2. 2
GEALITTERA REVISTA DIGITAL
Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita
para escribir.
Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen
Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir
voces literarias pertenecientes a países y continentes
distintos.
revistagealittera2014@gmail.com
http://revistagealittera.blogspot.com.es/
IBSN: 14-08-2014-55
3. 3
INDICE
EDITORIAL
Carmen Membrilla Olea 7
Cecilia Ortiz 8
POESÍA
Isabel Pérez Aranda Olor a mar (recuerdos) 11
Carmen Conde En un instante 13
Gloria Marecos Desiderátum 15
María P. Comorera Mare Nostrum 17
José Ramón Castaño Díez 19
Mía Péman El mar es lejanía o cercanía 21
Tomás Sánchez Rubio Mar de dudas 27
M. José Mures 29
Mar Blanco Larrosa 31
Marianela Puebla Océano Pacífico 33
Juan Miguel idiazábal Primera ola del invierno 35
Rita Bedia Lizcano Blanc de blancs 37
Emilia Marcano Quijada Me senté a contemplar 41
Luis Gilberto Caraballo 43
Graciela Arbiser A toda costa 46
Ana Maritza Aguirre Schwarzl El mar y yo 48
Adri Delfini Así como el mar 50
Aleqs Garrigóz Elegía marina 52
4. 4
Alicia de León Epp Cuéntame 54
Genaro Riera Hunter Mar-ea en el sur 57
Asunción Caballero Un dolor milenario 60
Anamaría Mayol Desprendimiento 62
Isabel San José Marinero 64
Fernando Sarría 66
Mariena Padilla Mar de sargazos 68
Roxana Rosado El mar abraza las olas 70
Julia del Prado Amarrada a su bolero 73
Pura Fernández Segura Aguamarina 75
Säo Gonçalves 76
Marita Ragozza Amor de mar 77
Javier Andrés Molina Rodríguez Te dejaré volar 79
Milagro Haack XII 82
Custodio Tejada Un mar de cosas 84
Amelia Arellano Bon jour 88
Isabel Pisani Marina 90
Graciela Romero Bosquejo 92
Sandra Gudiño Mar 94
Gloria Gayoso Mar de Galilea 97
Araceli García Martín La criatura 99
Mar de Fondo Corrientes 101
Sara Brussa San Noé 103
Luci Garcés El mar, igualando 105
Miriam Álvarez De río a mar 107
Natalia Pineros Abrazando el mar 109
Raquel Graciela Fernández Debajo de la ola 111
Isabel Rezmo Oigo el mar 113
5. 5
Inma Ferrero Amado ausente 115
Antonio Pérez Cozar Trágica mar 118
Alejandro Rivadeneyra Pasquel Amar la mar 123
Gema Bocardo Navégame 125
FOTO- POEMAS
Cecilia Ortiz 128
Carmen Membrilla Olea 129
Daniel R. Jaime 130
RELATO
Margarita Polo Viamontes El mar azul, democrático 132
M. José Riazuelo El mar 138
Juan Carlos Cárdenas 20.000 leguas 140
Mayte Álvarez Los cuatro elementos 142
J. Javier Terán Allí donde el mar 146
Adrián González Una mínima esperanza 149
7. 7
Imagen: René Magritte
En julio, nuestra Tierra de Letras está bañada por el mar. Más allá del
papel y de la tinta, de nuestros portátiles y de nosotros mismos, las
palabras durante este mes extraño (invernal para unos, veraniego para
otros) se mezclan de forma irremediable con horizontes mágicos, con
navíos eternos y con espumas blancas de agua y de sal.
El resultado, como siempre, abonará el suelo; nos hará crecer y diseñará
un horizonte común para todos nosotros: los de Gealittera, los que nos
damos cita siempre para imaginar y crear, haciendo lo único que sabemos
hacer que es ESCRIBIR.
Gracias por querer construir junto a nosotras este mar de vida.
Carmen Membrilla Olea. Guadix-Granada-España.
8. 8
Imagen: Google
Cómo sería nuestro mundo sin el mar.
Sin las olas que traen su energía a nuestras playas y nos hacen sentir la
gestación de un mundo líquido.
El mar es agua que vuelve, alguien lo dijo por ahí. Siempre vuelve. Esa
misteriosa fuerza que lo aleja y luego lo trae otra vez a acariciar la arena, o
golpear el acantilado, o mezclarse con un río que desemboca en él.
Así creamos nuestras obras, con ese golpear del agua en nuestra
sensibilidad y parece que se va y logramos asir la idea y plegarla sobre la
arena de otra idea/ola. Y así, siempre así, como el mar. Nos vamos para
regresar en un poema o en un relato. Con palabras ordenadas de manera
diferente, esas palabras que usamos diariamente pero con la energía del
mar creador, parecen otras.
9. 9
Y aquí estamos, rodeadas de mar/palabras. En nuestra tierra gealitterana.
Paraíso de los que se atreven a escribir y nos acompañan.
Gracias a todos.
Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina
11. 11
ISABEL PÉREZ ARANDA
OLOR A MAR (RECUERDOS)
Imagen: Macarena Ortega Oyanedel
Azul cielo, azul mar,
blanca espuma de las olas al varar,
zozobrante ondula el agua,
agua y piedra se conjugan a la par,
ola viene, ola va,
trayendo ilusiones, llevándoselas,
12. 12
sal amarga, ruda sal,
caricias “pa” quien las quiera,
“pa” quien las pueda atrapar.
Degustaré sin pausa mi sed de mar,
en su luz me asiré para siempre,
llevaré mis ojos más allá de lo que logren ver,
y al compás discreto de la espuma le
ordenaré quietud.
Me dejaré llevar en la plácida visión
y brindaré con este olor a mar, calmare las olas
e invocaré al sol.
Horizontes con ternura trazare,
planearé de nuevo,
y al tiempo, regresaré.
Isabel Pérez Aranda / Guadix / Benidorm – España
13. 13
CARMEN CONDE
EN UN INSTANTE
Imagen: Mayumi Haryoto
La memoria es un lazo lleno de momentos.
Algunos instantes se deslizan a un tiempo.
No existen años, meses, días, horas,
solo instantes donde todo fluye.
Habitas un templo desorientado,
tus movimientos se limitan
mientras tu mente trasciende todo horizonte
14. 14
y el pensamiento corre sobre los puentes.
Los sentimientos navegan sin razones.
Tu semblante es como un océano lleno de recuerdos.
En tus manos la espuma de las olas,
olas que aproximan la sal y arena de las ideas,
ideas que chocan contra la roca
como la espuma en tus manos.
El atardecer es el susurro del aire.
La mirada un grito silencioso
y el despertar de la noche
un tesoro que se oculta del día.
Cuando el soplo en un amor eterno
no me es ajeno, descorro el azul del cielo
y estás aquí
y estoy aquí,
en este instante todo se refleja
como las estrellas en el Universo.
Carmen Conde (Sedemiuqse) Sanlúcar la Mayor (Sevilla)
15. 15
GLORIA MARECOS
DESIDERÁTUM
(A mi país mediterráneo)
Imagen: Juan Fran Martínez
Gaviota triste,
incubada y nacida
en el fluido amniótico
de un vientre sin mar.
En su tímida pequeñez,
ejercita día a día
su aletargada vocación
16. 16
de playas, de mareas y caracolas.
Sabe que allá lejos,
después del confín horizontal,
tienta, deslumbra y seduce
la complicada miscelánea
de inexplorados piélagos.
Gaviota triste,
ensaya sin descanso
sus vuelos alisios
sobre la espalda mediterránea
de los vientos del sur.
Sabe que allá lejos
esperan las inmensidades oníricas
con su intenso sabor
de sal, de arena y mar.
Gloria Marecos- Lambaré – Paraguay
17. 17
MARÍA P. COMORERA
MARE NOSTRUM
Imagen: Pierre Marcel Schmidt
Belleza dejas en el aire cuando
tus olas espumosas se elevan
con gracia, y bailan formando
rizos, caracolas y puntillas de encaje.
Bandeja que brilla en
la noche, cuando la Musa dorada asoma
se peina y deja en ellas el beso precioso
de plata y nácar.
18. 18
Olas que van y vienen danzando, van
inquietas, llegan a la playa la acarician
y se retiran sinuosas y coquetas.
Mare Nostrum de azul intenso, rozan tus
aguas las gaviotas revoltosas, que suben y
bajan, chillando gozosas.
Divino es ese MARE NOSTRUM que al
atardecer se tiñe de rojo, el sol avisa
que desea ir a reposo, y deja en las aguas
su color hermoso.
MARIA P. COMORERA- TARRAGONA- ESPAÑA
19. 19
JOSÉ RAMÓN CASTAÑO DIEZ
Imagen: Pierre Marcel Schmidt
Como un surco sobre la yerma tierra,
me atrevo a soñarte
arañando con mi voz las notas del silencio,
vuelta la espalda hacia el olvido
y el corazón abierto al mar
para dolerme de cada herida tuya.
Y miro al mar a través de tus ojos ausentes,
y no lo veo sino en su confusión de inmensidad,
20. 20
sumido en la nostalgia de su propio eco
cuando desanda el sol el horizonte,
pues ya la noche se cierra a los caminos
donde de vagar hace premura el viento.
Mas, aún, puedo ver el mar,
a la ciega luz de mi memoria,
en la cercanía de la playa,
en sus arenas fatigadas,
enrocándome en cada intervalo de ola…
y su rumor es como un llanto que no cesa.
