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“LA CULTURAS PREHISPANAS DEL VALLE CENTRAL DE CHILE:
                   SOCIEDAD Y COSMOLOGÍA”

                         Patricio Cisterna Alvarado
                     Doctor en Etnohistoria Universidad de Chile
      Universidad Diego Portales Facultad de Ciencias Sociales Carrera de
                            Licenciatura en Historia



1.- Antecedentes Generales del poblamiento de la región.

Aunque todavía los especialistas discuten sobre la antigüedad del hombre en
América, y sobre sus posibles patrones de poblamiento en el continente, se
sostiene de manera general, que sus desplazamientos mantienen un sentido
norte-sur. La interpretación del material arqueológico nos señala que las
primeras migraciones del hombre, se realizaron hace aproximadamente 30.000
años A.C., en tiempos del pleistoceno, cuando grandes masas de hielo
avanzaban por el planeta. Provenientes de Asia, siguiendo a los grandes
animales de la era del hielo, las bandas de cazadores cruzaron por el estrecho
de Bering, y se desplazaron en la medida que necesitaban alimentarse, y
también cuando las barreras naturales se lo permitían. La evidencia
arqueológica señala su paso hasta el extremo sur del continente1.

En este sentido, cuando queremos estudiar a las sociedades que se
establecieron en el valle central del actual territorio nacional, debemos
remontarnos a fechas tan antiguas como lo son las del hombre cazador de la
era glacial, en este sentido, el valle central se encuentra localizado entre sitios
arqueológicos de considerable antigüedad, tanto por el norte como por el sur.
Para citar los más cercanos emplazamientos arqueológicos que revelan la
prístina ocupación del hombre en la zona central; se puede mencionar por el
norte semiárido a Quereo, ubicado en una quebrada cercana a los Vilos, allí se
encontró en un depósito lacustre sepultado a cuatro metros de profundidad
vestigios de fauna fósil atrapada por cazadores del pleistoceno2.

Las dataciones de radiocarbono sacadas de maderos asociados al sedimento
denominado Quereo I, dieron dos fechas de 9.650 ± 190 y 9.450 ± 145 a.C3.
1
  Fiedel, Stuart J. Prehistoria de América. Edit. Crítica. Barcelona 1996 pp 40-81.
2
  En el Territorio semiárido (Copiapó Aconcagua), el régimen de lluvias era más intenso, ya que
la actividad glacial fue mayor en las tierras altas, con avances que alcanzaron relieves bajos,
cercanos a los 1000 m de altura. En la costa se formaron terrazas marinas bajo un régimen de
gran humedad, donde se introdujo en parte el clima lluvioso de tipo valdiviano. En general los
valles eran más ricos en cubierta vegetacional herbácea y arbórea, mientras que la pampa
ubicada entre los valles verdeaban con mayor periodicidad, favoreciendo la concentración de
fauna pleistocénica. Ver: Núñez, Lautaro. Los primeros pobladores (20.000? a 9000 a.C).
En: Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista
(Hidalgo, Jorge. Schiappacasse, Virgilio. Niemeyer Hans. Aldunate, Carlos. Solimano, Iván
Editores). Edit. Andrés Bello. Santiago, p 14.
3
  Ibid p 17. Señala Lautaro Núñez que los restos de grandes herbívoros como mastodontes,
caballo americano, ciervo de los pantanos, roedores: “con técnicas de encierro golpearon el
cráneo al caballo empantanado…se presume que existieron además ciertas prácticas de
Lo que quiere decir que antes del noveno milenio el hombre estaba
aprovechando el recurso proveído por la megafauna, complementando
actividades de recolección, desplegando de esta manera, una gran movilidad
por el territorio.

Al sur de Santiago, en el valle de Cachapoal, localidad de San Vicente de
Tagua Tagua, fueron encontrados en una antigua laguna gran cantidad de
mastodontes evidenciando entre sus huesos puntas de proyectiles
confeccionadas con cuarzo. En un antiguo pantano: “en el noveno milenio a.C.
A través de un piso de 2,30 m de profundidad se ubicaron artefactos de piedra
y hueso junto a los restos de grandes herbívoros datados entre los 9.420 a los
9.000 años a.C”. -Sin embargo la presencia de grande herbívoros anteriores a
piso donde fueron faenados los animales hacen suponer a los arqueólogos que
posiblemente el hombre los cazó antes de los 11. 000 años-4.

Por otra parte en Monte Verde, localidad cercana a Puerto Montt, también es
posible encontrar vestigios, en el lecho de un río se encontraron evidencias de
extensos campamentos semi sedentarios, supuestamente habitados por
cazadores de mastodontes con data de 13.000 años, arrojando información
desconocida en torno al estilo de vida de este cazador de los hielos. La
presencia de un campamento confeccionado con las defensas y pieles de
mastodontes, así como la constatación de polen fósil, pertenecientes a diversas
plantas medicinales, nos muestra un nivel extraordinario de complejidad social
de este primer gran periodo que marca la presencia del hombre en América
llamado paleoindio5.

La retirada de los hielos en todo el continente significó una modificación del
paisaje, dando forma a los actuales valles, lagos y montañas. El cambio
climático fue un estímulo para el hombre, quién al desaparecer los grandes
animales, debió adaptar su tecnología al nuevo ambiente, aprovechando todos
los recursos del emergente escenario geográfico. Los especialistas han
llamado Arcaico a este período de experimentación ambiental, donde los
hombres afianzaron su tránsito a la civilización, es aquí donde se conseguirá el
conocimiento que conducirá posteriormente a la domesticación del ganado, y
de flora silvestre la cual será transformada en agricultura. Cercano al
mencionado sitio de Tagua Tagua, en la misma laguna mencionada
anteriormente situada en una colina, se encuentra uno de los sitios
arqueológicos más importante del período Arcaico; Cuchipuy allí los


recolección de vegetales, ya que junto a la zona de caza existía un bosque muy similar al que
actualmente existe en el lugar” (p 17).
4
  Los primeros pobladores (20.000? a 9000 a.C). En: Culturas de Chile. Prehistoria...Op.cit.,
pp 17-31. Los cazadores golpearon con bloques de piedra el cráneo del mastodonte: “…tal vez
con tácticas previas de acorralamiento con huso de antorchas. El faenamiento ocurrió en el
mismo lugar, puesto que hay huesos con marcas del paso de cuchillos, llevándose tal vez
ciertas piezas hacia los campamentos emplazados en zonas más secas. Estos cazadores
usaron lascas de piedra para confeccionar cuchillos bifaciales muy bien tallados a presión,
incluyendo también obsidiana” (p 19).
5
  Dillehay, Tom. The setllement of the Americas. A New Prehistory, Basic Books. Nueva York
2000. La presencia de gran variedad de plantas de carácter medicinal hacen pensar al
arqueólogo norteamericano T . Dillehay, la presencia de un especialista en lo sagrado de
raigambre chamánica.
arqueólogos obtuvieron fechas que van desde los 14.000 a los 8.000 años, y
por lo tanto se piensa que aquí ocurrió la transición conjuntamente con el
cambio climático (Optimun Climaticum), que significó el término de las
glaciaciones y la presencia del actual clima denominado Holoceno. Se
encontraron numerosas osamentas humanas asociadas a puntas de proyectil
con bases pedunculadas similares a las halladas en la localidad de
Huentelauquén, ubicación que se encuentra en el norte del país. También se
encontraron adornos de piedra y concha, leznas y punzones de hueso,
morteros de tipo cónico y piedras para moler de superficie plana.6

Estos eventos dan lugar al inicio de la explotación de los recursos combinados
de ríos, lagos y litoral, en el fértil territorio central. Los hombres de este periodo
se movían estacionalmente entre las cuencas continentales y la costa, con más
énfasis en relación al territorio semiárido, pero mantenían sus campamentos
bases en los ambientes lacustres, donde se fijaron los cementerios de más
alta densidad.7

Existen Conexiones en el valle central con eventos ocurridos en el valle del
Mapocho, Cajón del Maipo (alero rocoso del Manzano) y el valle de
Aconcagua. La ocupación de la cueva de los Piuquenes durante esta época,
nos señala la consolidación en torno a la ocupación de la cordillera por parte
de estas poblaciones. Las investigaciones arqueológicas coinciden en una
ocupación de los cazadores recolectores evidenciada en todo este territorio:

         “Considerando las condiciones ambientales y el registro para áreas
         mejor conocidas como el Cajón del Maipo, sería aceptable encontrar
         sitios de este período en todas las zonas altas de Aconcagua, tales
         como Campos de Ahumada, el estero de Jahuel, el curso superior del
         río Putaendo, las nacientes del estero Pocuro y, por supuesto, en los
         ríos Juncal , Blanco y Colorado”.8


Los cazadores recolectores se caracterizaran por la presencia de una particular
punta de proyectil con pedúnculo utilizada en una hasta de madera, que hacía
las veces de lanzador del proyectil, instrumento extraordinario para la caza que
ha sido denominado estólica. El instrumento sirvió para cazar a un camélido
que estuvo estrechamente ligado a los desplazamientos trashumantes de los
hombres de este período: “…el guanaco aparece como la presa de caza
significativa a juzgar por la cantidad de restos óseos de esta especie que
aparece en los depósitos, con huellas de haber sido cortados, fracturados y
quemados. Junto a las puntas de proyectil pedunculadas utilizadas para la
caza, aparece en estas capas otros muchos instrumentos especializados tales


6
  Katlwasser, Jorge. Medina, Alberto. Aspillaga, Eugenio. El hombre de Cuchipuy. Prehistoria
de Chile central en el periodo arcaico. Revista chungara n 16 17 Universidad de Tarapacá
Arica Chile octubre 1986.
7
  Ver: Los primeros pobladores…Op.cit., p 30.
8
  Pavlovic, Daniel. Ocupación Humana Prehispánica en las montañas de Aconcagua y
Chile central. En: Estudio de la vida en las montañas de Aconcagua (varios autores).Edit.
Corporación CIEM Aconcagua. San Felipe Chile 2007, p 60.
como los raspadores para el curtido del cuero, raederas para el raído de
distintas materias primas.9
De esta forma, el hombre del arcaico pobló y se adaptó a las disímiles zonas
ecológicas, de preferencia la cordillera fue ocupada durante la época estival, en
un momento que presentaba gran variedad y cantidad de recursos. Entre estos
se contaban las manadas de guanacos, un camélido silvestre que constituía la
presa de caza más importante de estos cazadores recolectores, y que en
verano, se mueve a las planicies cordilleranas que están cubiertas por los
pastos producidos por el derretimiento de las capas nivosas.10

Resumiendo, el período arcaico significó un tiempo de experimentación y
adaptación de los hombres a diversos ambientes, las sociedades de cazadores
y recolectores aprovechó el recurso costero, cordillerano, de valles y lacustres.
Incorporando diversos ambientes a sus estrategias de sobrevivencia. La
movilidad del hombre fue de carácter estacional, en función del recurso, así por
ejemplo el cazador siguió al Guanaco a través de las estaciones entre el
invierno y verano, estableciendo campamentos intermediarios entre la alta
cordillera y las zonas de vegas y pastos, sustentando dicho movimiento al
conocimiento de los ciclos de la naturaleza, lo que sin duda llevó a éstos a la
domesticación de animales y plantas. Este proceso se logró finalmente a través
de un conocimiento más estrecho de los ciclos astronómicos alrededor de la
siembra, así como también sobre aquellos que advertían las crecidas de las
aguas o el ciclo atmosférico.

El siguiente período cultural coincide, precisamente con la consecución de la
de la ganadería, la agricultura, y la alfarería, con las siguientes formas de
asentamiento permanentes, como también la aparición de sistemas de aldeas
con organizaciones complejas. Sistemas de inhumación residencial
(cementerios de túmulos), sistemas de santuarios en los cerros (Petroglifos).
Esquemas mito-religiosos, expresados en una simbólica dualista del espacio y
en la persistente observación astronómica que les permitió conseguir sistemas
calendáricos, adecuándolos a sus actividades rituales en torno de la
naturaleza.

Al igual que el arcaico, la siguiente etapa que abarcará el mundo
mesoamericano y andino, será conocida como formativo, este tiempo se
destaca por ciertos patrones comunes por las que debieron atravesar las
sociedades humanas en su tránsito a la civilización. Los arqueólogos han
definido etapas en la medida que los grupos humanos alcanzan la complejidad
religiosa política y económica, estas sin embargo no son uniformes para todo el
continente, y de acuerdo al criterio de antigüedad cronológica en la gestación
de la tradiciones culturales, se sigue una clasificación donde se pueden

9
 El autor comenta que el guanaco proporcionó alimento y proveyó al hombre de distintas
materias primas y materiales fundamentales para la subsistencia de estos grupos. La piel se
podía aprovechar para generar vestimentas, y sus huesos para elaborar diferentes artefactos.
10
  Pavlovic, Señala también que fuera de la misma cuenca de la laguna del Copín, en las vegas
del mismo nombre y en farellones rocosos adyacentes también se han registrado talleres líticos
y posibles campamentos, tanto en los espacios abiertos con excelente visibilidad del entorno
como en aleros rocosos de pequeño tamaño. Ver: Ocupación Humana Prehispánica en las
montañas de Aconcagua y Chile central...Op.cit., p 57-59.
distinguir áreas nucleares y áreas “marginales”. Aunque este sistema de
descripción de la mitohistoria de las civilizaciones que se han desenvuelto en
este continente11, dificulta la comprensión en la gestación de la civilización de
las culturas locales, aunque sigue siéndonos útil, porque permite describir
ciertas formas o patrones culturales que se repiten en el espacio, y en el
tiempo, ya sea porque vienen de las “áreas nucleares", siguiendo flujos
migratorios a través de los intercambios materiales o expresiones religiosas,
las cuales pueden desplegarse de manera pacífica o militarizada. En este
sentido la etapa que nos ocupará de aquí en adelante, es conocida (y utilizada
para la zona centro-sur chilena) como agroalfarero, distinguiéndose dentro de
ella sub periodos: temprano medio y tardío, coincidiendo este último con la
llegada de contingente militar Inca, quienes implantaron una serie de
curacazgos en su expansión imperial hacía el sur del continente. Finalmente
culmina este agroalfarero tardío con la colonización española.

