2. “Puerta de la Sirena”
Castillo de Santiago (siglo XV)
Foto: Óscar Franco
En la imagen aparece la Puerta de la Sirena, portada monumen-
tal del Castillo de Santiago; es de destacar el elemento mítico (la
sirena de doble cola) que pertenece al imaginario simbólico de la
Casa Ducal de Medina Sidonia, el hada Melusina, un ser mítico de
naturaleza acuática que presidía –amparando bajo sus brazos los
escudos de la Casa Ducal- el acceso al interior del castillo y cuya
mirada apuntaba hacia el exterior del mismo, hacia la ribera, hacia
la orilla del Guadalquivir en su desembocadura, precisamente ha-
cia esa misma ribera que vería hacerse a la mar a los barcos de la
Expedición Magallanes-Elcano. Es un elemento característico del
Patrimonio Histórico y Artístico de Sanlúcar de Barrameda, repre-
sentativo del contexto cultural y cronológico (la transición de los
siglos XV a XVI) al que pertenece el horizonte de los grandes via-
jes oceánicos en el que se inserta la I Vuelta al Mundo (1519-1522).
3. In Medio Orbe
Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo
Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo,
celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)
los días 26 y 27 de septiembre de 2016
5. 9 2 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
6. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 93
LA CIUDAD DESPLEGADA.
Forma y espacio en la Sanlúcar del XVI
José Ramón Barros Caneda1
A modo de Introducción
Uno de los rasgos importantes y más interesantes
de los espacios urbanos es su vertiente acumula-
tiva. Las ciudades son ámbitos donde las huellas
de los procesos históricos que definen el vivir
social se depositan a modo de capas, confor-
mando así una serie de estratos que, dependien-
do no sólo de su peso histórico sino también de
la valoración social e intelectual posterior, van
definiendo el marco de desarrollo y convirtién-
dose en bases, sólidas o inestables, de ese gran
sedimento cultural -en su sentido más extenso.
La ciudad, a decir de Fernando Marías, consti-
tuye el producto final de la actividad artística
que se integra en ella y genera su configuración
visual, normalmente a través de la arquitectura
(Marías, 1989, pg. 49) y ampliando esa idea, a
través de la secuencia histórica de la misma.
Desde este punto de vista, aislar esos estratos
para identificarlos como contribución al mapa
urbano, así como conseguir aclarar cómo se in-
sertan o se fusionan con los demás, es una tarea
compleja y sometida a las variaciones interpre-
tativas culturales de los diferentes tiempos his-
toriográficos.
Grosso modo, el objetivo de este texto con-
siste en aproximarnos al estrato del siglo XVI,
que hoy percibimos desde el siglo XXI, como
parte indisoluble del proceso histórico urbano
acumulado, así como las posibles imbricacio-
nes con el pasado y el devenir de esta etapa que
tratamos.
De esta “ciudad estratificada” (Georgescu,
2015, pg. 20) que acumula la inercia del pa-
sado como marco físico y teórico, forma parte
el estrato del que hablamos. Y justamente esta
idea de estrato en superficie en contraposición
visual al arqueológico subterráneo, es la que
pretende recoger el título de este texto, un tan-
to metafórico, que trata de aunar o reconciliar
conceptos claros, distintos y muy visuales reco-
nocidos por la historiografía, por cierto, amplia
sobre la ciudad.
En primer lugar, por tanto, el marco crono-
lógico del siglo XVI. Un período en el que se
inscriben toda una serie de hechos cruciales
para la historia de la humanidad, uno de ellos,
la Primera Circunnavegación del Mundo, es el
1
Profesor de Historia del Arte, Universidad de Cádiz.
7. 94 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
que conmemora este congreso. Un período, el
siglo, que como puede comprenderse no puede
quedar delimitado por dos años extremos, sino
que será analizado en sus antecedentes y con-
secuentes.
En segundo lugar, el depósito de ese tiempo
sobre la ciudad, digamos la huella que sobre la
trama urbana se deposita bajo las intenciones
económicas, sociales políticas, culturales. Esa
huella, esa lava cultural es la que trata de abar-
car el título de este texto. Desplegar, acudiendo
al significado militar, implica pasar del estado
cerrado al abierto; pasar de estar concentrado
en un punto a estar esparcido estratégicamente
por un territorio. Abundando en los significa-
dos de la RAE y desde un punto de vista físico,
desplegar es extender lo que está plegado o con-
tenido, en este caso por una muralla. Cuestión
esta que enlaza y se ve reforzada por la confi-
guración del territorio del asentamiento urbano
de la ciudad. La presencia de la Barranca, esa
fractura orográfica del terreno de Sanlúcar, esta-
blecerá una imagen muy concreta y visualmente
intensa de la ciudad medieval, que situaba su
frontera en ese límite defensivo natural.
