BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
La esclavitud en Puerto Rico
1. La esclavitud en Puerto Rico
Con motivo de celebrarse el 22 de marzo como el Día de la Abolición de la esclavitud,
presentamos este ensayo del Dr. Guillermo A. Baralt, titulado “Un capítulo de la historia social
y económica puertorriqueña, 1800- 1880.” El mismo se publicó en el libro: ""Temas de la
Historia de Puerto Rico."" (San Juan de Puerto Rico: Centro de Estudios Avanzados de Puerto
Rico y el Caribe, 1988), editado por el Dr. Ricardo E. Alegría. El siguiente es fragmento donde
se destaca la cuestión de la esclavitud. De igual manera se incluyen fragmentos de un artículo
del Dr. Luis Manuel Díaz Soler publicado en la misma obra, titulado “Se logra uno de los
objetivos: la Abolición de la Esclavitud”.
Esclavitud
Desde la aparición de las primeras haciendas de azúcar en el siglo XVI en Puerto Rico, y
generalmente en todo el Caribe, azúcar y esclavitud fueron sinónimos. En Puerto Rico la primera
mitad del siglo XIX fue la época cuando se congregó el mayor número de esclavos. En 1846
había unos 51,216 esclavos. La cantidad de varones no se diferenciaba mucho de la cantidad de
mujeres; muchos eran de origen africano (los bozales), a pesar de que desde septiembre de 1817,
según el tratado de abolición de la Trata Negra firmado por España e Inglaterra, se había
prohibido el comercio de esclavos desde África.
Al arribar a la isla por la fuerza, el esclavo se vendía como un objeto en los mercados de los
principales pueblos azucareros. Durante la década de 1840 por ejemplo, el precio de los varones
oscilaba entre 350 y 400 pesos plata, las hembras entre 250 y 300 pesos y los mulecones (niños)
un poco menos.
Ante el trabajo forzado de 18 horas diarias durante la zafra, el esclavo protestó contra la
explotación. Demostró su rebeldía mediante fugas, protestas y conspiraciones para quedarse con
la isla o con pueblos o para asesinar a sus mayordomos. Los sublevados eran objeto de
numerosos castigos: la horca, el látigo, el cepo y los collares.
La primera sublevación de esclavos en el siglo XIX que conocemos se efectuó en el 1812, en que
estalló la gran conspiración y principio de revuelta en las cercanías de la capital, que se extiende
del pueblo de El Roble, Rio Piedras, al noreste, hasta Añasco en el noroeste. En esta ocasión los
esclavos creyeron ser ya hombres libres.
En 1821, aproximadamente 1,500 esclavos —principalmente de Bayamón, Toa Baja. Toa Alta,
Guaynabo y Rio Piedras-— conspiraron infructuosamente contra el sistema esclavista para
establecer el reino de Marcos Viorro. Durante el próximo año, los esclavos de Guayama y
Naguabo se entregaron a una conspiración que las autoridades relacionaron con la conspiración
de Doucoundra y Holstein. Cuatro años más tarde, esclavos bozales conspiraron durante un baile
de bomba en la Noche de San Pedro en el partido de Ponce organizada por esclavos. Después de
dicha conspiración el gobernador Miguel de la Torre entendió que se estaba desarrollando un
problema serio que amenazaba la tranquilidad de los vasallos leales y como consecuencia se
2. decreta el Reglamento de Esclavos, en 1826. El Reglamento fue de naturaleza preventiva, y en
ese sentido, fue muy diferente al último Código de Esclavos de 1789, que, según su introducción,
trataba de proteger a la población esclava de los abusos de los amos. El Reglamento de 1826, por
el contrario, trata de proteger a los amos de los abusos de los esclavos. Hay dos condiciones
básicas que explican las diferencias entre estos dos códigos. En primer lugar, el crecimiento de la
población esclava: en 1794 había 17,500 esclavos y, para 1827, había 31,874 esclavos, más
densamente concentrados en las haciendas de Puerto Rico; en segundo lugar, el hecho de que ya
existía una experiencia revolucionaria de la que había nacido una república de ex-esclavos.
