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HolaPregunta



El cuerpo -mi casa
Mi caballo, mi sabueso
¿Qué voy un hacer
Cuando se caiga?



Donde voy un dormir
Cómo voy un montar
Qué voy un buscar

Donde puedo ir
peque mi montura
todo impaciente y rápido

Como voy a saber
si en el matorral de delante
está el peligro o el tesoro
cuando el cuerpo mi bien
brillante perro esté muerto




Cómo lo voy a hacer
para mentir en el cielo
sin azotea o puerta
y el viento por ojo

¿Con la nube para moverme
cómo me ocultaré?




May Swenson
Prólogo – Insertada

El nombre del Curandero era Fords Deep Waters.

Como era un alma, por naturaleza tenía cosas buenas: era compasivo, paciente,
honesto, virtuoso, y estaba lleno de amor. La ansiedad era una emoción inusual para
Fords Deep Waters.

La irritación era aún más rara en él. Sin embargo, como Fords Deep Waters vivía dentro
de un cuerpo humano, la irritación era a veces ineludible.

A medida que los cuchicheos de los estudiantes a medicina zumbaban en la lejana
esquina del quirófano, sus labios se juntaron en una fina línea.

Esa expresión parecía estar fuera de lugar en una cara que a menudo se daba a la
sonrisa.

Darren, su ayudante, vio su mueca y le dio unas palmaditas en el hombro.

“Solamente están curioseando” Dijo en voz baja.

“Una inserción no es precisamente un procedimiento interesante o exigente. Cualquier
alma que encuentres por la calle podría llevarla a cabo en una emergencia. Hoy no van a
aprender nada observando” Fords se sorprendió de oír el tono cortante de su voz.

“Nunca antes habían visto a un humano desarrollado” Dijo Darren.

Fords arqueó una ceja “¿Están tan ciegos como para no verse las caras los unos a los
otros? ¿Es que no tienen espejos?”
“Sabes a qué me refiero–un humano salvaje. Sin ninguna alma dentro. Uno de los
rebeldes.”

Fords observó al cuerpo inconsciente de la chica, bocabajo en la tabla de operaciones.
Una oleada de compasión en su corazón le hizo recordar la condición que su cuerpo
pobre y roto había aguantado cuando los Buscadores la trajeron al Centro Médico. El
dolor que ella había soportado... Por supuesto, ella estaba en perfectas condiciones
ahora–completamente sana. Fords lo había comprobado.

“Es como uno de los nuestros” Murmuró Fords a Darren “Todos nosotros tenemos
rostros humanos. Y además, cuando despierte, será uno de los nuestros de verdad.”

“A ellos les parece emocionante, ¡eso es todo!”

“El alma que implantamos hoy merece más respeto que tener el cuerpo de su anfitrión
inconsciente de esta forma. Ya tendrá suficiente con relacionarse mientras se habitúa.
No es justo meterla en medio de todo esto.” Por “esto” no se refería al hecho de poseer
un cuerpo. Fords volvió a notar el tono cortante de su voz.

Darren le dio una palmadita de nuevo.

“Estará bien. El buscador necesita información y...”


A la palabra “buscador”, Fords le regaló a Darren una mirada que sólo podría ser descrita
como fulminante. Darren parpadeó escandalizado.

“Perdona” Ford se disculpó por fin “No quería reaccionar de forma tan negativa. Es sólo
que temo por esta alma.”

Sus ojos se movieron hacia el tanque de criogenización que se encontraba detrás de la
mesa. La luz era constante, de un rojo pálido, lo cual indicaba que estaba ocupado y en
modo hibernación.

“Esa alma fue elegida especialmente para esta tarea” Dijo Darren con dulzura “Es
excepcional entre los de nuestra especie–más valiente que la mayoría. Sus vidas hablan
por sí mismas. Creo que ella misma se ofrecería si fuera posible preguntárselo.”

“¿Quién entre nosotros no se ofrecería si nos pidieran hacer algo por el bien común? ¿Es
este el caso? ¿Sirve de algo para el bien común? La pregunta no es si está dispuesta,
sino si es correcto pedirle a un alma aguantar esa carga.”

Los estudiantes de medicina también estaban discutiendo sobre el alma hibernada. Fords
podía oír los susurros claramente; sus voces empezaban a alzarse, cada vez más
ruidosas con el entusiasmo.
“Ella ha vivido en seis planetas”

“Yo he oído que en siete”

“Yo he oído que nunca ha vivido dos veces en la misma especie de anfitrión”

“¿Es posible?”

“Ha sido casi todo. Una flor, un oso, una araña...”

“Un alga, un murciélago...”

“¡Incluso un dragón!”

“Yo no lo creo... no en siete planetas”

“Al menos en siete. Ella comenzó en el Origen”

“¿En serio? ¿En El Origen?”

“Silencio, por favor.” Interrumpió Fords “Si no podéis observar profesional y
silenciosamente, entonces tendré que pediros que os larguéis”

Avergonzados, los seis estudiantes se callaron y se alejaron un poco los unos de los
otros.

“Vamos a empezar con esto, Darren”

Todo estaba preparado. Los medicamentos adecuados estaban colocados detrás de la
chica humana. Su largo y oscuro pelo estaba recogido debajo de un gorro quirúrgico,
exponiendo su fino cuello. Su piel bronceada tenía apenas una marca que demostrara
su... accidente.

“Que comience la descongelación ahora, por favor, Darren”

El canoso ayudante ya estaba esperando detrás del tanque de criogenización. Su mano
reposaba sobre el botón. La luz roja en lo alto del cilindro pequeño y gris empezó a
parpadear, destellando cada vez más deprisa y cambiando de color.

Fords se concentró en el cuerpo inconsciente; acercó el bisturí a la piel de la base del
cráneo del paciente, con movimientos precisos, y luego aplicó un medicamento que
frenaba un poco el flujo de sangre antes de abrir más la fisura. Fords hurgó
delicadamente debajo de los músculos del cuello, con cuidado de no herirlos, exponiendo
los pálidos huesos de la parte superior de la columna vertebral.

“El alma está preparada, Fords,” le informó Darren.
“Yo también lo estoy. Cógela.”

Fords percibió a Darren en su codo y supo, sin mirarle, que su ayudante estaba
preparado. Su mano se extendió y esperó; habían estado trabajando juntos durante
muchos años. Fords agarró un espacio vacío.

“Envíala al hogar,” susurró.

Apareció la mano de Darren, el reflejo dorado de un alma despertándose en sus manos
ahuecadas.

Fords nunca había visto un alma expuesta sin haber sido golpeado por la belleza de ésta.

El alma resplandecía con las luces brillantes del quirófano, aún más resplandeciente que
el dorado y reflectante instrumento en su mano. Como un lazo viviente, se retorcía y se
rizaba, expandiéndose, feliz de estar fuera del tanque de criogenización.

Con cuidado, Darren colocó a la criatura brillante dentro de la obertura que Fords había
hecho en el cuello de la humana. El alma se deslizó suavemente dentro del espacio
ofrecido. Fords admiró la habilidad con la que ella poseía a su nuevo hogar. Era muy
rápida, muy firme en sus movimientos. Pronto, solo era visible un pequeño segmento de
su cuerpo brillante.

“Bien hecho” Le susurró, aunque sabía que no podía oírle. La chica humana tenía oídos,
pero dormía profundamente.

Acabar el trabajo era rutinario. Limpió y cicatrizó la herida, aplicando un ungüento que
sellaba la incisión, y luego cepilló el polvo de la débil cicatriz.

“Perfecto, como siempre” Dijo el ayudante, quien, por alguna razón incomprensible para
Fords, nunca había cambiado el nombre original de su anfitrión humano, Darren.

Fords suspiró “Me arrepiento de este día de trabajo”

“Solamente estás haciendo tu trabajo como Curandero”

“Esta es una de las extrañas ocasiones en las que un Curandero provoca una herida”

Darren empezó a recoger la terminal de trabajo. No parecía saber qué responder. Fords
estaba desempañando su profesión. Eso era suficiente para Darren.

Pero no era suficiente para Fords Deep Waters, quien era un verdadero Curandero desde
el principio de su origen. Miró ansiosamente al femenil cuerpo humano, que dormía
tranquilamente, sabiendo que esa paz sería destrozada tan pronto como se despertara.
La inocente alma que él mismo acababa de introducir dentro de ella tendría que soportar
todo el horror del fin de esa joven mujer.
A medida que Fords se inclinaba hacia la humana y susurraba en su oído, deseaba
fervientemente que el alma en el interior de la humana pudiera oírle en ese momento.

“Buena suerte, pequeño trotamundos, buena suerte. Cuanto desearía que no la
necesitaras.”
Capítulo 1 - Recordada

Sabía que empezaría por el final, y el final parecería la muerte para estos ojos. Estaba
advertida.

No estos ojos. Mis ojos. Míos. Esto que soy ahora.

El lenguaje que me encontré usando era extraño, pero tenía sentido. Picado, encajado,
ciego y lineal. Increíblemente tullido en comparación con otros tantos que he usado, me
las arreglo para encontrar fluidez y expresión. A veces es bonita. Mi lengua nativa.

Con el verdadero instinto de los de mi raza, me vinculé firmemente en el centro del
cuerpo de pensamiento, me entretejí ineludiblemente en toda su respiración y reflejo
hasta que no haya un ente separado. Era yo.

No el cuerpo, mi cuerpo.

Sentí que la anestesia se pasaba, y la lucidez tomaba lugar. Me preparé para el violento
ataque de mi primer recuerdo, el que realmente era mi último recuerdo–el último
momento en que el cuerpo tuvo la experiencia, la memoria del fin. Estaba bien
preparada, perfectamente advertida de que iba a pasar ahora. Esas emociones humanas
podían ser fuertes, más vitales que los sentimientos de las otras especies en las que
había estado.

El recuerdo vino. Y, aunque estaba advertida, no había nadie que pudiera estar
preparado para aquello.

Me quemé con colores afilados y sonidos zumbantes. Frío en su piel, dolor asiendo sus
miembros, quemándolos. El sabor era ferozmente metálico, en su boca. Y allí estaba el
nuevo sentido, el quinto sentido que nunca tuve, que tomó las partículas de aire y las
transformó en extraños mensajes y placeres y advertencias en su cerebro–olfato. Eran
molestos, confusos para mí, pero no para la memoria de ella. El recuerdo no tenía
tiempo para la novedad del olor. El recuerdo sólo tenía miedo.

El miedo la encerró en un vicio, aguijoneando como un cuchillo, los miembros torpes
hacia delante, pero obstaculizándolos al mismo tiempo. Escapar, correr–fue todo lo que
pudo hacer.

He fallado.
El recuerdo que no era mío fue tan terriblemente fuerte y claro que escapó a mi
control–abrumada la imparcialidad, el conocimiento me dijo que era sólo un recuerdo y
no yo. Aspiré el infierno que era el último minuto de su vida. Fui ella y estábamos
corriendo.

Está muy oscuro. No puedo ver. No puedo ver el suelo. No puedo ver mis manos,
extendiéndose enfrente de mí. Corro ciega e intento oír la persecución que siento detrás
de mí–pero mi corazón es demasiado ruidoso, ahoga todo lo demás.

Hace frío. No debería importarme ahora, pero duele. Tengo mucho frío.

El aire de su nariz era molesto. Malo. Olía mal. Por un segundo, ese malestar me libró
del recuerdo. Pero fue solo un segundo, y entonces estaba allí de nuevo y mis ojos llenos
de lágrimas de horror.

Estoy perdida, estamos perdidas. Se acabó.

Están justo detrás de mí, ruidosos y cercanos. ¡Hay muchos pasos!

Estoy sola. He fracasado.

Los Buscadores están llamando. Me voy a poner enferma. El sonido de sus voces
revuelve mi estómago.

“Está bien, está bien,” miente uno, intentando calmarme, reduciendo mi velocidad. Su
voz esta distorsionada por el esfuerzo de su respiración.

“¡Ten cuidado!” grita otro como advertencia.

“No te dañes a ti misma” suplica uno de ellos. Una voz profunda, llena de preocupación.

¡Preocupación!

Un golpe de calor en mis venas y un violento odio casi me estrangula. Nunca he sentido
una emoción como esta ni en todas mis vidas. Por otro segundo, mi repulsión me sacó
del recuerdo. Alto, estridente y agudo perforó mis oídos y martilleó en mi cabeza. El
sonido araño a través de mis vías respiratorias. Hubo un débil dolor en mi garganta.

Gritando, explicaba mi cuerpo. Estás gritando.

Me quedé helada de aturdimiento y el sonido paró bruscamente.

Eso no era un recuerdo.

Mi cuerpo– ¡Ella estaba pensando! ¡Hablándome!
Pero el recuerdo era muy fuerte, en ese momento, más que mi asombro.

“¡Por favor!” gritaron ellos. “¡Hay peligro en frente!”

“¡El peligro está atrás!” les respondí.

Pero vi a lo que se referían. Un enclenque raudal de luz, viniendo de quien sabe donde,
brilló al final del vestíbulo. No es el muro del edificio o la puerta cerrada, la muerte final
que temía y esperaba. Es un agujero negro.

El hueco del ascensor. Abandonado, deshabilitado y como este edificio. Una vez fue un
lugar donde esconderse, ahora una tumba.

Una oleada de alivio me inundó. Hay una manera. No una manera de sobrevivir, pero tal
vez una manera de ganar.

¡No, no, no! Este pensamiento era todo mío, y luché por salir fuera de ella, pero
estábamos juntas. Y corrimos hacia el borde de la muerte.

“¡Por favor!” los gritos eran más desesperados.

Tuve ganas de reír cuando supe que era lo bastante rápida. Imaginé sus manos,
intentando cogerme a escasos centímetros de mi espalda. Pero soy tan rápida como
necesito ser. No paré al final del suelo. El agujero subió hasta cubrirme por la mitad.

El vació me traga. Mis piernas se sacuden, inútiles. Mis manos agarran el aire, a través
de él, buscando algo sólido. El frío me golpea.

Oí el ruido sordo antes de sentirlo… el viento soplaba…

Y entonces dolor por todas partes… el dolor lo era todo.

Hazlo parar.

“No es lo suficientemente alto” me susurré a mi misma a través del dolor.

¿Cuándo parará el dolor? ¿Cuándo…?

La negrura se tragó la agonía, y me desperté débil con gratitud de que el recuerdo
hubiera llegado al final de sus conclusiones. La negrura lo tomó todo y fui libre. Respiré
para calmarme, como este cuerpo tenía costumbre. Mi cuerpo.

Pero entonces el color volvió apresuradamente, el recuerdo se alzó y me tragó de nuevo.

“¡No!” me aterré, temiendo el frío y el dolor y al miedo mismo.
Pero este no era el mismo recuerdo. Este era un recuerdo sin recuerdo-un recuerdo
agonizante- de alguna manera, más fuerte que el primero.

La negrura lo tomó todo de nuevo: el recuerdo de un rostro.

El rostro era tan ajeno a mí como un desconocido, la serpentina de tentáculos de mi
último cuerpo era el huésped de este nuevo órgano en que me había convertido. Había
visto este tipo de caras en las imágenes que cogí para prepararme para este mundo. Era
difícil verlos por separado, ver las minúsculas variaciones de color y forma que eran las
únicas formas de individualismo. Más de lo mismo, todos ellos. Narices centradas en
mitad de la esfera, los ojos más arriba y las bocas más abajo, las orejas a los lados. Una
colección de sentidos, tacto, concentrado en un lugar. La piel alrededor de los huesos, el
pelo creciendo en la coronilla y extrañas líneas peludas sobre los ojos. Algunos tenían
más pelo debajo de la mandíbula; estos eran siempre machos. El color iba en la escala
del marrón desde el crema pálido a más oscuro, casi negro. A parte de esto ¿cómo
diferenciar uno de otro?

Esa cara la hubiera reconocido entre millones.

El rostro era un rectángulo duro, la forma de los huesos fuerte bajo la piel. El color era
luminoso, marrón dorado. El pelo era unos tonos más oscuros que la piel, excepto donde
los reflejos rubios brillaban, y eso solo cubría la cabeza y el extraño pelo sobre los ojos.

Los irises circulares en los blancos globos oculares eran más oscuros que el cabello,
pero, como el pelo, manchados con luz. Tenía pequeñas líneas alrededor de los ojos, y
sus recuerdos me dijeron que las líneas eran de sonreír, y mirar al sol.

No sabía nada de lo que pasaba con la belleza con esos extraños, y entonces supe que
ese rostro era hermoso. Quería seguir mirándolo.

Tan pronto como me di cuenta de ellos, desapareció.

Mío, dijo la ajena que no debería existir.

De nuevo, estaba congelada, aturdida. Allí no debería haber nadie más que yo. ¡Y
entonces ese pensamiento fue tan fuerte y consciente!

Imposible. ¿Cómo podía ella estar aquí? Ella era yo ahora.

Mío, me reprochó ella, el poder y la autoridad que me pertenecían sólo a mi fluía a
través de la palabra. Todo es mío.

Así que, ¿por qué estaba respondiéndole? Me preguntaba como las voces interrumpían
mis pensamientos.
Capítulo 2 - Escuchada

Las voces estaban cerca, y aunque recién me había dado cuenta, parecían estar
discutiendo en susurros.

“Temo que esto sea demasiado para ella,” dijo la primera voz. Era baja pero profunda,
masculina. “Y para cualquiera. ¡Cuanta violencia!” Había disgusto en sus palabras.

“Gritó solo una vez,” dijo una voz aguda, sutil, femenina, y su comentario dejaba notar
una cierta satisfacción, como si los hechos le dieran razón.

“Lo sé” admitió el hombre. “Es realmente fuerte. Otros tuvieron traumas mayores por
causas menos importantes.”

“Estoy segura va a estar bien, ya te lo he dicho.”

“Quizás equivocaste tu Vocación” había algo de entusiasmo en la voz del hombre. Mi
mente le llamó sarcasmo. “Quizás deberías ser una Curandera, como yo.”

La mujer rió, divertida. “Lo dudo. Los Buscadores preferimos un tipo distinto de
diagnóstico.”

Mi cuerpo conocía esa palabra: Buscador. Me corrió un escalofrío por el cuerpo. Lo que
sobraba de una reacción. Yo no tenía ningún motivo para temer a los Buscadores,
obviamente.

“A veces pienso que en tu profesión fueron contagiados por la infección de la
humanidad” comentó el hombre, la voz siempre ácida y molesta. “La violencia es
congénita en vuestro modo de vivir. ¿Conservan ese resto de índole humana que les
hace complacerse del horror?”

Me sorprendí por el tono de la acusación. La discusión parecía más a...una pelea. Algo
familiar para mi huésped, aunque para mí desconocida.

La mujer estaba en la defensiva. “No somos nosotros a elegir la violencia. La
enfrentamos cuando debemos. Ustedes tienen suerte de que algunos de nosotros fuertes
como para soportarla. Si no hiciéramos nuestro trabajo vuestra paz se rompería.

“Un tiempo era así. Creo que dentro de poco vuestra vocación será superada.”

“Te equivocas, y esta cama es la prueba.”

“¡Una joven humana, sola y desarmada! Realmente una grande amenaza contra nuestra
paz.”
La mujer respiro profundamente. Resopló. “Si, ¿pero de donde viene? ¿Cómo pudo
aparecer en el corazón de Chicago, una ciudad civilizada desde hace tiempo, a unos
cientos de kilómetros de cualquier pista de actividad de los rebeldes? ¿Pudo hacerlo
sola?”

Decía rápidamente las preguntas como si no estuviera pretendiendo una respuesta, ya
habiéndoselas repetido varias veces.

“Ese es un problema tuyo” dijo el hombre. “Mi deber es ayudar esta alma a que se
acostumbre a su nueva huésped sin traumas ni dolores inútiles. Y tu estas interfiriendo
con mi trabajo.”

Mientras estaba aun ocupada en retomar conocimiento, en orientarme en un mundo con
nuevos sentidos, me di cuenta de que estaban discutiendo sobre mí. Era yo el alma de la
que hablaban. Una palabra nueva, una palabra que para mi huésped había tenido
muchos otros significados. Nuestro nombre cambiaba de planeta en planeta. Alma. Creo
fuese la definición justa. La fuerza invisible guía al cuerpo.

“Tener respuestas para mis preguntas es importante cuanto tus responsabilidades sobre
esta alma.”

“Esto se verá.”

Sentí un movimiento, y la voz femenina se volvió un susurro. “¿Cuándo va a reaccionar?
El efecto de la anestesia se fue casi del todo.

“Cuando esté lista. Déjala en paz. Tiene derecho de enfrentar la situación en el modo
que crea más simple. ¡Imagina la sorpresa de despertar en el cuerpo de una rebelde,
herida a muerte mientras intentaba escapar! ¡Un trauma de este tipo no debería suceder
a nadie en tiempos de paz!” La voz masculina era màs intensa, llena de emoción.

“Es fuerte” le aseguró la voz femenina “Mira como ha enfrentado bien el primer
recuerdo, el peor. Cualquier cosa se estuviera esperando, lo logró.”

“¿Por el nombre de qué?” refunfuñó el hombre, pero no parecía esperar una respuesta.

La mujer rebatió igualmente: “Para obtener las respuestas que necesitamos...”

“Que necesitamos lo dices tu. Si fuera en ti diría, que pretendemos.”

“Alguien tiene que hacerse cargo de las cosas desagradables” siguió ella, ignorando la
interrupción “Y por lo que sé, esta alma hubiera aceptado el encargo si hubiera habido
un modo de proponérselo. ¿Que nombre le pusiste?”

El hombre se quedo en silencio largo rato. La mujer esperó.
“Trotamundos” dijo al final.

“Es adecuado” comentó ella. “No tengo estadísticas oficiales, pero ella debe ser una de
las pocas, sino la única, que llega tan lejos. Si, trotamundos le quedará bien, hasta que
se elija sola un nombre nuevo.

El se quedó en silencio.

“Obviamente, puede quedarse con el nombre del huésped. En los archivos no
encontramos nombres que correspondieran a las huellas digitales ni al escanéo de
retina. No sabría decirte cual era su nombre.”

“No se va a quedar con el nombre humano” masculló el hombre.

“Cada uno busca el confort a su modo” respondió ella, conciliadora.

“A Wanderer le va a hacer mucha falta, gracias a tu estilo de Búsqueda”

Oí ruidos fuertes y pasos sobre el piso duro. Cuando habló de nuevo, la mujer estaba del
otro lado del cuarto.

“Si hubieras participado cuando empezó la ocupación hubieras reaccionado muy mal.”

“Quizás eres tu que reaccionas mal a la paz”

La mujer se rió en modo falso. Mi mente parecía aferrar los significados escondidos en el
tono y en las inflexiones de la voz.

“No te debe quedar claro lo que implica mi vocación. Largas horas, hundida en archivos
y mapas. Más que nada trabajo de oficina. No se trata siempre en conflictos o violencia
como quizás crees.”

“Cuando hace diez días encontraste este cuerpo estabas bien armada.”

“Te aseguro que era la excepción, no la regla. No te olvides que las armas que tanto te
disgustan fueron usadas contra nuestra especie cada vez que nosotros Buscadores
bajamos la guardia. Los humanos son felices de matarnos cuando pueden. Los que
fueron tocados por su hostilidad nos considera héroes.”

“Hablas como si estuviéramos en el medio de una guerra.”

“Si, la guerra contra los humanos que quedan.”

Esas palabras me rebotaron en las orejas. Mi cuerpo reaccionó; sentí mi respiro acelerar,
el latido del corazón palpitar mas fuerte de lo común. Al lado de la cama en la que
estaba un aparato registró el aumento del ritmo con un bip ahogado. El Curandero y la
Buscadora estaban demasiado ocupados en la discusión para darse cuenta.

“Guerra que ellos mismos saben haber ya perdido. Les superamos en número...
¿Cuánto? ¿Un millón contra 1? Imagino que tú ya lo sabes.

“Según calculamos nosotros estamos en ventaja” admitió ella a regañadientes.

El Curandero se mostró feliz en cerrar la conversación con esa precisión. Ella se quedo
en silencio un rato.

Yo lo aproveché para reflexionar sobre mi situación. Muchas cosas eran obvias.

Me encontraba en un laboratorio de curación, recuperándome de una inserción algo
complicada. Estaba segura de que el cuerpo que me habían dado estaba completamente
curado, antes de que me lo dieran. La mayor parte de las veces se liberaban de los
cuerpos perjudicados.

Considere el conflicto de opiniones del Curandero y de la Buscadora. Según las
informaciones que me habían dado el Curandero tenía razón. La hostilidad contra el
resto de los humanos se había acabado. El planeta llamado Tierra era pacifico y sereno
como se veía desde el espacio, una esfera de forma atrayente verde y azul, rodeada por
vapores blancos e inocuos. Como siempre desde la llegada de las almas, la armonía
reinaba en todas partes.

La pelea entre el Curandero y la Buscadora estaba fuera de lugar, demasiado agresivo
para nuestra raza. Me quedé maravillada. Eran acaso ciertas las voces que habían
corrido de los...de los...

Me perdí buscando el nombre de mi última especie. Teníamos un nombre, lo sabía. Lejos
de mi antigua huésped no lo recordaba, el lenguaje que había usado era mucho mas
simple que este, un lenguaje mudo de pensamientos que nos unía a todos en una sola
grande mente. Cosa necesaria si vives enraizado en un terreno húmedo y negro.

