E.VIDAL LA PINTURA COSTUMBRISTA ,Catalog Mobile Presentation.pdf
1366 01072002 krahe
1. 41www.zetainterviu.com interviú
entrevista
Javier Krahe (Madrid, 1944), el escritor de canciones puro,
el orfebre del verso para ser cantado, aquel a quien la
construcción de una letra le lleva como mínimo un mes,
acaba de presentar un nuevo disco, ‘Cábalas y cicatrices’,
en el que se incluyen tres canciones –‘Como Ulises’,
‘Piero della Francesca’ y ‘Abajo el Alzheimer’– con las
que, según él, ha subido un peldaño en su de por sí
excelencia poética. Compartimos su criterio.
40 interviú 1 de julio de 2002
LASCICATRICES
VISTENBASTANTE”
Javier
Krahe
T
odas las canciones de su
nuevo disco, grabado en
directo, cuentan con una
pequeña introducción en la
que usted, de viva voz, trata de
explicar su génesis. ¿Hemos
de entender que los prólogos
son las ‘cábalas’ y las cancio-
nes las ‘cicatrices’?
—No. Las propias canciones son
las cábalas, y las cicatrices son sólo
algunas de las canciones. Hay una,
‘Orfidal’, que es claramente una ci-
catriz, y de hecho lo menciono. Y
metafóricamente hablando, hay va-
rias que son también cicatrices.
—Cuando brota la idea de una
composición, ¿lo hace como
una herida que, al materializar-
se en canción, acaba cicatri-
zando?
—Exactamente es así, excepto en
algunas de ellas, en las que no hay
cicatriz por ningún lado. ‘Vecinda-
rio’, por ejemplo, es una burla en la
que no hay padecimientos de nin-
gún tipo. Pero hay otras en las que
al escribir la canción ya se pone el
proceso de curación, que te cura la
llaga, pero la cicatriz queda. Por
otro lado, las cicatrices visten bas-
tante. Creo que uno debe volver
con señales de allá donde haya ido.
En canciones más antiguas, por
ejemplo, en ‘La costa suiza’, digo:
“Volver con la frente marchita, / co-
mo dice el cantar que se debe vol-
ver”. Pues sí, claro. Si vas a algo y
es intenso, tendrás que volver con
alguna cicatriz.
—‘Zozobras completas’ es el
tema que abre el disco. ¿De-
trás de las obras completas de
todo gran autor hay ineludible-
mente naufragios?
—Yo les deseo toda la suerte del
mundo a los autores pasados, pre-
sentes o futuros, y que puedan tener
una vida gozosa. Pero no es fácil
que eso sea así. A poco que las
obras sean extensas, o suficientes
–que no sea una obra fulgurante de
una sola cosa–, casi seguro que hay
zozobras. Incluso siendo sublime
puedes naufragar, porque lo que te
rodea no te acompaña. Los naufra-
gios, además, salen en otras cancio-
nes mías. Esa sensación de haber
corrido peligro, de ahogarte.
—Esa sensación de la que ha-
bla es algo inherente a su pro-
fesión: la provisionalidad, el
estar con el culo al aire, a la in-
temperie.
JAVIER MENE´NDEZ FLORES
FOTOS: PACO LLATA
L
“
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2.
“He sido más ingenioso en mis relaciones
personales que en las profesionales” “Creo que
no hay que dar homenajes en vivo a la gente”
“Cada vez me preocupa menos la muerte”
42 interviú 1 de julio de 2002
—Yo eso lo he sentido por lo me-
nos en dos momentos de mi vida,
en 1986 y en 1992. Pensar: “Uf, ya
estoy hundido”. En 1986, el asunto
de ‘Cuervo ingenuo’ [canción in-
terpretada en un concierto de Sabi-
na en la que criticaba a Felipe Gon-
zález, y que fue censurada en la
emisión del mismo en TVE-1] hizo
que me quedara sin trabajo. Me hi-
zo daño material. Psicológicamen-
te todo lo contrario. Me fortaleció.
—Luego los socialistas se
comportaron como fran-
quistas con usted.
—Sí, claro. Franquistas o
dictatoriales, como todo
dictador que no soporta
una crítica. Sí, por comple-
to. Y luego, en 1992, ya no
tenía que ver con ellos. Era
la estupidez que se apode-
ró del país con los fastos
de la Expo, de las Olimpia-
das, del quingentésimo
aniversario del descubri-
miento de América. Pero
también fue algo material.
En ese año yo no trabajé
porque no me llamaba na-
die. Ni siquiera de un bar
en donde había llenado el
año anterior. Recuerdo que
en septiembre de 1992 te-
nía 5.000 pesetas y ningún
horizonte. Menos mal que
las relaciones personales
ayudan a salir de todo eso. He si-
do siempre más ingenioso en mis
relaciones personales que en las
profesionales. Ahora, sin embar-
go, creo que tengo un mayor pú-
blico. Se podría decir que estoy
viviendo una época de bonanza
en cuanto a las actuaciones.
