ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Tejido de revuelta
1. ¿Tejido de revolución, o aroma de una revuelta?
(A propósito de las movilizaciones en Colombia, iniciadas el 28 de abril de 2021)
“…La palabra tabú y el sistema que designa expresa un conjunto de hechos psíquicos cuyo sentido se
nos escapa, haciéndonos suponer que sólo después de un penetrante examen de la creencia en los
espíritus y en los demonios característica de estas civilizaciones primitivas, nos será posible aproximarnos
a su inteligencia...” (Sigmund Freud, Tótem y tabú. Ediciones Esquilo, primera edición, octubre de 2002,
página 38)
No es posible vivir caminando sin más. Y es que viene al caso aquello de entender lo que ilusiona. O lo que
alecciona. Son bondades de la vida, la memoria. Y la imaginación. No como acopio enervante. Más bien
como reflexión. Por lo mismo que lo irracional es, a veces, punta de lanza en aquellos casos que convocan
a ir contracorriente. Porque es que, lo razonable, es lo racional que deviene en puro orden pristino.
Cortando alas a la sinrazón; a la imaginación. A la creatividad. Y es que, casi siempre, estamos con los pies
en el piso. Pero, al mismo tiempo, con la locomoción puesta al servicio de la memoria de lo que hemos
sido en pasado. Tanto como entender que, en veces, abrazamos lo ido, como si fuera condicionante de lo
presente. Como cuando, en esos sueños perdidos, viéramos de cerca la libertad. Y no solo en condición de
sujetos propios individuales. Más que nada, cuando nos soñamos siendo un todo. Como coreografía de
muchas voluntades puestas a cantar en tono similar al canto de las simples cosas. O, por qué no, en el
mismo nivel sinfónico de las alegrías insumisas de García Lorca. O de la casi olvidada Alfonsina Storni,
rumbo a mar abierto para ahogar sus agobios.
Quién lo diría entonces. Quien lo creyera. El universo envolvente. Las pavuras al acecho. Como las sentiría
Miguel Hernández y que las grabó para siempre en Nanas de la Cebolla. Con ese deje de tristeza inmensa
de quienes han visto la muerte no simulada. Anclada en el hambre de niños y niñas. O como cuando la
siempre inquieta y rebelde juventud aprisiona en sus manos la desesperanza. Por lo mismo que, esta, se
hace cuerpo crecido, asfixiante.
Son las cosas, compadre, son las cosas. Las del día a día. Las calles que caminamos se han vuelto
bochornosas. En esa soledad en medio de tanta gente. Una diferenciación que nos envuelve. Como yendo
en pos de la vida. Vida que es brutal cuando sentimos que nos duele la miseria. Tanta, tanta, que casi
barruntamos un himno hechizo. Y sí que, en veces, quisiéramos ser aventajados cantores “…una mañana
de sol radiante salí a buscar y a matar al opresor…”.
Y, a veces, lo soñado revive el ser que está conmigo. Como sujeto inmerso en el anarquista pristino.
Volando que volando, metido en las comisiones obreras de Cataluña. Cómo no recordar las vicisitudes de
los troperos libertarios descritos por Gironella en Los Cipreses Creen en Dios”. Y me cercioro que estoy
despierto. Ya es hora de llegar a la plaza. Ya están hechas las banderas. Blancas, rojas, verdes…Ya Mariana
habrá llegado. Y llegando, llegando nos juntamos todos y todas. Ya están ahí los que golpean, hieren y
matan. Con su vestido que no es de seda. Puro parecido a robocop miserable. Actuando en defensa de la
ideología que no entiende. Y es que el Duche Duque ha dispuesto que no ha lugar a ninguna reivindicación
para nosotros y nosotras.
“… ¿Cuál es, pues, el fenómeno de la creencia delirante? Es, decimos, desconocimiento, con todo lo que este término
supone de antinomia esencial. Porque desconocer supone un reconocimiento, como se manifiesta en el
desconocimiento sistemático, donde hay que admitir que aquello que es negado sea de alguna manera reconocido.