De esta manera, la zona centro sur ha sido definida como el área andino
meridional, para hacer hincapié en las diversas influencias que ésta recibe de
una zona nuclear como lo fue el mundo andino, y para indicar que esta región
también llamada por los colonizadores ibéricos la finis terrae, participó del
predominio de las civilizaciones del centro12.


     2. La cultura Aconcagua en el contexto del mundo Andino

Bajo el rótulo de cultura Aconcagua, podemos describir sociedades que se
adataron en la cuenca de los ríos Maipo y Mapocho con una marcada
identidad, expresadas en un conjunto de patrones arte-factuales, cerámicos o
líticos y también por las formas características que adquirieron sus
asentamientos. Las evidencias indican que esta área recibió influencias en lo
inmediato, de tradiciones provenientes del norte chico y transcordilleranas, de
manera que también fue órbita de la gran unidad/diversidad cultural que
representó al mundo andino. La cultura Aconcagua fue una sociedad de
ceramistas, pastores, cazadores que habitaron entre el río Aconcagua y
Angostura de Paine. Estos habitantes supieron canalizar las aguas de los
afluentes cordilleranos produciendo cultivos en las mejores tierras para ese
efecto. Estas poblaciones prolongaron su existencia entre los novecientos y mil
quinientos d.C. Recibiendo influencias de la ocupación Inca y posteriormente la
española.
11
   Me refiero al incomodo término de América, o pre-colombino, sabemos ahora, que estos son
formas geoclasificatorias, originadas en el sistema colonial, y con amplias repercusiones en las
teorías de las ciencias sociales. Tales conceptos más bien funcionan como un encubrimiento.
Los propios aborígenes sobrevivientes; los Kuna de Panamá y Colombia han el término ABYA
YALA para referirse a este continente, significaría en plena madurez o tierra de sangre vital.
12
   Siempre se piensa en los núcleos de la civilización Por ejemplo El lago Titicaca, las sierra o
la línea costera del actual Perú. No obstante esta visión está comenzando a cambiar, el
descubrimiento de un templo en San Pedro de Atacama, hace dos mil años abrirá las
discusiones sobre las gestaciones mítico religiosas, al poner en evidencia la antigüedad
considerable del templo, en relación a los desarrollados en el área nuclear Titicaca. Ver: Núñez
Lautaro (et al). Emergencia de comunidades pastelistas formativas en el sureste de la
Puna de Atacama, En: Estudios atacameños. Arqueología y Antropología Surandina, N° 32,
Universidad Católica del Norte. Instituto de investigaciones arqueológicas y museo R. P.
Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama Chile, 2006, pp. 93-113
Históricamente estas poblaciones recibieron el nombre de Pikunche13, aunque
ya hemos visto que bajo este término se oculta un grupo humano diverso y
complejo que recibió influencias de diversas tradiciones, sin embargo supo
mantener un conjunto de rasgos identitarios en el espacio que ocuparon.
Precisamente me referiré a las características fundamentales de la cultura
Aconcagua, para examinarla a través de otras tradiciones culturales con las
cuales también esta cultura se ha cruzado. Las fuentes arqueológicas, es decir,
los vestigios de ésta, serán contrastados con la información documental,
plasmada por cronistas que avanzaron por el territorio y que dejaron valiosa
información sobre las poblaciones que observaban en su adelanto colonizador.
Es necesario tratar con sumo cuidado gran parte de este material, puesto que
los conquistadores ibéricos superpusieron la religión cristiana a los símbolos
mitos y ritos más importantes de las sociedades conquistadas, invirtieron sus
valores y el efecto de esa degradación inicial en la textura mitológica aborigen,
fue la creación de una demonología cósmica, donde los ciclos de la naturaleza
y los dioses fueron rebajados a la categoría de demonios y otros(dioses)
asimilados a los santos de la iglesia.14 No menos problemático resulta también,
recurrir a la antropología o etnología, ya que en gran medida sus presupuestos
teóricos están cargados de racismo al igual que el conocimiento generado en
las investigaciones históricas15. La etnohistoria en este sentido, bien alertada
con los dominios con que trabaja (historia, antropología, literatura, lingüística
etc.) puede ser útil para lograr una aproximación coherente del pensamiento
mítico religioso del hombre andino, fundamento de sus ideas y de las prácticas
que establecieron con su entorno terrestre y cósmico. De esta manera para
comprender las relaciones señaladas de los antiguos habitantes del valle
central, es preciso aproximarnos a sus estructuras simbólicas que aparecen
diseminadas tanto en el espacio (nombre de lugares, asentamientos
toponímicos, cementerios, santuarios, petroglifos etc.) así como también en la
escritura originada durante la colonización del territorio.

Uno de los fenómenos más sustanciales de las culturas y civilizaciones
andinas, con los cuales se encontraron los conquistadores españoles, fue un
13
   Sabemos que el nombre Pikunche no hace referencia a ninguna etnía en particular, sino más
bien es un vocablo del mapudungun que implica un criterio geo-clasificatorio, como señala
Salas, Adalberto: “En la literatura antropológica e histórica, se ha generalizado el uso de la
palabra picunche para referirse a la población mapuche - hoy desaparecida- radicada a la
llegada de los españoles en las tierras al norte del Bíobío, en particular en los valles del río
Mapocho y río Maule. Está formada a partir del compuesto pikum-che “gente del norte” (pikum
“norte” y che “gente”). No hay buenos indicios de que pikunche tenga o haya tenido el
significado que le han dado los antropólogos e historiadores. Fue y es sólo un deítico – como el
castellano «nortino»- y no el nombre de una parcialidad o subdivisión de los mapuches,
internamente percibida como tal”. Ver: El mapuche o araucano. Edit. Mapfre. Madrid 1992, p
30.
14
   Duviols, Pierre. La destrucción de las religiones andinas. Véase también mi tesis Doctoral. La
memoria colonizadora. Procesos de inversión simbólica en la construcción de occidente (vol I-
II). Tesis Para Optar al Grado de Doctor En Historia con Mención En Etnohistoria. Universidad
de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Posgrado. Santiago-Chile 2010.
15
   Al respecto basta con señalar las fundamentales tesis de Bernal, Martin, sobre la constitución
del pensamiento racial en occidente a través del paradigma o modelo ario, construido con las
ciencias históricas, filológicas, lingüísticas y literarias producidas en la civilización occidental.
Ver: Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica. Edit. Crítica. Barcelona
1993.
sistema religioso y ritual que afectaba todo su ámbito existencial.16 Estaban
organizadas a una escala micro y macrocósmica a través de un régimen
dualista, en donde las oposiciones no eran irreconciliables como en el
cristianismo sino más bien, eran intercambiables. Tal lógica de ordenamiento
mental, social, y religioso, fue observada en los antiguos templos formativos del
antiguo Perú, en Chavín de Huantar se encontró dicha lógica en la figura y
forma de su principal Dios, éste se había modelado mediante el principio
dualista, afectando todas las posiciones en el espacio; el Dios/animal,
conectaba el cielo y la tierra a través de sus manos que enlazaban el arriba y el
abajo, y el adentro y afuera.17

El dualismo complementario de raíz antiquísima, afecta de manera decisiva el
orden sociopolítico, económico y religioso. Estas parejas de oposiciones
(alto/bajo, masculino/femenino, verano/invierno, etc.), mediante las cuales el
pensamiento andino concibe el orden del universo, se fundan en una lógica de
la cual uno de los rasgos originales aparece como en los “juegos de espejos”,
es decir, que los elementos que entran en una de las categorías clasificatorias,
pueden sufrir desdoblamientos indefinidos que se cruzan, se superponen,
engendran dualidades y complejas cuatriparticiones, dibujando configuraciones
diversas según el punto de vista adoptado18. Se trata de una lógica global como
nos señala Natham Wachtel:

        “…en las sociedades andinas rige a la vez las prácticas y las
        representaciones (a su vez incluida en las prácticas). Estas obedecen a
        un esquema general que ordena en un mismo movimiento, por así
        decirlo, los lazos de parentesco, la repartición de las tierras, la
        distribución del poder, las concepciones del trabajo, los ritos agrarios y
        pastorales, y finalmente las relaciones con los dioses”.19

También en la cultura Aconcagua se han registrado evidencias de una
organización dual, o mejor aún como un sistema de división de mitades, donde
la sociedad es vista como una unidad compuesta por dos mitades
jerarquizadas, esta división fue encontrada en el valle del Aconcagua y la
16
   No sólo las culturas andinas sino también, como mostraré más adelante, también el mundo
de las antiguas poblaciones de Mesoamérica, se encuentran analogías en los mitos y en los
símbolos. En general en todas las tradiciones indígenas encontramos elementos en comunes y
esto se debe a un conocimiento ancestral y persistente en los movimientos y ciclos de la vida
manifestados en la naturaleza y el cielo. Todas estas sociedades estudiaron tanto los vectores
cósmicos como los terrestres, es más definieron sus espacios a través de su sacralización, de
manera que el conocimiento acumulado permitió regular la organización social, política y
religiosa, en unos principios mitológicos y simbólico.
17
    Se trata del dios denominado Lanzón figura de granito encontrada en las galerías
subterráneas del templo de Chavín de Huantar y es la más antigua representación de la
suprema deidad de Chavín. Ver: Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial
andino temprano: un repaso comparativo. En: El mundo ceremonial andino (Luis Millones
Yoshio Onuki Compiladores). Edit. Horizonte.Lima Perú 1994, pp 98-99
18
   Ver Wachtel, Nathan. El regreso de los antepasados. Los indios Urus de Bolivia, del siglo XX
al XVI. Ensayo de historia regresiva. Edit. F.C.E. México 2001, p 538.
19
    Wachtel precisa que no se trata de que una serie de equivalencias que asocie estos
elementos término por término según un paralelismo simple, sino que su homología surge en el
nivel de los principios generales de organización: se articulan en sistemas de relaciones, en los
que los conjuntos y subconjuntos se definen oponiéndose unos a otros, pero donde también se
repiten, se imbrican y se corrigen siguiendo criterios y perspectivas variables. Ver: Ibíd p 539.
cuenca de los ríos Maipo y Mapocho.20 Recientes investigaciones han
revelado una gran complejidad en la estructura interna del complejo Cultural
Aconcagua evidenciada en los cementerios, donde se han establecido patrones
espaciales, que se corresponden con las formas de sus cerámicas, - y sus
motivos “decorativos” con particulares tratamientos de superficie y de color,
éstos por su parte han sido concebidos mediante esquemas duales.

A través de los restos encontrados el cementerio de Chicauma, ubicado en la
comuna de Lampa, Provincia de Chacabuco, excavado desde 197921, se han
obtenidos fechados radiocabónicos, así como la aplicación de nuevas
metodologías que han permitido una mayor comprensión de los componentes
materiales que realizaron los habitantes del valle central. Se ha registrado en
extensos cementerios, en forma de túmulos, un patrón en torno de los ajuares y
ofrendas funerarias, que tienen que ver con la posesión de alfarería entre los
segmentos de la población incluyendo todas las categorías de sexo y edad. De
esta forma, se ha apreciado que la cerámica es un elemento altamente
sensible y significante frente al mundo de la muerte.

Una de las formas cerámicas características de la cultura Aconcagua, es el
motivo que surge de sus pucos alfareros en torno a un centro que sustenta tres
apéndices radiales, dando origen a la idea de tripartición y movimiento. Lo
interesante del registro arqueológico es que estos pucos, aparecen en la mitad
de arriba del valle de Aconcagua, encontrándose con sus aspas a la derecha,
así como también en la mitad de abajo del valle Maipo, pareciendo las
mismas, pero vueltas hacia la izquierda. 22

La dirección dual de las aspas dibujadas en denominado trinacrio, orienta y
diseña al mismo tiempo, significados sociales y espaciales como han señalado
las investigaciones arqueológicas:

        “La cultura material, en sus manifestaciones estéticas, luego de definir la
        oposición espacial derecha versus izquierda la adapta para generar una
        cartografía simbólica del territorio Aconcagua, sin faltar nuestro
        intermediador por excelencia, el trinacrio. La especialización en lo que a
        la orientación del trinacrio se refiere, guarda estrecha coherencia con la
        oposición espacial que se manifiesta entre la cuenca del río Maipo-

20
   Sánchez, Rodrigo. Massone, Mauricio. Cultura Aconcagua. Dirección de Bibliotecas y
Archivos y Museos. Centro de Investigaciones Barros Arana. Santiago Chile 1995. Señalan los
autores probablemente un sistema similar al incaico de hanan y hurin: “…de acuerdo al
sistema, cada mitad se subdividía en dos, generando una red de complejas y dinámicas
relaciones, que aún se siguen estudiando en sociedades andinas contemporáneas. Cuando los
españoles llegaron a Chile central, el sistema se encontraba en plena vigencia”
21
   Duran, A. Estudio arqueológico de un cementerio de túmulos “Aconcagua Salmon”.
Tesis para optar a la Licenciatura en Arqueología y Prehistoria. Universidad de Chile. Santiago
1979.
22
   Nos señala Sánchez, Rodrigo: en análisis de otros cementerios y sitios Aconcagua: “…fue
posible sugerir una asociación del trinacrio con sus aspas orientadas hacia la derecha a
adultos de sexo masculino, y de trinacrios con sus aspas orientadas hacia la izquierda a niños,
adolescentes, adultos de sexo femenino y ancianos”. Ver: Cultura material, arte,
monumentos y cuerpo en el espacio, prácticas mortuorias del complejo cultural
Aconcagua. En: Hombre y desierto. Una perspectiva cultural N° 9. Instituto de investigaciones
antropológicas Universidad de Antofagasta. 1995, p 285.
Mapocho y la del Aconcagua, El trinacrio hacia la izquierda es
        característico de la cuenca Maipo-Mapocho y el con aspas a la derecha
        de la del Aconcagua”.23