Hirviente batahola que, en su belleza,
evoca eternidad;
la eternidad de aquél
que, siendo oceánica gnosis,
epítome de azules ecos,
fue nudo propietario de esa heredad
del tiempo que es la tierra.
José Ramón Castaño Diez – Oviedo (España)
21. 21
MÍA PEMÁN
EL MAR, ES LEJANÍA O CERCANÍA
Imagen: Google
Allá en la cercanía,
quiso verse
como si fuese un horizonte,
es lejanía
a la vez, y lo sabe…
¡Un mar de campos
se acercan jubilosos,
cuando las siluetas
22. 22
dejan entrever
toda su magnificencia!
Entre las llanuras extensas
sabe buscarse un lugar,
la calma le da ánimos
y hasta lo más largo de las Comarcas,
se divisa y se huele… quizás
al convertirse en halo
de esa panorámica, que divisamos
algo nuestro, de cada día.
Lo tenemos al lado y no lo sentimos,
sin embargo, sabemos que está ahí
más grande y enorme,
inundando de sabores y mieles
que las tierras y los valles,
júntanse al mismo tiempo
divísanse como si fuesen uno, tan solo.
Es el mar, nuestro de cada día
pero, no es lo mismo que la mar
ya qué, desemejante se le ve y se aprecia,
23. 23
diríamos tiene otra alma inmortal
esa qué hay que saber ver con la esencia,
y en Autilla del Pino
tenemos el Mar de Castilla,
frondoso él… cómo el qué más
y, no siendo realmente mar,
así lo vemos y lo enseñamos
es nuestro… verdadero y sencillo,
quien un día se llega hasta su Mirador
podrá admirar su belleza magna,
su colorido en el día
cuando la noche cae,
sus olores reviven
ese fulgor que el día les regaló,
las luces del firmamento los visten
con albores distintos,
salen las auroras a vestirse de galas
señoriales, pues, la noche ha llegado.
Desde el acá, hasta el allá lejano
se creen ver, infinidades
alomadas llanas y alargadas,
subiendo a lo más alto… en esa
24. 24
Tierra que de Campos, sabe ser
y allá a lo lejos se llega…
más de cien kilómetros se ven
nuestra Montaña Palentina,
con su excelsa hermosura… sin igual
que los municipios cercanos,
presentan como algo digno de admirar.
Verdes los prados y las tierras,
enseñan cantidad de matices
juntándose con ese firmamento,
que vela sus maravillas doradas…
marrones, entre las labores del campo
rubios cabellos lo engalanan de acordes,
algunos árboles que le delinean
pasando a ser, vivencias extremas
dando lugar a sus recuerdos
allá en la planicie,
dibujando su esbeltez.
Conversando con el atrevido Mar,
quiere reclamar su puesto
el cual se merece, también…
25. 25
teniendo toda la razón del mundo.
Tendré que darle señales, visibles
entre las nubes viajaré
dónde quiera que estén,
sin limitaciones ni aconteceres
su tiempo, no pasó desapercibido
tan sólo, le dejé en espera
para poderle explicar,
qué otro Mar parecido a él… existe.
Espesuras de llanos a lo lejos,
no conoce él… ni se imagina
tal belleza imposible podría ser,
pero… para nada…
todo llega y todo tiempo surge,
del más acá ha brotado
sin prisas aceleradas,
coordinarán sus empeños
mostrándose fieles y leales,
siguiendo un camino de veredas
saltando montañas y senderos largos,
hasta atreverse a conocer
27. 27
TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO
MAR DE DUDAS
Imagen: Google
Llegará el día que amanezca con un nuevo milagro
de los panes, de las paces y de los peces
-la paz multiplicada por pan es más paz-.
Escrito está en la candente arena de castillos gris perla,
tan inmunes al viento del este,
que la salvación nos ha de llegar por el océano;
que una marea rampante acabará ahogándonos
las miserias y las torpes desdichas
disimuladas entre los falsos reflejos de serenas dunas.
28. 28
Mártires renovados, clavados como estacas frente a los embates
de una traicionera corriente que todo lo arrastra,
sembraremos de azuladas sombras las calas llenas de oquedades,
los precipitados fondos abisales y las dehesas de algas marchitas.
Entretanto nos queda esperar, esperar con una esperanza
pasada por el agua clara y salada de lágrimas aún sin enjugar,
inútiles ante el dolor de ver tanto yermo
aquí abajo, en una tierra mucho menos firme
de lo que podría parecer a simple vista de gaviota.
Tomás Sánchez Rubio. Sevilla- España
29. 29
M. JOSÉ MURES
Imagen: Google
Autopsia a palabras
que traen días sin ardor,
adentrarme en el mar,
nadar para nada,
fuera el mal acecha,
dentro acecha el mar,
hundirme en un sueño
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de olas azules
y fuerte temporal.
Quelonia voladora
M. José Mures. Fernán Núñez. Córdoba. España
31. 31
MAR BLANCO LARROSA
Imagen: Google
Desde que lograste
el permiso de la luna
para indagar mi piel,
tengo:
las huellas de tu mano en mi rodilla,
tu sonrisa titilando en mis ojos,
y tus manos ,en las mías,
impulsando las olas,
ataviadas con los versos
de tu tierra;
rompiendo contra los acantilados
32. 32
los silencios pintados
del destino.
Desde que lograste
el permiso de la luna,
escucho el ritmo de tu pecho
rimando con el mar.
Mar Blanco Larrosa-Zuera- Zaragoza- España
33. 33
MARIANELA PUEBLA
OCÉANO PACÍFICO
Imagen: Google
Amor, mi querido mar
del Pacífico sur.
Quisiera ser parte de tus olas
para acariciar tu cuerpo
y penetrarte hasta llegar
al fondo de tu abismo.
34. 34
Hoy vienes a mí y besas
la playa tibia.
Tu boca de espuma busca
mi huella olvidada en la arena
y dejas tu llamado ferviente
evaporado en el aire.
Cierro los ojos
y bajo a tus profundidades
muy cerca de tus pensamientos,
y, en la cuenca de tu corazón
duermo un sueño eterno
junto al susurro de tu voz salina.
Marianela Puebla- Valparaíso- Chile
35. 35
JUAN MIGUEL IDIAZABAL
PRIMERA OLA DEL INVIERNO
Imagen: Google
Tanto frío hace
que parece que las olas se van a congelar,
mientras recuerdo el sabor de un beso,
en verano imagino estar.
La cálida arena baña mis pies,
el astro rey broncea mi piel,
el tronar de las olas es mi canción
y un beso viene a mí.
36. 36
Un beso
como el primer chapuzón frío;
un beso
como la primera ola del verano;
un beso
que me salva del frío.
Una ráfaga me trae de vuelta,
aun mantengo ese sabor,
ese beso, ese dulzor,
como un chapuzón frío
y agarro la primera ola del invierno.
Juan Miguel Idiazabal
Resido en LiuShi, China
Argentino
37. 37
RITA BEDIA LIZCANO
BLANC DE BLANCS
Imagen: Google
Encaje húmedo,
anhelo persistente
en mi memoria.
Planeo emboscada,
hambre voraz .
Velocidad,
caricia,
38. 38
semáforo,
titubeo.
Velero.
Apetece navegar
en mi mar.
Soldado erguido
bajo la sábana caliente.
Exquisito sufrimiento,
ávida agonía.
Descobijo.
Calcinas mariposas,
lengua.
Temporal.
Nubes te rodean,
te hacen preso,
vientos de huracán.
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A Dios imploro piedad
devoro tu carne.
Moja mi boca,
pasión,
frenesí,
lamentos de placer.
Miradas
enardecen
mi fuego.
Desnudos
pezones erectos.
Gemidos,
embestida,
en guardia,
decidido dispara.
¡Dios!
Un grito,
41. 41
EMILIA MARCANO QUIJADA
ME SENTÉ A CONTEMPLAR EL MAR
Imagen: Google
Me senté a contemplar el mar,
por obra de un capricho ensimismado.
Me deslicé por un tobogán hecho
con los escombros de todas mis tragedias.
La arena, más blanca, cálida
y grumosa,
se sujetó a los dedos de mis pies
en un ardid por escapar
42. 42
e irse conmigo de polizón.
La espuma parecía una línea de sal
que se detuvo debajo de mis ojos,
de mis juguetes perdidos,
de los huesos abandonados
y las oraciones que no se olvidan.
El viento, a pesar de mi ausencia
me saludó
con esa mano cordial
que te roza la mejilla y se va.
Los pájaros,
sin nada que decir, mucho han contado
en sus alas batiendo sobre el aire.
Me senté a contemplar el mar
y a pesar de toda mi aflicción,
de tantos recuerdos apretujados
en una bolsa vieja,
una sonrisa se dibujó en mis labios,
una fuerte inspiración llenó mi pecho,
una mano secó mi tristeza,
porque solo vine a pensar
y es el mar
el que me piensa.
Emilia Marcano Quijada- Isla de Margarita- Venezuela
43. 43
LUIS GILBERTO CARABALLO
Imagen: Google
Ese mar de azuladas aguas
apenas convocan
tildes, orillas de fósforos,
buscan encender al poema
en su proa más vacua, al verbo.
Luz del semblante,
caracoles desprovistos, desnudan
tiempos y espirales.
Alientan siluetas febriles
44. 44
de propia voz,
y barcazas
ancladas a pieles arenosas.
Izan banderas
almas e himnos, músicas,
ventean
ante aquella inmensidad marina.
