4. Calvario. 1617. Esta obra denota la tendencia tenebrista en el uso de la luz del los primeros cuadros de Ribera. Con los años y sobre todo a partir de los años 30 del siglo XVII el tenebrismo abrirá paso a una mayor luminosidad pero no a una mayor suavidad en los rostros o las imágenes, será una especie de tenebrismo con luz.
5. “ La mujer barbuda” o “Magdalena Ventura con su marido.”1631 Esta obra demuestra el marcado gusto del autor por lo truculento, lo extraordinario y lo efectista al presentarnos a esta mujer barbuda casi como si fuera una Sagrada Familia. En el barroco eran normales las colecciones de fenómenos de la naturaleza y este cuadro demuestra ese interés por los “milagros de la naturaleza”.
6. Inmaculada Concepción de las Agustinas Recoletas de Salamanca. c. 1630 Una de las representaciones de este dogma de Fe, que todavía no lo era por cierto, de mayor impacto en la iconografía mariana. En esta obra el autor se retira de su tenebrismo para presentar una obra mucho más luminosa en consonancia con el tema representado. La Virgen aparece sustentada por un coro de ángeles y de pie sobre la Luna en cuarto creciente. El uso de los colores azul y blanco será una constante en las representaciones de María bajo dicha advocación.
9. “ El Patizambo” o el “Zambo” 1642. En esta obra como en la mujer barbuda se nos muestra una vez más le gusto barroco por lo deforme, lo extraordinario, lo enfermo. Esta obra a pesar de tener la luminosidad de un Carracci o un Reni trata un tema oscuro. El papel que sujeta el personaje era la cedula que expedía a los lisiados para que pudieran pedir limosna en Nápoles, dice “da mihi elimo/sinam propter amorem Dei” (dadme limosna/ por el amor de Dios.)
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11. Apoteosis de Santo Tomás de Aquino. 1630 En esta obra de marcada carácter religioso el autor nos presenta al santo, padre de la escolástica, rodeado de otros doctores de la iglesia.
12. San Hugo en le refectorio de los cartujos. 1630-34 obra dentro de la obra bodegones
15. Bodegón de los cacharros. 1636. Como otros pintores barrocos Zurbarán cultivará el bodegón, tema decorativo que demostraba la pericia del pintor y que solía estar inscrito dentro de otra obra como cuadro dentro del cuadro.
20. El aguador de Sevilla.1620. En apariencia esta obra representa una escena costumbrista tan del gusto de la época sin embargo las lecturas de obra no son tan simples. Por un lado se baraja la posibilidad de una representación de las edades del hombre, el joven, el adulto y el anciano. Por otro lado se entiende que existe cierto tipo de transmisión de conocimiento o experiencia entre el aguador y el muchacho, pudiendo ser ésta de carácter sexual por la fruta que está dentro de la copa de agua, que bien pudiera ser un pedúnculo de cristal y no un breva como dicen algunos.
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22. Retrato de busto de Felipe IV con coraza. 1628 En esta obra, que no era el primer retrato que pintaba el autor del monarca, se observa la mirada melancólica y distante de rey, melancolía que le acompañaría toda su vida. La banda de seda con los reflejos nos ofrece un ejemplo de la maestría del autor con la luz y los reflejos.
25. La fragua de Vulcano. 1630. Una aproximación diferente al tema mitológico
26. Pablo de Valladolid o Pablillos de Valladolid. 1634. En este retrato de cuerpo entero de un actor de fama en época de Felipe IV en pose dramática-declamatoria, observamos la maestría del autor sevillano al conseguir dar volumen y sujeción a un personaje que está por así decirlo flotando en un fondo neutro. En este tipo de obras se utilizaba un fondo más oscuro y algún que otro elemento mobiliario para resaltar la sensación de volumen, Velázquez elimina todo y solo se queda con la sombra que arrojan las piernas del retratado. La influencia de este cuadro fue grandísima sirviendo a pintores del siglo XIX como Manet para crear sus obras como se demuestra en el Pífano del autor francés impresionista.
27. Retrato ecuestre del Conde -Duque de Olivares. 1634. Esta obra representa un ejemplo de los retratos ecuestres de Velázquez, que han sido muy criticados por la apariencia algo acartonada de los caballos. En este caso el caballo y el jinete dan la espalda al espectador buscando la sensación de avance hacia un futuro de victorias que buscaba el Conde-Duque. En el paisaje del fondo vemos uno de los famosos “cielos velazqueños”.
30. El Niño de Vallecas. 1643-1645. Veláquez realizó una serie de retratos de los bufones de la corte los “llamados hombres de placer”.
31. Jardín de Villa Medicis. 1630¿? 1649¿? Este pequeño paisaje de Velázquez es una obra de temática anecdótica pero que ha dado bastante que hablar, por un lado nos imaginamos al autor libre creativo pintando lo que le apetece, con una pincelada suelta y una luz diáfana. Por otro lado no está clara su temporalización, algunos autores lo situan en el primer viaje a Italia, sobre 1630, pero otros basándose en la pincelada y el estilo lo sitúan después o durante su segundo viaje entre 1649 y 1651.
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33. Inocencio X. 1650 El retrato de Inocencio X es uno de los primeros ejemplos de esa soltura en la pincelada y la luz. El retrato es si es una muestra de la profundidad psicológica que adquiere la obra de Velázquez, el pontífice, que no estaba a acostumbrado al realismo ni a las obras del autor español al ver la obra terminada exclamó con disgusto “Troppo vero” (demasiado real).
35. Las Meninas o la familia de Felipe IV. 1656-57. Esta obra está considerada la cúspide creativa de Velázquez, su testamento artístico. Ante un escena aparentemente normal se pliega un abanico de referentes culturales, sociales y filosóficos. La dignificación del artista podría ser uno de los temas principales de esta obra que tan siquiera tiene título. La parición de la obra pintada dentro de la obra no facilita su interpretación, ¿qué pinta Velázquez?¿Está pintando ese mismo cuadro u otro?¿Podríamos decir que nos pinta a nosotros, los espectadores? Las respuestas, desgraciadamente, podrían ser todas afirmativas.
36. Detalle de las Meninas. En este detalle podemos apreciar la soltura en el pincel en los último años de su vida, si nos fijamos en la mano del autor ésta está formada por cuatro trazos como si estuviera en pleno movimiento.
38. En las hilanderas la obra dentro de la obra alcanza niveles insospechados. En el fondo de la sala tenemos un tapiz en que que se representa la disputa entre Aracne y Atenea, una de las metamorfosis de Ovidio y uno vez más y quizá por última vez la representación de la divinidad y el trabajo manual. Desde el punto de vista técnico el logro del movimiento de la rueda de la rueca está muy por encima de los autores de la época teniendo que esperar al impresionismo para observar algo parecido.
43. Inmaculada del Prado. Murillo va ser famoso por sus Inmaculadas Concepciones que siguen el modelo establecido por Ribera. Esta versión del Prado pensada para El Escorial es mucho más serena y sencilla que la versión que se llevaron los franceses durante la Guerra de Independencia, la llamada Inmaculada de Soult. También está claramente relacionada con la Inmaculada de Alonso Cano de la Catedral de Granada.