LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo es el resumen de uno más amplio, pues si éste
se compone de unas 30 páginas el original tiene una extensión de
140. Además, en el trabajo original, en el libro que espero que algún
día pueda ser publicado, se hacen constar las fuentes, los documentos
originales de donde proceden cada una de las afirmaciones que el
trabajo recoge. Todo lo que aquí figura, y lo que se dice en el trabajo
completo, está perfectamente documentado, es decir, que nada es
consecuencia de un deseo o de dejar correr la imaginación. Al final
de cada párrafo aparece una nota indicando su procedencia
Sin embargo, en este resumen, todos esos datos han sido
suprimidos. No busco con ello gloria alguna ni que las fuentes
permanezcan en esa nebulosa que envuelve todo lo relativo a la
Historia de mi pueblo. Conocido es de todos que mi deseo es que se
divulguen los datos que voy hallando, pero también considero que no
es mucho pedir que quien entra en mis escritos, copia lo que
encuentra y lo lanza a los cuatro vientos debe, como mínimo, hacer
constar de donde lo ha copiado y quien es el que se ha esforzado en
sacarlos a la luz, cosa que en alguna ocasión no se cumplido.
Esta es la causa de que no divulgue el origen de cada hallazgo,
pues esa es una manera de proteger mi trabajo. Si algún día llegara a
publicarse en forma impresa entonces aparecerían todas las
referencias para que quien lo desee pueda comprobar la veracidad de
cada una de las afirmaciones que hago.
3
José Domínguez Valonero
ANTECEDENTES DE LA GUERRA
El duque de Braganza era nieto de la infanta Doña Catalina, la
cual disputó el trono de Portugal a Felipe II. Por tanto, era el
portugués con más derecho a la corona de dicha nación.
A las ocho horas el día 1 de diciembre de 1640 se desencadenó la
rebelión de la nación hermana. Aquella mañana fue atacado el
palacio de Lisboa, siendo sorprendida la guardia castellana y
alemana que lo guarnecían.
La virreina, doña Margarita de Saboya, duquesa viuda de
Mantua, fue forzada a firmar la orden de entrega de la ciudadela de
Lisboa, aunque mantuvo la esperanza de que el Gobernador de la
fortaleza se opusiera a la entrega. No fue así, y Lisboa quedó en
manos de los sublevados. Las demás fortalezas también se rindieron,
en unos casos, por medio del engaño, en otros, por cobardía.
Castilla trató de formar un ejército, pero para ello faltaban
hombres, dinero y acierto. Los dos primeros, los hombres y el
dinero, se habían agotado y en cuanto al tercero, el acierto, fue la
indecisión y la falta de criterio lo que motivó que se tomaran
decisiones inapropiadas para resolver la situación.
Fue esta una guerra que en la mayor parte de los veintiocho años
durante los que tuvo lugar fue considerada como de escasa
trascendencia. Las guerras más importantes, aquellas en las que se
concentró el esfuerzo militar y económico, fueron las que se libraron
contra Francia, que abarcó desde el año 1939 al 1659, y contra
Cataluña, entre 1640 y 1652. Cuando el conflicto había desbordado
las posibilidades de Castilla fue cuando se le prestó la debida
atención, y esto sucedió a partir de 1661.
Hemos de considerar que el esfuerzo militar era
desproporcionado para una Castilla agotada. Se combatía en Flandes,
Francia, Italia, Vascongadas, Aragón y Cataluña. En estos frentes
lucharon la flor y nata de las armas castellanas, en tanto que en la
Guerra de Restauración, durante los primeros veinte años, la acción
bélica corría a cargo de los pueblos fronterizos que, con mayor o
menor acierto, resistieron los embates del enemigo.
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
En la Guerra de Restauración sólo en cinco ocasiones se
enfrentaron grandes ejércitos de las naciones contendientes, [1] lo
que prevaleció fueron las entradas en territorio enemigo con el fin de
destruir cosechas, robar ganado y producir el mayor daño posible.
Esto daba lugar a que los pueblos fronterizos, los de la “raya”,
padecieran incendios y destrucciones, principalmente en la época de
la recolección de frutos, ya que era en esta fecha cuando los vecinos
de uno y otro reino llevaban a cabo esas entradas, que a veces se
traducían en feroces combates sin otro resultado que el
derramamiento de sangre y la destrucción de las cosechas. Y eso va a
ser lo que va a quedar reflejado en esta parte de la historia de
Encinasola: breves y sangrientos enfrentamientos que condujeron a
la muerte y a la miseria de unos pueblos que hasta poco antes no sólo
se habían sentido como miembros de la misma familia, sino que
realmente lo eran.
A las guerras que Castilla mantenía en Milán, Flandes y Francia,
en 1640 se sumaron dos sublevaciones que trataron de romper la
unidad peninsular: la de Cataluña, en el verano de 1640, y la de
Portugal, en diciembre de este mismo año. Pero no sólo Cataluña y
Portugal trataron de independizarse, pues, entre los meses de agosto
y septiembre del año de 1641, tratando de aprovecharse de la
debilidad de la monarquía, que se veía sometida a un enorme
esfuerzo para hacer frente a los muchos frentes abiertos, tuvo lugar
un intento separatista en Andalucía. El IX duque de Medinasidonia,
don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, que era quien ejercía el mando
del Reino de Sevilla, se propuso declararse rey de Andalucía. La
conjura fue descubierta y varios personajes fueron ejecutados. El
duque, protegido del Conde duque de Olivares, logró salvar la vida.
Pero no sólo se produjo este intento separatista, ya que, en 1648,
también fue abortada una conjura en Aragón a cargo del Duque de
Hijar.
1
Estas cinco batallas fueron las de Montijo (la única que fue
favorable a estas armas), Elvas, Ameixal, Castelo Rodrigo y Montes
Claros.
5
José Domínguez Valonero
SITUACIÓN ECONÓMICA
Antes de pasar a describir lo que sucedió en Encinasola durante
la Guerra de Restauración de Portugal creemos conveniente hacer
una breve exposición de la situación económica del Reino, ya que sin
un mínimo conocimiento de cómo estaban las arcas reales y de qué
criterios se seguían para lograr fondos parecería que Encinasola
estaba olvidada a su suerte. No es que esto no fuese una realidad,
pero no era por capricho del monarca, sino por la imposibilidad de
prestarle un mayor apoyo.
Económicamente, poco podía esperarse de la Corona, pues las
arcas reales estaban completamente vacías. No había recursos para
hacer frente a las demandas que las guerras requerían.
Para hacernos una idea de la situación, puede bastarnos saber que
en 1644 se habían gastado los ingresos previstos para los años 1645,
1646, 1647 y 1648. No exageramos si afirmamos que el Estado
estaba en quiebra, de hecho se produjeron dos bancarrotas: una, en
1647 y, otra, en 1653.
La fuente más importante de ingresos de la Corona la constituían
los metales preciosos que llegaban de América, pero en 1657 fue
apresada la flota del tesoro, con lo que el monarca quedó privado de
estos ingresos durante dos años.
Esta fuente de ingresos se completaba con una larga serie de
tributos, no obstante, el desmesurado coste de las guerras superaba
con creces las cantidades que entraban en las arcas, por lo que los
ministros se esforzaban en conseguir fondos por todos los medios
posibles.
Para formarnos una idea de los tributos que gravitaban sobre los
pecheros, mencionaremos algunos de los que figuran en las actas
municipales, pero antes resaltaremos que los artículos que
soportaban un mayor gravamen eran la carne, el vino y el aceite.
• Sisas, Alcabalas, Renta de Millones, Servicio Ordinario y
Extraordinario, Renta de la cuatropea, esclavos y
colmenas, Rentas del viento, D onativos, La sal, El papel
sellado, La media annata, Reclutar y equipar tropas,
Impuesto de lanzas, El resello de moneda, Las Rentas
de tabernas; del uno y del dos por ciento; del consuno del
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
octavo del vino, del aceite y del vinagre; de los treinta y
un maravedíes y medio en cada arroba de vino y la renta
de los dieciocho maravedís en cada arroba del aceite de
consumo.
Para recaudar estos tributos existían serias dificultades para la
Real Hacienda. Si pretendía efectuar la recaudación directamente a
los contribuyentes, se encontraba con que para ello hacía falta un
despliegue burocrático costosísimo y, además, se suponía que el
desinterés con que los recaudadores efectuarían su labor haría que la
cantidad recaudada sería inferior a la que se obtenía delegando el
cobro a unos particulares.
Esta delegación del cobro de los tributos a particulares consistía
en que la Corona arrendaba los impuestos a personas que se
comprometían a entregar una determinada cantidad, de la que ellos
se resarcían presionando a los pecheros para que efectuasen los
pagos. En ocasiones, al no poder pagar los pecheros las cantidades
que se les habían fijado, se llegó a embargarles incluso los colchones
en que dormían.
Otra posibilidad para cobrar los tributos consistía en el
encabezamiento , el cual consistía en que la Hacienda concertaba con
los Cabildos de las ciudades y villas las cantidades que cada uno de
ellos debía recaudar. Una vez que se había fijado las cantidades, los
Concejos las repartían entre los vecinos [2] de acuerdo con las
posibilidades de cada uno. Los Concejos, a su vez, delegaban el
cobro de las rentas en depositarios y fieles, para lo que, entre los
vecinos, se elegían personas de confianza y que fueran responsables.
Esta última fórmula era la preferida por los contribuyentes, pues,
como veremos a lo largo de este apartado, fueron muchas las
ocasiones en las que el propio Cabildo se hizo cargo de los tributos,
no dudando en emplear la bellota de su dehesa para hacer frente a la
cantidad que el pueblo tenía que abonar y a la que no podía hacer
frente.
Otros recursos para tratar de engrosar el erario consistían en las
ventas de:
• Cargos públicos . Esta venta solía ser a perpetuidad, por lo
que cuando fallecía el comprador pasaba a manos de sus
2
Un vecino era quien tenía casa en el pueblo y pagaba tributos.
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José Domínguez Valonero
herederos. El propietario también podía delegar el ejercicio
del cargo en otra persona o venderlo.
En el Cabildo de Encinasola sólo eran elegibles los cargos de
Alcaldes y Mayordomo. Los Regidores y el Alguacil Mayor
eran perpetuos, pues estos oficios habían sido comprados a la
Corona.
• Hábitos de las Órdenes Militares. - Los Caballeros de las
Órdenes Militares estaban exentos de pagar tributos. Como
sucedía con los cargos públicos, los Hábitos eran vendidos
por la Corona y se transmitían de padres a hijos.
• Señoríos .- Mediante la venta de un Señorío el monarca perdía
la jurisdicción sobre un lugar de realengo. El precio del
señorío dependía de la riqueza del lugar y del número de
vasallos que pasaban a depender del señor. Estas ventas
constituyeron un capitulo que proporcionó grandes ingresos.
