1. Uga la Tortuga
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente
Uga, la tortuga. Y
es que no es para
menos: siempre
llega tarde, es la
última en acabar
sus tareas, casi
nunca consigue
premios a la
rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de
que sus compañeros del bosque le recriminaran por su
poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera
realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas
secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de
camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos
días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego
acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme
a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que
verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo
récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que
sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo
conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay
labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas
nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te
quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar
y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son
buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por
ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede
sorprender de lo que eres capaz.
2. - ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo
que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender
el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus
quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo
poquito que se proponía porque era consciente de que había
hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse
grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas
tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
Las Moscas
En un frondoso
bosque, de un panal
se derramó una rica
y deliciosa miel, y
las moscas
acudieron
rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce
y exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se
fueron prendiendo en la miel y que ya no podían alzar el
vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas
exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar
todo en un instante de placer!
3. El niño y los clavos
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un
día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada
vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la
cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día
siguiente, menos, y así con los días posteriores. Él niño se
iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su
mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni
una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar
ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin,
controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su
hijo que por cada día que controlase
su carácter, que sacase un clavo de
la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo
finalmente decir a su padre que ya
había sacado todos los clavos de la
cerca. Entonces el padre llevó a su
hijo, de la mano, hasta la cerca de
detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para
clavar y quitar los clavos de esta
cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la
cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con
mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como
estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas
perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es
igual que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son
verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen
4. y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra
de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con
los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las
consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este
cuento se ha acabado.
Daniel y las palabras mágicas
Daniel juega
muy contento
en su
habitación,
monta y
desmonta
palabras sin
cesar.
Hay veces que
las letras se unen solas para formar palabras fantásticas,
imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las
palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para
aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por
la mañana un buenos días, preciosa debajo de la almohada;
o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de color
azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que
suenan bien y hacen sentir bien:gracias, te quiero, buenos
días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta
jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la gente cuando
las oye.
5. Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como
llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel
te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las
palabras amables?
La Liebre y la Tortuga
En el mundo de los animales vivía
una liebre muy orgullosa y vanidosa,
que no cesaba de pregonar que ella
era la más veloz y se burlaba de ello
ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que
nunca vas a llegar a tu meta! Decía la
liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió
hacerle una inusual apuesta a la
liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y
veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy ingreída, aceptó la apuesta.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la
carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y
sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la
incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger
ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella.
Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga
que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a
mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se
6. dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se
quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso
tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se
encontraba a una corta distancia de la meta. En un
sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya
era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado
la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación,
que no hay que burlarse jamás de los demás. También
aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para
alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente
nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse
jamás de los demás y que el exceso de confianza puede ser
un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres
compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos
encantados de recibirla.
Carrera de Zapatillas
Había llegado por
fin el gran día.
Todos
los animales del
bosque se
levantaron
temprano porque
¡era el día de la
gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos
reunidos junto al lago.
7. También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque.
Pero era tan presumida que no quería ser amiga de los
demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan
lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La
cebra, unas rosadas con moños muy grandes. El mono
llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes.
Y cuando estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa
se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de
sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro
fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes.
Es cierto, todos somos diferentes, pero todos tenemos algo
bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando lo
necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de
ellos. Y vinieron las hormigas, que rápidamente treparon por
sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de
partida. En sus marcas, preparados, listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían
ganado una nueva amiga que además había aprendido lo
que significaba la amistad.
8. Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos
como son.
Sara y Lucía
Érase una vez dos niñas
muy amigas llamadas
Sara y Lucía. Se conocían
desde que eran muy
pequeñas y compartían
siempre todo la una con la
otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una
camiseta y le pidió a su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin
dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le
quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la
tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su
amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la
verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su
madre le hizo ver que su amiga sólo había sido sincera con
ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que
la perdonó de inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la
verdadera amistad se basa en la sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se
enfade se quedará sentado.
9. Un Conejo en la Vía
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía
su hermano menor, Carlos. Iban de paseo con sus padres al
Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y
elevarían sus nuevas cometas. Sería un día de paseo
inolvidable. De pronto el coche se detuvo con un brusco
frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!
- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.
- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos
encendió la radio, empezó a sonar una canción de moda en
los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el
asiento de atrás. La mamá comenzó a tararear una canción.
Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido sobre
la carretera el cuerpo de un conejo.
- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.
- ¿Para qué?, responde su padre.
- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!
- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.
- No, no, para, para.
10. - Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y
llevarlo al hospital de animales. Los dos niños estaban muy
preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error.
Y dando vuelta recogieron al conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más
adelante por una patrulla de la policía, que les informó de
que una gran roca había caído sobre la carretera por donde
iban, cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos
ayudaron a los policías a retirar la roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino
libre y llegar a tiempo al veterinario, que curó la pata al
conejo. Los papás de Daniel y carlos aceptaron a llevarlo a
su casa hasta que se curara
Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito
de nuevo en el bosque. Carlos y Daniel le dijeron adiós con
pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad
El caballo y el asno
Un hombre tenía un caballo y un
asno.
Un día que ambos iban camino a
la ciudad, el asno, sintiéndose
cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si
te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no
dijo nada y el asno cayó víctima
de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la
carga encima del caballo, incluso
la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
11. - ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con
un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con
la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo
que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese
momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.
Santilín
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso.
Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando
con él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito.
Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga
caminata charlando y saludando a las mariposas que
revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con
mucha paciencia trata de enseñarles que pueden
entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin
destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a
darles la bienvenida y enseguida invitó a jugar al
puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando,
advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
12. El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los
demás se quedaron afligidos, menos Santilin, que estaba
seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al
puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan
sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así
pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos,
formaron una gran ronda y cantaron felices.
Fábula de la lechera
La hija de un granjero llevaba
un recipiente lleno de leche a
vender al pueblo, y empezó a
hacer planes futuros:
- Cuando venda esta leche,
compraré trescientos huevos.
Los huevos, descartando los
que no nazcan, me darán al
menos doscientos pollos.
Los pollos estarán listos para
mercadearlos cuando los
precios de ellos estén en lo más
alto, de modo que para fin de
año tendré suficiente dinero
para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me
pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
13. Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto
con la vasija de leche al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna,
Patito feo
Una pata tiene varios patitos, pero uno de ellos es mucho
más feo, tosco y torpe que el resto, por lo que todos le dan
de lado y se burlan de él.
El patito decide huir de allí
y se enfrenta solo y triste a
los problemas del invierno.
Al llegar la primavera,
encuentra un grupo de
cisnes que, para su
sorpresa, son amables
con él. Estos le hacen ver
su reflejo en el estanque, y
así descubrir que en
realidad él era un bello
cisne y no un pato
desgarbado.
Tres cerditos
Tres cerditos hacen
sus casas, pero para
tardar menos y jugar,
los dos primeros las
hacen de paja y
maderas, mientras el
mayor se esfuerza
más y la hace de
14. ladrillo. Cuando llega el lobo, soplando tira las casas del
primero y luego del segundo, que se refugian en la del
tercero. Como no puede tirar la última casa soplando, trata
de entrar por la chimenea, pero los cerditos preparan un
caldero y el lobo huye abrasado.
Hansel y Gretel
Hansel y Gretel son dos hermanos que son abandonados en
el bosque.
Perdidos, encuentran una casita de chocolate y dulces en la
que vive una ancianita que les invita a pasar. Los niños se
quedan, pero la ancianita resulta ser una bruja que encierra
al niño en una jaula y lo engorda para comérselo, mientras
la niña tiene que hacer tareas. Consiguen aplazar que la
bruja se lo coma haciéndola creer que no engorda,
mostrándole un hueso de pollo como si fuera el dedo del
niño, pero la bruja se harta y decide comérselo igual. Le pide
a la niña que prepare el horno, pero esta hace como que no
sabe, y cuando la bruja se asoma para enseñarle, la empuja
dentro y se quema. Los niños consiguen huir y encontrar el
camino a casa con su padre.
15. Blanca Nieves
Una reina muy bella siente envidia de su hijastra
Blancanieves cuando su espejo mágico le dice que al crecer
Blancanieves ha pasado a ser la más bella del reino, y
ordena a un soldado que la mate. El soldado se apiada y la
deja libre en el bosque, donde encuentra cobijo en una
pequeña casita habitada por siete enanitos. Ella se queda a
vivir con ellos, a cambio de ayudarles limpiando y cocinando.
Pero la marastra se entera por el espejo de que sigue viva,
y prepara una manzana envenenada, que le da a probar
haciéndose pasar por una anciana vendedora. Entonces
Blancanieves cae muerta, y los enanitos la encierran en un
ataúd de cristal. Un príncipe que pasaba por ahí, se enamora
al verla tan bella, y les pide que se la den. En una sacudida
del ataúd, Blancanieves expulsa el trozo de manzana de su
16. garganta y revive, enamorándose del príncipe con quien se
casa.
La Cenicienta
El padre de Cenicienta, viudo, se casó con una mujer con
dos hijas. Al morir él, llenas de envidia por su dulzura y
belleza, la tratan con gran desprecio y le obligan a hacer las
tareas más sucias; pero ella sigue manteniéndose dulce y
serena. El príncipe organiza un baile para buscar esposa
pero a pesar de ser su mayor ilusión, la madrastra impide
asistir a Cenicienta. Mientras llora aparece su hada madrina,
que la transforma
en una princesa
para ir al baile,
advirtiendo que
el hechizo se
deshará a
medianoche.
Cenicienta y el
príncipe se
enamoran y
bailan sin parar,
pero al dar la
medianoche
Cenicienta sale
corriendo, perdiendo uno de sus zapato.
El príncipe decide probárselo a todas las jóvenes y casarse
con aquella a quien le sirva. Y a pesar de los malvados
intentos de la madrastra y sus hijas, finalmente el zapato le
sirve a Cenicienta, que se casa con el príncipe.
17. Caperucita roja
Una niña recibe de su madre el encargo de llevar una cesta
a su abuela enferma que vive en el bosque, advirtiéndole
que no hable con desconocidos. Pero por el camino se
encuentra un lobo y se para a hablar con él, dándole detalles
de lo que va a hacer. El lobo aprovecha para engañar a
caperucita y llegar antes a casa de la abuelita, a quien se
come, y luego ocupa su lugar para engañar a caperucita y
comérsela también. Afortunadamente, un leñador que
andaba por allí descubre al lobo durmiendo tras su comida,
y rescata a caperucita y su abuelita de la tripa del lobo,
sustituyéndolas
por piedras que
hacen que el lobo
se ahoge al ir a
beber al río.
Pinocho
Gepetto, el viejo carpintero, deseaba que su última creación,
“Pinocho”, una bonita
marioneta de madera,
pudiera convertirse en
un niño de verdad.
El Hada Azul le
concedió el deseo, no
sin antes advertir a
Pinocho que para ser
un niño de verdad,
debería demostrar que era generoso, obediente y sincero.