Lumbre,
hasta el infinito orla
como nube vaga, viaja en
túnica, vapores del alba.
Iluminan,
descarnados cuerpos
alumbran cúspides
así sus huellas
de enlunadas mareas
no se abandonan
y la espuma demora
ante
esos semblantes, tildes
sin conchas
buscan.
Noche etérea
45. 45
oleajes
acunan
el ulular del mar
versos alumbran
al silencio
en la alcoba,
más íntima y sobria,
al desnudarse
en proa,
al desgarrarse de conchas
mar, mar y mar
hasta el más íntimo
hondonal.
Luis Gilberto Caraballo- Caracas- Venezuela Junio 2015
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GRACIELA ARBISER
A TODA COSTA
Imagen: Google
A toda costa mar
a toda costa vegetal
a toda costa vida
paredes
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hormigón
que no existan
entrar al mar
ser parte de él
ser mar
Graciela Arbiser- Ciudad autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A) Argentina
48. 48
ANA MARITZA AGUIRRE DE
SCHWARLZ
EL MAR Y YO
Imagen: Google
El mar es un poema sin fin,
que rebasa mis sentimientos.
Frente al mar,
voy, vengo, vengo y voy,
entre mareas, entre oleajes
de espuma blanca
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que bordan la arena
en una inmensa playa.
En el mar soy y no soy,
y entre las aguas, entre las olas,
me sumerjo mar adentro,
salgo, entro, vuelvo, rompo olas,
me zambullo, me enloquezco,
extiendo mis brazos, abro mi corazón,
y me derrito como sal entre sus aguas.
Ana Maritza Aguirre Schwarzl- Perú/Alemania.
50. 50
ADRI DELFINI
… ASÍ COMO EL MAR …
Imagen: Google
Así como el mar abraza a la arena
con pasión y con tibieza ,
me acurrucas en tu pecho,
me envuelves con tibios besos.
Deseo que va ascendiendo
deseo que es una entrega
51. 51
y cuando menos lo esperamos,
desnudamos nuestros cuerpos.
Poco a poco…
beso a beso…
con ternura nos amamos,
los dos nos vamos rindiendo.
Tenemos la misma música
tenemos los mismos sueños,
abriéndonos al amor,
abriéndonos a lo eterno.
Adri Delfini- Buenos Aires- Argentina
52. 52
ALEQS GARRIGÓZ
ELEGÍA MARINA
Imagen: Google
Vienes y te vas.
Me golpeas obstinadamente
y te humillas ya ante mi levantando espumas altas
como roncas y funestas pronunciaciones.
Yo escucho y atesoro el eco de tus lamentos
como el caracol el susurro del mar,
53. 53
abandonado a la orilla.
Vienes siempre a mí
queriendo devastar el margen que me asila,
lleno de tu cuerpo de agua estruendosa y amarga,
presto a romper las riveras que te apresan.
Te esparces en mi cercanía ahora muy lánguidamente
sin alcanzar a arrancarme de mi anclaje
y llevarme confundido entre lo tuyo.
Me golpeas monótonamente…
Y yo permanezco en mi sitio,
pétreo, casi fosilizado, sin poder consentir o negar.
Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México
54. 54
ALICIA DE LEÓN EPP
CUÉNTAME
Imagen: Google
Cuéntame de lunas
que se han hecho trizas
sobre tus vaivenes.
cuéntame de besos
de los ígneos besos
con los que el ocaso
enciende tu pecho.
Cuéntame de alas
de salobres alas
55. 55
dueñas de tu cielo
y de la inarmónica
voz de las gaviotas
como locas notas
de tu propio canto.
Cuéntame de hadas
de invisibles hadas
que vistiendo espuma
llegan a tus playas.
Cuéntame de huellas
de huellas y amores
que tú has llevado,
secretos de vida
que te contó el viento
y sueños marinos
dentro de tu olas
por siempre guardados.
Pero no me cuentes
de puertos y naves
de tristes pañuelos
de adiós agitados
sobre tu distancia
sobre tu inmensa,
56. 56
y tenaz distancia
no me cuentes de esa
mirada que llenas
hasta que los ojos
se inundan de lágrimas
yo ya se esa historia
yo bien la conozco
cuéntame de hadas,
de besos , de alas
de frágiles lunas
sobre ti quebradas…
Alicia De León Epp
Uruguay/Canadá
57. 57
GENARO RIERA HUNTER
MAR-EA EN EL SUR
Imagen: Google
Con la misma pasión con que nos amamos
dentro de nuestro mundo de polvo y gredas
58. 58
nos encrespamos con el fiero ímpetu del mar
embravecido por las turbulencias del torbellino.
Pero me gusta cuando dices "no puedo más" en forma teatral.
Sonrío, aunque sea mentira de olas en bajamar.
Y me gusta cuando subrayas enojado
enroscando tus espumas en las crestas de altamar.
Y me gusta cuando vienen tus palabras enmarañadas
arrastrando las arenas de mis playas en calma.
Y me gusta… y me callo… y bajo la cabeza.
Me gustan tus quimeras… tus miradas utópicas.
Me gusta el roce con tu piel
y tu olor que me anega por mucho tiempo
como sal marina que cala el brío de las rocas.
Y siento que lo siento.
Y me gusta el aire que tus manos me alcanzan
cuando la apariencia contigo me deja libre.
Me gusta cuando desciendes como el rocío invisible y manso.
Me gusta si loco, y no tan loco, con máscara de loco,
te deslizas sobre mis deseos inseparables.
Me gusta que tus vientos no pasen con urgencia.
59. 59
Me gustan tus secretos del alma,
tan secretos como el fondo insoluble del mar.
Genaro Riera Hunter - Asunción – Paraguay
60. 60
ASUNCIÓN CABALLERO
UN DOLOR MILENARIO
Imagen: Google
Vengo a ti
a coserme las heridas
que sangran en el reverso de mis vísceras,
allá donde sopla perdida una tolvanera
entre el laberinto de mis propósitos.
Vengo a ti, a calmar la sed de mis sesos
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-ciclón sin tregua-,
y a llenar mi mirada de azul en calma.
Vengo a ti
y hoy no tienes descanso,
galopas al empuje del aire
con gorro de luna llena,
y la música de tu oleaje
empapa la arena de mis poros.
Vengo a ti
a mirar tu embrujo sobre el horizonte
y quisiera ser sirena saltando a veces
sobre tu espuma,
y bucear en tus entrañas
hasta vaciarte el dolor de los milenios,
que llevas siendo Mar.
Asunción Caballero- Madrid - España
Mascab 2015-06-24
63. 63
el ruido del oleaje
en el caracol que lo retorna
busco un poema
que no te nombre
que no sangre palabras en mis manos
que no tenga tu rostro
Anamaría Mayol- San Martín de los Andes- Patagonia Argentina
64. 64
ISABEL SAN JOSÉ
MARINERO
Imagen: Hubert Escobar
Ansiedad de poder verlo,
de escucharle y acariciarle,
ansiedad en el alma de tenerlo,
y mi amor poder entregarle.
¿Por qué el amor es así?
65. 65
Yo muriendo en soledad,
¿y él?, tal vez feliz sin mí,
¡Despiadada la cruda verdad!
¿Es que no echa de menos,
del amor nuestra intimidad?
¿Es que no siente los vacíos,
que llenamos hasta la saciedad?
Dime tú, que eres marinero.
¿Perlas no has encontrado,
en tus andanzas por el mar?
Son lágrimas que bogando,
sin descanso, van buscando,
a un amor que perdieron,
sin motivo y sin razón,
y presurosas partieron.
¿Oyes en tus viajes lamentos?
Son los ecos de mi corazón,
que amándolo en silencios,
pierde a veces hasta la razón.
¿Escuchas cantos de sirena?
Son arias llenas de amor,
que aun musitadas con ternura,
para él un día perdieron valor.
Isabel San José-Cuenca- España
66. 66
FERNANDO SARRÍA
Imagen: Google
Recuerdo que era el último barco a Creta.
La esperanza no dormía entre nosotros.
Soledad de un muelle.
El hambre de la vida
y la ansiedad del verano
se fueron por un instante con la lluvia,
el aguacero dejó límpido el aire,
el viento traía de las islas
nubes añiles y pájaros marinos.
Recuerdo que era el último barco a Creta.
Recuerdo la sombra de un laberinto de minotauros
y a marineros silenciosos en la taberna
67. 67
sentados frente a sus vasos de aguardiente.
Era el barco que no cogimos esa tarde de agosto,
aunque las horas fueran mansas
y jugásemos a los dados
hasta los primeros besos del nuevo día.
Recuerdo el mar Egeo
como a un animal dormido,
al fondo un bosque de coníferas
y un faro alumbrando monótono
los farellones de la costa,
mientras esperábamos
el último barco a Creta que ya no vino.
Poema de Las Horas-Editorial Quadrivium 2012
Fernando Sarría- Zaragoza- España
68. 68
MARIENA PADILLA
MAR DE SARGAZOS
Imagen: Google
Tu cuerpo
-espada que abre en dos al mar-
se hunde en el espacio verde plata
A lo lejos,
sepias alfombras en la superficie
avanzan
colonias de sargazos ondulan
69. 69
al tiempo que el océano respira
amenazan la costa
eventualmente
se desprenden fragmentos
racimos besan tus hombros
se confunden con tu pelo
Paralelo a la playa
un remate de espuma se colorea
con tus huellas
Restos de agua y algas sobre la arena
fugaz registro de tu paso.