En efecto, me parece claro que en sus sentimientos de influencia y de automatismo el sujeto no reconoce como suyas
sus propias producciones. Es en lo que estamos todos de acuerdo en que un loco es un loco. Pero lo notable, ¿no es
2. más bien que tenga conocerlas? Y la cuestión, ¿no es más bien saber qué es lo que conoce de sí mismo en esas
produccionessin reconocerse en ellas? (JacquesLacan (citado porMorton Schatzman, en “El Asesinato del alma”, Siglo
veintiuno editores, séptima edición en español, 1976, página 42)
Y nos exhibimos como anhelantes, más no lisonjeros, sujetos de frente. Los palos de hierro nos laceran
azuzados por la gendarmería delirante. Son las voces, nuestras voces de pura palabra que alza vuelo. Como
diciendo que nos mata tanta desdicha junta. Que oprime tanta desidia. Y recuerdo lo cantado en el
ofrecimiento musical a Santa María de Iquique”…Usted señor General no nos entiende, somos de la tierra, del
hogar sumido en la pobreza galopante…”
“…Vamos mujer, partamos a la ciudad. Hay que luchar, hay que luchar…” Y lo que somos no es otra cosa que
aluvión que crece. Nos metemos por entre calles y aceras. Y nos volvemos gigantes de manos libres,
sensibles, cálidas, Y como que nos erigimos en alborada inquieta, presumida a lo bien. Gritería inmensa
Cantamos en unísona algarabía. Al pan. A la felicidad que nos forjamos a pesar de tanta brega. Nos
sentimos en vuelo alcahueta. Nos miramos en toda mirada que pasa. Y somos pura y bendita espada Y si
qué mañana. Y los que han sido matados y matadas en estos días de lucha: Sobrevivirán no solo en el
recuerdo. Y quienes seguimos, lo hacemos siendo bandera de paz. Más no de paz insincera. La que nos
ofrecen quienes nos han dominado siempre. Vuelve el canto juvenil a cuestionar, a reclamar. Y tenemos
también memoria para expresar lo dicho antes por el viejo Piero”…la tierra va sudando campesinos, la gente
elige nuevos caminos. América volcán y sufrimiento…que se vayan ellos. Los que torturaron…los que no dejaron gritar
libertad…”
Exhaustos regresamos en la tarde-noche. Agitados y agitadas. Y nos arropa el calor de hogar en medio del intenso
frío. Y nos metemos, otra vez, en la recordadera. Como diciéndonos ¿ si valdrá la pena tanto esfuerzo?. Porque no solo
es la vocinglería. Es pensar en de dónde venimos. Tal vez de aquella enhebraciòn de tiempo y antepasados. Espíritu
envolvente que se torna en físico presente de cuerpo que se hace puntual emblema agitada. Como registro de la mano
de Freud que indaga y propone. Como en la unidimensionalidad del sujeto presentada por Marcuse. Cabría preguntar
si somos ser en sí, no objeto de suplantación. Si nuestros vítores siendo nuestros, no admiten ser interpretados por
alguien diferente a nosotros y nosotras. Transformaciones indispensables. Que estudiar no sea un continuo padecer
sin brújula. Sin dignidad. Que seamos seres de expectativasciertasen lo que hace a la posibilidad de encontrarempleo.
De tener todo un universo de opciones válidas en las cuales se soporte la alegría que nos ha sido ajena.
La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!
La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
(Antonio Machado)
Y si que, entonces, seguimos enhiestos en nuestros puestos de combate. Como armas las ilusiones. No
conocemos de agites políticos sombríos. No tenemos como faro otra cosa que la esperanza en ser sujetos,
algún día, que la universalidad de lo humanos, muy humano nos acoja.
Vuelvo a pensar en mañana. La plaza me espera…, mejor dicho nos espera. A quienes no cesamos en el
empeño de alcanzar lo que queremos. Que nuestra palabra exprese lo que queremos. Que la resistencia
nos haga fuertes.
Y se pregunta mi cercano en la movilización, si lo que sentimos es la fuerza de la revolución anticapitalista.
Y yo le digo que lo nuestro es la revuelta en su acepción que habla de revolcar lo habido hasta ahora. De
3. confrontar el orden de los palaciegos señores en el “¿…de qué se ríe señor ministro…”?: ¿De nuestra
miseria, tal vez?. Revuelta asociada a exigir reinterpretación de valores que se han vuelto perniciosos.
Revuelta como repensar convicciones. Jóvenes sujetos colectivos contra la barbarie. Tercos, a lo bien, por
naturaleza propia. Insumisos e insumisas por siempre.