Este modelo de “Ciudad Estratificada” re-
sulta de gran interés. Si se me permite una pe-
queña digresión, me gustaría hacer referencia a
la importancia de este esquema perceptivo que
les propongo, para la evolución de la ciudad
contemporánea. A fin de cuentas, no es sino la
manera de entender la ciudad histórica contem-
poránea, que devuelve a la ciudad histórica su
capacidad de ser fundamento para los procesos
de inserción, implantación o integración como
fórmulas de intervención en la trama (Geor-
gescu, 2015, pp. 21-23). Pensemos que es una
cuestión trascendente, por cuanto pone en valor,
por un lado, la importancia de realizar dichos
estudios y por otro la necesidad de adquirir el
conocimiento de este “palimpsesto” urbano,
valorado e intervenido de forma muy diferen-
te por cada tiempo histórico y que ha generado
fuertes tensiones en la ciudad contemporánea.
En el caso de Sanlúcar, y sólo a modo de ejem-
plo muy evidente, la presencia vertical del Hotel
Guadalquivir, fruto de un tiempo y de una esté-
tica determinada opuesta a la consideración de
la ciudad histórica.
Condicionantes
Todos los períodos históricos quedan dibujados
por una serie de factores determinantes y domi-
nantes que contribuyen a definirlos y delimitar-
los. El XVI fue un siglo de gran relevancia para
las sociedades occidentales y al que la historio-
grafía española ha consolidado como asociado
al movimiento renacentista y su crisis manieris-
ta y cuyos valores estéticos, urbanos y filosófi-
cos procedentes de la Italia cuatrocentista, pe-
netraron en nuestro país a través de la nobleza
sanguínea y eclesiástica. Un período de tiempo
en el que consideramos que en Sanlúcar de Ba-
rrameda factores, digamos por resumir, comu-
nes como los procesos históricos y económicos
ejercieron su labor; pero en el que también fac-
tores específicos, caso del territorio y el modelo
urbano preexistente influyeron de manera espe-
cial en el proceso de generación espacial urbana
y de la arquitectura como aliados inseparables y
mutuamente influyentes.
Dentro del contexto general, una serie de pro-
cesos históricos encadenados fueron cruciales
en este siglo. La llegada de Colón al continente
americano abrió la puerta a otros sucesos en los
que Sanlúcar tuvo un papel relevante o en su
caso resultó muy afectada. Es el caso de la salida
en 1498 de Colón en su tercer viaje, la expedi-
ción de Magallanes y Elcano que partió en 1519
y que dio lugar a la primera circunnavegación
del mundo, efeméride de cuyos actos conmemo-
rativos forma parte este congreso y este texto.
Pero también, la creación en 1503 de la Casa
de la Contratación en Sevilla que convirtió a
Sanlúcar en parte fundamental del sistema de
comercio y navegación; la conversión de la villa
ducal en ciudad en 1579, todo ello envuelto en
ese proceso de transformación que la nobleza
sanguínea estaba llevando a cabo desde las eco-
nomías feudales hacia nuevossistemas económi-
cos. Todo un conjunto de factores que tuvieron
una incidencia determinante en la evolución del
espacio urbano y en sus hitos de referencia, lle-
gando, como veremos, a general un modelo de
ciudad nuevo en el que la idea de América y Se-
villa late como impulso.
Pero si el acontecer histórico define, para los
procesos urbanos, desde un punto de vista for-
8. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 95
mal, resulta aún más relevante la conformación
geográfica y orográfica del territorio. La crucial
posición geográfica de la ciudad en la desem-
bocadura del río Guadalquivir, vía de comuni-
cación marítima con el núcleo económico sevi-
llano, ya establecida desde épocas anteriores, y
ahora además salida hacia América, supuso un
gran impacto para la ciudad que despego econó-
mica y urbanísticamente2
.
Pero no sólo era la posición geoestratégica,
sino también la propia orografía del terreno de
asentamiento. Si diseccionamos el espacio sobre
el que ciudad se ha ido desplegando obtenemos
una serie de elementos que van a realzar su posi-
cionamiento geográfico. El territorio articulado
por la línea de costa y la ribera, el propio río y
el mar como elementos perimetrales y por otro
lado la zona interior formada por un terreno
muy característico con curvas de nivel que favo-
reció la ocupación histórica, articulando la for-
mación urbana de forma escalonada y secuen-
cial. Esta zona elevada, que es conocida como
la Barranca, es una línea divisoria que organiza
la ciudad de Sanlúcar de Barrameda en el Barrio
Alto y el Barrio Bajo. Todos estos factores aludi-
dos van a generar modelos de ciudad diferentes,
pero todos con la mirada puesta en el río y en
el mar. Y esto es un aspecto fundamental de este
territorio intermedio, complejo y variado en su
configuración, mezcla de valores marítimos,
fluviales y rurales. Aún a costa de desbordar el
marco cronológico de este análisis, me gustaría
hacer una breve referencia a los distintos mode-
los urbanos generados en la historia de la zona
y que han ido gestando y siendo soporte de la
presente ciudad.
Para apoyar la hipótesis de que los condicio-
nantes actúan de forma permanente sobre la
construcción de la ciudad hablaremos de esas
distintas capas que se han ido aposentando so-
bre el territorio: Villa Ducal; Ciudad Convento;
Ciudad Burguesa y Ciudad Patrimonializada.
