Documento de apoyo a la 3ª sesión de la Escuela de Padres General que desarrolla el Equipo de Atención Temprana de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes curso 2014-15
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Seguridad afectiva y autonomía
1. ESCUELA DE PADRES
“Ser padres; Aprendiendo Día a Día”
EAT Alcobendas- San Sebastián de los Reyes
2. GARANTÍAS DE UN DESARROLLO SANO: LA SEGURIDAD
AFECTIVA Y EL DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA.
Son muchas las variables que inciden en un buen desarrollo
de los niños y las niñas. De todos es conocido que si gozan de
personas que les quieran, y además, los contextos en los que se
desenvuelven son seguros, estimulantes y alegres -es decir
facilitan el desarrollo de la autonomía-, tienen asegurada una
evolución saludable.
El cómo se combinen estos dos factores –seguridad
afectiva y desarrollo de la autonomía- incide de manera
significativa en el estilo educativo, y en los rasgos generales de
la evolución de los niños. Hay estudios que han mostrado estas
relaciones, pudiéndose predecir aspectos globales de la evolución
de niños/as según sea el estilo y la calidad –o carencia- de las
relaciones padres hijos en torno a estas dos variables.
La seguridad afectiva
Quisiéramos detenernos en primer lugar en el factor más
nuclear del desarrollo: la seguridad afectiva.
Diferentes observaciones y estudios han llegado a la
conclusión de que sin afecto la evolución queda muy condicionada,
bien sea mermando el desarrollo, al retrasarse la aparición de la
sonrisa, el habla, el gateo, el caminar...; o evolucionando de una
manera insana: los niños que no se sienten queridos tienen menos
defensas para las enfermedades, un pobre concepto de sí mismos
y con frecuencia se autoagreden de diferentes formas,
manifestando conductas poco ajustadas.
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3. Por el contrario los niños y las niñas que reciben cariño y se
sienten muy especiales para algunas personas (padres,...) logran
buen desarrollo en las diferentes áreas y se manifiestan alegres
y activos en los ámbitos donde se desenvuelven.
Se podría pensar que la gran mayoría de las personas
tuvieran cubierta las necesidades de afecto porque son muy
pocos los niños que no tienen padres o familiares que les quieran.
Y por lo tanto, estarían en buenas condiciones para desarrollar la
autonomía. Sin embargo, no siempre el cariño de los padres (o de
quienes hagan esa función) llega a los niños de forma adecuada.
Estamos haciendo referencia a que es sano el cariño que
damos a nuestros hijos cuando:
- dejamos vivir y no asfixiamos,
- protegemos pero dejamos autonomía,
- somos sensibles a las necesidades del niño y no sólo “a
que no llore”,
- estimulamos pero no presionamos,
- acompañamos pero no exigimos,
- damos estabilidad y no nos dejamos llevar por el estado
de ánimo,
- nos pasamos buenos ratos con los hijos
- les dedicamos tiempo jugando, hablando, viendo juntos
alguna película, riéndonos,…
- cubrimos sus necesidades pero facilitamos que ellos
aprendan a satisfacerlas...
En ocasiones, sin embargo, puede utilizarse el cariño como
pretexto para:
- chantajear a los niños
- cubrir las necesidades de adulto más que las de los niños,
- proyectar los propios miedos, socavando la autonomía de
los hijos,
- descargar en los niños una serie de frustraciones,
cuando no una utilización de ellos, para mostrar los
desencuentros entre los padres,...
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4. - tener dominio sobre alguien
- ….
Y a veces, lo que ocurre es que no entendemos las
reacciones de los hijos porque tampoco nos paramos a identificar
las razones de nuestras propias conductas y respuestas.
El desarrollo de la Autonomía
Cuando hablamos de autonomía estamos haciendo
referencia por un lado, al desarrollo de las capacidades para
desenvolverse por uno mismo; y por otro, a ir adquiriendo una
madurez afectiva y moral que permita actuar con independencia y
acorde con la ética personal que cada uno va construyendo.