Mariena Padilla
Monterrey, Nuevo León, México.
70. 70
ROXANA ROSADO
EL MAR ABRAZA LAS OLAS
Imagen: Google
Quisiera contemplarte en el brillo de las olas
mientras pensativa, me siento
y escucho el susurro de las piedras
cuando se mojan
de tantas lágrimas que emanan de la tierra
y del sol,
el viento juega con mis cabellos
71. 71
que se tiñen de un rojo más rojo que el atardecer,
la tarde languidece
y con ella el cuerpo pide un descanso
o una caricia
o tan solo un cariño.
El mar abraza a las olas
y me cuenta historias
que a nadie más ha contado,
la espuma intenta llegar hasta mis pies
para jugar con mis sueños
y la brisa humedece mis pensamientos
al respirarla
me trae aromas de deseos
perdidos en la distancia,
en algún lugar entre el presente
y el ayer.
Y me quedo muy quieta
esperando que el sol se duerma,
las manos de la luna me saludan
mientras el manto negro cubre el cielo
esperando que me dé sueño
y me pierda en su negrura,
72. 72
hace frío
me acurruco sobre mi mirada
y mi cuerpo me abraza
dándome un poco de calor,
de ese calor que se esconde
allá en algún punto en el horizonte
donde el sol duerme plácidamente
a tu lado.
Mis sueños van más allá de las olas
meciéndome en esa fina red
que tejen a mi alrededor,
mi rostro sonríe mientras duermo
y una estrella de mar, curiosa
me mira mientras baila y se mece
ella también sonríe
porque ambas sabemos
que mis sueños no están solos
porque ahora
estás en ellos.
Roxana Rosado. D. F. México
73. 73
JULIA DEL PRADO
AMARRADA A SU BOLERO
Imagen: Google
A las seis de la tarde
el sol se casa con la luna
en esa bahía larga
de chalanitas y figuras
El viento azuzado por el fuego
se lleva heridas
trae otoños tiernos
74. 74
ese juego / su presente
Odisea se da de plumas
blancas / azules
en los juncales
la mar / siempre ella
dibuja una antigua
terraza de madera
Etéreo tiempo de pareja
amarrado su bolero.
Julia del Prado (Perú)
75. 75
PURA FERNÁNDEZ SEGURA
AGUAMARINA
Imagen: Google
Calma, en la hora leve de la aurora,
el mar soñoliento ondea cadencioso,
y acompaña, solícito, mi alma atribulada.
Los azules se funden en el aire.
Intensa aguamarina,
desde la atalaya de la memoria.
Pura Fernández Segura. Guadix. Granada. España.
Del poemario ZONA PRÓXIMA. Ediciones Dauro
76. 76
SÄO GONÇALVES
Imagen: Edite Melo
Con la claridad de tus ojos enciendes la luz en un mar solitario
Habitas ahora dentro del sueño, en este suelo amarado a un lugar sin
nombre
me sobra el tiempo y la distancia es apenas un trozo de tierra olvidada al
norte de tu cuerpo
el azul se funde en el abrazo, una calma de vientos guiados .
Hay un camino trazado en el azul de tus ojos
una sombra en la tierra, cuna de aguas que ahora te envuelve.
Corres, respiras, te confundes en la brisa fresca de la mañana.
Es el brazo de la ansiedad de la noche. Esta parte del mundo que se pierde
de vista
y el color de tus ojos es ahora tesoros por develar!
Encierras el silencio en el ancla de la mañana, en ese pedazo de mar que
te vio partir!
Säo Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo. Traducción del portugués Cecilia Ortiz
77. 77
MARITA RAGOZZA
AMOR DE MAR
Imagen: Google
Miro el mar que apremia delfines. Con las manos juntas velo el agua de
las mareas que se retiran entre algas y guijarros y me pregunto:
¿Alguna vez el tiempo dirá lo que no pudo nuestra perdida eternidad?
La noche suspira y abre aromas oscuros.
78. 78
Yo, mujer, añoro la fecha en que nos amamos, minutos fugaces entra las
formas de los peces que nadan en claridades alba.
Las olas del mar se hunden, se enarbolan, se encrespan, y como mi ser. . .
no se calman ni se colman.
El mar desde su garganta verde se deshace en saliva espumosa y salada
con las olas que mueren en la playa.
Bajo una fría luz lunar y grafismos de gaviotas el dolor sabio me susurra
que quizás el amor valga por su pena.
¿Alguna vez el tiempo dirá lo que no pudo nuestra perdida eternidad?
Marita Ragozza- Pehuajó- Argentina
79. 79
JAVIER ANDRÉS MOLINA
RODRÍGUEZ
TE DEJARÉ VOLAR
Imagen: Google
Hola
Soy yo…
Hoy eres libre
Libre de mi; libre de mis versos
Libre de todo…
Y decido decretar tu libertad
Para liberarme a mi también
80. 80
Y arrancar cada una
De las espinas
Que hace mucho tiempo
Desangran mi corazón
Hoy eres libre
Libre de la prisión
En que te mantenía mi imaginario
Libre para reír
Libre para llorar
Libre para todo
Y, cual si fueras un alcatraz, ¡vuela!
Y vuela lejos del mar
En que se han convertido mis ojos salados
Vuela, vuela
Y que no sea mi corazón
Una jaula para ti
Nunca más
Y todos los días
Cuando te vea
Sea frente a frente
Sea en sueños
81. 81
Sea como sea…
Me preguntaré su fue una buena opción
Dejarte volar
Y que la respuesta me la de el tiempo.
Pero si me la das tú
Esperaré que la mar de mis ojos esté tranquila
Te advierto que estos versos no son
Una sentencia final
No…
Pero, vuela, por favor.
Que para ello destruyo los fierros
Que te aherrojaban a mí…
Si quisieras volver a mis ojos,
Solo te recibiría
Y que sea de ti y de mi lo que el destino depare.
Pero vuela ahora
De la mar salada
En que se convirtieron mis ojos.
Javier Andrés Molina Rodriguez- Barquisimeto- Venezuela
82. 82
MILAGRO HAACK
XII
Imagen: Google
Está sangrando
la boca que cruza el paso
del río por el respiro de la hoja
-hay luz afuera se inventa
se cae se abre el buen dios-
sentado sobre la cesta llena de océano
abriendo lo oscuro cuando la tapa es reflejo
por donde se puede mirar el festín de no tener cuerpo
83. 83
sólo río por debajo de la tormenta sobre la pecera
amarrado a la boca que sangra
sangra la lluvia de Mar
con el vacío de luna traspasa el agua que desgaja
el espejo cayendo despacio al suelo
Milagro Haack- Valencia- Venezuela
Del libro inédito Relámpago entre dos
84. 84
CUSTODIO TEJADA
UN MAR DE COSAS
Imagen: Google
I
Quiero contaros un mar
de cosas
sobre un fondo azul
y un marco sepia.
Una aguja navega
en una caja de hilos
esperando la llamada
urgente de algún botón
85. 85
desabrochado o una costura.
Navegan los sueños
cuando dormimos.
Los sentimientos navegan
cuando el amor
-en silencio-
nos embarca en otro cuerpo
que ruge a nuestro lado
como un mar de sudor embravecido.
Navega nuestra piel
desnuda entre las sábanas
como un barco a la deriva.
Las olas navegan
cuando van y vienen
con sus peinetas
de espuma
sobre la arena.
Navegan los ojos tristes
por el cosmos salado del agua
mientras los pájaros bucean
86. 86
mar adentro
en busca de un arrecife
más allá de los párpados.
El tiempo naufraga en nosotros.
¿O soy yo quien naufraga
en el tiempo?
En cualquier caso, el mar nos seduce
como una lágrima que cae por la mejilla.
Quiero contaros un mar
de cosas
sobre un fondo azul
y un marco sepia.
II
Navega la luz
Por la sombra
El aire navega
Por las manos
Navega el fuego
Por los ojos
87. 87
La tierra navega
Por las venas abiertas.
En el mar del tiempo
navegan las estaciones
en un compás de cuatro por cuatro
como canoas hechas de juncos
que se pierden por la partitura de las mareas.
El océano, convertido
en un gran estómago
hace de nosotros su alimento:
El humilde plancton con el que sacia
su hambre voraz e infinita.
Quiero contaros un mar de cosas.
Custodio Tejada- Guadix- España
88. 88
AMELIA ARELLANO
BON JOUR
Imagen: Toni Frissell
Pasarela. Quimera alucinada Punta Rasa*
Sola. Jubilosamente sola.
Entre gredas y pantanos del instinto
Sepulcro de los vientos, resurrección de brisa.
Sola, es verdad.
Pero es verdad también que vos estás conmigo.
Te rescato en sol. Bebe hasta las huellas de mis dedos.
Por un lado, río quieto, por otro mar embravecido.
Estoy bebiendo el río de la sed, sorbo a sorbo.
89. 89
Bebo este río árbol de la sangre.
Huelo su nostalgia y su pasión.
Soy el río.
Aquel mismo, de Heráclito, el oscuro.
Oscura pena negra, oscuro vendaval olvido.
Oscura larva traición agazapada.
Pero también clara como la flor de loto.
Claro como el descanso en tus ojos de lapacho morado.
Como el reflejo apasionado en los ojos del tigre.
Como la infancia amamantada en lunas.
Como cuentas de rosario de agua
Como rezo en laderas del perdón.
Extrañamente clara como agua bautismal de memoria.