Cada una asociada a una etapa, a una parte
del territorio y a un marco económico. La Villa
Ducal, el antecedente inmediato, asentada en la
zona alta y que en determinado momento co-
mienza a expandirse más allá de sus murallas
hacia lo que se denominó el arrabal del mar. La
Ciudad Convento3
que se esparció por el arra-
bal del mar como la Nueva Ciudad y cuyas ba-
ses de crecimiento se ponen en el siglo XV. La
Ciudad Burguesa que se aposenta sobre la ciu-
dad construida, asociada con la implantación
de tipologías bodegueras durante el siglo XIX y
que se extiende más allá de la ciudad convento.
Finalmente, un nuevo modelo, la Ciudad Patri-
monializada, que requeriría un análisis más de-
tallado y evaluaciones más precisas y que abar-
ca la mirada a la ciudad actual también desde
perspectivas económicas, territoriales y de reco-
nocimiento del proceso histórico urbano.
La Villa Ducal como antecedente inmediato
La ciudad del siglo XVI viene precedida por la
consolidación de la denominada villa medieval.
Es obligatorio hacer referencia a este formato
que antecede a la Nueva Ciudad surgida del des-
bordamiento de la muralla medieval, conside-
rando además que durante este siglo la primitiva
villa amurallada se irá consolidando como la
zona de representación institucional del Ducado.
La historiografía tradicional había definido de
manera esquemática el concepto de Villa Ducal
o ámbito urbano ducal como la construcción
de un conjunto palacial como proyecto unita-
rio realizado por un duque. Sin embargo, Esther
Alegre que ha estudiado este fenómeno urbano,
articuló de una manera más precisa esta cues-
tión a través de cinco puntos comunes (Alegre,
2014, pp. 44-46). A partir de su análisis catalo-
gó a la de Sanlúcar como “Villa con intervencio-
nes ducales”, un modelo basado en la existencia
de una cierta indefinición física, estructural, ur-
banística y espiritual (Alegre, 2014, pg. 76) y
que tomaremos como referencia.
2
Hasta tal punto esta posición asociada al río fue crucial para la ciudad la cual, por cierto, siempre se miró y se seguiría mi-
rando en el río para definir su identidad y progresión, que el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, dos siglos después,
trajo consigo una importante crisis para, la hasta el siglo XVII floreciente, Sanlúcar de Barrameda.
3
Ana Gómez aplicó este modelo de ciudad-monasterio en Sanlúcar remitiéndolo al período barroco (Gómez, 2005, pg. 97),
aunque tal vez en Sanlúcar sea posible extenderlo al siglo anterior dada la importancia que dichos inmuebles van a adquirir
en la conformación del espacio urbano del siglo XVI.
9. 96 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
1. Es un proyecto ducal el que impulsa el proce-
so y estructura toda una fórmula urbanística,
que como veremos también sucede en Sanlú-
car aunque con rasgos específicos.
2. El proyecto incluye la generación de un Área
Nobiliaria: un espacio urbano vinculado al
poder ducal y de concentración visual, nor-
malmente en torno a un espacio público que
actúa como ámbito de relación con los ha-
bitantes. En el caso que nos ocupa parece
evidente la configuración de dicho espacio
intramuros, en el Barrio Alto a través de la
traza del castillo, el palacio, la parroquia y la
actual plaza de la Paz como centro y escena-
rio del área.
3. Está asociado a un proyecto económico, que,
en el caso de Sanlúcar, no puede ser más evi-
dente. Sevilla, América, comercio y navega-
ción dieron identidad económica a la ciudad
que se muestra como un ejemplo de la trans-
formación de las estructuras económicas de
la nobleza desde el medievo feudal hacia nue-
vas fórmulas económicas.
4. Un proyecto de prestigio para la casa ducal. Y
en este capítulo, tal vez es donde Sanlúcar se
contiene con respecto a otras villas ducales.
El dilema entre Medina Sidonia y Sanlúcar
como capitales del estado ducal parece que
de alguna manera retrae la espectacularidad
de la intervención urbanística.
5. Finalmente, un proyecto urbano que incluía
aspectos lúdicos y festivos, pero que en el caso
de Sanlúcar se transforma en cultural adqui-
riendo matices religiosos a través de la figura
de los conventos. El convento va a ser una
tipología arquitectónica de una gran presen-
cia y entidad en la ciudad, no sólo desde el
ámbito urbanístico, ni desde el ámbito religio-
so-cultural, sino también desde el ámbito vi-
sual y perceptivo. El convento, con la gran ex-
tensión de suelo que ocupa una tipología tan
horizontal y expandida, es un ámbito cerrado
al exterior, cuya presencia viene marcada por
altos muros, escasos vanos, calles estrechas,
generando un entorno en el que, y esto es una
apostilla, siglos después la bodega se encon-
trará cómoda, tanto por tipología constructi-
va como por espacio urbano generado.
