3. Con todo el cariño del mundo dedico
este libro a mis hermanos,
Daniel, Aureliano y Manuel y a mis sobrinos
Piedra encontrada en Peralta
4. Temporal con mar en calma
Temporal sin aguaceros
CARLOS CANO
La literatura es un modo de
ver y sentir la vida y de vivirla
MANUEL MORENO MORENO
He pasado tres días extraños:
el mar, la playa, los caminos
me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos
ERNESTO SÁBATO
5. ÍNDICE
Prólogo
Introducción
1. Las insinuantes curvas de una mujer
2. Los flecos que rodean el poder
3. Los reflejos de la fuente
4. Nuevos modelos agrícolas
5. Nunca te diré la verdad
6. Otro día de nieve
7. Paseemos unos momentos por la libertad
8. Paseo y veo un ambiente que no me gusta nada
9. ¿Por qué damos distintos valores a las cosas?
10. Recuerdos y sueños
11. Sexo a granel y pagando
12. Soledad, ¿un sentimiento moderno?
13. Tenebrosa mirada
14. Tiempo de cambios
15. Tiempo de cosecha
16. Todas las enfermedades tienen su solución
17. Tormenta de verano
18. Un aire lleno de sensaciones
19. Un amigo querido
20. Un viaje corto
21. Un camino sereno
22. Un cuento de gorriones
6. 23. Un cuento que se complica cada vez más
24. Un edificio solitario
25. Un gato muy hábil
26. Un mundo al revés
27. Una boda sin importancia
28. Una mala mañana
29. Una paloma inquieta
30. Una puerta entreabierta
31. Una tarde de los últimos días del otoño
32. Y el agua surgió
33. Yo soy de pueblo
34. A mis años voy contando cuentos
35. Aconteceres de un escritor novel
36. Andaduras de la virgen
37. Aún en la inocencia
38. Cómo brota algo especial
39. Compañeros hasta el infierno
40. Cuando solo nos mueve el interés y la competencia
41. Cuento de amor
42. Un pueblo
43. El silencio del miedo
44. Esta noche he soñado
45. Hoy estoy enfermo
46. La mente humana es un misterio, o tal vez no
47. Cuando llega el otoño
48. Cuarenta millones de hormigas
49. Cuento de Tomás y Medio
7. 50. Diversión y trabajo
51. Dos besos por un cigarro
52. Dos caminos diferentes, siendo el mismo
53. El largo camino de la primavera
54. El cuerpo también desprende olores
55. El envío del dinero por carretera ya no es necesario
56. El futuro de los pueblos
57. Cuento de miedo
58. El primer día de invierno
59. El silencio roto
60. Conversación en el Olimpo
61. El tren de la ilusión
62. Esta navidad ha nevado
63. Este cambiante mundo nuestro
64. Hay que estar preparado para todo
65. Hay que llamar la atención como sea
66. Hoy quisiera deciros una verdad
67. ¿La alegría de las ferias?
68. La diversidad, ¿puede traernos más beneficios?
69. La libertad tal vez sea un juego
70. La literatura es un entretenimiento de ricos
71. La luna y una estrella se aman
72. La meada de un gato sobre una máquina de escribir
73. La paz
74. La tristeza de una niña
75. La tristeza del enfermo
8. Prólogo
El libro que el lector tiene en sus manos es el segundo salido de
la pluma de Tomás Moreno. Ambos son fruto, por un lado, de una larga
trayectoria de lector impenitente, iniciada en la biblioteca del club que
había en la carretera de Jaén en los años setenta, y, por otro, de una no
menos larga experiencia vital, unida a su particular manera de mirar
reflexivamente a su entorno. En el primer libro, conocido ya y saborea-
do por todos, ambos elementos tuvieron su reflejo en los dos autores
colocados a su entrada: Juan Ramón Jiménez y José Ortega y Gasset.
Una vez alcanzado un estilo personal, que huye intencionada-
mente de los artificios literarios, que fluye con naturalidad como el agua
de la Fuente Taza, que se acerca al ideal de la prosa más moderna de
reflejar la corriente de pensamiento tal como sale, ciertamente “a bor-
botones” como escribió con acierto J. M. Leal Almagro, el intenso pro-
ceso creativo no podía ser sujetado. Como un torrente, produce frutos
de manera imparable. Cada día las páginas, las impresiones, las inspi-
raciones surgen por sí solas y no se calman hasta que consiguen con-
vertirse en “perlas doradas”.
Así titula Tomás a esta colección de setenta “cuentos”, como él
gusta llamarlos. Y son efectivamente perlas doradas. Cada una recoge,
en la brevedad de un par de páginas, la quintaesencia de un momento, a
veces, de una idea, otras, de un cuento, de un suceso recordado y adere-
zado con poesía, auténtica materia prima con la que están elaborados
cada uno de los capítulos. El lector se asombrará ante la riqueza de
elementos que componen esta selección, sin más hilo conductor que el
orden en que fueron viendo la luz, en la febril paz de su habitación de la
calle Era Carrasca. Puede por tanto abrir el libro al azar y leer cuanto
le plazca, sintiéndose libre de volver a empezar en la siguiente ocasión
9. por donde se le antoje. En el recodo de una frase, en el asunto tratado o
en una no esperada inflexión del relato le espera, paciente, su autor.
Es un homenaje a Pozo Alcón, lugar elegido para ir desde lo cer-
cano y particular hasta lo universal, que ganará intensidad y emoción
con el paso de los años. Su autor pone voz a lo que los demás pensamos
y, demasiado a menudo, callamos. Las próximas generaciones tendrán
así con este libro la voz interior de este pueblo y sus gentes, vestida con
las mejores imágenes poéticas, para bucear en el pasado. Éste pasa tan
rápido que solo los artistas son capaces de detenerlo, de fijarlo en pala-
bras para disfrute de todos nosotros.
Daniel Moreno Moreno
10. INTRODUCCIÓN
Estos cuento se parecen una barbaridad a la vida normal por-
que si no ¿qué es la vida sino cuento?, un cuento chino, europeo o ame-
ricano, pero no nos preocupemos por el cuento, seguro que, si es bueno,
será publicado en diferentes idiomas.
Si no, ¿qué es el cuento?, yo creo que es una forma de vida. Otra
forma de vida es la poesía y así añadámosle las que queramos. Ante
todo, el cuento es un estado de ánimo producido por algo que nos agra-
da, casi siempre, otras veces nos hace estar tristes, pero también hay
cuentos que no lo parecen y que tal vez no lo sean, pero seguro que por
un momento, sea el que sea, nos harán soñar. Ese es el cuento, el que
nos hace soñar despiertos en cosas universales y, a la vez, infantiles y
también de adultos.
También hay que estar preparado para oír esos cuentos tantas
veces repetidos y que ya se han hecho parte de nuestro acerbo cultural
porque, si no se renuevan, se quedarán como esas catedrales que visita-
mos en grupo, pero que, cuando nos vamos, permanecen solas y frías
durante mucho tiempo.
El cuento es calor, es sentimiento, es alegría, pero fundamental-
mente es sueño que algún día se hará realidad. Podremos añadirle, siempre
que los digamos o los leamos, algo de nuestra propia cosecha. Ese es el
cuento, el que nosotros imaginamos cuando pensamos o los escuchamos.
Los cuentos son los pensamientos que se nos pegan, como ese
aire que respiramos, cuando sentimos algo especial.
11. Lo que tiene en sus manos, amigo lector, son cuentos, sí cuentos
pero evolucionados. Tal vez alguno lo vea desde otro punto de vista.
Sólo necesitas de unos segundos para ver al Gato con Botas o tal vez a
Alicia en el País de la Maravillas, quién sabe si también a Blancanieves
jugando de una página a otra.
Espero que los lectores disfruten tanto leyéndolos como yo he
disfrutando llevándolos en mi cabeza hasta que han madurado y he con-
seguido pasarlos al papel día tras día.
EL AUTOR
14. PERLAS DORADAS 19
I
LAS INSINUANTES CURVAS DE UNA MUJER
Todo ocurrió en una de las innumerables playas del Me-
diterráneo. Tal vez fue mitad sueño y mitad realidad. Después
de un baño en la playa me dirijo a una heladería a tomarme un
refresco. Al cabo de un rato me dirijo al lavabo para cambiar-
me el bañador, en el mostrador había una mujer. Nuestras mi-
radas se entrecruzaron. Tenía unos hermosos ojos negros, los
cuales pude imaginar, detrás de sus gafas de sol, nuestras mi-
radas tenían algo en común, lo sabíamos de antemano. Aun-
que ella era alta, en el mostrador, no cruzamos palabras, solo
con la mirada, ya sabíamos que había cosas en común, aun-
que no hablamos, nuestras miradas sí hablaron por nosotros.
Me dirigí al lavabo, me cambié, al salir, me dirijo a la máqui-
na de sacar tabaco.
Cuando termino la operación, veo las curvas perfectas
de esa mujer pasar justo delante de mí. Mi mirada se deleitó
mirando las curvas, la belleza de esta mujer y cómo se movía,
todo era perfecto, nunca había visto tal movimiento en una
mujer, el movimiento de las manos, del culo y de sus piernas
sugerían muchas cosas.
No era una mujer normal, era alguien que de la belleza
había exprimido la esencia y en sus movimientos hablaba a
todo el mundo de que aún hoy hay mujeres que pueden enlo-
15. Tomás Moreno Moreno20
quecer a un hombre. Sus movimientos acompasados como la
mar en calma. Ella había sabido sacar arte en el andar. Ella
sabía que podía hacer con cualquier hombre lo que quisiera,
pues era consciente de que, además de su saber moverse, trans-
mitía elegancia hipnótica.
Podéis creerme, sólo relato parte de lo que sentí, o más bien
diría que sentimos, pues el camarero comentó también que una
mujer de esa clase solo pisaba su establecimiento de año en año.
No solo me di cuenta yo. Entre los clientes perdurará el recuerdo
de esa hermosura de mujer, cualquiera se hubiese ido detrás de
ella, como perro que se va detrás de su amo. Buscaba esa mujer
algo, o tal vez recibía lecciones de algún maestro, para que su
andar no pasase inadvertido. La hermosura, la elegancia la pudi-
mos contemplar todos los presentes, tal vez era una maestra de
sirenas, o a la mejor una sirena, que había salido del mar para
transmitirnos a los mortales algo que no veremos nunca más.
Ahora recuerdo emocionado aquella visión, que vimos to-
dos los presentes, que era real, pues todos nos dimos cuenta de
ese arte hecho mujer y como tal arte efímero. No sé si a lo largo
de mi vida veré algo así, por si acaso iré siempre que pueda al
Mediterráneo, por si de sus playas veo salir algo que se parezca.
Siempre me acompañará ese recuerdo cuando veo una mujer.
Ella no estaba allí por casualidad, tenía su objetivo, y era
que el común de los mortales nos diésemos cuenta, de que la
belleza puede ser eterna y a la vez efímera, como ella sabía
que la vida era así. Se fue a otro lugar donde resplandeciera su
elegancia y hermosura.
16. PERLAS DORADAS 21
II
LOS FLECOS QUE RODEAN EL PODER
Como podemos observar a nuestro alrededor, no todo
es perfecto, casi nada que vemos nos parece lo mejor, siempre
hay algo que no encaja, que no nos gusta, por variadas causas
que cada uno observa. Le podemos pedir al gran Estado que
sea perfecto, claro que sí, pero si así fuese nos encontraríamos
en una nación irreal. Los fallos, los errores son normales, al
ser más fuerte el estado, vivirán mejor los ciudadanos. Hasta
ahora vemos que algunos estados están consiguiendo un me-
jor bienestar para sus ciudadanos, por eso nos da pie a que
pensemos que todos los estados son iguales. Pero es claro que
no, podemos ver cómo les va a algunas naciones, parece ser
que lo que es válido en un sitio, en otro no lo es, al variar las
condiciones básicas, el entorno no es favorable y no funciona.
Pero lo que en unos estados falta en otros sobra, los fle-
cos tal vez sean más largos en unos sitios que en otros, el
juego que se hace en la sociedad de combinar la eficacia esta-
tal con el control de las actividades de la sociedad, en unos
países se hace de una manera y en otros de otra. Los estados
no solo están para ser representados internacionalmente, sino
que en sus núcleos de población están para organizar en liber-
tad los diversos intereses que se den en cada momento. Los
flecos son las actividades que organizan los que en ellos vi-
ven, casi siempre en mafias. Podríamos preguntar si esto es
17. Tomás Moreno Moreno22
bueno o malo, a mi parecer prefiero un mal control estatal a los
flecos con sus distintas mafias organizadas.Al fin y al cabo, las
mafias son estados en pequeño, donde la libertad aún se reduce
más y casi siempre hay detrás un dictador caprichoso.
