1. Había una vez un brujo que vivía en una casucha vieja que estaba al otro
lado del bosque
que había al otro lado de la montaña
que se alzaba al otro lado del río
que corría al otro lado del pueblo.
Se llamaba Camuñas, porque nunca se cortaba las unes y las tenía
afiladas como cuchillos.
Camuñas era un brujo normal y corriente, que hacía las típicas cosas de
brujos.
En las noches de luna llena
salía de casa corriendo,
atravesaba el bosque,
subía la montaña,
bajaba la montaña
y, de un brinco, cruzaba el río
para llegar al pueblo.
Iba a cazar niños para su despensa, y le gustaban todos: gordos y flacos,
altos y bajos, rubios, morenos y pelirrojos…
Una de esas noches ve a Blanca por la ventana. La niña está mirando la
luna. Esa será su próxima presa.
Pero cuando alcanza su cama ¡zas, se tira un pedo! Y, claro, la niña se
despierta.
La niña se despertó, se frotó los ojos
y, sonriendo, exclamó:
– ¡Vaya, el Brujo Pirujo!
2. – No soy Pirujo. Soy Camuñas, ¡el que nunca se corta las uñas! –
respondió el brujo, indignado.
– No me tomes el pelo. ¡Eres Pirujo!
– Que no. ¡Soy Camuñas!
– ¡No sabes lo que dices!
Anda, mírate las narices.
– ¿Qué le pasa a mi nariz?
– Que es grande como una berenjena. ¡La nariz del Brujo Pirujo!
Camuñas no puede creerse que la niña no le tenga miedo y que
encima dude de su identidad.
Pero la niña insiste. Es más, le hace reflexionar sobre su nariz (grande
como una berenjena), sobre sus dientes (pocos y podridos), sobre sus ojos
(saltones y rojos), sobre su pelo (cuatro pelos, los pelos del Brujo Pirujo)…
Camuñas trata de reponerse. Bueno, ¡da igual! ¡yo venía a comerte! dice.
Pero Blanca le para en seco: No puedes comer niños. Te saldrán granos
hasta en el ombligo. Eres el Brujo Pirujo, no seas pesado ¡y vete a dormir!
Comprobando quees cierto, nuestro Camuñas, ya cada vez más convencido
de que es un petardo de brujo que no recuerda ni su nombre, sale corriendo
a su casa. Y al llegar allí, va derecho al desván. Necesita salir de dudas
mirándose al espejo.
Entonces vio su nariz,
grande como una berenjena;
sus dientes rotos… ¡y podridos!;
sus ojos saltones y rojos;
y sus cuatro pelos en la cabeza.
– ¡Vaya! ¡Soy Pirujo!
3. Creía que era Camuñeas. Puedes tendré que cortar las uñas…– dijo con
resignación.
Recursosdidácticos:
Comprensión:¿cree el niño que Blanca se ha inventado todo
eso para convencera Camuñas y que no la comiera? ¿O es
una distracción?
Observación:¿parece Blanca asustada? ¿Y los peluches?
¿Se ha fijado el niño que todos los peluches tienen los ojos
muy abiertos, como si estuvieran aterrorizados?
Juego:¿cuántos peluches hay en la habitación de Blanca?
Enumeración, memoria: es un cuento muy “a la antigua”, con
repeticiones y aliteraciones que hacen más agradable su
lectura. “¿Dónde vive Camuñas?”, y que el niño repita “en el
bosque al otro lado de la montaña, al otro lado del río,
etcétera”.“¿Porqué se llama Camuñas?” (porque no se corta
las uñas).
Memoria: ¿cuáles eran las características de Pirujo?
Ilustración: ¿cuál es la favorita del niño? (la mía, la del primer
plano de la cara de Blanca al lado de las uñas de Camuñas; la
de mi hijo, Camuñas atravesando el bosque,la montaña, el
río…).
Observación:¿qué cosas hay en la casa de Camuñas que
son de “brujo”?
Comparación:¿hay muchas diferencias entre la casa de
Camuñas y la habitación de Blanca?
Conocimiento:¿porqué “astuta como un zorro”? Explicar.