Frente a una visión de unos servicios sociales consistentes en ayudas económicas para la pobreza y alojamientos colectivos, se plantea la oportunidad de avanzar en unos servicios sociales personalizados, comunitarios, intergeneracionales, tecnológicos y sostenibles. Desde la perspectiva de la “inversión social” se ve cómo tenemos un Estado de bienestar crecientemente inequitativo e ineficiente (especialmente para las generaciones jóvenes) y, en lo que interesa a las personas mayores, con un relativamente fuerte pilar de pensiones y de sanidad, pero muy débil en lo tocante a los cuidados (que corresponderían a los servicios sociales). Se propone apostar por la innovación en servicios sociales.