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CAPÍTULO 55
567
Introducción
Se define abdomen agudo aquella situación «crítica»
que cursa con síntomas abdominales graves y que
requiere un tratamiento médico o quirúrgico urgente.
Las manifestaciones más frecuentes son:
— Dolor abdominal agudo.
— Alteraciones gastrointestinales.
— Repercusión sobre el estado general.
Constituye un motivo frecuente de consulta en la
práctica médica habitual y su manejo exige mucha
experiencia y capacidad de juicio, ya que el más
catastrófico de los fenómenos puede ir precedido de
unos síntomas y signos muy sutiles.
El diagnóstico resulta más difícil, sobre todo en
situaciones de urgencia, dado que la sensibilidad del
anciano no es tan aguda como la del adulto, y las
reacciones fisiopatológicas (p. ej., dolor, hipersensibili-
dad, respuesta a la inflamación) no son tan rápidas ni
eficaces. Los cambios anatómicos, la dificultad en la
comunicación, otras enfermedades coexistentes y el
mayor deterioro físico y mental también contribuyen a
esa dificultad.
En los ancianos con abdomen agudo, la presen-
tación clínica más frecuente sigue siendo la forma
clásica (aparición aguda, existencia de dolor, náuse-
as, vómitos, alteraciones del ritmo intestinal, reper-
cusión del estado general, etc.), por lo que la sis-
temática que suele aplicarse en la anamneis,
exploración y diagnóstico resulta adecuada. Sin
embargo, la enfermedad se presenta de forma atípi-
ca con mayor frecuencia, que a otras edades, mos-
trando una serie de características que no son
comunes en otros grupos de edad (cuadro confusio-
nal agudo, deterioro del estado general). Todo esto
conlleva una menor exactitud diagnóstica, un retraso
en el diagnóstico etiológico y, por consiguiente, una
tórpida evolución clínica en gran número de pa-
cientes.
Su diagnóstico diferencial incluye gran variedad de
procesos intra y extraabdominales y puede corres-
ponder tanto a procesos médico-quirúrgicos graves,
como a situaciones menos serias (1).
Presentación atípica del abdomen agudo
en el anciano. Dificultades para su
reconocimiento y abordaje
Hay una serie de factores que caracterizan la pre-
sentación atípica de la enfermedad en el anciano y
otros que condicionan la realización de una correcta
valoración diagnóstica (2).
1. Historia clínica: muy importante para el correcto
diagnóstico, pero a veces muy difícil por la difi-
cultad en la comunicación: alteración del lengua-
je, déficit cognitivo, delírium, deprivación senso-
rial, etc.
2. Antecedentes de patología abdominal (litiasis
biliar, hernia de hiato, estreñimiento crónico...)
que pueden no ser responsables del problema
actual y llevarnos a un diagnóstico erróneo.
3. Comorbilidad asociada, que puede modificar la
presentación clínica o influir decisivamente en la
evolución clínica del abdomen agudo.
4. El consumo de determinados fármacos puede
alterar la percepción del dolor, así como influir
en los hallazgos de la exploración física. En
concreto, el uso de AINEs puede disminuir la
percepción del dolor, alterar la capacidad de
respuesta del anciano y contribuir a la aparición
de ciertas patologías abdominales.
5. Los síntomas pueden ser más tardíos e ines-
pecíficos que en los pacientes más jóvenes (3).
Los síntomas típicos de dolor abdominal (náu-
seas, vómitos o alteraciones intestinales, funda-
mentalmente diarrea) no van a presentarse con
tanta frecuencia como en los pacientes jóvenes
y, cuando aparecen, lo hacen más tardíamen-
te (4). Conviene recordar la posibilidad de que el
abdomen agudo se presente con manifestacio-
nes generales e inespecíficas (deterioro del esta-
do general, cuadro confusional, caídas, etc.).
6. La exploración física puede ser más inespecífi-
ca. La hipotermia es cuatro veces más frecuen-
te en los ancianos acompañando a un proceso
intraabdominal.
7. Pruebas complementarias. La leucocitosis tien-
de a ser menor o incluso no aparecer, con el
ABDOMEN AGUDO
Natalia Bassy Iza
Juan Rodríguez Solís
María Jesús Esteban Dombriz
Raquel Chaves López
mismo grado de inflamación. La radiología simple de
abdomen y/o tórax ofrece una menor información que
en los adultos (el neumoperitoneo puede no apreciar-
se en un 30-35% de los ancianos con perforación de
víscera hueca). La ecografía abdominal es una prueba
de imagen muy resolutiva, especialmente útil en pato-
logía biliar, hepática, aórtica y renal.
8. Aspectos psicosociales del anciano. En ocasio-
nes la minimización de los síntomas por parte
del anciano que no quiere ocasionar problemas
a sus familiares y/o la consideración por parte
de los familiares/profesionales que los síntomas
que presenta son consecuencia normal del
envejecimiento (ageísmo) conllevan, en ocasio-
nes, un retraso en el diagnóstico y una peor
evolución clínica del proceso.
Causas
Los grupos etiológicos son los mismos que en el
paciente adulto; sin embargo, existen diferencias cuan-
titativas según frecuencia de aparición. Mientras que
en el paciente joven la causa más frecuente de dolor
abdominal es el dolor abdominal inespecífico y la
apendicitis, en el anciano, en la mayoría de las series,
la patología biliar y la obstrucción intestinal son las
responsables de la consulta, además de otras pato-
logías infrecuentes en los jóvenes, como la patología
tumoral o la vascular. Podemos destacar cuatro gru-
pos etiológicos:
— Las enfermedades biliares causan el 25% de
todos los casos de dolor abdominal agudo en
los pacientes ancianos que requieren hospitali-
zación.
— La obstrucción intestinal y la hernia incarcerada
son las siguientes causas más comunes.
— Apendicitis, malignidad, diverticulitis y ulcus
péptico.
— También en el anciano son más frecuentes las
afecciones vasculares.
Debemos tener en cuenta que en muchas ocasio-
nes la causa del dolor abdominal tiene un origen
extraabdominal, pudiendo conducir, en ocasiones, a
errores diagnósticos. Entre las causas más frecuen-
tes cabe destacar: hematomas en pared abdominal,
neumonía basal, TEP, cardiopatía isquémica, aplas-
tamientos vertebrales, cetoacidosis diabética, hiper-
calcemia, insuficiencia suprarrenal aguda, mixede-
ma, hipertiroidismo, uso de laxantes y abstinencia a
opiáceos...
