Un factor decisivo de alienación en la INSTITUCIÓN EDUCATIVA es la poca atención que se brinda a las aptitudes intelectuales de superior nivel como inteligencia, el pensamiento, razonamiento, crítica y creatividad, lo cual constituye un verdadero atentado a lo más valioso del ser humano.
LA ALIENACIÓN Y LA NEGACIÓN DE LAS FACULTADES MENTALES SUPERIORES.
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LA ALIENACIÓN Y LA NEGACIÓN DE LAS FACULTADES
MENTALES SUPERIORES.
Un factor decisivo de alienación en la INSTITUCIÓN
EDUCATIVA es la poca atención que se brinda a las aptitudes
intelectuales de superior nivel como inteligencia, el
pensamiento, razonamiento, crítica y creatividad, lo cual
constituye un verdadero atentado a lo más valioso del ser
humano.
Esta enajenación es reflejo del modo de producción capitalista en
donde quien piensa, crea y decide es quien detenta el poder
económico de la empresa o fábrica. A los obreros les corresponde
únicamente producir al máximo, generar plusvalía.
En la educación, a la mayoría de profesores no le interesa el
desarrollo de las capacidades intelectuales superiores como la
ingeniosidad, la creatividad o el razonamiento. No se puede
obtener otra conclusión, cuando observamos universal
costumbre de insistir en el aprendizaje memorístico, en la
repetición esclavizante de los que dicen los maestros o los
libros. Es decir, la escuela al negar o desestimar las
capacidades intelectuales de los educandos está contribuyendo
a la alienación de los mismos. Convertirlos en máquinas
reproductoras de conocimientos durante 15 años o más, es
cosificar al hombre.
Se refuerza, entonces, las conductas de diligencia, repetición
mecánica y obediencia. A pesar de que en todos los manuales
de pedagogía y en todos los planes de educación se establecen
como fines trascendentales el desarrollo de las aptitudes
reflexiva, crítica y creativa, poco o nada se hace para
alcanzarlos, desde la escuela hasta la universidad. Ya sea
porque el desarrollo de estas potencialidades implica un mayor
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esfuerzo de los docentes, o porque la gran mayoría de
educadores desconocen las teorías y técnicas psicopedagógicas
y de la neurociencia que favorecen la promoción de estas
capacidades. Lo cierto es que las escuelas presentan muy poca
atención a esta imperiosa necesidad de los tiempos actuales de
contar con gente inteligente.
Desde que el niño ingresa a su primera aula, hasta cuando ya
joven termina un posgrado, es llevado a convertirse en un
recipiente del saber magisteril que generalmente se transmite
vía oral. Hasta ahora, a pesar de los avances de la psicología
y la neurociencia, la escuela, salvo muy raras excepciones, no
ha cumplido con la finalidad de hacer del hombre un ser más
inteligente.
Frente a estos innegables hechos, no queda más que reconocer
que la enseñanza es francamente alienante, porque obstaculiza
el potencial cognitivo de los educandos. La escuela deshumaniza
al hombre, lo vuelve un ser pasivo, ingenuo, repetidor de
informaciones, sin mayor competencia para solucionar los
problemas que la vida le propone; y, sobre todo, acrítico frente
al poder dominante. El experto Robinson Ken tiene una frase
lapidaria para los sistemas educativos en todo el mundo: “La
escuela mata la creatividad”.
Esta acción deshumanizante de la educación, ha sido
ampliamente cuestionada por numerosos investigadores,
humanistas y visionarios que bogan porque la educación se
convierta en el centro que fomente el pensamiento reflexivo,
la creativo y la capacidad crítica de las nuevas generaciones.
He aquí algunas impugnaciones severas a esta forma de
alienación:
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Finalmente, he planteado que la creatividad es lo último que se
desea en cualquier cultura, por sus potencialidades para el
pensamiento subversivo: que el dilema primordial de la
educación se deriva de la necesidad de entrenar a la poderosa
mente del homo sapiens a ser estúpida…”, (Jules Henry)
“La finalidad de la educación es conseguir que el estudiante sea
“ventrílocuo”. Ser ventrílocuo consiste esencialmente en hablar
como si uno poseyera la voz de otros, generalmente de una
‘autoridad’. En la escuela suele adoptar la forma de repetir al
maestro lo que él mismo maestro dijo o lo que algún libro dijo
independientemente de otros efectos de este proceso, está
asegurada virtualmente la inhibición de toda actividad
discursiva (cuestionario). En efecto, los castigos para quien
rehúsa la técnica de la ventriloquía son refinados y se aplican
sin compasión”. (Neil Postman).