1. LA LITURGIA 0
LA LITURGIA
ALABANZA AL DIOS VIVO
Somos Iglesia que celebra unida al misterio de Cristo su Esposo amado, a
través del Bautismo, que nos incorpora al Resucitado.
2019
Alexandra Cuevas Ulloa
Centro Arquidiocesano de Formación “Evangelli Gaudium”
19/09/2019
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LA LITURGIA
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EDITORIAL …………………………………………………………………………….…………………………… 2
Constitución Dogmática Sacro Sanctum Concilium ……………………..……………….. 3
Carta Apostólica “Dies Domini” del Santo Padre Juan Pablo II …………………. 4
Catecismo de la Iglesia Católica: La Celebración del Misterio Cristiano ……5
Los Sacramentos …………………………………………………………………………………………………… 6
Año Litúrgico …………………………………………………………………………………………………..……. 7
La Liturgia de la Iglesia: El Domingo ………………………………………………………………… 8
El Triduo Pascual ……………………………………………………………………………………………..…… 9
La Cincuentena Pascual ……………………………………………………………………………………... 10
La Cuaresma …………………………………………………………………………………………………………. 11
Ciclo de la Manifestación del Señor …………………………………………………………….... 12
Adviento ………………………………………………………………………………………………………….….… 13
Navidad ………………………………………………………………………………………………………………… 14
La Epifanía del Señor …………………………………………………………………………………….….. 15
Pasaliturgia ……………………………………………………………………………………………. 16, 17 y 18
TABLA DE CONTENIDO
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EDITORIAL
Para el cristiano de hoy, la Liturgia es algo que poco se conoce, se vive
y se fructifica, es por esto que esta edición de la Revista Liturgia:
Alabanza al Dios Vivo, he querido adentrar al lector en ese Misterio
de Cristo que a través de la Liturgia podemos vivir y experimentar
para así dar frutos como verdaderos Cristianos comprometidos con la
Evangelización.
Entender que la Eucaristía es el centro de nuestra fe, de lo que
creemos y esperamos. Es de suma importancia, resaltar el Domingo no
como un acto obligatorio sino como un momento necesario para calmar
la sed de nuestra alma reseca. Entender que a través de los
Sacramentos podemos vivir también intensamente a Cristo en nuestras
vidas por la acción del Espíritu Santo, es realmente urgente y
necesario en un mundo tan alejado de Dios como hoy día lo estamos
experimentando.
Que cada tiempo que vivimos dentro del Año Litúrgico, son momentos
de gran beneficio para nosotros, porque es vivir con Cristo su
misterio, si misión en este mundo y no verlos como solamente
momentos históricos, sino por el contrario, actualizarlos a través de la
Liturgia, participando en ella más activa, plena y fructuosamente, en
cuerpo y mente.
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CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA:
SACRO SANCTUM CONCILIUM
Es un documento nacido del Concilio Vaticano
II y una de las cuatro Constituciones, que
surgieron ante una necesidad de la Iglesia por
transformar el sentido de la evangelización.
Esta Constitución es el resultado a la inquietud
de varios Papas, especialmente el Papa Pío XII,
que aportaron diferentes escritos salidos de
congresos e investigaciones y que
desembocaron en el movimiento litúrgico, del
cual salieron diversos documentos, los cuales
fueron tomados años más tarde por la
Comisión preconciliar instituida por el Papa
Juan XXIII (1959) y la Comisión preparatoria de
Liturgia (1960), que luego de muchas
reflexiones y meditaciones, en el año 1962 fue
aprobada por los padres conciliares por una
amplia mayoría.
Esta Constitución es uno de los grandes
resultados y frutos del Concilio Vaticano II, ya
que gracias a ella la liturgia se purificó de
rituales incomprensibles y exagerados, se
simplificó y logró llegar más al pueblo gracias a
la implementación de su lengua; se
modificaron los libros litúrgicos dando una
mayor explicación de cada rito y dejando
muchas veces la libertad de decisión por parte
de las autoridades episcopales.
