EL BRILLO DEL ECLIPSE (CUENTO LITERARIO). Autor y diseñador JAVIER SOLIS NOYOLA
La palabra
1. La palabra "poder" amenaza introducir varios malentendidos.
Malentendidos acerca de su identidad, su forma, su unidad. Por poder no
quiero decir "el Poder", como conjunto de instituciones y aparatos que
garantizan la sujeción de los ciudadanos en un Estado determinado. Tampoco
indico un modo de sujeción que, por oposición a la violencia, tendría la forma
de la regla. Finalmente, no entiendo por poder un sistema general de
dominación ejercida por un elemento o un grupo sobre otro, y cuyos
efectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesarían el cuerpo social entero.
El análisis en términos de poder no debe postular, como datos iniciales,
la soberanía del Estado, la forma de la ley o la unidad global de una
dominación; éstas son más bien formas terminales. Me parece que por poder
hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza
inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son
constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y
enfrentamientos incesantes las trasforma, las refuerza, las invierte; los apoyos
que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que
formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos a las contradicciones
que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas,
y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los
aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales.
http://www.monografias.com/trabajos-pdf/pronostico-delphi/pronostico-delphi.pdf
La condición de posibilidad del poder, en todo caso el punto de vista
que permite volver inteligible su ejercicio (hasta en sus efectos más "esféricos"
y que también permite utilizar sus mecanismos como cifra de inteligibilidad del
campo social), no debe ser buscado en la existencia mera de un punto central,
en un foco único de soberanía del cual irradiarían formas derivadas y
descendientes; son los pedestales móviles de las relaciones de fuerzas los que
sin cesar inducen, por su desigualdad, estados de Poder -pero siempre locales
e inestables. Omnipresencia del poder: no porque tenga el privilegio
de reagruparlo todo bajo su invencible unidad, sino se esta produciendo a cada
instante, en porque todos los puntos, o más bien en toda relación de un punto
con otro. El poder esta en todas partes; no es que lo englobe todo, sino
que viene de todas partes. Y "el" poder, en lo que tiene de permanente, de
repetitivo, de inerte, de autorreproductor, no es más que el efecto de conjunto
que se dibuja a partir de todas esas movilidades, el encadenamiento que se
apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas. Hay que ser nominalista,
sin duda: el poder no es una institución, y no es una estructura, no es cierta
potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se presta a una
situación estratégica compleja en una sociedad dada.
¿Cabe, entonces, invertir la fórmula y decir que la política es la continuación de
la guerra por otros medios? Quizá , si aún se quiere mantener una distancia
entre guerra y política, se debería adelantar más bien que esa multiplicidad de
las relaciones de fuerza puede ser cifrada -en parte y nunca totalmente- ya sea
2. en forma de "guerra", ya en forma de "política"; constituirían dos estrategias
diferentes (pero prontas a caer la una en la otra) para integrar las relaciones de
fuerza desequilibradas, heterogéneas, inestables, tensas. Siguiendo esa línea,
se podrían adelantar cierto número de proposiciones: que el poder no es algo
que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se deje
escapar; el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de
relaciones móviles y no igualitarias; que las relaciones de poder no estan en
posición de exterioridad respecto de otros tipos de relaciones (procesos
económicos, -relaciones de conocimiento, relaciones sexuales), sino que
son inmanentes; constituyen los efectos inmediatos de las particiones,
desigualdades y desequilibrados que se producen, y, recíprocamente, son las
condiciones internas de tales diferenciaciones; las -relaciones de poder no se
hallan en posición de superestructura, con un simple papel de prohibición
o reconducción; desempeñan, allí en donde actúan, un papel directamente
productor.
El que el poder viene de abajo; es decir, que no hay, en el principio de las
relaciones de poder, y como matriz general, una oposición binaria y global
entre dominadores y dominados, reflejándose esa dualidad de arriba abajo y en
grupos cada vez más restringidos, hasta las profundidades del cuerpo social.