Por tanto, una villa medieval que quedaba
encerrada en los límites defensivos de la mura-
lla, cuyo trazado, sin ánimos de ser exhaustivo,
venía a coincidir con la línea de la barranca,
la actual calle San Agustín, Pozo Amarguillo,
Muro Alto y en cuyos cuatro frentes se ubica-
ban otras tantas puertas que comunicaban con
el entorno: La de Sevilla, Jerez, Rota y la Puerta
del Mar en el entorno de la actual Cuesta de
Belén. Un trazado de muralla bastante regular,
en cuyo interior se disponía una estructura de
viales relacionada con las puertas, alguno de la
cuales aún puede reconocerse en la trama, como
es el caso de la calle Luis Eguílaz que arranca de
la plaza o la calle Jerez. Cabe suponer, además,
que la trama urbana tendría un carácter orgá-
nico, que probablemente conventos y bodegas
regularizaron.
La nueva ciudad/convento
La Nueva Ciudad que dará lugar a esa imagen
casi orográfica que estamos empleando de la
Ciudad Desplegada, es la que se va a originar
tras lo que tradicionalmente se ha denominado
“el salto de la muralla”. Para que se diera este
hecho, existen unas premisas lógicas, que ade-
más en el caso de Sanlúcar son evidentes y que
están relacionadas con el desarrollo económico
y el consecuente aumento demográfico. Pero
creemos que no sólo era una cuestión de espacio
físico. En el fondo, como en buena parte de las
ciudades que atravesaron su muralla, se trataba
más bien de resolver el conflicto entre la ciudad
medieval de naturaleza orgánica, de crecimiento
espontáneo, cercado por la muralla y con viales
muy esquemáticos y la nueva ciudad vamos a
denominarla renacentista, pero que en el fondo
no es sinoel camino hacia la ciudad moderna,
abierta y expandida en el territorio. Esa tensión
entre ambos modelos urbanos, que en otros lu-
gares genera importantes conflictos, en el caso
de Sanlúcar se solventa con la expansión y la
creación de la Nueva ciudad durante el XVI a
los pies de la anterior.
Fernando Marías, afirma que resulta difícil
hablar de urbanismo renacentista en la España
del XVI, que no existía en el ámbito urbanís-
tico la idea de la traza, del diseño y del dibujo
urbano. En su espléndido libro, El Largo Siglo
XVI, habla de “Intenciones y Fragmentos en la
ciudad del quinientos” (Marías, 1989, p.52) y
explica cómo la ciudad renacentista se asienta
10. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 97
sobre tramas medievales en las que se insertan
aspectos puntuales que adquieren el valor de ese
proceso de poso o de estrato4
.
Este conflicto entre los modelos de ciudad
se resolvió adecuadamente en Sanlúcar con la
creación desde cero de la nueva ciudad extra-
muros. Ya hay noticias de que en 1441 se cons-
truye la iglesia de la Santísima Trinidad junto
a la plaza de San Roque (Barbadillo, 1941, pg.
289). Unas décadas después, en 1478, se con-
cedió el Privilegio de los Bretones por el quea
cambio de una cantidad determinada de dinero
los, ya vecinos del arrabal de la Ribera, adqui-
rían el reconocimiento de sus solares y les habi-
litaba construir y mercar fuera de las murallas
en la actual calle Bretones (Ladero, 2011, pg.
62). Así mismo, Velázquez Gaztelu cita docu-
mentalmente la construcción de sumideros en el
Barrio Bajo en 1534 lo que indicaba un nivel de
ocupación en principio estable, y la redacción
en 1536 de “una Ordenanza por el duque Juan
VI para que se edificasen los arrabales de San-
lúcar” (Velázquez, 1994, p. 48).
De forma paralela a ese inicio de la expansión
puede observarse cómo en la villa medieval se
llevan a cabo reformas importantes y que tienen
que ver con la visualización del poder ducal en
el espacio urbano histórico y con una especie de
conciliación entre el pasado asentado y vincula-
do al poder ducal y la expansión posterior. De
este modo:
1. Se construye en el último tercio del siglo XV
una nueva fortaleza, el Castillo de Santiago.
Un inmueble de planta regular, de rasgos aún
medievales, elevado sobre el límite de la ba-
rranca con una posición prominente y unalto
valor significativo y visual. Si todos los edi-
ficios defensivos ejercen el dominio y con-
trol de un territorio, el castillo de Sanlúcar
alcanza un grado muy superior al extender su
presencia al río, al mar, como alcazaba de la
ciudad, así como a los campos circundantes
al estar ubicado en un extremo de la ciudad,
junto a la puerta de Sevilla.
2. Se amplía y se reforma el Palacio Ducal, una
construcción que tuvo a lo largo de los siglos
muchas ampliaciones, añadidos y modifica-
ciones, pero que mostró su rostro reformado
a la ciudad en 1588 (Gómez, 2005, pg.113)
con la modificación tan clasicista de su fa-
chada.
3. Se reforma la torre de la Iglesia parroquial
de Nª. Sra. de la O, obra de Alonso de Van-
delvira (Cruz, 2001, pp. 150-156). Y en ese
sentido resulta muy significativo que la modi-
ficación se realice sobre los cuerpos elevados
del campanario, elemento visible con presen-
cia efectiva en el entorno urbano.
4. Se lleva a cabo parte de la transformación
interior de la trama urbana a través de la in-
serción en la misma de inmuebles de gran ex-
tensión, que, en un ámbito urbano reducido,
con una población en constante aumento5
,
iba limitando las posibilidades de ocupación.
