Este documento discute el caso de Nestlé importando 200 toneladas de leche en polvo vencida a Colombia y las consecuencias negativas que esto y las crecientes importaciones de leche han tenido en la industria lechera colombiana. Las importaciones de leche han aumentado drásticamente en los últimos 10 años y han causado una sobreoferta que ha reducido los precios pagados a los productores locales y disminuido la producción nacional. El documento argumenta que se necesitan mayores protecciones arancelarias para la industria lechera colombiana para
1. Nestlé: Una cosa es una cosa...
El anuncio de las 200 toneladas de leche en polvo decomisadas por el DAS a
la empresa Nestlé, sirvió para prender la alarma sobre las prácticas que
atentan contra la sana competencia en el mercado y, de paso, echar un
vistazo sobre las crecientes importaciones de leche, que han creado una
sobreoferta de tal magnitud, que ha envilecido los precios y reducido la
producción nacional.
Por: José Félix Lafaurie Rivera*
...y otra cosa es otra cosa. El fraude no se puede tapar con la apertura del
mercado, ni ésta puede legalizar la ley del embudo, mientras que en
Colombia se continúa aplicando la consigna de que si no hay muerto, no hay
delito. Los efectos que ha producido en nuestra economía el reciente caso de
importación de leche en polvo vencida, debe ventilarse en el seno de la
Organización Mundial de Comercio, OMC. Colombia, ni los países en
desarrollo, pueden seguir cumpliendo a pie juntillas unas reglas
internacionales de mercado, mientras las multinacionales violan los más
mínimos preceptos de equidad económica y solidaridad social.
No es para menos. Las 200 toneladas de leche en polvo decomisadas por el
DAS a la empresa Nestlé, que no poseían el registro del Invima y que a
pesar de su expiración estaban siendo reempacada para ser utilizadas como
insumo para otros productos, puede poner en peligro la vida de muchos
niños.
Esta práctica va en contra de una sana competencia. Y es que en definitiva
contribuyó a desequilibrar el mercado nacional. Piénsese que sólo las
importaciones legales de leche pasaron, en los últimos diez años, de 5.600 a
28.500 toneladas (US$52 millones a diciembre de 2001), siendo el grueso las
de leche en polvo (72.5%), seguido de las de derivados (26.9%) y de las de
leche líquida (0.6%). Ello sin tener en cuenta las importaciones ilegales.
Lo triste es que las protestas de gremios y productores para evitar la
desestabilización del sector, no tienen mucho eco. Las acciones
gubernamentales han sido atemporales. La baja del arancel de importación
–de 59% a 20% entre 2000 y 2001– coincidió con la sobreoferta de leche de
origen argentino que, por su grave crisis, ferió el producto en el mercado
internacional. Luego, en una reacción tardía, se elevaron los aranceles a
61%.
Esta medida no parece suficiente para contrarrestar las importaciones de
leche (en particular de leche en polvo), pues la apertura no es tan
equilibrada como se percibe en nuestras autoridades. La prueba está en que
la mayoría de países protegen su industria lechera mediante aranceles altos,
2. algunos superiores al 300%. La cifra de Canadá se encuentra en 220% y es
considerada una de las más pequeñas.
El exceso de importaciones ha creado una sobreoferta de tal magnitud, que
ha envilecido los precios y reducido la producción nacional. Las pérdidas son
millonarias: $63.000 millones en el primer semestre de 2002, por no
encontrar compradores en el mercado.
La Cuenca del Cesar, por citar un caso, produce cerca de 1.250.000 litros de
leche, de los cuales Cicolac aporta 350.000; otros productores, 400.000 litros;
y un poco más de 250.000 son dedicados a derivados. El precio cuota es
actualmente de 513 pesos, que al sumársele algunos incrementos de
salubridad queda en $574 el litro, mientras que los excedentes se compran
al precio base de leche importada $346 el litro, es decir, 60% menos del
precio determinado por el comportamiento de la oferta y la demanda.
Si bien la coyuntura del país ayudó a profundizar la baja de precios, el
problema de fondo son los subsidios en los países desarrollados y la
reducción de precios en el norte de Europa. Este es, por tanto, un caso típico
de apertura en una sola vía, con beneficios concentrados. Solo Nestlé,
importó, en 2001, más de 25.000 toneladas (200 millones de litros) de leche
en polvo a un precio ampliamente reducido.
Si esto sucede sólo con el ingreso de importaciones legales que representan
el 4% de la producción lechera del país, ¿qué pasará si esta cifra continúa en
aumento? Y si se suma las triquiñuelas de la reutilización de las licencias de
importación o la utilización de leches a muy bajo costo por la proximidad de
su vencimiento, ¿qué futuro le depara a muchas familias que dependen de
esta actividad? Una acción preventiva para adelantarse a una crisis
anunciada, es revisar el arancel. No debemos seguir aplicando políticas sin
tener en cuenta lo que pasa en nuestro alrededor. Finalmente, quien gana
son unas pocas empresas y quien pierde es el país. La OMC, entre tanto, es
espacio de buenos discursos y el obituario de muchos sectores productivos de
países pobres.
* Superintendente de Notariado y Registro