Más bien hay que suponer que las relaciones de fuerzamúltiples que se forman
y actúan en los aparatos de producción, las familias, los grupos restringidos y
las instituciones, sirven de soporte a amplios efectos de escisión que
recorren el conjunto del cuerpo social. Estos forman entonces una línea de
fuerza general que atraviesa los enfrentamientos locales y los vincula; de
rechazo, por supuesto, estos últimos proceden sobre aquéllos a
redistribuciones, alineamientos, homogeneizaciones, arreglos de serie,
establecimientos de convergencia. "los grandes dominaciones son los efectos
hegemónicos sostenidos continuamente por la intensidad de todos esos
enfrentamientos; el que las relaciones de poder son a la vez intencionales y no
subjetivas. Si, de hecho, son inteligibles, no se debe a que sean el efecto, en
términos de causalidad, de una instancia distinta que las explicaría", sino a que
estan atravesadas de parte a parte por un cálculo: no hay poder que se
ejerza sin una serie de miras y objetivos. Pero ello no significa que resulte de la
opción o decisión de un sujeto individual; no busquemos el estado mayor que
gobierna su racionalidad; ni la casta que gobierna, ni los grupos que controlan
los aparatos del Estado, ni los que toman las decisiones económicas más
importantes administran el conjunto de la red de poder que funciona en una
sociedad (y que la hace funcionar) ; la racionalidad del poder es la de las
tácticas a menudo muy explícitas en el nivel en que se inscriben -cinismo
3. local del poder-, que encadenándose unas con otras solicitándose mutuamente
y propasándose, encontrando en otras partes sus apoyos y su
condición, dibujan finalmente dispositivos de conjunto: ahí, la lógica es aún
perfectamente clara, las miras descifrables, y, sin embargo, sucede que no hay
nadie para concebirlas y muy pocos para formularlas: carácter implícito de las
grandes estrategias anónimas,casi mudas, que coordinan tácticas
locuaces cuyos "inventores" o responsables frecuentemente carecen de
hipocresía; que donde hay poder hay resistencia, y no obstante (o mejor: por lo
mismo), ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder.
Hay que decir que se esta necesariamente "en" el poder, que no es posible
"escapar" de lo que no hay, en relación con el exterior absoluto, puesto que se
estaría infaltablemente sometido a la ley. "O que, siendo la historia la astucia
de la razón, el poder sería la astucia de la historia del que siempre gana". Eso
sería desconocer el carácter estrictamente relacionar de las relaciones de
poder. No pueden existir más que en función de una multiplicidad de puntos de
resistencia;
Vive.
.Goza
“Michel Foucault y los Dispositivos de Poder en el Capitalismo”
Por: Paul Antonio Córdoba Mendoza.
En la actualidad, apreciamos por todo el orbe --hasta en los países más
desarrollados-- movimientos de resistencia capitalista antineoliberal, en sus
4. múltiples formas de expresión, (cacerolazos, ollas populares, marchas, cortes de
ruta, bocinas, huelgas, cruxificciones, piquetes y hasta desnudamientos), en las
cuales participan, hombres, mujeres, estudiantes, campesinos y de todos los
sectores populares. Todas estas formas de resistencia podemos considerarlas,
como formas de negación, gritos de ira, síntomas del fracaso de la promesa
neoliberal y del capitalismo.
Pero como si hay, claramente visible un descontento global frente a la dinámica de
poder de acumulación capitalista, cómo sí cada día crece más el descontento de
grandes sectores de población, ¿Cómo es posible que se mantenga este sistema
excluyente? Más aún ¿Cuáles son los dispositivos de poder que garantizan su
cumplimiento efectivo? Estas dos grandes interrogantes son las que autores tales
como Michel Foucault, intentaron darle respuesta en sus diversos estudios, sobre
los dispositivos del poder insertos en el capitalismo. Hoy hay muchos elementos
del pensamiento teórico foucaultiano que se encuentra vigente, para comprender
las anteriores interrogantes.
Para realizar este ensayo sobre los mecanismos o dispositivos del poder propios
del capitalismo, la obra teórica de Michel Foucault, es inminente que sea revisada,
ya que el mismo dedicó gran parte de su vida profesional, a analizar el fenómeno
del poder disciplinario desde diferentes aristas (cárcel, escuela, hospitales, la
sexualidad, la burocracia entre otras formas), rompiendo con la tradición que
ubicaba al poder en personas y lugares específicos.
Siguiendo el planteamiento foucoualtiano, el presente ensayo intenta probar que,
el poder disciplinario somete, vigila, excluye, discrimina, normativisa y domeña a
los seres humanos, lo cual es una realidad masiva y lacerante en el conjunto de
las instituciones sociales, económicas y políticas que constituyen la vida diaria de
las sociedades surgidas o integradas desde la modernidad.
