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1
Temporada de excavaciones: Noviembre 1983 -- Mayo 1984
EXCAVACIONES
EN TILTIL
NUEVAS
2
Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Santiago. Editor: Niemeyer Fernández,
Hans. SociedadChilena de Arqueología. Museo Nacional de Historia Natural (Chile).
(1991). Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena: 11-15 de octubre
de 1988. Santiago de Chile: Museo Nacional de Historia Natural.
NUEVAS EXCAVACIONES EN TILTIL 1
Temporada de excavaciones: noviembre 1983 - mayo 1984
Iván Cáceres Roque
Antonio Brunet Merino
Claudio Paredes D. 2
RESUMEN
Se dan a conocer ahora los resultados de las nuevas excavaciones realizadas en las
tumbas de túmulos localizados cerca de la pequeña ciudad de Tiltil (situada en la
Zona Central de Chile), más de cincuenta años después de la primera visita del
arqueólogo chileno Ricardo Latcham. La característica principal del depósito fue su
acelerado proceso de deterioro, principalmente debido a presuntos y continuos
“saqueos” o “expolios” o “robos arqueológicos” practicados durante muchos años.
Por esta razón, la mayoría de los túmulos funerarios (cinco) estaban alterados y solo
dos estaban intactos. A pesar de la escasez de datos extraídos, se determinó que la
cerámica del yacimiento era, en su conjunto, en su amplitud y en su coherencia,
perfectamente diagnóstica con las cerámicas recuperadas en otros cementerios
—y también en otras categorías de sitios no funerarias— pertenecientes al así
llamado “Complejo Cultural Aconcagua” (ahora llamada “Cultura Aconcagua”), pero
donde hay que especificar con énfasis que corresponden a yacimientos funerarios
ubicados al interior —y no en la costa— en el Área Intermedia o de Valles
Centrales, muy representativos, específicos y particulares, de la Zona o Cuenca
Hidrográfica de los ríos Maipo y Mapocho. Sin embargo, existen algunos atributos
diagnósticos que aun así, no parecen coincidir completamente con los definidos para
los tipos de Aconcagua.
1
Un texto reflexionado e inspeccionado por Antonio Brunet Merino.
An inspected and ponder text by Antonio Brunet Merino.
2
En Memoria de Claudio Paredes Díaz. Antropólogo Físico y Forense. Departamento
de Antropología. Universidad de Chile, en Santiago
3
ABSTRACT
Results of the new excavations carried out in the burial mound graves located near
the small town of Tiltil (located on the other hand also in the Central Zone of Chile),
more than fifty years after the first visit of the Chilean archaeologist Ricardo Latcham.
The main feature of the deposit was its accelerated deterioration process, mainly due
to alleged and continuous “looting” or “archaeological thefts” practiced for many
years. For this reason, most of the burial mounds (five) were altered and only two
were intact. In spite of the scarcity of data extracted, it was determined that the
ceramic of the deposit was, as a whole, in its breadth and in its coherence, perfectly
diagnostic with the ceramics recovered in other cemeteries —and also in other
categories of non-funeral sites— belonging to the so-called “Aconcagua Cultural
Complex” (now called “Aconcagua Culture”), but where it is necessary to specify
with emphasis that this cemeteries correspond to deposits located in the interior
—and not on the coast— if not in the Area of Intermediate or Central Valleys, very
representatives, specific and particular, of the Zone or Hydrographic Basin of the
Maipo and Mapocho rivers. However, there being some attributes that are
diagnostics, but what even so do not seem to coincide completely with those types
defined for the Aconcagua Culture.
The investigation of the Prehistory of the Central Zone of Chile has allowed in recent
years to recognize and delimit for the Late Agricultural and Ceramic Period a specific
cultural expression, which has first included units, but also subsequently,
heterogeneities in terms of sociocultural categories and diversified and multiple
spatial occupations, with kinship structures —co-residential— which offer quite
visible possibilities of shaping particular groups referring to the existence of their own
traditions on the one hand, and to the disposition also very possible, on the other
hand, to carry out more complex social constructions, based on enlargement of
kinship structures by consanguineous filiation, but mainly by alliance links between
the different parental communities of co-residents. This expression has been called
(during the 1980s) as “Aconcagua Cultural Complex”, although later this name,
afterwards, (during the 1990s) has been known as Aconcagua Culture, extended in
its geography by the rivers Aconcagua by the north and Cachapoal by the south. This
expression covers different ecological environments, including the coast, and inland
valleys to the Cordillera de los Andes (chain of mountains) and transcordilleran
branches (vid. Massone, 1980, p. 75). Temporarily it is placed approximately,
between the final centuries of the I Millennium A.D. and those who open the II
Millennium A.D. with an initial very variable date of + - 900 A. D. and the beginning of
the intervention subsequent of the Incas —where it is possible that the
Tawantinsuyu (other name for the Inca Empire) acculturated, in part, the Aconcagua
People towards the date of + - 1450 A.D.— when Chilean archeology determined,
at a later time to our investigation, the Inca presence in the Central Zone of Chile
around the date of + - 1400 or 1410 A.D. 3 4
Both cultures, the local and the Inca,
4
conclude with the arrival of the European invasion of the Center of Chile from the
years 1536 -1540 A.D.
INTRODUCCIÓN
La investigación de la Prehistoria de la Zona Central de Chile ha permitido en los
últimos años reconocer y delimitar para el período agrícola y cerámico tardío una
expresión cultural específica, que primero incluyó unidades, pero también
posteriormente, heterogeneidades en términos de categorías socioculturales y
diversificadas, y ocupaciones espaciales múltiples, con estructuras de parentesco
—corresidenciales—, que ofrecen posibilidades bastante visibles de conformar
grupos particulares que se refieren a la existencia de sus propias tradiciones, por un
lado, y a la disposición, también muy posible, por otro lado, de llevar a cabo
construcciones sociales más complejas, basadas en la ampliación de las estructuras
de parentesco por filiación consanguínea, pero principalmente por vínculos de
alianza entre las diferentes comunidades parentales de los corresidentes. Esta
expresión ha sido llamada (durante la década de 1980) como “Complejo Cultural
Aconcagua”, aunque más tarde este nombre, después (durante la década de 1990)
fue conocido como Cultura Aconcagua, extendida en su geografía por los ríos
Aconcagua por el norte y Cachapoal por el sur. Esta expresión cubre diferentes
ambientes ecológicos, incluyendo la costa, y los valles del interior de la Cordillera de
los Andes y las ramas transcordilleranas (vid. Massone, 1980, p. 75).
Temporalmente se coloca aproximadamente, entre los siglos finales del primer
milenio d. C. y los que abren el II Milenio d. C., con una fecha inicial muy variable de
+ - 900 d. C., y el inicio de la intervención y posterior ocupación inca —donde es
posible que el Tawantinsuyu ya hubiese aculturado parcialmente a los aconcaguas
hacia + -1450 d. C.—, cuando la arqueología chilena ya había determinado en un
momento posterior a nuestra investigación, la presencia inca en la Zona Central de
Chile alrededor de la fecha de + - 1400 o 1410 d.C.3 4
Ambas culturas, la local y la
inca, concluyen con la llegada de la invasión europea del Centro de Chile desde los
años 1536-1540 d. C.
________________________
3
Sánchez, R., D. Pavlovic, P. González y A. Troncoso (2004). Curso superior del río Aconcagua,
un área de interdigitación cultural. Períodos Intermedio tardío y tardío. Actas del XV Congreso
Nacional de Arqueología Chilena, Arica. Chungara, Revista de Antropología Chilena. Volumen
Especial, pp. 753-766.
4
Stehberg, R. y G. Sotomayor (2012). Mapocho Incaico. Boletín del Museo Nacional de Historia
Natural 61, pp. 85-149. Santiago de Chile.
5
DETERMINACION DE OBJETIVOS
Al tomar contacto con el sitio nos vimos enfrentados a una realidad que nos
presentaba singulares dificultades. Su principal característica era el acelerado
proceso de deterioro —debido fundamentalmente, pero tal vez no únicamente, de
acuerdo a nuestro primer pensamiento, que habremos de nominar solo como una
preselección mental de entrada al sitio— a un presunto “saqueo” practicado a Io
largo de muchos años. Ciertamente, la gran magnitud de este hecho nos debería
sugerir varias ideas frente a la necesidad de definir aquellos objetivos que
deberíamos plantearnos para desarrollar una correcta estrategia de investigación.
En este sentido, hemos optado por establecer significativamente un enlace básico
que nos vincule con una plataforma coherente con el yacimiento, que habrá de
consolidar, fijar, y asegurar una “correlación entre determinación de los problemas y
de los objetivos, pues según la indicación precisa de estos últimos, habrá de ser
también la indicación de los problemas centrales percibidos en una indagación. De
este modo, es posible presentar un escenario de asociacionismo paralelo entre
objetivos y problemas, que interactúan y se interrelacionan durante todo el curso de
la investigación, haciendo posible también a veces la construcción de fórmulas
generalizadoras” (vid. Asti Vera, 1968, p. 101). De este modo, al definir los objetivos
mismos subentendemos la presencia de problemas en nuestra investigación.
Una vez realizado un reconocimiento o examen previo al sitio, y luego de discutir
sus resultados determinamos la siguiente situación: el material arqueológico
potencialmente recuperable sería muy escaso.
Esta situación nos forzó a manifestar una aproximación inicial hacia una categoría
posibilista de visibilidad única del sitio, mediante una declaración que es desde
ya, en su fundamento, ampliamente concomitante y coincidente con la así llamada
Arqueología Tradicional Histórico-Cultural, que ejercía un papel dominante en Chile
en la primera mitad del siglo XX e incluso después, y que nosotros habremos de
expresar con el siguiente enunciado, —que viene a continuación más adelante—, el
que podría parecer —equivocadamente en una primera y única lectura— como una
paradoja desconcertante, trastocada y confusa, en relación con nuestro trabajo de
excavación, pero que en realidad efectivamente y sin duda alguna, habremos de
aclarar y clarificar que esta enunciación o declaración, de ninguna manera es uno de
los objetivos de nuestra indagación. De este modo, y afirmando con seguridad lo que
ya hemos dicho, exponemos ahora la siguiente expresión verbal: nos inclinamos de
todos modos por una opción racional de que cualquier intento de reconstrucción
histórico-cultural sobre este yacimiento —si esta fuese coherente realizarla, y
llevarla a cabo ahora en nuestra época actual, por diversos equipos de arqueólogos
con categorías metodológicas de campo similares a las de aquellos arqueólogos
historicistas— no sería posible lograrla en su totalidad, pues su resultado final
habría de ser no diagnóstico. Nuestra elección de que el material arqueológico
potencialmente recuperable sería muy escaso, se vio favorecida por dos razones:
6
a) En la excavación de 1928, Latcham recuperó del sitio suficiente información en
calidad y cantidad, lo cual nos permitió conocer —previo a la excavación—
ciertos bosquejos de historia cultural del sitio, y que estaba además en conexión
con la teoría y práctica arqueológica tradicional de ese nombre (más un
difusionismo extremo que más o menos la acompañaba), y que era dominante
en aquel entonces en Chile, y continuó siéndolo a lo largo de buena parte del
siglo XX.
b) Como ha sido señalado con anterioridad, existe ya una expresión cultural (la
Cultura Aconcagua) que está satisfactoriamente definida al comenzar la década
de los años 1980 en adelante, al menos en lo que atañe a los fundamentos
básicos de la información recuperable de los cementerios de túmulos. (vid.
Nota 1)
(Nota 1) Faltando obviamente, a partir de ahora y hacia el futuro, intervenir
explicativamente en los contextos culturales, incorporando
teorías científico-sociales competentes y vinculadas a metarrelatos
aclaratorios o esclarecedores fuertes, como lo es el materialismo
histórico (vid. Marx y Hobsbawm, 1971)
—criticado con mucha incomodidad y severidad, con evidencias
vacilantes e irresolutas, y con un nulo interés por el conocimiento
en profundidad de su carácter innovador, por algunos arqueólogos
muy conectados ahora con formulaciones que impliquen un “valor
de verdad” (o, por otro nombre, “formulación de una hipótesis
deductiva” que conlleva un carácter y una elaboración a partir de
sus fuentes formativas en función de razonamientos “atomizados”)
para llevar a cabo las investigaciones actuales en nuestras
ciencias sociales, donde se hace presente una fuerte orientación
ontológica en arqueología (es decir, fijar hipótesis deductivas
muy poco flexibles, como ya hemos dicho, o bien definitivamente
inamovibles e inexorables, tendentes en definitiva, hacia un
reduccionismo radical en virtud de aproximaciones particulares a
problemas formulados),5
y que por otra parte, está muy de acuerdo
por cierto, con los pensamientos de las generaciones más nuevas y
recientes (en este actual siglo XXI C.E.), que se han nutrido a partir
_____________________
5
hemos pensado activamente que enfoques bastante más aceptables, podrían ser
elaboraciones correlacionadas hacia “dominios de verdad y de realidad social”
que sean partícipes de metarrelatos historiógraficos-materialistas-dialécticos, y
que vendrían a ser (o deberían considerarse explícitamente) como socioculturales,
con una utilización de herramientas mentalistas-interpretacionistas-simbolistas-
cognitivistas solo complementarias a la labor cimentada en el realismo científico.
7
de factores probablemente muy impenetrables en sus propias
reflexiones, de las que han emanado o han procedido a fin de cuentas,
“rasgos con una intencionalidad muy sincera y particular de
hipotetizar la verdad” y que por cierto han llegado a ser
extremadamente complejos, pero que a una mayoría de ellos, al
parecer, esos resultados finales obtenidos los han conducido a
conclusiones entreveradas, fijándolas en un notable reduccionismo,
un verdadero callejón sin salida, el cual —de todos modos— encaja
muy bien con críticas tradicionales que abundan y son propias
de esta moda posmodernista tardía, muy atractiva para algunos
científicos más jóvenes,6
y además por la dificultad de determinar, el
valor heurístico que enriquece al materialismo histórico con ideas
novedosas en torno a las interconexiones materiales y más allá, es
decir, en avance hacia un fin más intenso, obteniéndose con ello
aportes epistemológicos meritorios, eficaces, útiles y provechosos y,
lo que es aún más importante, profundamente críticos en la primacía
que el materialismo histórico siempre ha otorgado y ha concedido a
sus intervenciones conducentes a explicacionessocialestensionadas
y dialécticas, generadoras ellas de cambios contradictorios profundos
al interior de las sociedades humanas, y todo esto a partir de las
bases o cimientos de las infraestructuras, a fin de llevar a cabo
planificaciones teórico metodológicas para una acción arqueológica
científica que está en constante crecimiento—
y/o bien además, tomar en cuenta —para introducirse como si fuese
una Teoría del Todo y desde allí escudriñar con mucha dificultad
en las problemáticas, y muchas veces ignoradas circunstancias
del pasado humano—, el empleo por una parte, de lecturas simbólico
sígnicas de orientación estructuralista, mentalista y materialista
lévistraussiana (con una tesis evidente y decisiva en Antropología,
de llevar a cabo un giro explicativo desde fundamentos provenientes
de la Lingüística Estructural y del Inconsciente Freudiano,
donde ClaudeLévi-Strauss se ubicapor un lado, con un pieal interior
del límite de su propia seguridad antropológica, y argumenta
una estrategia textual, que es en extremo, narrativamente
acomodada e impecable, bajo presuntas explicaciones realescuyo
_________________________
6
y donde muchos de ellos habrán de sentir además la necesidad imperiosa,
—y desde luego muy valiosa para nuestra ciencia—, de formarse como
profesionales orientados hacia una “pragmática inmediata”, al interior de
Consultorías Medioambientales, relacionadas también con la Preservación del
Patrimonio Histórico y Arqueológico de la Nación.
8
punto de arranque está en su sí mismo, en su búsqueda de
remembranzas, de sucesos, mentalistas todas y respaldadas por
cierta cantidad de etnografías ad hoc, y por otro lado, coloca el otro
pie fuera de ese límite, como un complemento de su imaginario, en
un conglomerado de textos significantes que le vienen a la memoria
y auténticamente escritos por él, pero donde su retórica alegórica
figurativa, o mejor aún, incluso a partir de sus apologías, de sus
metáforas y de sus emblemas,todo esto en conjunto con metonimias
y alusiones, se conjugan y armonizan únicamente en torno a
ocurrencias conexionadas todas con la realidad objetiva del ser
étnico antropológico en el tiempo y el espacio del aquí y del ahora)
(vid. Lévi-Strauss, 1984), y que para el arqueólogo solamente vienen
a representar, algo así como si fuesen narrativas que nos ofrece la
vista, figuradas e instaladas en un soporte de roca (en cavernas, o
abrigos rocosos, etc.), y en la alfarería decorada, o bien suspendidas
en muros de ciertos yacimientos arqueológicos monumentales, con
un contenido ideológico superestructural muy complicado, tal vez
todas ellas pletóricas de presuntas alegorías simbólicas
continuadas, y presuntamente con posibilidades de ser percibidas
evocativamente por el investigador, de lo pretérito de la humanidad;
—pero también podrían ser constituyentes para el mismo
investigador, de hallazgos, que a la manera de vías conducentes lo
transporten y lo encaminen, hacia un resultado o una solución que
den cuenta de la importancia científica de una teoría en cuestión
(como lo es por ejemplo la arqueología marxista), y que le ha de
permitir al investigador extraer juicios conjeturales, pudiendo recibir
quizás “hechos” y por lo tanto “conductas” a posteriori, ejecutadas
a priori por un artista como expresiones estéticas, pero donde
este habrá de exhibir, detrás de lo manifiesto, recubierto por
signos simbolizantes en apariencia profundamente inescrutables
y transmutados, aquella información valiosa que el arqueólogo
ha de obtener como ofertorios repletos de inferencias, las que en
principio podrían albergar tal vez, situaciones tangibles, observables,
evidentes, y/o reales y fácticas de desigualdad social (cfr. Marx y
Hobsbawm, 1971);
—o, en última instancia, efectuar intervenciones a partir de un
cuasi–cognitivo Interpretativismo simbolista y ontológico (vid.
Geertz, 1973; vid. Turner, 1969), bien sea en conjunto, o bien sea
por separado, de otro enfoque alternativo, denominado Arqueología
Contextual (vid. Hodder, 1982) de significantes socioculturales
en busca de sus respectivos significados a partir de los datos del
registro arqueológico, quizás tomando precauciones, pero también
observando con mucho interés.
9
Sin embargo, pensando en esa situación fáctica de que la escasez de hallazgos
recuperables en este yacimiento nos podría inducir a errores, postulamos la siguiente
posición, considerándola como un principio clave: todo sitio arqueológico debe ser
informado por un arqueólogo.
Esto que a primera vista puede parecer demasiado obvio, no lo es tanto si
recordamos que este yacimiento prácticamente no fue motivo de interés en un tiempo
posterior para ser examinado por aquellos investigadores que centraban su estudio
en la definición de la Cultura Aconcagua. No estamos por supuesto descalificando al
arqueólogo Ricardo Latcham —un buen investigador empirista durante la primera
mitad del siglo XX— sino planteando que en la actualidad la magnitud del proceso
de deterioro de un sitio, no debe impedir realizar una operación que procure una
búsqueda exhaustiva de información y de datos determinantemente arqueológicos o
antropológico-físicos por lo menos, en donde estos por virtud de este principio,
habrán de ser reconocidos por un arqueólogo como productos efectivos provenientes
de un trabajo cultural humano (vid. Nota 2)
(Nota 2) Y donde este cementerio próximo a Tiltil, ya es en sí mismo,
obviamente, una producción, un paisaje, o incluso un conglomerado
de viviendas culturales para los muertos, mediatizadas a través de
vínculos sagrados, “quizás bipartitos”, —habrían de afirmar al
unísono los arqueólogos estructuralistas—, en cuanto a que su
pertenencia al dominio de la muerte, podría haber sido nada más que
un tejido complicado de significaciones que formarían una totalidad
interconectada y no divisiva con las viviendas de los vivos en las
agrupaciones residenciales Aconcagua 7
(cfr. Levi-Strauss, 1984).
Y la temática aquí, es que a partir de las lógicas concretas de esos
“pensamientos salvajes” 8
—de acuerdo a Claude Levi-Strauss—
_______________________
7
Sánchez Romero, Rodrigo (1995). Muerte, Vida, Mujeres y Hombres en la
Cultura Aconcagua. II Congreso Chileno de Antropología, pp. 155-159. Colegio
de Antropólogos de Chile A. G, Valdivia.
8
[o mejor podríamos decir nosotros, esas lógicas concretas de los “pensamientos
silvestres”, de los pueblos o etnias del mundo, o tal vez de otras lógicas mágicas
y míticas, que Levy-Strauss identifica como conjuntos de categorías binarias
opuestas a los “pensamientos domesticados”, o sea aquellos que involucran el
quehacer de la teoría y la praxis de la ciencia occidental moderna, sin que Claude
Levy-Strauss desacredite de ningún modo los pensamiento mágicos, sino que
los ubica más bien en “un plano de igualdad, pues tienen como principal función
el agrupamiento y la clasificación de acuerdo a poner un orden en el universo”
(cfr. Levy-Strauss, 1984). De este modo, “el pensamiento mágico no es una
forma de ciencia balbuciente. La magia constituiría un sistema perfectamente
articulado, tan acabado y coherente como la misma ciencia occidental”. cfr.
Levy-Strauss, 1984]
10
está en definitiva, el por qué este investigador francés llega a
consideraciones y conclusiones propias, pero escasas en su modo de
proceder y en su cautela y ponderación, de que los “pensamientos
mágicos, míticos o salvajes”, se ajustan a una percepción y a una
imaginación,
—por ejemplo, en las oposiciones o niveles de cultura/naturaleza, o
de vida/muerte—
donde al echar mano “ellos” (aquellas gentes o aquellos pueblos) de
todo ese inmenso universo de razonamientos e inferencias, que
tenían a su disposiciónpara concretar el pensamiento subyacente que
se refleja en sus propias clasificaciones, lograríamos nosotros percibir
que todas ellas funcionan analógicamente (vid. Levi-Strauss, 1984).
Para Claude Levi-Strauss, solamente un análisis estructural entre los
distintos niveles, permitiría dilucidar las referencias a cada elemento
del discurso mítico o ritual a que apuntan (Ibidem, 1984). Este
antropólogo nos dice que no hay que privilegiar un aspecto para
encarar el análisis. La interpretación, o mejor aún, la búsqueda de
explicaciones a más largo plazo, —de acuerdo al francés Claude
Lévi-Strauss—, debe realizarse desde ambos aspectos, integrando
acontecimiento y estructura, o bien si se quiere, estética y lógica
(Ibídem, 1984). El antropólogo Claude Lévi-Strauss hace mención de
los “sistemas de transformaciones”, e intenta dilucidar las relaciones
que toman ambos niveles del análisis, que son a primera vista,
opuestos. Para este antropólogo francés, las relaciones de simetría o
inversión, no deben interpretarse como derivaciones a partir del
contenido de un sistema de base, sino intrínsecamente deben
interpretarse como la base misma (Ibídem, 1984), desde la cual erigir
todo este “sistema lévistraussiano”, que se habría de interpretar al
final. Lo importante aquí para Claude Lévi-Strauss no es el contenido
de lo que él llama sus “contradicciones” entre los niveles, sino más
bien el hecho de que esas contradicciones existan: vida/casa;
muerte/tumba.