En estas páginas veremos como, en un momento determinado,
aparece el señor de Almonaster, que no fue otro que don
Pedro Márquez de Abellaneda, marocho de nacimiento.
• Familiar del Santo Oficio.- Los familiares del Santo Oficio
eran vecinos del pueblo que tenían el compromiso de
informar sobre los posibles herejes. Disfrutaban de unos
beneficios que hacían que quienes contaban con medios
económicos para comprar estos cargos no dudaran en
adquirirlos, por lo que este fue otro de los medios que empleó
la Corona para incrementar sus ingresos.
Algunos Familiares del Santo Oficio grababan en las puertas
de sus casas el símbolo de los dominicos, por lo que es raro
que no haya llegado hasta nosotros alguno de estos escudos.
• El Quinto Real. - Que era un tributo que no recaía
directamente sobre los súbditos, pues consistía en que la
Corona recibía la quinta parte de los metales preciosos que
llegaban de América.
• La nobleza y el clero estaban exentos del pago de los tributos
antes relacionados. Sin embargo, la Iglesia contribuía con
unos tributos especiales. Estos tributos, de carácter
eclesiástico, eran:
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
• Las tercias reales .- Se extraían de lo que el clero
percibía por el diezmo.
• Las tres gracias .- Este era el nombre que recibían.
La Cruzada , que se empleaba en la lucha contra los
infieles.
El subsidio eclesiástico .- Se trataba de un auxilio
concedido por la Santa Sede al monarca.
El excusado .- Consistía en pagar cierto número de
galeras que patrullaban por el Mediterráneo y tenían
que luchar contra los infieles.
Por último, como a lo largo de este trabajo vamos a referirnos a
varios tipos de moneda, daremos los valores de las mismas, de esta
forma, el lector puede establece la relación que existía entre las
mismas.
• 1 Ducado equivalía a 175 maravedís, maravedíes o
maravedises, que todos esos eran sus plurales.
• 1 Real era igual a 34 maravedís
Sólo añadir que tanto el ducado como el maravedí eran monedas
imaginarias.
A lo largo de estas páginas encontraremos referencias a los
Propios. Se trataba de unas tierras que los reyes entregaron en
propiedad a los pueblos, que las utilizaban para atender a los gastos
del municipio y si una vez cubierto estos gastos sobraba alguna
cantidad, ésta se repartía entre los vecinos.
Año 1641
Desde el momento en que se declaró la Guerra los vecinos
de Encinasola comenzaron a atrincherar la villa. La primera
medida que se adoptó consistió en tapiar las calles, para lo
cual se procedió al reparto de las mismas entre los vecinos, a
fin de que se cerrasen con gruesas paredes. Las puertas de los
corrales, las “puertas falsas”, también se tapiaron con piedra.
Con esto se evitaba que alguien pudiera penetrar en la villa sin
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José Domínguez Valonero
que sus vecinos tuvieran conocimiento de ello. También se
dispuso que se excavasen trincheras.
El control de las personas ocupaba un lugar preferente, por
esto se ordenó que nadie recibiese a persona forastera, ya fuese
eclesiástico o seglar, castellano o portugués, sin informar a las
Justicias y al Concejo. Estas medidas fueron pregonadas para
que llegasen a conocimiento de todos los vecinos.
Encontramos una disposición que nos informa sobre el
contorno de la villa, aunque con lo que en ella se dice es
imposible saber con que puntos actuales coincidirían aquellos
límites. Esta noticia nos llega como consecuencia del reparto
que se hizo entre los Regidores para que dos de ellos
estuviesen presentes durante el día en cada uno de los
diferentes tramos de las trincheras.
Los límites reales de la villa en el siglo XVII ha sido un
tema que ha venido llamando mi atención desde hace tiempo.
Desde luego que cualquiera que sea la hipótesis que
formulemos sobre este asunto no va a permitirnos trasladar
aquellos límites a la actual fisonomía que presenta el pueblo,
toda vez que sólo hay dos puntos que pueden ser reconocidos:
la Cinaga y el castillo. Las referencias de todos los demás
lugares que se citan han desaparecido.
Sin embargo, muchas veces he considerado que tal vez a
mediados del siglo XVII los límites del pueblo pudieran haber
coincidido con aquellas calles que hoy presentan en su lado
interior, en el más próximo a la iglesia y al castillo, una
ausencia casi total de puertas principales y unos muros de
considerable altura.
Los límites del núcleo urbano, según el reparto de
responsabilidades entre los capitulares, venían marcados de la
siguiente forma.
Desde el caño de la Cinaga hasta el portillo de Antón
Moreno.
Entre el portillo de Antón Moreno y el redato (¿querrá
decir “regato”?) de Juan Díaz Carbajo,
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Desde este último lugar hasta la puerta del Castillo.
Desde la puerta del castillo hasta el portillo de
Bernardo.
Desde el portillo de Bernardo hasta el caño de la
Cinaga.
Nos preguntamos si los puntos antes citados podrían
corresponder a los siguientes
Siglo XVII En la actualidad
Caño de la Cinaga Cruce Calleja del Granado con Portugal
Portillo de Antón Moreno Cruce Elías con Reducto
Redato de Juan Díaz Carbajo Callejón Cofradías con Montes Claros
Puerta del castillo. Calle San Andrés
Portillo de Bernardo Cruce Bartolomé Adame con Oliva
De ser así, los límites de Encinasola en el siglo XVII serían los
comprendidos entre:
El Cruce de la Calleja del Granado y la calle Portugal
hasta el Cruce de las calles Elías y Reducto. Desde
aquí hasta el cruce del Callejón de las Cofradías y la
calle Montes Claros. Desde este último lugar, por la
calle del pozo, hasta la Calle San Andrés. Desde la
Calle San Andrés hasta el Cruce de las calles
Bartolomé Adame y Oliva y desde aquí hasta el punto
de origen.
No contamos con ningún documento que nos confirme esta
hipótesis, y aunque, en principio, no parece que no pueda
considerarse muy descabellada, sí que nos resulta reducido
para albergar las tropas que en aquellos años fueron alojadas
en el pueblo.
Para decir que no parece muy descabellada nos basamos en
que 200 años más tarde el casco urbano de Encinasola estaba
formado por las siguientes calles:
Oliva, Arrabales, Corredera, Pozo, Corchuela,
Campo, Cinaga, Sevilla, Calleja de María Jesús,
Mora, Fuente, Calle que sube a la Plaza, Calleja
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José Domínguez Valonero
de la Cárcel, Arrabacín, Trinidad y Montes
Claros.
En este caso, estos límites no ofrecen dudas, pues están
confirmados por el censo de 1841.
Al comparar los límites imaginarios con los confirmados
observamos que las variaciones que se han producido, después
de haber pasado dos siglos, son las siguientes:
• Aparecen cinco nuevas calles: Arrabales, Corredera,
Sevilla, Calleja de María Jesús, Fuente.
• Esto supone la prolongación de las calles: Mora
(Fuente), Oliva (Corredera) y Corchuela (Calleja
María Jesús)
• Deducimos que la “calle que sube a la Plaza” es la
que conduce desde este lugar a la calle de Elías.
• No aparece en el Censo la calle de San Andrés, tal
vez porque su entidad era irrelevante.
• Deducimos que la Calleja de la Cárcel es la Calle
del Reducto.
Una orden real dispuso que las villas tuvieran prevenida y
armada a la gente cuyas edades estuvieran comprendidas entre
los 18 y los 60 años para que, al primer aviso, pudieran partir
hacia donde se ordenarse. Con la mayor urgencia tenía que
remitirse relación de estos vecinos y de las armas y caballos
con que contaban. Encinasola informó que contaba con unos
400 varones de las edades indicadas, pero que no contaba con
ningún tipo de arma.
A mediados de este año había en Encinasola más de 600
soldados cuyo mando asumió don Francisco Pérez Infante, que
era la única persona con experiencia para adiestrarlos y
disciplinarlos.
Al producirse la sublevación de Portugal, la mayor parte de
los habitantes del lugar de Barrancos y del castillo de Nodar
permanecieron fieles a la corona de Castilla. Debido a esto, el
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
conde de Prado, con 1.400 infantes y algunos de a caballo,
sitió a Barrancos, lo tomó y lo quemó. En defensa de
Barrancos acudió el Capitán don Benito Infante, que logró
liberar a más de cincuenta vecinos. Unos se quedaron a vivir
en Encinasola y otros lo hicieron en otras poblaciones
próximas.
Para comprar algunos arcabuces, Encinasola únicamente
contaba con 3.400 reales de vellón. Esta cantidad estaba
destinada a pagar las sisas y las alcabalas por lo que el Cabildo
acordó que se comprasen las armas pero con la condición de
que los vecinos a quienes se entregasen tendrían que pagar su
importe para, de esta forma, devolver la cantidad empleada en
la compra.
La ciudad de Sevilla prestó al pueblo 200 armas de fuego y
100 picas obligándose los vecinos a devolverlas a la armería
de dicha ciudad cuando se les pidiesen. Meses más tarde
volvería la ciudad de Sevilla a efectuar un nuevo préstamo de
idénticas características.
El Conde de Salvatierra, Maese de Campo General de
Sevilla, tenía dispuesto que las villas que habían acudido a
socorrer a Encinasola con sus milicias: Fregenal, Aracena y
Alcalá del Río, tenían que proporcionar pólvora, municiones y
comida a sus correspondientes milicias. Sin embargo, esta
orden no la había tenido en cuenta el Sargento Mayor, por lo
que algunos Capitanes pretendían asolar la villa haciendo
vejaciones a los vecinos con el fin de que se diera de comer a
todas las milicias. Muchos vecinos eran tan pobres que habían
tenido que vender las mantas de la cama para poder cubrir
estos gastos y otros habían optado por ausentarse del pueblo
para verse libre de los mismos.
Como consecuencia de estos sucesos el Cabildo acordó que
se cumpliese la orden del Conde y que los vecinos de la villa
diesen a los soldados únicamente alojamiento de mesa, mantel,
aderezo de comida y leña. Se ordenó que no se les
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José Domínguez Valonero
proporcionase la comida, ya que la misma tenía que ser
facilitada por las villas de procedencia.
El elevado número de personas que vivían en el pueblo
contrastaba con la escasez de alimentos disponibles, ya que
Encinasola no podía proporcionar el sustento a la totalidad de
sus habitantes. Esto motivó que se pronunciase un pregón en la
Plaza para hacer pública la anterior decisión, pero el Sargento
Mayor, don Francisco de León y Carvajal, no sólo no permitió
que se diesen más pregones, sino que mandó que el escribano
fuese encarcelado en la torre del castillo.
