral. El objeto, conjunto de sensaciones, tiene sólo una lejana 
relación con lo que ha dado lugar a su nacimiento. 
La sensación (a pesar de ciertos intentos de medición más o menos 
logradas durante el siglo XIX) es esencialmente subjetiva. Como tal, es 
evanescente y está sometida a múltiples factores de distorsión: la fiebre, la 
absorción de una droga pueden alterar completamente las sensaciones 
ordinarias. )Dónde está lo real para el sujeto cuyas facultades de percepción
24 
están alteradas? 
La aproximación a lo real 
La definición de la realidad no hace sino retrotraernos a nuestro punto de 
partida: el sujeto pensante, la conciencia. Lo real se construye en nuestro cerebro 
y más exactamente en nuestra conciencia (volveremos sobre esta distinción). Lo 
que llamamos objeto es sólo una construcción subjetiva. Los criterios llamados 
Aobjetivos@ de la realidad (las sensaciones) son en efecto subjetivos. 
Al situar al sujeto Cal yo C en el centro de su filosofía, Descartes no se 
equivocaba por tanto. La definición de la realidad pasa por la definición de la 
conciencia y del sujeto. Las dos cuestiones están íntimamente ligadas. Lo mismo 
que dos actitudes opuestas han marcado las filosofías de la conciencia 
(materialista o espiritualista, unitaria o dualista), dos caminos muy distintos han 
permitido a los hombres captar la realidad desde hace miles de años. 
El primer método de aprehensión de la realidad consiste en intentar 
eliminar al máximo el carácter subjetivo de los fenómenos que constituyen lo 
real (decimos Aintentar al máximo@ porque la subjetividad está siempre presente 
en la percepción de la realidad). El fin último es alcanzar la objetividad, es decir 
el objeto en sí mismo. Para este fin, se neutralizan todas las sensaciones 
utilizando instrumentos de medida, por ejemplo una célula fotoeléctrica, que no 
conoce la sensación de color. Es la base del método científico y experimental, 
cuyo fin es deducir, del conjunto de fenómenos, leyes que resulten de medidas y 
que tengan un valor universal. 
El segundo modelo concede al carácter subjetivo de la realidad una 
importancia primordial. Consiste en utilizar las sensaciones, los estados de 
conciencia, para establecer aproximaciones significativas entre esos elementos 
subjetivos, con la esperanza de ir más allá de la apariencia sensorial y penetrar 
en la esencia misma de la realidad. 
El análisis científico 
El origen del método científico se remonta a Aristóteles. Sus sutiles 
categorías lógicas le han valido ser considerado como el padre del racionalismo. 
Su insistencia en aislar el objeto, la materia, estaba bien visto a los ojos de los 
hombres de ciencia. Pero es realmente a principios del siglo XVII cuando 
Galileo, al sentar las bases de la mecánica, establece el método experimental. 
A partir del Renacimiento, el mundo científico conoce una gran 
efervescencia. Cada uno siente confusamente que resulta imposible repetir año a 
tras año las certezas enseñadas por los grandes sabios griegos y romanos, 
filtradas luego por la Iglesia en la Edad Media: la tierra está en el centro del
25 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
universo, la sangre no circula... 
La medicina y la astronomía se van a colocar a la cabeza del progreso y a 
contribuir con sus descubrimientos a establecer las bases del método 
experimental. Copérnico y Képler son los primeros en aprovechar las primicias. 
Es a comienzos del siglo XVI cuando Copérnico tiene la intuición del 
sistema astronómico actual. Recuperando una hipótesis muy antigua formulada 
ya por Pitágoras, según la cual el sol está en el centro de nuestro universo y es 
inmóvil, concibe un sistema completamente nuevo que marca el hundimiento de 
las tesis de Ptolomeo y de Aristóteles. 
Comprueba así, experimentalmente, tanto las fases de Venus, observadas 
con anteojos, como cierto número de fenómenos naturales, todos los datos que él 
había calculado y predicho teóricamente. 
Pero el mérito de haber demostrado la eficacia del método experimental 
corresponde principalmente a Galileo. Ya muy joven, inventa el termómetro y la 
balanza hidrostática. Luego, a partir de la experiencia, establece las leyes del 
movimiento de los cuerpos sometidos a la gravedad. Sus observaciones 
astronómicas con un telescopio muy perfeccionado -que él mismo había 
construido- le llevan luego a descubrir la existencia de los satélites de Júpiter y 
los anillos de Saturno. Se adhiere pronto al sistema copernicano, porque sus 
propias experiencias verifican las tesis de Copérnico. 
El célebre y dramático conflicto que enfrenta a Galileo con la Iglesia 
hacia 1610, obligándole a renegar de sus convicciones, tiene su origen en su 
afirmación de que la Tierra gira en torno al Sol, pero también en la utilización 
del método experimental. Porque se funda en la observación de hecho objetivos 
y no en principios dispuestos y sancionados por la Iglesia, este método es 
peligroso y supone el fin de la fe ciega en la omnipotencia de Dios y en la 
existencia de otro mundo. 
Descartes, al elaborar su sistema de filosofía, acaba estableciendo los 
principios de este método como único válido para analizar los fenómenos. El 
método deductivo lógico (que va lo simple a lo complejo) es su corolario. Las 
obras de Descartes serán por otra parte puestas por la Iglesia en el Índice en 
1662. 
Muy pronto, este método científico, racional y experimental, mostrará su 
fecundidad, pero se convierte pronto también en un método totalitario que 
excluye a todos los demás. Se funda, no hay que olvidarlo, en la única lógica 
aristotélica binaria: un objeto está ahí o no existe, una cosa es verdadera o falsa. 
Los resultados a los que llega no admiten nunca el matiz. Apoyándose en el 
éxito creciente de la ciencia, que no cesa de confirmarse en los siglos XVIII y 
XIX, refuerza su poder absoluto y desacredita todos los demás métodos de 
acercamiento a lo real, identificándolos con la superstición y amalgamándolos 
con la religión, contra la cual es llevado a luchar sin descanso. Éste es el origen 
del racionalismo y del positivismo, tan apreciados en el siglo XIX.
26 
El método experimental 
El método experimental consiste esencialmente en realizar una 
determinada experiencia, en condiciones tan rigurosas como sea posible. Esta 
experiencia puede repetirse tantas veces como se quiera (es la condición más 
importante para su validez; por eso se han descartado los fenómenos 
parapsicológicos, por no ser reproducibles a discreción). Por ejemplo, la caída 
de un cuerpo puede ser observada tantas veces como se quiera y da lugar a 
mediciones siempre idénticas de las que se puede deducir una ley general. 
Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, la aplicación de este método 
consigue maravillas en física. Así es como se descubren las leyes de la óptica 
geométrica, la naturaleza ondulatoria de la luz, las leyes de la gravitación y de la 
mecánica con Newton. 
El siglo XIX es efectivamente el apogeo de la ciencia experimental. La 
física reina como dueña absoluta sobre todas las ciencias. Se divide en tres 
cuerpos doctrinales: 
CLa termodinámica, que define las leyes de intercambio de energía y de 
calor en el universo. 
CLa mecánica, cuyas ecuaciones definen con una precisión casi absoluta 
el movimiento de los cuerpos. 
CLa electricidad y la óptica, que son expuestas en su forma más acabada 
por James Clerck Maxwell, que condensa en las mismas ecuaciones todas las 
leyes de la electricidad y del magnetismo, deduciendo la existencia de las ondas 
electro-magnéticas de las que la luz -objeto de estudio de la óptica- es sólo una 
parte. Se piensa entonces que la responsable de la propagación de la luz y de sus 
ondas es la vibración de un medio hipotético, el éter. 
La materia es escudriñada hasta en sus más mínimas partes: la noción de 
átomo (la más ínfima parte de materia indivisible) aparece entonces, 
empalmando con la tradición materialista de Demócrito. Es sin duda el ejemplo 
más claro de la estrecha relación entre una concepción materialista de la 
conciencia y de la realidad y el estudio Aobjetivo@, científico, del método 
experimental. 
En este final del siglo XIX, la física y la mecánica parecen ser unos 
edificios tan acabados que un físico declara que ya no hay nada que descubrir y 
que compadece a los físicos de las generaciones futuras. 
Es entonces cuando aparecen grietas que comienzan a socavar estas 
hermosas certezas: 
La velocidad de la luz en el vacío no se adecua a las leyes de la mecánica. 
Para explicar las leyes de la radiación, Max Planck (1858-1947) elabora 
en 1900 la teoría de los quanta, según la cual los intercambios de energía entre 
materia y radiación tienen lugar de forma discontinua por pequeñas cantidades o 
quanta. Cada quantum de energía es igual a h x v, donde v es la frecuencia de la
27 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
radiación y h la constante de Plack (que mide una acción) y tiene una valor muy 
pequeño. Todo esto viene a decir que existen átomos de energía, los quanta. 
Casi en la misma época, el descubrimiento de la radioactividad, 
ilustración de los azares de la experiencia y de su fructuosa explotación, 
demuestra que los átomos son complejos. En los primeros años del siglo XX, se 
elabora un modelo de átomo, parecido a un sistema solar en miniatura. Los 
átomos están por tanto muy lejos de ser los pequeños objetos indivisibles que se 
creía: pueden transformarse en otros átomos emitiendo partículas y radiación. 
Einstein y la teoría de la relatividad 
Para informar sobre el carácter anormal de la velocidad de la luz en el 
vacío (300.000 ks/segundo), que sigue siendo la misma sea quien sea el 
observador3, Einstein propone en 1905 su teoría de la relatividad restringida. 
La teoría de la relatividad propone el principio de que todo es relativo. A 
gran escala, es en definitiva la ilustración de esa paradoja que cada uno de 
nosotros ha podido experimentar en algún momento: si estamos en un tren 
inmóvil mientras otro tren en el andén vecino está en movimiento, tenemos 
fugazmente la impresión de que es este último el que está inmóvil y que es 
nuestro tren el que se desplaza. 
La relatividad extiende esta constatación a todo nuestro universo. Según 
ella, el tiempo y el espacio no son absolutos. Cada observador tiene su espacio y 
su tiempo personal, sólo para él. Por ejemplo, si un observador mira el reloj que 
lleva otro observador en movimiento, ve que este reloj se retrasa con relación al 
suyo, y esto tanto más cuanto más se acerque a la de la luz la velocidad del que 
lo lleva. 
Lo mismo ocurre con las longitudes. Si un observador mira un 
3. A partir de 1881 tuvo lugar la célebre experiencia de Michelson (y luego de 
Morley) destinada a poner en evidencia el movimiento de la tierra con relación al éter, medio 
hipotético que los físicos del siglo XIX suponían que era el soporte de las ondas 
electromagnéticas y por tanto de la luz. Con relación al Sol, la Tierra se desplaza en su órbita 
con una velocidad de 30 km/segundo. En seis meses de intervalo, esta velocidad se 
transforma en una velocidad siempre de 30 km/segundo, pero en dirección opuesta. Si se 
envía un rayo luminoso en la dirección L1, y seis meses después un rayo luminoso X en la 
dirección L2, se debería observar entre las velocidades de los dos rayos luminosos una 
diferencia de 60 km/segundo. Ahora bien, la experiencia óptica muy precisa de Michelson 
demostró que no había ninguna diferencia. Einstein, admitiendo el resultado negativo de la 
experiencia (influencia del método experimental), propuso en principio la constancia de la 
velocidad de la luz, que en el vacío y con relación a todos los observadores, en cualquier 
sentido, es siempre de 300000 km/segundo. 
L1 ≈----------------------------------------≡- L2 
O L2
28 
metropatrón desplazándose paralelamente a él a gran velocidad, encuentra que 
su longitud ya no es de un metro sino más pequeña. Tiene la impresión de que el 
metro se ha reducido. Hay una contracción de los cuerpos en movimiento, y esto 
tanto más cuanto más se acerque a la velocidad de la luz. En el límite, la 
longitud tendería hacia el cero. Ya no se observaría nada en absoluto. 
Esos efectos de dilatación del tiempo y de contracción de las longitudes 
son recíprocas porque el observador en movimiento verá igualmente atrasarse el 
reloj del otro y reducirse las longitudes. 
Este cambio del tiempo con una velocidad cercana a la de la luz ha 
quedado perfectamente evidenciado a través de la clásica paradoja de Langevin 
que un físico puso al día hace unos treinta años. Unos astronautas, a bordo de un 
cohete movido a una velocidad inferior a la de la luz, alcanzaría en unos meses 
las estrellas más cercanas de nuestra galaxia, en 21 años el centro de nuestra 
galaxia situado a 27.000 años-luz y en 28 años la galaxia Andrómeda (un millón 
y medio de años-luz) y volvería al cabo de 56 años, lo que ya es bastante lejano. 
Pero durante este viaje, la Tierra, por su parte, habría envejecido 3 millones de 
años. Es decir, que la teoría de la relatividad impone unos límites a todo sueño 
de exploración y de conquista de la galaxia. Por otra parte, los autores de 
ciencia-ficción, al describir sus aventuras intersiderales, tienen la precaución de 
situarlas en un futuro lejano en el que este problema ya hubiera sido resuelto. 
Abordamos aquí una cuestión totalmente esencial para la evolución de la 
ciencia así como para el conocimiento del hombre y del universo. Según la 
teoría de la relatividad, jamás podremos alcanzar, y a fortiori superar, la 
velocidad de la luz. Esta imposibilidad es la que hoy cuestionan las más 
recientes teorías de la física. 
La relatividad establece algunos otros principios sumamente importantes. 
CLa masa cambia con la velocidad. 
CLa energía es equivalente a la masa de un cuerpo multiplicada por el 
cuadrado de la velocidad de la luz. Es la famosa fórmula E=mc2 que repiten 
todos los manuales de física y que es muchas veces todo lo que sabemos de la 
relatividad. 
CEinstein aplica luego su teoría a movimientos de cualquier velocidad y a 
los fenómenos de gravitación. Encuentra una nueva ley de gravedad, de la que la 
ley de Newton es sólo una aproximación. En esta teoría de la relatividad general, 
todo sucede como si la masa de los astros deformase el espacio-tiempo, creando 
una especie de depresión que atrae a todos los objetos que caen al fondo. Al 
final, se prevé la existencia de agujeros negros cuando la depresión se cierra 
sobre sí misma. 
La aportación esencial de Einstein tiene que ver con que ha terminado con 
el carácter absoluto del espacio y del tiempo. El verdadero marco de la 
relatividad es el espacio-tiempo en 4 dimensiones, indicando el guión que no se 
puede separar el espacio y el tiempo, y que todos los observadores dividen 
arbitrariamente la realidad en espacio y en tiempo.
29 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
En el plano filosófico, la relatividad tiene por tanto una importancia 
enorme: destruye los conceptos de espacio y tiempo, remueve los cimientos de 
la realidad y del universo clásico. 
La relatividad es sólo el primer paso de una gran conmoción de la física 
en el siglo XX. Todavía no combate dos grandes principios que ella respeta: la 
conservación de la energía y el principio de causalidad. Este último es sin duda 
el más esencial para nuestra construcción de la realidad. Sólo su hundimiento 
puede conducir a un cambio real de nuestra visión del universo. 
El último ataque brusco y violento a esta visión clásica del universo 
vendrá indirectamente de la teoría de la relatividad y más exactamente de la 
naturaleza de la luz. 
Resulta esencial saber de qué se compone la luz. Toda la óptica depende 
de este problema. Ahora bien, el efecto fotoeléctrico, descubierto 
experimentalmente, es inexplicable. Einstein tiene entonces la audaz idea de 
aplicar a la luz la teoría de los quanta: la luz está formada por quanta de energía 
(w = hv) llamados fotones. Había que atreverse con esta paradoja, porque con 
ella bastaba. En efecto, al mismo tiempo, se descubre que la luz es a la vez una 
onda y un conjunto de partículas. Según Ale dé@, aparecerá bajo su aspecto 
corpuscular o su aspecto ondulatorio. Einstein lo justifica diciendo que se trata 
de un aspecto complementario de la realidad. 
Si se llega hasta el fin de esta idea, la luz tiene una doble realidad. 
