Triduo al Sagrado Corazón de Jesús
Querida Familia Eudista:
En este folleto se ofrece una estructura para celebrar el triduo al Sagrado Corazón de Jesús, cuya fiesta celebramos el 20 de octubre en la Congregación de Jesús y María.
En primer lugar, nos dispondremos de corazón a vivir el momento de oración, con el Ave Cor Sanctissimum, luego se leen los textos propuestos para cada día; finalmente se rezan las letanías al Corazón y la oración junto con nuestro compromiso de amar a Jesús en todo.
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INTRODUCCIÓN
El Corazón de Jesús en la perspectiva de san Juan Eu-
des es el mejor regalo que el ser humano puede recibir
de Dios, un regalo que demuestra no sólo la grandeza
del amor del Padre, sino su más profundo deseo: que
cada persona asuma como suyo éste gran Corazón, de
modo que, cada pensamiento, sentimiento y acción
sean orientados y avivados por la presencia amorosa de
Jesús.
Dios cumple una promesa al ser humano cuando en-
trega el Corazón de su Hijo: “Les daré un corazón nue-
vo y les infundiré un Espíritu nuevo” (Ez 36, 26), pero
vivir en plenitud la promesa del Padre implica también
un ejercicio de conversión, o en palabras del padre Eu-
des, una renuncia. El Corazón de Jesús es hoguera de
amor, no hay en él lugar para la discordia, el odio y el
rechazo, por el contrario, podría definirse concreta-
mente como misericordia.
Si es éste el Corazón que ha de caracterizar a un auten-
tico cristiano, es necesario preguntarse: ¿De qué forma
mis actos, mis relaciones humanas y mi vida espiritual
reflejan que vivo y aprovecho íntegramente el regalo
de Dios Padre? O en otras palabras ¿Es el Corazón de
Jesús el que late en lo más profundo de mi ser?
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Esperamos que la selección de textos escritos por san
Juan Eudes presentados a continuación, contribuyan a
la respuesta de las anteriores preguntas, pero sobre to-
do, aporten al crecimiento en la oración, la experiencia
de fe y el ejercicio pastoral transformador al que mis-
mo Jesús llama constantemente.
San Juan Eudes instituyó la solemnidad del Corazón de
Jesús el 20 de octubre de 1670. En pocos días celebra-
mos éste importante acontecimiento en toda la gran
familia Eudista, razón por la cual presentamos a uste-
des éste folleto como propuesta de oración.
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PRIMER DÍA
EL MEJOR DE LOS DONES
Inicio:
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Ave cor Sanctissimum
Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
Alégrate, Corazón, lleno de amor, de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma,
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con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo,
ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.Amén.
Primera lectura
Jesús nos ha dado su Corazón
Adora y contempla a nuestro Salvador en el exceso de
su bondad y en los generosos dones de su amor.
Porque nos da el ser y la vida con todos los bienes que
los acompañan. Nos da este mundo inmenso, lleno de
una multitud y diversidad de seres que nos sirven y aun
nos recrean. Nos da sus ángeles como protectores y a
sus santos como abogados e intercesores. Nos da su
santa madre para que sea nuestra madre bondadosa.
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Nos da los sacramentos y misterios de su Iglesia, que
nos salvan y santifican. Nos da a su eterno Padre como
nuestro Padre verdadero; su Espíritu Santo como nues-
tra luz, nuestro guía. Nos da todos sus pensamientos,
palabras, acciones y misterios; todos sus sufrimientos y
toda su vida consagrada a nuestro bien e inmolada por
nosotros hasta la última gota de su sangre.
Además de todo ello nos da su propio Corazón que es
el principio y origen de todos estos dones. Porque su
Corazón divino lo hizo salir del seno adorable de su Pa-
dre y venir a la tierra para otorgarnos todas estas gra-
cias que su Corazón, humanamente divino y divina-
mente humano, nos mereció y adquirió con sus angus-
tias y dolores. ¿Cómo vamos a tratar a nuestro Reden-
tor? Devolvámosle amor por amor y corazón por cora-
zón.