Aportaciones a las dimensiones de la celebración:
1. Dimensión Trinitaria y pascual: Actualizó la obra trinitaria, es decir, el memorial del misterio pascual, lugar privilegiado de la
múltiple presencia de Cristo (comunión trinitaria).
2. Dimensión de la Palabra: Recuperó la Palabra en la Celebración Litúrgica, la cual es actual y eficaz, es viva e interpelante,
es renovadora y alimento de la fe.
3. Dimensión Eclesial: “…todo el pueblo tiene derecho y deber a una participación plena, consciente y activa... (nn. 14).
4. Dimensión Litúrgica: “la liturgia es el culmen al que tiende la acción de la Iglesia, y al mismo tiempo la fuente de donde
mana toda su fuerza”
5. Dimensión simbólica y visible: la liturgia debe adaptarse en sus expresiones verbales y signales a la mentalidad, cultura y
costumbres de los pueblos (nn. 34-35 y 37-40)
6. Dimensión personal: Revalorización, no sólo de la participación del sujeto, sino de la importancia de sus disposiciones de
acogida y de fe…. Si falta la fe, faltan los “ojos del alma” que nos permiten ver lo que se celebra en el misterio, falta la
capacidad de diálogo y acogida del don de Dios.
7. Dimensión Evangelizadora y educadora: “En esta reforma, los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen
con mayor claridad las cosas santas que significan y, en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprenderlas fácilmente y
participar en ellas por medio de una celebración plena, activa y comunitaria”. (n. 21).
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CARTA APOSTÓLICA
“DIES DOMINI”
DEL SANTO PADRE
JUAN PABLO II
DOMINGO: “DÍA DEL SEÑOR”:
Desde tiempos apostólicos el domingo se ha
convertido en un día muy especial para los
cristianos, ya que celebramos el triunfo de
Cristo sobre la muerte y el pecado, y lo
hacemos asistiendo a la Celebración Eucarística
para participar en esta pascua semanal. En esta Carta Apostólica, nuestro Santo Padre
Juan Pablo II, nos exhorta a ver el domingo no
tan sólo como un día de descanso, de diversión…
sino primordialmente, como un encuentro de
fieles para hacer memorial del misterio pascual,
dando gracias a Dios por ese gran amor
misericordioso; que se convierta en un regalo
del cual no podemos renunciar, sino aceptar con
alegría y celebrar nuestra fe con la esperanza
de la gloriosa venida de Nuestro Señor
Jesucristo.
Es una nueva creación porque en Cristo que ha
vencido la muerte, hemos renacido hacia la vida
nueva en Él.
El memorial del sacrificio santo de Cristo que
recordamos, actualiza el sacrificio de la cruz,
por eso nos exhorta a comulgar cuando estemos
en gracia para recibirlo y aceptarlo en nuestra
vida, es por ello que debe ser obligación de los
fieles asistir puntuales a su encuentro
dominical, para llenarnos de alegría al ver al
Señor.
El domingo es también una mirada, a través del
descanso, a Dios como creador. Salir de las
obligaciones del mundo para reconocernos
creaturas creadas por Él, salvadas por Él y
llamadas a vivir en Él.
El domingo es vivir al Resucitado a través
de las dos mesas: de la Palabra y del Pan de
Vida, esto nos lleva a salir a la misión:
Evangelizadores a través de nuestro
testimonio de vida.
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CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA:
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO
CRISTIANO
La Liturgia son acciones por las cuales Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote, continúa en la
Iglesia su obra redentora y santificadora. Es
fruto de la Santísima Trinidad, cuyo centro es
la Celebración Eucarística y los sacramentos.
Para celebrarla y vivirla lo hacemos a través
del año litúrgico compuesto principalmente por
dos momentos claves: la Navidad y la pascua,
cada uno tiene una preparación: la navidad
precedido por el adviento (cuatro semanas) y
la pascua precedido por la cuaresma (40 días).
También por medio de los sacramentos
podemos vivir la presencia de Cristo, a través
de nuestra fe y conscientes del gran don que
el Espíritu Santo nos regala. Ellos son un medio
para santificarnos, aumentar nuestra fe y
edificar la Iglesia, al crecer en la caridad y en
la misión de testimonio personal.