Durante el periodo que se extendió de 1826 a 1840 —años que marcarán la incorporación de la
industria azucarera puertorriqueña como productora de azúcar a gran escala en el mercado
internacional— se produce un periodo de estabilidad económica y política en Puerto Rico. Como
consecuencia, disminuye la trascendencia de los movimientos de confrontación con el sistema
esclavista. Sin embargo, se efectuaron una serie de pequeños alzamientos, en los que participaron
los esclavos de una o dos haciendas. Estas revueltas y conspiraciones menores se localizaron en
las haciendas de Guayama, en 1828, en Vega Baja, en 1832, en Ponce, en 1833 y 1839 y en
Guayanilla, en 1840.
A fines de la década de 1830, la industria azucarera comenzó a sufrir una serie de problemas,
cuyas causas radican dentro y fuera de la isla, y que harán brotar nuevamente la semilla de
rebelión esclava tal como se había dado en la década de 1820. Una de las principales es la gran
conspiración de Ponce, coordinada con otros partidos de la isla, en diciembre de 1841. Dos años
más tarde los esclavos de nación Longoba se apoderaron del pueblo de Toa Baja. También
ocurrieron tres sublevaciones motivadas por distintas causas, tales como la rebeldía en contra de
los mayordomos mulatos, en Naguabo y Toa Baja, o el levantamiento de esclavos que exige el
cumplimiento del Reglamento de 1826, en Isabela. En 1848 se llevaron a cabo los dos últimos
movimientos colectivos de conspiración: uno en Ponce, y el otro en el barrio Cabo Caribe de
Vega Baja.
El bando contra la Raza Negra - 1848
Dos meses antes de la conspiración de esclavos de Ponce en julio de 1848, el partido de Ponce se
encontraba en un estado lamentable de miseria. La sequía, como ya señalamos, habia sido la
causa principal. Pero había otros problemas tan serios como esta catástrofe. El precio por quintal
de azúcar en el mercado de Filadelfia, en los Estados Unidos, que era el principal comprador de
Ponce, había bajado a $5.14. Este era el precio más bajo pagado en el siglo XIX. Finalmente, el
mercado francés, el tercer comprador más importante de nuestros azúcares, dejó de comprar
azúcar, como resultado de los turbulentos eventos políticos de 1848. La revolución francesa, y el
establecimiento de la segunda república de 1848, tuvieron otro impacto más directo en la vida de
los esclavos del Caribe, y por lo tanto en los de Puerto Rico. El gobierno provisional francés
abolió la esclavitud en sus colonias de Martinica y Guadalupe el 29 de abril. En Martinica, los
esclavos no esperaron dicho decreto y se rebelaron. Muchos blancos abandonaron esta isla y se
refugiaron en Puerto Rico. Al llegar los franceses de estas clases privilegiadas, describieron los
horrores de la guerra racial que acababan de experimentar. Para el 3 de julio, el conflicto se
extendió hasta la colonia danesa de Santa Cruz, donde el gobernador, con el propósito de
3. apaciguar a los sublevados de color, abolió la institución de la esclavitud. Sin embargo, la
medida fracasó porque la guerra siguió su curso.
La proximidad geográfica entre las islas de Puerto Rico y Santa Cruz, y la presente crisis
económica por la que atravesaban tanto las haciendas azucareras como la población esclava de
Puerto Rico, hizo que el gobernador de la isla, Juan Prim, enviara un contingente de 500 infantes,
2 piezas de artillería y una sección de obreros minadores a Santa Cruz. Esta vez, las fuerzas
procedentes de Puerto Rico, unidas a las danesas, triunfaron y lograron restablecer la paz en
Santa Cruz. Sin embargo, el gobernador Prim, temeroso de que el esclavo se reafirmara en sus
creencias de que la violencia era la única alternativa para abolir la esclavitud, se vio en la
necesidad de convencer a las autoridades danesas, y aun a la esclava de Puerto Rico, de que el
decreto de la abolición de la esclavitud en Santa Cruz era ""letra muerta"", porque se había hecho
a la fuerza. Prim les señaló a las autoridades danesas que no se debía poner en vigor dicho
decreto de abolición en virtud del mal ejemplo que daría a la esclavitud de Puerto Rico.