Pues de acuerdo a este antropólogo, las formas en que se producen
esas “contradicciones”, más allá de lo que debe pertenecer a sus
contenidos particulares, son para él “mucho menos variadas de lo que
parecen” (Ibídem, 1984), como podría hacerse énfasis tal vez —si
es que viniesen a nuestra memoria, ahora mismo, en este instante,
11
evocaciones imaginativas, abundantes en proposiciones dicotómicas
complementarias, que representasen o significasen además, bien
sean, por un lado, solo cosas, o bien sean, por otro lado, relatos o
imágenes con distinciones o diferencias— en esta dualidad de
vida/muerte, y sus “sistemas de transformaciones” que tendríamos
que hallar, según se infiere a partir de este particular “logicismo
lévistraussiano”, en los antiguos cementerios Aconcagua, como
ocurre con esta necrópolis próxima a la pequeña Ciudad de Tiltil,
un yacimiento con mucha riqueza para búsquedas más o menos
fructíferas a fin de proceder hacia una epistemología arqueológica
cada vez más prolongada y compleja, pero infortunadamente con una
enorme escasez de hallazgos potenciales procedentes del interior
del sitio mismo —que nos hubiesen conducido quizás hacia
búsquedas más generalizadoras, lo suficientemente satisfactorias
para efectuar por lo menos, recapitulaciones, a partir de inferencias
fuertes en bases de datos mucho más amplias y extensas, obtenidas
por mediación de un análisis matemático-metodológico, en torno
a conductas humanassociales aún indistinguibles,referidas a este
yacimiento de “El Monumento”, pero esta vez con una validación
intensamente más probabilística—.
Basados en el principio clave que ya hemos postulado más arriba, aislamos algunas
ideas que a nuestro entender nos permitirían desarrollar una correcta estrategia de
investigación.
DEFINICION DE OBJETIVOS
Enfrentados al sitio y a sus condiciones culturales y naturales planteamos los
siguientes objetivos para ser resueltos a nivel metodológico y técnico:
I. Conocer y enfrentar aquellos problemas que plantea la excavación
de un yacimiento que ha sufrido un creciente proceso de deterioro.
Conjuntamente con esto, pretendemos conocer el comportamiento
actual de un sitio arqueológico transcurridos más de 50 años desde su
primera excavación por otro investigador.
12
II. Determinar qué significado tiene —pero solo desde un punto de vista de
preferencia posibilista,con un acotado y muy limitado probabilismo— la
contribución de la cerámica recuperada en el sitio, al contexto cerámico
general de la denominada Cultura Aconcagua.
DESARROLLO DE OBJETIVOS
OBJETIVO I
Antecedentes: la excavación de Ricardo Latcham
En septiembre de 1928 y por encargo del Museo Nacional, el arqueólogo Ricardo
Latcham excavó dos cementerios de túmulos ubicados a pocos kilómetros del pueblo
de Tiltil. Al primero de ellos lo denominó “El Algarrobal”, donde excavó 8 de los 21
túmulos que le fue posible identificar. Al segundo lo llamó “Cementerio del
Monumento” por su proximidad al monolito erigido al independentista chileno del
siglo XIX Manuel Rodríguez; allí excavó 16 de los 94 túmulos identificados. En
ambos sitios, los túmulos tenían entre 8 y 15 metros de diámetro y se elevaban sobre
el suelo entre 1 y 2 metros. A partir de la excavación se estableció que el material de
relleno era una especie de loess que tenía una composición diferente de la del lugar;
el autor sostiene que provenía del estero ubicado a unos cientos de metros de los
cementerios (vid. Latcham, 1928, pp. 264-265).
Las excavaciones se hicieron en forma de cruz hasta una profundidad do 3 a 3 1/2
metros. Las trincheras tenían una anchura promedio de 1,50 metros y su longitud
variaba de 6 a 12 metros. Cuando el resultado de las excavaciones no era
satisfactorio, se removía la tierra que formaba los ángulos interiores de la cruz hasta
la misma profundidad, dejando descubierta toda la superficie del montículo. La
profundidad de la tierra acarreada de otra parte era generalmente de 2 a 2,5 metros,
pero se seguía la excavación un metro más, porque con frecuencia se hallaban
restos enterrados en la tierra firme debajo de los túmulos (Ibidem, 1928, p. 266).
Del total de las tumbas excavadas se recuperaron 44 esqueletos, 12 de los cuales
se encontraban en condiciones mínimas de ser trasladados al museo. Dos de estos
esqueletos presentaban cráneos deformados artificialmente (Ibidem, 1928, p. 266).
13
No todos los esqueletos se hallaron a la misma profundidad. La mayoría se
encontraba sobre la superficie de la tierra firme, pero otros estaban enterrados en
ella a profundidades que variaban entre 60 cm. y 1 metro, y no pocos se encontraban
cerca de la superficie del montículo. Estos últimos al parecer provenían de entierros
subsecuentes, efectuados después de la formación del túmulo. Según el autor, es
posible que cada túmulo fuese una sepultura de familia, lo que explicaría el hecho
anotado. Afirma Latcham que, “dicha hipótesis se hace más probable por cuanto
algunos de los túmulos contenían más de un esqueleto, en algunos casos hasta
cuatro y aún cinco, distribuidos en diferentes puntos y a distintas profundidades”
(vid. Latcham, 1928, p. 266).
En varios túmulos se encontraron restos de párvulos y en cuatro casos dichos restos
se hallaron dentro de grandes ollas, dos de ellas tapadas con platos de greda
(Ibidem, p. 267).
El material cultural recuperado de las tumbas y asociado a los esqueletos era poco
numeroso. Alrededor de 30 piezas de cerámica se encontraban en buen estado de
conservación; el resto consistía en fragmentos. La mayor parte de la alfarería era del
tipo doméstico: ollas, cántaros, lebrillos, callanas, platos etc.; muchas de estas
piezas estaban cubiertas de hollín. Además, se encontraron piezas de una pasta muy
fina, decoradas con dibujos en negro o en negro y rojo. El elemento decorativo más
repetido era el trinacrio (Ibidem, p. 268).
Aparte de la cerámica se encontraron 3 puntas de proyectil (pequeñas y toscas) y
una docena de raspadores de piedra (Ibidem, p. 268).
Nuestra excavación
A diferencia del arqueólogo Ricardo Latcham, en nuestra inspección al “Cementerio
del Monumento” encontramos tan solo 22 túmulos, muchos de ellos difícilmente
reconocibles, casi todos notablemente desorganizados y solamente 2 de ellos no
alterados por la mano de presuntos “saqueadores”.
14
Los escritos de Ricardo Latcham no mencionan en ningún momento el estado de
conservación de los túmulos. En un manuscrito suyo leemos: “En los años anteriores
un gran número de estos túmulos han sido abiertos y son muy pocos los que quedan
intactos” (vid. Latcham, ms., 1928); aparte de esta mención general el autor no entra
en detalles. Por ese motivo no podemos saber qué túmulos encontró presuntamente
“saqueados” al llegar al sitio, y cuales fueron aquellos que él excavó. No obstante,
interpretamos —a partir de sus referencias— que llevó a cabo sus excavaciones
sobre túmulos intactos.
Para realizar la excavación elegimos ex profeso un área determinada. En ella se
inscribían los 2 túmulos no alterados, 5 túmulos desorganizados, y una superficie, en
el límite del sitio, en la cual se practicó una trinchera para conocer la estratigrafía
natural del yacimiento. Hay que señalar que el límite actual visible de este es
absolutamente arbitrario, puesto que diversas obras han efectuado un aplanamiento
mecánico en toda el área adyacente que lo circunda. De modo que es fácil suponer
que muchos túmulos han sufrido el arrasamiento de su montículo quedando el resto
bajo la superficie actual nivelada. Incluso en labores de jardinería realizadas en el
sector de emplazamiento del monumento al independentista chileno del siglo XIX
Manuel Rodríguez se han encontrado periódicamente fragmentos de cerámica.
En relación con los túmulos no intactos, que se consideraban “saqueados”, nuestro
interés era dar cuenta de evidencias en torno a algún reconocimiento —aún cuando
solamente, como ya lo hemos citado, vendría a ser desde una perspectiva
preferentemente posibilista— en cuanto al método de trabajo de campo llevado a
cabo por el arqueólogo Ricardo Latcham, a fin de observar y quizás definir algunos
patrones diferenciales, que pudieran tal vez ofrecernos indicadores en torno a los
procedimientos metodológicos que fuesen determinantes, de hecho, de la presencia
de una excavación arqueológica efectuada por este investigador. Hemos de
recordar, que Ricardo Latcham era considerado —en ese instante histórico de la
primera mitad del siglo XX— un empirista consumado; un buen estudioso de los
hechos, los que comparaba y tipologizaba.
15
Para esto consideramos lo siguiente:
(1) que un saqueador ha de excavar de una manera caótica, desordenada y
confusa.
(2) que el arqueólogo Ricardo Latcham excavaría con una técnica de excavación
conexionada con un referente histórico-cultural determinado.
(3) que esta técnica sería reconocida por nosotros.
Los resultados obtenidos en nuestro breve examen de los 5 túmulos fueron muy
similares, no percibiendo mayor diferencia entre ellos. Esta sentencia puede ser
explicada por alguna de las siguientes alternativas:
(a) que existiese una cierta vaguedaden nuestro conocer posibilistade que tal
vez, en este yacimiento, el arqueólogo Ricardo Latcham no hubiese llevado
a cabo una excavación arqueológica enteramente y absolutamente
conectada con una metodología visibilizada en extremo, categóricamente
definible, con particularizaciones destacables, y además señalizada y
conceptualizada bajo un esquema o conexión congruente con el modelo
histórico-cultural ya establecido por aquella época (la tercera década del
siglo XX) en la República de Chile, pero que también fuese observable por
nosotros ahora en nuestros días. Y en función de la imposibilidadde registrar
su intervención válidamente —en este sitio por lo menos— nos resultó
prácticamente indistinguible su presencia, debido a un bajísimo carácter
visual, incapacitándonos para dar cuenta, ni siquiera de manera totalmente
discreta (separada o distinta), de alguna actividad de Ricardo Latcham en los
hechos mismos sobre este yacimiento, y menos aún cualquier evidencia
posible que involucrase o no a Latcham de algún modo, a la actividad
inherente de lo que se define arqueológicamente en nuestros días con el
concepto moderno vinculado al acto de “saquear”, “expoliar” o llevar a cabo
“robos arqueológicos” (apoderarse de todo o de la mayor parte de lo que se
encuentra en un yacimiento arqueológico, contribuyendo en definitiva, a
provocar una desorganización generalizada de este como conclusión).
16
(b) que los “saqueadores” actuaron sobre todos los túmulos desorganizados
que nosotros excavamos.
(c) que nosotros —en conexión con lo afirmado en la alternativa (a)— no fuimos
capaces de reconocer algún gradiente de diferencia entre las excavaciones
arqueológicas de Ricardo Latcham, y la confusión de artefactos hallados
en secciones del sitio, que puede ser o no, un subproducto de la actividad
radicalizada que nos permite en última instancia darnos cuenta
efectivamente de la presencia de presuntos “saqueadores” allí, pero aun así
hemos considerado que esta última alternativa (c) es la que tiene mejores
posibilidades de ser la más acertada. De todos modos, decidimos ubicar
estos conceptos muy controvertidos y muy conflictivos para nosotros en este
yacimiento —vale decir “saqueo”, “expolio”, “robo arqueológico” y toda
variante lingüística más amplia relacionada con ellos— con una escritura
entrecomillada, para admitir nuestra limitación de eventualidades no
previsibles para obtener respuestas coherentes.
Técnica de la excavación
En primer lugar, en nuestra excavación empleamos “unidades artificiales” de 20 cm.,
pero en función de la arbitrariedad de estos niveles, hemos seleccionado por último
el más idóneo proceso de excavación estratigráfica (vid. Harris,1979, pp. 39-40).
Latcham sostiene que, en los túmulos de Tiltil, “no hay ninguna fijeza en la ubicación
del cadáver. A veces se encontraba en el centro, a veces a un costado y con
frecuencia enterrado en la tierra dura debajo de cualquier parte del montículo” (vid.
1928, p. 266). De acuerdo a esta situación, optamos primero por excavar en el centro
de cada túmulo intacto una cuadricula de 2 x 2 metros y una trinchera de 1 x 2 metros
en los túmulos presuntamente “saqueados”. Esta estrategia cumpliría dos metas
básicas:
(a) en los túmulos intactos, obtendríamos la mayor potencialidad de material
cultural.
17
(b) en los túmulos “saqueados”, considerando que este “saqueo”, “expolio” o
“robo arqueológico” siempre afectaba al centro del montículo, obtendríamos
un excelente registro para dar cuenta de esta “presunta acción
perturbadora”; tanto su magnitud como su impacto en la remoción del
material cultural.
Se tomó la decisión en este “Cementerio arqueológico del Monumento”, cercano al
pueblo de Tiltil, de llevar a cabo una Clasificación no Estandarizada de Perfiles
Estratigráficos, a los que hemos decidido otorgarles una validación que ha de venir
a ser indicada —y al mismo tiempo estar intercedida o mediada— por las notables
similitudes o semejanzas posibilistas entre ambos conceptos de relacionables y/o
de equiparables para todos los perfiles estratigráficos del yacimiento (vid. Harris,
1979, capítulos 7 y 8), lo que hubo de ser así, en cuanto hallamos un vínculo
acumulativo dominante que se produce en el sitio, entre las Unidades
Estratigráficas de Tumbas Aconcagua del cementerio, con presencia de registro
arqueológico (vid. Harris, 1979, capítulos 6, 7 y 8), —declarándose una evidencia
cotejable entre los túmulos 1, 7, 2, 3, 4 y 6— y una Unidad Estratigráfica Natural
Común, sin registro arqueológico, por debajo de la última secuencia estratigráfica
antrópica.
En aquellos túmulos no alterados, se dio comienzo a la excavación en su punto
culminante (vid. esquema 1)
esquema 1
18
Sin embargo, en los túmulos “saqueados”, o alterados, la excavación se inició
a partir de la superficie actual del “saqueo” allí realizado (vid. esquema 2)
esquema 2
Estratigrafía limítrofe del yacimiento
El perfil estratigráfico limítrofe del yacimiento —precisamente justo en su extremo
contiguo y adyacente—, se compone de seis Unidades Estratigráficas Naturales
con una profundidad total de 2 metros. Su orden y textura es la siguiente (vid. p. 17
de este artículo):
Estrato 1: capa vegetal terrosa; textura fina
Estrato 2: capa terrosa; textura de partículas medianas; escasez de partículas finas
Estrato 3: capa arenosa de textura mediana y color gris
Estrato 4: arenas de textura mediana y consistencia floja
Estrato 5: arcilloso, de textura muy fina, y color café oscuro
Estrato 6: bloques grandes de bolones y arenas de consistencia floja.
Esta estratigrafía corresponde a la trinchera A, realizada en el límite del sitio
19
TRINCHERA A
Pared Oeste
Escala 1: 20
20
LAS TUMBAS
TÚMULOS INTACTOS
TÚMULO 1
Pared Norte
Escala 1:20
Se encontraron restos óseos pertenecientes a dos individuos humanos.
individuo 1
Su ubicación correspondía a una fosa elíptica ubicada al centro del túmulo entre
los 5 y 61 cm. de profundidad (estrato nº 2), si bien hallamos una disturbación,
que logramos verificar posteriormente, de que el fondo de excavación de la tumba
21
se extendía incluso hasta los 80-90 cm. destruyendo parcialmente un segmento
completo del estrato nº 3 [según Harris, 1979, Capítulo 9, p. 90, esto podría ser
inferido eventualmente como “una interface de destrucción, que vendría a ser
entendida como evidencia estratigráfica negativa, la que aparece bien clarificada
en los planos de la excavación, pero que no es necesariamente tan evidente en
las secciones o perfiles estratigráficos verticales de la misma”. Traducción nuestra].
Los restos comprendían un cráneo incompleto, fragmentos de huesos largos y piezas
dentales. La posición era extendida, decúbito dorsal y orientada hacia el Norte.
Asociado al cráneo, a una altura de 10 cm. se encontró un puco (fig. 8) y un jarro
globular decorado (fig. 6). También se recuperaron fragmentos de cerámica.
Individuo 2
Se encuentra a 50 cm. al Oeste del individuo 1. Entre los 90 y 140 cm. de profundidad
aparecieron numerosos restos óseos fragmentados (se identificó con seguridad una
costilla). No se encontró ningún fragmento de cráneo y no se pudo determinar su
posición. A 15 cm. de la costilla se halló una escudilladecorada fragmentada (fig. 9).
Observación y análisis
Estamos en presencia de un túmulo en el que se han encontrado dos entierros:
uno de ellos ubicado en el centro mismo del túmulo y próximo a la superficie
de este, y un segundo cuerpo enterrado a mayor profundidad, con una localización
y disposición de los restos diferente a los del cuerpo anterior, más limítrofe
esta vez hacia el Oeste, y no centrada en el túmulo. La alteración parcial en el
individuo 2 puede ser, en parte, por la realización de la fosa para depositar al
individuo 1. A pesar de esto, despierta curiosidad la no aparición de restos craneanos
del segundo individuo. Con respecto a este hecho no podemos dejar de citar a
Latcham: “Llama la atención que cuatro de los cadáveres encontrados en el
cementerio del ‘Algarrobal’ carecían de cabeza, no encontrándose vestigios del
cráneo en la sepultura, lo que demuestra que habían sido decapitados antes del
entierro. En un caso se encontró el cráneo separado del tronco y colocado entre los
pies del esqueleto” (vid. 1928, p. 267). Sin embargo, la carencia de huesos
craneanos de uno de los individuos no permite ejecutar in situ, ciertas correlaciones
cráneométricas —considerando desde luego, que esas relaciones recíprocas
podrían ser ahora en este siglo XXI, tal vez científicamente no demasiado precisas,
y/o algo confusas, o bien por el contrario, que vengan a ser mucho más complejas y
más variables en el contexto de una biología humana— pero que sin embargo sean
posibles de hacerse, y que vengan a ser realizables, viables y factibles con una
certeza estimable entre ellas, lo que podría sugerir eventuales respuestas frente a la
posibilidad de que estemos ante un enterratorio situacional con tipología de túmulo
corresidencial.
22
TÚMULO 7
Pared Norte
Escala 1:20
Tumba de forma elíptica
23
Es una tumba de forma elíptica comprendida entre los 80 y 110 cm. de profundidad
(estrato nº 3) y ubicado al costado Norte del túmulo. Se encontraron aquí los restos
pertenecientes a un individuo. Su posición era decúbito dorsal y se orientaba de
Este a Oeste. Los restos se presentaban en regular estado de conservación y
comprendían un cráneo incompleto, fragmentos de mandíbula, fragmentos de tibia y
peroné (izquierdo-derecho), más otros fragmentos pequeños de huesos largos, no
identificables con seguridad. Asociado al cráneo se hallaron dos pucos (figs. 2 y 3)
y una olla grande (fig. 4). Prácticamente pegado a la tibia y peroné se encontró un
puco (fig. 5) y a 10 cm. de ellos una olla pequeña (fig. 1). Ninguno de ellos estaba
decorado. Ubicada entre dos cerámicas (figuras 1 y 5) había una concha de un
molusco llamado loco (Concholepas concholepas), que habita las costas de Chile y
Perú. El loco es una Clase de molusco gasterópodo, es decir, aquellos que presentan
un área cefálica o cabeza, un pie musculoso ventral, y una concha dorsal.
Observación y análisis: llama la atención la cantidad elevadamente significativa de
cerámica no decorada que acompaña al individuo (vid. Objetivo 2: Análisis), y
también la situación de una escudilla (fig. 5) que se presentaba apegada en los
bordes a los fragmentos reconocibles de tibia y peroné. Finalmente observamos el
hecho de que habían algunos fragmentos de esos huesos largos que nosotros
calificamos en nuestro análisis de campo como no identificables, pero que estaban
incluidosdentro del cráneo, y se hallabanademásen un orden determinado, es decir,
cada uno de estos fragmentos óseos estaba dispuesto en una posición semivertical,
y asimismo se situaban en estrecha vecindad, pues se ubicaban adyacentes y
contiguos entre sí, actuando el cráneo a modo de urna. Sin embargo, esta situación
no parece implicar ningún tipo de alteración del cuerpo, que constituya una conducta
o un procedimiento que coadyuve o contribuya al hecho de haberse efectuado un
posible entierro secundario posterior (vid. Latcham, 1915, pp. 240-243) que habría
de dar por terminado definitivamente un largo proceso de ritos de paso del difunto,
(vid. Turner, 1969) desde su muerte física hasta su partida definitiva (fases:
preliminar, liminar y postliminar, cfr. Van Gennep, 1960, pp. 11, 21, 146-164) hacia
el más allá (vid. Latcham, 1915, pp. 240-243), pues en este caso, la relación entre
la posiciónde los huesos largos y el cráneo no constituía una evidencia o un “hecho”
fuerte de confirmación. Y al no observar otros hechos coincidentes o concordantes,
optamos por descartarlo, aun cuando Ricardo Latcham ya menciona el hallazgo de
restos óseos dentro de ollas (vid. Objetivo 1: Antecedentes) sin entrar en detalles
y sin publicar láminas de ellas.
24
LAS TUMBAS
TÚMULOS ALTERADOS
TÚMULO 2
Pared Norte
Escala 1:20
25
Este túmulo era el de mayor tamaño entre los elegidos para excavar. En razón de su
magnitud se empleó una técnica particular, practicándose una trinchera en L con una
longitud de 4 metros en dirección Este-Oeste y de 2 metros en dirección Norte-Sur y
una anchura de 1 metro. Se excavó hasta una profundidad de 130 cm. desde el nivel
superior del llamado por nosotros “centro del cráter” (vid. esquema 2) de este
túmulo alterado hasta alcanzar el estrato estéril formado por grandes bolones de río.
hallazgos: a 20 cm. de profundidad (estrato nº 2) surgieron algunos indicios de
ocupación bastante alterados (restos de un fogón); luego, entre los 50 y 100 cm.
(estrato nº 2) aparecieron en forma aislada y diseminados varios fragmentos óseos
correspondientes a huesos largos y cráneo. En los 105 cm. (estrato nº 3) se recuperó
una punta de proyectil triangular de base escotada. No se encontró ningún fragmento
cerámico.
TÚMULO 3
Pared Este
Escala 1: 20
26
Se caracteriza por la escasa presencia de material arqueológico, con “elementos
interfaciales de superficie” (vid. Harris, 1979, capítulo 7, pp. 54-68), que se podría
traducir con precisión como casi superficial, aplicándose este concepto al límite
superior de un depósito, o a la línea de contacto entre dos depósitos. (Ibidem, 1979,
capítulo 7). En este caso el registro se encontraba entre 0 y 40 cm. en el estrato nº1,
a la manera de una muy débil “evidencia estratigráfica de acción negativa” (vid.
Harris, 1979, Ibidem). Aquí se hallaron algunos restos de cerámicano decorada junto
a pequeños fragmentos óseos. En los 70 cm. (estrato nº 2) se recuperaron
fragmentos cerámicos decorados.
El estrato de bloques grandes, sin material cultural, aparece en los 110 cm. Sin
embargo, para efectos de control se excavó hasta 170 cm. sin encontrar evidencias
positivas de material arqueológico.
27
TÚMULO 4
Pared Este
Escala 1:20
Se hallaron fragmentos cerámicos sólo en el nivel superficial (5-20 cm.) en el estrato
nº 1, a la manera de “elementos interfaciales de superficie” pues según Harris
(vid. 1979, capítulo 7, pp. 54-68) este concepto “se aplica al límite superior de un
depósito o la línea de contacto entre dos depósitos” (Traducción nuestra). Se
encontraban en una capa con características más-menos uniforme constituida por
arenas medianas mezcladas con escasas piedras. Entre los 141-150 cm. aparecen
los bloques de piedras grandes. Se excavó hasta los 2 metros de profundidad.
28
TÚMULO 5
Pared Este
Escala 1:20
Es una pequeña prominencia circular apenas perceptible. Se optó por su excavación,
pues en un primer momento se pensó que podría significar un nuevo túmulo intacto.
Sin embargo, tras los primeros 100 cm. no apareció material arqueológico. A esa
profundidad surge el estrato señalizador de bloques grandes de bolones. Luego de
excavar este estrato hasta los 160 cm. y sin evidencia positiva de ningún tipo se
determinó paralizar la excavación.
