Un breve ensayo de licenciatura sobre la identidad latinoamericana que se vive dentro del contexto (latinoamericano, claro) y algunas propuestas para dejar de ser presos de las clases sociales más altas. Despertar a través de movimientos de revolución.

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IDENTIDAD LATINOAMERICANA
El presente ensayo aborda un tema muy controversial desde tiempos remotos: la identidad
latinoamericana. Empezaré redactando una breve recopilación de antecedentes para responder a las
siguientes interrogantes: Cómo es que se ha ido disipando el afecto por nuestra propia tierra, cuáles son
los factores que influyen para que esto suceda, qué tipo de identidad tenemos y finalmente de qué manera
el ser humano intenta recuperar esos saberes latinos. Para poder explicarlo mejor, me fundamento en
autores que se interesan por recuperar la identidad del sujeto como son: Boaventura de Souza Santos,
Enrique Domingo Dussel, Pablo González Casanova y Moacir Gadotti.
Hoy en día, podemos darnos cuenta que se ha perdido el interés por saber acerca de nuestra
cultura, de nuestros orígenes. La colonización, que desde hace años se dio hacia América Latina por los
países occidentales, trajo consigo el desprendimiento de los saberes culturales de los pueblos y grupos
étnicos. La diferencia de los pueblos indígenas, no sólo en el país sino en el mundo, ha servido para
hacer exclusiones y esto es resultado de desigualdad y discriminación. Es necesario investigar, pensar
y reflexionar acerca de nuestro pasado para ser capaces de entender lo que acontece actualmente en
nuestro contexto puesto que hay mucho que aprender de las diversas culturas del país, sus
conocimientos, las formas de transmisión y conservación que estos han hecho.
Como bien lo menciona el sociólogo portugués Boaventura de Souza “Yo, primero te conozco para luego
reconocerte. No se puede reconocer sin conocimiento. Lo que pasa en el sur es que el reconocimiento
está antes de conocimiento. Hay una presencia humana, una identidad reflexiva que no necesita
conocimiento para poder decir que pertenecemos a la humanidad. A partir de esta lógica pasa a ser
visible hacer traducción intercultural" (Boaventura de Souza, 2013).
De Souza divide al mundo en dos ejes: el norte (que son los países de primer mundo) y el sur
(países subdesarrollados). No lo establece basándose en el orden geográfico, sin embargo nos tocó la
suerte de estar en el sur del mapa y, al mismo tiempo, formar parte del sur al que se refiere. Nos habla
de una epistemología del sur que trata de los saberes que hemos perdido o que, más bien, nos han
arrebatado y los cuales debemos recuperar para forjar un pensamiento crítico latino. En esta búsqueda
de conocimiento se pretende crear una sociedad que respete los derechos de aquellos oprimidos,
discriminados, marginados y hegemonizados por el capitalismo y colonialismo.

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Partamos de la llegada de los españoles donde comenzó nuestra desgracia, donde nos
conquistaron e hicieron esclavos, nos colonizaron llenándonos de sus ideologías e idiosincrasias, donde
nos robaron nuestra identidad. Hemos sido engañados desde muy pequeños con las falsas historias que
nos relatan en la escuela: que Cristóbal Colón descubrió América, que tenemos independencia gracias a
los “héroes” que nos dieron patria, que gracias a los españoles hablamos castellano entre muchas otras
cosas.
Desde la llegada de Cristóbal Colón en 1492, los españoles abolieron con todo lo que los
indígenas habían construido y comenzaron a mandar en nuestra propia tierra. Nos hicieron esclavos junto
con los negros que ellos mismo habían traído desde África, nos engañaron y apoderaron de nuestras
riquezas, evangelizaron a los indígenas convirtiéndolos a la religión católica. Desde entonces se dio el
proceso del mestizaje, es decir el cruce de dos razas distintas para formar una nueva.
Una variedad de grupos étnicos existentes en nuestra América Latina y, ¿cuántos conocemos? Son ellos
de los que deberíamos sentirnos orgullosos, a quienes deberíamos conocer, en quien deberíamos
fijarnos, indagar de sus costumbres y tradiciones pues son ellos los que todavía sostienen aquello que a
nosotros nos falta y deberíamos estimar. La religión es un punto importante en esto de la conquista pues
quisieron implementarlo tal y como ellos lo traían. Empero, los indígenas la aceptaron adaptándola a la
cultura que ellos ya tenían. Esto muestra que los españoles no lograron entender la complejidad del
concepto de identidad y cultura. Pensaron erróneamente que cambiando ciertas conductas y obligaciones
lograrían hacer desaparecer prácticas que se mantienen hasta el día de hoy.
El filósofo argentino Enrique Dussel Ambrosini, en su libro “Filosofía de la liberación” critica
todo el pensamiento filosófico europeo, al cual considera esencialmente opresor. Pretender establecer
los seres filosóficos de la liberación a partir del “otro” en la periferia del continente latinoamericano donde
se encuentra inserto. “El pensamiento europeo no ha valorado –y por lo tanto respetado- lo que está más
allá de su mundo” (Enrique Dussel, 1934).
En este sentido, nos quiere hacer críticos, que pensemos, y reflexionemos aún más sobre nuestra
esencia como humanos, como latinos. Apunta a una cuestión de opresión de la cual formamos parte. Los
europeos utilizan la dominación pedagógicapara implantar sus ideologías a los estudiantes, sólo enseñan
lo que a ellos les conviene, lo que ellos están viviendo. ¿Cómo dejamos que esto siga sucediendo? El