El domingo, Día en que Cristo ha vencido la
muerte, toda la Iglesia se reúne para celebrar
el Misterio Pascual, como cuerpo de Cristo
unidos a su Cabeza. Como Iglesia, participamos
del sacerdocio de Cristo gracias al sacramento
del Bautismo. A través de la liturgia,
encontramos a Cristo vivo que se nos da para
redimirnos, se actualiza en nuestras vidas hoy
para transformarla y con ello pregustamos el
cielo.
Celebramos en la triple dimensión de la
Iglesia: la militante (los que estamos en la
tierra), la purgante (los que esperan entrar al
cielo, difuntos) y la triunfante (los que por
méritos ya han contemplado el rostro del
Señor).
LOS SIETE SACRAMENTOS DE
LA IGLESIA:
Sacramentos de Iniciación: Son el
inicio y el fundamento de toda vida
cristiana. Ellos son: Bautismo,
Confirmación y Eucaristía.
Sacramentos de Curación: Son la
continuación de la obra de Cristo
como médico de almas y cuerpos en
la Iglesia. Ellos son: La Penitencia y
la Unción de los Enfermos.
Sacramentos al servicio de la
comunidad: Están orientados a la
salvación de los demás y por ello a
la salvación propia de quien los
reciben. Ellos son: Matrimonio y
Orden Sacerdotal.
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LA LITURGIA
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Se nace a la vida nueva en
Cristo, Consagrado e
incorporado a Él para ser
sacerdote, profeta y rey.
BAUTISMO
CONFIRMACIÓN
Perfecciona la Gracia
bautismal por la acción del
Espíritu Santo. Nos une más
a Cristo y a la Iglesia.
EUCARISTÍA
Es la fuente del culto divino
y el corazón de la vida de la
Iglesia, ya que se alimenta
de ella.
PENITENCIA
Concede el perdón de los
pecados, reconciliando al
pecador con Dios y con la
Iglesia.
UNCIÓN DE LOS
ENFERMOS
Confiere una Gracia especial al
cristiano aquejado por
enfermedad grave o debilidad
de la vejez.
MATRIMONIO
Es la bendición de Dios a la
íntima comunidad de vida y de
amor constituida por un hombre
y una mujer dentro de la Iglesia.
ORDEN
SACERDOTAL
Perpetúa el único sacerdocio
de Cristo hasta el fin de los
tiempos, mediante el
ministerio apostólico.
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LA LITURGIA
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EL AÑO
LITÚRGICO
“La Santa Iglesia considera deber suyo
celebrar con un sagrado recuerdo, en
días determinados, a través del año, la
obra salvífica de su divino Esposo.”
Nace de una búsqueda del pueblo de Dios de una
respuesta al misterio de Cristo, mediante la
conversión y la fe, fruto de la experiencia de la
Iglesia a lo largo de los siglos.
Inicia en el día del paso del Señor en Egipto antes
de la salida del Pueblo de Dios, luego anualmente
en conmemoración del rito del cordero y del pan
ázimo; luego la inmolación en la Cruz de Nuestro
Señor Jesucristo (paso de este mundo al Padre.
Jn. 13, 1) y finalmente la celebración a través de
la liturgia Eucarística que la Iglesia que se hace a
diario, semanalmente en el Domingo día del Señor
y anualmente en la Gran Solemnidad.
Luego durante varios siglos, se fue introduciendo
otros acontecimientos como la Ascensión del
Señor, el Pentecostés y todo lo referente a los
misterios de la vida de Cristo, adicionalmente la
veneración con amor especial a la Madre de Dios,
a los Mártires y demás Santos y también
Ejercicios piadosos.
El Año Litúrgico, es la celebración de la obra
salvadora de Cristo en el tiempo, pero también
expresa la respuesta de conversión y de fe por
parte de la Iglesia.
Para ello, la Liturgia se basa en las Escrituras,
palabras vivas de Cristo, que nos ayudan al
seguimiento auténtico de su vida y sus mandatos,
bajo la guía del Espíritu Santo.