Pronóstico
Como en cualquier grupo de edad, el pronóstico de
abdomen agudo dependerá en gran medida del tiem-
po que sea necesario para identificarlo, descubrir la
causa responsable y poder tratar al paciente de la
forma más adecuada y específica posible. Obviamen-
te, la valoración del abdomen agudo en los ancianos
requiere más tiempo y probablemente sean necesarias
más pruebas complementarias que en otros sujetos
más jóvenes. En este grupo de edad, la intervención
quirúrgica precoz puede tener mayor trascendencia (5).
La mortalidad crece vertiginosamente con la edad,
llegando a ser unas 10 veces más elevada en los
pacientes mayores de 80 años que en el grupo de
pacientes de 50 años. No se justifica sólo por la mayor
fragilidad de la población anciana, sino que existen
otros factores, todavía más decisivos, como son (6):
— Un menor índice de exactitud diagnóstica.
— Un tiempo más prolongado para la identifica-
ción del proceso responsable del abdomen
agudo.
La mortalidad puede predecirse por la escala ASA
(riesgo perioperatorio), el retraso en el tratamiento
quirúrgico y por las condiciones previas del paciente
que tan sólo nos permitan una cirugía paliativa. Se ha
demostrado en varios estudios (7, 8) que la edad por
sí sola no aumenta la morbilidad, mortalidad ni estan-
cia hospitalaria.
Evaluación inicial del paciente
Siempre debemos realizar, de forma sistemática,
una serie de pasos (6):
1. Establecer la gravedad del cuadro y detectar la
existencia de shock (hipovolémico o séptico-
tóxico) mediante una valoración rápida del
paciente: nivel de conciencia, constantes vitales
(PA, FC, FR, diuresis...).
2. Iniciar, en aquellos pacientes que lo precisen, la
estabilización hemodinámica, simultáneamente
con la valoración diagnóstica.
— Asegurar al menos una vía venosa para la
reposición hidroelectrolítica.
— Administrar oxigenoterapia si precisa.
— Valorar la necesidad de sondaje vesical para
controlar el ritmo de diuresis (y/o muestra
para sistomático de orina/urocultivo).
3. Obtener una historia clínica detallada, con las difi-
cultades que ello conlleva en el paciente anciano,
mediante una anamnesis cuidadosa y una explo-
ración clínica completa, que, junto a los estudios
complementarios adecuadamente dirigidos y
valorados, nos ayudarán a emitir una aproxima-
ción diagnóstica lo más correcta posible.
4. La laparotomía o laparoscopia exploradora puede
estar indicada incluso en ausencia de un diagnós-
tico exacto.
568
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
Anamnesis
Aunque conlleva mayor dificultad que en los pacien-
tes más jóvenes, una historia clínica ordenada y minu-
ciosa relatada por el paciente o cuidador es un instru-
mento valioso para la correcta orientación etiológica y
poder así establecer un plan de cuidados correcto.
Antecedentes personales
— Alergias medicamentosas, hábitos tóxicos.
— Patologías conocidas: nos pueden orientar al
diagnóstico de sospecha.
• Colelitiasis: colecistitis, colangitis, pancreatitis.
• Diverticulosis: diverticulitis.
• Cirugía abdominal: obstrucción intestinal, vól-
vulo.
• Hernias: obstrucción intestinal.
• Inmovilidad: pseudoobstrucción intestinal.
• Estreñimiento: vólvulo colónico.
• Patología cardiovascular: IAM, TEP, isquemia
mesentérica.
— Consumo de fármacos. Los AINEs y corticoides
(acción lesiva sobre la mucosa gástrica); los
corticoides pueden enmascarar la fiebre y los
signos de irritación peritoneal, y los antibióticos
pueden haber enfriado procesos abdominales
que seguirán un curso más larvado.
Enfermedad actual
Hoy en día se sabe que la administración precoz de
analgesia en pacientes con abdomen agudo facilita la
exploración física y no retrasa el diagnóstico (5, 8).
Estudio del dolor
— Forma de comienzo. La presentación brusca y
repentina es habitual en casos de perforación de
víscera hueca, en embolia mesentérica, crisis
renoureteral, vólvulo, y, sin embargo, en los proce-
sos inflamatorios (apendicitis, hernia estrangula-
da, colecistitis) el dolor suele comenzar de forma
progresiva; no obstante, en el paciente geriátrico
este patrón de presentación no es constante.
— Localización del dolor. El dolor vago y difuso en
la línea media, usualmente es de origen visceral.
La progresión de este tipo de dolor hacia una
localización precisa sugiere irritación de perito-
neo parietal. Una vez que el dolor se localiza,
podemos hacer un diagnóstico diferencial más
preciso basado en los signos implicados en
cada región peritoneal (véase tabla 1).
— Irradiación. Sin embargo, estos datos pueden
conducir a error y son difíciles de obtener en el
paciente anciano:
• Hacia el hombro (perforación por ulcus o irri-
tación frénica); hacia la espalda en cinturón
(pancreatitis).
• Hacia la zona lumbar y genital (cólico nefrítico).
— Intensidad, ritmo y duración.
— Factores que lo modifican. Los pacientes con
peritonitis difusa (irritación del peritoneo parietal)
refieren empeoramiento del dolor con los movi-
mientos, mejorando cuando están inmóviles o
tumbados (ulcus perforado, apéndice perfora-
do...). Pacientes con obstrucción intestinal sue-
len experimentar mejoría de los síntomas des-
pués de vomitar.
Síntomas asociados
— Fiebre y escalofríos.
— Náuseas y vómitos. Presentes en la mayoría de
los cuadros con afectación visceral y temprana
en la obstrucción intestinal. En el caso de apen-
dicitis, cólico biliar o ureteral, son de tipo reflejo
comenzando al poco tiempo de iniciarse el
dolor, aunque siempre después de éste. Son de
contenido alimenticio, gástrico o biliar y suelen
cesar cuando se vacía el estómago. Otras
veces se producen por un mecanismo inflama-
torio (gastroentiritis aguda, GEA), acompañado
de dolor abdominal hasta la resolución del cua-
dro. En la obstrucción intestinal nos puede
orientar sobre el nivel de la obstrucción.
En ancianos suele existir disminución en la acti-
vidad refleja y de la fuerza muscular, por lo que
no es infrecuente su ausencia.
— Trastornos del ritmo intestinal:
1. Estreñimiento: la ausencia de emisión de
gas o heces nos orientará a la existencia de
íleo mecánico o dinámico.
2. Diarrea: debemos observar no sólo la consis-
tencia de las heces, sino también la presencia
de productos patológicos (sangre, moco,
pus). Encontraremos diarrea en la isquemia
mesentérica, pseudobstrucción intestinal,
GEA y otros procesos inflamatorios. Un vacia-
miento abdominal brusco (vómitos y diarrea
simultáneos) puede estar presente en la
embolia de la arteria mesentérica superior.
— Síntomas genitourinarios: disuria.
— Síntomas constitucionales.