Podía describir esa especie con mi nuevo lenguaje humano. Vivíamos en el fondo del
grande océano que cubría toda la superficie del planeta... del cual no recordaba el
nombre. Teníamos cien brazos, y por cada brazo mil ojos, gracias a eso, y a la unión de
nuestros pensamientos, nada en el fondo del océano pasaba desapercibido. No estaba la
necesidad de los sonidos, ya que no teníamos orejas. Sentíamos el sabor del agua, que
junto a la vista nos decía todo lo que debíamos saber. Y sentíamos el sol, lejano arriba
del océano, que se convertía en nutrimento para nosotros.

Podía describirnos, pero no podía darnos un nombre. Suspiré triste por ese conocimiento
perdido, y volví a reflexionar sobre la conversación que había escuchado.
Usualmente, las almas dicen solo la verdad. Los Buscadores, obviamente, debían seguir
las reglas de su vocación, pero entre almas no había necesidad de mentir. El lenguaje
mental de mi última especie hacía que no pudiera mentir. Enraizados en la tierra como
estábamos, luchando contra el aburrimiento narrando historias. Saber contar historias
era el màs apreciado de los talentos, porque todos gozaban de ello.

A veces la realidad se mezclaba con la fantasía al punto que empezábamos a dudar,
aunque no se pudiera mentir, que cosa era cierta y que cosa no lo era.

Cuando pensábamos en el nuevo planeta-la Tierra, tan seca, tan variada, llena de
habitantes violentos y destructivos, que apenas les podíamos imaginar-el terror
principalmente era sustituido por el entusiasmo. Nacían enseguida historias sobre el
nuevo y emocionante tema. Las guerras-¡Las guerras! ¡Nuestra raza obligada a luchar!-
eran discretas primero detalladamente, embellecidas y transformadas en cuentos.
Cuando los cuentos se deformaban demasiado buscaba informaciones oficiales.

Pero se hablaba también de otras cosas: Huéspedes tan fuertes que obligaban a las
almas a que los abandonaran. Huéspedes con una mente indomable. Almas que
adoptaban la personalidad del cuerpo en vez de imponer la propia. Historias. Voces
incontrolables. Locura.

Parecía la acusación del Curandero...

Descarté la sospecha. Probablemente la protesta del Curandero era solo un reflejo de la
antipatía de todas las almas sobre la vocación de los Buscadores. Pero, ¿cómo era
posible desear una vida de duelos y perseguimientos? ¿Sentir atracción en individuar y
capturar los huéspedes mal dispuestos? ¿Tener bastante coraje como para enfrentar la
violencia de esa especie hostil, los humanos, que mataban tan fácilmente? En este
planeta los Buscadores se habían vuelto un verdadero... ejército: Mi nuevo cerebro
sugirió la mejor definición sobre un concepto para mí totalmente desconocido. La
mayoría de las almas creían que solamente los menos evolucionados, inferiores, se
volvían Buscadores.

Aún así, en la Tierra, ellos gozaban un nuevo estatus. Nunca antes había ocurrido que
una vocación saliera mal. Nunca antes se había transformado en una batalla cruel y
sangrienta. Los Buscadores eran un potente escudo, y las almas de este mundo estaban
triplemente en deuda con ellos: Porque habían transformado el caos en seguridad,
porque cada día arriesgaban voluntariamente sus vidas y porque traían constantemente
nuevos cuerpos.

Ahora que el peligro había pasado, la gratitud se iba debilitando. Y, para esta Buscadora,
el cambio no era placentero.

Era fácil imaginar lo que me iba a preguntar. Aunque el Curandero intentara darme más
tiempo para acostumbrarme a mi nuevo cuerpo sabía que iba a dar lo mejor de mí para
ayudar a la Buscadora.
El sentido cívico era algo indispensable en cada alma.

Así que respire profundamente para prepararme. El monitor señalo mi movimiento. Me
sentía algo indecisa, odiaba admitirlo, pero tenía miedo. Para recuperar las
informaciones que necesitaba la Buscadora iba a tener que explorar los recuerdos
violentos que me habían hecho gritar por el terror. Pero sobretodo tenía miedo de la voz
que había escuchado fuerte en mi cabeza. En aquel momento, como debía ser, la voz
callaba. También ella era solo un recuerdo.

No debía temer, después de todo mi nuevo nombre era Trotamundos, me lo había
ganado.

Con otro respiro profundo enfrenté los recuerdos que me asustaban, y hurgué en ellos
serrando los dientes.

Ahora podía omitir el final, ya que había superado el miedo. Rápidamente volví,
estremeciéndome, a la corrida en la oscuridad, intentando no hacer caso a las
sensaciones. Me salí de eso rápidamente.

Una vez superada la barrera pude fluctuar entre las cosas y los lugares menos
alarmantes, en busca de información. Vi como había llegado a esa ciudad fría, de noche,
manejando un auto robado, elegido a propósito por su aspecto anónimo. Había caminado
por las calles de Chicago en la oscuridad, temblando y envuelta en una chaqueta.

También ella la estaba buscando. Había otro como ella, al menos eso esperaba. Una
persona en particular. Una amiga...no, una pariente. No era una hermana...una prima.

Las palabras tenían dificultad en salir, y al principio no entendí porqué. ¿Era un particular
que se había olvidado? ¿Perdido durante el trauma de haber casi muerto? ¿Estaba aún
confundida porque había perdido conocimiento? Intenté razonar. Que sensación tan poco
familiar. ¿Quizás aun seguía bajo sedativos? Me sentía lucida, pero a mi mente le
costaba buscar las respuestas que quería y que no encontraba.

Intenté usando otra vía, en la esperanza de tener una visión mas clara. ¿Cual era su
objetivo? Debía encontrar a...Sharon-no sé de donde lo saqué-y con ella quería...

Choqué contra una pared.

Había un vacío, la nada. Traté de darle la vuelta, pero no encontraba el final. Como si la
información que buscaba hubiese sido borrada.

Como si mi cerebro estuviese perjudicado.

Una rabia ardiente y salvaje me invadió. Una reacción inesperada, que me dejó sin aire.
Había oído sobre la instabilidad emocional de los cuerpos humanos, pero esto iba más
allá de mi habilidad de prever. En ocho vidas ninguna otra emoción me había tomado
con tanta fuerza.

Sentí la sangre pulsar en mi cuello, retumbar en las orejas. Apreté los puños.

El monitor a mi lado registró la aceleración de mis latidos. En el cuarto alguien se movió:
Los pasos fuertes de la Buscadora se aproximaron hacia mí, junto a un calmo arrastrar
de pies que debían ser los del Curandero.

“Bienvenida a la Tierra Wanderer,” dijo ella.




Capítulo 3 - Resistida

“Ella no reconocerá el nuevo nombre,” murmuró el Curandero.

Una nueva sensación me distrajo. Algo agradable, un cambio en el aire cuando la
Buscadora se colocó a mi lado. Un aroma, deduje. Algo diferente que el cuarto estéril,
inodoro. Perfume, me dijo mi nueva mente. Floral, exuberante…

“¿Puedes escucharme?” preguntó la Buscadora, interrumpiendo mi análisis. “¿Estas
consciente?”

“Toma tu tiempo” pidió el Curandero en una voz mas suave que la que había usado
antes.

Yo no abrí mis ojos. No quería ser distraída. Mi mente me daba las palabras que
necesitaba, y el tono que transmitiría lo que no podría decir sin usar muchas palabras.

“¿He sido colocada en un huésped dañado para obtener la información que tú necesitas,
Buscadora?”

Hubo un jadeo–mezcla de sorpresa e indignación–y algo cálido toco mi piel, cubrió mi
mano.

“Desde luego que no, Wanderer” dijo el hombre tranquilizadoramente. “Incluso un
Buscador se detendría en algunas cosas.”

La Buscadora jadeó nuevamente. Silbó, corrigió mi memoria.

“¿Entonces por qué esta mente no funciona correctamente?”

Hubo una pausa.
“Las exploraciones fueron perfectas” dijo la Buscadora. Sus palabras no eran
tranquilizadoras sino argumentativas. ¿Pretendía discutir conmigo? “El cuerpo fue curado
completamente.”

“De un intento de suicido que estuvo peligrosamente cerca de tener éxito” mi tono fue
severo, aún enojado. Yo no estaba acostumbrada a la cólera. Era difícil contenerla.

“Todo estuvo en perfecto orden…”

El Medico la interrumpió “¿Qué falla?” Él preguntó. “Claramente, has conseguido acceso
al habla.”

“Memoria. Estaba tratando de encontrar lo que la Buscadora quiere.”

Aunque no hubo ningún sonido, hubo un cambio. La atmósfera, que se había puesto
tensa con mi acusación, se relajó. Me pregunté como sabía esto. Tenía la extraña
sensación de que estaba de alguna manera recibiendo más de lo que los cinco sentidos
me daban… casi el presentimiento de que había otro sentido, en los bordes, no
totalmente aprovechado. ¿Intuición? Esa era casi la palabra correcta. Como si cualquier
criatura necesitara más de cinco sentidos.

La Buscadora aclaró su garganta, pero fue el Médico quien contestó.



“Ah” dijo “No te pongas ansiosa acerca de algunas… dificultades parciales de la memoria.
Eso es, bueno, no que sea esperado, exactamente, pero no considerablemente
sorprendente.”

“No entiendo a lo que se refiere.”

“Este huésped era parte de la resistencia humana–ahora había un pizca de entusiasmo
en la voz de la Buscadora–Aquellos seres humanos que fueron consientes de nosotros
antes de la inserción son mas difíciles de dominar. Éste todavía resiste.”

Hubo un momento de silencio mientras ellos esperaban por mi respuesta.

¿Resistencia? ¿El huésped estaba bloqueando mi acceso? De nuevo, el calor de mi cólera
me sorprendió.

“¿Estoy correctamente vinculada?” pregunté, mi voz distorsionada porque salió a través
de mis dientes.

“Sí” dijo el Curandero. “Todos los ochocientos veintisiete puntos están ligados
correctamente en las posiciones óptimas.”
Esta mente usaba más de mis adhesiones que cualquier huésped anterior, dejándome
solo ciento ochenta y un adhesiones de repuesto. Tal vez los numerosos atascamientos
eran la razón de que las emociones fueran tan vívidas.

Decidí abrir mis ojos. Sentí la necesidad de volver a fijarme lo que dijo el Curandero y
asegurarme de que el resto de mí funcionaba.

Luz. Brillante, doloroso. Cerré mis ojos nuevamente. La última luz que había visto había
sido filtrada por cientos de brazas de océano. Pero estos ojos habían visto más brillante
y podían soportarlo. Los abrí estrechamente, manteniendo mis pestañas emplumadas
sobre la abertura.

“¿Te gustaría que apague las luces?”

“No, Curandero. Mis ojos se ajustarán.”

“Muy bien” dijo, y entendí que su aprobación se refería a mi casual uso del posesivo.

Los dos esperaron tranquilamente mientras mis ojos se ensanchaban lentamente.

Mi mente reconoció esto como un cuarto promedio en una institución medica. Un
hospital. Los azulejos del techo eran blancos con puntos más oscuros. Las luces eran
rectangulares y del mismo tamaño que los azulejos, reemplazándolos a intervalos
regulares. Las paredes eran verde-claro, un color calmante, pero también el color de la
enfermedad. Una pobre elección, en mi opinión rápidamente formada.

Las personas que me rodeaban eran más interesantes que el cuarto. La palabra doctor
sonó en mi cabeza tan pronto como mis ojos se fijaron en el Médico. Él usaba ropa
holgada azul-verde que dejaba sus brazos al descubierto. Scrubs. El tenía cabello en su
cara, un color extraño que mi memoria llamó rojo.



¡Rojo! Habían sido tres mundos desde que vi el color o cualquiera parecido. Incluso este
pelirrojo dorado me llenó de nostalgia.

Su cara me pareció como la de cualquier humano, pero el conocimiento en mi memoria
aplicó la palabra amable.

Una respiración impaciente cambió mi atención a la Buscadora.

Ella era muy pequeña. Si ella hubiera permanecido quieta, me hubiera llevado un rato
notarla ahí al lado del Curandero. Parecía una mancha, algo oscuro en el brillante cuarto.
Usaba negro desde la barbilla hasta las muñecas–un traje conservador de seda, con
cuello de tortuga debajo. Su cabello era negro, también. Le llegaba hasta la barbilla y lo
tenía colocado detrás de sus orejas. Su piel era más oscura que la del Curandero. Tono
oliva.
Los pocos cambios en las expresiones de los humanos eran tan mínimos que eran
bastante difíciles de leer. Mi memoria llamaría la expresión de la cara de esta mujer,
pensativa. Las cejas negras, inclinadas hacia abajo sobre los ojos ligeramente hinchados,
creaban un diseño familiar. No precisamente cólera. Intensidad. Irritación.

“¿Con qué frecuencia pasa esto?” pregunté, mirando nuevamente al Médico.

“No mucha” admitió el Médico “Tenemos muy pocos huéspedes adultos disponibles. Los
huéspedes jóvenes son enteramente flexibles. Pero tú indicaste que preferías comenzar
como un adulto.”

“Sí.”

“La mayoría pide lo opuesto. La vida humana es mucho mas corta de lo que estas
acostumbrada.”

“Tengo buen conocimiento acerca de todo eso, Curandero. ¿Ha usted tratado con este
tipo de… resistencia antes?”

“Solo una vez, por mi mismo.”

“Dígame los hechos del caso.” Me detuve brevemente. “Por favor” añadí, sintiendo la
carencia de cortesía en mi petición.

El Médico suspiró.

La Buscadora comenzó a tamborilear sus dedos contra su brazo. Un signo de
impaciencia. No le haría daño esperar por lo que ella quería.

“Esto ocurrió hace cuatro años” comenzó el Médico. “El alma en cuestión había pedido
como huésped un hombre adulto. El primero disponible fue un humano que había estado
viviendo en un grupo de la resistencia desde los primeros años de la ocupación. El
humano… sabía qué pasaría cuando fue capturado.”

“Igual que mi huésped.”

“Um, si” él aclaró su garganta. “Esta era apenas la segunda vida del alma. Él venía del
Blind World.”

“¿Blind World?” pregunté, girando mi cabeza a un lado reflexivamente.

“Oh, disculpa, tú no conoces nuestros sobrenombres. Este fue uno de los tuyos, creo,
¿no lo fue?” sacó un artefacto de su bolsillo, una computadora, y rebuscó rápidamente.
“Sí, tu séptimo planeta. En el sector ochenta y uno.”
“¿Blind World?” dije nuevamente, mi voz ahora era desaprobatoria.

“Si, bueno, algunos de los que han vivido allí prefieren llamarlo el Singing World.”

Asentí lentamente. Me gustaba más ese.

“Y algunos de los que nunca han estado ahí lo llaman Planet of the Bats” murmuró la
Buscadora.

Giré mis ojos hacia ella, sintiéndolos estrecharse mientras mi mente recordaba la imagen
del feo roedor volador al que ella se refería.

“Asumo que tú eres una de las que nunca ha vivido allí, Buscadora” dijo el Curandero
suavemente. “En un principio llamamos a esta alma Racing Song, que era una floja
traducción de su nombre en el Singing World. Pero él pronto optó por tomar el nombre
de su huésped, Kevin. A pesar de que él estaba considerado para llevar a cabo un
trabajo relacionado con la música, dado su precedente, él dijo que se sentiría mejor
continuando con la línea de trabajo que tenía previamente su huésped, que era
mecánico.”

“Estas cosas eran algo preocupantes para su Consolador asignado, pero seguían estando
dentro de los límites de lo normal.”

“Entonces Kevin comenzó a quejarse de que tenía bloqueos por periodos de tiempo.
Ellos lo trajeron conmigo, y nosotros realizamos muchas pruebas para asegurarnos de
que no había defectos en el cerebro del huésped. Durante las pruebas, muchos Médicos
encontraron marcadas diferencias en su comportamiento y personalidad. Cuando le
preguntamos sobre esto, él dijo no recordar nada de ciertas declaraciones y acciones.
Continuamos observándolo, junto con su Consolador, y eventualmente descubrimos que
el huésped estaba tomando el control del cuerpo de Kevin periódicamente.”

“¿Tomando control?” Mis ojos se abrieron de par en par “¿Con el alma inconsciente? ¿El
huésped recuperó el control del cuerpo?”

“Lamentablemente, si. Kevin no fue suficientemente fuerte para suprimir a su huésped.”

No suficientemente fuerte.

¿Ellos pensaban que yo era débil también? ¿Yo era débil, por eso no podía forzar a esta
mente para contestar a mis preguntas? ¿Más débil aun, porque sus pensamiento vivos
existían en mi cabeza donde no debe haber nada sino memoria? Yo siempre me había
considerado fuerte. Esta idea de la debilidad me hizo estremecerme. Me hizo sentir
vergüenza.

El Curandero continuó. “Ciertos eventos ocurrieron, y fue decidido…”
“¿Qué eventos?”

El Curandero miro hacía abajo sin contestar.

“¿Qué eventos?” Exigí otra vez. “Creo que tengo el derecho a saber.”

El Curandero suspiró. “Lo tienes. Kevin… atacó físicamente a un Curandero mientras no…
era él mismo” hizo una mueca de dolor. “Noqueó al Curandero y encontró un escalpelo.
Lo encontramos insensible. El huésped había tratado de sacar el alma fuera de su
cuerpo.

Me tomó un momento antes de poder hablar. Incluso entonces, mi voz fue solo un
respiro. “¿Qué les sucedió?”

“Afortunadamente, el huésped no era capaz de permanecer consiente suficiente tiempo
como para infligir un daño verdadero. Kevin fue recolocado, dentro de un huésped joven
esta vez. El problemático huésped estaba en reparación, y fue decidido que no tenía
ningún caso tratar de salvarlo.”

“Kevin es ahora un humano de siete años de edad perfectamente normal… aparte del
hecho de que conserva el nombre Kevin. Sus guardianes están ocupándose de exponerlo
bastante a la música, y esta yendo muy bien…” lo último lo agregó como si fueran
buenas nuevas, noticias que pueden de alguna manera anular el resto.

“¿Por qué?” Aclaré mi garganta para que mi voz pudiera ganar algo de volumen. “¿Por
qué estos riesgos no se han compartido?”

“En realidad,” la Buscadora interrumpió “se indica muy claramente en toda la
propaganda de reclutamiento que la asimilación de un humano adulto es mucho mas
desafiante que la asimilación de un niño. Un huésped joven es altamente recomendable.”

“La palabra desafiante no cubre muy bien la historia de Kevin” susurré.

“Si, bueno, tú preferiste ignorar la recomendación.” Ella subió sus manos en un gesto de
paz cuando mi cuerpo se tensó, haciendo que la estrecha cama crujiera suavemente.
“No que yo te culpe. La infancia es extremadamente aburrida. Y tú claramente no eres
un alma común. Tengo confianza que esto es algo que tus habilidades pueden controlar.
Éste es solo otro huésped. Estoy segura de que pronto tendrás acceso y control total.”

Por este punto en mis observaciones de la Buscadora, yo estaba sorprendida de que ella
hubiera tenido la paciencia para esperar cualquier retardo, incluso mi adaptación
personal. Detecté su decepción por mi carencia de información, y sentí de nuevo algunas
de las desconcertantes sensaciones de cólera.

“¿No se te ocurrió que podrías obtener las respuestas que buscas insertándote a ti
misma dentro de este cuerpo?” pregunté.
Ella se puso tiesa. “No soy un Skipper”

Mis cejas se levantaron automáticamente.

“Otro sobrenombre” explicó el Curandero. “Para esos que no terminan una vida entera
en su huésped.”

Asentí en entendimiento. Nosotros teníamos otro nombre para esto en mis otros
mundos. En ningún mundo era algo agradable. Así que mejor dejar de interrogar a la
Buscadora y darle lo que pueda.

“Su nombre era Melanie Stryder. Nació en Albuquerque, Nuevo México. Estaba en los
Ángeles cuando se enteró de la ocupación, y se ocultó en el desierto por algunos años
antes de encontrar… Hmmmm. Disculpa, trataré esa mas tarde. El cuerpo tiene veinte
años. Manejaba de Chicago a…” sacudí mi cabeza. “El vehículo fue robado. Ella estaba
buscando a una prima llamado Sharon, que ella tenía razones para creer que continuaba
humano. Ni encontró ni contactó a nadie antes de ser capturada. Pero… - me concentré,
luchando contra otra pared en blanco. – Creo… no puedo estar segura… creo que ella
dejó una nota… en alguna parte.

“¿Así que ella esperaba que alguien la buscara?” preguntó la Buscadora impaciente.

“Si. La considerarán… perdida. Si ella no se presenta a la cita con…” cerré mis dientes
fuertemente, luchando realmente ahora. La pared era negra, y no podría decir que tan
densa era. Luché contra la pared, el sudor goteando por mi frente. La Buscadora y el
Curandero estaban muy quietos, permitiéndome concentrarme.

Traté pensando en algo mas… los ruidosos, desconocidos sonidos que el motor de un
carro había hecho, el torrente de adrenalina cada vez que las luces de otro vehículo se
veían cerca del camino. Ya tenía esto, y nada luchó contra mí. Dejé que la memoria me
transportara, la dejé saltar sobre el frío a través de la ciudad bajo la acogedora
oscuridad de la noche, la dejé volar libremente por el camino al edificio donde ellos me
encontraron.

No a mí, a ella. Mi cuerpo se estremeció.

“No te sobrepases…” comenzó el Médico.

La Buscadora lo silenció.

Dejé a mi mente morar en el horror del descubrimiento, el odio ardiente de los
Buscadores que dominaba casi todo. El odio era malvado; era doloroso. Apenas podía
soportarlo. Pero lo dejé seguir su curso, con la esperanza de que distraería la resistencia,
debilitaría las defensas.
Observé cuidadosamente cuando ella intentó ocultar algo y después supo que no podría.
Una nota, rayada en una pieza de escombro con un lápiz roto. Empujado
precipitadamente debajo de una puerta. No cualquier puerta.

- El patrón es la quinta puerta a lo largo del quinto pasillo en el quinto piso. Su
comunicación esta ahí.

La Buscadora tenía un pequeño teléfono en su mano; murmuró algo rápidamente en
éste.

“Se suponía que el edificio era seguro” continué. “Ellos sabía que fue condenado. Ella no
sabe como la descubrieron. ¿Encontraron ellos a Sharon?”

El frío del horror subió por mis brazos poniéndome la piel de gallina.

La pregunta no era mía.

La pregunta no era mía, pero fluyó naturalmente a través de mis labios como si lo fuera.
La Buscadora no notó nada mal.

“¿La prima? No, ellos no encontraron a ningún otro humano” respondió ella, y mi cuerpo
se relajó en respuesta. “Este huésped fue capturado entrando al edificio. Desde que el
edificio fue condenado públicamente, el ciudadano que la observaba a ella se preocupó.
Él nos llamo, y nosotros observamos el edificio para ver si podíamos atrapar a más de
uno, y nos fuimos cuando pareció improbable. ¿Puedes encontrar el lugar de la cita?

Traté.

Tantas memorias. Todas ellas tan coloridas y definidas. Vi cientos de lugares que nunca
había visto, escuché sus nombres por primera vez. Una casa en Los Ángeles, alineada
con altos y frondosos árboles. Un prado en un bosque, con una tienda y una fogata,
fuera de Winslow, Arizona. Una playa rocosa abandonada en México. Una cueva, la
entrada a resguardo de la lluvia, en algún lugar en Oregon. Tiendas, chozas, abrigos
rudos. Mientras pasaba el tiempo, los nombres eran menos específicos. Ella no sabia
donde estaba, ni le importaba.

Mi nombre era Wanderer ahora, sus memorias lo encajaron tan bien como yo. Excepto
que mi paseo era por elección. Estos flashes de recuerdos estaban siempre teñidos por el
miedo de la presa. No vagabundeando, sino corriendo.

Traté de no sentir compasión. En lugar de eso, trabaje para enfocarme en las memorias.
No necesitaba ver donde había estado ella, solo a dónde estaba yendo. Analice los
diversos cuadros relacionadas con la palabra Chicago, pero ninguna parecía ser nada
mas que imágenes al azar. Amplié mi red de visión. ¿Qué estaba ahí?

¿Chicago? Frío, pensé. Era frío, y había una cierta preocupación sobre eso.
¿Dónde? Presioné, y la pared regresó.

Exhalé. “Fuera de la ciudad, en el desierto… un parque del estado, lejos de cualquier
edificio. No es un lugar en el que ella haya estado antes, pero ella sabía como llegar
ahí.”

“¿Qué tan pronto?” preguntó la Buscadora.

“Pronto” la respuesta fue automática. “¿Qué tanto he estado aquí?”

“Dejamos al huésped sanar durante nueve días, para estar completamente seguros de
que ella estaba recuperada” me dijo el Médico. “La inserción fue hoy, el décimo día.”

Diez días. Mi cuerpo sintió una extraña ola de alivio.

“Muy tarde” dije. “Para el punto de la cita… o incluso la nota.” Podía sentir la reacción
del huésped ante esto, podía sentirlo muy fuerte. El huésped estaba casi… satisfecho.
Permití que las palabras que ella pensó fueran dichas, así yo podría aprender de ellas “Él
no estará ahí.”

“¿Él?” La Buscadora saltó con el pronombre. “¿Quién?”

La pared en blanco apareció con más fuerza de la que ella había usado antes. Pero ella lo
hizo una pequeña fracción de segundo demasiado tarde.