Estos inmuebles se relacionaban con funda-
ciones ducales que iban de alguna manera
“ennobleciendo” el espacio del Barrio Alto.
Además de los ya citados hitos del poder du-
cal, se fueron instalando con el tiempoedifi-
cios de tipología religiosa, algunos ya desa-
parecidos como el convento de San Agustín
y el hospital de San Juan de Dios y otras aún
activos, caso de la basílica de la Caridad o el
convento de Santa Teresa.
Por su parte, la ciudad extramuros, pese a que
los arrabales generados por las cuatro puertas
de la muralla se convierten en focos de ocupa-
ción, se desarrollará fundamentalmente en el
conocido como arrabal del Mar, que constituirá
el núcleo principal donde crecerá esaciudad des-
plegada, cuyo estrato será el núcleo del creci-
miento en siglos posteriores.
Una nueva ciudad que estará sometida en su
expansión a la proximidad del río, a la existen-
cia de hitos de atracción urbana, y a la posibili-
dad de realizar un crecimiento planificado desde
cero. Pensamos, por tanto, que tres factores se-
rán determinantes en su gestación:
4
Teóricos renacentistas como Alberti amantes de la línea recta, habían comprendido también la importancia de “las sinuosas
calles medievales; éstas aminoraban los efectos del clima extremado, favorecían la defensa interior…” (Morris, 1985, pg. 189).
5
Según Ladero, la población de Sanlúcar en torno a 1534 era de 5.000 personas aproximadamente (Ladero, 2011, pg. 124).
11. 98 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
1. La Disposición del terreno en declive y con
fronteras naturales como el mar o la ribera,
que con el paso del tiempo irá colmatándose
y por tanto facilitando la expansión hacia la
costa/playa. Al respecto conviene hacer refe-
rencia al dibujo que Van der Wyngaerde rea-
liza en 1567 sobre el frente marítimo de la
ciudad de Sanlúcar. En él puede observarse
cómo el nivel del mar era aún bastante ele-
vado alcanzando casi a lo que hoy sería la
calle Banda Playa y cómo la línea de costa
formaba una especie de ensenada o pequeña
bahía, que discurría paralela al trazado de la
barranca. (Cruz, 2014)
2. La presencia del puerto de Bonanza como
hito de atracción urbana en el trazado de las
calles paralelas del Barrio Bajo. Los puntos
de referencia que marcaban los caminos a
otras ciudades o los hitos importantes en las
proximidades de los espacios urbanos fueron
elementos comunes en los procesos de expan-
sión urbana.
3. La fundación de conventos, fundamental-
mente en los siglos XVI y primera mitad del
XVII que independientemente de sus valores
económicos, adquieren un intenso valor de
elementos de regulación urbana. Sus estruc-
turas tipológicas consolidadas formadas por
iglesia, claustro o claustros y huertas o jardi-
nesrequerirán parcelas muy extensas que van
definiendo y consolidando zonas urbanas y
regularizando manzanas o actuando como
futuro factor regulador.
En esta Nueva Ciudad en la que, siguiendo
las pautas del urbanismo renacentista, se conju-
gan espacios formados por la calle principal, el
trazado reticular de las manzanas y los recintos
espaciales o plazas (Morris, 1985, pg.176), re-
sulta interesante constatar:
1. Como el centro del poder civil queda bastante
reducido. La plaza, pese a lo tal vez reducido
de su expresión, alcanza una posición simbó-
lica en el territorio en lo que es la actual plaza
del Cabildo y la de San Roque. Ubicada en el
centro de la nueva zona de crecimiento y ali-
neada con la del Barrio Alto, recuerda más a
un espacio abierto en el camino de acceso a
la “ciudad noble” del Barrio Alto y punto de
desembocadura en la bajada desde la Puerta
del Mar de la acrópolis sanluqueña. No será
hasta el siglo XVIII que este espacio adopte la
configuración definitiva de centro público de la
ciudad, con la construcción de un edificio mu-
nicipal estable que de alguna manera reordena-
ba todo ese amplio espacio/calle consiguiendo
generar dos plazas, la del Cabildo o plaza de la
Ribera y la de San Roque en la zona posterior.
2. Como el trazado de las calles iniciales, parale-
las al Barrio Alto y a la Ribera del Río tienden
a ser rectilíneas, con untrazado ya distinto al
crecimiento orgánico medieval y próximo a la
retícula renacentista. Calles que ya generan
manzanas regulares y que se trazan en para-
lelo, aunque las más próximas a la barranca
presentan un trazado más irregular, caso de
las calles Carmen Viejo y Regina. Por su par-
te, la calle Ancha, bajo el concepto de calle
principal, alineada con el convento de Santo
Domingo que le obliga a un leve giro, es la
que redefine todo el espacio urbano que sur-
ge a partir de ella, organizado por las calles
Bolsa, Trasbolsa y Banda Playa. Al respecto
conviene mencionar cómo el trazado reticular
era sinónimo de orden y simetría y que se dis-
ponía a través de simples diligencias de acor-
delado realizadas por los maestros de obras
de la ciudad, pero en la mayoría de los casos
sin un proyecto de ciudad o traza predefinida.