Pepito Grillo le ayudaría en esta labor, él sería su conciencia.
18. Los días siguientes, en vez de ir al colegio, Pinocho se verá
envuelto en una serie de malas aventuras llenas de
desobediencias y mentiras, sufriendo el castigo de ver crecer
su nariz de madera cada vez que miente. Pero en el fondo
Pinocho tiene un buen corazón y gracias a Pepito Grillo se
dará cuenta de todos sus errores. Al fin Gepetto consigue su
anhelado deseo, que Pinocho se convierta en niño y Pinocho
no vuelve a ser desobediente ni a portarse mal, ni a decir
mentiras.
Soldadito de Plomo
Un soldadito de plomo
mutilado, se enamora de
una bailarina.
Después de pasar por
muchas desgracias; el
diablo de la caja de
sorpresa, de marinero por
las alcantarillas, se le
come un pez...al final,
gracias a su empeño y a
su fuerza de voluntad,
consigue estar unido a su
bailarina, ya que debido a
una caida fortuita en el
fuego de la chimenea de
la casa, sus peanas se
fundirán y se uniran para
siempre formando un
bonito corazón.
19. Gato con Botas
El molinero del reino, deja únicamente en herencia al
pequeño de sus hijos uno gato. Los otro dos hermanos
corren mejor suerte, pero
éste lejos de abandonar al
gato, le escucha. El gato le
dice que si confia en él, le
consigue un par de botas y
un saco, saldrán de la
pobreza. La valentia y
astucia, bien entendida, del
gato le llevará a conocer al
rey , y el hijo pequeño del
molinero, a partir de ahora
será llamado Marqués de
Carabás, conocerá a la
princesa y se casará con ella
La Bella y la Bestia
Durante un viaje un hombre acaba en un castillo mágico
habitado por una bestia, que termina encerrándolo. Para
salvarlo, su hija menor se ofrece para quedar con la bestia a
cambio de la libertad de su padre. En el palacio, la Bestia
20. trata a Bella con grandes atenciones y comienzan a hacerse
amigos, hasta que Bella abandona el castillo para ir a visitar
a su padre enfermo, prometiendo regresar. Al retrasarse a
su vuelta, la Bestia está a punto de morir de tristeza, y
cuando Bella le encuentra así le confiesa su amor,
deshaciendo el encantamiento que encerraba a un príncipe
bajo la forma de bestia,
Peter Pan
Peter Pan es un niño volador que, acompañado del hada
Campanilla, invita a la niña Wendy y a sus dos hermanos a
visitar
volando la
isla de
Nunca
Jamás y
conocer a
los Niños
Perdidos
que viven
con él, con la
intención de
que Wendy
sea la mamá
de todos
ellos. En la isla también viven los piratas liderados por el
Capitán Garfio, a quien Peter cortó la mano y se la dio a
comer a un cocodrilo que lo persigue desde entonces. Al
llegar, los niños construyen encantados una casa para
Wendy, que ejerce su papel de madre amorosa, contando
cuentos, dando medicinas y poniendo normas. Tras varias
aventuras en la isla, Garfio captura a los niños justo cuando
Wendy los había convencido, con el enfado de Peter, para
volver y ser adoptados por su familia. Al enterarse del rapto,
Peter acude a rescatarlos y vence a Garfio en la lucha final,
entregándoselo al cocodrilo. Después vuelven todos a casa,
21. donde son adoptados, excepto Peter, que no quiere crecer y
decide regresar a la isla, prometiendo volver para llevarse a
Wendy cada primavera.
La Bella durmiente
La fiesta por el
nacimiento de
una princesa
fueron invitadas
las hadas del
reino para
ofrecerle sus
dones, excepto
una, que en
venganza por no
haber sido
invitada, apareció
para hechizar a la princesa, que el día que cumpliera 15
años moriría tras pincharse con el uso de una rueca. Pero
faltaba una hada por darle su regalo, y transformó el hechizo
para que en lugar de morir, cayera dormida por 100 años. A
pesar del esfuerzo de los reyes por eliminar todas las
máquinas de hilar del reino, todo se cumplió y a los 15 años
la princesa se pinchó y cayó dormida, junto con todos los
que estaban en el palacio. El palacio quedó oculto por
espinos hasta que pasados 100 años, un príncipe pudo
llegar hasta él, y encontrar a la princesa, a la que despertó
con un beso, y con ella a todos los que allí dormían. Al poco
se celebró la boda y vivieron felices para siempre.
22. El Traje nuevo del emperador
Había una vez un
Emperador al que tanto
importaban sus vestidos,
que encargó un traje
nuevo a dos bribones
que prometieron hacerle
un traje con una tela tan
especial que solo
podrían ver quienes no
fueran tontos o indignos
de su cargo. Pero solo acumulaban el oro y los ricos
materiales que recibían, mientras hacían como que tejían.
Cuando los asesores del Emperador fueron a ver a los
sastres tuvieron miedo de ser tomados por tontos, y
regresaron alabando grandemente el traje. Lo mismo ocurrió
con cuantos los visitaron, y con el propio Emperador, quien,
cuando el traje estuvo listo, no dudó en quitarse sus ropas.
Y fue al desfile vestido con sus invisibles telas, que también
eran alabadas por todo el pueblo. Hasta que un niño gritó
entre risas "El emperador está desnudo" y todos, incluido el
Emperador, se dieron cuenta del engaño y del ridículo que
habían hecho.