29
TÚMULO 6
Pared Este
Escala 1:20
Se encontraba entre el límite del área de excavaciones y el camino que la separa del
monumento a Manuel Rodríguez. Al construirse dicho camino con el fin de realizar
carreras de caballos en el ámbito de fiestas que conmemoran a la figura del
independentista chileno del siglo XIX Manuel Rodríguez, el túmulo fue cortado en
30
dos sectores quedando una sección mayor totalmente aplanada y formando parte de
la llamada “cancha” ya consolidada y establecida para las carreras de caballos. Otra
sección menor quedo levantada y continúa conservando su aspecto formal de
túmulo. En este último sector se efectuó la excavación.
hallazgos: En un principio, durante la excavación del sector de la Pared Oeste de
esta trinchera de 1 x 2 metros en este túmulo alterado, y hasta los 120 cm, no
apareció ningún material arqueológico. A esa profundidad comienza el estrato de
bloques de bolones. Sin embargo, al excavar la Pared Este de la trinchera de este
túmulo desorganizado —pero observándolo ahora de un modo más atento y asiduo,
y también más cuidadoso y perseverante— hallamos una zona limítrofe entre dos
estratos contiguos, y en ella un “elemento interfacial negativo” a los 76-79 cm.
(vid. Harris, 1979, capítulos 7 y 8, pp. 53-81), —precisamente bajo el estrato nº 3, y
el que lo sucede, es decir, incrustado en el estrato nº 4, lo que involucra inferencias
acerca de “aquellos estratos que han sido disturbados o destruidos en escasa
medida” (vid. Harris, 1979, Ibidem)—, donde se recuperó una punta de proyectil
triangular de base escotada asociada a restos óseos humanos en muy mal estado
de conservación que no tenían ninguna disposiciónclara entre ellos.
OBJETIVO II
La escasez del material cerámico recuperado, el estado de disturbación y/o presunto
“saqueo” del yacimiento y el conocimiento y distinción de la tipología cerámica
de la Cultura Aconcagua en años recientes (vid. Massone,1978,1979), fueron
las tres consideraciones que tomamos en cuenta al desarrollar este objetivo. Las dos
primeras son el resultado de nuestra observación inicial de entrada y de nuestro
recorrido por el terreno mismo previo a la excavación, y la tercera es inherente al
avance de la investigación arqueológica en el análisis de muestras de conjuntos
alfareros de la Cultura Aconcagua. Estas limitaciones nos obligaron a examinar de
manera metodológica y técnica solamente un conjunto de atributos diagnósticos que
nos fue posible detectar en la cerámica del sitio, para confrontarlos posteriormente
con aquellos que caracterizan a los tipos cerámicos Aconcagua —ya definidos hasta
ahora— y obtener así algunos resultados.
La mayor parte de las vasijas procedían del túmulo 7 y no presentaban decoración.
De los 5 objetos cerámicos recuperados en esta tumba, 2 de ellos correspondían al
tipo Aconcagua RojoEngobado (pucos, figs. 2 y 3) en la variedad no decorada. Este
tipo se encuentra en los túmulos funerarios en directa asociación con alfarería
Aconcagua Salmón (vid. Massone,1979, p. 256) y también solo. En nuestro caso
representa la ofrenda cerámica en compañía de otras vasijas de confección más
burda. Su presencia está de acuerdo con los datos que indican una mayor frecuencia
de la variedad sin decoración en la cuenca de Santiago (Ibidem, p. 254)
31
Análisis del material cerámico recuperado en el cementerio de túmulos de Tiltil.
Nuestro Segundo Objetivo general fue determinar el significado de la contribución de
la cerámica recuperada en el yacimiento al contexto cerámico general de la Cultura
Aconcagua. Con este fin se definieron los siguientes objetivos específicos:
a) detectar los atributos que permitieran clasificar el material cerámico de Tiltil de
manera diagnóstica.
b) analizar comparativamente esta serie de atributos con aquellos que tipifican a la
cerámica de la Cultura Aconcagua.
Por atributo entendemos cada una de las características, o rasgos, o propiedades,
que identifican un conjunto específico de artefactos, los que son por definición,
productos de las acciones sociales e individuales de sujetos humanos (Heráz y
Martínez, p. 20, separata S/F). En este caso, son indicadores de la cerámica del sitio
(o sea, diagnósticos de ella) y pueden ser opuestos o confrontados con otros que
son ajenos a él.
Las técnicas utilizadas para cumplir con los objetivos específicos fueron:
1) Análisis de laboratorio con el objeto de detectar los atributos diagnósticos de
la cerámica de Tiltil. Empleo de la Nomenclatura Clasificatoria de piezas
cerámicas establecida por la Convención de Córdoba (1964).
2) Revisión de fuentes bibliográficas especializadas con el fin de identificar los
atributos típicos de la alfarería perteneciente a la Cultura Aconcagua.
3) Manejo de tablas comparativas entre ambas series de atributos en el proceso
de Contrastación.
Para determinar la composición del antiplástico se utilizó como base de la
descripción de las formas cristalográficas, aquella que hace referencia a sus
dimensiones relativas en las tres direcciones del espacio (vid. Tyrrell, 1963; vid.
Brüggen, 1931).
La clasificación es la siguiente (vid. Tyrrell, 1963):
a. Cristales equidimensionales o poliédricos: están más o menos igualmente
desarrollados en todas las direcciones.
32
b. Cristales tabulares: están mejor desarrollados en dos direcciones espaciales
en comparación con la tercera. Forman placas, tabletas, escamas. Por
ejemplo, preferentemente en las micas y en los feldespatos
c. Cristales prismáticos: están mejor desarrollados en una dirección en
comparación con las otras dos. Forman columnas, prismas (gruesos y
delgados), hexágonos, barras y agujas. Ejemplos, el cuarzo y la apatita.
También algunos feldespatos.
d. Cristales irregulares: sus formas no guardan relación con las categorías
precedentes (arbustos, parches diseminados, venas, etc.).
Tomamos también la decisión de determinar el grado de dureza de los minerales
constitutivos, componentes e integrantes del antiplástico de los artefactos de
alfarería recuperados en esta necrópolis de Tiltil. Para dar cuenta del proceso de
detección de esta parte de los atributos diagnósticos propios de la alfarería obtenida
en este sitio arqueológico funerario, se adoptaron las recomendaciones de Brüggen
(vid. 1931, p. 195) y Tyrrell (vid. 1963). La escala de dureza empleada en el análisis,
es aquella establecida por Friedrich Mohs (vid. Tyrrell, 1963), para los minerales
(desde talco, dureza 1, hasta diamante, dureza 10). Recuperado de:
https://www.mineraltown.com/infocoleccionar/dureza_escala_de_mohs.htm
Hemos considerado esta escala como la más adecuada en virtud de la categoría
fundamentalmente posibilista de nuestra indagación.
En el instrumental empleado, fue determinante la utilización de una variedad de
lentes de diversos aumentos. Las visualizaciones obtenidas con aquellos de 20 a
40 aumentos fueron muy útiles en virtud de sus capacidades de precisión en el
reconocimiento exhaustivo del antiplástico.
Como complemento visual a las lentes ya citadas, pero a partir de un enfoque esta
vez diferente, que no hace énfasis en observaciones visuales particulares,
singularizadas y detalladas en extremo, sino más bien en una totalidad dominante
de visiones de conjuntos o de grupos minerales incorporados como antiplástico o
atemperante, se hubo requerido de otro lente auxiliar de 6 aumentos.
33
ESTUDIO DEL MATERIAL CERÁMICO (dibujante: Antonio Brunet Merino).
Este material ha sido subdividido de la siguiente manera: 5 vasijas completas, 1
incompleta, 3 fragmentadas y 147 fragmentos divididos en siete grupos.
DESCRIPCIÓN DE LAS VASIJAS COMPLETAS
(A) OLLA PEQUEÑA. Tipo Aconcagua Pardo Alisado, (figura 1)
PASTA
- antiplástico
composición: granos medianos de arenas. Se observan
macropartículas finas y algunas formas tabulares
(micas y feldespatos)
tamaño: no uniforme
distribución: irregular
densidad: media a alta
34
dureza aproximada
de los minerales del
antiplástico: identificación de seguridad alta: 2,5 (micas); 6
(feldespatos).
- textura: aspecto compacto, aunque levemente poroso
- color: pardo gris-café a pardo rojizo También es notoria la
coloración pardo-negro.
SUPERFICIE
- color: pardo café en superficie externa; pardo gris a pardo café en
superficie interna
- acabado: alisado de aspecto un poco tosco en superficie externa;
alisado en superficie interna.
- defectos: ambas superficies se presentan extensamente
ennegrecidas. Presencia de hollín.
TIPO DE COCCIÓN: parcialmente oxidante con núcleo pardo café a pardo negro
DESCRIPCION DE LA FORMA
- altura de la pieza: 105 mm
- diámetro boca: 88 mm
- diámetro: máximo del cuerpo: 118 mm
- espesor de paredes: de 3 a 6 mm
- cuello: simple cóncavo (ligeramente evertido)
- labio: convexo
- base: aplanada (ligeramente redondeada)
35
- asas: en número de dos, verticales, de inserción doble
remachada y del tipo maciza otomorfa
- cuerpo: esférico y de contorno suavemente compuesto (cuerpo
subglobular)
(B) ESCUDILLA (PUCO). Tipo Aconcagua Rojo Engobado, variedad sin decoración
(figura 2)
PASTA
- antiplástico
composición: granos medianos de arenas. Formas minerales
prismáticasy hexagonales(cuarzo). Finaspartículas
tabulares (identificación imprecisa: micas)
tamaño: no uniforme
36
distribución: intermedia (medianamente homogénea)
densidad: media a alta
dureza aproximada
de los minerales del
antiplástico: identificación de seguridad media: 2,5 (micas); 6
(feldespatos); 7 (cuarzo).
- textura: compacta. Porosidad media
- color: café rojizo
SUPERFICIE
-color: tonalidad café claro en superficie externa; café con
tonalidades rojizas en superficie interna
-acabado: engobado en ambas superficies
-defectos: ambas superficies se presentan ennegrecidas en algunos
sectores.
TIPO DE COCCION: oxidante, con escasa presencia de núcleo gris-café.
DESCRIPCION DE LA FORMA
- altura de la pieza: 75 mm
- diámetro boca: 133 mm
- espesor de paredes: de 3 a 6 mm
- labio: convexo
- base: convexa
- cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
37
(C) ESCUDILLA PEQUEÑA (PUCO). Tipo Aconcagua Rojo Engobado,
variedad sin decoración (figura 3)
PASTA
- antiplástico y textura son observables, pero solo en un grado mínimo
dureza aproximada de
los minerales del
antiplástico: aproximadamente 6 (identificación de seguridad
baja: parecen visibilizarse ligeramente
cuarzos y/o apatitas)
38
- color: café rojizo
SUPERFICIE
- color: en superficie externa el color es café claro con tonos rojizos
en algunas zonas; en superficie interna es rojo.
- acabado: Engobado en ambas superficies
- defectos: está en buen estado. Sin embargo, en la superficie externa
se aprecian algunas grietas.
TIPO DE COCCIÓN: oxidante
DESCRIPCION DE LA FORMA
- altura de la pieza: 65 mm; diámetro boca: 120 m.
- espesor de paredes: 2 a 4 mm
- labio: convexo.
- base: convexa
- cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
39
(D) OLLA GRANDE. Tipo Aconcagua Pardo Alisado (figura 4)
PASTA
- antiplástico
composición: granos medianos a grandes de arenas de color blanco.
Partículas blancas prismáticas hexagonales de cuarzo.
Finas partículas tabulares (micas). Partículas tabulares de
mayor tamaño con apariencia vítrea (feldespatos)
tamaño: no uniforme
distribución: medianamente homogénea
densidad: media a alta
dureza aproximada de
los minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 7 (cuarzo);
2,5 (micas); 6 (feldespatos).
40
- textura: medianamente compacta; presenta cierta tendencia a la
disgregación
- color: varía desde un café anaranjado intenso a un café oscuro
SUPERFICIE
- color: café claro con trazas rojizas en ambas superficies-
- acabado: se aprecia algo de engobe en algunos sectores de la
superficie externa; la superficie interna esté alisada
- defectos: las 2/3 partes de la superficie externa están ennegrecidas
por una capa de hollín. Casi toda la superficie interna está
alterada por el hollín y por una pátina que impide un
reconocimiento claro de la coloración y el acabado de la
vasija.
TIPO DE COCCION: oxidante, con núcleo gris-negro que alcanza en parte hasta
la superficie interna
DESCRIPCION DE LA FORMA
- altura de la pieza: 150 mm.
- diámetro boca: 85 mm.
- diámetro máximo del cuerpo: 150 mm
- espesor paredes (aprox.): 2 a 3 mm hasta 5-6 mm
- cuello: simple cóncavo
- labio: preferentemente recto.
- base: redondeada y ligeramente aplanada
- asas: en número de dos, una de ellas en posición vertical, la
otra ligeramente oblicua, de inserción doble
remachada y del tipo maciza otomorfa.
- cuerpo: esférico (globular).
41
(E) ESCUDILLA (PUCO). Tipo Aconcagua Pardo Alisado (figura 5)
PASTA
- antiplástico
composición: granos medianos de arenas. Se observan partículas de
forma tabular (micas). Tamaño, distribución
y densidad no son observables
dureza aproximada de los
minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 2,5 - 3
(abundancia de micas)
- textura: no se observa
- color: pardo gris a pardo café-rojizo
SUPERFICIE
- color: café pardo en ambas superficies
- acabado: engobado en superficie externa; pulido en superficie interna
- defectos: en la superficie interna hay zonas ennegrecidas
TIPO DE COCCION: deficiente. De parcialmente oxidante a reductora
42
DESCRIPCION DE LA FORMA
altura de la pieza: 70 mm
diámetro boca: 158 mm
espesor de paredes: 3 a 5 mm hasta quizás 7 mm
labio: preferentemente convexo
base: convexa
cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
DESCRIPCIÓN DE LAS VASIJAS INCOMPLETAS
(a.1’) Probablemente jarro o botellón pequeño decorado. Tipo Aconcagua Salmón.
variedad, negro, rojo, blanco sobre salmón (figura 6)
43
PASTA
- antiplástico
composición: granos medianos a finos de cuarzo y arenas. Finísimas
formas tabulares (micas, feldespatos). En general el
antiplástico es muy fino
tamaño: medianamente uniforme
distribución: más bien irregular
densidad: media
dureza aproximada de los
minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 7 (cuarzo);
2,5 (micas); 6 (feldespatos).
- textura: compacta. Porosidad baja
- color: anaranjado
SUPERFICIE
- color: anaranjado en superficie interna; blanco (engobe) y
anaranjado (pasta) en superficie externa.
- acabado: superficie interna alisada; superficie externa pulida y
engobada
- defectos: algunas finísimas grietas en la superficie externa. En la
superficie interna se aprecian algunas zonas con una pátina
plomiza
TIPO DE COCCION: oxidante, buena, sin núcleo
44
MOTIVOS DECORATIVOS: sobre el engobe blanco de la superficie externa (el cual
esta notablemente decolorado en amplias zonas) están presentes los siguientes
motivos: bandas de 3 y 4 líneas paralelas verticales de color negro que atraviesan el
cuerpo de la vasija desde su extremo superior hasta el circulo basal que es de color
rojo, y que dividen la superficie decorada en 4 sectores con idénticos motivos. Ellos
son: una banda de 3 líneas paralelas verticales negras y rojas y otras 2 similares (3
líneas paralelas negras y rojas) en sentido horizontal, una de ellas en la parte superior
del cuerpo interrumpida por la banda de líneas verticales (no es visible en figura 6) y
otra en la parte media. En los espacios entre bandas hay rectángulos con pestañas
de color negro y rojo. Hemos optado por generalizar —pero de un modo en extremo
muy extensivo e incluso tal vez ambiguo— que debido al número hallado en la
distribución grupal de los motivos, estos podrían expresar de alguna manera, a partir
de consideraciones estructurales,9
e inferencias sociales y/o culturales —las que
habremos de presumir aún, están bajo estudio en otras necrópolis Aconcagua— y que
tal vez pudiesen ser hipotetizadas creativamente mediante la prevalencia de
dualidades, triparticiones o cuatriparticiones, según componentes estructurales
geográfico-cosmológicos y/o sociales andinos (vid. Hidalgo, Jorge et al. 1981, pp. 79-
95); o bien podrían estar informándonos solo de consideraciones eventuales, que
vendrían a emerger únicamente como resultado de conjeturas (y obviamente,
intentando visualizar también las refutaciones concomitantes), que se hacen visibles
espacialmente a partir del postulado de las tesis estructuralistas mentalistas
lévistraussianas,9
conexionadas con formaciones parentales de categorías binarias
desconocidas por nosotros —y que habrá que estudiar si estas explicaciones
estructurales otorgan mérito para un conocimientode claves que nos llevenhacia ellas
en la Cultura Aconcagua— de preferencia vínculos de alianzas, que habrían de
implicar como límite superior un intercambio máximo cuatripartito, categorizado al
parecer, por dualidades dobles que entrelazaban sus alianzas, a una cantidad —que
obviamente ignoramos— de divisiones espaciales heterogéneas de grupos familiares
corresidentes, miembros todos de lo que se constituye y se nombra como patrones de
la Cultura Aconcagua (Ibidem, pp. 79-95). ———
Recuperado de:
http://www.chungara.cl/Vols/1981/Vol8/Elementos_estructurales_en_la_ceramica.pdf
______________________________
9
es decir, encontrándose todavía esta “explicación estructural” en un proceso de duplicidad
adaptativa en nuestra comunidad de científicos, en torno a si su categoría de conocimientos y su
metodología de análisis, puede válidamente lograr explicaciones científicas o no en arqueología, lo
que es aceptado por algunos investigadores, pero también es rechazado por otros.
45
DESCRIPCION DE LA FORMA (continuación de figura 6)
altura de la pieza (cuerpo): 100 mm
diámetro (cuerpo): 100 mm
espesor de paredes: 5 mm
base: redondeada
cuerpo: esférico, de contorno simple (globular)
estado: falta el cuello de la pieza. El cuerpo está en buen
estado
DESCRIPCIÓN DE DOS VASIJAS FRAGMENTADAS
(a.1’’.) Escudilla (puco). Tipo Aconcagua Rojo Engobado (figuras 7 y 8);
6 fragmentos.
PASTA
PASTA
- antiplástico
PASTA
-antiplástico
composición: granos medianos a grandes de arenas. Abundantes granos
prismáticos y tabulares de tamaño grande y mediano, de
color blanco y gris
tamaño: medianamente uniforme
46
distribución: medianamente homogénea
densidad: media a alta
dureza aproximada de los
minerales del antiplástico: identificación de seguridad muy baja:
promedio de dureza de minerales: 6,5 (posibilidades
muy cautelosas de presencia de minerales de
cuarzos; la presencia de feldespatos
vendría a ser la más acertada)
- textura: compacta. Porosidad media
- color: café rojizo
SUPERFICIE
- color: café claro en superficie externa; café rojizo en superficie
interna
- acabado: engobado en ambas superficies. El acabado se presenta
bastante tosco
- característica particular de la superficie: en la superficie interna, al fondo de la
vasija y en posición central hay una prominencia de
forma mamelonar de 10 mm de alto. Puede inferirse
favorablemente por movimiento manual, que está hueca y
parece contener en su interior bastantes semillas y/o
piedrecillas que producen una sonoridad débil al agitar el
ceramio.
TIPO DE COCCION: oxidante, con núcleo gris bien definido
DESCRIPCION DE LA FORMA
altura de la pieza: 55 mm
espesor de las paredes: 3 a 6 mm
diámetro boca (aprox.): 123 mm
47
labio: convexo
base: convexa
cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
(a.1.’’’) Escudilla decorada (puco). Tipo Aconcagua Salmón, variedad negro sobre
salmón (figuras 9 y 10); 18 fragmentos.
48
PASTA
- antiplástico
Composición: abundantes granos blancos y grises de tamaño medio
a grande, preferentemente prismáticos (cuarzos, feldespatos)
tamaño: poco uniforme
distribución: irregular
densidad: media
dureza aproximada de los
minerales del antiplástico: identificación visual de seguridad baja: promedio de
dureza de minerales: aproximadamente 6,5.
49
- textura: medianamente compacta. Es más bien floja y quebradiza. Porosidad
media
- color: anaranjado rojizo
SUPERFICIE
- color: anaranjado rojizo en ambas superficies
- acabado: pulido en ambas superficies
- defectos: la superficie externa y sobre todo la base presentan un
aspecto erosionado
- característica particular de la superficie: en la base se observan tres
pequeñas prominencias a manera
de soportes.
TIPO DE COCCION: oxidante
MOTIVOS DECORATIVOS: decoración en negro sobre la superficie anaranjada.
La superficie interna esta notablemente decolorada. Se observan bandas de líneas
paralelas quebradas en zig-zag con pestañas. En el labio aparece una línea
perimetral muy pálida. En la superficie externa se distingue el trinacrio y el circulo
basal.
DESCRIPCION DE LA FORMA
- altura de la pieza: 56 mm
- espesor de paredes: 3 a 4 mm
- labio: recto
- base: redondeada, con tres pequeños soportes de 3 a 4 mm de
altura
- cuerpo: hemisférico, de contorno simple y levemente restringido.
50
FRAGMENTOS
(Figura 11)
El número total de fragmentos aislados (147) fue dividido en siete grupos. En cada
uno de ellos concurren atributos particulares que los distinguen entre sí (vid. Tabla
1). Todos son poco diagnósticos para deducir formas de vasijas (en general tienen
un tamaño inferior al 10% de un ceramio completo).
Los grupos 2 (8 fragmentos), 4 (I2 fragmentos) y 6 (66 fragmentos) evidencian
preferentemente rasgos correspondientes al tipo Aconcagua Rojo Engobado. Los
grupos 5 (2 fragmentos) y 7 (30 fragmentos) exhiben de un modo casi uniforme
atributos pertenecientes a los tipos Salmón, Rojo Engobado y Pardo Alisado. El
grupo 1 (9 fragmentos) presenta rasgos propios de este último tipo cerámico.
Finalmente, el grupo 3 (20 fragmentos) muestra un predominio notable de atributos
correspondientes al tipo Aconcagua Salmón (vid. Tabla 2).
51
CONTRASTACIÓN
Hemos considerado como relevantes, dignos de atención e importantes, y como una
contribución a la cerámica Aconcagua los siguientes atributos:
(a.1.’) Probablemente jarro o botellón pequeño decorado. Tipo Aconcagua Salmón,
variedad, negro, rojo, blanco sobre salmón (figura 6): vid. Motivos Decorativos, p. 44
(a.1.’’) prominencia mamelonar en la superficie interna de un puco fragmentado
(figs. 7 y 8): es excepcional entre los hallazgos de categoría alfarera en este sitio
por su ubicación en la vasija que lo incluye. Por cierto, podría ser solamente un
atributo funcional que refleje tal vez otro atributo estético muy poco visible y por ello
más simbólico, que nosotros no hemos reconocido ni tampoco investigado hasta
ahora, y que parece ser, por otra parte, y por ahora, poco habitual para el período
cronológico tardío de la expresión alfarera Aconcagua. Pero, de todos modos, quizás
se podría inferir —con precaución— sobre la presencia de este mamelón —y a partir
de la posibilidad de que esté ahuecado, que varía entre favorable y presumible,
incluyendo un contenido básico de semillas— una función de “intencionalidad
sonora” a fin de lograr un sonido débil, que en realidad se percibe al agitar el ceramio
con la mano, el que parecería en efecto, contener esas semillas o piedrecillas. Pero
todo esto lo hemos establecido, ciertamente, desde nuestro punto de vista como una
casuística funcionalista muy dubitativa, y también, lo reconocemos, como un
pensamiento nuestro de carácter extensivamente ambiguo.
Otra posibilidad para dar cuenta de este sonido de baja audición —más compleja,
pero muy alegórica, “y quizás algo recursiva”, en el carácter narrativo de sus tesis
derivadas de un mentalismo conjetural, donde además no se pretende ofrecer una
respuesta científica-explicativa, sino un enfoque interpretativo—, podría ser inclinar
la balanza hacia la búsqueda de esa orientación conducente a un proceso de
interpretación comprensiva en la exploración, averiguación y rastreo de significados
simbólicos, es decir, ingresar al cuerpo teórico-metodológico de una “antropología
simbólica”, para la arqueología (vid. Geertz, 1973; vid. Turner, 1967, 1969), o bien,
tomar en cuenta un enfoque orientado hacia una “arqueología contextual” (vid.