Eliminar los flecos en un estado que quiera controlarlo
casi todo creo que es una utopía, es una utopía diría casi en
mayúsculas. Podemos observar que todos los días tenemos
que convivir con situaciones que muchas veces nos parecen y
las padecemos como un tanto absurdas, pero tenemos que co-
ger fuerzas y dedicarnos a nuestro interés personal, pero mien-
tras caminamos, conducimos o trabajamos vamos pensando
en la sarta de injusticias que nos toca padecer, sean de tipo
económico o de relaciones personales. En nuestra mente se
verá reflejada la idea de que toda la culpa la tiene el estado,
pero es que el estado no ha llegado todavía a controlar total-
mente nuestras vidas.
Sabemos también que muchas veces el entorno en que
nos desenvolvemos es un entorno viciado, pero si esa atmós-
fera nos daña hay que salir de ella, o recurriremos al alcohol,
o a otras sustancias, que al final lo que hacen es liarnos más en
ese circulo, del cual o vivimos en él o nos salimos pero si
salimos, a dónde vamos, muchos se vuelven después de un
camino tortuoso fuera del circulo, pero los que prefieren vivir
en él se acostumbran, y unos encuentran cobijo, tal vez en un
libro, en la música, el trabajo o de mil y una maneras.
18. PERLAS DORADAS 23
III
LOS REFLEJOS DE LA FUENTE
El agua se dejaba caer lentamente por los chorros de
la fuente, así lo había hecho durante siglos, el poder del
agua era destructivo, al pasar el tiempo el agua arremetía
hasta desgastar todo a su paso. Claro que, de vez en cuan-
do, se le hacía un arreglo y con él hasta el próximo. El
sonido de agua, al caer, parecía como si fuese un suplicio,
para el que la observaba durante mucho tiempo, pero no
era así. La señal de la vida no puede perjudicar a nadie, o
sí, no sabría decirlo con claridad. A los que la observaban
de paso le parecía algo bonito, pues al no conocerla seguro
que pensaban que era una fuente más, pero no era así, aun-
que no era muy bonita, el agua que pasaba por sus orificios
venía de un nacimiento, el cual, según los más viejos del lu-
gar, nunca se había secado.
Yo no sé de dónde vendrá el agua, pero si vemos de dón-
de nace, seguro que la sensación que notamos es inexplicable,
vemos profundidad y oscuridad, seguro que viene casi del
centro de la tierra, de algún lago bastante profundo, que se
surte de la lluvia, o tal vez de algún acuífero lo bastante gran-
de para que, a través de los años, imparable, ha hecho que la
fuente nunca deje de brotar el agua. Seguro que hay alguna
ciencia que estudia estos casos, pero a mí me gusta explicarlo
en plan poético.
19. Tomás Moreno Moreno24
Seguro que el agua había elegido este lugar para derra-
mar su precioso liquido, para dar vida. Siempre se ha bebido
de este agua, pero las autoridades, según los análisis, han di-
cho que no es potable, pero la gente del lugar y la que viene de
lejos no hace caso de este cartel y bebe su líquido para calmar
la sed y para recordar, seguro, que es un agua especial.
Una vez estuve hablando con un lugareño, y me decía
que bebiese toda la que quisiera, que no era mala, ¡cómo iba a
ser mala si venía de la profundidad de la tierra! Él la compara-
ba con de la que bebíamos del grifo, ¿por cuántas vicisitudes
no habría pasado esta agua y cuánta química no llevaría?, se
preguntaba entonces si ésta era la buena, veía también intere-
ses económicos por medio: las tiendas así podrían vender más
agua envasada, decía que negocio era lo más importante.
El reflejo y el sonido del agua me traían tantas cosas a la
memoria, era la historia del pueblo, que, cual agua, parece la
misma siempre y siempre es diferente, el agua había visto trans-
currir toda la historia del pueblo. Algún día os contare algo
más. La iglesia estaba al lado, el Ayuntamiento también. Por
sus aguas, entonces, y en su idioma, ha sido escrita toda la
historia del pueblo, solo hay que saber interpretarla, que habla
en su idioma es seguro, nos dará explicación de todo lo que ha
pasado, y, tal vez, si nos remontamos nacimiento arriba, tam-
bién nos diga el futuro. Otra forma de interpretar el idioma
del agua son sus reflejos, el sol le cae todos los días y en todas
las estaciones, también el agua, pero cuando, se refleja el sol,
nos quiere decir el futuro.
20. PERLAS DORADAS 25
IV
NUEVOS MODELOS AGRÍCOLAS
Durante muchos días habían estado cogiendo los gar-
banzos, era una tarea dura, había que hacerlo a mano: se jun-
taba un buen puñado y se amontonaban para después llevarlos
a la era, eran tan pocos que a la máquina le era imposible
cogerlos. Había el dilema de si se dejaba que los pocos que
había se perdieran o cogerlos a mano. El año había sido seco,
apenas si había garbanzos, pero el dueño sólo vivía de ello. El
esfuerzo y los gastos de la siembra y demás no habían mereci-
do la pena. Como la máquina cosechadora no tenía trabajo,
había también pérdidas. ¡Qué año agrícola más malo! Igual
había pasado en muchos otros cultivos. Pero por eso no va-
mos a pasar hambre, ya habrá, en algún sitio, sembrados y
estará asegurada su recolección para que el primer mundo no
pase hambre. Aquí vivimos como dioses, tenemos máquinas,
tenemos tecnología, en resumen lo tenemos casi todo, por no
decir de todo. Nuestros platos no se verán vacíos.
Os voy a contar un cuento, que hoy sí que lo es, pero que
hace muchos años atrás era el modo de vida habitual de todos.
Los garbanzos se había criado mal, pero el pobre agricultor,
recordando tiempos pretéritos, tuvo que hacer lo que unos años
atrás se hacía en todos los sitios. Cogidos uno a uno lo gar-
banzos haciendo gavillas y puestas encima en un mantón, se
le daban palos con la horca sin parar a unos garbanzos secos,
21. Tomás Moreno Moreno26
que ese día hacía un tiempo idóneo para sacarlos. Venga palos
y más palos, había que hacer que con la fuerza de la horca y el
golpe en los garbanzos éstos se abriesen para después, con el
harnero, al llenarlo, a fuerza de darles vueltas, se iban que-
dando solo los garbanzos, el ambiente se llevaba la paja, con
el aire.
Esto ha ocurrido en el año dos mil cinco, es el cuento del
esfuerzo que hay que hacer para la recolección, es muy duro
que el agricultor, o mejor algunos agricultores tengan que re-
currir a métodos antiguos para tener que comer. Esto no es
una fábrica, esto es peor. Hay mucha gente que vive todavía
así, pero todos los años no son así, hay otros muchos en que el
producto de la tierra es muy bueno, entonces es más cómodo
y más aún si se cogen inmigrantes y se les hace trabajar por
cuatro euros.
Este agricultor del que os hablo se lo hacía casi todo él,
pues así todo el beneficio era suyo: sembraba, recolectaba y
muchas veces vendía sus propios productos.
22. PERLAS DORADAS 27
V
NUNCA TE DIRÉ LA VERDAD
Es curiosa la costumbre de expresarnos con más o me-
nos claridad, unas veces hablamos con palabras de ironía, otras
sorteando la alegría con la seriedad. Nunca hablamos claro,
casi siempre cubrimos con un manto las ideas con las que nos
expresamos. En nuestro círculo de amistades y familiares ya
hay un entendimiento y comprendemos lo que nos queremos
decir, unas veces con más claridad, otras con menos. Al decir
una cosa, al salir nuestros sonidos por la boca, no es fiel reflejo
de lo que pensamos, esto es así, realmente, nuestra mente va
modificando poco a poco la idea que teníamos para expresar.
Los secretos que guardamos en nuestra mente no son sino lo
que expresamos de una manera modificada a nuestro antojo.
Yo conocí una vez y por poco tiempo a una persona que
se dedicaba a contar cuentos, era una cosa habitual en él, de-
cía que puesto que la vida es un cuento, que cada uno hacía,
hasta donde podía, un cuento de su existencia, unos con sus
cuentos trataban de convencernos para que votáramos, otros
para que comprásemos, otros obligándonos a hacer aquello
que ellos quieren- Él contaba cuentos, entablaba una conver-
sación y aunque no se divertía claramente de lo que hablaban,
sí utilizaba, dentro de la conversación que mantuviera con
cualquiera, su óptica de verlo todo a través de un cuento, si
podía le daba la vuelta a la idea y expresaba una realidad, en
23. Tomás Moreno Moreno28
su contexto, para expresar un cuento. Claro que sólo se sabía
un numero limitado de cuentos y de situaciones, cuando el
creía oportuno se marchaba a otro pueblo o a otra ciudad, no
le retenía nada, solo que no quería repetir los cuentos, sabía
que no se darían cuenta de este hecho, pero él sí, es como una
película que vemos varias veces y en una de tantas ya le he-
mos sacado todo lo que para nosotros es aprovechable, el no
quería repetir películas.
Claro que el secreto de su marcha en busca de nuevos
amigos, no lo sabía nadie, solo cuando él estimaba oportuno,
cogía su maleta y se iba lejos, no solía mantener relación con
sus amigos después de haber abandonado el pueblo. Decía
que el cuento ya se acabó y que iría a otro sitio donde no fuese
conocido y empezaría a mezclar cuentos junto con la reali-
dad. Tenía una peculiaridad y es que cuando sentía que sus
cuentos se habían acabado, era la señal inequívoca de que ha-
bía que buscar otros sitios donde empezar otra vez, de una
manera encubierta, a ir expresándolos, poco a poco. Esperaba
que algún día se encontrase a otra persona que se dedicase a
contar cuentos y así coger ideas nuevas. Él no quería escribir-
los, todos lo tenía grabados en su cabeza, muchas veces pen-
saba en coger algún libro de cuentos bueno e ir alargando los
suyos, pero nunca hizo eso. El sólo recitaba los suyos propios.
24. PERLAS DORADAS 29
VI
OTRO DÍA DE NIEVE
Cuando mi padre era joven, la nieve era una constante
natural todos los inviernos, inviernos muy crudos de intenso
frío y grandes nevadas. Nos cuenta ahora que somos mayores
que el manto de nieve cubría todo el pueblo y el campo, los
árboles todos cargados de nieve. Por la mañana, cuando deja-
ba de nevar, el sol salía con un brillo especial, parecía como
que el color blanco de la nieve junto con el de los rayos de sol
nos transmitiese otro mundo diferente, aunque solo fuese por
pocos días. Cuenta que todos iban a quitar la nieve de los oli-
vos que había caído sobre ellos. Los olivos blancos, era malo
que la nieve se helara sobre las hojas de estos, pues helaría las
hojas y los tallos. De todas maneras, a los pocos días se veía
cómo las hojas y los tallos se quedaban grises oscuros, hela-
dos, claro, había que cortarlos, pues ya helados no servían
más que para leña para la lumbre. Impedían que las ramas que
no se habían helado pudieran desarrollarse con normalidad.
Al campo iban los niños y los mayores con palos para, una
por una, dejar las olivas con la menos nieve posible.
Eran años duros, el frío que se pasaba era intenso, pero
no había otra cosa que hacer, la aceituna se helaba y cuando se
le daban los palos a la oliva, algunas aceitunas también se
dejaban caer. Como la faena de recolección estaba media, las
aceitunas, que caían al suelo, se recogerían cuando pasaba la
25. Tomás Moreno Moreno30
nieve, muchas veces había que buscarlas entre las hierbas.
Normalmente la recolección del suelo la hacían las mujeres,
los hombres con las varas y los mantones, unas veces con más
dureza que otra descargaban las varas sobre las ramas de for-
ma que se le hiciese el menor daño a la oliva, tallo que caye-
se, tallo que el próximo año no echaría aceituna. Eran otros
tiempos, aún algunas generaciones los recuerdan, pero los
avances en la forma de cogerla, nos harán olvidar aquellos
años de una dureza extrema. El frío les hacía pasar malos
momentos a los más débiles, cuando el frío era intenso, el sol
era la única salvación de poder coger algo de calor. Eran días
de recolección con frío, con viento, lluvia y nieve, había que
coger la aceituna, los mulos no paraban, cuando los sacos es-
taban llenos, los mulos llevaban la aceituna al molino.
Ahora lo hacen los tractores, ha cambiado en poco tiem-
po mucho la forma de coger la aceituna. En la mayoría de los
pueblo hubo un tiempo en que faltaba mano de obra para la
recolección, pero, de un tiempo a esta parte, los inmigrantes
han hecho que cambie todo, el empresario, ya tiene mano de
obra barata y abundante para todos los quehaceres del campo.