El tiempo y el espacio no son absolutos y he aquí ahora que la realidad es 
doble, cambiante, evanescente a merced de las circunstancias. )Podría un poeta 
haberlo dicho mejor? 
Pero dado que la luz tiene una doble naturaleza, )quién nos dice que las 
demás partículas no obedecen también al principio de complementariedad? 
Louis de Broglie y la teoría de la 
mecánica ondulatoria 
Serán necesarios pocos años para dar el paso. Un joven fantasioso, 
perteneciente a una de las familias más distinguidas de Francia, Louis de 
Broglie, establece fácilmente la demostración en 1923. 
La idea es de una gran simplicidad. Basta con extender el descubrimiento 
de Einstein sobre el fotón a todas las partículas materiales. 
Esta teoría de la mecánica ondulatoria demuestra que a toda partícula 
material, como un electrón, un protón, puede ser asociada una onda. 
La materia, las partículas, pueden según las circunstancias, aparecer bajo 
un aspecto corpuscular o un aspecto ondulatorio. 
Esta onda es representada por una cierta función ψ, cuyo estudio en los 
años siguientes va a ser objeto de lo que se ha dado en llamar la mecánica 
cuántica y la teoría cuántica de los campos.
30 
Las consecuencias de estas teorías son incalculables y todavía más 
profundas que las de la relatividad, porque cambian profundamente nuestros 
conceptos habituales de realidad y de conciencia. 
La mecánica cuántica y 
la teoría cuántica de los campos 
En primer lugar, una partícula ya no es un objeto en el sentido normal de 
la palabra. Puede ser a la vez onda y partícula, lo que es imposible a nuestra 
escala, puesto que un objeto no puede ser a la vez una cosa y otra distinta. La 
interpretación habitual de la función de onda psi es considerarla como que 
representa la probabilidad de presencia de una partícula en un punto del espacio, 
lo que quiere decir que un corpúsculo puede estar al mismo tiempo aquí y en 
otra parte y no aquí o en otra parte. 
El doble carácter ondulatorio y corpuscular que hay que admitir, se 
presenta como dos aspectos complementarios de la realidad (principio de 
complementariedad). Las relaciones de incertidumbre de Heisenberg demuestran 
en especial que, si se determina con precisión la posición de una partícula, su 
velocidad resulta completamente indeterminada, y recíprocamente. 
En el campo de la medida y de la observación, resulta imposible 
conservar la objetividad. En efecto, según la mecánica cuántica, una partícula 
posee un gran número de estados posibles para las magnitudes físicas como la 
energía, y está simultáneamente presente en cada uno de ellos. El que hace pasar 
a la partícula a uno de los estados que la constituyen, y que será el efectivamente 
observado, es el experimentador a través del acto de la observación y la 
medición. Por tanto, sólo se puede conocer el resultado, cuando se hace la 
medición. Hay una pareja inseparable compuesta de dos elementos, observador-partícula- 
observada, que están en interacción. Existe solamente una probabilidad 
de encontrar un estado durante una medición; en la siguiente, no se encontrará 
necesariamente el mismo estado. 
No se da una experiencia objetiva en este campo. Se ve aquí la diferencia 
con las mediciones de la física clásica (incluimos en este cuadro a la física 
relativista), cuyo carácter repetitivo permitía fundarse en resultados siempre 
idénticos para elaborar leyes generales. 
El descubrimiento de las antipartículas ha llevado a los teóricos a 
examinar estados en los que no se conserva la energía y en los que el tiempo 
puede invertirse. Por ejemplo, un positón (o positrón), que es un antielectrón, 
puede ser considerado como un electrón negativo que remonta el curso del 
tiempo, es decir que va del futuro al pasado. De ello resulta que el principio de 
conservación de la energía de la física clásica y relativista ya no existe. El 
principio de causalidad se viene abajo y es obligado pensar en dos tipos de 
causalidad: la primera, que se llama macrocausalidad (porque afecta a los
31 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
acontecimientos a nuestra escala o a la del universo), en la que la causa es 
siempre anterior al efecto, y la segunda, que se llama microcausalidad (que 
afecta a los acontecimientos a una escala microscópica), en la que la causa es a 
veces posterior al efecto como lo demuestra la mecánica cuántica. 
*Niveles de realidad+ 
El concepto de realidad, cuyo carácter ambiguo ya habíamos señalado al 
comienzo de este capítulo, no resiste al examen en el campo microfísico. Sería 
preferible hablar de Aniveles de realidad@, expresión que presenta analogías con 
los niveles de conciencia. Esta observación es tanto más importante cuanto que 
muchos teóricos de la mecánica cuántica admiten que la conciencia del 
experimentador interactúa y participa en la mediciones en microfísica, sin 
concretar no obstante lo que es la conciencia. 
La interpretación de las ecuaciones de la mecánica cuántica demuestra en 
efecto que, si se hace caso omiso de cualquier observador, la función psi que 
representa una o varias partículas corresponde no a una energía muy 
determinada, sino a una serie de estados de energía muy numerosos y en 
definitiva coexistentes. A cada estado de energía le está asignada una 
probabilidad distinta de actualización. Lo mismo ocurre con todas las demás 
magnitudes físicas que caracterizan la o las partículas. 
Al hacer una medición experimental, es cuando el experimentador 
provocará la aparición de la entidad Apartícula@, con una energía 
correspondiente a uno de los valores posibles. No se puede prever cuál, pero se 
puede calcular la probabilidad mayor o menor de aparición de ese valor. 
Desde esta óptica, puede decirse que la conciencia del observador 
participa en la experiencia. En efecto, es justo esta conciencia, si se admite su 
existencia, la que por medio del cerebro del observador decide el momento y las 
condiciones de la experiencia; hay que pensar por tanto en un sistema de 
conciencia del observador-objeto cuántico observado, cuyas relaciones exactas 
todavía no son conocidas. 
Teorías cuánticas: 
)hacia una negación de la realidad? 
Las teorías cuánticas han planteado algunas paradojas, como la célebre 
EPR (Einstein-Podolski-Rosen) presentada por Einstein algo antes de la 
Segunda Guerra mundial, que debía demostrar según él que la mecánica 
cuántica desembocaba en una contradicción lógica. Ahora bien, una experiencia 
reciente, la del físico Aspect, de la universidad de Orsay, ha demostrado que la 
mecánica cuántica tenía razón contra Einstein.
32 
En esta experiencia, se producen fotones *correlacionados+ por medio de 
una cascada atómica. Se tienen en cuenta dos fotones así producidos 
propagándose en dos direcciones opuestas. Cuando están separados unos quince 
metros, dos de los observadores hacen una medición de una de las magnitudes 
físicas que caracterizan a los fotones: se trata en concreto de una magnitud 
llamada *spin+, que corresponde en nuestra escala con el fenómeno de 
polarización de la luz. 
Existe no un spin determinado, sino una serie de estados de spin, teniendo 
cada uno cierta probabilidad de actualización. Sólo en el momento de la 
medición será medido un valor spin, aunque no se sabe cuál. Ahora bien, se 
constata que los valores de los spins de dos fotones están en correlación, cosa 
que habían previsto las ecuaciones de la mecánica cuántica. 
En realidad, esto es bastante sorprendente. Todo sucede como si uno de 
los fotones conociese el valor actualizado del spin del otro y se las arreglase para 
hacer que aparezca uno de sus propios valores de spin que esté en correlación 
con el del primer fotón. 
Las consecuencias son enormes. Algunos físicos no dudan en hablar de 
no-separabilidad, es decir que la separación espacial no existiría y sería una 
construcción de nuestro cerebro. Así, en el caso de dos fotones, las distancia de 
quince metros que los separa sería una ilusión, una apariencia, puesto que se 
comportan como si su distancia fuese nula. 
Otros hablan de variables ocultas y algunos llegan incluso a pensar que el 
mundo físico no es real y que se da a la vez no-separabilidad y no-realidad. 
Más allá de los límites del método experimental 
Actualmente, la física se caracteriza por algunos hechos esenciales que 
cuestionan fundamentalmente la noción de realidad tal como se nos ha descrito 
por el método científico de aprehensión de lo real, es decir el método 
experimental. 
CLa relatividad del tiempo y del espacio. 
CEl aspecto complementario de la realidad ondas-corpúsculos. 
CEl número enorme de partículas. Se puede decir en efecto -y se ha 
repetido muchas veces- que la física actual es la física de las partículas. Se 
encuentran nuevas continuamente con la ayuda de grande aceleradores que 
poseen la mayoría de las naciones europeas y Estados Unidos4. Partículas que se 
creía que eran fundamentales se muestran complejas. Así se dijo, en un 
principio, que el átomo era la parte más pequeña de la materia, luego se 
demostró que estaba formado de protones y neutrones. Los mismos protones 
4. En Europa, las investigaciones se centran en Ginebra en el CERN (Centro europeo 
de investigaciones nucleares).
33 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
están compuestos de quarks y nada asegura que el quark no resulte de la suma 
de otras entidades. La noción de partícula fundamental se desvanece por tanto y 
se reafirma el carácter evanescente de la realidad microfísica. 
CLa desaparición de la noción de objeto a nivel cuántico. 
CLa incertidumbre del principio de causalidad, respetado en nuestro 
universo, pero fracasado en el universo microscópico, donde aparece la idea de 
interacción de la conciencia. 
CEl cuestionamiento de la realidad. 
Tendríamos derecho entonces a concluir en un relativo fracaso del método 
experimental en la definición de lo real, porque las conclusiones a las que llega 
(no-realidad, acción de la conciencia) están en contradicción con sus mismos 
principios. Esta vía de acercamiento a lo real podría compararse con un cedazo 
muy grueso que deja escapar partículas muy pequeñas de lo real, pero no son 
menos importantes. 
A la intromisión inquietante de la conciencia en la física puntera se añade 
otra intromisión, mucho más natural en apariencia, pero cuyas consecuencias 
están lejos sin embargo de ser neutras: la de la información. 
La información está íntimamente ligada a la noción de entropía. La 
entropía ya había sido introducida en la termodinámica por los físicos del siglo 
XIX. Es una magnitud muy abstracta que ha adquirido luego su verdadera 
significación al considerar conjuntos de moléculas. Puede suceder que en una 
sociedad de moléculas exista cierto orden. Por ejemplo, las moléculas que tienen 
mucha energía se encuentran todas, unas al lado de otras, en cierto punto del 
espacio, mientas que las que tienen poca energía ocupan otro punto. Se da aquí 
una estructura de orden manifiesta. 
Si se piensa que este conjunto de moléculas está aislado, se producirá una 
evolución que será siempre la misma: las moléculas que tienen mucha energía 
cederán una parte de su energía a las que tienen menos, y al final no habrá sino 
una sola región del espacio donde todas las moléculas estarán reunidas y 
animadas por la misma energía media. Se ha pasado por tanto de una estructura 
de orden a otra de desorden. 
Se expresará este hecho diciendo que la entropía de un sistema aislado 
aumenta constantemente. Como, en definitiva, el universo puede considerarse 
como un sistema aislado, su entropía aumentará constantemente, es decir 
evolucionará siempre desde una estructura de orden hacia otra de desorden, sin 
poder pasar nunca por el mismo estado. 
En estas condiciones, )cómo se introduce la noción de información? 
Tenemos que hablar aquí del demonio de Maxwell. 
El demonio de Maxwell
34 
Maxwell imaginaba un estado de desorden completo donde las moléculas 
con mucha energía estaban mezcladas con las desprovistas de ella. Es imposible 
en estas condiciones volver a la estructura de orden, de la que antes hablábamos, 
pues no se puede volver a pasar por el mismo estado. Maxwell supone entonces 
la existencia de una criatura sobrenatural que él llama demonio. A este diablo, le 
da la consigna de reparar las moléculas poniendo a un lado las que tienen mucha 
energía y a otro lado las que están desprovistas de ella. El demonio, diablo listo, 
está de acuerdo pero pide ver las moléculas. Para esto, se le da una antorcha 
eléctrica; entonces realiza su trabajo diabólico. 
Esto puede requerir mucho tiempo, pero el tiempo no cuenta para un 
demonio. Al final, ha restablecido por tanto una estructura de orden y se dirá que 
la entropía ha disminuido. Pero si ha podido conseguir este resultado, es porque 
tenía información sobre las moléculas, en este caso gracias a la antorcha que se 
le había otorgado. 
Se puede concluir de esto que tener información equivale a restablecer 
estructuras de orden, y se llega a la siguiente equivalencia matemática: 
información = entropía negativa = antientropía. Poseer la información viene a 
ser la posibilidad de frenar el desorden, de impedirle establecerse como dueño, 
de restablecer una estructura de orden. 
Tomemos como ejemplo los seres vivos, estructuras de orden 
características por estar formadas de órganos, formados por células, compuestos 
de moléculas. Si existiese el único principio del aumento de la entropía, los seres 
vivos no podrían mantenerse con vida, porque el desorden y la desagregación se 
instalarían con mucha rapidez. Pero todo sucede como si en el interior de los 
organismos existieran miles de millones de demonios de Maxwell que son 
advertidos en cada momento, por medio del sistema nervioso, de tal o cual 
aumento local de la entropía. Reciben por tanto una información y con la ayuda 
de ésta, siempre a través del sistema nervioso, van a detener el aumento de la 
entropía. 
Por ejemplo, el hombre tiene una temperatura constante de 371 C, pero 
varias causas (el frío, el calor...) tienden a hacer variar esta temperatura. Los 
sistemas reguladores reciben información y en el caso de una elevación de la 
temperatura van a actuar provocando una evaporación cutánea que producirá 
frío y restablecerá la temperatura normal. Desgraciadamente, estos efectos no 
son eternos y es finalmente la entropía la que tiene la última palabra, puesto que 
el envejecimiento puede ser considerado como la instalación del desorden, 
siendo la muerte el último estadio. 
La información: factor esencial
35 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
en el acercamiento a lo real 
El lector se preguntará tal vez: )qué es esa la información, que ahora se 
sabe medir como la energía? 
A esto podemos responder como Norbert Wiener, uno de los pioneros en 
este campo: *La información es la información+. Claramente, esta frase 
significa que, como la energía, la información es una entidad primordial que 
tiene la capacidad de tomar diversas formas, pero que no se puede definir. Esta 
intromisión de la información es esencial para el progreso de la ciencia y se sitúa 
en el límite de las dos vías de acceso a lo real. 
En efecto, la búsqueda de información para ordenar el universo está en el 
origen del método científico. Pero no es menos cierta, para la segunda vía de 
acceso a lo real, la vía llamada irracional, que se funda en la exaltación de los 
estados de conciencia y de las sensaciones. 
Esta vía trata de recoger la información en estado bruto, sin imponerle las 
transformaciones lógicas y racionales que nuestro cerebro suele hacer sufrir a lo 
real para construirlo. 
Desde hace siglos, se conocen las *experiencias+ de los grandes místicos 
de todas las religiones, de los yoguis de la India. Estos seres excepcionales 
parecen penetrar en lo real de una manera desconocida e inaccesible al común 
de los mortales, parecen haber experimentado sensaciones, niveles de conciencia 
que se suelen designar con la palabra éxtasis (lo que etimológicamente evoca 
una salida fuera de sí, es decir fuera del cuerpo o de la conciencia). Se sabe que 
el resultado de sus exploraciones lleva a un profundo cambio de su personalidad. 
Algunos han podido ver en ello un método de acceso salvaje a la realidad, 
pero es más bien la realidad científica la que es salvaje, puesto que procede 
esencialmente por análisis, es decir etimológicamente por la disolución, la 
separación, la destrucción de los diversos elementos de lo real, lo que es 
artificial. Por el contrario, la vía mística capta lo real en su totalidad sin destruir 
ni separar, por una especie de síntesis. 
Desde hace algunas décadas, los neurofisiólogos se vienen interesando 
por estos problemas de conciencia alterada o de niveles de meditación profunda 
con la ayuda del electro-encefalograma o del escáner, y han observado cambios 
fisiológicos, en especial en los ritmos eléctricos del cerebro (ondas alfa) durante 
la meditación profunda. 
Los psicofarmacólogos, a través del estudio experimental de algunas 
drogas como el LSD o la mescalina, han llegado a reproducir estados alterados 
de conciencia, que recuerdan a veces el éxtasis de los místicos. 
