El documento trata sobre la importancia de la estabilidad financiera para el Banco Central de la República Argentina. Busca crear un marco normativo que permita desarrollar un sistema financiero estable, dinámico y transparente para incentivar el ahorro, el crédito y el desarrollo económico. La política financiera es la principal herramienta utilizada para lograr la estabilidad financiera a través de la regulación y supervisión del sistema bancario.
1. Estabilidad financiera
Objetivos
Una de las misiones fundamentales que tiene el Banco Central de la República
Argentina es crear, a través del marco normativo adecuado, las condiciones
necesarias para desarrollar y fortalecer la estabilidad financiera. Un sistema
financiero estable, dinámico, eficiente y transparente, es condición
indispensable para incentivar el ahorro, desarrollar el mercado de crédito, y
sentar las bases del desarrollo económico.
La fuerte interrelación entre estabilidad financiera y crecimiento económico
sostenido justifica que la estabilidad financiera constituya un bien social que el
Estado debe buscar y proteger. Cuando existe estabilidad financiera, el sector
puede intermediar adecuadamente los ahorros de los agentes económicos y
proveer un servicio nacional de pagos rápido, seguro y eficaz. Un marco sólido
de estabilidad financiera es indispensable para incentivar el ahorro, desarrollar
el crédito, alentar la inversión productiva y, así, alentar la producción, el
empleo y el bienestar social.
La política financiera es la principal herramienta utilizada por los bancos
centrales para alcanzar la estabilidad financiera. Desde el Banco Central de la
República Argentina se desarrolla y aplica el esquema normativo prudencial
que sienta las bases de un sistema financiero estable en un entorno de
crecimiento de la actividad financiera. Esta estructura normativa se
complementa con un esquema de supervisión de la operatoria bancaria,
mediante el cual se monitorea la normativa prudencial.
5. Protestas en la ciudad de Buenos Aires
Contexto del acontecimiento
Impulsores Población argentina
Motivos Crisis económica
Corralito
Inestabilidad política
Gobierno previo
Gobernante Fernando de la Rúa
Forma de gobierno República
Gobierno resultante
Gobernante Ramón Puerta
6. Forma de gobierno Gobierno interino
La crisis de diciembre de 2001 en Argentina fue una crisis financiera y política generada por la
restricción a la extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro
denominada Corralito, que causaron la renuncia a lapresidencia de Fernando de la Rúa el 20 de
diciembre de 2001, y llevaron a una situación de acefalía presidencial. La mayor parte de los
participantes de dichas protestas fueron autoconvocados, que no respondían a partidos políticos o
movimientos sociales concretos. Su lema popular fue: "¡Que se vayan todos!". En los hechos murieron
39 personas por las fuerzas policiales y de seguridad, incluyendo 9 menores.
Índice
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1 Antecedentes
o 1.1 Situación económica entre 1998 y 2001
o 1.2 Diciembre de 2001 y el Corralito
2 El estallido
3 Consecuencias
4 Impacto
5 Denominación
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
[editar]Antecedentes
[editar]Situación económica entre 1998 y 2001
Artículo principal: Crisis económica argentina (1999-2002).
7. Fotografía oficial de Fernando de la Rúa.
Domingo Cavallo.
El gobierno de Fernando de la Rúa había asumido en 1999 en medio de una época de recesión, en
parte favorecida por la Ley de Convertibilidad, vigente desde 1991, que fijaba la paridad delpeso de
Argentina y el dólar estadounidense. Si bien dicha política económica había resultado efectiva durante
los primeros años del gobierno de Carlos Menem, a partir de 1997 comenzó a demostrar sus falencias.
Para mantenerla saludable, se necesitaba el ingreso de divisas. En un principio, éste fue equilibrado por
los ingresos a partir de las privatizaciones de empresas estatales y las pérdidas que estas ocasionaban.
No obstante, cuando ya no ingresó el dinero suficiente al país, debido principalmente al bajo precio
internacional de los granos, éste debió refinanciar su deuda a intereses más altos para mantener la ley.
8. De la Rúa había decidido mantener la ley, tal como fue prometido en su campaña electoral, lo que
provocó que la situación financiera fuera cada vez más crítica, aplicándose medidas como El
blindaje o El Megacanje,1 que consistían enendeudamiento exterior.
La inestabilidad económica se percibía por los constantes cambios en el Ministerio de Economía,
pasando por él José Luis Machinea (1999 -marzo de 2001), Ricardo López Murphy (marzo -
abril de 2001) y por último Domingo Cavallo, que ya había sido Ministro de Economía
entre 1991y 1996 y que había impulsado la Ley de Convertibilidad. En aquel entonces Cavallo era visto
como una gran alternativa, ya que había sacado aArgentina de la hiperinflación de 1989 - 1991.
La crisis llegó a un punto insostenible el 29 de noviembre de 2001, cuando los grandes inversionistas
comenzaron a retirar sus depósitos monetarios de los bancos y, en consecuencia, el sistema bancario
colapsó por la fuga de capitales y la decisión del FMI de negarse a refinanciar la deuda y conceder un
rescate.
[editar]Diciembre de 2001 y el Corralito
Artículo principal: Corralito.
Para contrarrestar la fuga de capitales, que ascendió a 81.800 millones de dólares,2 el 2 de diciembre se
emitió un mensaje en Cadena Nacional donde Cavallo anunciaba la nueva política económica, que
introdujo restricciones al retiro de depósitos bancarios, denominada popularmente como Corralito. En un
principio la medida dictaba que el ahorrista sólo podía retirar 250 pesos cada semana, y que la medida
duraría 90 días, sin embargo se podían hacer pagos con cheques.
La reacción popular fue muy negativa, especialmente la de la clase media, (teniendo en cuenta que la
cifra de la restricción de retiros de 1.000 dólares mensuales era superior a los ingresos de la mayoría de
la población) por lo que la crisis económica también desembocó en una crisis política. Durante
todo diciembre hubo protestas, aunque la protesta masiva más importante estallaría los días 19 y 20 de
diciembre.
La posición de De la Rúa se tornó inestable. Un intento de mediación entre la oposición y el gobierno a
mediados de diciembre por parte de laIglesia Católica fracasó.