El Sastrecillo valiente
Tras matar a 7 moscas de un golpe,
un pequeño sastre se sintió muy
orgulloso e hizo saber a todos que
había matado "a 7 de un golpe".
Pensando que serían personas, la
gente comenzó a creer que era un
gran guerrero. Aprovechando su
ingenio, consiguió impresionar
primero a un gigante y sus amigos, y
luego al propio rey, quien, con
grandes promesas, le sometió a
23. distintas pruebas para librar al reino de dos gigantes, un
unicornio y un jabalí. El sastrecillo las superó todas gracias
a su ingenio, lo que confirmó a todos que era un temible
guerrero. Y de esta forma, consiguió la mitad del reino y la
mano de la princesa.
EL Flautiste de Hamelin
La ciudad de Hamelin estaba infestada de ratas y todos
hicieron grandes promesas a un flautista que se ofreció a
librarles de ellas. Él tocó la flauta y todas las ratas le
siguieron hasta morir en el río. Pero cuando el flautista
regresó para recoger su dinero, lo prometido les pareció
mucho, y se negaron a pagarle. Entonces el flautista tocó de
nuevo su flauta, y esta vez los niños le siguieron hasta una
gran cueva en una montaña, de la que no regresaron jamás.
24. La Sirenita
El día en que la menor de las princesas sirenas salió a la
superficie, vio un barco donde viajaba el príncipe, del que se
enamoró. El barco naufragó, y la sirena salvó al príncipe de
morir ahogado, dejándolo en la playa. Como solo pensaba
en regresar con el príncipe, recurrió a la bruja del mar para
transformar su cola en un par de piernas. Esta le concedió
la más bella figura a cambio de su magnífica voz, y le advirtió
de que si el príncipe se casaba con otra mujer, la sirena
moriría a la mañana siguiente. La sirenita volvió así junto al
príncipe y se ganó su afecto con su gracia y sus bailes, pero
él en secreto estaba enamorado de la primera joven que
había visto al despertar en la playa, quien creía era su
salvadora. Esta resultó ser la princesa del reino vecino con
quien los reyes habían acordado casarlo, y el príncipe
celebró su boda feliz, acompañado por toda la corte, incluída
la muda sirenita, que no tenía voz para explicar la verdad.
En una última oportunidad, antes de salir el sol, sus
hermanas aparecieron con un cuchillo que habían
conseguido de la bruja a cambio de sus preciosas
cabelleras. Solo tenía que matar al príncipe mientras dormía
25. para recuperar su cola. Pero la sirenita no quiso hacerlo, y
se lanzó al agua, donde se convirtió en espuma.
Los Musicos de Bremen
Un burro maltratado que iba a ser sacrificado por ser viejo
decide escapar y se dirige a vivir como músico callejero en
Bremen. Por el camino va encontrando sucesivamente a un
perro, un gato y un gallo que han huido de sus casas en
situaciones parecidas, y todos se van uniendo al grupo con
la intención de crear un conjunto musical. Al caer la noche,
los animales ven la luz de una casa y al acercarse descubren
que es la guarida de unos ladrones, a quienes asustan
haciéndoles creer que son un fantasma, subiéndose unos
encima de otros y cantando todos a la vez. Después de que
el grupo cena y se echa a dormir, uno de los ladrones
regresa, pero al ser atacado por todos los animales a la vez,
huye despavorido creyendo que allí viven brujas y más seres
peligrosos. Y los
animales, felices, se
quedaron a vivir en la
casa.
26. Ricitos de Oro
Paseando por el bosque
Ricitos de Oro encuentra
una casita abierta y
entra. Es la casa de papá
y mamá osos, y su hijo el
osito. En ella cada uno
tiene su plato de la cena,
su silla y su cama. Ricitos
va probando cada una de
estas cosas, para
terminar eligiendo
siempre las del osito. Así, se come su cenita, rompe su sillita
y se queda dormida en su camita. Al llegar los osos, van
descubriendo los cambios con enfado y sorpresa, hasta
encontrar a Ricitos, quien se despierta con un terrible susto
y sale corriendo por la ventana.
Pulgarcito
Pulgarcito era un niño del tamaño de un pulgar. Era el menor
de los 7 hijos de unos leñadores tan pobres que decidieron
abandonar a sus hijos en el bosque. Pulgarcito los escuchó,
y se preparó para ir dejando caer
piedras por el camino y guiar a sus
hermanos de vuelta. Aunque
inicialmente sus padres se
alegraron del regreso, tiempo
después volvieron a intentarlo.
Esta vez Pulgarcito arrojó las
migas de su pan para marcar el
camino, pero los pájaros se las
comieron y resultaron perdidos.
Tras muchas vueltas encontraron
la casa de un ogro, aficionado a
comer niños, que vivía con su
mujer y sus siete hijas. El ogro, al
27. descubrir a los niños, quiso matarlos, pero la mujer le
convenció para reservarlos para mejor ocasión. Aquella
noche Pulgarcito cambió su gorro y el de sus hermanos por
las coronas de las hijas del ogro y, cuando el ogro despertó
a oscuras y pensó de nuevo en matarlos, fue a sus hijas a
quienes mató, mientras Pulgarcito y sus hermanos huían. Al
descubrir lo ocurrido el ogro persiguió a los niños calzando
sus botas de siete leguas, capaces de avanzar esa distancia
tanto a cada paso. El ogro buscó largo rato y acabó dormido
sin saber que Pulgarcito lo vigilaba. Este le robó las botas y
las usó para llegar hasta el palacio del rey y ponerse a su
servicio como mensajero, lo que le hizo enriquecerse de tal
modo que ni él ni su familia volvieron a pasar hambre.