Se podrían relacionar con este método distinto de exploración de lo real 
ciertos ensayos de algunos grandes artistas inspirados (Liszt, Bach, Picasso). 
Algunas de sus obras producen en nosotros una impresión indecible que nos 
hace pensar que han alcanzado otros niveles, y que su visión del exterior se 
confunde con la del espacio interior.
36 
Hay que destacar por otra parte que el marco de la realidad, tal como 
queda trazado por la mecánica cuántica, parece muchas veces más loco e 
irracional que las visiones místicas o las artísticas. 
Desgraciadamente, tales estados son cosa de seres excepcionales. Sus 
experiencias son inexplicables e incomunicables, en forma de información, para 
la mayoría de los seres humanos. 
Pero hay algunos fenómenos que todos podemos experimentar. Estos 
fenómenos entran en el ámbito de la segunda vía de acceso a lo real, porque 
privilegian las relaciones *irracionales+ entre los acontecimientos. Queremos 
hablar aquí de lo que se llama comúnmente coincidencias. 
Información y coincidencias: 
la serialidad de Kammerer 
Parece que es un hombre de ciencia, Kammerer, el primero que ha 
estudiado sistemáticamente estos fenómenos. Hay que destacar que el término 
*coincidencia+ se aplica en este caso a acontecimientos que aparecen 
agrupados en un lapso de tiempo relativamente breve, que tienen ciertamente 
relaciones de semejanza aunque no de significación y no están vinculados 
causalmente. He aquí un ejemplo tomado de Kammerer, que ha llevado durante 
veinte años un diario de coincidencias. 
Cuenta que el 4 de noviembre de 1910 su cuñado va a un concierto en el 
que tiene el asiento número 9 y el ticket del vestuario número 9. Al día 
siguiente, el mismo cuñado vuelve a un concierto en el que le asignan el asiento 
número 21 y el vestuario número 21. 
Tomemos otro ejemplo, más complejo, tomado también de Kammerer, 
cuya protagonista es su propia esposa. Esta última lee las aventuras de la Señora 
Rohan, personaje de novela. En el tranvía ve a un hombre que se parece a su 
amigo el príncipe Joseph Rohan. Por la tarde, el príncipe Rohan viene a ver a 
Kammerer y a su esposa de improviso. Además, en el tranvía ella oye que 
alguien pregunta al pseudo-Rohan si conoce la aldea de Weissenbach-sur- 
Attersee y si sería un lugar agradable para las vacaciones. Al bajar del tranvía, 
entra en una charcutería en la que el dependiente le pregunta si conoce 
Weissenbach-sur-Attersee adonde tiene que enviar un paquete. 
Es evidente que el cálculo de probabilidades demostraría que tales 
fenómenos no tienen prácticamente ninguna posibilidad de de producirse. Por 
otra parte, estos fenómenos hacen un llamamiento a la conciencia del sujeto 
enfrentada a estas coincidencias y tienen un valor eminentemente subjetivo. 
Kammerer veía en este tipo de fenómenos, llamados por él *serialidad+, 
un principio universal de la naturaleza que se manifiesta de una manera 
independiente de la causalidad. Para él, las leyes de la serialidad serían tan 
fundamentales como las de la física. Además, las coincidencias aisladas serían
37 
El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. 
sólo las señales visibles de un iceberg insospechado, porque toda nuestra 
educación nos lleva a fijarnos sólo en la causalidad despreciando la serialidad. 
Durante sus observaciones, Kammerer evidenció fenómenos típicos de 
ensambladura bien conocidos por estadísticos, jugadores, y compañías de 
seguros. 
Para Kammerer, existe en el universo, coexistiendo con la causalidad, un 
principio no causal que tiende a realizar la unidad. Esta ley desconocida puede 
compararse con los fenómenos de gravitación en física, donde hay atracción de 
masas sin discriminación. Existiría por tanto una verdadera fuerza de serialidad, 
la análoga un poco de la fuerza de gravitación, pero que actuaría selectivamente 
sobre la forma y la función, para reunir a los semejantes en el espacio y el 
tiempo. Actuaría enlazando afinidades. 
Jung y la teoría de la sincronicidad 
Carl Gustav Jung, médico y psicólogo suizo que destacó en toda la 
primera mitad del siglo XX, fue uno de los primeros en reconocer la aportación 
de Freud pero también el primer disidente del movimiento psicoanalítico. 
Introdujo, más allá del inconsciente individual estudiado por Freud, un 
inconsciente colectivo (o psique objetiva), estratificación de las experiencias 
milenarias de la humanidad y que se expresa a través de un pequeño número de 
temas privilegiados, los arquetipos, que constituyen la sustancia de los seres. 
A finales de los años 20, Jung descubre el Yi-king, sistema adivinatorio 
chino introducido en Occidente por el pastor y misionero Richar Wilhem. Este 
descubrimiento cambia completamente sus concepciones y su vida. 
En 1930, en un discurso pronunciado en homenaje a este mismo Richard 
Wilhem que acaba de morir, Jung declara: *La ciencia del Yi-king se funda no 
en el principio de causalidad, sino sobre un principio no denominado hasta 
ahora, porque no aparece entre nosotros, al que yo he dado, provisionalmente, el 
nombre de principio de sincronicidad+. 
Jung dedicó gran parte del final de su vida a tratar de construir una teoría 
de la sincronicidad. El resultado de ello fue una obra importante, escrita en 1952 
con el físico y premio Nobel Wolfgang Pauli: Naturverklarung und Psyche5. 
Antes de dar una definición de la sincronicidad, quisiéramos recordar los 
principios filosóficos que sirven de base al Yi-king, los cuales influyeron tan 
profundamente en las concepciones de Jung. El Yi-king es un sistema 
adivinatorio, varias veces milenario, venido de China. Consiste en la 
interpretación de hexagramas, figuras que llevan seis rasgos completos o rotos, 
obtenidos después de una manipulación de cincuenta juncos de aquilea. Este 
sistema adivinatorio, puesto a punto en el curso de los siglos, dio lugar a la 
5. Para una interpretación de la Naturaleza y del Espíritu.
38 
publicación del Livre des transformations, que aporta un comentario filosófico a 
cada hexagrama, del que el consultante saca una respuesta a la pregunta que hizo 
al Yi-king. 
Reflejo de la sabiduría china, el Yi-king se funda en dos principios: 
CEl primero es el de la eterna e incesante transformación: el universo, 
repartido entre las dos fuerzas contradictorias del yin (principio femenino y 
pasivo) y del yang (principio masculino y racional), evoluciona 
permanentemente. 
CEl segundo es la doctrina fundamental de las ideas. Todo lo que 
sobrevive en el mundo visible es el efecto de una *imagen+, de un mundo 
invisible. Por consiguiente, todo fenómeno visible no es, por decirlo así, sino 
una copia de un acontecimiento suprasensible. Esta copia es, desde el punto de 
vista del desarrollo temporal, posterior al acontecimiento suprasensible que ella 
refleja. 
Se ve la similitud entre esta doctrina y las ideas platónicas, que por otra 
parte tanto influyeron en Jung cuando elaboró los conceptos de arquetipo y de 
inconsciente colectivo. 
El modo de funcionamiento del Yi-king y los conceptos filosóficos que le 
sirven de base llevaron a Jung a preguntarse por la existencia de un principio 
general de causalidad, que llamó sincronicidad. En una de sus últimas obras, Les 
Racines de la conscience (1971), Jung da una definición del concepto de 
sincronicidad y de acontecimientos sincrónicos: 
*Concurrencia simultánea de dos acontecimientos unidos por el sentido y 
no por la causa+ (p. 441), o también *coincidencia en el tiempo de dos 
acontecimiento o más no relacionados causalmente y que tienen un sentido 
idéntico o parecido+ (p. 571), *de igual importancia que la causalidad como 
principio de explicación+. 
En un estudio reciente y destacado sobre la sincronicidad6, Michel 
Cazenave concreta esta definición muy general refiriéndose a la obra que escribe 
Jung en colaboración con Pauli: *Partiendo de su experiencia clínica, Jung 
definió en su tiempo la sincronicidad a dos niveles distintos: hace notar en 
primer lugar fenómenos de sincronicidad que él encuentra con frecuencia en su 
propia práctica, fenómenos que consisten en el encuentro, portador de un sentido 
privilegiado para los sujetos que los viven, de un estado psíquico determinado 
con un acontecimiento físico exterior y objetivo, o bien de un estado psíquico 
interior con un acontecimiento situado fuera del campo de percepción 
normalmente posible de la persona (podemos pensar por ejemplo en la famosa 
visión por Swedenborg7 del incendio de Estocolmo, que cuenta Manuel Kant en 
los Sueños de un visionario), o finalmente en la coincidencia de un estado 
psíquico con un estado futuro que todavía no existe, que está alejado en el 
6. La synchronicité, l'àme et la science, Payot, 1984. 
7. Swedenborg, Emmanuel, 1688-1772. Matemático y filósofo sueco muy conocido. A 
partir de 1743, tiene visiones y declara que está en relación con el mundo espiritual. Teósofo.
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El hombre superluminoso-pr regis dutheil

  • 1.
  • 2. 2
  • 3. 3 Pr Régis Dutheil Brigitte Dutheil El hombre superluminoso Traducción: Alfredo Camarero Gil El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil.
  • 4. 4 Los autores: Régis Dutheil es profesor de física y biofísica en la Facultad de Medicina de Poitiers. Agregado de física, se dedica desde 1983 a la investigación en física elemental. En 1969, publicó L=Initiation à la physique relativiste, Ediciones Gauthier-Villars, y ha escrito numerosos textos, sobre todo para la sociedad Royale des Sciences, de Lieja. Brigitte Dutheil, antigua alumna de la Escuela normal superior, profesora de letras clásicas, está especializada en el estudio de los problemas de historia y de filosofía planteados por la conciencia y la muerte. [CONTRAPORTADA] Con los aceleradores de partículas, los físicos logran impulsar a éstas a una velocidad cercana a la de la luz. A estas velocidades extremas, ya no son aplicables las leyes que rigen nuestro universo. Estos trabajos de física elemental han llevado a Pr Régis Dutheil a construir un modelo que explique la complejidad de nuestro mundo. La hipótesis: existe un segundo universo complementario y simétrico al nuestro, en el que las velocidades son siempre superiores a la de la luz. En ese universo, ya no existe nuestra noción del tiempo, puesto que es posible desplazarse de forma instantánea al pasado, al presente o al futuro. Este universo, que él llama *espacio-tiempo superluminoso+, está formado únicamente por informaciones y conciencia: todas las informaciones (pasado, presente, futuro) y la conciencia de toda la humanidad. Una hipótesis que recupera las intuiciones de algunos filósofos de la antigüedad y que cambia por completo las nociones, incluso de nacimiento y de muerte. Agradecimientos Nuestro sincero agradecimiento a Joanne Esner, de Ediciones Sand, cuya dedicación y entusiasmo por las ideas expuestas en este libro nos han ayudado mucho. Nuestra gratitud se dirige también al profesor Stuart Edelstein, director del Departamento de Bioquímica en la Universidad de Ginebra, que ha participado intensamente en la elaboración y la puesta a punto de este trabajo. Nuestro agradecimiento también a los demás colaboradores de Ediciones Sand y, en especial, a Carl van Eiszner, Fréderic Ferney, Agnes de Gorter y Roger Vinciguerra. Cada uno de ellos ha contribuido eficazmente en la realización de esta obra. R. Y B. DUTHEIL
  • 5. 5 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. Introducción Un día u otro todo hombre se pregunta sobre lo que es, sobre lo que hace, sobre el universo en el que vive. Estas cuestiones se las plantea el ser humano desde el comienzo de los tiempos. Y desde siempre ha sido necesario encontrar respuestas, porque la vida diaria depende estrechamente de ellas. Tal vez incluso más que la vida. Porque dar un sentido a lo que es ésta, es también delimitar mejor sus límites, enfrentarse mejor a la muerte que se dice es su final. La vida, la muerte: dos temas inagotables que se funden en uno. Perpetuo interrogante, que aflora siempre en los espíritus. Esta búsqueda muchas veces no confesada, interior y profunda, a veces incluso mantenida al margen de la revelación, cada uno la vive día a día, en la sinuosidad de un pensamiento, de una ocupación, de un encuentro, de una actividad compartida con los demás. Porque preguntarse sobre la vida procede de todo lo que el ser percibe y siente, de todo aquello de lo que el ser, a distintos niveles, es consciente. De esta conciencia depende todo lo demás. Por eso es fundamental el determinar su exacta naturaleza. Los pensadores de las civilizaciones más lejanas no se equivocaron en esto, cuando intentaron dar una definición de la conciencia de acuerdo con sus creencias. Estas aproximaciones -a veces muy distintas- han expresado la misma lógica: sólo después de haber definido con claridad lo que es la conciencia se puede delimitar con precisión el universo en que se vive. Las nociones de conciencia y de universo están íntimamente unidas. El universo sólo existe para un individuo a través de aquello de lo que es consciente. ATener conciencia@, Aperder la conciencia@, Arecuperar la conciencia@, Aen su alma y su conciencia@..., tantas expresiones que han pasado al lenguaje normal que, incidentalmente, transmiten otras nociones esenciales estrechamente dependientes de la conciencia: lo conocido y lo desconocido, la existencia, la verdad, la realidad. Cada una de ellas convertida a su vez en una cuestión cargada de sentido en el futuro del hombre. Porque sin duda alguna es en función de lo que sabe (o cree saber), de lo que percibe del mundo que le rodea, como el hombre actúa, decide, diseña su propia evolución. Visión del universo e interpretación de la realidad, a través de las sensaciones, condicionan y alimentan en cada momento la conciencia. El hecho de atribuir a la conciencia un papel determinado permite la construcción de la realidad específica. La presente obra se propone analizar la situación de la conciencia. Retomar uno a uno los diversos elementos que la componen, desde el estudio de esos elementos llamados sensaciones -sobre los que basamos a veces nuestra concepción de lo real, cuando la noción misma de sensación es completamente
  • 6. 6 subjetiva-, hasta la de la muerte que nos parece ya completamente distinta de la imagen que se dio de ella en los últimos decenios. Estas páginas hacen balance sobre el desarrollo de la noción de conciencia desde la antigüedad hasta nuestros días, pero también, sobre todo, a partir de los más recientes estudios y descubrimientos, a finales del siglo XX, sobre lo que son la vida y la muerte. Era necesario avanzar más, superar las habituales disputas sectarias entre los defensores de las distintas aproximaciones a la conciencia y a sus estados, sacar las consecuencias de la posición científica y de los estudios no científicos, agrupar en torno a un mismo proyecto: dar a la conciencia -de la vida y de la muerte- una nueva definición, más cercana a la verdad y más depurada que nunca. Por eso se encuentran aquí reunidos, por primera vez, los estudios filosóficos más antiguos y los últimos descubrimientos de la física moderna, las concepciones espirituales del más allá de todas las religiones y las experiencias médicas en la frontera de la muerte. Más aún, estas páginas, después de describir la evolución científica de la noción de conciencia desde las primeras investigaciones hasta los momentos más hermosos del método experimental, aclaran con nuevas luces la teoría de la relatividad de Einstein y proponen un nuevo modelo físico de conciencia. Hay que ver en ello, sobre una base científica que permite una redefinición de la materia y de lo real, pero también, y sobre todo, del espacio y del tiempo, que termina con las nociones de pasado-presente-futuro, un intento... que de repente, extrañamente, parece volvernos al fondo de los relatos de nuestros más lejanos ancestros. Defender la tesis de una materia distinta de la que conocemos, de un universo en el que el tiempo no pasa, de una muerte que es un Adesplazamiento de existencia@ y no una desaparición pura y simple, de la presencia en cada ser de la historia de la humanidad, se convierte de pronto en la posibilidad de comprender otra dimensión de lo real. Es tal vez, en definitiva, la fusión en un solo estudio de la espiritualidad y del materialismo, y la restitución a la conciencia de su verdadero papel, que consiste en perpetuar la existencia por el conocimiento Es posible ver en las reflexiones metafísicas de Pitágoras, Platón, Demócrito, Leibniz, Descartes o Hegel, en los trabajos científicos de Einstein, Kammerer, Jung o Pribram, en los estudios sobre la muerte de Kübler Ross, Moody, Ring y Sabom, en los de la reencarnación de Stevenson, los reflejos de la misma sed de saber, guiada por una intuición de una realidad que hasta ahora nos estaba oculta. Esta visión del universo trata de hacer sentir la verdadera dimensión del hombre: una grandeza intemporal que ha de reafirmarse continuamente en el menor de sus actos.