Entre el 16 y el 19 de diciembre se produjeron saqueos a supermercados.
[editar]El estallido
9. Mural realizado en homenaje a los asesinados por la represión durante las protestas sociales.
El presidente Fernándo de La Rúa declara el estado de sitio por cadena nacional, el 19 de diciembre de 2001.
El 19 de diciembre de 2001 hubo importantes saqueos a supermercados y otra clase de tiendas en
distintos puntos del conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Esa noche el presidente De la Rúa decretó
el estado de sitio, y posteriormente en la ciudad de Buenos Airessalieron miles de personas a la calle a
protestar contra la política económica del Gobierno que había establecido un límite a la extracción en
efectivo del sueldo con el objeto de bancarizar la economía y mantener recursos dentro del sistema
financiero (que había padecido una importante corrida en las últimas semanas). Muchas protestas se
llevaban a cabo golpeando cacerolas, por lo que se las denominó Cacerolazos.
Se sucedieron también protestas durante la madrugada del 20 de diciembre, frente a la casa del Ministro
de Economía Domingo Cavalloy en la Plaza de Mayo, que fueron reprimidas. A pesar del estado de
sitio decretado por De la Rúa, las calles de Buenos Aires y de otras ciudades del país se llenaron de
protestas. En la madrugada renunció el ministro de Economía Domingo Cavallo.
En la mañana del 20 de diciembre quedaban unos pocos manifestantes entre los que principalmente se
encontraban oficinistas, empleados, amas de casa, niños, y comenzaron a arribar miembros de
organizaciones políticas. Entre los integrantes de estas organizaciones políticas que marcharon a la
Plaza de Mayo se encontraban, entre otros, Madres de Plaza de Mayo y grupos de piqueteros
pertenecientes a la agrupación Quebracho.3 4
10. La Casa Rosada, sede del Gobierno, en ese momento no estaba cercada por vallas; cerca del mediodía
se ordenó que se colocara una valla de contención en la mitad de la Plaza, por lo que la policía montada
reprimió duramente a los manifestantes que quedaban.
Esta represión, que se transmitió por todos los canales de televisión y radio, e incluso por emisoras
internacionales, en directo durante todo el día, generó que más grupos políticos y manifestantes
ocasionales se acercasen a la Plaza. Con el correr de las horas los incidentes fueron creciendo en
intensidad y se produjeron cuatro muertes de manifestantes presumiblemente a manos de la policía, si
bien las investigaciones judiciales aún no han finalizado.
A las 16 horas, el presidente De la Rúa, mediante un discurso transmitido por Cadena Nacional,
anunciaba que no renunciaría a la presidencia e instaba a la oposición y otros sectores a dialogar
abiertamente. El pedido fracasó.
Alrededor de las 19 horas, el presidente De la Rúa renunció luego de que fracasaran sus intentos
políticos de salvar al Gobierno, saliendo de la Casa Rosada mediante un helicóptero. En esa jornada
también murieron muchas personas en ciudades del interior del país, totalizando 39 muertos como
consecuencia de la represión en los dos días,5 entre ellos nueve menores de 18 años.6
[editar]Consecuencias
Una protesta de ahorristas contra bancos durante principios de 2002. Su refrán fue: «¡Chorros chorros chorros,
devuelvan los ahorros!» “Chorro” es un argentinismo que significa “ladrón”.
Durante los días y meses posteriores siguieron sucediéndose protestas y cacerolazos.
El movimiento provocó en primer lugar la renuncia de Fernando de la Rúa, lo que no frenó la crisis
política. El día 20 se hacía cargo delpoder ejecutivo el presidente de la Cámara de Senadores, del
partido opositor, Ramón Puerta, quién convocó a una asamblea legislativa para elegir un nuevo
presidente.
El día 23 asumía la presidencia Adolfo Rodríguez Saá también del partido opositor. Entre sus medidas
estaba la suspensión del pago de la deuda externa, anuncio que fue hecho en el Congreso y
11. acompañado por aplausos por parte de los presentes. Además prometió que sería reintegrado el dinero
sustraído a los ahorristas (hecho que nunca sucedió) y la creación de un millón de puestos de trabajo, a
través de los denominados planes Trabajar. También prometió un Presupuesto 2002 austero y un plan
de trabajo integral.
El 30 de diciembre renunciaba Rodríguez Saá, alegando falta de apoyo político,7 lo que desencadenó
una nueva ola de inestabilidad. Ante la negativa de Puerta, el presidente de la Cámara de
Diputados Eduardo Camaño asumía el poder ejecutivo y también convocaba a una Asamblea
Legislativa para nombrar un nuevo presidente.
El 2 de enero de 2002 asumía Eduardo Duhalde, el candidato a presidente del partido de la oposición
que había perdido ante De la Rua en 1999, como presidente interino, anunciando que serían devueltos
los montos sustraídos a la población en la misma cantidad en que habían sido depositados, con la frase:
"el que depositó dólares, recibirá dólares", en la misma moneda en que éstos habían sido efectuados,
así garantizaba la paz social y el fin de la controvertida Convertibilidad.
Eduardo Duhalde, presidente interino luego de los disturbios.
En su discurso de asunción Duhalde sintetizaba la situación socio-económica de la siguiente forma:
"No es momento, creo, de echar culpas. Es momento de decir la verdad. La Argentina está quebrada. La
Argentina está fundida. Este modelo en su agonía arrasó con todo. La propia esencia de este modelo
perverso terminó con la convertibilidad, arrojó a la indigencia a 2 millones de compatriotas, destruyó a la clase
media argentina, quebró a nuestras industrias, pulverizó el trabajo de los argentinos. Hoy, la producción y el
comercio están, como ustedes saben, parados; la cadena de pagos está rota y no hay circulante que sea
8
capaz de poner en marcha la economía"
12. El gobierno de Duhalde pudo, en parte, estabilizar la economía, aunque la crisis social persistió,
pudiéndose citar la Masacre de Avellaneda, del26 de junio de 2002 como una importante protesta.9
[editar]Impacto
Las experiencias organizativas y económicas acontecidas a partir del argentinazo han inspirado en
diferente medida a varios movimientos políticos aún cuando los protagonistas de este a nivel general no
estuvieran movilizados por una línea política definida. Uno de los que más destaca la importancia de
aquellas es el movimiento libertario internacional que ve en el antipartidismo, pero sobre todo en el
surgimiento deasambleas barriales de democracia directa,10 empresas recuperadas y la economía
asociativa, una muestra de la posibilidad de autogobierno.11
Así también otros movimientos o idearios más difusos han visto en estos hechos la evidencia de un
nuevo orden social y económico, cada cual proponiendo su vía.
