1. 1. UN DESCUBRIMIENTO
Un hecho nuevo e importante, en el continuo proceso de tu maduración como persona, ha
sido, por tu parte, el descubrimiento de nuevos aspectos en tu afectividad y en tu
sexualidad; y además, cómo una y otra las vas integrando en tu ser y en tu vivir personal.
Estás ya dentro de una etapa que te llevará a conseguir la plena madurez afectiva, sexual
y social.
2. TU AFECTIVIDAD
Te das cuenta de que, desde hace algún tiempo, vas pasando de una total dependencia
familiar a una cierta autonomía personal y afectiva; del amor casi exclusivo a tus padres, a
la amistad profunda con tus compañeros, sintiendo un vivo interés por el otro sexo.
Y todo ello, entre un tumulto de emociones y sentimientos, que se van estrenando en ti en
forma de tensiones, inquietudes, nostalgia...
Pero, por otra parte, te resulta difícil y doloroso no saber ni poder manifestar con claridad
tal cúmulo de sentimientos a tus padres y otros adultos, a tus compañeros o compañeras.
Más aún, te sientes como un péndulo, que pasas fácilmente desde el extremo de un vibrar
impulsivo del corazón, lleno de emociones nuevas e intensas, hasta el otro extremo, con
momentos más o menos prolongados de vacío y soledad, que te hacen quizás sentir temor
e inseguridad interior y exterior.
Para ayudarte en ese proceso de tu maduración afectiva, realiza estas dos actividades.
• Toma conciencia de tus sentimientos
Ser capaz de ir descubriendo tus
sentimientos, descubrir lo que
va brotando en tu interior y
vivirlo responsablemente. Todo
ello será para ti fuente de
profundas satisfacciones.
Tendrás la alegría de irte
descubriendo poco a poco,
como una realidad personal de
la que surge un proyecto
formidable de hombre. Pero, si
en algún momento ese proceso
te resulta doloroso, no te
preocupes: ese ingrediente del
dolor es imprescindible, te hace
madurar.
• Pon orden y proporción en tus sentimientos
Quizás te parezca difícil, casi imposible, hacer esto, cuando apenas si te da tiempo a
descubrir tus sentimientos, a conocerlos, a experimentarlos. ¡Qué grande es el ímpetu, el
bullicio, el desorden y la desproporción con que te invaden! Y, sin embargo, debes
2. hacerlo: sólo así madurarás.
Criba y ordena tus propios sentimientos, en función de los valores que estimas
importantes en tu vida. Por ejemplo, si tienes un sentimiento espontáneo de simpatía o de
rechazo,
críbalo y ordénalo según el respeto que toda persona merece, según el amor que Dios os
tiene a ella y a ti, según tus propias limitaciones, que te llevan a ser más comprensivo con
los demás.
Además, toma actitudes proporcionadas y consecuentes con esos mismos valores
importantes en tu vida, impidiendo que tus sentimientos surjan de un modo incontrolado y
negativo. Sé capaz de intervenir en tus sentimientos, no para ocultar/os, sino para
ordenarlos y hacer que sean proporcionados a sus consecuencias. Si haces todo lo
anterior, será signo de que tu persona va madurando.
3. TU SEXUALIDAD
Estás pasando, definitivamente, de un cuerpo infantil a un cuerpo adulto, maduro física y
sexualmente.
Pero quizás no has logrado asumir ni encajar en tu esquema corporal ese montón de
cosas que hasta ahora has sentido y escuchado sobre el sexo. Por eso, se va tejiendo en ti
un entramado de emociones y sentimientos contradictorios, entre los que destacan la
alegría, la satisfacción y el placer, junto a la extrañeza de ti mismo, a la inseguridad y a la
dificultad de expresarte sobre esta realidad ante los demás, por medio de signos y
palabras.
La sexualidad no es un mero fenómeno biológico o físico, accidental a tu persona, sino
una parte integrante de tu modo de ser, de entenderte a ti mismo, de encontrarte en el
mundo, de relacionarte y de comunicarte con los demás como persona, según tu propio
sexo.
La sexualidad es una fuerza que abarca todas las áreas de tu persona -genital, psicológica,
afectiva, social-, y que te influye y afecta en cuanto eres y haces, en todos los momentos
de tu existencia.
De todo ello se desprende lo siguiente.
• No debes confundir sexualidad con
genitalidad, ya que ésta sólo se refiere
a la forma y funciones de los órganos
relacionados directamente con la
reproducción humana. La genitalidad es
sólo una parte, una función específica
de un todo más amplio y complejo que
es la sexualidad.
• La sexualidad es un proceso, un
impulso, para que cada persona se
construya como el hombre o la mujer a
que está llamada a ser.
3. • Cada persona, por tanto, está llamada a desarrollarse según su propio sexo.
• Cada uno de los dos sexos está llamado a relacionarse con el otro en tantos aspectos de
la vida social, porque Dios ha querido que sean complementarios. Tu propio sexo te
impulsa a salir de ti mismo para entrar en comunicación con el otro, pues sin su
colaboración no alcanzarías tu plena integración personal.
4. RELACION AFECTIVIDAD-SEXUALIDAD
Después de todo lo expuesto, ves con mayor claridad la intima relación que existe entre
afectividad y sexualidad, de tal manera que ambas se necesitan mutuamente para el
perfecto desarrollo y equilibrio de la personalidad.
Sin embargo, la relación entre afectividad y genitalidad no se da siempre en todas las
personas, ya que la genitalidad, como has considerado en el punto 3, es sólo un aspecto
de una realidad más amplia, que es la sexualidad.
Las personas se encuentran, se entregan y colaboran en áreas que están fuera de la
genitalidad, porque están motivadas por valores interiorizados, que conducen al dominio
de sí mismo y que implican el concepto de la oblatividad.
Por la estrecha relación que existe entre afectividad-sexualidad, se comprende que la
persona está vocacionada, llamada, a la relación interpersonal y al amor. De ello surge la
necesidad de adquirir actitudes y comportamientos tales como los siguientes.
Valora tu vida afectivo-sexual, como un don positivo y querido por Dios en tu vida, por el
cual te invita a participar en su obra más maravillosa: crear el hombre mismo, la persona.
Aprecia tu capacidad afectivo-sexual, como una orientación vital hacia el amor, que
necesita y merece ser expresado como el signo distintivo de la persona humana, creada a
imagen de Dios.
Esfuérzate por adquirir progresivamente seguridad interior y exterior, afirmando tu
personalidad, venciendo temores e inseguridades:
• aceptándote a ti mismo;
• adquiriendo opiniones propias;
• siendo consciente y analizando los fenómenos que ocurren en toda tu persona;
• asegurándote una formación integral.
Descubre la alegría de dar y, más aún, de darte.
Controla tus instintos; sé tu propio dueño, sin dejarte someter, esclavizar, por apetencias
físicas o afectivas; fortifica tu voluntad para no dejarte arrastrar por situaciones impuestas
desde fuera.
Respétate a ti mismo y respeta a los demás.
Edúcate a la apertura, al diálogo, a la amabilidad con todos.
Conforma tu comportamiento con unos criterios morales que orienten tu vida, no como
algo negativo, sino como una base para consolidar tu felicidad. Los valores morales te
ayudarán a descubrir la belleza y el esplendor del amor y favorecerán tu dominio sobre el
mundo afectivo-sexual. La sexualidad no es algo aislado de las demás dimensiones de tu
persona, sino que adquiere todo SU valor solamente cuando la pones al servicio del
desarrollo de tu persona y de tu relación con los demás.