Vemos a los inmigrantes como se juntan en algunas plazas del
pueblo, la mayoría son árabes. Aún no me explico cómo vi-
ven estas personas, sin casa, sin familia, solos, no siempre
tienen a algún compañero para ayudarse mutuamente. ¡Ojalá
consigan sus objetivos!, aunque a mi parecer lo tienen difícil.
Mientras bajo por la calle viendo todo esto que os voy
contando, llego a la casa, me paro en la puerta un rato, y veo a
26. PERLAS DORADAS 31
los gorriones, parados en los cables de la luz que hay en la
pared, arrinconarse para evitar el aire frío que sube por la ca-
lle, los gorriones se amontonan, en cualquier rincón de las
fachadas de las casas, también corren malos tiempos para ellos,
el frío no les beneficia en nada. Si se mueven volando tendrán
más frío, el sistema está en coger un hueco donde cobijarse,
donde el aire no pase, allí pasarán la noche. Recuerdo un in-
vierno en el que, al levantarme, en los árboles grandes que
había en una plaza, el suelo estaba cubierto de gorriones muer-
tos, a todos le había pillado el hielo de pronto, creyendo que
estaban en un lugar adecuado bajo las hojas de los árboles, les
llegó una bajada de frío de pronto. Todos murieron, el frío
también trae esta cosas, ¡qué pena verlos, todos en el suelo!,
esta estampa no se ha vuelto a repetir, por lo menos que yo la
haya visto, pero aquella vez fue penoso.
27. Tomás Moreno Moreno32
VII
PASEEMOS UNOS MOMENTOS POR LA LIBERTAD
Opinión
Sin libertad el ser humano no sería tal. Va con él como su
nombre o su destino. Sentirse libre es completamente imposi-
ble, casi siempre hay destellos que nos impiden verla y sentir-
la. Esa hoja del árbol, que se mece, según el aire le dicte, eso
no es libertad, pero sí es libertad el que esa hoja sienta cómo
ser, ese sentimiento de profunda alegría que refleja ese color
de su hoja, unas veces verde y otras más oscuro. Hay veces en
que la libertad es un lujo solo para unos pocos, cuando debe-
ría ser para todos. En estos momentos que se avecinan cam-
bios importantes en nuestra Constitución, habría que ampliar
aún más, a mi parecer, el artículo 20, que empieza de una for-
ma muy interesante. Para que así, por lo menos, la Constitu-
ción no tenga la culpa del manejo que algunas personas hacen
de ella de una manera un tanto retrograda. En perjuicio de
todos.
Quisiera recodar parte de ese artículo 20, que dice así:
“Se reconocen y protegen los derechos. a) A expresar y difun-
dir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante
la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.
Creo que es un tema muy interesante, para que lo meditemos.
28. PERLAS DORADAS 33
VIII
PASEO Y VEO UN AMBIENTE QUE
NO ME GUSTA NADA
Cuando se presenta un problema importante, se le echa
dinero encima y, momentáneamente, parece que se esfuma,
pero no es así. Sobre todo cuando el dolor de algunas perso-
nas se esconde detrás de una sonrisa. Por supuesto que el do-
lor, el hambre y las enfermedades se pueden corregir, y sobre
todo hoy tenemos los medios adecuados para solucionarlos,
hay muchas personas preparadas para estos fines, pero el su-
frimiento sigue ahí, como una luna que no se deja ver durante
toda la noche, para que no veamos ni un segundo la injusti-
cias, que casi siempre se comenten de noche, para que cuando
el sol abra sus ojos, nos deje ver con total claridad este pobre
mundo en el que vivimos.
Paseo y los veo en grupos, unas veces hablando otras
callados, pero aunque no los entienda, no me pasan desaperci-
bidos, que es lo que quieren, tienen que tener objetivos que
conseguir, estas gentes que no entiendo, la mayoría piden tra-
bajo, en un mal español, pero ahora sí entiendo la multiplica-
ción de los panes y los peces, cuando los veo, muchos con
perfumes, donde llenan sus estómagos, donde se visten, don-
de compran los perfumes, seguro que hay una vida subterrá-
nea que no conozco y que, tal vez, no conoceré nunca.
29. Tomás Moreno Moreno34
También veo cantidad de coches, que hoy son los pies y
las manos del hombre moderno contemporáneo. Pasan al lado
de estos grupos, es que acaso el coche se ha convertido en un
distancia entre el ser humano y los demás, acaso sea eso, la
excusa es que ir en coche es hoy una necesidad, más que un
lujo, es uno más de los signos del sistema en el cual vivimos.
Este siglo debería de ser el de la igualdad de todos los hom-
bres, salvando sus diferencias culturales y de vida. Si eso es
así, hay que ponerse manos a la obra para evitar que, entre
otras cosas, los hombres se sigan paseando, haciendo turismo
y disfrutando de los placeres de la vida, mientras que hay otros
que van sufriendo por un pedazo de pan, o por trabajo.
A mi parecer el mundo debe caminar por una senda de
firmeza, en la que el sufrimiento tenga solución y dure lo menos
posible. Tiene que haber una conciencia para que estas cosas
no ocurran, pues mientras las migajas de unos cuantos se las
coman la mayoría, el mundo no podrá vivir en paz, tiene que
haber reparto equitativo, pues no hay ningún derecho que valga
mientras haya gente sufriendo, además lo más triste del caso es
que tiene una difícil solución en mentes cerradas, pero no en la
mayoría de las personas que vemos que por haber nacido en un
determinado país se tiene la vida asegurada hasta la vejez, mien-
tras en otros se mueren los niños, como pasaba antiguamente
en nuestro país, ahora en otros pasa lo mismo.
Esto sí que es un cuento, pero un cuento crudo, que lo
hemos padecido y que no hemos sabido poner solución para
que esto no se repita, hemos medio arreglado por unos años
30. PERLAS DORADAS 35
nuestra casa, pero en otros países siguen padeciendo la histo-
ria tantas veces repetida, pero no por eso hemos encontrado
las razones para poner solución, nos hemos conformado con
sufrir cuando nos ha tocado, pero, como una persona que se
quema de comer caliente y pone la cara de sonrisa para que
los demás no se den cuenta y él pueda sonreír cuando los de-
más se echen la comida a la boca. No, no, ese no es el sistema.
Tal vez el hombre no evolucione, por extraño que parez-
ca, puede que no evolucione comprendiendo sus errores, y sí
para hacer que otros sufran lo mismo o más que nosotros, ¡qué
triste es esto!, pero por extraño que parezca también tenemos
maldad, ¿para qué sirve eso?, pues solo para que el sufrimien-
to se prolongue más. Quizás algunas personas se sonrían, pero
otras pensarán con tristeza en esto. Tal vez el problema se
reduzca a que todo o es bueno o es malo, yo creo que tiene
que haber un paso intermedio, en el cual ni lo uno ni lo otro
sea posible, sobre todo lo que signifique maldad, debería de
haber una revolución de lo bueno, que invadiera el mundo e
hiciese de éste un lugar más habitable.
31. Tomás Moreno Moreno36
IX
¿POR QUÉ DAMOS DISTINTOS
VALORES A LAS COSAS?
Cada civilización ha dado un valor, a veces distinto,
a un bien generalmente escaso: el oro. Es un patrón que
une a muchas culturas, aunque en otras han sido otros sím-
bolos. Pero independientemente del bien al que se les da el
valor, lo que han llevado consigo, a mí entender, ha sido
ejercer el dominio absoluto sobre bienes y personas. Do-
minio que ha llevado a tener esclavos, con unos u otros
anzuelos, la mayoría de la población ha estado trabajando, a
veces de una manera absoluta, para una minoría, no tenía otro
objetivo que el de cumplir los deseos más insignificantes de
los pocos, en contraposición a la escasa libertad de que goza-
ban ellos mismos.
No se explica cómo a través de los tiempos esta mayoría
ha estado maniatada y aún hoy está realizando actividades y
trabajos sobrehumanos, muchas veces de una manera arbitra-
ria, aún hoy en algunos países se dan estas condiciones y en el
resto del mundo viven de la misma manera, pero como esta
población tiene cultura, ésta asimila el sistema, pero si lo mi-
ramos detenidamente, el método es el mismo, solo que cam-
bian las formas: coches, teléfonos, lavadoras y, en fin, todas
estas cosas, que hacen que el escenario cambie, pero el tema a
mi parecer es el mismo.
32. PERLAS DORADAS 37
Tendremos más o menos cultura, pero la situación de
dependencia para acumular valores escasos también se da en
esta civilización, que es envidiada y la que parece ser que sir-
ve como modelo para el resto de los países. De que manera ha
evolucionado el liberalismo, que siempre tiene solución para
todo en nuestro mundo, pero que no sirve para los otros
submundos. Porque no sirve, pues, a mi parecer, no vale. Tie-
ne que haber unos pocos países que sirvan de modelo inalcan-
zable para el resto. Ya sabemos que los otros tienen que sufrir,
tienen que pasar hambre, cuando en el mundo occidental se
derrocha de todo, serán las migajas que se le caen al rico las
que tengan que consolar al pobre.
Tenemos que encontrar otro sistema donde la libertad y
la comprensión hacía las culturas sea una asignatura para to-
dos. Hemos visto que a través de los años la clase obrera se
unió y tuvo un poder importante, pero no dio un resultado
aceptable, una explicación podría ser que copiaron el mismo
sistema, coger los bienes escasos, para disfrute de una jerar-
quía que tenía en malas condiciones de trabajo al resto de sus
compañeros. Hoy el estandarte más importante es la demo-
cracia y la libertad, defendidas por una potencia hegemónica.
Todo lo que se hace en el mundo, sirve para que ésta actúe de
una manera arbitraria, pero con el mismo objetivo: realizar
unos pocos sus más queridos deseos, siempre disfrutando ellos
de esa libertad y esa democracia, para que, por los circuitos
más adecuados, llegue a los mandamases de turno ese poder
de hacer todo a su antojo, a cumplir sus deseos. Ellos sí ten-
drán libertad, aunque me parece a mí que el sentimiento de no
tener nada completo también se les echará encima.
33. Tomás Moreno Moreno38
X
RECUERDOS Y SUEÑOS
Un recuerdo del año 1968 viene a mi memoria. Se de-
tienen mis amigos para, con su coche, hacer unas compras. Yo
permanezco en él y entretengo la mirada, observo cómo los
coches van pasando, a dónde van, seguro que tienen sus desti-
nos, van sorteando las curvas de la carretera, cual ola de mar,
sólo que el sonido no es igual, o quizás sí. Desde luego yo
prefiero el mar, con su calma y su violencia, a veces, es cues-
tión de gustos. Lo que sí es cierto es que la espuma del agua
del mar no es igual que la que sueltan los coches, o las motos.
Los jovenzuelos, con sus motos, se preparan para echar el
máximo humo de su moto al paso de algún transeúnte, así nos
va, casi preferiría fumarme una caja de puros en mi casa que
salir a ver estas cosas, cómo despreciamos a los demás, arre-
glémoslo ya, yo el primero, pero miro a mi alrededor, y por
momentos lo veo todo negro, sin ninguna salida, solo la del
ruido de la televisión o el sonido cercano a mi casa.
Pero miro hacia delante y sueño mucho, con un mundo
perfecto, una y otra vez lo sueño, tal vez en el amplio planeta
lo que yo sueñe se haga realidad, aunque yo no lo sepa. El
mundo tendría que ser una calle, en la cual vivieran todas las
culturas y lo mejor de ellas se adaptara al ser humano, pero
esa calle también es un sueño, aunque dicen que el mundo es
redondo, para mí es una calle larga que no tiene fin, en la cual
34. PERLAS DORADAS 39
en las escuelas se enseñe de todo, en la cual el agua sea pota-
ble y las basuras sean recicladas. La justicia existe en las ciu-
dades y pueblos que están en la gran calle, es un mundo per-
fecto, donde la paz se ha hecho realidad... ¡me cago en la le-
che de los higos!, ¡otra vez estoy soñando! Sueño de todo,
casi siempre bueno, pero cuando me despierto y veo la reali-
dad que hay a mí alrededor, no me gusta. Tiene que venir otro
sistema de vida y convivencia en la que mis sueños se cum-
plan, porque seguro que hay más gente como yo.
Cuando mil ojos están pendientes de coger el color azul de
una flor, ¿qué pasaría, cuál sería la solución? pues que se ha-
rían varias fotos y se repartirían entre aquellos que la quisie-
ran y la flor se quedaría donde está, embebiendo y lanzando
besos de amor por todo el mundo.
35. Tomás Moreno Moreno40
XI
SEXO A GRANEL Y PAGANDO
Todos sabemos más o menos de este tema, así que no
voy a enseñaros algo nuevo. Intento dar a conocer cómo el
sexo a granel lo tenemos en todos o casi todos los bares de
carretera, allí las enfermedades se trasmiten, más que en
ningún sitio. ¿Pero es necesario practicar el sexo, o no?
