La Escuela de Verano 'San Viator' es un encuentro anual donde unos 100 profesores de los colegios viatorianos en España se reúnen al final del curso escolar para recargar energías trabajando, rezando y compartiendo experiencias. Este año se celebrará la 25a edición en Valladolid del 28 al 30 de junio, donde participarán profesores de los 6 colegios viatorianos en España. La Escuela de Verano ofrece talleres, dinámicas grupales y tiempo para la convivencia, con el objetivo de reforzar el carisma educ
La convivencia de los profesores en la Escuela de Verano
1. ▶EN VIVO
A
unque pueda parecer una escena
de película, no es tan alejada de
la realidad la imagen que evoca el
día en que un curso escolar toca a su fin
y llegan las tan ansiadas vacaciones de
verano: los alumnos salen disparados y,
en medio de un ensordecedor estruendo,
cruzan la puerta del centro a trompicones.
Atrás quedan los profesores, que salen
después de ellos, arrastrando un gesto
de cansancio… y alivio. Sea más o menos
fiel esta escena a la que se da en nuestros
colegios e institutos una vez que cierran
sus aulas hasta septiembre, lo cierto es
que una de las frases más repetidas por
todos es: “Necesitamos recargar las pilas”.
Sin embargo, hay excepciones, como
la que se da en la Escuela de Verano ‘San
Viator’, donde un centenar de docentes
(trabajadores todos ellos en los seis cen-
tros de los que dispone hoy en España la
congregación religiosa de los Clérigos de
San Viator) se dan cita cada año al final del
curso para, precisamente, recargar las pilas
todos juntos. ¿Cómo? Trabajando, rezando
y compartiendo. Una experiencia que ha
consolidado el tiempo, pues la próxima
cita, que se celebrará en Valladolid del
28 al 30 de junio, será ya su 25ª edición.
Unas bodas de plata con sabor a esencia,
ya que la primera edición –hace 31 años,
pues hubo un parón de seis en los que se
apostó por encuentros formativos sobre
enseñanza religiosa–, impulsada por José
Luis Céspedes y un grupo de profesores del
colegio de San Viator de Madrid, también
tuvo lugar en la capital pucelana.
Más de un siglo de presencia
La idiosincrasia de la Escuela de Verano
se percibe en un encuentro de Vida Nueva
con cuatro de sus docentes en el madrileño
Colegio Nuestra Señora de Fátima, quienes
nos recuerdan que pronto se cumplirán
110 años del inicio de este carisma por
Luis Querbes, el cual, en la Francia que
salía de la Revolución, quiso apostar por
un modelo de escuela que nutriera a las
parroquias de cristianos preparados para
interactuar con el mundo de cada época.
Cada uno de estos profesores, que imparten
sus clases en un contexto marcado por la
afluencia inmigrante (en pleno barrio de
Usera, más de la cuarta parte de sus alum-
nos son originarios de Europa del Este,
Asia, África y América Latina), representan
una situación particular.
La perspectiva más amplia es la de Pa-
quita Álvarez, quien se acaba de prejubilar
después de haber sido muchos años la
directora de Infantil y Primaria en el otro
centro madrileño, el de San Viator. Pero no
se perderá la Escuela de Verano, que será la
de su despedida, “después de haber estado
en todas las anteriores, salvo en una”. Un
tiempo en el que le ha dado para hacer de
todo: “He sido participante, organizadora,
ponente… Pero, antes que nada, he con-
vivido con compañeros a los que ves una
vez al año y con los que acabas formando
una gran familia. Hacemos muchas cosas,
pero, sobre todo, nos divertimos juntos”.
Una idea que recalca con mucho énfasis
Tomás Collado, viator asociado, para el que
esta será su séptima edición: “El objetivo
de la convivencia en sí, que es uno de los
principales, es siempre más que cumplido.
No se trata tanto de aprender o compartir
experiencias, que también. Pero con lo que
todos nos quedamos es con las anécdotas,
con los ratos pasados juntos”. Para ello, los
alrededor de 100 participantes que cada
año llegan de los seis colegios viatores en
España (dos en Madrid y el resto en Huesca,
Valladolid, Basauri y Vitoria), ponen los
mejor de sí mismos en dinámicas como
la de “los bailables”, uno de los grandes
éxitos en cada encuentro y en el que la
vergüenza, por fuerza, ha de quedar atrás.
Otro de los referentes es la presentación de
cada grupo, el primer día, que se hace de
un modo teatralizado. Para este año, ade-
más, ya se ha confirmado la presencia de
cantautores cristianos como Luis Guitarra y
Migueli, así como la cuentacuentos Carmen
Sara. El ambiente festivo está asegurado.