Para oponerse al enemigo Encinasola contaba con:
• Una Compañía de Milicias, compuesta por 50 hombres,
mandada por el Capitán don Francisco Pérez Boça.
• Una Unidad compuesta por nueve escuadras de 30
soldados cada una. Su Capitán era don Francisco Pérez
Infante.
Para hacer más eficaz esta última fuerza se nombró un
segundo Capitán, que fue don Benito Infante, hermano de
don Francisco. Así, esta fuerza quedó organizada del
siguiente modo:
Cinco escuadras quedaron al mando del Capitán don
Francisco Pérez Infante.
Cuatro escuadras, que suponían un total eran 126
soldados, se pusieron a las órdenes de don Benito
Infante.
El pueblo se sentía amenazado y temía que el enemigo lo
quemara y desmantelara, por lo que el Mayordomo se
desplazó a Madrid para pedir al Rey municiones y que se
pagasen a 300 soldados vecinos de la villa.
También había preocupación por el estado en que se
encontraba el castillo, pues estaba en muy malas condiciones y
el pueblo no contaba con dinero para repararlo. Calculaban
que para su reparación se necesitaban de más de 2.000
ducados.
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
En los últimos días del mes de noviembre, entraron los
portugueses en el término de Encinasola y cuando se llevaban
gran cantidad de ganado de cerda acudieron los Capitanes con
los vecinos y se los arrebataron.
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José Domínguez Valonero
Año 1642
En los primeros años de esta guerra fueron atacados los
pueblos próximos a Encinasola. Con la mayor brevedad,
dejaremos constancia de algunas de las acciones bélicas que se
desarrollaron en las inmediaciones de Encinasola, pues cada
una de ellas contribuyó a incrementar la incertidumbre y la
sensación de evidente abandono que padecía la villa.
El día 8 de agosto de 1641 el conde de Prado saqueó y
quemó la villa de Valencia de Mombuey.
El día 27 de marzo de 1642 los portugueses asediaron la
ciudad de Aroche. En su auxilio acudió el Capitán don Benito
Infante, logrando introducir el único socorro que recibió la
Plaza. Aunque el ataque a Aroche fue rechazado, los
portugueses destruyeron la aldea de El Gallego, que, como es
sabido, posteriormente fue el origen de El Rosal.
Otro ejército portugués se dirigió a Oliva, pero la gente de
dicha villa logró rechazarlo infligiéndole numerosas bajas.
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
LA INVASIÓN DE ENCINASOLA
En la primavera de 1642 Encinasola fue invadida por un
ejército portugués mandado por el Conde de Prado. Como
consecuencia de esta invasión fueron incendiadas más de
treinta casas y saqueada gran parte de la villa. Los daños
causados se valoraron en más de 30.000 ducados. El Concejo
se quejó de que la invasión de Encinasola se había producido
como consecuencia de que no la socorrieron las villas del
Partido, especialmente la de Fregenal.
La invasión de Encinasola se produjo de la siguiente
forma:
Cuando llegaron a Encinasola noticias de que el Conde de
Prado estaba reuniendo un ejército para invadir el pueblo, don
Francisco Infante avisó a Fregenal, y a las demás villas del
Partido para que estuviesen prevenidas.
Con el paso de los días las noticias que confirmaban la
formación del ejército enemigo se hicieron más evidentes, lo
que motivó que Encinasola solicitase que tanto Fregenal como
las demás villas acudiesen en su apoyo.
En respuesta a esta llamada Fregenal se limitó a enviar dos
Regidores que expusieron que en tanto el peligro de invasión
no fuera inminente no consideraban conveniente enviar las
Compañías “por el mucho costo que se le causaba”. Se llegó
al acuerdo de que su gente estaría preparada para acudir en
apoyo de Encinasola en el plazo de dos horas.
El día anterior a la invasión llegaron noticias de que el
enemigo se acercaba y aquella misma mañana se pidió a
Fregenal, y a los demás pueblos, que acudiesen en socorro de
Encinasola, ya que esta villa sólo contaba para su defensa con
la gente del propio pueblo y con 40 soldados de Cumbres de
San Bartolomé.
Dos veces más volvió Encinasola a pedir socorro, pero las
compañías de Fregenal no partieron hacia Encinasola hasta las
doce del día siguiente, y lo hicieron con tanta calma que
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José Domínguez Valonero
llegaron a las seis de la tarde, cuando el enemigo ya se había
retirado y se encontraba en la Dehesa de la Contienda.
El Conde de Prado atacó la villa con 7.000 hombres, 600
caballos, 2 piezas de artillería, instrumentos de fuego y otros
pertrechos de guerra.
A las 7 de la mañana el ejército portugués se situó en el
Cerro de las Cortes y desde allí sitiaron el pueblo hasta la peña
de los Morillos. Completado el cerco, comenzaron a batir el
pueblo por todas partes.
Dentro del pueblo, don Francisco Pérez Infante; don Benito
Infante, su hermano, y don Juan Domínguez Infante, su padre,
se pusieron al frente de las tropas y vecinos dirigiendo la
defensa y luchando con gran valor durante más de siete horas.
La desproporción de fuerzas hizo temer a los vecinos que el
pueblo iba a caer en poder del enemigo. Con consternación
vieron como los portugueses penetraban en la villa; robaban
las casas, de las que se llevaron más de 20.000 ducados de
ropa y ganado, y quemaron más de 40 edificios, de los que no
dejaron ni las tejas.
Las reseñas resaltan que el sacristán, desde la torre, mató a
un portugués; que a unos vecinos les robaron las ovejas; que
en una casa derramaron una tinaja con vinagre y que de otra se
llevaron una mula que, tras hacerla correr por el pueblo, la
mataron de un disparo. Fue tal el daño que causaron que, tras
el ataque, familias de buena posición quedaron sumidas en la
miseria.
Los defensores de la villa ofrecieron una fuerte resistencia
y causaron muchas bajas al enemigo, que se vio obligado a
retirarse. Con su esfuerzo y valor evitaron, que el enemigo se
apoderase del castillo y se acuartelara en el pueblo.
El Capitán don Benito Infante se hizo cargo de la parte que
siempre se juzgó más peligrosa, y con 100 soldados de su
Compañía la defendió. Guarneció las trincheras, que ocuparon
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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
más de 400 hombres, y al tener noticias de que el enemigo
había entrado en la villa por otra parte ordenó que sus soldados
se fueran retirando.
El Capitán Infante se quedó en la parte de las trincheras
hacia la que venían avanzando algunas compañías enemigas.
Al ser asaltada la trinchera mató con su espada, a estocadas, a
un Capitán, a un Sargento y a un soldado. Aunque le arrojaron
unas granadas de fuego no por eso desocupó el puesto hasta
tanto no causó el daño antes citado. Después, se retiró por una
bocacalle, donde halló algunos de sus soldados, y al saber que
todos los soldados de la villa estaban recogidos en el castillo y
que el enemigo se había apoderado de muchas partes del
pueblo, se fue retirando, sin dejar de pelear, hasta el castillo,
donde dejó algunos soldados heridos.
Con nuevos hombres, salió por una parte de la villa, en
tanto que su hermano, el Capitán don Francisco Pérez Infante,
lo hacía por otra. Se adentraron por las calles del pueblo,
elevando la moral de los soldados con sus evidentes muestras
de valor. Con esto lograron repeler el ataque; evitaron que se
quemara toda la villa, como había empezado suceder; y
produjeron muchas bajas al enemigo, cuyos cuerpos quedaron
abandonados en las calles.
Esperábamos encontrar en los libros parroquiales algún
dato relacionado con las bajas habidas en estos combates. No
ha sido posible, pues no existen las páginas correspondientes a
estas fechas, hemos de suponer que también se perdió esta
documentación.
No cabe duda de que esta invasión es la causa de que el
pueblo carezca de datos escritos anteriores a 1642. Al arder las
casas capitulares también desapareció, como consecuencia del
incendio, el archivo municipal, con el grave daño que esto
supone para investigar la historia de Encinasola.
La reconstrucción de las casas del Cabildo fue tarea difícil,
pues en varias ocasiones se intentó su reparación, pero la falta
de medios económicos siempre lo dificultaba. Las reseñas que
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José Domínguez Valonero
mencionan la destrucción del ayuntamiento afirman que fue
reconstruido en el siglo XVIII, sin embargo, ni siquiera en este
pequeño detalle se ha sido preciso, pues está comprobado
documentalmente que el Cabildo volvió a reunirse en dicho
edificio, una vez que el mismo había sido reparado, en el año
1672.
No podemos dejar de reflejar que el número de portugueses
que según consta atacaron Encinasola es exagerado, pues ha
de tenerse en cuenta que hasta 1644, que fue cuando se inició
una verdadera campaña contra Portugal, Castilla no logró
reunir un ejército de 7.000 hombres. Este fue el máximo
número de hombres que con gran trabajo y esfuerzo logró
reunir. Del mismo modo, la toma de Valverde de Badajoz
(Valverde de Leganés) por Martín Maese de Melo, general
portugués, se efectuó con un ejército de 4.000 hombres.
En el ánimo de los vecinos de Encinasola había quedado
una triste sensación de impotencia y de abandono. Se sentían
incapaces de resistir otra embestida de esta magnitud y pedían
que se enviase al pueblo “gente de presidio sustentada” para
poder hacer frente a otro ataque. La situación provocaba que
los vecinos se ausentaran de la villa buscando otros lugares
más seguros, y para dar protección al ganado se ordenó que
quienes lo tuvieren en las proximidades del Reino de Portugal
lo acercasen al pueblo.
---------&&&&&&&&&---------
Después de la invasión de la villa por los portugueses llegó
a Encinasola don Juan Bautista Corbachino acompañado por el
Sargento Mayor, don Francisco de León. Efectuó un
reconocimiento de la villa, tanto por dentro como por fuera, su
castillo y los puntos que la dominaban. Tras este
reconocimiento, el Capitán Corbachino dispuso cómo debía de
hacerse la defensa, dio normas para fortificar el pueblo y
prometió que enviaría 1.500 ducados y al Ingeniero Mayor del
20
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
ejército de Ayamonte para que fuese éste quien dirigiese las
obras.
Unos meses más tarde, el Ayuntamiento de Sevilla remitió
a Encinasola 200 ducados para “ir comenzando las
fortificaciones conforme a la orden que dejo el Ingeniero
Mayor de Real ejército de Ayamonte”.
1643
En los primeros meses, una vez más, entró el enemigo en
tierras de Encinasola, de noche, con grueso de Caballería e
Infantería. En esta ocasión llegó a aproximarse hasta “junto a
sus trincheras” y cuando se llevaba la mayor parte del ganado
el Capitán don Benito Infante, conociendo lo mucho que
importaban los ganados que se llevaba, así como que dejaba
arruinados a muchos vecinos, salió por diferentes partes del
itinerario por el que se retiraban los portugueses y con
cincuenta infantes les atacó en su propio territorio, a media
legua del castillo de Nodar.
