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Vivimos tiempos de enormes dilemas, de eventos fuera de lo común. Crisis climática, migraciones masivas, ciudades en confinamiento, bombas-suicidas, drones teledirigidos. Estos fenómenos, entre otros, socavan la estabilidad del planeta y cuestionan nuestras certezas. En este contexto, se hace cada vez más difícil encontrar un vínculo entre los fenómenos cotidianos y las explicaciones globales. Así, los sucesos inesperados siguen y siguen ocurriendo.
Vivimos una época en que la circulación de mensajes políticos cambió. La proliferación de nuevos espacios digitales, que van desde la “plaza pública” de Facebook hasta los “ambientes privados” de los grupos de WhatsApp, habilitaron formas de comunicación sin precedentes. Estas formas, impensadas pocos años atrás, influyen más y más en las personas y opacan incluso la incidencia de los medios de comunicación tradicionales, cuyo prestigio está en mínimos históricos.
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