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Plesiosaurio n.° 3, vol. 1

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PLESIOSAURIO
Primera revista de ficción breve peruana
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Primera revista de ficción breve peruana
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Primerarevistadeficciónbreveperuana
Año III, Nº 3, Vol. 1. Lima, octubre de 2010.
Dirección: Rony Vásquez Gue...
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Plesiosaurio n.° 3, vol. 1

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Año III, n.° 3, vol. 1. Lima, octubre de 2010.

Publicación anual dedicada a la difusión exclusiva de la minificción mediante la investigación académica y textos de creación. Asimismo, rescata textos u obras minificcionales de autores peruanos consagrados en otros géneros.
Se edita en Lima y está dirigida por Rony Vásquez Guevara y Dany Doria Rodas.

Año III, n.° 3, vol. 1. Lima, octubre de 2010.

Publicación anual dedicada a la difusión exclusiva de la minificción mediante la investigación académica y textos de creación. Asimismo, rescata textos u obras minificcionales de autores peruanos consagrados en otros géneros.
Se edita en Lima y está dirigida por Rony Vásquez Guevara y Dany Doria Rodas.

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  3. 3. PLESIOSAURIO Primerarevistadeficciónbreveperuana Año III, Nº 3, Vol. 1. Lima, octubre de 2010. Dirección: Rony Vásquez Guevara, Comité editor: Rubén Roque Aroni, Carolina Rodríguez Alzza, Diana Cribilleros Ramos, Jimena Talara Prialé Diseño de carátula: Carlos Lavida Ilustraciones: Diana Cribilleros Ramos Diseño y diagramación de interiores: abism ditores Corrección de textos: Dany Doria Rodas Cuidado de la edición: Zoilo Rodríguez Ventura Dany Doria Rodas œ © Plesiosaurio Web: http://revistaplesiosaurio.blogspot.com E-mail: plesiosaurio.peru@gmail.com © abismœditores, 2010 Jr. Pablo Risso 351, Lima 30 Web: http://abismoeditores.blogspot.com E-mail: abismoeditores@gmail.com ISSN 2071-4114 (impresa) ISSN 2218-4112 (en línea) Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2008-13407 Incluye Vol. 2: El bolo alimenticio. Impreso en Perú - Piru llaqtapi qillqasqa - Printed in Peru El contenido de cada texto es de responsabilidad exclusiva de cada autor o autores y no compromete a la revista.
  4. 4. En este número... Editorial Plesiosaurio,compromisocon la minificción 9 La muela del Plesiosaurio Fredy Yezzed Entrevistaa Guillermo BustamanteZamudio 13 Francisca Noguerol El escalofríoenla últimaminificciónhispánica: Ajuar funerario,deFernando Iwasaki 25 Ángel Acosta Panorama extraliterariosobreelmicrorrelato enlosúltimosveinteaños enMéxico yotrospaíseshispanohablantes 53 Antonio Cruz La difusióndelmicrorrelatoenInternet como fenómeno sociológico. Realidad enSantiago delEstero,Argentina 71 Sandra Bianchi Estrategiasdelpoderyestrategiasdela ficción enlosmicrorrelatosdeLuisaValenzuela 89 Rony Vásquez Tendenciasnarrativasdela minificciónperuana. A propósito desusorígenes,supanorama actual ysuprocesoevolutivo enla literaturaperuana 101 7
  5. 5. La garra del plesiosaurio JimenaTalavera Reseñaa Ojosdeperra verde,deClara Berduc 121 Carolina Rodríguez Reseñaa Ajuar funerario,deFernando Iwasaki 123 Los nutrientes sólidos (Datosdelosautores) 129 8
  6. 6. Plesiosaurio, compromiso con la minificción La tercera entrega de Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana ya no es solamente una «apuesta por la brevedad», un proyecto emergente en el cual nos embarcamos para suplir una carencia en el panorama literario peruano, sino un compromiso firme y sincero, consolidado, que demuestra nuestra íntima filiación con la ficción breve. La falta de atención a la minificción que se refleja como un virus hepático en la literatura peruana, más que un síntoma de malestar, se constituye en nosotros como un aliciente que impulsa a servirnos de cada texto brevísimo como una diminuta píldora que purifica todo nuestro organismo literario. En el Perú, somos la semilla de la producción y difusión de minificciones en un soporte material y virtual dedicado con exclusividad a dicho género. En la presente entrega extendemos las diminutas aletas del plesiosaurio para acoger a investigadores y miniaturistas —como diría Edmundo Valadés— de diversos países. La minificción se constituye como el género en el cual se produce la mayor complicidad entre el texto y su lector; en consecuencia, Plesiosaurio debería mostrar esta relación de complicidad a lo largo de sus páginas. Por esta razón, y porque creemos que un formato contribuye al establecimiento de esta relación, en esta entrega, Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana facilita el contacto de la revista con sus lectores, pues ha sido dividida en dos volúmenes que se ofrecerán de manera conjunta, división material, pero unidad de contenido: el primero, dedicado a los artículos o ensayos sobre la minificción, así
  7. 7. como entrevistas y reseñas, las secciones «La muela del plesiosaurio» y «La garra del plesiosaurio»; y el segundo, «El bolo alimenticio», dedicado en exclusiva a la creación miniaturista, de manera independiente, para deleite y goce de todos ustedes. En esta oportunidad hemos recuperado dos autores de nuestra tradición y difundimos algunos de sus microrrelatos: Abraham Valdelomar y ManuelGonzález Prada. No podemos terminar estas breves palabras sin agradecer las colaboraciones de todos nuestros autores, los nutrientes de la revista, y a nuestropúblico lector. Rony Vásquez Guevara Dany Doria Rodas 10 Editorial
  8. 8. Muela del La Plesiosaurio
  9. 9. Entrevista a Guillermo Bustamante Zamudio Fredy Yezzed Fredy Yezzed: ¿Le nace el gusto por la «minificción» desde la creación deEkuóreooel gustovenía conanterioridad? Guillermo Bustamante: Creo que A y B son ciertas. No habría sido Ekuóreo un vehículo de cuentos cortos si no hubiera habido un gusto por ellos; pero, a su vez, el formato de la revista implicaba una restricción que nos acercó al minicuento... «Constreñido» era uno de los nombres que estábamos pensando para la «revista» (una hoja por ambas caras). El comité editorial tuvo una composición especial: Harold Kremer es escritor, no se aguanta el universo sin la posibilidad de escribir; en cambio yo, no me aguanto el mundo sin la posibilidad de explicármelo, me dieron la razón por cárcel, como dice un minicuento de Orlando López. Cuando estábamos en la universidad, él iba uno o dos semestres antes que yo. No sé por qué razón un día se acerca y me entrega un cuento para que se lo comente; mis comentarios fueron tan extensos como el cuento... él se puso bastante molesto; porque a personas como Harold les gusta más una aproximación desde quien también tiene una experiencia de escritura; es decir, que les habla desde adentro del relato. Mi aproximación tenía más aspiraciones teóricas, Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año III, Nº 3, Vol. 1. Lima, octubre de 2010; pp. 13-23.
  10. 10. estaba más alejada de lo que él esperaba, pero justamente por esa respuesta se creó este «tándem» tan extraño, pues podría decirse que somos personas hasta cierto punto incompatibles, pero a la vez complementarias. Nunca tuvimos peleas, porque no había criterio o principio estético que rigiera la revista. La única condición que debía cumplir un relato para ser publicado era que nos gustara a los dos. Y, por supuesto, había negociaciones: si él tenía algo que le gustaba más que a mí, podía publicarse con una compensación a la inversa... creo que siempre ganó la revista, aunque esto no quiere decir que nuestros criterios permanezcan idénticos, o que hoy no podamos quitar algunas comasqueagregamos enaquelentonces. ¿Recuerda el microcuento con el cual vence la vergüenza o asumela vanidad? Sí. Con el que está publicado en el primer número de Ekuóreo. Es curioso que yo siempre lo sentía con un final necesario, pero varios lectores decían que le sobraba; la prueba de fuego fue cuando se lo di a leer a mi hermana, que estaba terminando secundaria en ese momento: a eso le sobra el final fue el único comentario que hizo. El cuento trata sobre un hombre que es proclive a todo lo que el gobierno propone; no objeta las medidas oficiales que, entre otras cosas, castigan las faltas con mucha severidad. Este hombre es acusado por un delito que no cometió y, para demostrar su inocencia, escapa de la cárcel; es decir, tuvo que infringir la ley. Lo vuelven a tomar preso y lo condenan de nuevo. El hombre acepta que es culpable de todo lo que se le acusa: escapar de presidio, tomar la ley en sus manos, pero, ahora que lo van a condenar a muerte, sí se siente contento porque el castigo es justo. Yo terminaba el cuento así: «¿A qué más puede aspirar un hombre justo?» Esto me hizo aproximar a la idea de que es necesario habitar los cuentos para poder decir algo de ellos; la aproximación teórica y la estética, que nunca dura más que los escritores, me resultó vana por eso. Ningún argumento consistente podría esgrimir para demostrar que esa frase es necesaria en el cuento, y los otros no tienen pruebas para decirmequeesafrasesobra,perolo sientenasí. Fredy Yezzed 14
  11. 11. Por esa época, años ochenta, ¿cuáles eran sus lecturas? ¿Había en especial un creador de minicuentos o seguía alguna línea concretaenesadirección? Este género es un género latinoamericano, dicen, que se ha ido irrigando por el mundo. Los que escribieron, o escribían relatos cortos de las características que admirábamos, eran: Arreola, Borges, Cortázar, Valadés y, en Colombia, Luis Vidales, Jairo Aníbal Niño, Mejía Vallejo, Nicolás Suescún, Luis Fayad, Cepeda Samudio. Pero, además, nosotros íbamos a la pesca de minicuentos, no solamente se trataba de que los hubiera como tales, sino de dónde había un minicuento escondido en otras palabras, en otro cuento, en una novela, en un poema, en una entrevista. Recientemente, Raúl Brasca, quien es un excelente minicuentista y un importante editor de antologías de minicuentos en Argentina, nos contó que hacía exactamente lo mismo; de ahí su libro —que escribe con Luis Chitarroni— Antología del cuento breve y oculto. Por ejemplo, en El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia, Selma Lagerlöf enseña la geografía y la historia de su país, a través de las aventuras de un chico montado sobre un ave migratoria. Nosotros tomábamos el libro y decíamos de esta parte a esta otra es un cuento. Así, de Jorge Amado tomamos un fragmento de sus respuestas en una entrevista; de Faulkner, la historia que un personaje de una novela suya le cuenta a otro; de Héctor Rojas Herazo, tomamos un poema y lo convertimos a prosa (luego, el escritor nos dio autorización, al verse tan tieso y tan majo en una antología de cuentos cortos); de Gonzalo Arango y de José Donoso tomamos fragmentos de un cuento... A eso me refiero cuando digo que andábamos «a la pesca» de losminicuentosquelosescritoresno supieronquehabían escrito. ¿Empezó escribiendo minicuentos o poesía, como la mayoría de losautores? Solamente minicuentos. En mi vida, y sólo recientemente, he cometido un poema. Alguna vez, para participar en un concurso de poesía, pasé a versos una serie de minicuentos. Por supuesto, ni siquiera obtuve una Entrevista a Guillermo Bustamante 15
