PINTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA (SIGLO XVI).ppt
Tema 6 el régimen de la restauración
1. TEMA 6 EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN
(1874-1902)
1. El establecimiento de Alfonso XII como rey, y el funcionamiento
del sistema canovista; la
Restauración en Castilla-La Mancha.
2. La oposición política al régimen de la Restauración.
3. La crisis de 1898 y la liquidación del imperio colonial.
2. Tras el fracaso de la Revolución de 1868, al ser incapaz
de dar estabilidad a España, comienza en 1874 un nuevo
periodo llamado Restauración, ideado por Cánovas del
Castillo, con la vuelta de los Borbones a la monarquía en
la figura de Alfonso XII.
Se denomina Restauración al período de la Historia de
España, comprendido entre 1874 y 1923, en el que se
restauró la monarquía y los Borbones en la persona de
Alfonso XII. Incluye también la Regencia de María Cristina
(1885-1901) y el reinado de Alfonso XIII (1901-1931),
aunque el sistema político de la Restauración quedó en
suspenso en 1923.
3.
4. 1. El establecimiento de Alfonso XII como rey, y el funcionamiento
del sistema canovista; la Restauración en Castilla-La
Mancha.
El día 3 de enero de 1874 el general Pavía da un golpe de Estado, dando así
fin a la I República, e iniciandose un gobierno provisional que durará 11 meses,
presidido por el general Serrano.
Cánovas del Castillo continuaba con la preparación para la vuelta de la
monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII, y para ello necesitaba de
3 factores:
● El fin de los conflictos bélicos (carlismo, cantonalismo, secesionismo cubano).
● La abdicación de la reina Isabel II en su hijo en 1870.
● La aceptación de la opinión pública que todavía recordaba mal el reinado de Isabel II.
El Manifiesto de Sandhurst fue firmado por el príncipe el 1 de diciembre de 1874, mientras
realizaba sus estudios en la academia militar Sandhurst, en Inglaterra. El manifiesto se redactó
con el pretexto de contestar a las felicitaciones recibidas al cumplir
diecisiete años (28/11/1874), que significaba la mayoría de edad. El
documento fue ideado y elaborado por Antonio Cánovas del Castillo; en el
mismo se daba a conocer el nuevo sistema político que se quería implantar,
una monarquía constitucional, de tipo conservador y católico (apoyo de
los católicos españoles ante las reticencias mostradas ante Amadeo I) que
defendía el orden social pero que garantizaba el funcionamiento del sistema
político liberal, que se sostendría en un sistema bipartidista (moderados y
progresistas).
5. El gobierno de Serrano, estaba muy desgastado, por lo que Cánovas, quiere
evitar que la restauración de los Borbones, en el trono de España se haga a
través de un golpe de Estado, sino a través de una transición pacífica, por lo
que pide al ejército que no intervenga; pero el general Martínez Campos
interviene pronunciandose en Sagunto (Valencia), el 27 de diciembre de 1874,
a favor de la monarquía, provocando la ira del líder conservador.
El 14 de enero de 1875, Alfonso XII (con 18 años) llega a Madrid, nombrando a
Cánovas presidente del gobierno que restablece el Concordato de 1851,
suspende la prensa demócrata y republicana, endureciendo la censura; pero
acepta el sufragio universal masculino para las Cortes, (la ley ira cambiando
sucesivamente), lo que es bien visto por los progresistas.
● El sistema canovista.
El nuevo régimen político es conocido como “Sistema Canovista” ya que fue
Cánovas su creador tomando como modelo el sistema británico, consistente
en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían
pacíficamente en el poder.
Cánovas trató de articular su sistema por medio de unos partidos que coincidieran
ideológicamente en lo esencial: defensa de la monarquía, respeto hacia las libertades
políticas básicas, mantenimiento del orden social, estado centralista y asegurar la
gobernabilidad y evitar la constante injerencia del ejército era su objetivo fundamental. Eso le
permitiría integrar a un amplio espectro político que iba desde los antiguos moderados hasta
los constitucionales de Sagasta. Los dos partidos del sistema fueron el Partido Liberal
Conservador (conocido genéricamente como Partido Conservador) y el Partido Liberal
Fusionista (conocido como Partido Liberal).
