PrimeraExpediciónMisionera
Roma, 14 agosto 2017.
Queridas hermanas,
El 14 de cada mes nos trae siempre una gran alegría: aquella que reaviva en lo más profundo de
nuestro corazón la llama misionera y el “fuerte impulso misionero” heredado de Don Bosco y
Madre Mazzarello.
Queremos vivir en perenne acción de gracias por nuestra llamada a ser discípulas- misioneras y por
el don de las vocaciones misioneras ad gentes en la Iglesia y en el Instituto.
El mes pasado, hemos dedicado nuestra reflexión al Puerto de Génova y a la bella y conmovedora
experiencia vivida allí como Consejo General. Hoy, queremos encontrarnos con Sor Ángela
Denegri, una de las tres FMA quien, a la partida de la Primera Expedición Misionera, tenía
solamente 17 años.
De ella no tenemos ¡ninguna fotografía! Pero intentamos imaginar sus rasgos ... Sabemos poco
también de su vida, porque se ha escrito poco en las Reseñas biográficas de las FMA difuntas en el
primer decenio del Instituto (1872-1882). Sin embargo, quisiera compartir con ustedes algunos
elementos de su breve vida que puedan ayudarnos a acercarnos a esta FMA, que partió joven para el
Uruguay y que partió joven hacia la Patria Eterna.
Sor Ángela Denegri había nacido en Mornese el 2 de febrero de 1860. Entró en el Instituto casi
niña, no había cumplido los 14 años. Madre Mazzarello la conocía personalmente a ella y a su
familia. Ante su insistencia para ser admitida a la Profesión, Madre Mazzarello, que de vez en
cuando tenía que alargar el hábito religioso, le preguntó a Don Bosco: “¿Convendrá admitirla a la
S. Profesión, siendo tan joven?” Y Don Bosco: “Sí, admítela, irá pronto al Paraíso”. Y fue admitida.
Hecha la Primera Profesión en Mornese, el 24 de mayo de 1876, partió como misionera con el
único deseo de llevar almas a Cristo. A los veintiún años ya estaba lista para el encuentro definitivo
con el Señor. Murió en Villa Colón (Uruguay) el 13 de diciembre de 1881.
Impresiona de repente el año de su muerte: ¡el mismo año de la muerte de Madre Mazzarello! Y sor
Ángela será la última FMA – entre las otras once – que muere en 1881. No es la primera misionera
ad gentes que va al Paraíso. Antes de ella, en Villa Colón, el 25 de septiembre de 1880, murió sor
Virginia Magone, que había partido en la segunda Expedición Misionera (1879).
Un hecho significativo que habíamos subrayado ya en otra circunstancia: todas las hermanas de la
primera Expedición Misionera partieron aún con votos temporales. Ninguna había hecho la
Profesión perpetua. ¿Y sor Ángela Denegri? Sor Ángela hizo la Profesión perpetua el 8 de
diciembre 1881, fiesta de la Inmaculada. Por tanto, cinco días antes de morir. Sin duda, la Virgen
abrazó esta hija suya y la presentó a Jesús, para que recibiera el premio de una vida breve, sí, pero
vivida con amor y fidelidad, alimentada por la pasión del Da mihi animas, cetera tolle.
Su mamá, a quien había ido para pedirle el permiso de partir para América, le dijo: “Tu eres todavía
una niña, ¿por qué quieres ir tan lejos?”. Ángela le responde con convicción: “Para salvar almas”.
Este breve recuerdo de la vida de Sor Ángela Denegri me sugiere una invitación muy particular:
sostener con la oración a todas las hermanas jóvenes, a todas las Junioras de nuestro Instituto.
Aquellas que apenas han hecho la Primera Profesión, aquellas que han jurado fidelidad POR
SIEMPRE hace pocos días, aquellas que viven un período particular de discernimiento, aquellas
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que están felices de la opción hecha y, sin miedo y con confianza, continúan el camino de
crecimiento vocacional.
Además, las invito a recordar en la oración a todas las jóvenes que están en búsqueda, que miran el
carisma de Don Bosco y de Madre Mazzarello con simpatía, que son promesa de futuro.
Recordemos también a las FMA jóvenes que por diversos motivos han dejado el Instituto en el
último año, para que encuentren el camino de su plena realización como hijas de Dios, para que no
le falte a ninguna la certeza de la presencia de María, que las abraza a todas y las tiene bajo su
manto materno.
Como gesto concreto, les propongo dejar sobre el altar durante toda la jornada, el nombre de
las Junioras FMA de su Inspectoría. Y para aquellas Inspectorías que no tienen hermanas
Junioras, propongo dejar sobre el altar nuestras Constituciones, abiertas en el artículo 73, para
interiorizarlo a lo largo del día, en un momento de oración personal o comunitaria.
A ustedes queridas hermanas Junioras, les propongo leer y orar la Carta 22 de Madre
Mazzarello: «Sor Denegri, ¿ya sabes bien el francés? Al estudiar las lenguas de este mundo,
estudia también el lenguaje del alma con Dios, Él te enseñará la ciencia de hacerte santa, que es la
única verdadera ciencia […] Que seas una buena Hija de Maria Auxiliadora y ora por mí, por tus
hermanas, por tus padres y por todos tus parientes».
Queridas, para concluir, quisiera recordarles nuestra GRAN EXPEDICIÓN MISIONERA que,
poco a poco, se va construyendo, constituyendo, ascendiendo del fuerte impulso del Da mihi
animas cetera tolle y de la consigna A ti te las confío. Del entusiasmo y del compromiso misionero
de cada una de nosotras, depende la amplitud de la mirada del Instituto: “Ampliad la mirada. Con
los jóvenes, misioneras de alegría y de esperanza”. La misión no tiene límites. ¡Todo lugar es
tierra de misión! ¡Todo corazón es un corazón en búsqueda! Nos toca a nosotras suscitar, con la
fuerza que viene de lo Alto, el deseo de Dios en el corazón de las personas que encontramos en el
cotidiano, especialmente en las/los jóvenes.
Un gracias especial por todas las resonancias que después del 14 de cada mes llegan al Ámbito de
las Misiones. ¡Son escuela de vida para nosotras!
En Don Bosco y Madre Mazzarello, un abrazo fraterno cargado
con la certeza de encontrarnos y permanecer siempre
unidas en la Eucaristía.
Consejera para las Misiones
alaide@cgfma.org