Hodder, 1982). Sin embargo, en este momento nosotros estamos desprovistos de
grandes cantidades de datos disponibles muy necesarios para acotar nuestras
inferencias que nos permitan trazar implicaciones lógicas a nuestro alcance ahora
mismo, —y donde esos datos, ciertamente, deberían manifestarse por lo menos, con
la menor ambigüedad que les sea posible para poder ser aceptados— a fin de
verificar o no Textos ceremoniales de tipologías funerarias del Área Cultural Central
Andina y Centro Sur Andina (como podría ser, por ejemplo, un escenario Ritual con
Significado) y empalmarlos, unirlos, o ponerlos en contacto con un Contexto Social-
cultural Central y Centro Sur Andino, a partir de este sonido “casi fantasmal” que
52
proviene de eventuales semillas o piedrecillas que se habrían de hallar, al parecer,
al interior del mamelón localizado en este artefacto alfarero cuando es agitado
continuadamente con la mano (vid. Notas 3 y 4)
(Nota 3) como podría ocurrir por ejemplo, con Relatos Míticos de los Andes
Centrales o Centro Sur Andinos, —donde habría que observar e indagar
inductivamente, en primer lugar, la posibilidad de documentarse sobre ellos con
amplitud, en torno a las existencias de escrutinios estrictos obtenidos a partir de
la investigación etnohistórica, o bien por etnógrafos, que hayan logrado ya su
objetivo de sacarlos a la luz en sus publicaciones, categorizándolos, en definitiva,
como inferencias valiosas— pero donde sus componentes, para llevar a cabo
las actividades o actos etnográficos “y aquí, abandonamos por un momento la
modernidad, y nos resulta imposible el evitar echar un vistazo hacia lo
posmoderno”, tengan que ser mucho más Intersubjetivos y Axiológicos en sus
indagaciones en el trabajo de campo (o sea más preocupados, o bien, más
involucrados en una Teoría General de los Valores, —en un universo de
actores tanto sociales como individuales que los investigadores están visitando
en ese momento—, a partir por ejemplo, del pensamiento de Marx, o de otros
filósofos y pensadores, pero que sean productores de ideas que los justifiquen
como epistemológicamente congruentes), e ir bastante más allá de esa senda
actual, demasiado obvia, preocupada en observar y asimilar datos funcionales
en torno a actividades domésticas y/o públicas de tipología bivalente, sociales e
individuales, de actores pertenecientes a una población humana, pero bajo un
dominio de signos y funcionalidades de labor utilitaria en su conjunto, con una
semántica más o menos complementaria, que el investigador va a determinar en
última instancia, por la mediación de la manipulación de artefactos observada y
registrada por el etnógrafo-arqueólogo, al interior de la intencionalidad que nos
han propuesto tanto la tradicional Etnoarqueología Procesual y su concomitante
Enfoque Posprocesual anglosajones, en cuanto a la ‘supremacía para otorgar
un valor de verdad etnográfico’ en su propuesta, el que vendría a ser por otra
parte ‘ampliamente sostenible y difícilmente cuestionable o refutable’, y que —al
mismo tiempo— ‘ambos habrán de presumirse como viables, o factibles, o
admisibles’, para tratar con la materialidad arqueológica hallada en nuestros
yacimientos. Pero habremos de advertir de todos modos que, ‘en los hechos’,
nos han sido impuestos, introduciendo sus planes tradicionales y particulares
para la acción etnográfica, prácticamente a rajatabla (o sea, de un modo
inflexible, cueste lo que cueste, y sin contemplaciones).
(Nota 4) A continuación, y en segundo lugar, esos Relatos Míticos de los Andes
Centrales o Centro Sur Andinos deberían ser entendidos deductivamente,
como conjeturas de una elevada aplicabilidad posibilista hacia el pasado,
reconociendo eventualmente particularidades, o bien, individualidades
53
compartidas, de conjuntos múltiples de significantes sociales y/o cosmológicos
muy potentes, los que deberían requerir quizás de escenificaciones con
parafernalias y esfuerzos rituales públicos funerarios compuestos de elementos
diversos, que tal vez, habrían de otorgar una respuesta con algún sentido de
destino a través de la exhibición pública de presuntos dramas rituales 10
a la
manera de ritos de paso en torno al “hecho” de situar al fallecido el interior del
mundo de la muerte, como si se tratase solo de un ‘desmayo’, tras el cual se
despierta la conciencia sobrenatural del difunto y lo conduce hacia la otra vida
en el más allá; o bien que sean nada más que actos representacionales
ritualistas 10
de un carácter funerario recurrente, pero de un estilo distinto, y
todos ellos funcionando como Textos que recrean Mitos, tal vez al interior de
una temporalidad no lineal; o quizás sea solamente un rito funerario 10
consuetudinario que desconocemos, y cuyos rituales en conjunto, se estén
efectuando y representando en relación directa con un personaje destacado, a
la manera de un Gran Hombre [a Big Man, vid. Sahlins, pp. 285-303, 1963;
propio de ciertas sociedades étnicas melanesias de diferenciación
segmentaria] y ante un número limitado, quizás probablemente hombres,
participantes en un Contexto de miembros de comunidades de corresidentes
Aconcagua10
—lo que podría conducir a coherencias o conexiones que
reflejarían de un modo tentativo, conjeturas o hipótesis socioculturales
“especulares”, sobre “hechos” que involucran cuotas de poder o conductas de
desigualdad— cuya producción de efectos con categorías limitadas de
sonoridades disminuidas,pudieran ser comprendidos por ellos, por cierto, como
muy significativos. (vid. Turner, 1969; vid. Hodder, 1982; cfr. Fort and Kates,
1935; cfr. David, 1981). [cfr. vid. 10
a pie de página nº 54]
(a.1.’’’) tres prominencias en la base de un puco decorado fragmentado a manera
de soportes (figs. 9 y 10): tiene un cierto antecedente comparativo en un
puco globular de base trípode descrito por Duran (vid. 1979, p. 270, fig. 4a)
procedente del cementerio de María Pinto. Sin embargo, el objeto cerámico de Tiltil
no presenta incisiones a diferencia de éste último, y sus prominencias pueden
calificarse —en el caso de nuestro hallazgo— solo como apéndices vestigiales.
Es correcto afirmar que, como nuestra observación ha de ser enteramente posibilista
y no menciona más que un caso de similitud limitada (a.1.’’’), habremos de suponer
que podría ser revisada y modificada o no, pero esta vez mediante el empleo de una
matemática analítica especializada en cálculos complejos, para extraer grandes
cantidades de datos, de todo un conjunto de yacimientos Aconcagua fechados y/o
no fechados, para que en definitiva sea factible en algún momento llevar a cabo
intentos novedosos y objetivos variables de investigación, de acuerdo a los fines
54
sostenidos y sostenibles por los equipos multidisciplinarios de investigadores
arqueólogos, etnohistoriadores, etnógrafos, antropólogos físicos y/o socioculturales,
otros científicos de la naturaleza, etc., a fin de formular algunas hipótesis deductivas,
en principio de tipología manifiestamente procesual, conjuntamente, tal vez si se
intenta, con conjeturas posprocesuales, más el inmenso universo de la arqueología
posmoderna, donde entre las propuestas ontológicas individuales o grupales de
nuestros científicos, siempre habrá de emerger una creatividad múltiple en este
trabajo en continuo avance, muy propio de la ciencia, como lo ha sido para la
arqueología por ejemplo, el concepto valioso de Paisaje Cultural, que se ha
complementado ya, y en gran medida, desde el pasado siglo XX (que hubo de ser el
momento cronológico de nuestras indagaciones en la necrópolis de Tiltil, años 1983-
84) hasta el actual siglo XXI, con la idea habitual más establecida, pero tal vez un
tanto más estricta, —o quizás más restrictiva según otras opiniones arqueológicas—
del denominado Patrón de Asentamiento, donde sus fundamentos es posible citarlos,
al menos, a partir de la arqueología procesual estadounidense.
____________________________
10
por primera vez, los investigadores Fort y Kates en 1935, y más tarde David en 1981, dieron cuenta
de dramas rituales representados ya en el antiguo Egipto (cfr. Brunet, Antonio (2019) “Osiris y el
mes de Khoiak”, E.A.E. OmniScriptum Publishing Group, Saarbrücken, pp. 86-87; 90-92). Es
correcto afirmar que esta analogía etnográfica y/o etnohistórica, proveniente de una Alta Cultura
del Antiguo Mundo (Eurasia y África) alejada directamente de los Andes Centrales, puede ser
muy poco fiable y segura, en sus efectos referentes a un involucramiento directo con las Altas
Culturas americanas, pero sí lo es, en el “hecho” de que tenemos aquí información etnohistórica y
por sobre todo investigación arqueológica, con relación, eso sí, a fuentes escriturales verificables
interculturalmente con sus culturas vecinas, en torno a representaciones sólidas en escenarios
rituales y dramas sagrados para una sociocultura del pasado, y que pueden ser un bosquejo que en
cierto grado, pero no en la forma, nos dan a conocer —y por qué no— también nos instruyen, en
función de aquellos otros rituales, tan complicados como los anteriores, y tal vez incluso en mucha
mayor medida, pero que tuvieron lugar aquí, en sociedades del Área Central Andina, o del Centro-
Sur Andino, acreditadas, como lo fue el antiguo Egipto, por poseer una cronología temporal no lineal,
y esos escenarios podrían haber logrado deslizarse hacia Paisajes Culturales más periféricos, como
pudo ocurrir en el caso de la Cultura Aconcagua en la Zona Central de Chile, constituyéndose en
superestructuras ideológicas o esencialismos aceptados con lentitud, sobre mitos y rituales que
llegan ya bastante modificados y transformados a partir de su lugar de origen, pero que aún poseen
la fluidez necesaria y suficiente a fin de otorgar por una parte, un Sentido de Destino a la sociedad
receptora, pero también por otra vía, justificar en una recreación ritual definida, —donde los
participantes son hombres compartiendo el consumo de alimentos y de chicha— renovaciones de
ciertas cuotas de desigualdad y poder, incluso en estos heterogéneos grupos Aconcagua sin
estratificaciones sociales marcadas.
55
COMENTARIOS FINALES
Entre los agentes modeladores de los sitios arqueológicos, y en especial de los sitios
de túmulos, se encuentran aquellos que provienen de la acción de la naturaleza,
como la lluvia y el viento, que actúan sobre el cono que se ha compactado de acuerdo
a los sedimentos que lo componen. Así, es muy probable que la altura de los túmulos
intactos haya sido mayor que en la actualidad y el diámetro menor.
Otro aspecto a considerar es la cubierta vegetacional que asegura una estabilidad a
la forma y al tamaño al compactar los sedimentos. Actualmente existe en el área del
sitio una débil cubierta arbórea constituida por espino (Acaciacaven), y en los límites,
boldo (Peumus boldus) y peumo (Cryptocarya alba). Por último, un importante
aspecto a considerar es la magnitud del impacto que en este sitio ha tenido la
urbanización, la que se ha incrementado a medida que avanza el transcurso del
tiempo. La proximidad del monumento a Manuel Rodríguez ha convertido todo el
sector en una zona de atracción turística con connotaciones especiales, pues hace
posible realizar a la comunidad de Tiltil importantes eventos de índole social. Por ello
debemos considerar al ser humano como el principal agente perturbador del sitio
(considerando los cambios que ya han ocurrido sobre el área actual de túmulos, y
los que continuarán sucediéndose en el futuro). La excavación de los túmulos
permitió dar cuenta en este yacimiento de una fuerte presencia manifiesta en
torno a presuntos “saqueos”, —expoliaciones que ciertamente han ocurrido en
efecto con elevada frecuencia y han sido constatadas aún más directamente en su
“calificado carácter fáctico”, con una altísima cantidad de evidencia fuerte a favor,
en innumerables sitios arqueológicos de todo el mundo—, lo que no es un obstáculo,
en absoluto —y de ninguna manera— para ejercer el derecho que cualquier persona
o grupo posee (sean arqueólogos o no), sobre una opinión que sea incluyente o bien
excluyente, en torno a este asunto de un “expolio” o “saqueo” o “robo arqueológico”
para efectos de este sitio, pero que se presenta a nosotros, solo como una situación
que hemos calificado en teoría de un “posibilismo presumible”.
Durante nuestra campaña de terreno, en conversaciones con los vecinos del lugar,
nos mencionaron que sus padres y sus abuelos les hablaban de historias sobre un
“entierro del inca”, y en varias oportunidades conversamos con ellos sobre este
tema, y nos enfatizaban de la existencia de excavaciones realizadas en este lugar
con el objeto de encontrar aquellos supuestos tesoros.
Será difícil que estos yacimientos dejen de arrastrar la pesada carga de leyendas
orales sobre tesoros escondidos o desaparecidosque muchos han buscado por tanto
56
tiempo. Por ello urge investigarlos, aunque sea para recuperar al menos algún criterio
de validez empírica en el trabajo de campo, y que pueda ser conectado con algunas
de las múltiples teorías o generalizaciones científicas que abundan en la arqueología
del tiempo actual, evitando eso sí, cualquier retorno a aquella desacomodada historia
cultural, manifestada en un trabajo de excavación arqueológica bastante minucioso,
pero científicamente inútil, donde las ‘tipologías’ de artefactos extraídos, —de
preferencia cerámicos o metalúrgicos— habrían de ser en primer lugar, ‘objetos
de una misma tradición cultural’, en la que mediante la ‘técnica de la seriación
arqueológica’, se ofrecerían ‘sucesiones cronológicas relativas’ de conjuntos
artefactuales, estableciéndose entonces una ordenación temporal, y en segundo
lugar, se los calificaba con suma rapidez como “hechos” con el rótulo de “culturas
arqueológicas”, identificables de inmediato y apresuradamente como si fuesen
“indicadores fuertes” de la presencia en ese lugar de todo el contexto absoluto de
“un pueblo” o de “una etnia”, incluyendo también la inferencia falaz de “razas”
completas.
Y esto último fue muy influyente en Europa al iniciarse el siglo XX, en una rápida
y profunda adopción por parte de todas las naciones europeas, de ciertas prácticas
políticas guiadas por un colectivismo bastante popularizado por un lado, pero
fundamentalmente, por otro lado, de agresivas y violentas agrupaciones políticas
nacionalistas, de un carácter extremadamente brutal en su comportamiento habitual,
tanto en el ámbito de lo privado como en el ámbito de lo público.
De este modo, al comenzar el nuevo siglo con la elaboración de ‘identidades
culturales artefactuales’ junto con las ‘técnicas de seriación arqueológica’ obtenidas
a partir de la labor ejecutada por los arqueólogos historicistas en los yacimientos
y dirigida de preferencia hacia los estudios del Neolítico europeo, que ofrecerían
uno o varios conjuntos cronológicos de sucesiones relativas, pero que el Enfoque
Histórico-Cultural de aquel entonces los habrían de presumir como absolutos,
precisamente a partir de la excavación del yacimiento arqueológico mismo, y que
también pretendieron ser algo similar a una correlación estrictamente narrativa e
ideográfica en arqueología, presentándose por su propio valor, como agrupamientos
de artefactos complementados con un marbete difusionista extremo durante la
primera mitad del siglo XX e incluso después, y fue justamente esta arqueología
histórico-cultural la que acabó siendo distorsionada y manipulada, por la candente
competitividad de los imperialismos y a la vez, de los nacionalismos europeos que
apuntalaron sus actos xenófobos y su racismo ascendente como ‘un hecho cultural
nacionalista prevaleciente y previsible’.
57
Pero ahora todo esto ya es absolutamente diferente, y si bien pudiesen existir aún
órdenes tipológicos histórico-culturales trasnochados y a punto de desaparecer, los
pocos casos que intentasen sobrevivir —al interior eso sí, de una lógica actual y
disímil en cuanto se refiere a los métodos y a los objetivos de las excavaciones
arqueológicas— serían totalmente pseudocientíficos, pues en realidad, ya es un
hecho que estas metodologías arqueológicas histórico-culturales, se consideran hoy
día simplemente como anticuadas, inoperantes, devastadoras, y fuera de lugar.
Sin embargo, nosotros sostenemos igualmente desde una posición fuerte, que nos
parece imprescindible para nuestra ciencia no desentenderse de estos sitios.
Nuestra investigación ha demostrado que estos yacimientos habrán de tener siempre
una información valiosa que entregarnos, pero que lamentablemente por definición,
estos datos han de ser habitualmente escasos en cuanto a la cantidad recuperada.
Sin embargo, sostenemos que lo nuestro, es decir lo que esta investigación ha
intentado ubicar —sobre la cubierta de una mesa alrededor de la que se reúne una
multitud de arqueólogos con sus innumerables discursos o debates, en torno a
sus praxis y/o a sus propuestas teórico-metodológicas— forma parte de lo que
vendríamos a llamar una situación de equilibro, una oportunidad de sugerir, plantear
y recomendar —colocando un dedo sobre la llaga— la necesidad de invitar, inspirar
e inculcar el hecho de tomar en serio estos sitios y no menospreciarlos, como
infortunadamente ha sido la conducta generalizada de los investigadores. El único
requisito es, solamente, iniciar su búsqueda.
58
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a la Sociedad Chilena de Historia y Geografía en las personas de los
Srs. Guillermo Krumm (+) y Armando Moreno por patrocinar esta investigación y
facilitar así la realización de este trabajo.
A la Ilustre Municipalidad de Tiltil por proporcionarnos recursos para el desarrollo de
la excavación.
A los obreros del Plan de Empleo Mínimo y Plan de Obras para Jefes de Hogar de
la Municipalidad de Tiltil por su valiosa ayuda en el trabajo de terreno.
A los estudiantes del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile
en Santiago, por su participación entusiasta y creativa durante las labores
arqueológicas.
A Germán Goitiandia, diseñador gráfico, por su labor como profesional.
59
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61
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Vizedom and Gabrielle L. Caffee, pp. 11, 21, 146-164. Chicago: University of Chicago
Press.
62
TABLA 1: ATRIBUTOS DIAGNÓSTICOS DE CERÁMICA DE TILTIL
VASIJAS COMPLETAS
VASIJAS
INCOMPLETAS
VASIJAS FRAGMENTADAS FRAGMENTOS (147)
(a)
OLLA
PEQUEÑA
(b)
ESCUDILLA
(PUCO)
(c)
ESCUDILLA
PEQUEÑA
(PUCO)
(d)
OLLA
GRANDE
(e)
ESCUDILLA
(PUCO)
(a)
JARRO
DECORADO
(a)
PUCO
(b)
PUCO
DECORADO
(c)
PUCO
GRANDE
GRUPOS
1 2 3 4 5 6 7
1
GRANOS FINOS
ARENA
X X
GRANOS
MEDIANOS
X X X X X X X X X X X X X X
GRANOS GRANDES X X X X X
CUARZO
(PRISMATICO)
X X X X X X X X X X X X
FELDESPATOS
(TABULARES
PRISMÀTICOS)
X X X X X X X X X X X X
MICAS
(TABULARES)
X X X X X X X X X X X X X
FORMAS
IRREGULARES
X
2
NO UNIFORME X X X X X X X X
MEDIANAMENTE
UNIFORME
X X X X X
POCO UNIFORME X X X
3
IRREGULAR X X X X X
MEDIANAMENTE
HOMOGENEA
X X X X X X X X X X X
REGULAR X
4
ALTA
MEDIA A ALTA X X X X X X X X X X X
MEDIA X X X
5
COMPACTA X X X X X X X X X X X
MEDIANAMENTE
COMPACTA
X X X
FLOJA X
LAMINAR X
6
MEDIA X X X X X X
BAJA X
7
PARDO GRIS X X
PARDO CAFÉ X X X X
PARDO GRIS CAFE X
PARDO ROJIZO X X
PARDO NEGRO X
CAFÉ
CAFÉ ROJIZO X X X X X X X
CAFÉ
ANARANJADO X
CAFÉ OSCURO X
ANARANJADO X X X X
GRIS X X
GRIS NEGRO X X X
8
PARDO CAFÉ X X X X
PARDO GRIS X
CAFÉ CLARO X X X X X X X
ROJO X X X X
ATRIBUTOS
DIAGNÓSTICOS
CERÁMICADE
TILTIL
63
CONTINUACIÓN TABLA1
CAFÉ PARDO
ANARANJADO X X X
BLANCO X
CAFÉ ROJIZO X X X X
ANARANJADO
ROJIZO
X X
GRIS NEGRO X
9
2,5 A 3 X
2 A 4 X
3 X X X X X X X X X X X
SUPERIOR A 3,5 X
3 A 4,5 X
10
ALISADO X X X X X
PULIDO X X X X X X X X
ENGOBADO X X X X X X X X X X X
TOSCO X X
11
PROMINENCIA
MAMELONAR
X
PROMINENCIA EN
LA BASE
X
12
OXIDANTE X X X X X X X X X
PARCIALMENTE
OXIDANTE
X X X X X X X X
REDUCTORA X X X X X
13
PARDO CAFÉ X X
PARDO NEGRO X X
GRIS CAFÉ X X
GRIS NEGRO X X X X
GRIS X X X X X
CAFÉ X X
NEGRO X
14
BANDA DE LÍNEAS
PARALELAS
NEGRAS QUEBRADAS
EN ZIG-ZAG
X X
BANDA DE LÍNEAS
PARALELAS
NEGRAS Y ROJAS
X
CÍRCULO BASAL
ROJO
X
CÍRCULO BASAL
NEGRO
X
RECTÁNGULO CON
PESTAÑAS
X
PESTAÑAS X X
LÍNEA PERIMETRAL
DEL BORDE
X
TRINACRIO X
1 COMPOSICIÓN ANTIPLÁSTICO 5 TEXTURA PASTA
9 AQUÍ EN ESTE ÍTEM, HEMOS
IDENTIFICADO SOLO LA DUREZA DE LA
SUPERFICIE EXTERNA DE LA
ALFARERÍA OBTENIDA EN ESTA
NECRÓPOLIS DE TILTIL, EMPLEANDO LA
ESCALA DE MOHS. EN EL TEXTO, SE
ENCUENTRA EN DETALLE, LA DUREZA
DE LOS MINERALES DEL ANTIPLÁSTICO
DE ESTA CERÁMICA DE ACUERDO A LA
MISMA ESCALA DE DUREZA DE MOHS.