6. ● Turno pacífico de partidos.
El Partido Conservador fue creado por Cánovas y a la muerte de
este (1897), será liderado por Silvela. Integraba al antiguo Partido
Moderado y de la Unión Liberal. Partidarios de una monarquía
parlamentaria con libertades restringidas, sufragio censitario,
censura, catolicismo, proteccionismo económico y sufragio
censitario. Contaban con el apoyo de la Iglesia y de las oligarquías
financieras.
El Partido Liberal aglutinó a antiguos progresistas, unionistas e
incluso a los sectores posibilistas del partido radical. Lo lideraba
Práxedes Mateo Sagasta y representaba también los intereses de
la burguesía, pero defendían el sufragio universal y un conjunto de
libertades más amplios entre los que destacaba la libertad de culto,
la libertad de prensa y el librecambismo.
Se trataba, por tanto, de un falso régimen parlamentario ya que los dos partidos,
conservadores y liberales, solo representaban los intereses de la burguesía y porque el turno
pacífico en el poder respondía a acuerdos previos y al fraude electoral, que se producían
cuando la situación política exigía el cambio de partido en el gobierno; pero que evitaba los
pronunciamientos militares para alcanzar el poder.
Fuera del proyecto canovista sólo quedarían, por la derecha, los elementos más conservadores
y los carlistas. Por la izquierda, los planteamientos canovistas excluían a los radicales de Ruiz
Zorrilla, a los republicanos y a los nacientes movimientos nacionalistas y socialistas.
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8. ● El funcionamiento del turno.
El presidente del gobierno de turno (Conservador/Liberal), convocada las
elecciones comenzando el fraude electoral: Desde Madrid (ministerio de la
gobernación), se transmitían instrucciones a los gobernadores civiles de
cada provincia, estos elaboraban la lista de los candidatos que debían salir
elegidos en cada localidad “los encasillados”, con el visto bueno del ministro
“El gran elector”, se lo comunicaban a los caciques locales (personajes con
gran poder económico en la provincia), que previo acuerdo (“el contrato”),
se encargaban de la manipulación de los resultados electorales mediante
diversos procedimientos que iban desde las amenazas, haciendo desistir a
los candidatos non gratos, compra de votos, falsificación del censo electoral
(incluyendo fallecidos) o el “pucherazo”, que era la manipulación directa de los resultados
electorales mediante la falsificación o destrucción de las actas de recuento, o la introducción en
las urnas las papeletas correctas con el beneplácito de las fuerzas locales (jefe de la Guardia
Civil, alcalde, juez, notario), cerrando el colegio electoral antes o después de la hora de cierre
oficial.
El sistema, era una burla electoral, pero tenía 3 aspectos
favorables:
a) Evitaba la presencia política de los militares, consiguiendo
una alternancia de partidos de forma pacífica.
b) Dotaba de infraestructuras a zonas muy subdesarrolladas,
como pago de favores al cacique de la zona.
c) Aunque era una fraude político, el pueblo adquirió su primer
contacto con la democracia.
9. El sistema canovista tuvo 2 fallos debido al sufragio censitario:
Los obreros no podían votar al carecer de las rentas necesarias que establecían las sucesivas
leyes electorales, por lo tanto crearon organizaciones obreras: el anarquismo partidario de la
acción directa y el socialismo, partidario de la acción política.
El voto beneficiaba a los propietarios campesinos que pagaban 25 pts, mientras que los
industriales votaban los que pagaban 50 pts por renta, lo que hacía que la política estuviera
dominada por la España rural, iniciandose un movimiento autonomista contra el “centralismo
castellano”.