3. Como las manzanas conventuales, ámbitos
de gran superficie, se convertirán en hitos de
referencia para la trama.La presencia de con-
ventos, por tanto, va a adquirir unos rasgos
especiales en su posición y en su estructura.
Estos conventos, además de los ubicados en
el interior del recinto amurallado, serán las
dominicas de Madre de Dios, las francisca-
nas clarisas de Regina Coeli, los dominicos
de Santo Domingo, aunque también, ya en-
trado el siglo XVII, los franciscanos mínimos
del Convento de la Victoria y los Mercedarios
del convento de La Merced6
.
6
Según datos aportados por Salas Almela, entre 1450 y 1650 se construyeron 19 conventos en la ciudad (Salas, 2011), lo que
para una población de aproximadamente 5.000 habitantes con un elevado nivel de transeúntes, pue dar a entender la importan-
cia urbanística que alcanzaron estos edificios; por su parte Ángela Atienza habla de la fundación de “quince establecimientos de
regulares, de los cuales doce fueron fundación de los duques de Medina Sidonia” (Atienza, 2008, pg. 1685).
12. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 99
4. El valor simbólico que adquieren esos con-
ventos a los que se les ha asignado valores de
defensa moral frente a determinados tipos de
vida que se daban en zonas portuarias, pero
que algunos historiadores han redefinido
como una fórmula de transferencia del po-
der de la casa ducal hacia América y de ahí,
según Salas, el elevado número de fundacio-
nes (Salas, 2011). Pero, como hemos dicho,
también con el valor de hitos con un fuerte
impacto urbanístico, que tal vez convierta en
norma lo que Antonio Gil comenta para Al-
mería de la importancia de las, en este caso,
órdenes mendicantes como agentes urbanos
con una potente implantación en el territo-
rio (Gil, 2005). No puede dejarse a un lado
tampoco la trascendencia económica que esas
islas tienen en el conjunto de la ciudad y en su
entorno próximo. Los conventos son grandes
empresas que, desde un punto de vista positi-
vo, activaban la economía de la zona, trans-
formando en consumo parte de los ingresos
además de generar durante su construcción
un intenso movimiento; aunque tampoco
debe olvidarse que, desde un punto de vista
social, su presencia, en ocasiones excesiva,
ejercía una fuerte presión económica sobre el
vecindario en lo referido a las aportaciones
económicas de los habitantes7
.
Los hitos de la nueva ciudad
Y es en este conjunto de hitos arquitectónicos
en los que nos vamos a centrar como puntos de
referencia en la construcción del espacio urbano
durante el siglo XVI, en una ciudad que, pese a
su organización de la trama de forma racional,
va a generar espacios urbanos con unos rasgos
muy especiales, algunos en calles estrechas dan-
do fachada y generando perspectivas y otros
adquiriendo unos rasgos monumentales, muy
próximos a ideales renacentistas italianos.
1. Convento de Santo Domingo8
Gracias a las investigaciones de Alfredo Morales
y Fernando Cruz, a las que nos remitimos, que
han tratado de manera exhaustiva todos los as-
pectos de este espectacular espacio conventual,
hoy parroquia de Santo Domingo, conocemos
a la perfección el proceso histórico del edificio.
Por ellos sabemos quesu proceso constructivo
ocupó la segunda mitad del siglo XVI y que en
sus trazas y ejecución intervinieron arquitectos
fundamentales en la historia de la arquitectura
del país, caso de Hernán Ruiz II, que según Al-
fredo Morales debió intervenir sólo en las trazas
(Morales, 1980, pg. 97), atribuyendo la cons-
trucción al maestro de obras de la casa de Me-
dina Sidonia, Francisco Rodríguez Cumplido,
quedando igualmente documentada la presencia
de Cristóbal de Rojas que realizó la portada del
compás en 1606.
/ Fig. 1. Santo Domingo. Fachada por calle Santo Domingo
(foto Inmaculada Salinas).
7
Al respecto véase “El exceso de conventos: la conciencia y la retórica sobre la profusión fundacional”, en Atienza, 2008.
8
Sobre el convento de Santo Domingo véase Morales, 1980 y 1996; Cruz, 2011 y 2012.
13. 100 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
La cronología y autorías nos sitúan ya dentro
del Manierismo como fórmula estética y proba-
blemente sea esa la razón de los contrastes evi-
dentes en el desarrollo del espacio y las formas
constructivas. Habida cuenta que está plantea-
do como un panteón para los duques que es-
tán enterrados en su interior, parece remitir a
esas fórmulas renacentistas y además, a través
de Serlio y de su tratado a la posible influen-
cia del Panteón romano en algún elemento y
que también podría trasladarse a esa forma de
cúpula no trasdosada, muy próxima, salvadas
las distancias, a la del edificio romano, cuyo in-
terior es cupular y al exterior presenta sólo un
casquete semiesférico disimulado, en el caso de
Sanlúcar, por un elevado cimborrio poligonal.
- Fig. 2. Santo Domingo. Nave central.