12 TIPO DE COCCIÓN
2 TAMAÑO ANTIPLÁSTICO 6 POROSIDAD PASTA 10 ACABADO SUPERFICIES 13 COLOR NUCLEO
3 DISTRIBUCIÓN ANTIPLÁSTICO 7 COLOR PÁSTA
11 CARACTERISTICAS PARTICULARES
DE LA SUPERFICIE
14 MOTIVOS DECORATIVOS DE
LA SUPERFICIE
4 DENSIDAD ANTIPLÁSTICO 8 COLOR SUPERFICIES
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Nuevas excavaciones en Tiltil, temporada noviembre 1983 - mayo 1984

  • 1. ,
  • 2. 1 Temporada de excavaciones: Noviembre 1983 -- Mayo 1984 EXCAVACIONES EN TILTIL NUEVAS
  • 3. 2 Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Santiago. Editor: Niemeyer Fernández, Hans. SociedadChilena de Arqueología. Museo Nacional de Historia Natural (Chile). (1991). Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena: 11-15 de octubre de 1988. Santiago de Chile: Museo Nacional de Historia Natural. NUEVAS EXCAVACIONES EN TILTIL 1 Temporada de excavaciones: noviembre 1983 - mayo 1984 Iván Cáceres Roque Antonio Brunet Merino Claudio Paredes D. 2 RESUMEN Se dan a conocer ahora los resultados de las nuevas excavaciones realizadas en las tumbas de túmulos localizados cerca de la pequeña ciudad de Tiltil (situada en la Zona Central de Chile), más de cincuenta años después de la primera visita del arqueólogo chileno Ricardo Latcham. La característica principal del depósito fue su acelerado proceso de deterioro, principalmente debido a presuntos y continuos “saqueos” o “expolios” o “robos arqueológicos” practicados durante muchos años. Por esta razón, la mayoría de los túmulos funerarios (cinco) estaban alterados y solo dos estaban intactos. A pesar de la escasez de datos extraídos, se determinó que la cerámica del yacimiento era, en su conjunto, en su amplitud y en su coherencia, perfectamente diagnóstica con las cerámicas recuperadas en otros cementerios —y también en otras categorías de sitios no funerarias— pertenecientes al así llamado “Complejo Cultural Aconcagua” (ahora llamada “Cultura Aconcagua”), pero donde hay que especificar con énfasis que corresponden a yacimientos funerarios ubicados al interior —y no en la costa— en el Área Intermedia o de Valles Centrales, muy representativos, específicos y particulares, de la Zona o Cuenca Hidrográfica de los ríos Maipo y Mapocho. Sin embargo, existen algunos atributos diagnósticos que aun así, no parecen coincidir completamente con los definidos para los tipos de Aconcagua. 1 Un texto reflexionado e inspeccionado por Antonio Brunet Merino. An inspected and ponder text by Antonio Brunet Merino. 2 En Memoria de Claudio Paredes Díaz. Antropólogo Físico y Forense. Departamento de Antropología. Universidad de Chile, en Santiago
  • 4. 3 ABSTRACT Results of the new excavations carried out in the burial mound graves located near the small town of Tiltil (located on the other hand also in the Central Zone of Chile), more than fifty years after the first visit of the Chilean archaeologist Ricardo Latcham. The main feature of the deposit was its accelerated deterioration process, mainly due to alleged and continuous “looting” or “archaeological thefts” practiced for many years. For this reason, most of the burial mounds (five) were altered and only two were intact. In spite of the scarcity of data extracted, it was determined that the ceramic of the deposit was, as a whole, in its breadth and in its coherence, perfectly diagnostic with the ceramics recovered in other cemeteries —and also in other categories of non-funeral sites— belonging to the so-called “Aconcagua Cultural Complex” (now called “Aconcagua Culture”), but where it is necessary to specify with emphasis that this cemeteries correspond to deposits located in the interior —and not on the coast— if not in the Area of Intermediate or Central Valleys, very representatives, specific and particular, of the Zone or Hydrographic Basin of the Maipo and Mapocho rivers. However, there being some attributes that are diagnostics, but what even so do not seem to coincide completely with those types defined for the Aconcagua Culture. The investigation of the Prehistory of the Central Zone of Chile has allowed in recent years to recognize and delimit for the Late Agricultural and Ceramic Period a specific cultural expression, which has first included units, but also subsequently, heterogeneities in terms of sociocultural categories and diversified and multiple spatial occupations, with kinship structures —co-residential— which offer quite visible possibilities of shaping particular groups referring to the existence of their own traditions on the one hand, and to the disposition also very possible, on the other hand, to carry out more complex social constructions, based on enlargement of kinship structures by consanguineous filiation, but mainly by alliance links between the different parental communities of co-residents. This expression has been called (during the 1980s) as “Aconcagua Cultural Complex”, although later this name, afterwards, (during the 1990s) has been known as Aconcagua Culture, extended in its geography by the rivers Aconcagua by the north and Cachapoal by the south. This expression covers different ecological environments, including the coast, and inland valleys to the Cordillera de los Andes (chain of mountains) and transcordilleran branches (vid. Massone, 1980, p. 75). Temporarily it is placed approximately, between the final centuries of the I Millennium A.D. and those who open the II Millennium A.D. with an initial very variable date of + - 900 A. D. and the beginning of the intervention subsequent of the Incas —where it is possible that the Tawantinsuyu (other name for the Inca Empire) acculturated, in part, the Aconcagua People towards the date of + - 1450 A.D.— when Chilean archeology determined, at a later time to our investigation, the Inca presence in the Central Zone of Chile around the date of + - 1400 or 1410 A.D. 3 4 Both cultures, the local and the Inca,
  • 5. 4 conclude with the arrival of the European invasion of the Center of Chile from the years 1536 -1540 A.D. INTRODUCCIÓN La investigación de la Prehistoria de la Zona Central de Chile ha permitido en los últimos años reconocer y delimitar para el período agrícola y cerámico tardío una expresión cultural específica, que primero incluyó unidades, pero también posteriormente, heterogeneidades en términos de categorías socioculturales y diversificadas, y ocupaciones espaciales múltiples, con estructuras de parentesco —corresidenciales—, que ofrecen posibilidades bastante visibles de conformar grupos particulares que se refieren a la existencia de sus propias tradiciones, por un lado, y a la disposición, también muy posible, por otro lado, de llevar a cabo construcciones sociales más complejas, basadas en la ampliación de las estructuras de parentesco por filiación consanguínea, pero principalmente por vínculos de alianza entre las diferentes comunidades parentales de los corresidentes. Esta expresión ha sido llamada (durante la década de 1980) como “Complejo Cultural Aconcagua”, aunque más tarde este nombre, después (durante la década de 1990) fue conocido como Cultura Aconcagua, extendida en su geografía por los ríos Aconcagua por el norte y Cachapoal por el sur. Esta expresión cubre diferentes ambientes ecológicos, incluyendo la costa, y los valles del interior de la Cordillera de los Andes y las ramas transcordilleranas (vid. Massone, 1980, p. 75). Temporalmente se coloca aproximadamente, entre los siglos finales del primer milenio d. C. y los que abren el II Milenio d. C., con una fecha inicial muy variable de + - 900 d. C., y el inicio de la intervención y posterior ocupación inca —donde es posible que el Tawantinsuyu ya hubiese aculturado parcialmente a los aconcaguas hacia + -1450 d. C.—, cuando la arqueología chilena ya había determinado en un momento posterior a nuestra investigación, la presencia inca en la Zona Central de Chile alrededor de la fecha de + - 1400 o 1410 d.C.3 4 Ambas culturas, la local y la inca, concluyen con la llegada de la invasión europea del Centro de Chile desde los años 1536-1540 d. C. ________________________ 3 Sánchez, R., D. Pavlovic, P. González y A. Troncoso (2004). Curso superior del río Aconcagua, un área de interdigitación cultural. Períodos Intermedio tardío y tardío. Actas del XV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Arica. Chungara, Revista de Antropología Chilena. Volumen Especial, pp. 753-766. 4 Stehberg, R. y G. Sotomayor (2012). Mapocho Incaico. Boletín del Museo Nacional de Historia Natural 61, pp. 85-149. Santiago de Chile.
  • 6. 5 DETERMINACION DE OBJETIVOS Al tomar contacto con el sitio nos vimos enfrentados a una realidad que nos presentaba singulares dificultades. Su principal característica era el acelerado proceso de deterioro —debido fundamentalmente, pero tal vez no únicamente, de acuerdo a nuestro primer pensamiento, que habremos de nominar solo como una preselección mental de entrada al sitio— a un presunto “saqueo” practicado a Io largo de muchos años. Ciertamente, la gran magnitud de este hecho nos debería sugerir varias ideas frente a la necesidad de definir aquellos objetivos que deberíamos plantearnos para desarrollar una correcta estrategia de investigación. En este sentido, hemos optado por establecer significativamente un enlace básico que nos vincule con una plataforma coherente con el yacimiento, que habrá de consolidar, fijar, y asegurar una “correlación entre determinación de los problemas y de los objetivos, pues según la indicación precisa de estos últimos, habrá de ser también la indicación de los problemas centrales percibidos en una indagación. De este modo, es posible presentar un escenario de asociacionismo paralelo entre objetivos y problemas, que interactúan y se interrelacionan durante todo el curso de la investigación, haciendo posible también a veces la construcción de fórmulas generalizadoras” (vid. Asti Vera, 1968, p. 101). De este modo, al definir los objetivos mismos subentendemos la presencia de problemas en nuestra investigación. Una vez realizado un reconocimiento o examen previo al sitio, y luego de discutir sus resultados determinamos la siguiente situación: el material arqueológico potencialmente recuperable sería muy escaso. Esta situación nos forzó a manifestar una aproximación inicial hacia una categoría posibilista de visibilidad única del sitio, mediante una declaración que es desde ya, en su fundamento, ampliamente concomitante y coincidente con la así llamada Arqueología Tradicional Histórico-Cultural, que ejercía un papel dominante en Chile en la primera mitad del siglo XX e incluso después, y que nosotros habremos de expresar con el siguiente enunciado, —que viene a continuación más adelante—, el que podría parecer —equivocadamente en una primera y única lectura— como una paradoja desconcertante, trastocada y confusa, en relación con nuestro trabajo de excavación, pero que en realidad efectivamente y sin duda alguna, habremos de aclarar y clarificar que esta enunciación o declaración, de ninguna manera es uno de los objetivos de nuestra indagación. De este modo, y afirmando con seguridad lo que ya hemos dicho, exponemos ahora la siguiente expresión verbal: nos inclinamos de todos modos por una opción racional de que cualquier intento de reconstrucción histórico-cultural sobre este yacimiento —si esta fuese coherente realizarla, y llevarla a cabo ahora en nuestra época actual, por diversos equipos de arqueólogos con categorías metodológicas de campo similares a las de aquellos arqueólogos historicistas— no sería posible lograrla en su totalidad, pues su resultado final habría de ser no diagnóstico. Nuestra elección de que el material arqueológico potencialmente recuperable sería muy escaso, se vio favorecida por dos razones:
  • 7. 6 a) En la excavación de 1928, Latcham recuperó del sitio suficiente información en calidad y cantidad, lo cual nos permitió conocer —previo a la excavación— ciertos bosquejos de historia cultural del sitio, y que estaba además en conexión con la teoría y práctica arqueológica tradicional de ese nombre (más un difusionismo extremo que más o menos la acompañaba), y que era dominante en aquel entonces en Chile, y continuó siéndolo a lo largo de buena parte del siglo XX. b) Como ha sido señalado con anterioridad, existe ya una expresión cultural (la Cultura Aconcagua) que está satisfactoriamente definida al comenzar la década de los años 1980 en adelante, al menos en lo que atañe a los fundamentos básicos de la información recuperable de los cementerios de túmulos. (vid. Nota 1) (Nota 1) Faltando obviamente, a partir de ahora y hacia el futuro, intervenir explicativamente en los contextos culturales, incorporando teorías científico-sociales competentes y vinculadas a metarrelatos aclaratorios o esclarecedores fuertes, como lo es el materialismo histórico (vid. Marx y Hobsbawm, 1971) —criticado con mucha incomodidad y severidad, con evidencias vacilantes e irresolutas, y con un nulo interés por el conocimiento en profundidad de su carácter innovador, por algunos arqueólogos muy conectados ahora con formulaciones que impliquen un “valor de verdad” (o, por otro nombre, “formulación de una hipótesis deductiva” que conlleva un carácter y una elaboración a partir de sus fuentes formativas en función de razonamientos “atomizados”) para llevar a cabo las investigaciones actuales en nuestras ciencias sociales, donde se hace presente una fuerte orientación ontológica en arqueología (es decir, fijar hipótesis deductivas muy poco flexibles, como ya hemos dicho, o bien definitivamente inamovibles e inexorables, tendentes en definitiva, hacia un reduccionismo radical en virtud de aproximaciones particulares a problemas formulados),5 y que por otra parte, está muy de acuerdo por cierto, con los pensamientos de las generaciones más nuevas y recientes (en este actual siglo XXI C.E.), que se han nutrido a partir _____________________ 5 hemos pensado activamente que enfoques bastante más aceptables, podrían ser elaboraciones correlacionadas hacia “dominios de verdad y de realidad social” que sean partícipes de metarrelatos historiógraficos-materialistas-dialécticos, y que vendrían a ser (o deberían considerarse explícitamente) como socioculturales, con una utilización de herramientas mentalistas-interpretacionistas-simbolistas- cognitivistas solo complementarias a la labor cimentada en el realismo científico.
  • 8. 7 de factores probablemente muy impenetrables en sus propias reflexiones, de las que han emanado o han procedido a fin de cuentas, “rasgos con una intencionalidad muy sincera y particular de hipotetizar la verdad” y que por cierto han llegado a ser extremadamente complejos, pero que a una mayoría de ellos, al parecer, esos resultados finales obtenidos los han conducido a conclusiones entreveradas, fijándolas en un notable reduccionismo, un verdadero callejón sin salida, el cual —de todos modos— encaja muy bien con críticas tradicionales que abundan y son propias de esta moda posmodernista tardía, muy atractiva para algunos científicos más jóvenes,6 y además por la dificultad de determinar, el valor heurístico que enriquece al materialismo histórico con ideas novedosas en torno a las interconexiones materiales y más allá, es decir, en avance hacia un fin más intenso, obteniéndose con ello aportes epistemológicos meritorios, eficaces, útiles y provechosos y, lo que es aún más importante, profundamente críticos en la primacía que el materialismo histórico siempre ha otorgado y ha concedido a sus intervenciones conducentes a explicacionessocialestensionadas y dialécticas, generadoras ellas de cambios contradictorios profundos al interior de las sociedades humanas, y todo esto a partir de las bases o cimientos de las infraestructuras, a fin de llevar a cabo planificaciones teórico metodológicas para una acción arqueológica científica que está en constante crecimiento— y/o bien además, tomar en cuenta —para introducirse como si fuese una Teoría del Todo y desde allí escudriñar con mucha dificultad en las problemáticas, y muchas veces ignoradas circunstancias del pasado humano—, el empleo por una parte, de lecturas simbólico sígnicas de orientación estructuralista, mentalista y materialista lévistraussiana (con una tesis evidente y decisiva en Antropología, de llevar a cabo un giro explicativo desde fundamentos provenientes de la Lingüística Estructural y del Inconsciente Freudiano, donde ClaudeLévi-Strauss se ubicapor un lado, con un pieal interior del límite de su propia seguridad antropológica, y argumenta una estrategia textual, que es en extremo, narrativamente acomodada e impecable, bajo presuntas explicaciones realescuyo _________________________ 6 y donde muchos de ellos habrán de sentir además la necesidad imperiosa, —y desde luego muy valiosa para nuestra ciencia—, de formarse como profesionales orientados hacia una “pragmática inmediata”, al interior de Consultorías Medioambientales, relacionadas también con la Preservación del Patrimonio Histórico y Arqueológico de la Nación.
  • 9. 8 punto de arranque está en su sí mismo, en su búsqueda de remembranzas, de sucesos, mentalistas todas y respaldadas por cierta cantidad de etnografías ad hoc, y por otro lado, coloca el otro pie fuera de ese límite, como un complemento de su imaginario, en un conglomerado de textos significantes que le vienen a la memoria y auténticamente escritos por él, pero donde su retórica alegórica figurativa, o mejor aún, incluso a partir de sus apologías, de sus metáforas y de sus emblemas,todo esto en conjunto con metonimias y alusiones, se conjugan y armonizan únicamente en torno a ocurrencias conexionadas todas con la realidad objetiva del ser étnico antropológico en el tiempo y el espacio del aquí y del ahora) (vid. Lévi-Strauss, 1984), y que para el arqueólogo solamente vienen a representar, algo así como si fuesen narrativas que nos ofrece la vista, figuradas e instaladas en un soporte de roca (en cavernas, o abrigos rocosos, etc.), y en la alfarería decorada, o bien suspendidas en muros de ciertos yacimientos arqueológicos monumentales, con un contenido ideológico superestructural muy complicado, tal vez todas ellas pletóricas de presuntas alegorías simbólicas continuadas, y presuntamente con posibilidades de ser percibidas evocativamente por el investigador, de lo pretérito de la humanidad; —pero también podrían ser constituyentes para el mismo investigador, de hallazgos, que a la manera de vías conducentes lo transporten y lo encaminen, hacia un resultado o una solución que den cuenta de la importancia científica de una teoría en cuestión (como lo es por ejemplo la arqueología marxista), y que le ha de permitir al investigador extraer juicios conjeturales, pudiendo recibir quizás “hechos” y por lo tanto “conductas” a posteriori, ejecutadas a priori por un artista como expresiones estéticas, pero donde este habrá de exhibir, detrás de lo manifiesto, recubierto por signos simbolizantes en apariencia profundamente inescrutables y transmutados, aquella información valiosa que el arqueólogo ha de obtener como ofertorios repletos de inferencias, las que en principio podrían albergar tal vez, situaciones tangibles, observables, evidentes, y/o reales y fácticas de desigualdad social (cfr. Marx y Hobsbawm, 1971); —o, en última instancia, efectuar intervenciones a partir de un cuasi–cognitivo Interpretativismo simbolista y ontológico (vid. Geertz, 1973; vid. Turner, 1969), bien sea en conjunto, o bien sea por separado, de otro enfoque alternativo, denominado Arqueología Contextual (vid. Hodder, 1982) de significantes socioculturales en busca de sus respectivos significados a partir de los datos del registro arqueológico, quizás tomando precauciones, pero también observando con mucho interés.
  • 10. 9 Sin embargo, pensando en esa situación fáctica de que la escasez de hallazgos recuperables en este yacimiento nos podría inducir a errores, postulamos la siguiente posición, considerándola como un principio clave: todo sitio arqueológico debe ser informado por un arqueólogo. Esto que a primera vista puede parecer demasiado obvio, no lo es tanto si recordamos que este yacimiento prácticamente no fue motivo de interés en un tiempo posterior para ser examinado por aquellos investigadores que centraban su estudio en la definición de la Cultura Aconcagua. No estamos por supuesto descalificando al arqueólogo Ricardo Latcham —un buen investigador empirista durante la primera mitad del siglo XX— sino planteando que en la actualidad la magnitud del proceso de deterioro de un sitio, no debe impedir realizar una operación que procure una búsqueda exhaustiva de información y de datos determinantemente arqueológicos o antropológico-físicos por lo menos, en donde estos por virtud de este principio, habrán de ser reconocidos por un arqueólogo como productos efectivos provenientes de un trabajo cultural humano (vid. Nota 2) (Nota 2) Y donde este cementerio próximo a Tiltil, ya es en sí mismo, obviamente, una producción, un paisaje, o incluso un conglomerado de viviendas culturales para los muertos, mediatizadas a través de vínculos sagrados, “quizás bipartitos”, —habrían de afirmar al unísono los arqueólogos estructuralistas—, en cuanto a que su pertenencia al dominio de la muerte, podría haber sido nada más que un tejido complicado de significaciones que formarían una totalidad interconectada y no divisiva con las viviendas de los vivos en las agrupaciones residenciales Aconcagua 7 (cfr. Levi-Strauss, 1984). Y la temática aquí, es que a partir de las lógicas concretas de esos “pensamientos salvajes” 8 —de acuerdo a Claude Levi-Strauss— _______________________ 7 Sánchez Romero, Rodrigo (1995). Muerte, Vida, Mujeres y Hombres en la Cultura Aconcagua. II Congreso Chileno de Antropología, pp. 155-159. Colegio de Antropólogos de Chile A. G, Valdivia. 8 [o mejor podríamos decir nosotros, esas lógicas concretas de los “pensamientos silvestres”, de los pueblos o etnias del mundo, o tal vez de otras lógicas mágicas y míticas, que Levy-Strauss identifica como conjuntos de categorías binarias opuestas a los “pensamientos domesticados”, o sea aquellos que involucran el quehacer de la teoría y la praxis de la ciencia occidental moderna, sin que Claude Levy-Strauss desacredite de ningún modo los pensamiento mágicos, sino que los ubica más bien en “un plano de igualdad, pues tienen como principal función el agrupamiento y la clasificación de acuerdo a poner un orden en el universo” (cfr. Levy-Strauss, 1984). De este modo, “el pensamiento mágico no es una forma de ciencia balbuciente. La magia constituiría un sistema perfectamente articulado, tan acabado y coherente como la misma ciencia occidental”. cfr. Levy-Strauss, 1984]
  • 11. 10 está en definitiva, el por qué este investigador francés llega a consideraciones y conclusiones propias, pero escasas en su modo de proceder y en su cautela y ponderación, de que los “pensamientos mágicos, míticos o salvajes”, se ajustan a una percepción y a una imaginación, —por ejemplo, en las oposiciones o niveles de cultura/naturaleza, o de vida/muerte— donde al echar mano “ellos” (aquellas gentes o aquellos pueblos) de todo ese inmenso universo de razonamientos e inferencias, que tenían a su disposiciónpara concretar el pensamiento subyacente que se refleja en sus propias clasificaciones, lograríamos nosotros percibir que todas ellas funcionan analógicamente (vid. Levi-Strauss, 1984). Para Claude Levi-Strauss, solamente un análisis estructural entre los distintos niveles, permitiría dilucidar las referencias a cada elemento del discurso mítico o ritual a que apuntan (Ibidem, 1984). Este antropólogo nos dice que no hay que privilegiar un aspecto para encarar el análisis. La interpretación, o mejor aún, la búsqueda de explicaciones a más largo plazo, —de acuerdo al francés Claude Lévi-Strauss—, debe realizarse desde ambos aspectos, integrando acontecimiento y estructura, o bien si se quiere, estética y lógica (Ibídem, 1984). El antropólogo Claude Lévi-Strauss hace mención de los “sistemas de transformaciones”, e intenta dilucidar las relaciones que toman ambos niveles del análisis, que son a primera vista, opuestos. Para este antropólogo francés, las relaciones de simetría o inversión, no deben interpretarse como derivaciones a partir del contenido de un sistema de base, sino intrínsecamente deben interpretarse como la base misma (Ibídem, 1984), desde la cual erigir todo este “sistema lévistraussiano”, que se habría de interpretar al final. Lo importante aquí para Claude Lévi-Strauss no es el contenido de lo que él llama sus “contradicciones” entre los niveles, sino más bien el hecho de que esas contradicciones existan: vida/casa; muerte/tumba. Pues de acuerdo a este antropólogo, las formas en que se producen esas “contradicciones”, más allá de lo que debe pertenecer a sus contenidos particulares, son para él “mucho menos variadas de lo que parecen” (Ibídem, 1984), como podría hacerse énfasis tal vez —si es que viniesen a nuestra memoria, ahora mismo, en este instante,
  • 12. 11 evocaciones imaginativas, abundantes en proposiciones dicotómicas complementarias, que representasen o significasen además, bien sean, por un lado, solo cosas, o bien sean, por otro lado, relatos o imágenes con distinciones o diferencias— en esta dualidad de vida/muerte, y sus “sistemas de transformaciones” que tendríamos que hallar, según se infiere a partir de este particular “logicismo lévistraussiano”, en los antiguos cementerios Aconcagua, como ocurre con esta necrópolis próxima a la pequeña Ciudad de Tiltil, un yacimiento con mucha riqueza para búsquedas más o menos fructíferas a fin de proceder hacia una epistemología arqueológica cada vez más prolongada y compleja, pero infortunadamente con una enorme escasez de hallazgos potenciales procedentes del interior del sitio mismo —que nos hubiesen conducido quizás hacia búsquedas más generalizadoras, lo suficientemente satisfactorias para efectuar por lo menos, recapitulaciones, a partir de inferencias fuertes en bases de datos mucho más amplias y extensas, obtenidas por mediación de un análisis matemático-metodológico, en torno a conductas humanassociales aún indistinguibles,referidas a este yacimiento de “El Monumento”, pero esta vez con una validación intensamente más probabilística—. Basados en el principio clave que ya hemos postulado más arriba, aislamos algunas ideas que a nuestro entender nos permitirían desarrollar una correcta estrategia de investigación. DEFINICION DE OBJETIVOS Enfrentados al sitio y a sus condiciones culturales y naturales planteamos los siguientes objetivos para ser resueltos a nivel metodológico y técnico: I. Conocer y enfrentar aquellos problemas que plantea la excavación de un yacimiento que ha sufrido un creciente proceso de deterioro. Conjuntamente con esto, pretendemos conocer el comportamiento actual de un sitio arqueológico transcurridos más de 50 años desde su primera excavación por otro investigador.