En el caso de Castilla-La Mancha durante la época de la Restauración, las condiciones
socioeconómicas favorecieron la existencia de una red de caciques, que controlaron las
estructuras de poder del sistema de turno de partidos establecido a partir de 1875.
El alto número de analfabetos en nuestra región (superior al 70% en 1877) favoreció la
influencia política y el poder de los grandes propietarios agrícolas, que controlaban la comunidad
rural, decidiendo el voto en los 30 distritos de la región. Los candidatos liberales y
conservadores se turnaron para obtener el mayor
número de actas de diputados.
Las redes caciquiles se extendían por toda la región,
el Conde de Romanones controlaba Guadalajara, la
familia de los Arribas controlaban el distrito de Cañete
(Cuenca), los Medrano en Ciudad Real y los
Ochando o los López Chicheri en Albacete.
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11. ● La constitución de 1876.
La Constitución de 1876, la más duradera de la historia de España, desde 1876 hasta 1923
(Dictadura de Primo de Rivera). Su gran ventaja, radicaba en su elasticidad; es decir, un
articulado poco preciso que era compatible con gobiernos distintos. Se podrían variar las leyes
ordinarias sin tener que cambiar la Constitución; se evitaba, así, que cada cambio de gobierno
supusiera un cambio constitucional y se evitaba la sucesión de constituciones del XIX
(12,37,45,56,69,73).
La constitución debía de garantizar la alternancia política de los 2 grandes partidos dinásticos,
conservador/liberal, mediante el sufragio, poniendo así fin a los pronunciamientos militares como
medio para alcanzar el poder, como en los reinados de Fernando VII e Isabel II.
La declaración de derechos era semejante en apariencia a la de 1869, pero únicamente se
reconocían con carácter general y su regulación mediante leyes posteriores permitió limitarlos o
anularlos sin necesidad de modificar la Constitución.
El moderantismo constitucional quedaba de manifiesto en la existencia de
una soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Las prerrogativas del
rey aumentaban: Aglutinaba el poder ejecutivo junto con los ministros del
gobierno de turno; nombraba y separaba libremente a los ministros;
sancionaba y promulgaba las leyes; convocaba, disolvía y suspendía las
Cortes. El rey era inviolable, siendo responsable de sus actos el Jefe de
Gobierno y sus ministros.
12. Las Cortes eran bicamerales, con un Senado elitista y conservador en el que tan sólo una parte
era elegible (altos contribuyentes), luego existían senadores vitalicios por derecho propio
(nobleza, clero,…) y senadores vitalicios nombrados por el rey; el Congreso era electivo, pero
no se definía el tipo de sufragio en la Constitución, siendo regulado por leyes posteriores,
dependiendo del partido en el poder.
La primera ley electoral estableció el sufragio censitario, pero en 1890 Sagasta restauró el
sufragio universal masculino.
El poder judicial ganaba en independencia y
unidad al quedar anulados los fueros vascos;
no así la administración local, pues la corona
intervenía en la elección de los alcaldes,
mientras que los concejales los elegía el
pueblo.
En la cuestión religiosa se impuso la
posición de Cánovas, aunque con cierta
ambigüedad: Se declaraba el catolicismo
como religión oficial del Estado y se prohibían
las manifestaciones públicas de cualquier otra
religión, aunque se reconocía la libertad
individual de culto.
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14. El momento más delicado para el sistema llegaría en noviembre de 1885 con la muerte
prematura de Alfonso XII. El monarca había tenido un breve matrimonio con su prima María de
las Mercedes, y con su segunda esposa María Cristina de Habsburgo no tenía descendencia
masculina (sólo dejaba dos hijas). La reina se encontraba embarazada, el nacimiento, en mayo
de 1886, de un heredero varón (el futuro Alfonso XIII) contribuyó a perpetuar el sistema.
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16. 2. La oposición política al régimen de la Restauración.