  12. 12. mención. Tampoco escribo cuentos largos. El único más o menos largo, «Meditaciones meta-literarias», fue pensado como una serie de minicuentos, algo insinuado por la estructura del texto que toma como base, o sea, las Meditaciones metafísicas, de Descartes, que se desenvuelve día por día. No tengo objeción alguna hacia el cuento largo o la novela; eso no proviene del ajuste a un género, sino más bien de lo que cada uno escapaz dehacerydonde encuentrasusíntoma reposado. A la horadesuslecturas,¿nodiscrimina novela, crónica, etc.? No. La literatura se divide en dos: la buena y la mala. Esa es para mí la única regla. Y «buena» o «mala», de acuerdo con mi criterio, no con el de otro, o por el ajuste a cierto canon. Hay cosas que a uno lo trasnochan y a otro lo hacen dormir; hay textos muy trabajados que no me gustan, así como hay textos poco trabajados que son muy intuitivos y que tienen mucho sabor. En ese sentido, me siento más próximo al psicoanálisis que a la estética: Freud destaca el hecho de que el trabajo literario es un estado fuera del control del escritor, hasta cierto punto: el escritor puede controlar sus horas de trabajo, sus lecturas, su dedicación a la investigación para aportarle elementos a sus textos... pero nada de eso explica por qué están compuestos de tal manera, ni por qué producen el efecto que producen. Hay un algo de magia basada en las peores disposiciones del ser humano que no puede ser explicada entérminos deestéticas,ni decorrientes,ni degéneros. Desde su experiencia como lector, ¿qué características ha descubiertoenel lectordeminicuentos? En la misma dirección de lo anterior, no sé si hay «lector de minicuentos» o, simplemente, lectores. Cuando hicimos Kremer y yo la Antología del cuento corto colombiano estábamos con una duda: no sabíamos si escribir «minicuento», o «cuento corto». Hay muchas palabras para nombrarlo: minificción, minicuento, microcuento, cuento brevísimo, cuento instantáneo, etc. El criterio es absurdo, juzgar algo por la Fredy Yezzed 16
  13. 13. extensión en literatura no tiene sentido. No es cierto que si es breve, sea dos veces bueno; no es cierto que un minicuento sea una idea para escribir un cuento largo; uno encuentra cosas de muy pocas líneas que son espectaculares; por ejemplo, Mariana Frenk (alemana nacionalizada en México, muerta en 2004) tiene un relato que dice: «Un caracol deseaba volverse águila. Salió de su concha, trató muchas veces de lanzarse al aire y cada vez fracasó. Entonces quiso volver a su concha. Pero ya no cabía, pues habían empezado a crecerle las alas». Eso es una joya de tres líneas, eso no hay manera de ampliarlo para hacer un templo honroso por la extensión. Por eso, creo que la idea de «minicuento» o «minificción» es un error, pero no por eso deja de ser funcional; por ejemplo, para nosotros fue funcional porque teníamos una hoja por ambas caras; fue funcional porque a partir de eso hicimos una antología del cuento corto, porque a partir de eso ya casi publicamos la segunda; en definitiva, porque yo escribo cosas cortas. Pero, para poner en juego una de las características que más se le endilgan, la economía de lenguaje es propia desde el Haikú hasta una novela en siete tomos que, si va en busca del tiempo perdido, no pondrá palabras demás. ¿Creeque sedebeincentivarmásel microrrelatoenColombia? Se debe… se debe nada. Cualquier cosa que ocurra es gracias a una cantidad de factores que confluyen. Nadie puede incentivar a otro para que escriba. La gente aprende lo que quiere en el contexto de la relación con los demás, y hace lo que puede. Por eso es necio pontificar sobre la literatura; por eso las campañas gubernamentales de lectura, por ejemplo, hacen que unos pocos lean y unos pocos se enriquezcan (por lo menos en eso hay equidad). En esta existencia no hay contratos, estamos arrojados a la buena de Dios y el que tiene fuerza se impone sobre los otros en algún sentido. No hay contrato social o, si lo hubo, a mí no me pidieron consentimiento, ¿a usted sí?, ¿firmó en alguna parte? Atravesamos una época de una frivolidad exacerbada, de una ciencia que tapa la boca, que ofrece la salida a todo lo que es la falta de límites del sujeto. Creo que es una sociedad donde sujeto es igual a Entrevista a Guillermo Bustamante 17
  14. 14. consumidor; donde la falta de preguntas y de límites, así como el consumo de aparatos, produce aburrimiento y hastío, pero también angustia. Bajo tales condiciones, la literatura se hace cada vez más innecesaria, la lectura misma se hace cada vez más prescindible. Si algo contribuimos a producir en otra dirección es mediante una manera de estar en el mundo que implica, para las personas que se relacionan con nosotros, poder interrogar esa condición que nos es dada y que tomamos a satisfacción paradójica. Es así, sin proponérnoslo, como para algunos es posible interrogar esa condición, encontrar otras salidas, como es el caso de una búsqueda de sentido en la literatura... pero se trata apenas de un caso. Minicuento o no, es lo de menos. Para el efecto, cualquier género vale, porque tiene esa potencia. Lo cierto es que la frivolidad es amiga del hastío y del sinsentido, del aburrimiento, y en ese contexto no hay deseo ni hay literatura. De manera que, más que abogar por el minicuento, habría que abogar por una condición humana centradaenla pregunta. Usted es psicoanalista. ¿Hay algún problema con esa teoría a la horadeescribir? No, al contrario. Creo que un psicoanálisis lo enfrenta a uno a decisiones que tienen que ver con sus deseos. Además, el psicoanálisis, por lo menos el de orientación lacaniana que yo trabajo, ha depuesto la actitud de psicoanalizar los autores a través de los textos. Para Freud, la literatura mostraba la intuición del escritor, daba cuenta de cómo el escritor descubría cosas que teóricamente apenas balbuceábamos. Por ejemplo, Shakespeare frente al padecimiento subjetivo; es algo que estamos tratando de explicarnos hace cinco siglos, mientras Hamlet, siempre misterioso, siempre encantador, es la concreción de la modernidad que divide a un sujeto y lo pone a padecer como padece este personaje. O Sófocles, frente a las respuestas que se da el hombre ante la existencia de semejantes que tienen un peso definitivo en su vida. Cierta inteligencia del autor, que trabaja con su propio inconsciente, le permite explicitar, a través de la literatura, cosas que la teoría casi no puede hacer, pero además con esa particularidad de Fredy Yezzed 18
  15. 15. mantenernos cautivos por generaciones. De otro lado, el psicoanálisis lacaniano tiene una familiaridad con los cuentos cortos. Hay psicoanalistas para los que la sesión tiene una duración fija de cuarenta y cinco minutos. Lacan, en cambio, basado en una concepción del inconsciente como una entidad pulsátil, irrumpió en el movimiento psicoanalítico cuestionando esa costumbre, e impuso sesiones de duración variable y generalmente rápida. Según cuentan, un paciente le dijo que iba a escribir una novela, como resultado positivo de su análisis, y Lacan le contestó que por qué más bien no escribía un cuento corto. ¿Qué lo llevó a recrear el mito de Noé en su último libro, Noé? No sé. Estaba escribiendo Disposiciones y virtudes, un conjunto de minicuentos impíos, como reza el subtítulo de este libro inédito. Ese texto incluía unos cuantos relatos sobre Noé. Pues bien, Pablo Montoya —quien hace la presentación de Oficios de Noé— no pudo negarse, por asuntos de amistad, a leer una primera versión de Disposicionesy virtudes. El libro le pareció heterogéneo, y sugirióexplorar, por ejemplo, el tema del diluvio. Para mí, Pablo es un gran escritor. Es alguien que hace poesía en los renglones manuscritos de una postal que te manda de afán. A mí me daba pena responderle las postales. Como su escritura era para mí intimidante, le creí: empecé esa tarea, que fue de un entusiasmo arrollador. Investigué, leí sobre las distintas versiones de la Biblia, el Noé del Corán, el diluvio entre las culturas indígenas de América, en la India, entre los caldeos, los griegos... Me entusiasmé mucho porque no son investigaciones para «hacer la tarea», sino que son lo que le pide el deseo a uno; el deseo, siempre es insatisfecho, está organizado de manera tal que empuja. Trabajaba muchísimo, vivía encantado escribiendo en cualquier parte, sobre cualquier trozo de papel. Supongo que por tener relación con la tradición bíblica, de alguna manera toca algo de las cuatro preguntas que de una y mil maneras se ha hecho el ser humano. En ese contexto, contra todo pronóstico, un hombre salva a la humanidad: eso qué quiere decir; Oficios de Entrevista a Guillermo Bustamante 19
  16. 16. cuántos intríngulis hay en esa decisión, en el trasegar por los días de diluvio y después esperar a que todo resurja, pero nada; cuántas preguntas se pueden instalar en las cabezas de esos seres, empezando por Yavé... Trato de irme por ese camino y hacer saltos históricos con asuntos cotidianos de hoy, interpolados en esa época. En fin, no lo hago porque quiera escribir minicuentos, sino porque soy incapaz de escribir otra cosa. No sé si es buen libro, pero sí sé que está cruzado por un entusiasmo impresionante. Originalmente, el libro tenía tres partes: además de la que se publicó, tenía un anexo de cuentos breves de otros autores, sobre el mismo tema, y otro de las versiones de las diversas culturas sobre un diluvio. Este trabajo fue posterior al premio del concurso«JorgeIsaacs»,quefueuna coyunturaespecial... ¿Porqué? Un día me llama Harold Kremer y me comenta que hay un concurso de autores vallecaucanos. Me puse a transcribir al computador cuentos que todavía estaban escritos a máquina. Eso me permitió revisar esas cosas viejísimas, reírme de las ingenuidades de ese entonces que hoy soy capaz de percibir (esperemos que haya tiempo suficiente para descubrir las que me habitan hoy). En algunos casos reduje dos páginas a dos párrafos, o una página a un papel arrugado. El libro se llamó Convicciones y otras debilidades mentales. Cómo serían de flojos mis contrincantes, que gané el concurso. Eso me dio aliento para volver a escribir,ydeahí saleOficiosdeNoé. Es clara la recreación de historias, cuentos y mitos en su obra, pero Mempo Giardinelli tiene una cita en donde dice que eso se ha convertido en un lugar común, en una manía falsamente borgeana, en un tópico reiterado de los escritores. ¿Usted qué podría responderle a eso? Entre las muchas definiciones que se hacen del minicuento, está la de recrear relatos pertenecientes al capital cultural de la humanidad. Me Fredy Yezzed 20
  17. 17. parece una débil definición. En realidad, toda la literatura es un comentario de lo que se ha dicho antes, siempre. No hay manera de que uno hable sin referirse a lo que ya ha sido ideado; si no, sería absolutamente incomprensible. Un escritor original ni siquiera se entendería a sí mismo. Siempre el lugar al que uno va es al de lo dicho. Así sea manifiesta o no, deliberada o no, esa intertextualidad es permanente. De tal manera, cuando los lectores celebran estas incursiones, se produce el efecto retroactivo, haciendo que los escritores busquen recrear estas situaciones, estos mitos, etc. Creo que hay intentos afortunados en dichas búsquedas, como también los hay que no trascienden. Pero volvemos al mismo punto: lo que termina bien o está mal no es el ejercicio de volver al mito, a lo que ya ha sido contado, sino la manera de hacerlo. Hay textos con 20 referencias explícitas a la literatura mundial en 15 líneas. Algo así, que no puede ser leído por cualquiera, antes me parecía odioso, excesivo. Pero me he ido dando cuenta de que eso no habla ni bien ni mal del texto o del autor. Habría que ver, en cada caso, si se trata de un vano adorno o de algo estrictamente necesario, por barroco que sea. Ante un conglomerado de referencias (que en un minicuento no pueden pasar desapercibidas, porque pasan a ser el cuento), el que está en problemas es uno como lector. No hay textos complicados, sino lectores elementales. Si alguien se hace escritor, tendrá un lector para sus textos (así sea en el futuro, como soñaba Nietzsche). El problema es querer abordar esa complejidad, con el agravante de que la simplicidad y la tontería donde nos ubica hoy el mundo del consumo y el exhibicionismo, hace aparecer como innecesario el esfuerzo inútil —pues no produce plata— de entender, de entenderse, de saber en qué momento estamos. Esta «moda» de nutrirse literariamente del mito habría que juzgarla caso por caso, cuento por cuento, no en función de que sea una estrategia aceptable o no. Hay de todo; por ejemplo, Cortázar no manifestó que «La noche boca arriba» fuera un comentario del «Sueño de la mariposa»: «Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu». En el cuento de Cortázar, el hombre de la moto que se accidentó delira ser un indígena a quien persiguen para hacer un sacrificio, pero luego resulta que el indígena Entrevista a Guillermo Bustamante 21