Nuevamente, el rostro llenó mi mente. El hermoso rostro con la piel dorada y los ojos
brillantes. El rostro que revolvió un extraño, profundo placer dentro de mí mientras lo
veía claramente en mi mente.

A pesar de que la pared apareció nuevamente acompañada con una sensación de vicioso
resentimiento, no fue lo suficientemente rápida.

“Jared” respondí. Tan rápido como si hubiera venido de mí, el pensamiento que no era
mío siguió el nombre a través de mis labios. “Jared está a salvo.”




Capítulo 4 - Soñado

Estaba muy oscuro para estar tan caluroso, o tal vez muy caluroso para estar tan
oscuro. Una de las dos esta en lo correcto.

Me puse en cuclillas en la oscuridad detrás de la débil protección de maleza del arbusto
de creosota, sudando toda el agua que había en mi cuerpo. Estuve quince minutos en el
auto se había ido del garaje. No había luces encendidas. La puerta estaba abierta por
dos pulgadas, dejando que el refrigerador haga el trabajo. Pude imaginar la sensación
del húmedo, frío aire sopando a través de éste. Ojalá pudiese alcanzarlo desde aquí.

Mi estómago gruñó, y me agarré mis abdominales para amortiguar el sonido. Había
demasiado silencio como para que el murmuro se escuchara.

Tenía tanta hambre.

Había otra necesidad que era más fuerte–otro estómago con hambre escondido seguro
muy lejos en la oscuridad, esperando solo en la áspera cueva que era temporalmente
nuestro hogar. Un lugar diminuto, dentado con una roca volcánica. ¿Qué iba a hacer si
no volvía? Toda la presión maternal con nada de conocimiento o experiencia. Me siento
tan odiosamente indefensa. Jamie tenía hambre. No había otra casa cerca que ésta.

Estuve observando desde que el sol todavía estaba brillando en el cielo, y no pensaba
que hubiese un perro, tampoco.

Me levanté de mi posición agachada, mis pantorrillas gritaban en protesta, pero me
mantuve encorvada, tratando de ser más pequeña que el arbusto. La subida era de
suave arena, una pálida senda en las luces de las estrellas. No había sonidos de autos en
la carretera.

Sabía que ellos iban a darse cuenta cuando volvieran, los monstruos que se parecían a
una buena pareja en sus precoses cincuenta. Ellos iban a saber exactamente que era, y
me iban a buscar al momento. Necesitaba estar lejos. Realmente deseaba que ellos
estuviesen afuera por una noche en la ciudad. Creo que es viernes. Ellos toman nuestros
hábitos a la perfección, es difícil ver alguna diferencia. Lo cual es como ellos ganaron el
primer lugar.

La reja que estaba alrededor del patio era solo alta hasta la cintura. La pasé fácil,
silenciosamente. El patio estaba cubierto de grava, no obstante, y tuve que caminar con
cuidado turnando mi peso. Logré llegar a la tabla del patio.

Las persianas estaban abiertas. La luz de las estrellas era suficiente para ver que las
habitaciones no habían movimiento. Esa pareja tenía un look ascético, y estaba
agradecida. Era difícil para alguien esconderse. Por supuesto, eso no dejaba un lugar
para esconderme, tampoco, pero si me tenía que esconder por ahí, era demasiado tarde
de todos modos.

Primero abrí el mosquitero, y después la puerta de vidrio. Las dos se deslizaron
silenciosamente. Puse mi pie despacio en el azulejo, pero eso era sólo por un hábito. No
había nadie esperando por mí allí.

El aire fresco se sentía como el cielo.

La cocina estaba a mi izquierda. Pude ver el destello del mostrador de granito.
Tiré de la bolsa de tela de mi brazo y empecé por el refrigerador. Hubo un momento de
ansiedad cuando la luz se prendió cuando la puerta se abrió, pero encontré el botón y lo
sostuve con mi pie. Mis ojos estaban cegados. No tuve tiempo de adaptarme. Iba
palpando.

Leche, lonchas de queso, restos en un envase de plástico. Deseé que fuera el pollo-con-
arroz, cosa que vi de él cuando cocinaba para la cena. Vamos a comer eso esa noche.

Jugo, una bolsa de manzanas. Pequeñas zanahorias. Eso iba a estar bueno para
mañana.

Me apuré hacia la despensa. Necesitaba cosas para que duraran.

Empezaba a ver mejor mientras agarraba mas cosas para poder llevarme. Mmm,
galletas con chispas de chocolate. Estaba muriéndome por abrir la bolsa en este
momento, pero me contuve e ignoré la contorción de mi estómago vacío.

La bolsa se hizo pesada muy pronto. Eso iba a durarnos por una semana, sólo si
teníamos cuidado. Y no me sentía como si fuese a ser cuidadosa; Tenía ganas de
atragantarme. Empujé una barra de granola dentro de mi bolsillo.

Una cosa más. Me apuré a ir al fregadero y llené mi cantimplora. Después puse mi
cabeza debajo del flujo y tomé directamente de ahí. El agua hizo un ruido extraño
cuando golpeó mi vacío estomago.

Empecé a sentir pánico ahora que mi trabajo estaba hecho. Quería estar fuera de aquí.
La civilización es mortífera.

Miré el suelo en mi camino hacia la salida, preocupada por mi velocidad con mi pesada
bolsa, que era el porque no había visto una figura negra en el patio hasta que mi mano
estuvo en la puerta.

Lo escuché maldecir al mismo tiempo que un estúpido grito de miedo escapó de mi boca.
Giré para correr a toda velocidad, deseando que las cerraduras no estuvieran trabadas, o
por lo menos no sea difícil.

Ni siquiera pude dar dos pasos antes de que sus groseras manos me agarraran de mis
hombros y hacerme torcer hacia atrás contra su cuerpo. Muy grande, muy fuerte para
ser una mujer. Su voz grave me lo confirmó.

“Un sonido y mueres,” amenazó bruscamente. Estaba shockeada al sentir un fino y
cortante filo apoyado en mi piel debajo de mi mandíbula.
No lo entiendo. No le tuve que haber dado una oportunidad. ¿Quién es este monstruo?
Nunca he oído a alguno que rompiera las reglas. Le respondí de la única manera que
podía.

“Hazlo,” escupí a través de mis dientes. “Sólo hazlo. ¡No quiero ser un sucio parásito!”

Esperé por el cuchillo, y mi corazón me dolía. Ese dolor tenía un nombre. Jamie, Jamie,
Jamie. ¿Qué va a ser de ti ahora?

“Limpio,” el hombre murmuró, y no sonó como si me estuviese hablando a mí. “Debes
ser un Buscador. Y eso significa una trampa. ¿Qué saben ellos?” El acero desapareció de
mi garganta, sólo para ser reemplazado por una mano más fuerte que el hierro.

Podía apenas respirar debajo de su apretón.

“¿Dónde están los demás?” me demandó, apretándome.

“¡Sólo soy yo!” Jadeé. No podía guiarlo a Jamie. ¿Qué iba a hacer Jamie cuando no
regresara?

¡Jamie tiene hambre!

Tiré mi codo hacia su intestino–y eso realmente dolió. Sus musculos eran como hierro
duro como su mano. Lo que era muy raro. Músculos como esos eran producto de una
vida dura u obsesión, y los parásitos tenían eso tampoco.

Él ni siquiera soltó un suspiró por mi golpe. Desesperada, clavé mi talón en su empeine.
Eso lo atrapó desprevenido y se tambaleó. Puede salir, pero él agarro mi bolso,
tirándome devuelta con fuerza sobre su cuerpo. Sus manos estaban nuevamente en mi
garganta.

“Llena de fuerzas por una ladrona de cuerpos amante-de-la-paz, ¿no lo crees?”

Sus palabras no tenían sentido. Tal vez los aliens eran siempre lo mismo. Supongo que
ellos tienen sus locuras, después de todo.

Me giré y lo arañé, tratando de salir de su presión. Mis uñas agarraron sus brazos, pero
eso solo hizo que él apretara más su presión en mi garganta.

“Te voy a matar, inútil ladrón de cuerpo. No estoy alardeando.”

“¡Hazlo, entonces!”

De repente jadeó, y me pregunté si alguna de mis extremidades habían hecho contacto.
No sentí ningún moretón nuevo.
Él dejó mi brazo y me agarró mi cabello. Eso debía ser así. Iba a cortar mi garganta.
Espere por el corte del cuchillo.

Pero la mano que estaba en mi garganta se aflojó, y entonces sus dedos palparon la
parte de atrás de mi cuello, ásperos y calientes en mi piel.

“Imposible,” susurró.

Algo golpeó el suelo con un ruido sordo. ¿Él tiró el cuchillo? Traté de pensar una manera
de escapar.

Tal vez si me caería. La mano de mi cuello no estaban lo suficientes fuertes para
librarme. Creo que escuché donde la cuchilla cayó.

Me rodó de repente. Hubo un clic, y una luz me cegó my ojo izquierdo. Jadeé y
automáticamente traté por escaparme de él. Sus manos se tensaron en mi cabello. La
luz fue para mi ojo derecho.

“No puedo creerlo,” susurró. “Todavía eres humana”

Sus manos agarraron mi cara en ambos lados, y antes de que pueda alejarme, sus
labios vinieron duramente hacia los míos.

Me congelé por un segundo. Nadie me había besado en mi vida. No un beso real. Sólo
los besos de mis padres en mis mejillas o en mi frente, hace años atrás. Esto era algo
que pensé que nunca iba a sentir. No estoy segura exactamente a que se sentía, en
realidad. Había mucho pánico, mucho terror, mucha adrenalina.

Subí mi rodilla con un fuerte impulso.

Él sofocó un jadeo, y era libre. En vez de correr hacia el frente de la casa otra vez como
él esperaba, lo me agaché debajo de su brazo y me dirigí hasta la ventana abierta.
Pensé que podía correr más que él, incluso con mi carga. Tenía ventaja, y él todavía
estaba hacía ruidos de dolor. Sabía donde ir–no iba a dejar un camino que pudiese ver
en la oscuridad. Nunca solté la comida, y eso era bueno.

Pienso que las barra de granola eran una pérdida, sin embargo.

“¡Espera!” Me gritó.

Cállate, pensé, pero no le respondí el grito.

Estaba corriendo detrás de mí. Pude escuchar su voz acercándose. “¡No soy uno de
ellos!”
Seguro. Mantuve mis ojos en la arena y corrí a toda velocidad. Mi papá solía decir que
corría como un leopardo. Era la más rápida de mi equipo, campeona estatal, volviendo
antes del fin del mundo.
“¡Escúchame!” Él todavía gritaba a todo volumen. “¡Mírame! Voy a probarlo. ¡Sólo para y
mírame!”

Probablemente no .Seguí corriendo.

“¿No pensé que hubiese alguien por aquí! Por favor, ¡necesito hablar contigo!”

Su voz me sorprendió–estaba muy cerca.

“¡Perdón por besarte! ¡Fue estúpido! ¡Es que he estado solo por tanto tiempo!”

“¡Cállate!” No lo dije muy alto, pero sabía que el iba a escuchar. Él se estaba acercando
demasiado. Nunca había estado alcanzada antes. Empujé mis piernas más rápido.

Había un pequeño gruñido en su respiración mientras aceleraba, también.

Algo grande voló hacia mi espalda, y caí. Sentí la suciedad en mi boca, y estaba debajo
de algo tan pesado que me costaba respirar.

“Espera. Un. Minuto,” resopló.

Cambió su peso y rodó encima de mí. Se puso en horcajadas arriba de mi pecho,
atrapando mis brazos debajo de sus piernas.

Estaba mirando mi comida. Gruñí y me retorcí tratando de salir encima de él.

“¡Mira, mira, mira!” dijo. Tiró de un pequeño cilindro desde su bolsillo de su cadera y
rodó la parte de arriba. Un rayo de luz se disparó desde el fin.

Dio vuelta la linterna hacia su cara.

La luz hacía su piel amarilla. Eso me mostró su prominente pómulo junto con una fina y
larga nariz y una mandíbula cuadrada. Sus labios estaban estirados dentro de una
sonrisa, pero pude ver que eran justos, para un hombre. Sus cejas y pestañas estaban
descoloradas fuera del sol.

Pero eso no fue lo que me estaba mostrando.

Sus ojos, líquidos cristalinos de color sienna en la iluminación, brillaban no mas allá de la
reflexión humana. Él rebotó la luz entre izquierda y derecha.

“¿Ves? ¿Ves? Soy como tú.”
“Déjame ver tu cuello.” La sospecha se hizo espesa en mi voz. No iba a dejarme creer
que esto no era más que un truco. No entendía el punto de la farsa, pero estaba segura
de que ese era uno.

No había más esperanza.

Sus labios se torcieron. “Bueno... Eso no va a ayudar en nada. ¿Es que los ojos no
fueron suficientes? Tú sabes que no soy uno de ellos.”

“¿Por qué no me quieres mostrar tu cuello?”

“Porque tengo una cicatriz ahí,” admitió.

Traté de retorcerme debajo de él nuevamente, y su mano atrapó mi hombro.

“Es fingida,” explicó. “Pienso que hice un muy buen trabajo, pero la herida es horrible.
No tengo ese lindo pelo para cubrir mi cuello. La cicatriz ayuda a mezclarme.”

“Sal de encima mío.”

Él vaciló, entonces se puso de pie en un fácil sólo movimiento, sin necesitar de sus
manos. Él estiro una hacia mí.

“Por favor no te vayas. Y, um, preferiría que no me patearas otra vez, tampoco.”

No me moví. Sabía que el podía agarrarme si trataba de correr.


“¿Quién eres?” murmuré.

Su sonrisa se ensanchó. “Mi nombre es Jared Howe. No he hablado con ningún humano
desde hace más de dos años, por eso estoy seguro de que debí de parecerte... algo loco
para ti. Por favor, perdóname por eso y dime tu nombre, de todos modos.”

“Melanie,” susurré.

“Melanie,” repitió. “No puedo decirte cuan encantado estoy de conocerte”

Agarré mi bolsa fuertemente, manteniendo mis ojos en él. Alcanzó a bajar sus manos
hacia mí lentamente.

Y la tomé.

No me di cuenta hasta que vi mi mano voluntariamente alrededor de la suya que le
creía.

Él me ayudo a ponerme de pie y no soltó mi mano cuando me paré.
“¿Ahora qué?” Pregunté cautelosa.

“Bueno. No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo. ¿Podemos volver a la casa?
Dejé mi bolso. Tú me golpeaste en la nevera.”

Sacudí mi cabeza.

Pareció como si se hubiese dado cuenta de cuan frágil estoy, como casi por quebrarme.

“¿Puedes esperarme aquí, entonces?” preguntó con voy gentil. “Seré muy rápido.
Déjame conseguir un poco más de comida para nosotros.”

“¿Nosotros?”

“¿Realmente piensas que te voy a dejar desaparecer? Te seguiré aunque me digas que
no lo haga.”

No quería desaparecer de él.

“Yo...” ¿Como podría no confiar en otro humano completamente? Éramos familia–ambos
éramos parte de la hermandad en extinción. “No tengo tiempo. Tengo tanto para ir y...
Jamie me esta esperando.”

“No estas sola” se dio cuenta. Su expresión mostraba incertidumbre por primera vez.

“Mi hermano. Tiene sólo nueve años, y se asusta tanto cuando me voy. Me va a tomar la
mitad de la noche para volver a él. No sabe si me han atrapado, Tiene mucha hambre.”
Como si estuviese haciendo mi punto, mi estómago gruño fuertemente.

La sonrisa de Jared volvió, deslumbrante como antes. “¿Podrá ayudarte si te doy un
paseo?”

“¿Un paseo?” repetí.

“Te propongo un trato. Tú esperas aquí mientras busco más comida y te llevo donde tú
quieras en mi jeep. Es mas rápido que ir corriendo–incluso más rápido que tú.”

“¿Tienes un auto?”

“Por supuesto. ¿Piensas que vine caminando hasta aquí?”

Pensé en las seis horas que me tomó caminar hasta aquí, y mi frente se arrugó.

“Vamos a ir por tu hermano en nada de tiempo,” me prometió. “No te muevas de este
lugar, ¿Okay?”

Asentí.
“Y come algo, por favor. No quiero que tu estómago nos deje.” Él río, y sus ojos se
arrugaron, haciendo líneas en sus bordes. Mi corazón dio un fuerte latido, y supe que
podría esperar por él toda la noche.

Todavía sostenía mi mano. La dejó lentamente, sus ojos no dejaron los míos. Él tomó un
paso hacia atrás, y entonces se pausó.

“Por favor, no me patees,” pidió, inclinándose hacia delante y agarrando mi barbilla. Me
besó otra vez, y esta vez lo sentí. Sus labios eran más livianos que sus manos, y
calientes, incluso en la cálida noche del desierto.

Una bandada de mariposas, revolotearon en mi estómago y me robaron la respiración.
Mis manos alcanzaron a él instintivamente. Toqué su cálida piel de su pómulo, su áspero
pelo de su cuello. Mis dedos rozaron una línea de su arrugada piel, una arruga levantada
justo debajo del nacimiento.

Grité.

Me desperté cubierta de sudor. Incluso antes de despertarme, mis dedos estaban en la
parte de atrás de mi cuello, trazando la corta línea dejada por la inserción. Apenas pude
detectar la débil rosada mancha con las yemas de mis dedos. Las medicinas del Médico
que había usado, habían hecho su trabajo.

La cicatriz mal curada de Jared nunca fue suficiente para ser un disfraz.

Golpeé ligeramente la luz que estaba al lado de mi cama, esperando a que mi
respiración sea más lenta, que estaba llena de adrenalina por ese sueño realista.

Un nuevo sueño, pero en esencia muy parecido a los otros que me habían plagado en los
meses pasados.

No, no un sueño. Seguramente una memoria.

Pude todavía sentir la presión de los labios de Jared en los míos. Mis manos alargándose
sin mi permiso, buscando a través de las arrugadas sábanas por algo que no
encontraron. Mi corazón dolió cuando se dieron por vencidas, cayendo sobre la cama,
flojas y vacías.

Parpadeé fuera de la inoportuna humedad de mis ojos. No sabía como mucho más que
esto me pude levantar. ¿Como nadie sobrevivió en este mundo, con este cuerpo que las
memorias no podían quedarse en el pasado que es donde deberían estar? ¿Con esas
emociones que eran más fuertes de lo que no se podía contar que era lo que más sentía?
Iba a estar exhausta mañana, pero me sentía muy lejos de dormirme sabiendo que
necesitaría horas antes de poder relajarme. Podría hacer mi deber y sacármelo de
encima. Tal vez me ayudaría sacar de mi mente cosas que preferiría no pensar.

Rodé de mi cama y me dirigí a la computadora que estaba en el escritorio vacío. Me
tomo unos pocos segundos para que se prendiera la pantalla, y otros pocos segundos
para abrir mi programa de mail. En este no era difícil encontrar la dirección de la
Buscadora. Tenía sólo cuatro contactos: La buscadora, el Curandero, mi nuevo jefe, y su
esposa, mi Consoladora.

Había otro humano con mi huésped.

Tecleé, sin molestarme para saludar.

Se llama Jamie Stryder; él es su hermano.

Por un momento de pánico, me pregunté por su control. Todo este tiempo, y nunca
había ni siquiera sospechado de la existencia del chico–no porque no era de importancia
para ella, sino porque ella lo protegía con más fiereza que sus otros secretos que había
revelado. ¿Es que ella tiene más secretos así de grandes, tan importantes? ¿Así de
sagrados para que ella los guarde incluso de mis sueños? ¿Era tan fuerte? Mis dedos
temblaron mientras que escribía el resto de la información.

Creo que es un joven adolescente ahora. Tal vez trece. Ellos vienen viviendo en un
campamento temporal, y creo que está en el norte de Cave Creek, en Arizona. Eso fue
muchos años atrás, sin embargo. Todavía podrías comparar el mapa con las líneas que
recordé antes. Como siempre, te contaré si tengo algo más.

Lo mandé. Al momento que se había ido, el terror surgió dentro de mí.

¡No Jamie!

Su voz en mi cabeza era más clara que si estuviera hablando alto. Me estremecí en
horror.

Incluso mientras luchaba con el miedo de lo que estaba pasando, estaba atrapada con el
loco deseo de mandarle un mail a la Buscadora y disculparme por enviarle mis locos
sueños. Para decirle que estuve media dormida y no presté al tonto mensaje que había
enviado.

El deseo no era mío.

Apague la computadora.

Te odio, la voz sonó en mi cabeza.
“Entonces tendrías que irte,” le solté. El sonido de mi voz, respondiéndole a ella alto, me
hizo estremecer otra vez.

Ella no me había hablado en los primeros momentos que estuve aquí. No había duda que
se estaba poniendo más fuerte. Justo como sus sueños.

Y no había preguntas para eso. Iba a ir a visitar a mi Consoladora mañana. Lágrimas de
decepción y humillación caían de mis ojos ante el pensamiento.

Fui devuelta a la cama, puse una almohada arriba de mi cara, y traté de no pensar en
absolutamente nada.




Capítulo 5 - Incomodada



“¡Hola, Wanderer! ¿Por qué no tomas asiento y te pones cómoda?”

Vacilé en el umbral de la oficina de la Consoladora, con un pie dentro y otro fuera. Ella
sonrió, sólo con un leve movimiento en las comisuras de sus labios. Era mucho más fácil
leer las expresiones faciales ahora, los pequeños movimientos y cambios musculares se
habían vuelto familiares después de tantos meses de exposición. Podía ver que a la
Coordinadora le hacía un poco de gracia mi aprehensión. Al mismo tiempo, podía notar
su frustración porque todavía me sentía intranquila con ella. Con un silencioso suspiro de
resignación, entré en la brillante y colorida habitación, y tomé mi asiento habitual-el
grande y rojo, el más alejado de donde ella se sentaba. Frunció los labios.

Para evitar su mirada fija, observé a través de las ventanas las nubes que se hundían
bajo el sol. El olor ligero y penetrante de del océano salado flotó suavemente por la
habitación.

“Bueno, Wanderer. Has tardado mucho en venir a verme.”

La miré a los ojos con aire de culpabilidad.

“Dejé un mensaje sobre la cita anterior. Tenía un alumno que necesitaba algo de mi
tiempo.”

“Sí, lo sé.” Volvió a mostrar su diminuta sonrisa. “Me llegó tu mensaje.”

Era atractiva para ser una mujer mayor, como fueron los humanos. Dejaba que su pelo
permaneciera en color gris natural, suave, tirando más a blanco que a plateado. Lo
llevaba largo, recogido en una cola de caballo baja. Sus ojos eran de un curioso color
verde que nunca había visto en nadie más.
“Lo siento.” Me disculpé, puesto que ella parecía estar esperando una respuesta.

“Está bien. Lo entiendo. Es difícil para ti venir aquí. Desearías que esto no fuera
necesario. Nunca antes ha sido necesario para ti. Esto te asusta.”

Miré fijamente el suelo de madera.

“Sí, Consoladora.”

“Pensé que te pedí que me llamaras Kathy.”

“Sí… Kathy.”

Se rió suavemente.

“Todavía no tienes facilidad con los nombres humanos, ¿verdad, Wanderer?”

“No. Para ser honesta, me parece… como una rendición.”

Subí la mirada para ver su lento movimiento de cabeza.

“Bueno, puedo entender por qué tú especialmente te sientes así.”

Tragué ruidosamente cuando dijo aquello, y fijé mi vista en el suelo de nuevo.

“Hablemos de algo más sencillo de momento.” Sugirió Kathy. “¿Sigues disfrutando de tu
profesión?”

“Claro.” Esto era más fácil. “He empezado un nuevo semestre. Me preguntaba si se me
haría más pesado, pero hasta ahora no ha sido así. Tener nuevos oídos hace que las
historias sean nuevas otra vez.”

“He oído grandes cosas sobre ti por parte de Curt. Dice que tus clases son las más
solicitadas en la universidad.” Mis mejillas enrojecieron un poco por la alabanza. “Es
bueno oírlo. ¿Cómo es tu compañero?”

“Curt es genial, gracias. Nuestros huéspedes están en excelente forma para sus edades.
Creo que tenemos muchos años por delante.”

Sentía curiosidad por si ella permanecería en este mundo, si se trasladaría a otro
huésped humano cuando pasara el tiempo o si se iría. Pero no quería hacer preguntas
que nos llevaran a una conversación más complicada.

“Me gusta dar clases.” Dije en cambio. “Es algo parecido a mi profesión cuando era una
de las Algas Marinas, por lo que es más fácil que si se tratara de algo desconocido. Estoy
en deuda con Curt por solicitarme.
“Son afortunados por tenerte”. Me sonrió calurosamente. “¿Sabes lo difícil que es para
un Profesor de Historia tener la experiencia de dos planetas en su currículum? Has vivido
un periodo en ambos. ¡Y el Origen, además! No hay escuela en el planeta que no esté
deseando llevarte lejos de nosotros. Curt está intentando mantenerte ocupada para que
no tengas tiempo de pensar en trasladarte.”

“Profesora Honoraria.” La corregí.

Kathy sonrió y luego suspiró, su sonrisa empezó a desaparecer.

“Has tardado tanto en venir a verme que me preguntaba si tus problemas se
resolverían. Pero entonces se me ocurrió que tal vez la razón de tu ausencia era que
estaban empeorando.”

Bajé la vista a mis manos y no dije nada. Estaban ligeramente bronceadas, nunca se
decoloraban, sin importar si tomaba el sol o no. Tenía un lunar sobre mi muñeca
izquierda. Llevaba las uñas cortas. Tenía aversión por las uñas largas. Fue desagradable
cuando arañaron mi piel. Y mis dedos eran tan largos y finos que parecían extraños con
la longitud añadida de las uñas, incluso para un humano.