—¿Le sigue entusiasmando
cantar?
—Sí, el escenario me sigue gustan-
do mucho.
—¿Se sigue poniendo nervioso
antes de cada actuación?
—No, al revés. Me siento muy re-
lajado. Me siento menos aventure-
ro que hace años, en el sentido de
que no me pongo nervioso, pero a
la vez creo que es lógico, porque lo
voy a hacer mejor. Y lo sé.
—¿El hecho de ser un artista
minoritario ayuda a que no le
den tanto el coñazo a uno?
—Sí. Y supongo que ayuda tam-
bién a que te traten bien.
—¿Mejor incluso de lo que uno
merece? Por ejemplo, si ven-
diese un millón de copias de
este último trabajo, ¿seríamos
tan buenos los periodistas con
usted como ahora, cuando sus
ventas son discretas?
—Los periodistas no lo sé. Pero
ciertas personas a las que les gusta
mucho lo que hago seguro que re-
negaban. No es lo mismo, siendo la
misma obra, conseguirla a través
de canales un poco más confiden-
ciales a que te bombardeen con
ella. Se pierde el encanto. Hombre,
hay ejemplos de casos afortunadí-
simos. Ser, por ejemplo, los Bea-
tles y gustar arriba y abajo, a un la-
do y a otro. Pero eso ocurre pocas
veces. Cuando yo oigo que me po-
nen mucho algo en la radio, enton-
ces reniego.
—¿Se siente como el decano o
cabeza de cartel de los canta-
escritores españoles de enjun-
dia al margen del ‘establish-
ment’?
—Hombre, no. No porque de mi
quinta somos un puñado, y son más
decanos que yo todos, empezaron a
cantar antes que yo. Y luego lo de
la enjundia es ya subjetivo. Porque
yo me encuentro más enjundioso
que otros, sí, pero, claro, no lo miro
imparcialmente.
—En los últimos años, los dis-
cos de homenaje a artistas vi-
vos se han puesto de moda.
¿Por qué no participa en nin-
guno de ellos: por enemistad,
por desinterés o porque se ol-
vidan de usted?
—En una o dos ocasiones me han
llamado para participar, y yo he di-
cho que no.
—Entonces es una cuestión de
desinterés.
—Sí, en este caso sí. No he queri-
do. Suene como suene, yo no creo
que haya que dar homenajes en vi-
da a la gente. También me lo han
pedido para gente que ha muerto,
como Carlos Cano, y no he queri-
do. Sin embargo, sí me llegó el ru-
mor fundado, porque estaba todo
previsto, de un homenaje que me
hacían a mí. Y les dije: “O bien es-
to no me lo contáis, o bien, por mí,
no se hace”. De todos modos, aho-
ra llaman homenajes a hacer discos
que se van a comercializar, y a mí
no me parece que eso sea algo sen-
tido. Yo hago muchos homenajes
en mis canciones a gente distinta…
—Guiños…
—Bueno, sí, guiños, pero yo los
hago como homenajes. Pero los ha-
go tan de pasada que ni siquiera se
notan. Me parece bien alabar aque-
llo que te gusta, y no sacarlo a relu-
cir dentro de lo que haces. Pero
operaciones discográficas… en
principio no me suenan nada bien.
Hombre [se ríe], si se muere el Sa-
bina (espero que lo lea), participo
en un disco-homenaje al Sabina [ri-
sas]. En fin. Pero porque se trata de
una relación especial.
—Reza una de las can-
ciones del trabajo que
presenta: “Iba yo dan-
do un paseo, / pisando
hojas muertas, camino
de nada…”. Sus pasos,
le lleven adonde le lle-
ven, continúan siendo
coherentes. ¿La cohe-
rencia es un don que
puede conducir a la ex-
celencia?
—La coherencia tiene que
llevar a algún sitio; el pro-
blema es si te lleva a un sitio
equivocado. Pero llevar, te
lleva. Y más lejos que a los
incoherentes. Incluso a un
sitio equivocado del todo es
casi imposible que te lleve.
Lo de “pisando hojas muer-
tas” lo decía por mi edad,
otoñal. Lo del camino de
nada lo decía como en muchas
otras canciones. Cada día que voy a
actuar a Galileo Galilei aparecen
300 personas a las que sí les intere-
sa esa coherencia. Sí es cierto que
hay unas instancias de mercado y
de medios a las que eso no les inte-
resa. Pero hay suficiente gente a la
que sí, y por tanto no cae al vacío
en absoluto. Y por eso no me sien-
to aislado.
—¿Qué cosas que antes le pre-
ocupaban mucho han dejado
de interesarle?
—La más gorda y de la que deriva
todo es lo de la muerte. Me ha te-
nido obsesionado toda mi vida y
cada vez me preocupa menos.
Ahora me doy cuenta de que pa-
san meses y ni me acuerdo, cuan-
do era algo diario.
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entrevista
Krahe
Javier
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