  • 7. 7 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. Primera parte Capítulo primero La noción de conciencia Cuando nos despertamos cada mañana después de una noche de descanso, cuando se nos reanima después de una operación o un desmayo, volvemos a tomar conciencia. Aparentemente, nada más sencillo: caemos en la cuenta con toda rapidez del grado de luminosidad, de la temperatura ambiental, valoramos nuestras sensaciones (sufrimiento o bienestar), resumimos nuestros recuerdos... Esta toma de conciencia es casi instantánea en el caso de nuestro despertar diario, más tardía después de una anestesia. Tenemos la impresión de Aentrar en nosotros mismos@, de volver a una envoltura momentáneamente abandonada por las orillas oscuras del sueño. A lo desconocido sucede lo conocido, la certeza de una localización espacio-temporal (la necesidad que sentimos de situarnos en el espacio está sin duda en el origen de esta cuestión que plantean invariablemente los heridos cuando despiertan: *)Dónde estoy?+). La naturaleza de la conciencia Pero )qué es la conciencia? Aparentemente, no es otra cosa que esta percepción más o menos clara de los fenómenos que nos informan sobre nuestra propia existencia. Esta definición, aceptada normalmente, sigue siendo no obstante muy vaga y plantea otras cuestiones: )qué es la existencia? )qué es la realidad? Este misterio está sin duda en el origen de la permanencia a través de los siglos de los interrogantes filosóficos sobre la naturaleza de la conciencia. Se puede definir la conciencia como una alianza entre la sensación -es decir la percepción de los fenómenos, de la apariencia- y la inteligencia que analiza las sensaciones informándonos sobre sus significados. A esta conciencia
  • 8. 8 le es asignado un papel: la identificación y la individualización del sujeto. La conciencia es en efecto inseparable del sujeto que piensa y siente, es la marca esencia, el nudo primordial, lo que le permite distinguirse del mundo exterior. Tiene por tanto una importancia de primer orden en nuestra percepción del mundo, orienta el estudio que hacemos de él. La conciencia en filosofía En la historia del la filosofía, se distinguen dos grandes corrientes de pensamiento: CUna corriente unitaria que hace del universo un todo único. Para algunos filósofos de esta corriente el universo en su totalidad es material y el espíritu es sólo ilusión. Para otros, el universo es enteramente espiritual y cada ser vivo contiene una parcela de espíritu. CUna corriente dualista que opone totalmente espíritu y materia y concibe el universo como una realidad doble en la que el mundo del espíritu se opone por sus atributos y su papel al mundo de la materia. La corriente unitaria La genial intuición de Demócrito El origen de la corriente unitaria de tendencia materialista se remonta al filósofo y científico griego Demócrito (520-460 a. C.), que vivió antes de Sócrates. En esta época, filosofía e investigación científica son inseparables. Todos los pensadores que precedieron a Sócrates y Platón buscaron prioritariamente resolver la difícil cuestión del origen del universo, mezclando consideraciones filosóficas y científicas de manera a veces caprichosa. Demócrito, de quien no nos ha llegado directamente ningún escrito, tuvo el mérito de proponer una solución original cuyo carácter científico es indiscutible, hasta tal punto que se ha podido ver en él al fundador de una física materialista. La idea esencial de Demócrito es sencilla: todos los cuerpos materiales estarían formados de átomos. Los átomos son las partes más pequeñas de la materia; son indivisibles, eternos, indestructibles, sólidos e invisibles al ojo humano. Tienen la propiedad de desplazarse con suma rapidez, caen en el vacío de arriba y abajo, pero su caída no es rigurosamente perpendicular. Se apartan un poco de su trayectoria y encuentran así con otros átomos; de estos encuentros, de estas asociaciones de átomos proceden todos los cuerpos materiales y espirituales. Esta genial intuición prefiguró la teoría atómica del
  • 9. 9 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. siglo XIX. Esta tesis Crevolucionaria y única en toda la antigüedadC nació del deseo de conciliar las doctrinas de dos escuelas filosóficas que se enfrentaron en los siglos VI y V antes de Cristo: CUnos sostenían, con su maestro Heráclito de Éfeso, que todo es móvil y Aque nadie se baña dos veces en el mismo agua.@ COtros, con Parménides y Zenón de Elea, afirmaban que la movilidad es sólo una ilusión que engaña a nuestros sentidos, que sólo es real el Ser único, inmóvil, eterno e inmutable. Con mucha habilidad, Demócrito resolvió el problema señalando que los átomos son eternos, pero que sus combinaciones son cambiantes y múltiples. Así el universo, que se transforma continuamente, es eterno en sus elementos. Los átomos son indivisibles e indestructibles, sólo sus elementos compuestos no dejan de disolverse para recomponerse. Es fácil deducir de esto que nada ha salido de la nada y nada vuelve a la nada. La muerte por tanto es sólo una transformación, los dioses no tienen ningún poder creador. El alma, o la conciencia, está formada de átomos distintos (Aredondos y esféricos@) de los que forman los cuerpos materiales, que son capaces de penetrar en el interior de todos los cuerpos. La teoría de Demócrito es unitaria en la medida en que, según él, el universo entero es material, está formado de átomos. Es materialista, puesto que alma y cuerpo están formados de átomos; es decir, de materia. Alma y cuerpo están indisolublemente unidos; el alma está extendida por todo el cuerpo, situándose el núcleo central en el corazón que se confunde con el soplo vital. El alma es mortal: desaparece y se disuelve al mismo tiempo que el cuerpo en el momento de la muerte para reincorporarse a la corriente eterna de los átomos. De la intuición a la escuela de pensamiento Demócrito fundó una escuela que continuó muchos siglos. Su enseñanza fue continuada y completada por Epicuro (340-270 a.C.), que dio su nombre alta doctrina Cel epicureísmo C por concretar él las consecuencias filosóficas. De la obra del mismo Epicuro sólo nos quedan algunas máximas y tres cartas. Pero la influencia de su escuela ateniense fue tal que llegó hasta Roma. En el siglo primero antes de nuestra era, el poeta latino Lucrecio (98-55 a.C.) decidió traducir la obra de Epicuro para ponerla a disposición del público en general y compuso un largo poema filosófico en seis cantos, el De Rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas). La doctrina se concreta y se establece definitivamente. Sólo existe un mundo fenoménico, el universo no es sino un gran mecanismo. Las sensaciones y las ideas constituyen los fenómenos. Nuestras sensaciones son producidas, según Lucrecio, por corpúsculos invisibles derramados en la atmósfera que, al
  • 10. 10 introducirse en los diversos conductos de nuestros cuerpos, afectan de distintas maneras a nuestras almas. Estos *simulacros+ se dividen en varias clases1. Unos son enviados por los mismos cuerpo y son las emanaciones o de la superficie o del interior de los objetos (como las sensaciones visuales, el oído, el gusto, el olor). Otros se forman en el aire (es el caso de las ideas, puestas en el mismo plano que las sensaciones, de las que la atmósfera está siempre llena) y su tejido es tan fino que se inscriben en todos los poros de nuestros cuerpos. Hay que reconocer al epicureísmo una originalidad única en la antigüedad. En una época en que el poder religioso se confunde con el poder político, una escuela se atreve a negar la existencia de los dioses y a hacer de la ciencia la fuente de todo progreso y de toda esperanza para la humanidad. La religión sólo puede aportar ignorancia y angustia a los hombres. Atribuye al trueno y a los eclipses un significado de castigo divino que paraliza el valor y la razón del hombre. La ciencia, al demostrar que los dioses son sólo simulacros, imágenes sin ningún poder sobre el destino de los hombres, permite, a través de un análisis objetivo y racional de todos los fenómenos naturales, hacerle al hombre dichoso quitándole toda fuente de angustia. Sólo el sistema democrático vigente en Atenas en la antigüedad y la relativa libertad (incluso impertinencia) de que gozaban los ciudadanos griegos respecto a la religión, explican la duración del epicureísmo. La era cristiana y la confiscación por la Iglesia de la ciencia y la cultura durante más de mil años, el olvido relativo en el que cae la cultura griega, son la causa del letargo de la corriente filosófica materialista hasta el Renacimiento. Sólo a partir del siglo XVI y sobre todo del XVIII y XIX se multiplican de nuevo las referencias materialistas. La necesidad de separar filosofía y teología y de promover un método experimental y racional se impone, poco a poco, a los filósofos y a los hombres de ciencia. Francis Bacon (1561-1626) es uno de los primeros en destacar la importancia del método experimental, de la observación racional de los fenómenos, y el papel asignado a la ciencia: ampliar indefinidamente el poder del ser humano. Sus ideas marcaron profundamente a Descartes, y más todavía a los filósofos ingleses Hobbes y Locke. Thomas Hobbes (1588-1679) es ante todo un pensador político: defensor de un estado totalitario en el que la fuerza sea más importante que el derecho, fundamenta su visión pesimista de las relaciones humanas (*el hombre es un lobo para el hombre+) en una filosofía materialista que toma algunos de sus elementos del empirismo de Bacon y del atomismo de Epicuro y de Demócrito. Para él, el origen de todo conocimiento es la sensación, principio inicial del conocimiento de los principios mismos: la imaginación es una agrupación 1. *Simulacra+, para Lucrecio, designa los corpúsculos que influyen en nuestras sensaciones y en nuestras ideas.
  • 11. 11 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. inédita de fragmentos de sensaciones, la memoria es sólo el reflejo de sensaciones anteriores, las ideas son sólo los epifenómenos de un alma material. El espíritu es una máquina, el corazón es un motor, toda moral se reduce al instinto de conservación, de afianzamiento y de poder. La primacía de los sentidos y de la sensación está también en la base de la filosofía de Locke y de Condillac. Según Locke (1632-1704), todas las ideas complejas se reducen a ideas simples que proceden de la experiencia. Aunque él mismo no era completamente materialista, puesto que reconoce la existencia de un Dios, sus ideas serán utilizadas frecuentemente en diversas doctrinas materialistas. Condillac (1715-1780), en su Traité des sensations, reduce también todas las operaciones del alma a sensaciones y desarrolla ampliamente la imagen de la estatua. Según él, una estatua a la que diéramos solamente el sentido del olfato nos permitiría reconstruir todo el psiquismo. Si hiciéramos que esta estatua respirase una rosa, sería toda ella olor de rosa. Esta sensación nos daría la clave de la atención. Lo que quedaría de la sensación cuando el cuerpo oloroso dejase de actuar sobre el órgano sería el recuerdo, el deseo sería sólo la necesidad de volver a encontrar una sensación agradable, etc. Marx: el materialismo se convierte en histórico El empirismo y el sensualismo propios de estos filósofos ingleses y franceses de los siglos XVII y XVIII están en la base del materialismo del filósofo alemán Feuerbach, en el que se inspirará intensamente Karl Marx. *El fósforo, decía Feuerbach, es el que piensa en nosotros+. Este sorprendente reduccionismo resume un razonamiento muy lógico según el cual las ideas no son sino productos de la conciencia humana (incluso la idea de Dios), la cual es sólo el producto del cerebro humano, es decir de la materia. El espíritu es por tanto el reflejo de las condiciones materiales que lo producen. Karl Marx, a partir de las ideas de Feuerbach, funda el materialismo histórico combinando ciertos principios hegelianos, como el primado de la historia, el progreso mediante la resolución de contradicciones. Para Marx, *no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino su existencia social la que determina su conciencia+. El materialismo de Marx se basa en una ley esencial: la ley de acción recíproca. Si bien el hombre es un producto de la materia y de las condiciones en que vive, puede también actuar de rebote sobre la materia y transformar mediante su trabajo las condiciones de su existencia. Esto explica la importancia fundamental de la Historia en la doctrina marxista. La clave de la evolución de las sociedades viene dada por el desarrollo de las técnicas y condiciones de producción que él denomina fuerzas productivas. Una determinada situación de las fuerzas productivas, (en la Edad Media, el molino; en el siglo XIX, la
  • 12. 12 máquina de vapor), explica el régimen social (el régimen feudal, el capitalismo), lo que él llama relaciones de producción. Fuerzas productivas y relaciones de producción constituyen la infraestructura de la sociedad a partir de la cual se explican las ideas (jurídicas, filosóficas, religiosas, artísticas), que no son sino superestructuras, epifenómenos. El materialismo en el siglo XX: psicología y biología En el siglo XX, el materialismo se ha impuesto sobre todo en los campos psicológico y biológico, que han desarrollado modelos materialistas de conciencia muy elaborados. En esta línea, se puede citar la escuela behaviorista de psicología, que considera los estados de conciencia como el resultado de comportamientos mecánicos, de reflejos condicionados que pueden ser estudiados experimentalmente con la ayuda de stimuli. Se rechazan todos los estados o hechos subjetivos. La conciencia no es ya sino un epifenómeno del cerebro y del sistema nervioso. El más reciente modelo materialista de conciencia ha sido propuesto por los cibernéticos. Se basan en la analogía que existe entre el funcionamiento de los ordenadores y del cerebro humano. En Gran Bretaña, en los años 50, Gray Walter construyó tortugas electrónicas dotadas de reflejos condicionados análogos a los de los seres vivos. Estas tortugas iban a buscar su *alimento+ y eran capaces de ir ellas mismas a abastecerse en una fuente de energía cuando sus reservas estaban a punto de agotarse. Llevando al extremo estas ideas, los cibernéticos llegan a considerar a los organismos vivos como autómatas cuyo mecanismo explicará un día la cibernética apoyándose en leyes puramente fisicoquímicas. En estas condiciones )en qué se convierte la conciencia? W.R. Ashby, en Design for a Brain (Nueva York, 1952), declara que en su obra no mencionará en ningún momento ni la conciencia ni los elementos subjetivos asociados a ella, porque no ha creído necesario introducir este concepto. En 1963, en The Modeling of Mind, Mac Kay describe la conciencia como un conjunto de elementos orgánicos que reaccionan a través de redes de información. La unidad de la naturaleza en el espíritu En oposición con esta visión totalmente materialista de la conciencia y del universo, se sitúan las doctrinas que defienden la unidad de la naturaleza en el espíritu. Hay que destacar que son mucho menos numerosas que las concepciones materialistas o dualistas.