En el presente trabajo, entonces desarrollará, las principales perspectivas
foucaultianas en cuanto al tema específico de los dispositivos de poder en el
capitalismo. Como lo son: el poder disciplinario, el poder carcelario, entre otros.
Foucault y el Poder
El análisis del concepto y la (as) forma (as) de poder vienen siendo objeto de
numerosos debates en todas las ciencias sociales al menos en los últimos 30
años. Aunque la definición sociológica clásica, data de Max Weber (1864-1920), en
donde para él “poder es la probabilidad de que un actor dentro de una relación
social, este en condiciones de hacer prevalecer su voluntad incluso contra su
resistencia, al margen de la base sobre la que descansa dicha
probabilidad.”[1] Expresado esto esquemáticamente diríamos que el poder, es la
capacidad de que A logre que B haga C (tanto si B le place o no).
Para Talcott Parsons (1902-1979) el concepto de poder sólo puede ser entendido
en la medida que contemplamos manifestaciones explícitas o “reales” de dicho
poder es decir “la significación del poder en el sistema social, además de la
institucionalización de los derechos de posiciones particulares depende del hecho
de su generalización y, como consecuencia su cuantificación” [2] .
En fin algunas definiciones se centran, con diferentes grados de sutileza, en la
5. capacidad que dispone una persona o un grupo para lograr que otra persona o
grupo, haga algo en contra de su voluntad. Este poder se ubica en los procesos de
toma de decisiones, en el conflicto y la fuerza, cuanto más poder tiene una
persona, menos tiene la otra. Otras definiciones distinguen entre varios tipos de
poder, que se entiende que sirven a distintos propósitos y tienen diferentes efectos
en o sobre la sociedad. Entre ellos se incluyen el poder de amenaza, el poder
económico, el poder integrador o el poder para crear relaciones como el amor, el
respeto, la amistad o la legitimidad, entre otros.
Una concepción realmente innovadora y que nos permite analizar hasta las formas
más microscópicas de la concepción del poder nos la muestra Michel Foucault
(1926-1984), el autor de Vigilar y Castigar, develó que la concepción de poder
capitalista, como un ente objetivo institucional, ya sea bajo la forma de Estado,
ejército, no se muestra muy clara, ya que, el poder para él, no lo posee un
individuo o grupos de ellos en particular. El poder es una relación social, y existe
más allá de las fronteras del estado y grupos de individuos. Es por lo tanto, una
inmanencia; está presente en todas las relaciones humanas, ya sea como saber,
poder físico, religión, deseo etc. Por eso en cuanto a como funcionan estos
mecanismos de poder señala:
“Cuando me refiero al funcionamiento de poder no me refiero únicamente al
problema del estado, o a la clase dirigente, a las castas hegemónicas…sino a toda
una serie de poderes cada vez más sólidos, microscópicos que se ejercen sobre
los individuos, en sus comportamientos cotidianos y hasta en sus propios
cuerpos” [3]
Al analizar escritos centrales de la vasta obra de Michel Foucault, en cuanto a
nuestro tema preciso de investigación, “Dispositivos de poder en el capitalismo”
debemos comenzar aclarando que para el filosofo francés, “el poder es una vasta
tecnología que atraviesa el conjunto de relaciones sociales; una maquinaria que
produce efectos de dominación a partir de un cierto tipo peculiar de estratégicas y
tácticas especificas” [4]Para Foucault cada formación social existente ha requerido
como condición estructural de su surgimiento y reproducción la existencia de un
régimen de verdad (dispositivo productor de poder que disciplina).