En otro orden de consideraciones, a nivel regional esta crisis tuvo una incidencia directa en el
vecino Uruguay. Como varios miles de argentinos tenían depositadas cifras millonarias en cuentas del
sistema bancario uruguayo, ante la necesidad de disponer de su dinero realizaron masivos retiros, en lo
que se consideró "la corrida bancaria más larga de la historia": el Banco Central del Uruguay no cesó de
inyectar dinero a los bancos en problemas, hasta que las reservas de Uruguay prácticamente se
agotaron. Esto, sumado a las múltiples debilidades que venía exhibiendo la economía uruguaya y a
imperfecciones de supervisión de su sistema financiero (más liberal que el argentino), a la postre
ocasionó el desencadenamiento de la crisis bancaria de 2002 en Uruguay.
[editar]Denominación
Usualmente, diversos sectores utilizan la denominación de “Argentinazo” para referirse a los hechos que
produjeron la caída de Fernando De la Rúa. Esta denominación es común en sectores de izquierda.
Incluso, partidos políticos que se enmarcan dentro de esta corriente, como el Peronismo, Partido
Comunista Revolucionario (PCR) o el Partido de la Liberación utilizaron el término desde tiempo atrás, al
plantear la “necesidad de un Argentinazo”.[cita requerida] Con posterioridad a los hechos, este término fue
tomado también por la mayoría de las organizaciones de izquierda, que realizan cada año actos en las
principales plazas del país al cumplirse un nuevo aniversario.
El uso, sin embargo, no es generalizado, y los principales medios gráficos de comunicación de la Capital
Federal, como el Diario Clarín o el diario La Nación no lo utilizan nunca para hablar del tema
entendiéndolo como "subjetivo y falto de análisis previo", prefiriendo denominaciones más "neutras"
como “Diciembre Trágico” o "El estallido".
Tabla 1. Una instantánea de la crisis (1998 – 2002) en estadísticas.
13. El producto bruto interno (PBI) real cayó un 28% desde su máximo (1998)
hasta la depresión (2002).
La moneda argentina, el peso, equivalente a US$1 desde abril de 1991, se
devaluó en enero de 2002, depreciándose hasta casi 4 por dólar antes de
su recuperación parcial
La inflación, baja o negativa desde principios de los ’90, fue del 41% en
2002.
El desempleo, sin contar las personas incluidas en planes de emergencia
del estado, aumentó del 12,4% en 1998 al 18,3% en 2001, y al 23,6% en
2002.
La tasa de pobreza creció del 25,9% en 1998 al 38,3% en 2001, y al
57,5% en 2002.
En términos reales (es decir, con el ajuste por la inflación), los salarios
cayeron un 23,7% en 2002.
LA CRISIS ECONOMICA ARGENTINA:
CAUSAS Y REMEDIOS
Jim Saxton (representante por Nueva Jersey),
Vicepresidente
Comité Económico Conjunto
Congreso de los Estados Unidos de América
14. Junio de 2003
Resumen
En 1998, la Argentina ingresó en lo que se convirtió en una depresión de
cuatro años, durante la cual su economía se redujo en un 28%. La
experiencia argentina ha sido mencionada como ejemplo del fracaso de
los mercados libres y tasas de cambio fijas, entre otras cosas. Sin
embargo, la evidencia demuestra otra cosa. Más bien, las malas
políticas económicas convirtieron una recesión común en una depresión.
Tres grandes aumentos impositivos en los años 2000 y 2001
desalentaron el crecimiento, y la intromisión en el sistema monetario a
mediados de 2001 generó miedo a que se devalúe la moneda,
evaporando la confianza en las finanzas del gobierno argentino. En una
serie de errores garrafales que empeoraron aún más las cosas, entre
diciembre de 2001 y principios de 2002 una sucesión de gobiernos
debilitó los derechos de propiedad al congelar depósitos bancarios;
provocar irreflexivamente un default en la deuda externa del gobierno;
cortar el duradero vínculo del peso argentino con el dólar, convirtiendo
por la fuerza depósitos y préstamos a pesos argentinos a tasas
desfavorables; y anular contratos. El logro de un crecimiento económico
sostenido a largo plazo implicará que se re-establezca el respeto por la
propiedad privada.
Un estudio más profundo de estos antecedentes se encuentra disponible
en el sitio de Internet de la oficina del Vicepresidente del Comité
Económico Conjunto.
Joint Economic Committee
1537 Longworth House Office Building G-01 Dirksen Senate
Office Building
15. Washington, DC 20515 Washington, DC 20510
Teléfono: 202-226-3234 Teléfono: 202-224-5171
Fax: 202-226-3950 Fax: 202-224-0240
Dirección en Internet: http://www.house.gov/jec/
LA CRISIS ECONOMICA ARGENTINA: CAUSAS Y REMEDIOS
En el año 2002 la economía argentina sufrió la culminación de una
decadencia económica que comenzó a fines de 1998. En la Tabla 1 pueden
leerse algunas estadísticas de la crisis argentina; crisis muy inusual en tanto
que coincidió con un crecimiento a nivel mundial que si bien fue leve, no fue
una recesión, ni mucho menos una depresión. La comprensión de lo ocurrido
en Argentina puede ayudar a prevenir, o paliar crisis financieras futuras. El
presente artículo describe la crisis reciente; analiza lo que podría hacer
Argentina para acelerar su recuperación; y examina la repercusión de esta
crisis en la “arquitectura financiera internacional” y en la política de los EE.UU.
para mejorar dicha arquitectura. Este artículo es el resumen de un estudio
completo que se encuentra disponible en el sitio de Internet de la oficina del
Vicepresidente del Comité Económico Conjunto.[1]
I. ANTECEDENTES DE LA CRISIS
La turbulenta historia económica argentina. Argentina tiene un
pasado de problemas crónicos en los órdenes económico, monetario y político.