  • 13. 13 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. Sólo dos filósofos, que vivieron ambos en la segunda mitad del siglo XVII, desarrollaron esta tesis hasta sus últimas consecuencias. Spinoza elaboró, a partir de la doctrina cartesiana, un panteísmo perfecto. El universo se confunde con Dios que es una sustancia perfecta que se basta a sí misma. Dios, según la definición que se da en la Ética, *es un ser absolutamente infinito, es decir una sustancia constituida por una infinidad de atributos cada uno de los cuales expresa una esencia eterna y espiritual+. De estos atributos, sólo conocemos dos: el pensamiento y la extensión. El mundo es el conjunto de los modos2 de estos dos atributos. El hombre es una colección de modos de la extensión del pensamiento. Su libre albedrío se reduce a la ignorancia de las causas que lo determinan. Leibnitz, que se escribía mucho con Spinoza, llevó más lejos la visión de un universo totalmente espiritual. Mientras Spinoza muere prematuramente a los 45 años en 1677, Leibnitz, que era catorce a os más joven que él, vivirá hasta 1716 y llegará a la edad de 70 años. Contrariamente a Spinoza que era un solitario, excluido de la comunidad judía de La Haya desde la edad de 24 años por sus ideas consideradas heréticas, que conseguía sólo modestos ingresos mediante la fabricación de lentes de telescopio, Leibnitz desarrolló muchas actividades políticas (consejero importante y respetado en diversos Estados alemanes), científicas (fundó la Academia de Berlín, descubrió al mismo tiempo que Newton los elementos del cálculo infinitesimal) y ocultas (ocupó altos cargos en la sociedad secreta de los Rosacruces). Hombre conciliador y de contactos, quería fundar un panteísmo más desarrollado que el de Spinoza. Soñaba secretamente con encontrar una Acombinatoria universal@, una especie de cálculo filosófico que, a partir de símbolos universales rigurosamente definidos, permitiera con sus combinaciones encontrar toda la verdad. El Renacimiento barrió algunas de las certezas filosóficas establecidas por la Edad Media. El progreso de la ciencia, la utilización del método experimental, su influencia en la filosofía (en la de Descartes, pero también en el empirismo de Hobbes y de Locke, de los que Leibnitz es contemporáneo) sólo podían provocar una reacción idealista. Los sistemas de Spinoza y de Leibnitz son totalitarios a semejanza del sistema materialista de Hobbes. El establecimiento de monarquías absolutas en casi todos los países europeos en el siglo XVII )tuvo alguna influencia en los filósofos? Nadie puede saberlo. En todo caso, es en este final del siglo XVII cuando se elaboran las dos grandes doctrinas idealistas unitarias más originales de la filosofía. La Monadología, publicada en 1714, es sin duda la obra en la que Leibnitz expresa mejor sus ideas. Presenta al universo como compuesto de unidades de fuerza que son las 2. *Por modos, entiendo las afecciones de la sustancia, es decir las cosas que están en otras cosas por las que ellas son también concebidas+ (introducción a la Ética)]
  • 14. 14 mónadas. Estas mónadas son sustancias simples, sin extensión, activas y espirituales. Son en cierto sentido átomos energéticos de espíritu, puntos metafísicos. Toda mónada es percepción, pero no todas tienen el mismo grado de perfección. Están escalonadas, desde las más humildes dotadas de percepción y de apetito pero no de memoria, hasta las más perfectas, que están dotadas de razón, y hasta Dios. ALa mónada de que aquí hablamos no es sino una sustancia simple que entra en los compuestos; simple, sin parte. (...) Ahora bien, allí donde no hay partes, no hay ni extensión, ni figura, ni posible divisibilidad; y esas mónadas son los verdaderos átomos de la naturaleza y en una palabra los elementos de las cosas.@ Se observa aquí el parecido con el atomismo de Demócrito, pero a diferencia de los átomos de Demócrito, los átomos de Leibnitz son espirituales y no espaciales, y cada uno de ellos refleja, como un microcosmos, el universo en miniatura. La mónada dominante es la del último control: puede estar asociada a una conciencia colectiva o espíritu universal y localizado en alguna parte, más allá de las fronteras del espacio-tiempo. Las visiones totalmente idealistas de Spinoza y Leibnitz tienen una posteridad menos duradera que las teorías materialistas. No están sin embargo desprovistas de interés y presentan tal vez un carácter más fascinante por su propia rareza que las doctrinas dualistas, que son mucho más frecuentes en la historia de la filosofía. La corriente dualista El universo de Platón Así como las doctrinas unitarias son muchas veces deterministas, así también las doctrinas dualistas dejan al hombre una parte de libertad. Éste es el caso de la filosofía de Platón, elaborada a partir de las enseñanzas de Sócrates y de algunos filósofos presocráticos, a finales del siglo V a. de C. Platón distingue claramente el cuerpo y el alma. El cuerpo está hecho de una sustancia material y divisible, el alma está compuesta de una sustancia inmaterial, indivisible y eterna. Es inmortal. El alma se une al cuerpo, en el momento del nacimiento, y se desprende de él en la muerte. Por su cohabitación con la materia, pierde su pureza y se distinguen en ella tres partes: una parte superior o razón, facultad contemplativa destinada a mantener la armonía de las dos partes inferiores, el valor y los apetitos o deseos físicos, que atraen hacia el hombre al mundo sensible, hacia la apariencia. La morada habitual del alma es el mundo de las ideas. La teoría de las ideas es esencial en Platón. Los seres vivos son seres cambiantes, en continuo
  • 15. 15 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. devenir y destinados a la destrucción. Pero cuando se les observa, se da uno cuenta de que reproducen en la misma especie caracteres constantes que se transmiten de generación en generación. Son copias de modelos universales, inmutables, eternos, que Platón llama Ideas. Así, la Idea del hombre es el tipo ideal que representa a todos los hombres. Este tipo es el único que vive porque las copias siempre cambiantes y perecederas apenas merecen el nombre de seres; y porque ese tipo existe realmente, porque es eterno e inmutable, puede ser conocido y ser objeto de ciencia. En el mundo de las Ideas hay una jerarquía. La Idea más elevada, el límite del mundo inteligible, es la Idea del Bien. Según Platón, todos los objetos de la naturaleza e incluso las creaciones humanas obtienen su existencia de una Idea. El hombre tiene en sí por tanto una parcela del mundo de las ideas, porque el alma, antes de asociarse con el cuerpo, permaneció en el mundo de las Ideas. La parte del alma que razona conserva reminiscencias de lo que ella contempló en el mundo de las ideas, pero las partes inferiores convierten al hombre en esclavo de sus sentidos. El hombre, situado en el mundo, es víctima de la ilusión de sus sentidos; toma por realidad lo que no es sino una imagen (es lo que explica el Amito de la caverna@, libro VII de La república) de la verdadera realidad, el mundo de las Ideas. Después de la muerte, el alma abandona el cuerpo y vuelve al mundo de las ideas. Es inmortal y se reencarna a intervalos regulares en cuerpos, a través de los tiempos. La teoría platónica propone por tanto una visión totalmente dualista del universo, en la que el mundo de los sentidos y de las imágenes gobierna el cuerpo, y el mundo de las ideas el alma. Platón ve al alma como una realidad separable del cuerpo y, correlativamente, atribuye al cuerpo una existencia propia: defiende por tanto la separación total de los cuerpos y de las almas. Aristóteles: el alma y el cuerpo, dos caras de una misma realidad Aristóteles, su discípulo, plantea objeciones contra ese dualismo violento. No comprende cómo puede imaginarse que un alma cualquiera pueda venir a residir en un cuerpo cualquiera. Define al alma de una manera totalmente distinta. El alma es para él Ala entelequia@ primera de un cuerpo orgánico que tiene la vida en potencia. En su Física y su Metafísica, Aristóteles define dos conceptos esenciales de materia y de forma que son principios completamente opuestos: CLa materia es lo múltiple, lo disperso, es un conjunto, no tiene unidad natural, no existe en sí. La materia es indeterminada y potencialidad: no puede producir ningún acto si no es animada por un agente. Sólo es la acción en potencia, la acción potencial. Los cuerpos, que son materiales, son en realidad únicamente máquinas preparadas para funcionar, que no poseen la condición inicial, la capacidad de desencadenamiento, la aptitud para entrar en acción.
  • 16. 16 CLa forma es por el contrario determinada, inmaterial y acto. Es lo que permite a la materia pasar de potencia a acto. La forma es el alma. Ella es la que permite al cuerpo Aanimarse@. Es, para Aristóteles, Ala entelequia primera del cuerpo@, dicho de otro modo la forma. La materia nunca está separada de la forma, que es lo que existe realmente, puesto que es unidad y no conjunto de partes. El alma es por tanto la forma del cuerpo, tiene como materia el cuerpo. Ahora bien, una forma no es a ningún nivel una cosa material, no es en modo alguno un cuerpo en otro cuerpo. En cierto sentido, Aristóteles tiene una concepción del alma todavía más idealista que la de Platón, en la medida en que es sólo una categoría lógica, una abstracción total. El alma está unida al cuerpo en la medida en que materia y forma no pueden ser separadas, son como dos caras de una misma realidad. El alma comparte las dolencias del cuerpo como toda forma comparte las dolencias de su materia y muere con él. Aristóteles, que era hijo de médico, se opone con frecuencia a Platón que tiene una formación más matemática. Las ciencias no estaban tan compartimentadas en aquella época como en la nuestra. Sin embargo, Aristóteles se mostró siempre más inclinado que su maestro a la observación de los fenómenos concretos. Su cultura era universal; no hay tema que le haya sido extraño. Desde la política hasta el teatro pasando por la física, la meteorología; desde la biología a la metafísica, pasando por la lógica, Aristóteles trató de analizar la naturaleza del universo y del hombre. Su idealismo es en realidad un artificio lógico. Lo único que existe realmente a los ojos de Aristóteles es el individuo concreto. Las ideas cuya existencia defendía Platón no tienen realidad objetiva porque en ellas no puede haber modelos reales de cosas sensibles. Así, no es la Idea de plátano la que produce plátanos particulares como sostenía Platón, sino un plátano particular que engendra otro plátano particular. Como Platón, Aristóteles parte de la constatación de que el mundo está en continuo devenir. Esta idea que sostenían dos filósofos anteriores a Sócrates, Parménides y Zenón de Elea, ya había estado en el origen de la teoría atomista de Demócrito. En efecto, si la evidencia demuestra la movilidad de la realidad, una reflexión más profunda demuestra que existe una cierta permanencia en lo real. Esta contradicción es la que se comprometieron a resolver los filósofos griegos. Demócrito sostenía la existencia de átomos eternos cuyas combinaciones estaban en continuo devenir. Platón resuelve el problema imaginando dos universos paralelos: el mundo inteligible de las Ideas y el mundo sensible que conocemos, siendo el primero inmutable y proporcionando los modelos al segundo que está en continuo devenir. En cuanto a Aristóteles, parte de la realidad del cambio y trata de explicarlo haciendo intervenir la distinción esencial del acto y de la potencia: una bellota es una encina en potencia, el árbol sólo será acto cuando haya
  • 17. 17 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. crecido. Entre el ser y el no-ser hay por tanto un intermedio, la potencia. Aun siendo algo real, la potencia se concibe sólo con relación al ser que le da el último toque, con relación al acto: el devenir del mundo es sólo la actualización incesante de las potencias. De aquí la distinción entre el cuerpo que es potencia, materia susceptible de transformación, y el alma que es forma y permite al cuerpo-potencia transformarse y convertirse en acto. El alma, en la concepción aristotélica, no es realidad sino el intermedio entre la potencia y el acto, uno de los componentes de ese dúo. Por esta razón, entra en el sistema de cuatro causas definidas por Aristóteles y que caracteriza todos los fenómenos del universo. La primera causa es material, indica aquellos de lo que se hace una cosa: así el mármol es la causa material de una estatua. La segunda causa es formal, indica el tipo, la esencia que da a cada cosa su forma concreta: para una estatua es la idea querida por el escultor, para el ser humano es el alma. El alma es sólo una causa formal, es decir una especie de Idea platónica convertida en inmanente, que no existe fuera de la sustancia individual que ella actualiza. Aristóteles distingue en el hombre tres almas: el alma vegetativa y el alma sensitiva, comunes a las plantas y a los animales y principio de las funciones orgánicas e instintivas, y el alma racional que pertenece en sentido propio al hombre; ella sola define lógicamente y constituye su forma y su naturaleza. A la preocupación de una observación casi biológica de las funciones humanas (distinción de las almas vegetativa y sensitiva, y luego racional), se superpone la reflexión metafísica (el alma en cuento forma, permitiendo al cuerpo convertirse en acto). El dualismo de Aristóteles es por tanto más complejo que el dualismo platónico, en cuanto que hace también intervenir una tercera y una cuarta causa en todo acontecimiento: La causa eficiente, que es el antecedente directo que provoca un cambio Cpor ejemplo, el golpe de cincel del escultor C y, finalmente, la causa final que es la meta hacia la cual todo se organiza, por ejemplo la gloria y el dinero para el escultor. La naturaleza es la causa final que guía a todo ser vivo hacia su realización perfecta, hacia el acto puro. Dios es para Aristóteles el acto puro, en el que todo está actualizado, todo es perfecto, y por esta razón es causa primera y final. Del racionalismo al nacimiento de la ciencia Aristóteles puede ser considerado como el fundador del racionalismo, en la medida en que su estudio profundiza en las categorías lógicas y la concatenación de las causas favorece un camino científico. Mucho más que el idealismo platónico, que no sufre ninguna alteración en su brillante claridad, el
  • 18. 18 idealismo aristotélico ha podido ser utilizado con distintos fines y Arecuperado@. En la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XII, el Occidente cristiano vuelve a descubrir la filosofía de Aristóteles cuyos textos se habían perdido en el gran naufragio del imperio romano. Sólo los árabes habían seguido siendo sus depositarios. Este movimiento filosófico, poderoso muy pronto, inquieta un poco a la Iglesia que se apresura a utilizarlo y a integrarlo en su enseñanza. Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, logra en su Suma teológica una síntesis grandiosa del naturalismo aristotélico y de la fe cristiana. En los siglos siguientes, el pensamiento de Aristóteles degenera en una escolástica dogmática contra la que van a ser llevados a reaccionar los sabios del Renacimiento (el empirismo de Bacon y luego el de Copérnico) y los del siglo XVII (puesta a punto del método experimental por Galileo, Kepler, Newton y Descartes). Descartes, fundador del racionalismo científico René Descartes (1596-1650) tuvo como Aristóteles una formación pluridisciplinar, pero, descontento con la enseñanza que le dieron en varias universidades, decide formarse solo. A los 25 años, en 1619, un sueño le advierte que está destinado a inventar una ciencia que unificará todos los conocimientos humanos. Todas sus obras publicadas entre 1628 y 1648 serán dedicadas a esto. Su método, que comprende cuatro reglas Cla evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración C, le lleva a reconstruir el universo siguiendo una reflexión lógica que parte de la existencia de Dios. Se puede dudar de todo, excepto de la existencia de Dios, puesto que Él es perfecto y su perfección implica la realidad de su Ser. Dios es creador: crea las verdades por la omnipotencia de su libre albedrío. Crea el mundo momento a momento; la naturaleza, contrariamente a lo que decía Aristóteles, no tiene ningún poder propio. Las nociones aristotélicas de forma, de acto y de potencia desaparecen. Las leyes de la naturaleza sólo son lo que son en todo momento por la voluntad del Creador. Es rechazar en un mismo movimiento todo naturalismo pagano (la naturaleza no puede ser una diosa) y fundar metafísicamente el racionalismo científico. En efecto, al desaparecer toda finalidad (la naturaleza ya no es causa final como en Aristóteles), la naturaleza queda reducida a un mecanismo totalmente transparente al lenguaje matemático. La ciencia es por tanto independiente, y el hombre está dotado de libre albedrío. Su libertad es creada por Dios en cada instante. En estas condiciones, Descartes restablece un dualismo de tipo platónico más radical que el de Aristóteles. El alma y el cuerpo no son ya categorías lógicas y formales, son realidades muy distintas la una y el otro. Su concepción mecanicista de la