Tras un minuto, aclaró su garganta.

Supongo que estaba en lo cierto.

“Kathy.” Dije su nombre despacio. Paré “¿Por qué mantuviste tu nombre humano? ¿Te
hizo sentir más… unida? A tu huésped, me refiero.”

Me habría gustado saber la elección de Curt, pero era una pregunta demasiado personal.
Estaría mal preguntarle eso a cualquiera, además de la respuesta de Curt, aun siendo su
compañera. Temí haberme mostrado demasiado maleducada, pero entonces ella se rió.

“Cielos, no, Wanderer. ¿No te he hablado de eso? Hmm, quizás no, porque mi trabajo es
escuchar, no hablar. La mayoría de las almas con las que hablo no necesitan tanto
estímulo como tú. ¿Sabías que vine a la Tierra en una de los primeros emplazamientos
que hicimos, antes de que los humanos tuvieran idea alguna de que estábamos aquí?
Tenía vecinos humanos en todas partes. Curt y yo tuvimos que fingir ser nuestros
huéspedes durante varios años. Incluso cuando establecimos el área inmediata, no
sabíamos cuándo podría estar cerca un humano. Así que yo me convertí en Kathy.
Además, la traducción de mi antiguo nombre tenía catorce palabras, y no había forma de
acortarlo y que quedara bien.”

Sonrió abiertamente. La luz de sol que entraba por la ventana incidió en sus ojos,
reflejando un destello verde que bailaba sobre la pared. Por un momento, sus iris,
esmeralda, brillaron iridiscentes. No sabía cómo una mujer tan suave, tan acogedora
podía haber formado parte de las líneas de combate. Me tomé un minuto para
procesarlo. La miré fijamente, sorprendida y, de repente, con más respeto. Nunca me
había tomado muy en serio a los Coordinadores, nunca los había necesitado hasta ahora.
Ellos estaban ahí para los que habían luchado, los débiles, y por eso me avergonzaba
estar aquí.

Saber la historia de Kathy me hizo sentir ligeramente menos incómoda con ella. Lo notó.

“¿Te incomodó?” Inquirí. “¿Fingir ser uno de ellos?”

“No, no realmente. Verás, este huésped tenía mucho por hacer, porque era nuevo.
Sobrecarga sensorial. Después del sistema patrón, era todo lo que podría dirigir al
principio.”

“Y Curt… ¿Decidiste permanecer con el esposo de tu huésped después de que éste
hubiera muerto?” Esta pregunta era más mordaz, Kathy lo comprendió inmediatamente.

Cambió de postura en su asiento, subiendo sus piernas para sentarse sobre ellas. Miró a
algún punto sobre mi cabeza mientras contestaba.

“Sí, escogí a Curt, y él me escogió a mí. Al principio, por supuesto, fue una elección al
azar, una asignación. Se creó un vínculo, naturalmente, por pasar tanto tiempo juntos,
compartiendo el peligro de nuestra misión. Como presidente de la universidad, Curt
tenía muchos contactos, ya sabes. Nuestra casa era un lugar de inserción. Recibíamos a
mucha gente. Entraban como seres humanos y salían como nuestra especie. Todo tuvo
que ser muy rápido y discreto, ya sabes lo propensos que son nuestros anfitriones a la
violencia. Vivíamos cada día sabiendo que el final podría llegar en cualquier momento.
Había entusiasmo constante y miedo frecuente. Todas ésas son buenas razones de por
qué Curt y yo decidimos quedarnos juntos cuando el secreto ya no era necesario. Podría
mentirte, aliviar tus miedos, diciéndote que ésos eran los motivos. Pero…” sacudió la
cabeza y se hundió un poco más en la silla, taladrándome con la mirada. “En tantos
milenios, los humanos nunca comprendieron el amor. ¿Cuánto es físico, cuánto está en
la mente? ¿Cuánto es accidental y cuánto está predestinado? ¿Por qué equipos perfectos
fracasaron y prosperaron parejas imposibles? No conozco las respuestas mejor que ellos.
El amor simplemente está donde está. Mi huésped amó al huésped de Curt, y ese amor
no murió cuando cambió la propiedad de las mentes.”

Ella me miró cuidadosamente, frunciendo el ceño levemente cuando me desplomé sobre
mi silla.

“Melanie todavía llora por Jared” señaló.

Sentí que mi cerebro no respondía a la acción.

“Tú todavía lloras por él.”

Cerré los ojos.
“¿Continúan los sueños?”

“Cada noche” mascullé.

“Háblame de ellos” su voz era suave, persuasiva.

“No me gusta pensar sobre ellos.”

“Lo sé. Inténtalo. Puede que eso te ayude.”

“¿Cómo? ¿De qué forma me ayudará decirte que veo su cara cada vez que cierro los
ojos? ¿Qué me despierto y lloro cuando él no está ahí? ¿Qué los recuerdos son tan
fuertes que ya no soy capaz de separar los suyos de los míos? – me detuve
bruscamente, apretando los dientes. Kathy sacó un pañuelo blanco de su bolsillo y me lo
ofreció. Al ver que no me movía, se levantó, vino hacia mí y lo dejó caer sobre mi
regazo. Se sentó en el brazo de la silla y esperó. Me contuve obstinadamente durante
medio minuto. Entonces cogí el pequeño cuadrado de tela con ira y me limpié los ojos.

“Odio esto.”

“Todos lloran en su primer año. Estas emociones son muy inestables. Somos un poco
como niños, queramos o no. Yo solía romper a llorar cada vez que veía una puesta de sol
bonita. El sabor de la manteca de cacahuete también me hacía llorara a veces” me
acarició la coronilla, pasó sus suavemente sus dedos por un mechón de mi pelo, que
siempre mantenía sometido detrás de mi oreja.

“Qué pelo tan bonito y brillante” apuntó. “Cada vez que te veo lo llevas más corto. ¿Por
qué lo llevas así?”

Entre lágrimas, ya no parecía que me quedara mucha dignidad por defender. ¿Por qué
no decía que era porque así era más fácil de cuidar, como hacía siempre? Después de
todo, estaba allí para confesar y conseguir ayuda.

“Eso la molesta. Ella lo prefiere largo.”

No dio un respingo, como yo había esperado que hiciera. Kathy era buena en su trabajo.
Su respuesta llegó sólo un segundo después, y fue sólo un poco incoherente.

“¿Tú… ella… ella está todavía… presente?”

La espantosa verdad salió de mis labios.

“Cuando quiere estar. Nuestra historia le aburre. Suele estar inactiva mientras trabajo.
Pero está ahí, por supuesto. A veces siento que está tan presente como yo” mi voz se
fue convirtiendo en un susurro.
“¡Wanderer!” exclamó Kathy horrorizada. “¿Por qué no me has dicho que algo iba mal?
¿Cuánto tiempo llevas así?”

“Cada vez va peor. En lugar de ir desvaneciéndose, se va haciendo más fuerte. Todavía
no es tan malo como en el caso de la Curandera, hablamos de ella ¿recuerdas? Ella no
tiene el control. Ni lo tendrá. ¡Yo no dejaré que eso pase!” el tono de mi voz subió.

“Por supuesto, eso no pasará” me aseguró. “Claro que no. Pero si te sientes… infeliz con
respecto a eso, debes decírmelo inmediatamente. Tendremos que llevarte a un
Curandero.”

Me tomé un momento, emocionalmente distraída como estaba, para entenderla.

“¿Un Curandero? ¿Quiere sacarme?”

“Nadie pensaría que es una mala opción, Wanderer. Se entiende que, si un huésped es
defectuoso…”

“¿Defectuoso? Ella no es defectuosa. Yo lo soy. ¡Soy demasiado débil para este mundo!”
puse la cabeza entre las manos mientras la humillación me llenaba. Lágrimas frescas
manaban de mis ojos.

Kathy me rodeó los hombros con un brazo. Luchaba tan duramente por controlar mis
emociones que no conseguía apartarlas, aunque parecieran demasiado íntimas. Esto
molestó a Melanie también. No le gustaba ser abrazada por un extraño. Por supuesto,
Melanie estaba muy presente en ese momento, e insoportablemente satisfecha de cómo
finalmente había admitido su poder. Ella estaba alegre. Siempre era más difícil
controlarla cuando yo estaba distraída por las emociones, como ahora. Intenté calmarme
a mí misma, para poder ponerla en su lugar.

Tú estás en mi lugar. Su pensamiento era débil pero inteligible. Cuánto estaba
empeorando; se estaba haciendo tan fuerte que ya podía hablarme cuando lo deseaba.
Era tan malo como aquel primer minuto de conciencia.

Vete. Ahora éste es mi lugar.

Nunca.

“Wanderer, cielo, no. Tú no eres débil, ambas lo sabemos.”

“Hmpf.”

“Escúchame. Eres fuerte. Sorprendentemente fuerte. Nuestra especie es siempre más de
lo mismo, pero tú excedes la norma. Eres tan valiente que me asombras. Tus vidas
pasadas son testamento de ello.”
Mis vidas pasadas puede, pero ¿esta vida? ¿Dónde estaba ahora mi fuerza?

“Pero los humanos están más individualizados que nosotros” continuó Kathy “hay una
enorme gama, y algunos de ellos son más fuertes que otros. Pienso realmente que si
hubieran metido a cualquier otro este huésped, Melanie lo habría machacado en días.
Quizá haya sido un accidente, quizá haya sido el destino, pero me parece que el más
fuerte de nuestra especie ha sido introducido en el más fuerte de la suya.”

“Eso no dice mucho sobre nuestra especie, ¿verdad?”

Notó la implicación detrás de mis palabras.

“Ella no está ganando, Wanderer. Tú eres esta encantadora persona que está a mi lado.
Ella es sólo una sombra en un rincón de tu mente.”

“Ella me habla, Kathy. Todavía tiene sus propios pensamientos. Todavía guarda sus
secretos.”

“Pero ella no habla por ti, ¿verdad? Dudo que de que yo fuera capaz de decir lo mismo
en tu lugar.”

No contesté. Me sentía demasiado miserable.

“Creo que deberías considerar la reimplantación. “

“Kathy, acabas de decir que ella aplastaría a cualquier otra alma. No sé si estoy de
acuerdo con eso, probablemente estás intentando hacer tu trabajo, reconfortarme. Pero
si ella es tan fuerte, no sería justo entregarle otra alma sólo porque no soy capaz de
someterla. ¿A quién decidirías introducir?”

“Yo no he dicho que esté tratando de reconfortarte, querida.”

“Entonces ¿qué?”

“No creo que se pueda considerar la opción de volver a usar a este huésped.”

“¡Ah!”

Un escalofrío de horror me recorrió la espina dorsal. Y no era la única asombrada por la
idea. La rechacé de inmediato. Yo no me rendía tan fácilmente. Durante las largas
revoluciones alrededor de sol de mi anterior planeta-el mundo de las Algas Marinas,
como se las llamaba aquí-había esperado. Aunque la situación de estar arraigada había
empezado mucho antes de lo que hubiera imaginado, aunque las vidas de las Algas
Marinas se midieran por siglos en este planeta, nunca había abandonado el periodo de
vida de mi huésped. Hacer algo así sería derrochador, incorrecto, desagradecido. Sería
como burlarse de lo que éramos como almas. Hacíamos de nuestros mundos lugares
mejores; eso era absolutamente esencial, o significaría que no nos los merecíamos.

Pero nosotros no éramos derrochadores. Todo lo que tomábamos lo convertíamos en
algo mejor, más pacífico y hermoso. Y los humanos eran brutos e ingobernables. Se
habían matado unos a otros tan frecuentemente que el asesinato era aceptado como
parte de la vida. La cantidad de torturas que habían inventado en los pocos milenios de
vida que tenían eran demasiado para mí. No podía soportar siquiera las secas
descripciones oficiales. Las guerras habían arrasado en casi todos los continentes.
Asesinato consentido, ordenado y brutalmente efectivo. Los que vivían en naciones
pacíficas miraban para otro lado mientras miembros de su propia especie morían de
hambre a sus puertas. No había ninguna igualdad en la distribución de los generosos
recursos del planeta. Más despreciable todavía, su descendencia, la siguiente
generación, a quien los de mi especie casi adoraban por su promesa, pues todos habían
sido demasiado a menudo víctimas de sus atroces crímenes. Y no sólo a manos de
extranjeros, sino también a manos de los vigilantes a quien habían sido confiados.
Incluso la enorme esfera del planeta había sido expuesta al peligro por culpa de sus
errores descuidados y codiciosos. Nadie podía comparar lo que había sido y lo que era
ahora sin admitir que la Tierra era un lugar mucho mejor gracias a nosotros.

Asesináis a una especie entera y luego se palmean la espalda.

Cerré los puños.

Podría haberte eliminado, le recordé.

Hazlo, haz oficial mi asesinato.

Estaba alardeando, pero Melanie también. Ah, ella pensó que quería morir. Después de
todo, se había tirado por el hueco del ascensor. Pero fue un momento de pánico y
derrota. Considerarlo sentada en una confortable silla era algo totalmente distinto.
Sentía la adrenalina-adrenalina que se había disparado por el miedo-a través de mi
cuerpo y contemplé cómo se hacía más flexible. Sería agradable estar sola de nuevo.
Tener la mente para mí sola. Este mundo era muy agradable en tantas formas distintas,
y sería maravilloso poder apreciarlas sin la distracción de una enfadada y desplazada
inexistencia a quien le parecía mejor sobrevivir de esta forma no deseada. Melanie se
retorció, en sentido figurado, en los recesos de mi mente cuando intenté considerarlo
racionalmente. Tal vez debería rendirme…

Las palabras en sí mismas me hicieron estremecer. ¿Yo, Wanderer, rendirme?
¿Abandonar? ¿Admitir la derrota e intentarlo de nuevo con un huésped más débil,
invertebrado, que no me diera ningún problema?

Sacudí la cabeza. Apenas podía mantenerme de pie cuando pensé en eso.
Además… éste era mi cuerpo. Me había acostumbrado a él. Me gustaba la forma en la
que los músculos se movían sobre los huesos, las uniones y el tirón de los tendones.
Conocía el reflejo en el espejo. La piel bronceada por el sol, los huesos altos y agudos de
mi cara, la capa corta y sedosa de pelo caoba, el color marrón avellana-verde turbio de
mis ojos-eso era yo.

Y me quería a mí misma. No dejaría que se destruyera lo que era mío.




Capítulo 6 - Seguida

La luz finalmente se fue descolorando fuera de las ventanas. El día, caliente para Marzo,
se había dilatado, cómo si rehusase a terminar y dejarme libre.

Yo resollaba y retorcía el mojado pañuelo en otro nudo. “Kathy, deberías tener otras
obligaciones. Curt se maravillara de donde estás tú.”

“Él entenderá”.

“No puedo quedarme aquí para siempre. Y no estamos tan cerca como antes.”

“Los arreglos rápidos no son mi especialidad. Tú has decidido en contra de un nuevo
huésped-”

“Si.”

“Entonces lidia con eso, probablemente tomará algún tiempo.”

Apreté mis dientes en frustración.

“Y esto irá rápido y más suavemente si tienes algo de ayuda.”

“Estaré mejor cuando haga mis citas, lo prometo.”

“Eso no es exactamente lo que quiero decir, aunque espero que si.”

“¿Quieres decir ayuda… diferente a ti?” me encogí ente el pensamiento de lidiar con la
miseria de hoy con un extraño. “Estoy segura que tú estas calificada como cualquier
consolador-aún más.”

“Yo no quise decir otro Consolador.” Ella cambió su peso en la silla y se estiró
rígidamente.

“¿Cuántos amigos tienes, Wanderer?”
“¿Quieres decir gente del trabajo? Veo a unos pocos otros profesores al menos cada día.
Hay muchísimos estudiantes, les hablo en los pasillos…”

“¿Fuera de la escuela?”

La miré en blanco.

“Los huéspedes humanos necesitan interacción. Tú no eres usada para la soledad,
querida. Tú compartes un planeta entero de pensamientos-”

“Nosotras no salimos mucho.” Mi tentativa de humor cayó.

Ella sonrió desdeñosamente y continuó. “Tú estás luchando tan duro con tu problema,
que esto es todo en lo que te tienes que concentrar. Quizá una respuesta es no
concentrarse demasiado. Tú dijiste que Melanie se aburría durante sus horas de
trabajo…que ella es más inactiva. Quizás si desarrollas algunas relaciones, eso podría
incluirla también.”

Fruncí mis labios pensativamente. Melanie, inactiva desde el largo día de tentativa
comodidad, realmente pareció más bien estimulada por la idea.

Kathy asintió. “Involucrados con la vida, más que con ella.”

“Eso tiene sentido.”

“Y luego están los paseos físicos que estos cuerpos tienen. Nunca he visto o me he
enterado de uno igual. Una de las cosas más difíciles que los de la primer ola tuvimos
que conquistar fue el instinto de acoplamiento. Créeme, los humanos notaron cuando no
lo hiciste.” Ella sonrió abiertamente y pasó sus ojos hacia alguna memoria. Cuando no
reaccione como ella esperaba, suspiró y cruzó sus brazos impacientemente. “Oh, vamos,
Wanderer. Tú debes haberlo notado.”

“Bien, por supuesto,” masculle. Melanie se revolvió agitadamente. “Obviamente. Te he
contado acerca de los sueños…”

“No, no pensé en solamente memorias. ¿No has encontrado por casualidad a nadie que
su cuerpo haya respondido en el presente en estrictamente a un nivel químico?”

Yo pensé su pregunta cuidadosamente. “No lo creo, no he sido notificada.”

“Créeme,” dijo Kathy secamente. “Haz sido notificada.” Ella sacudió su cabeza. “Quizá
debiste abrir tus ojos y mirar alrededor por eso específicamente. Esto puede hacerte
mucho bien.”

Mi cuerpo retrocedió con el pensamiento. Registré la repugnancia de Melanie, reflejada
en mí.
Kathy leyó mi expresión. “No la dejes controlarte como tu interactúas con tu tipo,
Wanderer. No la dejes controlarte.”

Mis ventanas de la nariz llamearon. Esperaba un momento para contestar, guiando la
furia que nunca me había acostumbrado a tenerla.

“Ella no me controla”

Kathy levanto una ceja.

La furia apretaba mi garganta. “Tú no viste mas haya que un simple compañero. ¿esa
fue una decisión controlada?”

Ella ignoró mi furia y considero la pregunta pensativamente.

“Quizás,” dijo finalmente. “Es difícil saberlo. Pero tú has hecho tu punto.” Ella escogió un
hilo del dobladillo de su camisa, y luego, como si comprendiera que evitaba mi mirada
fija, dobló sus manos con resolución y cuadró sus hombros. “¿Quién sabe cuando viene
de algún huésped en algún planeta dado? Como dije antes, pienso que el tiempo es
probablemente tu respuesta. Ya sea que ella se ponga apática y silenciosa
gradualmente, permitiéndote hacer otra opción además de este Jared, o… bien, los
buscadores son muy buenos. Ellos todavía lo están buscando, y tal vez recordarás algo
que ayude.”

No me moví como su significado. Ella no pareció notar que estaba congelada en el lugar.

“Quizás ellos encuentren el amor de Melanie, y entonces ustedes podrán estar juntos. Si
sus sentimientos son tan fervientes como los de ella, la nueva alma probablemente será
dócil.”

“¡No!” No estaba segura de quien había gritado. Pude haber sido yo. También estaba
llena de horror.

Estaba en mis pies, temblando. Las lágrimas vinieron fácilmente, por una vez, ausente, y
mis manos temblando con los puños apretados.

“¿Wanderer?”

Pero me volví y corrí a la puerta, luchado con las palabras que no podían salir de mi
boca. Palabras que no podían ser mis palabras. Palabras sin sentido al menos eran de
ella, pero se sentían mías. No podían ser mías. No podían ser habladas.

‘¡Esto lo mataría! ¡Esto hará desistir a él! Yo no quiero alguien más. ¡Yo quiero Jared, no
a un extraño en su cuerpo! El cuerpo no significa nada sin él.
Escuche a Kathy llamándome por mi nombre detrás de mí cuando corrí por el camino.

No vivía lejos de la oficina del Consolador, pero la oscuridad de la calle me desorientó.
Fue dos cuadras después que me di cuenta que corría en la dirección equivocada.

L a gente me miraba, no estaba vestida para ejercicio, y no estaba trotando, estaba
escapando. Pero nadie me molestó; ellos educadamente apartaron sus ojos. Ellos
supondrían que yo era la nueva para este huésped. Actuando en la manera que un niño
haría.

Ralenticé hasta caminar, tomando el norte, entonces pude tomar una vuelta sin pasar
por la oficina de Kathy de nuevo.

Mi caminar era ligeramente más lento que correr. Oí mis pies que golpeaban la acera
demasiado rápido, pensé que estaban intentando de encajar en el tiempo de la danza de
una canción. Slap, slap, slap a través del concreto. No, esto no era como un toque de
tambor. Estaba tan enojada. Como violencia. Slap, slap, slap. Alguien golpeando a
alguien más. Me estremecí lejos de la horrible imagen.

Pude ver la lámpara sobre la puerta de mi apartamento. No me habría tomado mucho
tiempo cubrir la distancia. No crucé la calle, pensé.

Me sentí enferma. Recordaba que se sentía como el vómito, pensé que nunca lo tuve. La
fría humedad rociando mi frente, el vacío sonido timbró en mis oídos. Estaba bastante
segura a cerca de tener que experimentar por mí misma.

Hubo un banco de hierba al lado del camino. Alrededor de farol había un seto bien
ajustado. No tenía tiempo para buscar un mejor lugar. Tropecé en la luz y me sostuve
del poste. Las nauseas me hacían marearme.

Si, definitivamente iba a experimentar Vomitar.

“¿Wanderer, eres tú? ¿Wanderer, estas enferma?”

La vagamente familiar voz fue imposible concentrarme. Pero hizo las cosas peor,
sabiendo que tenía audiencia como apoyé mi rostro cerca del arbusto y violentamente
desahogué mi comida más reciente.

“¿Quién es tu curandero aquí? La voz preguntó. Sonaba lejos a través del zumbido en
mis oídos. Una mano tocó mi espalda arqueada. “¿Necesitas una ambulancia?”

Tosí dos veces y sacudí mi cabeza. Estaba segura que había terminado; mi estómago
estaba vacío.

“No estoy enferma,” dije empujándome derecha usando el farol como apoyo. Miré para
ver quien estuvo mirando mi momento de desgracia.
La buscadora de Chicago y su celular en su mano, tratando de decidir a qué autoridad
llamar. Tome una buena vista de ella e inclinándome hacia las hojas de nuevo. Con el
estómago vacío o no, ella era a la última persona que necesitaba ver ahora mismo.

Pero, como mi estómago levantado inútilmente, comprendí que había una razón de su
presencia.

¡Oh, no! ¡Oh, no no no no no no!

“¿Por qué?” murmuré, el pánico y enfermedad hurtaron el sonido de mi voz. “¿Por qué
estás aquí? ¿Qué ha pasado?” Las palabras desconfortantes del consolador golpeadas en
mi cabeza.

Miré a las manos agarradas al cuello del traje negro de la buscadora durante dos
segundos antes de que comprendiera que eran mías.

“¡Para!” dijo ella, y hubo un ultraje en su cara. Su voz repiqueteó.

Yo la sacudía.

Tiré mis manos abiertas contra mi cara. “¡Perdóneme!” Resoplé. “Lo siento, no sé que
estaba haciendo.”

La buscadora frunció el seño y alisó el frente de su vestuario. “No estás bien. Supongo le
he asustado.”

“No esperaba verle,” murmure. “¿Por qué esta aquí?”

“Permíteme conseguirte la facilidad de instalarnos antes de que hablemos. Si tienes un
resfriado, deberías curarte. No hay ninguna razón para en el alquiler, esto desgasta su
cuerpo.”

“No tengo un resfriado, no estoy enferma.”

“¿Comiste alguna mala comida? Deberías reportar donde la obtuviste.”

Su ruego fue bastante anonadador. “Tampoco comí una mala comida, estoy saludable.”

“¿Por qué no te haces una revisión? Un rápido escanéo-No deberías ser negligente con
tu huésped. Eso es irresponsable. Especialmente cuando el cuidado de la salud es tan
fácil y efectiva.”

Tome un profundo respiro y resistí la urgencia de sacudirla de nuevo. Ella estaba una
cabeza por debajo de donde yo me encontraba. Si fuese una pelea yo gano.
¿Una pelea? Me volví lejos de ella y camine rápidamente de regreso a mi hogar. Estaba
peligrosamente emocional. Necesitaba calmarme antes de que hiciera algo inexcusable.

“¿Wanderer? Espera! La revisión-”

“No necesito revisión” dije sin voltear. “Eso fue justamente… un desbalance emocional.
Estoy bien ahora.”

La buscadora no respondió. Me maravillo que ella se hiciese responsable de mí. Pude
escuchar sus zapatos de tacones altos zapateando después de mi, entonces dejé la
puerta abierta, sabiendo que me había seguido hasta adentro. Fui al fregadero y llene un
vaso con agua. Ella esperó silenciosamente mientras yo lavaba mi boca y escupía.
Cuando estuve a un lado, me incline contra el mostrador, mirando fijamente al baño.

Ella se aburrió pronto.

“Entonces, Wanderer… ¿o todavía vas con ese nombre? No quiero decir que sea rudo
llamarte así.”