Opiniones las habrá de todos los gustos. El mejor sexo es
el que desde el primer amor se mantiene durante toda la
vida. Meterse en sitios raros casi seguro que es problemáti-
co. Ahora se me ha ocurrido por qué no hay prostíbulos en
los que los hombres también cobren por hacer el amor, se-
guro que pronto se pondrán de moda, se verá a una mujer
hacer el amor pagando. A lo mejor el mundo se rige por tú me
das, yo te doy.
Hay que regular la prostitución, sea de hombres o de
mujeres, con esto la miseria humana no se va a quitar, pero,
por lo menos, sabemos quién es quién. Miseria ha de ser vivir
de los aparatos genitales, a lo mejor es igual que el que se tira
una temporada de uva o de aceituna, a mí me parece que no.
Las mafias es difícil hacerlas desaparecer, solo con la cultura,
la libertad no puede ser cortada por nada. Se tiene que vivir
bien trabajando, pero eso del sexo pagado es asqueroso, aun-
que todos sabemos que tienen sus leyes, los deseos tienen que
dominarse. Yo conozco muchos casos y asquerosos de cómo
36. PERLAS DORADAS 41
muchas mujeres son capaces de hacer cualquier cosa por un
puñado de euros, ¿qué calidad de vida llevarán? Yo he experi-
mentado con todo y el proyecto de este tipo de vida solo da
problemas y muchas veces gordos.
El dilema está en si hacer el sexo es igual que hacer el
amor o las dos cosas juntas culminan el no va más del amor,
con mayúsculas. Eso cada uno opina, pero yo sólo pienso que
solo hay un tipo de placer, en esta cuestión. Otra cuestión es el
espíritu, que está en todas partes y ese sí que nos da el verdade-
ro amor. Juntar dos personas que sexual y espiritualmente estén
en sintonía, eso es la aspiración máxima de cualquier hombre o
mujer. Pero como decían antes el amor os hará libres.
37. Tomás Moreno Moreno42
XII
SOLEDAD, ¿UN SENTIMIENTO MODERNO?
En estos momentos, creo que hemos desentrañado el
cuerpo y el alma. Si llegamos con un problema, casi seguro
que si damos con el especialista adecuado le pondrá cura, o
por lo menos nos ayudará de una forma importante a que nos
sea más llevadero. La edad es importante, no es lo mismo ser
joven, que estar joven. Para las personas que aún se sienten
jóvenes, a mi parecer, lo emblemático no es tanto lo físico
como lo mental. La juventud es esa forma de ver la vida, se
tenga la edad que se tenga, donde lo más importante es el
ímpetu, el ver el futuro de una forma que no tiene fin, ver
realidades que no siempre se harán realidad, no importará, lo
importante es esa ilusión que tiene. Creo que todo joven sien-
te esto que describo, cada uno a su manera.
Pero es que hoy la juventud pasa deprisa, tal vez sea
porque el mercado laboral, de una forma o de otra, ha quitado
a los jóvenes media juventud. No es difícil ver a jóvenes que
parecen adultos, lo saben todo, o por lo menos eso se creen.
No quiero pasar de largo sin mencionar a esas parejas que han
tenido hijos que, por problemas de los padres, viven una vida
difícil. A mi parecer es difícil tener a esos hijos sufriendo los
problemas de los padres y los suyos, hay muchos así. Si que-
remos verlo como un progreso de nuestra cultura, lo podemos
ver así, todo evoluciona, la familia y la pareja no iba a ser
38. PERLAS DORADAS 43
menos, no estamos empezando nada nuevo, siempre ha habi-
do desavenencias entre la parejas y han conducido a que unos
seres que han venido al mundo, por la mayoría de las veces,
por un momento de placer, pero las consecuencias serán lar-
gamente duraderas en el tiempo y en los padres y los hijos.
Yo personalmente no puedo ponerme en el lugar de unos
hijos que, casi siempre, tienen problemas económicos, emo-
cionales, alimenticios. Pero no nos preocupemos, seguro que
salen de todos problemas en que se vean inmersos. Siempre
hay solución a todo problema, solo se necesita tiempo para
solucionarlo y esas mentes jóvenes encontrarán pronto solu-
ción a todos los problemas, de una forma o de otra, son jóve-
nes y con el cerebro bien despierto para, al menos, vivir el día
a día lo mejor posible. Casi seguro que la mayoría se hacen
mayores antes de tiempo, casi seguro que a una edad tempra-
na tendrán los mismos problemas que personas mayores. Los
veremos de camareros, los vemos en los supermercados tra-
bajando, trabajando en el campo. Con esto no quiero decir
que sea malo que trabajen, lo que veo mal es que no esperen a
hayan cumplido una edad madura.
Con hijos, si se ponen a trabajar, o sin ellos, lo que es
seguro es que habrá un momento en que la soledad se nos
venga encima y la notemos demasiado pesada para convivir
con ella. Pues bien yo soy una persona que ha vivido la sole-
dad como enfermedad crónica desde que nací. He luchado con
ella en mil batallas y siempre la he vencido, por eso la conoz-
co bien, sé que es temible, son momentos, más o menos lar-
gos, en los que uno llega a ver el final de todo, pero no sé
todavía qué mecanismos tenemos, o por lo menos yo los ten-
39. Tomás Moreno Moreno44
go, que siempre que la soledad se hace presente le venzo, no
le tengo miedo.
A mi entender, no siempre la soledad es mala, hay veces
que te llevas bien con ella y pasa de largo sin hacerte demasia-
do daño. Tal vez sea ésta una cosa personal que cada uno lleva
según puede. A todos, en un momento u otro de nuestras vi-
das, se nos aparecerá, aparecerá como un estado de animo,
después se reflejará en la cara, y siempre nos pedirá unos mi-
nutos más para estar con nosotros, no querrá irse, querrá que-
darse pegada a nosotros, como moscas a la miel. La dulzura
de la miel, si se la ponemos, hará que tarde en irse más tiem-
po, tendremos que retirar la miel y después limpiar muy bien
para no dejar ningún rastro en el que la soledad se pueda aga-
rrar. De todas formas, también hay estados de ánimo en los
que nos encontramos débiles, en los que la sin color soledad
se detendrá, querrá pasar la mayor parte del tiempo con noso-
tros. A lo mejor se cree que viene a echarnos una mano, pero
no es así.
A lo mejor la soledad es necesaria, pero cuando la in-
mensidad de la vida se nos muestra en unos segundos, me
parece a mí que a nadie le apetece ver ese mundo, que además
no hace falta que conozcamos. Todo es complejo, pero cuan-
do la soledad nos da el primer picotazo lo da sabiendo que la
tendremos presente toda la vida, unas veces la llamaremos
nosotros, pero la mayoría vendrá sin necesidad de llamarla,
unas veces su compañía será grata, pero la mayoría nos mete-
rá en un fondo, en el que todavía, por fortuna, no he conocido
40. PERLAS DORADAS 45
a nadie que se haya quedado. Siempre se sale. Lo mejor, si no
nos gusta la soledad, es la actividad, estar haciendo constante-
mente cosas, se acaba una y se empieza otra, vendrá no lo
dudes, pero menos. La soledad lo que quiere es tranquilidad,
eso le gusta un montón, acechará y, por poco tiempo que ten-
gamos, aprovechará y vendrá a visitarnos, casi siempre sin
esperar ser recibida.
41. Tomás Moreno Moreno46
XIII
TENEBROSA MIRADA
Si os apetece leer un cuento, vais ha leer una mitad de
cuento y la otra mitad de realidad, a ver si los distinguimos
unos de otro.
Hospitales hay a montones, incluso uno al lado de mi
pueblo. Pues bien la enfermedad de mi amigo es crónica, o
sea que como no se ande con cuidado seguro que se irá al otro
mundo, sufriendo, tiene que defenderse, del médico, de los
enfermeros y lo que es peor, en el mejor de los casos de los
medicamentos.
En una de mis visitas me contó una de sus últimas recaídas:
“Llegué a urgencias voluntariamente, un rato con el
médico de urgencias y después, por un largo pasillo, al pabe-
llón de salud mental, acompañado del médico, del guarda ju-
rado y de mi acompañante. Yo me preguntaba qué hacía el
guarda jurado allí y cómo había llegado. Me daba miedo, alto,
con una cabeza gorda y rapada, yo ya sabía que con esa perso-
na, por su forma, había que tener cuidado. No paraba de pre-
guntarme qué hacía allí, seguro que le sobraba presupuesto al
hospital para tener un cuerpo de guardias. Antipático, pero es
que le gustaba serlo, se parecía al demonio, o sea que además
de luchar con mi problema, tendría que luchar con una perso-
42. PERLAS DORADAS 47
na que no inspiraba confianza. La altura del guarda y, sobre
todo, la mirada, si se observaba detenidamente, llevaba en su
ser a la locura sin fin. Se le notaba en la cara el ansia de humi-
llar y maltrato psicológico, iba como esos perros que vemos
por la calle, agresivos y dominados por el amo, hasta que pu-
diera.”
“¿A quién protegía?, tal vez se protegía a sí mismo, a sus
temores. Era imposible que esa persona sintiese ternura por
nada, ese sentimiento estaba extinguido en su persona. La sim-
ple mirada de este guardia imprime miedo, a cualquier enfer-
mo. A la mejor es la forma moderna de mantener los mismos
métodos, de antes. ¿Ha cambiado algo en la psiquiatría? Me-
nos mal que había otras enfermeras que eran tiernas y con un
trato agradable, si no fuesen por ellas, seguro que no saldría
nadie del psiquiátrico. Nos daban cigarros, nos leían el perió-
dico y tenían un trato tierno, gracias a ellas pude salir a las dos
semanas de allí. Pero el diagnostico de la enfermedad y los
correspondientes medicamentos eran demasiados. ¿En qué
pensaría el médico?, esa medicación no había quién la aguan-
tara. El poder del médico y del guarda, ¿me podrían curar?,
me preguntaba yo. Si salí de mi recaída no fue gracias a los
médicos, sino al cuidado de mis padres. ¿Qué pasara cuando
no estén?”
43. Tomás Moreno Moreno48
XIV
TIEMPO DE CAMBIOS
Érase un mundo donde los cambios eran muy rápidos,
la burguesía se había extendido mucho en casi todos los paí-
ses, se había creado una amplia burguesía que, a base de hipo-
tecas, hacía que el afán de ganar dinero fuese prioritario. El
estado promovía la empresa privada hasta niveles increíbles:
a cualquier persona con un proyecto, por muy ridículo que
fuese, los gobiernos le aportaban dinero, el caso es que cada
uno se convirtiese en empresario.
Por el dinero que algunos gobiernos habían invertido en
investigación, se veían ahora unos resultados muy positivos,
se había entrado en un camino en el que la investigación daba
frutos más que óptimos. Más dinero para investigación y así
entramos en una espiral, como aquel mago que no paraba de
sacar trucos y trucos sin parar, así esta hoy la ciencia. El siste-
ma, en vez de pensar en hacer revoluciones, inventaba, un día
y otro también, nuevos avances que en teoría nos haría la vida
más fácil. Como aquel mago, nos deslumbraba, haciendo mil
preguntas de cómo sería eso.
Pero si aún no nos creemos lo que nos está pasando. Solo
utilizamos una pequeña parte de los inventos que tenemos en
este momento, pero es que no sabemos utilizar el último y ya
tenemos otra novedad que nos hará la vida más fácil. La in-
44. PERLAS DORADAS 49
vestigación aplicada a nuestra vida diaria hace que los cam-
bios sean revolucionario, pero esta revolución no es como las
otras en las que se quería cambiar el mundo en nombre de la
igualdad y la fraternidad, no, estos cambios no van por hay.
Van para que, como con el mago, nos ilusionemos con sus
juegos, para no pensar, solo nos quedamos con la ilusión mo-
mentánea que nos produce. Pero cuando llegue el momento
en el cual pensemos fríamente, nos daremos cuenta de que
vivimos en un mundo, en el que solo se nos dan golosinas
para que todo siga igual.
Tal vez vivimos en un mundo en el que necesitamos la
ilusión del mago para abrir la boca con cada uno de sus nue-
vos juegos, será eso lo que necesitamos. Yo mantengo que
sólo necesitamos estos inventos para ser cada vez más egoís-
tas, para utilizar a las demás personas para nuestros fines. Al
sistema le interesa mucho cada nuevo invento porque no pone
en tela de juicio nada de sus fundamentos, sino que los asimi-
la y a tirar para adelante, manteniéndonos así el máximo tiem-
po posible encandilados. Porque de lo que se trata, a mi pare-
cer, es no inventemos un nuevo nombre a las revoluciones
que hay hoy en el mundo, sino que a los posibles revoluciona-
rios, como con el mago, se les lleve de fiestas constantes, para
que tengan el mínimo tiempo de pensar en sus cosas.
