Se conocía a los raqueros como los niños pobres o marginales, generalmente huérfanos, que frecuentaban los muelles de la bahía de Santander y que sobrevivían a base de pequeños hurtos y de conseguir monedas de los pasajeros y tripulantes de barcos que arrojaban monedas al mar a la espera que los pequeños las recuperasen. Los raqueros se arrojaban al mar, buceaban hasta encontrar las monedas y salían de nuevo con sus pequeños tesoros