No la miré. “todavía me voy por Wanderer.”

“Interesante, te fije para que escogieras uno propio.”

“Ya elegí, elegí Wanderer.”

Mucho tiempo había sido claro para mí que la polaina suave que yo había oído por
casualidad el primer día que desperté en la facilidad de la revisión fue culpa del
Buscador. El Buscador era el alma más contenciosa que yo había encontrado por
casualidad en nueve vidas. Mi primer Curandero, Fords Deep Waters, había sido
tranquilo, amable, y sabio, aún para un alma. Aún él no había sido capaz de ayudarle a
reaccionar. Esto me hizo sentirme mejor sobre mi propia respuesta.

Giré para afrontarla. Ella estaba sobre mi pequeño canapé, recostada cómodamente
como para una larga visita. Su expresión era ufana, los ojos saltones divertidos. Controlé
el deseo de fruncir el ceño.

"¿Por qué está aquí?" Pregunté otra vez. Mi voz era monótona. Serena. No podía perder
el control delante de esta mujer.

“Ha pasado mucho tiempo desde que oído algo de ti, entonces pensé que podría
revisarlo personalmente. Todavía no hemos hecho avanzar tu caso.”

Mis manos cayeron ancladas hacia el borde del contador detrás de mí, pero me quedé
con el socorro salvaje de mi voz.

