2. Las áreas geográficas en las que los griegos encontraban el trigo que
necesitaban eran Cirenaica, Egipto, Italia (especialmente el área de la Magna
Grecia y la isla de Sicilia) y las regiones que rodean el Mar Negro. Atenas y Corinto
servían como estaciones de paso del comercio para las islas del Mar Egeo.
Además del grano, se importaron productos como el papiro, especias,
productos manufacturados, metales y materiales de construcción de naves
como la madera, el lino o resina.
Atenas vendía el mármol que extraía
de la montaña de Penteli.
3. La moneda servía como fuente de plata.
Daniel Jew calcula que cerca de la mitad de la riqueza generada en la Atenas del
siglo IV a. C. debía proceder de los beneficios del comercio.
Ian Morris estima que el volumen de comercio del siglo IV en el mar Mediterráneo era
aproximadamente el 20 % del volumen de comercio del siglo I.
Los impulsores del comercio griego eran los
pertenecientes a la clase social de los comerciantes,
conocidos como emporoi, a los que el estado imponía
ciertos impuestos a la carga que transportaban.
4. El crecimiento del comercio en Grecia llevó al desarrollo de técnicas financieras.
Muchos mercaderes, ante la ausencia de suficientes activos líquidos, recurrían a la
financiación de todas o de parte de sus expediciones.
El prestador asumía todos los riesgos del viaje, y a cambio el prestatario
garantizaba el préstamo con la carga y con su flota, que como precaución era
inmovilizada al retorno del viaje en el puerto del Pireo.
El comercio en la Antigua Grecia era
una actividad libre en la que el estado
sólo controlaba el suministro de grano.
5. Comercio al por menor
Los obreros y artesanos solían vender sus propios productos, también existieron
comerciantes minoristas conocidos como kápêloi.
6. Pagaban un impuesto por el espacio que ocupaban en el mercado y no solían
estar bien vistos por la mayoría de la población.
Además, en paralelo a los mercaderes profesionales, estaban también los individuos
que vendían el excedente de la producción doméstica, ya fuesen vegetales, aceite de
oliva o pan, como ocurría con muchos pequeños granjeros de Ática.
Hay constancias de que la madre de Eurípides vendía verduras de su jardín.