Este documento discute diferentes niveles de escucha y la importancia de escuchar activamente a los estudiantes. Al primer nivel se escucha desde la propia perspectiva, mientras que el segundo nivel busca comprender los sentimientos y emociones del otro. Para conectar con los estudiantes, los profesores deben hacer preguntas para entender su perspectiva antes de responder. Una buena escucha activa es fundamental para la educación.
1. ¿Oyes o escuchas?
Si te paras a pensar, te darás cuenta de que es mucho el
tiempo que dedicamos a escuchar a los demás. Cuando desarrollas
mucho una actividad, lo más inteligente es hacerlo de la mejor
manera posible. Dependiendo del interés que pongamos, oímos o
escuchamos.
El que oye, recibe sonidos mientras su pensamiento está en
otro lugar, por ello, su capacidad de respuesta o aprendizaje en ese
momento con respecto a lo que oye es escasa o nula, y está muy
lejos de hacerlo de la mejor manera posible.
El que escucha, ya lo hace mejor, pues obtiene más partido
de esa actividad, pero depende de su forma de escuchar que los
resultados y las posibilidades sean aún mejores. Escuchar es
atender a lo que la otra persona dice, pero podemos atender con
distinta disposición interior, lo que va a generar diferentes niveles de
escucha.
Un primer nivel es escuchar desde tu posición o situación, se
produce cuando escuchas a la otra persona desde tus intereses.
Mientras el otro habla y coges parte de la información que
transmite, tú estas pensando la respuesta que puedes darle desde
tu propia experiencia, desde tus emociones, pensamientos,
opiniones. En educación si nos fijamos la mayor parte de las veces
el profesor escucha a los alumnos desde su papel de profesor y su
respuesta es por tanto, la que da consejo o explicación desde quien
intenta demostrar que sabe, antes de intentar comprender.
En un segundo nivel estaría la escucha del que intenta ir más
allá de coger solo información, es el nivel del que quiere
comprender cómo se siente el otro, cuales son sus dificultades, sus
sentimientos y emociones. Es el nivel de la empatía, entonces,
quieres entender y comprender, primero, lo que siente la otra
persona en ese momento concreto, para desde ahí, elaborar tu
respuesta. Este nivel queda muy lejos de responder enseguida
desde tu experiencia, dando más importancia a lo que pueda sentir
el otro, que a tu opinión.
Si el profesor consigue elaborar su respuesta desde lo que siente el
alumno, la potencia de la misma es mayor y su apoyo, por tanto,
será más efectivo. Recordemos que empatía hacia el otro no
significa que tengamos que estar de acuerdo con lo que siente, dice
2. o piensa, se trata más bien de intentar conocer sus emociones y
entender sus sentimientos. Es decir, no tienes que estar enfadado
para saber que el otro lo está.
Por lo tanto, escuchar a este nivel conlleva primero descubrir
antes de presentar, preguntar antes de responder. Para descubrir
tenemos que dejar hablar mientras pensamos en lo que estamos
escuchando, y después preguntar. Cuando haces preguntas antes
de responder, haces que la otra persona se sienta valorada y
además demuestras por ella respeto e interés y ambos favorecen
la confianza, y confiar es clave para poder abrirse a los demás
facilitando la comunicación y la conexión.
Tenemos por tanto, que preguntar más a nuestros alumnos,
antes de responderles. Como dice el doctor Mario Alonso Puig: “las
preguntas abren la posibilidad de aclarar el pasado que es donde
están las claves para entender las conductas presentes. La
resistencia de hoy, no se supera ni se entiende sin entender la
experiencia de ayer. La clave no es vencer esa resistencia es
comprenderla. El pasado interfiere en las conversaciones del
presente y es algo con lo que tenemos que contar y arreglar si lo
que queremos es entendernos mejor. La conexión llega cuando
empiezas a no defenderte o contraatacar cuando oyes algo que no
te gusta oír.”
Nuestros alumnos necesitan sentirse escuchados, y los
profesores necesitamos conectar con ellos, para poder avanzar,
motivar y educar.
Una buena respuesta que conecte con el alumno, pasa antes
por varias buenas preguntas que hayan hecho conectar al profesor.
Las preguntas tienen la función de intentar entender al alumno, de
saber por qué se siente o está de ese modo, intentando empatizar
con él. Además, las preguntas tienen otra función, saber si hemos
entendido lo que la otra persona nos quiere decir. Muchas veces,
durante una conversación con los alumnos, no entendemos tanto lo
que el alumno nos quiere decir, como lo que nosotros creemos o
queremos entender, y no es lo mismo, pues la conexión se dificulta.
Por ello, es conveniente hacer preguntas como: “entiendo que tú
estás enfadado por este motivo… entiendo que te ha molestado
esto y te sientes de este modo… ¿es eso lo que quieres decirme?”.
El alumno valora más sentirse entendido que aconsejado.
3. Escuchar desde este segundo nivel, con lo que ello supone,
abre muchas posibilidades en educación.
El buen médico se toma su tiempo, antes de recetar, escucha
y pregunta; el buen profesor da su tiempo y antes de recitar, sabe
que tiene que escuchar y preguntar.
Hoy en la escuela, es obligatorio saber escuchar a este nivel.
Pasar del yo al tú es prioritario. ¡Adelante pues!.
¿En qué nivel te mueves?
Y para terminar, un texto que publica la revista Sal Terrae,
extractado del libro La escucha. De O´Donnell.
“Cuando te pido que si puedes escucharme y tú empiezas a
darme consejos, no has hecho lo que te he pedido. Cuando te pido
que si me escuchas y tú empiezas a decirme por qué no tendría que
sentirme así, no respetas mis sentimientos. Cuando te pido que si
puedes escucharme, y tú sientes el deber de hacer algo para
resolver mi problema, no respondes a mis necesidades,
¡escúchame!, todo lo que te pido es que por favor, me escuches, no
que hables, ni que hagas. Solo escúchame. Aconsejar es fácil. Pero
yo no soy incapaz. Quizá esté desanimado o en dificultad, pero no
soy un inútil. Cuando tú haces por mi, lo que yo mismo podría
hacer, no haces más que contribuir a mi inseguridad. Pero cuando
aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, entonces no
tengo que intentar hacértelo entender.”
Quizás es en este punto donde empieza la verdadera
conexión y donde podemos descubrir la riqueza del interior de cada
alumno.
Pedro Alarcón Gómez