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
(Antonio Machado)
Y en certeza de letra y canto que van y vienen todos. Mi canto al vuelo instruido, potente- Volver atrás,
nunca, Hacia adelante es lo que quiero. Pero ¿ será que podemos?. En verdad no lo sé en plenitud de
fuerza. Lo que sí sé es que vamos recortando caminos. A pesar de la brutalidad impuesta por los
mercenarios del poder. Aquellos y aquellas que, como pirañas endiabladas le hacen la segunda y hasta la
cuarta al estanciero Iván Duque Márquez.
Estoy aquí, como dijera Raphael. Presente, sin la quietud de los imitadores del silencio cómplice. En
recóndito pensar me parezco a un personaje que encontré en la literatura de pueblo, en pulso de sueño
que me azotaría a cada momento. Aun en las movilizaciones.
Cierto día, cuando iba para el taller de don Leonel, observé muchas personas, agrupadas justo en la puerta de
la casa de “cachetes”. Me causó mucha inquietud esto. Me detuve. Como cuando uno quiere indagar, más allá
de lo visto. Noté a mamá Torcoroma muy ansiosa y como absorta. La saludé. Me dijo, no te vayas mijito que
tengo algo que contarte. Cuando se fueron las otras personas, me hizo entrar hasta la sala. Allí me contó que
Marielita no había llegado a casa en la noche. Una llamada de un compañero de “cachetes” la había alertado en
la madrugada y le había informado que Marielita estaba detenida en la Estación Norte de la Policía. Que, justo
después de un mitin que realizaban en el centro de la ciudad, la retuvieron. Fue golpeada en la cabeza. Ya
estaban informadas las Directivas de la universidad. Estaban tratando apelar por ella, ante el comandante
Jiménez. Salí de la casa y seguí mi camino hasta el taller. Hablé con don Leonel y le pedí permiso para
ausentarme. No le dije el motivo. Pero accedió de inmediato
Cuando llegué a la Estación de Policía, eran casi las nueve de la mañana. Allí estaban Roberto y Robespierre. No
habían podido hablar con “cachetes”. Pero lograron que le hicieran llegar el desayuno y una muda de ropa.
Estuvimos como hastalas tresde la tarde, pero no pudimos hablar con ella. A duras penas, nos informaron “está
incomunicada Ni siquiera el abogado dispuesto por la universidad puede hablar con ella.”
Pues sí que, yo, seguí con mi trabajo en el taller. En veces, don Leonel, me concedía permiso para salir un poco
más temprano. En este tiempo iba hasta la casa de “cachetes” y hasta la Estación de Policía. Pero nada de nada.
Marielita seguía detenida. El jueves en la tarde, le notificaron a Robespierre y a Roberto, que” cachetes” sería
trasladada a la cárcel “El Buen Pastor”. En juicio sumario el Juez militar había dispuesto que debíaser condenada
por lo que llaman “rebelión”. Nada pudo hacer el abogado designado por la universidad. Ni los ruegos de mamá
Torcoroma y papá Olegario.
Han pasado ya cuarenta días, desde que fue encarcelada Marielita. He podido hablar con ella dos domingos.
Entrevista breve, porque así estaba dispuesto por la autoridad carcelaria. Mamá Torcoroma y papá Olegario, la
han visitado también. El viernes pasado, papá Olegario tuvo que viajar a lo de su trabajo. Ya no le concedían
más permiso. Casi a diario hablo con Robespierre y Roberto. Están muy compungidos. Inclusive llevan casi
quince días sin asistir a la universidad. Se la pasan hablando con diferentes personas. Con los compañeros de
estudio de “cachetes”; con la Dirección de la universidad; con la Defensoría del Pueblo, delegada para Medellín.
Un veinticuatro de Julio, cuando Marielita llevaba dos años de detención, su familia fue notificada de la fuga de
“cachetes”. Un comando armado arremetió contra la edificación de la cárcel…”se fue con ellos”, decía el parte. En
verdad no lo creímos. Por lo menos, en términos de fuga. Mucho menos de esa manera. El talante de Marielita no
era ese. Defendía sus ideas de manera vehemente. Asistía a mítines y movilizaciones. Pero hasta ahí. Todo, en ella,
era muy transparente. Nunca, esto, podía asociase con actuaciones armadas ni nada por el estilo.
Tres días después, recibimos la notificación, en el sentido de haber encontrado el cuerpo de “cachetes”, en la
carretera a las Palmas. Ya se había efectuado la cotejación respectiva. Era ella, no había pierde.