En la Edad Media Se manifiesta una relación de poder fundamentalmente ligada al
control y a la propiedad de la tierra y sus productos el poder se identifica con la
sangre mediante la reivindicación del abolengo de la aristocracia, y con la
propiedad a través de la posesión de enormes extensiones de tierra que
simbolizan la grandeza y el poderío en esta época histórica. Entonces “el poder no
se finca en el control disciplinario, sino en la presencia de la soberanía, la alcurnia
el rango, y la heroicidad en tanto que valores sociales y culturales preestablecidos
e incuestionables”[5]
Por ello entonces el poder en el capitalismo para Foucault, estuvo precedido, por el
poder de la soberanía durante la época feudal medieval, principalmente ligado al
poder y control de la tierra y sus productos “El poder en el medioevo gira en torno
al domino absoluto, previamente sacralizado del soberano y del Papa, y se
establece sobre la base de agrupación de grandes latifundios que funcionan como
principal fuente de riqueza” [6]
En cuanto a la aparición del capitalismo, este introdujo su disciplina propia,
significó el perfeccionamiento de este mecanismo utilizado en el feudalismo, por
ello en este periodo capitalista se “inventa” una nueva tecnología del poder. En
cuanto al poder la disciplina capitalista implica una aceptación por parte de los
dominados de toda una compacta red de obligaciones y responsabilidades
6. laborales fijadas, contractualmente en la cual ya no es necesario el sometimiento
al poder del soberano.
De lo anterior se desprende que en sus investigaciones, “el objetivo, para Foucault,
fundamental es el de develar la esencia de esa “política de verdad” del sistema
capitalista, como fundamento de la pervivencia de su dominación.” [7] Ya que
estos mecanismos o dispositivos centrales no eran analizados a profundidad, por
los intelectuales, ya sea de parte de teóricos del liberalismo por un lado, ni del
marxismo por el otro.
“La Manera como el poder se ejercía concretamente y en detalle, con toda su
especificidad, sus técnicas y sus tácticas, no era algo que preocupara; uno se
contentaba con denunciarlo en el otro, en el adversario de un modo polémico y
global: el poder en el socialismo soviético era denominado por sus adversarios,
totalitarismo; y en el capitalismo occidental era denunciado por los marxistas, como
dominación, de clase, pero la mecánica de poder no se analizaba nunca” [8]
Entonces, con la llegada del capitalismo, se hacia necesario correlacionar la nueva
cultura liberal, con el proceso de acumulación capitalista “había que introducir la
disciplina en tanto que fuente creadora de comportamientos reglamentados en la
familia, la escuela y todas las instituciones sociales, como la única forma de poder
modelar una especifica conducta tecnocratita y sumisa de los obreros en las
fabricas y de los individuos en la sociedad” [9]
De lo anterior se expresa que la disciplina capitalista es una forma de acumular
hombres que cuenten con una nueva mentalidad reglamentada y normativizada
que los convierta en eficaces y productivos trabajadores asalariados, sustituyendo
con ello los antiguos y costosos procedimientos de control político financiados en
el poder de la tradición, el carisma la violencia y el sometimiento religioso propio
del feudalismo.
Por ende la acción permanente de la disciplina en el capitalismo sobre los grupos
sociales, “conduce al objetivo esencial de lo que Foucault llama biopolítica, es
decir la fabricación de hombres y mujeres sumisos a la lógica del poder
capitalista.” [10] La disciplina capitalista produce un doble efecto que actúa en
forma reciproca: se domeña y mantiene la sujeción sobre el cuerpo, así como se
doblega y educa el alma para la obediencia.
“Lo que hace que el poder se aferre que sea aceptado, es simplemente que no
pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho circula, produce
cosas, induce al placer, formas de saber, produce discursos; es preciso
considerarlo más como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social, que
como una instancia negativa que tiene como función reprimir.[11]
Al ser el poder una relación social y circular en forma de disciplina, dispersa entre
las redes sociales, el autor parte de que en algún momento todos poseemos algún
tipo de poder sobre alguien.