  • 13. 12 II. Determinar qué significado tiene —pero solo desde un punto de vista de preferencia posibilista,con un acotado y muy limitado probabilismo— la contribución de la cerámica recuperada en el sitio, al contexto cerámico general de la denominada Cultura Aconcagua. DESARROLLO DE OBJETIVOS OBJETIVO I Antecedentes: la excavación de Ricardo Latcham En septiembre de 1928 y por encargo del Museo Nacional, el arqueólogo Ricardo Latcham excavó dos cementerios de túmulos ubicados a pocos kilómetros del pueblo de Tiltil. Al primero de ellos lo denominó “El Algarrobal”, donde excavó 8 de los 21 túmulos que le fue posible identificar. Al segundo lo llamó “Cementerio del Monumento” por su proximidad al monolito erigido al independentista chileno del siglo XIX Manuel Rodríguez; allí excavó 16 de los 94 túmulos identificados. En ambos sitios, los túmulos tenían entre 8 y 15 metros de diámetro y se elevaban sobre el suelo entre 1 y 2 metros. A partir de la excavación se estableció que el material de relleno era una especie de loess que tenía una composición diferente de la del lugar; el autor sostiene que provenía del estero ubicado a unos cientos de metros de los cementerios (vid. Latcham, 1928, pp. 264-265). Las excavaciones se hicieron en forma de cruz hasta una profundidad do 3 a 3 1/2 metros. Las trincheras tenían una anchura promedio de 1,50 metros y su longitud variaba de 6 a 12 metros. Cuando el resultado de las excavaciones no era satisfactorio, se removía la tierra que formaba los ángulos interiores de la cruz hasta la misma profundidad, dejando descubierta toda la superficie del montículo. La profundidad de la tierra acarreada de otra parte era generalmente de 2 a 2,5 metros, pero se seguía la excavación un metro más, porque con frecuencia se hallaban restos enterrados en la tierra firme debajo de los túmulos (Ibidem, 1928, p. 266). Del total de las tumbas excavadas se recuperaron 44 esqueletos, 12 de los cuales se encontraban en condiciones mínimas de ser trasladados al museo. Dos de estos esqueletos presentaban cráneos deformados artificialmente (Ibidem, 1928, p. 266).
  • 14. 13 No todos los esqueletos se hallaron a la misma profundidad. La mayoría se encontraba sobre la superficie de la tierra firme, pero otros estaban enterrados en ella a profundidades que variaban entre 60 cm. y 1 metro, y no pocos se encontraban cerca de la superficie del montículo. Estos últimos al parecer provenían de entierros subsecuentes, efectuados después de la formación del túmulo. Según el autor, es posible que cada túmulo fuese una sepultura de familia, lo que explicaría el hecho anotado. Afirma Latcham que, “dicha hipótesis se hace más probable por cuanto algunos de los túmulos contenían más de un esqueleto, en algunos casos hasta cuatro y aún cinco, distribuidos en diferentes puntos y a distintas profundidades” (vid. Latcham, 1928, p. 266). En varios túmulos se encontraron restos de párvulos y en cuatro casos dichos restos se hallaron dentro de grandes ollas, dos de ellas tapadas con platos de greda (Ibidem, p. 267). El material cultural recuperado de las tumbas y asociado a los esqueletos era poco numeroso. Alrededor de 30 piezas de cerámica se encontraban en buen estado de conservación; el resto consistía en fragmentos. La mayor parte de la alfarería era del tipo doméstico: ollas, cántaros, lebrillos, callanas, platos etc.; muchas de estas piezas estaban cubiertas de hollín. Además, se encontraron piezas de una pasta muy fina, decoradas con dibujos en negro o en negro y rojo. El elemento decorativo más repetido era el trinacrio (Ibidem, p. 268). Aparte de la cerámica se encontraron 3 puntas de proyectil (pequeñas y toscas) y una docena de raspadores de piedra (Ibidem, p. 268). Nuestra excavación A diferencia del arqueólogo Ricardo Latcham, en nuestra inspección al “Cementerio del Monumento” encontramos tan solo 22 túmulos, muchos de ellos difícilmente reconocibles, casi todos notablemente desorganizados y solamente 2 de ellos no alterados por la mano de presuntos “saqueadores”.
  • 15. 14 Los escritos de Ricardo Latcham no mencionan en ningún momento el estado de conservación de los túmulos. En un manuscrito suyo leemos: “En los años anteriores un gran número de estos túmulos han sido abiertos y son muy pocos los que quedan intactos” (vid. Latcham, ms., 1928); aparte de esta mención general el autor no entra en detalles. Por ese motivo no podemos saber qué túmulos encontró presuntamente “saqueados” al llegar al sitio, y cuales fueron aquellos que él excavó. No obstante, interpretamos —a partir de sus referencias— que llevó a cabo sus excavaciones sobre túmulos intactos. Para realizar la excavación elegimos ex profeso un área determinada. En ella se inscribían los 2 túmulos no alterados, 5 túmulos desorganizados, y una superficie, en el límite del sitio, en la cual se practicó una trinchera para conocer la estratigrafía natural del yacimiento. Hay que señalar que el límite actual visible de este es absolutamente arbitrario, puesto que diversas obras han efectuado un aplanamiento mecánico en toda el área adyacente que lo circunda. De modo que es fácil suponer que muchos túmulos han sufrido el arrasamiento de su montículo quedando el resto bajo la superficie actual nivelada. Incluso en labores de jardinería realizadas en el sector de emplazamiento del monumento al independentista chileno del siglo XIX Manuel Rodríguez se han encontrado periódicamente fragmentos de cerámica. En relación con los túmulos no intactos, que se consideraban “saqueados”, nuestro interés era dar cuenta de evidencias en torno a algún reconocimiento —aún cuando solamente, como ya lo hemos citado, vendría a ser desde una perspectiva preferentemente posibilista— en cuanto al método de trabajo de campo llevado a cabo por el arqueólogo Ricardo Latcham, a fin de observar y quizás definir algunos patrones diferenciales, que pudieran tal vez ofrecernos indicadores en torno a los procedimientos metodológicos que fuesen determinantes, de hecho, de la presencia de una excavación arqueológica efectuada por este investigador. Hemos de recordar, que Ricardo Latcham era considerado —en ese instante histórico de la primera mitad del siglo XX— un empirista consumado; un buen estudioso de los hechos, los que comparaba y tipologizaba.
  • 16. 15 Para esto consideramos lo siguiente: (1) que un saqueador ha de excavar de una manera caótica, desordenada y confusa. (2) que el arqueólogo Ricardo Latcham excavaría con una técnica de excavación conexionada con un referente histórico-cultural determinado. (3) que esta técnica sería reconocida por nosotros. Los resultados obtenidos en nuestro breve examen de los 5 túmulos fueron muy similares, no percibiendo mayor diferencia entre ellos. Esta sentencia puede ser explicada por alguna de las siguientes alternativas: (a) que existiese una cierta vaguedaden nuestro conocer posibilistade que tal vez, en este yacimiento, el arqueólogo Ricardo Latcham no hubiese llevado a cabo una excavación arqueológica enteramente y absolutamente conectada con una metodología visibilizada en extremo, categóricamente definible, con particularizaciones destacables, y además señalizada y conceptualizada bajo un esquema o conexión congruente con el modelo histórico-cultural ya establecido por aquella época (la tercera década del siglo XX) en la República de Chile, pero que también fuese observable por nosotros ahora en nuestros días. Y en función de la imposibilidadde registrar su intervención válidamente —en este sitio por lo menos— nos resultó prácticamente indistinguible su presencia, debido a un bajísimo carácter visual, incapacitándonos para dar cuenta, ni siquiera de manera totalmente discreta (separada o distinta), de alguna actividad de Ricardo Latcham en los hechos mismos sobre este yacimiento, y menos aún cualquier evidencia posible que involucrase o no a Latcham de algún modo, a la actividad inherente de lo que se define arqueológicamente en nuestros días con el concepto moderno vinculado al acto de “saquear”, “expoliar” o llevar a cabo “robos arqueológicos” (apoderarse de todo o de la mayor parte de lo que se encuentra en un yacimiento arqueológico, contribuyendo en definitiva, a provocar una desorganización generalizada de este como conclusión).
  • 17. 16 (b) que los “saqueadores” actuaron sobre todos los túmulos desorganizados que nosotros excavamos. (c) que nosotros —en conexión con lo afirmado en la alternativa (a)— no fuimos capaces de reconocer algún gradiente de diferencia entre las excavaciones arqueológicas de Ricardo Latcham, y la confusión de artefactos hallados en secciones del sitio, que puede ser o no, un subproducto de la actividad radicalizada que nos permite en última instancia darnos cuenta efectivamente de la presencia de presuntos “saqueadores” allí, pero aun así hemos considerado que esta última alternativa (c) es la que tiene mejores posibilidades de ser la más acertada. De todos modos, decidimos ubicar estos conceptos muy controvertidos y muy conflictivos para nosotros en este yacimiento —vale decir “saqueo”, “expolio”, “robo arqueológico” y toda variante lingüística más amplia relacionada con ellos— con una escritura entrecomillada, para admitir nuestra limitación de eventualidades no previsibles para obtener respuestas coherentes. Técnica de la excavación En primer lugar, en nuestra excavación empleamos “unidades artificiales” de 20 cm., pero en función de la arbitrariedad de estos niveles, hemos seleccionado por último el más idóneo proceso de excavación estratigráfica (vid. Harris,1979, pp. 39-40). Latcham sostiene que, en los túmulos de Tiltil, “no hay ninguna fijeza en la ubicación del cadáver. A veces se encontraba en el centro, a veces a un costado y con frecuencia enterrado en la tierra dura debajo de cualquier parte del montículo” (vid. 1928, p. 266). De acuerdo a esta situación, optamos primero por excavar en el centro de cada túmulo intacto una cuadricula de 2 x 2 metros y una trinchera de 1 x 2 metros en los túmulos presuntamente “saqueados”. Esta estrategia cumpliría dos metas básicas: (a) en los túmulos intactos, obtendríamos la mayor potencialidad de material cultural.
  • 18. 17 (b) en los túmulos “saqueados”, considerando que este “saqueo”, “expolio” o “robo arqueológico” siempre afectaba al centro del montículo, obtendríamos un excelente registro para dar cuenta de esta “presunta acción perturbadora”; tanto su magnitud como su impacto en la remoción del material cultural. Se tomó la decisión en este “Cementerio arqueológico del Monumento”, cercano al pueblo de Tiltil, de llevar a cabo una Clasificación no Estandarizada de Perfiles Estratigráficos, a los que hemos decidido otorgarles una validación que ha de venir a ser indicada —y al mismo tiempo estar intercedida o mediada— por las notables similitudes o semejanzas posibilistas entre ambos conceptos de relacionables y/o de equiparables para todos los perfiles estratigráficos del yacimiento (vid. Harris, 1979, capítulos 7 y 8), lo que hubo de ser así, en cuanto hallamos un vínculo acumulativo dominante que se produce en el sitio, entre las Unidades Estratigráficas de Tumbas Aconcagua del cementerio, con presencia de registro arqueológico (vid. Harris, 1979, capítulos 6, 7 y 8), —declarándose una evidencia cotejable entre los túmulos 1, 7, 2, 3, 4 y 6— y una Unidad Estratigráfica Natural Común, sin registro arqueológico, por debajo de la última secuencia estratigráfica antrópica. En aquellos túmulos no alterados, se dio comienzo a la excavación en su punto culminante (vid. esquema 1) esquema 1
  • 19. 18 Sin embargo, en los túmulos “saqueados”, o alterados, la excavación se inició a partir de la superficie actual del “saqueo” allí realizado (vid. esquema 2) esquema 2 Estratigrafía limítrofe del yacimiento El perfil estratigráfico limítrofe del yacimiento —precisamente justo en su extremo contiguo y adyacente—, se compone de seis Unidades Estratigráficas Naturales con una profundidad total de 2 metros. Su orden y textura es la siguiente (vid. p. 17 de este artículo): Estrato 1: capa vegetal terrosa; textura fina Estrato 2: capa terrosa; textura de partículas medianas; escasez de partículas finas Estrato 3: capa arenosa de textura mediana y color gris Estrato 4: arenas de textura mediana y consistencia floja Estrato 5: arcilloso, de textura muy fina, y color café oscuro Estrato 6: bloques grandes de bolones y arenas de consistencia floja. Esta estratigrafía corresponde a la trinchera A, realizada en el límite del sitio
  • 21. 20 LAS TUMBAS TÚMULOS INTACTOS TÚMULO 1 Pared Norte Escala 1:20 Se encontraron restos óseos pertenecientes a dos individuos humanos. individuo 1 Su ubicación correspondía a una fosa elíptica ubicada al centro del túmulo entre los 5 y 61 cm. de profundidad (estrato nº 2), si bien hallamos una disturbación, que logramos verificar posteriormente, de que el fondo de excavación de la tumba
  • 22. 21 se extendía incluso hasta los 80-90 cm. destruyendo parcialmente un segmento completo del estrato nº 3 [según Harris, 1979, Capítulo 9, p. 90, esto podría ser inferido eventualmente como “una interface de destrucción, que vendría a ser entendida como evidencia estratigráfica negativa, la que aparece bien clarificada en los planos de la excavación, pero que no es necesariamente tan evidente en las secciones o perfiles estratigráficos verticales de la misma”. Traducción nuestra]. Los restos comprendían un cráneo incompleto, fragmentos de huesos largos y piezas dentales. La posición era extendida, decúbito dorsal y orientada hacia el Norte. Asociado al cráneo, a una altura de 10 cm. se encontró un puco (fig. 8) y un jarro globular decorado (fig. 6). También se recuperaron fragmentos de cerámica. Individuo 2 Se encuentra a 50 cm. al Oeste del individuo 1. Entre los 90 y 140 cm. de profundidad aparecieron numerosos restos óseos fragmentados (se identificó con seguridad una costilla). No se encontró ningún fragmento de cráneo y no se pudo determinar su posición. A 15 cm. de la costilla se halló una escudilladecorada fragmentada (fig. 9). Observación y análisis Estamos en presencia de un túmulo en el que se han encontrado dos entierros: uno de ellos ubicado en el centro mismo del túmulo y próximo a la superficie de este, y un segundo cuerpo enterrado a mayor profundidad, con una localización y disposición de los restos diferente a los del cuerpo anterior, más limítrofe esta vez hacia el Oeste, y no centrada en el túmulo. La alteración parcial en el individuo 2 puede ser, en parte, por la realización de la fosa para depositar al individuo 1. A pesar de esto, despierta curiosidad la no aparición de restos craneanos del segundo individuo. Con respecto a este hecho no podemos dejar de citar a Latcham: “Llama la atención que cuatro de los cadáveres encontrados en el cementerio del ‘Algarrobal’ carecían de cabeza, no encontrándose vestigios del cráneo en la sepultura, lo que demuestra que habían sido decapitados antes del entierro. En un caso se encontró el cráneo separado del tronco y colocado entre los pies del esqueleto” (vid. 1928, p. 267). Sin embargo, la carencia de huesos craneanos de uno de los individuos no permite ejecutar in situ, ciertas correlaciones cráneométricas —considerando desde luego, que esas relaciones recíprocas podrían ser ahora en este siglo XXI, tal vez científicamente no demasiado precisas, y/o algo confusas, o bien por el contrario, que vengan a ser mucho más complejas y más variables en el contexto de una biología humana— pero que sin embargo sean posibles de hacerse, y que vengan a ser realizables, viables y factibles con una certeza estimable entre ellas, lo que podría sugerir eventuales respuestas frente a la posibilidad de que estemos ante un enterratorio situacional con tipología de túmulo corresidencial.
  • 23. 22 TÚMULO 7 Pared Norte Escala 1:20 Tumba de forma elíptica
  • 24. 23 Es una tumba de forma elíptica comprendida entre los 80 y 110 cm. de profundidad (estrato nº 3) y ubicado al costado Norte del túmulo. Se encontraron aquí los restos pertenecientes a un individuo. Su posición era decúbito dorsal y se orientaba de Este a Oeste. Los restos se presentaban en regular estado de conservación y comprendían un cráneo incompleto, fragmentos de mandíbula, fragmentos de tibia y peroné (izquierdo-derecho), más otros fragmentos pequeños de huesos largos, no identificables con seguridad. Asociado al cráneo se hallaron dos pucos (figs. 2 y 3) y una olla grande (fig. 4). Prácticamente pegado a la tibia y peroné se encontró un puco (fig. 5) y a 10 cm. de ellos una olla pequeña (fig. 1). Ninguno de ellos estaba decorado. Ubicada entre dos cerámicas (figuras 1 y 5) había una concha de un molusco llamado loco (Concholepas concholepas), que habita las costas de Chile y Perú. El loco es una Clase de molusco gasterópodo, es decir, aquellos que presentan un área cefálica o cabeza, un pie musculoso ventral, y una concha dorsal. Observación y análisis: llama la atención la cantidad elevadamente significativa de cerámica no decorada que acompaña al individuo (vid. Objetivo 2: Análisis), y también la situación de una escudilla (fig. 5) que se presentaba apegada en los bordes a los fragmentos reconocibles de tibia y peroné. Finalmente observamos el hecho de que habían algunos fragmentos de esos huesos largos que nosotros calificamos en nuestro análisis de campo como no identificables, pero que estaban incluidosdentro del cráneo, y se hallabanademásen un orden determinado, es decir, cada uno de estos fragmentos óseos estaba dispuesto en una posición semivertical, y asimismo se situaban en estrecha vecindad, pues se ubicaban adyacentes y contiguos entre sí, actuando el cráneo a modo de urna. Sin embargo, esta situación no parece implicar ningún tipo de alteración del cuerpo, que constituya una conducta o un procedimiento que coadyuve o contribuya al hecho de haberse efectuado un posible entierro secundario posterior (vid. Latcham, 1915, pp. 240-243) que habría de dar por terminado definitivamente un largo proceso de ritos de paso del difunto, (vid. Turner, 1969) desde su muerte física hasta su partida definitiva (fases: preliminar, liminar y postliminar, cfr. Van Gennep, 1960, pp. 11, 21, 146-164) hacia el más allá (vid. Latcham, 1915, pp. 240-243), pues en este caso, la relación entre la posiciónde los huesos largos y el cráneo no constituía una evidencia o un “hecho” fuerte de confirmación. Y al no observar otros hechos coincidentes o concordantes, optamos por descartarlo, aun cuando Ricardo Latcham ya menciona el hallazgo de restos óseos dentro de ollas (vid. Objetivo 1: Antecedentes) sin entrar en detalles y sin publicar láminas de ellas.
  • 25. 24 LAS TUMBAS TÚMULOS ALTERADOS TÚMULO 2 Pared Norte Escala 1:20
  • 26. 25 Este túmulo era el de mayor tamaño entre los elegidos para excavar. En razón de su magnitud se empleó una técnica particular, practicándose una trinchera en L con una longitud de 4 metros en dirección Este-Oeste y de 2 metros en dirección Norte-Sur y una anchura de 1 metro. Se excavó hasta una profundidad de 130 cm. desde el nivel superior del llamado por nosotros “centro del cráter” (vid. esquema 2) de este túmulo alterado hasta alcanzar el estrato estéril formado por grandes bolones de río. hallazgos: a 20 cm. de profundidad (estrato nº 2) surgieron algunos indicios de ocupación bastante alterados (restos de un fogón); luego, entre los 50 y 100 cm. (estrato nº 2) aparecieron en forma aislada y diseminados varios fragmentos óseos correspondientes a huesos largos y cráneo. En los 105 cm. (estrato nº 3) se recuperó una punta de proyectil triangular de base escotada. No se encontró ningún fragmento cerámico. TÚMULO 3 Pared Este Escala 1: 20
  • 27. 26 Se caracteriza por la escasa presencia de material arqueológico, con “elementos interfaciales de superficie” (vid. Harris, 1979, capítulo 7, pp. 54-68), que se podría traducir con precisión como casi superficial, aplicándose este concepto al límite superior de un depósito, o a la línea de contacto entre dos depósitos. (Ibidem, 1979, capítulo 7). En este caso el registro se encontraba entre 0 y 40 cm. en el estrato nº1, a la manera de una muy débil “evidencia estratigráfica de acción negativa” (vid. Harris, 1979, Ibidem). Aquí se hallaron algunos restos de cerámicano decorada junto a pequeños fragmentos óseos. En los 70 cm. (estrato nº 2) se recuperaron fragmentos cerámicos decorados. El estrato de bloques grandes, sin material cultural, aparece en los 110 cm. Sin embargo, para efectos de control se excavó hasta 170 cm. sin encontrar evidencias positivas de material arqueológico.
  • 28. 27 TÚMULO 4 Pared Este Escala 1:20 Se hallaron fragmentos cerámicos sólo en el nivel superficial (5-20 cm.) en el estrato nº 1, a la manera de “elementos interfaciales de superficie” pues según Harris (vid. 1979, capítulo 7, pp. 54-68) este concepto “se aplica al límite superior de un depósito o la línea de contacto entre dos depósitos” (Traducción nuestra). Se encontraban en una capa con características más-menos uniforme constituida por arenas medianas mezcladas con escasas piedras. Entre los 141-150 cm. aparecen los bloques de piedras grandes. Se excavó hasta los 2 metros de profundidad.
  • 29. 28 TÚMULO 5 Pared Este Escala 1:20 Es una pequeña prominencia circular apenas perceptible. Se optó por su excavación, pues en un primer momento se pensó que podría significar un nuevo túmulo intacto. Sin embargo, tras los primeros 100 cm. no apareció material arqueológico. A esa profundidad surge el estrato señalizador de bloques grandes de bolones. Luego de excavar este estrato hasta los 160 cm. y sin evidencia positiva de ningún tipo se determinó paralizar la excavación.
  • 30. 29 TÚMULO 6 Pared Este Escala 1:20 Se encontraba entre el límite del área de excavaciones y el camino que la separa del monumento a Manuel Rodríguez. Al construirse dicho camino con el fin de realizar carreras de caballos en el ámbito de fiestas que conmemoran a la figura del independentista chileno del siglo XIX Manuel Rodríguez, el túmulo fue cortado en
  • 31. 30 dos sectores quedando una sección mayor totalmente aplanada y formando parte de la llamada “cancha” ya consolidada y establecida para las carreras de caballos. Otra sección menor quedo levantada y continúa conservando su aspecto formal de túmulo. En este último sector se efectuó la excavación. hallazgos: En un principio, durante la excavación del sector de la Pared Oeste de esta trinchera de 1 x 2 metros en este túmulo alterado, y hasta los 120 cm, no apareció ningún material arqueológico. A esa profundidad comienza el estrato de bloques de bolones. Sin embargo, al excavar la Pared Este de la trinchera de este túmulo desorganizado —pero observándolo ahora de un modo más atento y asiduo, y también más cuidadoso y perseverante— hallamos una zona limítrofe entre dos estratos contiguos, y en ella un “elemento interfacial negativo” a los 76-79 cm. (vid. Harris, 1979, capítulos 7 y 8, pp. 53-81), —precisamente bajo el estrato nº 3, y el que lo sucede, es decir, incrustado en el estrato nº 4, lo que involucra inferencias acerca de “aquellos estratos que han sido disturbados o destruidos en escasa medida” (vid. Harris, 1979, Ibidem)—, donde se recuperó una punta de proyectil triangular de base escotada asociada a restos óseos humanos en muy mal estado de conservación que no tenían ninguna disposiciónclara entre ellos. OBJETIVO II La escasez del material cerámico recuperado, el estado de disturbación y/o presunto “saqueo” del yacimiento y el conocimiento y distinción de la tipología cerámica de la Cultura Aconcagua en años recientes (vid. Massone,1978,1979), fueron las tres consideraciones que tomamos en cuenta al desarrollar este objetivo. Las dos primeras son el resultado de nuestra observación inicial de entrada y de nuestro recorrido por el terreno mismo previo a la excavación, y la tercera es inherente al avance de la investigación arqueológica en el análisis de muestras de conjuntos alfareros de la Cultura Aconcagua. Estas limitaciones nos obligaron a examinar de manera metodológica y técnica solamente un conjunto de atributos diagnósticos que nos fue posible detectar en la cerámica del sitio, para confrontarlos posteriormente con aquellos que caracterizan a los tipos cerámicos Aconcagua —ya definidos hasta ahora— y obtener así algunos resultados. La mayor parte de las vasijas procedían del túmulo 7 y no presentaban decoración. De los 5 objetos cerámicos recuperados en esta tumba, 2 de ellos correspondían al tipo Aconcagua RojoEngobado (pucos, figs. 2 y 3) en la variedad no decorada. Este tipo se encuentra en los túmulos funerarios en directa asociación con alfarería Aconcagua Salmón (vid. Massone,1979, p. 256) y también solo. En nuestro caso representa la ofrenda cerámica en compañía de otras vasijas de confección más burda. Su presencia está de acuerdo con los datos que indican una mayor frecuencia de la variedad sin decoración en la cuenca de Santiago (Ibidem, p. 254)
  • 32. 31 Análisis del material cerámico recuperado en el cementerio de túmulos de Tiltil. Nuestro Segundo Objetivo general fue determinar el significado de la contribución de la cerámica recuperada en el yacimiento al contexto cerámico general de la Cultura Aconcagua. Con este fin se definieron los siguientes objetivos específicos: a) detectar los atributos que permitieran clasificar el material cerámico de Tiltil de manera diagnóstica. b) analizar comparativamente esta serie de atributos con aquellos que tipifican a la cerámica de la Cultura Aconcagua. Por atributo entendemos cada una de las características, o rasgos, o propiedades, que identifican un conjunto específico de artefactos, los que son por definición, productos de las acciones sociales e individuales de sujetos humanos (Heráz y Martínez, p. 20, separata S/F). En este caso, son indicadores de la cerámica del sitio (o sea, diagnósticos de ella) y pueden ser opuestos o confrontados con otros que son ajenos a él. Las técnicas utilizadas para cumplir con los objetivos específicos fueron: 1) Análisis de laboratorio con el objeto de detectar los atributos diagnósticos de la cerámica de Tiltil. Empleo de la Nomenclatura Clasificatoria de piezas cerámicas establecida por la Convención de Córdoba (1964). 2) Revisión de fuentes bibliográficas especializadas con el fin de identificar los atributos típicos de la alfarería perteneciente a la Cultura Aconcagua. 3) Manejo de tablas comparativas entre ambas series de atributos en el proceso de Contrastación. Para determinar la composición del antiplástico se utilizó como base de la descripción de las formas cristalográficas, aquella que hace referencia a sus dimensiones relativas en las tres direcciones del espacio (vid. Tyrrell, 1963; vid. Brüggen, 1931). La clasificación es la siguiente (vid. Tyrrell, 1963): a. Cristales equidimensionales o poliédricos: están más o menos igualmente desarrollados en todas las direcciones.