4. Treintadías despuésde haberencontrado aMarielita asesinada, fui hastasu casa. Por más que golpee la puerta,
nadie salió. Los vecinos y las vecinas cercanos dicen no saber nada. Ni haber escuchado nada. Al forzar la puerta
nos encontramos con una casa desocupada. Todo había sido revuelto. Había sangre por todas las paredes y el
piso…”
Hoy también suenan tambores de jolgorio en plena inmensidad de distancias y tiempo. A pesar de
lo cansado que estoy, no he claudicado. Esto como que va para largo ¿pretenderá desgastarnos el
jefe de bandidos? No lo sé en verdad. Insisto, porque, lo nuestro no es la fortaleza que podría dar
una ideología como la que he conocido por fuente de texto socialista, revolucionario. Sigue siendo,
en cambio, ese pálpito de pasión que se nos ha metido en la sesera ávida de libertad.
Y hoy, un mes después, sigo navegando es estas aguas agitadas. Me siento como perdido. Me espanta
que, de pronto, pueda perder la huella. En media mañana empezamos a llegar a la plaza. Una
particular arenga de la negra Sofía atrajo miradas y escucha.
Luna, que lunita amada. Luna de la esperanza, ansiosa. Girando al vuelo invertido. Esa otra cara indefensa. Lóbrega,
fría. Lunita que juegas en los sueños, con Valentina Y con Violeta Y con Giordano Bruno Espacio obscuro. Metido en la
lejura de los años luz. Lunita que vas y vienes. En los sueños de todos y todas. Lunita, he ensayado mil formas para
llegar a ti. Una de ellas en vuelo herético, ajeno al Sol. Otra en pasos adormilados. Como decantando cada metro y
cada segundo. Luna, lunita mágica. Que haces mover los mares todos. Lunita de imantación manifiesta, nítida.
Te conocí en otro tiempo. Cuando recién fundabas tu territorio. Cuando, sin llamarte, entonces, Luna. Ya conocía tu
brillo, hermoso. Pero, en veces, frío. Como soliloquio seco, punzante. De tu palabra se hicieron las notas iniciáticas. De
tiempo. De condensaciones fascinantes. Siendo tú, Lunita que Lunita sola. De tu tiempo, en el origen de lo que eres;
se conoció ya tarde. Cuando Planeta Tierra se contagió de todos los fuegos. Cuando, esta Tierra belicosa; fuera
centrándose en puro equilibrio de fuerzas. Y hasta ahora no dominadas.
Y si que, en puro escape de líneas apresuradas, heterogéneas. Te hiciste reflejo de Sol potente. A lumbrando lo que
llegó a ser tu propia prisión. Imantación, para ti, en veces lúgubre. Casi siempre desolado. Y, en esto de andar,
buscándote; volaron todos mis imaginarios. Extraviados. Casi truculentos. Siendo lo mío, puro discurso acuoso.
Sonámbulo. Vertiginoso.
Luna, Lunita. Pletórico cuerpo. Derrochas imágenes, en tu cuerpo suturados. Cuerpo satelital embriagante. Surtidor de
ideas para poetas y poetisas. Cuerpo lunario profanado. Cuando te hirieron tu inocente arena. Cuerpo no solapado.
Luna, Lunita agraviada. Por todos los visores que te siguen en tus movimientos. Cuerpo que ha sido matematizado. En
hechura de postulados de la física, buscona.
Y, siguiendo tu huella, casi fija, he ido midiendo mi pulsión. Desde acá. Desde cualquier sitio. Embelesado sujeto, yo.
Simple andante que te mira. Con la nostalgia engalanada. Tratando de preguntarte acerca de los orígenes. En toda
explosión potente. Como sujeto, yo, de inequívoca admiración. Como queriendo llegar a ti. Luna, Lunita hermosa.
Cuerpo de brillo lechoso, Como nuestra Vía Láctea. Que te retiene, a través de todos los vuelos y de todos los cuerpos.
Y de todas las posiciones ya calculadas.
Luna, Lunita. De locomoción exacta. Cómplice de todos los cálculos realizados, sin contar contigo. De eclipses lunarios.
De eclipses en relación a tu dueño mayor, el Sol. Como en coloquio no efímero; te han cantado y cantan: luna lunita,
cascabelera; Lunita de octubre; la Luna lunita naciente. Luna Lunita en cuentos de hadas. En los juegos y las voces
alegres de niños y niñas.