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contexto de allá es completamente diferente al nuestro, comenzando con los niveles socioeconómicos,
la cultura, la región, el idioma, etc. En primer plano, no podemos enseñarle a un niño de campo cuestiones
que sólo se ven en la ciudad porque probablemente jamás ha ido y no se identificará con el entorno, por
lo tanto, sólo estamos haciendo que memorice una situación sin que le dé un significado, es por eso que
debemos cambiar la manera de enseñar y empezar a relatarles desde pequeños la verdadera historia de
nuestros países para que sepan lo que realmente sucedió y así el niño despertará en un mínimo el deseo
de cambiar, de ser diferente y crear un mundo para vivir mejor a partir de las experiencias con base a su
condición, ya no será dominado por pensamientos que vienen del norte sino que querrá liberar a los
demás, mirar su alrededor y construir una nueva historia para una verdadera independencia.
“La escuela que tenemos hoy nació con la jerarquización y la desigualdad económica generada
por aquellos que se apoderaron del excedente producido por la comunidad primitiva. Desde entonces la
historia de la educación se constituye en una prolongación de la historia de las desigualdades
económicas. La educación primitiva era única, igual para todos; con la división social del trabajo aparece
también la desigualdad de las educaciones una para los explotadores y otra para los explotados, una
para los ricos y otra para los pobres. (M. Gadotti, 1998)
Pero, ¿cómo queremos crear conciencia en los demás si no la creamos en nosotros mismos?
Es indispensable detentar un pensamiento reflexivo, liberarnos de esas ideologías que nos han impuesto
y que sólo nos llevan a ser más esclavos. Hay que recordar que es sumamente importante pensar en el
otro, ayudarlo a ser libre, dejar de ser opresores u oprimidos (Paulo Freire) para replantear una idea de
emancipación, autonomía diferente. Tomemos en cuenta que la praxis no es sólo hacer práctica sino es
la acción en la toma de conciencia para transformar.
El sociólogo mexicano Pablo González Casanova nos habla de una fuerte discriminación en la vida
indígena por parte de los mestizos y blancos. Estas personas son sometidas al voto, los partidos políticos
compran su voto ofreciéndoles recursos que ellos necesitan, se valen de sus necesidades porque saben
que no lo pueden rechazar.
Es aquí donde me hago la pregunta ¿los latinos de verdad estamos tan unidos como decimos? Si esto
es así, ¿por qué nos odiamos? ¿Por qué nos discriminamos entre nosotros? ¿Por qué nos hacemos de