Recuperó todo el ganado, mató a algunos de los infantes
que lo llevaban, trajo a uno preso, obligó a retirase a la
Caballería portuguesa e hizo que por uno de los costados se
arrojasen a un río (tiene que tratarse del Múrtiga) que iba
crecido, en el que se ahogaron algunos portugueses.
En el mes de enero tuvo lugar la caída del valido, el Conde
duque de Olivares y el 19 de mayo se produjo un
acontecimiento que influyó en la moral y en el prestigio de
nuestros ejércitos, fue la derrota de los hasta entonces
invencibles tercios de Flandes en la batalla de Rocroi. Esta
derrota, a manos de los franceses, cambió la historia de nuestra
Patria.
No hemos de poner en duda que este desastre dejó su
secuela en la moral de las fuerzas que tenían que combatir
21
José Domínguez Valonero
contra el rebelde portugués, al tiempo que privó a nuestras
armas de jefes y tropas capaces de defenderla.
En septiembre, el día 13, los portugueses se apoderaron de
Valverde de Badajoz, desmantelándola y destruyéndola.
Durante tres días se combatió con bravura, llegando los
sitiados a fabricar balas derritiendo todos los metales que
hallaron villa.
Valverde era el punto que protegía al vecino Condado de
Feria y la parte sur de Extremadura, por lo que su pérdida
debilitaba la posición de Encinasola, lo que supuso una nueva
preocupación para los marochos.
Encinasola no cesaba en mejorar sus fortificaciones y
manifestaba su resuelta decisión de que el pueblo sería
defendido aún a costa de morir todos sus habitantes en el
empeño. Su preocupación era la escasez de medios con que
tendrían que afrontar un nuevo ataque, pues contaban con
pólvora para sólo dos días.
Esta falta de medios era la tónica general, pues también fue
la causa de la caída de Alconchel, que cayó en poder de los
portugueses después de tres días de asedio.
Otra pérdida que afectó sobremanera a la moral de las
poblaciones rayanas fue la de Villanueva del Fresno, pues su
conservación Castilla era crucial para la defensa de Jerez,
Fregenal, Zafra, Encinasola, Higuera y otras poblaciones.
A la situación de miseria en que se encontraba el pueblo,
había que unir el esfuerzo a que se hallaba sometido. Los
vecinos se sentían cargados de servicios, pues hacían una
guardia cada tres noches y, además, a partir del 20 de
diciembre de 1643 se veían obligados a sustentar a veinte
soldados de a caballo que aquel día llegaron a la Plaza. Estos
soldados se alojaron en casas de los vecinos, que estaban
obligados a de darles de comer, ya que esa era la orden de don
Juan de Alvarado y Arce, Teniente del Maese de Campo
General que asistía en la villa de Fregenal.
22
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Las quejas de los vecinos quedaron reflejadas en un
memorial que enviaron al Rey. En él se expuso que los
vecinos le servían puntualmente, no sólo sin paga ni socorro
alguno, sino teniendo que soportar la presión que suponía
sustentar tropas de otros lugares y hacer frente a la gran
cantidad de tributos con que se veían gravados.
1644
A mediados de este año llegaron noticias de que se había
nombrado un nuevo Gobernador de Armas para la villa de
Encinasola. El Concejo consideró que el relevo de don
Francisco Pérez Infante podía causar grave daño a la defensa
de la población y acelerar la despoblación del pueblo. E nuevo
Gobernador fue don Juan de Lisón y Tenca
En junio, los portugueses volvieron a entrar en el término
de Encinasola, hicieron seis prisioneros, se llevaron cinco
cabalgaduras y causaron otros daños considerables. Ante esta
circunstancia los Capitulares decidieron montar 8 postas a
caballos, complementados por otras a pie, para de esta forma
proteger a los campesinos que estaban labrando, y así evitar
que fuesen cogidos desprevenidos.
Puede decirse que hasta este año, 1644, no se llevó a cabo
una verdadera campaña contra Portugal y, realmente, no se
trató de una verdadera campaña, pues no se contó con más de
7.000 hombres, los cuales fueron reunidos con un gran
esfuerzo, en tanto que los portugueses superaban los 12.000
hombres.
En Octubre empezó a recibirse en Encinasola el dinero para
pagar a 100 soldados de Infantería que se residían en el
pueblo.
En los últimos días de este año el enemigo se atrevió a
llegar a las trincheras de la Plaza y con sólo tres caballos llegó
23
José Domínguez Valonero
a la fuente del Rey y se llevó las cabalgaduras a las que se les
estaba dando agua. No sólo causaron este daño, sino que se
llevaron cerca de 60 caballos que estaban a lo largo del
término, 105 puercos y 15 bueyes, y esto tuvo lugar al medio
día, sin que hubiese quien se lo impidiera.
Al no haber en esta Plaza persona que la defendiera con
decisión, el enemigo amenazaba con no dejar en ella seña de
ganado y con quemar y destruir todo, por lo que los vecinos,
todos en general, habían mostrado tanto miedo que algunos se
habían ido de sus casas y se habían llevado sus bienes. Se
temía que la villa quedase despoblada si no se daba forma a la
defensa.
1645
El Cabildo de Encinasola estaba formado por:
Dos Alcaldes ordinarios, uno del estado noble y otro
del estado llano.
Un Mayordomo
Un Alguacil Mayor
Siete Regidores, equiparables a los actuales
concejales.
Un Alférez Mayor
El Provincial o Alcalde de la Santa Hermandad, que
se elegía anualmente y cuya función era conocer los
delitos que se cometían en el campo.
Un Fiel Ejecutor
En la villa había división de oficios, es decir, que un
Alcalde debía pertenecer al estado noble y otro al estado llano.
Sin embargo, a primeros de 1645 se dio la circunstancia de
que ningún hijodalgo residía en Encinasola, pues don Pedro
Márquez de Abellaneda vivía en Sevilla, don Juan
Xaraquemada, estaba ausente y don Juan Díaz Infante residía
en Madrid, por lo que no era posible la elección de Alcalde por
el estado noble.
24
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
En la primavera llegó a Encinasola don Rafael de Médicis
con la finalidad de fortificar la villa
Fue en esta visita cuando dispuso que se construyeran los
dos fuertes, el de San Juan y el de San Felipe, que debieron de
ser llamados así desde un principio. Uno, por encontrarse en
las inmediaciones de la ermita de este mismo nombre y, el
otro, en honor del rey Felipe IV, que era quien regía la nación.
Aunque se pusieron seis postas de a pie para que avisaran
con fuegos y ahumadas de cualquier intento del enemigo
contra la villa y contra los ganados, continuaron las entradas
del enemigo y las capturas de ganados.
1646
Las trincheras estaban aportilladas y caídas, por lo que se
consideraba conveniente su reparación. Para pagar a los
albañiles eran necesarios contar con fondos y el Cabildo
acordó que el importe de las reparaciones se repartiese entre
las viudas, ya que ellas no tomaban parte en las guardias ni en
otras cosas del servicio.
El año 1646 supuso un período en el que disminuyeron los
enfrentamientos o, al menos, eso es lo que deducimos por la
falta de noticias que sobre ellos tenemos.
1647
A Encinasola se trae dinero de la ciudad de Sevilla, por
orden de la Junta de Guerra, para la paga de cien infantes que
residen en el pueblo y para las fortificaciones que se hacen por
orden de dicha Junta.
Los hombres de la villa, en edades comprendidas entre los
14 y los 60 años de edad, cubrían las guardias ordinarias de la
guarnición, la torre del homenaje del castillo de San Miguel y,
25
José Domínguez Valonero
además, todas las noches guarnecían otros sitios en la campaña
alrededor de la población. Los vecinos se quejaban de que no
eran apoyados en estas cargas por la gente forastera a la que se
le pagaba.
Los vecinos traían toda la arena necesaria y, además,
proporcionaban 180 cargas de leña cada mes para la casa del
Maese de Campo y para el Gobernador del castillo. También
daban aceite a los Cuerpos de Guardia, proporcionaban media
libra de aceite cada día al Gobernador de las Armas y al
Sargento Mayor del Partido de Fregenal, don Francisco de
León y Carbajo, le pagaban 280 reales anuales para el servicio
y el alojamiento.
Los Regidores decidieron dar cuenta a la Junta de Guerra
de la ciudad de Sevilla de los excesos y gastos que los
Gobernadores de las Armas de la villa habían causado, y
continuaban causando.
Al tener conocimiento de que se iba a formular dicha queja
don Juan de Lisón y Tenca, Gobernador de la Plaza, se
apoderó del escrito en el que se comunicaba la misma. Asi
mismo, este Gobernador pidió al Concejo que se
proporcionase cebada para los caballos que acarreaban agua
para la estrella que se estaba construyendo en el torreón de
San Juan
El hacerse cargo de proporcionar el agua y la cebada para
la construcción de la estrella del fuerte de San Juan supuso una
nueva carga para los vecinos. Por esto, los capitulares
decidieron dirigirse a la Junta de Guerra para que estos
suministros fuesen por cuenta de fortificaciones
Las casas del Cabildo estaban arruinadas como
consecuencia de la invasión de los portugueses y el Cabildo
trataba de encontrar recursos para repararlas, por esto,
acordaron que se concertase con los albañiles de la villa, o de
otras poblaciones, el aderezo y reparos de las casas, puertas,
ventanas y doblados, así como que para atender al pago de las
obras se pregonase la venta de la bellota de la dehesa del
26
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
encinar para que fuese aprovechada por el ganado de cerda
entre octubre de 1647 y finales de enero de 1648. Esta venta
no supondría ningún perjuicio a los vecinos ya que estos no
utilizaban la bellota pues, en aquellos momentos, no contaban
con ganado para aprovecharla. Eligieron este procedimiento
porque si los gastos de reparación tuvieran que repartirse entre
los vecinos sería muy penoso, ya que eran pobres y estaban
muy necesitados. Esta propuesta no sólo se hizo en esta
ocasión, sino en muchas otras ocasiones.
Con motivo de la guerra se habían caído las paredes de los
cercados y cortinales próximos a la villa. En estos cercados era
donde se hacía la principal siembra de la villa, ya que en ellos
había menos riesgo de que entrasen los portugueses. Sin
embargo, no podían evitar que entrasen en ellos los ganados,
ya que estos estaban sin pastor. Para evitar estos daños en las
cosechas, se acordó sancionar a los dueños del ganado que se
encontrase suelto
1648
Los abusos del Gobernador no se limitaban a la falta de
cortesía con los capitulares, sino que había llegado a
menoscababa la justicia, de forma que debido a esto nadie
respetaba los mandatos de las Autoridades, ya que el
Gobernador había dicho públicamente que en el pueblo no
había más justicia que la que él quisiese que hubiera.