Luego de independizarse de España en una guerra iniciada en 1810, las
provincias argentinas lucharon entre ellas durante muchos años, y no hubo un
gobierno nacional estable hasta 1862. Hasta fines del siglo XIX las provincias y
el gobierno nacional financiaban con frecuencia su déficit presupuestario
mediante la emisión de moneda, dando como resultado una inflación
persistente y un bajo crecimiento económico.
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la Argentina experimentó
un rápido crecimiento económico basado en el aumento de exportaciones de
carne y trigo a Europa, que se hizo posible gracias a la nueva tecnología de
ferrocarriles y barcos frigoríficos. Durante la década de 1930, cuando algunos
países importantes discriminaron las exportaciones argentinas, el país
respondió modificando su política por la de “sustitución de importaciones” –una
economía muy cerrada, basada en el autoabastecimiento, con tarifas altas y
un reglamentarismo estatal excesivo. Esto dio como resultado un crecimiento
bajo e inflación frecuente, típicamente en el orden de los tres dígitos desde
1975 en adelante.
16. Las reformas económicas de los ’90. En 1989 Carlos Menem asumió
la presidencia. Luego de algunos titubeos, adoptó una política de libre mercado
que redujo la carga del gobierno al privatizar, desregular, reducir tasas de
impuestos, y reformar el estado. El eje de la política de Menem fue la Ley de
Convertibilidad, efectiva el 1º de abril de 1991[2], que puso fin a la
hiperinflación estableciendo una convertibilidad (tipo de cambio fijo) entre el
peso y el dólar estadounidense, y respaldando el dinero emitido por el banco
central mayoritariamente con dólares. La tasa inicial de cambio era de 10.000
australes argentinos por dólar. El 1º de enero de 1992 el peso reemplazó al
austral siendo 1 peso = 10.000 australes = US$1.[3] La inflación cayó en picada
del 2.315 por ciento anual en 1990, al 4 por ciento en 1994.
Las reformas argentinas fueron más rápidas y profundas que en ningún
país de la época fuera del ex-bloque comunista. El PBI real creció más de un
10 por ciento anual en 1991 y 1992, pasando luego a una tasa más normal,
algo inferior al 6 por ciento en 1993 y 1994.
Tabla 1. Una instantánea de la crisis (1998 – 2002) en
estadísticas.
El producto bruto interno (PBI) real cayó un 28% desde su máximo
(1998) hasta la depresión (2002).
La moneda argentina, el peso, equivalente a US$1 desde abril de
1991, se devaluó en enero de 2002, depreciándose hasta casi 4 por
dólar antes de su recuperación parcial
La inflación, baja o negativa desde principios de los ’90, fue del 41%
en 2002.
El desempleo, sin contar las personas incluidas en planes de
emergencia del estado, aumentó del 12,4% en 1998 al 18,3% en
2001, y al 23,6% en 2002.
La tasa de pobreza creció del 25,9% en 1998 al 38,3% en 2001, y al
57,5% en 2002.
En términos reales (es decir, con el ajuste por la inflación), los salarios
cayeron un 23,7% en 2002.
(Argentina sufrió una recesión en 1995 como efecto secundario de la crisis
Mejicana). El rasgo más negativo del período fue el incremento de la tasa de
desempleo. De 1989 a 1999 la cantidad de puestos de trabajo creció tan
rápido como la población, pero la cantidad de gente que quería trabajar creció
aún más. Las inflexibles leyes laborales y los altos impuestos sobre el empleo
formal, que aún siguen en vigencia, retrasaron la creación de puestos de
trabajo de la economía emergente, por lo cual algunos desempleados
comenzaron a trabajar en la extensa economía informal, más flexible pero más
precaria.
II. CÓMO Y POR QUÉ OCURRIÓ LA CRISIS
17. En 1998 Argentina ingresó en una recesión; a fines de 2001 la economía
se encontraba en una auténtica depresión. ¿Qué causó la crisis argentina?
Los factores externos provocaron una recesión. La crisis cambiaria
del sudeste asiático de 1997-1998, y la crisis cambiaria rusa de agosto de
1998 provocaron una mayor cautela en los inversores en países en desarrollo.
Brasil, el mayor socio comercial de Argentina, soportó una crisis monetaria
desde agosto hasta octubre de 1998, como consecuencia de la crisis rusa, pero
al enfrentarse a una nueva crisis en enero de 1999, Brasil liberó su mercado de
cambio en lugar de mantener la previa situación de convertibilidad que a duras
penas mantenía con el dólar. El real brasileño se depreció rápidamente de 1,21
por dólar a 2,18 por dólar antes de recuperarse levemente. El crecimiento
económico de Brasil cayó del 3,3 por ciento en 1997 al 0,1 por ciento en 1998,
y fue de sólo 0,8 por ciento en 1999. Luego de años de crecientes beneficios
para ambos, el comercio argentino-brasileño se estancó en 1998 y decayó en
1999.
En enero de 2000 el aumento de impuestos aniquiló la recuperación
económica en ciernes. A fines de 1999 y principios de 2000, la economía daba
señales de crecimiento. En diciembre de 1999 Fernando De la Rúa sucedió a
Carlos Menem en la presidencia. Inmediatamente, su gobierno aprobó el
primero de tres paquetes de aumentos impositivos, efectivo en enero de 2000.
Los indicadores económicos volvieron a tornarse negativos cuando el aumento
impositivo aniquiló la recuperación económica que recién comenzaba.
