2. existe una similitud innegable entre los
trabajos de un analista y los de un artesano
tradicional.
el buen trabajo analítico no puede producirse
mecánicamente del mismo modo que el
trabajo artesanal fino no puede producirse en
masa.
el esquema de Aristóteles envuelve cuatro
constituyentes de la tarea artesanal:
material, eficiente, formal y final.
3. estas se refieren , respectivamente, a la sustancia
física sobre la que trabaja un artesano, al agente y
las herramientas que usa para darle forma.
Con modificaciones apropiadas, las mismas
categorías se aplican al trabajo analítico. El
componente material serían los datos, la
información y las construcciones conceptuales
usadas en el planteamiento del problema por
analizar, las herramientas técnicas y modelos
serían el componente eficiente de la tarea del
analista, la forma de la tarea sería el argumento
que allega la evidencia y del que sé extrae la
conclusión, y el componente final sería la
conclusión misma -con las actividades
relacionadas de comunicación e implementación.
4. La concepción del análisis como artesanía proporciona
categorías
(datos, información, herramientas, evidencia, argumento)
que son aplicables a cualquier tipo y estilo de
análisis, así retrospectivo como prospectivo, descriptivo
como prescriptivo, argumentativo como "científico“.
Para ilustrar las clases de cuestiones que sugiere el
enfoque artesanal, consideremos las categorías
"evidencia" y "argumento".
5. El argumento es el eslabón que enlaza los datos y la
información con las conclusiones de un estudio analítico. La
estructura del argumento será, normalmente, una mezcla
compleja de declaraciones factuales y de evaluaciones
subjetivas. Junto con deducciones lógicas y
matemáticas, incluirá inferencias estadísticas empíricas y
analógicas, referencias a la opinión de expertos, estimaciones
de costos y beneficios, más matices y salvedades de distintos
tipos. Esta complejidad inevitable vuelve seriamente imposible
cualquier prueba formal del argumento. Cualquier prueba que
se haga debe confiar en una variedad de normas
profesionales que corresponden a los diferentes métodos
analíticos empleados, debe confiar también en la plausibilidad
y fuerza de los resultados y en los criterios compartidos de
adecuación.
6. La naturaleza de la evidencia es crucial en esta clase
de prueba, puesto que una evaluación incorrecta de su
fuerza e idoneidad antes de incluirla en el argumento
puede conducir a trampas en el momento de sacar
conclusiones. La evidencia no es sinónimo de datos ni
tampoco es igual a información; es información
seleccionada e introducida en un punto específico del
argumento para persuadir a un auditorio particular de
la verdad o falsedad de un enunciado tácito.
Seleccionar datos o modelos inapropiados, ponerlos en
el lugar equivocado del argumento, o escoger un estilo
de presentación inapropiado para el auditorio
esperado, puede destruir la efectividad de la
información usada como evidencia a pesar de su
intrínseco valor cognitivo.
7. Como sugiere nuestra breve discusión de los modelos, el análisis
de políticas no puede desempeñarse de manera competente ni
usarse de manera apropiada sin apreciar sus aspectos de
artesanía. El analista como artesano es un productor de
argumentos en favor de las políticas; que a alguien capaz de
resolver problemas en el sentido de la visión recibida o a un
científico valorativamente neutral según la tradición positivista.
Esto no quiere decir que las habilidades para resolver problemas
y el conocimiento objetivo sean innecesarios para el análisis de
políticas, más bien quiere decir que su papel en los asuntos
prácticos es más problemático que lo que las nociones
prevalecientes estaban dispuestas para pensar.
8. La hechura de políticas, como cualquier otro tipo de
actividad humana consciente, implica
simultáneamente "saber cómo" y "saber eso". "Saber
cómo" es la capacidad de hacer ciertas
cosas, adoptar la conducta a las nuevas
circunstancias; "saber eso" es la conciencia de las
proposiciones generales y de las reglas de conducta
explícitas.
De acuerdo con la visión recibida, muchos analistas
tienden a confundir estos dos tipos de conocimiento
al suponer que la hechura racional de las políticas
debe incluir la observancia de reglas y el uso
completo de cualquier información significativa
accesible.
9. Más precisamente, piensa que las políticas
racionales deberían estar precedidas por el
reconocimiento intelectual de un plan
detallado de acción.
El hacedor de políticas debería primero
atravesar por un proceso
cognoscitivo, reconocer ciertos hechos y
principios generales, sólo entonces puede
ejecutarse la política en concordancia con
estos dictados.
10. Este modelo conceptual es insatisfactorio, al menos por dos
razones. Primero, porque comporta una concepción errada del papel
práctico del conocimiento. Segundo, porque implica una teoría pre
evolucionista de la acción. Cuando evaluamos el desempeño de los
que elaboran las políticas, estamos mucho más preocupados de sus
habilidades y competencias que de su repertorio cognoscitivo y
consideramos lo que hacen -y cómo lo hacen- más que el cuerpo de
verdades que llevan incorporadas en su acción.
Esta explicación da sentido a la muy observada conducta entre los
hacedores de políticas (incremental ismo, ajustes
adaptativos, imitación y "racionalizaciones"), que deben parecer
irracionales o deshonestos para los modelos dominantes de
elaboración de política. Sin embargo, una discusión completa de
tales cuestiones queda fuera del alcance de este trabajo que busca
ofrecer una base conceptual para un programa de investigación y
debe dejarlas para otra ocasión.
11. En la discusión previa acerca de la propensión a usar
los productos de los modelos como hechos más que
como evidencia, indicamos la falta de criterios para
probar la significación y adecuación de la
proposiciones empleadas en los argumentos relativos
a las políticas. En verdad, la estructura de un discurso
formal y serio depende de Jacto, si no de jure, de
acuerdos acerca del significado de las palabras, de
qué hechos son obvios o se puede suponer que lo
son, acerca de qué es importante para un propósito
particular, etcétera, pero los desacuerdos tácitos son
precisamente tan comunes como los acuerdos tácitos.
12. La concepción de las políticas como argumentos
ha sido contrastada con la concepción más
tradicional de las políticas como decisiones y
resolución de problemas. En la literatura se han
discutido otras concepciones que han influido en la
práctica del análisis de políticas. Por ejemplo, las
políticas como búsqueda del bien público, las
políticas como política (politics), y las políticas
como proceso social. Claramente, diferentes
estilos de análisis corresponden a diferentes
concepciones de las políticas, aunque estas
diferencias y su significación práctica están a la
espera de una investigación sistemática.
13. se necesitan nuevos conceptos y técnicas, pero
tal vez es más necesario adaptar y reinterpretar
las que están disponibles.
El trabajo del analista puede describirse en
términos de categoría como
problema, datos, información, evidencia, herramie
ntas y argumentos. Una razón para preferir estas
categorías, en vez de las más tradicionales -
objetivos, alternativas, consecuencias y elección-
es que pueden hacer más facíl la comparación del
análisis de políticas con las profesiones más
consagradas del derecho, la medicina y la historia.
14. Las políticas pueden ser entendidas como teorías desde dos
perspectivas, discutidas anteriormente, diferentes pero
relacionadas. Primero, como la reconstrucción racional que
practica el analista a partir de una secuencia compleja de
acontecimientos. Segundo, desde el punto de vista los
actores, como doctrinas que se desarrollan a partir de
decisiones y acciones anteriores que les dan estabilidad y
coherencia interna.
La reconstrucción racional de una política es esencialmente
una historia de esa política, pero no es una historia
externa, es decir, una explicación de su desarrollo en términos
de los deseos, creencias y fuerzas de individuos y grupos.