La segunda medida de Prim tiene lugar a fines de mayo de 1848, cuando el mismo gobernador
arremetió contra los negros libres y los esclavos de Puerto Rico. En esta ocasión, dictó el Bando
Contra la Raza Africana. Este bando fue represivo y punitivo y no estableció diferencias entre el
africano libre o el esclavo. Sólo bastaba que se fuese africano o descendiente de él para verse
incluido en las estipulaciones del Bando. Según el Artículo I, cualquier delito en que se vieran
envueltos los miembros de la raza africana, libres o esclavos, sería juzgado y penado
militarmente. El Artículo II reafirmaba la superioridad ante la ley del blanco sobre el negro
cuando señalaba que cualquier africano que hiciese armas contra blancos ""aunque justificada
que sea la agresión, será, si fuese esclavo, pasado por las armas y si libre, se le cortará la mano
derecha."" Los africanos y sus descendientes siempre serán culpables ante la justicia. El Artículo
III hacia claro que si un negro insultaba de palabra, o maltrataba o amenazaba con un palo, con
piedras o en alguna otra forma, sería condenado a cinco años de presidio, si fuera esclavo, y si
libre, a la pena que a las circunstancias del hecho corresponda. Al amo se le facultó (Artículo V)
a dar muerte al esclavo que se sublevara en acto semejante.
Aparentemente, los propósitos del código negrero no quedaron claros, puesto que el propio Prim,
nueve dias más tarde, dictó otro bando explicativo para que la aplicación del bando negrero se
llevase a cabo sin la menor dificultad. El Artículo 1 extendía a las propiedades de los blancos lo
que expresaban los Artículos II, III y V, del Bando Negrero. Cualquier robo de parte de los
africanos, o sus descendientes, sería tratado por un Consejo de Guerra. Los Artículos VIII, IX y
X señalaban que si el esclavo robaba ocho reales sería entregado a su amo, pero si robaba de
ocho a ochenta reales, sufriría 200 azotes. Cualquiera que incendiase una finca rural o urbana,
cañaverales u otras siembras, también seria juzgado por un Consejo de Guerra. A Prim también
le preocupaban las riñas que pudiesen tener las personas de color, libres o esclavos, y
dependiendo de las armas que se utilizasen, así serían los castigos.
Debido a los múltiples fracasos de las conspiraciones de esclavos durante la primera mitad del
siglo XIX, a partir de 1850 se popularizó otro tipo de manifestación colectiva contra la
institución de la esclavitud: el homicidio del mayordomo, ejecutado por un grupo de esclavos.
Desde 1840, encontramos varias conspiraciones, tales como la de Naguabo, en 1843, y la de Toa
Baja en 1846, cuyo principal propósito fue el asesinato del mayordomo. Estos dos casos
4. presagian lo que más tarde se convertirá en la manifestación de repudio a la esclavitud más
frecuentemente empleada por los esclavos en vísperas de la abolición de la esclavitud en Puerto
Rico. Al fin, el 23 de marzo de 1873 la Asamblea Nacional de la República Española aprobó por
unanimidad la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, poniendo fin a cuatro siglos de historia
de la funesta institución en la isla. Sin embargo, desde hacía tiempo se manifestaba un intenso
debate en torno a la abolición de la esclavitud en Puerto Rico.
Por un lado, había algunos que argumentaban que la abolición no causaría crisis económica
alguna, puesto que ya la mayoría de las haciendas contaban con una fuerza laboral mixta (libres
y esclavos).
El capital obtenido a través de la abolición con indemnización podía ser invertido en el
mejoramiento de la tecnología azucarera.
El precio del esclavo era muy alto (600 pesos) como precio promedio de venta y lo que él
producía (azúcar) tenía un precio sumamente bajo. La esclavitud no era rentable. Era más barato
pagarle un jornal a un alquilado que comprar un esclavo.
Las teorías de desarrollo capitalista expresadas por Adam Smith apuntaban hacia la creación de
un mercado de trabajo libre. Éstas a su vez señalaban que el trabajador libre era mucho más
eficiente que el trabajador esclavo. ""Dos días de trabajo del libre equivalían a tres del esclavo"".
España era la única metrópolis europea que no había abolido la esclavitud en América. Sin
embargo, otros argumentaban de la siguiente manera: Aunque era cierto que el precio del esclavo
era alto, no se le podía conceder la libertad pues en la isla no había una fuerza laboral barata y
cautiva que le sustituyese.