Ofrezcámosle y entreguémosle nuestro corazón como
él nos ha entregado el suyo: totalmente y sin reservas,
para siempre y en forma irrevocable. Nos lo ha dado
con un amor infinito: le daremos el nuestro unidos a
este mismo amor.
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Jesús no se contenta con darnos su Corazón. Nos da
también el Corazón de su eterno Padre, el de su santa
madre, los corazones de los ángeles y de todos los san-
tos, y hasta los corazones de todos los hombres del
mundo a quienes dice: -Éste es mi mandamiento: que
os améis unos a otros (Jn. 15, 12); más aún, debemos
amarnos como él mismo nos ha amado.
Por parte nuestra ofrezcámosle también, en acción de
gracias, el Corazón de su eterno Padre, el de su santa
madre, el de sus ángeles y santos y el de todos los hom-
bres. Porque tenemos derecho a disponer de ellos co-
mo de nuestro propio corazón, ya que su Apóstol nos
asegura que el Padre eterno nos ha dado, junto con su
Hijo, todas las cosas (Rom 8, 32) y que todo es nuestro
(1Co 3, 22).
Pero, sobre todo, ofrezcámosle su propio Corazón.
Porque si nos lo ha dado nos pertenece y no podríamos
ofrecerle nada que le sea más grato: porque ofrecerle
su Corazón equivale a ofrecerle el Corazón de su Pa-
dre, con el cual, por la unidad esencial que los une, no
tiene sino un solo corazón, y el corazón de su santa
madre, que también tiene con él un solo corazón por
unidad de voluntad y de amor.
San Juan Eudes
(O.C.VIII, 311-312)
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Segunda lectura
El amor de Jesús por nosotros
¡Jesús, Dios de mi vida! Tú vives en ejercicio continuo
de amor por mí y empleas todo cuanto hay en ti y todo
lo que has creado en el cielo y en la tierra para demos-
trarme tu amor.
Todo lo que escuchan mis oídos y ven mis ojos, todo lo
que mis demás sentidos gustan, palpan y olfatean, todo
lo que mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad pue-
den conocer y desear, lo visible e invisible de la natura-
leza, de la gracia y de la gloria; todas las gracias tempo-
rales y eternas que he recibido de ti; tus ángeles y tus
santos y los buenos ejemplos de sus virtudes; las mara-
villas que has obrado en tu santa madre; las perfeccio-
nes de tu persona divina, los estados y misterios de tu
divinidad y humanidad; tus cualidades y virtudes, tus
pensamientos y palabras, acciones y sufrimientos; to-
dos tus pasos sobre la tierra, la sangre que has derra-
mado, las llagas de tu cuerpo; todo lo que ha existido y
existirá en los seres creados e increados, en tiempo y
eternidad, son otras tantas voces que están pregonando
sin cesar tu bondad y tu amor por mí.
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¡Qué admirable eres, Señor y Dios mío, en tu amor
por mí! Me amas, me deseas, me buscas con tanto em-
peño y ardor como si algún provecho sacaras de mí,
como si yo te fuera necesario. Deseas tanto poseerme y
temes tanto perderme como si poseyeras o perdieras
un precioso tesoro. Buscas mi amor con tanto ahínco
como si de ello dependiera tu felicidad. Y aun supo-
niendo, Señor, que toda tu gloria y tu felicidad estriba-
ran en mi amistad, ¿qué más podías hacer de lo que ha-
ces? Déjame, pues, hundirme en los abismos de tu
bondad.
Y ¿cómo daré respuesta, Salvador mío, a tantas voces
que me invitan a amarte? Quiero que todos mis pensa-
mientos, palabras y acciones, todos los instantes de mi
vida, todo cuanto ha habido, hay y habrá en mí, aun mis
pecados, puesto que tu poder y tu bondad saben con-
ducir todas las cosas al bien de los que te aman, sean
otras tantas voces que, sin cesar, y con todo el amor del
cielo y de la tierra, te griten: «Te amo, Jesús, Señor
mío».