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menos? ¿Cómo queremos que los demás nos respeten si ese valor no lo ejercemos con nuestra propia
gente?
No vayamos tan lejos, tan sólo en nuestro estado, Chiapas, discriminamos a las personas de grupos
étnicos llamados chamulas. Son seres humanos al igual que nosotros, lo que nos hace diferentes es que
esas personas utilizan ropa que ellos mismos elaboran y adornan con distintos colores mientras nosotros
utilizamos vestimenta copiando la “moda” de los países europeos creyendo que es mejor por ser de un
precio más elevado y extraído de tiendas departamentales sin saber que la calidad de los productos de
nuestra región es cien veces mejor que la de esos países; pueden hablar su lengua de origen, el idioma
castellano y algunos hasta el inglés u otros idiomas (los cuales aprenden para vender sus productos a
los visitantes extranjeros) mientras nosotros con dificultad sabemos hablar español. Todo esto surge
gracias a las ideas colonizadoras y capitalistas que implantaron en nosotros. ¿Y aun así creemos que
somos mejores que ellos?
Ahora bien, hablemos del aspecto identidad que es lo que interesa. En Estados Unidos se
puede ver reunida la mayor cantidad de latinoamericanos debido a que es el país a donde emigra la
mayoría en busca de una “mejor vida”. Efectivamente, es un país donde se puede ganar más dinero para
solventar los gastos del hogar pero, ¿a costa de qué? ¿De ser los esclavos de los gringos? ¿Ser quienes
hacen el trabajo pesado? “La clave de la explotación siguen siendo los miserables de la Tierra” (Casanova
2011). Este escenario debería ser diferente, no dejarnos manipular. Desgraciadamente en países como
el nuestro no podemos esperar más, nos dan un sueldo que no nos alcanza ni para la semana y aun así
no quieren que haya pobreza. Se reparten el dinero entre los de más alto mando quedando los ricos más
ricos y los pobres más pobres. “Yo oscilé entre el nacionalismo antiimperialista y la lucha de clases”
(Casanova, 2011). Además, se aprovechan siempre de nuestras riquezas naturales y sabiendo que se
acaban no hacemos nada para impedirlo. Bajo este contexto deberíamos tomar en cuenta las ideas de
sustentabilidad que nos ofrece Gadotti para cuidar al medio ambiente.
“Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetaridad, o sea,
una cultura que parte del principio de que la Tierra es constituida por una sola comunidad de seres
humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de única nación” (Gadotti, 2000).
Todo esto nos lleva a darnos cuenta que, a causa de esta migración, los latinoamericanos niegan su
identidad y sus orígenes porque les da vergüenza pertenecer a un mundo oprimido, conformista y no
preparados para el cambio.

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Como latinos tenemos muchas identidades. Podemos decir que somos latinoamericanos,
mexicanos, chiapanecos, etc., pero aquella que nos forja desde pequeños con valores, tradiciones y
costumbres, la que nos identifica como personas únicas en el planeta esa es nuestra verdadera identidad.
Aunado a esto, debemos tener en claro que somos una mezcla de Occidente con América, somos
producto de un mestizaje. A pesar de esto no debemos sentirnos superiores, al contrario, tenemos el
compromiso de hacer que surjan nuevas ideas para la reivindicación, para que nos devuelvan eso que
nos arrebataron y sacar a la luz nuestras culturas.
Existen un sin fin propuestas para descolonizar los saberes y reinventar la emancipación social
de manera cultural como es la música, la poesía, la literatura, la pintura, la fotografía, la danza, entre otros
además de movimientos sociales, los cuales se hicieron para luchar por nuestras igualdades, para que
nos respeten, para que nos liberen, tal es el caso del EZLN en Chiapas. No debemos quedarnos de
brazos cruzados viendo cómo los demás luchan por lo que nos corresponde, cómo nos siguen
pisoteando. Hay que despertar y unirnos a ellos para que sean más los que luchan, para terminar con la
violencia, con la dominación capitalista y descolonizar los saberes (Boaventura de Souza, 2010).
Latinoamericanos orgullosos y preocupados por su esencia hacen un llamado a la sociedad por medio
de expresiones artísticas: canciones de protesta; poemas dedicados a las naciones y pueblos oprimidos;
historias, cuentos, relatos reales y devastadores; colores impregnados en un pedazo de lienzo o papel
demostrando el dolor latino; imágenes de angustia y sufrimiento plasmadas en una fotografía; bailes
expresivos exponiendo el llanto en un movimiento corporal. Esa, esa es la manera de hacer guerra, de
protestar sin violencia, de indicar que estamos unidos en esta lucha de recuperación de identidad que los
occidentales nos han quitado, de dar conocer que nos sentimos orgullosos de ser chiapanecos,
mexicanos, argentinos, chilenos, cubanos, pero sobre todo: latinoamericanos.
No debemos adoptar otras culturas sino aceptar la nuestra, enriquecerla, ampliarla, amarla, darle sentido
a nuestra existencia con ella. Somos descendientes de Nezahualcóyotl no de Hernán Cortéz porque así
lo marcan nuestros antecedentes, nuestra historia verídica.
Tenemos la tarea muy grande de defender y promover nuestra cultura y tradiciones ante el resto del
mundo para que se den a conocer más y no se pierda nuestra naturaleza, nuestras raíces.
Esto es sólo una pequeña reflexión para abrir los ojos, mirar en retrospectiva y preguntarse: como
latinoamericano, ¿qué pretendo hacer para recuperar mis saberes y mi esencia?