Hemos visto que este tipo de organización dual es característica del mundo
andino desde tiempos muy antiguos, los incas de esta manera, lo llevaron a un
grado superlativo, puesto que clasificaban a sus dinastías cuzqueñas
gobernantes en Hanan Cuzco y Urin Cuzco. El dualismo se manifestaba en la
organización de los ayllus o grupos de parentesco, que aparecen agrupados
en “parcialidades” hanan o urin , alaza o masaa, uma o urco, allauca o Ichoc,
en distintos lugares de los andes. El Cuzco mismo estaba divido en dos
mitades gobernantes y siguiendo la lógica del desdoblamiento dual, dividieron
también su extenso territorio en cuatro partes o suyus al que denominaron
Tawantinsuyu. 24

Ahora bien tal lógica en la organización dualista basado en la existencia de dos
jefes, uno civil y el otro religioso, lo mismo que la división en mitades, son
rasgos panamericanos muy antiguos, R. Girard lo ha visto entre los Tarascos:
“…después del colapso de Tula, los chichimecas de Michoacán, que se
convirtieron en tarascos adoptaron los usos y costumbres y la lengua de
aquellos…Predominaron en el estado tarasco los mismos principios
organizadores que fueron los más importantes entre los aztecas, a saber: a)
El principio dualista basado en la existencia de dos jefes, uno cumpliendo con
funciones internas, el otro con funciones externas. b) Ordenaciones de tipo
competitivo en las cuales las dos partes quedaron ligadas mediante rivalidades
institucionalizadas o conflictos reglamentados, reminiscencia, sin duda, de una
antigua división en mitades”.25

La descripción del funcionamiento de las organizaciones de mitades se la
debemos al antropólogo frances Claude Levi-Strauss, quién desarrolla una
investigación en las aldeas de los Bororo, Amazonas, en torno a dicho sistema.
Estas se agrupaban alrededor de un hito natural que dividía las mitades,
(generalmente resultaba ser un río) según un eje norte sur, al norte se agrupan
los chera y al sur los tugaré, según ha visto Levi-Strauss, el primer término
significaba “débil” y el segundo “fuerte”, los grupos resultantes de esta partición
a su vez, mantenían obligaciones reciprocas.26 Resulta entonces de sumo

23
   Ibid p 286.
24
    Dichos términos pueden ser entendidos como alto-bajo, derecha-izquierda, masculino-
femenino, dentro-fuera e, incluso, cerca-lejos y delante-atrás. Por esa razón señala Pease,
Frankñin, que: “Cuando se trato de describir al Cuzco mismo los cronistas privilegiaron la
relación alto-bajo identificándola con los ámbitos en que se divido la ciudad sagrada de los
incas, teniendo en consideración que cada uno de los dichos ámbitos o mitades (Hanan Cuzco
y Urin Cuzco) estaban representados por una “dinastía” de gobernantes”. Ver: Los incas. Edit.
Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima 1992, p 103.
25
   Ver: Historia de las civilizaciones antiguas de América Tomo II. Edit. Istmo. Madrid 1976, p
780.
26
   La mitades no solo regulan los casamientos sino también otros aspectos de la vida social.
Cada vez que un miembro de una mitad se descubre sujeto de derecho o de deber, es en
provecho o con ayuda respectivamente de la otra mitad, Así, los funerales de un cera están a
cargo de los tugaré y a la inversa. Las dos mitades de la aldea son por lo tanto colaboradoras y
en todo acto social o religioso implica la asistencia del que está enfrente, que desempeña el
papel complementario que corresponde al primero. Esta colaboración no excluye la rivalidad:
interés constatar este tipo de organización en una región que además de ser
muy antigua ha sido un manantial de símbolos utilizados por los hombres
andinos tales como el Jaguar o la serpiente, pero lo más importante es que
podemos vincular las mitades a un complejo social y mitológico27, que puede
ser relacionado con las actividades rituales y simbólicas de la cultura
Aconcagua –volveré más adelante sobre este crucial aspecto de esta
investigación- . Lo interesante es que desde los documentos españoles del
siglo XVI, sobre las mismas zonas investigadas por la arqueología –como he
mostrado- se puede constatar también, que sobre los valles de la zona central
se ejerce un dominio dual.

Uno de los mecanismos coloniales de reducción más escandalosos instaurado
por los españoles fue la encomienda, el repartimiento de los indígenas
mediante la recompensa a los hombres que integraban la hueste de conquista,
tal como lo señaló Pedro de Valdivia en una carta al emperador Carlos V:

        “…repartí esta tierra, como aquí vine, sin noticia, porque así convino
        para aplacar los ánimos de los soldados, y dismenbré a los caciques por
        a cada uno quien le sirviese: y la relación que pude tener fue de cantidad
        de indios desde este valle de Mapocho hasta Mauli y muchos nombres
        de caciques; y es que, como estos nunca han sabido servir, porque el
        Inga no conquisto más de hasta aquí, y son behetrías, eran nombrados
        todos los principalejos, y cada uno déstos los indios que tienen son a
        veinte y treinta, y así los deposité después que cesó la guerra y he ido a
        los visitar; lo comienzo a poner en orden tomando a los principales
        caciques sus indios, haciendo como mejor puedo para que no se disipen
        los naturales que hay, y se perpetúe esta tierra”. 28

La constitución de la propiedad rural en Chile central, se organizó
inmediatamente después de la distribución de la encomienda, de manera tal
que cuando los habitantes fueron derrotados militarmente en tal contexto, se
encontraron con la necesidad por parte de los encomenderos de aclarar las
relaciones y los lazos de filiación que presentaban el conjunto de las unidades
domésticas que habían sido repartidas, ya que como se puede desprender de


hay un orgullo de mitad y celos recíprocos. También Levi-Strauss destaco el hecho de una
subdivisión cuatripartita, según el eje norte sur que corta la aldea: “Toda la población nacida en
el este de dicho eje se llama “de abajo”, y la nacida al oeste “del alto”. En lugar de dos mitades
tenemos, por lo tanto, cuatro secciones, y los cera y los tugaré pertenecen en parte a un lado y
en parte al otro. Ver: Tristes trópicos. Edit. Eudeba. Buenos Aires Argentina 1970, p 212.
27
   Tal sistema que lo veremos más adelante, ha sido observado por los primeros occidentales
en la selva amazónica, entre los más importantes se encuentra el viajero Holandés Hans
Staden el famosos cautivo de los tupi durante el siglo XVI, y quién después de salvar de su
cautiverio, escribió Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, este
complejo mitológico vuelve aparecer en otra latitud, a través del texto sagrado de los mayas
quiches, el Popol Vuh, traducido directamente de las tradiciones orales indígenas, por el padre
Fray Francisco Xíménez, de la orden de Santo Domingo a principios del siglo XVIII.
28
   Valdivia, Pedro. Carta al emperador Carlos V. La Serena, 4 de Septiembre de 1545. En:
Cartas de Pedro De Valdivia que tratan del descubrimiento y conquista. Biblioteca de Autores
Españoles. P 13. Se distingue en la cita a los cabezas de linaje llamados caciques por los
ibéricos, o más correctamente los Lonkos de acuerdo al mapudungun, y los principalejos o
conas es decir la parentela. Además es posible apreciar un sistema de organización territorial
en torno de estos linajes con sus Lonkos (cuyo significado literal es cabeza de linaje).
las palabras del propio Pedro de Valdivia al tener la posesión de los naturales
se accedía también a sus tierras. Al sur de Santiago en 1549, el cabildo se
adjudicó el monopolio de la explotación de los bosques que estaban situados
en toda la tierra que era del cacique del Maipo, Millacaza y de toda su ribera
desde la sierra hasta la mar. Una vez consolidado el poder peninsular en la
región norte del valle central, los soldados comenzaron a demandar la
propiedad de las tierras ocupadas por los caciques de sus encomiendas. En
1553 Juan Cuevas solicitó al cabildo que se le hiciera entrega “del pueblo que
se dice Ranguelpaico, que es del cacique Leumoulen”. El mismo día Pedro de
Miranda, Pedro de Gómez y Alonso de Cordova solicitaron las tierras de
Huechuraba, Cachapoal y Talagante respectivamente.29

Sin embargo a raíz de la complejidad socio-espacial de los asentamientos
indígenas regidos por el sistema de mitades, ocasionó que los repartimientos
de indios realizados por Pedro de Valdivia en el Valle central, estuvieran
marcados por tal confusión, que debieron ordenarse al menos dos tasas de
tierras (La tasa de Gamboa y con posterioridad Gines de Lillo) para investigar
los límites de los indios sujetos a encomienda y tierras. Sin embargo, esta
confusión señalará también la causa del conflicto radicado en la propia
estructura social indígena. Mario Góngora en su estudio de la formación social
en Chile, nos señala que al repartir –Pedro de Valdivia- las encomiendas de
indios en los valles de Quillota y Lampa a Marcos Veas le da:

       “ …la mitad de los indios de Lampa con la estancia que yo tenía
       señalada en aquel valle para el servicio de mi casa…a Francisco
       Hernández Gallego le concede la mitad de los indios de Lampa para que
       haga pago de cinco mil pesos que le prestó, y hace compañía con él
       sobre la mitad que retiene”30


También a Gonzalo de los Ríos le da: “…la mitad de los valles de la ligua y el
papudo con todos sus caciques principales y con todos los yndios naturales y
mitimaes subjetos a los caciques de la mitad de los dichos valles asy como yo
los tengo en mi cabeza quedando la otra mitad de los dichos valles con los
caciques e yndios”31

Leonardo León se explica estos conflictos socio-espaciales, a partir de la doble
filiación de los indios, la cual habría sido causa de la confusión del español:

       “La doble filiación de los indios de encomienda a dos o más cacicazgos
       también produjo disputas respecto al derecho de acceso que tenían los
       españoles a sus tierras. Gines de Lillo presentó interesantes testimonios
       sobre un pleito de tierras en las encomiendas de Colina y Lampa

29
   León, Leonardo. La merma de la sociedad indígena en Chile central y la última guerra de los
Promaucaes, 1541-1558. Institute of Amerindian Studies. University of St. Andrew. Scotlan
1991, p 53.
30
    Góngora, Mario. Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la constitución social
aristocrática de Chile después de la conquista 1580-1660. Edit. Universitaria. Universidad de
Chile. Santiago 1971, p 6.
31
   Ibid p 6.
durante el cual los respectivos encomenderos recurrieron a los ancianos
        del lugar para legitimar la ocupación de las tierras del valle de Liray.
        Estas tierras señalo el testigo indígena Quiñalpangue, “siempre ha
        conocido por los indios y caciques del dicho pueblo de Colina y en ellas
        han vivido los susodichos y tenido sus ganados y debajo de los límites
        que tiene declarado jamás han pasado los indios de Lampa ni tomado
        pesadumbre con los de Colina. Otro testigo indígena afirmaba que las
        tierras de Liray pertenecen a los pueblos e indios de Colina, los cuales
        siempre las han sembrado y vivido en ellas y tenido sus ganados como
        cosa suya por lo cual los dichos indios del pueblo de Lampa nunca las
        han ocupado porque no son suyas”.32

Al no existir cacicazgos ni caciques como ha querido ver para la región en
estudio, el Historiador Leonardo León, (tampoco exactamente la forma social
del ayllu andino) no encuentra solución de continuidad para la problemática
expuesta. Por esta razón, la tendencia de las investigaciones ha sido
desprenderse de los términos y conceptos políticos como caciques,
cacicazgos, principales, principalejos, parcialidad, etc. que han entorpecido la
comprensión de la “cultura Aconcagua” la cual hacía el siglo XVI comparte
también una cierta unidad lingüística y cultural con el gran tronco mapuche33:
Farga siguiendo los planteamientos de Osvaldo Silva, ha visto la estructura de
parentesco para el Valle de Aconcagua, de la siguiente manera: “Las familias
que constituían estos “linajes” ocupaban sus tierras “parcialidades” o “señoríos”
ancestrales según regulaciones asentadas tradicionalmente y representadas en
los jefe de familia, “caciques” y “cacique principal” (en el lenguaje español)
según el número de parientes, la importancia del linaje y cierta jerarquía
interna. Fuera de estos “cacique” de linaje(s), no existió otra autoridad central
independiente”34. Agrega entonces que: “cada familia al interior del linaje
“territorial” (“señorío” o “parcialidad”) tenía un representante o jefe no sabemos
cual era el poder real que ejercía al interior de su grupo familiar pero hablaba y
decidía por este en los asuntos concerniente al linaje “territorial”. Estos
representantes son llamado “principales” en las crónicas aunque con tal
palabra los españoles también designaron a prestigiosos miembros de los
linajes”.35


32
    Menciona León, que el testimonio de los indígenas sobre el uso exclusivo de Liray de parte
de los naturales de Colina no estaba dirigido a proteger el derecho de los aborígenes a
continuar la explotación de la tierra; lo que se perseguía era legitimar la vinculación del valle de
Liray a las encomiendas hispanas. Ver: La merma de la sociedad indígena en chile
central…Op.cit., p 53.
33
    Cisterna, Patricio. Estructura social y dinámica segmentaria en Araucanía. En: Revista de
Historia Indígena n° 1. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades.
Departamento de Ciencias Históricas 1996, p 65.
34
   Farga, María Cristina. El valle de Aconcagua en el siglo XVI: un espacio social heterogéneo.
Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en Etnohistoria. Universidad de
Chile Facultad de Filosofía y Educación. Departamento de Ciencias Históricas Santiago 1995,
p 52.
35
    Ibid p 80. Al respecto el parentesco mapuche ha estado marcado por la polémica muchos de
los rasgos sobre las características de linajes territoriales, han sido replanteados, en este
sentido ver: Boccara Guillaume. Los vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época
colonial. Edit. Ham. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama Chile 2007.
Cabría agregar según lo que he sosteniendo en esta parte de la investigación,
que este sistema de parentesco o de familias regidos por un principio de
filiación patrilocal, se encuentra funcionando dentro de una unidad bipartita, o
sistema de mitades. Fue Horacio Zapater quién describió este sistema en el
mundo mapuche del siglo XVII.36 Quisiera contribuir a esta problemática con un
documento anónimo (con toda probabilidad) perteneciente al padre Luis de
Valdivia, artífice de la guerra defensiva en la frontera sur del reyno de Chile. En
los inicios del siglo XVII; se hace referencia al Rewe (regua o rehue según es
tránscrito en la documentación española) como una unidad territorial
endógama, lo interesante es que el documento describe la articulación interna
de este particular sistema de ordenamiento social:

