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Banco Santander apoya la exposición más amplia de "El Roto" en la Universitat de València
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Banco Santander apoya la exposición más amplia
de “El Roto” en la Universitat de València
La exposición es un recorrido por toda la trayectoria de uno de los dibujantes
satíricos más importantes de las últimas décadas: Andrés Rábago, “El Roto”.
Una de las entidades organizadoras de la exposición es Banco Santander, a
través de su División Global Santander Universidades.
Valencia, 26 de septiembre de 2013-. El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València
(UV) acoge desde hoy hasta el 12 de enero la exposición OPS / El Roto / Rábago. Un viaje de
mil demonios (y un par de ángeles), centrada en la obra de “El Roto” y sus identidades: Andrés
Rábago y OPS.
La exposición es organizada por la universidad -Vicerrectorado de Cultura e Igualdad,
Patronato Martínez Guerricabeitia de la Fundació General de la UV)-, el Ayuntamiento de
L’Hospitalet de Llobregat y el Centre d’Art Tecla Sala. Cuenta con el apoyo de Banco
Santander, a través de su División Global Santander Universidades, entre otras instituciones.
En palabras del comisario de la muestra, el guionista Felipe Hernández, “es la más amplia
retrospectiva que se ha hecho hasta la fecha de la figura de ‘El Roto’ y todas sus identidades
hermanas: OPS y Andrés Rábago”. Una amplísima exposición excepcional que trata sobre “el
dibujante satírico más importante de este país desde hace décadas y el que más certeramente
refleja lo que sucede”.
Además de colaborar en publicaciones de prestigio internacional sobre análisis político, de
cómic y satíricas españolas, hay que añadir 90 exposiciones -las últimas este mismo año en
Nueva York y Chicago-, y los diversos galardones conseguidos en su trayectoria, entre los que
destaca el “Premio Nacional de Ilustración 2012”.
Tres salas del edificio histórico de la Universitat de València reúnen esta gran exposición. En la
primera están los dibujos de la primera época, cuando firmaba como OPS y comenzó con sus
ilustraciones a hacerse espacio en las publicaciones más críticas con la dictadura. Según
Hernández, “revisar OPS supone revisar la cara más profunda y menos superficial de lo que
fue el franquismo y la suma de represiones que cada uno de nosotros acumulaba”.
La sala más amplia reúne las imágenes de ‘El Roto’, que obedecen al mandato del autor de
desempeñar “un servicio público”. Son los dibujos más sociales, populares, políticos, cotidianos
y, según el comisario de la exposición, “es la faceta más alejada del verdadero carácter de
Rábago”. En la última sala se presentan las pinturas de Andrés Rábago, la parte más
desconocida de su trayectoria y también la más metafísica. “Esta pintura nos abre la puerta a la
consideración de si las artes plásticas a lo largo de siete siglos no han ido renunciando a lo
trascendental”, concluye Hernández.
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Andrés Rábago (Madrid, 1947). Autodidacta. Colaborador, como OPS o El Roto, en revistas
de análisis político (Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, Ajoblanco, Cambio 16, Tiempo), de
cómic (Tótem, Madriz) y satíricas (Hermano Lobo, El Jueves) y en los periódicos (Diario 16, El
Independiente, El Periódico de Catalunya y, desde hace años, El País). Autor de más de una
veintena de libros (el más reciente: Viñetas para una crisis. Barcelona: Mondadori, 2011 [Col.
Reservoir Books]). Ilustrador de diversas obras, principalmente de su amigo Manuel Vicent.
Escenógrafo para los textos de Luis Matilla y del grupo Ditirambo. Coautor del cortometraje de
animación La edad del silencio, de Gabriel Blanco, en el año 1978, premiado en el Festival
Internacional de Cine de San Sebastián.
Ha realizado cerca de noventa exposiciones individuales, tanto de sus dibujos como de sus
pinturas (que firma como Rábago), las últimas, este mismo año en Nueva York y en Chicago.