Cuento de Navidad
El señor Scrooge es un
hombre avaro, tacaño y
solitario, que no celebra
la Navidad, y solo piensa
en ganar dinero. Una
víspera de Navidad,
Scrooge recibe la visita
del fantasma de su
antiguo socio, muerto
años atrás. Este le cuenta que, por haber sido avaro en vida,
toda su maldad se ha convertido en una larga y pesada
cadena que debe arrastrar por toda la eternidad. Le anuncia
que a él le espera un destino aún peor, y le avisa de que
tendrá una última oportunidad de cambiar cuando reciba la
visita de los tres espíritus de la Navidad. Scrooge no se
asusta y desafía la predicción. Esa noche aparecen los tres
espíritus navideños: el del Pasado, que le hace recordar a
Scrooge su vida infantil y juvenil llena de melancolía y
añoranza antes de su adicción por el trabajo y su desmedido
afán de dinero. El del Presente hace ver al avaro la actual
situación de la familia de su empleado Bob, que a pesar de
28. su pobreza y de la enfermedad de su hijo Tim, celebra la
navidad. También le muestra cómo todas las personas
celebran la Navidad; incluso su propio sobrino, Fred, quien
lo hace de una manera irónica pero alegre, ya que nadie
quiere la presencia del avaro. Antes de desaparecer a
medianoche, el espíritu muestra a un par de niños de origen
trágicamente humano: la Ignorancia y la Necesidad. El
terrible y sombrío Espíritu del Futuro le muestra el destino de
los avaros. Su casa saqueada por los pobres, el recuerdo
gris de sus amigos de la Bolsa de Valores, la muerte del
pequeño Tim y lo más espantoso: su propia tumba, ante la
cual Scrooge se horroriza de tal forma que suplica una nueva
oportunidad para cambiar. Entonces, el avaro despierta de
su pesadilla y se convierte en un hombre generoso y amable,
que celebra la Navidad y ayuda a quienes le rodean.
Simbad el Marino
Simbad el cargador,
cansado de llevar
mercancías, se sienta
para descansar en un
banco a las puertas de
la casa de un rico
comerciante. Allí se
queja a Alá por la
injusticia de un mundo
que permite a los ricos a vivir en la facilidad mientras que él
debe trabajar y, sin embargo, sigue siendo pobre. El
propietario de la casa, que resulta ser Simbad el marino, lo
escucha, y decidido a explicarle que no todo fue tan fácil,
empieza a contarle cómo se hizo rico en el curso de siete
extraordinarios viajes donde sufrió todo tipo de calamidades
y fortunas. Al terminar cada narración, Simbad entrega a su
pobre invitado varias monedas de oro y le anima a volver al
día siguiente para escuchar el siguiente viaje.
29. Caracolillo Gustavillo
Gustavillo era un caracolillo que vivía feliz en el fondo del
mar; se mecía al ritmo de las corrientes marinas, reposaba
en la arena, buscando algún rayo de sol y de vez en cuando
daba sus paseos.
Un día un cangrejo le vio y le dijo:
- ¿Puedo vivir contigo?
Gustavillo se lo pensó dos veces y al final decidió ser, como
un antepasado suyo un cangrejo ermitaño.
Cuento sobre la conviviencia
Empezaron a vivir juntos el cangrejo dentro del caracol y al
poco comenzaron los problemas: el cangrejo se metía las
pinzas en la nariz, hacía ruidos cuando comía, no ayudaba
en la limpieza...
Una mañana Gustavillo le dijo al cangrejo todo lo que no se
debía hacer, con paciencia , explicándole que:
- Hurgarse en la nariz, es de mala educación y además
puede hacer daño
- Se mastica siempre con la boca cerrada
- Hay siempre que colaborar en la limpieza y orden de dónde
se vive
El cangrejo se quedó callado, salió de la casa y se perdió
durante varios días.
30. Cuando volvió habló con Gustavillo y entre los dos juntitos
hicieron una lista de las cosas que, para estar juntos, debían
hacer para que todo funcionara bien.
A partir de ese momento se acoplaron a convivir juntos y
fueron muy, muy felices, el cangrejo, daba a Gustavillo
largos paseos y el caracolillo arropaba al cangrejo cuando
había marea.
El gigante tragón
Érase una vez una abuelita que vivía con sus tres nietas. Las
tres niñas ayudaban en las tareas del hogar por el cariño que
sentían a su abuela.
Un día la abuelita les dijo que en cuanto acabaran cada una
de ellas su faena de la casa, podían bajar a la bodega
a merendar pan con miel. Al poco rato la pequeña de las tres
hermanas acabó su labor y marchó a la bodega.
Nada más llegar, en la puerta y sin llegar a entrar, escuchó
una voz que cantaba:
- Pequeña, pequeñita, no vengas acá, tralará, tralará...
31. -¿De dónde ha salido esa voz?, se preguntó la pequeña, y
decidió entrar. Zas!! en ese mismo momento el gigante
Tragón la metió en un saco y la cerró.
Al cabo de media hora, la hermanamediana acabó su labor
y le dijo a su abuelita que marchaba a merendar pan con
miel a la bodega.
-Está bien - le dijo la abuelita- y de paso dile a tu hermana
que está tardando demasiado en volver a casa.
-Muy bien abuela, se lo diré. En cuanto llegó a la puerta de
la bodega, justo antes de entrar, escuchó una voz que
cantaba:
-Mediana, medianita, no vengas acá, tralará, tralará...
