Este documento presenta una exposición de pinturas abstractas de Santos Monestina realizadas hace más de un año, en las que explora equilibrar la reflexión y la acción sobre el objeto artístico. Las obras se crean manipulando el papel estraza con aerógrafos, planchados, óleos y barnices para combinar ritmos de color y texturas. Aunque parecen paisajes ficticios, revelan la lucha del artista por domesticar las fuerzas del papel y lograr superficies ordenadas pero vivas a través de gestos
16. SANTOS MONESTINA En esta exposición tan cercana a su casa Santos Monestina prefiere dejar atrás planteamientos figurativos, ya conocidos por sus vecinos, y mostrar una serie de obras, realizadas hace algo más de un año, en las que intenta equilibrar las vías que conducen desde la reflexión a la acción sobre el objeto artístico. No trata por tanto de reproducir o volver a concebir un objeto real o imaginario, más bien sucede que es el propio soporte el que se convierte en espacio de labor. El espectador no se encuentra ante una imagen sino ante una peripecia creativa. Se trata de un trabajo en el que el artista se enfrenta al reto de la superficie uniforme, plana y monócroma del papel de estraza y que resuelve a través de manipulaciones, aerógrafos, planchados, óleos, barnices y ese soplo poético que desprende la personal atmósfera emocional. Sin embargo estos cuadros abstractos no dejan de tener un sustrato paisajista. En una primera visión se evocan superficies ficticias, como mapas de relieve, pero un estudio más próximo a la obra revela la lucha llevada a cabo por Santos. Se observa que partió de un austero cromatismo de base para transformarlo hasta combinar ritmos que se superponen a zonas de color y a texturas. Tras domeñar las fuerzas en pugna del propio papel y de la aspersión de aerógrafo consigue una superficie serena y ordenada. Pero el artista quiere que por encima de ese fondo lata de nuevo la rebeldía de lo vivo, y lo consigue a través de vigorosos gestos de color. Es todo un trabajo de experimentación espacial. Llama la atención en esta pintura su carácter dual. Es fácilmente perceptible la tensión entre colores puros y ocres y también la disparidad que se observa entre esas gestuales manchas abstractas que sobrevuelan unos paisajes casi cartográficos. En estas experimentaciones la técnica utilizada exige rapidez de acción y en el resultado final interviene en parte el azar. Hay lances en la ejecución que alejan a la obra del dominio incontestable del artista y que, a un tiempo, potencian en el espectador un buen número de asociaciones inconscientes que enriquecen la visión de cada obra. Por todo ello el espectador debe pararse a escrutar detenidamente los secretos que esconde la elaboración de esta pintura. Antonio Alonso de la Torre García. Doctor en Historia del Arte. Santos Monestina nace en Santolaya de Cabranes en 1963. En 1985 se licenció en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco (especialidad de Pintura). Desde 1987 ejerce la docencia de su especialidad en institutos de Villaviciosa y Gijón. Fue miembro fundador del grupo Encuentros en Torazo.