El gobierno de De la Rúa creyó que reducir el déficit presupuestario
infundiría confianza en las finanzas del gobierno, disminuyendo por lo tanto las
tasas de interés y estimulando el crecimiento económico. Entre las opciones
para reducir el déficit se contaba el recorte de gastos del gobierno, lo cual
políticamente se hacía difícil. El gobierno dudaba de que una reducción en las
alícuotas impositivas pudiera estimular el crecimiento a corto plazo de manera
de compensar las recaudaciones perdidas. Pensaba que los mercados no
estarían dispuestos a financiar una deuda mayor, y no quiso abandonar el
sistema de convertibilidad para simplemente emitir moneda. Eso dejaba una
sola opción: aumentar las tasas de impuestos. Los resultados fueron opuestos
a lo esperado por el gobierno: los aumentos impositivos minaron la confianza
en las finanzas estatales ya que desalentaron el crecimiento en el sector
privado, fuente de recaudación de impuestos.
Nuevos errores garrafales en la política impositiva y monetaria
empeoran las cosas en el año 2001. La vuelta a una economía en retroceso
condujo a problemas políticos en los años 2000 y 2001. El 18 de marzo de
2001, en protesta a la propuesta de recorte de gastos, renunciaron algunos
ministros del partido político Frepaso, dejando el gabinete de coalición de De la
Rúa. Estas renuncias marcaron el principio de la verdadera fase de crisis en los
problemas económicos argentinos. El apoyo a De la Rúa en el Congreso se vio
debilitado. Como se ve en la Figura 1, al día siguiente las tasas de interés en
Argentina subieron y se mantuvieron en niveles superiores, con algunos picos
18. más durante el año relacionados con las malas noticias de la política
económica.
La respuesta del presidente De la Rúa consistió en nombrar ministro de
economía a Domingo Cavallo. Cavallo traía un gran prestigio debido a su
desempeño como ministro de economía entre 1991 y 1996, cuando había
ayudado a crear las condiciones para el fuerte crecimiento de los primeros
años, asumiendo luego un papel protagónico en la resolución de la crisis
financiera de 1995. Sin embargo, a su retorno como ministro de economía,
Cavallo emprendió políticas muy diferentes de las que había llevado a cabo
anteriormente. De la Rúa y Cavallo aseguraron la aprobación del Congreso
argentino de dos paquetes impositivos más, en abril y agosto de 2001.[4] La
recaudación de cada paquete fue inferior a lo esperado.
En cuanto a la política monetaria, el gobierno cometió los errores mas
graves en abril y junio de 2001. El 17 de abril, Cavallo presentó un proyecto de
ley para vincular la tasa de cambio del peso a una combinación del dólar y el
euro.[5] El presidente del Banco Central, Pedro Pou, había abogado por la
dolarización (el reemplazo oficial de pesos por dólares a una tasa de uno a
uno) de ser necesaria para la credibilidad del peso. Sus puntos de vista lo
enfrentaron con Cavallo y De la Rúa. El 25 de abril De la Rúa despidió a Pou
para reemplazarlo por un funcionario más acomodaticio.[6] El 15 de junio
Cavallo anunció una tasa de cambio preferencial para exportaciones.[7] Este
tipo de cambio especial fue un paso hacia atrás; hacia las prácticas
intervencionistas, frecuentes antes del sistema de convertibilidad; al uso de
decretos del gobierno para la aplicación de tasas más o menos preferenciales
para diversos compradores o vendedores, en lugar de establecer un mercado
de cambio libre al que todos tuvieran acceso por igual.
19. El gobierno argentino cayó en la “trampa de la deuda” a
mediados de 2001. Los nuevos impuestos recargaron aún más a una
economía ya tambaleante. Los cambios en la política monetaria hicieron
disminuir la confianza en el peso. La preocupación de que los préstamos y
depósitos en dólares estuvieran en peligro debido a las políticas del gobierno
hizo crecer significativamente incluso las tasas de interés en dólares dentro de
Argentina. El estado argentino había estado pagando a sus acreedores entre 3
y 9 por ciento más que lo que pagaba el Tesoro de los Estados Unidos. Luego
de los errores garrafales en política monetaria durante abril de 2001, esa
brecha saltó a casi 13 por ciento. En julio de 2001, cuando las agencias
calificadoras redujeron la calificación crediticia de la deuda estatal argentina,
creció por encima de los 16 puntos, y para fines de octubre superaba los 20
puntos por ciento. Semejantes tasas indicaban que muchos inversores temían
un default. El gobierno se encontraba en la “trampa de la deuda”: con las tasas
de interés que debía pagar para tomar préstamos, la deuda crecería tan
rápidamente que excedería la capacidad del gobierno y de la economía
argentina para pagarla.
20. Las políticas del gobierno “contaminaron” el sector privado a
fines de 2001 y 2002. En diciembre de 2001 la crisis ingresó en su fase final,
en la cual el gobierno extendió sus problemas al sector privado a través de
varias políticas, en lugar de intentar minimizar su propagación. Al verse
obligado por sus problemas a elegir entre “cuarentena” y “contaminación”, el
gobierno eligió la contaminación.
La dificultad estatal para refinanciar su deuda llevó a temer que
congelase los depósitos bancarios, tal como había hecho en 1982 y 1989.
Durante aquellos congelamientos, el gobierno efectivamente había confiscado
parte de los ahorros de los depositantes para financiarse y pagar parte de la
deuda externa. El viernes 30 de noviembre, luego de formidables retiros de
depósitos bancarios, Cavallo anunció el congelamiento de los depósitos el 1º
de diciembre. Éste congelamiento detuvo bruscamente una gran parte de la
actividad del sector privado, dado que según las reglas del congelamiento, ni
las empresas ni las personas podían usar sus depósitos para pagarle a nadie,
excepto a otros depositantes en el mismo banco. La estimación de la actividad
económica mensual calculada por el Instituto Nacional de Estadística y Censo
de Argentina sufrió una caída año a año del 15,5 por ciento, la mayor desde el
inicio de esta serie en 1993. La economía se hundió, pasando de lo que aún
podría haberse llegado a denominar una grave recesión, a una verdadera
depresión.