  • 33. 32 b. Cristales tabulares: están mejor desarrollados en dos direcciones espaciales en comparación con la tercera. Forman placas, tabletas, escamas. Por ejemplo, preferentemente en las micas y en los feldespatos c. Cristales prismáticos: están mejor desarrollados en una dirección en comparación con las otras dos. Forman columnas, prismas (gruesos y delgados), hexágonos, barras y agujas. Ejemplos, el cuarzo y la apatita. También algunos feldespatos. d. Cristales irregulares: sus formas no guardan relación con las categorías precedentes (arbustos, parches diseminados, venas, etc.). Tomamos también la decisión de determinar el grado de dureza de los minerales constitutivos, componentes e integrantes del antiplástico de los artefactos de alfarería recuperados en esta necrópolis de Tiltil. Para dar cuenta del proceso de detección de esta parte de los atributos diagnósticos propios de la alfarería obtenida en este sitio arqueológico funerario, se adoptaron las recomendaciones de Brüggen (vid. 1931, p. 195) y Tyrrell (vid. 1963). La escala de dureza empleada en el análisis, es aquella establecida por Friedrich Mohs (vid. Tyrrell, 1963), para los minerales (desde talco, dureza 1, hasta diamante, dureza 10). Recuperado de: https://www.mineraltown.com/infocoleccionar/dureza_escala_de_mohs.htm Hemos considerado esta escala como la más adecuada en virtud de la categoría fundamentalmente posibilista de nuestra indagación. En el instrumental empleado, fue determinante la utilización de una variedad de lentes de diversos aumentos. Las visualizaciones obtenidas con aquellos de 20 a 40 aumentos fueron muy útiles en virtud de sus capacidades de precisión en el reconocimiento exhaustivo del antiplástico. Como complemento visual a las lentes ya citadas, pero a partir de un enfoque esta vez diferente, que no hace énfasis en observaciones visuales particulares, singularizadas y detalladas en extremo, sino más bien en una totalidad dominante de visiones de conjuntos o de grupos minerales incorporados como antiplástico o atemperante, se hubo requerido de otro lente auxiliar de 6 aumentos.
  • 34. 33 ESTUDIO DEL MATERIAL CERÁMICO (dibujante: Antonio Brunet Merino). Este material ha sido subdividido de la siguiente manera: 5 vasijas completas, 1 incompleta, 3 fragmentadas y 147 fragmentos divididos en siete grupos. DESCRIPCIÓN DE LAS VASIJAS COMPLETAS (A) OLLA PEQUEÑA. Tipo Aconcagua Pardo Alisado, (figura 1) PASTA - antiplástico composición: granos medianos de arenas. Se observan macropartículas finas y algunas formas tabulares (micas y feldespatos) tamaño: no uniforme distribución: irregular densidad: media a alta
  • 35. 34 dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 2,5 (micas); 6 (feldespatos). - textura: aspecto compacto, aunque levemente poroso - color: pardo gris-café a pardo rojizo También es notoria la coloración pardo-negro. SUPERFICIE - color: pardo café en superficie externa; pardo gris a pardo café en superficie interna - acabado: alisado de aspecto un poco tosco en superficie externa; alisado en superficie interna. - defectos: ambas superficies se presentan extensamente ennegrecidas. Presencia de hollín. TIPO DE COCCIÓN: parcialmente oxidante con núcleo pardo café a pardo negro DESCRIPCION DE LA FORMA - altura de la pieza: 105 mm - diámetro boca: 88 mm - diámetro: máximo del cuerpo: 118 mm - espesor de paredes: de 3 a 6 mm - cuello: simple cóncavo (ligeramente evertido) - labio: convexo - base: aplanada (ligeramente redondeada)
  • 36. 35 - asas: en número de dos, verticales, de inserción doble remachada y del tipo maciza otomorfa - cuerpo: esférico y de contorno suavemente compuesto (cuerpo subglobular) (B) ESCUDILLA (PUCO). Tipo Aconcagua Rojo Engobado, variedad sin decoración (figura 2) PASTA - antiplástico composición: granos medianos de arenas. Formas minerales prismáticasy hexagonales(cuarzo). Finaspartículas tabulares (identificación imprecisa: micas) tamaño: no uniforme
  • 37. 36 distribución: intermedia (medianamente homogénea) densidad: media a alta dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad media: 2,5 (micas); 6 (feldespatos); 7 (cuarzo). - textura: compacta. Porosidad media - color: café rojizo SUPERFICIE -color: tonalidad café claro en superficie externa; café con tonalidades rojizas en superficie interna -acabado: engobado en ambas superficies -defectos: ambas superficies se presentan ennegrecidas en algunos sectores. TIPO DE COCCION: oxidante, con escasa presencia de núcleo gris-café. DESCRIPCION DE LA FORMA - altura de la pieza: 75 mm - diámetro boca: 133 mm - espesor de paredes: de 3 a 6 mm - labio: convexo - base: convexa - cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
  • 38. 37 (C) ESCUDILLA PEQUEÑA (PUCO). Tipo Aconcagua Rojo Engobado, variedad sin decoración (figura 3) PASTA - antiplástico y textura son observables, pero solo en un grado mínimo dureza aproximada de los minerales del antiplástico: aproximadamente 6 (identificación de seguridad baja: parecen visibilizarse ligeramente cuarzos y/o apatitas)
  • 39. 38 - color: café rojizo SUPERFICIE - color: en superficie externa el color es café claro con tonos rojizos en algunas zonas; en superficie interna es rojo. - acabado: Engobado en ambas superficies - defectos: está en buen estado. Sin embargo, en la superficie externa se aprecian algunas grietas. TIPO DE COCCIÓN: oxidante DESCRIPCION DE LA FORMA - altura de la pieza: 65 mm; diámetro boca: 120 m. - espesor de paredes: 2 a 4 mm - labio: convexo. - base: convexa - cuerpo: hemisférico, de contorno simple.
  • 40. 39 (D) OLLA GRANDE. Tipo Aconcagua Pardo Alisado (figura 4) PASTA - antiplástico composición: granos medianos a grandes de arenas de color blanco. Partículas blancas prismáticas hexagonales de cuarzo. Finas partículas tabulares (micas). Partículas tabulares de mayor tamaño con apariencia vítrea (feldespatos) tamaño: no uniforme distribución: medianamente homogénea densidad: media a alta dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 7 (cuarzo); 2,5 (micas); 6 (feldespatos).
  • 41. 40 - textura: medianamente compacta; presenta cierta tendencia a la disgregación - color: varía desde un café anaranjado intenso a un café oscuro SUPERFICIE - color: café claro con trazas rojizas en ambas superficies- - acabado: se aprecia algo de engobe en algunos sectores de la superficie externa; la superficie interna esté alisada - defectos: las 2/3 partes de la superficie externa están ennegrecidas por una capa de hollín. Casi toda la superficie interna está alterada por el hollín y por una pátina que impide un reconocimiento claro de la coloración y el acabado de la vasija. TIPO DE COCCION: oxidante, con núcleo gris-negro que alcanza en parte hasta la superficie interna DESCRIPCION DE LA FORMA - altura de la pieza: 150 mm. - diámetro boca: 85 mm. - diámetro máximo del cuerpo: 150 mm - espesor paredes (aprox.): 2 a 3 mm hasta 5-6 mm - cuello: simple cóncavo - labio: preferentemente recto. - base: redondeada y ligeramente aplanada - asas: en número de dos, una de ellas en posición vertical, la otra ligeramente oblicua, de inserción doble remachada y del tipo maciza otomorfa. - cuerpo: esférico (globular).
  • 42. 41 (E) ESCUDILLA (PUCO). Tipo Aconcagua Pardo Alisado (figura 5) PASTA - antiplástico composición: granos medianos de arenas. Se observan partículas de forma tabular (micas). Tamaño, distribución y densidad no son observables dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 2,5 - 3 (abundancia de micas) - textura: no se observa - color: pardo gris a pardo café-rojizo SUPERFICIE - color: café pardo en ambas superficies - acabado: engobado en superficie externa; pulido en superficie interna - defectos: en la superficie interna hay zonas ennegrecidas TIPO DE COCCION: deficiente. De parcialmente oxidante a reductora
  • 43. 42 DESCRIPCION DE LA FORMA altura de la pieza: 70 mm diámetro boca: 158 mm espesor de paredes: 3 a 5 mm hasta quizás 7 mm labio: preferentemente convexo base: convexa cuerpo: hemisférico, de contorno simple. DESCRIPCIÓN DE LAS VASIJAS INCOMPLETAS (a.1’) Probablemente jarro o botellón pequeño decorado. Tipo Aconcagua Salmón. variedad, negro, rojo, blanco sobre salmón (figura 6)
  • 44. 43 PASTA - antiplástico composición: granos medianos a finos de cuarzo y arenas. Finísimas formas tabulares (micas, feldespatos). En general el antiplástico es muy fino tamaño: medianamente uniforme distribución: más bien irregular densidad: media dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad alta: 7 (cuarzo); 2,5 (micas); 6 (feldespatos). - textura: compacta. Porosidad baja - color: anaranjado SUPERFICIE - color: anaranjado en superficie interna; blanco (engobe) y anaranjado (pasta) en superficie externa. - acabado: superficie interna alisada; superficie externa pulida y engobada - defectos: algunas finísimas grietas en la superficie externa. En la superficie interna se aprecian algunas zonas con una pátina plomiza TIPO DE COCCION: oxidante, buena, sin núcleo
  • 45. 44 MOTIVOS DECORATIVOS: sobre el engobe blanco de la superficie externa (el cual esta notablemente decolorado en amplias zonas) están presentes los siguientes motivos: bandas de 3 y 4 líneas paralelas verticales de color negro que atraviesan el cuerpo de la vasija desde su extremo superior hasta el circulo basal que es de color rojo, y que dividen la superficie decorada en 4 sectores con idénticos motivos. Ellos son: una banda de 3 líneas paralelas verticales negras y rojas y otras 2 similares (3 líneas paralelas negras y rojas) en sentido horizontal, una de ellas en la parte superior del cuerpo interrumpida por la banda de líneas verticales (no es visible en figura 6) y otra en la parte media. En los espacios entre bandas hay rectángulos con pestañas de color negro y rojo. Hemos optado por generalizar —pero de un modo en extremo muy extensivo e incluso tal vez ambiguo— que debido al número hallado en la distribución grupal de los motivos, estos podrían expresar de alguna manera, a partir de consideraciones estructurales,9 e inferencias sociales y/o culturales —las que habremos de presumir aún, están bajo estudio en otras necrópolis Aconcagua— y que tal vez pudiesen ser hipotetizadas creativamente mediante la prevalencia de dualidades, triparticiones o cuatriparticiones, según componentes estructurales geográfico-cosmológicos y/o sociales andinos (vid. Hidalgo, Jorge et al. 1981, pp. 79- 95); o bien podrían estar informándonos solo de consideraciones eventuales, que vendrían a emerger únicamente como resultado de conjeturas (y obviamente, intentando visualizar también las refutaciones concomitantes), que se hacen visibles espacialmente a partir del postulado de las tesis estructuralistas mentalistas lévistraussianas,9 conexionadas con formaciones parentales de categorías binarias desconocidas por nosotros —y que habrá que estudiar si estas explicaciones estructurales otorgan mérito para un conocimientode claves que nos llevenhacia ellas en la Cultura Aconcagua— de preferencia vínculos de alianzas, que habrían de implicar como límite superior un intercambio máximo cuatripartito, categorizado al parecer, por dualidades dobles que entrelazaban sus alianzas, a una cantidad —que obviamente ignoramos— de divisiones espaciales heterogéneas de grupos familiares corresidentes, miembros todos de lo que se constituye y se nombra como patrones de la Cultura Aconcagua (Ibidem, pp. 79-95). ——— Recuperado de: http://www.chungara.cl/Vols/1981/Vol8/Elementos_estructurales_en_la_ceramica.pdf ______________________________ 9 es decir, encontrándose todavía esta “explicación estructural” en un proceso de duplicidad adaptativa en nuestra comunidad de científicos, en torno a si su categoría de conocimientos y su metodología de análisis, puede válidamente lograr explicaciones científicas o no en arqueología, lo que es aceptado por algunos investigadores, pero también es rechazado por otros.
  • 46. 45 DESCRIPCION DE LA FORMA (continuación de figura 6) altura de la pieza (cuerpo): 100 mm diámetro (cuerpo): 100 mm espesor de paredes: 5 mm base: redondeada cuerpo: esférico, de contorno simple (globular) estado: falta el cuello de la pieza. El cuerpo está en buen estado DESCRIPCIÓN DE DOS VASIJAS FRAGMENTADAS (a.1’’.) Escudilla (puco). Tipo Aconcagua Rojo Engobado (figuras 7 y 8); 6 fragmentos. PASTA PASTA - antiplástico PASTA -antiplástico composición: granos medianos a grandes de arenas. Abundantes granos prismáticos y tabulares de tamaño grande y mediano, de color blanco y gris tamaño: medianamente uniforme
  • 47. 46 distribución: medianamente homogénea densidad: media a alta dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación de seguridad muy baja: promedio de dureza de minerales: 6,5 (posibilidades muy cautelosas de presencia de minerales de cuarzos; la presencia de feldespatos vendría a ser la más acertada) - textura: compacta. Porosidad media - color: café rojizo SUPERFICIE - color: café claro en superficie externa; café rojizo en superficie interna - acabado: engobado en ambas superficies. El acabado se presenta bastante tosco - característica particular de la superficie: en la superficie interna, al fondo de la vasija y en posición central hay una prominencia de forma mamelonar de 10 mm de alto. Puede inferirse favorablemente por movimiento manual, que está hueca y parece contener en su interior bastantes semillas y/o piedrecillas que producen una sonoridad débil al agitar el ceramio. TIPO DE COCCION: oxidante, con núcleo gris bien definido DESCRIPCION DE LA FORMA altura de la pieza: 55 mm espesor de las paredes: 3 a 6 mm diámetro boca (aprox.): 123 mm
  • 48. 47 labio: convexo base: convexa cuerpo: hemisférico, de contorno simple. (a.1.’’’) Escudilla decorada (puco). Tipo Aconcagua Salmón, variedad negro sobre salmón (figuras 9 y 10); 18 fragmentos.
  • 49. 48 PASTA - antiplástico Composición: abundantes granos blancos y grises de tamaño medio a grande, preferentemente prismáticos (cuarzos, feldespatos) tamaño: poco uniforme distribución: irregular densidad: media dureza aproximada de los minerales del antiplástico: identificación visual de seguridad baja: promedio de dureza de minerales: aproximadamente 6,5.
  • 50. 49 - textura: medianamente compacta. Es más bien floja y quebradiza. Porosidad media - color: anaranjado rojizo SUPERFICIE - color: anaranjado rojizo en ambas superficies - acabado: pulido en ambas superficies - defectos: la superficie externa y sobre todo la base presentan un aspecto erosionado - característica particular de la superficie: en la base se observan tres pequeñas prominencias a manera de soportes. TIPO DE COCCION: oxidante MOTIVOS DECORATIVOS: decoración en negro sobre la superficie anaranjada. La superficie interna esta notablemente decolorada. Se observan bandas de líneas paralelas quebradas en zig-zag con pestañas. En el labio aparece una línea perimetral muy pálida. En la superficie externa se distingue el trinacrio y el circulo basal. DESCRIPCION DE LA FORMA - altura de la pieza: 56 mm - espesor de paredes: 3 a 4 mm - labio: recto - base: redondeada, con tres pequeños soportes de 3 a 4 mm de altura - cuerpo: hemisférico, de contorno simple y levemente restringido.
  • 51. 50 FRAGMENTOS (Figura 11) El número total de fragmentos aislados (147) fue dividido en siete grupos. En cada uno de ellos concurren atributos particulares que los distinguen entre sí (vid. Tabla 1). Todos son poco diagnósticos para deducir formas de vasijas (en general tienen un tamaño inferior al 10% de un ceramio completo). Los grupos 2 (8 fragmentos), 4 (I2 fragmentos) y 6 (66 fragmentos) evidencian preferentemente rasgos correspondientes al tipo Aconcagua Rojo Engobado. Los grupos 5 (2 fragmentos) y 7 (30 fragmentos) exhiben de un modo casi uniforme atributos pertenecientes a los tipos Salmón, Rojo Engobado y Pardo Alisado. El grupo 1 (9 fragmentos) presenta rasgos propios de este último tipo cerámico. Finalmente, el grupo 3 (20 fragmentos) muestra un predominio notable de atributos correspondientes al tipo Aconcagua Salmón (vid. Tabla 2).