San Juan Eudes
(O.C. 397-401)
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Para la meditación personal y/o comunitaria
“Devolvámosle amor por amor y corazón por corazón”
expresa san Juan Eudes. ¿Es la propuesta amorosa de
Jesús la que identifica mi proyecto de vida, asumiendo
que la virtud esencial del cristiano es entregar el cora-
zón por los demás?
“Ofrezcámosle y entreguémosle nuestro corazón” es la
invitación del Padre Eudes. ¿Cuáles son las barreras
que han impedido que entregue mi vida plenamente a
Jesús?
Letanías del Sagrado Corazón
(P. 19)
Oración final
Salvador mío Jesucristo!, que todo se convierta en un
himno de alabanza inmortal a tu divino Corazón.Ya
que me has dado tu mismo Corazón para ser el princi-
pio de mi vida, haz, te ruego, que sea también el prin-
cipio único de todos mis sentimientos y afectos, de to-
das las funciones de las facultades de mi alma, de mi
espíritu, y el corazón de mi corazón! Amén. R./
Amén.
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SEGUNDO DÍA
LA APUESTA AMOROSA DE JESÚS
Inicio:
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Ave cor Sanctissimum
(P. 4)
Lectura
JESÚS NOS AMA
Reflexionemos sobre estas palabras de Jesús: Yo te amo
(Jn 15, 9). Si un príncipe o un rey de la tierra se trasla-
dara a la casa del último de sus vasallos y le dijera:
«Vengo aquí expresamente para que sepas que te amo y
que te haré experimentar los efectos de mi amor»,
¡Qué gozo sentiría ese humilde hombre!
Pues bien, hay algo mucho más sorprendente: el Rey
de reyes, el Santo de los santos, el Hijo único de Dios e
hijo único de María ha bajado del cielo expresamente
hasta nosotros para decirnos: «Yo te amo. Yo, el creador
de todas las cosas, yo, que gobierno el universo, el
dueño de todos los tesoros del cielo y de la tierra, que
hago todo cuanto quiero, sin que nadie pueda resistir a
mi voluntad, te amo».
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Escucha ahora de qué manera nos ama este adorable
Salvador: Yo te amo, como el Padre me ama y te amo
con el mismo Corazón y el mismo amor con que me
ama mi Padre. El amor del Padre celestial por su Hijo
es infinito, sin límite ni medida. Es un amor eterno,
que siempre ha existido y no terminará jamás. Es un
amor inmenso, que llena el cielo, la tierra y hasta el in-
fierno. Es un amor esencial, porque el Padre lo ama
con todo su ser y es todo corazón y todo amor para él.
De la misma manera nos ama nuestro Salvador: con
amor infinito, eterno, inmenso, esencial. Todo cuanto
hay en él: su divinidad y humanidad, su alma y su cuer-
po, su sangre, todos sus pensamientos, palabras y ac-
ciones, sus privaciones, humillaciones y sufrimientos,
todo lo que él es, posee y puede, está empleado en
amarnos.
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¿No te conmoverá semejante amor? ¿No querrás amar
al que es todo corazón y amor por ti? Porque después
de pronunciar esas palabras: Yo te amo, como mi Padre
me ha amado, Jesús añade: Permanece en mí amor. Si
guardas mis mandamientos permanecerás en mi amor,
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor (Jn 15, 9-10). Y continúa ad-
virtiéndonos: Les he dicho estas cosas para que mi ale-
gría esté en ustedes y su gozo sea perfecto (Jn. 15,
11).¿Quieres, pues, proporcionar una gran alegría a tu
Salvador y al mismo tiempo que tu corazón esté siem-
pre contento? Sólo basta una cosa: que lo ames por en-
cima de todas las cosas y a tu prójimo como a ti mis-
mo.