Este poder, produce también mecanismos de valoración y discriminación (crea
discursos) generados por la perorata disciplinaria, mediante el cual el biopoder
capitalista puede recurrir a la exclusión de leprosos “apestados”, enfermos,
homosexuales, delincuentes y locos, pretendiendo la culpabilización de los
excluidos y marginados mediante su internamiento en hospitales, correccionales,
7. cárceles, asilos, con el objetivo de aislarlos de la vida social “normal” y de poder
justificar el ejercicio sistemático de poder. “Por esto cuestionar las formas
capitalistas de vida implica conocer las formas insidiosas mediante las cuales
operan poderes y saberes específicos, pero a la vez asumir en nuestra propia
existencia la renuncia de un conocimiento, a una identidad que nos ha sido
asignada” [12]
Ahora en cuanto a los dispositivos disciplinarios de poder que garantizan el
cumplimiento efectivo del capitalismo, la práctica del poder en la era moderna, se
ha caracterizado, por un lado, por una legislación, un discurso, una organización
basada en el derecho público, articulado en el cuerpo social y el status de
delegación de cada ciudadano; por otro lado, por coerciones disciplinarias cuyo
propósito es asegurar la cohesión del mismo cuerpo social "En cualquier sociedad
hay relaciones manifiestas de poder que permean, caracterizan y constituyen el
cuerpo social, y esas relaciones de poder no pueden ser establecidas,
consolidadas ni implementadas sin la producción, acumulación y funcionamiento
de un discurso" [13]
El discurso se asocia a la disciplina y esos dos instrumentos complementarios,
viabilizan el poder. Michel Foucault denominó disciplina, a esta mecánica de poder
basada en la normalización, la disciplina fabrica así cuerpos sometidos y
ejercitados, cuerpos dóciles. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en
términos de utilidad) y disminuye esas fuerzas (en términos políticos de
obediencia). Por ende la disciplina capitalista no podría funcionar sin el valiosísimo
auxilio que representa la interiorización de las normas sociales de conducta. “un
ser humano disciplinado es aquel que ha aprendido e integrado totalmente un
determinado código de reglas de comportamientos dictada por el padre, el
maestro, el juez, el alcalde, el psiquiatra...” [14]
Pero en la actualidad ¿quiénes, qué o cuáles son los discursos disciplinarios
encargados de garantizar el cumplimiento efectivo e integrar a los individuos al
sistema? Son varios estos dispositivos disciplinarios, en la cual el poder no reprime
al sujeto humano, no se mantiene ni se prolonga hacia el futuro en base a la
represión, sino que, al revés, le inyecta o inocula unos ciertos saberes.
La escuela busca disciplinar el cuerpo y la mente de los individuos para
desenvolverse dentro de determinadas coordenadas de poder. En el caso de la
enseñanza el instrumento del examen es una de las estrategias de reproducción
de las relaciones de poder. En la medida en que el estudiante se encuentra a
merced del examinador y que no tiene otra alternativa que moverse dentro de los
parámetros establecidos por aquel, está siendo sometido a un poder manifiesto.
La fabrica aunque ha variado un poco desde que Foucault la vislumbraba como
mecanismo de poder, pero aún mantiene algunos elementos, “se trata a medida
que se concentran las fuerzas de producción, de obtener de ellas el máximo de
ventajas y neutralizar sus inconvenientes (robos, interrupciones del trabajo,
agitaciones y cabalas)”[15] en definitiva, para ello era necesario establecer,
vigilantes, castigos, penalidades y multas para quienes violentaran los horarios de
entrada a la fabrica. En cuanto a las disciplinas, las fábricas y los talleres no eran
diferentes. Y así son también las escuelas y las universidades con sus relojes,
timbres, uniformes, y reglamentación. La “puntualidad”, la “frugalidad”, “orden” e
“industriosidad” enseñada por algunas escuelas inglesas de caridad era alabada
8. por los religiosos y los dueños de fábricas por ser la manera en la que los niños
entraban a un nuevo universo de tiempo disciplinado.
En cuanto al hospital, este tiende a convertirse en aparato de “examinar”. El ritual
de la visita médica, se convierte en su forma más llamativa de disciplinar. Cuando
una observación regular pone al enfermo en situación de examen lo cual trae dos
consecuencias: en la jerarquía interna, el médico, elemento ahora externo,
comienza a adquirir preeminencia sobre el personal religioso. Aparece la categoría
del “enfermero”. El hospital bien “disciplinado” constituirá el lugar adecuado de la
“disciplina” médica.
La cárcel es la forma de poder más delirante y exacerbada de la disciplina
capitalista en la prisión advierte Foucault “el poder no se oculta no se enmascara
se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al
mismo tiempo puro enteramente justificado ya que puede formularse enteramente
en el interior de una moral que enmarca su ejercicio”. [16] Foucault concibe a las
prisiones como la institución por excelencia que cristaliza y materializa la
existencia del poder coercitivo.