“Esto parece…excesivo. Además, te envié un mensaje anoche.”
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  • 1. http://librosintinta.blogspot.com HolaPregunta El cuerpo -mi casa Mi caballo, mi sabueso ¿Qué voy un hacer Cuando se caiga? Donde voy un dormir Cómo voy un montar Qué voy un buscar Donde puedo ir peque mi montura todo impaciente y rápido Como voy a saber si en el matorral de delante está el peligro o el tesoro cuando el cuerpo mi bien brillante perro esté muerto Cómo lo voy a hacer para mentir en el cielo sin azotea o puerta y el viento por ojo ¿Con la nube para moverme cómo me ocultaré? May Swenson
  • 2. Prólogo – Insertada El nombre del Curandero era Fords Deep Waters. Como era un alma, por naturaleza tenía cosas buenas: era compasivo, paciente, honesto, virtuoso, y estaba lleno de amor. La ansiedad era una emoción inusual para Fords Deep Waters. La irritación era aún más rara en él. Sin embargo, como Fords Deep Waters vivía dentro de un cuerpo humano, la irritación era a veces ineludible. A medida que los cuchicheos de los estudiantes a medicina zumbaban en la lejana esquina del quirófano, sus labios se juntaron en una fina línea. Esa expresión parecía estar fuera de lugar en una cara que a menudo se daba a la sonrisa. Darren, su ayudante, vio su mueca y le dio unas palmaditas en el hombro. “Solamente están curioseando” Dijo en voz baja. “Una inserción no es precisamente un procedimiento interesante o exigente. Cualquier alma que encuentres por la calle podría llevarla a cabo en una emergencia. Hoy no van a aprender nada observando” Fords se sorprendió de oír el tono cortante de su voz. “Nunca antes habían visto a un humano desarrollado” Dijo Darren. Fords arqueó una ceja “¿Están tan ciegos como para no verse las caras los unos a los otros? ¿Es que no tienen espejos?”
  • 3. “Sabes a qué me refiero–un humano salvaje. Sin ninguna alma dentro. Uno de los rebeldes.” Fords observó al cuerpo inconsciente de la chica, bocabajo en la tabla de operaciones. Una oleada de compasión en su corazón le hizo recordar la condición que su cuerpo pobre y roto había aguantado cuando los Buscadores la trajeron al Centro Médico. El dolor que ella había soportado... Por supuesto, ella estaba en perfectas condiciones ahora–completamente sana. Fords lo había comprobado. “Es como uno de los nuestros” Murmuró Fords a Darren “Todos nosotros tenemos rostros humanos. Y además, cuando despierte, será uno de los nuestros de verdad.” “A ellos les parece emocionante, ¡eso es todo!” “El alma que implantamos hoy merece más respeto que tener el cuerpo de su anfitrión inconsciente de esta forma. Ya tendrá suficiente con relacionarse mientras se habitúa. No es justo meterla en medio de todo esto.” Por “esto” no se refería al hecho de poseer un cuerpo. Fords volvió a notar el tono cortante de su voz. Darren le dio una palmadita de nuevo. “Estará bien. El buscador necesita información y...” A la palabra “buscador”, Fords le regaló a Darren una mirada que sólo podría ser descrita como fulminante. Darren parpadeó escandalizado. “Perdona” Ford se disculpó por fin “No quería reaccionar de forma tan negativa. Es sólo que temo por esta alma.” Sus ojos se movieron hacia el tanque de criogenización que se encontraba detrás de la mesa. La luz era constante, de un rojo pálido, lo cual indicaba que estaba ocupado y en modo hibernación. “Esa alma fue elegida especialmente para esta tarea” Dijo Darren con dulzura “Es excepcional entre los de nuestra especie–más valiente que la mayoría. Sus vidas hablan por sí mismas. Creo que ella misma se ofrecería si fuera posible preguntárselo.” “¿Quién entre nosotros no se ofrecería si nos pidieran hacer algo por el bien común? ¿Es este el caso? ¿Sirve de algo para el bien común? La pregunta no es si está dispuesta, sino si es correcto pedirle a un alma aguantar esa carga.” Los estudiantes de medicina también estaban discutiendo sobre el alma hibernada. Fords podía oír los susurros claramente; sus voces empezaban a alzarse, cada vez más ruidosas con el entusiasmo.
  • 4. “Ella ha vivido en seis planetas” “Yo he oído que en siete” “Yo he oído que nunca ha vivido dos veces en la misma especie de anfitrión” “¿Es posible?” “Ha sido casi todo. Una flor, un oso, una araña...” “Un alga, un murciélago...” “¡Incluso un dragón!” “Yo no lo creo... no en siete planetas” “Al menos en siete. Ella comenzó en el Origen” “¿En serio? ¿En El Origen?” “Silencio, por favor.” Interrumpió Fords “Si no podéis observar profesional y silenciosamente, entonces tendré que pediros que os larguéis” Avergonzados, los seis estudiantes se callaron y se alejaron un poco los unos de los otros. “Vamos a empezar con esto, Darren” Todo estaba preparado. Los medicamentos adecuados estaban colocados detrás de la chica humana. Su largo y oscuro pelo estaba recogido debajo de un gorro quirúrgico, exponiendo su fino cuello. Su piel bronceada tenía apenas una marca que demostrara su... accidente. “Que comience la descongelación ahora, por favor, Darren” El canoso ayudante ya estaba esperando detrás del tanque de criogenización. Su mano reposaba sobre el botón. La luz roja en lo alto del cilindro pequeño y gris empezó a parpadear, destellando cada vez más deprisa y cambiando de color. Fords se concentró en el cuerpo inconsciente; acercó el bisturí a la piel de la base del cráneo del paciente, con movimientos precisos, y luego aplicó un medicamento que frenaba un poco el flujo de sangre antes de abrir más la fisura. Fords hurgó delicadamente debajo de los músculos del cuello, con cuidado de no herirlos, exponiendo los pálidos huesos de la parte superior de la columna vertebral. “El alma está preparada, Fords,” le informó Darren.
  • 5. “Yo también lo estoy. Cógela.” Fords percibió a Darren en su codo y supo, sin mirarle, que su ayudante estaba preparado. Su mano se extendió y esperó; habían estado trabajando juntos durante muchos años. Fords agarró un espacio vacío. “Envíala al hogar,” susurró. Apareció la mano de Darren, el reflejo dorado de un alma despertándose en sus manos ahuecadas. Fords nunca había visto un alma expuesta sin haber sido golpeado por la belleza de ésta. El alma resplandecía con las luces brillantes del quirófano, aún más resplandeciente que el dorado y reflectante instrumento en su mano. Como un lazo viviente, se retorcía y se rizaba, expandiéndose, feliz de estar fuera del tanque de criogenización. Con cuidado, Darren colocó a la criatura brillante dentro de la obertura que Fords había hecho en el cuello de la humana. El alma se deslizó suavemente dentro del espacio ofrecido. Fords admiró la habilidad con la que ella poseía a su nuevo hogar. Era muy rápida, muy firme en sus movimientos. Pronto, solo era visible un pequeño segmento de su cuerpo brillante. “Bien hecho” Le susurró, aunque sabía que no podía oírle. La chica humana tenía oídos, pero dormía profundamente. Acabar el trabajo era rutinario. Limpió y cicatrizó la herida, aplicando un ungüento que sellaba la incisión, y luego cepilló el polvo de la débil cicatriz. “Perfecto, como siempre” Dijo el ayudante, quien, por alguna razón incomprensible para Fords, nunca había cambiado el nombre original de su anfitrión humano, Darren. Fords suspiró “Me arrepiento de este día de trabajo” “Solamente estás haciendo tu trabajo como Curandero” “Esta es una de las extrañas ocasiones en las que un Curandero provoca una herida” Darren empezó a recoger la terminal de trabajo. No parecía saber qué responder. Fords estaba desempañando su profesión. Eso era suficiente para Darren. Pero no era suficiente para Fords Deep Waters, quien era un verdadero Curandero desde el principio de su origen. Miró ansiosamente al femenil cuerpo humano, que dormía tranquilamente, sabiendo que esa paz sería destrozada tan pronto como se despertara. La inocente alma que él mismo acababa de introducir dentro de ella tendría que soportar todo el horror del fin de esa joven mujer.
  • 6. A medida que Fords se inclinaba hacia la humana y susurraba en su oído, deseaba fervientemente que el alma en el interior de la humana pudiera oírle en ese momento. “Buena suerte, pequeño trotamundos, buena suerte. Cuanto desearía que no la necesitaras.”
  • 7. Capítulo 1 - Recordada Sabía que empezaría por el final, y el final parecería la muerte para estos ojos. Estaba advertida. No estos ojos. Mis ojos. Míos. Esto que soy ahora. El lenguaje que me encontré usando era extraño, pero tenía sentido. Picado, encajado, ciego y lineal. Increíblemente tullido en comparación con otros tantos que he usado, me las arreglo para encontrar fluidez y expresión. A veces es bonita. Mi lengua nativa. Con el verdadero instinto de los de mi raza, me vinculé firmemente en el centro del cuerpo de pensamiento, me entretejí ineludiblemente en toda su respiración y reflejo hasta que no haya un ente separado. Era yo. No el cuerpo, mi cuerpo. Sentí que la anestesia se pasaba, y la lucidez tomaba lugar. Me preparé para el violento ataque de mi primer recuerdo, el que realmente era mi último recuerdo–el último momento en que el cuerpo tuvo la experiencia, la memoria del fin. Estaba bien preparada, perfectamente advertida de que iba a pasar ahora. Esas emociones humanas podían ser fuertes, más vitales que los sentimientos de las otras especies en las que había estado. El recuerdo vino. Y, aunque estaba advertida, no había nadie que pudiera estar preparado para aquello. Me quemé con colores afilados y sonidos zumbantes. Frío en su piel, dolor asiendo sus miembros, quemándolos. El sabor era ferozmente metálico, en su boca. Y allí estaba el nuevo sentido, el quinto sentido que nunca tuve, que tomó las partículas de aire y las transformó en extraños mensajes y placeres y advertencias en su cerebro–olfato. Eran molestos, confusos para mí, pero no para la memoria de ella. El recuerdo no tenía tiempo para la novedad del olor. El recuerdo sólo tenía miedo. El miedo la encerró en un vicio, aguijoneando como un cuchillo, los miembros torpes hacia delante, pero obstaculizándolos al mismo tiempo. Escapar, correr–fue todo lo que pudo hacer. He fallado.
  • 8. El recuerdo que no era mío fue tan terriblemente fuerte y claro que escapó a mi control–abrumada la imparcialidad, el conocimiento me dijo que era sólo un recuerdo y no yo. Aspiré el infierno que era el último minuto de su vida. Fui ella y estábamos corriendo. Está muy oscuro. No puedo ver. No puedo ver el suelo. No puedo ver mis manos, extendiéndose enfrente de mí. Corro ciega e intento oír la persecución que siento detrás de mí–pero mi corazón es demasiado ruidoso, ahoga todo lo demás. Hace frío. No debería importarme ahora, pero duele. Tengo mucho frío. El aire de su nariz era molesto. Malo. Olía mal. Por un segundo, ese malestar me libró del recuerdo. Pero fue solo un segundo, y entonces estaba allí de nuevo y mis ojos llenos de lágrimas de horror. Estoy perdida, estamos perdidas. Se acabó. Están justo detrás de mí, ruidosos y cercanos. ¡Hay muchos pasos! Estoy sola. He fracasado. Los Buscadores están llamando. Me voy a poner enferma. El sonido de sus voces revuelve mi estómago. “Está bien, está bien,” miente uno, intentando calmarme, reduciendo mi velocidad. Su voz esta distorsionada por el esfuerzo de su respiración. “¡Ten cuidado!” grita otro como advertencia. “No te dañes a ti misma” suplica uno de ellos. Una voz profunda, llena de preocupación. ¡Preocupación! Un golpe de calor en mis venas y un violento odio casi me estrangula. Nunca he sentido una emoción como esta ni en todas mis vidas. Por otro segundo, mi repulsión me sacó del recuerdo. Alto, estridente y agudo perforó mis oídos y martilleó en mi cabeza. El sonido araño a través de mis vías respiratorias. Hubo un débil dolor en mi garganta. Gritando, explicaba mi cuerpo. Estás gritando. Me quedé helada de aturdimiento y el sonido paró bruscamente. Eso no era un recuerdo. Mi cuerpo– ¡Ella estaba pensando! ¡Hablándome!
  • 9. Pero el recuerdo era muy fuerte, en ese momento, más que mi asombro. “¡Por favor!” gritaron ellos. “¡Hay peligro en frente!” “¡El peligro está atrás!” les respondí. Pero vi a lo que se referían. Un enclenque raudal de luz, viniendo de quien sabe donde, brilló al final del vestíbulo. No es el muro del edificio o la puerta cerrada, la muerte final que temía y esperaba. Es un agujero negro. El hueco del ascensor. Abandonado, deshabilitado y como este edificio. Una vez fue un lugar donde esconderse, ahora una tumba. Una oleada de alivio me inundó. Hay una manera. No una manera de sobrevivir, pero tal vez una manera de ganar. ¡No, no, no! Este pensamiento era todo mío, y luché por salir fuera de ella, pero estábamos juntas. Y corrimos hacia el borde de la muerte. “¡Por favor!” los gritos eran más desesperados. Tuve ganas de reír cuando supe que era lo bastante rápida. Imaginé sus manos, intentando cogerme a escasos centímetros de mi espalda. Pero soy tan rápida como necesito ser. No paré al final del suelo. El agujero subió hasta cubrirme por la mitad. El vació me traga. Mis piernas se sacuden, inútiles. Mis manos agarran el aire, a través de él, buscando algo sólido. El frío me golpea. Oí el ruido sordo antes de sentirlo… el viento soplaba… Y entonces dolor por todas partes… el dolor lo era todo. Hazlo parar. “No es lo suficientemente alto” me susurré a mi misma a través del dolor. ¿Cuándo parará el dolor? ¿Cuándo…? La negrura se tragó la agonía, y me desperté débil con gratitud de que el recuerdo hubiera llegado al final de sus conclusiones. La negrura lo tomó todo y fui libre. Respiré para calmarme, como este cuerpo tenía costumbre. Mi cuerpo. Pero entonces el color volvió apresuradamente, el recuerdo se alzó y me tragó de nuevo. “¡No!” me aterré, temiendo el frío y el dolor y al miedo mismo.
  • 10. Pero este no era el mismo recuerdo. Este era un recuerdo sin recuerdo-un recuerdo agonizante- de alguna manera, más fuerte que el primero. La negrura lo tomó todo de nuevo: el recuerdo de un rostro. El rostro era tan ajeno a mí como un desconocido, la serpentina de tentáculos de mi último cuerpo era el huésped de este nuevo órgano en que me había convertido. Había visto este tipo de caras en las imágenes que cogí para prepararme para este mundo. Era difícil verlos por separado, ver las minúsculas variaciones de color y forma que eran las únicas formas de individualismo. Más de lo mismo, todos ellos. Narices centradas en mitad de la esfera, los ojos más arriba y las bocas más abajo, las orejas a los lados. Una colección de sentidos, tacto, concentrado en un lugar. La piel alrededor de los huesos, el pelo creciendo en la coronilla y extrañas líneas peludas sobre los ojos. Algunos tenían más pelo debajo de la mandíbula; estos eran siempre machos. El color iba en la escala del marrón desde el crema pálido a más oscuro, casi negro. A parte de esto ¿cómo diferenciar uno de otro? Esa cara la hubiera reconocido entre millones. El rostro era un rectángulo duro, la forma de los huesos fuerte bajo la piel. El color era luminoso, marrón dorado. El pelo era unos tonos más oscuros que la piel, excepto donde los reflejos rubios brillaban, y eso solo cubría la cabeza y el extraño pelo sobre los ojos. Los irises circulares en los blancos globos oculares eran más oscuros que el cabello, pero, como el pelo, manchados con luz. Tenía pequeñas líneas alrededor de los ojos, y sus recuerdos me dijeron que las líneas eran de sonreír, y mirar al sol. No sabía nada de lo que pasaba con la belleza con esos extraños, y entonces supe que ese rostro era hermoso. Quería seguir mirándolo. Tan pronto como me di cuenta de ellos, desapareció. Mío, dijo la ajena que no debería existir. De nuevo, estaba congelada, aturdida. Allí no debería haber nadie más que yo. ¡Y entonces ese pensamiento fue tan fuerte y consciente! Imposible. ¿Cómo podía ella estar aquí? Ella era yo ahora. Mío, me reprochó ella, el poder y la autoridad que me pertenecían sólo a mi fluía a través de la palabra. Todo es mío. Así que, ¿por qué estaba respondiéndole? Me preguntaba como las voces interrumpían mis pensamientos.
  • 11. Capítulo 2 - Escuchada Las voces estaban cerca, y aunque recién me había dado cuenta, parecían estar discutiendo en susurros. “Temo que esto sea demasiado para ella,” dijo la primera voz. Era baja pero profunda, masculina. “Y para cualquiera. ¡Cuanta violencia!” Había disgusto en sus palabras. “Gritó solo una vez,” dijo una voz aguda, sutil, femenina, y su comentario dejaba notar una cierta satisfacción, como si los hechos le dieran razón. “Lo sé” admitió el hombre. “Es realmente fuerte. Otros tuvieron traumas mayores por causas menos importantes.” “Estoy segura va a estar bien, ya te lo he dicho.” “Quizás equivocaste tu Vocación” había algo de entusiasmo en la voz del hombre. Mi mente le llamó sarcasmo. “Quizás deberías ser una Curandera, como yo.” La mujer rió, divertida. “Lo dudo. Los Buscadores preferimos un tipo distinto de diagnóstico.” Mi cuerpo conocía esa palabra: Buscador. Me corrió un escalofrío por el cuerpo. Lo que sobraba de una reacción. Yo no tenía ningún motivo para temer a los Buscadores, obviamente. “A veces pienso que en tu profesión fueron contagiados por la infección de la humanidad” comentó el hombre, la voz siempre ácida y molesta. “La violencia es congénita en vuestro modo de vivir. ¿Conservan ese resto de índole humana que les hace complacerse del horror?” Me sorprendí por el tono de la acusación. La discusión parecía más a...una pelea. Algo familiar para mi huésped, aunque para mí desconocida. La mujer estaba en la defensiva. “No somos nosotros a elegir la violencia. La enfrentamos cuando debemos. Ustedes tienen suerte de que algunos de nosotros fuertes como para soportarla. Si no hiciéramos nuestro trabajo vuestra paz se rompería. “Un tiempo era así. Creo que dentro de poco vuestra vocación será superada.” “Te equivocas, y esta cama es la prueba.” “¡Una joven humana, sola y desarmada! Realmente una grande amenaza contra nuestra paz.”
  • 12. La mujer respiro profundamente. Resopló. “Si, ¿pero de donde viene? ¿Cómo pudo aparecer en el corazón de Chicago, una ciudad civilizada desde hace tiempo, a unos cientos de kilómetros de cualquier pista de actividad de los rebeldes? ¿Pudo hacerlo sola?” Decía rápidamente las preguntas como si no estuviera pretendiendo una respuesta, ya habiéndoselas repetido varias veces. “Ese es un problema tuyo” dijo el hombre. “Mi deber es ayudar esta alma a que se acostumbre a su nueva huésped sin traumas ni dolores inútiles. Y tu estas interfiriendo con mi trabajo.” Mientras estaba aun ocupada en retomar conocimiento, en orientarme en un mundo con nuevos sentidos, me di cuenta de que estaban discutiendo sobre mí. Era yo el alma de la que hablaban. Una palabra nueva, una palabra que para mi huésped había tenido muchos otros significados. Nuestro nombre cambiaba de planeta en planeta. Alma. Creo fuese la definición justa. La fuerza invisible guía al cuerpo. “Tener respuestas para mis preguntas es importante cuanto tus responsabilidades sobre esta alma.” “Esto se verá.” Sentí un movimiento, y la voz femenina se volvió un susurro. “¿Cuándo va a reaccionar? El efecto de la anestesia se fue casi del todo. “Cuando esté lista. Déjala en paz. Tiene derecho de enfrentar la situación en el modo que crea más simple. ¡Imagina la sorpresa de despertar en el cuerpo de una rebelde, herida a muerte mientras intentaba escapar! ¡Un trauma de este tipo no debería suceder a nadie en tiempos de paz!” La voz masculina era màs intensa, llena de emoción. “Es fuerte” le aseguró la voz femenina “Mira como ha enfrentado bien el primer recuerdo, el peor. Cualquier cosa se estuviera esperando, lo logró.” “¿Por el nombre de qué?” refunfuñó el hombre, pero no parecía esperar una respuesta. La mujer rebatió igualmente: “Para obtener las respuestas que necesitamos...” “Que necesitamos lo dices tu. Si fuera en ti diría, que pretendemos.” “Alguien tiene que hacerse cargo de las cosas desagradables” siguió ella, ignorando la interrupción “Y por lo que sé, esta alma hubiera aceptado el encargo si hubiera habido un modo de proponérselo. ¿Que nombre le pusiste?” El hombre se quedo en silencio largo rato. La mujer esperó.
  • 13. “Trotamundos” dijo al final. “Es adecuado” comentó ella. “No tengo estadísticas oficiales, pero ella debe ser una de las pocas, sino la única, que llega tan lejos. Si, trotamundos le quedará bien, hasta que se elija sola un nombre nuevo. El se quedó en silencio. “Obviamente, puede quedarse con el nombre del huésped. En los archivos no encontramos nombres que correspondieran a las huellas digitales ni al escanéo de retina. No sabría decirte cual era su nombre.” “No se va a quedar con el nombre humano” masculló el hombre. “Cada uno busca el confort a su modo” respondió ella, conciliadora. “A Wanderer le va a hacer mucha falta, gracias a tu estilo de Búsqueda” Oí ruidos fuertes y pasos sobre el piso duro. Cuando habló de nuevo, la mujer estaba del otro lado del cuarto. “Si hubieras participado cuando empezó la ocupación hubieras reaccionado muy mal.” “Quizás eres tu que reaccionas mal a la paz” La mujer se rió en modo falso. Mi mente parecía aferrar los significados escondidos en el tono y en las inflexiones de la voz. “No te debe quedar claro lo que implica mi vocación. Largas horas, hundida en archivos y mapas. Más que nada trabajo de oficina. No se trata siempre en conflictos o violencia como quizás crees.” “Cuando hace diez días encontraste este cuerpo estabas bien armada.” “Te aseguro que era la excepción, no la regla. No te olvides que las armas que tanto te disgustan fueron usadas contra nuestra especie cada vez que nosotros Buscadores bajamos la guardia. Los humanos son felices de matarnos cuando pueden. Los que fueron tocados por su hostilidad nos considera héroes.” “Hablas como si estuviéramos en el medio de una guerra.” “Si, la guerra contra los humanos que quedan.” Esas palabras me rebotaron en las orejas. Mi cuerpo reaccionó; sentí mi respiro acelerar, el latido del corazón palpitar mas fuerte de lo común. Al lado de la cama en la que
  • 14. estaba un aparato registró el aumento del ritmo con un bip ahogado. El Curandero y la Buscadora estaban demasiado ocupados en la discusión para darse cuenta. “Guerra que ellos mismos saben haber ya perdido. Les superamos en número... ¿Cuánto? ¿Un millón contra 1? Imagino que tú ya lo sabes. “Según calculamos nosotros estamos en ventaja” admitió ella a regañadientes. El Curandero se mostró feliz en cerrar la conversación con esa precisión. Ella se quedo en silencio un rato. Yo lo aproveché para reflexionar sobre mi situación. Muchas cosas eran obvias. Me encontraba en un laboratorio de curación, recuperándome de una inserción algo complicada. Estaba segura de que el cuerpo que me habían dado estaba completamente curado, antes de que me lo dieran. La mayor parte de las veces se liberaban de los cuerpos perjudicados. Considere el conflicto de opiniones del Curandero y de la Buscadora. Según las informaciones que me habían dado el Curandero tenía razón. La hostilidad contra el resto de los humanos se había acabado. El planeta llamado Tierra era pacifico y sereno como se veía desde el espacio, una esfera de forma atrayente verde y azul, rodeada por vapores blancos e inocuos. Como siempre desde la llegada de las almas, la armonía reinaba en todas partes. La pelea entre el Curandero y la Buscadora estaba fuera de lugar, demasiado agresivo para nuestra raza. Me quedé maravillada. Eran acaso ciertas las voces que habían corrido de los...de los... Me perdí buscando el nombre de mi última especie. Teníamos un nombre, lo sabía. Lejos de mi antigua huésped no lo recordaba, el lenguaje que había usado era mucho mas simple que este, un lenguaje mudo de pensamientos que nos unía a todos en una sola grande mente. Cosa necesaria si vives enraizado en un terreno húmedo y negro. Podía describir esa especie con mi nuevo lenguaje humano. Vivíamos en el fondo del grande océano que cubría toda la superficie del planeta... del cual no recordaba el nombre. Teníamos cien brazos, y por cada brazo mil ojos, gracias a eso, y a la unión de nuestros pensamientos, nada en el fondo del océano pasaba desapercibido. No estaba la necesidad de los sonidos, ya que no teníamos orejas. Sentíamos el sabor del agua, que junto a la vista nos decía todo lo que debíamos saber. Y sentíamos el sol, lejano arriba del océano, que se convertía en nutrimento para nosotros. Podía describirnos, pero no podía darnos un nombre. Suspiré triste por ese conocimiento perdido, y volví a reflexionar sobre la conversación que había escuchado.
  • 15. Usualmente, las almas dicen solo la verdad. Los Buscadores, obviamente, debían seguir las reglas de su vocación, pero entre almas no había necesidad de mentir. El lenguaje mental de mi última especie hacía que no pudiera mentir. Enraizados en la tierra como estábamos, luchando contra el aburrimiento narrando historias. Saber contar historias era el màs apreciado de los talentos, porque todos gozaban de ello. A veces la realidad se mezclaba con la fantasía al punto que empezábamos a dudar, aunque no se pudiera mentir, que cosa era cierta y que cosa no lo era. Cuando pensábamos en el nuevo planeta-la Tierra, tan seca, tan variada, llena de habitantes violentos y destructivos, que apenas les podíamos imaginar-el terror principalmente era sustituido por el entusiasmo. Nacían enseguida historias sobre el nuevo y emocionante tema. Las guerras-¡Las guerras! ¡Nuestra raza obligada a luchar!- eran discretas primero detalladamente, embellecidas y transformadas en cuentos. Cuando los cuentos se deformaban demasiado buscaba informaciones oficiales. Pero se hablaba también de otras cosas: Huéspedes tan fuertes que obligaban a las almas a que los abandonaran. Huéspedes con una mente indomable. Almas que adoptaban la personalidad del cuerpo en vez de imponer la propia. Historias. Voces incontrolables. Locura. Parecía la acusación del Curandero... Descarté la sospecha. Probablemente la protesta del Curandero era solo un reflejo de la antipatía de todas las almas sobre la vocación de los Buscadores. Pero, ¿cómo era posible desear una vida de duelos y perseguimientos? ¿Sentir atracción en individuar y capturar los huéspedes mal dispuestos? ¿Tener bastante coraje como para enfrentar la violencia de esa especie hostil, los humanos, que mataban tan fácilmente? En este planeta los Buscadores se habían vuelto un verdadero... ejército: Mi nuevo cerebro sugirió la mejor definición sobre un concepto para mí totalmente desconocido. La mayoría de las almas creían que solamente los menos evolucionados, inferiores, se volvían Buscadores. Aún así, en la Tierra, ellos gozaban un nuevo estatus. Nunca antes había ocurrido que una vocación saliera mal. Nunca antes se había transformado en una batalla cruel y sangrienta. Los Buscadores eran un potente escudo, y las almas de este mundo estaban triplemente en deuda con ellos: Porque habían transformado el caos en seguridad, porque cada día arriesgaban voluntariamente sus vidas y porque traían constantemente nuevos cuerpos. Ahora que el peligro había pasado, la gratitud se iba debilitando. Y, para esta Buscadora, el cambio no era placentero. Era fácil imaginar lo que me iba a preguntar. Aunque el Curandero intentara darme más tiempo para acostumbrarme a mi nuevo cuerpo sabía que iba a dar lo mejor de mí para ayudar a la Buscadora.
  • 16. El sentido cívico era algo indispensable en cada alma. Así que respire profundamente para prepararme. El monitor señalo mi movimiento. Me sentía algo indecisa, odiaba admitirlo, pero tenía miedo. Para recuperar las informaciones que necesitaba la Buscadora iba a tener que explorar los recuerdos violentos que me habían hecho gritar por el terror. Pero sobretodo tenía miedo de la voz que había escuchado fuerte en mi cabeza. En aquel momento, como debía ser, la voz callaba. También ella era solo un recuerdo. No debía temer, después de todo mi nuevo nombre era Trotamundos, me lo había ganado. Con otro respiro profundo enfrenté los recuerdos que me asustaban, y hurgué en ellos serrando los dientes. Ahora podía omitir el final, ya que había superado el miedo. Rápidamente volví, estremeciéndome, a la corrida en la oscuridad, intentando no hacer caso a las sensaciones. Me salí de eso rápidamente. Una vez superada la barrera pude fluctuar entre las cosas y los lugares menos alarmantes, en busca de información. Vi como había llegado a esa ciudad fría, de noche, manejando un auto robado, elegido a propósito por su aspecto anónimo. Había caminado por las calles de Chicago en la oscuridad, temblando y envuelta en una chaqueta. También ella la estaba buscando. Había otro como ella, al menos eso esperaba. Una persona en particular. Una amiga...no, una pariente. No era una hermana...una prima. Las palabras tenían dificultad en salir, y al principio no entendí porqué. ¿Era un particular que se había olvidado? ¿Perdido durante el trauma de haber casi muerto? ¿Estaba aún confundida porque había perdido conocimiento? Intenté razonar. Que sensación tan poco familiar. ¿Quizás aun seguía bajo sedativos? Me sentía lucida, pero a mi mente le costaba buscar las respuestas que quería y que no encontraba. Intenté usando otra vía, en la esperanza de tener una visión mas clara. ¿Cual era su objetivo? Debía encontrar a...Sharon-no sé de donde lo saqué-y con ella quería... Choqué contra una pared. Había un vacío, la nada. Traté de darle la vuelta, pero no encontraba el final. Como si la información que buscaba hubiese sido borrada. Como si mi cerebro estuviese perjudicado. Una rabia ardiente y salvaje me invadió. Una reacción inesperada, que me dejó sin aire. Había oído sobre la instabilidad emocional de los cuerpos humanos, pero esto iba más
  • 17. allá de mi habilidad de prever. En ocho vidas ninguna otra emoción me había tomado con tanta fuerza. Sentí la sangre pulsar en mi cuello, retumbar en las orejas. Apreté los puños. El monitor a mi lado registró la aceleración de mis latidos. En el cuarto alguien se movió: Los pasos fuertes de la Buscadora se aproximaron hacia mí, junto a un calmo arrastrar de pies que debían ser los del Curandero. “Bienvenida a la Tierra Wanderer,” dijo ella. Capítulo 3 - Resistida “Ella no reconocerá el nuevo nombre,” murmuró el Curandero. Una nueva sensación me distrajo. Algo agradable, un cambio en el aire cuando la Buscadora se colocó a mi lado. Un aroma, deduje. Algo diferente que el cuarto estéril, inodoro. Perfume, me dijo mi nueva mente. Floral, exuberante… “¿Puedes escucharme?” preguntó la Buscadora, interrumpiendo mi análisis. “¿Estas consciente?” “Toma tu tiempo” pidió el Curandero en una voz mas suave que la que había usado antes. Yo no abrí mis ojos. No quería ser distraída. Mi mente me daba las palabras que necesitaba, y el tono que transmitiría lo que no podría decir sin usar muchas palabras. “¿He sido colocada en un huésped dañado para obtener la información que tú necesitas, Buscadora?” Hubo un jadeo–mezcla de sorpresa e indignación–y algo cálido toco mi piel, cubrió mi mano. “Desde luego que no, Wanderer” dijo el hombre tranquilizadoramente. “Incluso un Buscador se detendría en algunas cosas.” La Buscadora jadeó nuevamente. Silbó, corrigió mi memoria. “¿Entonces por qué esta mente no funciona correctamente?” Hubo una pausa.