  • 52. 51 CONTRASTACIÓN Hemos considerado como relevantes, dignos de atención e importantes, y como una contribución a la cerámica Aconcagua los siguientes atributos: (a.1.’) Probablemente jarro o botellón pequeño decorado. Tipo Aconcagua Salmón, variedad, negro, rojo, blanco sobre salmón (figura 6): vid. Motivos Decorativos, p. 44 (a.1.’’) prominencia mamelonar en la superficie interna de un puco fragmentado (figs. 7 y 8): es excepcional entre los hallazgos de categoría alfarera en este sitio por su ubicación en la vasija que lo incluye. Por cierto, podría ser solamente un atributo funcional que refleje tal vez otro atributo estético muy poco visible y por ello más simbólico, que nosotros no hemos reconocido ni tampoco investigado hasta ahora, y que parece ser, por otra parte, y por ahora, poco habitual para el período cronológico tardío de la expresión alfarera Aconcagua. Pero, de todos modos, quizás se podría inferir —con precaución— sobre la presencia de este mamelón —y a partir de la posibilidad de que esté ahuecado, que varía entre favorable y presumible, incluyendo un contenido básico de semillas— una función de “intencionalidad sonora” a fin de lograr un sonido débil, que en realidad se percibe al agitar el ceramio con la mano, el que parecería en efecto, contener esas semillas o piedrecillas. Pero todo esto lo hemos establecido, ciertamente, desde nuestro punto de vista como una casuística funcionalista muy dubitativa, y también, lo reconocemos, como un pensamiento nuestro de carácter extensivamente ambiguo. Otra posibilidad para dar cuenta de este sonido de baja audición —más compleja, pero muy alegórica, “y quizás algo recursiva”, en el carácter narrativo de sus tesis derivadas de un mentalismo conjetural, donde además no se pretende ofrecer una respuesta científica-explicativa, sino un enfoque interpretativo—, podría ser inclinar la balanza hacia la búsqueda de esa orientación conducente a un proceso de interpretación comprensiva en la exploración, averiguación y rastreo de significados simbólicos, es decir, ingresar al cuerpo teórico-metodológico de una “antropología simbólica”, para la arqueología (vid. Geertz, 1973; vid. Turner, 1967, 1969), o bien, tomar en cuenta un enfoque orientado hacia una “arqueología contextual” (vid. Hodder, 1982). Sin embargo, en este momento nosotros estamos desprovistos de grandes cantidades de datos disponibles muy necesarios para acotar nuestras inferencias que nos permitan trazar implicaciones lógicas a nuestro alcance ahora mismo, —y donde esos datos, ciertamente, deberían manifestarse por lo menos, con la menor ambigüedad que les sea posible para poder ser aceptados— a fin de verificar o no Textos ceremoniales de tipologías funerarias del Área Cultural Central Andina y Centro Sur Andina (como podría ser, por ejemplo, un escenario Ritual con Significado) y empalmarlos, unirlos, o ponerlos en contacto con un Contexto Social- cultural Central y Centro Sur Andino, a partir de este sonido “casi fantasmal” que
  • 53. 52 proviene de eventuales semillas o piedrecillas que se habrían de hallar, al parecer, al interior del mamelón localizado en este artefacto alfarero cuando es agitado continuadamente con la mano (vid. Notas 3 y 4) (Nota 3) como podría ocurrir por ejemplo, con Relatos Míticos de los Andes Centrales o Centro Sur Andinos, —donde habría que observar e indagar inductivamente, en primer lugar, la posibilidad de documentarse sobre ellos con amplitud, en torno a las existencias de escrutinios estrictos obtenidos a partir de la investigación etnohistórica, o bien por etnógrafos, que hayan logrado ya su objetivo de sacarlos a la luz en sus publicaciones, categorizándolos, en definitiva, como inferencias valiosas— pero donde sus componentes, para llevar a cabo las actividades o actos etnográficos “y aquí, abandonamos por un momento la modernidad, y nos resulta imposible el evitar echar un vistazo hacia lo posmoderno”, tengan que ser mucho más Intersubjetivos y Axiológicos en sus indagaciones en el trabajo de campo (o sea más preocupados, o bien, más involucrados en una Teoría General de los Valores, —en un universo de actores tanto sociales como individuales que los investigadores están visitando en ese momento—, a partir por ejemplo, del pensamiento de Marx, o de otros filósofos y pensadores, pero que sean productores de ideas que los justifiquen como epistemológicamente congruentes), e ir bastante más allá de esa senda actual, demasiado obvia, preocupada en observar y asimilar datos funcionales en torno a actividades domésticas y/o públicas de tipología bivalente, sociales e individuales, de actores pertenecientes a una población humana, pero bajo un dominio de signos y funcionalidades de labor utilitaria en su conjunto, con una semántica más o menos complementaria, que el investigador va a determinar en última instancia, por la mediación de la manipulación de artefactos observada y registrada por el etnógrafo-arqueólogo, al interior de la intencionalidad que nos han propuesto tanto la tradicional Etnoarqueología Procesual y su concomitante Enfoque Posprocesual anglosajones, en cuanto a la ‘supremacía para otorgar un valor de verdad etnográfico’ en su propuesta, el que vendría a ser por otra parte ‘ampliamente sostenible y difícilmente cuestionable o refutable’, y que —al mismo tiempo— ‘ambos habrán de presumirse como viables, o factibles, o admisibles’, para tratar con la materialidad arqueológica hallada en nuestros yacimientos. Pero habremos de advertir de todos modos que, ‘en los hechos’, nos han sido impuestos, introduciendo sus planes tradicionales y particulares para la acción etnográfica, prácticamente a rajatabla (o sea, de un modo inflexible, cueste lo que cueste, y sin contemplaciones). (Nota 4) A continuación, y en segundo lugar, esos Relatos Míticos de los Andes Centrales o Centro Sur Andinos deberían ser entendidos deductivamente, como conjeturas de una elevada aplicabilidad posibilista hacia el pasado, reconociendo eventualmente particularidades, o bien, individualidades
  • 54. 53 compartidas, de conjuntos múltiples de significantes sociales y/o cosmológicos muy potentes, los que deberían requerir quizás de escenificaciones con parafernalias y esfuerzos rituales públicos funerarios compuestos de elementos diversos, que tal vez, habrían de otorgar una respuesta con algún sentido de destino a través de la exhibición pública de presuntos dramas rituales 10 a la manera de ritos de paso en torno al “hecho” de situar al fallecido el interior del mundo de la muerte, como si se tratase solo de un ‘desmayo’, tras el cual se despierta la conciencia sobrenatural del difunto y lo conduce hacia la otra vida en el más allá; o bien que sean nada más que actos representacionales ritualistas 10 de un carácter funerario recurrente, pero de un estilo distinto, y todos ellos funcionando como Textos que recrean Mitos, tal vez al interior de una temporalidad no lineal; o quizás sea solamente un rito funerario 10 consuetudinario que desconocemos, y cuyos rituales en conjunto, se estén efectuando y representando en relación directa con un personaje destacado, a la manera de un Gran Hombre [a Big Man, vid. Sahlins, pp. 285-303, 1963; propio de ciertas sociedades étnicas melanesias de diferenciación segmentaria] y ante un número limitado, quizás probablemente hombres, participantes en un Contexto de miembros de comunidades de corresidentes Aconcagua10 —lo que podría conducir a coherencias o conexiones que reflejarían de un modo tentativo, conjeturas o hipótesis socioculturales “especulares”, sobre “hechos” que involucran cuotas de poder o conductas de desigualdad— cuya producción de efectos con categorías limitadas de sonoridades disminuidas,pudieran ser comprendidos por ellos, por cierto, como muy significativos. (vid. Turner, 1969; vid. Hodder, 1982; cfr. Fort and Kates, 1935; cfr. David, 1981). [cfr. vid. 10 a pie de página nº 54] (a.1.’’’) tres prominencias en la base de un puco decorado fragmentado a manera de soportes (figs. 9 y 10): tiene un cierto antecedente comparativo en un puco globular de base trípode descrito por Duran (vid. 1979, p. 270, fig. 4a) procedente del cementerio de María Pinto. Sin embargo, el objeto cerámico de Tiltil no presenta incisiones a diferencia de éste último, y sus prominencias pueden calificarse —en el caso de nuestro hallazgo— solo como apéndices vestigiales. Es correcto afirmar que, como nuestra observación ha de ser enteramente posibilista y no menciona más que un caso de similitud limitada (a.1.’’’), habremos de suponer que podría ser revisada y modificada o no, pero esta vez mediante el empleo de una matemática analítica especializada en cálculos complejos, para extraer grandes cantidades de datos, de todo un conjunto de yacimientos Aconcagua fechados y/o no fechados, para que en definitiva sea factible en algún momento llevar a cabo intentos novedosos y objetivos variables de investigación, de acuerdo a los fines
  • 55. 54 sostenidos y sostenibles por los equipos multidisciplinarios de investigadores arqueólogos, etnohistoriadores, etnógrafos, antropólogos físicos y/o socioculturales, otros científicos de la naturaleza, etc., a fin de formular algunas hipótesis deductivas, en principio de tipología manifiestamente procesual, conjuntamente, tal vez si se intenta, con conjeturas posprocesuales, más el inmenso universo de la arqueología posmoderna, donde entre las propuestas ontológicas individuales o grupales de nuestros científicos, siempre habrá de emerger una creatividad múltiple en este trabajo en continuo avance, muy propio de la ciencia, como lo ha sido para la arqueología por ejemplo, el concepto valioso de Paisaje Cultural, que se ha complementado ya, y en gran medida, desde el pasado siglo XX (que hubo de ser el momento cronológico de nuestras indagaciones en la necrópolis de Tiltil, años 1983- 84) hasta el actual siglo XXI, con la idea habitual más establecida, pero tal vez un tanto más estricta, —o quizás más restrictiva según otras opiniones arqueológicas— del denominado Patrón de Asentamiento, donde sus fundamentos es posible citarlos, al menos, a partir de la arqueología procesual estadounidense. ____________________________ 10 por primera vez, los investigadores Fort y Kates en 1935, y más tarde David en 1981, dieron cuenta de dramas rituales representados ya en el antiguo Egipto (cfr. Brunet, Antonio (2019) “Osiris y el mes de Khoiak”, E.A.E. OmniScriptum Publishing Group, Saarbrücken, pp. 86-87; 90-92). Es correcto afirmar que esta analogía etnográfica y/o etnohistórica, proveniente de una Alta Cultura del Antiguo Mundo (Eurasia y África) alejada directamente de los Andes Centrales, puede ser muy poco fiable y segura, en sus efectos referentes a un involucramiento directo con las Altas Culturas americanas, pero sí lo es, en el “hecho” de que tenemos aquí información etnohistórica y por sobre todo investigación arqueológica, con relación, eso sí, a fuentes escriturales verificables interculturalmente con sus culturas vecinas, en torno a representaciones sólidas en escenarios rituales y dramas sagrados para una sociocultura del pasado, y que pueden ser un bosquejo que en cierto grado, pero no en la forma, nos dan a conocer —y por qué no— también nos instruyen, en función de aquellos otros rituales, tan complicados como los anteriores, y tal vez incluso en mucha mayor medida, pero que tuvieron lugar aquí, en sociedades del Área Central Andina, o del Centro- Sur Andino, acreditadas, como lo fue el antiguo Egipto, por poseer una cronología temporal no lineal, y esos escenarios podrían haber logrado deslizarse hacia Paisajes Culturales más periféricos, como pudo ocurrir en el caso de la Cultura Aconcagua en la Zona Central de Chile, constituyéndose en superestructuras ideológicas o esencialismos aceptados con lentitud, sobre mitos y rituales que llegan ya bastante modificados y transformados a partir de su lugar de origen, pero que aún poseen la fluidez necesaria y suficiente a fin de otorgar por una parte, un Sentido de Destino a la sociedad receptora, pero también por otra vía, justificar en una recreación ritual definida, —donde los participantes son hombres compartiendo el consumo de alimentos y de chicha— renovaciones de ciertas cuotas de desigualdad y poder, incluso en estos heterogéneos grupos Aconcagua sin estratificaciones sociales marcadas.
  • 56. 55 COMENTARIOS FINALES Entre los agentes modeladores de los sitios arqueológicos, y en especial de los sitios de túmulos, se encuentran aquellos que provienen de la acción de la naturaleza, como la lluvia y el viento, que actúan sobre el cono que se ha compactado de acuerdo a los sedimentos que lo componen. Así, es muy probable que la altura de los túmulos intactos haya sido mayor que en la actualidad y el diámetro menor. Otro aspecto a considerar es la cubierta vegetacional que asegura una estabilidad a la forma y al tamaño al compactar los sedimentos. Actualmente existe en el área del sitio una débil cubierta arbórea constituida por espino (Acaciacaven), y en los límites, boldo (Peumus boldus) y peumo (Cryptocarya alba). Por último, un importante aspecto a considerar es la magnitud del impacto que en este sitio ha tenido la urbanización, la que se ha incrementado a medida que avanza el transcurso del tiempo. La proximidad del monumento a Manuel Rodríguez ha convertido todo el sector en una zona de atracción turística con connotaciones especiales, pues hace posible realizar a la comunidad de Tiltil importantes eventos de índole social. Por ello debemos considerar al ser humano como el principal agente perturbador del sitio (considerando los cambios que ya han ocurrido sobre el área actual de túmulos, y los que continuarán sucediéndose en el futuro). La excavación de los túmulos permitió dar cuenta en este yacimiento de una fuerte presencia manifiesta en torno a presuntos “saqueos”, —expoliaciones que ciertamente han ocurrido en efecto con elevada frecuencia y han sido constatadas aún más directamente en su “calificado carácter fáctico”, con una altísima cantidad de evidencia fuerte a favor, en innumerables sitios arqueológicos de todo el mundo—, lo que no es un obstáculo, en absoluto —y de ninguna manera— para ejercer el derecho que cualquier persona o grupo posee (sean arqueólogos o no), sobre una opinión que sea incluyente o bien excluyente, en torno a este asunto de un “expolio” o “saqueo” o “robo arqueológico” para efectos de este sitio, pero que se presenta a nosotros, solo como una situación que hemos calificado en teoría de un “posibilismo presumible”. Durante nuestra campaña de terreno, en conversaciones con los vecinos del lugar, nos mencionaron que sus padres y sus abuelos les hablaban de historias sobre un “entierro del inca”, y en varias oportunidades conversamos con ellos sobre este tema, y nos enfatizaban de la existencia de excavaciones realizadas en este lugar con el objeto de encontrar aquellos supuestos tesoros. Será difícil que estos yacimientos dejen de arrastrar la pesada carga de leyendas orales sobre tesoros escondidos o desaparecidosque muchos han buscado por tanto
  • 57. 56 tiempo. Por ello urge investigarlos, aunque sea para recuperar al menos algún criterio de validez empírica en el trabajo de campo, y que pueda ser conectado con algunas de las múltiples teorías o generalizaciones científicas que abundan en la arqueología del tiempo actual, evitando eso sí, cualquier retorno a aquella desacomodada historia cultural, manifestada en un trabajo de excavación arqueológica bastante minucioso, pero científicamente inútil, donde las ‘tipologías’ de artefactos extraídos, —de preferencia cerámicos o metalúrgicos— habrían de ser en primer lugar, ‘objetos de una misma tradición cultural’, en la que mediante la ‘técnica de la seriación arqueológica’, se ofrecerían ‘sucesiones cronológicas relativas’ de conjuntos artefactuales, estableciéndose entonces una ordenación temporal, y en segundo lugar, se los calificaba con suma rapidez como “hechos” con el rótulo de “culturas arqueológicas”, identificables de inmediato y apresuradamente como si fuesen “indicadores fuertes” de la presencia en ese lugar de todo el contexto absoluto de “un pueblo” o de “una etnia”, incluyendo también la inferencia falaz de “razas” completas. Y esto último fue muy influyente en Europa al iniciarse el siglo XX, en una rápida y profunda adopción por parte de todas las naciones europeas, de ciertas prácticas políticas guiadas por un colectivismo bastante popularizado por un lado, pero fundamentalmente, por otro lado, de agresivas y violentas agrupaciones políticas nacionalistas, de un carácter extremadamente brutal en su comportamiento habitual, tanto en el ámbito de lo privado como en el ámbito de lo público. De este modo, al comenzar el nuevo siglo con la elaboración de ‘identidades culturales artefactuales’ junto con las ‘técnicas de seriación arqueológica’ obtenidas a partir de la labor ejecutada por los arqueólogos historicistas en los yacimientos y dirigida de preferencia hacia los estudios del Neolítico europeo, que ofrecerían uno o varios conjuntos cronológicos de sucesiones relativas, pero que el Enfoque Histórico-Cultural de aquel entonces los habrían de presumir como absolutos, precisamente a partir de la excavación del yacimiento arqueológico mismo, y que también pretendieron ser algo similar a una correlación estrictamente narrativa e ideográfica en arqueología, presentándose por su propio valor, como agrupamientos de artefactos complementados con un marbete difusionista extremo durante la primera mitad del siglo XX e incluso después, y fue justamente esta arqueología histórico-cultural la que acabó siendo distorsionada y manipulada, por la candente competitividad de los imperialismos y a la vez, de los nacionalismos europeos que apuntalaron sus actos xenófobos y su racismo ascendente como ‘un hecho cultural nacionalista prevaleciente y previsible’.
  • 58. 57 Pero ahora todo esto ya es absolutamente diferente, y si bien pudiesen existir aún órdenes tipológicos histórico-culturales trasnochados y a punto de desaparecer, los pocos casos que intentasen sobrevivir —al interior eso sí, de una lógica actual y disímil en cuanto se refiere a los métodos y a los objetivos de las excavaciones arqueológicas— serían totalmente pseudocientíficos, pues en realidad, ya es un hecho que estas metodologías arqueológicas histórico-culturales, se consideran hoy día simplemente como anticuadas, inoperantes, devastadoras, y fuera de lugar. Sin embargo, nosotros sostenemos igualmente desde una posición fuerte, que nos parece imprescindible para nuestra ciencia no desentenderse de estos sitios. Nuestra investigación ha demostrado que estos yacimientos habrán de tener siempre una información valiosa que entregarnos, pero que lamentablemente por definición, estos datos han de ser habitualmente escasos en cuanto a la cantidad recuperada. Sin embargo, sostenemos que lo nuestro, es decir lo que esta investigación ha intentado ubicar —sobre la cubierta de una mesa alrededor de la que se reúne una multitud de arqueólogos con sus innumerables discursos o debates, en torno a sus praxis y/o a sus propuestas teórico-metodológicas— forma parte de lo que vendríamos a llamar una situación de equilibro, una oportunidad de sugerir, plantear y recomendar —colocando un dedo sobre la llaga— la necesidad de invitar, inspirar e inculcar el hecho de tomar en serio estos sitios y no menospreciarlos, como infortunadamente ha sido la conducta generalizada de los investigadores. El único requisito es, solamente, iniciar su búsqueda.
  • 59. 58 AGRADECIMIENTOS Agradecemos a la Sociedad Chilena de Historia y Geografía en las personas de los Srs. Guillermo Krumm (+) y Armando Moreno por patrocinar esta investigación y facilitar así la realización de este trabajo. A la Ilustre Municipalidad de Tiltil por proporcionarnos recursos para el desarrollo de la excavación. A los obreros del Plan de Empleo Mínimo y Plan de Obras para Jefes de Hogar de la Municipalidad de Tiltil por su valiosa ayuda en el trabajo de terreno. A los estudiantes del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile en Santiago, por su participación entusiasta y creativa durante las labores arqueológicas. A Germán Goitiandia, diseñador gráfico, por su labor como profesional.
  • 60. 59 BIBLIOGRAFIA ASTI VERA, Armando. (1968). Metodología de la Investigación. Kapelusz S.A. Editores, Buenos Aires. BRÜGGEN, Juan. (1931). Tablas para la determinación de minerales. Establecimientos Gráficos Ballcells & Co. Santiago de Chile. BRUNET, Antonio. (1985). Análisis del material cerámico obtenido en el cementerio de túmulos de Tiltil. Práctica Profesional. Departamento de Ciencias Antropológicas y Arqueológicas. Universidad de Chile. Santiago de Chile. DAVID, Ann Rosalie (1981) A Guide to Religious Ritual at Abydos, Warminster, Wilts. England: Aris & Phillips. DURAN, Eliana. (1979). “El yacimiento de María Pinto, sus correlaciones y ubicación cultural”, en: Actas del VII Congreso de Arqueología de Chile I, pp. 261-275. Editorial Kultrún. Santiago de Chile, FORT, Alice and Herbert Kates (1935). “Egyptian Osiris “Passion” Plays: A brief description of the world's earliest report of dramatic activity which took place on the banks of the Nile”, in: Minute History of the Drama, pp. 4 y ss. New York: Grosset and Dunlop. GAMBIER, MARIANO (editor) (1964) Convención de Córdoba: Nomenclatura de las piezas cerámicas. Instituto de Arqueología de San Juan. Córdoba. Argentina (ms). GEERTZ, Clifford (1973). The Interpretation of Cultures: Selected Essays. New York: Basic Books Publisher. HARRIS, Edward C. (1979). Principles of Archaeological Stratigraphy. 1st edition. London and San Diego: Academic Press. HERÁZ Y MARTÍNEZ, César M. (separata S/F, en regular estado, obtenida por Antonio Brunet Merino). “Cerámicas arqueológicas”, en: Revista Española de Antropología Americana, Editorial Universidad Complutense, Madrid.
  • 61. 60 HIDALGO, Jorge, CHACAMA, Juan y FOCACCI, Guillermo (1981). “Elementos estructurales en la cerámica del Estadio Aldeano”, en: Chungara Revista de Antropología Chilena, Volumen 8, pp. 79-96. Universidad de Tarapacá, Arica. HODDER, lAN (1982) “Theoretical Archaeology: a reactionary view”, en: Symbolic and Structural Archaeology. Edited by lan Hodder. Cambridge University Press. London. LATCHAM, Ricardo. (1915). Costumbres Mortuorias de los Indios de Chile y otras partes de América. Sociedad Imprenta-Litografía Barcelona. Valparaíso y Santiago de Chile. LATCHAM, Ricardo. (1928). “Notas preliminares sobre las excavaciones arqueológicas de Tiltil”, en: Revista Chilena de Historia Natural 32, pp. 264-269. Santiago de Chile. LATCHAM, Ricardo. (1928). Tiltil: manuscrito (ms). Documento obtenido por el arqueólogo Iván Cáceres Roque. LÉVI-STRAUSS, Claude. (1984). El Pensamiento Salvaje. Fondo de Cultura Económica. México D. F. MASSONE, Mauricio. (1978). Los tipos cerámicos del Complejo Cultural Aconcagua. Tesis de Grado. Departamento de Ciencias Antropológicas y Arqueológicas. Universidad de Chile. Santiago de Chile. MASSONE, Mauricio. (1979). “Aconcagua Rojo Engobado, un tipo cerámico del Complejo Cultural Aconcagua”, en: Actas del VII Congreso de Arqueología de Chile, I, pp. 247-260. Editorial Kultrún. Santiago de Chile. MASSONE, Mauricio. (1980). “Nuevas consideraciones en torno al Complejo Aconcagua”, en: Revista Chilena de Antropología 3, pp. 75-85. Universidad de Chile. Santiago de Chile. MARX, Carlos; Eric J. Hobsbawm (Introducción). (1971). Formaciones Económicas Precapitalistas. Siglo XXI Editores, S. A de C. V. Mexico D. F.
  • 62. 61 OYARZUN, Aureliano. (1910). “Contribución al estudio de la influencia de la civilización peruana sobre los aborígenes de Chile”, en: Boletín Museo Nacional de Historia Natural II (1), pp. 3-37. Santiago de Chile. OYARZUN, Aureliano. (1912). “El Trinacrio”, en: Revista Chilena de Historia y Geografía 5, pp. 171-180. Santiago de Chile. OYARZUN, Aureliano. (1934). “Cultura Prehistórica del Valle de Aconcagua”, en: Actas y Trabajos Científicos del XXV Congreso Internacional de Americanistas. Tomo II, pp. 113-123. Imprenta Coni. Buenos Aires. SAHLINS, Marshall (1963). “Poor Man, Rich Man, Big Man, Chief: Political Types in Melanesia and Polynesia”, in: Comparative Studies in Society and History, April, vol. 5, No.3, pp. 285-303, Cambridge University Press, New York. TYRRELL, George Walter (1963). Principios de petrología: introducción al estudio de las ciencias de las rocas. Compañía Editorial Continental. México D.F. TURNER, Victor Witter (1980). La selva de los símbolos. Siglo XXI. Madrid. TURNER, Victor Witter (1969). The ritual process: structure and anti-structure Chicago: Aldine Pub. Co. VAN GENNEP, Arnold (1960). The Rites of Passage. Translated by Monika B. Vizedom and Gabrielle L. Caffee, pp. 11, 21, 146-164. Chicago: University of Chicago Press.
  • 63. 62 TABLA 1: ATRIBUTOS DIAGNÓSTICOS DE CERÁMICA DE TILTIL VASIJAS COMPLETAS VASIJAS INCOMPLETAS VASIJAS FRAGMENTADAS FRAGMENTOS (147) (a) OLLA PEQUEÑA (b) ESCUDILLA (PUCO) (c) ESCUDILLA PEQUEÑA (PUCO) (d) OLLA GRANDE (e) ESCUDILLA (PUCO) (a) JARRO DECORADO (a) PUCO (b) PUCO DECORADO (c) PUCO GRANDE GRUPOS 1 2 3 4 5 6 7 1 GRANOS FINOS ARENA X X GRANOS MEDIANOS X X X X X X X X X X X X X X GRANOS GRANDES X X X X X CUARZO (PRISMATICO) X X X X X X X X X X X X FELDESPATOS (TABULARES PRISMÀTICOS) X X X X X X X X X X X X MICAS (TABULARES) X X X X X X X X X X X X X FORMAS IRREGULARES X 2 NO UNIFORME X X X X X X X X MEDIANAMENTE UNIFORME X X X X X POCO UNIFORME X X X 3 IRREGULAR X X X X X MEDIANAMENTE HOMOGENEA X X X X X X X X X X X REGULAR X 4 ALTA MEDIA A ALTA X X X X X X X X X X X MEDIA X X X 5 COMPACTA X X X X X X X X X X X MEDIANAMENTE COMPACTA X X X FLOJA X LAMINAR X 6 MEDIA X X X X X X BAJA X 7 PARDO GRIS X X PARDO CAFÉ X X X X PARDO GRIS CAFE X PARDO ROJIZO X X PARDO NEGRO X CAFÉ CAFÉ ROJIZO X X X X X X X CAFÉ ANARANJADO X CAFÉ OSCURO X ANARANJADO X X X X GRIS X X GRIS NEGRO X X X 8 PARDO CAFÉ X X X X PARDO GRIS X CAFÉ CLARO X X X X X X X ROJO X X X X ATRIBUTOS DIAGNÓSTICOS CERÁMICADE TILTIL
  • 64. 63 CONTINUACIÓN TABLA1 CAFÉ PARDO ANARANJADO X X X BLANCO X CAFÉ ROJIZO X X X X ANARANJADO ROJIZO X X GRIS NEGRO X 9 2,5 A 3 X 2 A 4 X 3 X X X X X X X X X X X SUPERIOR A 3,5 X 3 A 4,5 X 10 ALISADO X X X X X PULIDO X X X X X X X X ENGOBADO X X X X X X X X X X X TOSCO X X 11 PROMINENCIA MAMELONAR X PROMINENCIA EN LA BASE X 12 OXIDANTE X X X X X X X X X PARCIALMENTE OXIDANTE X X X X X X X X REDUCTORA X X X X X 13 PARDO CAFÉ X X PARDO NEGRO X X GRIS CAFÉ X X GRIS NEGRO X X X X GRIS X X X X X CAFÉ X X NEGRO X 14 BANDA DE LÍNEAS PARALELAS NEGRAS QUEBRADAS EN ZIG-ZAG X X BANDA DE LÍNEAS PARALELAS NEGRAS Y ROJAS X CÍRCULO BASAL ROJO X CÍRCULO BASAL NEGRO X RECTÁNGULO CON PESTAÑAS X PESTAÑAS X X LÍNEA PERIMETRAL DEL BORDE X TRINACRIO X 1 COMPOSICIÓN ANTIPLÁSTICO 5 TEXTURA PASTA 9 AQUÍ EN ESTE ÍTEM, HEMOS IDENTIFICADO SOLO LA DUREZA DE LA SUPERFICIE EXTERNA DE LA ALFARERÍA OBTENIDA EN ESTA NECRÓPOLIS DE TILTIL, EMPLEANDO LA ESCALA DE MOHS. EN EL TEXTO, SE ENCUENTRA EN DETALLE, LA DUREZA DE LOS MINERALES DEL ANTIPLÁSTICO DE ESTA CERÁMICA DE ACUERDO A LA MISMA ESCALA DE DUREZA DE MOHS. 12 TIPO DE COCCIÓN 2 TAMAÑO ANTIPLÁSTICO 6 POROSIDAD PASTA 10 ACABADO SUPERFICIES 13 COLOR NUCLEO 3 DISTRIBUCIÓN ANTIPLÁSTICO 7 COLOR PÁSTA 11 CARACTERISTICAS PARTICULARES DE LA SUPERFICIE 14 MOTIVOS DECORATIVOS DE LA SUPERFICIE 4 DENSIDAD ANTIPLÁSTICO 8 COLOR SUPERFICIES