En planta presenta una nave con capillas latera-
les, cubierta por bóvedas vaídas que en su orna-
mentación recuerdan a esos cielos de la nervadura
gótica pero reinterpretados en el sentido semicir-
cular de las bóvedas. La nave posee tres tramos
con potentes fajones que consiguen casi recrear
una secuencia de espacios centrales, antecedidos
por un espléndido sotocoro, que conducen hacia
el crucero rematado por la gran cúpula central.
Éste, contrariamente a los tramos anteriores, ge-
nera un intenso contraste espacial al convertirse
en un octógono sobre trompas más que pechinas
y con una estructura que pese al formato clasicis-
ta acasetonado decreciente, recuerda más a fór-
mulas góticas, a cimborrios con cúpulas no tras-
dosadas como es el caso de la presente.
Doblemente interesante es la iglesia por su pre-
sencia exterior, que aún mantiene el valor de hito
visual dentro del Barrio Bajo. Es indudable que
la presencia del convento en el contexto urbano
original tuvo que ser de un gran impacto. Por
la documentación se sabe que para construirlo
se adquirieron “unas casas de paja” por lo que
parece lógico que una mása arquitectónica como
ésta fuese un punto de referencia en el siglo XVI
y aún más dentro de una trama urbana aún no
consolidada. Urbanísticamente se constituyó
14. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 101
como parte de la prolongación de la Calle An-
cha, la calle principal del Barrio Bajo. Pero, sin
embargo, y probablemente bajo la perspectiva
de ser un cenotafio y de que dicha distinción
debía ser percibida y tal vez por el riesgo que
suponía la proximidad del mar como punto dé-
bil defensivo de la ciudad, el edificio presenta un
aspecto militar, acastillado, con una gran forta-
leza visual reforzada por sus muros de cantería
vista. En este sentido, la relación con la ciudad
inmediata se establece a través del muro de la
epístola de la iglesia, fachada lateral alineada
con la calle y elaborada como un simple muro,
con vanos muy reducidos, concentrándose toda
la decoración iconográfica y los vanos de mayor
luz, tratados de forma muy clásica, en la línea de
cubiertas, pudiendo llegar a pensarse que diseña-
dos para ser visualizados desde zonas alejadas9
yeludiendo en cambio su visualización próxima.
Los referentes iconográficos quedan expuestos
de manera muy escueta en la portada del com-
pás o atrio de la iglesia. Los escudos de la or-
den dominica y de la casa ducal aparecen en la
portada del compás, una portada por otra parte
muy dura, con un almohadillado serliano, que
transmite esa sensación de fortaleza que además
se traslada a otros elementos como la espadaña.
- Fig. 3. Santo Domingo. Vista desde la Calle Alcoba.
Por tanto podemos calificar la relación con
el espacio urbano de ambigua. De gran interés
para la trama, pero con una manzana cerrada a
la vista, casi hermética, que aísla al inmueble en
su relación con la ciudad.Algo muy distinto por
cierto de lo que sucede con elcercano convento
de San Francisco que, construido posteriormen-
te y también de muros limpios, mantiene con la
ciudad una relación más próxima, al retraerse
de la línea de acordelado y generar un pequeño
espacio público que facilita la relación con la
ciudad y actúa de atrio de la iglesia.
2. Convento de Regina Coeli
Otro de los hitos urbanísticos de esta nueva ciu-
dad será elconvento de clarisas de Regina Coeli.
Sin entrar en muchos detalles para lo cual re-
mitimos a la bibliografía10
, mencionaremos que,
antes de la construcción del convento, las clari-
sas ya estaban asentadas en ese mismo lugar y
que en los primeros años del XVII, de manos de
Alonso de Vandelvira y de Cristóbal de Rojas, se
llevó a cabo las trazas y construcción. La iglesia,
fue ampliada en ese mismo siglo y reformada en
el XVIII.
- Fig. 4. Convento de Regina Coeli. Fachada de la iglesia.
10
Sobre Regina Coeli, véase Rodríguez, 1994 y 2004; Cruz, 2001; Martínez, 1998.
15. 102 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
El formato tipológico es el habitual. Una igle-
sia de planta de cajón o conventual con claustro
adosado formado por medios puntos sobre tos-
canas en el que se distribuyen las dependencias
clásicas de la organización conventual: Refecto-
rio, sala capitular, sala de profundis y en la plan-
ta superior las celdas. El edificio está situado a
los pies de la barranca en línea con el castillo,
una zona muy recóndita dentro de la estructura
urbana, y que habla de ese proceso de ir ocu-
pando el territorio del Barrio Bajo. En el mo-
mento de su ampliación parece ser que ocupa
parte de la calle Carril de los Ángeles, a la que
corta en su salida hacia la playa a través de la
actual calle San Jorge.
En cualquier caso, el inmueble presenta una
relación con la ciudad más intensa que el de
Santo Domingo. Alineado con la calle Regina,
la relación se establece de manera más abierta
a través de la pantalla que supone el muro del
evangelio de la iglesia conventual. Articulado
por doble portada, muy manieristas que actúan
como punto de conexión con la trama, transfor-
man a la iglesia en un espacio intermedio entre
la ciudad y la clausura, a la par que una de ellas
se convierte en punto focal de la perspectiva que,
desde la calle Ancha, genera la calle San Jorge.