La economía en decadencia y el congelamiento de depósitos provocaron
violentos disturbios en los que se produjeron muertes. Antes del 20 de
diciembre, el ministro Cavallo y el presidente De la Rúa habían renunciado. El
23 de diciembre, la corta administración del presidente Adolfo Rodríguez Saá
declaró el default en la deuda del gobierno federal con acreedores del sector
privado extranjero. Para entonces, la situación estaba tan desorganizada que
el default hubiera sido casi imposible de evitar, pero en lugar de presentarlo
como un paso reticente de un deudor interesado pero imposibilitado de pagar,
el presidente Rodríguez Saá declaró eldefault en un acto de desafío a los
acreedores. Planeaba llevar a cabo otros cambios radicales en la política
económica, tales como emitir una segunda moneda nacional paralela al peso,
pero no los implementó debido a su renuncia luego de una semana de
manifestaciones en su contra.
Eduardo Duhalde, quien asumió la presidencia el 1º de enero de 2002,
era un gran crítico de las políticas económicas de los ’90. Instituyó cambios
revolucionarios al devaluar el peso; convertir forzadamente a pesos los
depósitos en dólares y préstamos (“pesificación”); y anular contratos de varios
tipos. Violó los derechos de propiedad establecidos dentro de la ley argentina
durante al menos una década, y en algunos casos desde los años 1800. La
economía se hundió aún más, con la estimación año a año de la actividad
económica cayendo a un récord de 16,9 por ciento en enero y 16,6 por ciento
en marzo. La estimación no fue positiva hasta diciembre de 2002. La economía
cayó un 10,9 por ciento en el año 2002 luego de un descenso del 5,5 por
ciento en 2001.
21. Es normal que las medidas de estabilización tomen algún tiempo en
hacer efecto, pero una economía recesiva no debiera retroceder un 10,9 por
ciento más si las medidas realmente ayudan en lugar de empeorar las cosas. El
desempleo y la pobreza aumentaron bruscamente en 2002. La proporción de
argentinos debajo de lo que oficialmente se definía como el índice de pobreza
saltó del 38,3 por ciento en octubre de 2001 al 57,5 por ciento un año mas
tarde.[8] Se calcula que cerca del 40 por ciento de los argentinos vive con $1
por día, o menos, y otro 20 por ciento con $1 a $2 por día. Las exportaciones
cayeron un 4,5 por ciento pese al gigantesco impulso que debió haber dado la
depreciación de la moneda. Los exportadores tuvieron dificultades para
obtener crédito debido al congelamiento de depósitos y a las políticas del
gobierno que infundieron en los acreedores miedo a futuras confiscaciones si
volvían a prestar su dinero.
Aproximadamente desde el mes de agosto de 2002, la economía se ha
recuperado. La tasa de cambio se estabilizó e incluso se revalorizó. A
diferencia de lo ocurrido en la última severa sucesión de depreciaciones, en
1989, la inflación no se descontroló; el índice de precios al consumidor
aumentó un 41 por ciento en 2002; y la inflación puede mantenerse en un
dígito en el año 2003. La producción tocó fondo, algunos sectores de
exportación comenzaron a expandirse, y para mediados del 2003 la
recuperación era pronunciada. Desde diciembre de 2002 a abril de 2003 el
gobierno levantó el congelamiento de depósitos bancarios.[9] Si bien el
crecimiento es bienvenido, podría no ser suficiente para cambiar los
decepcionantes antecedentes de Argentina en el largo plazo.
El 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner, ex gobernador de la provincia
sureña de Santa Cruz, asumió como presidente, electo el 27 de abril.
III. ¿QUÉ PODRÍA HACER LA ARGENTINA AHORA?
Hace 75 años, la Argentina era uno de los países más ricos del mundo,
con un ingreso per cápita mayor que el de Francia, Alemania o Suecia. Hoy es
un país pobre. Argentina ha experimentado un crecimiento económico a largo
plazo, pero ha sido extremadamente lento. ¿Qué podría hacer la Argentina
para aumentar el ritmo de su crecimiento económico?
En la esfera monetaria, podría dolarizar –reemplazar el peso por el dólar
como moneda oficial. Ecuador y El Salvador han dolarizado pocos años atrás,
obteniendo resultados mayormente favorables. La otra opción principal, un tipo
de cambio libre combinado con una selección de objetivos (“targeting”)
explícitos o implícitos con respecto a la inflación ha funcionado bastante bien
en otros países, pero en la historia Argentina, un tipo de cambio libre siempre
ha estado asociado a la inestabilidad económica.
22. El gobierno de Duhalde redujo tasas de algunos impuestos pero
aumentó otros, en particular en los productos de exportación. La experiencia
ecuatoriana, que en el año 2000 combinó la dolarización con otras reformas
económicas, sugiere que hay espacio suficiente para empezar a recorte
impositivo. En Ecuador, la recaudación de impuestos (sin contar los
provenientes del petróleo) ha aumentado de $2.500 millones en el año de la
depresión, 1999, a un nivel proyectado de $4.900 millones en 2003, gracias al
crecimiento económico y a un sistema de recaudación mas eficiente. La
recaudación aumentó, pese a que el gobierno eliminó un impuesto a las
transacciones financieras que en 1999 había producido el 13 por ciento de las
recaudaciones no relacionadas con el petróleo.
El sistema bancario argentino se está recuperando luego del desastroso
año 2002. Su salud a largo plazo dependerá de si la economía es capaz de
crecer desde cero en lugar de simplemente esperar el efecto rebote de la
depresión. Las perspectivas de Argentina con respecto al pago parcial de la
deuda estatal que ha entrado en default también dependerá mayormente del
crecimiento económico.
En el largo plazo, Argentina se enfrenta a varios obstáculos para el
crecimiento en muchas otras áreas. Estos obstáculos son bien conocidos dentro
y fuera de Argentina, y todos ellos han sido ampliamente estudiados.
El estado de derecho. El estado brinda una débil protección frente a las
apropiaciones de propiedad privada. El sistema judicial es conocido por su
ineficiencia y corrupción. El crimen violento se convirtió en un grave
problema cuando la recesión se convirtió en depresión.