Durante la Restauración, las fuerzas que quedaron al margen del sistema eran los republicanos,
desplazados y divididos tras el golpe de Pavía, los carlistas, derrotados en el campo de batalla,
el naciente movimiento obrero (socialismo/anarquismo), así como los movimientos nacionalistas.
Esta oposición nunca consiguió obtener un número suficiente de diputados para formar gobierno
o ser influyentes en el Congreso, por lo que esta debilidad, constituyo la razón del éxito del
sistema canovista.
Los carlistas después de la derrota militar de 1876, el pretendiente carlista Carlos VII se vio
obligado al exilio. El carlismo entraba en una grave crisis cuando miembros tan destacados
como el viejo general Cabrera, reconoció a Alfonso XII como rey de
España; a partir de entonces se mantuvieron divididos entre los
partidarios de una nueva guerra civil y los que pedían la integración
pacífica en el sistema político, de la mano de Cándido
Nocedal,formando el Partido Carlista.
El carlismo renovó sus ideas para adaptarlas a la nueva situación
política, con un nuevo programa político recogido en el Acta de
Loredan.El programa recogía los antiguos principios como la unidad
católica, los fueros, la autoridad del pretendiente carlista y su oposición a
la democracia, aunque aceptaban el nuevo orden liberal y capitalista.
El carlismo se dividiría a la muerte de Alfonso XII, cuando seguidores de
Nocedal funden en 1888 el Partido Católico Integrista; mientras que el
Partido Carlista, se refundaba en las llamadas Juntas Tradicionalistas.
17. Los partidos republicanos perdieron gran parte de su apoyo social dado que los partidos
obreros y nacionalistas comenzaron a resultar más atractivos como fuerza de oposición al
sistema.
Cánovas los situó al margen de la legalidad en el inicio de la Restauración, de este modo sus
más destacados dirigentes tuvieron que marchar al exilio. Además los republicanos se
encontraban divididos en varias tendencias que les hicieron disminuir su apoyo electoral.
El Partido Republicano Posibilista de Castelar, que fue evolucionando hacia posiciones cada
vez más moderadas y convencido de la perdida de fuerza de sus ideales y de que la
Restauración garantizaba el orden social y que era “posible” que la monarquía asumiera
algunos principios democráticos.
El Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla y Salmerón, que mantuvo sus ideas
republicanas y que se fue radicalizando, no descartando la acción violenta contra la monarquía
y protagonizando un intento de alzamiento en 1883. Más tarde Salmerón se separaría de esta
formación política formando el Partido Republicano Centralista.
El Partido Republicano Federal de Pi y Margall, era el que contaba
con mayor apoyo popular. De base urbana con presencia en el mundo
rural, sus militantes eran laicistas y anticlericales, partidarios de la
descentralización, lo que le acercaría a grupos nacionalistas.
Pese a que el sufragio universal revitalizo el movimiento republicano,
generando incluso alianzas entre estos partidos como la Unión
Republicana, fue paulatinamente perdiendo sus bases sociales y
compitiendo con el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879.
18. Además de carlismo y del republicanismo, empiezan a aparecer nuevas formas de oposición,
como serán el nacionalismo y el regionalismo, que se caracterizaban por que tenían una
concepción distinta de la España centralista.
El regionalismo se había iniciado en el siglo XIX, y aspiraba a un cierto grado de autogobierno,
respetando la soberanía de España como Estado. Cuando se traspasó ese límite, hablamos ya
del nacionalismo, que se vera potenciado cuando suceda el Desastre de 1898, buscando un
nuevo modelo de Estado, pues partían de la conciencia de las diferencias culturales que le
alejaban de la política unitaria propia del Estado liberal.
En Cataluña existía una intensa conciencia nacional que se tradujo en
iniciativas sociales muy variadas como asociaciones, periódicos o centros
de excursiones. Ese movimiento cultural, que trataba de recuperar la
lengua y la cultura catalana, es conocido como Renaixença.