Como el abismo extranjero de tus brazos.
Como tu sal.
Situada en la Pasarella de los sueños.
Exactamente en Punta Rasa.
Proclamo el jubileo. En los cielos. En la tierra.
Infinitamente.
Soy mar.
Bon jour tristeza. Bon jour, alegría.
*Punta Rasa es donde se une el Río de la Plata con el Océano Atlántico. Amelia
Arellano- San Luis- Argentina
90. 90
ISABEL PISANI
MARINA
Imagen: Google
La arena esculpida de huellas
con la brisa que acosa el calor
acompaña a la espuma doncella
y se duerme abrasada en fulgor.
El velero rosado se aleja
con el halo que arroba al cenit;
92. 92
GRACIELA ROMERO
BOSQUEJO
Imagen seleccionada por la autora
Semillas de mar, hierba y vino
descienden sin violencia por arenas
de inacabados mundos.
Quieren ser jardín regado
por luminosas lluvias del espacio,
crecer bajo pisadas pueriles
de anchas playas urbanas.
Estallan en verdes, azules y naranjas.
Los verdes se imponen como hongos,
93. 93
filetean los azules y se hacen olas
se inflan los naranjas terrosos
perfilando algún gesto
de copa vacía desvanecida al amanecer.
Un color cae y se apaga,
regresa a la masa transparente,
quiere y no puede elegir matices,
desborda la paleta,
trepa por la tela que lo espera
ansiosa por capturar imágenes.
Perfila una ola los dramas marinos,
rompe, cae y en implacable quietud
dibuja ondulantes ripples en la playa.
Es un mar sin islas seguras
contra esas mareas.
No hay hogar, ni leños para encender.
Los matices se debaten en su proyecto,
temen que los expulsen de la paleta
si definen los rostros ocultos,
las manos que declaran acá estamos
las voces que traen las olas y dicen ¡basta!
Y lo deja así, siendo bosquejo,
de un orden indeterminado
desorden propio de la naturaleza,
senderos, matices, semillas
de todo lo que expresan cuando callan.
Graciela Romero ( Alas de colibrí) -Buenos Aires- Argentina-
94. 94
SANDRA GUDIÑO
MAR
Imagen: Google
Respira hondo cuando me ve llegar,
me sabe mujer entre dos ríos
me conversa bajito
a orillas de los dedos.
Mirada atlántica
en cuerpo pacífico.
En los ojos del mar
se han esfumado nombres,
rostros, tantas voces.
95. 95
Mínimo instante:
empuño silencios,
pájaros secretos.
Siesto en el mar.
Despojos de sombra arrastra,
el viento trenza bienvenidas
en mi espalda,
encuentro ángeles perdidos´
la melancolía cesa.
Me mareo alto
cuando ladran mis pezones
grávidos detrás de la mirada.
Escalofrío soledades,
iconos vivos en estado
de indolencia.
Huello en espera.
Me golondrino:
ancestral urgencia viajera,
96. 96
voy y vengo
sin tanta nostalgia
en la comba de la lengua.
Húmeda de playa
y caracolas,
esencia de río
al río vuelvo.
El puente abre la boca
para engullir mis versos.
A mate amargo
sabe su aliento.
Y aún así
amanece verde
también para mí.
Sandra Gudiño- Santa Fe- Argentina
97. 97
GLORIA GAYOSO
MAR DE GALILEA
Imagen: Google
Tú le viste llegar,
túnica al viento.
Tú escuchaste su voz,
prédica y duelo.
Cuando la barca era
un tumulto de miedos,
Él calmó la tormenta
mirando al cielo.
Mar...
pescadores humildes,
98. 98
te conocieron
y cambiaron los botes
por vastos suelos.
Él lucía mirada,
santo remedio
para curar el alma
y sanar el cuerpo.
Mar...
con tus aguas lavaste
su rostro bello.
Hoy los libros nos cuentan
de su regreso.
¡Quiera Dios que los hombres
lo entiendan presto!
Él caminó en tus aguas...
levedad hecha rezo.
Del Amor nos contaba
su rayo eterno.
Mar,
tú le conociste...
¡Pide al Padre en la noche
con tu rumor de olas!
¡Venga su reino!
Gloria Gayoso Buenos Aires- Argentina -Derechos reservados
99. 99
ARACELI GARCÍA MARTÍN
LA CRIATURA
Imagen seleccionada por la autora
Entre el sueño y la muerte...
mi cuerpo inerte.
Párpado de agua, mirada de hielo.
Sien fruncida.. mujer sin miedo.
100. 100
Boca pesada, lengua acolchada,
Palpando entre sabores húmedos.
Con olor a mar, relaja mi espalda.
Con masaje de olas, en sábanas blancas.
Legado apasionado, que me enreda.
Maldita criatura que amortaja.
Entre el sueño y la muerte…
mi cuerpo inerte.
Araceli García Martín- Granada -España
101. 101
MAR DE FONDO
CORRIENTES
Imagen: Google
Tengo el océano encerrado en la mirada,
los peces juegan a esconderse cuando duermo,
bajo mis párpados ríen caballitos de mar.
Orcas, ballenas y delfines bailan en mis pestañas.
Colecciono conchas, mareas y reflejos de luna.
La gaviota de Alberti viene hasta mis aguas a pescar.
Mi pelo es una red que atrapa cantos de sirenas,
mi vientre una isla para náufragos.
Llevo corrientes frías en las manos,
calientes en tu memoria, templadas en tu piel.
Poseo un acantilado de razones
102. 102
para respirar por tus branquias.
Tus labios son la roca en que rompen mis olas:
besos convertidos en rumores de vida.
Ven, bucea por mis poros, descubre mis espumas,
las perlas que nacen de cada herida.
Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia. España
103. 103
SARA BRUSSA
SAN NOÉ
Imagen: Google
San Noé profeta...
Obediente y tranquilo.
“El señor enunció”...
Por aquí empiezo...
Por aquí termino...
Le ordenó de a dos
y de a dos consigo....
104. 104
Deambuló por las aguas.
San Noé bendito.
¡Por San Pedro del Mar!
¡Compañero y amigo!
¡Por la Estrella del Sur!
señalera y vigía.
¡Por el Árbol Vetusto!
honroso y sombrío.
Que se convirtió en Arca
para estar contigo.
Por la semilla del fruto.
Por el palomo dormido
¡Por San Francisco señor!
¡Por San José bendito!
El señor anunció.
Por aquí comienzo y por aquí termino.
Por este mi mundo
San Noé del arca.
San Noé bendito.
Sara Brussa- Santa Fe. Argentina.
105. 105
LUCI GARCÉS
EL MAR, IGUALANDO
Imagen: Google
Desperdigaba el tiempo
como una flor madura
que deja escapar en suspiros
los pétalos muertos de la aurora.
El mar bordeaba silencios de algas
106. 106
abanicadas por rumores de escamas.
Y no había nada,
ni en la garganta húmeda del hombre,
ni en el seco graznido de las gaviotas.
Sólo la tumba abierta,
olvido de todas las nadas doradas
hundidas en el légamo de las indiferencias.
Y sobre el mar, una nube.
Y dentro, el agua, ciclo único de vida.
El agua, la nada, el irreversible círculo
de la muerte en la sal.
Y el mar, igualando.
Luci Garcés. Galicia- España
107. 107
MIRIAM ÁLVAREZ
DE RÍO A MAR
Imagen: Google
Metálico.
Truena
en mis pies
tu voz
traslúcida
-pobre ritmo
desolado-
Me pulo
en el borde
de pequeños
enjambres
108. 108
dorados.
Me arropan
como cuchillas
las lenguas
incesantes.
Regresan
para lamer
esta tumba
incierta
-laberinto
de rumbos
desvanecidos-
Desemboco
en vos
con las manos
barrosas.
Miriam Álvarez (Clorinda – Formosa – Argentina)
109. 109
NATALIA PINEROS
ABRAZANDO EL MAR
Imagen: Google
Te escucho desde donde quiera que esté,
Siento como tu voz inconfundible me llama...
Es la melodía perfecta, es la cura mágica,
Que mi alma a gritos aclama....
Tu inmensidad, tu ser eterno, tu esencia toda
es algo que por completo me abruma…
Cómo deseo sumergirme en vos todas las noches
y que mi alma entre tus olas se confunda...
110. 110
Contemplo tus brillantes olas, tu furia embravecida
Tu textura fría y tu fragancia salada...
Sos el mar que lava todas mis lágrimas, así purificando mi alma
de heridas despiadadas...
De pie frente tuyo,
Embriagada por tu plenitud, acaricio la arena;
Cómo desearía respirarte poro a poro, por siempre acariciándote
convertirme para siempre en tu más bella sirena...
Nada tengo que perder avanzo perdida hacia ti
Dejando atrás toda cordura;
Abrázame con fuerza déjame pertenecerte por siempre
Amándote hasta la más profunda locura...
Natalia Pineros- Mar de Ajó, Buenos Aires, Argentina-
111. 111
RAQUEL GRACIELA FERNÁNDEZ
DEBAJO DE LA OLA
Imagen: Google
Debajo de la ola
los sonidos húmedos del caos amatorio
giran junto a la espuma.
Soy un pez
sorprendido
en el anzuelo prodigioso de tu sexo,
desbordado
en su líquida fosforescencia.
Tus ojos son navajas
112. 112
que evisceran
mi mirada sin párpados,
cuchillas que se clavan en mi vientre
con un eco insondable
de caracolas plenas.