Estrategia Impositiva. La recaudación real va aumentando conforme se
consolida el crecimiento. El gasto real no se está incrementando tan
rápidamente porque los precios no han subido en proporción a la
depreciación del peso. El excedente presupuestario actual brinda una inusual
oportunidad política para reducir tasas de impuestos. Si se combina el
recorte impositivo con una simplificación y mayor eficiencia por parte de los
organismos recaudadores, la Argentina podría blanquear gran parte de su
economía informal. Podría pasar de ser un país que impone tasas impositivas
altas a una pequeña franja de contribuyentes, a uno que fije bajas tasas de
impuestos a una mayor base de contribuyentes. Algunos objetivos
ambiciosos, pero no irreales, para los próximos uno o dos períodos
presidenciales sería la reducción del impuesto al valor agregado (I.V.A.) de
su nivel actual de 21 por ciento al 10 por ciento; reducir el impuesto a los
salarios de su actual nivel de 27 por ciento al 20 por ciento; reducir la
alícuota tope del impuesto a las ganancias; y eliminar impuestos distorsivos,
incluyendo el impuesto a las transacciones financieras.
Relaciones financieras entre el gobierno federal y las provincias. La
coparticipación en la recaudación federal de impuestos debilita el vínculo
entre los impuestos que cobran las provincias y los ingresos que gastan. El
gobierno federal no ha querido ponerse firme con las provincias que están
esencialmente en bancarrota. Por ende, las provincias enfrentan una débil
23. disciplina financiera.
Gastos del gobierno. Los gastos en pensiones y salarios de los empleados del
gobierno, incluyendo a los empleados superfluos, comprende una parte del
presupuesto mayor de lo deseable para un país con el nivel de desarrollo
económico de Argentina. Muchos gastos carecen de transparencia.
Trabajo. Las inflexibles leyes contribuyen a una tasa de desempleo alta. Los
empleadores deben pagar abultadas indemnizaciones por despidos, de modo
que la probabilidad de que se animen a contratar empleados que puedan no
resultar bien, es menor que la de los empleadores en los Estados Unidos. El
Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) calcula que el 40 por
ciento de los asalariados trabaja en la economía informal. (Muchas de esas
personas tienen un primer o segundo trabajo en blanco.)
Salud. El servicio de salud estatal es deficiente.
IV. IMPLICANCIAS POLÍTICAS DE LA EXPERIENCIA ARGENTINA
Política con respecto a las crisis internacionales
financieras. Prácticamente cada año desde la crisis financiera de México, han
habido crisis en algún país emergente grande, así como en países emergentes
más pequeños. Algunas de estas crisis repercutieron en los mercados
financieros de EE.UU. La respuesta de los Estados Unidos y otros países ha
sido intensificar el estudio de los problemas involucrados, adelantar algunas
soluciones, y fortalecer la cooperación financiera internacional por varios
medios. Sin embargo, desde 1994, ni el gobierno de EE.UU. ni aparentemente
ningún otro gobierno, han articulado un punto de vista detallado acerca de
cómo solucionar las crisis. Los principales temas relacionados con las crisis
financieras internacionales recientes son los regímenes de tasas de cambio; las
regulaciones financieras; el rol de instituciones financieras internacionales, en
especial del Fondo Monetario Internacional (FMI) para resolver crisis; y la
reestructuración de deudas de gobiernos y del sector privado. Los funcionarios
estadounidenses ya han expresado ideas con respecto a cada uno de éstos
temas, pero aún no han sido reunidas en una visión clara y detallada. Esta no
debiera ser grabada en piedra, pero debería reflejar lo que piensan los
funcionarios que han aprendido de la experiencia de las crisis desde 1994, y
debería servir como guía para futuras políticas. A falta de una visión clara, la
comunidad internacional no ha tenido consistencia en su manera de tratar a la
Argentina, lo cual contribuyó a las políticas erráticas tomadas por los gobiernos
argentinos.
Leyes de los EE.UU. sobre confiscaciones de propiedad por parte
de otros estados. Algunas de las acciones del gobierno de Duhalde han
tenido el efecto de apoderarse de propiedades, o de anular contratos con
ciudadanos y corporaciones estadounidenses. Existen varias leyes en los
EE.UU. cuyo objetivo es desalentar que los gobiernos extranjeros lleven a cabo
tales acciones.[10] Por lo general, estas leyes no han sido aplicadas por las
sucesivas administraciones norteamericanas, ni el Congreso ha presionado por
24. hacerlas cumplir. Dado que esas leyes son como “letra muerta”, la obvia
pregunta es si su continuada existencia sirve a algún propósito.
El comportamiento del FMI para con la Argentina. La Argentina se
ha creado sus propios problemas, pero el FMI ha cometido un cierto número de
errores al aconsejarla, y en los cursos de acción que ha tomado con respecto
dicho país. El FMI apoyó los aumentos impositivos para equilibrar el
presupuesto del gobierno argentino, si bien no de buen grado. Aumentar la
carga impositiva (la “cuña” impositiva) que ya era alta para la economía en
blanco, desalentó el crecimiento económico.[11]
Los funcionarios del FMI que han escrito o hablado para el público se
han equivocado repetidamente en la caracterización del sistema de
convertibilidad argentino como un sistema de cambio a tasa fija, (“currency
board”), lo cual no era así. Por ejemplo, a diferencia de una caja de conversión
ortodoxa, permitía que el ratio de reservas extranjeras para responsabilidades
de naturaleza monetaria se desvíe del 100 por ciento. Los funcionarios del FMI
han estado, según se informa, a favor de la devaluación del peso, lo cual
demostró ser enormemente problemático, porque pensaban que estaba
sobrevaluado, pese a que los cálculos en los informes del propio país del FMI
acerca de la Argentina indicaban lo contrario. Desalentaron la consideración de
la dolarización (el reemplazo del peso por el dólar como moneda oficial), en
parte por la equivocada razón de que sería técnicamente imposible de llevar a
cabo.[12]
Hacia mediados de 2001 se hacía evidente que las políticas intentadas
por Argentina no lograban restablecer el crecimiento económico ni reducir el
ritmo del endeudamiento del gobierno. Sin embargo, en septiembre de 2001
el FMI decidió por sí solo que prestarle más dinero sería malgastar recursos, y
canceló el desembolso del resto del préstamo.