El primer gran impulsor del catalanismo fue Valenti Almirall, fundador del
Diari Català (primer periódico en catalán), que apostaba por un
catalanismo interclasista que defendiera las señas de identidad catalanas.
En 1891 se formó un primer grupo político Unió Catalanista que redactaría
las Bases de Manresa, primer documento reivindicativo del catalanismo.
El Desastre de 1898, favoreció la extensión del movimiento catalán, a la
que se une la burguesía catalana, muy perjudicada por las perdidas
económicas al perder el comercio antillano.
19. Este movimiento se escindiría en dos grandes líneas: una conservadora, cuyo partido más
representativo fue la Lliga Regionalista, fundada por Enric Prat de la Riba en 1901 y liderada a
la muerte de este, por Francesc Cambó, y otra republicana y revolucionaria, representada por
Esquerra Republicana de Catalunya, fundada en 1931 por Lluis Companys y Francesc Maciá.
En el País Vasco los planteamientos nacionalistas encontrarían su cauce con la fundación, en
1895, del Partido Nacionalista Vasco (PNV) por Sabino Arana, un antiguo integrista católico que
se dedico a normalizar y estructurar la lengua vasca (euskera)y que hizo una propuesta
independentista basada en la raza, en la religión, el antiespañolismo
y la reivindicación de independencia para Euskal Herria, territorio
formado por las tres provincias vascas, Navarra y el País Vasco
francés. Al principio su apoyo social fue escaso debido a su
radicalismo antiespañol, a su rancio tradicionalismo agrario y a su
limitación al entorno vizcaíno. Pero, desde comienzos del XX,
evolucionó hacia posturas más moderadas que extendieron su
influencia entre la población vasca.
20. En Galicia, de modo semejante a lo ocurrido en Cataluña, surgió un
movimiento cultural O Rexurdimiento, que trataba de
recuperar las tradiciones gallegas y que poco a poco incorporó
planteamientos políticos. En 1889 Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro)
fundó la Asociación Regionalista Galega, de marcada tendencia
tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos. Con ella el
galleguismo político inició su andadura.
Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España
como Andalucía o Valencia, pero su trascendencia política fue menor.
Los partidos obreros se organizaron legalmente a partir de la promulgación de la Ley de
Asociaciones en el gobierno largo de Sagasta. La división obrera, a nivel mundial, tras la
ruptura de la AIT (1872) también marcó la evolución del obrerismo en España. El movimiento
obrero estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas, los socialistas marxistas y los
anarquistas de Bakunin.
En España, el anarquismo fue la corriente mayoritaria: Sus principales focos estaban en el
campo andaluz y en el proletariado urbano catalán. Los anarquistas rechazaban toda acción
política por vía parlamentaria, entre sus filas ganó adeptos la táctica propuesta por Kropotkin,
partidario de la “propaganda por el hecho” (violencia
terrorista). Los años noventa fueron ricos en esta práctica,
dando lugar a un círculo vicioso de atentado, represión con
fusilamiento, nuevo atentado como represalia anarquista y
nueva represión. En esa dinámica se enmarca el asesinato
de Cánovas del Castillo a manos del anarquista italiano
Angiolillo en 1897 o el de Canalejas en 1912.
21. En Andalucía la Mano Negra, supuesta organización terrorista anarquista,
asesinaba a los ricos terratenientes andaluces; por lo que se respondió
deteniendo a los líderes obreros y se persiguió a las organizaciones
obreras.
En resumen, el anarquismo durante el XIX, se destaco en atentados y
asesinatos a personajes significativos, por lo que sufrió una voraz
persecución que limitó su desarrollo como fuerza política. Habrá que esperar al XX para la
creación de la CNT.