Ha sido premiado con los galardones Premio Francisco Cerecedo de periodismo (1993),
Premio al Pensamiento de Cambio 16 (1995), Premio al Mérito Urbanístico del Club de
Debates Urbanos (1997), Premio Internacional del Humor Gat Perich (1997), Premio Julián
Besteiro de las Artes y las Letras (2005), Medalla FAD (2006), Premio Asociación Pro Derechos
Humanos (2011) y Premio Nacional de Ilustración (2012).
De OPS a Rábago, pasando por ‘El Roto’ en La Nau:
A mediados de los años sesenta del siglo pasado, cuando más se reafirmaba la masa como
sinónimo de individuo, aunque, obviamente, sin la intensidad actual, Andrés Rábago emprendió
un viaje personal, alejado de las futilidades de su tiempo, para dejar de ser un hombre sin
atributos.
Se valió, en primera instancia, de un seudónimo, OPS, que comenzó a hacerse espacio en las
publicaciones más críticas con una dictadura que, como tal, era poco amiga del pensamiento
libre. Aquel seudónimo le sirvió de amparo, que no de escondite, para afrontar una
introspección en su inconsciente mediante una forma de autoanálisis con la que no era difícil
identificarse, teniendo en cuenta que la suciedad de que se iba desprendiendo en cada viñeta
era la misma que nos embotaba la sensibilidad a todos. Los monstruos que OPS descubría
cuando miraba en su interior eran los mismos que habían esclavizado nuestra razón hasta
volverla demasiado perezosa para emprender un tiempo nuevo que intuíamos que llegaría más
tarde o más temprano.
De tanto en tanto, sin embargo, la cuestión social y la cuestión política hacían acto de
presencia en aquellos dibujos satíricos y crueles, consciente su creador de que los vínculos
comunitarios habían sufrido una grave ruptura durante el largo franquismo. Sin ninguna clase
de sobresalto, al principio de la década siguiente, los setenta, se fue dejando ver un
heterónimo: El Roto. Un heterónimo, sí, porque su personalidad estaba claramente
diferenciada de la del autor, que acertadamente instaló su criatura en el ámbito de una
conciencia civil, entendiendo desde el principio que su finalidad era hacer un servicio público y
social: romper la condición de individuo-masa para arrancarlo de su posición de mero
espectador de una realidad disgregadora y anestesiante.
OPS y El Roto llegaron a transitar juntos una parte del camino (hay dibujos, por ejemplo, de
1976, firmados por los dos). Sin embargo, mientras el primero, limpio ya de excrecencias,
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deambulaba por el dibujo y seguidamente también por la pintura, por ámbitos más estéticos
que bordeaban la poesía visual, el segundo se iría consolidando, hasta el día de hoy, como una
de las firmas españolas más implicadas en la reconstrucción de una cohesión comunitaria y en
la reivindicación del concepto de persona, acorralado por el concepto de individuo que la
modernidad había parido y establecido.
OPS, sin embargo, se iría silenciando como dibujante hasta la llegada del nuevo siglo, e hizo
gala en los últimos instantes de una intensidad y una excelencia gráficas sin parangón,
mientras que OPS pintor iniciaba una deriva, a partir de los años ochenta, hacia lo que se
podría considerar, según denominación de los lingüistas, un ortónimo: Andrés Rábago, el
artífice de una obra propia, cuya voz es la que más se parece a los intereses más profundos de
su creador, con quien comparte nombre y apellido, un poco como Bernardo Soares para
Fernando Pessoa.
El territorio del pintor Rábago, ciertamente, se despliega en un ámbito más elevado de
conciencia, un ámbito que podríamos calificar de metafísico, en el cual “lo que se dice” no
puede ser fácilmente transmitido porque se trata de asuntos más espirituales que terrenales, y
en el que él, a la manera de los artistas prerrenacentistas, libres todavía de la excesiva huella
del ego, actúa como modesto guía de un viaje, a través de la senda que constituyen sus obras,
por un cosmos del que no hay más cartografía que la que el propio hacedor va definiendo a
partir de un conocimiento más grande de los misterios infinitos de la verdadera e ignota
realidad.