Luna de los tiempos. Cuerpo, soñado hechizo durmiente. Luna, lunita. Fémina convocante. Cuerpo que quisieran hacer
suyo, Mercurio, con sus soledades. Con el calor ardiente en día. Y con soledad fría, en sus noches. Cuerpo fèmino que
te ansía Venus. De por sí, el mismo, dador de nombres en la Tierra. Luna, Lunita de ti enamorado el coloso Marte, a
pesar de ser suyas Phobosy Deimos. Europa y las otras lunas de Júpiterte envidian; por lo mismo que eres inspiración
inmediata. Luna, Lunita nuestra. Más bella que Dionea, Pandora y Tetis, que imanta el potente Saturno. Luna, Lunita.
Fémina. Cuerpo más bello que Ariel, Belinda y Bianca, lunas del casi yerto Urano. Lunita nuestra, imaginario más
potente que Despina, Galatea y Larissa algunas de las Lunas del lejano Neptuno. Ni Charon, Nix o Hydra, Lunas del
enano Plutón, se atreven a viajar para competir contigo. Lo mismo que Namaka e Hriaka. Que circundan al extraño y
lejano Haumea. Dysnomia, fría y serena, que retiene Eris; creo que ni podrían llegar a conocerte...En fin que, Lunita
de mis pesares y alegrías, te amo por lo que eres. Puro cuerpo celeste mágico, embriagante; embrujador..
5. Y, después de haber aplaudido a rabiar benévolo. Al lado mío estaba don Germán Balbuena. Un vecino que
trabaja en una empresa textil. Sucedió que me refirió una historia de vida. De una mujer que, según él,
tenía un parecido increíble con negra Sofía.
Ayer no más estuve visitando a Fabiana. Me habían contado de su situación. Un tanto compleja, por cierto. Y, en
verdad la noté un tanto deteriorada en su pulsión de vida. “Es que no he logrado resarcirme a mí misma. Porque,
estando para allá y para acá, se me abrió la vieja herida. No sé si recuerdas lo de mi obsesión por lo vivido en lo
cotidiano. Simplemente, así lo entendí en comienzo, estaba unida al dolor por las vejaciones constantes. A esa gente
que tanto he amado. Verlos, por ahí, sin horizontes. En una perspectiva centrada en la cre ciente pauperización. Pero
no solo en lo que respecta al mínimo de calidad de vida posible. También en eso de ver decrecer los valores íntimos.
Ante todo, porque, se ha consolidado un escenario inmediato y tendencial, anclado en la preeminencia de los pode res
económicos y políticos, de esos sectores, de lo que yo he dado en llamar beneficiarios fundamentales del crecimiento
soportado en la explotación absoluta. En donde no existe espacio posible para la solidaridad y los agregados sociales
indispensables para aspirar, por lo menos, al equilibrio. Y no es que esté asumiendo posiciones panfletarias. Es más
en el sentido de decantación de lo que he sido. Siendo esto, una tendencia a la sublimación de la heredad de quienes
se han esmerado por construir opciones que suponen una visión diferente. De aquellos y aquellas que lo dieron todo.
Que lo arriesgaron todo, hasta su vida. Por enseñar y comprometerse a fondo.
Es tanto, Germán, como sentir que he llegado casi al final de mi caminata por la vida. Porque siento que no hay con
quien ni con quienes. Aunque parezca absurdo, todos y todas que estuvieron conmigo, han emigrado. Han cambiado
valores por posiciones políticas en las cuales se exhibe una opción de acomodarse a las circunstancias. A vuelo han
desagregado el compromiso y las convicciones. Por una vía de simple repetición de discursos anclados en lo que ellos
y ellas llaman Desenmascarar, en vivo, a esos beneficiarios fundamentales. Convirtiendo la lucha en debates insulsos.
Porque, a sabiendas de ello, pretenden construir lo que se ha dado en llamar tercera vía. O, lo que es lo mismo, una
connivencia con los depredadores. Con aquellos y aquellas que se han posicionado como controladores. En
consolidación de un Estado que, en teórico es social y de derecho. Pero que, en concreto, no es otra cosa que las
garantías de su permanencia. Vía, un proceso que es como reservorio. Como eso de asimilar eventos, que para nada
lesionan su razón de ser.
Y, estoy en un parangón. Sé que he ido y he venido. En veces como noria. Como lo que llamarían mis contradictores,
un ejercicio ramplón. Supra ortodoxo. En fiel posición, que no es más que una figura asimilada a esa utopía sinrazón.
