En pocos días de recorrer Buenos Aires, el autor describe haber experimentado la esencia de la gran ciudad. Transitando sus calles, una puede perderse y encontrarse a sí misma, ya que la ciudad ofrece un escape de la rutina cotidiana. De noche, la ciudad cobra vida propia al mezclarse sus habitantes y visitantes entre bares, sabores y gente de diversas costumbres. Cada esquina parece contar una historia diferente a través de sus colores, texturas, semáforos y colectivos que transmiten pura energía.