-¿Quién anda ahí? Preguntó la niña, y aunque no escuchó
respuesta, decidió entrar. Zas!! De nuevo el gigante Tragón
encerró a la hermana mediana en el saco junto a la pequeña.
Pasado ya mediodía, la abuela se acercó a la hermana
mayor y le preguntó
-¿Todavía no has acabado?
-Me falta poco abuelita, ya voy.
-Hazme un favor, déjalo ya, acércate a la bodega a ver que
hacen tus hermanas, se está haciendo muy tarde... Y así lo
hizo, pero cuando llegó a la puerta de la bodega pudo oír a
alguien cantar:
-Mayor, mayorcita, no vengas acá, tralará, tralará... Con toda
curiosidad se acercó y Zas!!! Las tres hermanas acabaron
en el saco del gigante Tragón.
Con toda la preocupación del mundo la abuelita salió a
buscar a sus nietas, y al llegar a la puerta de la bodega
escuchó cantar:
-Abuela, abuelita, no vengas acá, tralará, tralará...
-Ay Dios mío, mis niñas, seguro que ese gigante Tragón las
ha cogido... Pues la abuelita ya conocía al malvado gigante.
32. Corrió y corrió en busca de ayuda pero no encontró a nadie,
y sentada en una rocallorando por sus nietas, se le acercó
una avispa a preguntar:
-Ancianita, ¿qué le sucede? ¿Se encuentra usted bien?
-Mis nietas, las ha raptado el gigante Tragón, pobrecitas
mías.
-No se preocupe abuelita, ese malvado tendrá su merecido.
Enseguida la avispa avisó a todas sus amigas del enjambre,
y con voz de ataque gritaron:
-Vamos a por ese gigante malvado, hay que darle su
merecido, ¡¡¡adelante compañeras!!!!
En el momento que el gigante Tragón salía de la bodega
camino al bosque, todas las avispas empezaron a picotearle
sin parar. Éste salió corriendo temeroso de los picotazos y
olvidándose allá mismo del saco con las tres pequeñas.
Las niñas pudieron salvarse de las garras del gigante Tragón
gracias a unas avispas muy avispadas. Finalmente, la
abuelita y sus tres adorables nietas marcharon a casa para
merendar un rico pan con miel.
El raton enriqueto
Enriqueto era un ratoncito tímido, de pelaje negro, dientes
torcidos, ojos bizcos y oreja maltrecha. Se quedó huérfano
de padre y madre y creció en compañía de otros ratones que
hacían lo que podían para sobrevivir en un mercado de la
ciudad de Guatemala.
El día de Nochebuena, como de costumbre tenían hambre y
decidieron salir a buscar comida entre los desperdicios de
los contenedores que la gente iba llenando alrededor del
mercado.
Cuento que previene la obesidad infantil
33. Nuestro amigo Enriqueto, que era muy hábil para detectar
olores y sabores, era el jefe de la cuadrilla de buscadores y
el que más y mejor comida conseguía para la familia ratonil.
Esa mañana logró reunir trozos de jamón, pizza, chorizo,
frijoles volteados, nachos, platanitos cocidos, pan francés y
unas cuantas galletas navideñas.
- ¡Qué placer!, dijo Enriqueto. Todos sus amigos se
reunieron y empezaron su banquete navideño. Comieron
hasta que casi reventaban sus panzas rechonchas y
peludas.
Al filo de las 8 de la noche, ya ni se movieron en sus cuevas
de lo llenos que estaban. Sin embargo, Enriqueto decidió
salir a ver si conseguía algo depostre. Cuando estaba por
allí merodeando… ¡¡¡PUM!!!... lo atropelló un coche.
Salió disparado al otro lado de la carretera y notó que algo
caliente le salía del cuerpo. Tiene que ser sangre. Dios
mío...me estoy muriendo... a donde iré a ir a parar: al cielo
de los ratones o allí abajo ¿donde se asan?..., empezó a
pensar Enriqueto. En esas estaba cuando ya no sintió nada
más y desfalleció....
34. Cuando por fin abrió sus ojos, se vio rodeado de ratones
vestidos de blanco, y dijo: "Entonces sí me morí y debo estar
en el cielo". De pronto uno de ellos le habló, diciendo:
- ¡¡Manito Enriqueto...por fin abriste tus ojos...estás vivo!! Un
buen susto fue el que se llevó Enriqueto.
Y lo que realmente había pasado fue que cuando sus
compañeros oyeron que un coche se había estrellado contra
el contenedor de basura que registraba Enriqueto, le vieron
tendido en la acera. Inmediatamente lo cogieron y se lo
llevaron a su cueva, le frotaron con alcohol el pecho, le
estiraron las piernas y lo calentaron con mentol y candelas
para que entrara en calor. Enriqueto, al verse vivo,no paraba
de llorar de la alegría y juró no volver a portarse mal y ser
tan glotón y comilón.
El huevo que Pía
Un cuento infantil que habla de la curiosidad de un niño y del
cariño con que es tratado por sus abuelos. Muestra lo
sencillo y rico que puede representar el nacimiento de un
pollito para un niño. Y que en el campo ocurren muchas
cosas nuevas a los ojos de los más pequeños.
La gallina de plumaje dorado se levantó del escondite donde
empollaba sus huevos. Llevaba días debajo de un frondoso
helecho del jardín. Mientras escarbaba buscando gusanos
en la tierra, cantaba como si se sintiera feliz.
- Ca-ca-ca-ca-ca, ca-ca-ca-ca-ca… Adrién aguzó
el oído para escuchar el canto monótono de la gallina.