Es como si hubiese llegado a un punto que ejerce como estación de vida. Como convocando a desandar lo andado.
Como que no alcanzó a dimensionar los bretes diarios. Como si convulsionara. Como si, ni para aquí ni para allá. Y eso
duele Germán. Porque es una soledad casi absoluta. No me hallo. Tanto como soportar una comezón visceral.
Siendo, entonces, así he optado por vivir lo mío. Ahí, encerrada. Hermética. Sabiendo lo riesgos. Porque cuando se
llega a un momento como este, es tanto como querer no ir más. No forzar más a la vida en lo que esta no me puede
dar. Desde ahí, hasta la regresión paulatina, solo existe un nano segundo…”
Ciertamente, me conmovió la Fabiana. Con todo lo que la he querido. Con todo lo que vivimos en el pasado.
Definitivamente la admiro. Pero me entra el temor de que, en verdad, no quiera ir más.
Y pensado y hecho, a escasos tres días de haber hablado con ella supe, a través de Juliana, que encontraron su cuerpo
incinerado. Murió como esos bonzos que otrora, en público, se incendiaban. Fabiana, simplemente, se fue. Y, aún en
eso, se destaca su entendido de vida. Bello, pleno y de absoluta lealtad con ella misma.
En verdad me conmovió mucho ese registro histórico de vida. Podría decirse que esa Fabiana me recuerda a Las Juanas
de la Independencia. Así, al vuelo, recuerdo, en preciso, a Antonia Santos. En ese escrito que leyera un día, hace
mucho tiempo
“…La llamaban todos. Casi siempre se le veía acompañada de Fernando. Todo el tiempo en función de ver
crecer las alas de las otras. Las mujeres que nunca pudieron ser sus amigas. Por lo mismo que el viento
cortó alas, desde el mismo momento en que empezaron a crecer las herejías.
Antonia de todos los tiempos, decían los que nunca pudieron acercarse a su entorno de imaginarios vivos,
escuetos, no solemnes. Vigía del universo inquieto. De las luces multicolores. De las nubes viajeras.
Inconclusas. Empecinadas en no dejar ver la huella tornasolada que se había enquistado en ellas.
Alberta de mil ilusiones, ciertas. Venidas de la mano de todos los hombres suyos. De esos que no habían
naufragado en el propósito de conocer su voz, de cerca. En el mismo escenario en que construyó, ella, la
6. teoría de los propósitos vinculados con la ciencia impar, incierta, desvertebrada. Enhiesta, en puro fuego
constante. Veedora de los prodigios de esa ciencia incierta, difuminada, espectral.
Antonia espléndida la llamaban las mujeres alojadas en el bosque de las calendas pasadas. Las mismas
que creyeron en ella, aun sin haberla vitas. Y la sintieron en primigenia angustia volátil. En prístina alegría
necesaria, fundamental. Y, con ellas, caminó en la noche buscando refugio para su soledad, aupada,
impávida.
Le decían liviana sombra enquistada en los arreboles; en el tinglado que ha visto todos los pulsos. Le
decían, también, invisible malla, filtro de todas las posibles causas. Aluvión en el interregno. Entre la pausa
y el olvido. Detentadora del poder inveterado. De la noción de vida incorpórea. Viviente estampa de la
ansiedad siempre latente, màs nunca perdida.
Mujer de todas las verdades juntas. Asì le dijeron todos. Cuando decidió avanzar en pos de la ternura
desahuciada. Ellos, los mismos que la habían visto descender desde el Olimpo enervado, cual lugar de
insidiosas expresiones de dioses, varones, no benévolos. Alberta de los corazones henchidos. Propensos a
claudicar, por la vìa de ser viajeros ciertos en los cuerpos de los seguidores de la dueña de El Hatillo.
Todo fue creciendo en insospechada velocidad rotativa. Refulgente. Vista desde lejos, Alberta fue
destrozando los torbellinos. Forjados en el centro convergente. El calor y la presión. Desde el mismo
significado de la fuerza física; asociada al empuje arropador. En que viajaron José Gabriel, Camilo y José
Manuel. Los tres sujetos vivos en pugna. Tras la pasión de la de todos los tiempos. En versión notable, por
lo mismo que construyeron, en perspectiva, la batalla por el territorio y su gente. Liberación cierta en
ciernes
Entonación circunscrita. Proclama de incontables voces. Así le decían, a su paso, las mujeres que la seguían
desde que la conocieron en Simacota, Onzaga, Coromoro Embelesadas, ellas, por la arrogante trepidación
del cuerpo de Antonia. Y, ella y ellas entraron en procesión. Como marchantes innovadoras. Como tejedoras
de esperanza. En esa tierra que pretendiera ser arrasada. En donde venía creciendo la exponencial de la
barbarie. En fin, en donde empezó la incuria de las gobernanzas, a instaurar la plenitud de la desesperanza.