        “Cada regua se divide en dos mitades que cada una llaman
        llacachuyu(a) que quiere decir la mitad de la población y cuando la una
        mitad es de gente mas principal que la otra la llaman nugal que quiere
        decir cabeza y rei y a la otra llaman huenchun, que quiere cabeza como
        gente hidalga […] En cada mitad destas hay un indio muy principal que
        llaman butaulmen que quiere decir señor mas principal de aquella mitad
        […] quinconas que son capitanes unos de a caballo y otros de infantería
        y muchos allenesboyes que son indios principales que hacen
        borracheras públicas, cada uno destos tiene sus quidudones que son los
        indios vasallos y no tiene ninguno más quidudones que su propios
        parientes y cada parentela esta asentada en un puesto, el puesto se
        entiende en tantas quebradas, tantos ranchos de paja divididos el uno
        del otro gran trecho a donde habitan”.37

Aunque la descripción ha sido generada en la región del Bíobío, nos es de gran
utilidad porque se trata de esa gran unidad (con ciertas diferencias regionales)
lingüística y cultural que encierra la tradición mapuche.38Nos ayuda a pensar
que la presencia de los patrones adaptativos de estas familias extendidas, en
torno de los valles y cuencas hidrográficas de la región de Aconcagua,
Mapocho y Maipo, con una fuerte orientación al cultivo y por lo tanto, en el

36
   Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros . Edit Andrés Bello.
Santiago Chile 1978, p 61.
37
   Memoria como se han de entender las provincias de los indios de Chile y algunos tratos
particulares que entre ellos tienen con la declaración de los nombres de los caciques que de
presente han dado la paz, y de los que la tienen dada de poco tiempo a esta parte que a todos
se les han leído las provisiones por que la que la han dado de nuevo. En: Escritura y poder en
el siglo XVI: La cuestión del indígena en la crónica de Vivar. Tesis para optar al grado de
Magíster en Historia con Mención en Etnohistoria. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y
Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile 1997, pp 157-158.
38
   Esto se desprende del análisis de la documentación temprana durante la colonización
ibérica, como nos señala Silva, Osvaldo: “…la vasta zona comprendida entre le interfluvio
Choapa Aconcagua y el río Toltén estaba ocupada por una población cuyo lenguaje no
mostraba grandes diferencias. A partir de allí y hasta el golfo del de Reloncaví aparecen
variaciones dialectales que se agudizaban en el archipiélago chilote. Tenían en común el ser
productores de alimentos, la vestimenta, más gruesa a medida que bajaban las temperaturas
locales y arreciaban las lluvias, la dispersión de sus viviendas, las prácticas chamánicas, los
entierros, los juegos y las festividades ceremoniales o sociales calificadas como borracheras”.
Ver: Hacia un redefinición de la sociedad mapuche en el siglo XVI. En: Cuadernos de
Historia n° 14. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas.
Santiago Chile 1994, p 8.
manejo de las cuencas del territorio central, como observó el cronista Gerónimo
de Vivar en 1558:

       “D´ este valle de la Liga al de Concagua ay doze leguas. Este valle de
       Aconcagua ay doze leguas. Este valle de Aconcagua es mejor y más
       abundoso que todos los pasados. Tiene tres leguas de ancho por las
       más partes, y por otra, poco menos. Tiene de la syerra a la mar XX
       leguas. Tiene ovejas y mucho mayz y algarrobales./ Corre por este valle
       un rrio caudaloso. Tiene sacado los naturales XX y dos açequias
       grandes para rregar todas las tierras que cultivan y siembran. Tiene
       pocos yndios que no pasan de mil y quinientos. Solía aver mucha
       gente”.39

Las observaciones del territorio realizadas por Cristina Farga son pertinentes
aquí, porque nos específica las diferencias entre los valles, cuando expresa
que: “…en Aconcagua, no todas las tierras requerían de grandes canales de
regadío. Las zonas cultivables a ambas orillas del río son irregulares, pues
estas se estrechan y ensanchan según la conformación de la cordillera y
montes aledaños. El los lugares más angosto prácticamente los terrenos
agrícolas acompaña el cauce de corredores largos y estrechos posibles de
cruzar a pie en poco tiempo, y de regar con canales pequeños y simples
tomados desde la orilla. En Mapocho, en cambio importantes canales de
regadío y acequias cruzaban todo el valle; muchas de ellas fueron identificadas
con le nombre del cacique principal del linaje que usufructuaba de dichas
aguas o bien linaje, cacique, tierra y canal residieron una misma identificación
por parte de los propios lugareños, los incas y/o los españoles”.40 En el caso de
Aconcagua, al estar los cultivos siguiendo de de manera inmediatamente
aledaña los cursos de agua, y a pesar de los sistemas de canalización, se
debió contar con un sistema de computo que permitiera advertir con antelación
las crecidas de los ríos que pudiesen destruir las sementeras.41 En este
sentido, la producción agrícola estaba sujeta a un manejo, organización y
socialización, que variaba -como ha señalado la autora- de los más cercanos a
las fuentes hídricas, hasta los agricultores menos favorecidos por el tamaño y
ubicación de sus tierras en relación a la disponibilidad del agua.


39
    Vivar, Gerónimo De. Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile (1558).
Colloquium Verlag. Berlin 1979, p 50. Las investigaciones en los sitios Aconcagua en la cuesta
de Chacabuco confirman las observaciones del cronista allí se pudieron constatar acequias de
regadío, y evidencia que testimonian un aprovechamiento intenso y extensivo de estos terrenos
dentro del patrón agropastoril Aconcagua: “El rubro agrícola lo sustentaba la abundancia de
implementos de molienda, tanto piedras como manos de moler, preformas de mano,
trituradores y otros, sumados a importantes hallazgos y evidencias de productos vegetales:
mazorcas y granos de maíz carbonizados, vainas de gramíneas, porotos, incluso con uno de
sus cotiledones en excelente estado de conservación, semillas de calabazas carbonizadas”.
Ver: Durán, Eliana. Rodriguez, Arturo. González, Carlos. Sistemas adaptativos de
poblaciones prehispánicas en el cordón de Chacabuco. En: Actas del XII Congreso de
Arqueología Chilena. Temuco 14 al 19 de Octubre de 1991, p 238.
40
    Ver: El valle de Aconcagua en el siglo XVI…Op.cit., pp 25-26.
41
    El autor ha estado en la parte alta del valle de Aconcagua en invierno y en el mes de
septiembre, y a observado el papel destructor de las crecidas con gigantescos aluviones que
han incluso modificado el paisaje, y recuerda muy de cerca fenómenos similares para la región
de Atacama la baja en los pueblos de Ayquina y Toconce.
La organización que se desprende del sistema de mitades fue diseñado por la
cultura Aconcagua en torno a los valles, mediante principios de organización
política dual, es decir, la jerarquía y sujeción de las parentelas a dos señores,
quienes siguiendo las lógicas andinas, pudieron hacer frente primero; a
organizar obras de regadío y canalización y segundo al control y manejo de las
cuencas hidrográficas. Las mitades entonces permitieron ejecutar otro de los
fundamentales principios de las sociedades andinas: la complementariedad, es
decir, relaciones recíprocas entre ambas partes, dando lugar a un flujo de
hombres y mujeres que lograron con éxito domesticar la naturaleza.


3.- Los valles de Aconcagua y Maipo, como sistemas de organizaciones
duales: Michimalonko y Tanjalonko.

      Observaron los españoles en su avance colonizador que los valles de la
      zona central estaban controlados por poderosos señores, que se
      encontraban en conflicto Al momento en que Pedro de Valdivia atravesó el
      valle del Limari:

          “Y allegó quatro leguas antes del valle de Aconcagua a un valle chico
          que se dice Palta, donde tomó cierto sic yndios naturales, de los cuales
          se ynformo de la tierra, y dónde estavan los señores del valle, porque
          bien sabía que avía mucha gente y que hera velicosa/ y guerreros. Por
          estas caysas yva rrecatado caminando el valle abaxo hazia la mar”42

      Pedro de Valdivia se encontraba justo en la mitad del valle que
      longitudinalmente estaba partido en sentido norte-sur, y en la mitad de
      abajo. Las mitades habitaban en continuas disputas, esa es la primera
      impresión de los hispanos; determinando que éstos son gente belicosa y
      guerrera. En este contexto el general recibe apoyo de un señor étnico
      Atepudo:

          “Allegó donde estabva un cacique que se llamaba Atepudo junto a una
          guarnición de yndios para guarda de su persona, porque tenia
          continuamente guerra con el cacique Michimalonko, señor de las
          mitades del valle de Aconcagua. Estava este cacique Atepudo junto al
          camino / entre cañaverales” 43

    El valle del Aconcagua se compone de dos señores del cual, (en
concordancia con el documento anteriormente expuesto) uno es el más
principal que el otro:

            “Los señores d´ este valle son dos. Sus nombres son éstos. El uno
            Tanjalongo, éste manda la mitad del valle a la mar. El otro cacique de
            dize Michimalongo, éste manda y señorea la mitad del valle fasta la



42
     Ver: Crónica y relación copiosa y verdadera…Op.cit., p 47.
43
     Ibid p 47
sierra. Este a sydo el mas tenido señor que en todos lo valles se a
         hallado.”44

     La partición de los valles, implicaba disputas entre cuatro señores
     (conocidos como caciques por los españoles) que estaban territorialmente
     dispuestos entre los valles de Mapocho y Aconcagua. A partir de esto,
     consigna Vivar el trato que logra Valdivia con los señores del valle de
     Mapocho, quienes mantenían conflictos con los señores de Aconcagua:

         “ …vinieron de paz el cacique Quilicanta y el otro cacique que arriba
         dijimos, que se dize Atepudo. Estos caciques hazian la guerra al
         cacique/ Michimalongo. Antes que nosotros entrasemos en la tierra
         tenian gran diferencia entre estos quatro señores”45

No obstante, Jorge Hidalgo ya había planteado el rasgo que define la
organización de las sociedades del Norte Chico en torno a la dualidad,
argumenta además que cada uno de estos valles, dividía a la población en dos
parcialidades, separadas por una línea hipotética que las cortaba de Norte a
Sur, dejando al Oeste una “mitad” de la costa y al Este otra de la sierra:

          “Cada una de ellas reconocía a un cacique o señor que era
         considerado “hermano” del otro. La rivalidad, la amistad, la
         cooperación y el parentesco eran fenómeno concomitantes entre estos
         señores y que a su vez se mantenía constantemente vinculados con
         los señores de los otros valles, pero sin que se destaque una autoridad
         mayor de ninguno de ellos sobre el resto a excepción, como/ lo hemos
         dicho más atrás, de los representantes del Inca. Las fuentes
         mencionan a los dos caciques generalmente juntos, lo que induce a
         pensar en un ejercicio dual del poder; sin embargo, de hecho, cada
         uno de ellos posee una jurisdicción específica, lo que no obsta para
         que el cacique o la parcialidad de la sierra pudieren efectuar laboreos
         mineros o agrícolas en la tierra de la otra mitad, por esto pensamos
         que la línea hipotética a la que hacemos referencia más arriba no debe
         considerase como una frontera, sino como un límite cultural que
         separaría la tierra de “abajo” y de “arriba” con características
         ecológicas probamente distintas”.46

Los especialistas sostuvieron que los rasgos de mitades de los valles centrales,
se explicarían por la influencia diaguita que llegó con los mitimaes, siendo ésta
una estructura impuesta por la colonización inca según su propia lógica de
ordenamiento social y espacial.47 No obstante lo que he planteado hasta aquí
es precisamente ver en las estructuras de mitades un componente prístino y
fundamental para comprender la consecución de la civilización en el mundo de
las tradiciones antiguas. En este sentido, los fechados radiocarbonicos de los
sitios Aconcagua en el cordón de Chacabuco y la presencia de cerámica

44
   Ibid p 50
45
   Ibid p 51
46
    Hidalgo, Jorge. Culturas protohistóricas del Norte chico. El testimonio de los cronistas.
Editorial Universitaria. Santiago 1972, pp 77-78.
47
   Véase: Farga, Cristina, y Silva Osvaldo.
Diaguita sin atributos incaicos para los asentamientos Hijuela y La Victoria con
fechas de 940 d.C y 1190 d.C: “…posibilitan esclarecer que el contacto tardío
de la población Aconcagua y Diaguita se produce con antelación a la llegada
del inca, permaneciendo independiente a la aculturación peruana que fue más
fuerte en los valles”.48

Mostraré a continuación que el sistema de mitades contiene y responde a una
estructura simbólica, antiquísima, que explica las paradojales relaciones de
conflicto, guerras y disputas, así como también formas de complementariedad,
descritas por los peninsulares entre las mitades.

Uno de los elementos centrales de las mitades es la jerarquía significante que
proporciona el primer término de la mitad: arriba, masculino, derecha, interior
etc. El esquema de complementariedad sólo puede funcionar, si efectivamente
se acentúa la jerarquía dominante, pero nunca absoluta, de la mitad de arriba,
o derecha o masculina49. En esta lógica, el valle de Aconcagua territorio de
Michimalonko en su segmento de arriba, dispone de un conjunto simbólico
estrechamente relacionado con dicho sistema, se trata por tanto, de una serie
de petroglifos con correspondencias de estilo, desplegados por toda el área
cordillerana. Los símbolos predominantes responden a las formas de “escudo”
que consisten en dos líneas que se cruzan al interior de un rectángulo,
evolucionando hacia características circulares, asociadas a círculos
concéntricos y figuras estilizadas, dando forma a animales y hombres.
Particularmente en la zona de Jahuel, en un promontorio que se posiciona
sobre el curso hídrico de la cuenca, se dispone la figura de un sacrificador de
frente, quién aparece portando en una de sus manos una cabeza-trofeo y en la
otra un cuchillo de sacrificio.