Exploración física
Es asombrosa la escasez de hallazgos físicos que
algunas veces pueden estar presentes incluso en pre-
sencia de peritonitis difusa. Este hecho debería tener-
se especialmente en cuenta cuando nos hallamos
569
Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo
ante la sospecha de una isquemia mesentérica o de
una obstrucción de intestino delgado (9, 10).
En la exploración física deberemos tener en cuenta:
Examen sistémico
— Estado general. Constantes vitales (TA, FC, Tª,
F resp.) grado de hidratación, estado nutricional,
coloración de la piel y mucosas (palidez, icteri-
cia, cianosis). Nos orientarán hacia la gravedad
de la situación. Presión arterial disminuida por
hipovolemia, taquipnea en relación a acidosis
metabólica, o fibrilación auricular como causa
de embolia mesentérica. La ausencia de fiebre
y una relativa bradicardia pueden estar presen-
tes en pacientes con isquemia mesentérica,
colecistitis, obstrucción de intestino delgado,
apendicitis...
Examen abdominal
— Inspección. Se realizará en busca de distensión
(apendicitis, diverticulitis, obstrucción intestinal),
peristaltismo visible (obstrucción intestinal), pre-
sencia de masas, hernias, eventraciones, cicatri-
ces, lesiones o erupciones cutáneas, circulación
colateral, contornos asimétricos o movimientos
respiratorios restringidos.
— Auscultación. Previa a la palpación para no alte-
rar la frecuencia de ruidos intestinales. Se valo-
ra la frecuencia y características de los ruidos
intestinales. La presencia de ruidos intestinales
«de lucha» (incrementados o con tono agudo
de carácter metálico) sugiere una obstrucción
del intestino delgado; sin embargo, su ausencia
no debe excluir este diagnóstico. Puede existir
una disminución o abolición del peristaltismo en
caso de peritonitis. Los borborigmos se podrían
auscultar en casos de GEA. Se debe determi-
nar la presencia de soplos vasculares en la línea
media cuando exista aneurisma aórtico.
— Palpación. Debe ser superficial y profunda, rea-
lizarse con extrema suavidad y comenzando
siempre desde las zonas más distales al dolor.
El dolor selectivo a la descompresión abdomi-
nal, considerado esencial en el diagnóstico de
irritación peritoneal, está ausente en gran
número de ancianos. Un signo más fidedigno
570
Tabla 1. Causas de dolor abdominal según su localización
Cuadrante superior derecho
Colecistitis. Colangitis. Cólico biliar.
Pancreatitis aguda.
Hepatomegalia congestiva. Hepatitis.
Apendicitis aguda.
Ulcus péptico perforado.
Absceso subdiafragmático.
Neumonía basal.
Pielonefritis. Cólico nefrítico.
IAM.
Cuadrante inferior derecho
Apendicitis aguda.
Perforación de ciego.
Hernia inguinal estrangulada.
Cólico nefrítico.
Periumbilical
Obstrucción intestinal.
Apendicitis aguda.
Diverticulitis aguda.
Pancreatitis aguda.
Aneurisma de aorta.
Isquemia mesentérica.
Cuadrante superior izquierdo
Aneurisma de aorta.
Pancreatitis aguda.
Esplenomegalia. Rotura esplénica.
Gastritis.
Ulcus péptico perforado.
Absceso subdiafragmático.
Neumonía basal.
Pielonefritis. Cólico nefrítico.
IAM.
Cuadrante inferior izquierdo
Diverticulitis aguda.
Colitis isquémica.
Perforación de colon.
Hernia inguinal estrangulada.
Cólico nefrítico.
TRATADO
deGERIATRÍA para residentes
para el diagnóstico de peritonitis es el hallazgo de con-
tractura involuntaria de la pared abdominal. En la peri-
tonitis generalizada, el dolor es difuso y el abdomen
puede estar rígido, con gran contractura muscular
(vientre en tabla). Sin embargo, este dato está ausen-
te en muchos pacientes mayores. El signo de rebote
típico depende de la localización del proceso y de la
integridad del sistema nervioso, así como la velocidad
de instauración.
La localización y descripción de masas en los
ancianos pueden ser incluso más fáciles debido
a la delgadez de la pared abdominal y a la
menor contractura muscular.
Deben explorarse los sacos herniarios de forma
sistemática, así como la presencia o alteración
de los pulsos femorales.
La palpación de una masa pulsátil dolorosa
debe hacer pensar en un aneurisma de la aorta
abdominal.
— Percusión. Evalúa el tamaño y densidad de los
órganos abdominales y detecta la presencia de
liquido, masas o gas. En este último caso se per-
dería la matidez hepática. Además, es una buena
técnica para evaluar la irritación peritoneal. Una
distensión abdominal timpánica puede hacer
pensar en la presencia de obstrucción intestinal o
neumoperitoneo. La matidez suprapúbica, la pre-
sencia de globo vesical, y en flancos de ascitis.
Examen genital, rectal y pélvico
— Tacto rectal. Prueba imprescindible en la valora-
ción de abdomen agudo. Debe realizarse des-
pués del estudio radiológico. Nos aporta datos
acerca de las características de las heces
(melenas, diarrea), la ocupación de la ampolla
rectal (impactación fecal, masas) y la existencia
de dolor en las paredes rectales.
Exploraciones complementarias
Laboratorio
Hemograma
— Recuento leucocitario y fórmula. La leucocitosis
puede ser menor o no aparecer.
— La presencia de anemia nos puede orientar a
un sangrado, proceso maligno. La anemia
puede no estar presente si el paciente está
severamente deshidratado o estar sobrevalora-
da en caso de hemodilución (insuficiencia car-
diaca congestiva, hepatopatía, etc.).
Bioquímica
— Glucosa, creatinina, urea e iones: nos permiten
valorar el estado de hidratación y la función
renal. Una alteración en el cociente urea-creati-
nina refleja la deshidratación del paciente.
— Iones (Na, K, Cl): hipo-Cl- hipo-K en pacientes
con vómitos y depleción de volumen grave.
— Perfil hepático, amilasa (no específico de pan-
creatitis).
Gasometría venosa
— Valora las alteraciones del equilibrio ácido-base
(vómitos, diarreas, cetoacidosis diabética...).
Coagulación
— Ante sospecha de sepsis, hepatopatía y posibi-
lidad de indicación quirúrgica.
Hemocultivos
Sedimento de orina
— La hematuria y/o datos compatibles con infec-
ción del tracto urinario orientan el diagnóstico
hacia patología urológica.
Electrocardiograma
Debe realizarse a todo paciente anciano con dolor
abdominal de etiología desconocida. El infarto agudo
de miocardio de cara inferior se manifiesta con dolor
en epigastrio. Pueden aparecer cambios en el ECG,
asociados a pancreatitis aguda y shock, así como a
alteraciones electrolíticas.