Aquello era nuevo para él.
- Abuelita, ¿qué es eso?
- Es la gallina cantando.
- Quiero verla.
35. - Te la mostraré de lejos, porque te puede picar.
- ¿Por qué?
- Porque está echada.
- ¿Por qué? Adrién continuó haciendo preguntas.
La abuela ya no sabía cómo satisfacer su curiosidad. Lo
llevó al patio. Tan pronto vio la gallina, quiso acercarse para
cogerla, pero ésta erizó el plumaje y corrió hacia él,
amenazante.
Adrién se protegió, asustado y lloroso, en los brazos de la
abuela. Fue sólo un susto. Era la primera vez que pasaba
unos días en la finca de la abuela. Había vivido sus
escasoscuatro años en la ciudad y las visitas al campo
habían sido breves.
Los días en el campo eran fascinantes para él. Que su
abuela hiciera tostones de un plátano verde que cogió de
una de sus matas, lo dejó embelesado. Su madre también
hacía tostones, pero los sacaba de una bolsa del
congelador.
Que su abuela abriera una vaina y muchos granos de
gandules, cayeran en sus manos, le parecía un cuento. Su
madre abría una lata y allí estaban los gandules. En el
campo ocurrían muchas cosas nuevas a los ojos de Adrién.
Al día siguiente, la abuela se acercó al helecho donde la
gallina se ocultaba y vio gozosa algunos cascarones
esparcidos por el nido y unos polluelos aún mojados y
cegatos.
Le pareció un espectáculo para su nietecito. Subió corriendo
hasta la sala donde el niñocoloreaba con su abuelo.
- Ven, quiero mostrarte algo.
- ¿Qué?
- Vamos para que veas los pollitos que tuvo la gallina.
- ¿Y si me pica?
- No dejaré que te pique.
36. Adrién estaba maravillado, ya había tres pollitos con la
gallina que los paseaba orgullosa.
- Pío- pío-pío, decían los pollitos, siguiendo a la madre. De
pronto, la abuela escuchó un piar profundo dentro de uno de
los huevos que aún quedaban.
Lo cogió con extremo cuidado. Mientras el niño miraba
embelesado, la abuela iba rompiendo el cascarón. Primero
apareció un diminuto pico, después la cabeza y luego el
resto del cuerpo pequeño, amarillo y mojado.
Minutos después, el pollito corría con la madre y piaba feliz.
- Ese pollito es mío.- Dijo con seguridad.
- Sí, mi amor, ese es tu pollito.
- Quiero cogerlo.
- No puedes cogerlo hasta que esté grande.
- ¿Por qué? - Porque la gallina no quiere que lo cojan.
- ¿Por qué? Antes de ella alcanzar a contestar, la gallina se
acercó con su hermosa cría. Sus cánticos distrajeron a
Adrién, y la abuela creyó que se habían acabado las
preguntas.
- Pío-pío-pío.
- Abuela, ¿quién les enseñó a cantar?
Irene quiere ser Bruja
ada mañana, Irene, arrastraba su pesada mochila y su
mirada triste por delante de la tienda de disfraces antes de ir
a la escuela. Cada mañana, Irene se paraba a observar el
maniquí vestido de bruja que, con mirada amenazante, le
devolvía la mirada al otro lado del escaparate. Y cada
mañana suspiraba antes de volver a arrastrar su pesada
mochila en dirección a la escuela.
Irene soñaba con convertirse en una bruja. Lo deseaba cada
día, cada noche antes de dormir, cada mañana antes de
37. entrar en clase con la mirada baja. Irene quería ser una bruja
mala, de las de verruga en la nariz y melena alborotada, para
asustar a los niños que no la entendían.
Irene sueña con ser una bruja para espantar sus miedos
Irene quería tener un libro lleno de encantamientos. Si lo
tuviera, Irene haría lo siguiente:
1. Siempre sería verano, para no tener así que ir al colegio
(Irene se acababa de cambiar de país y no terminaba de
adaptarse al nuevo idioma, el francés).
2. Convertiría a los niños en gatos (le encantaban los gatos).
3. Conseguiría que el pescado supiera a chocolate (Y es que
a Irene no le gustaba nada el pescado).
Un día como otro cualquiera, Irene se paró delante del
escaparate de la tienda de disfraces y formuló su deseo:
quiero ser una bruja. Y justo cuando iba a marcharse,
escuchó una risa. No era una risa cualquiera, era una
verdadera y auténtica risa de bruja mala.
- Sí, sí, no me mires así. Soy yo la que me he reído – habló
la bruja con voz grave – Vaya, con que quieres ser como
yo...
La bruja le preguntó por qué quería ser como ella e Irene le
contó todo: lo poco que le gustaba ir al colegio, lo mal que
38. se entendía con sus compañeros de clase, lo desagradable
que le parecía el sabor del pescado…
- ¡Pues vaya una cosa! Esto no es motivo para convertirse
en una bruja mala para toda la vida…
Y terminó su frase con unas palabras extrañas que Irene no
llegó a comprender. Lo que sí supo enseguida es que algo
había cambiado. ¡La bruja la había convertido en una gata!
- No, no, no, no…lo gatos tienen que ser ellos…¡no yo! – se
quejó a la bruja.
- ¡Bah! Soy una bruja mala y hago lo que me da la gana. ¿O
qué creías? ¿Qué iba a ayudarte? Para eso haberte buscado
un hada. Serás una gata hasta que se rompa el maleficio.