¡Oh, Jesús!, te ofrezco en sacrificio las facultades de mi
alma, los sentidos de mi cuerpo, mis miembros, mi co-
razón y mis entrañas y me inmolo enteramente a tu
adorable voluntad. Mi único deseo es complacerte en
todas las cosas. Haz de mí lo que quieras. Me abandono
en las manos de mi Dios que desea mi bien más que yo
mismo, pues es el único que lo conoce y puede reali-
zarlo en mí.
San Juan Eudes
(O.C.VIII, 276-283)
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Para la meditación personal y/o comunitaria
¿De qué forma estoy trabajando para que mi existencia
y sus diversos aconteceres expresen con sinceridad al
buen Dios:Te amo?
Que lo ames por encima de todas las cosas y a tu próji-
mo como a ti mismo, es la forma como finaliza el tex-
to. ¿Me he apropiado de éstas palabras? ¿Expreso el de-
seo de amar a Jesucristo siendo luz y esperanza para mi
prójimo?
Letanías del Sagrado Corazón
(P. 19)
Oración final
¡Corazón admirable de Jesús!, te ofrecemos nuestros
corazones: imprime en ellos, si tal es tu voluntad, algu-
na participación de esta divina semejanza, a fin de que
se cumpla en nosotros esta orden del divino Maestro:
«Sean perfectos, como lo es su Padre Celestial» (Mt. 5,
48).Amén.
R./ Amén.
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TERCER DÍA
HOGUERA DE AMOR POR NOSOTROS
Inicio:
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Ave cor Sanctissimum
(P. 4)
Lectura
EL DIVINO CORAZÓN DE JESÚS, HORNO DE
AMOR A CADA UNO DE NOSOTROS
He aquí los efectos infinitos e innumerables del amor
inmenso que el divino Corazón de nuestro Redentor
nos patentizó al librarnos de una infinidad de males.
Mas no le bastó librarnos de esos males, quiere además
hacernos bienes inconcebibles. ¿Qué bienes? Escucha.
Qué bien y qué dicha no sólo ser librado del infierno,
sino ser elevado al cielo, ser ciudadano del Paraíso,
donde hay una extensión de todo mal y una posesión
plena, entera, invariable y eterna de toda clase de bie-
nes! Qué dicha y qué bien ser asociado a los Ángeles,
ser su compañero, estar sentado en su trono, vivir de
su vida, ser revestido de su gloria, gozar de su felici-
dad, en una palabra, ser semejante a los Ángeles.
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Qué bien y dicha es estar en el rango de los hijos de
Dios, ser sus herederos y coherederos de su Hijo. Qué
bien y qué dicha ser reyes de un reino eterno y poseer
el mismo reino que el Padre dio a su Hijo Jesús. Qué
dicha y qué bien comer a la mesa del Rey del cielo. Ser
revestidos de la vestidura real y gloriosa del de Rey, de
los reyes. Sentarse con el soberano Monarca del Uni-
verso. Qué bien y qué dicha morar y reposar con nues-
tro Salvador en el seno y en el Corazón adorable de su
divino Padre.
Qué bien y qué dicha poseer todos los bienes que Dios
posee! Porque el que tenga a Dios gozará de toda la
gloria, felicidad y riqueza no Dios posee. Finalmente,
qué bien ser totalmente transformados en Dios, esto es
revestidos, henchidos y penetrados de todas las perfec-
ciones de Dios y más perfectamente que el hierro de
las cualidades del fuego. Ser una misma cosa con Dios.
Ser por gracia y por participación lo que Dios es por
naturaleza y por esencia.