La presencia de arritmias tipo fibrilación auricular
puede orientarnos hacia el diagnóstico de abdomen
agudo de origen vascular.
Pruebas de imagen
— Rx de tórax AP y LAT. Permite descartar las
causas torácicas de dolor abdominal (neumo-
nías basales, neumotórax, hernias diafragmáti-
cas) y es la más sensible para detectar un
pequeño neumoperitoneo (presencia de aire
debajo del diafragma), aunque puede estar
ausente en casi el 35% de las perforaciones de
víscera hueca en el anciano. Valoraremos la
existencia de derrame pleural izquierdo en las
pancreatitis.
— Rx de abdomen (simple y en bipedestación); en
aquellos pacientes que no puedan mantener
bipedestación se realizará en decúbito lateral
izquierdo con rayo horizontal. Especialmente útil
ante la sospecha de perforación y obstrucción.
Aporta información acerca de: distribución y
cantidad de gas. En el íleo paralítico se ven múl-
tiples asas intestinales uniformemente distendi-
571
Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo
das que afectan al estómago, intestino delgado e
intestino grueso; el diagnóstico diferencial hay que
establecerlo con la obstrucción colónica baja. En el
íleo mecánico el diagnóstico se basa en la demostra-
ción de asas llenas de gas o líquido próximas al punto
de la obstrucción con poco o nada de gas en la región
distal y generalmente con múltiples niveles hidroaére-
os.
— Ecografía abdominal. Técnica inocua y de bajo
coste. Es rápida, no invasiva y sin contraindica-
ciones. Útil en la valoración de hipogastrio,
hipocondrio derecho e izquierdo. La solicitare-
mos ante la sospecha clínica de:
• Patología hepato-bilo-pancreática: colecisti-
tis, colangitis, dilatación de vías biliares.
• Masas abdominales inflamatorias: apendici-
tis, diverticulitis (más indicada la TAC).
• Abscesos y colecciones intraabdominales.
• Patología genitourinaria: pielonefritis, obstruc-
ción urinaria aguda.
• Disección de aneurisma aórtico.
— TAC abdominal. Hoy en día se sabe que la TAC
es una herramienta de gran valor en la sala de
emergencias para la valoración de los pacientes
ancianos con dolor abdominal agudo y puede
influir notoriamente en la toma de decisiones
(necesidad de ingreso, indicación de cirugía,
necesidad de antibióticos...) (11).
Puede estar indicada cuando la clínica y las prue-
bas realizadas dejen dudas sobre el diagnóstico.
Las principales indicaciones de la TAC son:
• Patología aórtica aguda. Aneurisma de aorta
abdominal.
• Patología retroperitoneal (hematoma).
• Isquemia mesentérica.
• Pancreatitis aguda grave.
• Abscesos abdominales.
• Procesos inflamatorios intestinales. Es más
sensible que la ecografía en el diagnóstico de
apendicitis o diverticulitis.
— Estudios de contraste.
• Enema opaco: para valorar obstrucción de
colon.
• Contraste hidrosoluble oral: para valoración
de perforaciones o fístulas.
— Arteriografía. Su uso ha disminuido por la exis-
tencia de la TAC helicoidal. Sus principales indi-
caciones son:
• Isquemia mesentérica: debe realizarse cuan-
do la sospecha clínica es alta y la TC helicoi-
dal es negativa. Puede tener fines terapéuti-
cos cuando la oclusión es de origen
embolígeno.
• Hemorragia intestinal cuando la endoscopia
es negativa.
— Laparoscopia y/o laparotomía exploradora. Se
valorará la realización en aquellos casos en los
que los resultados de las exploraciones com-
plementarias no sean concluyentes como
opción diagnóstica y terapéutica.
Son ya numerosos los estudios que demues-
tran su rentabilidad diagnóstica y terapéutica,
no siendo necesario un preoperatorio complica-
do. Se ha demostrado una reducción de la
mortalidad (12).
Actitud y tratamiento
Hay que establecer el diagnóstico diferencial entre
entidades que requieran tratamiento médico y aque-
llos que constituyan una emergencia quirúrgica. El
enfermo debe ser valorado por el cirujano, ante la
menor duda de indicación quirúrgica.
— Criterios de tratamiento quirúrgico:
1. Peritonitis localizada o difusa (apendicitis
aguda, hernia estrangulada...).
2. Perforación de víscera hueca (existencia de
neumoperitoneo).
3. Obstrucción intestinal completa.
— Pueden requerir tratamiento quirúrgico:
1. Colecistitis aguda.
2. Diverticulitis aguda.
3. Pancreatitis aguda.
4. Megacolon tóxico.
Los pacientes que van a precisar tratamiento
quirúrgico deben ir a quirófano en las mejores condi-
ciones posibles, por eso es preciso un correcto mane-
jo de las alteraciones hidroelectrolíticas, profilaxis anti-
biótica preoperatoria, etc.
Se hace imprescindible la existencia de una guía clí-
nica adaptada al medio para el correcto abordaje del
abdomen agudo en el viejo (10).
Apendicitis
Sigue siendo una entidad relativamente frecuente
en el viejo y a menudo mal y tardíamente diagnostica-
da, asociada a una alta morbimortalidad. Una vez
diagnosticada, la pronta indicación quirúrgica, y el
correcto uso de antibióticos perioperatorio son deter-
minantes en el pronóstico. La comorbilidad previa es
el factor decisivo (13).
