El documento argumenta que el Cielo no es un lugar al que ir después de la muerte, sino que es experimentar a Dios, que es el bien infinito. El Cielo es disfrutar de y con Dios sin limitaciones. No hay nada que abandonar, sino considerar todo desde una perspectiva de unidad con Dios. El hombre descubrirá que él mismo manifiesta el Cielo al comprender que Dios es la fuente de toda felicidad y que el hombre es su semejanza.