4.- Los petroglifos y los símbolos de la cultura Aconcagua: el escudo o
escudilla, símbolos zoomorfos y antropomorfos, el sacrificador.


Los petroglifos producidos por los Aconcagua se caracterizan por líneas,
círculos, figuras antropomórficas y otras de tipo geométrico. Una figura
característica se presenta de manera estilizada en variados paneles
encontrados en el valle del río Aconcagua, por otra parte, se ha percibido en

48
   Ver: Sistemas adaptativos en el cordón de Chacabuco…Op.cit., p 242. Los autores están
concientes que sus investigaciones se contraponen a la aseveración de que el proceso
expansivo del incanato en Chile Central habría culminado con la integración de la totalidad de
las poblaciones Aconcagua al nuevo orden establecido perdiendo rápidamente su identidad. Es
más los autores han encontrado también cerámica de una tradición anterior a Aconcagua
llamada Bato, lo que demostraría la continuidad del sistema permitiendo una coetaneidad en el
tiempo a través del contacto con complejos culturales anteriores.
49
   En el caso de Michimalonko : “…su dominio sobre el sector alto del valle de Aconcagua le
otorgaba, por otra parte accesos a las rutas de la sal provenientes allende la Cordillera de los
Andes, a las vaguadas intermontanas donde ramoneaban los guanacos en verano y a las
zonas aledañas al cordón de Chacabuco donde lo hacían en invierno”. Silva, Osvaldo. Farga,
Cristina. El surgimiento de hombres poderosos en las sociedades segementadas de la
frontera Inca en caso de Michimalonko. En: Revista de Historia Indígena. Universidad de
Chile. Universidad Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas.
Santiago Chile, p 27.
ellos (en palabras de Niemeyer) un “arte abstracto”, donde: “la figura humana
se enmascara sensiblemente hasta hacerse casi irreconocible. Surge aquí
como signo intensamente repetido el que hemos llamado “signo escudo” por su
forma, la que asume múltiples variantes –señala el arqueólogo que- el mensaje
que conlleva no lo entendemos, pero indudablemente su majadera repetición
apunta en este sentido, la más pura y simple de sus expresiones reproduce
formas trapezoidales o elípticas con diagonales cruzadas. El estilo dispersa en
el curso medio-superior del valle, entre San Felipe y Río Blanco”. 50 Todavía
estos conjuntos de “signos”, han tenido una interpretación satisfactoria en
cuanto a su significado y relación contextual con la cultura que los produjo.51

Existe en el último tiempo, un predominio semiológico en torno al análisis del
arte rupestre. Esta metodología ordena lo que ella considera “signos”, sin
embargo, no ha conseguido una interpretación coherente. Quisiera de esta
manera centrar el estudio no tanto en la cuestión del estilo, o de las formas que
adquiere la representación ideacional que realizaron los hombres de
Aconcagua, sino más bien, orientar la interpretación en torno al símbolo, que se
desprende de la condensación significante. La primera constatación responde
al conjunto de petroglifos que analizaré a continuación. Este se encuentra en
las aturas de los cerros, siguiendo un afluente del Aconcagua en la zona de
Jahuel. Por lo tanto están orientados en torno al río, sus causes y canales, y
por otra parte hacia las zonas de plantaciones o agricultura, tal como habíamos
señalado algunas páginas atrás. Entonces, tenemos un conjunto significativo
que se encuentra situado en la intersección del curso de las aguas y la
producción de plantas. De los tres grupos de petroglifos investigados en
Jahuel, en el tercer conjunto y en el más orientado hacia la parte superior de la
cuenca, se encuentra la figura de un sacrificador. Este tema de la figura
humana portando una cabeza y un cuchillo de sacrificio en sus manos, no es
nueva y se la puede encontrar en Mesoamérica, y de la misma forma en el
mundo Andino, y el Amazonas. En Chile hasta ahora la figura de este tipo, más
austral, se encuentra en Copiapó en la Quebrada de las pinturas. La mitología
del sacrificador la podemos encontrar en las tradiciones culturales al norte del
continente, a través del texto mítico religioso de los maya quiché, el Popol
Vuh, allí se expone un conflicto entre linajes, correspondientes entre sí,
respondiendo a una mitad de arriba representada por los Hun Hunhpú y la
mitad de abajo, o del inframundo encabezada por el linaje de los Siete Came.
Después de que los Hun Hunhpú son vencidos en el juego de la pelota, el
héroe es sacrificado en el inframundo mediante la decapitación, renaciendo su
cabeza en el árbol de la vida. En los templos formativos del antiguo Perú, la
figura del sacrificador aparece en lugares tales como Kotosh Kotosh, Chavín de
Huantar, Cerro Sechín, así como en los tejidos Parakas, o en la lítica de las
culturas asentadas en el ámbito lacustre del Titicaca, desde donde surgirá la
civilización de Tiwanaku.52
50
   Niemeyer, Hans. Variación de los estilos de arte rupestre en Chile. En: Actas del VII
Congreso de Arqueología. Sociedad chilena de Arqueología. Sociedad Arqueológica del Maule.
Altos Vilches, 27 de Octubre al 1° de Noviembre 1977, p 654.
51
   Se ha planteado incluso la no existencia de un estilo Aconcagua basado en el signo
escudo.Véase: Troncoso, Andrés. Deconstuyendo el signo escudo y estilo Aconcagua:
reconstruyendo la problemática rupestre en chile central. En: Boletín de la Sociedad
Chilena de Arqueología. Número 33/34, diciembre 2002, p 17-19.
52
   Ver: El mundo ceremonial Andino…Op. Cit;
El símbolo del sacrificador ha sido tan fundamental en la organización de las
sociedades de mitades que ha traspasado el tiempo y ha quedado consignado
en la escritura española. Al trabar conflicto con las sociedades de los valles del
norte inmediatos a Aconcagua, el capitán Alonso de Monroy es capturado por
guerreros mandados por Aldequin, señor de la mitad de arriba del valle 53. La
crónica relata que fueron trasladados como prisioneros con las manos atadas
y sogas en la garganta:

        “…Los llevaron hasta donde estaban los señores, y los/ presentaron
        ante ellos, y ellos hizieron su acatamiento a usanza de los yndios, por
        aviso que les dio aquel español que allí estava con ellos, y que les
        besasen los pies, y asi lo hizieron […] Y presentados ante ellos les
        bolvieron los rostros hazia el oriente, mirando al sol. Y luego salio un
        yndio bestido como un clerigo - y éstos estan dedicados para aquel
        efeto- / con un hacha en las manos, y se puso hazia el sol haziendo un
        parlamento en su lengua, y adorandole, y dandole gracias por la victoria
        que avian tenido. Y con aquella hacha amagava a los dos españoles –
        ciertas veces,- como que les querian hender las cabezas”. 54

Uno de los rasgos que escandalizó a los europeos, fueron los sacrificios
humanos y la antropofagia presentes en las culturas y civilizaciones del
continente. Las mitades canalizaban periódicamente estos sacrificios entre los
linajes bipartitos, a través de la captura de prisioneros (mediante las
denominadas borracheras). Ahora bien Raphael Girard, se ha referido a que los
estudios sobre el sacrificio humano y antropofagia ritual, han resaltado su
causa ostensible en torno a la venganza de sangre. Sin embargo, se ha dado
poca importancia hasta ahora al objetivo primordial de esa institución, que al
parecer consistiría en promover la fertilidad y vitalidad de la tierra para lograr
buenos frutos, así como la fecundidad y vitalidad humana, conceptos siempre
asociados a los cultivadores indoamericanos.55 Se puede entonces examinar la
simbólica del sacrificador en un orden “interno”, que explica las relaciones entre
ancestros y parientes. La guerra y la captura de prisioneros responde a una
práctica de tipo regenerativa, en donde el rito del sacrificio presenta la siguiente
secuencia: guerra - captura de prisioneros – cautiverio - sacrificio humano-
antropofagia, corte de cabeza del prisionero, y el desmembramiento de su
cuerpo, realizado entre linajes antagónicos complementarios, tal como ha sido
descrito en el Popol Vuh. En esta dimensión interna o del adentro de la mitad:

        “El prisionero representaba al parecer al propio muerto, y a la vez, a la
        victima que se inmolaba a través de aquél (…) Incorporado de este
        modo al grupo vencedor era considerado como uno de sus miembros.
        Se le conducía a la choza que ocupo el muerto y quedo vacía al ser

53
   Se señala que el requerimiento de los guerreros indígenas era la busqueda de las cabezas
de los españoles: “Y visto por el cacique que los indios se avian buelto syn llevar las cabezas
de aquellos dos españoles, mandó a este mismo capitán que se apercibiese con setenta
yndios, y que llevasen las cabezas de aquellos españoles, y que les siguiesen hasta Atacama”.
Ver: Crónica y relación copiosa y verdadera…Op.cit., p 80.
54
   Ibid p 82.
55
   Historia de las civilizaciones antiguas de América (Tomo I)…Op,cit p 154.
llevado a la tumba. Le daban todo lo que pertenecía al difunto; las viudas
        se casaban con el. En una palabra, el prisionero sustituía por completo
        al difunto”.56

Hans Staden, el famoso cautivo entre los tupis escribe al respecto: “Cuando
traen para casa a sus enemigos, las mujeres y los niños los abofetean.
Después los adornan con plumas pardas, les cortan las pestañas de arriba de
los ojos, danzan en torno a ellos y los amarran bien para que no huyan. Les
dan una mujer para cuidarlo y también para tener relaciones con ella”.57 Esta
simbólica produce una asimilación total del otro, hermano en la estructura
ancestral del linaje. El español va a interrumpir este mecanismo, puesto que no
responde a un “pariente”. Sabemos que el español fue asimilado en este
complejo guerra - captura de prisionero, a través de las fuentes consignadas
para el área sur en la frontera del Bíobío, tal situación la describiremos más
adelante.


5.- Ciclos atmosféricos y sacrificios humanos: el símbolo del sacrificador
y la cabeza trofeo como desplazamiento de la guerra captura e ingestión
de prisioneros al cultivo del tubérculo.


El sentido, la guerra y los sacrificios humanos suscitan intervalos de tiempo,
que responden a épocas fijas en el año, estos por su parte, tienen que ver con
la producción de alimentos de tipo vegetal y animal. Por esta razón creemos
que la imagen del sacrificador en la mitad de arriba del valle Aconcagua
permitió orientar la captura del prisionero, de esta forma: “el ciclo agrícola,
unido a las condiciones climáticas de la zona, parecen haber otorgado también
un ritmo estacional y diferente a la vida de los agricultores. Información como la
que sigue induce a pensar que también la guerra (y la organización para la
misma) pudo ser también variable en el curso del año.58.

El mito de origen de este complejo socio-religioso es correlativo al cultivo de
los tubérculos. Expresa el primer momento de un cultura y una religión de
plantadores.59. .La tesis de Girard, sobre tal lógica, la observa en el sacrificio
paradigmático que se realiza en el Popol Vuh. El mito de origen de la causa
real del sacrificio y de la antropofagia en la escena espectacular de la
transformación instantánea del palo seco en frondoso árbol verde, cubierto de

56
   Girard, Rafael. Historia de las civilizaciones antiguas de América. Desde sus orígenes Tomo
I, colección colegio universitario 8, ediciones Itsmo España, 1976. pp. 159
57
   Staten, Hans. Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos.Edit. Argos
Vergara S.A. Barcelona 1983, pp 211-212.
58
    Ver: El valle de Aconcagua en el siglo XVI…Op.cit., p 30. Los rasgos que se pueden
desprender de los cultivadores del Aconcagua los ha señalado Girard a través de los informes
de viajeros y etnógrafos. Indicando: que: “sabemos que los plantadores primitivos
representaban en diversas formas la imagen de sus dioses tutelares: sonaja (maraca), poste o
porte – efigie, petroglifos, figurillas antropomorfas de madera o de de la, cruz foliada no
lograron alcanzar habilidad en la plática de la piedra ni su arte llego al grado de desarrollo e la
estatuaria monumental”. Ver Historia de las civilizaciones antiguas de América (tomo
I)…Op.cit.,216.
59
   Historia de las civilizaciones antiguas de América (tomo I)…Op.cit., p 168
frutos, desde el momento que se coloca en el la calavera del Dios sacrificado y
en la transformación de su restos en raíces alimenticias...60

Podemos mencionar un ejemplo extraordinario, donde los españoles son
sometidos al ritual, dentro de la lógica: guerra - captura de prisioneros y su
orden simbólico, a partir de la asimilación ancestral y la reproducción de la vida.
El capitán Alonso González de Nájera, nos describió hacia el 1600, la compleja
estructura guerra-captura de prisionero, entre las poblaciones del centro-sur del
territorio:

       “Muchas veces se congregan los indios a festejar sus borracheras, y
       señaladamente cuando han tenido alguna victoria de los nuestros.
       Júntanse, pues, en un ameno y verde campo cerrado de arboledas, con
       gran provisión de cántaros de sus bebidas, de que llevan cargadas sus
       mujeres y en el medio del llano plantan un pimpollo o árbol nuevo de
       limpio y derecho tronco, y en la cima muy acopado de hojas, el cual
       árbol llaman de canela (aunque no es de los verdaderos que la crían).
       En lo alto a la redonda de sus ramas ponen las cabezas de los
       españoles que han muerto, cada una en su rama, de manera que se ven
       los rostros desde fuera, las cuales tienen adornadas de flores y
       guirnalda, y aún le ponen sus mismos zarcillos algunas indias”61

También nos deja consignado el desmembramiento ritual el cuerpo y la
utilización de este para fabricar instrumentos:

       “…sus confusos y bárbaros instrumentos de tamboriles y cornetas
       hechas de canillas de piernas de españoles, que hacen un són mas
       desconcertados y triste que alegre, bailan todos moviéndose a unos
       mismos tiempos […] y al mismo són van también tirando los caciques
       las cuerdas de lana desde sus bancos dó están de piés, de manera que
       al compás del general movimiento y modo de común baile hacen
       también menear o bailar las ramas con las cabezas que están en ellas62”

Los instrumentos realizados con el sacrificado permiten según Guillaume
Boccara hacer hablar al muerto, hacer música con su alma recalcando que el
chamán utiliza el ralicultrun y la flauta como instrumentos extáticos de
comunicación entre los hombres y los habitantes del más allá.63 También la
creencia que la fuerza vital reside en los huesos.