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573
Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo

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Abdomen Agudo GPC.pdf

  • 1. CAPÍTULO 55 567 Introducción Se define abdomen agudo aquella situación «crítica» que cursa con síntomas abdominales graves y que requiere un tratamiento médico o quirúrgico urgente. Las manifestaciones más frecuentes son: — Dolor abdominal agudo. — Alteraciones gastrointestinales. — Repercusión sobre el estado general. Constituye un motivo frecuente de consulta en la práctica médica habitual y su manejo exige mucha experiencia y capacidad de juicio, ya que el más catastrófico de los fenómenos puede ir precedido de unos síntomas y signos muy sutiles. El diagnóstico resulta más difícil, sobre todo en situaciones de urgencia, dado que la sensibilidad del anciano no es tan aguda como la del adulto, y las reacciones fisiopatológicas (p. ej., dolor, hipersensibili- dad, respuesta a la inflamación) no son tan rápidas ni eficaces. Los cambios anatómicos, la dificultad en la comunicación, otras enfermedades coexistentes y el mayor deterioro físico y mental también contribuyen a esa dificultad. En los ancianos con abdomen agudo, la presen- tación clínica más frecuente sigue siendo la forma clásica (aparición aguda, existencia de dolor, náuse- as, vómitos, alteraciones del ritmo intestinal, reper- cusión del estado general, etc.), por lo que la sis- temática que suele aplicarse en la anamneis, exploración y diagnóstico resulta adecuada. Sin embargo, la enfermedad se presenta de forma atípi- ca con mayor frecuencia, que a otras edades, mos- trando una serie de características que no son comunes en otros grupos de edad (cuadro confusio- nal agudo, deterioro del estado general). Todo esto conlleva una menor exactitud diagnóstica, un retraso en el diagnóstico etiológico y, por consiguiente, una tórpida evolución clínica en gran número de pa- cientes. Su diagnóstico diferencial incluye gran variedad de procesos intra y extraabdominales y puede corres- ponder tanto a procesos médico-quirúrgicos graves, como a situaciones menos serias (1). Presentación atípica del abdomen agudo en el anciano. Dificultades para su reconocimiento y abordaje Hay una serie de factores que caracterizan la pre- sentación atípica de la enfermedad en el anciano y otros que condicionan la realización de una correcta valoración diagnóstica (2). 1. Historia clínica: muy importante para el correcto diagnóstico, pero a veces muy difícil por la difi- cultad en la comunicación: alteración del lengua- je, déficit cognitivo, delírium, deprivación senso- rial, etc. 2. Antecedentes de patología abdominal (litiasis biliar, hernia de hiato, estreñimiento crónico...) que pueden no ser responsables del problema actual y llevarnos a un diagnóstico erróneo. 3. Comorbilidad asociada, que puede modificar la presentación clínica o influir decisivamente en la evolución clínica del abdomen agudo. 4. El consumo de determinados fármacos puede alterar la percepción del dolor, así como influir en los hallazgos de la exploración física. En concreto, el uso de AINEs puede disminuir la percepción del dolor, alterar la capacidad de respuesta del anciano y contribuir a la aparición de ciertas patologías abdominales. 5. Los síntomas pueden ser más tardíos e ines- pecíficos que en los pacientes más jóvenes (3). Los síntomas típicos de dolor abdominal (náu- seas, vómitos o alteraciones intestinales, funda- mentalmente diarrea) no van a presentarse con tanta frecuencia como en los pacientes jóvenes y, cuando aparecen, lo hacen más tardíamen- te (4). Conviene recordar la posibilidad de que el abdomen agudo se presente con manifestacio- nes generales e inespecíficas (deterioro del esta- do general, cuadro confusional, caídas, etc.). 6. La exploración física puede ser más inespecífi- ca. La hipotermia es cuatro veces más frecuen- te en los ancianos acompañando a un proceso intraabdominal. 7. Pruebas complementarias. La leucocitosis tien- de a ser menor o incluso no aparecer, con el ABDOMEN AGUDO Natalia Bassy Iza Juan Rodríguez Solís María Jesús Esteban Dombriz Raquel Chaves López
  • 2. mismo grado de inflamación. La radiología simple de abdomen y/o tórax ofrece una menor información que en los adultos (el neumoperitoneo puede no apreciar- se en un 30-35% de los ancianos con perforación de víscera hueca). La ecografía abdominal es una prueba de imagen muy resolutiva, especialmente útil en pato- logía biliar, hepática, aórtica y renal. 8. Aspectos psicosociales del anciano. En ocasio- nes la minimización de los síntomas por parte del anciano que no quiere ocasionar problemas a sus familiares y/o la consideración por parte de los familiares/profesionales que los síntomas que presenta son consecuencia normal del envejecimiento (ageísmo) conllevan, en ocasio- nes, un retraso en el diagnóstico y una peor evolución clínica del proceso. Causas Los grupos etiológicos son los mismos que en el paciente adulto; sin embargo, existen diferencias cuan- titativas según frecuencia de aparición. Mientras que en el paciente joven la causa más frecuente de dolor abdominal es el dolor abdominal inespecífico y la apendicitis, en el anciano, en la mayoría de las series, la patología biliar y la obstrucción intestinal son las responsables de la consulta, además de otras pato- logías infrecuentes en los jóvenes, como la patología tumoral o la vascular. Podemos destacar cuatro gru- pos etiológicos: — Las enfermedades biliares causan el 25% de todos los casos de dolor abdominal agudo en los pacientes ancianos que requieren hospitali- zación. — La obstrucción intestinal y la hernia incarcerada son las siguientes causas más comunes. — Apendicitis, malignidad, diverticulitis y ulcus péptico. — También en el anciano son más frecuentes las afecciones vasculares. Debemos tener en cuenta que en muchas ocasio- nes la causa del dolor abdominal tiene un origen extraabdominal, pudiendo conducir, en ocasiones, a errores diagnósticos. Entre las causas más frecuen- tes cabe destacar: hematomas en pared abdominal, neumonía basal, TEP, cardiopatía isquémica, aplas- tamientos vertebrales, cetoacidosis diabética, hiper- calcemia, insuficiencia suprarrenal aguda, mixede- ma, hipertiroidismo, uso de laxantes y abstinencia a opiáceos... Pronóstico Como en cualquier grupo de edad, el pronóstico de abdomen agudo dependerá en gran medida del tiem- po que sea necesario para identificarlo, descubrir la causa responsable y poder tratar al paciente de la forma más adecuada y específica posible. Obviamen- te, la valoración del abdomen agudo en los ancianos requiere más tiempo y probablemente sean necesarias más pruebas complementarias que en