Cuando el Congreso de los EE.UU. aprobó un aumento en la contribución
de los EE.UU. al FMI en 1998, fijó ciertas condiciones. Una de ellas fue que en
los casos en que un país experimentara dificultades en el equilibrio de pagos
provenientes de una súbita gran pérdida de confianza, el FMI debía recargar la
tasa de interés al menos un 3 por ciento por sobre la tasa normal.[13] Esta
disposición se originó en el Acta de Transparencia y Eficiencia del FMI de 1998,
presentada por el Representante Jim Saxton, entonces presidente del Comité
Económico Conjunto.[14] Tres cuartas partes de los casi $25.000 millones en
préstamos aprobados por el FMI para Argentina desde que el Congreso impuso
esa condición han sido otorgados con la tasa de interés normal (la “tasa de
cargo ajustada”). Su promedio durante abril y mayo de 2003[15] fue del 2,29
por ciento anual. Sólo una cuarta parte fue prestada según las tasas del
Servicio de Reservas Suplementarias (“Supplemental Reserve Facility”) que
siendo de 3 a 5 puntos mas altas, aún están muy por debajo de lo que el
estado argentino pagaría si tomara el préstamo del mercado de capitales
internacionales.
25. El 5 de septiembre de 2002, el FMI permitió que Argentina demorase el
pago de unos $2.800 millones en préstamos por un año. El 14 de noviembre,
Argentina entró en default en un préstamo con el Banco Mundial. Se salteó un
pago al Banco Interamericano de Desarrollo con vencimiento al 15 de enero
de 2003; y amenazó con dejar de pagar los préstamos al FMI a partir del 17 de
enero. Argentina es uno de los mayores deudores de estas tres instituciones.
Un default de Argentina habría roto con el mito de que no existen riesgos
significativos de default por parte de los países miembros.[16] Para preservar el
mito, los países industrializados principales accionistas del FMI presionaron
para que se renovasen los vencimientos hasta agosto. Se informó que el FMI
se resistía a renovar porque los procedimientos normales apuntaban a la no-
renovación. El 17 de enero de 2003, el director ejecutivo del FMI anunció que
recomendaría la renovación, para que Argentina no cayera en eldefault, pese a
que no había efectivizado el pago próximo a vencer. El 24 de enero, la junta
del FMI aprobó un total de $6,800 millones en préstamos, cuyo efecto fue que
Argentina no debiera pagar ningún préstamo anterior con vencimiento previo a
agosto 2003. En efecto, Argentina quiso quedar como “el más gallito” frente a
las instituciones financieras internacionales y sus principales gobiernos
accionistas, sentando un mal precedente para otros grandes deudores.
Préstamos, rescate, depreciación y default. Enfrentados a una
escalada de problemas, los gobiernos de Argentina y otros países en desarrollo
han seguido con frecuencia un modelo con cuatro etapas: pedir préstamos al
sector privado doméstico e internacional; buscar el rescate del FMI y otras
fuentes del sector público internacional cuando el sector privado deja de
prestarles dinero; depreciar la moneda a modo de obtener recursos del sector
privado doméstico, para que el gobierno pueda continuar con los pagos a sus
acreedores; y si eso no funciona, entrar en default. El comportamiento de
Argentina fue inusual, dado que entró en default poco antes de devaluar en
lugar de hacerlo después de la devaluación.
Los defaults de Rusia en agosto de 1998 y de Argentina en diciembre de
2001 traen la pregunta de si los pasos segundo y tercero aportan algún
beneficio para los países que pagan altas tasas de interés en sus deudas
estatales. Para el momento en que el FMI otorgó sus últimos préstamos a
Rusia y Argentina antes de que entrasen en default, éstos países enfrentaban
problemas que no eran pasajeros, ni podrían sobreponerse a ellos con uno o
dos años de respiro de los préstamos del FMI. Por el contrario, se enfrentaban
a problemas a largo plazo para financiar su deuda interna, dada la política
financiera que venían siguiendo. Los rescates aumentan una deuda estatal
que ya era alta. La depreciación de la moneda puede ser desastrosa para las
compañías que han pedido préstamos en dólares o en alguna otra de las
principales monedas extranjeras; y esos créditos a menudo son la única
manera de obtener financiamiento a mediano o largo plazo a tasas de interés
predecibles. Es verdad que si los gobiernos deben entrar en default, deben
hacerlo cuanto antes, evitando devaluar su moneda con el fin de aumentar los
recursos del estado para el pago a acreedores extranjeros. La organización de
un default ordenado, sin embargo, no es fácil. El gobierno de los EE.UU. en
26. colaboración con otros gobiernos y con el FMI, intenta desarrollar
procedimientos que ordenarían los futuros defaults, sin alentar defaults por el
mero hecho de que a un gobierno le importunen sus deudas.
La importancia de los derechos de propiedad en la
prosperidad. Las políticas económicas del gobierno de Duhalde violaron los
derechos de propiedad mantenidos con gran esfuerzo durante al menos la
última década. La tendencia del gobierno de Duhalde y de muchos
observadores ha sido la de tratar a esos cambios como meras diferencias
técnicas, negando su naturaleza revolucionaria. En noviembre de 2001,
Argentina era un país en el cual generalmente se cumplían los contratos (si
bien no a la perfección); los depósitos estaban seguros en los bancos; las
personas tenían libertad para comprar y vender moneda extranjera según les
pareciera apropiado; había un bajo control de precios; y el gobierno había
respetado sus contratos con las compañías, incluyendo varias extranjeras, que
estaban modernizando la infraestructura argentina. Para febrero de 2002, la
Argentina se había convertido en un país en el que nadie podía confiar en un
contrato; el gobierno había congelado los depósitos bancarios; la gente se
arriesgaba a ser encarcelada por la compraventa de moneda extranjera a tasas
de cambio del mercado; muchos bienes estaban sujetos a control de precios; y
el gobierno había quebrantado los contratos que habían alentado las
inversiones extranjeras en infraestructura.
Cuando no están asegurados los derechos de propiedad, invertir a futuro
se torna muy riesgoso, y la actividad económica se enfoca en lograr ganancias
a corto plazo, más que en realizar inversiones a largo plazo que instalen
mejoras permanentes en la productividad. Para Argentina, el crecimiento
económico a largo plazo requerirá que se respeten los derechos de propiedad
en lugar de que se los viole frecuentemente, como ha estado sucediendo
durante el último año y medio.