2. “ Por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15).
3. “ Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. . . . Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo. Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió” (Salmos 33:6, 8, 9).
4. Fue simplemente hablando que el Omnipotente formó el universo. Cuando su majestuosa voz resonó con poder creativo, la palabra hablada llamó la vida a la existencia—un reino entero de plantas, peces, pájaros y animales. Y el ser humano fue formado de una manera más personal—del polvo de la tierra. Así, “en seis días
5. hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay” (Éxodo 20:11). “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:1-4).
6. De ese modo, Dios el Padre “creó todas las cosas por Jesucristo” (Efesios 3:9 [Inglés]), quién después vino a este planeta como un hombre cuando “aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
7.
8. “ Dios reclama cada alma como su propiedad, por derecho de creación, y dos veces suya por haberla comprado con la sangre preciosa de Cristo. Todos fueron creados a su imagen.” 1 “Eres propiedad de Cristo por la creación y la redención.” 2 “Somos individualmente propiedad de Cristo, suposesión comprada.” 3
9.
10. otra. ‘El que tiene al Hijo, tiene la vida’ (1 Juan 5:12).” 4 Entonces, ¿por qué él escogió morir? Cuando el primer ser humano fue creado a la misma imagen de Dios, “mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
11. comieres, ciertamente morirás.” “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió” (Génesis 2:16, 17; 3:6).
12. “ Cuando el hombre pecó, todo el cielo se llenó de pesar; porque por haberse rendido a la tentación, el hombre se volvió enemigo de Dios, un participante de la naturaleza satánica. La imagen de Dios a la cual había sido creado fue arruinada y desfigurada. El carácter del hombre estaba en desarmonía con el carácter de Dios; porque por el pecado el
13. hombre se volvió carnal, y el corazón carnal es enemistad contra Dios, no está sujeto a la ley de Dios, ni tampoco puede estarlo. A los ángeles les parecía no haber ninguna manera de escape para el transgresor. Cesaron sus himnos de alabanza, y a lo largo de los atrios celestiales se lamentaron por la ruina que el pecado había
14. acarreado. En desarmonía con la naturaleza de Dios, inflexible a las demandas de su ley, nada sino la destrucción se presentaba ante la raza humana. Desde que la ley divina es tan inmutable como el carácter de Dios, no podría haber esperanza para el hombre a menos que pudiera idearse alguna forma mediante la cual se perdonara su
15. transgresión, se renovara su naturaleza y se restaurara su espíritu para reflejar la imagen de Dios”. 5 Sin embargo, desde los días de la eternidad pasada, incluso antes de que la raza humana fuera creada, un plan maravilloso ya había sido ideado en caso de que él cayera. “La Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se
16. dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin de llevar a cabo plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como ofrenda por el pecado. ¿Con qué se podría medir la profundidad de este amor?” 6
17. El Señor declaró: “Que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención” (Job 33:24). “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con
18. nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:6-9). Este más noble gesto de puro y abnegado amor fue un acto voluntario, tal como lo declaró Jesús: “Yo pongo mi vida, para
19. volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10:17, 18).
20.
21. cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” (Juan 12:24, 25). También hizo un importante comentario: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
22. todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir” (versículos 32, 33). La muerte de Cristo en la cruz del Calvario tiene un poder de atracción; toca el corazón del pecador con la comprensión de cuán inmenso es el amor celestial.
23. “ Cristo representó su sacrificio redentor por medio del grano echado en la tierra. ‘Si el grano de trigo no cae en la tierra—dijo Jesús—, y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva’ (Juan 12:24). Así la muerte de Cristo producirá frutos para el reino de Dios. De acuerdo con la ley del reino vegetal, la vida será el resultado de su muerte.
24. “ Y todos los que produzcan frutos como obreros juntamente con Cristo, deben caer primero en la tierra y morir. La vida debe ser echada en el surco de las necesidades del mundo. Deben perecer el amor propio y el egoísmo. Pero la ley del sacrificio propio es la ley de la preservación propia. La semilla enterrada en el
25. suelo produce fruto, y a su vez éste es sembrado. Así se multiplica la cosecha. El agricultor conserva su grano esparciéndolo. Así en la vida humana: dar es vivir. Lavida que se preservará será la que se dé liberalmente en servicio a Dios y los hombres. Los que sacrifican su vida por Cristo en este mundo, la conservarán eternamente.” 7
26. “‘ Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y esto decía dando a entender de qué muerte había de morir’ (Juan 12:32, 33). Esta es la crisis del mundo. Si soy hecho propiciación por los pecados de los hombres, el mundo será iluminado. El dominio de Satanás sobre las almas de los hombres será quebrantado. La imagen de Dios que fue borrada
27. será restaurada en la humanidad, y una familia de santos creyentes heredará finalmente la patria celestial. Tal es el resultado de la muerte de Cristo. El Salvador se pierde en la contemplación de la escena de triunfo evocada delante de él. Ve la cruz, la cruel e ignominiosa cruz, con todos sus horrores, esplendorosa de gloria.