La presencia en la trama articula la manzana
que ha ido desarrollándose en torno a las depen-
dencias conventuales.
3. Convento de Madre de Dios
Asentadas en la ciudad en 1480, recibieron
como donación unos terrenos en el arrabal del
mar y entre 1574 y 1576 Juan Pedro Livadotte
llevó a cabo las obras del convento, que se con-
virtió en residencia de la duquesa, desarrollando
en su interior un espacio privado como retiro.
Sin entrar en más detalles constructivos para lo
que les remito a la bibliografía11
, quisiera seña-
lar los valores de su posición urbana. Si otros
inmuebles que hemos comentado oscilan entre
su negación del espacio urbano y su actuación
como intermediarios, el convento de Madre de
Dios presenta una fuerte vinculación e impacto
en el espacio urbano, ocupando una manzana
completa que se convierte en génesis de la ex-
pansión de esa parte de la trama hacia el río.
< Fig. 5. Convento Madre de Dios.
Portada del compás (foto I.
Salinas).
11
Sobre el convento de Madre de Dios consúltese Martínez, 1998; Cruz, 2001; Gómez, 2005; Martínez, 2006.
16. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 103
La disposición de la fachada genera unos ras-
gos muy interesantes que hablan de esa implan-
tación de hitos arquitectónicos en un ámbito, el
Barrio Bajo, que se iba desarrollando y hacia el
cual se orienta la construcción. Pero es funda-
mentalmente la espléndida portada del compás,
que focaliza la calle Torno y hacia la cual se di-
rige el mirador del convento, la que establece el
mayor vínculo visual y perceptivo. La fachada de
la iglesia, tradicional ámbito de relación con el
entorno, en cambio queda dispuesta lateralmente
haciendo frente a una pequeña plaza que en la
actualidad rectifica la disposición angular de la
masa del inmueble que inicialmente se debía ali-
near de forma paralela con el edificio diecioches-
co situado frente a ella, con lo que es más que
probable que en siglos posteriores se rectificara el
trazado urbano. Esta plazuela nuevamente queda
definida por una masa muraria escueta con dos
portadas laterales, a modo de otros conventos
de la zona, realizadas por Torcuato Benjumeda,
pero cuyo dialogo con la trama es bastante limi-
tado. En cualquier caso, parece evidente por la
disposición en el plano, la orientación del edificio
de manera simbólica hacia lo que se iba convir-
tiendo en el centro urbano del Barrio Bajo, a la
par que actúa como generador de la secuencia de
manzanas hacía la zona del río.
< Fig. 6. Convento Madre
de Dios. Portadas de la
iglesia (foto I. Salinas)
17. 104 // L A C I U D A D D E S P L E G A D A . F O R M A Y E S P A C I O E N L A S A N L Ú C A R D E L X V I
4. Otros
No quiero terminar esta aproximación a la for-
ma urbana del siglo del Renacimiento en San-
lúcar sin hacer mención a dos inmuebles cuya
presencia demuestra con claridad el proceso de
ocupación y expansión de las órdenes religiosas
en la trama urbana. Me refiero al actual centro
cultural de La Victoria, una inmensa mole urba-
nística construida para los Mínimos Francisca-
nos en el primer tercio del siglo XVII que marca
casi la linde con la futura ciudad contemporá-
nea, que fue desamortizado y reconvertido fun-
cionalmente hasta la actualidad, y cuya manza-
na origina una serie de calles que van gestando
la posterior trama urbana.
Igualmente quería referirme en el otro extre-
mo de la ciudad al Convento de San Francisco
en el límite del casco histórico. Alineado con
el precedente de Santo Domingo, tiene o desa-
rrolla la misma función que el de La Victoria y
sobre todo refleja las pautas de expansión urba-
na, el límite de la ciudad convento de la Edad
Moderna de Sanlúcar. Su presencia junto con la
línea definida por el de Santo Domingo, Madre
de Dios, La Victoria y el de Capuchinos es una
línea fronteriza muy clara salpicada por los hi-
tos conventuales que cierran el crecimiento de
la ciudad del XVI, marcando las pautas para la
futura ciudad. No hubo más allá, el resto de las
actuaciones conventuales, siempre desde la pers-
pectiva del urbanismo y de su presencia como
organizadores de la trama, se realizaron en la
trama consolidada del Barrio Alto, es el caso de
los conventos de la Merced, de Santa Teresa y
de los Jesuitas. Es por ello que creemos factible
pensar en esa idea de la Nueva Ciudad que se
irá consolidando en siglos posteriores y ya bajo
el signo de la monarquía, como punto y seguido
de la construcción de la Sanlúcar dieciochesca
de cuya crisis renacerá durante el siglo siguiente
con esa actividad industrial bodeguera que como
dijimos al principio de este texto, tan cómoda
se sintió y tanto acomodo encontró urbanística
y arquitectónicamente hablando en esta ciudad
conventual surgida durante el siglo XVI.
< Fig. 7. San Francisco. Fachada principal.
18. J O S É R A M Ó N B A R R O S C A N E D A // 105
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