Para preservar integridad de la dehesa se procedía a recoger
en el mesón al ganado que se sorprendía haciendo un indebido
uso de la dehesa. El Gobernador menoscababa la autoridad
ordenando que este ganado se entregase a sus dueños y
permitiendo talas en el arbolado. Con esto, se estimaba que
durante los tres años que llevaba gobernando en la villa la
dehesa había sufrido un gran daño que se valoraba en más de
6.000 ducados.
En lo económico, el Gobernador embargaba, los ingresos
que el Concejo conseguía procedentes de las rentas y de la
27
José Domínguez Valonero
venta de las bellotas. Además, quería obligar a los Regidores a
hacer las guardias sin mirar que por sus oficios estaban
exentos, pues tenían obligaciones mayores en qué preocuparse.
En el mes de marzo el enemigo entró nuevamente en el
término de la villa, causó daños y se llevó ganado menor y
mayor.
Un nuevo problema apareció por el horizonte, pues por
estas fechas llegó al pueblo la noticia de que en los reinos de
Murcia y Valencia se había iniciado una epidemia de peste.
Ya bien entrado este años, se produjeron cambios con
respecto a las autoridades militares. Don Juan de Lisón pasó a
ser Maese de Campo, con residencia en Fregenal.
1649
A finales de 1649 falleció don Juan de Lisón y Tenca. Con
este motivo, el Cabildo hizo una exposición de las actuaciones
que el mismo había llevado a cabo en Encinasola.
Don Juan de Lisón y Tenca había ejercido durante más de
tres años y medio como Gobernador de estas fronteras de
Portugal. Más de dos años había sido Gobernador de la villa
de Encinasola y, el resto, había residido en Fregenal, teniendo
como ayudante, con título de Gobernador, a don Miguel de
Sotomayor, vecino de Fregenal, hombre mayor y enfermo.
Durante el tiempo que había gobernado, el enemigo se
había llevado de Encinasola más de 20.000 ducados de presas
de ganado. Cuando entró a gobernar Encinasola tenía más de
16.000 cabezas de ganado mayor y menor y en la fecha de su
muerte tenía 4.000, porque el enemigo había tomado
demasiado brío, pues con ocho o diez caballos se había
atrevido a entrar en los términos de Encinasola y de Cumbres
sin que jamás se le hubiera quitado ya que ambos
gobernadores nunca salieron a ello.
28
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Se quejaba Encinasola de que los gobernadores nunca se
habían puesto en peligro ni habían salido de la villa así como
que los mandos que habían nombrado en Encinasola eran poco
inteligentes y no entendían en materia de guerra, con lo cual la
villa y sus vecinos se habían ido consumiendo.
Al haber fallecido don Juan de Lisón, en la villa de
Fregenal, el Cabildo de Encinasola consideró conveniente dar
cuenta a S.M. de la gestión que había realizado durante su
mandato, con el fin de que fuera tenida en cuenta y, para
ocupar su puesto, enviara a una persona de valor, de buena
edad para el trabajo y dotada de inteligencia y conocimiento
de la tierra,
Según la opinión del Concejo y vecinos de Encinasola, la
persona idónea para ejercer el cargo de Gobernador, por su
valor y por el buen conocimiento que tenía del terreno, era el
Capitán de Corazas don Benito Infante.
1650
Durante el verano se terminaron los fuertes, pero hemos de
entender que nos referimos a que en aquel momento se
encontraban en condiciones de reforzar la defensa del pueblo,
toda vez no alcanzaron el estado en que ahora los vemos hasta
varios años más tarde.
El pueblo estaba interesado en que don Benito Infante
fuese el nuevo Gobernador de Armas de Encinasola, y así lo
manifestaron al rey, subrayando que don Benito era natural de
la villa y que gozaba de un gran prestigio en la misma.
Iba a venir en apoyo del Partido una Compañía de
Caballos, por lo que el Sargento Mayor de la villa de Fregenal,
don Francisco de León Carvajal, ordenó que se desplazasen a
Fregenal dos capitulares para tratar sobre este asunto.
A estos Regidores les encomendó el Cabildo que exigieran
que la Compañía cumpliese las siguientes condiciones, sin que
29
José Domínguez Valonero
pudiesen ceder en ninguna de ellas sin autorización del
Concejo:
• Que debería formar parte del Real Ejército de
Extremadura.
• Que la totalidad de los hombres que la compusiesen
deberían alojarse en Encinasola, comprometiéndose la
villa a facilitarle el alojamiento.
• Que las demás villas tenían que hacerse cargo del
sustento de la misma.
Justificaban la exigencia de que la Compañía residiese en
Encinasola en que al ser esta la villa que protegía a las demás,
necesitaba contar con una mayor protección, ya que si la tropa
se repartía entre los pueblos por escuadras, y era una Unidad
de este tipo la que se enviaba a Encinasola, la oposición que se
podría ofrecer al enemigo sería muy escasa.
La propuesta fue aceptada, ya que a mediados de año el
pueblo estaba guarnecido con 40 caballos de la Compañía del
Capitán don Diego Quijada, pero no duró mucho esta tropa en
el pueblo, ya seis meses más tarde no había ninguna fuerza de
Caballería en Encinasola. Esto, junto con la escasa presencia
de soldados, motivó que el enemigo diariamente hiciese
entradas y robos de ganados.
La penuria económica de Encinasola era manifiesta, pues
había tenido muchos gastos debido al agua que se había
acarreado para la construcción de los fuertes, por la cebada
que se les suministró a las seis cabalgaduras que transportaron
dicha agua y por el pago de las seis personas que andaban con
ellas. Estos gastos, sumados los que ya se han mencionado,
motivaba que el pueblo encontrase dificultades no sólo para
pagar las rentas, sino para cubrir cualquier otra necesidad, tal
como sucedía con el pago de las postas que vigilaban la
frontera. Por esta razón son frecuentes las anotaciones en las
que se hace constar que a quienes realizaban esta función se
les debían varios meses de atraso. Situación que se vio
empeorada a primeros de 1651, que fue cuando las villas del
30
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Partido de la Sargentía de Fregenal se negaron a seguir
contribuyendo al pago de estos centinelas
Encinasola insistió en que no era posible retirar los
centinelas, pues sin ellas no sería posible salir del interior de la
villa a realizar las labores agrícolas ni los ganados podrían
permanecer en el campo, ya que, entonces, el enemigo estaría
todos los días en la campaña y se llevaría a las personas y al
ganado. Por esto, acordaron que se pusieran las postas que
fuesen necesarias para la villa y, como las demás villas no
querían contribuir al pago de las mismas, mandaron que se
repartiera entre los vecinos la cantidad de 500 reales
mensuales para pagar a las centinelas y que lo que faltase para
completar el pago se sacase de la bellota de la dehesa y de las
sobras de las alcabalas de la villa.
A la vista de la imposibilidad de cuidar de sus ganados y de
cultivar sus tierras, el Cabildo llegó a la conclusión de que el
pueblo no podía sustentar una Compañía de Caballos del Real
Ejército de Extremadura, pues aunque como consecuencia de
las entradas de los portugueses los vecinos no podían realizar
sus trabajos agrícolas, el gasto que suponía mantener a la
Compañía era aún menos soportable que los robos que
aquellos hacían.
Pero la realidad se mostraba con tozudez y una cosa era lo
que se pretendía y otra muy distinta la realidad, pues no tardó
en hacerse evidente la imperiosa necesidad de que Encinasola
tenía que contar con una Unidad de Caballería. Por esto, el
Cabildo llegó a la conclusión de que lo más conveniente sería
que se formase en el pueblo una Compañía de Caballos Coraza
que estuviese formada por vecinos de la propia villa, pues esta
solución sería menos gravosa que mantener la Compañía del
Ejército de Extremadura.
Para la formación de esta Compañía el Cabildo propuso
que el Capitán que fuese a ejerce el mando de la misma
debería aportar diez caballos, o el dinero necesario para
31
José Domínguez Valonero
comprarlos, corriendo a cargo del pueblo la aportación de
otros doce caballos.
1651
En los primeros días de este año el rebelde había entrado en
los términos de Encinasola, Cumbres y la Higuera, de donde
se había llevado más de 400 bueyes y otros ganados menores.
El Cabildo trató de justificar la necesidad de que se
autorizase la formación de una Compañía de Caballos Coraza
en la villa. Su razonamiento se basaba en que con su
formación no sólo se beneficiaría Encinasola, sino que los
demás pueblos del Partido también saldrían favorecidos, ya
que era Encinasola quien que se encontraba más próxima a la
raya y la que, por tanto, protegía a las demás.
La Real Hacienda había gastado mucho dinero en fortificar
la villa y, en aquel momento, el pueblo estaba pagando 100
infantes procedentes de las villas del Partido. Sin embargo,
todos estos gastos, y otros que se hacían, no proporcionaban la
suficiente seguridad a la campaña, a la realización de las
labores agrícolas ni a los ganados.
Por este motivo se pidió al Capitán de Infantería don Luís
Márquez de Abellaneda, vecino de la villa y de la ciudad de
Sevilla, persona de mucho valor y buen conocedor del terreno,
que aceptase ser el Capitán de dicha Compañía.
Don Luís aceptó la propuesta y se comprometió a aportar
los diez caballos montados que el Cabildo había dispuesto, la
villa se comprometía a aportar quince caballos y los demás,
hasta completar sesenta, deberían adquirirse con 50.000 reales
que se encontraban depositados en Fregenal y que, siguiendo
órdenes de la Junta de Guerra, habían sido aportados por las
villas de la Jurisdicción de Sevilla. Sólo faltaba que el rey
concediese la oportuna patente de Capitán de Corazas.3
3
En el siglo XVII, el número de efectivos que constituían una
Compañía de Caballos estaba comprendido entre 45 y 60.
32
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Estos 50.000 reales se habían recaudado con el fin de
reunir gente para apoderarse del castillo de Nodar, pero nada
se había hecho y hacía más de cuatro años que la citada
cantidad estaba en poder del Concejo de Fregenal. Se
rumoreaba que los poderosos de la citada villa manejaban el
dinero sin que las villas que lo dieron tuviesen beneficio
alguno.
Con dicho dinero se podrían comprar cuarenta caballos,
con sus sillas y carabinas, los cuales serían montados por
vecinos de Encinasola y de otros pueblos de la frontera.
Los portugueses tenían una escuadra de caballos en Santo
Alejo y otra en Cafara con las que hacían muchas entradas en
las tierras de Encinasola y demás villas fronterizas con unas
fuerzas que no superaban los diez caballos. Al no encontrar
ningún tipo de oposición estas entradas suponían unas
continuas pérdidas de ganados, así como que los vecinos
tuvieran que abandonar las sementeras, que eran el único
medio de vida con que contaban.