Sí, eso es, no conviene que el hombre piense por sí solo,
y que esos pensamientos sean compartidos por los demás
menos aún. De lo que se trata es de alcanzar la riqueza nece-
saria para cada uno, en la cual se sientan como unas especies
45. Tomás Moreno Moreno50
de dioses, ejerciendo el poder sobre algunos y haciendo alar-
de de sus riquezas.
Si paseamos podemos ver muy buenos coches, que pa-
san una y otra vez por la carretera, si vemos que casi toda
persona que vemos lleva un móvil, ordenadores, hay casi uno
por persona. O sea, inventos modernos para, junto con la tele-
visión, evitar que pensemos en lo que no conviene a los gru-
pos más poderosos. Porque pensar es malo, mejor es entrete-
nernos haciendo cosas, pero pararse a pensar en el mundo, en
la sociedad, en la relaciones humanas, eso es peligroso, ade-
más crea adicción.
Critico desde aquí cosas que parecerán más o menos
importantes, pero ¿para quién escribo?, no es solo como si
fuese un ejercicio mental porque me interesa que mis ideas
las entienda alguien más, aunque es difícil, no por la dificul-
tad de las ideas, sino por los medios por los voy a difundir mis
ideas. ¿Cuáles serán? Es una pregunta interesante.
46. PERLAS DORADAS 51
XV
TIEMPO DE COSECHA
Relato corto
Hace ya muchos años el modo de vida era diferente a
como es el de hoy y también al que vendrá mañana.
Había un caballero de lanza en ristre, el cual andaba por
todos los lugares imaginables, deshaciendo entuertos. Llegó
en pleno verano, cuando ya las siembras estaban para cose-
char. Llegó a un pueblo donde la cosecha estaba en pleno apo-
geo, ya se había segado el trigo, la cebada y la avena. También
se había espigado, o sea, se habían recogido las espigas que
los segadores se habían dejado, no se desperdiciaba nada.
El año había sido bueno, había llovido mucho y el cam-
po estaba pletórico, la primavera también había sido buena,
las cerezas, los ajos, las patatas, las cebollas, había sido un
buen años de lluvia, todos los años no eran tan buenos como
éste, había otros peores, en los que las gentes del campo pasa-
ban mucha escasez.Al llegar el tiempo de la cosecha, los hom-
bre con sus hoces, todos en línea, empezaban a segar el trigo,
todos mantenían un ritmo y, segando lo que abarcaba la mano,
hacían haces, detrás iban los mulos cargando los haces, para
llevarlos a la era. En el pueblo había dos eras en las cuales
entraba el aire de una manera regular.
Hoy si vamos a esos lugares, con el caballero de lanza
47. Tomás Moreno Moreno52
en ristre, encontraremos esas eras cubiertas de casas. Ya no
hacen falta las eras. Las cosechadoras ahorran trabajo en un
tiempo record, empiezan por una finca y siguen con la otra,
así hasta terminar de cosechar todo lo sembrado.
Recuerda el caballero cuando contemplaba desde la le-
janía cómo en las eras, con los trillos dando vueltas incansa-
bles, llevados por el dueño o por un asalariado, hasta que la
paja dejaba el grano. Recuerda este caballero que un año llo-
vió en tiempo de la cosecha, y hubo que hacer raíles para que
el agua no dañase la cosecha, al venir el buen tiempo, se seca-
ba y se podía sacar el grano. Cuando corría aire, con las hor-
cas se lanzaba la paja para que el trigo quedase aparte, al pe-
sar el trigo más se quedaba abajo y con el viento la paja se
separaba. Cuando el trigo ya se quedaba limpio, se introducía
en los sacos para llevarlos a los atrojes, la paja para el pajar.
El trigo para poder comer todo el año, y la paja en los pajares
para cuando los animales la necesitasen echársela poco a poco.
Los mulos siempre tenían así paja para comer. El caballero se
preguntaba cómo con la paja estos animales se mantenían tan
fuertes, seguro que también le echarían algo más.
El caballero seguía por estos lares, unas veces iba a un
sitio y otras a otro, al fin, terminó por conocer toda esta zona.
Los muleros con sus mulos, cuando llegó el tiempo, se dedi-
caban a roturar la tierra con sus arados, para poder volver a sem-
brar, siempre dejaban sin labrar el terreno que cultivaban un año,
paraelsiguientesembrar,unavezquelatierrahabíadescansado,a
veces dejaban otro año más la tierra para que se recuperase.
48. PERLAS DORADAS 53
El caballero sólo observaba, parecía que había traído la
violencia, pasó unos años por allí, pero los nubarrones de su
lanza en ristre no presagiaban nada bueno. Efectivamente, no
ha muchos años se desató la guerra, todo el mundo se volvió
loco, menos el que ejercía la violencia. Detrás de este caballe-
ro vinieron otros, necesitaban comer y, por la fuerza, se adue-
ñaban de lo que los agricultores habían recolectado. Vinieron
años de pobreza, a los hombre se los llevaban a la guerra, la
simiente de la guerra no dejaba que las siembras creciesen,
eran ciclos, muchos no olvidarían la última guerra.
Nunca la violencia tendrá razón, pero nos la topamos de
frente, muchas veces sin encontrar ninguna razón para ello. El
poder de unos pocos mandaba sobre todos los demás. Las aza-
das, las hoces, las horcas se convertían, por la sinrazón, en
pistolas, fusiles, aviones o tanques. Las guerras no acaban
nunca, siempre queda el rescoldo para la siguiente, será más
tarde o más temprano, pero aunque no la queramos volverán.
La guerra del agricultor por conseguir una cosecha buena se
vio truncada por el caballero de la triste figura. Se pasaron
muchos años de hambre, los hombres se dedicaban a pelearse
entre sí, el campo se había quedado abandonado, solo las
mujeres y los niños hacían lo que podían, que era bien poco,
pues escaseaban las fuerzas.
Hoy vemos los arados y los trillos en sitios que decoran
y nos recuerdan otros tiempos, sirven para adornar el paisaje.
Los caballeros también se han transformados, los vemos a al-
gunos cómo observan la vida de una manera un tanto diferen-
49. Tomás Moreno Moreno54
te, al igual que la siega ha cambiado y lo han sustituido la
cosechadoras, del mismo modo los caballeros de la triste fi-
gura andan por esos caminos de Dios pensando en un enemi-
go imaginario con quien pelear. Claro que tienen a su fiel
Dulcinea, que en muchas ocasiones les quitan esas ansias de
pelear. De todas formas, este caballero no hace daño, sino que
se nos mete en la mente y nos demuestra que la guerra y la
violencia no tienen ningún sentido.
El pobre caballero no desaparecerá nunca, por muchos
años que pasen, cuando recorren el campo y ven esos bos-
ques, o esos sembrados, siempre su cabeza, aunque no muy
cuerda, será un referente antiviolento. Ha leído mucho y el
cerebro ha confundido la realidad con la ficción, pero ahí lo
tenemos, lo vemos por cualquier sitio, unas veces más serio,
otras más alegre, pero siempre con esa razón que nunca llega-
remos a comprender.
50. PERLAS DORADAS 55
XVI
TODAS LAS ENFERMEDADES TIENEN
SU SOLUCIÓN
A aquella persona que esté muriéndose de las múltiples
enfermedades que nos pueden aquejar, ¿qué consuelo le da-
mos cuando sabemos que los días que le quedan están conta-
dos? Es una difícil situación si nos ponemos en su lugar. Por-
que si padecemos cualquier otra enfermedad, tal vez ésta sí
tenga cura o un alivio prolongado, con los medicamentos.
Pues bien yo he conocido a algunos amigos que han es-
tado jugando con la muerte y, por lo menos en los casos que
conozco, han salido ganando de este triste juego que es la
muerte. Han escapado, no sin ayuda, su ayuda han sido algu-
nos médicos, que han sabido dejar pasar el tiempo y con la
ayuda de los medicamentos, en poco tiempo, estas personas
han pasado de estar al abismo de la muerte a tener una vida
casi normal.
El título de este escrito tal vez peque de optimismo, se-
gún con qué óptica se vea, de todas maneras es totalmente
cierto. Yo conozco a una persona que se sentía morir y sufría
mucho con la enfermedad que padecía, pues bien, fue a un
médico para más señas de la Seguridad Social, y tal vez fuera
la comprensión total que tuvo ese médico con el enfermo, que
éste recobró su vida de una manera normal. Mi amigo me conta-
51. Tomás Moreno Moreno56
ba que había nacido de nuevo. Tal vez otro médico hubiese he-
cho lo mismo, aunque él decía que era cosa de suerte haber
encontrado a ese médico, que le hiciese recuperar la salud, cuan-
do él ya sentía casi en los brazos de la muerte, y no de una
muerte cualquiera, sino de una muerte con mucho dolor. Tal
vez todas las muertes sean con mucho dolor, eso no lo sé yo.
En estos momentos me hago una pregunta y creo que no
es baladí: ¿conllevan todas las enfermedades inexorablemen-
te el dolor? O sea: ¿para morir hay que sufrir? En esto no
puedo dejar zanjada la pregunta, con una respuesta tan cate-
górica como la del título de este escrito, no lo sé, lo único que
sí sé es que el sufrimiento de una u otra manera va unido a la
enfermedad, además de ser un síntoma, creo que es también
algo que va unido a la enfermedad. Cuando un miembro se
debilita, o le aqueja alguna enfermedad, ¿equivale a sufrimien-
to?, yo creo que sí.
De todas maneras este escrito quisiera ser un homenaje
a toda la profesión de los que se dedican a curar y que son los
médicos, unas veces con más aciertos que otras, ¡ojalá que
tengamos en muchos aspectos de la vida alguna persona que,
como los médicos en la mayoría de los casos, solo intente
encontrar curación a las enfermedades que cada día nos afec-
tan! Desde aquí quiero dar unas gracias genéricas para todos
aquellos que, muchas veces arriesgando su salud, trabajan para
curar la de los demás.
52. PERLAS DORADAS 57
XVII
TORMENTA DE VERANO
Las golondrinas ya traían a remolque de sus alas la tor-
menta ya venía, faltaba poco tiempo, ya se respiraba ese olor
característico para un entendido.
El primer día de apertura de la piscina, allí estaban, por
todos los lados, las golondrinas, no paraban de volar, una vez
por un lado, otra por otro sitio, en definitiva, en su vuelo el
objetivo era calmar su estomago con los animales que des-
prendía la piscina, parecía que, en su incansable volar, quisie-
ran dibujar un dibujo en el cielo de paz.
Una de ellas, fuera por casualidad o porque era muy atre-
vida, no paraba de jugar con el agua, en calma, pero corría
peligro si las alas se le mojaban, casi sería su muerte. Yo esta-
ba allí observando, parecía que la golondrina quisiera decir-
nos algo, pero yo sólo veía la belleza, que, como en un cua-
dro, hacían ellas al dibujarlo.
Los gorriones estaban jugando con saltitos con las coli-
llas de tabaco y con la hierba, ya casi se habían domesticado,
les daba igual que hubiese más o menos gente. Muchas veces
los gorriones, cuando vamos por la carretera, vemos que se
están quietos y que el coche los machaca, los coches son tam-
bién criminales con la naturaleza, tantas cosas hay que hace-
53. Tomás Moreno Moreno58
mos para nuestro propio perjuicio. Los pobres animales van
quedando cada vez menos, de una forma u otra, con nuestra
provocada contaminación.
Será tal vez porque el destino de todos es la muerte, y si
nos morimos más tarde o más temprano viviremos sufriendo
igualmente, penando para poder llenar el estomago, porque
los animales no se sabe cómo viven todavía, pero ¿y cuando
vengan las epidemias y se acerque el fin del mundo? Todo se
acabará, no sabemos cuándo, pero llegará el fin, y cuando lle-
gue le esperaremos para que nos redima del sufrimiento.
Aunque en esto no hay que pensar, es mejor vivir y tra-
bajar y desear que nuestro fin sea lo menos doloroso, pero
antes o después llegará esa golondrina que un día nos llevará
con ella.
54. PERLAS DORADAS 59
XVIII
UN AIRE LLENO DE SENSACIONES
Había llegado el verano, el calor se notaba muy eleva-
do y el aire permanecía adormecido. La mujer ya entrada en
años sabía de estos aires mucho, pues no era la primera vez
que, ayudada por el viento, llegaba a un estado indescriptible.
Ella estaba sentada en su hamaca en la puerta de su casa y
sabía que, como todos los años, por la noche, cuando estuvie-
se disfrutando de un merecido descanso llegaría el viento. No
sabía lo que tardaría en levantarse ni si tomaría la dirección
que a ella le vendría mejor, para sentir cómo al penetrar el aire
entre las faldas y sin nada que entorpecer su paso, se paseara
por entre las piernas.