  18. 18. que va a ser inmolado soñó estar en un tiempo futuro, montado en una especie de insecto gigante. El fundamento estructural es exactamente elmismo. ¿Cómoesel procesodecreación del minicuento? Diego Gil, un joven caleño que hoy en día escribe aforismos, publicó (2004). Allí hay una idea que da en el blanco de lo que estás preguntando: «Al escribir no hay que esforzarse; hay que haberse esforzado». No se está ante la hoja en blanco, vacía... el famoso estereotipo. La creación es la combinatoria de lo que has trabajado y que te trabaja. No hay creatividad si no hay trabajo previo. «Quienes no lean como locos sólo podrán escribir como tontos», sentencia también Diego. Un amigo decía: el escritor trabaja hasta cuando no está escribiendo. Exactamente. Escribes cuando estás leyendo, cuando estás contemplando, cuando estás soñando. Asimismo, lees cuando estás escribiendo, y lees cuando no estás escribiendo. Leer es una manera de escribir cuando tienes esa inquietud de la escritura; y escribir es una manera de leer si tienes esa inquietud. Esto nos aborta un poco la idea del creador como el que pone su voluntad... ¡Claro que se debe poner la voluntad!, pero no basta; del creador como el que trabaja mucho... ¡Claro que es necesario trabajar!, pero no basta. Hay muchos a los que se les nota el oficio, como se dice, pero no transmiten nada. Además: se combinan asuntos en los que uno pone el deseo, y las circunstancias ponen las condiciones de posibilidad. Cuántas veces nos asaltan las ideas; cuántas veces creemos que son buenas. Pero, de un lado, si no se tiene la facilidad de escribirlas en ese momento, pueden escapar para no regresar, son independientes de nosotros. Y, de otro lado, si cuentas con la fortuna de poder escribirla, la idea no acaba en el punto final, sino en la reacción del otro: su entusiasmo, su bostezo, su gesto de El homo litterarius Fredy Yezzed 22
  19. 19. sorpresa o de incomprensión. Una vez escribí «Continuidad de la continuidad de los parques» a máquina (no tenía computador) y se lo pasé a alguien, buscando ese gesto del otro que te devuelve algo real de lo que has escrito. Ocurrió que la persona botó el original... en esa época todavía existía la idea del original y las copias, pues hoy en día las impresoras sólo hacen originales (o copias, depende del punto de vista). Cuando Harold me instó a escribir para el concurso, recordé mi cuento perdido... aunque habría podido perder la idea, así como perdí el papel. Entonces, escribí —con toda seguridad— un cuento muy distinto. Soñaba con la posibilidad de encontrar el anterior y poderlos comparar; creo que debe haber pocas aproximaciones en la escritura. Es el acontecimiento, no de la idea, sino de la factura lo que me parece que hace a lo literario; es decir, una pregunta crucial del ser humano no puede ser dicha directamente, pues escandalizaría a la víctima. El asunto es cómo la tallas, cómo la pintas, cómo la compones; ahí está todo el arte metido en eso: 90% de disciplina, 90% de inspiración, 90% detrabajo,90%dedeseo,90%decircunstancias... Entrevista a Guillermo Bustamante 23
  20. 20. El escalofrío en la última minificción hispánica: Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki Francisca Noguerol Universidad de Salamanca Si tu casa es un laberinto y en tu habitación Algo te espera, si cobran vida los garabatos que dibujaste (tan mal) con tiza en la pared de tu pieza, y en el living la cabeza de tu hermana ensucia de sangre la pana del sillón verde; si hay Cosas jugando con tus animales de plástico en la bañadera, no te preocupes, hijita, son solamente pesadillas infantiles, ya vas a crecer, y después vas a envejecer y después no vas a tener más sueños feos, ni te vas a volver a despertar con angustia, no vas a tenermássueños,hijita, ni tevas a volvera despertar. Ana María Shua. «Sueños de niños» Un encuentro de título tan sugerente como «Miradas oblicuas en la narrativa latinoamericana: fronteras de lo real, límites de lo fantástico» me ha parecido especialmente adecuado para analizar el resurgimiento delterrorenla másrecienteminificciónhispánica. * Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año III, Nº 3, Vol. 1. Lima, octubre de 2010; pp. 25-51. * Ponencia leída en el II Seminario Internacional de Narrativa Hispanoamericana Contemporánea «Miradas oblicuas en la narrativa hispanoamericana: fronteras de lo real, límites de lo fantástico» celebrado en la Universidad de Granada del 28 al 30 de abril de 2008. El presente texto es reproducido, con ligeras correcciones, con permiso dela autora.
  21. 21. En las siguientes páginas me acercaré a este fenómeno repasando las principales claves de la literatura gótica, destacando su relevancia en la narrativa más reciente y atendiendo a un título maestro en la provocación del escalofrío: Ajuar funerario (2004), conjunto de 89 microrrelatos firmado por el escritor hispanoperuano Fernando Iwasaki, que ha obtenido tanto éxito editorial —ya va por la cuarta edición en Páginas de Espuma— como cibernético —se encuentra citado una y otra vez en la red— y crítico: otros autores han 1 homenajeado el volumen en sus recientes minificciones mientras los comentarios sobre el mismo se suceden a gran velocidad. Así, en el periodo transcurrido entre el momento en que expuse este trabajo —abril de 2008— y hoy, 13 de noviembre del mismo año, he podido escuchar ya tres excelentes ponencias que analizaron el volumen 2 mientrasha aparecidounnuevo artículosobreelmismoenla red . 1. ELMIEDOENLA LITERATURA ¿Qué significa tener miedo? La pregunta queda contestada en el significativo epígrafe de Lovecraft elegido por Iwasaki para encabezar Ajuar funerario: «La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a 3 lo desconocido» (Ajuar funerario: 9) . Este sentimiento, asociado a términos como no familiar, ajeno, extraño, siniestro u ominoso —sinónimos 1 Es el caso de José Antonio Francés, que inicia Miedo me da (78 relatos de humor y espanto) (2007) con una cita de Ajuar funerario, mientras Andrés Neuman dedica a Iwasaki su estupendo microrrelato «Novela de terror», con un contenido tan escueto como perturbador: «Me desperté recién afeitado» (Andrés Neuman. Alumbramiento. Madrid: PáginasdeEspuma, 2006;p.111). 2 «¡La muerte le sienta tan bien!», de la profesora Ángeles Mateo del Pino, ponencia presentada en las Jornadas Internacionales de Literatura y crítica Minificción Literaria (Las Palmas, 22-24 de mayo de 2008); «El arte de la forma breve: los microcuentos de Fernando Iwasaki», de Marie-José Hanaï, y «Sobre Ajuar Funerario», de Efraín Kristal, trabajos presentados en el Coloquio Internacional «La nouvelle hispano-américaine contemporaine» (París, 25-26 de junio de 2008). Finalmente, destaco la aparición del artículo de José María Areta. «Claves de Ajuar funerario». Sincronía. A journal for the Humanities and Social Sciences (electrónico). Jalisco, verano de 2008. <http://sincronia.cucsh.udg.mx/Aretasummer08.htm>,12/7/2008. Francisca Noguerol 26
  22. 22. del famoso unheimlich freudiano—, surge ante una experiencia que desestabiliza nuestra cotidianidad y nos hace sentir inseguros. De ahí que se asocie frecuentemente a la fantasía —descrita por Todorov en su clásica Introducción a la literatura fantástica como «vacilación experimentada por un ser que no conoce sino las leyes naturales y se enfrenta, de pronto, con un acontecimiento de apariencia 4 sobrenatural» — y al misterio, del que Cortázar apuntó acertadamente en «La muñeca rota», que «no se escribe con mayúscula como lo imaginan tantos narradores, sino que está siempre entre, 5 intersticialmente» . Queda, pues, claro que, para conjurarel miedo, sólo queda una salida: buscar el orden y la protección, asociada en el caso de los niños a la familia y, en el de los adultos, a la estable y equilibrada realidad. La literatura gótica, definida ya en 1968 por Mario Praz como «an 6 anxiety with no possibility of escape» , se muestra especialmente interesada por subrayar los procesos mentales de sus personajes. En sus mejores títulos crea espacios numinosos y secretos, en los que es posible experimentar tanto el terror (exterior y súbito) como el horror (interior y permanente), emociones entre las que se debate el lector en todo momento. Entre el shock y el suspense, el texto de miedo debe construirse con la precisión de un mecanismo de relojería, apoyándose en una estructura in crescendo, una focalización insólita —a través de la que descubrimos nuevas posibilidades de lo real— y un escenario que, si bien en los primeros momentos se ubicó en parajes lejanos y exóticos, provoca tanto más miedo cuanto más cercano se muestra a nuestra realidad. Como el propio Iwasaki señala, relatos de fantasmas han existidosiempre: 3 Fernando Iwasaki.Ajuar funerario.Madrid:PáginasdeEspuma, 2004. 4 TzvetanTodorov.Introducción a la literatura fantástica.México:Premiá,1987;p.26. 5 Julio Cortázar.«Lamuñecarota».En: Últimoround.México:Siglo XXI,1980;p.260. 6 Mario Praz. «Introductory Essay». En: Three Gothic Novels. New York: Penguin, 1968; p. 12. Coincido con Anne Williams en su definición del gótico como un arte atemporal (Williams. Art of Darkness: A Poetics of Gothic. Chicago: University of Chicago Press, 1995), aunque soy consciente de la importancia de los años finales del siglo XVIII en la acuñación del término y en la creación de una estética que ha sobrevivido hasta nuestrosdías. El escalofrío en la última minificción hispánica 27
  23. 23. Los hombres de todos los tiempos han sentido fascinación por el terror, aunque lo que ha variado es la distancia y la relación con el mismo; los atenienses que se aterraban con los mitos que describían la cólera de los dioses no pueden compararse con los ingleses que se reunían para divertirse contando historias de miedo; recordemos que el Frankenstein de Mary Shelley y El Vampiro de Polidori surgieron de una velada de 7 fantasmascon LordByron . No está de más recordar que, ya en el siglo I de nuestra era, Plinio el Joven contaba, en la carta vigésimo séptima del libro VII de sus epístolas, la historia de una casa poseída por un fantasma, maldición que acabó cuando el filósofo Athenodoro descubrió que éste estaba enterrado en el patio sin las debidas honras fúnebres. Pero serán los maestros anglosajones quienes establezcan las bases del género. Así, Frederick Frank habla, en The First Gothics: A Critical Guide to the English Gothic Novels, de nueve características tenidas muy en cuenta en Ajuar funerario: 1.Contención claustrofóbica. 2.Persecuciónsubterránea. 3.Invasión sobrenatural. 4.Arquitecturayobjetosdeartequecobran vida. 5.“Posicionesextraordinarias”ysituacionesletales. 6.Ausenciaderacionalidad. 7.Posiblevictoriadelmal. 8. Artilugios sobrenaturales, artefactos, maquinaria y aparatos demoníacos. 8 9.Unconstantedevenirdeinteresantespasiones . Pasemos ahora a demoler un tópico tan extendido como peligroso: el del escaso valor de la literatura de terror en español. Si bien esta afirmación podría sostenerse —con brillantes excepciones— en relación con los siglos XVIII y XIX, resulta absolutamente alejada de la realidad en relación a nuestros días, como ha demostrado 7 Leopoldo de Trazegnies. «Ajuar funerario». Biblioteca virtual de literatura. 9 de octubre de2004.<http://www.trazegnies.arrakis.es/iwasaki3.html>,15/3/2008. 8 Frederick Frank. The First Gothics: A Critical Guide to the English Gothic Novel. New Cork: Garland Publishing,1987;p. 437. Francisca Noguerol 28