Estos y otros dispositivos como la familia etc. son algunos de los dispositivos
disciplinarios necesarios para que se pudiera consolidar el capitalismo, utilizando
para ello el mecanismo de la disciplina “El ejercicio de la disciplina supone un
dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las
técnicas que permiten ver inducen efectos de poder y donde, de rechazo, los
medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quienes se
aplican”.[17] o a su vez comenta también Foucault “se trata de establecer las
presencias y las ausencias, de saber dónde y cómo encontrar a los individuos,
instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada
instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarla sancionarla, medir las
cualidades o los meritos” [18]
Sumado a lo anteriormente expuesto un elemento central de la disciplina de poder
en la actualidad, nos advierte Foucault, proveniente del discurso capitalista y este
es el “encierro” en la cual vive el obrero. “El endeudamiento obrero le obliga por
ejemplo a pagar su alquiler un mes por adelantado, y en cambio cobra su salario a
fín de mes, la venta a plazos, el sistema de cajas de ahorro, las cajas de retiro y
asistencia, las ciudades obreras, todos estos han sido medios para controlar a la
clase obrera, de una manera mucho más sutil, mucho más inteligente mucho más
fina y para secuestrarla”[19]
Para concluir este breve ensayo (muy sintético, por lo breve que fue tratado el
tema del poder en el capitalismo siguiendo la teoría focultiana), hay que tener en
cuenta que el paradigma marxista utilizado históricamente para cambiar el mundo
y las relaciones de poder, es por medio del control político del estado, ya sea en
cualquiera de sus dos dimensiones la reforma (cambio gradual hacia el socialismo)
y la revolución (cambio radical), estos dos modelos de transformación social, han
descuidado para autores como Holloway “el hecho de que el trabajo esta
organizado sobre una base capitalista significa, que lo que el estado hace y puede
hacer esta limitado y condicionado por la necesidad de mantener el sistema de
organización capitalista del que es parte” Por ello cambiar y/o transformar el
mundo y por ende las relaciones de poder no implica necesariamente el control
político del estado, ya que de ser así se separa al estado del cúmulo de relaciones
9. sociales que lo rodea y se lo eleva como si fuera un autor autónomo.
Por ello se debe tener claridad que si nos rebelamos contra el capitalismo y sus
dispositivos de saberes, los cuales crean poderes, no es porque queremos un
sistema de poder diferente, es por que se pretende construir una sociedad en la
cual las relaciones de poder sean disueltas y donde se crea una sociedad basada
en el reconocimiento de la dignidad de las personas.
Por ultimo se debe destacar que el poder no es un atributo ni una esencia es una
relación de fuerza que pasa tanto por las fuerzas dominadas como por los
dominantes. No podemos pensar el poder como algo que unos poseen y otros no
(no es apropiable) no podemos pensar que en la sociedad hay grupos que
detentan el poder y otros excluidos del mismo. El poder hay que pensarlo como
ejercicio, el cual no se posee se ejerce.
El poder no es monolítico y totalmente controlado. Aunque en la sociedad hay un
grupo de una clase que ocupa estratégicamente posiciones de poder no controlan
del todo el poder ya que este no esta localizado, en un lugar especifico como los
estados, si no en pequeños poderes capilares (padre sobre el hijo, maestro sobre
el alumno, empresario sobre obrero.. etc.) lo que permite y hace posible que el
estado se reproduzca y funcione.
En fin es preciso interpretar la evolución de la sociedad capitalista como proceso
de formación y desarrollo de una "sociedad disciplinar", mostrando los hilos que
unen a diversas organizaciones como la escuela, la cárcel, el hospital, el ejército y
la fábrica. Foucault llama disciplinas al conjunto de métodos que permiten un
control minucioso de las operaciones del cuerpo y que garantizan la sujeción
constante de sus fuerzas, garantizando la obediencia para conseguir una mayor
utilidad
Las fábricas, las escuelas, los hospitales, las prisiones, en general devinieron en
lugares privilegiados para moldear la experiencia y los modos de pensar en
términos del orden social. Por ultimo queremos señalar que desde el punto de vista
del poder la teoría foucaultiana muestra esa ruptura con el pensamiento clásico
tradicional, aportando nuevos y variados elementos para entender el poder y sus
múltiples relaciones.