Escasas eran las veces que conseguía esa sensación, pero
-se decía para ella- merecía la pena esperar al verano y a ese
ambiente especial que da la noche para volver a sentir algo
emocionante, como si fuese una acaricia del amor. Llegaba a
mojarse su parte femenina. Pero el placer iba aún más allá,
duraría mientras ella estuviese concentrada en el movimiento
del viento y, mientras éste se moviera según sus leyes, la mu-
jer permanecía como en una especie de éxtasis permanente.
Al pararse, ella disfrutaba poco a poco de la quietud que
proporcionaba, intentaba prolongar el placer, en su mente lo
conseguía, pero había un momento en el cual, sin viento, ter-
55. Tomás Moreno Moreno60
minaba por terminarse. Había conseguido recordar ese placer
que le producía cada verano y en contadas ocasiones. Muchas
veces cuando añoraba el verano lo primero que le venía a la
cabeza era su compañero, el aire.
El placer lo había descubierto casi por casualidad a fuer-
za de convivir y de jugar con el viento que subía por su calle,
como la calle estaba casi siempre solitaria, un día una ráfaga
de viento le había puesto el pelo de punta, solo se debía al
cambio de temperatura, pero a partir de ahí ella, recostada en
su sillón, sentía cómo el viento jugaba con sus piernas, hasta
que el atrevido buscaba la parte más femenina de una mujer,
ella jugaba con el cuando el viento que había subido un poco,
cerraba las piernas, como domesticándolo. A fuerza de repe-
tirlo, consiguió un dominio importante. Todos los veranos
conseguía algunas noches esa especie de éxtasis.
Me lo contó en una residencia de ancianos mientras yo
le daba de comer. Decía que había dominado el viento para
algo bueno, su placer personal, tenía tal tranquilidad que, por
la forma de decirlo, yo creía que era cierto. Pero había un
vecino que se había dado cuenta de cómo la mujer jugaba con
el viento.
Más adelante, ojeando una revista, leí que una escritora
relataba algo más o menos parecido.
56. PERLAS DORADAS 61
XIX
UN AMIGO QUERIDO
Cuando la justicia y la dignidad son robadas, ahí nace
el inicio de la división de las emociones. Todo desaparece,
solo queda la nada. Es nada lo que tiene sentido, para que, a
borbotones, la voz exprese lo que la mente quiere. Y la mente
y el cuerpo sobreviven. Y el cerebro sobrevive. Pero sobrevi-
ve como ese gorrión que en la fuente acerca su pico una y otra
vez, sin beber, aunque esté sediento, lo hace porque le moles-
ta el cemento de esa fuente, que no está donde debiera. Por-
que sabe que irá a más sitios a beber agua y sabe seguro que
nunca beberá donde su instinto se lo advierta.
Cuando todo ha perdido su sentido buscamos a un amigo,
aunque, cuando hay problemas, en la mayoría de los casos, se
retiran como las palomas cuando oyen un disparo. Las relacio-
nes humanas nos acompañan desde que morimos hasta que na-
cemos, pero el individualismo, familiar, a nivel de amistad tam-
bién, nos llevará a la destrucción, si seguimos así, como en aquel
cuento, no habrá contenido en nada, solo autómatas, sin sensa-
ciones y pensando en el placer individual. Caminaremos, co-
meremos, trabajaremos, pero si las situaciones cotidianas van
por mal camino, todo nos llevará a cosas desagradables.
Es muy difícil convivir, pero recuerdo ahora a una an-
ciana que había en una residencia. Estaba encargada de la cen-
57. Tomás Moreno Moreno62
tral de teléfonos, parecía las voladoras, no paraba y seguía
intentando recibir las llamadas. Yo no sé si lo hacía bien, pero
me pregunto: ¿Llamarán los abuelotes a quien quieran? No lo
sé, a lo mejor no desean hablar, encerrados en su mundo, has-
ta que les llegue la muerte. Ahí están para verlos, con buena
comida y limpieza, esperando el gran silencio. Los familiares
están contentos. ¿Estarán bien cuidados?
Ese aguilucho que nace no sabrá dónde va, pero la fami-
lia sí sabe dónde tiene a sus seres. ¿Queridos? Esto es de lo
que hay que alegrase, que cada uno haga lo que quiera en
libertad y que nos lleve al progreso. Cuidar a las personas,
mimarlas, y hacer de nuestro entorno un sitio donde se extin-
gan las enfermedades y cada ser humano haga lo que quiera.
Hay que progresar pero con respeto a la naturaleza y vivir en
paz. Si hay algún tono de voz más alto, hay que comprender-
lo, y seguro que así conseguiremos un mundo con más paz.
Porque la paz existe, como existe la amistad, y si no, nos las
inventamos, sin violencia, dialogando, en tertulias que eviten
siempre el peligro.
58. PERLAS DORADAS 63
XX
UN VIAJE CORTO
Pasó por mi lado sin mirarme, sé que iba más pendiente
de su mantenimiento en el vestir y en guardar las formas, o tal
vez pensando en la tarea que iba a realizar. Yo la observaba y
de ella me viene la idea de escribir esta perla dorada.
Seguramente no la volveré a ver nunca más, aunque el
vehículo en el que se movía era de un pueblo cercano. Me
transmitía mucha sensación de mujer, aunque ella nunca me
vio. La vi entrar en el Ayuntamiento, seguro que iba a hacer
algunas gestiones burocráticas- Le acompañaban dos perso-
nas mayores, deduje que serían sus padres, aunque su imagen
dejaba bien sentado que era una mujer independiente y muy
femenina.
De lo que vi me llamó la atención un chal, de hilo gordo,
haciendo un dibujo cuadriculado. Sí, así la vi. En un momento
pareció a punto de caerse a causa del suelo, pues cuando bajó
del coche en pendiente, al abrir la puerta, no se dio cuenta de
la inclinación del suelo. Era alta y rubia. Aunque ella no me
verá nunca.
Mira por dónde, si va a otro pueblo y hay otro observa-
dor que escriba impresiones de ella, pudiera darse el caso que
fuese visitando pueblos para conocerlos y tal vez vaya pen-
59. Tomás Moreno Moreno64
sando que seguro que su presencia no pasará inadvertida por
ningún sitio por donde pase. Vosotros, que tal vez la habéis
visto, escribid, hablad, inspiraos en algo tan bello. No era mujer
vulgar, ella lo sabía, iba buscando el aire de la libertad y de la
belleza, solo aspiraba a eso, transmitía elegancia de mujer,
mujer.
Hasta cuándo podrá mantener esas sensaciones, para mí
que iban con ella, serán innatas. El tiempo ¿qué haría de ella?,
no lo sé, pero sé que llegará a la vejez, bueno eso es aventurar
mucho, pues ¿quién sabe el futuro?, por mucho que planifi-
quemos, seguro que muchas veces nos equivocaremos. Tal
vez dentro de unos años la vuelva a ver, porque, aunque tengo
poca memoria, hay cosas que no se olvidan. De todas mane-
ras, si se me olvida, ésta es la prueba de que existió. Tal vez la
vuelva a ver y no la reconozca, además ¿por qué la iba a reco-
nocer si esto es un cuento?
Sé que aunque no la vuela a ver sí que veré a otras muje-
res más o menos bellas y tal vez me hagan escribir más. Por-
que todas las mujeres, aunque nos parezcan iguales, no lo son,
cada una es de una manera diferente a las demás. Solo nos
parecen iguales las que salen en la televisión. Aunque cuando
se graba algo, al instante ya esta muerto, la siguiente respira-
ción dará otra imagen. Por muchas fotos y grabaciones que se
hagan, son naturaleza muerta. Hasta cuando hablan, están me-
tidas en la cárcel de esos aparatos.
60. PERLAS DORADAS 65
XXI
UN CAMINO SERENO
El invierno se había alargado más de lo acostumbrado,
había llegado casi al final de la primavera.Apesar de todo, las
flores primaverales se difundían por todo el campo. Paseaba
pensando en mil cosas y a ratos en nada, por momentos la
vista se fijaba especialmente en el color amarillo de las flores
de las retamas, abundaban por mi camino, el amarillo se deja-
ba notar poderosamente del resto, era un color bello, pero a la
vez limitador. Pues era la primera vez que me detenía a obser-
varlas, siempre habían estado allí, por donde vivo, es una es-
pecie muy común, pero la cantidad de retamas hacían que la
mirada no pasase desapercibida, era un amarillo indescifrable
en palabras, habría que observarlo, era tal el color amarillo de
las flores que al poco de detenerse en él, elevaba la mente a
algo positivo y bello.
Iba paseando, unas veces me detenía a mirar los pies y
las piedras del camino y otras lanzaba la mirada como fle-
cha en busca de alguna explicación a la duda en la que lle-
vaba tiempo pensando. En el amarillo de la flor de la reta-
ma la encontraba. Lo malo -pensaba yo- es que mi pensa-
miento no durase como la flor, sabía que la flor amarilla
perdería su color, para transformarse, y así sería mi pensa-
miento, ¿florecería la primavera siguiente?, ni la retama ni
yo lo sabíamos.
61. Tomás Moreno Moreno66
Hay hombres que de una manera más o menos acelerada
pasan por la vida, dejando siempre algo, aunque no lo perci-
bamos, esa influencia sembrada, cuando se engendró, se deja-
ra sentir en la naturaleza y en las personas. Nada hay sin una
razón, todo tiene su explicación, menos cuando los filósofos
se empecinan en buscar sentido a la nada, siempre, aunque
solo sea en la misma palabra ya hay sentido. Y si no que lo
digan al amarillo de la retama, o al paseo disfrutando de la
naturaleza.
La naturaleza es buena, menos cuando descarga su ira
sobre nosotros, no es que se enfade, sino que, de vez en cuan-
do, como nos ocurre a nosotros, lo normal deja de serlo y, por
unos momentos, la ira contenida por un enfado se deja sentir
sobre nosotros. Pero, con todo, hoy me quedo con el amarillo
esplendoroso que la retama, hoy este color se ha dejado sentir
de una forma señorial sobre el campo, solo hay que ir a verlo
y disfrutarlo. Me quedo con la retama, la dueña hace no mu-
chos años de todos estos campos plantados hoy por el hom-
bre, para comercializar sus productos. Tal vez el amarillo de
la retama ya este comercializado, pero de la forma que noso-
tros lo percibimos, de una manera salvaje, seguro que no los
encontraremos ni siquiera dibujado por el mejor pintor.
62. PERLAS DORADAS 67
XXII
UN CUENTO DE GORRIONES
En cualquier pueblo deAndalucía, los gorriones son muy
abundantes. No sé cómo, pero hasta en las playas andaluzas
van y acarician a los bañistas y de paso se comen un poco de
sus desperdicios de comida. No solo hay gorriones en las pla-
yas, sino que en las sierras, en las ciudades y en los campos
los podemos ver. Son unas aves un tanto extrañas, están ahí y
acompañan a los hombres en sus quehaceres, si vas a la ciu-
dad te encontrarás en los árboles cientos de ellos.
Pues un día, paseando por el campo, retuve la mirada
sólo unos segundos en la casa de una depuradora y observé
detenidamente cómo los gorriones se posaban lentamente en
todo el borde, observé que hacían el tejado de la casilla, todos
se alinearon y aún faltaron algunos que se quedaron si querer
posarse en la casilla.
Ahora bien, me pongo a pensar si es un hecho fortuito o
es que a los gorriones les gusta también dibujar juntos sende-
ros de paz y de armonía. Claro, tiene que ser eso, no hay otra
explicación, ellos no perjudican a nadie, solo vuelan, se pro-
crean y comen, pero en sus ratos libres también nos hacen ver
caminos o multitud de caminos que nos enseñan a vivir en
paz. ¿Por qué no aprender de ellos?, solo los utilizamos para
estudiarlos, un estudio que nos beneficia, pero eso no es lo
63. Tomás Moreno Moreno68
que ellos quieren enseñarnos. Me hago una pregunta: ¿también
los gorriones nos estudiarán a nosotros para su propio modo de
vida?, claro eso tiene que ser, aprendemos mutuamente.
El piar de los gorriones, cuando se van las golondrinas,
se hace más nítido, donde hay guerras o maldad allí no se oirá
el piar de los gorriones, pero en los sitios donde los hombres
viven en paz consigo mismos, allí siempre habrá como míni-
mo algún gorrión. Casi siempre aprenderemos algo de ellos, y
ellos aprenderán de nosotros, pero ese saber junto debería de
valer para que la paz se prolongase a todos los rincones del
mundo, respectando a todas las culturas y personas.
¡Qué bonito ver cuando un gorrión está picando algo para
comer!, pero también es bonito cuando se juntan para dormir,
para volar y para comer.
