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LA PETICION DE LA SEÑORA BÁÑEZ.
Manfred Nolte
No cabe ocultar que la singladura de la economía española a partir de la
segunda mitad de 2.013 es altamente positiva en la mayoría de sus indicadores y
muy en particular en lo que se refiere al crecimiento general de la producción
(PIB) y correlativamente a la vigorosa creación de empleo, con una correlación
prácticamente unitaria respecto del parámetro anterior. Las estadísticas
oficiales recogen que se han recuperado 2,3 millones de empleos de los que se
destruyeron durante la crisis, el 68,2% de los perdidos. El techo de gasto cifrado
para 2.018 y el nuevo escenario económico adelantado por el Gobierno para los
años venideros no hace sino apuntalar el optimismo realista que debe
acompañarnos.
En este contexto días atrás la ministra del ramo Fátima Báñez ha lanzado una
enfática invitación al empresariado de nuestro País, para que compartan los
efectos favorables de la recuperación económica, alto crecimiento económico y
recuperación sostenida del empleo, con el colectivo de trabajadores por cuenta
ajena del sector privado. La fórmula sugerida para ello es una vigorosa
elevación de los sueldos y salarios de más de 13 millones de trabajadores1 –
excluidos los funcionarios públicos y los trabajadores autónomos- que podría
alcanzar el rango del 3%, si escuchamos al nuevo líder de Comisiones Obreras.
La Señora Báñez urge a los agentes sociales a cerrar “cuanto antes” un acuerdo
salarial “para elevar las retribuciones y acompasar la recuperación económica".
1 El 90% del empleo en España corresponde al sector privado, empresas o autónomos privados.
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Afortunadamente, la política onubense cree que tanto sindicatos como la
patronal deben tener en cuenta que la subida de salarios debe ser compatible
con la ganancia de competitividad, ya que "está en juego seguir creando
500.000 empleos al año".
La arenga de la ministra de Empleo y Seguridad Social suscita algunas
consideraciones importantes para no caer en el simplismo económico ni en la
demagogia social.
La distribución funcional de la Renta nacional española hace referencia a la
distribución del PIB entre los dos principales factores productivos –capital y
trabajo–, y su interés nace, no solo de sus implicaciones en cuanto a la equidad,
sino de su relación con la rentabilidad del capital o la productividad, por lo que
ayuda a conocer los procesos que explican la inversión y o el crecimiento
económico. La distribución funcional de la renta nos facilita en el caso de
España dos elementos críticos de valoración: uno económico y otro social. El
primero, que la remuneración de los asalariados en nuestro País –aunque en
una senda decreciente- supera todavía el 50% de la Renta Nacional y que en
consecuencia las subidas salariales son bienvenidas por su efecto inducido sobre
el aumento del consumo nacional y en definitiva por su efecto multiplicador
sobre el PIB. En teoría, y en principio, todos los aumentos salariales serían
macroeconómicamente deseables.
El segundo aspecto se refiere a la equidad social. La caída de los ingresos
salariales durante la crisis ha afectado negativamente tanto a las rentas del
trabajo como del capital, y a casi todos los niveles de ingresos. Pero los
descensos de renta han sido más significativos en las familias con niveles de
renta más bajos debido a factores relacionados con el deterioro del mercado de
trabajo: la pérdida de empleo – en especial el de menor cualificación-, el
aumento del trabajo a tiempo parcial, o el aumento del empleo autónomo como
alternativa a la falta de oportunidades de trabajo asalariado en las empresas
existentes. Como colofón de lo anterior hay que recordar que son las políticas
publicas las que amortiguan el aumento de la desigualdad causado por el
empeoramiento del mercado de trabajo durante la crisis, aunque no eliminen
todas sus consecuencias. La política salarial privada estará sometida, todavía, a
otros condicionantes. No obstante, y desde el punto de vista voluntarista, sería
altamente deseable y socialmente deseable, que los salarios recuperaran
paulatinamente su cuota de participación en la distribución funcional de la
renta.
Dicho lo cual , en una economía de mercado, la fijación de los salarios no puede
obedecer a proclamas ni solo a consideraciones voluntaristas. La teoría
económica recuerda que la cantidad demandada de trabajo aumenta con la
disminución de los salarios, y alternativamente disminuye con el aumento de los
mismos. Subidas de salarios – salvo en sectores de probada competitividad-
producen destrucción de empleo.
Y hablando de productividad: la productividad de los factores, y en el caso que
nos ocupa, la productividad del trabajo, marcan el umbral del salario y
determinan la competitividad de la empresa, su permanencia en el mercado y en
ultima instancia la garantía de los puestos de trabajo. Crecimientos de salarios
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por encima del crecimiento de la productividad, conducen según el esquema
señalado a la destrucción de puestos de trabajo. La productividad (promedio)
del trabajo en España ha crecido en la década de la crisis un 13% como
consecuencia de la destrucción masiva de puestos de trabajo y del descenso
drástico (15,6%) de los costes laborales unitarios, pero se encuentra en un
estado estacionario, cercano al crecimiento nulo. ‘Conference Board’ lo estima
en un +0,9% para 2.017. La subida promedio salarial del primer semestre ha
sido del 1,27%2.
En consecuencia las subidas salariales deben tener en cuenta el tejido
empresarial sobre el que se teje el empleo en España donde el 98% de las
empresas emplean a menos de 10 trabajadores3 y una gran mayoría de ellas
sigue en pérdidas o compensando las de ejercicios anteriores conviviendo con la
morosidad, la nueva plaga que azota a este sector crítico de la producción. Así,
los 5.000 convenios4 afectos a la negociación colectiva tienen que adoptar una
actitud positivamente discriminadora en relación a su productividad, a la hora
de ajustar los salarios. Cada cual según su productividad para continuar con la
senda de recuperación de empleo, como paso previo a la recuperación del nivel
salarial.
2 Según declaración publica de Unai Sordo.
3 Y el 99% es de menos de 250 trabajadores. Solo hay 4.500 empresas de mas de 250
trabajadores.
4 De los cuales 1.500 son sectoriales.