El esclavo trabajaba más que el hombre libre, ya que ""el látigo le hacía trabajar más horas al
día"".
Los jornaleros abandonaban el trabajo, especialmente ""el de la hornalla (las calderas)"" en la
casa de máquinas de las haciendas azucareras.
Algunos esclavos se dedicarían a holgazanear mientras que otros se rebelarían contra la
población blanca del país.
La abolición con indemnización era algo incierto.
No podían abolir la esclavitud sólo en Puerto Rico y no hacerlo en Cuba, en donde la esclavitud
era muy significativa y en donde había estallado una guerra de independencia que se extendería
por 10 años (1868-1878).
Se logra uno de los objetivos: la abolición de la esclavitud
Por: Dr. Luis Manuel Díaz Soler
5. El 27 de diciembre de 1870, el General Juan Prim y Prats fue victima de un atentado, que resultó
en su fallecimiento el 2 de enero de 1871, precisamente el día en que ascendía al trono de España
por invitación de las Cortes, Amadeo de Saboya (Amadeo I). Román Baldorioty de Castro,
reelegido a las Cortes de 1871, emitió su voto en blanco, expresando su desacuerdo con el paso
que daba España. Ese era el principio del fin de ""La Gloriosa"" y los abolicionistas tendrían que
presionar para lograr su objetivo. Baldorioty no fue reelegido a las Cortes de 1872, pero José
Julián Acosta fue enviado a España. Cuando presentó sus respetos a Amadeo I, aprovechó para
hacerle partícipe de las ideas abolicionistas que habría de propulsar en la Asamblea Nacional. En
el mensaje a las Cortes de 1872, Amadeo I mostró simpatías por la causa abolicionista, mientras
que Don Manuel Ruiz Zorrilla, que presidía el Consejo de Ministros, se comprometió a presentar
un proyecto de abolición, a la vez que desligaba los asuntos de Cuba de los de Puerto Rico. El 23
de diciembre de 1872, al recesar las Cortes para acogerse a las vacaciones navideñas, quedó
sobre la mesa el proyecto abolicionista. Esclavistas y conservadores en Puerto Rico, en
contubernio con la Guardia Civil, con el Marqués de la Esperanza, y con el Alcalde de Arecibo,
Don Pedro Puig, fabricaron un motín en la hacienda de Don Cayetano Estrella, terrateniente
conservador de Camuy, resultando éste fatalmente herido y muertos tres de sus esclavos. Se pudo
comprobar hasta la saciedad la trama urdida para desacreditar la causa abolicionista.
Las nuevas Cortes se reunieron el 10 de febrero de 1873; al día siguiente, abdicó Amadeo I y
acto seguido las Cortes proclamaron la República, que se comprometió a abolir la esclavitud. Las
sesiones subsiguientes estuvieron cuajadas de intentos dilatorios de parte de los conservadores y
de persistentes exigencias por los diputados abolicionistas. Éstos finalmente lograron que las
Cortes en su última sesión —22 de marzo de 1873— aprobaran la ley que decretaba la abolición
inmediata de la esclavitud en Puerto Rico, con indemnización para los amos, con la contratación
forzosa de los libertos por un periodo de tres años, que era también el tiempo que se habría de
usar para instruirlos en los deberes y derechos que habrían de contraer como súbditos de España.
El júbilo de los reformistas fue seguido de cablegramas a los jefes de los partidos en Puerto Rico.
En su editorial, El Progreso hacia un llamamiento a los blancos a colaborar por el éxito de la
medida y exhortaba a los esclavos a dar gracias a Dios por la libertad que se les concedía. De
todos se esperaba cordura. Los esclavos dieron una extraordinaria demostración de civismo
permaneciendo en sus haciendas dedicados al trabajo y esperando el día en que fueran
definitivamente libertados e incorporados a la vida nacional. Según el Registro de Esclavos, la
Isla tenia 29,335 esclavos; la emancipación de tan exiguo número, sería relativamente fácil.
a. La abolición en Puerto Rico. La ley de abolición descansaba sobre cuatro puntos
fundamentales:
1) contratación temporal forzosa,
2) aplazamiento de los derechos políticos de los libertos hasta que se completara un proceso
educativo,
3) concesión de la plena libertad civil y
4) pago de una indemnización a los ex-dueños.