Es decir, es un proceso largo y complejo que se da a lo largo
de la vida y está íntimamente ligado a la seguridad afectiva que
se vaya logrando.
Se entiende bien la interacción entre seguridad y
autonomía, si observamos que cuando nos sentimos queridos
tendemos a fiarnos de las personas que nos quieren y nos
estimulan, … y damos los pasos que nos piden para agradarles,
para jugar con ellas, para ser como ellas,…
Posteriormente, se irán dejando estas dependencias
emocionales y se empezará a hacer las cosas por decisión propia;
pero uno de los estímulos más potentes para aceptar el reto de
crecer a pesar de las frustraciones que conlleva el proceso de
socialización (normas, límites,...) es esa relación afectiva que se
tiene con los padres.
Y es esta relación especial que se construye entre
padres e hijos la que condiciona, al menos en los primeros
años, el modo de situarse el niño en la realidad y su reacción
ante los diferentes retos que le plantea el contexto social en el
que vive. Las respuestas de los padres a las necesidades de los
niños, las iniciativas que toman para estimularle, el modo de
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5. abordar los conflictos, de expresar ternura, de jugar y de
pasarlo bien... irán conformando las conductas de los niños.
Se puede señalar que dar seguridad afectiva a los hijos,
estimulando su comportamiento autónomo supone:
- Reflexionar sobre nuestras acciones y actitudes
educativas, permitiéndonos matizar lo que entendemos
por “querer a nuestros hijos” y “ facilitarles ser
autónomos”,
- Aprender a conocer y satisfacer las propias necesidades
buscando un modo adecuado de cubrirlas, evitando
“utilizar” a los niños.
- Entregarse a los hijos, pasando buenos ratos con ellos a
través del juego, la expresión de cariño, la dedicación de
algún tiempo a descubrir el mundo, a escuchar sus
preocupaciones, a leer cuentos, a bailar, cantar, reír
juntos,...
- Diferenciar el cariño que permite o prohíbe todo, del que
se rige por pautas, que excepcionalmente pueden
eludirse, pero que requiere mantener firmes, aunque
esos límites provoquen frustración a los niños.
- Encarar los conflictos como algo natural en cualquier
proceso de crecimiento, no como un drama. Mantenerse
pacientes y serenos en los momentos de crisis es algo
que podemos aprender.
- Proteger a los hijos, servirles de contención, valorar sus
logros, y, sobre todo CONFIAR en ellos, en su evolución
Y también en nosotros.
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6. abordar los conflictos, de expresar ternura, de jugar y de
pasarlo bien... irán conformando las conductas de los niños.
Se puede señalar que dar seguridad afectiva a los hijos,
estimulando su comportamiento autónomo supone:
- Reflexionar sobre nuestras acciones y actitudes
educativas, permitiéndonos matizar lo que entendemos
por “querer a nuestros hijos” y “ facilitarles ser
autónomos”,
- Aprender a conocer y satisfacer las propias necesidades
buscando un modo adecuado de cubrirlas, evitando
“utilizar” a los niños.
- Entregarse a los hijos, pasando buenos ratos con ellos a
través del juego, la expresión de cariño, la dedicación de
algún tiempo a descubrir el mundo, a escuchar sus
preocupaciones, a leer cuentos, a bailar, cantar, reír
juntos,...
- Diferenciar el cariño que permite o prohíbe todo, del que
se rige por pautas, que excepcionalmente pueden
eludirse, pero que requiere mantener firmes, aunque
esos límites provoquen frustración a los niños.
- Encarar los conflictos como algo natural en cualquier
proceso de crecimiento, no como un drama. Mantenerse
pacientes y serenos en los momentos de crisis es algo
que podemos aprender.
- Proteger a los hijos, servirles de contención, valorar sus
logros, y, sobre todo CONFIAR en ellos, en su evolución
Y también en nosotros.
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