Irene aprende una lección sobre la importancia de
enfrentarse a los problemas
Irene la gata se dirigió hacia el colegio. Nada más verla, un
par de compañeros de clase se acercaron a ella…
- Fijaros que gata más bonita. ¿Qué hará aquí en la escuela?
Al poco rato, todos los niños de su clase rodeaban a Irene,
la llenaban de carantoñas y querían jugar con ella. La
llevaron a clase y la dejaron en un rincón, rodeada de
cómodos cojines. ¡Era tan agradable estar medio dormida
allí, mientras la profesora enseñaba matemáticas. A la niña
le extrañó que ahora, como gata, todos le hicieran caso.
Incluso le trajeron pescado.. ¡y le gustómás que el chocolate!
Eso sí que era raro. Realmente se estaba muy bien de gata.
Pero cuando estaba pensando aquello, Irene-gata, que
paseaba tranquilamente por el patio del colegio, escuchó
unos gruñidos y a lo lejos vio un enorme pastor alemán que
corría hacia ella. Muy asustada se subió a lo alto de un árbol.
Irene-gata sintió más miedo que nunca en su vida. Aún así,
consiguió librarse del perro.
Irene-gata comenzó a vagar por las calles y sin darse
cuenta, acabó haciendo el camino de siempre y plantándose
39. delante del escaparate de la tienda de disfraces. Allí seguía
el maniquí vestido de bruja.
- ¡Bruja mala! ¡Mira lo que has conseguido! Casi acabo en
las garras de un perro…
Irene-gata volvió a escuchar la risa maléfica de la bruja y su
voz grave.
- Pero lo has superado, igual que superarás tus problemas
con los niños del colegio. No sirve de nada huir, ni querer ser
una bruja mala. Para solucionar un problema solo hay una
solución: enfrentarse a ellos. Así que, no quiero volverte a
escuchar quejándote delante de este escaparate.
Demuestra a esos niños que eres una niña tan interesante y
divertida como ellos (o más). Y terminó su frase con unas
palabras extrañas que Irene no llegó a comprender. Lo que
sí supo enseguida es que algo había cambiado. ¡Volvía a ser
una niña!
Y la bruja volvía a ser un simple maniquí al otro lado del
escaparate. Irene se fue a casa pensativa. No contó a nadie
su experiencia como gata, pero esa noche, cuando mamá
puso el pescado sobre la mesa, Irene se lo comió con ganas.
¡Estaba rico!
David y la Ballena
Llevaba cuatro días lloviendo sin parar. Los cuatro días que
David y su familia llevaban
de vacaciones.
Llovía con fuerza sobre la
playa vacía, llovía sin tregua
sobre el techo de la caravana
en la que el niño David y su
familia inventaban maneras de
pasar el tiempo, de esperar a
que aquella lluvia interminable
se tomara un descanso.
Jugaron a las cartas.
Jugaron a la oca y al parchís.
40. Jugaron al ajedrez, a las damas y también al dominó.
Pero el tiempo no pasaba. La lluvia tampoco.
El niño David miraba por la ventana y suspiraba. Él tenía
tantos proyectos para aquellas vacaciones en el mar...
Quería construir un castillo de arena e invitar a su princesa
a jugar a las palas. Quería bucear entre las olas y que las
sirenas le enseñaran a respirar bajo el agua. Quería después
nadar y nadar y nadar. Llegar a alta mar y encontrarse
con unos piratas de los de parche en el ojo y pata de palo.
Quería navegar con ellos por mil mares, de punta a punta
del planeta, por cada continente y cada océano. Después,
cuando decidiera volver a casa, cansado de tanto conocer
mundo, lo haría subido a una enorme ballena.
Sería una ballena de piel brillante, que siempre le daría
conversación, y siempre sería de lo más interesante. Ella le
contaría lo que era ser una ballena, y el niño David que no
siempre le gustaba ir a la escuela. Ella le hablaría de los
cazadores furtivos, y él de lo que era ser un pirata fugitivo.
Ella, que como todas las ballenas sería vegetariana, le
enseñaría a comer placton y otras plantas, y el niño David,
muy sorprendido, se lo comería como si fuera el mejor de los
bocadillos. Luego, cuando llegaran de vuelta a la playa, ella
se despediría soltando por sus pulmones un chorro de agua.
Y David saldría despedido hasta la playa, a donde llegaría
hecho todo un pirata...
- David, David...¡deja de dormir! Ponte el bañador que ha
salido el sol...
Así que por fin se fueron a la playa...
¿Cumpliría el niño David sus propósitos de pirata?
41. El astrónomo
Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las
noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las
afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo,
cayó inopinadamente en un pozo.
Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un
hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber
su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo
que hay en la tierra?
Moraleja: Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor,
pero antes hay que saber donde se está.
Una lechuga no es un plato
¡Hay un gusano en mi plato!,
dijo Matías haciendo gestitos
con la mano como para
ahuyentarlo. El gusano
primero miró el plato, después
miró a Matías y luego dijo:
- ¡Glup!, parece que me
equivoqué. Esta no es una
hoja de lechuga.
42. Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy
curioso, se acercó a observar muy bien a don Gusano.
- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus
colores, sino que también tiene muchas patitas. Debe estar
desorientado.
- Desorientado no, apenas un pococegato –corrigió el
gusano- pero en voz tan bajita que nadie lo escuchó.
Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su
lomo verde y miró a Matías con sus ojitos finitos de gusano
perdido.
Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una
hoja de lechuga, que con mamá sacó de la heladera.
Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el
airecito y fue feliz.
Entretanto, Matías lo miraba divertido.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con
un buen bocado de lechuga entre las mandíbulas.
Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!
FIN