Debajo de la ola
una cinta de algas ondulantes
se derrama en mis flancos.
Soy un pez
y mis branquias
estallan de deseo.
Y ruedo
enredándome en el canto
de una sirena atávica
varada entre tus muslos
cuando asciende la marea como el grito
y la luna
se desboca en escamas de plata
sobre la mueca salobre del océano.
Raquel Graciela Fernández – Buenos Aires, Argentina
113. 113
ISABEL REZMO
OIGO EL MAR
Imagen: Google
Oigo el mar,
como la vida,
una maraña de cabello en mis ojos desorbitados.
Me doy cuenta,
me hago la pregunta a la indisciplina de la respuesta.
Me hago una muerte en los ojos cerrados.
Caigo en la cuenta.
Quiero proteger un suspiro, las horas,
114. 114
quiero navegar en la espuma de la playa sin nombre.
Quiero seducirme en tu cuello,
en tus brazos,
los brazos del abrazo y de la respuesta a cualquier clase
de amor que no lleve a la desesperación.
Que no lleve al letargo.
A la frialdad del propio destino,
de no saber, de no querer, de no decir,
pronunciar, disparar,
olvidar, doler, seducir, soñar...
El sueño es como un arrecife de historias dormidas
en rocas serpenteadas por ruidos del ser.....
Querer ser, querer ir, simplemente querer....
¿Y en la madrugada? Como el náufrago.
Acércate. Es un susurro. Mi voz, se descuelga del teléfono
en un páramo,
en la vieja arena de un gladiador
el que me tensa el cuerpo, y me incita,
a perder una condena,
a ganar una sentencia…
menospreciar la quietud, que no tengo.
Extraído del poemario Paisajes de Una Dama,
El Taller del Poeta, S.L2013 Isabel Rezmo- Úbeda- España
116. 116
¡No abandones
mis labios,
volviéndome
loca!
tras susurrar
en mis ojos,
esta luz
que me ahoga.
¡Espera,
detente amado!,
espera sólo
a la aurora.
Esperar
a que el sol
gobierne,
en este cielo
amapola.
Que yo moriré
sin verte,
en este llorar
de olas.
Y se acabará
el suspiro,
que mi amor
deshoja.
118. 118
ANTONIO PÉREZ COZAR
TRÁGICA MAR
Imagen seleccionada por el autor
Un recorrido corto
una hebra cristalina que se abre en el cielo
una senda limpia y amplia
por donde transitan arterias amorfas
conjuntos de sangre perdida
agua mansa fusionada con barro y forraje
que atraen las mareas
una verde sonrisa crujida en el tronco
119. 119
sedienta de sed
expira
un colibrí refulgente buscando
una estela nerviosa
cogida de una rama
una criatura que la mira
sedienta y hambrienta
ansiosa de ella
los rasgos de unos ojos pétreos
como una piedra solitaria te arrastran
de sus huellas emanan claros de luna
filamentos de seda
desbordando las aguas
de donde vinieron (sus huellas)
un dolor exhausto
interminable
120. 120
irresistible
inaguantable
la vida absorta se difundía
un grito desgarrado
una súplica honesta,
una entrega en el tacto
un halago en la mirada
aquella sonrisa soslayada
como maroma donde agarrarse
vino de ayer el recuerdo
golpeando con sus alas de cristal
al viento
con sus garras de cristal
con su boca enacerada de cristal
con su lengua transparente de cristal
vino de ayer la batida del mar
empujó al acantilado hasta el abismo
121. 121
y al abismo lo empujó hasta la tierra
y la tierra dejó de parir como ofrendas
suculentos manjares
voluminosos
una marea de espuma estéril planeaba
sobre la gran roca
charcos inmensos de agua traicionera
que devolvía a su hondonada
en forma de gotas plateadas
y el sol que las iba secando
viejo pueblo blanco y marinero
que dormía sobre la falda
de una montaña enclenque
los olores de sus artes tradicionales
colgaban de las paredes uniformes,
solas y quietas
era la vida que se ahogaba
122. 122
las pobres barcas que morían en la orilla
los peces escarchados que morían en la orilla
los cuerpos ajados, arrojados por el agua
que morían en la orilla
y la orilla que sin agua se quedaba
en su misma mar morían
Antonio Pérez Cozar- Mallorca- España
Derechos de autor reservados
123. 123
ALEJANDRO RIVADENEYRA
PASQUEL
AMAR LA MAR
Imagen: Google
Más que a cualquier estridente voz,
más que a un heraldo viento decidido,
más que a una noche marina exhalada
irradiante de humor de sal de sus entrañas
hoy ocurro en vuelo ciego a su concierto,
me rindo a su perene blandura
124. 124
a la húmeda forma de abrazarme
a mi perdida razón ante su canto
al devoto naufragio que me acude
como ese regazo de una madre de sirena
iniciándome al encanto de su ahogo.
Hoy sus perpetuas caricias me reclaman,
sus nocturnas mareas soñolientas
como una atizada amante enardecida
en medio de un letargo gimo hipnotizante
con su aguosa piel y su efluvio olor a encantamiento.
Alejandro Rivadeneyra Pasquel. D. F. México
125. 125
GEMA BOCARDO CLAVIJO
NAVÉGAME
Imagen: Google
Sumerjo en la mar
mi desnudo cuerpo.
Buceo en su seno
perdiendo el aliento,
queriendo fundirme
en su húmedo lecho
como la sirena
126. 126
de los marineros
Sean mis muslos arrecife;
arena, mi pelo;
las olas, mis brazos;
mi garganta, bufadero.
La espuma, mis labios;
marea, mi sexo;
acantilado, mi espalda;
veleros…tus dedos.
Gema Bocardo Clavijo
Madrid- España
132. 132
MARGARITA POLO VIAMONTES
EL MAR AZUL, DEMOCRÁTICO…
Imagen: Google
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
…gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
(Versos del poema Tengo del poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén)
En fin, el mar. Tan querido y tan temido – pienso en el poema de Nicolás,
mientras mi vista vaga en lontananza sobre el horizonte marino, las olas
salpican el arrecife costero y el sol empieza a quebrarse a la distancia.
Estamos a solas, conversamos a esa hora tibia del atardecer, en que el
ocaso se lleva consigo el sol invernal cubano, bebiendo su luz de un solo
133. 133
trago la playa habanera. Su voz llega a mí entre el rumor del agua ¿Qué
dice? – se me escapó la mente ante la visión marina, pongo atención a sus
palabras:
- Aunque te lo jure y perjure no me crees. ¿Cómo vas a creer a alguien
como yo, que ve espejismos, personas de otros tiempos, y conversa
con los muertos tal como si fuesen seres vivos?
- Es que eres pura fantasía siempre – le interrumpo seria.
- Lo sé, tengo el aire en contra, y por mucho que me esmere en
presentarte la verdad, NO LA VES, por tanto, no la crees. Nadie lo va a
creer, pero quiero confiártelo, porque voy a morir si no saco esta
verdad de mi corazón.
Observo su rostro compungido, como si yo fuese sicoanalista. Siento su
descontrol mientras razono, que todo hecho deja una huella, aun tratando
de borrarla sobrevive. El tiempo transcurre sin pausas, el viento sopla a
favor de esa huella y la encierra debajo de cualquier manto, pero de
manera inesperada puede resurgir en esta vida, o llegar a otras
posteriores. Alzarse como de las cenizas el Ave Fénix. Me mira recto a los
ojos, tras una larga pausa y suspiros, trata de convencerme:
- ¿Qué puedo hacer? Tú no recuerdas nada del ayer, de esas vidas
anteriores, que yo tampoco percibo bien. ¿Me crees si te digo que
reconozco el olor de un ser en otros contornos y época? Siento hasta
el aroma de su piel impregnada del rocío, cuando mis dedos audaces
vagaban a través de sus brazos y piernas en medio del campo, erizados
por mi contacto íntimo.
- ¡Discúlpame! ¿De qué hablas? Parece otra locura tuya ¿Te hizo daño la
bebida? –le toco el hombro suavemente al interrogarle, pero sigue
insistente:
- Lo sabía, pensé que no ibas ni siquiera escucharme… Pero ¿Qué puede
importarme que ahora las personas se llamen de otra forma…? La vida
nos somete a la tragedia de lo que somos hoy. ¿Sabes que nuestros
cuerpos, sólo son ropajes de un instante en el inconmensurable
tiempo universal?
134. 134
- Me parece que has visto muchas películas de ciencia ficción
últimamente –sugiero, aunque cada vez estoy más intrigada.
- ¿Y tú? ¿Has leído algo sobre la reencarnación? Podrías descubrir que
no te miento. Dios lo sabe, y nos observa atentos, escogimos nuestros
destinos ante él, cuando aún estábamos incorpóreos. Nos ponemos a
prueba, para reencontrarnos y rectificar los errores de vidas
anteriores. Le advertí entonces: “No te vayas sin mí, que te encontraré
de nuevo, porque mi amor es infinito, no morirá conmigo, me lo
llevaré a la eternidad". Y así fue.
- ¿Entonces? ¿Diste con la persona nuevamente? –le pregunto tratando
de quitarle su creciente melancolía.
- ¡Sí! Así fue…Al final, me resultó fácil reencontrarle, pues a la existencia
llegamos como en bandadas de aves peregrinas, el mismo núcleo
renace una y otra vez, con otras formas y nuevas relaciones de
parentesco, pero somos esencialmente los mismos. Le reconocí,
aunque pasó tiempo sin distinguirle en la maraña cotidiana, hasta que
un día, frente al espejo, su mirada en mi mirada, sentí una rara
sensación de inquietud.