Un año había sembrado en una finca de un pueblo de
Andalucía un alimento que les gustaba mucho, y solo dejaron
lo que, ya hartos, caía al suelo.Acabaron con la cosecha de un
pobre labrador, que él había sembrado para su recolección,
pero, según parece, a los gorriones les gustaba mucho ese ali-
mento, y vinieron gorriones de lugares lejanos para comer de
ese delicioso manjar.
Aunque parezca extraño, ellos solo nos enseñan a volar
y a cantar, pero para ello tienen que comer, cuando comen de
algo que les gusta mucho, mejor es su vuelo y su cantar.
Yo diría que son hombres transformados en aves, que
nos guían por los senderos de la paz y la libertad.
64. PERLAS DORADAS 69
XXIII
UN CUENTO QUE SE COMPLICA CADA VEZ MÁS
Tengo la costumbre de que casi todos los días, al entrar
en mi casa, miro unos metros más abajo, siempre hay en la
calle unos contenedores de basura, como en casi todas las ciu-
dades, con uno o varios recipientes en los cuales los vecinos
van depositando los sobrantes de sus hogares, bien sea restos
de comidas, vidrios, latas, en fin esto todos lo sabemos. Es
habitual: todo lo que no nos vale, sea lo que sea, su destino
será los recipientes de basura.
He observado que hay una fauna muy diversa, que se crea
un mundo alrededor de los cubos de basura, hay gatos, perros,
ratas, en fin, mundos y submundos que hacen de los desperdicios,
que desechamos, auténticos ghettos, donde se adaptan animales
que antes vivían en las cuadras y en las cloacas. ¡Como nos ha
llegado la evolución de la civilización que ahora tenemos caminos
de basuras!Antes los excrementos de las personas o animales iban
a parar como estiércol a la tierra, para que su producción fuese
más,alteneresteestiércolorgánico,paraqueaumentaseelfrutode
cualquier cultivo.Ahora se recicla casi todo y vuelve otra vez a la
cadena agrícola. Me cuentan que hay algunos desechos que son
muypeligrosos,comolaspilasyotroselementos,loscualeshacen
que la química que llevan en su composición, al tomar contacto
conlatierra,éstaseveacontaminadaenungradomuyimportante,
afectando a todo lo que hay a su alrededor.
65. Tomás Moreno Moreno70
Diréis, por lo que lleváis leído, que dónde está el cuento
que esperabais leer. Es que el cuento empieza ahora, pero si
alguien ha visto en lo anterior algo de cuento también lo hay,
yo por lo menos lo he hecho con esta intención.
Cuando oscurecía, todas las noches tenían reunión, como
el que tiene costumbre de tomar café, los gatos, blancos, ne-
gros y de diferentes colores y edades. Siempre me llamaba la
atención cuando había algún gato pequeño porque sabía que
los padres estarían muy cerca. Unos saltaban al contenedor y
se metían dentro, para intentar coger alguna comida. Muchas
veces cuando alguien soltaba la bolsa de basura, los gatos sal-
taban como resortes fuera del contenedor. También había siem-
pre alrededor de los cubos de basura, algunos perros, la ma-
yoría de las veces se dedicaban a cazar gatos, como si fuesen
conejos, aunque este menester les costaba mucho trabajo, pues
los gatos, con más reflejos que los perros, no se dejaban coger
fácilmente.
Iréis diciendo que dónde está el cuento, el cuento está en
la evolución del hombre, que siempre seremos los mismos
aunque las apariencias o los nombres cambien y si tenemos
algo que tirar, siempre habrá alguien, aunque solo sea un ani-
mal o una persona lampando por lo que a nosotros nos sobra.
Si nos sobra, lo tiramos, pero es que este es un ciclo sin fin, es
como aquel cometa que siempre iba paseando por el universo
y nunca paraba, porque era eterno. Los gatos, los perros y
otros animales siempre irán dejando huella y éstas se multi-
plicaran hasta que llegue el momento en el cual el planeta se
66. PERLAS DORADAS 71
quede pequeño, aunque eso a mí no me importa, siempre y
cuando los paisajes que construyamos sean bellos.
Porque la belleza, lo dulce, junto con el amor, harán que
el ser humano encuentre ese punto de equilibro en que se sienta,
allí donde esté, creando cosas hermosas, e intentando, es un
decir, en cada rincón, exposiciones de pintura, conciertos de
música, en fin arte, arte en las estructuras de las casas y en su
interior.
¡Cuántos cuentos van en este!, si sabemos, pensando un
poco, los cuentos se aproximan a la realidad porque, si medi-
tamos un poco, ¿qué es la vida sino una sucesión de cuentos,
parecidos a una cascada interminable de fuegos artificiales,
con sus colores mezclándose unos con otros, para que nuestra
vista se divierta?
67. Tomás Moreno Moreno72
XXIV
UN EDIFICIO SOLITARIO
Desde el primer momento que la vi, desprendía un cier-
to misterio que nunca supe cuál era, pero sí puedo explicar las
sensaciones que me produjo y que aún hoy me llevan a recor-
darla. Cuando pienso que no pude enterarme exactamente de
por qué y para qué se hacía esta casa solitaria.
La situación fue así: me encuentro en el coche buscan-
do un restaurante y paso por delante de él, pero no me doy
cuenta, sigo adelante sabiendo que ya no lo encontraría por
ese camino, pero algo me indica que si seguía vería algo ex-
traño; sigo por el camino de montaña y. en el pequeño valle
que hacen dos laderas. allí está, el sitio era extraño, el am-
biente también, mi cabeza enseguida empieza a maquinar co-
sas, desde luego no esperaba encontrar ninguna persona, se
veía a distancia que allí no había nadie, que aquella casa de
paredes de piedra estaba allí para que nadie rompiera su eter-
no secreto; cuando doy la vuelta buscando cuál sería su utili-
dad, pensaba en algo espiritual, en un personaje importante
que la tendría allí para buscar la paz y la tranquilidad que im-
ponía, nada más verla; unos kilómetros más abajo, en una ba-
jada de la carretera, veo el restaurante, ¿a quién mejor pre-
guntar –me digo- que al dueño del restaurante, muy amable
en su trato, por otro lado?, menos cuando le pregunto por la
casa, me da la impresión de que el misterio que ya traía se iba
68. PERLAS DORADAS 73
a hacer más grande, pues, por sus respuestas a mis preguntas,
sobre quién habitaba la casa y qué menesteres hacían en ella,
se nota que no quiere tratar el tema de la casa misteriosa.
Pero alguien, algún día, llegará y se enterará de toda la
verdad, pero no seré yo, aunque prometo que cuando pase por
allí seguiré preguntando acerca de la casa. ¿Qué hacía en aquel
lugar?, ¿a qué menesteres se dedicaba? eran secretos guarda-
dos por algunos, tendría que buscar a la persona adecuada para
que quisiera responderme si estuviera enterado de al menos
algunos detalles. ¿Sería de algún traficante de órganos o de
droga, o tal vez sería algo tan simple como una residencia
para el verano? El misterio, por lo menos en mí, persistía pues
a quien preguntaba rechazaba responder y no solo eso sino
que añadían más leña a mi imaginación.
Muchas veces me preguntaba por qué mi interés por
ella, a mí al fin y al cabo no me importaba nada la casa, pero
mi curiosidad no tenía razón, solo sé que de tarde en tarde mi
mente se acuerda de la impresión que me causó. Volveré a
pasar por allí y mis preguntas, con toda seguridad, serán para
enterarme de qué uso se le daba. Policía no soy, pero había
algo que me atraía, no sabía con certeza la causa, pero siem-
pre que pienso en ella recuerdo cómo las gentes del lugar guar-
daban el secreto, si es que tal secreto conocían.
Era como un interrogante para mí, como cuando no sa-
bemos una cosa y nos empeñados en buscarla, lo consegui-
mos a base de paciencia y de empeño. El empeño lo tengo,
pero por el momento no sé nada más.
69. Tomás Moreno Moreno74
XXV
UN GATO MUY HÁBIL
9-10-2005
Ocurrió un día de otoño, cuando las hojas, ya muertas,
se desprenden lentamente de su querido árbol, el próximo año
vendrán otras nuevas. Tengo un amigo que trabaja en el cam-
po, un día me llamó para que pasáramos un rato con él. Efec-
tivamente llegó el fin de semana y ya nos encontrábamos to-
dos en la casa de José, mí amigo, juntos habíamos luchado
contra la soledad por lo que conocíamos también algo, aun-
que poco, del ser humano.
Cuando, al día siguiente, nos despertamos, él ya lleva-
ba trabajando algunas horas. Desayunamos y vamos a arran-
car garbanzos -este año había sido muy seco y la cosechadora
no había podido cosecharlos-. Al salir al sus tierras, veo a lo
lejos un gato, blanco y marrón claro. Conforme íbamos an-
dando, el gato se cruzaba por las piernas de su dueño, lo que-
ría mucho. Empezamos a juntar los garbanzos y el gato dando
vueltas sobre nosotros, era increíble lo que yo sentía, pues ya
en anteriores ocasiones lo había visitado.
Una vez cogidos los garbanzos, los apaleamos, los
harneamos y los juntamos en sacos. Como aún teníamos tiem-
po, nos dedicamos a coger las hierbas, ya secas de darle el sol
todo el verano. Había pocas, pero mi amigo José me decía
70. PERLAS DORADAS 75
que, una vez cogidas con la horca o a mano, había que que-
marlas, pues así moría la simiente mala. ¡Qué recuerdos del
gato entre humareda de la hierba, de pinchos, amapolas,
amordortelano y otras hierbas dañinas!
A José le gustaban mucho los animales, tenía perros,
gatos, pavos reales, gallinas, cerdos. Su finca era pequeña,
pero él vivía bien, no le faltaba ni para tabaco. Vivían felices,
sus niños crecían por días y él disfrutaba de la vida. Cuando
nos juntábamos, siempre recordábamos algunos casos que ha-
bíamos presenciado de corrupción, todos los días salía algún
caso. Comentábamos también que éramos dueños del mundo
pero que el mundo ni giraba. Los dos considerábamos que
tenía que haber una revolución, pues tantas injusticias no du-
rarían mucho tiempo. Él siempre decía lo mismo: el dinero
destinado a los que hacen de la fuerza su modo de vida, cam-
biarlo; y que se fijen en los pavos, o en las palomas o las águi-
las reales. ¡Ojalá así fuese!
Al subir de trabajar, vemos también unos perros y una
gata con sus gatitos, es una imagen preciosa. Por eso me gusta
venir a ver a mi amigo, porque siempre nos depara alguna
sorpresa. Bueno es la hora de merendar. La gata les daba tam-
bién por orden su leche a sus gatitos. No había duda, la natu-
raleza es el medio natural de hombre. Allí desaparece todo lo
malo que tiene uno, ver crecer los pepinos, los tomates y des-
pués comértelos, eso hoy solo es privilegio de unos pocos. La
mayoría de la gente come comida de plástico,
71. Tomás Moreno Moreno76
XXVI
UN MUNDO AL REVÉS
18-4-2004
Hace diez años se nos ocurrió a un viejo amigo mío y a
mí mismo escribir un cuento sobre cómo nos parecía el mun-
do a nosotros.
Todo parecía ir bien en una parte del mundo y, en mu-
chos aspectos, iba bien; aunque se levantaban edificios a cual
más alto, las personas se alimentaban medianamente bien, se
educaba a los hijos para que el día de mañana fuesen los que
dirigieran el mundo. Pero también había otras partes del pla-
neta en las que la cara era otra, la cara de la miseria, el hambre
y las enfermedades, eran cosas que en la otra parte no sufrían,
salvo en algunos barrios marginales. Pero había muchos hom-
bres que pensaban, o tal vez soñaban, en que lo básico fuese
posible para cualquier humano, en ese empeño estaban. Lo
tenían todo planificado. Para dentro de diez años, esa igual-
dad en los elementos básicos se haría realidad.
Mira por dónde, se tropezaron con los hombres que dan
más valor a la muerte que a la vida, que tanto se empeñan por
hacer lo impensable para, desde un prisma de tristeza y de
pesimismo, llevar a la humanidad al caos. Para ellos ya no
había alegría, ni trabajo que permitiera al hombre progresar,
lo que querían era la involución, o sea volver a tiempos ante-
72. PERLAS DORADAS 77
riores, ignorando los avances que se estaban dando en el pro-
greso humano, querían retroceder cual un cuento. En ese em-
peño estaban los unos y los otros.
¿Cuál de los dos bandos ganaría? El que quiere que el
mundo sea mejor, o el otro, el que quiere volver a tiempos
pretéritos.
Desde siempre hay y habrá mentes que no piensen lo
mismo, pero lo que no se puede hacer en este mundo es que
haya personas que propugnen que los modelos económicos se
derriben por la fuerza. Hoy somos más inteligentes, estos
modelos deben cambiar en libertad, pero sin recurrir a la vio-
lencia.