Las cabezas trofeos en este sistema cumple una función mágica, pues en ellas
radica la localización del alma, en el caso de la guerra con el español, el acto
de la decapitación simbolizaba también, un ejercicio de superioridad con el otro
en este mundo y en el del más allá64:


60
   Ibid p 172
61
   González de Najera, Alonso. Desengaño y reparo de la reina del reino de Chile. Imprenta
Ercilla Santiago de Chile 1889, p 54.
62
   Ibid p 55
63
   Ver: Los vencedores…Op.cit., p 155.
64
   Ibid pp 162-163..
“suelen traer destos bárbaros en estos juegos, puestas máscaras de la
       piel seca y amoldada de rostros españoles estimando en mucho las que
       tiene mucha barba y bigote. Hacen de las calaveras vasos para beber,
       pintados de varios colores, teniéndolo a gran blasón, especialmente si la
       cabeza ha sido de algún español señalado”.65

La figura del sacrificador ubicado en la mitad de arriba del complejo
Aconcagua, como un centro religioso en donde los sacerdotes/sacrificadores
encargados de realizar los ritos de renovación y fertilidad, son quienes
finalmente canalizan la energía del sistema. El punto nodal de
retroalimentación cósmica se presencia en los petroglifos, mediante imágenes
de animales – símbolos, como batracios o lagartos, los cuales nos indican la
necesidad que tiene el hombre, de vincular el control de las aguas a la función
ritual del sacrificio y la sangre como riego reproductivo. Es muy probable que
los periodos que marcaban la belicosidad complementaria entre las mitades
estuviesen dirigidos por periodos astronómicos dados entre los solsticios y los
equinoccios. Cuestión que no se puede afirmar todavía, pero que le daría una
coherencia significativa al conjunto de petroglifos, más bien como un proto
templo, de carácter astronómico, donde el hombre de Aconcagua aprendió a
transmutar las fuerzas de reproducción psicofísicas y a controlar de manera
efectiva las cuencas hidrográficas.




65
  Ibid p 56. Gonzalez de Najera señala a un español llamado Urbaneja que había sido muerto
en la provincia de Paicavi, su cabeza: “..de que estaba hecho un vaso labrado por de fuera de
varios colores, como esmaltes con le cual bebía un cacique teniéndolo por grandeza” (p 56).
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Anónimo
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Bello. Santiago de Chile.
Anexos

               Poblamiento Americano




Flujo migratorio desde la última glaciación de Wisconsin




 Ruta de penetración de los pueblos asiáticos a norte América
El puente natural entre Asia y América dejó que la megafauna migrara y el hombre detrás de
                                            ellos.
Puntas de proyectil de los primeros cazadores de Norteamérica




Puntas de proyectil del periodo Paleoindio, pertenecientes a Norteamérica, excepto la figura
del recuadro superior derecho que corresponde a la punta de proyectil llamada “Cola de
pescado”, característica de Sudamérica, y que fue encontrada entre los huesos de
mastodontes, en San Vicente de Tagua Tagua, Chile.
El Chaman Siberiano, prístino manipulador de lo sagrado, que entra al continente con las
                primeras migraciones mediante el estrecho de Bering.
Periodo Arcaico y las tradiciones de los cazadores recolectores y
               cazadores recolectores marinos.
Figura superior, anzuelo de concha y figura inferior azuelo de punta de cactus, dos logros
técnicos desarrollados por el hombre del periodo arcaico, en su adaptación al nuevo paisaje
Prost glacial, específicamente al litoral costero.
Momias de la cultura Chinchorro, desarrollada desde la costa peruana de ilo, a la región de
Antofagasta en Chile, marca la culmine de la adaptación a la costa del hombre Arcaico.
Periodo Formativo y Templos
Templo de las manos cruzadas perteneciente a la fase Kotoch, la posición contrastante de los
brazos y estar ubicado en los lados opuestos del eje del edificio, proponen que el friso exprese
el sentido general del dualismo u oposición complementaria, mas que la simple dicotomía
masculino/femenino. (Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial andino
temprano: un repaso comparativo. En: El mundo ceremonial andino, editorial horizonte,
Lima, 1994.
Frisos de Cerro Sechín costa norte de Perú. Se aprecia un fuerte culto religioso en torno del
sacrificio y desmembramiento del cuerpo, además con fuerza aparece el tema de la cabeza
trofeo, ver figura inferior.
Suprema deidad de Chavín: la posición de esta criatura sobrenatural expresa gráficamente la
oposición dual. La garra de su brazo derecho esta levantada mientras que su brazo izquierdo
cuelga hacia abajo en ele costado, como si estuviera balanceando las fuerzas opuestas del
cosmos. Y como ara seguir subrayando este punto, la mano derecha se muestra con la palma
abierta, mientras que solo se observa la parte posterior de la mano izquierda. De este modo la
posición del cuerpo del lanzón opone la derecha con la izquierda, arriba con abajo, y adelante
con detrás. (Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial andino temprano: un
repaso comparativo. En: el mundo ceremonial andino, editorial horizonte, Lima, 1994
Grabado rupestre perteneciente a la fase isla en el alto Loa, San Pedro de Atacama, Chile. Se
caracteriza por un personaje central que recuerda al personaje de los dos cetros de Tiwanaku,
es importante señalar la ideología dualista a través de la presentación de un camélido bicéfalo.
(Berenguer José (et al) Secuencia del arte rupestre en el alto Loa. Una hipótesis de
trabajo. En: Estudios en arte rupestre. MAPCH, Santiago 1985)
Figura del Sacrificador en textiles Paracas, costa sur de Perú
Cabeza trofeo momificada, que se dibuja en las cerámicas Nazca, semejante a las cabezas de
los jíbaros , y especialmente a la de los aguarunas : un corte horizontal divide al hueso occipital
de los parietales, vaciando toda la masa encefálica; extracción de las sustancias carnosas
dejando libre solo la piel, la que es rellenada por dentro de algodón, mezclado con ciertas
sustancias químicas, taponamiento con manojos de trapos con algodón , las cuencas oculares
y unión de los labios con espina de cactus. (Roselcastro, Alberto. Arqueología sur del Perú,
editorial universo, Lima, 1977)
Cultura Aconcagua
Panoramita del cementerio de túmulos de Bellavista. (Sánchez, Rodrigo, Massone, Mauricio.
Cultura Aconcagua, dirección de bibliotecas, archivos y museos, Santiago, 1995)
Petroglifo de la cuenca de Jahuel, mitad de arriba del valle del Aconcagua. Se aprecian figuras
antropomorfas estilizadas de carácter lineal. Abajo se puede apreciar la cuenca con el río con
las zonas de agricultura adyacentes. Fotografías: Patricio Cisterna
Segundo grupo de petroglifos, ubicados en el cerro “El Zaino””, en la figura de arriba conjunto
de figuras cuyo protagonista central es el sacrificador. Abajo, se aprecia una figura zoomorfa
(batracio) que simboliza el agua. Fotos: Patricio Cisterna
En la fotografía superior se aprecia la figura del sacrificador, en los conjuntos simbólicos de
Jahuel. Abajo en el margen superior izquierdo, podemos ver al sacrificador de quebrada de las
pinturas, Copiapó. Recordemos que Vivar, describió esta misma imagen en la región de
Atacama. Fotos: Patricio Cisterna
Aquí se aprecia una figura antropomorfa con apéndices radiales y portando una particular
vestimenta, al parecer en su mano derecha porta un hacha o báculo. Debajo de formas
zoomorfas del cerro el Zaino. Fotos: Patricio Cisterna.
La mitad de arriba del valle del Aconcagua, su cuenca hidrográfica. Los petroglifos se
encuentran direccionados en torno al curso del río, dominando prácticamente toda la cuenca.
Abajo se puede apreciar la figura de un lagarto. Fotos: Patricio Cisterna
Se puede apreciar con mayor precisión el emplazamiento de los petroglifos. En torno a los
cursos de agua y a los campos de cultivo. Fotos: Patricio Cisterna.
Arriba se puede apreciar un canal contemporáneo montado sobre una antigua acequia, como
las que describió el cronista Jerónimo de Vivar para el mismo valle del Aconcagua. Abajo uno
de los símbolos característicos de la cultura Aconcagua, el denominado signo escudo, Fotos:
Patricio Cisterna.
Nacimiento de los nobles mixtecos del árbol de Apoala. Foto tomada del códice Vindobonesis
(Florescano Enrique, Los orígenes del poder en Mesoamérica editorial FCE, México, 2009)
El árbol de las cabezas descrito por el cronista Alonso González de Nájera en el sur de Chile,
Reconstrucción: Patricio Cisterna
Aldeas estructuradas a través del principio dual y de división. En todas se aprecia el eje Norte-
Sur, que corta a la aldea. Fuente: Strauss, C. Levi, Tristes trópicos, Editorial Eudeba. Buenos
Aires Argentina, 1970.
Culturas prehispánicas del valle central de Chile: sociedad y cosmología

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Culturas prehispánicas del valle central de Chile: sociedad y cosmología