- ¿La encontraste así, sin más ni más? ¿Y ahora, no te buscó esa persona
a ti? Tal vez ahora, quiera tu amistad…
- ¡Sí! Pero no sé cómo decirle lo que me sucede, quizás se moleste,
porque yo también al principio le rechacé, no podía creer que la
prueba fuese tan grave. No quería mirarle directo a los ojos, no quería
ver lo que tanto buscaba “no puede ser” me dije una y otra vez, y me
seguía en los sueños…
- Dejemos eso por favor, te has entristecido… allí se acercan con las
bebidas – le miré fijo y observé como seca las lágrimas,
disimuladamente limpia con un pañuelo su nariz y mira al mar, ahora
oscuro, pero con vetas amarillentas y naranjas allí donde el Sol
desapareció hace solo instantes.
Regresé a casa conmovida, no es fácil creer que alguien, pueda sentir ese
tipo de emociones. Para mí es una persona tan especial. Nos conocimos
cuando apenas teníamos ¿12 o 13 años? nuestras casas estaban pegadas
una a la otra. Tuve una niñez muy callada, tal vez porque vivía con mi
madre, bajo una estricta tutela. Desde que nos mudamos a la casa al lado
de la suya, los chicos vecinos se burlaban por mi extrema timidez, pero me
sentía protegida por su invariable defensa contra todos ellos.
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Luego coincidimos en la escuela. Nos apoyamos mutuamente,
estudiábamos, nos divertíamos… los amigos que nos decían el Ying y el
Yang, por la diferencia de temperamentos. Realmente siempre sentí que
era una persona muy diferente nada que ver con el resto de quienes
conozco. Yo era ajena a las fuertes pasiones de otros, no concebía esos
sentimientos. Por los años de amistad, pensé que le conocía en todo, pero
siempre están las huellas ocultas…
Tras varios días de aquel suceso en la playita 16, llega a mis manos su
primera carta, la dejó dentro de un libro que le presté. Estuve tentada a
no leerla, decir que nunca la descubrí, si me preguntaba… pero entró un
desasosiego, un malestar infinito. O tal vez una necesidad de saber más.
¿Qué iba a encontrar? Mire el papel con una letra de trazo ¿doctoral? Es
una letra escrita de prisa, tal vez a escondidas… la letra dice muchas cosas
de las personas, pienso que esa letra expresa más que las palabras…
“Anoche soñé contigo, no, más bien me dormí pensando en ti, en tus
breves dedos, en tu pequeñez humana, es decir física y recordaba la
descripción de muchos al conocerte: “es una muñequita”. Ante la vista eres
así, diminuta, pero cuando se amplía la visión sobre ti, cuando se recorre
tu yo interior, no se puede poner ese diminutivo y falta de corazón como es
una “muñequita”, habría que ahondar en el vocabulario para agigantar la
dimensión de tu existencia…
Para nombrarte solo encontré una palabra, breve palabra que el hombre
mal utiliza para vanagloriarse de tener alma y corazón. Para mi tal vocablo
es sagrado, perfecto, sublime y para nombrarte lo encontré engavetado en
el olvido, allí donde se esconden mis sentimientos más íntimos.
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Así, por favor, no me malinterpretes, si de ahora en lo adelante te digo:
AMOR, como único nombre posible en tu vida de cuerpo diminuto, pero de
gigantesco corazón donde se alberga tanto dolor de años sufriendo a solas
por el dolor ajeno, por el dolor de los tuyos y por el tuyo propio…”
Doblo el papel, lo pongo nuevamente dentro del libro, mientras tiemblo,
lloro en silencio y me desdoblo. ¡Dios mío! ¡Qué locura!... Descubrir este
mensaje es aterrador. Pero no está dirigido a nadie… ¡Cuánto me gustaría
que me amaran así! ¿Acaso soy la protagonista de sus regresiones al
pasado? No puedo permitir que me siga escribiendo, me digo y me repito
cada día, pero desde entonces cuando pasa por mi lado, siento un rubor
en las mejillas y un cosquilleo en mi cuerpo, indescriptible… nunca he
practicado el adulterio, menos aun con una persona como esta.
Me parece algo sumamente ridículo después de tantos años de
conocernos, soy abuela con más de cuatro décadas en mis costillas, ¿que
pueden pensar de mí si accedo a esa locura?… ¿y si es verdad que nuestra
unión llega desde vidas pasadas? ¿Eso es pecado? ¿Cómo no pude
adivinar la incógnita antes? Pasan meses de angustias y luego de entregas
furtivas hasta que se marcha del país definitivamente…
El mar ahora es una ancha frontera. Cada vez que estoy sentada a orillas
de la playa evoco su presencia, aquel día en que comenzó su declaración
inesperada y no soy capaz de negarme a la evidencia… Tengo que gritar al
viento para que llegue a su oído allá lejos, en la otra orilla, decir la pura
verdad: “Fui tu querer” aunque nunca le recuerde con el físico de otras
vidas pasadas… le evocaré por siempre como es hoy…
¿A quién culpar de que tenga otros contornos en su estructura física, tan
impensables por mí, como son los suyos? Si, lo sé, ahora nacimos
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incompatibles para la vida de ayer, sin embargo suplico que me ame
eternamente. Porque aunque quiero ser como antes, yo soy una mujer y
ella también.
(Fragmento de mi libro “Fui tu querer”, publicado por la Editorial Entre Líneas)
Margarita Polo Viamontes- Cuba/ Miami. U. S. A.
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M. JOSÉ RIAZUELO
EL MAR
Imagen: Mª José Riazuelo
Te miro y admiro. Embistes con fuerza, casi diría que con saña,
contra las rocas, luego, como si te avergonzaras, como si te quisieras
disculpar, pareces acariciarla con tu espuma… Te alejas, parece que no lo
fueras a hacer más, pero ruges de nuevo, sordo, turbio, oscuro y tomando
fuerza repites tus embestidas una y otra vez.
Toneladas de agua contra ellas ¿las quieres destruir? ¿quieres acaso
conquistar otras tierras, cubrirlas, deshacer esas costas que te miran
altivas porque tú eres más fuerte, o es que estás enfadado?
¿Qué te han hecho las rocas, qué te han hecho los hombres? ¿no te
hemos sabido cuidar?
Muchas veces nos has dado comida pero también has quitado la
vida de muchos hombres que solo buscaban el sustento para su hogar…
¿Era el tributo que por ello te tenían que pagar?
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A veces generoso unes a los hombres alejados, les permites
acercarse, llegar…, pero también los separas como un amante celoso de la
felicidad ajena, ¿o es porque te ensuciamos con nuestros despojos
químicos, y nos quieres recordar que hay seres vivos dentro de ti que con
nuestros descuidos sufren cada día más?
Eres bello, sereno, calmo y tranquilo cuando nos quieres invitar a
refrescarnos en ti.
Como buen anfitrión esperas nuestra llegada y sonríes con tu
espuma, con tus suaves olas cuando ves a los niños jugar, recoger las
conchas o cuando construyen sus castillos de arena. Te gusta respetarlos
un tiempo para deshacerlos después suavemente o con fuerza, como
queriéndoles enseñar que jugar, que soñar está muy bien, pero que la vida
es algo más. ¿Los estás entrenando en la constancia, en el volver a
empezar?
Te reinventas cada día y no me canso de mirarte una hora y muchas
más observando cómo cambias de color, celeste, turquesa, plateado, gris,
rojizo con el ocaso, añil, altramar, casi negro por la noche…, el sol y el cielo
se refleja en ti.
Eres vida, muerte, esperanza, huida, eres tan hermoso…
¡Eres el mar!
M. José Riazuelo
Huesca (España)
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JUAN CARLOS CÁRDENAS
20.000 LEGUAS
Imagen: Disco de Luis Eduardo Aute- El niño que miraba el mar
La primera vez que vi el mar, fue a través de 20.000 Leguas de Viaje
Submarino. Aún hoy puedo sentir el estremecimiento de los marineros
ante un monstruo acechando en las aguas, la fascinación por el Nautilus,
que parecía provenir de un futuro, con el que yo a los diez fantaseaba y
que alguien, mucho antes de mi tiempo ya había imaginado o sospechado,
y la admiración por ese errante e introspectivo espíritu humano, el capitán
Nemo, que reunía en una biblioteca a doce mil volúmenes, “…los únicos
lazos que me ligan a la tierra.”
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Supongo que aquel primer encuentro con el mar fue decisivo porque
instaló en mí la idea de conocerlo, de tocarlo algún día, de sentir el rumor
de sus aguas bajo la luna o de contemplar extasiado el nacimiento de mi
propia sombra, a medida que el sol despunta sobre el horizonte de un mar
sin orillas. Veinticinco años después, luego de deambular por los cerros,
por caminos polvorientos y zigzagueantes, luego de haber navegado con el
viento, yendo y viniendo, sin estarme quieto, con los ojos llenos de una
Patagonia rebelde, estoy frente a frente, tocándolo, mirándolo,
sintiéndolo, perdiéndome en el rumor, y a veces en el grito, de sus aguas
venidas de algún lugar tan lejano, como mi sombra, que ahora nace en los
intersticios de las rocas o en la ola que me bautiza.