La situación era desesperada y el Concejo insistió una vez
más en que era absolutamente necesario constituir una
Compañía de Caballos en las mismas condiciones que las de
los Capitanes don Diego Quijada y don Benito Infante. El
pueblo basaba toda su esperanza en que con esta Unidad se
garantizaría el cultivo de las tierras, la recogida de las
sementeras y la seguridad de sus ganados.
Pero las quejas no se limitaban a esto, porque se hacía
patente que incluso ni los 100 infantes que se consideraba que
daban protección a la villa se encontraban residiendo en
Encinasola, y esta situación se daba a pesar de que todos los
meses la ciudad de Sevilla enviaba el dinero necesario para
pagar sus servicios. El concejo dejaba constancia de que
normalmente no había en Encinasola más de 40 ó 50 soldados,
mientras que el dinero de los demás “se está consumiendo sin
saber por donde sí por donde no, y los habitantes de esta villa
lo están padeciendo”.
33
José Domínguez Valonero
Por fin, a mediados de este año el Maestro de Campo, don
Juan Montano y Bazquez, Gobernador de Armas de la
Frontera, residente en Fregenal, ordenó que tratase sobre las
condiciones que el Concejo de Encinasola exigía para
proceder a la creación de la Compañía de Caballos.
1652
En el verano de 1652 entraron nuevamente los portugueses
en el término de Encinasola y se llevaron gran cantidad de
ganado, saquearon los molinos y se llevaron el trigo y la
harina que había en ellos. Pero los datos más humillantes sobre
las acciones de los portugueses en las tierras de Encinasola nos
llegan en agosto de este mismo año. Es en estas fechas cuando
el Consistorio se queja de que las continuas entradas del
enemigo motiva que las mujeres no puedan salir a lavar la
ropa, ya que, cada vez que salen de la villa a realizar esta labor
“el enemigo está con ellas, se lleva toda su ropa y las dejan
desnudas en cabello”.
Las peticiones al rey solicitando la formación de la
Compañía de Caballos se suceden a lo largo de este año. Se
insiste en ello justificando la petición en que era la villa más
próxima al reino de Portugal. Vemos que la dificultad que
Encinasola encontraba para crear la Compañía de Caballos
Coraza sólo era comparable a la insistencia y a la constancia
con que el municipio trataba de conseguir que su deseo se
transformase en realidad.
El 13 de octubre de 1652 se produjo un hecho que pudo
tener gran importancia para el curso de la guerra, nos
referimos la conquista de Barcelona. Con esta victoria se ponía
fin a la Guerra de Cataluña, lo que permitía concentrar los
esfuerzos en la lucha contra Portugal.
34
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
En cuanto a la Compañía de Caballos Coraza que proponía
formar Encinasola vemos que el pueblo trataba de que
cumpliese unas condiciones
• Que dicha Compañía tenía que residir en la villa.
• Que Encinasola se comprometía a aportar veinticinco
caballos.
• Que S. M. tenía que nombrar para Capitán de la
Compañía, y despacharle la correspondiente patente, a
don Luís Márquez de Abellaneda Zúñiga y Guzmán,
hijo primogénito de don Pedro Márquez de Abellaneda
Zúñiga y Guzmán, Caballero de la Orden de Santiago y
Señor de las villas de Almonaster, Jabugo y Santa Ana.
Esta última petición se justificaba por el hecho de que
don Luís, además de haber sido Capitán de Infantería,
poseía calidad y autoridad.
• Que se comprasen los caballos que fuese posible con los
60.000 reales que las villas de la Jurisdicción de Sevilla
habían depositado en Fregenal para ir a tomar el castillo
de Nodar. Hacían hincapié en que dicho dinero estaba
en poder de determinadas personas que se estaban
beneficiando con él.[4]
• Que la Compañía tenía que formar parte del Ejército de
Extremadura.
En cuanto a las misiones que debían asignársele se decía que:
• La Compañía tenía que estar de guarnición en
Encinasola y su comarca, y no salir de ella si no era
en ocasión de campaña u otra ocasión forzosa, porque
siempre tenía que apoyar a esta villa y comarca.
Para cubrir las plazas de soldados, se proponía que:
4
Vimos que anteriormente se hacía mención a 50.000 reales, ahora
la cantidad es de 60.000 y más tarde veremos que esta cantidad se
reduce a 37.000 reales. En todos los casos, nos hemos limitado a
reflejar los datos que figuran en las actas.
35
José Domínguez Valonero
• Aquellos de la Jurisdicción que tuvieran que servir en
Caballería pudieran optar por hacerlo en esta
Compañía.
En cuanto al pago de Oficiales y soldados:
• Debería de ser la ciudad de Sevilla la que se hiciese
cargo del mismo, pues así lo había hecho con otras
Compañías que habían estado en la villa.
Con respecto al nombramiento de los Oficiales:
• El Cabildo consideraba que tenía que ser el Capitán
de la Compañía quien los nombrase a su satisfacción,
permitiéndosele que pudiera elegir a personas que no
hubieran prestado los servicios que S. M. tenía
impuesto, ya que, ante todo, convenía que fuesen
hombres prácticos en el conocimiento de la tierra.
1653
Las estrecheces económicas no sólo se centraban en la
presión fiscal y en las correrías de los portugueses por la
tierras de Encinasola, sino que también las condiciones
climatológicas no dudaron en aliarse con las anteriores, de
forma que este año la cosecha de trigo fue tan escasa que los
vecinos tuvieron que recurrir a pedir al Asistente de la ciudad
de Sevilla que se dirigiese al Duque de San Germán, General
del Ejército de Extremadura, para que de los lugares del
Maestrazgo que eran de su Jurisdicción pudieran sacar trigo
para su sustento los vecinos de Encinasola.
A finales de año se agilizó lo relacionado con la
formación de la Compañía de Caballos Corazas. En pocos
días, representantes del Concejo realizaron varias reuniones
con el Maestro de Campo, don Juan de Montano Blázquez,
Gobernador de las Fronteras, residente en Fregenal, para tratar
ciertos puntos sobre la formación de dicha Compañía.
36
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
En la primera de estas reuniones, los capitulares
llegaron a ofrecer sesenta caballos, montados y armados.
1654
Oliva de la Frontera, entonces apellidada “de Feria”,
contaba al inicio de la rebelión de Portugal con unos 1.500
habitantes. Desde los inicios de la guerra alojó una Compañía
de Infantería y, posteriormente, se le incorporó una Compañía
de Caballos Coraza y para su defensa contaba con un castillo
situado en el propio casco urbano. Sin embargo, estas
condiciones no fueron suficientes para asegurar la integridad
de la Plaza, pues un mal día el ejército portugués atacó la villa
y, tras una dura batalla, se apoderó de ella y la arrasó
totalmente. Oliva de Feria quedó completamente destruida y,
posiblemente, completamente despoblada.
El Cabildo de Encinasola no dudó en reflejar su
preocupación por la pérdida de Oliva, ya que esto había
supuesto un nuevo golpe para Encinasola, pues, al haberse
apoderado los portugueses de este pueblo y de su castillo, que
pasó a estar guarnecido con Infantería y gente de a caballo de
Portugal, la amenaza había aumentado, de forma que ahora los
vecinos de Encinasola no se atrevían a salir del interior de la
villa.
El Cabildo de Encinasola requirió al Gobernador de las
Armas de la villa que no ejecutase la orden que había recibido
del Maese de Campo según la cual debía despedir a la gente
del socorro que había venido a la villa procedente de Cumbres,
ya que si la citada orden se cumplía la defensa del pueblo
quedaría a su exclusiva cuenta y riesgo, además, se hizo saber
a dicho Gobernador que S.M. había ordenado que Encinasola
tenía que contar con 30 infantes de la Sargentía.
Había obligación de que el castillo y los dos fuertes
estuvieran guarnecidos con 80 infantes de los vecinos de las
37
José Domínguez Valonero
villas de Fregenal, Higuera, Bodonal y Cumbres y hacía
muchos días que no había en ellos más de 44 soldados.
La ocupación de Oliva por los portugueses, que habían
establecido en ella una guarnición 400 soldados, suponía un
nuevo riesgo para Encinasola, por esto, con el fin de poder
hacer frente a una incursión procedente de esta villa, era muy
importante que Encinasola contase con una guarnición de, al
menos, 80 soldados y 400 caballos. Ante la imposibilidad de
que el pueblo pudiera cubrir el importe de las pagas de estos
soldados, que ascendían a 20 reales quincenales, don Juan
Xaraquemada se desplazó a Fregenal para exponer la situación
al Maese de Campo y Gobernador de las Fronteras, don Juan
Montano Bazquez, requiriéndole que apremiase a las villas
vecinas a que se hiciesen cargo de la citada cantidad.
El concejo de Encinasola continuaba con su pretensión de
que se montase en la villa la Compañía de Caballos Corazas.
El pueblo tenía puestas todas sus esperanzas en que fuese esta
Unidad la que le proporcionase la seguridad que necesitaba
La Junta de Guerra de Sevilla pidió información sobre la
situación defensiva de Encinasola.
El Regimiento, o Concejo, de la villa recurrió a recabar el
consejo del Capitán don Miguel Sotomayor Tinoco,
Gobernador de las Armas de Encinasola, para que como
soldado viejo diese su parecer sobre lo que había que pedir
para la fortificación y defensa de la Plaza. El informe que
facilitó el Gobernador de las Armas podemos resumirlo en los
siguientes términos:
La Plaza necesitaba 200 infantes pagados y provistos de
su pan de municiones, para que residieran en la villa.
Que a los soldados de las tres Compañías constituidas
con hombres del pueblo se les diese su pan de munición,
toda vez que habían sido privados de las tierras en las
que labraban. Esto era preciso para que permanecieran
en la villa, evitando su despoblación.
38
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
Deja constancia de que el fuerte de San Juan no estaba
terminado y que, en tanto no se acabase, podía caer en
manos del enemigo que, desde él, podría apoyarse para
batir el castillo y tomar la villa. Para terminar las obras
de este fuerte, los albañiles habían calculado que eran
necesarios 15.000 reales. Las obras hasta entonces
realizadas habían importado más de 6.000 ducados. Por
su parte, para aderezar el castillo se precisaban 3.500
reales y para la artillería del mismo, 500 reales.
Alrededor de la iglesia era necesario hacer otra
fortificación. Esta obra era muy importante para
asegurar la defensa y conservación del castillo. Su coste
se cifraba en otros 2.000 reales.
En la Plaza no había ningún género de bastimento, o
sea, de provisiones, por lo que era necesario el
suministro de 300 fanegas de trigo para el castillo,
pescado, carne, municiones de todo género y balas de
artillería.