José Antonio González, coordinador de la
Escuela de Verano, explica que las jornadas
girarán sobre los tradicionales ejes que las
configuran: “El tiempo se reparte entre
los talleres, las dinámicas para compartir
experiencias, los tiempos para convivir, la
Cuando los profesores
son una familia
Valladolid acogerá a un centenar
de docentes en la 25ª Escuela
de Verano ‘San Viator’
Miguel Ángel Malavia
Cada edición es un éxito de convocatoria
20
Paquita, María Elena, José Antonio y Tomás
LUISMEDINA
2. oración y la celebración de la Eucaristía,
cada día”. Además, este año, contarán con
la presencia de Alain Ambeault, superior
general de los Clérigos de San Viator, a
quien acompañará Gregorio Esquível, el
superior provincial en España.
Como insiste José Antonio, la diversidad
de temas sobre los que trabajan es muy
amplia: “Buscamos reflexionar conjun-
tamente, con ponencias, talleres
y charlas, en cuestiones como
la innovación tecnológica o la
comprensión lectora, por ejem-
plo. Concebimos estas jornadas
como un tiempo propicio para
compartir experiencias e ideas,
que luego todos podemos aprove-
char de cara al siguiente curso”.
Por tanto, aunque sea desde la
diversión, no dejan de trabajar.
Un esfuerzo que conoce muy bien Elena
María Pérez, que ha estado ya en nueve
encuentros. Aunque el del año pasado lo
recuerda de un modo especial: “Cada edi-
ción la organiza un colegio, y entonces nos
tocó a los del Nuestra Señora de Fátima.
Estuvimos mucho tiempo trabajando en
la preparación de cada actividad, como
una gran gymkhana que hicimos en pleno
parque de Madrid Río. Sin embargo, al ver
luego cómo todos nos divertimos, mereció
la pena. Supuso un gran esfuerzo, pero lo
hicimos desde la ilusión. Es tal cual lo des-
criben mis compañeros: cuando termina
el curso y estás agotado, nada mejor que
nuestra Escuela de Verano. Tras unos días
de convivencia con todos los compañeros,
sales realmente relajado y contento, siendo
un gran modo de empezar las vacaciones”.
Pese a la diferente condición de cada
uno, todos coinciden en resaltar
que el carisma viatoriano forma
parte esencial de estos encuen-
tros: “Durante el año –comenta
José Antonio–, trabajamos en
este sentido en nuestros cursos
de identidad viatoriana, para que
nuestros docentes conozcan real-
mente dónde están. Organizamos
jornadas tanto con los profesores
más nuevos como con los veteranos. El fin
es reavivar el alma del educador viatoria-
no. Algo que también buscaremos en esta
Escuela de Verano, con distintas activida-
des”. Entre ellas, un coloquio dirigido por
Ambeault, sobre El educador viatoriano y
la Palabra; o un taller para profundizar en
La pedagogía del Padre Querbes, a cargo
del propio coordinador.
Antes de la clausura, se analizará el fu-
turo de la Escuela de Verano, evaluándose
además la presente edición. Igualmente,
el Equipo de Titularidad presentará el
informe Carácter propio de los colegios
viatorianos, fruto de la participación de
todos sus centros. Como no podía ser de
otro modo, siendo profesores, los deberes
han de quedar hechos antes de marcharse a
casa… Hasta el año siguiente, cuando todos
quieran recargar las pilas en la comunión
propia de una familia cuya misión y com-
promiso van mucho más allá de las aulas.
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Al igual que ya ocurre en la gran
mayoría de las congregaciones
religiosas, la familia viatoriana hace
frente a la pérdida de vocaciones
apostando de un modo significativo
por los laicos. De hecho, al estar su
carisma enfocado en la educación, en
sus centros escolares cuentan con una
mayoría de docentes seglares. El mismo
José Antonio González, que sí es viator
consagrado, explica que, “si contamos
con unos 368 profesores en nuestros
seis colegios, solo 28 son religiosos.
Y de ellos, únicamente 20 imparten
clases”. Algo que no les supone ningún
problema, en absoluto. Aparte de
que en los procesos de selección de
personal inciden mucho en el carisma
espiritual de su misión educativa, los
cursos de formación son continuos
durante el año. Y, como colofón, todos
perciben en la Escuela de Verano la
gran oportunidad para contagiarse de la
vocación que un día soñó Luis Querbes.
Los alrededor de 2.500 participantes
en estas 25 ediciones pueden dar fe
de ello: el profesor viatoriano, laico o
religioso, transmite sus conocimientos,
ante todo, por la alegría y acogida
que muestra a quienes le tratan.
Laicos comprometidosLa convivencia es aquí un fin en sí mismo
Alain Ambeault