Cuatro caminos sintieron sus pasos. Los de ella. Y los de sus seguidores. Ya no solo los originarios. Fueron
brotando como si fueran esporas dispuestas por todo el suelo. Cada quien como cada otro. En puro
crecimiento infinito. Hombres que empezaron a discernir. Alrededor de la propuesta ígnea. Mujeres de
vuelo insumiso. Juanas de incontenible paso libertario
Y llegaron a lo que sería, en todo el tiempo por venir, puerto de convergencia y permanencia. Todos y
todas. Con predisposición constante. En aplicación de la heredad cierta, heterodoxa. De los saberes
acumulados. De las experiencias no filtradas. De los insumos coloquiales, pero sólidos. Combinación de
postulados construidos en nervio de amplio espectro…”
Hoy es otro día. Otra vez abrigamos la plaza de la resistencia. Otra vez, al oído, escuchamos las mentiras
de “los señores del poder”. Como tratando de desilusionarnos. En puro brete mafioso. “…obreros y jóvenes
son un peligro; precaverse es necesario…hay que cuidarse de tanta bestia…” ( De Sata María de Iquique).
Tal parece que nos quieren llevar al desespero. Como si quisieran meter en el horizonte la versión, su
versión, de que “…están llevando al país a la quiebra. Están tratando de exacerbar la anarquía. Son
sediciosos sujetos que no buscan otra cosa que fortalecer la revolución comunista…”
Yo vuelvo y digo que lo nuestro es la revuelta inteligente. Somos propiciadores de la esperanza. Y la
gritamos todos los días. Eso de que somos “liquidadores de la patria” Es puro juego de palabras. Deleznable
discurso de quienes han ejercido el poder para acrecentar su riqueza. Para hacer crecer la pobreza de
manera exponencial.
Ahora bien; ¿Quién o quienes nos representan en la eventual negociación con el gobierno? La respuesta
puede tornarse compleja, por lo mismo que son muchas las reivindicaciones que proponemos. Si se quiere,
la heterogeneidad de los y las sujetos que participamos en la revuelta consciente, podría hacer creer que
no tendríamos representantes válidos. Ni mandatarios concretos. Diría, entonces, que quienes, hoy por
hoy, se han abrogado ese derecho solo en parte entienden lo que pedimos. Esto traduciría que es necesario
7. ampliar el espectro. Sin pretender comisiones gigantescas que harían inmanejable el proceso de
negociación y concertación. Al menos podría decirse que, una vez instalada la mesa de negociación y concertación;
nuestrosy nuestras interlocutores(as), necesariamente tienen queincluir jóvenesque conocende nuestraspropuestas.
Además que hayan estado en todo el proceso de movilización. De todas maneras son fundamentales: compromiso
gubernamental que incluya el respeto y acatamiento de los derechos humanos fundamentales, de conformidad con la
Constitución Politica, con la declaración de principios de la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Que sea politica de Estado la plena inclusión de la juventud en los procesos de empleabilidad en condiciones dignas.
De la educación general y, particularmente de la educación universitaria públicas a gratuidad con calidad y pertinencia.
Que sea politica de Estado la promoción de nuestra participación politica independiente de los barones electorales y
de los grupos y partidos políticos tradicionales y de aquellos surgidos a la sombra de las prebendas. Que sea politica
de Estado el otorgamiento transitorio de subsidios económicos t que su duración, en el tiempo, guarde relación con el
crecimiento real de las oportunidades de empleo digno. No queremos dádivas. Queremos ser partícipes del crecimiento
de la productividad en el país y que esta sea vinculante con la educación técnica y superior de calidad. En el entendido,
además, que siempre reivindicaremos la soberanía nacional. Lo que supone unapoliticaexterior ajena a la manipulación
de aquellos gobiernos y países que han conculcado nuestra libertad a partir de sus intereses hegemónicos y para lo
cual siempre han contado con gobiernos internos cómplices.