  • 18. “Las exploraciones fueron perfectas” dijo la Buscadora. Sus palabras no eran tranquilizadoras sino argumentativas. ¿Pretendía discutir conmigo? “El cuerpo fue curado completamente.” “De un intento de suicido que estuvo peligrosamente cerca de tener éxito” mi tono fue severo, aún enojado. Yo no estaba acostumbrada a la cólera. Era difícil contenerla. “Todo estuvo en perfecto orden…” El Medico la interrumpió “¿Qué falla?” Él preguntó. “Claramente, has conseguido acceso al habla.” “Memoria. Estaba tratando de encontrar lo que la Buscadora quiere.” Aunque no hubo ningún sonido, hubo un cambio. La atmósfera, que se había puesto tensa con mi acusación, se relajó. Me pregunté como sabía esto. Tenía la extraña sensación de que estaba de alguna manera recibiendo más de lo que los cinco sentidos me daban… casi el presentimiento de que había otro sentido, en los bordes, no totalmente aprovechado. ¿Intuición? Esa era casi la palabra correcta. Como si cualquier criatura necesitara más de cinco sentidos. La Buscadora aclaró su garganta, pero fue el Médico quien contestó. “Ah” dijo “No te pongas ansiosa acerca de algunas… dificultades parciales de la memoria. Eso es, bueno, no que sea esperado, exactamente, pero no considerablemente sorprendente.” “No entiendo a lo que se refiere.” “Este huésped era parte de la resistencia humana–ahora había un pizca de entusiasmo en la voz de la Buscadora–Aquellos seres humanos que fueron consientes de nosotros antes de la inserción son mas difíciles de dominar. Éste todavía resiste.” Hubo un momento de silencio mientras ellos esperaban por mi respuesta. ¿Resistencia? ¿El huésped estaba bloqueando mi acceso? De nuevo, el calor de mi cólera me sorprendió. “¿Estoy correctamente vinculada?” pregunté, mi voz distorsionada porque salió a través de mis dientes. “Sí” dijo el Curandero. “Todos los ochocientos veintisiete puntos están ligados correctamente en las posiciones óptimas.”
  • 19. Esta mente usaba más de mis adhesiones que cualquier huésped anterior, dejándome solo ciento ochenta y un adhesiones de repuesto. Tal vez los numerosos atascamientos eran la razón de que las emociones fueran tan vívidas. Decidí abrir mis ojos. Sentí la necesidad de volver a fijarme lo que dijo el Curandero y asegurarme de que el resto de mí funcionaba. Luz. Brillante, doloroso. Cerré mis ojos nuevamente. La última luz que había visto había sido filtrada por cientos de brazas de océano. Pero estos ojos habían visto más brillante y podían soportarlo. Los abrí estrechamente, manteniendo mis pestañas emplumadas sobre la abertura. “¿Te gustaría que apague las luces?” “No, Curandero. Mis ojos se ajustarán.” “Muy bien” dijo, y entendí que su aprobación se refería a mi casual uso del posesivo. Los dos esperaron tranquilamente mientras mis ojos se ensanchaban lentamente. Mi mente reconoció esto como un cuarto promedio en una institución medica. Un hospital. Los azulejos del techo eran blancos con puntos más oscuros. Las luces eran rectangulares y del mismo tamaño que los azulejos, reemplazándolos a intervalos regulares. Las paredes eran verde-claro, un color calmante, pero también el color de la enfermedad. Una pobre elección, en mi opinión rápidamente formada. Las personas que me rodeaban eran más interesantes que el cuarto. La palabra doctor sonó en mi cabeza tan pronto como mis ojos se fijaron en el Médico. Él usaba ropa holgada azul-verde que dejaba sus brazos al descubierto. Scrubs. El tenía cabello en su cara, un color extraño que mi memoria llamó rojo. ¡Rojo! Habían sido tres mundos desde que vi el color o cualquiera parecido. Incluso este pelirrojo dorado me llenó de nostalgia. Su cara me pareció como la de cualquier humano, pero el conocimiento en mi memoria aplicó la palabra amable. Una respiración impaciente cambió mi atención a la Buscadora. Ella era muy pequeña. Si ella hubiera permanecido quieta, me hubiera llevado un rato notarla ahí al lado del Curandero. Parecía una mancha, algo oscuro en el brillante cuarto. Usaba negro desde la barbilla hasta las muñecas–un traje conservador de seda, con cuello de tortuga debajo. Su cabello era negro, también. Le llegaba hasta la barbilla y lo tenía colocado detrás de sus orejas. Su piel era más oscura que la del Curandero. Tono oliva.
  • 20. Los pocos cambios en las expresiones de los humanos eran tan mínimos que eran bastante difíciles de leer. Mi memoria llamaría la expresión de la cara de esta mujer, pensativa. Las cejas negras, inclinadas hacia abajo sobre los ojos ligeramente hinchados, creaban un diseño familiar. No precisamente cólera. Intensidad. Irritación. “¿Con qué frecuencia pasa esto?” pregunté, mirando nuevamente al Médico. “No mucha” admitió el Médico “Tenemos muy pocos huéspedes adultos disponibles. Los huéspedes jóvenes son enteramente flexibles. Pero tú indicaste que preferías comenzar como un adulto.” “Sí.” “La mayoría pide lo opuesto. La vida humana es mucho mas corta de lo que estas acostumbrada.” “Tengo buen conocimiento acerca de todo eso, Curandero. ¿Ha usted tratado con este tipo de… resistencia antes?” “Solo una vez, por mi mismo.” “Dígame los hechos del caso.” Me detuve brevemente. “Por favor” añadí, sintiendo la carencia de cortesía en mi petición. El Médico suspiró. La Buscadora comenzó a tamborilear sus dedos contra su brazo. Un signo de impaciencia. No le haría daño esperar por lo que ella quería. “Esto ocurrió hace cuatro años” comenzó el Médico. “El alma en cuestión había pedido como huésped un hombre adulto. El primero disponible fue un humano que había estado viviendo en un grupo de la resistencia desde los primeros años de la ocupación. El humano… sabía qué pasaría cuando fue capturado.” “Igual que mi huésped.” “Um, si” él aclaró su garganta. “Esta era apenas la segunda vida del alma. Él venía del Blind World.” “¿Blind World?” pregunté, girando mi cabeza a un lado reflexivamente. “Oh, disculpa, tú no conoces nuestros sobrenombres. Este fue uno de los tuyos, creo, ¿no lo fue?” sacó un artefacto de su bolsillo, una computadora, y rebuscó rápidamente. “Sí, tu séptimo planeta. En el sector ochenta y uno.”
  • 21. “¿Blind World?” dije nuevamente, mi voz ahora era desaprobatoria. “Si, bueno, algunos de los que han vivido allí prefieren llamarlo el Singing World.” Asentí lentamente. Me gustaba más ese. “Y algunos de los que nunca han estado ahí lo llaman Planet of the Bats” murmuró la Buscadora. Giré mis ojos hacia ella, sintiéndolos estrecharse mientras mi mente recordaba la imagen del feo roedor volador al que ella se refería. “Asumo que tú eres una de las que nunca ha vivido allí, Buscadora” dijo el Curandero suavemente. “En un principio llamamos a esta alma Racing Song, que era una floja traducción de su nombre en el Singing World. Pero él pronto optó por tomar el nombre de su huésped, Kevin. A pesar de que él estaba considerado para llevar a cabo un trabajo relacionado con la música, dado su precedente, él dijo que se sentiría mejor continuando con la línea de trabajo que tenía previamente su huésped, que era mecánico.” “Estas cosas eran algo preocupantes para su Consolador asignado, pero seguían estando dentro de los límites de lo normal.” “Entonces Kevin comenzó a quejarse de que tenía bloqueos por periodos de tiempo. Ellos lo trajeron conmigo, y nosotros realizamos muchas pruebas para asegurarnos de que no había defectos en el cerebro del huésped. Durante las pruebas, muchos Médicos encontraron marcadas diferencias en su comportamiento y personalidad. Cuando le preguntamos sobre esto, él dijo no recordar nada de ciertas declaraciones y acciones. Continuamos observándolo, junto con su Consolador, y eventualmente descubrimos que el huésped estaba tomando el control del cuerpo de Kevin periódicamente.” “¿Tomando control?” Mis ojos se abrieron de par en par “¿Con el alma inconsciente? ¿El huésped recuperó el control del cuerpo?” “Lamentablemente, si. Kevin no fue suficientemente fuerte para suprimir a su huésped.” No suficientemente fuerte. ¿Ellos pensaban que yo era débil también? ¿Yo era débil, por eso no podía forzar a esta mente para contestar a mis preguntas? ¿Más débil aun, porque sus pensamiento vivos existían en mi cabeza donde no debe haber nada sino memoria? Yo siempre me había considerado fuerte. Esta idea de la debilidad me hizo estremecerme. Me hizo sentir vergüenza. El Curandero continuó. “Ciertos eventos ocurrieron, y fue decidido…”
  • 22. “¿Qué eventos?” El Curandero miro hacía abajo sin contestar. “¿Qué eventos?” Exigí otra vez. “Creo que tengo el derecho a saber.” El Curandero suspiró. “Lo tienes. Kevin… atacó físicamente a un Curandero mientras no… era él mismo” hizo una mueca de dolor. “Noqueó al Curandero y encontró un escalpelo. Lo encontramos insensible. El huésped había tratado de sacar el alma fuera de su cuerpo. Me tomó un momento antes de poder hablar. Incluso entonces, mi voz fue solo un respiro. “¿Qué les sucedió?” “Afortunadamente, el huésped no era capaz de permanecer consiente suficiente tiempo como para infligir un daño verdadero. Kevin fue recolocado, dentro de un huésped joven esta vez. El problemático huésped estaba en reparación, y fue decidido que no tenía ningún caso tratar de salvarlo.” “Kevin es ahora un humano de siete años de edad perfectamente normal… aparte del hecho de que conserva el nombre Kevin. Sus guardianes están ocupándose de exponerlo bastante a la música, y esta yendo muy bien…” lo último lo agregó como si fueran buenas nuevas, noticias que pueden de alguna manera anular el resto. “¿Por qué?” Aclaré mi garganta para que mi voz pudiera ganar algo de volumen. “¿Por qué estos riesgos no se han compartido?” “En realidad,” la Buscadora interrumpió “se indica muy claramente en toda la propaganda de reclutamiento que la asimilación de un humano adulto es mucho mas desafiante que la asimilación de un niño. Un huésped joven es altamente recomendable.” “La palabra desafiante no cubre muy bien la historia de Kevin” susurré. “Si, bueno, tú preferiste ignorar la recomendación.” Ella subió sus manos en un gesto de paz cuando mi cuerpo se tensó, haciendo que la estrecha cama crujiera suavemente. “No que yo te culpe. La infancia es extremadamente aburrida. Y tú claramente no eres un alma común. Tengo confianza que esto es algo que tus habilidades pueden controlar. Éste es solo otro huésped. Estoy segura de que pronto tendrás acceso y control total.” Por este punto en mis observaciones de la Buscadora, yo estaba sorprendida de que ella hubiera tenido la paciencia para esperar cualquier retardo, incluso mi adaptación personal. Detecté su decepción por mi carencia de información, y sentí de nuevo algunas de las desconcertantes sensaciones de cólera. “¿No se te ocurrió que podrías obtener las respuestas que buscas insertándote a ti misma dentro de este cuerpo?” pregunté.
  • 23. Ella se puso tiesa. “No soy un Skipper” Mis cejas se levantaron automáticamente. “Otro sobrenombre” explicó el Curandero. “Para esos que no terminan una vida entera en su huésped.” Asentí en entendimiento. Nosotros teníamos otro nombre para esto en mis otros mundos. En ningún mundo era algo agradable. Así que mejor dejar de interrogar a la Buscadora y darle lo que pueda. “Su nombre era Melanie Stryder. Nació en Albuquerque, Nuevo México. Estaba en los Ángeles cuando se enteró de la ocupación, y se ocultó en el desierto por algunos años antes de encontrar… Hmmmm. Disculpa, trataré esa mas tarde. El cuerpo tiene veinte años. Manejaba de Chicago a…” sacudí mi cabeza. “El vehículo fue robado. Ella estaba buscando a una prima llamado Sharon, que ella tenía razones para creer que continuaba humano. Ni encontró ni contactó a nadie antes de ser capturada. Pero… - me concentré, luchando contra otra pared en blanco. – Creo… no puedo estar segura… creo que ella dejó una nota… en alguna parte. “¿Así que ella esperaba que alguien la buscara?” preguntó la Buscadora impaciente. “Si. La considerarán… perdida. Si ella no se presenta a la cita con…” cerré mis dientes fuertemente, luchando realmente ahora. La pared era negra, y no podría decir que tan densa era. Luché contra la pared, el sudor goteando por mi frente. La Buscadora y el Curandero estaban muy quietos, permitiéndome concentrarme. Traté pensando en algo mas… los ruidosos, desconocidos sonidos que el motor de un carro había hecho, el torrente de adrenalina cada vez que las luces de otro vehículo se veían cerca del camino. Ya tenía esto, y nada luchó contra mí. Dejé que la memoria me transportara, la dejé saltar sobre el frío a través de la ciudad bajo la acogedora oscuridad de la noche, la dejé volar libremente por el camino al edificio donde ellos me encontraron. No a mí, a ella. Mi cuerpo se estremeció. “No te sobrepases…” comenzó el Médico. La Buscadora lo silenció. Dejé a mi mente morar en el horror del descubrimiento, el odio ardiente de los Buscadores que dominaba casi todo. El odio era malvado; era doloroso. Apenas podía soportarlo. Pero lo dejé seguir su curso, con la esperanza de que distraería la resistencia, debilitaría las defensas.
  • 24. Observé cuidadosamente cuando ella intentó ocultar algo y después supo que no podría. Una nota, rayada en una pieza de escombro con un lápiz roto. Empujado precipitadamente debajo de una puerta. No cualquier puerta. - El patrón es la quinta puerta a lo largo del quinto pasillo en el quinto piso. Su comunicación esta ahí. La Buscadora tenía un pequeño teléfono en su mano; murmuró algo rápidamente en éste. “Se suponía que el edificio era seguro” continué. “Ellos sabía que fue condenado. Ella no sabe como la descubrieron. ¿Encontraron ellos a Sharon?” El frío del horror subió por mis brazos poniéndome la piel de gallina. La pregunta no era mía. La pregunta no era mía, pero fluyó naturalmente a través de mis labios como si lo fuera. La Buscadora no notó nada mal. “¿La prima? No, ellos no encontraron a ningún otro humano” respondió ella, y mi cuerpo se relajó en respuesta. “Este huésped fue capturado entrando al edificio. Desde que el edificio fue condenado públicamente, el ciudadano que la observaba a ella se preocupó. Él nos llamo, y nosotros observamos el edificio para ver si podíamos atrapar a más de uno, y nos fuimos cuando pareció improbable. ¿Puedes encontrar el lugar de la cita? Traté. Tantas memorias. Todas ellas tan coloridas y definidas. Vi cientos de lugares que nunca había visto, escuché sus nombres por primera vez. Una casa en Los Ángeles, alineada con altos y frondosos árboles. Un prado en un bosque, con una tienda y una fogata, fuera de Winslow, Arizona. Una playa rocosa abandonada en México. Una cueva, la entrada a resguardo de la lluvia, en algún lugar en Oregon. Tiendas, chozas, abrigos rudos. Mientras pasaba el tiempo, los nombres eran menos específicos. Ella no sabia donde estaba, ni le importaba. Mi nombre era Wanderer ahora, sus memorias lo encajaron tan bien como yo. Excepto que mi paseo era por elección. Estos flashes de recuerdos estaban siempre teñidos por el miedo de la presa. No vagabundeando, sino corriendo. Traté de no sentir compasión. En lugar de eso, trabaje para enfocarme en las memorias. No necesitaba ver donde había estado ella, solo a dónde estaba yendo. Analice los diversos cuadros relacionadas con la palabra Chicago, pero ninguna parecía ser nada mas que imágenes al azar. Amplié mi red de visión. ¿Qué estaba ahí? ¿Chicago? Frío, pensé. Era frío, y había una cierta preocupación sobre eso.
  • 25. ¿Dónde? Presioné, y la pared regresó. Exhalé. “Fuera de la ciudad, en el desierto… un parque del estado, lejos de cualquier edificio. No es un lugar en el que ella haya estado antes, pero ella sabía como llegar ahí.” “¿Qué tan pronto?” preguntó la Buscadora. “Pronto” la respuesta fue automática. “¿Qué tanto he estado aquí?” “Dejamos al huésped sanar durante nueve días, para estar completamente seguros de que ella estaba recuperada” me dijo el Médico. “La inserción fue hoy, el décimo día.” Diez días. Mi cuerpo sintió una extraña ola de alivio. “Muy tarde” dije. “Para el punto de la cita… o incluso la nota.” Podía sentir la reacción del huésped ante esto, podía sentirlo muy fuerte. El huésped estaba casi… satisfecho. Permití que las palabras que ella pensó fueran dichas, así yo podría aprender de ellas “Él no estará ahí.” “¿Él?” La Buscadora saltó con el pronombre. “¿Quién?” La pared en blanco apareció con más fuerza de la que ella había usado antes. Pero ella lo hizo una pequeña fracción de segundo demasiado tarde. Nuevamente, el rostro llenó mi mente. El hermoso rostro con la piel dorada y los ojos brillantes. El rostro que revolvió un extraño, profundo placer dentro de mí mientras lo veía claramente en mi mente. A pesar de que la pared apareció nuevamente acompañada con una sensación de vicioso resentimiento, no fue lo suficientemente rápida. “Jared” respondí. Tan rápido como si hubiera venido de mí, el pensamiento que no era mío siguió el nombre a través de mis labios. “Jared está a salvo.” Capítulo 4 - Soñado Estaba muy oscuro para estar tan caluroso, o tal vez muy caluroso para estar tan oscuro. Una de las dos esta en lo correcto. Me puse en cuclillas en la oscuridad detrás de la débil protección de maleza del arbusto de creosota, sudando toda el agua que había en mi cuerpo. Estuve quince minutos en el auto se había ido del garaje. No había luces encendidas. La puerta estaba abierta por
  • 26. dos pulgadas, dejando que el refrigerador haga el trabajo. Pude imaginar la sensación del húmedo, frío aire sopando a través de éste. Ojalá pudiese alcanzarlo desde aquí. Mi estómago gruñó, y me agarré mis abdominales para amortiguar el sonido. Había demasiado silencio como para que el murmuro se escuchara. Tenía tanta hambre. Había otra necesidad que era más fuerte–otro estómago con hambre escondido seguro muy lejos en la oscuridad, esperando solo en la áspera cueva que era temporalmente nuestro hogar. Un lugar diminuto, dentado con una roca volcánica. ¿Qué iba a hacer si no volvía? Toda la presión maternal con nada de conocimiento o experiencia. Me siento tan odiosamente indefensa. Jamie tenía hambre. No había otra casa cerca que ésta. Estuve observando desde que el sol todavía estaba brillando en el cielo, y no pensaba que hubiese un perro, tampoco. Me levanté de mi posición agachada, mis pantorrillas gritaban en protesta, pero me mantuve encorvada, tratando de ser más pequeña que el arbusto. La subida era de suave arena, una pálida senda en las luces de las estrellas. No había sonidos de autos en la carretera. Sabía que ellos iban a darse cuenta cuando volvieran, los monstruos que se parecían a una buena pareja en sus precoses cincuenta. Ellos iban a saber exactamente que era, y me iban a buscar al momento. Necesitaba estar lejos. Realmente deseaba que ellos estuviesen afuera por una noche en la ciudad. Creo que es viernes. Ellos toman nuestros hábitos a la perfección, es difícil ver alguna diferencia. Lo cual es como ellos ganaron el primer lugar. La reja que estaba alrededor del patio era solo alta hasta la cintura. La pasé fácil, silenciosamente. El patio estaba cubierto de grava, no obstante, y tuve que caminar con cuidado turnando mi peso. Logré llegar a la tabla del patio. Las persianas estaban abiertas. La luz de las estrellas era suficiente para ver que las habitaciones no habían movimiento. Esa pareja tenía un look ascético, y estaba agradecida. Era difícil para alguien esconderse. Por supuesto, eso no dejaba un lugar para esconderme, tampoco, pero si me tenía que esconder por ahí, era demasiado tarde de todos modos. Primero abrí el mosquitero, y después la puerta de vidrio. Las dos se deslizaron silenciosamente. Puse mi pie despacio en el azulejo, pero eso era sólo por un hábito. No había nadie esperando por mí allí. El aire fresco se sentía como el cielo. La cocina estaba a mi izquierda. Pude ver el destello del mostrador de granito.
  • 27. Tiré de la bolsa de tela de mi brazo y empecé por el refrigerador. Hubo un momento de ansiedad cuando la luz se prendió cuando la puerta se abrió, pero encontré el botón y lo sostuve con mi pie. Mis ojos estaban cegados. No tuve tiempo de adaptarme. Iba palpando. Leche, lonchas de queso, restos en un envase de plástico. Deseé que fuera el pollo-con- arroz, cosa que vi de él cuando cocinaba para la cena. Vamos a comer eso esa noche. Jugo, una bolsa de manzanas. Pequeñas zanahorias. Eso iba a estar bueno para mañana. Me apuré hacia la despensa. Necesitaba cosas para que duraran. Empezaba a ver mejor mientras agarraba mas cosas para poder llevarme. Mmm, galletas con chispas de chocolate. Estaba muriéndome por abrir la bolsa en este momento, pero me contuve e ignoré la contorción de mi estómago vacío. La bolsa se hizo pesada muy pronto. Eso iba a durarnos por una semana, sólo si teníamos cuidado. Y no me sentía como si fuese a ser cuidadosa; Tenía ganas de atragantarme. Empujé una barra de granola dentro de mi bolsillo. Una cosa más. Me apuré a ir al fregadero y llené mi cantimplora. Después puse mi cabeza debajo del flujo y tomé directamente de ahí. El agua hizo un ruido extraño cuando golpeó mi vacío estomago. Empecé a sentir pánico ahora que mi trabajo estaba hecho. Quería estar fuera de aquí. La civilización es mortífera. Miré el suelo en mi camino hacia la salida, preocupada por mi velocidad con mi pesada bolsa, que era el porque no había visto una figura negra en el patio hasta que mi mano estuvo en la puerta. Lo escuché maldecir al mismo tiempo que un estúpido grito de miedo escapó de mi boca. Giré para correr a toda velocidad, deseando que las cerraduras no estuvieran trabadas, o por lo menos no sea difícil. Ni siquiera pude dar dos pasos antes de que sus groseras manos me agarraran de mis hombros y hacerme torcer hacia atrás contra su cuerpo. Muy grande, muy fuerte para ser una mujer. Su voz grave me lo confirmó. “Un sonido y mueres,” amenazó bruscamente. Estaba shockeada al sentir un fino y cortante filo apoyado en mi piel debajo de mi mandíbula.
  • 28. No lo entiendo. No le tuve que haber dado una oportunidad. ¿Quién es este monstruo? Nunca he oído a alguno que rompiera las reglas. Le respondí de la única manera que podía. “Hazlo,” escupí a través de mis dientes. “Sólo hazlo. ¡No quiero ser un sucio parásito!” Esperé por el cuchillo, y mi corazón me dolía. Ese dolor tenía un nombre. Jamie, Jamie, Jamie. ¿Qué va a ser de ti ahora? “Limpio,” el hombre murmuró, y no sonó como si me estuviese hablando a mí. “Debes ser un Buscador. Y eso significa una trampa. ¿Qué saben ellos?” El acero desapareció de mi garganta, sólo para ser reemplazado por una mano más fuerte que el hierro. Podía apenas respirar debajo de su apretón. “¿Dónde están los demás?” me demandó, apretándome. “¡Sólo soy yo!” Jadeé. No podía guiarlo a Jamie. ¿Qué iba a hacer Jamie cuando no regresara? ¡Jamie tiene hambre! Tiré mi codo hacia su intestino–y eso realmente dolió. Sus musculos eran como hierro duro como su mano. Lo que era muy raro. Músculos como esos eran producto de una vida dura u obsesión, y los parásitos tenían eso tampoco. Él ni siquiera soltó un suspiró por mi golpe. Desesperada, clavé mi talón en su empeine. Eso lo atrapó desprevenido y se tambaleó. Puede salir, pero él agarro mi bolso, tirándome devuelta con fuerza sobre su cuerpo. Sus manos estaban nuevamente en mi garganta. “Llena de fuerzas por una ladrona de cuerpos amante-de-la-paz, ¿no lo crees?” Sus palabras no tenían sentido. Tal vez los aliens eran siempre lo mismo. Supongo que ellos tienen sus locuras, después de todo. Me giré y lo arañé, tratando de salir de su presión. Mis uñas agarraron sus brazos, pero eso solo hizo que él apretara más su presión en mi garganta. “Te voy a matar, inútil ladrón de cuerpo. No estoy alardeando.” “¡Hazlo, entonces!” De repente jadeó, y me pregunté si alguna de mis extremidades habían hecho contacto. No sentí ningún moretón nuevo.
  • 29. Él dejó mi brazo y me agarró mi cabello. Eso debía ser así. Iba a cortar mi garganta. Espere por el corte del cuchillo. Pero la mano que estaba en mi garganta se aflojó, y entonces sus dedos palparon la parte de atrás de mi cuello, ásperos y calientes en mi piel. “Imposible,” susurró. Algo golpeó el suelo con un ruido sordo. ¿Él tiró el cuchillo? Traté de pensar una manera de escapar. Tal vez si me caería. La mano de mi cuello no estaban lo suficientes fuertes para librarme. Creo que escuché donde la cuchilla cayó. Me rodó de repente. Hubo un clic, y una luz me cegó my ojo izquierdo. Jadeé y automáticamente traté por escaparme de él. Sus manos se tensaron en mi cabello. La luz fue para mi ojo derecho. “No puedo creerlo,” susurró. “Todavía eres humana” Sus manos agarraron mi cara en ambos lados, y antes de que pueda alejarme, sus labios vinieron duramente hacia los míos. Me congelé por un segundo. Nadie me había besado en mi vida. No un beso real. Sólo los besos de mis padres en mis mejillas o en mi frente, hace años atrás. Esto era algo que pensé que nunca iba a sentir. No estoy segura exactamente a que se sentía, en realidad. Había mucho pánico, mucho terror, mucha adrenalina. Subí mi rodilla con un fuerte impulso. Él sofocó un jadeo, y era libre. En vez de correr hacia el frente de la casa otra vez como él esperaba, lo me agaché debajo de su brazo y me dirigí hasta la ventana abierta. Pensé que podía correr más que él, incluso con mi carga. Tenía ventaja, y él todavía estaba hacía ruidos de dolor. Sabía donde ir–no iba a dejar un camino que pudiese ver en la oscuridad. Nunca solté la comida, y eso era bueno. Pienso que las barra de granola eran una pérdida, sin embargo. “¡Espera!” Me gritó. Cállate, pensé, pero no le respondí el grito. Estaba corriendo detrás de mí. Pude escuchar su voz acercándose. “¡No soy uno de ellos!”
  • 30. Seguro. Mantuve mis ojos en la arena y corrí a toda velocidad. Mi papá solía decir que corría como un leopardo. Era la más rápida de mi equipo, campeona estatal, volviendo antes del fin del mundo. “¡Escúchame!” Él todavía gritaba a todo volumen. “¡Mírame! Voy a probarlo. ¡Sólo para y mírame!” Probablemente no .Seguí corriendo. “¿No pensé que hubiese alguien por aquí! Por favor, ¡necesito hablar contigo!” Su voz me sorprendió–estaba muy cerca. “¡Perdón por besarte! ¡Fue estúpido! ¡Es que he estado solo por tanto tiempo!” “¡Cállate!” No lo dije muy alto, pero sabía que el iba a escuchar. Él se estaba acercando demasiado. Nunca había estado alcanzada antes. Empujé mis piernas más rápido. Había un pequeño gruñido en su respiración mientras aceleraba, también. Algo grande voló hacia mi espalda, y caí. Sentí la suciedad en mi boca, y estaba debajo de algo tan pesado que me costaba respirar. “Espera. Un. Minuto,” resopló. Cambió su peso y rodó encima de mí. Se puso en horcajadas arriba de mi pecho, atrapando mis brazos debajo de sus piernas. Estaba mirando mi comida. Gruñí y me retorcí tratando de salir encima de él. “¡Mira, mira, mira!” dijo. Tiró de un pequeño cilindro desde su bolsillo de su cadera y rodó la parte de arriba. Un rayo de luz se disparó desde el fin. Dio vuelta la linterna hacia su cara. La luz hacía su piel amarilla. Eso me mostró su prominente pómulo junto con una fina y larga nariz y una mandíbula cuadrada. Sus labios estaban estirados dentro de una sonrisa, pero pude ver que eran justos, para un hombre. Sus cejas y pestañas estaban descoloradas fuera del sol. Pero eso no fue lo que me estaba mostrando. Sus ojos, líquidos cristalinos de color sienna en la iluminación, brillaban no mas allá de la reflexión humana. Él rebotó la luz entre izquierda y derecha. “¿Ves? ¿Ves? Soy como tú.”
  • 31. “Déjame ver tu cuello.” La sospecha se hizo espesa en mi voz. No iba a dejarme creer que esto no era más que un truco. No entendía el punto de la farsa, pero estaba segura de que ese era uno. No había más esperanza. Sus labios se torcieron. “Bueno... Eso no va a ayudar en nada. ¿Es que los ojos no fueron suficientes? Tú sabes que no soy uno de ellos.” “¿Por qué no me quieres mostrar tu cuello?” “Porque tengo una cicatriz ahí,” admitió. Traté de retorcerme debajo de él nuevamente, y su mano atrapó mi hombro. “Es fingida,” explicó. “Pienso que hice un muy buen trabajo, pero la herida es horrible. No tengo ese lindo pelo para cubrir mi cuello. La cicatriz ayuda a mezclarme.” “Sal de encima mío.” Él vaciló, entonces se puso de pie en un fácil sólo movimiento, sin necesitar de sus manos. Él estiro una hacia mí. “Por favor no te vayas. Y, um, preferiría que no me patearas otra vez, tampoco.” No me moví. Sabía que el podía agarrarme si trataba de correr. “¿Quién eres?” murmuré. Su sonrisa se ensanchó. “Mi nombre es Jared Howe. No he hablado con ningún humano desde hace más de dos años, por eso estoy seguro de que debí de parecerte... algo loco para ti. Por favor, perdóname por eso y dime tu nombre, de todos modos.” “Melanie,” susurré. “Melanie,” repitió. “No puedo decirte cuan encantado estoy de conocerte” Agarré mi bolsa fuertemente, manteniendo mis ojos en él. Alcanzó a bajar sus manos hacia mí lentamente. Y la tomé. No me di cuenta hasta que vi mi mano voluntariamente alrededor de la suya que le creía. Él me ayudo a ponerme de pie y no soltó mi mano cuando me paré.
  • 32. “¿Ahora qué?” Pregunté cautelosa. “Bueno. No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo. ¿Podemos volver a la casa? Dejé mi bolso. Tú me golpeaste en la nevera.” Sacudí mi cabeza. Pareció como si se hubiese dado cuenta de cuan frágil estoy, como casi por quebrarme. “¿Puedes esperarme aquí, entonces?” preguntó con voy gentil. “Seré muy rápido. Déjame conseguir un poco más de comida para nosotros.” “¿Nosotros?” “¿Realmente piensas que te voy a dejar desaparecer? Te seguiré aunque me digas que no lo haga.” No quería desaparecer de él. “Yo...” ¿Como podría no confiar en otro humano completamente? Éramos familia–ambos éramos parte de la hermandad en extinción. “No tengo tiempo. Tengo tanto para ir y... Jamie me esta esperando.” “No estas sola” se dio cuenta. Su expresión mostraba incertidumbre por primera vez. “Mi hermano. Tiene sólo nueve años, y se asusta tanto cuando me voy. Me va a tomar la mitad de la noche para volver a él. No sabe si me han atrapado, Tiene mucha hambre.” Como si estuviese haciendo mi punto, mi estómago gruño fuertemente. La sonrisa de Jared volvió, deslumbrante como antes. “¿Podrá ayudarte si te doy un paseo?” “¿Un paseo?” repetí. “Te propongo un trato. Tú esperas aquí mientras busco más comida y te llevo donde tú quieras en mi jeep. Es mas rápido que ir corriendo–incluso más rápido que tú.” “¿Tienes un auto?” “Por supuesto. ¿Piensas que vine caminando hasta aquí?” Pensé en las seis horas que me tomó caminar hasta aquí, y mi frente se arrugó. “Vamos a ir por tu hermano en nada de tiempo,” me prometió. “No te muevas de este lugar, ¿Okay?” Asentí.
  • 33. “Y come algo, por favor. No quiero que tu estómago nos deje.” Él río, y sus ojos se arrugaron, haciendo líneas en sus bordes. Mi corazón dio un fuerte latido, y supe que podría esperar por él toda la noche. Todavía sostenía mi mano. La dejó lentamente, sus ojos no dejaron los míos. Él tomó un paso hacia atrás, y entonces se pausó. “Por favor, no me patees,” pidió, inclinándose hacia delante y agarrando mi barbilla. Me besó otra vez, y esta vez lo sentí. Sus labios eran más livianos que sus manos, y calientes, incluso en la cálida noche del desierto. Una bandada de mariposas, revolotearon en mi estómago y me robaron la respiración. Mis manos alcanzaron a él instintivamente. Toqué su cálida piel de su pómulo, su áspero pelo de su cuello. Mis dedos rozaron una línea de su arrugada piel, una arruga levantada justo debajo del nacimiento. Grité. Me desperté cubierta de sudor. Incluso antes de despertarme, mis dedos estaban en la parte de atrás de mi cuello, trazando la corta línea dejada por la inserción. Apenas pude detectar la débil rosada mancha con las yemas de mis dedos. Las medicinas del Médico que había usado, habían hecho su trabajo. La cicatriz mal curada de Jared nunca fue suficiente para ser un disfraz. Golpeé ligeramente la luz que estaba al lado de mi cama, esperando a que mi respiración sea más lenta, que estaba llena de adrenalina por ese sueño realista. Un nuevo sueño, pero en esencia muy parecido a los otros que me habían plagado en los meses pasados. No, no un sueño. Seguramente una memoria. Pude todavía sentir la presión de los labios de Jared en los míos. Mis manos alargándose sin mi permiso, buscando a través de las arrugadas sábanas por algo que no encontraron. Mi corazón dolió cuando se dieron por vencidas, cayendo sobre la cama, flojas y vacías. Parpadeé fuera de la inoportuna humedad de mis ojos. No sabía como mucho más que esto me pude levantar. ¿Como nadie sobrevivió en este mundo, con este cuerpo que las memorias no podían quedarse en el pasado que es donde deberían estar? ¿Con esas emociones que eran más fuertes de lo que no se podía contar que era lo que más sentía?