Por medio de los acontecimientos celebrados
no se conmemora algo solo del pasado sino que
son acontecimientos del misterio de Cristo que
se actualizan en la Iglesia que celebra y que
cumplen en cada uno de los que lo celebran,
un bien tan grande que abre las riquezas de
las virtudes y méritos del Señor y los llena de
la Gracia de la Salvación.
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LA LITURGIA
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EL DOMINGO
El domingo es el día que recuerda la
resurrección del Señor y la efusión del
Espíritu Santo, y en el cual la Iglesia se reúne
para celebrar la Eucaristía (cf. SC 6 y 106).
En los comienzos del cristianismo, se celebraba
el día domingo de acuerdo a testimonios
bíblicos (Hech 20, 7-12; Gal 2, 10; entre otros)
y testimonios de documentos de los padres
apostólicos y otros documentos (didaché;
Epístola de Bernabé, entre otros), los cuales,
hacían referencia al día primero como día del
Señor, de un día habitual que el pueblo se
reunía para comer la Cena del Señor, como
tradición cristiana.
Este día es el principio de todo bien: principio
de la creación del mundo, principio de la
resurrección, principio de la semana. También
hablamos del Día Octavo como significado
bautismal y escatológico, es la imagen de lo que
está por venir, es decir la vida Eterna.
La Iglesia el día Domingo está llamada a asistir
sin demora ni falta a la reunión como hermanos
para alabar al Dios Vivo, el no asistir es un
acto grave contra el mismo Dios, ya que el
mismo Domingo nos recuerda que la Iglesia no
existe sino en dependencia del que es su
Cabeza y Esposo (cf. Ef 5,23; Col 1,18), ya que
cuando la asamblea se reúne en torno a la
doble mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo
del Señor, Cristo mismo «nos congrega para el
banquete pascual de su amor; como hizo en
otro tiempo con los discípulos, él nos explica
las Escrituras y parte para nosotros el pan».
1 Cor. 16, 2: “Los domingos, cada
uno de vosotros separe lo que pueda,
según lo que gane, sin esperar a mi
llegada para hacer la colecta”.
Hech. 2, 46-47: “Todos los días
acudían juntos al templo, partían el
pan en las casas, comía juntos con
alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios y gozando del favor
de todo el pueblo”.
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LA LITURGIA
9
EL TRIDÚO PASCUAL
Es la culminación del Año Litúrgico.
Comprende: los días del «triduo de Cristo
crucificado, sepultado y resucitado» Inicia
con la celebración en la tarde del Jueves
Santo y culmina en la Vigilia Pascual, que
abre además el tiempo pascual con el
retorno del Gloria y del Aleluya. El domingo
de Resurrección es, por otra parte, el primer
día del tiempo pascual.
Tiene sus inicios en la fiesta hebrea de los
panes ázimos y del cordero, luego a través
de los siglos se fueron introduciendo muchos
de los ritos que conocemos, un ejemplo de
ello lo vemos en la edad media donde se
incorporó al Jueves Santo el Lavatorio de los
pies.
El Jueves Santo: En la institución de la
Sagrada Eucaristía, Cristo mismo se nos
entrega para salvarnos, para unirnos al
Padre, con la efusión del Espíritu Santo en
una nueva alianza perpetua; en el lavatorio
de pies, nos invita al servicio extremo, nos
comunica su gran amor y su obediencia al
Padre.
El Viernes Santo: Nos va conduciendo a
través de las lecturas hacia la redención que
Cristo nos regala en la Cruz, nos enseña el
valor del sacrificio y de la entrega por amor,
para luego entrar en el silencio que precede
a la resurrección.
El Sábado Santo: Unidos todos en una ayuno
pascual nos disponemos a vivir el momento
de la Luz de Cristo que brilla en medio de las
tinieblas.
Gran Vigilia Pascual: Inicio del tercer
día del Triduo. La Luz de Cristo que reina
en el mundo para la salvación de las
almas, con ella nos adentramos en la
Resurrección a través de la renovación
de las promesas bautismales y con ello la
esperanza de la venida de Cristo Rey.