28. “ Pero la obra de la redención humana no es todo lo que ha de lograrse por la cruz. El amor de Dios se manifiesta al universo. El príncipe de este mundo es echado fuera. Las acusaciones que Satanás había presentado contra Dios son refutadas. El oprobio que había arrojado contra el Cielo queda para siempre eliminado. Los ángeles
29. tanto como los hombres son atraídos al Redentor. ‘Yo, si fuere levantado de la tierra —dijo él,— a todos atraeré a mí mismo.’” 8 “‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16). El Calvario es el valor que el Cielo ha puesto sobre el alma humana. Dios dio a
30. Jesús, el mayor don del Cielo, para pagar el precio del rescate por la familia humana. Si el velo pudiera descorrerse, y pudiéramos ver a través de la eternidad, veríamos que cambiarían nuestras opiniones y nuestras acciones. Debemos ver la gloria de Jesucristo, que está en el lugar alto y sagrado, rodeado por serafines y querubines, con ángeles y principados que esperan realizar
31. su orden. Debemos ver que no hay ningún ser celestial indiferente a las alegrías y penas de cualquier individuo de la familia humana.” 9
32.
33. las necesidades de cada una de sus criaturas, y lee el pesar oculto y no expresado de cada corazón. Si uno de los pequeños por quien él murió es injuriado, él lo ve; porque él se familiariza con todos los que son mal comprendidos y tergiversados por el hombre.
34. “ Cristo ha sobrellevado cada aflicción humana, cada dolor humano. Él lleva el peso del yugo por cada alma que se deja uncir. Él conoce los dolores que sentimos en lo profundo de nuestro ser, y que no podemos expresar. Si ningún corazón humano es despertado a la simpatía por nosotros, no
35. debemos sentir que nadie se compadece de nosotros. Cristo lo sabe; y dice: ‘Miradme y vivid.’ “Todo el amor paternal que ha pasado de generación en generación a través del canal de los corazones humanos, todas las fuentes de ternura que han sido abiertas en las almas de los hombres, son solamente como un
36. arroyuelo diminuto en el océano ilimitado, cuando comparados con el infinito e inagotable amor de Dios. La lengua no puede proferirlo; la pluma no puede describirlo. Podrán estudiar ese amor por generaciones; sin embargo, nunca podrán comprender totalmente la longitud y la anchura, la profundidad y la altura, del amor de Dios al dar a su
37. Hijo para morir por el mundo. La eternidad misma nunca podrá revelarlo completamente”. 10
38.
39. “ Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiera otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.” 11 “Cristo es afectado si su seguidor más débil es afectado. La compasión de Cristo es tal que él no puede ser un espectador indiferente de los sufrimientos de
40. sus hijos. Ningún suspiro es exhalado, ningún dolor es sentido, ningún pesar traspasa el alma, sin que el Padre sienta vibrar su corazón.” 12 “Hay muchos que, cuando están en problemas. . . se olvidan de las invitaciones que Dios ha dado abundantemente, y empiezan a buscar y planear por ayuda humana. Ellos buscan ayuda en los
41. seres humanos, y ésta es la manera en que su experiencia se hace débil y confusa. En todas nuestras pruebas somos dirigidos a buscar al Señor más fervientemente, recordando que somos su propiedad, sus hijos por adopción. Ningún ser humano puede entender nuestras necesidades como Cristo [lo puede]. Recibiremos ayuda, si le pedimos con fe. Somos suyos por
42. la creación; somos suyos por la redención. Estamos unidos a la Fuente de todo poder y fuerza por las cuerdas del amor divino. Si dependemos únicamente de Dios, pidiéndole lo que necesitamos, como un pequeño niño le pide lo que él quiere a su padre, obtendremos una rica experiencia. Aprenderemos que Dios es la fuente de toda fuerza y poder.” 13
43. “ Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podéis agobiarlo ni cansarlo. El que tiene contados los cabellos de vuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos. ‘Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo’ (Santiago 5: 11).
44. Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra
45. paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda leer, ni perplejidad tan grande que él no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial
46. esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato.” 14
47.