  • 34. Iba a estar exhausta mañana, pero me sentía muy lejos de dormirme sabiendo que necesitaría horas antes de poder relajarme. Podría hacer mi deber y sacármelo de encima. Tal vez me ayudaría sacar de mi mente cosas que preferiría no pensar. Rodé de mi cama y me dirigí a la computadora que estaba en el escritorio vacío. Me tomo unos pocos segundos para que se prendiera la pantalla, y otros pocos segundos para abrir mi programa de mail. En este no era difícil encontrar la dirección de la Buscadora. Tenía sólo cuatro contactos: La buscadora, el Curandero, mi nuevo jefe, y su esposa, mi Consoladora. Había otro humano con mi huésped. Tecleé, sin molestarme para saludar. Se llama Jamie Stryder; él es su hermano. Por un momento de pánico, me pregunté por su control. Todo este tiempo, y nunca había ni siquiera sospechado de la existencia del chico–no porque no era de importancia para ella, sino porque ella lo protegía con más fiereza que sus otros secretos que había revelado. ¿Es que ella tiene más secretos así de grandes, tan importantes? ¿Así de sagrados para que ella los guarde incluso de mis sueños? ¿Era tan fuerte? Mis dedos temblaron mientras que escribía el resto de la información. Creo que es un joven adolescente ahora. Tal vez trece. Ellos vienen viviendo en un campamento temporal, y creo que está en el norte de Cave Creek, en Arizona. Eso fue muchos años atrás, sin embargo. Todavía podrías comparar el mapa con las líneas que recordé antes. Como siempre, te contaré si tengo algo más. Lo mandé. Al momento que se había ido, el terror surgió dentro de mí. ¡No Jamie! Su voz en mi cabeza era más clara que si estuviera hablando alto. Me estremecí en horror. Incluso mientras luchaba con el miedo de lo que estaba pasando, estaba atrapada con el loco deseo de mandarle un mail a la Buscadora y disculparme por enviarle mis locos sueños. Para decirle que estuve media dormida y no presté al tonto mensaje que había enviado. El deseo no era mío. Apague la computadora. Te odio, la voz sonó en mi cabeza.
  • 35. “Entonces tendrías que irte,” le solté. El sonido de mi voz, respondiéndole a ella alto, me hizo estremecer otra vez. Ella no me había hablado en los primeros momentos que estuve aquí. No había duda que se estaba poniendo más fuerte. Justo como sus sueños. Y no había preguntas para eso. Iba a ir a visitar a mi Consoladora mañana. Lágrimas de decepción y humillación caían de mis ojos ante el pensamiento. Fui devuelta a la cama, puse una almohada arriba de mi cara, y traté de no pensar en absolutamente nada. Capítulo 5 - Incomodada “¡Hola, Wanderer! ¿Por qué no tomas asiento y te pones cómoda?” Vacilé en el umbral de la oficina de la Consoladora, con un pie dentro y otro fuera. Ella sonrió, sólo con un leve movimiento en las comisuras de sus labios. Era mucho más fácil leer las expresiones faciales ahora, los pequeños movimientos y cambios musculares se habían vuelto familiares después de tantos meses de exposición. Podía ver que a la Coordinadora le hacía un poco de gracia mi aprehensión. Al mismo tiempo, podía notar su frustración porque todavía me sentía intranquila con ella. Con un silencioso suspiro de resignación, entré en la brillante y colorida habitación, y tomé mi asiento habitual-el grande y rojo, el más alejado de donde ella se sentaba. Frunció los labios. Para evitar su mirada fija, observé a través de las ventanas las nubes que se hundían bajo el sol. El olor ligero y penetrante de del océano salado flotó suavemente por la habitación. “Bueno, Wanderer. Has tardado mucho en venir a verme.” La miré a los ojos con aire de culpabilidad. “Dejé un mensaje sobre la cita anterior. Tenía un alumno que necesitaba algo de mi tiempo.” “Sí, lo sé.” Volvió a mostrar su diminuta sonrisa. “Me llegó tu mensaje.” Era atractiva para ser una mujer mayor, como fueron los humanos. Dejaba que su pelo permaneciera en color gris natural, suave, tirando más a blanco que a plateado. Lo llevaba largo, recogido en una cola de caballo baja. Sus ojos eran de un curioso color verde que nunca había visto en nadie más.
  • 36. “Lo siento.” Me disculpé, puesto que ella parecía estar esperando una respuesta. “Está bien. Lo entiendo. Es difícil para ti venir aquí. Desearías que esto no fuera necesario. Nunca antes ha sido necesario para ti. Esto te asusta.” Miré fijamente el suelo de madera. “Sí, Consoladora.” “Pensé que te pedí que me llamaras Kathy.” “Sí… Kathy.” Se rió suavemente. “Todavía no tienes facilidad con los nombres humanos, ¿verdad, Wanderer?” “No. Para ser honesta, me parece… como una rendición.” Subí la mirada para ver su lento movimiento de cabeza. “Bueno, puedo entender por qué tú especialmente te sientes así.” Tragué ruidosamente cuando dijo aquello, y fijé mi vista en el suelo de nuevo. “Hablemos de algo más sencillo de momento.” Sugirió Kathy. “¿Sigues disfrutando de tu profesión?” “Claro.” Esto era más fácil. “He empezado un nuevo semestre. Me preguntaba si se me haría más pesado, pero hasta ahora no ha sido así. Tener nuevos oídos hace que las historias sean nuevas otra vez.” “He oído grandes cosas sobre ti por parte de Curt. Dice que tus clases son las más solicitadas en la universidad.” Mis mejillas enrojecieron un poco por la alabanza. “Es bueno oírlo. ¿Cómo es tu compañero?” “Curt es genial, gracias. Nuestros huéspedes están en excelente forma para sus edades. Creo que tenemos muchos años por delante.” Sentía curiosidad por si ella permanecería en este mundo, si se trasladaría a otro huésped humano cuando pasara el tiempo o si se iría. Pero no quería hacer preguntas que nos llevaran a una conversación más complicada. “Me gusta dar clases.” Dije en cambio. “Es algo parecido a mi profesión cuando era una de las Algas Marinas, por lo que es más fácil que si se tratara de algo desconocido. Estoy en deuda con Curt por solicitarme.
  • 37. “Son afortunados por tenerte”. Me sonrió calurosamente. “¿Sabes lo difícil que es para un Profesor de Historia tener la experiencia de dos planetas en su currículum? Has vivido un periodo en ambos. ¡Y el Origen, además! No hay escuela en el planeta que no esté deseando llevarte lejos de nosotros. Curt está intentando mantenerte ocupada para que no tengas tiempo de pensar en trasladarte.” “Profesora Honoraria.” La corregí. Kathy sonrió y luego suspiró, su sonrisa empezó a desaparecer. “Has tardado tanto en venir a verme que me preguntaba si tus problemas se resolverían. Pero entonces se me ocurrió que tal vez la razón de tu ausencia era que estaban empeorando.” Bajé la vista a mis manos y no dije nada. Estaban ligeramente bronceadas, nunca se decoloraban, sin importar si tomaba el sol o no. Tenía un lunar sobre mi muñeca izquierda. Llevaba las uñas cortas. Tenía aversión por las uñas largas. Fue desagradable cuando arañaron mi piel. Y mis dedos eran tan largos y finos que parecían extraños con la longitud añadida de las uñas, incluso para un humano. Tras un minuto, aclaró su garganta. Supongo que estaba en lo cierto. “Kathy.” Dije su nombre despacio. Paré “¿Por qué mantuviste tu nombre humano? ¿Te hizo sentir más… unida? A tu huésped, me refiero.” Me habría gustado saber la elección de Curt, pero era una pregunta demasiado personal. Estaría mal preguntarle eso a cualquiera, además de la respuesta de Curt, aun siendo su compañera. Temí haberme mostrado demasiado maleducada, pero entonces ella se rió. “Cielos, no, Wanderer. ¿No te he hablado de eso? Hmm, quizás no, porque mi trabajo es escuchar, no hablar. La mayoría de las almas con las que hablo no necesitan tanto estímulo como tú. ¿Sabías que vine a la Tierra en una de los primeros emplazamientos que hicimos, antes de que los humanos tuvieran idea alguna de que estábamos aquí? Tenía vecinos humanos en todas partes. Curt y yo tuvimos que fingir ser nuestros huéspedes durante varios años. Incluso cuando establecimos el área inmediata, no sabíamos cuándo podría estar cerca un humano. Así que yo me convertí en Kathy. Además, la traducción de mi antiguo nombre tenía catorce palabras, y no había forma de acortarlo y que quedara bien.” Sonrió abiertamente. La luz de sol que entraba por la ventana incidió en sus ojos, reflejando un destello verde que bailaba sobre la pared. Por un momento, sus iris, esmeralda, brillaron iridiscentes. No sabía cómo una mujer tan suave, tan acogedora podía haber formado parte de las líneas de combate. Me tomé un minuto para procesarlo. La miré fijamente, sorprendida y, de repente, con más respeto. Nunca me
  • 38. había tomado muy en serio a los Coordinadores, nunca los había necesitado hasta ahora. Ellos estaban ahí para los que habían luchado, los débiles, y por eso me avergonzaba estar aquí. Saber la historia de Kathy me hizo sentir ligeramente menos incómoda con ella. Lo notó. “¿Te incomodó?” Inquirí. “¿Fingir ser uno de ellos?” “No, no realmente. Verás, este huésped tenía mucho por hacer, porque era nuevo. Sobrecarga sensorial. Después del sistema patrón, era todo lo que podría dirigir al principio.” “Y Curt… ¿Decidiste permanecer con el esposo de tu huésped después de que éste hubiera muerto?” Esta pregunta era más mordaz, Kathy lo comprendió inmediatamente. Cambió de postura en su asiento, subiendo sus piernas para sentarse sobre ellas. Miró a algún punto sobre mi cabeza mientras contestaba. “Sí, escogí a Curt, y él me escogió a mí. Al principio, por supuesto, fue una elección al azar, una asignación. Se creó un vínculo, naturalmente, por pasar tanto tiempo juntos, compartiendo el peligro de nuestra misión. Como presidente de la universidad, Curt tenía muchos contactos, ya sabes. Nuestra casa era un lugar de inserción. Recibíamos a mucha gente. Entraban como seres humanos y salían como nuestra especie. Todo tuvo que ser muy rápido y discreto, ya sabes lo propensos que son nuestros anfitriones a la violencia. Vivíamos cada día sabiendo que el final podría llegar en cualquier momento. Había entusiasmo constante y miedo frecuente. Todas ésas son buenas razones de por qué Curt y yo decidimos quedarnos juntos cuando el secreto ya no era necesario. Podría mentirte, aliviar tus miedos, diciéndote que ésos eran los motivos. Pero…” sacudió la cabeza y se hundió un poco más en la silla, taladrándome con la mirada. “En tantos milenios, los humanos nunca comprendieron el amor. ¿Cuánto es físico, cuánto está en la mente? ¿Cuánto es accidental y cuánto está predestinado? ¿Por qué equipos perfectos fracasaron y prosperaron parejas imposibles? No conozco las respuestas mejor que ellos. El amor simplemente está donde está. Mi huésped amó al huésped de Curt, y ese amor no murió cuando cambió la propiedad de las mentes.” Ella me miró cuidadosamente, frunciendo el ceño levemente cuando me desplomé sobre mi silla. “Melanie todavía llora por Jared” señaló. Sentí que mi cerebro no respondía a la acción. “Tú todavía lloras por él.” Cerré los ojos.
  • 39. “¿Continúan los sueños?” “Cada noche” mascullé. “Háblame de ellos” su voz era suave, persuasiva. “No me gusta pensar sobre ellos.” “Lo sé. Inténtalo. Puede que eso te ayude.” “¿Cómo? ¿De qué forma me ayudará decirte que veo su cara cada vez que cierro los ojos? ¿Qué me despierto y lloro cuando él no está ahí? ¿Qué los recuerdos son tan fuertes que ya no soy capaz de separar los suyos de los míos? – me detuve bruscamente, apretando los dientes. Kathy sacó un pañuelo blanco de su bolsillo y me lo ofreció. Al ver que no me movía, se levantó, vino hacia mí y lo dejó caer sobre mi regazo. Se sentó en el brazo de la silla y esperó. Me contuve obstinadamente durante medio minuto. Entonces cogí el pequeño cuadrado de tela con ira y me limpié los ojos. “Odio esto.” “Todos lloran en su primer año. Estas emociones son muy inestables. Somos un poco como niños, queramos o no. Yo solía romper a llorar cada vez que veía una puesta de sol bonita. El sabor de la manteca de cacahuete también me hacía llorara a veces” me acarició la coronilla, pasó sus suavemente sus dedos por un mechón de mi pelo, que siempre mantenía sometido detrás de mi oreja. “Qué pelo tan bonito y brillante” apuntó. “Cada vez que te veo lo llevas más corto. ¿Por qué lo llevas así?” Entre lágrimas, ya no parecía que me quedara mucha dignidad por defender. ¿Por qué no decía que era porque así era más fácil de cuidar, como hacía siempre? Después de todo, estaba allí para confesar y conseguir ayuda. “Eso la molesta. Ella lo prefiere largo.” No dio un respingo, como yo había esperado que hiciera. Kathy era buena en su trabajo. Su respuesta llegó sólo un segundo después, y fue sólo un poco incoherente. “¿Tú… ella… ella está todavía… presente?” La espantosa verdad salió de mis labios. “Cuando quiere estar. Nuestra historia le aburre. Suele estar inactiva mientras trabajo. Pero está ahí, por supuesto. A veces siento que está tan presente como yo” mi voz se fue convirtiendo en un susurro.
  • 40. “¡Wanderer!” exclamó Kathy horrorizada. “¿Por qué no me has dicho que algo iba mal? ¿Cuánto tiempo llevas así?” “Cada vez va peor. En lugar de ir desvaneciéndose, se va haciendo más fuerte. Todavía no es tan malo como en el caso de la Curandera, hablamos de ella ¿recuerdas? Ella no tiene el control. Ni lo tendrá. ¡Yo no dejaré que eso pase!” el tono de mi voz subió. “Por supuesto, eso no pasará” me aseguró. “Claro que no. Pero si te sientes… infeliz con respecto a eso, debes decírmelo inmediatamente. Tendremos que llevarte a un Curandero.” Me tomé un momento, emocionalmente distraída como estaba, para entenderla. “¿Un Curandero? ¿Quiere sacarme?” “Nadie pensaría que es una mala opción, Wanderer. Se entiende que, si un huésped es defectuoso…” “¿Defectuoso? Ella no es defectuosa. Yo lo soy. ¡Soy demasiado débil para este mundo!” puse la cabeza entre las manos mientras la humillación me llenaba. Lágrimas frescas manaban de mis ojos. Kathy me rodeó los hombros con un brazo. Luchaba tan duramente por controlar mis emociones que no conseguía apartarlas, aunque parecieran demasiado íntimas. Esto molestó a Melanie también. No le gustaba ser abrazada por un extraño. Por supuesto, Melanie estaba muy presente en ese momento, e insoportablemente satisfecha de cómo finalmente había admitido su poder. Ella estaba alegre. Siempre era más difícil controlarla cuando yo estaba distraída por las emociones, como ahora. Intenté calmarme a mí misma, para poder ponerla en su lugar. Tú estás en mi lugar. Su pensamiento era débil pero inteligible. Cuánto estaba empeorando; se estaba haciendo tan fuerte que ya podía hablarme cuando lo deseaba. Era tan malo como aquel primer minuto de conciencia. Vete. Ahora éste es mi lugar. Nunca. “Wanderer, cielo, no. Tú no eres débil, ambas lo sabemos.” “Hmpf.” “Escúchame. Eres fuerte. Sorprendentemente fuerte. Nuestra especie es siempre más de lo mismo, pero tú excedes la norma. Eres tan valiente que me asombras. Tus vidas pasadas son testamento de ello.”
  • 41. Mis vidas pasadas puede, pero ¿esta vida? ¿Dónde estaba ahora mi fuerza? “Pero los humanos están más individualizados que nosotros” continuó Kathy “hay una enorme gama, y algunos de ellos son más fuertes que otros. Pienso realmente que si hubieran metido a cualquier otro este huésped, Melanie lo habría machacado en días. Quizá haya sido un accidente, quizá haya sido el destino, pero me parece que el más fuerte de nuestra especie ha sido introducido en el más fuerte de la suya.” “Eso no dice mucho sobre nuestra especie, ¿verdad?” Notó la implicación detrás de mis palabras. “Ella no está ganando, Wanderer. Tú eres esta encantadora persona que está a mi lado. Ella es sólo una sombra en un rincón de tu mente.” “Ella me habla, Kathy. Todavía tiene sus propios pensamientos. Todavía guarda sus secretos.” “Pero ella no habla por ti, ¿verdad? Dudo que de que yo fuera capaz de decir lo mismo en tu lugar.” No contesté. Me sentía demasiado miserable. “Creo que deberías considerar la reimplantación. “ “Kathy, acabas de decir que ella aplastaría a cualquier otra alma. No sé si estoy de acuerdo con eso, probablemente estás intentando hacer tu trabajo, reconfortarme. Pero si ella es tan fuerte, no sería justo entregarle otra alma sólo porque no soy capaz de someterla. ¿A quién decidirías introducir?” “Yo no he dicho que esté tratando de reconfortarte, querida.” “Entonces ¿qué?” “No creo que se pueda considerar la opción de volver a usar a este huésped.” “¡Ah!” Un escalofrío de horror me recorrió la espina dorsal. Y no era la única asombrada por la idea. La rechacé de inmediato. Yo no me rendía tan fácilmente. Durante las largas revoluciones alrededor de sol de mi anterior planeta-el mundo de las Algas Marinas, como se las llamaba aquí-había esperado. Aunque la situación de estar arraigada había empezado mucho antes de lo que hubiera imaginado, aunque las vidas de las Algas Marinas se midieran por siglos en este planeta, nunca había abandonado el periodo de vida de mi huésped. Hacer algo así sería derrochador, incorrecto, desagradecido. Sería
  • 42. como burlarse de lo que éramos como almas. Hacíamos de nuestros mundos lugares mejores; eso era absolutamente esencial, o significaría que no nos los merecíamos. Pero nosotros no éramos derrochadores. Todo lo que tomábamos lo convertíamos en algo mejor, más pacífico y hermoso. Y los humanos eran brutos e ingobernables. Se habían matado unos a otros tan frecuentemente que el asesinato era aceptado como parte de la vida. La cantidad de torturas que habían inventado en los pocos milenios de vida que tenían eran demasiado para mí. No podía soportar siquiera las secas descripciones oficiales. Las guerras habían arrasado en casi todos los continentes. Asesinato consentido, ordenado y brutalmente efectivo. Los que vivían en naciones pacíficas miraban para otro lado mientras miembros de su propia especie morían de hambre a sus puertas. No había ninguna igualdad en la distribución de los generosos recursos del planeta. Más despreciable todavía, su descendencia, la siguiente generación, a quien los de mi especie casi adoraban por su promesa, pues todos habían sido demasiado a menudo víctimas de sus atroces crímenes. Y no sólo a manos de extranjeros, sino también a manos de los vigilantes a quien habían sido confiados. Incluso la enorme esfera del planeta había sido expuesta al peligro por culpa de sus errores descuidados y codiciosos. Nadie podía comparar lo que había sido y lo que era ahora sin admitir que la Tierra era un lugar mucho mejor gracias a nosotros. Asesináis a una especie entera y luego se palmean la espalda. Cerré los puños. Podría haberte eliminado, le recordé. Hazlo, haz oficial mi asesinato. Estaba alardeando, pero Melanie también. Ah, ella pensó que quería morir. Después de todo, se había tirado por el hueco del ascensor. Pero fue un momento de pánico y derrota. Considerarlo sentada en una confortable silla era algo totalmente distinto. Sentía la adrenalina-adrenalina que se había disparado por el miedo-a través de mi cuerpo y contemplé cómo se hacía más flexible. Sería agradable estar sola de nuevo. Tener la mente para mí sola. Este mundo era muy agradable en tantas formas distintas, y sería maravilloso poder apreciarlas sin la distracción de una enfadada y desplazada inexistencia a quien le parecía mejor sobrevivir de esta forma no deseada. Melanie se retorció, en sentido figurado, en los recesos de mi mente cuando intenté considerarlo racionalmente. Tal vez debería rendirme… Las palabras en sí mismas me hicieron estremecer. ¿Yo, Wanderer, rendirme? ¿Abandonar? ¿Admitir la derrota e intentarlo de nuevo con un huésped más débil, invertebrado, que no me diera ningún problema? Sacudí la cabeza. Apenas podía mantenerme de pie cuando pensé en eso.
  • 43. Además… éste era mi cuerpo. Me había acostumbrado a él. Me gustaba la forma en la que los músculos se movían sobre los huesos, las uniones y el tirón de los tendones. Conocía el reflejo en el espejo. La piel bronceada por el sol, los huesos altos y agudos de mi cara, la capa corta y sedosa de pelo caoba, el color marrón avellana-verde turbio de mis ojos-eso era yo. Y me quería a mí misma. No dejaría que se destruyera lo que era mío. Capítulo 6 - Seguida La luz finalmente se fue descolorando fuera de las ventanas. El día, caliente para Marzo, se había dilatado, cómo si rehusase a terminar y dejarme libre. Yo resollaba y retorcía el mojado pañuelo en otro nudo. “Kathy, deberías tener otras obligaciones. Curt se maravillara de donde estás tú.” “Él entenderá”. “No puedo quedarme aquí para siempre. Y no estamos tan cerca como antes.” “Los arreglos rápidos no son mi especialidad. Tú has decidido en contra de un nuevo huésped-” “Si.” “Entonces lidia con eso, probablemente tomará algún tiempo.” Apreté mis dientes en frustración. “Y esto irá rápido y más suavemente si tienes algo de ayuda.” “Estaré mejor cuando haga mis citas, lo prometo.” “Eso no es exactamente lo que quiero decir, aunque espero que si.” “¿Quieres decir ayuda… diferente a ti?” me encogí ente el pensamiento de lidiar con la miseria de hoy con un extraño. “Estoy segura que tú estas calificada como cualquier consolador-aún más.” “Yo no quise decir otro Consolador.” Ella cambió su peso en la silla y se estiró rígidamente. “¿Cuántos amigos tienes, Wanderer?”
  • 44. “¿Quieres decir gente del trabajo? Veo a unos pocos otros profesores al menos cada día. Hay muchísimos estudiantes, les hablo en los pasillos…” “¿Fuera de la escuela?” La miré en blanco. “Los huéspedes humanos necesitan interacción. Tú no eres usada para la soledad, querida. Tú compartes un planeta entero de pensamientos-” “Nosotras no salimos mucho.” Mi tentativa de humor cayó. Ella sonrió desdeñosamente y continuó. “Tú estás luchando tan duro con tu problema, que esto es todo en lo que te tienes que concentrar. Quizá una respuesta es no concentrarse demasiado. Tú dijiste que Melanie se aburría durante sus horas de trabajo…que ella es más inactiva. Quizás si desarrollas algunas relaciones, eso podría incluirla también.” Fruncí mis labios pensativamente. Melanie, inactiva desde el largo día de tentativa comodidad, realmente pareció más bien estimulada por la idea. Kathy asintió. “Involucrados con la vida, más que con ella.” “Eso tiene sentido.” “Y luego están los paseos físicos que estos cuerpos tienen. Nunca he visto o me he enterado de uno igual. Una de las cosas más difíciles que los de la primer ola tuvimos que conquistar fue el instinto de acoplamiento. Créeme, los humanos notaron cuando no lo hiciste.” Ella sonrió abiertamente y pasó sus ojos hacia alguna memoria. Cuando no reaccione como ella esperaba, suspiró y cruzó sus brazos impacientemente. “Oh, vamos, Wanderer. Tú debes haberlo notado.” “Bien, por supuesto,” masculle. Melanie se revolvió agitadamente. “Obviamente. Te he contado acerca de los sueños…” “No, no pensé en solamente memorias. ¿No has encontrado por casualidad a nadie que su cuerpo haya respondido en el presente en estrictamente a un nivel químico?” Yo pensé su pregunta cuidadosamente. “No lo creo, no he sido notificada.” “Créeme,” dijo Kathy secamente. “Haz sido notificada.” Ella sacudió su cabeza. “Quizá debiste abrir tus ojos y mirar alrededor por eso específicamente. Esto puede hacerte mucho bien.” Mi cuerpo retrocedió con el pensamiento. Registré la repugnancia de Melanie, reflejada en mí.
  • 45. Kathy leyó mi expresión. “No la dejes controlarte como tu interactúas con tu tipo, Wanderer. No la dejes controlarte.” Mis ventanas de la nariz llamearon. Esperaba un momento para contestar, guiando la furia que nunca me había acostumbrado a tenerla. “Ella no me controla” Kathy levanto una ceja. La furia apretaba mi garganta. “Tú no viste mas haya que un simple compañero. ¿esa fue una decisión controlada?” Ella ignoró mi furia y considero la pregunta pensativamente. “Quizás,” dijo finalmente. “Es difícil saberlo. Pero tú has hecho tu punto.” Ella escogió un hilo del dobladillo de su camisa, y luego, como si comprendiera que evitaba mi mirada fija, dobló sus manos con resolución y cuadró sus hombros. “¿Quién sabe cuando viene de algún huésped en algún planeta dado? Como dije antes, pienso que el tiempo es probablemente tu respuesta. Ya sea que ella se ponga apática y silenciosa gradualmente, permitiéndote hacer otra opción además de este Jared, o… bien, los buscadores son muy buenos. Ellos todavía lo están buscando, y tal vez recordarás algo que ayude.” No me moví como su significado. Ella no pareció notar que estaba congelada en el lugar. “Quizás ellos encuentren el amor de Melanie, y entonces ustedes podrán estar juntos. Si sus sentimientos son tan fervientes como los de ella, la nueva alma probablemente será dócil.” “¡No!” No estaba segura de quien había gritado. Pude haber sido yo. También estaba llena de horror. Estaba en mis pies, temblando. Las lágrimas vinieron fácilmente, por una vez, ausente, y mis manos temblando con los puños apretados. “¿Wanderer?” Pero me volví y corrí a la puerta, luchado con las palabras que no podían salir de mi boca. Palabras que no podían ser mis palabras. Palabras sin sentido al menos eran de ella, pero se sentían mías. No podían ser mías. No podían ser habladas. ‘¡Esto lo mataría! ¡Esto hará desistir a él! Yo no quiero alguien más. ¡Yo quiero Jared, no a un extraño en su cuerpo! El cuerpo no significa nada sin él.
  • 46. Escuche a Kathy llamándome por mi nombre detrás de mí cuando corrí por el camino. No vivía lejos de la oficina del Consolador, pero la oscuridad de la calle me desorientó. Fue dos cuadras después que me di cuenta que corría en la dirección equivocada. L a gente me miraba, no estaba vestida para ejercicio, y no estaba trotando, estaba escapando. Pero nadie me molestó; ellos educadamente apartaron sus ojos. Ellos supondrían que yo era la nueva para este huésped. Actuando en la manera que un niño haría. Ralenticé hasta caminar, tomando el norte, entonces pude tomar una vuelta sin pasar por la oficina de Kathy de nuevo. Mi caminar era ligeramente más lento que correr. Oí mis pies que golpeaban la acera demasiado rápido, pensé que estaban intentando de encajar en el tiempo de la danza de una canción. Slap, slap, slap a través del concreto. No, esto no era como un toque de tambor. Estaba tan enojada. Como violencia. Slap, slap, slap. Alguien golpeando a alguien más. Me estremecí lejos de la horrible imagen. Pude ver la lámpara sobre la puerta de mi apartamento. No me habría tomado mucho tiempo cubrir la distancia. No crucé la calle, pensé. Me sentí enferma. Recordaba que se sentía como el vómito, pensé que nunca lo tuve. La fría humedad rociando mi frente, el vacío sonido timbró en mis oídos. Estaba bastante segura a cerca de tener que experimentar por mí misma. Hubo un banco de hierba al lado del camino. Alrededor de farol había un seto bien ajustado. No tenía tiempo para buscar un mejor lugar. Tropecé en la luz y me sostuve del poste. Las nauseas me hacían marearme. Si, definitivamente iba a experimentar Vomitar. “¿Wanderer, eres tú? ¿Wanderer, estas enferma?” La vagamente familiar voz fue imposible concentrarme. Pero hizo las cosas peor, sabiendo que tenía audiencia como apoyé mi rostro cerca del arbusto y violentamente desahogué mi comida más reciente. “¿Quién es tu curandero aquí? La voz preguntó. Sonaba lejos a través del zumbido en mis oídos. Una mano tocó mi espalda arqueada. “¿Necesitas una ambulancia?” Tosí dos veces y sacudí mi cabeza. Estaba segura que había terminado; mi estómago estaba vacío. “No estoy enferma,” dije empujándome derecha usando el farol como apoyo. Miré para ver quien estuvo mirando mi momento de desgracia.
  • 47. La buscadora de Chicago y su celular en su mano, tratando de decidir a qué autoridad llamar. Tome una buena vista de ella e inclinándome hacia las hojas de nuevo. Con el estómago vacío o no, ella era a la última persona que necesitaba ver ahora mismo. Pero, como mi estómago levantado inútilmente, comprendí que había una razón de su presencia. ¡Oh, no! ¡Oh, no no no no no no! “¿Por qué?” murmuré, el pánico y enfermedad hurtaron el sonido de mi voz. “¿Por qué estás aquí? ¿Qué ha pasado?” Las palabras desconfortantes del consolador golpeadas en mi cabeza. Miré a las manos agarradas al cuello del traje negro de la buscadora durante dos segundos antes de que comprendiera que eran mías. “¡Para!” dijo ella, y hubo un ultraje en su cara. Su voz repiqueteó. Yo la sacudía. Tiré mis manos abiertas contra mi cara. “¡Perdóneme!” Resoplé. “Lo siento, no sé que estaba haciendo.” La buscadora frunció el seño y alisó el frente de su vestuario. “No estás bien. Supongo le he asustado.” “No esperaba verle,” murmure. “¿Por qué esta aquí?” “Permíteme conseguirte la facilidad de instalarnos antes de que hablemos. Si tienes un resfriado, deberías curarte. No hay ninguna razón para en el alquiler, esto desgasta su cuerpo.” “No tengo un resfriado, no estoy enferma.” “¿Comiste alguna mala comida? Deberías reportar donde la obtuviste.” Su ruego fue bastante anonadador. “Tampoco comí una mala comida, estoy saludable.” “¿Por qué no te haces una revisión? Un rápido escanéo-No deberías ser negligente con tu huésped. Eso es irresponsable. Especialmente cuando el cuidado de la salud es tan fácil y efectiva.” Tome un profundo respiro y resistí la urgencia de sacudirla de nuevo. Ella estaba una cabeza por debajo de donde yo me encontraba. Si fuese una pelea yo gano.
  • 48. ¿Una pelea? Me volví lejos de ella y camine rápidamente de regreso a mi hogar. Estaba peligrosamente emocional. Necesitaba calmarme antes de que hiciera algo inexcusable. “¿Wanderer? Espera! La revisión-” “No necesito revisión” dije sin voltear. “Eso fue justamente… un desbalance emocional. Estoy bien ahora.” La buscadora no respondió. Me maravillo que ella se hiciese responsable de mí. Pude escuchar sus zapatos de tacones altos zapateando después de mi, entonces dejé la puerta abierta, sabiendo que me había seguido hasta adentro. Fui al fregadero y llene un vaso con agua. Ella esperó silenciosamente mientras yo lavaba mi boca y escupía. Cuando estuve a un lado, me incline contra el mostrador, mirando fijamente al baño. Ella se aburrió pronto. “Entonces, Wanderer… ¿o todavía vas con ese nombre? No quiero decir que sea rudo llamarte así.” No la miré. “todavía me voy por Wanderer.” “Interesante, te fije para que escogieras uno propio.” “Ya elegí, elegí Wanderer.” Mucho tiempo había sido claro para mí que la polaina suave que yo había oído por casualidad el primer día que desperté en la facilidad de la revisión fue culpa del Buscador. El Buscador era el alma más contenciosa que yo había encontrado por casualidad en nueve vidas. Mi primer Curandero, Fords Deep Waters, había sido tranquilo, amable, y sabio, aún para un alma. Aún él no había sido capaz de ayudarle a reaccionar. Esto me hizo sentirme mejor sobre mi propia respuesta. Giré para afrontarla. Ella estaba sobre mi pequeño canapé, recostada cómodamente como para una larga visita. Su expresión era ufana, los ojos saltones divertidos. Controlé el deseo de fruncir el ceño. "¿Por qué está aquí?" Pregunté otra vez. Mi voz era monótona. Serena. No podía perder el control delante de esta mujer. “Ha pasado mucho tiempo desde que oído algo de ti, entonces pensé que podría revisarlo personalmente. Todavía no hemos hecho avanzar tu caso.” Mis manos cayeron ancladas hacia el borde del contador detrás de mí, pero me quedé con el socorro salvaje de mi voz. “Esto parece…excesivo. Además, te envié un mensaje anoche.”