  24. 24. recientemente Jaume Pont en Brujas, demonios y fantasmas en la literatura fantástica hispánica (1999). Cortázar ya atendió a este hecho en sus célebres «Notas sobre lo gótico en el Río de la Plata», donde subrayará la importancia del género 9 de terror en su escritura y en la de otros autores conosureños. Sin embargo, puntualiza: «Pienso que recibimos la influencia gótica sin caer en la ingenuidad de imitarla exteriormente; en última instancia, ése 10 esnuestromejorhomenaje a tantosviejosyqueridosmaestros» . Iwasaki destaca asimismo este hecho incidiendo en la importancia de la tradición gótica hispánica y revelando sus lecturas de adolescencia: «Siempre han existido estupendos autores de literatura de horror en español, desde Bécquer hasta Borges, pasando por el peruano Clemente Palma, el uruguayo Quiroga o la española Pilar 11 Pedraza» .En otrositiodice: Sobre los doce descubrí a Poe y Lovecraft, de quienes recuerdo el desasosiego que me produjeron «La caída de la casa Usher» y «Los perros tíndalos», respectivamente. Cuando tenía catorce o quince años, quien me deslumbró de manera fulminante fue Julio Cortázar con «Casa tomada» […] Ya en la universidad —con dieciséis años— leí «El espejo y la máscara» y los demás cuentos de El libro de arena de Borges. Desde entonces he leído muchísimos cuentos maravillosos, aunque ya ninguno me ha desvelado y conmovido tanto como los que he tratado de recordar 12 aquí . 9 «La huella de escritores como Edgar Allan Poe —que prolonga genialmente lo gótico en plena mitad del siglo pasado— es innegable en el plano más hondo de muchos de mis relatos; creo que sin Ligeia, sin La caída de la casa Usher, no se hubiera dado en mí esa disponibilidad a lo fantástico que me asalta en los momentos más inesperados y que me lleva a escribir como única manera posible de atravesar ciertos límites, de instalarme en el terreno de lo otro» (Cortazar. «Notas sobre lo gótico en el Río de la Plata».En: SaúlYurkievich (ed.).Obra crítica3.Madrid:Alfaguara,1994;pp. 82-83. 10 Ibíd., p.87. 11 Cit.enTrazegnies.Op.cit. 12 Miguel Ángel Muñoz. «Fernando Iwasaki: “Quiero que mis cuentos parezcan crónicas, que mis novelas parezcan memorias y que mis ensayos parezcan cuentos”». Entrevista a Fernando Iwasaki. El síndrome Chejov (blog). 20 de noviembre de 2007. <http://elsindromechejov.blogspot.com/2007/11/fernando-iwasaki-quiero-que- mis-cuentos.html>,17/3/2008. El escalofrío en la última minificción hispánica 29
  25. 25. En los años ochenta del pasado siglo se produjo una revitalización internacional del género con la aparición de tribus urbanas que se autodenominaron nuevos románticos, neogóticos o siniestros. Con sus indumentarias oscuras, su fascinación por ciertos conjuntos musicales y films satánicos y con un nivel cultural muy superior al de otros grupos juveniles, estos chicos hicieron proliferar muy pronto en la red -otra de suspasiones confesas-laspáginas dedicadasal terror. Todo ello explicaría la aparición, en las literaturas hispánicas de los últimos treinta años, de novelas, cuentos y antologías tan interesantes como Las joyas de la serpiente (1984), Necrópolis (1985), Mater Tenebrarum (1987), Arcano 13, cuentos crueles (2000) y Fantástico interior: antología de relatos sobre muebles y aposentos (2001), de Pilar Pedraza; Mejor desaparece (1987) y Antes (1989), de Carmen Boullosa; El mal menor (1996), de Charlie Feiling (sin duda una de los mejores novelas de las últimas décadas); Técnicamente humanos (1996), Invenciones enfermas (1997) y Registro de Imposibles (2000), de Cecilia Eudave; Ciudad espejo, ciudad niebla (1997), Sombras sin tiempo (1999) y Aquí y en el más allá (2005), de Gerardo Horacio Porcayo; Inquieta compañía (2004), de Carlos Fuentes (quien ya iniciara su trayectoria literaria con extraordinarios cuentos fantásticos); El huésped (2006) de Guadalupe Nettel, o Cuentos de la abadía de Carfax. 13 Historiascontemporáneasdehorror yfantasía (2006),deNomi Pendzik . 2. MINIFICCIÓNY ESCALOFRÍO La escritora argentina Ana María Shua, maestra indiscutible en el manejo de la brevedad, y autora del texto escogido para iniciar la presente reflexión, señala en su introducción a Temporada de fantasmas unhecho incuestionable: Las minificciones tienden en su mayor parte al género fantástico, en parte porque se les exige provocar algún tipo de sorpresa estética, temática o de 13 Las escritoras, que han hecho correr ríos de tinta por su especial afición al género, siguen teniendo una gran importancia en el mismo por su capacidad para reflejar tanto eldesamparo como complejosprocesospsicológicosensuspersonajes. Francisca Noguerol 30
  26. 26. contenido, ya que el sutil desarrollo de climas o personajes son casi 14 imposibles . Así se explica la importancia de lo sobrenatural en Cuentos breves y extraordinarios (1957), de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, y en El libro de la Imaginación (1976), de Edmundo Valadés, antologías que sirvieron de piedra de toque para potenciar la práctica de y la atención sobre el género, y que han sido continuadas en títulos recientes como Grandes minicuentosfantásticos(2004),deBenitoArias. Y es que el escalofrío siempre ha estado en la base de los mejores microrrelatos, sea con toques humorísticos —como en «Aquella 15 muerta», de Ramón Gómez de la Serna (1935) — o para producir un súbito desasosiego. Así se aprecia en el clásico «Sola y su alma», de Thomas Bailey Aldrich, compilado por Borges, Bioy Casares y Ocampo en su clásica Antología de literatura fantástica (1940), y uno de los títulos más glosados en la historia de la literatura: «Una mujer está sentadasola enuna casa.Sabe queno haynadie más enelmundo: todos 16 losotrossereshan muerto.Golpean a la puerta» . En el mundo hispánico destaca, en este sentido, Los niños tontos (1956), de Ana María Matute, donde la crueldad infantil es presentada en toda su crudeza. Así ocurre, por ejemplo, en «El niño que no sabía jugar»: Había un niño que no sabía jugar. La madre le miraba desde la ventana ir y venir por los caminillos de tierra, con las manos quietas, como caídas a los dos lados del cuerpo. Al niño, los juguetes de colores chillones, la pelota, tan redonda, y los camiones, con sus ruedecillas, no le gustaban. Los miraba, los tocaba y luego se iba al jardín, a la tierra sin techo, con sus manitas, pálidas y no muy limpias, pendientes junto al cuerpo como dos extrañas campanillas mudas. La madre miraba inquieta al niño, que iba y venia con una sombra ante los ojos. «Si al niño le gustara jugar yo no tendría frío mirándole ir y venir». Pero el padre decía, con alegría: «No sabejugar,no esun niño corriente.Es un niño quepiensa». 14 Ana MaríaShua. Temporada defantasmas.Madrid:Páginas deEspuma: 2004;p.8. 15 «—Aquella muerta me dijo: —¿No me conoces?... Pues me debías conocer. Has besado mi pelo en la trenza postiza de la otra» (Benito Arias García [comp.]. Grandes minicuentosfantásticos.Madrid:Alfaguara,2004;p.91. 16 Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Antología de la literatura fantástica.Barcelona:Edhasa, 1989;p.36. El escalofrío en la última minificción hispánica 31
  27. 27. Un día la madre se abrigó y siguió al niño, bajo la lluvia, escondiéndose entre los árboles. Cuando el niño llegó al borde del estanque, se agachó, buscó grillitos, gusanos, crías de rana y lombrices. Iba metiéndolos en una caja. Luego, se sentó en el suelo, y uno a uno los sacaba. Con sus uñitas 17 sucias,casinegras,hacia unleveruidito:¡Crac!,ylessegaba la cabeza . La indiferencia con que enfrentan el dolor o la muerte ajena personajes pretendidamente inocentes se encuentra, asimismo, en la base de los microrrelatos reunidos por la chilena Pía Barros en la serie «Ropa usada»,dela queofrecemosunejemplo: Ropa usada I. (A Ana Madre) Un hombre entra a la tienda. La chaqueta de cuero, gastada, sucia, atrapa su mirada de inmediato. La dependienta musita un precio ridículo, como si quisiera regalársela. Sólo porque tiene un orificio justo en el corazón. Sólo porque tras el cuero, el chiporro blanco tiene una mancha rojiza que ningún detergente ha podido sacar. El hombre sale feliz a la calle. A pocos pasos, unos enmascarados disparan desde un callejón. Una bala hace un giro en ciento ochenta grados de su destino original. Se diría que la bala tiene memoria. Se desvía y avanza, gozosa, hasta la chaqueta. Ingresa, conocedora, en el orificio. El hombre congela la sonrisa ante el impacto. La dependienta, corre a desvestirlo y a colgar nuevamente la chaqueta en 18 elperchero.Lima susuñasdistraída,aguardando . Del mismo modo, Espido Freire juega a subvertir el orden establecido en sus brevísimos Cuentos malvados. En ellos los ángeles pueden ser vampiros o las sirenas olvidar su labor samaritana, como se apreciaenestamalsana ydivertidarecreaciónde«Lasirenita»: Medio ahogado, vio cómo una sirena nadaba hacia él y tendió sus manos hacia ella. La sirena no se acercó más. Con su hermoso rostro sereno contempló cómo el príncipe se hundía lentamente. Cuando dejó de respirar, ella se aburrió, y abandonó el lugar envuelta en un remolino de 19 espuma . En otro orden de cosas, el maestro Cortázar demostró que era posible atrapar el tono gótico en una página —«Instrucciones- 17 Ana MaríaMatute.Losniñostontos.Barcelona:Destino,1994;p.47. 18 PíaBarros.Ropa usada.Santiago: Asterión,2000;p.13. 19 Espido Freire.Cuentosmalvados.Madrid:PuntodeLectura,2000;p.13. Francisca Noguerol 32
  28. 28. ejemplos sobre la forma de tener miedo» y «Propiedades de un sillón», incluidos en Historias de cronopios y de famas (1962), y descubrió las múltiples posibilidades de la focalización y el lenguaje telegráfico en «Cortísimometraje»: Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonará algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión 20 digitalporqueeneseoficiono hayquedescuidarse . Basten estos ejemplos para dejar constancia de que el escalofrío goza de buena salud en el microrrelato hispánico. Concluyo así este breve repaso destacando la importancia de las pesadillas en tres textos recientemente publicados: Cuentos del libro de la noche (2005), de José María Merino —impagables en este sentido sus minificciones «Ojos» y «Huellas»—; Horrores cotidianos (2007), de David Roas —mucho más cercano al espíritu del absurdo que al del terror—; y, finalmente, Miedo me da (2007), de José Antonio Francés, estrechamente vinculado a los temasytécnicasdeltallerIwasaki. 20 Cortázar. Último round. México: Siglo XXI, 1980; p. 136. Esta interesante línea de trabajo es seguida por Luis Mateo Díez en el memorable «El sueño»: «Soñé que un niño me comía. Desperté sobresaltado. Mi madre me estaba lamiendo. El rabo todavía me tembló durante un rato» (Luis Mateo Díez. Los males menores. Introducción de Fernando Valls.Madrid:Espasa Calpe,2002;p.135). El escalofrío en la última minificción hispánica 33