Vimos que durante el año 1650 el Cabildo había solicitado
que el Gobernador de Armas de la villa fuese don Benito
Infante. Durante tres años no encontramos referencias a este
cargo pero, como acabamos de ver, en 1655 aparece
ejerciendo tal cargo el Capitán don Miguel Sotomayor Tinoco,
lo que nos lleva a suponer que la petición no fue atendida.
Algunos vecinos habían legado en sus testamentos
ciertas cantidades para que con ellas se comprasen algunos
caballos para la Compañía. Una vez que el Rey había
concedido la formación de la Compañía de Caballos Coraza, el
Cabildo dispuso que se cobrasen estas cantidades, cometido
que se asignó a los propios capitulares, que fueron quienes
procedieron a cobrarlas.
La urgencia que se quería imprimir a la formación de la
Compañía hacía que el Alcalde por el estado noble, don Juan
Xaraquemada, y el Regidor Perpetuo don Juan de Burgos
Pardo fuesen a Fregenal a otorgar escritura de obligación de
39
José Domínguez Valonero
que la villa y el Capitán don Luís Marquez de Abellaneda
montarían los 45 caballos a los que se habían comprometido.
Por fin, en marzo, se ordenó que los 37.000 reales, poco
más o menos, que estaban depositados en el castillo de
Fregenal fuesen entregados a Encinasola, encargándose al
Capitán don Juan de Burgos Pardo a que fuese a recogerlos.
Pero al tratar de percibir este dinero Encinasola se sintió
defraudada. Resulta que meses antes habían solicitado que le
fuesen entregadas 100 fanegas de trigo para poder contar con
una reserva de este cereal en caso de ser sitiada. Los
capitulares se sorprendieron al comprobar con la celeridad con
la que se le entregó el trigo, pero aún fue mayor la sorpresa
cuando el Maestro de Campo, don Juan Montano Bazquez, le
comunicó que aquellas fanegas de trigo habían sido adquiridas
con el dinero que ahora pretendían recibir. Con esto,
Encinasola veía como se desvanecía la posibilidad de poder
adquirir los 25 caballos que tenía que aportar la Real
Hacienda. La solución que aportaba el Maestro de Campo era
que Encinasola vendiese las cien fanegas de trigo para así
poder disponer del dinero necesario para comprar los caballos.
--------&&&&&&&&&&--------
Difícil iba a resultar constituir la tan deseada Compañía
de Caballos. Varios meses después de haber sido autorizada su
formación de los 25 caballos que había ofrecido el pueblo sólo
se había logrado montar cinco de forma que don Luís Márquez
de Abellaneda hizo un requerimiento al Cabildo para que
procediera al cobro de las mandas con destino a la compra de
los caballos, al timpo que recordaba que S. M. había dado a
Encinasola un plazo de cuatro meses para levantar la
Compañía de Caballos Coraza. Faltaba poco más de un mes
para que dicho plazo concluyese y la villa no había podido
cumplir lo acordado, mientras que él si había cumplido con su
40
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
compromiso. Por esto, el Capitán requería al Cabildo, ya que
en el caso de que se derivase algún perjuicio como
consecuencia del incumplimiento debería recaer sobre el
Cabildo. Además, pedía que se le entregasen 25 soldados, que
era lo que contemplaba la propuesta que se hizo a S. M.
No dudamos del interés que el Cabildo ponía en reunir
los medios económicos para adquirir los caballos y el material
necesario para completar la Compañía, no obstante, a finales
de año no había logrado completar la Compañía. El propio
Cabildo manifestaba que eran necesarios 600 ducados para
adquirir los caballos, las sillas, los frenos, las espuelas, las
carabinas y las botas que faltaban
1657
La verdadera guerra con Portugal comenzó en 1657,esto es,
después de haber dejado pasar diecisiete años dedicados a
pequeñas correrías en las zonas fronterizas, con el resultado ya
expuesto.
A pesar de que en Encinasola había trigo escaseaba el pan,
ya que los que poseían el cereal se negaban a venderlo a 9 y 10
reales, que era el precio que regía. El problema era que “no se
halla bocado de pan y los pobres y soldados perecen”.
La escasez de pan no sólo se daba en Encinasola, pues la
falta de este alimento y su elevado precio había provocado, en
1652; revueltas populares en Córdoba, Sevilla y otras villas y
lugares.
En octubre 1657 el enemigo tenía sitiada la plaza de
Morón, lo que motivó que el Gobernador de las Armas de la
Frontera, don Juan de Rosales, ordenase al Gobernador de
Encinasola, don Clemente de Sandoval, que acudiese en
socorro de la citada Plaza con 200 infantes de los vecinos la
villa, con su Capitán, Alférez y Sargento. Tanto los infantes
como sus mandos debían salir de Encinasola socorridos con un
41
José Domínguez Valonero
cuarto de paga. A pesar de las dificultades por las que
atravesaba la villa, que tenía que atender a su propia defensa, a
finales de octubre se encontraban dispuestos para salir en
socorro de la Plaza sitiada 108 infantes con su Capitán,
Alférez y Sargento.
1658
El Cabildo se dirigió al Asistente de la ciudad de Sevilla
exponiéndole la necesidad que tenía la villa de municiones,
pertrechos de guerra e infantería para defenderse de las
entradas que hacía el enemigo en el término.
A mediados de año se recibió una orden de don Juan de
Rosales, Gobernador de las Armas de la Frontera, y un auto
del Capitán don Juan Cortes Liñán, Gobernador de la
Caballería de la Frontera, por los que se requería al Concejo
que terminase de aprestar el número de soldados que faltaban
a la Compañía de Caballos. Como consecuencia de esto, se
eligieron 25 soldados.
1659
En el mes de junio se desplazaron unos comisionados a
Madrid con el fin de exponer al Rey que habían sido retirados
los 100 infantes pagados, dependientes de la Sargentía de
Fregenal, que guarnecían el castillo, las puertas de la villa y
los dos fuertes que se habían construidos. Hasta entonces,
guarnecer la circunvalación de la plaza había sido
responsabilidad de los vecinos. Tras la marcha de los infantes
se pretendía que los vecinos guarneciesen los fuertes; el
castillo y las puertas de la villa, tanto de día como de noche,
así como continuar guarneciendo la circunvalación de la plaza.
Los vecinos no podían soportar esta carga de servicios, toda
vez que si se dedicaban exclusivamente a la defensa de la villa
42
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
no podrían salir a realizar sus labores agrícolas, que era el
único medio con que contaban para sustentar sus casas y
familias.
También deseaban que los comisionados a Madrid expusiesen
que:
• Francisco Degaton, de nacionalidad extranjera, pretendía
que una Compañía compuesta por vecinos de la villa
guarneciera uno de los fuertes de los que él era
Gobernador.
• Que se pidiese que ya que se había de formar la Compañía
antes citada, que fuese Capitán de ella cualquier persona
distinta al citado don Francisco, por ser éste extranjero.
• Solicitar que volviesen los 100 infantes pagados,
dependientes de la Sargentía de Fregenal, para que, como
hasta entonces, continuaran guarneciendo los fuertes, el
castillo y las puertas.
El 7 de noviembre de 1659 Castilla firmó con Francia la
Paz de los Pirineos. Tras la firma de este tratado, Portugal fue
abandonada por Francia, y Castilla se vio libre de las guerras
que la consumían. Con este cambio de situación era de esperar
que Portugal fuera fácilmente sometido. Sin embargo, no
entraba en los cálculos de Luis XIV dejar que Portugal pasase
nuevamente a formar parte de Castilla. Por esto, los lusitanos
recibieron oficiales experimentados en la guerra, entre los que
destacó el mariscal Schomberg.
1661
En el mes de abril llegó a Zafra don Juan de Austria, el hijo
bastardo de Felipe IV y de la actriz María Inés Calderón, con
el propósito de conquistar el reino de Portugal. Encinasola no
quiso perder la oportunidad que se le ofrecía para exponer lo
que necesitaba la villa para atender a su defensa y designó a
dos capitulares, don Pedro López Carvajo, Alcalde ordinario, y
43
José Domínguez Valonero
don Andrés Gómez de Abreu, Alguacil Mayor, para que se
desplazasen a Zafra con dicho propósito.
Completar el número de hombres de la Compañía de
Caballos suponía un grave problema para el Cabildo. A esta
conclusión hemos de llegar si tenemos en cuenta que, en el
mes de abril de este año, el Teniente don Bartolomé Pérez
Moreno presentó una orden de don Juan de Rosales,
Gobernador de las Fronteras, en la que se volvía a insistir en
que era necesario ajustar el numero de soldados que faltaban
en la Compañía de Caballos del Capitán don Luís Márquez de
Abellaneda.
La insistencia del Cabildo recabando refuerzos para la Plaza
debió de motivar que en el otoño fuesen acuarteladas en
Encinasola tres Compañías de Infantería alemanas, con un
total de 130 hombres, y una Compañía de Caballos Coraza,
compuesta por 60 soldados, al mando del Capitán don Antonio
Piñatelo.
Lo que no podían sospechar los munícipes era que el riesgo
de ser invadido podía llegar a ser más liviano que el contar con
fuerzas suficientes para impedir una invasión. Y hacemos esta
afirmación porque el esfuerzo económico que iba a suponer
mantener a la tropa alojada se iba a constituir en un
insoportable peso para la villa. Pero esta incapacidad de correr
con los gastos de alojamiento de la tropa no era exclusiva de
Encinasola, pues todos los pueblos de la sierra trataron de
evitar que en su interior se alojasen Compañías, para, de esta
forma, eludir los gastos que originaban, y no debemos olvidar
que fue precisamente el alojamiento de las tropas lo que había
desencadenado la guerra de Cataluña.
Los vecinos no tenían dinero ni cebada con que hacer frente
a los gastos que se avecinaban, pues la orden mediante la cual
se enviaban las Compañías a Encinasola contemplaba que
tenían que ser socorridas por el pueblo, tanto de dinero como
de pan y cebada.
44
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
La falta de posibilidades del vecindario dio lugar a revueltas
por parte de los soldados. Estos altercados llegaron a producir
una muerte, lo que obligó a los capitulares a ordenar a Andrés
Gómez de Abreu y a Blas Díaz, arrendadores de las rentas del
pan de la villa, que entregasen el trigo y la cebada que
correspondía a dicha renta para los caballos de la Compañía.
Pero los gastos que generaba el alojamiento de los soldados
sobrepasaban las posibilidades de los vecinos, por lo que
algunos optaron por abandonar sus casas y se marcharon a
vivir a otras villas y lugares. Esto causaba un gran daño al
pueblo por lo que el Concejo mandó que se pregonase en la
Plaza y lugares públicos que ningún vecino podía dejar su
casa. Quien abandonase el pueblo se enfrentaría a que le fuese
quemada la casa y a que los demás bienes que tuviere le
fuesen confiscados para socorrer con ellos a los soldados.