  • 1. “LA CULTURAS PREHISPANAS DEL VALLE CENTRAL DE CHILE: SOCIEDAD Y COSMOLOGÍA” Patricio Cisterna Alvarado Doctor en Etnohistoria Universidad de Chile Universidad Diego Portales Facultad de Ciencias Sociales Carrera de Licenciatura en Historia 1.- Antecedentes Generales del poblamiento de la región. Aunque todavía los especialistas discuten sobre la antigüedad del hombre en América, y sobre sus posibles patrones de poblamiento en el continente, se sostiene de manera general, que sus desplazamientos mantienen un sentido norte-sur. La interpretación del material arqueológico nos señala que las primeras migraciones del hombre, se realizaron hace aproximadamente 30.000 años A.C., en tiempos del pleistoceno, cuando grandes masas de hielo avanzaban por el planeta. Provenientes de Asia, siguiendo a los grandes animales de la era del hielo, las bandas de cazadores cruzaron por el estrecho de Bering, y se desplazaron en la medida que necesitaban alimentarse, y también cuando las barreras naturales se lo permitían. La evidencia arqueológica señala su paso hasta el extremo sur del continente1. En este sentido, cuando queremos estudiar a las sociedades que se establecieron en el valle central del actual territorio nacional, debemos remontarnos a fechas tan antiguas como lo son las del hombre cazador de la era glacial, en este sentido, el valle central se encuentra localizado entre sitios arqueológicos de considerable antigüedad, tanto por el norte como por el sur. Para citar los más cercanos emplazamientos arqueológicos que revelan la prístina ocupación del hombre en la zona central; se puede mencionar por el norte semiárido a Quereo, ubicado en una quebrada cercana a los Vilos, allí se encontró en un depósito lacustre sepultado a cuatro metros de profundidad vestigios de fauna fósil atrapada por cazadores del pleistoceno2. Las dataciones de radiocarbono sacadas de maderos asociados al sedimento denominado Quereo I, dieron dos fechas de 9.650 ± 190 y 9.450 ± 145 a.C3. 1 Fiedel, Stuart J. Prehistoria de América. Edit. Crítica. Barcelona 1996 pp 40-81. 2 En el Territorio semiárido (Copiapó Aconcagua), el régimen de lluvias era más intenso, ya que la actividad glacial fue mayor en las tierras altas, con avances que alcanzaron relieves bajos, cercanos a los 1000 m de altura. En la costa se formaron terrazas marinas bajo un régimen de gran humedad, donde se introdujo en parte el clima lluvioso de tipo valdiviano. En general los valles eran más ricos en cubierta vegetacional herbácea y arbórea, mientras que la pampa ubicada entre los valles verdeaban con mayor periodicidad, favoreciendo la concentración de fauna pleistocénica. Ver: Núñez, Lautaro. Los primeros pobladores (20.000? a 9000 a.C). En: Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista (Hidalgo, Jorge. Schiappacasse, Virgilio. Niemeyer Hans. Aldunate, Carlos. Solimano, Iván Editores). Edit. Andrés Bello. Santiago, p 14. 3 Ibid p 17. Señala Lautaro Núñez que los restos de grandes herbívoros como mastodontes, caballo americano, ciervo de los pantanos, roedores: “con técnicas de encierro golpearon el cráneo al caballo empantanado…se presume que existieron además ciertas prácticas de
  • 2. Lo que quiere decir que antes del noveno milenio el hombre estaba aprovechando el recurso proveído por la megafauna, complementando actividades de recolección, desplegando de esta manera, una gran movilidad por el territorio. Al sur de Santiago, en el valle de Cachapoal, localidad de San Vicente de Tagua Tagua, fueron encontrados en una antigua laguna gran cantidad de mastodontes evidenciando entre sus huesos puntas de proyectiles confeccionadas con cuarzo. En un antiguo pantano: “en el noveno milenio a.C. A través de un piso de 2,30 m de profundidad se ubicaron artefactos de piedra y hueso junto a los restos de grandes herbívoros datados entre los 9.420 a los 9.000 años a.C”. -Sin embargo la presencia de grande herbívoros anteriores a piso donde fueron faenados los animales hacen suponer a los arqueólogos que posiblemente el hombre los cazó antes de los 11. 000 años-4. Por otra parte en Monte Verde, localidad cercana a Puerto Montt, también es posible encontrar vestigios, en el lecho de un río se encontraron evidencias de extensos campamentos semi sedentarios, supuestamente habitados por cazadores de mastodontes con data de 13.000 años, arrojando información desconocida en torno al estilo de vida de este cazador de los hielos. La presencia de un campamento confeccionado con las defensas y pieles de mastodontes, así como la constatación de polen fósil, pertenecientes a diversas plantas medicinales, nos muestra un nivel extraordinario de complejidad social de este primer gran periodo que marca la presencia del hombre en América llamado paleoindio5. La retirada de los hielos en todo el continente significó una modificación del paisaje, dando forma a los actuales valles, lagos y montañas. El cambio climático fue un estímulo para el hombre, quién al desaparecer los grandes animales, debió adaptar su tecnología al nuevo ambiente, aprovechando todos los recursos del emergente escenario geográfico. Los especialistas han llamado Arcaico a este período de experimentación ambiental, donde los hombres afianzaron su tránsito a la civilización, es aquí donde se conseguirá el conocimiento que conducirá posteriormente a la domesticación del ganado, y de flora silvestre la cual será transformada en agricultura. Cercano al mencionado sitio de Tagua Tagua, en la misma laguna mencionada anteriormente situada en una colina, se encuentra uno de los sitios arqueológicos más importante del período Arcaico; Cuchipuy allí los recolección de vegetales, ya que junto a la zona de caza existía un bosque muy similar al que actualmente existe en el lugar” (p 17). 4 Los primeros pobladores (20.000? a 9000 a.C). En: Culturas de Chile. Prehistoria...Op.cit., pp 17-31. Los cazadores golpearon con bloques de piedra el cráneo del mastodonte: “…tal vez con tácticas previas de acorralamiento con huso de antorchas. El faenamiento ocurrió en el mismo lugar, puesto que hay huesos con marcas del paso de cuchillos, llevándose tal vez ciertas piezas hacia los campamentos emplazados en zonas más secas. Estos cazadores usaron lascas de piedra para confeccionar cuchillos bifaciales muy bien tallados a presión, incluyendo también obsidiana” (p 19). 5 Dillehay, Tom. The setllement of the Americas. A New Prehistory, Basic Books. Nueva York 2000. La presencia de gran variedad de plantas de carácter medicinal hacen pensar al arqueólogo norteamericano T . Dillehay, la presencia de un especialista en lo sagrado de raigambre chamánica.
  • 3. arqueólogos obtuvieron fechas que van desde los 14.000 a los 8.000 años, y por lo tanto se piensa que aquí ocurrió la transición conjuntamente con el cambio climático (Optimun Climaticum), que significó el término de las glaciaciones y la presencia del actual clima denominado Holoceno. Se encontraron numerosas osamentas humanas asociadas a puntas de proyectil con bases pedunculadas similares a las halladas en la localidad de Huentelauquén, ubicación que se encuentra en el norte del país. También se encontraron adornos de piedra y concha, leznas y punzones de hueso, morteros de tipo cónico y piedras para moler de superficie plana.6 Estos eventos dan lugar al inicio de la explotación de los recursos combinados de ríos, lagos y litoral, en el fértil territorio central. Los hombres de este periodo se movían estacionalmente entre las cuencas continentales y la costa, con más énfasis en relación al territorio semiárido, pero mantenían sus campamentos bases en los ambientes lacustres, donde se fijaron los cementerios de más alta densidad.7 Existen Conexiones en el valle central con eventos ocurridos en el valle del Mapocho, Cajón del Maipo (alero rocoso del Manzano) y el valle de Aconcagua. La ocupación de la cueva de los Piuquenes durante esta época, nos señala la consolidación en torno a la ocupación de la cordillera por parte de estas poblaciones. Las investigaciones arqueológicas coinciden en una ocupación de los cazadores recolectores evidenciada en todo este territorio: “Considerando las condiciones ambientales y el registro para áreas mejor conocidas como el Cajón del Maipo, sería aceptable encontrar sitios de este período en todas las zonas altas de Aconcagua, tales como Campos de Ahumada, el estero de Jahuel, el curso superior del río Putaendo, las nacientes del estero Pocuro y, por supuesto, en los ríos Juncal , Blanco y Colorado”.8 Los cazadores recolectores se caracterizaran por la presencia de una particular punta de proyectil con pedúnculo utilizada en una hasta de madera, que hacía las veces de lanzador del proyectil, instrumento extraordinario para la caza que ha sido denominado estólica. El instrumento sirvió para cazar a un camélido que estuvo estrechamente ligado a los desplazamientos trashumantes de los hombres de este período: “…el guanaco aparece como la presa de caza significativa a juzgar por la cantidad de restos óseos de esta especie que aparece en los depósitos, con huellas de haber sido cortados, fracturados y quemados. Junto a las puntas de proyectil pedunculadas utilizadas para la caza, aparece en estas capas otros muchos instrumentos especializados tales 6 Katlwasser, Jorge. Medina, Alberto. Aspillaga, Eugenio. El hombre de Cuchipuy. Prehistoria de Chile central en el periodo arcaico. Revista chungara n 16 17 Universidad de Tarapacá Arica Chile octubre 1986. 7 Ver: Los primeros pobladores…Op.cit., p 30. 8 Pavlovic, Daniel. Ocupación Humana Prehispánica en las montañas de Aconcagua y Chile central. En: Estudio de la vida en las montañas de Aconcagua (varios autores).Edit. Corporación CIEM Aconcagua. San Felipe Chile 2007, p 60.
  • 4. como los raspadores para el curtido del cuero, raederas para el raído de distintas materias primas.9 De esta forma, el hombre del arcaico pobló y se adaptó a las disímiles zonas ecológicas, de preferencia la cordillera fue ocupada durante la época estival, en un momento que presentaba gran variedad y cantidad de recursos. Entre estos se contaban las manadas de guanacos, un camélido silvestre que constituía la presa de caza más importante de estos cazadores recolectores, y que en verano, se mueve a las planicies cordilleranas que están cubiertas por los pastos producidos por el derretimiento de las capas nivosas.10 Resumiendo, el período arcaico significó un tiempo de experimentación y adaptación de los hombres a diversos ambientes, las sociedades de cazadores y recolectores aprovechó el recurso costero, cordillerano, de valles y lacustres. Incorporando diversos ambientes a sus estrategias de sobrevivencia. La movilidad del hombre fue de carácter estacional, en función del recurso, así por ejemplo el cazador siguió al Guanaco a través de las estaciones entre el invierno y verano, estableciendo campamentos intermediarios entre la alta cordillera y las zonas de vegas y pastos, sustentando dicho movimiento al conocimiento de los ciclos de la naturaleza, lo que sin duda llevó a éstos a la domesticación de animales y plantas. Este proceso se logró finalmente a través de un conocimiento más estrecho de los ciclos astronómicos alrededor de la siembra, así como también sobre aquellos que advertían las crecidas de las aguas o el ciclo atmosférico. El siguiente período cultural coincide, precisamente con la consecución de la de la ganadería, la agricultura, y la alfarería, con las siguientes formas de asentamiento permanentes, como también la aparición de sistemas de aldeas con organizaciones complejas. Sistemas de inhumación residencial (cementerios de túmulos), sistemas de santuarios en los cerros (Petroglifos). Esquemas mito-religiosos, expresados en una simbólica dualista del espacio y en la persistente observación astronómica que les permitió conseguir sistemas calendáricos, adecuándolos a sus actividades rituales en torno de la naturaleza. Al igual que el arcaico, la siguiente etapa que abarcará el mundo mesoamericano y andino, será conocida como formativo, este tiempo se destaca por ciertos patrones comunes por las que debieron atravesar las sociedades humanas en su tránsito a la civilización. Los arqueólogos han definido etapas en la medida que los grupos humanos alcanzan la complejidad religiosa política y económica, estas sin embargo no son uniformes para todo el continente, y de acuerdo al criterio de antigüedad cronológica en la gestación de la tradiciones culturales, se sigue una clasificación donde se pueden 9 El autor comenta que el guanaco proporcionó alimento y proveyó al hombre de distintas materias primas y materiales fundamentales para la subsistencia de estos grupos. La piel se podía aprovechar para generar vestimentas, y sus huesos para elaborar diferentes artefactos. 10 Pavlovic, Señala también que fuera de la misma cuenca de la laguna del Copín, en las vegas del mismo nombre y en farellones rocosos adyacentes también se han registrado talleres líticos y posibles campamentos, tanto en los espacios abiertos con excelente visibilidad del entorno como en aleros rocosos de pequeño tamaño. Ver: Ocupación Humana Prehispánica en las montañas de Aconcagua y Chile central...Op.cit., p 57-59.
  • 5. distinguir áreas nucleares y áreas “marginales”. Aunque este sistema de descripción de la mitohistoria de las civilizaciones que se han desenvuelto en este continente11, dificulta la comprensión en la gestación de la civilización de las culturas locales, aunque sigue siéndonos útil, porque permite describir ciertas formas o patrones culturales que se repiten en el espacio, y en el tiempo, ya sea porque vienen de las “áreas nucleares", siguiendo flujos migratorios a través de los intercambios materiales o expresiones religiosas, las cuales pueden desplegarse de manera pacífica o militarizada. En este sentido la etapa que nos ocupará de aquí en adelante, es conocida (y utilizada para la zona centro-sur chilena) como agroalfarero, distinguiéndose dentro de ella sub periodos: temprano medio y tardío, coincidiendo este último con la llegada de contingente militar Inca, quienes implantaron una serie de curacazgos en su expansión imperial hacía el sur del continente. Finalmente culmina este agroalfarero tardío con la colonización española. De esta manera, la zona centro sur ha sido definida como el área andino meridional, para hacer hincapié en las diversas influencias que ésta recibe de una zona nuclear como lo fue el mundo andino, y para indicar que esta región también llamada por los colonizadores ibéricos la finis terrae, participó del predominio de las civilizaciones del centro12. 2. La cultura Aconcagua en el contexto del mundo Andino Bajo el rótulo de cultura Aconcagua, podemos describir sociedades que se adataron en la cuenca de los ríos Maipo y Mapocho con una marcada identidad, expresadas en un conjunto de patrones arte-factuales, cerámicos o líticos y también por las formas características que adquirieron sus asentamientos. Las evidencias indican que esta área recibió influencias en lo inmediato, de tradiciones provenientes del norte chico y transcordilleranas, de manera que también fue órbita de la gran unidad/diversidad cultural que representó al mundo andino. La cultura Aconcagua fue una sociedad de ceramistas, pastores, cazadores que habitaron entre el río Aconcagua y Angostura de Paine. Estos habitantes supieron canalizar las aguas de los afluentes cordilleranos produciendo cultivos en las mejores tierras para ese efecto. Estas poblaciones prolongaron su existencia entre los novecientos y mil quinientos d.C. Recibiendo influencias de la ocupación Inca y posteriormente la española. 11 Me refiero al incomodo término de América, o pre-colombino, sabemos ahora, que estos son formas geoclasificatorias, originadas en el sistema colonial, y con amplias repercusiones en las teorías de las ciencias sociales. Tales conceptos más bien funcionan como un encubrimiento. Los propios aborígenes sobrevivientes; los Kuna de Panamá y Colombia han el término ABYA YALA para referirse a este continente, significaría en plena madurez o tierra de sangre vital. 12 Siempre se piensa en los núcleos de la civilización Por ejemplo El lago Titicaca, las sierra o la línea costera del actual Perú. No obstante esta visión está comenzando a cambiar, el descubrimiento de un templo en San Pedro de Atacama, hace dos mil años abrirá las discusiones sobre las gestaciones mítico religiosas, al poner en evidencia la antigüedad considerable del templo, en relación a los desarrollados en el área nuclear Titicaca. Ver: Núñez Lautaro (et al). Emergencia de comunidades pastelistas formativas en el sureste de la Puna de Atacama, En: Estudios atacameños. Arqueología y Antropología Surandina, N° 32, Universidad Católica del Norte. Instituto de investigaciones arqueológicas y museo R. P. Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama Chile, 2006, pp. 93-113