  29. 29. 3. O CÓMO LOGRAR SONRISAS ESTREMECIDAS 3.1. Paratextoyclavesgenéricas Desde su título, Ajuar funerario conjuga el homenaje a la literatura gótica con el recuerdo de ciertas tradiciones peruanas, aproximando lo cotidiano a lo sepulcral en una apuesta por confundir ámbitos tradicionalmente separados. Como el mismo autor explica con su habitual ironía: Los antiguos peruanos creían que en el otro mundo sus seres queridos echarían en falta los últimos adelantos de la vida precolombina, y por ello les enterraban en gruesos fardos que contenían vestidos, alimentos, vajillas, joyas, mantones y algún garrote, por si acaso. Los arqueólogos, esos aguafiestas del eterno descanso, bautizaron como ajuar funerario aquel melancólicomenaje(Ajuar funerario:11). Tras una portada muy en consonancia con el espíritu macabramente lúdico de la obra, en la que se representa un grotesco cadáver dentro del ataúd y ataviado con sus mejores galas, se establece un claro paralelismo entre los objetos materiales del ajuar y los textualesqueintegran elvolumen: Las historias que siguen a continuación quieren tener la brevedad de un escalofrío y la iniquidad de una gema perversa. Perlas turbias, malignos anillos, arras emputecidas..., un ajuar funerario de negras y lóbregas bagatelas que brillan oscuras sobre los desechos que roen los gusanos de la imaginación (Ajuar funerario:12). Los epígrafes que encabezan la obra, pertenecientes a Lovecraft, Poe y Borges, descubren la filiación gótica del libro, mientras la dedicatoria humorística —«A Marle, que está de miedo» (Ajuar funerario: 7)— y la línea que inicia la serie de microrrelatos —«Y ahora, abra la boca: El dentista» (Ajuar funerario: 10)— revelan la comodidad con la que Iwasaki pasa de un registro culto a otro cercano al plano 21 doméstico . AJUAR FUNERARIO 21 Marle es la esposa de Iwasaki, a la que éste dedica todas sus obras y que hace justo honor a la dedicatoria, mientras el miedo al dentista resulta una de las principales fobias Francisca Noguerol 34
  30. 30. Ya en su presentación en la Feria del Libro de Madrid, Ajuar funerario fue definido por Antonio Muñoz Molina como «libro excelente, original, muy divertido y escalofriante de leer». Configurado como un conjunto de pesadillas contadas con enorme laconismo, se inscribe tanto en la tradición del relato de horror como en la de la brevedad, lo que, como sostiene su autor para demostrar una vez más su alergia a las clasificaciones, le viene más del interés por los haikus —debido a su sangre medio japonesa— que a la propia tradición del 22 microrrelato . Este hecho no impide que, al contestar un cuestionario en el blog Diario sin nombre, demuestre su respeto e interés por el género: Cuando he escrito un microrrelato sé que me he comprometido igual que cuando he escrito una novela. Por lo tanto, no creo que los escritores los percibamos como algo menor. Lo que pasa es que todavía ninguna top- model ha declarado que flipe con los microrrelatos, pero en cuanto Hipólito G. Navarro acabe el de templarios que está escribiendo, todo va a 23 cambiar . Asíconfiesala difícilejecucióndelgéneroa Tellería: Terminar Ajuar Funerario me llevó más de cinco años de escritura, pero por razones estrictamente operativas, ya que los microrrelatos hay que escribirlos una vez a las quinientas. Al ser un libro de microcuentos de terror, siempre estuve a la caza de historias, sueños, pesadillas y obsesiones, que anotaba en una libreta y más tarde transcribía en la 24 computadora . del escritor, en la base de la novela Neguijón y de «La silla eléctrica» (Ajuar funerario: 56), pesadilla deejecuciónresueltafinalmentecomo rutinariavisitaal odontólogo. 22 Alejandro Tellería. «Si folláramos más, escribiríamos menos». The Barcelona review: Revista internacional de narrativa breve contemporánea (electrónica). Nº 45. Barcelona, noviembre-diciembre 2007. <http://www.barcelonareview.com/45/s_fi.htm>, 15/3/2008. 23 Bigardo. «Fernando Iwasaki en pocas palabras». Diario sin nombre (blog). 8 de diciembre. En línea: <http://eldiariosinnombre.blogspot.com/2007/12/fernando- iwasaki-en-pocas-palabras.html>. Visitado: 15(03/2008. En el año 2005 publicó en Lima un texto que da idea desde su título de su interés por el género: Cuentos pigmeos. Antología dela minificción latinoamericana. 24 Tellería.Op.cit. El escalofrío en la última minificción hispánica 35
  31. 31. Por otra parte, descubre la estrecha relación existente entre 25 microrrelato,terroryoralidad endiferentesentrevistas: Creo que el microrrelato supone primero la oralidad, un contador de historias. El escritor interviene al final para miniar, limar y pulir esas miniaturas orales. Estos son mis primeros microrrelatos, pero no son mis 26 primerashistoriasorales . Ajuar funerario es un homenaje a la literatura de terror tanto oral como escrita, pues mi libro le debe tanto a Lovecraft como a la Casa Matusita (…) Tengo que admitir que he reciclado leyendas urbanas e historias que me han 27 contado algunos ateridosinformantes . Con este libro ha tratado de darle dignidad literaria a una serie de historias que escuché desde niño y que me desvelaron durante años; (…) Elegí el terror porque quería darle dignidad a esa tradición de historia oral que tenemos en América latina y que en la literatura americana siempre había 28 estadoensegundoplano . Poe está muy bien, pero en español, desde Bécquer hasta Borges, pasando por Horacio Quiroga o el peruano Clemente Palma, existe también una importante tradición de literatura de horror que es muy devota de la 25 Destacada por críticos como Rosemary Jackson y Gerhard Hoffmann en sus conocidos trabajos: Fantasy: The Literature of Subversion (London: Routledge, 1981), y «The Fantastic in Fiction: Its Reality Status, Its Historical Development and its Transformation in Postmodern Narration». (REAL. The Yearbook of Research in English and American Literature.Vol. 1.Berlín,1982,pp.267-364),respectivamente. 26 Luis García. «Fernando Iwasaki». Fábula. Revista literaria. Nº 14. La Rioja, 2007, pp. 58-62.Disponible en: <http://www.unirioja.es/servicios/sp/ej/fabula/textos/fab014058.shtml>, 15/3/2008. 27 Trazegnies. Op. cit. La limeña Casa Matusita, que probablemente se encuentre en el origen del microrrelato «La casa embrujada» (Ajuar funerario: 68-69), tuvo como primera propietaria a Parvaneh Dervaspa, condenada por bruja en 1753. Desde entonces ha alimentado una historia de destrucción y muerte, según la cual allí vivió un hombre asesinado por sus sirvientes, perdió la razón un sacerdote e incluso afectó al conocido Humberto Vílchez Vera. Fue una de las más conocidas leyendas de la Lima de los ochenta, por lo que Iwasaki se vería indefectiblemente tocado por su halo maldito. 28 Doménico Chiappe. «Fernando Iwasaki: El terror infantil que perfora los cuentos». TalCual. 30 de mayo de 2004. Ahora en: Ciudad Letralia. La metrópolis de las letras (web). <http://www.letralia.com/ciudad/chiappe/16.htm>,15/3/2008. Francisca Noguerol 36
  32. 32. oralidad, de esas típicas historias que se cuentan y mi libro se nutre de estas 29 historiasorales . La relación con la oralidad no acaba aquí. Como de nuevo señala a Chiappe, el libro surge de estas historias que yo he ido escuchando desde pequeño en casa y en la calle y que fui escribiendo precisamente para leerlas a los 30 alumnos enesascharlas organizadas por elCentroAndaluz delas Letras . Este público adolescente, especialmente aficionado a las historias de terror, agradeció sin duda la intuición de Iwasaki: «Pensé que para ellos, los chavales, sería más fácil aficionarles a la lectura con esos pequeños relatos salidos de la imaginación y de esas historias que uno ha 31 escuchado que dando alguna clase teórica» . De ahí la presencia de historias tan conocidas como las de la autoestopista fantasma que, 32 señala,«serepitecon distintasvariantesencada país» . El volumen descubre asimismo el interés de su autor por la colección de textos integrados —ya presente en títulos como Inquisiciones peruanas, Helarte de amar o El libro de mal amor— y por la 33 experimentación con diversos géneros. Aficionado a cuentarlo todo , Iwasaki recurre a las leyendas urbanas —«El pasajero», las tres 29 J.A. «Iwasaki publica “Ajuar funerario”. “Desde Bécquer a Borges hay una gran tradición de terror en español”». ABC (electrónico). 23 de mayo de 2004. <http://www.abc.es/hemeroteca/historico-23-05-2004/sevilla/Sevilla/iwasaki- publica-ajuar-funerario-desde-becquer-a-borges-hay-una-gran-tradicion-de-terror- en-espa%C3%B1ol_9621652444422.html>,15/3/2008. 30 Chiappe.Op.cit. 31 J.A.Op.cit. 32 Chiappe.Op.cit. 33 Rasgo clave de su poética, confesado en «Mi primera experiencia textual»: «Uno está persuadido de que las poéticas y los manifiestos sólo sirven para que filólogos y concejales se cuelen de matute donde no les llaman, y así prefiero ser poéticamente correcto y amenazar con cuentarlo todo. Es decir, cuentar columnas, cuentar ensayos, cuentar artículos, cuentar pregones, cuentar prólogos, cuentar presentaciones y –por supuesto- cuentar novelas» (Iwasaki. «Mi primera experiencia textual». En: Eduardo Becerra [ed.]. El arquero inmóvil. Nuevas poéticas sobre el cuento. Madrid: Páginas de Espuma, 2006; p. 81). Este hecho resulta de nuevo apreciable en Cuando dejamos de ser realistas,sumásrecientepublicación, queha recibidoelpremioAlgaba deEnsayo 2008. El escalofrío en la última minificción hispánica 37
  33. 33. versiones de «La chica del auto stop»—, el documento inquisitorial —«Animus, finibus»—, las parábolas —«Bienaventurados los pobres de espíritu», «Del apócrifo Evangelio de san Pedro (IV, 1-3)»—, las entradas de diccionario —«Del Diccionario Infernal del padre Plancy»—, las reseñas —«El libro prohibido»—, los testimonios pseudo- históricos —«Kruszwicy, 834 D.C.» y, sobre todo, a la narración de pesadillasa lo largo detodo elvolumen—. En cuanto a su motivación para acercarse a la brevedad, es tan clara 34 —«Asumo el riesgo de experimentar; por eso estos microrrelatos» — como resultócomplejala génesisdelvolumen: El título y el prólogo sí son del año 98, cuando Lengua de Trapo me solicitó un cuento de diez páginas para la antología Líneas Aéreas y se me ocurrió mandar diez de aquellas miniaturas siniestras. Los diez microrrelatos que aparecieron en Líneas Aéreas comenzaron a circular por Internet de una manera sorprendente, y cuando Andrés Neuman me pidió cuentosinéditos para Pequeñas resistenciasy le pasé algunos inéditos de Ajuar funerario, me exhortó a publicarlos sin demora. Doy fe que Juan 35 Casamayorno secorrió . Más adelante insiste en este hecho —«Las primeras imágenes me vinieron a la mente a comienzos de los noventa, después de advertir que en muy pocas líneas era posible producir desasosiego y 36 escalofrío» —, y descubre la diferencia entre la concepción de Ajuar funerario y otras obras: «[Iwasaki] reconoce que para enfrentarse a textos de aliento más largo no toma notas, pues no cree que las novelas 37 seconstruyancon fogonazosni compilando chispazos» . 34 Chiappe. Op. cit. 35 García. Op. cit. 36 García. Ibíd. Iwasaki parece hacerse eco de la idea de que al terror le va bien la brevedad y de que la economía de palabras supone un disparador del miedo, hecho demostrado por novelistas como Dickens o Hawthorne, que escogieron la narración breve como vehículo para sus cuentos de miedo. Si Julia Briggs señala que «a horror that is effective for thirty pages can seldom be sustained for three hundred» (Night Visitors: The Rise and Fall of the English Ghost Story. London: Faber, 1977; p. 13), podríamos reducir la cantidad de páginas a una en el caso de las minificciones objeto delpresenteanálisis. 37 Chiappe.Op.cit. Francisca Noguerol 38