Desde luego que, la fascinación de mi primer encuentro en nada es
posible compararla con la experiencia. Es diferente, motivador y
cautivante, pero en el fondo de mí mismo, me habita el niño al que le
hubiese gustado encontrarse con el Capitán Nemo o ver atracado en los
muelles al Nautilus. Sin embargo, hay algo en lo que hemos llegado a
coincidir: El mar, por todo aquello que significa y desencadenó, ha sido
siempre nuestro secreto sin orillas.
Juan Carlos Cárdenas – Mar del Plata – Argentina
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MAYTE ÁLVAREZ
LOS CUATRO ELEMENTOS
Imagen: Google
Germen de vida,
admirado y expoliado,
venerado y ensuciado,
ante ti me hallo.
A tu solemne magnificencia le muestro la nimiedad de mi ser, un humilde
cuerpo para una efímera vida;
para ahogar en tu horizonte la expansión en importancia, que la arrogante
memoria, a mi tragedia, le quisiera otorgar.
Y para que la contemplación de los cuatro elementos, desde el mismo
marco en que ocurrió, acostumbre a mi mente a luchar para no llegar a
odiar el mar.
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No, nunca más.
Si una vez odié la lluvia, a ti no te he de aborrecer, mar.
Por eso…
…vengo…
…vengo…
¡vengo y continuaré viniendo!
… me obligo a hacerlo…
… me asqueo por querer hacerlo…
Cual masoquista penitente, que sobre los adoquines marca el paso de sus
rodillas desolladas, te traigo arrastras mi alma, mar,
sin embargo… no voy a marcarte,
que también vengo a purificarme.
E igualmente ahogaré mi dolor, tan transparente como demoledor, en la
infinidad de tus tiempos, de tu memoria, de tu agua…
… hasta que logre sentir lo mismo que antes de que, sobre tu falda de
arena, con la fuerza bruta de quien esclavizaba mi cuerpo…
mi dignidad, me fuese arrebatada…
mientras yo pensaba: “me va a matar”
Así pues, me trago mis arcadas,
me trago mi hiel,
hago bola con la amargura... ¡y me la trago!
¿quién soy yo, simple mortal, para asociarte, a ti, mar, con el ultraje de un
canalla, que, como yo, es otro simple mortal?
En tu historia de vida y muerte
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mi violación fue solo un instante,
que ni tu memoria ni esta playa guardarán,
y que será una secuencia más de los ocurridos a las mujeres en la inmensa
humanidad.
Me sigo tragando las arcadas…
¡y vuelvo!
¡vuelvo!
… hasta que sentir la unión de los cuatro elementos siga siendo mi
salvación,
de la prepotencia humana,
del esperpéntico egocentrismo,
de la desconexión con la magia,
del olvido del alma…
Reconociendo mi pequeñez, en la playa,
en comunión con los cuatro elementos, mientras el fuego del sol pretende
quemar mi blanca piel,
mientras el aire, conteniendo tu aroma, mar, juguetea, vivo, ante la
fragilidad de mi pelo infantil,
después disfrutaré en tu tercer elemento, en simbiosis de integración
pura,
nadaré…
nadaré…
mas ahora estoy sentada,
viendo el inmenso horizonte,
que me condiciona (afortunadamente) a percibir mi real tamaño,
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miro la arena en mi mano…
… y me pregunto ¿quién soy?
Un imperceptible granito de arena en la humanidad,
un imprescindible granito de arena en la humanidad.
Por eso…
no puedo odiar el mar, ni la playa,
ni al aire furioso que condicionó el drama,
igual que ya no odio la lluvia.
Solo aquí sé quién soy, una persona pequeña, ante cuatro elementos,
cuya divina magnificencia me iluminan con este gran conocimiento.
Un día, en esta misma playa, tan solo tendré de ello un vago recuerdo
que opacaré tras los cuatro elementos.
Al fin y al cabo… soy una simple efímera mortal,
a la que siempre le ha gustado el mar.
Mayte Álvarez. Meliana. Valencia.
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J. JAVIER TERÁN
ALLÍ DONDE NACE EL MAR
Imagen: Google
Allí donde el mar se retira y bate sus olas al morir, regresé de nuevo la
otra tarde, cuando el sol se ocultaba ya tras las esbeltas palmeras de
nuestra playa favorita y el cielo se tornaba de un color rojizo que nos
encandilaba. Y rápidamente, antes de que se pasase el momento y
cambiase el color del cielo, saqué mi móvil y tomé unas instantáneas…
Idílico paraje que siempre nos apasionó –¿recuerdas amor?-; tras
descubrirlo un día por casualidad cuando, haciendo caso sólo a nuestro
recién estrenado amor, y cuando el sol comenzaba a ocultarse tras aquel
amplio palmeral, nos declaramos el uno al otro un sinfín de confidencias;
mientras, ora caminábamos por toda la amplia extensión de la playa y las
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olas al romper en la orilla acariciaban con delicadeza nuestros pies
desnudos, ora la brisa del mar removía una y otra vez tu larga y sedosa
melena, mientras descansábamos del paseo sentados sobre una de las
rocas que, en su conjunto, daban abrigo al pequeño puerto pesquero.
Fueron solo dos veranos los que coincidimos en aquella ciudad junto al
mar. Pero devinieron muy intensos sus días y sus horas; apretados los
besos y las caricias, y ciertos los sentimientos. Mas, ¡éramos demasiado
jóvenes aún!…
Junto al mar que ahora contemplo melancólico desde la ventana de mi
habitación y sumido en la añoranza del ayer, abrigamos y alimentamos
durante unos días, tú y yo, una bonita historia de amor, ¿te acuerdas,
amor?.
Fue corta en el tiempo, puede que sí; pero intensa en los sentimientos y
las emociones… Y es que nos enamoramos de pronto como adolescentes
que éramos.
Así nos lo confesamos, al menos, el uno hacia el otro y el otro hacia el uno
también, aquella tarde de verano cuando, agotados ya de pasear tomados
de la mano, nos salió al encuentro al final del paseo un coqueto banco,
que acogió sin rechistar nuestros abatidos cuerpos.
De pronto, nos encontramos inmersos en un entorno que emanaba
romanticismo por doquier. De frente, disponíamos de toda la inmensidad
del mar, con el sol ocultándose tras las montañas del fondo y dejando una
estela de un rojo intenso sobre el agua casi a nuestros pies. Justo al lado,
rompían con extraordinaria suavidad las escasas olas que el mar llevaba
aquella tarde hasta la playa. Y un poco más adentro, en un lateral de la
playa, un grupo de gaviotas graznaba con insistencia en torno a un barco
de pesca que acababa de arribar a puerto.
Un marco ideal para que, en la tranquilidad de la tarde que declinaba
perezosamente, nuestras confidencias se hiciesen más emotivas y
sentidas, y el amor surgiese con inusitada fuerza.
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ADRIÁN GONZÁLEZ DE LUIS
UNA MÍNIMA ESPERANZA
Imagen: Google
Aunque ya hacía varias horas que había dejado de vislumbrar la orilla,
Kaled continuaba remando sin un rumbo fijo. Anochecía, y las aguas
verdosas oscurecían con la mortecina luz del sol, casi oculto en un
horizonte teñido de naranja y azul. Los brazos comenzaban a acusar el
cansancio, mas la distancia continuaba pareciéndole insuficiente. Siguió
obligando a los músculos hasta el límite sin dirección concreta. Sin víveres
ni comida, tan solo empujado por la desesperación y la locura.
El mar mediterráneo, quedo y tranquilo, parecía acogerle repleto de paz,
como si le ofreciera todo aquello que para sí y su familia deseara tiempo
atrás. Allá donde se anclaron los sueños de libertad que la primavera
árabe simuló poner al alcance de su pueblo. Sueños ahora despedazados
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por la barbarie y el fanatismo. Por hombres a los que un día había
considerado hermanos.
Atrás permanecían días de huída y miedo, oculto entre las sombras de la
noche y hogares derruidos, tierra quemada y huérfana de esperanza cuya
voz ahogada aún era capaz de escuchar en la soledad del destierro. Donde
la ausencia de humanidad comenzaba a ser sinónimo de seguridad y
confianza en un futuro. Incierto, vacío, falto de color, pero futuro al fin y al
cabo.
Atrás permanecían en el recuerdo los gritos desgarradores de su familia
mientras era asesinada. Padres, hermanos pequeños, abuelos. Todos
corrieron la misma suerte. Tan solo él, a causa de su juventud y, tal vez,
porque alguien consideró que podría ser útil si se conseguía encauzar su
creencia a la causa de los asesinos.
Pero Kaled ya se había pasado la vida sintiendo ser el instrumento de
otros más poderosos y no estaba dispuesto a servir a los nuevos señores
del terror. Por eso simuló unirse a la causa, aguardando el momento de
escapar en busca de una libertad a la que solo renunciaría si moría.
Supuso que le perseguirían durante un tiempo, pero él sabía que si dejaba
el poniente atrás llegaría hasta el mar y más allá. Un lugar donde la
civilización no le obligara a pensar algo concreto.
Entonces decidió dar descanso al cuerpo y se acurrucó en la pequeña
barca. No quedaba rastro alguno del lugar por donde el sol se escondiera.
Ni el brillo de su recuerdo. Era consciente de que podía morir de hambre o
sed sin llegar a ningún lado, o ahogado si el mar se embravecía, pero
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caería intentando cumplir el sueño al que muchos ya no podían aspirar. Al
menos a él le quedaba aún una mínima esperanza.
Adrián González de Luis. Madrid. España