Dentro del marxismo el PSOE se convirtió en el partido más importante. Fue fundado, en la
clandestinidad, en 1879 por Pablo Iglesias. Su aspiración inicial era el fin de la sociedad
capitalista, la abolición de las clases sociales y la toma del poder político por la clase
trabajadora. En 1888, el propio Pablo Iglesias fundó la Unión General de Trabajadores (UGT)
como sindicato del partido. Sus reivindicaciones se centraron en mejorar las condiciones de
trabajo: Establecer un salario mínimo; reducción de la jornada laboral; descanso dominical;
prohibición del trabajo infantil, etc. En cualquier caso, tanto el PSOE como
la UGT fueron hasta comienzos del siglo XX grupos minoritarios, en
comparación con los anarquistas.
También es interesante señalar la aparición de una “oposición intelectual”
basada en la doctrina filosófica conocida como Krausismo. En 1876,
Francisco Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza
revitalizando el mundo cultural español y negándose a ajustar sus
enseñanzas a los dogmas oficiales de la época.
22. 3. La crisis de 1898 y la liquidación del imperio colonial.
Tras la batalla de Ayacucho en 1824, España solo contaba con las islas de Cuba, de Puerto Rico
y de las Filipinas. Eran los últimos restos del gran imperio español formado durante el gobierno
de los Habsburgo. La mayoría de las colonias españolas en América habían alcanzado su
independencia durante el reinado de Fernando VII (1808 – 1833), convirtiéndose en repúblicas
independientes gobernadas por las minorías criollas.
Tras el primer intento insurreccional cubano (Guerra de los Diez Años, 1868-78) la firma de la
Paz de Zanjón no logró acabar con el sentimiento nacional. Los cubanos esperaban de la
administración española una serie de reformas como la obtención de representación en las
Cortes españolas, la participación en el gobierno de la isla, la libertad de comercio y la abolición
de la esclavitud, que aún se mantenía en Cuba. Ninguna de estas peticiones fue tomada en
consideración por España debido a la rotunda oposición de los grandes propietarios, de los
negreros y de los comerciantes peninsulares.
23. El sentimiento nacionalista cubano se veía acrecentado por la influencia económica de los
Estados Unidos, que integró a la isla en su ámbito comercial. Así pues, a las peticiones políticas
se sumaban los deseos de una clara liberalización económica, especialmente tras la aprobación
del llamado “arancel Cánovas” (1891) que aumentaba las tarifas arancelarias para los productos
importados no españoles. El arancel perjudicaba notablemente a EEUU, que adquiría grandes
cantidades de azúcar y tabaco cubano, mientras sólo podía exportar a Cuba productos con
fuertes impuestos de entrada. El presidente norteamericano William McKinley manifestó su
protesta y comenzó su acercamiento a los independentistas cubanos.
El Partido Liberal de Sagasta se mostró favorable a introducir mejoras en la isla, pero durante
sus sucesivos mandatos sólo llegó a concretar la abolición formal de la esclavitud, en 1888. La
falta de reformas estimuló los deseos de emancipación; así en 1893, un intelectual, José Martí,
fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la independencia para lo que logró un
importante apoyo exterior, especialmente de EEUU. El independentismo aumentó rápidamente
su base social y contó con el apoyo de antiguos revolucionarios (Máximo Gómez, Antonio
Maceo, etc.) que se habían negado a aceptar la Paz de Zanjón.
24. Ante esta situación, la guerra volvió a estallar. El 24 de febrero de 1895 se produjo el llamado
“Grito de Baire” que dio inicio a un levantamiento generalizado. El presidente del gobierno
español Cánovas del Castillo envió un ejército al mando del general Martínez Campos, que
trató de reprimir militarmente la rebelión pero también de buscar un acercamiento con los
sublevados.
Martínez Campos no logró controlar la rebelión, por lo que fue sustituido por Valeriano Weyler
partidario de una férrea represión. Weyler se mostró muy duro con los rebeldes, aplicando la
pena de muerte a muchos de ellos, y también con la población civil, víctima del hambre y las
epidemias.