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Sin embargo, ¿qué hacemos y qué hace la mayor parte
de los hombres? ¿No es cierto que tratan a este adora-
ble Salvador con tanta ingratitud como si nunca hubie-
ran recibido de él bien alguno? ¿No es cierto que le
tratan como si les hubiera hecho todos los males del
mundo? ¿No es cierto que él nada ha omitido de cuan-
to podía hacer para testimoniarles su amor y que, aun
cuando se tratara de toda su gloria y de su propia salva-
ción, no hubiera podido hacer más que lo que hizo por
amor a ellos?
Abramos los oídos a la voz de nuestro Salvador; digo a
la voz, porque todos los males de que nos libró y todos
innumerables bienes que nos hizo son otras tantas vo-
ces que nos gritan: Sic Deus dilexit nos: «Así nos ha
amado Jesús Amemos, pues al que tanto nos ha amado!
Si un hombre cualquiera, el más vil y el último de to-
dos los hombres, nos demuestra alguna amistad, no po-
demos menos de amarle.
San Juan Eudes
(O.C. VIII, 248-252)
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Para la meditación personal y/o comunitaria
¿Cómo puedo convertirme en un Evangelio viviente
que transmita a los demás el amor ardentísimo que
brota del Corazón de Jesús?
¿De qué manera estoy trabajando en la construcción
del Reino de Dios entregando el corazón a ejemplo de
Jesús?
Letanías del Sagrado Corazón
(P. 19)
Oración final
¡SantísimaTrinidad, alabanzas infinitas te sean dadas
eternamente por todos los milagros de amor que ope-
ras en el Corazón de mi Jesús!Te ofrezco el mío, con el
de todos mis hermanos, suplicándote, muy rendida-
mente que tomes de ellos entera posesión y que ani-
quiles en los mismos cuanto te desagrade, para estable-
cer en todos el reino de tu amor soberano.Amén. R./
Amén.
19. 19
LETANÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Jesús, escucha nuestra oración.
Señor, ¡Escúchanos!
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de noso-
tros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de noso-
tros.
Corazón divino de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón amante de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón manso de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón humilde de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón misericordioso de Jesús, ten piedad de noso-
tros.
Corazón fiel de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Corazón del Padre Eterno, ten pie-
dad de nosotros.
Corazón de Jesús, origen del Espíritu Santo, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, plenitud de la divinidad, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de la Trinidad, ten piedad
de nosotros.
20. 20
Corazón de Jesús, Trono de la Divina Voluntad, ten pie-
dad de nosotros.
Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre, ten
piedad de nosotros.
Corazón adorable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón amable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón admirable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón incomparable de Jesús, ten piedad de noso-
tros.
Corazón de Jesús, hoguera de amor, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, milagro de amor, ten piedad de no-
sotros.
Corazón, norma de paciencia de Jesús, ten piedad de
nosotros.
Corazón, espejo de obediencia de Jesús, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, modelo de virtud, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, Fuente de toda gracia, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, herido de amor, ten piedad de noso-
tros.
Corazón de Jesús, templo de santidad, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, altar de caridad, ten piedad de noso-
tros. de
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Corazón de Jesús, sacerdote del amor, ten piedad noso-
tros.
Corazón de Jesús, víctima del amor, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, sacrificio eterno, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, incensario de oro, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, cáliz que embriaga, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, néctar que deifica, ten piedad de no-
sotros.
Corazón de Jesús, consuelo de los afligidos, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, refugio de los pecadores, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, celoso por las almas, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, ladrón de corazones, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, queridísima herencia nuestra, ten
piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra dulce esperanza, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, alegría de nuestro corazón, ten pie-
dad de nosotros.
Corazón de Jesús, gozo de nuestro corazón, ten piedad
de nosotros.
22. 22
“Dios, Padre de las misericordias
y fuente de todo consuelo, que, por
el inmenso amor con que nos
amaste, nos diste el corazón
amantísimo de tu Hijo unigénito
para que haciendo con él un solo
corazón te amemos con amor
perfecto”
San Juan Eudes
(O.C. XI, 468)
Director:
P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación:
Hermes Flórez Pérez - Jorge Luis Baquero