  34. 34. Por último, destaca las claves de su escritura —«Un microrrelato de terror no puede aspirar al misterio y la creación de atmósferas, sino a provocar sensaciones fulminantes como el escalofrío, la náusea o el sobresalto»—, atendiendo a que los textos sean necesariamente narrativos —«El género de terror me obligaba a poner una distancia con los aforismos y los poemas en prosa, géneros que algunas veces pasan por minificción»— y al placer que le provocó este nuevo experimento: «fue un ejercicio muy exigente, pero al mismo tiempo 38 bastantedivertido» . 3.2. Elautorenla obra En Ajuar funerario aparecen reflejadas las principales obsesiones literarias de Iwasaki. Ya Tres noches de corbata (1987), su primera publicación, presentaba una fantasía gótica en la portada —con búho y casa negra incluidos—, descubriendo el interés de su autor por las múltiples apariencias de lo real, los sueños, las pesadillas y la magia. Así se aprecia en cuentos como «El ritual» y «Tres noches de corbata», cuyos argumentos se ven repetidos con algunas variaciones en «Ya no quiero a mi hermano» (Ajuar funerario: 30) y «La muchacha nueva» (i: 54-55). Igualmente, los relatos de A Troya, Helena (1993) «Pesadilla en Chacarilla» y «Erde» encuentran una nueva versión en «Cosas que se muevensolas»(Ajuar funerario:112)y«Gorgona» (Ajuar funerario:66). Por su parte, el mundo contrarreformista y pícaro de confesores, anales eclesiásticos y beatas retratado en Inquisiciones peruanas (1994) y Neguijón (2005) encuentra una nueva versión en «Animus, finibus» (Ajuar funerario:20)y«Losvisitantes»(Ajuar funerario:38). Uno de los aspectos más interesantes de Ajuar funerario viene dado por su extraordinaria utilización de la perspectiva infantil a la hora de narrar las pesadillas. Los mejores textos se encuentran protagonizados por niños desamparados, que sienten el abandono de aquellos en quienes confiaban y que debieron protegerlos. Y es que, como señala Víctor Bravo, «si el miedo se encuentra en la raíz de la condición humana, lo es porque el primer reconocimiento de toda conciencia es 39 eldesamparo» . 38 Trazegnies.Op.cit. 39 Víctor Bravo. «El miedo y la literatura». Anales de literatura hispanoamericana. Nº 34. 39
  35. 35. Ya lo señalaba Cortázar en «Lo gótico en el Río de la Plata»: «Salvo que una educación implacable se le cruce en el camino, todo niño es en principio gótico». Iwasaki insiste en este hecho en numerosas entrevistas: En cuanto a los niños, estoy persuadido de que la literatura de terror supone la infancia, pues si no hubiéramos sido niños sólo le tendríamos miedo a Hacienda y a los dentistas. Por lo tanto, la infancia nos preparó para ser aprensivos a la oscuridad, lo desconocido, la muerte, la soledad, lo sobrenatural,las pesadillas y sobretodo a las viejas, cuando estánmajaras y 41 despeinadas . En otras historias he querido crear la sensación de desasosiego, sobre todo en las protagonizadas por niños […] La literatura de horror se nutre de los miedos infantiles, de los niños que fuimos o del que tenemos 42 dentro . La infancia es la edad de todos los terrores primordiales y el niño siempre es sujeto de terror. O el niño que fuimos o los niños que engendramos. «Peter Pan» y «La cueva» tienen como elemento común esa infancia terrorífica o aterradora, y me interesa explorar esos territorios. La 43 literaturadeterrornacedelaspesadillascompletasdeunniño encoma . El sentimiento de desamparo se hace especialmente patente en microrrelatos como «La cueva», donde un niño se pierde mientras juega con sushermanas bajo la colcha dela cama paterna: ¡Qué grande era la cama de mis papás! Una vez cogí la linterna de la mesa de noche y les dije a mis hermanas que me iba a explorar el fondo de la cueva. Al principio se reían, después se pusieron nerviosas y terminaron llamándome a gritos. […] La cueva era enorme y cuando se gastaron las pilas yafueimposible volver(Ajuar funerario:23). Madrid,2005;p.13. 40 Cortázar. «Lo gótico en el Río de la Plata», p. 83. Este hecho ha sido asimismo destacado por David Punter en The Romantic Unconscious. A Study in Narcissism and Patriarchy (New York: New York University Press, 1990), donde el autor sigue las aportaciones realizadas en la temprana fecha de 1932 por la psicoanalista Melanie KleinenThePsychoanalisisof Children. 41 Muñoz.Op.cit. 42 Chiappe.Op.cit. 43 García.Op.cit. Francisca Noguerol 40
  36. 36. Pero los niños asustan más cuando se convierten en victimarios. Es el caso de la niña caníbal a la fuerza en «Las manos de la fundadora»: «ellas creen que vomité de susto, pero tenía que impedir que me pegara. La mano izquierda sabía mejor» (Ajuar funerario: 97). Esta conducta feroz, similar a la de Los niños tontos de Matute, se repite en el chico que pega la hostia en el álbum de Primera Comunión, en los niños brujos de «Dulce compañía» y «La muchacha nueva», el vampiro infantil de «Elbalberito»yelterroríficoprotagonista de«Hambre». Resulta así evidente que el terror se encuentra estrechamente 44 asociado a los recuerdos de infancia de Iwasaki , quien ha revelado incluso el origen real de «Tres noches de corbata» y «La muchacha nueva»: [Iwasaki] recuerda que nunca ha experimentado más miedo que cuando se marchaban sus padres y se quedaban al cuidado de Josefina, que tenía 14 años. «Era tan niña como nosotros, recuerda, pero nos transmitía unos cuentos terribles, alucinantes. El mundo del niño lo absorbe todo... Si fuéramos adultos desde el momento de nacer, sólo tendríamos miedo a 45 Hacienda» . Si en «Tres noches de corbata» la criada se convierte al final en el personaje de su propio cuento —el demonio «Chullachaqui», que mata a los niños—, en «La muchacha nueva» son los chicos quienes «hacen desaparecer» a sus sucesivas cuidadoras gracias a su pacto con el 46 diablo . En otro orden de cosas, la mitología producida por los modernos medios de comunicación —cine, literatura, música popular, televisión— es utilizada con profusión en Ajuar funerario, hecho que nos remite a otros títulos de su autor como El descubrimiento de España 45 Rosa María Echeverría. «Iwasaki transforma el terror en arte en Ajuar funerario». ABC (electrónico). 1 de junio de 2004. <http://www.abc.es/hemeroteca/historico- 01-06-2004/abc/Cultura/iwasaki-transforma-el-terror-en-arte-en-su-obra-ajuar- funerario_9621798546196.html>,15/3/2008. 46 El tema de la criada que se venga de sus señores a través de la magia es abordado por Carlos Fuentes en «La gata de mi madre», donde la indígena Guadalupe acaba con su vieja y despótica ama por ser la reencarnación de una bruja sacrificada siglos atrás (Fuentes.Inquieta compañía.Madrid:Alfaguara.,2004;pp.36-47). El escalofrío en la última minificción hispánica 41
  37. 37. (1996), La caja de pan duro (2000), Libro de mal amor (2001) o Helarte de amar (2006). Así lo señala el mismo Iwasaki a Chiappe, a quien confiesa que «también le han influido las películas de cine y las series de televisión, como La familia Adams o Los Monsters», y así se aprecia en «Peter Pan», uno de los pocos microrrelatos realistas del conjunto en el que el despiadado protagonista, decepcionado porque cree ver en los padres de sus amigos al Hombre Lobo, Batman o Tarzán, inventa una naturalezaheroica para suprogenitor: Entonces corrí a la cocina y saqué el hacha de cortar la carne. Por la ventana entraban la luz de la luna y los aullidos del papá de Mendoza, pero mi padre ya grita más fuerte y parece un pirata de verdad. Que se cuiden Merino, Salazar y Gómez, porque ahora soy el hijo del Capitán Garfio 47 (Ajuar funerario:28) . Otras aficiones de Iwasaki forman parte del libro. Es el caso de los Beatles —«A Mail in the Life» remite a «A Day in the Life», penúltima canción del lado B del Sergeant Pepper's Lonely Hearts Club—, también homenajeados en el cuento de A Troya, Helena «Rock in the Andes», dedicado a John Lennon; en el Libro de mal amor —con un epígrafe tomado de la canción «I Hill»—, y en Helarte de amar, que contiene dos relatos donde las canciones del grupo británico propician las aventuras eróticas. 47 La mezcla de crueldad e inocencia del narrador recuerda la de los chicos oligofrénicos en «La gallina degollada», de Horacio Quiroga, cuento publicado en Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917) e inolvidable en su escena final, cuando la hermana pequeña aparece muerta a manos de quienes la creyeron «una gallina». Así ocurre también con el protagonista de «27 de abril», microrrelato incluido por Edmundo Paz Soldán en Las máscaras de la nada (1990): «Era el cumpleaños de Pablo Andrés y decidí obsequiarlela cabeza de Daniel, perfumada y envuelta con elegancia en lustroso papel café. Supuse que le agradaría porque, como casi todo buen hermano menor, odiaba a Daniel y no suportaba ni sus ínfulas ni sus cotidianos reproches. Sin embargo, apenas tuvo entre sus manos mi regalo, Pablo Andrés se sobresaltó, comenzó a temblar y a sollozar preso de un ataque de histeria. La fiesta se suspendió, los invitados nos quedamos sin probar la torta, alguien dijo son cosas de niños, y yo pasé la tarde encerrado en mi dormitorio, castigado y sintiéndome incomprendido» (Desencuentros.Madrid:Alfaguara,2004;p.25). Francisca Noguerol 42
  38. 38. Por su parte, la bibliofilia del autor es puesta de manifiesto en «El bibliófilo» (Ajuar funerario: 39-40) y «Los yernos» (Ajuar funerario: 83-84) —títulos que revelan el profundo temor a perder sus libros de todo poseedor de una buena biblioteca—, y en «El libro prohibido» (Ajuar funerario: 35-36), del que señala: «¿Qué puedo decir de los bibliófilos, libreros y bibliotecarios en general? En uno de los microrrelatos de Ajuar funerario sugiero que el “libro de arena” era en realidad el apócrifo Necronomicón. No encontré mejor homenaje al libro como «arte facto» 48 deterror» . La formación humanística de Iwasaki, que consiguió el grado de bachiller con la tesis Simbolismos religiosos en la metalurgia prehispánica (1983), impartió clases en la universidad sobre religiones comparadas y escribió eruditos artículos en torno al tema, refleja un interés por libros prohibidos, ritos secretos y exorcismos que lo llevó, por ejemplo, a ser el introductor en Sevilla de monseñor Corrado Balducci, el exorcista 49 delVaticano . Así se aprecia el argumento de «El antropólogo» (Ajuar funerario: 71) y la mención a libros como El diccionario infernal del Padre Plancy en el casi homónimo microrrelato (Ajuar funerario: 119), divertido homenaje a la tradición alemana del Schauerroman —donde eran frecuentes las relaciones sexuales con demonios— que convierte al diabólico Gomory en una call girl con tarifa estipulada por minuto de conversación. La alusión a la hot line da pie para comentar otro rasgo profundamente novedoso de Ajuar funerario: su utilización de las nuevas tecnologías de comunicación —vídeos, mensajes SMS, correos electrónicos, chats— para provocar en miedo, situándose en la línea de films japoneses de culto como The Call (2000) o The Ring (2002). Si algunos de las microrrelatos aluden a los métodos tradicionales de 48 Muñoz. Op. cit. 49 El autor contestó con su habitual ironía a la pregunta de si esta relación le había ayudado a escribir el volumen que comentamos: «A sus 83 años Balducci es la máxima autoridad de la Iglesia en demonología, pero también un gran conocedor del rock; la mayor parte del tiempo que estuvo en Sevilla hablamos de rock y más bien poco de Satanás, que según Balducci es un pobre diablo, lo que me hizo pensar que el demonio estámás cercade“El día dela Bestia”quede“La Profecía”»(Trazegnies.Op.cit.). El escalofrío en la última minificción hispánica 43