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LA LITURGIA
10
LA CINCUENTENA
PASCUAL
Comprende desde el domingo de
Resurrección hasta el domingo de
Pentecostés. Debe celebrarse como un
solo y único día festivo, más aún, como una
prolongación del Gran Domingo y el tiempo
del Espíritu
La cincuentena pascual comprende la
octava de pascua, a los cuarenta días la
Ascensión del Señor y finaliza con la vigila
y el Pentecostés.
Los siete domingos que la componen, están
enmarcados en una presencia viva de
Cristo Resucitado, en unidad del Espíritu
que actúa en las personas que viven la
presencia del Resucitado.
Luego, en el domingo de la Ascensión del
Señor, cuarenta días después de la
Resurrección, la Iglesia celebra que Jesús
sube al cielo a la diestra de Dios Padre
para convertirse en nuestro mediador e
intercesor de la obra fundada por Él en la
tierra, colocando así al hombre en ese
peregrinar por el camino de la salvación
con la esperanza de nuestra propia subida
al cielo gracias a nuestro Maestro.
Finaliza con el Pentecostés, fiesta en la
cual el Espíritu Santo es el fruto de la
pascua, inicio de la obra de Cristo (su
Iglesia), el inicio de la misión de los
Apóstoles para extender el reino a todos
los pueblos, dándoles a conocer el
Evangelio de Cristo, bautizándolos en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
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LA LITURGIA
11
LA CUARESMA
Dura cuarenta días, desde el domingo I de este
tiempo hasta el jueves santo. Pero a estos días
hay que añadir el miércoles de ceniza y las ferias
de este nombre. Los domingos de Cuaresma se
denominan I, II, III, IV y V, pero el VI lleva por
título domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
En tiempo de Cuaresma no se adorna con flores
el altar, y la música se permite sólo para
sostener el canto, a excepción del domingo VI y
las solemnidades y fiestas.
La Cuaresma es un signo definido
fundamentalmente por la gracia y la salvación
logradas por Cristo, nuevo Israel (cf Mt 2,15), y
por la conversión, la fe, el bautismo y la
penitencia (cf SC 109-110).
Miércoles de Ceniza: Es la expresión de la
voluntad de conversión ante la llamada de Dios.
Por eso se ha introducido una nueva bendición
sobre quienes van a recibir la ceniza y se ha
situado el rito después de la homilía.
Domingo de Ramos: Proclama el relato de la
entrada de Jesús en Jerusalén en el rito de la
bendición de los ramos, y la Pasión del Señor en
la misa, cada año según el respectivo sinóptico.
El lunes, martes y miércoles santos: Prolongan
de alguna manera el ambiente prepascual del
domingo de Ramos. El Oficio divino, durante
estos tres días y el mismo jueves santo hasta la
hora intermedia inclusive, contribuye aún más a
dar a estos días un carácter de introducción a la
Pasión del Señor.
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LA LITURGIA
12
CICLO DE LA
MANIFESTACIÓN
DEL SEÑOR
La celebración natalicia del Señor se inicia con las I vísperas de Navidad y termina el domingo
después de la Epifanía.
Las principales fiestas son el 25 de diciembre y la Epifanía, el 6 de enero, pero el domingo
siguiente a Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia, el 1 de enero, octava de Navidad, la
solemnidad de Santa María Madre de Dios, y el domingo después de Epifanía la fiesta del
Bautismo del Señor.
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LA LITURGIA
13
Marca el inicio del Nuevo Año Litúrgico
católico y la preparación de la Navidad
cuatro semanas con sus respectivos
domingos, está dividido en dos partes: en
las dos primeras semanas, meditamos la
venida final del Señor, cuando ocurra el
fin del mundo y en las dos siguientes
reflexionamos sobre el nacimiento de
Jesús y su irrupción en la historia del
hombre en Navidad.
El Adviento empieza en las I vísperas del
domingo que cae el 30 de noviembre
(fiesta de San Andrés Apóstol) o en el
día más cercano a esta fecha, y termina
antes de las I vísperas de Navidad
(NUALC 40)
Es también tiempo de espera, espera de
aquel que viene a nuestras vidas para
transformarla con su amor, una vez nos
reconozcamos pecadores necesitados de
su poder y misericordia
Corona de Adviento:
En los templos y casas se colocan las coronas de Adviento y se va encendiendo una vela por
cada domingo. Simbolismos: Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.