  • 19. 19 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. naturaleza le lleva a considerar como una máquina a toda materia no animada por un alma. Éste es el origen de la famosa teoría de los animales-máquinas. Al negarles una alma, Descartes se inclina a considerar a los animales como simples máquinas movidas por resortes mecánicos. Se puede ver aquí una influencia del mecanicismo de Hobbes. El alma y el cuerpo están dotados de sustancias concretas. El alma es distinta del cuerpo, aunque está íntimamente unida a él durante la vida. El alma es pura sustancia, indivisible, mientras que la materia del cuerpo está compuesta, es divisible. Síguese de ello que el alma escapa a la corrupción de la materia y que es inmortal. El cuerpo es como una máquina animada por el alma, que es la sede de las acciones, de la voluntad y de las pasiones. Descartes introduce un concepto mayor en el análisis del alma: el alma es para él la sede del yo, del sujeto pensante. El alma es identificada con la conciencia de sí en cuanto que permite al sujeto distinguirse del mundo exterior (en lo que no habían pensado Platón ni Aristóteles). En las Meditations métaphysiques y el Traité des Passions de l=âme, Descartes sitúa la sede física del alma. Para él, no se sitúa ni en el corazón ni en el cerebro, sino en una pequeña glándula en el interior del cerebro. Es a través de esta glándula como el alma domina a todo el cuerpo. Descartes distingue dos sustancias: la sustancia material del cuerpo y la sustancia del alma que es inmortal e indivisible (nosotros diríamos dotada de propiedades espacio-temporales diferentes). El deseo de Descartes de situar físicamente la sede del alma en el cuerpo se parece a las reflexiones de algunos neurofisiólogos del siglo XX, como el australiano John Carew Eccles: para este último, el espíritu es una realidad material, el cerebro un simple receptor, y es el espíritu, a través de influencias físicas todavía no identificadas, el que puede interactuar con una sola neurona y arrastrar una reacción en cadena en las neuronas corticales. Kant: las primicias de la física relativista Por su parte, Manuel Kant (1724-1804) defiende también la existencia del sujeto pensante y asocia el alma con la conciencia. Pero separa con mucha claridad la sensibilidad de la razón o entendimiento. La sensibilidad permite al sujeto acceder al mundo fenoménico o mundo de las sensaciones. El espacio y el tiempo no son sustancias sino intuiciones puras que constituyen las condiciones necesarias para el ejercicio de la sensibilidad. Pero este cuadro espacio-temporal limita el campo de la sensibilidad, la cual se ve rigurosamente obligada a no alcanzar sino lo que puede caer bajo sus formas, a captar los datos sensibles sólo como representaciones, es decir como fenómenos. El entendimiento, por el contrario,
  • 20. 20 libre del cuadro espacio-temporal, puede acceder al conocimiento de las cosas en sí o Anoúmenos@, mundo plenamente liberado de todos los atributos de la sensibilidad. Las cosas en sí, que son el fundamento de la aparición de los datos sensibles, siguen por tanto inaccesibles a la facultad de conocer por los sentidos. El idealismo de Kant se acerca al idealismo platónico, en tanto que distingue las cosas en sí y los fenómenos. La idea más elevada de la razón es la idea de Dios. Kant afirma la existencia de Dios, pero también la imposibilidad de conocerlo a no ser por conceptos de pura razón. Integra los datos de la lógica cartesiana identificando la razón con el sujeto pensante, con la conciencia. El análisis que hace de las categorías espacio-temporales, que no son sino intuiciones sensibles, abre con un siglo de antemano extrañas perspectivas sobre los datos de la física relativista y de la mecánica cuántica.. Hegel y el desarrollo del espíritu Georg Wilhelm Friedrich Hegel, (1770-1831), en lugar de distinguir radicalmente el espíritu y la realidad como Kant, estudia el desarrollo del espíritu a través de tres fases: la tesis, la antítesis y la síntesis. El absoluto es en primer lugar pensamiento puro e inmaterial. Es además existencia exterior al puro pensamiento, disolución del pensamiento en el espacio y en el tiempo (es la naturaleza). En tercer lugar, el absoluto vuelve de su existencia exterior, de su alienación de sí mismo hacia sí mismo; en esta vuelta se convierte en el pensamiento que se conoce a sí mismo, que existe por sí mismo: el espíritu. La Historia es el desarrollo del espíritu universal en el tiempo. Un nuevo modelo de conciencia El problema de la conciencia se ha planteado siempre, cualquiera que sea la actitud que se adopte sobre ella: unitaria o dualista, materialista o espiritualista. Esta cuestión está estrechamente ligada a la visión del universo y a la interpretación de la realidad, en el centro de la cual se sitúe el sujeto pensante que debe adoptar un cuadro conceptual. Aprehensión y explicación de la susodicha realidad, en relación directa con el concepto de conciencia, serán el tema del próximo capítulo. El objetivo de la presente obra es proponer un nuevo modelo de conciencia que reconcilie las dos grandes corrientes de pensamiento analizadas anteriormente. CEste modelo de conciencia se relaciona con una filosofía unitaria a la vez materialista y espiritualista. Afirma la existencia de la conciencia, así como
  • 21. 21 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. la existencia de una parcela de conciencia en cada ser vivo, en cada parte del universo (Leibnitz y Spinoza). Pero se demuestra también que la conciencia es una sustancia material, que es materia. Este modelo se relaciona por una parte con una corriente de pensamiento dualista, en la medida en que afirma que si bien la conciencia es una sustancia material, la materia de que se trata es diferente de la materia ordinaria que conocemos. Se trata de una materia formada por partículas más rápidas que la luz y que pertenecen a un universo en el que el tiempo y el espacio son diferentes, en el que la información es primordial. Este modelo implica, en particular, una dualidad de la realidad y se asemeja a la distinción entre el mundo de las Ideas y el de las imágenes. Capítulo 2 Conciencia y realidad La definición de conciencia es inseparable de la de realidad: es la conciencia la que nos permite percibir y analizar la realidad. Conciencia y realidad forman una pareja inseparable que se encuentra en el centro de todos los grandes sistemas filosóficos. Cuando un filósofo concede un estatuto a la conciencia, que se relacione con cualquiera de las corrientes que hemos visto en el capítulo anterior, construye al mismo tiempo una realidad muy especial. Su concepción de la conciencia compromete su visión de la realidad y del universo. En nuestras conversaciones diarias, nos referimos continuamente a la realidad como a una evidencia que nadie osaría atacar. Sin embargo, nos vemos en muchos aprietos cuando se nos pregunta qué entendemos exactamente por real y realidad. Una evidencia se define generalmente con mucha dificultad. El problema es que pasamos nuestra vida en medio de evidencias y nos conformamos ordinariamente con conceptos muy vagos para definir nuestro universo. El mundo sigue siendo para nosotros idéntico, en definitiva, a lo que era para nuestros lejanos antepasado de la prehistoria: un gran enigma. La única diferencia es que ahora nos imaginamos que conocemos todo o casi todo, creemos resolver los problemas utilizando algunos términos técnicos que no
  • 22. 22 comprendemos realmente. )Qué es la realidad? Si nos acorralan, acabamos confesando lamentablemente que la realidad puede definirse por lo que se ve, por lo que se toca, en resumen, por lo que nos rodea y se manifiesta a nosotros. El diccionario no lo hace mejor al definirla como lo que existe efectiva y verdaderamente, asociando la realidad con la verdad, otra de esas evidencias tan difíciles de definir. En cuanto a la etimología (del latín res: la cosa), nos orienta hacia una asociación de la realidad con la materia. De hecho, en el centro de la realidad se sitúa el yo, el sujeto que piensa y que siente. El hombre, situado en el centro del universo, es sede de múltiples sensaciones (visuales, auditivas, táctiles...) que analiza con su conciencia. La realidad sería un conjunto de objetos materiales que aparecen ante la conciencia como separados y distintos, presentando cierto número de características (resistencia a la penetración, forma, color...). Estas características, que constituyen la identidad del objeto, sólo son captadas y analizadas a través de los órganos de los sentidos. La realidad supone por tanto una cierta permanencia en el tiempo, una continuidad de sensaciones y un consenso de los seres humanos sobre su naturaleza y sus criterios. Esto explica que se asocie tantas veces con la verdad. La realidad ya no es lo que era El fundamento de la realidad no es en efecto otra cosa que una asociación de los criterios sensoriales y de la interpretación que da el cerebro a esos datos. Si nuestros sentidos son Aembusteros@, por tomar la expresión de Descartes, o más exactamente, si se produce un fallo en el proceso de formación de la percepción y de la interpretación de los datos sensoriales por el cerebro, es toda nuestra concepción de la realidad la que se viene abajo. Ahora bien, algunos fallos precisamente han podido ser recogidos en el complejo proceso de construcción de la realidad por nuestros sentidos y nuestra inteligencia. Lo real puede no ser tan real como nos gusta decir, la realidad ya no es lo que era. Entra en ella una parte no despreciable de irrealidad y de misterio. Tomemos una ejemplo trivial: el color rojo. En realidad, el rojo no existe, no tienen ninguna Arealidad@. Un campo de amapolas es sólo una Ailusión@. La sensación visual no es otra cosa que un mensaje sensorial elaborado a nivel de la retina, luego codificado, para atravesar los diferentes repetidores en el nervio óptico y las neuronas, y luego enviado al cerebro, al córtex precisamente. Hasta aquí, sin problemas. Pero es a nivel del córtex donde se decide y
  • 23. 23 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. comienza el misterio. Llegado al córtex, el mensaje sensorial posee ya en forma codificada todas las características Avisuales@ del objeto. Su llegada se va a transformar en una actividad eléctrica específica que nuestros escáneres y electroencefalogramas son capaces de captar. Es inmediatamente después de producirse esta actividad eléctrica cuando el sujeto percibe las sensaciones visuales, cuando tiene la impresión de ver el rojo por ejemplo. Pero existe una minúscula discontinuidad, un pequeño hiato entre el momento en que el córtex produce una actividad eléctrica y aquél en que el sujeto percibe conscientemente la sensación. Es durante ese minúsculo intervalo cuando nace precisamente la sensación: se trata exactamente de un nacimiento, porque nada en el mensaje eléctrico producido antes hacía prever la aparición de ese fenómeno enteramente nuevo. Todo ocurre como si se produjera una última transformación del mensaje, justo antes de que surja del córtex y adquiera un valor significativo. Así, ante un campo de amapolas, recibimos un mensaje visual que, después de la codificación y el paso al córtex, produce en nosotros la sensación de color rojo. Y sin embargo, el único rastro tangible y medible de esta sensación de rojo, es la actividad eléctrica que se produce a nivel del córtex. Por lo demás, si se coloca una célula fotoeléctrica delante de ese mismo campo de amapolas, ella sólo reaccionará produciendo una corriente eléctrica más o menos intensa siguiendo la longitud de onda registrada. Sólo un ser humano Ave@ un color rojo allí donde no hay sino una longitud de onda. Él no lo analiza como una longitud de onda o un fenómeno eléctrico, percibe solamente una sensación coloreada. Por tanto, en el breve instante que separa la producción de una actividad eléctrica por el córtex y la percepción del color rojo, se produce algo nuevo, misterioso y, para decirlo de una vez, inexplicable: la sensación Realidad: el universo misterioso de las sensaciones Lo que nosotros llamamos verdad se basa enteramente en el análisis de las sensaciones. Acabamos de ver que la sensación, propiamente hablando, es inexplicable. Según esto, hay que mostrarse por tanto muy prudente en la definición de la realidad. Ciertamente, existe Aalgo@ que nosotros llamamos Arealidad@, pero ese algo es transformado y reconstruido totalmente por nuestro ordenador cerebral. El objeto, conjunto de sensaciones, tiene sólo una lejana relación con lo que ha dado lugar a su nacimiento. La sensación (a pesar de ciertos intentos de medición más o menos logradas durante el siglo XIX) es esencialmente subjetiva. Como tal, es evanescente y está sometida a múltiples factores de distorsión: la fiebre, la absorción de una droga pueden alterar completamente las sensaciones ordinarias. )Dónde está lo real para el sujeto cuyas facultades de percepción
  • 24. 24 están alteradas? La aproximación a lo real La definición de la realidad no hace sino retrotraernos a nuestro punto de partida: el sujeto pensante, la conciencia. Lo real se construye en nuestro cerebro y más exactamente en nuestra conciencia (volveremos sobre esta distinción). Lo que llamamos objeto es sólo una construcción subjetiva. Los criterios llamados Aobjetivos@ de la realidad (las sensaciones) son en efecto subjetivos. Al situar al sujeto Cal yo C en el centro de su filosofía, Descartes no se equivocaba por tanto. La definición de la realidad pasa por la definición de la conciencia y del sujeto. Las dos cuestiones están íntimamente ligadas. Lo mismo que dos actitudes opuestas han marcado las filosofías de la conciencia (materialista o espiritualista, unitaria o dualista), dos caminos muy distintos han permitido a los hombres captar la realidad desde hace miles de años. El primer método de aprehensión de la realidad consiste en intentar eliminar al máximo el carácter subjetivo de los fenómenos que constituyen lo real (decimos Aintentar al máximo@ porque la subjetividad está siempre presente en la percepción de la realidad). El fin último es alcanzar la objetividad, es decir el objeto en sí mismo. Para este fin, se neutralizan todas las sensaciones utilizando instrumentos de medida, por ejemplo una célula fotoeléctrica, que no conoce la sensación de color. Es la base del método científico y experimental, cuyo fin es deducir, del conjunto de fenómenos, leyes que resulten de medidas y que tengan un valor universal. El segundo modelo concede al carácter subjetivo de la realidad una importancia primordial. Consiste en utilizar las sensaciones, los estados de conciencia, para establecer aproximaciones significativas entre esos elementos subjetivos, con la esperanza de ir más allá de la apariencia sensorial y penetrar en la esencia misma de la realidad. El análisis científico El origen del método científico se remonta a Aristóteles. Sus sutiles categorías lógicas le han valido ser considerado como el padre del racionalismo. Su insistencia en aislar el objeto, la materia, estaba bien visto a los ojos de los hombres de ciencia. Pero es realmente a principios del siglo XVII cuando Galileo, al sentar las bases de la mecánica, establece el método experimental. A partir del Renacimiento, el mundo científico conoce una gran efervescencia. Cada uno siente confusamente que resulta imposible repetir año a tras año las certezas enseñadas por los grandes sabios griegos y romanos, filtradas luego por la Iglesia en la Edad Media: la tierra está en el centro del
  • 25. 25 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. universo, la sangre no circula... La medicina y la astronomía se van a colocar a la cabeza del progreso y a contribuir con sus descubrimientos a establecer las bases del método experimental. Copérnico y Képler son los primeros en aprovechar las primicias. Es a comienzos del siglo XVI cuando Copérnico tiene la intuición del sistema astronómico actual. Recuperando una hipótesis muy antigua formulada ya por Pitágoras, según la cual el sol está en el centro de nuestro universo y es inmóvil, concibe un sistema completamente nuevo que marca el hundimiento de las tesis de Ptolomeo y de Aristóteles. Comprueba así, experimentalmente, tanto las fases de Venus, observadas con anteojos, como cierto número de fenómenos naturales, todos los datos que él había calculado y predicho teóricamente. Pero el mérito de haber demostrado la eficacia del método experimental corresponde principalmente a Galileo. Ya muy joven, inventa el termómetro y la balanza hidrostática. Luego, a partir de la experiencia, establece las leyes del movimiento de los cuerpos sometidos a la gravedad. Sus observaciones astronómicas con un telescopio muy perfeccionado -que él mismo había construido- le llevan luego a descubrir la existencia de los satélites de Júpiter y los anillos de Saturno. Se adhiere pronto al sistema copernicano, porque sus propias experiencias verifican las tesis de Copérnico. El célebre y dramático conflicto que enfrenta a Galileo con la Iglesia hacia 1610, obligándole a renegar de sus convicciones, tiene su origen en su afirmación de que la Tierra gira en torno al Sol, pero también en la utilización del método experimental. Porque se funda en la observación de hecho objetivos y no en principios dispuestos y sancionados por la Iglesia, este método es peligroso y supone el fin de la fe ciega en la omnipotencia de Dios y en la existencia de otro mundo. Descartes, al elaborar su sistema de filosofía, acaba estableciendo los principios de este método como único válido para analizar los fenómenos. El método deductivo lógico (que va lo simple a lo complejo) es su corolario. Las obras de Descartes serán por otra parte puestas por la Iglesia en el Índice en 1662. Muy pronto, este método científico, racional y experimental, mostrará su fecundidad, pero se convierte pronto también en un método totalitario que excluye a todos los demás. Se funda, no hay que olvidarlo, en la única lógica aristotélica binaria: un objeto está ahí o no existe, una cosa es verdadera o falsa. Los resultados a los que llega no admiten nunca el matiz. Apoyándose en el éxito creciente de la ciencia, que no cesa de confirmarse en los siglos XVIII y XIX, refuerza su poder absoluto y desacredita todos los demás métodos de acercamiento a lo real, identificándolos con la superstición y amalgamándolos con la religión, contra la cual es llevado a luchar sin descanso. Éste es el origen del racionalismo y del positivismo, tan apreciados en el siglo XIX.