1662
Ordenado por el rey, había llegado a Encinasola una
Compañía de Caballos Coraza bajo el mando del Capitán don
Antonio Piñatelo. La Compañía permaneció en la villa un total
de 42 días y la orden real contemplaba que el pago de los
sueldos de todos los componentes de la referida Unidad tenían
que ser satisfechos por la villa, para lo cual se emplearían “los
maravedises de las rentas reales corrientes y por correr”.
A finales del mes de enero, la Compañía tenía que
incorporarse al Real Ejército de Extremadura, por lo que don
Juan de Rosales, General de Artillería y Gobernador de las
Fronteras, dispuso que se les pagase todo lo que se les debía.
Como era habitual, no había dinero para efectuar el citado
pago, por lo que el Concejo decidió que se tomase prestado de
quien lo tuviera y que se le devolviese cuando se cobrasen las
sisas y alcabalas.
En el mes de febrero aún continuaban alojadas en
Encinasola las tres Compañías de Infantería alemanas. El
45
José Domínguez Valonero
número de caballos alojados había disminuido
sustancialmente, pues sólo quedaban 21, con cinco Oficiales.
El importe del alojamiento de esta tropa ascendía a 235,5
reales. Don Juan de Austria dictó una orden para que estas
Compañías y los 21 caballos salieran de Encinasola a finales
de de marzo, pero antes había que abonarles los sueldos. El
deseo de liberar al vecindario de las cargas que pesaban sobre
él, motivadas por la presencia de estas Compañías, hizo que
entre los propios capitulares se repartiera la cantidad de 1.550
reales, que era el importe de lo que tenía que abonarse para
saldar los sueldos.
Mantener al completo la plantilla de la Compañía de
Caballos montada por el pueblo suponía un gran esfuerzo. A
esta conclusión hemos de llegar si observamos que de forma
recurrente se le tiene que estar recordando al Cabildo este
requisito.
1663
Una vez más, en marzo, el Cabildo nombró 20 soldados
que faltaban para completar la Compañía y a continuación
partieron hacia Zafra, donde tenían que recoger unos caballos.
1664
El alojamiento de tropas causaba grandes agravios a los
pueblos, por esto, el Conde de Molina, don Pedro Mesía de
Tovar y Paz, se dirigió al Cabildo comunicando que el rey
había mostrado interés en aliviar en la mayor medida a sus
vasallos y para ello había ordenado que la gente de guerra se
acuartelase en “los lugares grandes donde se pueda mantener
la gente unida”. Además, añadía que “ha parecido es muy de
la obligación de todas las ciudades, villas y lugares de este
reinado el ayudar al cumplimiento de carga tan precisa y en
46
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
virtud de cédula de su Mgd. se ha hecho el repartimiento que
contiene el despacho incluso”.
Los lugares elegidos para alojar a la Caballería fueron
Carmona, Écija y la villa de Utrera, a las que se habían
destinado 1.100 plazas. En Écija 400 plazas, en Carmona o
tras 400 plazas y en Utrera 300. Se advertía que las ciudades y
villas sólo contribuirían con cubierto y cama.
Para evitar cualquier exceso por parte de la tropa, se
recogerían las armas y las sillas, que se guardarían en las casas
de los ayuntamientos, bajo llave. Estableciendo medidas
estrictas de control.
A cada soldado de a caballo se le entregarían 4 reales
diarios, una ración de pan de munición de libra y media y
celemín y medio de cebada.
Las partes en las que la tropa se alojara satisfarían los
gastos con cargo a la Hacienda Real y aquellos lugares en los
que no se alojase tropa deberían contribuir a este gasto.
Como en esta ocasión Encinasola no tenía que alojar tropa,
sí que le correspondería pagar determinada cantidad, la cual
ascendía a 202.590 maravedís, que debían de pagarse en dos
plazos, el primero a fin de noviembre y el segundo a final de
diciembre. La cantidad tenía que ser repartida entre los
vecinos, según su hacienda.
Al llegar la orden anterior, por la que el pueblo tenía que
contribuir con 202.590 maravedís para el sustento de la
Caballería que iba a alojarse en la ciudad de Carmona, el
Cabildo solicitó que se le liberara de esta obligación. En su
exposición señalaba la falta de recursos económicos y
justificaba esta falta de medios por la imposibilidad de cultivar
los campos, no sólo debido a la presión del enemigo, sino
también por falta de gente para hacerlo.
Alegaba el Cabildo que el rey había tenido de guarnición
en la villa 100 infantes con los que se guarnecían el castillo;
dos fuertes, que estaban extramuros, y las puertas de la villa.
El nuevo dato que aportan es que desde la campaña de Gelves,
47
José Domínguez Valonero
que tuvo lugar en el otoño de 1658, faltaba la guarnición del
castillo y los fuertes, es decir, faltaban los 100 infantes, por
cuyo motivo los vecinos tenían que guarnecer de día y de
noche los fuertes, el castillo, las puertas y la circunvalación de
la villa. Además, tenían a su cargo 70 soldados de a caballo,
todos ellos de la propia villa.
Todo esto hacía que no quedara ningún hombre libre, pues
todos estaban repartidos en tres Compañías.
Recibido este apremio para contribuir a la formación del
Tercio, el Concejo procedió a otorgar carta de poder a don
Juan García Boça, presbítero, vecino de Encinasola, para que
se personara ante el Conde de Molina, Asistente y Maestro de
Campo de la ciudad de Sevilla, y le expusiera que por ser la
villa frontera de Portugal, y encontrarse muy cargada
económicamente con motivo de la guerra, se informe a S.M.
de esta grave situación y se le pida que exima al pueblo del
repartimiento.
Pero las penurias y miserias iban en aumento, por esto, el
Concejo solicitó que se rebajase en 25 del número soldados
que componían la Compañía de Caballos de la villa. Exponían
que Encinasola estaba obligada a mantener una Compañía de
45 hombres. Dice el Cabildo que éste fue el número que se
estableció cuando se formó la Compañía, si bien con
posterioridad se incrementó su número a 70. Con este
argumento, los capitulares consideraban que los 25 soldados
en que se aumentó eran por cuenta de S: M. Sin embargo, los
Gobernadores de Armas de la Frontera insistían en su apremio
al Concejo para que mantuviera al completo los 70 soldados.
La villa estaba sumida en la mayor de las miserias, por lo
que tres años después de que hubiesen abandonado el pueblo
las tropas que habían estado alojada en él aún no se había
completado el pago de los gastos que originaron.
48
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
1665
El Mayordomo propuso que el Cabildo hiciese una
información en la que se reflejasen todos los gastos que la
guerra había producido en el pueblo y que se solicitase que los
70 soldados que tenía la Compañía de Caballos Coraza de la
villa se redujesen a 45. Llama la atención constatar que aún se
debía el trigo y la cebada que comieron los 21 caballos que
estuvieron alojados en la villa en 1661.
1668
Hemos de considerar que el último esfuerzo económico
relacionado con la guerra debió ser el que se realizó en
septiembre 1668 y que fue el que tuvo que realizarse con
motivo de la disolución de la Caballería de Sevilla. Para esta
disolución se dispuso que los caballos fueran repartidos entre
las villas y lugares. Para hacerse cargo de los caballos que
correspondieran a Encinasola el Cabildo otorgó poderes a
Lucas Rodríguez Burgos, el cual debería desplazase a Fregenal
y exponer a don Luís Márquez de Avellaneda Infante,
Caballero de la Orden de Calatrava, Teniente de la Caballería
y Gobernador de las Armas de la Frontera, las necesidades de
la villa y sus vecinos y le pidiera que el número de caballos
que se le asignasen fuera el menor posible.
La gestión anterior condujo a que se asignaran a Encinasola
seis caballos, por los que tuvieron que pagar a razón de 100
ducados por cada uno.
Los caballos fueron sacados a pregón y nadie los quiso, por
esto, el Concejo acordó nombrar dos personas para que los
valoraran. Los designados fueron el veterinario, don Francisco
Fernández Morales, y don Juan Boça.
Los precios que fijaron para los caballos fueron estos:
• Caballo blanco 330 reales
• Caballo de Benito Gil 330 reales
49
José Domínguez Valonero
• Caballo muy flaco 250 reales
• El potro de 3 años y el de 4 años 600 reales
• El que tenía Morales 600 reales.
• El que tenía Lucas Rodríguez 550 reales.
50
LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
EN ENCINASOLA
JEFES DEL EJÉRCITO DE BADAJOZ
AÑO NOMBRE ACCIONES
Conde de Monterrey Correrías desde Mérida y
Badajoz a las comarcas de
Elvas y Olivenza
1643 Conde de Santisteban Pérdida de Valverde
Marqués de Torrecusa Batalla de Montijo (JUN
1644)
1645 Marqués de Leganés Atacó Olivenza (OCT 1645)
y tomó Telena
1646-1647 Barón de Molinghen Detuvo dos invasiones:
contra Badajoz y contra
Olivenza
1648 Marqués de Leganés Sitio de Olivenza
1649 Duque de San Germán
Don Francisco de
Tuttavilla
1657 Duque de San Germán
GOBERNADORES DE ARMAS DE ENCINASOLA
AÑO NOMBRE
1641-164 Don Francisco Infante
5
1645 Don Juan de Lisón y Tenca
1648 Don Miguel de Sotomayor Tinoco
1655 Don Felipe de la Maza
1657 Don Luís Márquez de Avellaneda
1657 Don Clemente de Sandoval
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José Domínguez Valonero
GOBERNADORES DE LA FRONTERA
(Residían en Fregenal)
AÑO NOMBRE
1648 Don Juan de Lisón y Tenca
1651 Don Juan Montano Bazquez
1657 Don Juan de Rosales
1663 Don Pedro de Diezma
1667 Don Luís Márquez de
Avellaneda
BIBLIOGRAFÍA
Archivo Municipal de Encinasola
ESPAÑA IMPERIAL 1469-1716, J.H. Elliot. Ed. Ejército,
Madrid 1981.
GUERRA Y REVOLUCIÓN MILITAR EN LA IBERIA
DEL SIGLO XVII, Lorraine White
HISTORIA DE ESPAÑA, Vol 7, Revista Historia, 1981.
MEMORIAL HISTÓRICO ESPAÑOL, Real Academia de la
Historia.
POLÍTICA FISCAL EN CASTILLA DURANTE EL
REINADO DE CARLOS II, Juan A. Sánchez Belén, Siglo
XXI de España Editores, S.A., 1996.
POLÍTICA FISCAL Y CAMBIO SOCIAL EN LA ESPAÑA
DEL SIGLO XVII, Antonio Domínguez Ortiz.
UN ECO DE CLARINES. La Caballería Española, Julio Albi
de la Cuesta, Leopoldo Stampa Pineiro y Juan Silvela
Milans del Bosch
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