Círculo: Sin fin, amor eterno; Ramas verdes: Esperanza y vida; Manzana: frutos del Jardín del
Edén y Listón rojo: Amor de Dios que nos envuelve.
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LA LITURGIA
14
NAVIDAD
El evangelio anuncia: «os ha nacido un
Salvador» (cf. Le 2,1-14), el descendiente
de David (Is 9,2-7), Jesucristo, Dios y
Salvador nuestro (Tit 2,11-14), a quien el
Padre dice: «Tú eres mi Hijo, yo te he
engendrado hoy» (Sal 2,7). La señal es la
eucaristía, el nuevo intercambio admirable.
Es un tiempo litúrgico en el que a luz eterna
viene al mundo para dar esperanza, alegría y
paz al oprimido, al esclavo, rompiendo así
con las tinieblas de la muerte y la esclavitud
del pecado.
Tiempo además en que el hombre une los
lazos fraternos en torno al salvador, en un
ambiente de reconciliación, de paz, de
regocijo.
Acompañados indudablemente, de la mano
de María nuestra madre, fiesta que
celebramos el 01 de enero en la Maternidad
Divina, regalo divino de Dios para el
hombre, compañía, consuelo, mediadora,
protectora por esencia hacia sus hijos
ingratos.
Pesebre: Sencillez y humildad.
San José: Nos inspira a la obediencia y la fortaleza.
Virgen María: Fidelidad y amor a Dios, compresiva y
bondadosa.
Niño Jesús: Guía espiritual, se aloja en el corazón del
hombre para transmitirle su amor al mundo.
Buey: Su misión era mantener caliente la cuna del niño
Jesús. Sirve como ejemplo a los hombres, para que
mantengan en sus hogares un ambiente cálido y
amoroso.
Burro: Es el animal más humilde de la creación, por
ello fue el elegido para acompañar a la Sagrada
Familia.
El ángel: Simboliza la bondad, el amor y la
misericordia.
Tres reyes magos: Sus obsequios (oro, incienso y
mirra), le muestran a Jesús su naturaleza real y
divina.
Pastores: Es humildad, sencillez, servicio, ayuda y
alegría de los humanos que cuidan con amor a su
rebaño.
Ovejas: Obediencia y docilidad, inspiran confianza.
Estrella: Renovación. Luz inagotable y refrescante
que disipa las tinieblas para darnos esperanza.
SIGNIFICADO DE LOS
ELEMENTOS DEL PESEBRE
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LA LITURGIA
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LA EPIFANÍA DEL
SEÑOR
Voz griega que significa “Manifestación”. El
Señor se reveló a los paganos en la persona de
los magos. El verdadero rey que debemos
contemplar en esta festividad es el pequeño
Jesús.
Esta adoración representa la aceptación de la
divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos
paganos, al ofrecer oro, incienso y mirra,
sustancias preciosas se puede ver el
reconocimiento implícito de la realeza mesiánica
de Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su
humanidad (mirra).
Los magos (Melchor, Gaspar y Baltasar)
supieron utilizar sus conocimientos (la
astronomía) para descubrir al Salvador,
prometido por medio de Israel, a todos los
hombres. Los orientales llamaban magos a sus
doctores; en lengua persa, mago significa
"sacerdote". La tradición, más tarde, ha dado a
estos personajes el título de reyes, como
buscando destacar más aún la solemnidad del
episodio que, en sí mismo, es humilde y sencillo.
La Epifanía, como lo expresa la liturgia, anticipa
nuestra participación en la gloria de la
inmortalidad de Cristo manifestada en una
naturaleza mortal como la nuestra.
Mt. 2, 11: “Entraron en la casa y
vieron al niño con María, su madre; se
pusieron de rodillas y lo adoraron;
abrieron sus tesoros y le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra”.
17. Centro Arquidiocesano de Formación “Evangelli Gaudium”
LA LITURGIA
16
PASALITURGIA
Descubre los
misterios de mi
Hijo amado