  • 26. 26 El método experimental El método experimental consiste esencialmente en realizar una determinada experiencia, en condiciones tan rigurosas como sea posible. Esta experiencia puede repetirse tantas veces como se quiera (es la condición más importante para su validez; por eso se han descartado los fenómenos parapsicológicos, por no ser reproducibles a discreción). Por ejemplo, la caída de un cuerpo puede ser observada tantas veces como se quiera y da lugar a mediciones siempre idénticas de las que se puede deducir una ley general. Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, la aplicación de este método consigue maravillas en física. Así es como se descubren las leyes de la óptica geométrica, la naturaleza ondulatoria de la luz, las leyes de la gravitación y de la mecánica con Newton. El siglo XIX es efectivamente el apogeo de la ciencia experimental. La física reina como dueña absoluta sobre todas las ciencias. Se divide en tres cuerpos doctrinales: CLa termodinámica, que define las leyes de intercambio de energía y de calor en el universo. CLa mecánica, cuyas ecuaciones definen con una precisión casi absoluta el movimiento de los cuerpos. CLa electricidad y la óptica, que son expuestas en su forma más acabada por James Clerck Maxwell, que condensa en las mismas ecuaciones todas las leyes de la electricidad y del magnetismo, deduciendo la existencia de las ondas electro-magnéticas de las que la luz -objeto de estudio de la óptica- es sólo una parte. Se piensa entonces que la responsable de la propagación de la luz y de sus ondas es la vibración de un medio hipotético, el éter. La materia es escudriñada hasta en sus más mínimas partes: la noción de átomo (la más ínfima parte de materia indivisible) aparece entonces, empalmando con la tradición materialista de Demócrito. Es sin duda el ejemplo más claro de la estrecha relación entre una concepción materialista de la conciencia y de la realidad y el estudio Aobjetivo@, científico, del método experimental. En este final del siglo XIX, la física y la mecánica parecen ser unos edificios tan acabados que un físico declara que ya no hay nada que descubrir y que compadece a los físicos de las generaciones futuras. Es entonces cuando aparecen grietas que comienzan a socavar estas hermosas certezas: La velocidad de la luz en el vacío no se adecua a las leyes de la mecánica. Para explicar las leyes de la radiación, Max Planck (1858-1947) elabora en 1900 la teoría de los quanta, según la cual los intercambios de energía entre materia y radiación tienen lugar de forma discontinua por pequeñas cantidades o quanta. Cada quantum de energía es igual a h x v, donde v es la frecuencia de la
  • 27. 27 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. radiación y h la constante de Plack (que mide una acción) y tiene una valor muy pequeño. Todo esto viene a decir que existen átomos de energía, los quanta. Casi en la misma época, el descubrimiento de la radioactividad, ilustración de los azares de la experiencia y de su fructuosa explotación, demuestra que los átomos son complejos. En los primeros años del siglo XX, se elabora un modelo de átomo, parecido a un sistema solar en miniatura. Los átomos están por tanto muy lejos de ser los pequeños objetos indivisibles que se creía: pueden transformarse en otros átomos emitiendo partículas y radiación. Einstein y la teoría de la relatividad Para informar sobre el carácter anormal de la velocidad de la luz en el vacío (300.000 ks/segundo), que sigue siendo la misma sea quien sea el observador3, Einstein propone en 1905 su teoría de la relatividad restringida. La teoría de la relatividad propone el principio de que todo es relativo. A gran escala, es en definitiva la ilustración de esa paradoja que cada uno de nosotros ha podido experimentar en algún momento: si estamos en un tren inmóvil mientras otro tren en el andén vecino está en movimiento, tenemos fugazmente la impresión de que es este último el que está inmóvil y que es nuestro tren el que se desplaza. La relatividad extiende esta constatación a todo nuestro universo. Según ella, el tiempo y el espacio no son absolutos. Cada observador tiene su espacio y su tiempo personal, sólo para él. Por ejemplo, si un observador mira el reloj que lleva otro observador en movimiento, ve que este reloj se retrasa con relación al suyo, y esto tanto más cuanto más se acerque a la de la luz la velocidad del que lo lleva. Lo mismo ocurre con las longitudes. Si un observador mira un 3. A partir de 1881 tuvo lugar la célebre experiencia de Michelson (y luego de Morley) destinada a poner en evidencia el movimiento de la tierra con relación al éter, medio hipotético que los físicos del siglo XIX suponían que era el soporte de las ondas electromagnéticas y por tanto de la luz. Con relación al Sol, la Tierra se desplaza en su órbita con una velocidad de 30 km/segundo. En seis meses de intervalo, esta velocidad se transforma en una velocidad siempre de 30 km/segundo, pero en dirección opuesta. Si se envía un rayo luminoso en la dirección L1, y seis meses después un rayo luminoso X en la dirección L2, se debería observar entre las velocidades de los dos rayos luminosos una diferencia de 60 km/segundo. Ahora bien, la experiencia óptica muy precisa de Michelson demostró que no había ninguna diferencia. Einstein, admitiendo el resultado negativo de la experiencia (influencia del método experimental), propuso en principio la constancia de la velocidad de la luz, que en el vacío y con relación a todos los observadores, en cualquier sentido, es siempre de 300000 km/segundo. L1 ≈----------------------------------------≡- L2 O L2
  • 28. 28 metropatrón desplazándose paralelamente a él a gran velocidad, encuentra que su longitud ya no es de un metro sino más pequeña. Tiene la impresión de que el metro se ha reducido. Hay una contracción de los cuerpos en movimiento, y esto tanto más cuanto más se acerque a la velocidad de la luz. En el límite, la longitud tendería hacia el cero. Ya no se observaría nada en absoluto. Esos efectos de dilatación del tiempo y de contracción de las longitudes son recíprocas porque el observador en movimiento verá igualmente atrasarse el reloj del otro y reducirse las longitudes. Este cambio del tiempo con una velocidad cercana a la de la luz ha quedado perfectamente evidenciado a través de la clásica paradoja de Langevin que un físico puso al día hace unos treinta años. Unos astronautas, a bordo de un cohete movido a una velocidad inferior a la de la luz, alcanzaría en unos meses las estrellas más cercanas de nuestra galaxia, en 21 años el centro de nuestra galaxia situado a 27.000 años-luz y en 28 años la galaxia Andrómeda (un millón y medio de años-luz) y volvería al cabo de 56 años, lo que ya es bastante lejano. Pero durante este viaje, la Tierra, por su parte, habría envejecido 3 millones de años. Es decir, que la teoría de la relatividad impone unos límites a todo sueño de exploración y de conquista de la galaxia. Por otra parte, los autores de ciencia-ficción, al describir sus aventuras intersiderales, tienen la precaución de situarlas en un futuro lejano en el que este problema ya hubiera sido resuelto. Abordamos aquí una cuestión totalmente esencial para la evolución de la ciencia así como para el conocimiento del hombre y del universo. Según la teoría de la relatividad, jamás podremos alcanzar, y a fortiori superar, la velocidad de la luz. Esta imposibilidad es la que hoy cuestionan las más recientes teorías de la física. La relatividad establece algunos otros principios sumamente importantes. CLa masa cambia con la velocidad. CLa energía es equivalente a la masa de un cuerpo multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Es la famosa fórmula E=mc2 que repiten todos los manuales de física y que es muchas veces todo lo que sabemos de la relatividad. CEinstein aplica luego su teoría a movimientos de cualquier velocidad y a los fenómenos de gravitación. Encuentra una nueva ley de gravedad, de la que la ley de Newton es sólo una aproximación. En esta teoría de la relatividad general, todo sucede como si la masa de los astros deformase el espacio-tiempo, creando una especie de depresión que atrae a todos los objetos que caen al fondo. Al final, se prevé la existencia de agujeros negros cuando la depresión se cierra sobre sí misma. La aportación esencial de Einstein tiene que ver con que ha terminado con el carácter absoluto del espacio y del tiempo. El verdadero marco de la relatividad es el espacio-tiempo en 4 dimensiones, indicando el guión que no se puede separar el espacio y el tiempo, y que todos los observadores dividen arbitrariamente la realidad en espacio y en tiempo.
  • 29. 29 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. En el plano filosófico, la relatividad tiene por tanto una importancia enorme: destruye los conceptos de espacio y tiempo, remueve los cimientos de la realidad y del universo clásico. La relatividad es sólo el primer paso de una gran conmoción de la física en el siglo XX. Todavía no combate dos grandes principios que ella respeta: la conservación de la energía y el principio de causalidad. Este último es sin duda el más esencial para nuestra construcción de la realidad. Sólo su hundimiento puede conducir a un cambio real de nuestra visión del universo. El último ataque brusco y violento a esta visión clásica del universo vendrá indirectamente de la teoría de la relatividad y más exactamente de la naturaleza de la luz. Resulta esencial saber de qué se compone la luz. Toda la óptica depende de este problema. Ahora bien, el efecto fotoeléctrico, descubierto experimentalmente, es inexplicable. Einstein tiene entonces la audaz idea de aplicar a la luz la teoría de los quanta: la luz está formada por quanta de energía (w = hv) llamados fotones. Había que atreverse con esta paradoja, porque con ella bastaba. En efecto, al mismo tiempo, se descubre que la luz es a la vez una onda y un conjunto de partículas. Según Ale dé@, aparecerá bajo su aspecto corpuscular o su aspecto ondulatorio. Einstein lo justifica diciendo que se trata de un aspecto complementario de la realidad. Si se llega hasta el fin de esta idea, la luz tiene una doble realidad. El tiempo y el espacio no son absolutos y he aquí ahora que la realidad es doble, cambiante, evanescente a merced de las circunstancias. )Podría un poeta haberlo dicho mejor? Pero dado que la luz tiene una doble naturaleza, )quién nos dice que las demás partículas no obedecen también al principio de complementariedad? Louis de Broglie y la teoría de la mecánica ondulatoria Serán necesarios pocos años para dar el paso. Un joven fantasioso, perteneciente a una de las familias más distinguidas de Francia, Louis de Broglie, establece fácilmente la demostración en 1923. La idea es de una gran simplicidad. Basta con extender el descubrimiento de Einstein sobre el fotón a todas las partículas materiales. Esta teoría de la mecánica ondulatoria demuestra que a toda partícula material, como un electrón, un protón, puede ser asociada una onda. La materia, las partículas, pueden según las circunstancias, aparecer bajo un aspecto corpuscular o un aspecto ondulatorio. Esta onda es representada por una cierta función ψ, cuyo estudio en los años siguientes va a ser objeto de lo que se ha dado en llamar la mecánica cuántica y la teoría cuántica de los campos.
  • 30. 30 Las consecuencias de estas teorías son incalculables y todavía más profundas que las de la relatividad, porque cambian profundamente nuestros conceptos habituales de realidad y de conciencia. La mecánica cuántica y la teoría cuántica de los campos En primer lugar, una partícula ya no es un objeto en el sentido normal de la palabra. Puede ser a la vez onda y partícula, lo que es imposible a nuestra escala, puesto que un objeto no puede ser a la vez una cosa y otra distinta. La interpretación habitual de la función de onda psi es considerarla como que representa la probabilidad de presencia de una partícula en un punto del espacio, lo que quiere decir que un corpúsculo puede estar al mismo tiempo aquí y en otra parte y no aquí o en otra parte. El doble carácter ondulatorio y corpuscular que hay que admitir, se presenta como dos aspectos complementarios de la realidad (principio de complementariedad). Las relaciones de incertidumbre de Heisenberg demuestran en especial que, si se determina con precisión la posición de una partícula, su velocidad resulta completamente indeterminada, y recíprocamente. En el campo de la medida y de la observación, resulta imposible conservar la objetividad. En efecto, según la mecánica cuántica, una partícula posee un gran número de estados posibles para las magnitudes físicas como la energía, y está simultáneamente presente en cada uno de ellos. El que hace pasar a la partícula a uno de los estados que la constituyen, y que será el efectivamente observado, es el experimentador a través del acto de la observación y la medición. Por tanto, sólo se puede conocer el resultado, cuando se hace la medición. Hay una pareja inseparable compuesta de dos elementos, observador-partícula- observada, que están en interacción. Existe solamente una probabilidad de encontrar un estado durante una medición; en la siguiente, no se encontrará necesariamente el mismo estado. No se da una experiencia objetiva en este campo. Se ve aquí la diferencia con las mediciones de la física clásica (incluimos en este cuadro a la física relativista), cuyo carácter repetitivo permitía fundarse en resultados siempre idénticos para elaborar leyes generales. El descubrimiento de las antipartículas ha llevado a los teóricos a examinar estados en los que no se conserva la energía y en los que el tiempo puede invertirse. Por ejemplo, un positón (o positrón), que es un antielectrón, puede ser considerado como un electrón negativo que remonta el curso del tiempo, es decir que va del futuro al pasado. De ello resulta que el principio de conservación de la energía de la física clásica y relativista ya no existe. El principio de causalidad se viene abajo y es obligado pensar en dos tipos de causalidad: la primera, que se llama macrocausalidad (porque afecta a los
  • 31. 31 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. acontecimientos a nuestra escala o a la del universo), en la que la causa es siempre anterior al efecto, y la segunda, que se llama microcausalidad (que afecta a los acontecimientos a una escala microscópica), en la que la causa es a veces posterior al efecto como lo demuestra la mecánica cuántica. *Niveles de realidad+ El concepto de realidad, cuyo carácter ambiguo ya habíamos señalado al comienzo de este capítulo, no resiste al examen en el campo microfísico. Sería preferible hablar de Aniveles de realidad@, expresión que presenta analogías con los niveles de conciencia. Esta observación es tanto más importante cuanto que muchos teóricos de la mecánica cuántica admiten que la conciencia del experimentador interactúa y participa en la mediciones en microfísica, sin concretar no obstante lo que es la conciencia. La interpretación de las ecuaciones de la mecánica cuántica demuestra en efecto que, si se hace caso omiso de cualquier observador, la función psi que representa una o varias partículas corresponde no a una energía muy determinada, sino a una serie de estados de energía muy numerosos y en definitiva coexistentes. A cada estado de energía le está asignada una probabilidad distinta de actualización. Lo mismo ocurre con todas las demás magnitudes físicas que caracterizan la o las partículas. Al hacer una medición experimental, es cuando el experimentador provocará la aparición de la entidad Apartícula@, con una energía correspondiente a uno de los valores posibles. No se puede prever cuál, pero se puede calcular la probabilidad mayor o menor de aparición de ese valor. Desde esta óptica, puede decirse que la conciencia del observador participa en la experiencia. En efecto, es justo esta conciencia, si se admite su existencia, la que por medio del cerebro del observador decide el momento y las condiciones de la experiencia; hay que pensar por tanto en un sistema de conciencia del observador-objeto cuántico observado, cuyas relaciones exactas todavía no son conocidas. Teorías cuánticas: )hacia una negación de la realidad? Las teorías cuánticas han planteado algunas paradojas, como la célebre EPR (Einstein-Podolski-Rosen) presentada por Einstein algo antes de la Segunda Guerra mundial, que debía demostrar según él que la mecánica cuántica desembocaba en una contradicción lógica. Ahora bien, una experiencia reciente, la del físico Aspect, de la universidad de Orsay, ha demostrado que la mecánica cuántica tenía razón contra Einstein.
  • 32. 32 En esta experiencia, se producen fotones *correlacionados+ por medio de una cascada atómica. Se tienen en cuenta dos fotones así producidos propagándose en dos direcciones opuestas. Cuando están separados unos quince metros, dos de los observadores hacen una medición de una de las magnitudes físicas que caracterizan a los fotones: se trata en concreto de una magnitud llamada *spin+, que corresponde en nuestra escala con el fenómeno de polarización de la luz. Existe no un spin determinado, sino una serie de estados de spin, teniendo cada uno cierta probabilidad de actualización. Sólo en el momento de la medición será medido un valor spin, aunque no se sabe cuál. Ahora bien, se constata que los valores de los spins de dos fotones están en correlación, cosa que habían previsto las ecuaciones de la mecánica cuántica. En realidad, esto es bastante sorprendente. Todo sucede como si uno de los fotones conociese el valor actualizado del spin del otro y se las arreglase para hacer que aparezca uno de sus propios valores de spin que esté en correlación con el del primer fotón. Las consecuencias son enormes. Algunos físicos no dudan en hablar de no-separabilidad, es decir que la separación espacial no existiría y sería una construcción de nuestro cerebro. Así, en el caso de dos fotones, las distancia de quince metros que los separa sería una ilusión, una apariencia, puesto que se comportan como si su distancia fuese nula. Otros hablan de variables ocultas y algunos llegan incluso a pensar que el mundo físico no es real y que se da a la vez no-separabilidad y no-realidad. Más allá de los límites del método experimental Actualmente, la física se caracteriza por algunos hechos esenciales que cuestionan fundamentalmente la noción de realidad tal como se nos ha descrito por el método científico de aprehensión de lo real, es decir el método experimental. CLa relatividad del tiempo y del espacio. CEl aspecto complementario de la realidad ondas-corpúsculos. CEl número enorme de partículas. Se puede decir en efecto -y se ha repetido muchas veces- que la física actual es la física de las partículas. Se encuentran nuevas continuamente con la ayuda de grande aceleradores que poseen la mayoría de las naciones europeas y Estados Unidos4. Partículas que se creía que eran fundamentales se muestran complejas. Así se dijo, en un principio, que el átomo era la parte más pequeña de la materia, luego se demostró que estaba formado de protones y neutrones. Los mismos protones 4. En Europa, las investigaciones se centran en Ginebra en el CERN (Centro europeo de investigaciones nucleares).