Los esclavos permanecieron en sus respectivas haciendas, percibiendo los jornales que
normalmente se les pagaban a los trabajadores libres. Éstos se acumulaban en un fondo que se
les entregaba cuando terminaba la contratación forzosa y se incorporaban a la sociedad como
hombres libres. Del jornal se deducían los gastos de manutención y vestimenta, si estas
6. necesidades eran suplidas por el patrono. Las relaciones patrono-libertos quedaron bajo la
supervisión de los protectores de libertos. A los cuatro meses, de decretada la abolición, el 92%
de los libertos se hallaba bajo contrato. Al cumplirse en 1876 los tres años del cese de la
esclavitud, se debía propiciar el ambiente en que los esclavos, libres de la obligación de los
contratos, comenzarían a moverse en la sociedad libre. Se instruyó a los libertos de su obligación
de acatar y cumplir con las leyes, sobre el respeto a la propiedad, a las autoridades constituidas, a
sus semejantes, convirtiéndose en ciudadanos útiles a la sociedad. Para evitar abusos, las
autoridades civiles y eclesiásticas velarían por ellos, los patronos deberían ofrecerles protección
a los que no tenían albergues ni familiares, ofreciéndoles trabajo en sus fincas.
El 20 de abril de 1876, cesaron los contratos y los libertos entraron en el pleno goce de los
derechos civiles. Se les proveyó de cédulas de vecindad idénticas a las de los trabajadores libres.
Los libertos habían escogido ya los apellidos que deseaban llevar por el resto de sus vidas,
haciéndoles comprender que sería el apellido que llevarían sus hijos. Los libertos comprendieron
que tenían que seguir cultivando los oficios que conocían, único medio de librar su subsistencia.
La total emancipación, con su consecuente libertad para contratar, creó una situación difícil. Las
plantaciones de caña carecían de suficientes trabajadores para el cultivo y la zafra; usualmente
los jornaleros libres habían trabajado en la fase del cultivo mientras los esclavos eran empleados
en la fase industrial. Ahora los hacendados alegaban que por no haber recibido la indemnización,
no podían adquirir maquinarias necesarias para la molienda. La introducción de modernos
métodos industriales era económicamente ventajosa y necesaria para reemplazar el bracero
esclavo. Muchos ex-dueños habían depositado sus Cédulas de Esclavos en el Banco Español de
Puerto Rico, que les adelantaba el capital invertido en esclavos para recobrarlo cuando el
Gobierno liquidara la indemnización. El Boletín Mercantil inició una intensa campaña para que
el Gobierno cumpliera su promesa. Ante la presión de los hacendados y de los conservadores, el
Gobierno se comprometió a hacer efectiva la indemnización que tendría que salir de la Real
Hacienda de Puerto Rico. A tal efecto, hubo el acuerdo de pagar mediante sorteos anuales de
amortización, comenzando el 1ro de enero de 1877. Se celebraron 15 sorteos; el último fue el de
12 de mayo de 1890, cuando se amortizaron las últimas reclamaciones. Así concluyó el proceso
de abolición, 17 años después de decretada la ley de 22 de marzo de 1873.
Al quedar liberados los esclavos, se logró uno de los objetivos que se habían trazado los liberales
puertorriqueños. El éxito se debió al advenimiento de un gobierno constitucional en 1868, a la
guerra de Cuba contra España, que ofrecía un marcado contraste con la lealtad de Puerto Rico, a
la insistencia de los abolicionistas y diputados puertorriqueños en las Cortes, apoyados por
simpatizadores españoles y del exterior, a la reducida población esclava existente en Puerto Rico,
al celo con que se aplicó la ley de abolición y la consigna de que se respetaran los derechos de
los libertos que esperaban convertirse en útiles súbditos españoles, y al apoyo de la mayoría de la
opinión pública, que sirvió para neutralizar la propaganda adversa de los conservadores que en
ocasiones contaron con el apoyo de gobernantes retrógados y déspotas. Cabe señalar que la
manumisión incorporó al liberto al conglomerado social como parte de un proceso natural
ratificado por la voluntad mayoritaria del pueblo puertorriqueño, que con aquella demostración
ofrecía un ejemplo de alta cultura.
http://www.mitaino.com/cultura/esclavitud