De lo anterior se desprende que si se rebelan contra el capitalismo, no es porque
se quiere un sistema de poder diferente, es por que se pretende construir una
sociedad en la cual las relaciones de poder sean disueltas y donde se crea una
sociedad basada en el reconocimiento de la dignidad de las personas. Lo anterior
tiende a expresarse en la actualidad por medio de la participación en
organizaciones no gubernamentales o por preocupaciones individuales y colectivas
de maestros, médicos, trabajadores en general, etc. Cuyo objetivo central no es
ganar posiciones de poder, sino por el contrario han proporcionado importantes
focos para el movimiento antipoder.
Bibliografía
10. Foucault, Michel. Microfísica del Poder. Madrid: editorial la piqueta. 1980
Foucault, Michel. El Poder y la Norma. En: “Revista la nave de los locos N 8”.
Universidad San Nicolás Morelia. 1984.
Foucault, Michel. El Sujeto y el Poder. Torres-Rivas Edelberto (comp.) En: Teoría y
métodos. San José: Educa. 1990,
Foucault, Michel. Asilos, Sexualidad y Prisiones. En: Estrategias de Poder.
Volumen II, Barcelona: Editorial Paidos. 1999
Foucault, Michel. Verdad y Poder. En: Estrategias de Poder. Volumen II.
Barcelona: Editorial Paidos. 2000.
Foucault, Michel. Vigilar y Castigar: el Nacimiento de la Prisión. Madrid. Siglo
Veintiuno editores. 2000.
Foucault, Michel. Estrategias de Poder. Volumen II, Barcelona: Editorial Paidos.
2000.
Otros Autores Consultados
Bendix, R, y Lipset, S (comps). Clases, status y poder. Madrid. Editora
Euroaméricana 1972.
Ceballos Héctor. Foucault y el Poder. México: Ediciones Coyoacan. 1997.
Holloway, Jhon. Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la
revolución hoy, Buenos Aires: editorial Herramienta. 2002.
Parsons, Talcote. El Sistema Social. Madrid: editorial Alianza 1999.
[1] Bendix, R., y Lipset, S (comps), Clases, status y poder, Madrid. Editora
Euroaméricana 1972
[2] Talcott, Parsons, El Sistema Social, Madrid: Editorial Alianza 1999, Pág. 122
[3] Foucault, Michel, 1999, Asilos, Sexualidad y Prisiones, En: Estrategias de
Poder. Volumen II, Barcelona: Editorial Paidos, Pag. 283
[4] Cfr. Foucault, Michel, Microfísica del poder, Madrid: editorial la piqueta, 1980,
Pág., 144
[5] Cf. Ceballos Héctor, 1997, Foucault y el Poder, México: Ediciones Coyoacan,
Pág. 67..
[6] Ídem., Ceballos, Héctor Pág. 67
[7] Ídem., Ceballos, Héctor Pág. 73
[8] Foucault, Michel, 1999, Verdad y Poder; En: Estrategias de Poder. Volumen II,
Barcelona: Editorial Paidos, Pág. 46
[9] Cfr. Ceballos Héctor, 1997, Foucault y el Poder, México: Ediciones Coyoacan,
Pág. 69
[10] Cfr. Maurizio Lazzarato, del Biopoder a la Biopolitica, documento bajado de
Internet, el día 1 de agosto de 2006,
http://sindominio.net/arkitzean/otrascosas/lazzarato.htm
11. [11] Foucault, Michel, 1999, Verdad y Poder; En: Estrategias de Poder. Volumen II,
Barcelona: Editorial Paidos, Pág. 48
[12] Foucault, Michel, 1999, Estrategias de Poder. Volumen II, Barcelona: Editorial
Paidos, Pág. 17-18
[13] Foucault, Michel, 2000, Vigilar y Castigar, Madrid, Siglo Veintiuno editores,
Pág. 212
[14] Cfr. Foucault, Michel “El poder y la norma”, En: Revista la nave de los locos N
8, 1984, Universidad San Nicolás Morelia.
[15] Foucault, Michel, 2000, Vigilar y Castigar, Madrid, Siglo Veintiuno editores,
Pág. 146
[16] Cfr. Foucault, Michel, Microfísica del poder, Madrid: editorial la piqueta, 1980,
Pág., 81
[17] Ídem
[18] Ídem 147
[19] Foucault, Michel, 1999, A prepósito del encierro penitenciario; En: Un dialogo
sobre el poder y otras conversaciones, Madrid: Alianza Editorial, Pág. 67