En 1897 Cánovas del Castillo fue asesinado y Sagasta asume el gobierno, decidiendo introducir
algunas reformas buscando la conciliación. Para ello decretó la autonomía de Cuba, la igualdad
entre cubanos y peninsulares y la autonomía arancelaria. Sin embargo, las reformas llegaban
demasiado tarde: los independentistas se negaron a aceptar el fin de la guerra que España
declaró de forma unilateral; también los residentes españoles en Cuba mostraron su malestar
ante las concesiones.
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26. Es entonces cuando EEUU decide intervenir directamente en Cuba enviando al acorazado
Maine, en teoría para proteger los intereses de los residentes americanos. En abril de 1898 el
Maine estalló en el puerto de La Habana, EEUU culpó falsamente a agentes españoles del
hecho. El presidente McKinley envió un ultimátum a España exigiendo la retirada de Cuba y el
pago de 300 millones de dólares a cambio de la isla, o en caso contrario la declaración de guerra.
España era relativamente consciente de su inferioridad militar, pero consideró humillante el
ultimátum. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana.
La escuadra española, al mando del almirante Cervera, fue rápidamente derrotada en la batalla
de Santiago de Cuba. Tropas estadounidenses comenzaron a ocupar Cuba y Puerto Rico.
Paralelamente al conflicto cubano se produjo una rebelión en las Islas Filipinas. Los intereses
económicos españoles eran mucho menores que en Cuba, pero existía una notable producción
de tabaco y servía de enlace para el comercio con el continente asiático. En 1892, José Rizal
había fundado la Liga Filipina que encabezará posteriormente la rebelión independentista. Los
norteamericanos también se presentaron allí como libertadores e igualmente derrotaron a otra
escuadra española en la batalla de Cavite (1898). Aunque la ciudad de Manila logró resistir
durante algunos meses, ante la evidencia de la derrota, España pidió la firma de un acuerdo de
paz.
27. Finalmente, en diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París
por el cual España perdía Cuba y, además, cedía a Estados
Unidos Puerto Rico, Guam y las islas Filipinas, éstas últimas a
cambio de veinte millones de dólares.
La derrota y la consiguiente pérdida de las colonias fueron
conocidas en España como “el desastre del 98”, convirtiéndose
en símbolo de la crisis de la Restauración. A pesar de la
envergadura de la crisis de 1898 y de su simbología, sus
repercusiones fueron menores de lo esperado. En lo económico,
la guerra comportó notables pérdidas materiales en la colonia, pero no fue así en la metrópoli.
Tampoco aconteció una gran crisis política, la Restauración sobrevivió y la continuidad del turno
dinástico se mantuvo; no obstante, sí hubo un crecimiento de los movimientos nacionalistas en
el País Vasco y Cataluña.
De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis
moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico
entre la población. La derrota sumió a la sociedad y a la clase
política española en un estado de desencanto y frustración porque significó
la destrucción del mito del Imperio español –en un
momento en que las potencias europeas estaban construyendo
enormes imperios coloniales en Asia y África- y la relegación de España
a un papel de potencia secundaria.
28. El desencanto provocado por la crisis del 98 provocó la aparición del
fenómeno del “regeneracionismo”. Esta corriente de pensamiento
hablaba con insistencia de la necesidad de una regeneración de
España; su mayor exponente fue Joaquín Costa que denunciaba la
incapacidad del sistema de la Restauración para hacer frente a los
cambios de los nuevos tiempos y a las demandas de la sociedad. La
crítica regeneracionista era muy dura con la historia de España,
denunciaba los defectos de la psicología colectiva española y defendía
la necesidad de acabar con la corrupción electoral, mejorar la situación
del campo español y aumentar el nivel educativo y cultural del país.
Asimismo, un grupo de literatos y pensadores,
conocidos como la Generación del 98, intentaron
analizar el “problema de España” en un sentido muy
crítico y en tono pesimista. Pensaban que tras la
pérdida de los últimos restos del Imperio español había
llegado el momento de una regeneración moral, social
y cultural del país. Entre estos intelectuales destacan
Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz (Azorín), Pío
Baroja o Antonio Machado.