  • 33. 33 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. están compuestos de quarks y nada asegura que el quark no resulte de la suma de otras entidades. La noción de partícula fundamental se desvanece por tanto y se reafirma el carácter evanescente de la realidad microfísica. CLa desaparición de la noción de objeto a nivel cuántico. CLa incertidumbre del principio de causalidad, respetado en nuestro universo, pero fracasado en el universo microscópico, donde aparece la idea de interacción de la conciencia. CEl cuestionamiento de la realidad. Tendríamos derecho entonces a concluir en un relativo fracaso del método experimental en la definición de lo real, porque las conclusiones a las que llega (no-realidad, acción de la conciencia) están en contradicción con sus mismos principios. Esta vía de acercamiento a lo real podría compararse con un cedazo muy grueso que deja escapar partículas muy pequeñas de lo real, pero no son menos importantes. A la intromisión inquietante de la conciencia en la física puntera se añade otra intromisión, mucho más natural en apariencia, pero cuyas consecuencias están lejos sin embargo de ser neutras: la de la información. La información está íntimamente ligada a la noción de entropía. La entropía ya había sido introducida en la termodinámica por los físicos del siglo XIX. Es una magnitud muy abstracta que ha adquirido luego su verdadera significación al considerar conjuntos de moléculas. Puede suceder que en una sociedad de moléculas exista cierto orden. Por ejemplo, las moléculas que tienen mucha energía se encuentran todas, unas al lado de otras, en cierto punto del espacio, mientas que las que tienen poca energía ocupan otro punto. Se da aquí una estructura de orden manifiesta. Si se piensa que este conjunto de moléculas está aislado, se producirá una evolución que será siempre la misma: las moléculas que tienen mucha energía cederán una parte de su energía a las que tienen menos, y al final no habrá sino una sola región del espacio donde todas las moléculas estarán reunidas y animadas por la misma energía media. Se ha pasado por tanto de una estructura de orden a otra de desorden. Se expresará este hecho diciendo que la entropía de un sistema aislado aumenta constantemente. Como, en definitiva, el universo puede considerarse como un sistema aislado, su entropía aumentará constantemente, es decir evolucionará siempre desde una estructura de orden hacia otra de desorden, sin poder pasar nunca por el mismo estado. En estas condiciones, )cómo se introduce la noción de información? Tenemos que hablar aquí del demonio de Maxwell. El demonio de Maxwell
  • 34. 34 Maxwell imaginaba un estado de desorden completo donde las moléculas con mucha energía estaban mezcladas con las desprovistas de ella. Es imposible en estas condiciones volver a la estructura de orden, de la que antes hablábamos, pues no se puede volver a pasar por el mismo estado. Maxwell supone entonces la existencia de una criatura sobrenatural que él llama demonio. A este diablo, le da la consigna de reparar las moléculas poniendo a un lado las que tienen mucha energía y a otro lado las que están desprovistas de ella. El demonio, diablo listo, está de acuerdo pero pide ver las moléculas. Para esto, se le da una antorcha eléctrica; entonces realiza su trabajo diabólico. Esto puede requerir mucho tiempo, pero el tiempo no cuenta para un demonio. Al final, ha restablecido por tanto una estructura de orden y se dirá que la entropía ha disminuido. Pero si ha podido conseguir este resultado, es porque tenía información sobre las moléculas, en este caso gracias a la antorcha que se le había otorgado. Se puede concluir de esto que tener información equivale a restablecer estructuras de orden, y se llega a la siguiente equivalencia matemática: información = entropía negativa = antientropía. Poseer la información viene a ser la posibilidad de frenar el desorden, de impedirle establecerse como dueño, de restablecer una estructura de orden. Tomemos como ejemplo los seres vivos, estructuras de orden características por estar formadas de órganos, formados por células, compuestos de moléculas. Si existiese el único principio del aumento de la entropía, los seres vivos no podrían mantenerse con vida, porque el desorden y la desagregación se instalarían con mucha rapidez. Pero todo sucede como si en el interior de los organismos existieran miles de millones de demonios de Maxwell que son advertidos en cada momento, por medio del sistema nervioso, de tal o cual aumento local de la entropía. Reciben por tanto una información y con la ayuda de ésta, siempre a través del sistema nervioso, van a detener el aumento de la entropía. Por ejemplo, el hombre tiene una temperatura constante de 371 C, pero varias causas (el frío, el calor...) tienden a hacer variar esta temperatura. Los sistemas reguladores reciben información y en el caso de una elevación de la temperatura van a actuar provocando una evaporación cutánea que producirá frío y restablecerá la temperatura normal. Desgraciadamente, estos efectos no son eternos y es finalmente la entropía la que tiene la última palabra, puesto que el envejecimiento puede ser considerado como la instalación del desorden, siendo la muerte el último estadio. La información: factor esencial
  • 35. 35 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. en el acercamiento a lo real El lector se preguntará tal vez: )qué es esa la información, que ahora se sabe medir como la energía? A esto podemos responder como Norbert Wiener, uno de los pioneros en este campo: *La información es la información+. Claramente, esta frase significa que, como la energía, la información es una entidad primordial que tiene la capacidad de tomar diversas formas, pero que no se puede definir. Esta intromisión de la información es esencial para el progreso de la ciencia y se sitúa en el límite de las dos vías de acceso a lo real. En efecto, la búsqueda de información para ordenar el universo está en el origen del método científico. Pero no es menos cierta, para la segunda vía de acceso a lo real, la vía llamada irracional, que se funda en la exaltación de los estados de conciencia y de las sensaciones. Esta vía trata de recoger la información en estado bruto, sin imponerle las transformaciones lógicas y racionales que nuestro cerebro suele hacer sufrir a lo real para construirlo. Desde hace siglos, se conocen las *experiencias+ de los grandes místicos de todas las religiones, de los yoguis de la India. Estos seres excepcionales parecen penetrar en lo real de una manera desconocida e inaccesible al común de los mortales, parecen haber experimentado sensaciones, niveles de conciencia que se suelen designar con la palabra éxtasis (lo que etimológicamente evoca una salida fuera de sí, es decir fuera del cuerpo o de la conciencia). Se sabe que el resultado de sus exploraciones lleva a un profundo cambio de su personalidad. Algunos han podido ver en ello un método de acceso salvaje a la realidad, pero es más bien la realidad científica la que es salvaje, puesto que procede esencialmente por análisis, es decir etimológicamente por la disolución, la separación, la destrucción de los diversos elementos de lo real, lo que es artificial. Por el contrario, la vía mística capta lo real en su totalidad sin destruir ni separar, por una especie de síntesis. Desde hace algunas décadas, los neurofisiólogos se vienen interesando por estos problemas de conciencia alterada o de niveles de meditación profunda con la ayuda del electro-encefalograma o del escáner, y han observado cambios fisiológicos, en especial en los ritmos eléctricos del cerebro (ondas alfa) durante la meditación profunda. Los psicofarmacólogos, a través del estudio experimental de algunas drogas como el LSD o la mescalina, han llegado a reproducir estados alterados de conciencia, que recuerdan a veces el éxtasis de los místicos. Se podrían relacionar con este método distinto de exploración de lo real ciertos ensayos de algunos grandes artistas inspirados (Liszt, Bach, Picasso). Algunas de sus obras producen en nosotros una impresión indecible que nos hace pensar que han alcanzado otros niveles, y que su visión del exterior se confunde con la del espacio interior.
  • 36. 36 Hay que destacar por otra parte que el marco de la realidad, tal como queda trazado por la mecánica cuántica, parece muchas veces más loco e irracional que las visiones místicas o las artísticas. Desgraciadamente, tales estados son cosa de seres excepcionales. Sus experiencias son inexplicables e incomunicables, en forma de información, para la mayoría de los seres humanos. Pero hay algunos fenómenos que todos podemos experimentar. Estos fenómenos entran en el ámbito de la segunda vía de acceso a lo real, porque privilegian las relaciones *irracionales+ entre los acontecimientos. Queremos hablar aquí de lo que se llama comúnmente coincidencias. Información y coincidencias: la serialidad de Kammerer Parece que es un hombre de ciencia, Kammerer, el primero que ha estudiado sistemáticamente estos fenómenos. Hay que destacar que el término *coincidencia+ se aplica en este caso a acontecimientos que aparecen agrupados en un lapso de tiempo relativamente breve, que tienen ciertamente relaciones de semejanza aunque no de significación y no están vinculados causalmente. He aquí un ejemplo tomado de Kammerer, que ha llevado durante veinte años un diario de coincidencias. Cuenta que el 4 de noviembre de 1910 su cuñado va a un concierto en el que tiene el asiento número 9 y el ticket del vestuario número 9. Al día siguiente, el mismo cuñado vuelve a un concierto en el que le asignan el asiento número 21 y el vestuario número 21. Tomemos otro ejemplo, más complejo, tomado también de Kammerer, cuya protagonista es su propia esposa. Esta última lee las aventuras de la Señora Rohan, personaje de novela. En el tranvía ve a un hombre que se parece a su amigo el príncipe Joseph Rohan. Por la tarde, el príncipe Rohan viene a ver a Kammerer y a su esposa de improviso. Además, en el tranvía ella oye que alguien pregunta al pseudo-Rohan si conoce la aldea de Weissenbach-sur- Attersee y si sería un lugar agradable para las vacaciones. Al bajar del tranvía, entra en una charcutería en la que el dependiente le pregunta si conoce Weissenbach-sur-Attersee adonde tiene que enviar un paquete. Es evidente que el cálculo de probabilidades demostraría que tales fenómenos no tienen prácticamente ninguna posibilidad de de producirse. Por otra parte, estos fenómenos hacen un llamamiento a la conciencia del sujeto enfrentada a estas coincidencias y tienen un valor eminentemente subjetivo. Kammerer veía en este tipo de fenómenos, llamados por él *serialidad+, un principio universal de la naturaleza que se manifiesta de una manera independiente de la causalidad. Para él, las leyes de la serialidad serían tan fundamentales como las de la física. Además, las coincidencias aisladas serían
  • 37. 37 El hombre superluminosos - Pr. Régis Dutheil y Brigitte Dutheil. sólo las señales visibles de un iceberg insospechado, porque toda nuestra educación nos lleva a fijarnos sólo en la causalidad despreciando la serialidad. Durante sus observaciones, Kammerer evidenció fenómenos típicos de ensambladura bien conocidos por estadísticos, jugadores, y compañías de seguros. Para Kammerer, existe en el universo, coexistiendo con la causalidad, un principio no causal que tiende a realizar la unidad. Esta ley desconocida puede compararse con los fenómenos de gravitación en física, donde hay atracción de masas sin discriminación. Existiría por tanto una verdadera fuerza de serialidad, la análoga un poco de la fuerza de gravitación, pero que actuaría selectivamente sobre la forma y la función, para reunir a los semejantes en el espacio y el tiempo. Actuaría enlazando afinidades. Jung y la teoría de la sincronicidad Carl Gustav Jung, médico y psicólogo suizo que destacó en toda la primera mitad del siglo XX, fue uno de los primeros en reconocer la aportación de Freud pero también el primer disidente del movimiento psicoanalítico. Introdujo, más allá del inconsciente individual estudiado por Freud, un inconsciente colectivo (o psique objetiva), estratificación de las experiencias milenarias de la humanidad y que se expresa a través de un pequeño número de temas privilegiados, los arquetipos, que constituyen la sustancia de los seres. A finales de los años 20, Jung descubre el Yi-king, sistema adivinatorio chino introducido en Occidente por el pastor y misionero Richar Wilhem. Este descubrimiento cambia completamente sus concepciones y su vida. En 1930, en un discurso pronunciado en homenaje a este mismo Richard Wilhem que acaba de morir, Jung declara: *La ciencia del Yi-king se funda no en el principio de causalidad, sino sobre un principio no denominado hasta ahora, porque no aparece entre nosotros, al que yo he dado, provisionalmente, el nombre de principio de sincronicidad+. Jung dedicó gran parte del final de su vida a tratar de construir una teoría de la sincronicidad. El resultado de ello fue una obra importante, escrita en 1952 con el físico y premio Nobel Wolfgang Pauli: Naturverklarung und Psyche5. Antes de dar una definición de la sincronicidad, quisiéramos recordar los principios filosóficos que sirven de base al Yi-king, los cuales influyeron tan profundamente en las concepciones de Jung. El Yi-king es un sistema adivinatorio, varias veces milenario, venido de China. Consiste en la interpretación de hexagramas, figuras que llevan seis rasgos completos o rotos, obtenidos después de una manipulación de cincuenta juncos de aquilea. Este sistema adivinatorio, puesto a punto en el curso de los siglos, dio lugar a la 5. Para una interpretación de la Naturaleza y del Espíritu.
  • 38. 38 publicación del Livre des transformations, que aporta un comentario filosófico a cada hexagrama, del que el consultante saca una respuesta a la pregunta que hizo al Yi-king. Reflejo de la sabiduría china, el Yi-king se funda en dos principios: CEl primero es el de la eterna e incesante transformación: el universo, repartido entre las dos fuerzas contradictorias del yin (principio femenino y pasivo) y del yang (principio masculino y racional), evoluciona permanentemente. CEl segundo es la doctrina fundamental de las ideas. Todo lo que sobrevive en el mundo visible es el efecto de una *imagen+, de un mundo invisible. Por consiguiente, todo fenómeno visible no es, por decirlo así, sino una copia de un acontecimiento suprasensible. Esta copia es, desde el punto de vista del desarrollo temporal, posterior al acontecimiento suprasensible que ella refleja. Se ve la similitud entre esta doctrina y las ideas platónicas, que por otra parte tanto influyeron en Jung cuando elaboró los conceptos de arquetipo y de inconsciente colectivo. El modo de funcionamiento del Yi-king y los conceptos filosóficos que le sirven de base llevaron a Jung a preguntarse por la existencia de un principio general de causalidad, que llamó sincronicidad. En una de sus últimas obras, Les Racines de la conscience (1971), Jung da una definición del concepto de sincronicidad y de acontecimientos sincrónicos: *Concurrencia simultánea de dos acontecimientos unidos por el sentido y no por la causa+ (p. 441), o también *coincidencia en el tiempo de dos acontecimiento o más no relacionados causalmente y que tienen un sentido idéntico o parecido+ (p. 571), *de igual importancia que la causalidad como principio de explicación+. En un estudio reciente y destacado sobre la sincronicidad6, Michel Cazenave concreta esta definición muy general refiriéndose a la obra que escribe Jung en colaboración con Pauli: *Partiendo de su experiencia clínica, Jung definió en su tiempo la sincronicidad a dos niveles distintos: hace notar en primer lugar fenómenos de sincronicidad que él encuentra con frecuencia en su propia práctica, fenómenos que consisten en el encuentro, portador de un sentido privilegiado para los sujetos que los viven, de un estado psíquico determinado con un acontecimiento físico exterior y objetivo, o bien de un estado psíquico interior con un acontecimiento situado fuera del campo de percepción normalmente posible de la persona (podemos pensar por ejemplo en la famosa visión por Swedenborg7 del incendio de Estocolmo, que cuenta Manuel Kant en los Sueños de un visionario), o finalmente en la coincidencia de un estado psíquico con un estado futuro que todavía no existe, que está alejado en el 6. La synchronicité, l'àme et la science, Payot, 1984. 7. Swedenborg, Emmanuel, 1688-1772. Matemático y filósofo sueco muy conocido. A partir de 1743, tiene visiones y declara que está en relación con el mundo espiritual. Teósofo.