48. “ La vida dedicada al yo es como el grano que se come. Desaparece, pero no hay aumento. Un hombre puede juntar para sí todo lo posible; puede vivir, pensar y hacer planes para sí; pero su vida pasa y no le queda nada. La ley del servicio propio es la ley de la destrucción propia. “‘Si alguno me sirve —dijo Jesús, — sígame: y donde yo estuviere,
49. allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará’ (Juan 12:26). Todos los que han llevado con Jesús la cruz del sacrificio, compartirán con él su gloria. El gozo de Cristo, en su humillación y dolor, consistía en saber que sus discípulos serían glorificados con él. Son el fruto de su sacrificio propio. El
50. desarrollo de su propio carácter y espíritu en ellos es su recompensa, y será su gozo por toda la eternidad. Este gozo lo comparten ellos con él a medida que el fruto de su trabajo y sacrificio se ve en otros corazones y vidas. Son colaboradores con Cristo, y el Padre los honrará como honra a su Hijo.” 15
51.
52.
53. mansedumbre y humildad cuando subimos al Monte Calvario y, mirando a la cruz, vemos a nuestro Salvador en agonía, el Hijo de Dios muriendo, el justo por el injusto. Contemplando a aquel que podría convocar legiones de ángeles en su ayuda con una palabra, sometido a la chanza y la algarabía, al ultraje y al odio. Él se ofrece a sí mismo como sacrificio por el pecado.
54. Cuando ultrajado, no amenazó; cuando falsamente acusado, no abrió su boca. Ora en la cruz por sus asesinos. Está muriendo por ellos. Está pagando un precio infinito por cada uno de ellos. No desea perder siquiera uno de aquellos que ha comprado a tan alto costo. Es golpeado y azotado con violencia, sin una queja. Y esta víctima resignada es el Hijo de Dios.
55. Su trono es desde la eternidad, y su reino no tendrá fin. “Ven, tú que estás buscando tus propios placeres en gozos prohibidos y en indulgencias pecadoras, que estás esparciendo con Cristo. Mira, oh mira a la cruz del Calvario; contempla a la víctima real que sufre en tu lugar, y sé sabio mientras tienes oportunidad, y busca ahora la fuente de vida y
56. verdadera felicidad. Ven, tú que te quejas y murmuras por las pequeñas molestias y las pequeñas pruebas que debes sobrellevar en esta vida. Mira a Jesús, el autor y consumador de tu fe. Él viene desde su trono real, su alto mando, y deja a un lado su túnica real, y reviste su divinidad con humanidad. Por nuestra causa se ha vuelto pobre,
57. para que a través de su pobreza pudiéramos hacernos ricos. “El Hijo de Dios fue rechazado y despreciado por nuestra causa. ¿Puedes tú, ante la vista de la cruz, contemplar a través del ojo de la fe los sufrimientos de Cristo, contar su historia de aflicción, sus pruebas? ¿Puedes albergar venganza contra tus enemigos
58. en tu corazón mientras la oración de Cristo sale de sus labios pálidos y temblorosos por sus agraviadores, sus asesinos—‘Padre, perdónalos, porque no saben lo quehacen’? (Lucas 23:34). “La obra de dominar el orgullo y la vanidad que buscan un lugar en nuestros corazones está ante nosotros, para llevarnos a través de
59. la penitencia y la fe a una conversación familiar y santa con Jesucristo. No debemos asustarnos de las profundidades de la humillación a que el Hijo de Dios se sometió para elevarnos de la degradación y esclavitud del pecado a un lugar a su diestra. Debemos negar el yo, y luchar continuamente contra el orgullo.
60. Debemos escondernos en Jesucristo, y permitir que él surja en nuestra conversación y carácter como el Único adorable, y jefe entre diez mil. Nuestras vidas, nuestra conducta, testificarán cuán altamente apreciamos a Cristo, y la salvación que ha obrado por nosotros a costo de sí mismo. Mientras miramos constantemente
61. hacia Aquel que nuestros pecados han traspasado, y que ha cargado con nuestros dolores, adquiriremos la fuerza para ser como él. Nos uniremos a Jesucristo en una cautividad voluntaria y feliz. Es muy costoso el tiempo que consagramos a las pocas y preciosas horas restantes de nuestra prueba para lavar nuestras túnicas del carácter, blanqueándolas en la sangre del
62. Cordero, para que podamos estar con la compañía vestida de blanco que estará de pie sobre el gran trono blanco.” 16 Muy amados hermanos y hermanas, ésta es en realidad una escena para considerar y meditar durante todos los días de nuestra vida. Debemos orar fervientemente para que conmueva profundamente nuestro corazón tan completamente que
63. nuestra vida sea afectada por ella como nunca antes. El deseo del apóstol es “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
64. y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19). ¡Que ésta sea nuestra meta al considerar el grandioso sacrificio de nuestro único Señor y Salvador, Jesucristo!