otros sujetos más jóvenes. En este grupo de edad, la intervención quirúrgica precoz puede tener mayor trascendencia (5). La mortalidad crece vertiginosamente con la edad, llegando a ser unas 10 veces más elevada en los pacientes mayores de 80 años que en el grupo de pacientes de 50 años. No se justifica sólo por la mayor fragilidad de la población anciana, sino que existen otros factores, todavía más decisivos, como son (6): — Un menor índice de exactitud diagnóstica. — Un tiempo más prolongado para la identifica- ción del proceso responsable del abdomen agudo. La mortalidad puede predecirse por la escala ASA (riesgo perioperatorio), el retraso en el tratamiento quirúrgico y por las condiciones previas del paciente que tan sólo nos permitan una cirugía paliativa. Se ha demostrado en varios estudios (7, 8) que la edad por sí sola no aumenta la morbilidad, mortalidad ni estan- cia hospitalaria. Evaluación inicial del paciente Siempre debemos realizar, de forma sistemática, una serie de pasos (6): 1. Establecer la gravedad del cuadro y detectar la existencia de shock (hipovolémico o séptico- tóxico) mediante una valoración rápida del paciente: nivel de conciencia, constantes vitales (PA, FC, FR, diuresis...). 2. Iniciar, en aquellos pacientes que lo precisen, la estabilización hemodinámica, simultáneamente con la valoración diagnóstica. — Asegurar al menos una vía venosa para la reposición hidroelectrolítica. — Administrar oxigenoterapia si precisa. — Valorar la necesidad de sondaje vesical para controlar el ritmo de diuresis (y/o muestra para sistomático de orina/urocultivo). 3. Obtener una historia clínica detallada, con las difi- cultades que ello conlleva en el paciente anciano, mediante una anamnesis cuidadosa y una explo- ración clínica completa, que, junto a los estudios complementarios adecuadamente dirigidos y valorados, nos ayudarán a emitir una aproxima- ción diagnóstica lo más correcta posible. 4. La laparotomía o laparoscopia exploradora puede estar indicada incluso en ausencia de un diagnós- tico exacto. 568 TRATADO deGERIATRÍA para residentes
  • 3. Anamnesis Aunque conlleva mayor dificultad que en los pacien- tes más jóvenes, una historia clínica ordenada y minu- ciosa relatada por el paciente o cuidador es un instru- mento valioso para la correcta orientación etiológica y poder así establecer un plan de cuidados correcto. Antecedentes personales — Alergias medicamentosas, hábitos tóxicos. — Patologías conocidas: nos pueden orientar al diagnóstico de sospecha. • Colelitiasis: colecistitis, colangitis, pancreatitis. • Diverticulosis: diverticulitis. • Cirugía abdominal: obstrucción intestinal, vól- vulo. • Hernias: obstrucción intestinal. • Inmovilidad: pseudoobstrucción intestinal. • Estreñimiento: vólvulo colónico. • Patología cardiovascular: IAM, TEP, isquemia mesentérica. — Consumo de fármacos. Los AINEs y corticoides (acción lesiva sobre la mucosa gástrica); los corticoides pueden enmascarar la fiebre y los signos de irritación peritoneal, y los antibióticos pueden haber enfriado procesos abdominales que seguirán un curso más larvado. Enfermedad actual Hoy en día se sabe que la administración precoz de analgesia en pacientes con abdomen agudo facilita la exploración física y no retrasa el diagnóstico (5, 8). Estudio del dolor — Forma de comienzo. La presentación brusca y repentina es habitual en casos de perforación de víscera hueca, en embolia mesentérica, crisis renoureteral, vólvulo, y, sin embargo, en los proce- sos inflamatorios (apendicitis, hernia estrangula- da, colecistitis) el dolor suele comenzar de forma progresiva; no obstante, en el paciente geriátrico este patrón de presentación no es constante. — Localización del dolor. El dolor vago y difuso en la línea media, usualmente es de origen visceral. La progresión de este tipo de dolor hacia una localización precisa sugiere irritación de perito- neo parietal. Una vez que el dolor se localiza, podemos hacer un diagnóstico diferencial más preciso basado en los signos implicados en cada región peritoneal (véase tabla 1). — Irradiación. Sin embargo, estos datos pueden conducir a error y son difíciles de obtener en el paciente anciano: • Hacia el hombro (perforación por ulcus o irri- tación frénica); hacia la espalda en cinturón (pancreatitis). • Hacia la zona lumbar y genital (cólico nefrítico). — Intensidad, ritmo y duración. — Factores que lo modifican. Los pacientes con peritonitis difusa (irritación del peritoneo parietal) refieren empeoramiento del dolor con los movi- mientos, mejorando cuando están inmóviles o tumbados (ulcus perforado, apéndice perfora- do...). Pacientes con obstrucción intestinal sue- len experimentar mejoría de los síntomas des- pués de vomitar. Síntomas asociados — Fiebre y escalofríos. — Náuseas y vómitos. Presentes en la mayoría de los cuadros con afectación visceral y temprana en la obstrucción intestinal. En el caso de apen- dicitis, cólico biliar o ureteral, son de tipo reflejo comenzando al poco tiempo de iniciarse el dolor, aunque siempre después de éste. Son de contenido alimenticio, gástrico o biliar y suelen cesar cuando se vacía el estómago. Otras veces se producen por un mecanismo inflama- torio (gastroentiritis aguda, GEA), acompañado de dolor abdominal hasta la resolución del cua- dro. En la obstrucción intestinal nos puede orientar sobre el nivel de la obstrucción. En ancianos suele existir disminución en la acti- vidad refleja y de la fuerza muscular, por lo que no es infrecuente su ausencia. — Trastornos del ritmo intestinal: 1. Estreñimiento: la ausencia de emisión de gas o heces nos orientará a la existencia de íleo mecánico o dinámico. 2. Diarrea: debemos observar no sólo la consis- tencia de las heces, sino también la presencia de productos patológicos (sangre, moco, pus). Encontraremos diarrea en la isquemia mesentérica, pseudobstrucción intestinal, GEA y otros procesos inflamatorios. Un vacia- miento abdominal brusco (vómitos y diarrea simultáneos) puede estar presente en la embolia de la arteria mesentérica superior. — Síntomas genitourinarios: disuria. — Síntomas constitucionales. Exploración física Es asombrosa la escasez de hallazgos físicos que algunas veces pueden estar presentes incluso en pre- sencia de peritonitis difusa. Este hecho debería tener- se especialmente en cuenta cuando nos hallamos 569 Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo
  • 4. ante la sospecha de una isquemia mesentérica o de una obstrucción de intestino delgado (9, 10). En la exploración física deberemos tener en cuenta: Examen sistémico — Estado general. Constantes vitales (TA, FC, Tª, F resp.) grado de hidratación, estado nutricional, coloración de la piel y mucosas (palidez, icteri- cia, cianosis). Nos orientarán hacia la gravedad de la situación. Presión arterial disminuida por hipovolemia, taquipnea en relación a acidosis metabólica, o fibrilación auricular como causa de embolia mesentérica. La ausencia de fiebre y una relativa bradicardia pueden estar presen- tes en pacientes con isquemia mesentérica, colecistitis, obstrucción de intestino delgado, apendicitis... Examen abdominal — Inspección. Se realizará en busca de distensión (apendicitis, diverticulitis, obstrucción intestinal), peristaltismo visible (obstrucción intestinal), pre- sencia de masas, hernias, eventraciones, cicatri- ces, lesiones o erupciones cutáneas, circulación colateral, contornos asimétricos o movimientos respiratorios restringidos. — Auscultación. Previa a la palpación para no alte- rar la frecuencia de ruidos intestinales. Se valo- ra la frecuencia y características de los ruidos intestinales. La presencia de ruidos intestinales «de lucha» (incrementados o con tono agudo de carácter metálico) sugiere una obstrucción del intestino delgado; sin embargo, su ausencia no debe excluir este diagnóstico. Puede existir una disminución o abolición del peristaltismo en caso de peritonitis. Los borborigmos se podrían auscultar en casos de GEA. Se debe determi- nar la presencia de soplos vasculares en la línea media cuando exista aneurisma aórtico. — Palpación. Debe ser superficial y profunda, rea- lizarse con extrema suavidad y comenzando siempre desde las zonas más distales al dolor. El dolor selectivo a la descompresión abdomi- nal, considerado esencial en el diagnóstico de irritación peritoneal, está ausente en gran número de ancianos. Un signo más fidedigno 570 Tabla 1. Causas de dolor abdominal según su localización Cuadrante superior derecho Colecistitis. Colangitis. Cólico biliar. Pancreatitis aguda. Hepatomegalia congestiva. Hepatitis. Apendicitis aguda. Ulcus péptico perforado. Absceso subdiafragmático. Neumonía basal. Pielonefritis. Cólico nefrítico. IAM. Cuadrante inferior derecho Apendicitis aguda. Perforación de ciego. Hernia inguinal estrangulada. Cólico nefrítico. Periumbilical Obstrucción intestinal. Apendicitis aguda. Diverticulitis aguda. Pancreatitis aguda. Aneurisma de aorta. Isquemia mesentérica. Cuadrante superior izquierdo Aneurisma de aorta. Pancreatitis aguda. Esplenomegalia. Rotura esplénica. Gastritis. Ulcus péptico perforado. Absceso subdiafragmático. Neumonía basal. Pielonefritis. Cólico nefrítico. IAM. Cuadrante inferior izquierdo Diverticulitis aguda. Colitis isquémica. Perforación de colon. Hernia inguinal estrangulada. Cólico nefrítico. TRATADO deGERIATRÍA para residentes
  • 5. para el diagnóstico de peritonitis es el hallazgo de con- tractura involuntaria de la pared abdominal. En la peri- tonitis generalizada, el dolor es difuso y el abdomen puede estar rígido, con gran contractura muscular (vientre en tabla). Sin embargo, este dato está ausen- te en muchos pacientes mayores. El signo de rebote típico depende de la localización del proceso y de la integridad del sistema nervioso, así como la velocidad de instauración. La localización y descripción de masas en los ancianos pueden ser incluso más fáciles debido a la delgadez de la pared abdominal y a la menor contractura muscular. Deben explorarse los sacos herniarios de forma sistemática, así como la presencia o alteración de los pulsos femorales. La palpación de una masa pulsátil dolorosa debe hacer pensar en un aneurisma de la aorta abdominal. — Percusión. Evalúa el tamaño y densidad de los órganos abdominales y detecta la presencia de liquido, masas o gas. En este último caso se per- dería la matidez hepática. Además, es una buena técnica para evaluar la irritación peritoneal. Una distensión abdominal timpánica puede hacer pensar en la presencia de obstrucción intestinal o neumoperitoneo. La matidez suprapúbica, la pre- sencia de globo vesical, y en flancos de ascitis. Examen genital, rectal y pélvico — Tacto rectal. Prueba imprescindible en la valora- ción de abdomen agudo. Debe realizarse des- pués del estudio radiológico. Nos aporta datos acerca de las características de las heces (melenas, diarrea), la ocupación de la ampolla rectal (impactación fecal, masas) y la existencia de dolor en las paredes rectales. Exploraciones complementarias Laboratorio Hemograma — Recuento leucocitario y fórmula. La leucocitosis puede ser menor o no aparecer. — La presencia de anemia nos puede orientar a un sangrado, proceso maligno. La anemia puede no estar presente si el paciente está severamente deshidratado o estar sobrevalora- da en caso de hemodilución (insuficiencia car- diaca congestiva, hepatopatía, etc.). Bioquímica — Glucosa, creatinina, urea e iones: nos permiten valorar el estado de hidratación y la función renal. Una alteración en el cociente urea-creati- nina refleja la deshidratación del paciente. — Iones (Na, K, Cl): hipo-Cl- hipo-K en pacientes con vómitos y depleción de volumen grave. — Perfil hepático, amilasa (no específico de pan- creatitis). Gasometría venosa — Valora las alteraciones del equilibrio ácido-base (vómitos, diarreas, cetoacidosis diabética...). Coagulación — Ante sospecha de sepsis, hepatopatía y posibi- lidad de indicación quirúrgica. Hemocultivos Sedimento de orina — La hematuria y/o datos compatibles con infec- ción del tracto urinario orientan el diagnóstico hacia patología urológica. Electrocardiograma Debe realizarse a todo paciente anciano con dolor abdominal de etiología desconocida. El infarto agudo de miocardio de cara inferior se manifiesta con dolor en epigastrio. Pueden aparecer cambios en el ECG, asociados a pancreatitis aguda y shock, así como a alteraciones electrolíticas. La presencia de arritmias tipo fibrilación auricular puede orientarnos hacia el diagnóstico de abdomen agudo de origen vascular. Pruebas de imagen — Rx de tórax AP y LAT. Permite descartar las causas torácicas de dolor abdominal (neumo- nías basales, neumotórax, hernias diafragmáti- cas) y es la más sensible para detectar un pequeño neumoperitoneo (presencia de aire debajo del diafragma), aunque puede estar ausente en casi el 35% de las perforaciones de víscera hueca en el anciano. Valoraremos la existencia de derrame pleural izquierdo en las pancreatitis. — Rx de abdomen (simple y en bipedestación); en aquellos pacientes que no puedan mantener bipedestación se realizará en decúbito lateral izquierdo con rayo horizontal. Especialmente útil ante la sospecha de perforación y obstrucción. Aporta información acerca de: distribución y cantidad de gas. En el íleo paralítico se ven múl- tiples asas intestinales uniformemente distendi- 571 Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo
  • 6. das que afectan al estómago, intestino delgado e intestino grueso; el diagnóstico diferencial hay que establecerlo con la obstrucción colónica baja. En el íleo mecánico el diagnóstico se basa en la demostra- ción de asas llenas de gas o líquido próximas al punto de la obstrucción con poco o nada de gas en la región distal y generalmente con múltiples niveles hidroaére- os. — Ecografía abdominal. Técnica inocua y de bajo coste. Es rápida, no invasiva y sin contraindica- ciones. Útil en la valoración de hipogastrio, hipocondrio derecho e izquierdo. La solicitare- mos ante la sospecha clínica de: • Patología hepato-bilo-pancreática: colecisti- tis, colangitis, dilatación de vías biliares. • Masas abdominales inflamatorias: apendici- tis, diverticulitis (más indicada la TAC). • Abscesos y colecciones intraabdominales. • Patología genitourinaria: pielonefritis, obstruc- ción urinaria aguda. • Disección de aneurisma aórtico. — TAC abdominal. Hoy en día se sabe que la TAC es una herramienta de gran valor en la sala de emergencias para la valoración de los pacientes ancianos con dolor abdominal agudo y puede influir notoriamente en la toma de decisiones (necesidad de ingreso, indicación de cirugía, necesidad de antibióticos...) (11). Puede estar indicada cuando la clínica y las prue- bas realizadas dejen dudas sobre el diagnóstico. Las principales indicaciones de la TAC son: • Patología aórtica aguda. Aneurisma de aorta abdominal. • Patología retroperitoneal (hematoma). • Isquemia mesentérica. • Pancreatitis aguda grave. • Abscesos abdominales. • Procesos inflamatorios intestinales. Es más sensible que la ecografía en el diagnóstico de apendicitis o diverticulitis. — Estudios de contraste. • Enema opaco: para valorar obstrucción de colon. • Contraste hidrosoluble oral: para valoración de perforaciones o fístulas. — Arteriografía. Su uso ha disminuido por la exis- tencia de la TAC helicoidal. Sus principales indi- caciones son: • Isquemia mesentérica: debe realizarse cuan- do la sospecha clínica es alta y la TC helicoi- dal es negativa. Puede tener fines terapéuti- cos cuando la oclusión es de origen embolígeno. • Hemorragia intestinal cuando la endoscopia es negativa. — Laparoscopia y/o laparotomía exploradora. Se valorará la realización en aquellos casos en los que los resultados de las exploraciones com- plementarias no sean concluyentes como opción diagnóstica y terapéutica. Son ya numerosos los estudios que demues- tran su rentabilidad diagnóstica y terapéutica, no siendo necesario un preoperatorio complica- do. Se ha demostrado una reducción de la mortalidad (12). Actitud y tratamiento Hay que establecer el diagnóstico diferencial entre entidades que requieran tratamiento médico y aque- llos que constituyan una emergencia quirúrgica. El enfermo debe ser valorado por el cirujano, ante la menor duda de indicación quirúrgica. — Criterios de tratamiento quirúrgico: 1. Peritonitis localizada o difusa (apendicitis aguda, hernia estrangulada...). 2. Perforación de víscera hueca (existencia de neumoperitoneo). 3. Obstrucción intestinal completa. — Pueden requerir tratamiento quirúrgico: 1. Colecistitis aguda. 2. Diverticulitis aguda. 3. Pancreatitis aguda. 4. Megacolon tóxico. Los pacientes que van a precisar tratamiento quirúrgico deben ir a quirófano en las mejores condi- ciones posibles, por eso es preciso un correcto mane- jo de las alteraciones hidroelectrolíticas, profilaxis anti- biótica preoperatoria, etc. Se hace imprescindible la existencia de una guía clí- nica adaptada al medio para el correcto abordaje del abdomen agudo en el viejo (10). Apendicitis Sigue siendo una entidad relativamente frecuente en el viejo y a menudo mal y tardíamente diagnostica- da, asociada a una alta morbimortalidad. Una vez diagnosticada, la pronta indicación quirúrgica, y el correcto uso de antibióticos perioperatorio son deter- minantes en el pronóstico. La comorbilidad previa es el factor decisivo (13). Bibliografía 1. Kay L. Prevalence, incidence and prognosis of gastroin- testinal symptoms in a random sample of an eldery population. Age Ageing 1944; 23: 146-9. 572 TRATADO deGERIATRÍA para residentes
  • 7. 2. Verdejo C, Rexard L. Abdomen agudo en Geriatría. En: Ribera JM, Cruz A, editores. Manual de Geriatría II. For- mación continuada para Atención Primaria. Madrid: Idepsa; 1993. p. 63-72. 3. Wadman M, Syk I. Unspecific clinical presenttion of bowel ischemia in the very old. Ageing Clin Exp Res 2004; 16: 2005. 4. Cooper GS, Shales DM, Salata RA. Intrabdominal infec- tion: differences in presentation and outcome between younger patients and the eldety. Clin Infects Dis 1994; 19: 146-8. 5. Shabbir J, Ridgway PF, Lynch K. Administration of anal- gesia for acute abdominal pain suffering in the emergency setting. Eur J Emerg Med 2004; 11 (6): 306-12. 6. Kauvar DR. The Geriatric acute abdomen. Clin Geriatr Med 1993; 547-58. 7. Walsh TH. Audit of outcomes of major surgery in the eldery. Br J Surg 1996; 83: 92-7. 8. Arenal JJ, Bengoechea-Beetby M. Mortalitu associated with emergency abdominal surgery in the eldery. Can J Surg 2003; 46 (2): 111-6. 9. Sanson TG, O’Keefe KP. Evaluation of abdominal pain in the elderly. Emerg Med Clin North Am 1996; 14: 615-27. 10. Cooper GS, Shales DM, Salata RA. Intraabdominal infection: differences in presentation and outcome bet- ween yonger patients and the elderly. Clin Infect Dis 1994; 19: 146-8. 11. Esses D, Birnbaum A, Bijur P, Shain S, Cleyzar A, Galla- ger E. Ability of CT to alter decision making in eldery patients with acute abdominal pain. Am J Emerg Med 2004; 22 (4): 270-2. 12. Kirshtein B, Roy-Shapira A. The use of laparoscopy in abdominal emergencies. Surg Endosc 2006; 17 (7): 1118-24. 13. A Lee JF, Leon CK. Apendicitis in the eldery Aust NZ J Surg 2000; 70 (8): 593-6. Lectura recomendada Schwartz SI. Principios de cirugía. 7.ª ed. Nueva York: Ed. McGraw-Hill; 2000. Beers MH, Berkow R. Manual Merck de Geriatría. 2.ª edi- ción. Madrid: Harcourt; 2001. Grimley Evans J, Franklin Williams T, Lynn Beattie B, Michel JP, Wilcock GK. Oxford Textbook of Geriatric Medicine. 2.nd edition. Oxford: Oxford University Press; 2000. Priciples and Practice of Geriatric Medicine. MS John Pathy. 3.ª ed., vol. I. Verdejo C. El problema del abdomen agudo: perspectiva médica. En: Ribera Casado JM, Gil Gregorio P (editores). Clí- nicas Geriátricas: Urgencias en Geriatría. Madrid: Editores Médicos; 1997. p. 185-95. Kane R, Ouslander J, Abrass. Algoritmo del Dolor Abdomi- nal Agudo. Geriatría Clínica. Madrid: McGraw-Hill Interame- ricana; 2000. p. 419. Vilardell F, Azpiroz F. Dolor abdominal. En: Vilardell F, Rodes J (editores). Enfermedades digestivas. Madrid: Grupo Aula Médica; 1998. p. 36-55. 573 Situaciones clínicas más relevantes. Abdomen agudo