  39. 39. comunicación con los espíritus —«La guija», «Ya no quiero a mi hermano», «Última voluntad», la actualización del género queda clara 50 en títulos como «666» y, especialmente, en «El dominio», donde el creador de la URL www.infierno.com descubre, tras hacerse rico con su 51 invento,queésteleha hecho esclavo deldiablo . 4. TERRORESDEL AJUAR Llego así a la última parte de mi exposición, en la que destacaré los temores presentes en Ajuar funerario atendiendo a cuatro aspectos fundamentales: la claustrofobia, el miedo al abandono y al castigo y la pérdidadeidentidad. 4.1. Claustrofobia En el siglo XIX, las localizaciones características de la primera época de la literatura gótica —castillos y conventos del sur de Europa— fueron sustituidas por espacios mucho más cercanos a los lectores —de clase media— que devoraban estos textos: casas repletas de salones, sótanos y áticos por explorar. Este hecho explica que uno de los temas más tratados por Iwasaki en Ajuar funerario sea el del espacio hostil, presente en «W.C.» —demostración fehaciente de la originalidad del autor, que sitúa el encuentro con el monstruo en el retrete de una gasolinera— y, en un tono mucho más respetuoso con la tradición, en «La habitación maldita», «La casa embrujada» «No hay como el baño de casa», «La casa de muñecas», «Hay que bendecir la casa» o «Cosas que se mueven solas». 50 El narrador recibe la sobrecogedora llamada a su móvil de un conocido muerto, que acaba con el siguiente comentario: «En la pantalla parpadeaba un número inverosímil. No me he atrevido a coger el teléfono, pero ha dejado un mensaje en el buzón devoz» (Ajuar funerario:90). 51 José Antonio Francés, que inicia Miedo me da precisamente con un epígrafe de Iwasaki, asume asimismo esta veta creativa en «Canal 666», «Perdida» —el narrador llora ante la tumba de su hermana y de repente le llega una llamada perdida desde la lápida— o «Envía alma» —un chico recibe la fecha de su muerte a través del juego de la página web www.estasmuerto.com, y para alargar su vida debe enviar continuamenteSMSal númeroestipulado. Francisca Noguerol 44
  40. 40. Ya Chris Baldick señaló la naturaleza claustrofóbica de los espacios queprovocan miedo: Gothic texts comprise a fearful sense of inheritance in time with a claustrophobic sense of enclosure in space, these two dimensions reinforcing one another to produce an impression of sickening descent into disintegration. The Gothic text often flourishes in spaces that imprison or restrict efforts to move or exist comfortably and the combination of both circumstances creates the feeling of disintegration 52 orfragmentation . Iwasaki, buen conocedor de esta tradición, logra retratar en unas cuantas pinceladas el terror que desprenden estos lugares. Así ocurre en «La habitación maldita» —«Las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado» (Ajuar funerario: 14)—; en «La casa embrujada» —«la casa no tenía espejos y a todos los personajes de las pinturas les habían borrado los ojos. Los relojes marcaban a destiempo la misma hora» (Ajuar funerario: 68)— o, finalmente, en «El salón antiguo»— «todo oscuro, todo grande, […]. En uno hay una señora que te mira molesta, en otro se ve a una niña que parece un fantasma y encima hay un Cristo que da miedo» (Ajuar funerario: 76)—. Evidentemente, todos estos lugares poseen un rasgo común: quienes los han hollado nunca lograrán salir —habitación, tumba y cama se hacen sinónimos—, remitiendo así a una de las fobias más generalizadas entre los seres humanos: la tapefobia o miedo a ser enterrado vivo, reflejada asimismo en otros títulos como «Réquiem 53 por elavemadrugadora» y«Elmilagromaldito» . 52 Chris Baldick (ed.). The Oxford Book Of Gothic Tales. Oxford: Oxford University Press, 1992;p.XIII. 53 Felipe Benítez ha escritouno de los mejores microrrelatos sobre el tema: Que griten. Yo, como si fuese sordo. Que arañen sus elegantes forros de seda. A mí sólo me pagan para que vigile esto, no para que cuide de ellos ni para que me quiten el sueño con sus gritos. ¿Que bebo demasiado? No sé qué harían ustedes en mi lugar. Aquí las noches son muy largas… Digo yo que deberían tener más cuidado con ellos, no traerlos aquí para que luego estén todo el tiempo gritando, como lobos, créanme. Ahora bien, que « El escalofrío en la última minificción hispánica 45
  41. 41. 4.2. Familias perversas:el miedo al abandono yal castigo Es de sobras conocido el papel que puede jugar la familia como elemento provocador de ansiedad en nuestras vidas. De hecho, William Day va mucho más allá, al sostener que la emoción central del gótico es el miedo, y «the source of that fear is anxiety and terror over 54 theexperiencesof thefamily» . Como ya hemos señalado, la mayoría de los relatos de Ajuar funerario cuentan con protagonistas infantiles, que temen a partes iguales el abandono y el castigo de quienesdeben protegerlos. La casa y la escuela se convierten, así, en espacios donde experimentan una enorme soledad, siempre a la espera de la recriminación o el azote por parte de madres, abuelas y monjas, Así ocurre con la progenitora en «Juicio final», convertida en un verdadero «ángel vengador» (Ajuar funerario: 98), o con la monstruosa protagonista de «Abuelita está en el cielo», presentada por la madre del narrador «rodeada de ángeles y santos», pero cuya verdadera identidad es reflejada por el chico al final del cuento: «viene de noche a mi cuarto, llorando y toda despeinada, arrastrando a un bebito encadenado. […] Seguro que tiene hambre porque a veces lo muerde» (Ajuar funerario: 85). Las abuelas contribuyen, asimismo, a angustiar a sus nietos con fantasías de culpa. Es el caso de «Longino», donde la mujer enseña a su nieto su crucifijo aterrador señalándole que, al mentir, «le aprietas la corona y le clavas máslasespinas»(Ajuar funerario:79). Pero entre las mujeres malvadas de Ajuar funerario sobresale, sin duda, la monja monstruo, que él mismo describe como «su modesta griten. Yo, como su fuese sordo. Pero si a alguno se le ocurre aparecer por aquí, lo desbarato y lo mando al infierno de una vez, para que le grite al Demonio... Pero a mí que me dejen. Toda la noche, como les digo. Y tengo que beber para coger el sueño, ya me dirán. Si ellos están sufriendo, si están desesperados, que se aguanten un poco, ¿verdad? Nadie es feliz. Además, lo que les decía: tengan ustedes más cuidado. Porque luego me caen a mí, y ustedes no me pagan para eso, sino para cuidar los jardines y para ahuyentar a los gamberros, ¿no? ¿Qué culpa tengo yo de que los entierren vivos? Y claro, ellos gritan» (Benítez. . Valencia: Pre-Textos, 1994;p.79). 54 William Day. In the Circles of Fear and Desire: A Study of Gothic Fantasy. Chicago: Universityof Chicago Press,1985;p.5. Un mundo peligros (relatos 1982-1994) Francisca Noguerol 46
  42. 42. 55 contribución a la literatura de terror» y que se remonta a sus recuerdos deinfancia: Cuando era niño estudié en un colegio de monjitas españolas y descubrí que las monjas eran como los policías. Es decir, que había monjas buenas y monjas malas. Las monjitas buenas eran buenísimas y ya me ocupé de ellas en un libro anterior —El Descubrimiento de España (1996)—, pero las monjas malas eran unas hijas de su purísima madre y por eso están todas en este libro. Especialmente una: la que me torturaba sumando quebrados 56 ydividiendo con decimales . Sin duda, esta última es un trasunto de la pesadillesca Madre Dolores, protagonista de«Elcuartooscuro». No olvidamos, sin embargo, que la literatura gótica, de marcado carácter anticatólico en sus orígenes, ha contado con bastantes mojas terroríficas —Juan Montalvo y Juana Manuela Gorriti ofrecen buenos ejemplos de este hecho en las literaturas hispánicas—, que, tras haber sido emparedadas en sus celdas, vuelven a la vida sedientas de venganza. Así, en «La casa de reposo» la madre superiora se descubre como una fría asesina; «Las reliquias» acaba con un acto de canibalismo colectivo —que nos recuerda al de la niña protagonista de «Las manos de la fundadora»— y «De incorruptis» presenta una monstruosa monja zombi. Entre todos ellos, destacamos por su humor «Dulces de convento», donde las monjas acaban metamorfoseadas en sus perros guardianes, provocando el siguiente comentario del narrador: «no descansaré hasta acabar con esas alimañas. Especialmente con la más gorda,la quesesantiguaba mientrascomía»(Ajuar funerario:33). 4.3. La pérdida deidentidad Uno de los terrores más extendidos en los seres humanos se encuentra relacionado con la pérdida de la propia identidad. De ahí la catoptrofobia —miedo a mirarse en los espejos—, la automatonofobia —miedo a las estatuas— o la amnesifobia —miedo a perder la memoria—. Estatuas, retratos, ojos sin vida y espejos abundan en los 55 Trazegnies. Op. cit. 56 Muñoz. Op. cit. El escalofrío en la última minificción hispánica 47
  43. 43. espacios representados en Ajuar funerario, que provocan el desasosiego de unos personajes que ven cómo pierden progresivamente la noción de sí mismos. Así ocurre en los salones cerrados y así se repite a través de los monstruosos dobles presentes en el volumen: el hermano zombie de «Ya no quiero a mi hermano», el marido alien de «El extraño» o el mellizo enquistado en la espalda del protagonista en «El parásito». En la misma línea, aunque compartiendo una sola naturaleza, se encontrarían el trasnochador que, en «Monsieur le revenant» se convierte en vampiro por visionar «uno de esos canales por cable que sólo pasan películas de terror de bajo presupuesto» (Ajuar funerario: 32); el metamorfoseado en hombre lobo a causa de una máscara en «Halloween», «El monstruo de la laguna verde», producto de un acné mal curado, o, finalmente, la devoradora sexual que deviene una «Gorgona» enelcuentohomónimo. La incertidumbre atormenta asimismo a personajes que no saben si están vivos o muertos, como los niños protagonistas de «Día de difuntos», «La soledad», «Aire de familia» y, especialmente, la fantasma de «No hay que hablar con extraños», condenada a vivir en el interregno entre la vida y la muerte por aceptar los caramelos de Agustín, rodeada en su inocencia de «muchas cosas que cortan y quemanypinchan» (Ajuar funerario:46). CONCLUSIÓN Llego así al final de un camino en el que espero haber demostrado tanto la buena salud del microrrelato de terror como la incuestionable calidad de Ajuar funerario, paradigma de la renovación actual del género y prueba fehaciente de las múltiples y gratas sorpresas que la minificciónseguirádeparándonos enlospróximosaños. BIBLIOGRAFÍA CITADA ARETA, José María (2008). «Claves de Ajuar funerario». Sincronía. A journal for theHumanitiesand Social Sciences(virtual).Jalisco,veranode2008. <http://sincronia.cucsh.udg.mx/Aretasummer08.htm>,12/7/2008. Francisca Noguerol 48
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  47. 47. EDICIÓN VIRTUAL #2 ISSN 2218-4112
  48. 48. Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año III, Nº 3, Vol. 1. Lima, octubre de 2010; pp. 53-69. Panorama extraliterario sobre el microrrelato en los últimos veinte años en México y otros países hispanohablantes* Ángel Acosta Universidad Nacional Autónoma de México El cuento breve moderno es un estilo literario que tiene sus antecedentes en el siglo XX. En la última década del siglo pasado y en estos primeros años del XXI, el microrrelato ha proliferado en un grado mayor; pues en la actualidad no sólo las publicaciones periódicas se han ocupado en su exposición y difusión, sino, además, editores e investigadores universitarios, así como empresas editoriales, se han ocupado de hacerlo mediante libros. Otras maneras más directas, entre interesados en esta literatura y entre escritores y teóricos de dicho género, se han dado mediante encuentros regionales, nacionales e internacionales. Asimismo, los esfuerzos de editoriales, revistas, blogs, instituciones educativas, culturales, gubernamentales e independientes * Este artículo fue expuesto en el Ciclo de Conferencias en torno al Minicuento que se realizó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 28 de noviembre de 2008. Para esta presentación tiene algunas breves modificaciones.