Al cabo de los diez años que quedamos, volvimos a
vernos mi amigo y yo para ver y comentar este cuento: Mien-
tras cenábamos, íbamos pensando que, con el tiempo pasado,
al analizarlo, veíamos que vivíamos en un mundo donde la
soledad del ser humano se había hecho tan grande que todavía
existían los mismos problemas; en lo que también coincidi-
mos fue en que la historia del ser humano parecía inclinarse, a
lo mejor, por el momento, del lado de la violencia, de los odios,
y, lo más grave, de la soledad interior, que hacía del humano
un ser odioso para él mismo.
73. Tomás Moreno Moreno78
XXVII
UNA BODA SIN IMPORTANCIA
Una vez había un reino, en un país muy alejado, donde
los reyes gobernaban con un bienestar generalizado entre sus
súbitos. Estos reyes vivían como dioses, o tal vez no, aún no
les he preguntado si le gusta su sistema de vida, supongo que,
no privándose de nada, no se quejarán, como no sea que se
torturen con pensamientos filosóficos, no sé si les quedará
tiempo para estas veleidades. Si en cada momento y circuns-
tancia tienen lo mejor, supongo que las quejas serán mínimas,
pero sigamos con el cuento.
Como casi todas las parejas, tenían sus hijos. Un día llegó
el príncipe, ya mayor y soltero, diciendo a su padre que se había
enamorado de una presentadora de televisión. El padre, sabio
donde los haya, pensó que era una influencia de la televisión y le
advirtió de que seguramente era una influencia momentánea, su
hijo le decía que no, que era seguro que se había enamorado. El
padre le dijo que a él también le gustaban algunas cosas que sa-
lían en la televisión, y no por eso se le iba la cabeza detrás de
ellas. El rey le dijo que la televisión podía tener gran influencia
sobre todos, pero el hijo seguía cabezón, nada, que se había ena-
morado. Lo que no sabía el padre era que el príncipe ya había
conocido a la que sería su futura hija política. Lo que fue un
flechazo en televisión, se convirtió después en un amor, más no-
torio en el príncipe que en la futura princesa.
74. PERLAS DORADAS 79
Se llevó a cabo la boda. Esto sí que es cuento de ver-
dad, los mejores regalos del reino para el príncipe, lo mejor de
las comidas para el príncipe y sus invitados, unos vestidos de
cuento, pero reales. Pero había un espectador, o tal vez varios,
que no pensaban que esto fuese un cuento, sabían que era una
realidad, donde el poder en toda su grandeza se mostraba a los
ciudadanos para que los súbitos agacharan la cabeza y, aun-
que se hiciesen muchas preguntas, ellos eran reyes y los de-
más personas normales.
Tal vez fue buscando el príncipe eso precisamente, co-
nocer a una de sus súbditas para saber cómo viven sus gentes
y conocer de primera mano el mundo en el que se desenvuel-
ve su reino, tal vez el príncipe quería ser una persona normal
del pueblo y no vivir con tanto lujo como en un cuento, que
parecía que no era real. Nunca sabremos con exactitud los
sentimientos reales, de sus graciosas majestades, unos dicen
que tienen que ser como los de una familia normal, otros di-
cen que no, que viven en un mundo irreal.
Lo cierto es que el príncipe, a la muerte de su padre,
gobernó el país y la reina le ayudaba. Según cuentan algunos
que lo vieron, fueron felices y tuvieron mucha descendencia,
la reina se acostumbró pronto al ritmo de palacio.
75. Tomás Moreno Moreno80
XXVIII
UNA MALA MAÑANA
Cuando la luna se despide del sol, llega una tristeza
enorme, toda la familia, poco a poco, se ha ido enterando.
Hace un momento, se ha muerto una persona. Se ha ido a ha-
cerle compañía a las golondrinas, los gorriones y los colorines.
Ellos son los que le han llevado su alma al edén.
Ya se ha ido, todo lo que tenía que hacer en la tierra se
ha acabado, otros, a lo mejor, seguirán el mismo camino, eso
no lo sabremos nunca, pero con toda seguridad nadie se podrá
igualar a él.
Era un campesino de los antiguos. Toda su vida la había
pasado en el campo, cuidando los olivos de sus antepasados.
Campesino de los antiguos. Tenía también animales domésti-
cos, la comida que sobraba del mediodía era para las gallinas y
la cabra, no quería tener ovejas, pues prefería la leche de la
cabra para su consumo. Era casi autosuficiente, cultivaba pata-
tas, tomates, pimientos, engordaba un cerdo para matarlo en el
invierno.Así transcurrieron los más de ochenta años que vivió.
Deja hijo y mujer. ¡Cómo podrán olvidarlo!, yo creo que nunca.
Todos vivimos olvidados de que, con un soplo de aire
frío, se nos puede dar por terminada nuestra vida, no solo la
de él, todos pasaremos, más tarde o más temprano, por ese
76. PERLAS DORADAS 81
trance. Ella no tiene prisa, unos más jóvenes, otros más vie-
jos, todos nacerán y morirán, tal vez sea ésta unas de las pocas
verdades autenticas del mundo, todo lo demás es juego, fanta-
sía, destruirnos unos con los otros. A ella le encanta cuando
cientos de miles de hombres mueren de golpe, así se alegra
más. Pero no deberíamos seguirle el juego. Aunque ahora las
noticias son optimistas, anuncian que a los jóvenes de hoy les
espera una vida muy larga. ¡Pobre trabajador de la muerte!
Pero él no tiene prisa, es eterno.
Hay otra persona que se encarga de hacer el bien, pero
tiene pocos operarios y algunas veces no da abasto para man-
tener el orden y la enfermedad, tenemos que hacer publicidad
para que los operarios aumenten y la guadaña de la muerte se
retrase un poco más, pero todo se acaba: el sol, la luna, las
estrellas, todo tiene su fin, ¿Habrá algo eterno?, seguro que sí,
pero hay que buscarlo y conseguir que la eternidad se haga
realidad.
Ya está debajo de tierra para que su hedor no moleste.
La autoestima y la ternura, también lo más profundo del alma,
se han oscurecido por unos días obsesivos, en los cuales los
recuerdos vuelven y vuelven, como si fueran ráfagas de me-
tralleta, cuando uno menos se lo espera. Pero la vida sigue su
curso imparable y el olvido, como arena del desierto, va en-
volviendo el pasado.
¿La muerte también tendrá su fin?, pues claro, cuando
se canse o no tenga sitio donde poner a los muertos. Cuando
77. Tomás Moreno Moreno82
le falte el aire, cuando se canse de manejar tanto muerto y su
espíritu y su alma desaparezcan. Entonces ¿qué pasará cuan-
do ella muera?, podemos ponerlo, como hace José Saramago,
como una hipótesis que se puede hacer realidad. Quizás todos
nos convirtamos en Ángeles con alas.
78. PERLAS DORADAS 83
XXIX
UNA PALOMA INQUIETA
Nunca sabré con certeza si la paloma que merodeaba
cerca de la fuente era común o torcaz. Por lo que pude observar
me pareció que era torcaz, tal vez por eso se acercaba a la fuen-
te con timidez. Veía que una y otra vez se acercaba al chorro de
agua que surgía de la fuente, como si fuese la vida que mantie-
ne el pueblo. Yo diría que hasta cientos de años el chorro de la
fuente no había dejado de salir el agua. Los pájaros se acerca-
ban una y otra vez, ya estaba acostumbrado a que calmasen la
sed con el agua interminable. No tenían miedo, se conocían
los momentos oportunos para acercarse a calmar la sed.
Eran una estampa más del pueblo, una vez y otra sacia-
ban su sed, o simplemente jugueteaban con su peculiar mane-
ra. La estampa era normal en el pueblo, cualquier persona que
observase la vería. Seguro que así pasarían años, ocasiones
para ver esa imagen estarían siempre ahí presentes para que
todo aquel que tuviese un poco de sensibilidad los observase.
Pero una tarde de primavera vi, por primera vez, a lo
que me pareció una paloma torcaz acercarse a la fuente. Yo
permanecía quieto en la acera observando. La paloma, desde
el tejado de la iglesia, iniciaba su vuelo hacía el chorro de la
fuente. Hizo varios intentos de acercarse, pero unas veces los
niños pasaban por la calle, otras los coches le impedían pro-
79. Tomás Moreno Moreno84
bar el agua. Yo deseaba que se posase en la fuente para ver
cómo bebía agua, pero ella, cuando se acercaba unos centíme-
tros, volvía al tejado. Desde allí divisaba que la tranquilidad
era un poco difícil de mantener. Esta tarde le ha sido imposi-
ble beber el agua que sale, no es seguro que le gustase, pero sí
quería probarla. Por más tiempo que dedico a observarla, no
consigue calmar su sed. Seguro que en algún sitio distinto,
donde haya más tranquilidad, su sed se calmará pues, desde
su vuelo por el cielo, ve dónde el agua está a su alcance.
Esa noche, en el tejado o en alguna rama, dormirá pen-
sando que fue imposible, que en esa fuente que por ser segu-
ramente la primera vez no pudo probar su agua, que tantos
años habría brotado. Ella seguiría allí, quería iniciar el que
otras compañeras suyas consiguieran acercarse. Seguro que si
el pueblo, a pesar de todo, se quedara solitario, si no hubiera
casi niños, ni mayores, entonces será el momento de otras pa-
lomas, comunes y torcaces, además de los pájaros, se sientan
solos y beban esa agua que brota con un aprovechamiento tan
exiguo. Entonces será cuando otras aves vuelvan a la fuente,
cuando en ella no haya nadie. Porque los pájaros ya se habían
acostumbrado y seguro que otras aves seguirán también el
mismo camino y beberán de esa agua que solo está para cal-
mar la sed.
80. PERLAS DORADAS 85
XXX
UNA PUERTA ENTREABIERTA
De nunca me han gustado las puertas cerradas. Eso sig-
nifica que la vida solo se concentra entre cuatro paredes. Cuan-
do llevan mucho tiempo cerradas terminan por echar mal olor.
En estos momentos en los que vivimos hay muchas puertas
cerradas y no solo al olor, sino a los sentimientos, al odio, etc.
Al no entrar el aire, los muebles envejecen antes. Pero yo no
le tengo miedo a eso, sino a la falta de vida, carente de senti-
do, seguramente durante mucho tiempo.
El aire del verano hacía moverse la puerta de entrada de
la casa. Aunque no nos gustaba, alguna veces el movimiento
del aire hacía moverse la puerta, seguramente teníamos mie-
do a que entrase algún ladrón. La posibilidad se podría dar
pero era muy improbable, pues al tener la televisión, o una
conversación, seguro que ahuyentaba a los ladrones. Nunca
nos habían quitado nada, pero el miedo persistía, pues la gen-
te que circulaba por la calle no era de fiar. El fresco que sen-
tíamos en el verano dentro de la casa hacía que estuviésemos
en una cueva, se estaba muy confortablemente. Sin embargo,
en el invierno había que poner la calefacción para tener un
ambiente agradable.
A lo mejor llegaría el tiempo en el cual aquella casa
también se vería con todas las puerta cerradas. ¡Qué triste,
81. Tomás Moreno Moreno86
pero casi seguro que pasaría así! Los duendes y los fantasmas
seguro que se adueñarían de ella, seguro que pasado cierto
tiempo la casa se vería derruida, pues el mercado inmobiliario
lo imponía o, si no, al envejecer la casa, sería un peligro, por
desprendimientos o por otra causa, pero casi seguro que se
vería destruida. Tanto tiempo, tantas ilusiones, llegaría la má-
quina y la derribaría, se imponía el cemento, como en otras
ocasiones se habían impuesto otros materiales.
Pero aquellos momentos que pasábamos en familia, el
desayuno, el almuerzo, la cena, aquellos momentos de silen-
cio o viendo la televisión, aquello sería inolvidable o segura-
mente se nos vendría a la memoria de vez en cuando, cuando
tuviéramos un momento de reflexión, aquellos momentos en
los que hacíamos nuestra vida de familia.
Aquellos portazos que el aire hacía dar a alguna puerta,
que hacía peligrar los cristales de ella, siempre nos pillaban
de improviso, muchas veces llegábamos a asustarnos, seguro
que el ánimo estaba en baja forma. La mayoría de las veces el
susto se saldaba con una reprimenda a aquel que se la había
dejado abierta. Pero el aire jugaba con nuestros sentimientos
y nos hacía sentir y agarrarnos a la realidad.
Esto lo cuento como un cuento, pero no lo es.
En los tiempos en los que en los campos se hacían cor-
tijos, seguramente por la evolución de la vida, con tierra, agua
y tierra, unos eran pequeños, otros eran más grandes, según el
medio de vida de cada uno. En estos momentos recuerdo uno,