  49. 49. organizan concursos y certámenes con la idea de estimular, canalizar y vinculara losproductoresdelmicrorrelato. La espontaneidad del fenómeno no sólo es en México, sino también en el resto de Hispanoamérica, e incluso, con gran interés, en otrasregionesdehabla distintaal español. Esto se puede demostrar con base en el recuento de algunas actividades realizadas en los últimos veinte años (1988-2008), lo cual es el objeto de nuestro estudio o breve recuento. Sin embargo, es pertinente comentar que este establecimiento canónico del renovado género de minificciones tiene su base histórica y que, por breve, dispersa y no definida que haya sido, no deja de ser el punto importante departidadela microficciónmoderna. No bien, antes de continuar, también me es necesario decir que en esta investigación-registro no es de mi interés poner a debate nomenclaturas o definiciones técnicas. No obstante, con lo que respecta a qué me refiero con minicuento o microrrelato, puedo decir que son aquellas obras ficticias que no rebasan de una palabra o línea a una página impresa y que implícita o explícitamente utilizan elementos literarios narrativos para representar mundos verosímiles o no, y estos elementos bien pueden estar ceñidos a formas tradicionales o bien lúdicas. Por tanto, aquí, el minicuento es análogo al concepto de minificción o, en su aplicación limitada a la narrativa ficcional escrita (a la narrativa literaria); aunque, como los poemínimos, las minipiezas dramáticas o microteatro o los cortometrajes…, al igual que ellos, el minicuento pertenece, ahí, al concepto globalizador: a la minificción. También me es necesario aclarar que con el concepto extraliterario me dirijo a todo aquello que no es creación literaria y sin embargo juega un papel relevante para que ésta exista, se divulgue, se estudie… y, pese a todo,por contradictorioqueparezca,espartedelmundo literario. El panorama extraliterario sobre el microrrelato se nos presenta de menos a más. La producción propiamente creativa del minicuento se ha desarrollado a la par de las actividades extraliterarias, o más bien, al revés. Mediante el permiso que la arbitrariedad nos otorga para organizar diacrónica y sincrónicamente el desarrollo del microrrelato moderno a Ángel Acosta 54
  50. 50. partir de cómo lo conceptualizamos en la actualidad se le puede clasificartemporalmentea ésteentresetapas. La primera puede ser constituida sobre la base del reconocimiento sintético de un primer grupo de escritores del género. Me refiero, sin duda, tanto a Augusto Monterroso («El dinosaurio» [1959] y La oveja negra y otras fábulas [1969]), Max Aub (Crímenes ejemplares), Alfonso Reyes (El plano oblicuo [1929]), Julio Torri (De fusilamientos y otras narraciones [1964]), Juan José Arreola (Bestiario [1959] y La feria [1962]), Juan Rulfo, Octavio Paz, Ernesto Mejía Sánchez, Sergio Golwarz (Infundios ejemplares [1969]), Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Jaime Alberto Vélez, como también a la primera recopilación de obras breves que, implícita y explícitamente, manifiesta una perspectiva teórica-creativa de la minificción como arte narrativo mínimo, el libro de Julio Torri: Ensayos y poemas (1914). En esta antología aparecen textos híbridos (prosa poética breve), microrrelatos, minicuentos, poemas cortos… Del grupo primigenio de Torri y Monterroso, muy a la par, aparecen otros cultivadores, teóricos y creativos, los cuales en conjunto considero el grupo de la segunda etapa del proceso de desarrollo de la narrativa breve hispánica. En los años setenta y ochenta, en México, surgen escritores como Salvador Elizondo, Guillermo Samperio, José de la Colina, José Emilio Pacheco, Agustín Monsreal, Felipe Garrido, René Avilés Fabila, Mónica Lavín, Óscar de la Borbolla, Raúl Renán, Ethel Krauze, Enriqueta Navagómez… en Centro América y el Caríbe: Virgilio Piñera y Francisco Garzón Céspedes (Cuba), Juan Aburto (Nicaragua), Enrique Jaramillo Levi (Panamá), Álvaro Menén Desleal (El Salvador)… y en Sudamérica: Ana María Shua (Argentina), Pía Barros, Luis Britto García (Venezuela), Mario Benedetti y Eduardo Galeano (Uruguay), Julio Ortega (Perú), Alejandro Jodorowsky (Chile)… En los mismos años, aparecieron en México prestigiosas antologías que reconocen al cuento breve como género literario. Una de ellas es una compilación nacional y, la otra, una internacional; es decir, René Avilés Fabila publicó en 1970 la Antología de cuentos breves del siglo XX en México y Edmundo Valadés, en 1976, mediante el Fondo de Cultura Panorama extraliterario sobre el microrrelato 55
  51. 51. Económica (FCE), El libro de la imaginación, el cual, hasta la fecha, ha sidoreeditadopor la mismaeditorial. En los años ochenta surgen tres tesis teóricas sobre narrativa breve y surgen también otras dos antologías de envergadura literaria, y, además, las instituciones universitarias, a partir de esto, comenzarán a tener una participación amplia y profunda en lo que respecta al estudio de la microficción. En la universidad del estado de Nueva York, en Estados Unidos, Dolores Koch muestra al mundo anglo y al hispano su tesis doctoral titulada: El microrrelato en México: Torri, Arreola y Monterroso; en Naunque, Argentina, aparece el ensayo titulado «Hacia una poética de las formas breves en la actual narrativa hispanoamericana: Julio Cortázar, Juan José Arreola y Augusto Monterroso», de Laura Pollastri; y en la Universidad Nacional Autónoma de México, Beatriz Espejo, en 1989, con Julio Torri: voyerista desencantado. En España, con los compiladores Roberto Shapard y James Thomas, editados por la editorial independiente más conspicua y contracultural de su época (Anagrama), extrañamente publican Ficción Súbita. Relatos ultracortos norteamericanos; y con Antonio Fernández Ferrer, La mano de la hormiga. Los cuentos más breves del mundo y de las literaturas hispánicas, de la editorial Fugaz Ediciones, de la Universidad de Alcalá de Henares; con ambas antología se demuestra que la tendencia creativa moderna de la brevedad no sólo es de las literaturas hispánicas. Entre los años setenta, ochenta y principios de los noventa, varios autores de nuestra segunda etapa, reúnen cada quién sus narraciones para publicarlas en casi exclusivamente en libro de cuentos ultracortos: Salvador Elizondo: El grafógrafo, (1972); René Avilés Fabila: Fantasías en carrusel, (1978), Los oficios perdidos, (1983); Edmundo Valadés: Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita, (1986); Guillermo Samperio: Cuaderno imaginario, (1990); Ethel Krauze: Relámpagos, (1995); Juan Aburto: El convivio, (1972); Michèle Najlis: Ars combinatoria, (1988); Garzón Céspedes: Amor, donde sorprenden gaviotas (1980) y Cuentos para aprendera contar (1995). Dichas etapas mencionadas, corresponden más a proyectos experimentales y aislados provenientes a causa de las vanguardias literarias y quizá en contraposición a las del Boom de la novela Ángel Acosta 56
  52. 52. decimonónica y del Boom de la novela hispanoamericana del siglo XX. La microficción quizá responde también a la madurez y exhaustividad de conocimiento cultural acumulado sintetizado artísticamente. Pero creo que responde más al desarrollo básico de la exploración comunicativa ficcional de los cuentistas por encontrar más y mejores formas de ser contundente en un universo de rapidez e instantaneidad. Es pues el fin de las extensas narraciones, comienzo de la fragmentación y síntesis, de la sátira del exorbitante mundo del exceso, eselregresoa la simplicidad,regresoa lasvocales. Ahora bien, consideraremos como tercera etapa de desarrollo de la narrativa breve, teórica y creativamente, a partir de los años noventa hasta nuestros días (2008). Esta etapa es, para nosotros, la más importante, ya que la producción minificcional está alcanzado madurez y empieza a popularizarse entre más receptores, que abarca a interesados no sólo desde al lector convencional, sino al lector universitario; entre estos últimos, están los futuros filólogos, semiotistas, críticos de arte y comunicólogos. Aquí, los estudios de la minificción son sistemáticos y progresivamente ascendentes; tal es el caso, que hoy contamos con el desarrollo teórico de dicho género literario de manera sui generis en la historia de nuestra lengua y, lo mejor de todo, es que contamos con proyectos minificcionales no segmentados o esporádicos, sino plenos y englobados como un ejercicio genérico o especializado; de estos escritores, para muchos, las narracionesno brevesson ahora lasescriturasesporádicas,lascasuales. Los conceptos —por mencionar algunos de ellos— de minificción, minicuento, microrrelato, cuento ultracorto... así como los recursos narrativos y literarios —convencionales, lúdicos o vanguardistas— usados por los escritores, tipológicamente, se han establecido como propuestas muy claras y, en su mayoría, pertinaces para el estudio y comprensión deestanarrativa breveycontemporánea. En estos últimos veinte años, entre los teóricos, los nombres más representativos en Hispanoamérica son, en México, Lauro Zavala, Javier Perucho y Frida Rodríguez Gándara; en Argentina, Laura Pollastri, David Lagmanovich, Raúl Brasca, Laura Nicastro…; en Colombia, Henry González; en Nicaragua, Édgar Escobar Barba; en Panorama extraliterario sobre el microrrelato 57

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