  • 6. Históricamente estas poblaciones recibieron el nombre de Pikunche13, aunque ya hemos visto que bajo este término se oculta un grupo humano diverso y complejo que recibió influencias de diversas tradiciones, sin embargo supo mantener un conjunto de rasgos identitarios en el espacio que ocuparon. Precisamente me referiré a las características fundamentales de la cultura Aconcagua, para examinarla a través de otras tradiciones culturales con las cuales también esta cultura se ha cruzado. Las fuentes arqueológicas, es decir, los vestigios de ésta, serán contrastados con la información documental, plasmada por cronistas que avanzaron por el territorio y que dejaron valiosa información sobre las poblaciones que observaban en su adelanto colonizador. Es necesario tratar con sumo cuidado gran parte de este material, puesto que los conquistadores ibéricos superpusieron la religión cristiana a los símbolos mitos y ritos más importantes de las sociedades conquistadas, invirtieron sus valores y el efecto de esa degradación inicial en la textura mitológica aborigen, fue la creación de una demonología cósmica, donde los ciclos de la naturaleza y los dioses fueron rebajados a la categoría de demonios y otros(dioses) asimilados a los santos de la iglesia.14 No menos problemático resulta también, recurrir a la antropología o etnología, ya que en gran medida sus presupuestos teóricos están cargados de racismo al igual que el conocimiento generado en las investigaciones históricas15. La etnohistoria en este sentido, bien alertada con los dominios con que trabaja (historia, antropología, literatura, lingüística etc.) puede ser útil para lograr una aproximación coherente del pensamiento mítico religioso del hombre andino, fundamento de sus ideas y de las prácticas que establecieron con su entorno terrestre y cósmico. De esta manera para comprender las relaciones señaladas de los antiguos habitantes del valle central, es preciso aproximarnos a sus estructuras simbólicas que aparecen diseminadas tanto en el espacio (nombre de lugares, asentamientos toponímicos, cementerios, santuarios, petroglifos etc.) así como también en la escritura originada durante la colonización del territorio. Uno de los fenómenos más sustanciales de las culturas y civilizaciones andinas, con los cuales se encontraron los conquistadores españoles, fue un 13 Sabemos que el nombre Pikunche no hace referencia a ninguna etnía en particular, sino más bien es un vocablo del mapudungun que implica un criterio geo-clasificatorio, como señala Salas, Adalberto: “En la literatura antropológica e histórica, se ha generalizado el uso de la palabra picunche para referirse a la población mapuche - hoy desaparecida- radicada a la llegada de los españoles en las tierras al norte del Bíobío, en particular en los valles del río Mapocho y río Maule. Está formada a partir del compuesto pikum-che “gente del norte” (pikum “norte” y che “gente”). No hay buenos indicios de que pikunche tenga o haya tenido el significado que le han dado los antropólogos e historiadores. Fue y es sólo un deítico – como el castellano «nortino»- y no el nombre de una parcialidad o subdivisión de los mapuches, internamente percibida como tal”. Ver: El mapuche o araucano. Edit. Mapfre. Madrid 1992, p 30. 14 Duviols, Pierre. La destrucción de las religiones andinas. Véase también mi tesis Doctoral. La memoria colonizadora. Procesos de inversión simbólica en la construcción de occidente (vol I- II). Tesis Para Optar al Grado de Doctor En Historia con Mención En Etnohistoria. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Posgrado. Santiago-Chile 2010. 15 Al respecto basta con señalar las fundamentales tesis de Bernal, Martin, sobre la constitución del pensamiento racial en occidente a través del paradigma o modelo ario, construido con las ciencias históricas, filológicas, lingüísticas y literarias producidas en la civilización occidental. Ver: Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica. Edit. Crítica. Barcelona 1993.
  • 7. sistema religioso y ritual que afectaba todo su ámbito existencial.16 Estaban organizadas a una escala micro y macrocósmica a través de un régimen dualista, en donde las oposiciones no eran irreconciliables como en el cristianismo sino más bien, eran intercambiables. Tal lógica de ordenamiento mental, social, y religioso, fue observada en los antiguos templos formativos del antiguo Perú, en Chavín de Huantar se encontró dicha lógica en la figura y forma de su principal Dios, éste se había modelado mediante el principio dualista, afectando todas las posiciones en el espacio; el Dios/animal, conectaba el cielo y la tierra a través de sus manos que enlazaban el arriba y el abajo, y el adentro y afuera.17 El dualismo complementario de raíz antiquísima, afecta de manera decisiva el orden sociopolítico, económico y religioso. Estas parejas de oposiciones (alto/bajo, masculino/femenino, verano/invierno, etc.), mediante las cuales el pensamiento andino concibe el orden del universo, se fundan en una lógica de la cual uno de los rasgos originales aparece como en los “juegos de espejos”, es decir, que los elementos que entran en una de las categorías clasificatorias, pueden sufrir desdoblamientos indefinidos que se cruzan, se superponen, engendran dualidades y complejas cuatriparticiones, dibujando configuraciones diversas según el punto de vista adoptado18. Se trata de una lógica global como nos señala Natham Wachtel: “…en las sociedades andinas rige a la vez las prácticas y las representaciones (a su vez incluida en las prácticas). Estas obedecen a un esquema general que ordena en un mismo movimiento, por así decirlo, los lazos de parentesco, la repartición de las tierras, la distribución del poder, las concepciones del trabajo, los ritos agrarios y pastorales, y finalmente las relaciones con los dioses”.19 También en la cultura Aconcagua se han registrado evidencias de una organización dual, o mejor aún como un sistema de división de mitades, donde la sociedad es vista como una unidad compuesta por dos mitades jerarquizadas, esta división fue encontrada en el valle del Aconcagua y la 16 No sólo las culturas andinas sino también, como mostraré más adelante, también el mundo de las antiguas poblaciones de Mesoamérica, se encuentran analogías en los mitos y en los símbolos. En general en todas las tradiciones indígenas encontramos elementos en comunes y esto se debe a un conocimiento ancestral y persistente en los movimientos y ciclos de la vida manifestados en la naturaleza y el cielo. Todas estas sociedades estudiaron tanto los vectores cósmicos como los terrestres, es más definieron sus espacios a través de su sacralización, de manera que el conocimiento acumulado permitió regular la organización social, política y religiosa, en unos principios mitológicos y simbólico. 17 Se trata del dios denominado Lanzón figura de granito encontrada en las galerías subterráneas del templo de Chavín de Huantar y es la más antigua representación de la suprema deidad de Chavín. Ver: Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial andino temprano: un repaso comparativo. En: El mundo ceremonial andino (Luis Millones Yoshio Onuki Compiladores). Edit. Horizonte.Lima Perú 1994, pp 98-99 18 Ver Wachtel, Nathan. El regreso de los antepasados. Los indios Urus de Bolivia, del siglo XX al XVI. Ensayo de historia regresiva. Edit. F.C.E. México 2001, p 538. 19 Wachtel precisa que no se trata de que una serie de equivalencias que asocie estos elementos término por término según un paralelismo simple, sino que su homología surge en el nivel de los principios generales de organización: se articulan en sistemas de relaciones, en los que los conjuntos y subconjuntos se definen oponiéndose unos a otros, pero donde también se repiten, se imbrican y se corrigen siguiendo criterios y perspectivas variables. Ver: Ibíd p 539.
  • 8. cuenca de los ríos Maipo y Mapocho.20 Recientes investigaciones han revelado una gran complejidad en la estructura interna del complejo Cultural Aconcagua evidenciada en los cementerios, donde se han establecido patrones espaciales, que se corresponden con las formas de sus cerámicas, - y sus motivos “decorativos” con particulares tratamientos de superficie y de color, éstos por su parte han sido concebidos mediante esquemas duales. A través de los restos encontrados el cementerio de Chicauma, ubicado en la comuna de Lampa, Provincia de Chacabuco, excavado desde 197921, se han obtenidos fechados radiocabónicos, así como la aplicación de nuevas metodologías que han permitido una mayor comprensión de los componentes materiales que realizaron los habitantes del valle central. Se ha registrado en extensos cementerios, en forma de túmulos, un patrón en torno de los ajuares y ofrendas funerarias, que tienen que ver con la posesión de alfarería entre los segmentos de la población incluyendo todas las categorías de sexo y edad. De esta forma, se ha apreciado que la cerámica es un elemento altamente sensible y significante frente al mundo de la muerte. Una de las formas cerámicas características de la cultura Aconcagua, es el motivo que surge de sus pucos alfareros en torno a un centro que sustenta tres apéndices radiales, dando origen a la idea de tripartición y movimiento. Lo interesante del registro arqueológico es que estos pucos, aparecen en la mitad de arriba del valle de Aconcagua, encontrándose con sus aspas a la derecha, así como también en la mitad de abajo del valle Maipo, pareciendo las mismas, pero vueltas hacia la izquierda. 22 La dirección dual de las aspas dibujadas en denominado trinacrio, orienta y diseña al mismo tiempo, significados sociales y espaciales como han señalado las investigaciones arqueológicas: “La cultura material, en sus manifestaciones estéticas, luego de definir la oposición espacial derecha versus izquierda la adapta para generar una cartografía simbólica del territorio Aconcagua, sin faltar nuestro intermediador por excelencia, el trinacrio. La especialización en lo que a la orientación del trinacrio se refiere, guarda estrecha coherencia con la oposición espacial que se manifiesta entre la cuenca del río Maipo- 20 Sánchez, Rodrigo. Massone, Mauricio. Cultura Aconcagua. Dirección de Bibliotecas y Archivos y Museos. Centro de Investigaciones Barros Arana. Santiago Chile 1995. Señalan los autores probablemente un sistema similar al incaico de hanan y hurin: “…de acuerdo al sistema, cada mitad se subdividía en dos, generando una red de complejas y dinámicas relaciones, que aún se siguen estudiando en sociedades andinas contemporáneas. Cuando los españoles llegaron a Chile central, el sistema se encontraba en plena vigencia” 21 Duran, A. Estudio arqueológico de un cementerio de túmulos “Aconcagua Salmon”. Tesis para optar a la Licenciatura en Arqueología y Prehistoria. Universidad de Chile. Santiago 1979. 22 Nos señala Sánchez, Rodrigo: en análisis de otros cementerios y sitios Aconcagua: “…fue posible sugerir una asociación del trinacrio con sus aspas orientadas hacia la derecha a adultos de sexo masculino, y de trinacrios con sus aspas orientadas hacia la izquierda a niños, adolescentes, adultos de sexo femenino y ancianos”. Ver: Cultura material, arte, monumentos y cuerpo en el espacio, prácticas mortuorias del complejo cultural Aconcagua. En: Hombre y desierto. Una perspectiva cultural N° 9. Instituto de investigaciones antropológicas Universidad de Antofagasta. 1995, p 285.
  • 9. Mapocho y la del Aconcagua, El trinacrio hacia la izquierda es característico de la cuenca Maipo-Mapocho y el con aspas a la derecha de la del Aconcagua”.23 Hemos visto que este tipo de organización dual es característica del mundo andino desde tiempos muy antiguos, los incas de esta manera, lo llevaron a un grado superlativo, puesto que clasificaban a sus dinastías cuzqueñas gobernantes en Hanan Cuzco y Urin Cuzco. El dualismo se manifestaba en la organización de los ayllus o grupos de parentesco, que aparecen agrupados en “parcialidades” hanan o urin , alaza o masaa, uma o urco, allauca o Ichoc, en distintos lugares de los andes. El Cuzco mismo estaba divido en dos mitades gobernantes y siguiendo la lógica del desdoblamiento dual, dividieron también su extenso territorio en cuatro partes o suyus al que denominaron Tawantinsuyu. 24 Ahora bien tal lógica en la organización dualista basado en la existencia de dos jefes, uno civil y el otro religioso, lo mismo que la división en mitades, son rasgos panamericanos muy antiguos, R. Girard lo ha visto entre los Tarascos: “…después del colapso de Tula, los chichimecas de Michoacán, que se convirtieron en tarascos adoptaron los usos y costumbres y la lengua de aquellos…Predominaron en el estado tarasco los mismos principios organizadores que fueron los más importantes entre los aztecas, a saber: a) El principio dualista basado en la existencia de dos jefes, uno cumpliendo con funciones internas, el otro con funciones externas. b) Ordenaciones de tipo competitivo en las cuales las dos partes quedaron ligadas mediante rivalidades institucionalizadas o conflictos reglamentados, reminiscencia, sin duda, de una antigua división en mitades”.25 La descripción del funcionamiento de las organizaciones de mitades se la debemos al antropólogo frances Claude Levi-Strauss, quién desarrolla una investigación en las aldeas de los Bororo, Amazonas, en torno a dicho sistema. Estas se agrupaban alrededor de un hito natural que dividía las mitades, (generalmente resultaba ser un río) según un eje norte sur, al norte se agrupan los chera y al sur los tugaré, según ha visto Levi-Strauss, el primer término significaba “débil” y el segundo “fuerte”, los grupos resultantes de esta partición a su vez, mantenían obligaciones reciprocas.26 Resulta entonces de sumo 23 Ibid p 286. 24 Dichos términos pueden ser entendidos como alto-bajo, derecha-izquierda, masculino- femenino, dentro-fuera e, incluso, cerca-lejos y delante-atrás. Por esa razón señala Pease, Frankñin, que: “Cuando se trato de describir al Cuzco mismo los cronistas privilegiaron la relación alto-bajo identificándola con los ámbitos en que se divido la ciudad sagrada de los incas, teniendo en consideración que cada uno de los dichos ámbitos o mitades (Hanan Cuzco y Urin Cuzco) estaban representados por una “dinastía” de gobernantes”. Ver: Los incas. Edit. Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima 1992, p 103. 25 Ver: Historia de las civilizaciones antiguas de América Tomo II. Edit. Istmo. Madrid 1976, p 780. 26 La mitades no solo regulan los casamientos sino también otros aspectos de la vida social. Cada vez que un miembro de una mitad se descubre sujeto de derecho o de deber, es en provecho o con ayuda respectivamente de la otra mitad, Así, los funerales de un cera están a cargo de los tugaré y a la inversa. Las dos mitades de la aldea son por lo tanto colaboradoras y en todo acto social o religioso implica la asistencia del que está enfrente, que desempeña el papel complementario que corresponde al primero. Esta colaboración no excluye la rivalidad:
  • 10. interés constatar este tipo de organización en una región que además de ser muy antigua ha sido un manantial de símbolos utilizados por los hombres andinos tales como el Jaguar o la serpiente, pero lo más importante es que podemos vincular las mitades a un complejo social y mitológico27, que puede ser relacionado con las actividades rituales y simbólicas de la cultura Aconcagua –volveré más adelante sobre este crucial aspecto de esta investigación- . Lo interesante es que desde los documentos españoles del siglo XVI, sobre las mismas zonas investigadas por la arqueología –como he mostrado- se puede constatar también, que sobre los valles de la zona central se ejerce un dominio dual. Uno de los mecanismos coloniales de reducción más escandalosos instaurado por los españoles fue la encomienda, el repartimiento de los indígenas mediante la recompensa a los hombres que integraban la hueste de conquista, tal como lo señaló Pedro de Valdivia en una carta al emperador Carlos V: “…repartí esta tierra, como aquí vine, sin noticia, porque así convino para aplacar los ánimos de los soldados, y dismenbré a los caciques por a cada uno quien le sirviese: y la relación que pude tener fue de cantidad de indios desde este valle de Mapocho hasta Mauli y muchos nombres de caciques; y es que, como estos nunca han sabido servir, porque el Inga no conquisto más de hasta aquí, y son behetrías, eran nombrados todos los principalejos, y cada uno déstos los indios que tienen son a veinte y treinta, y así los deposité después que cesó la guerra y he ido a los visitar; lo comienzo a poner en orden tomando a los principales caciques sus indios, haciendo como mejor puedo para que no se disipen los naturales que hay, y se perpetúe esta tierra”. 28 La constitución de la propiedad rural en Chile central, se organizó inmediatamente después de la distribución de la encomienda, de manera tal que cuando los habitantes fueron derrotados militarmente en tal contexto, se encontraron con la necesidad por parte de los encomenderos de aclarar las relaciones y los lazos de filiación que presentaban el conjunto de las unidades domésticas que habían sido repartidas, ya que como se puede desprender de hay un orgullo de mitad y celos recíprocos. También Levi-Strauss destaco el hecho de una subdivisión cuatripartita, según el eje norte sur que corta la aldea: “Toda la población nacida en el este de dicho eje se llama “de abajo”, y la nacida al oeste “del alto”. En lugar de dos mitades tenemos, por lo tanto, cuatro secciones, y los cera y los tugaré pertenecen en parte a un lado y en parte al otro. Ver: Tristes trópicos. Edit. Eudeba. Buenos Aires Argentina 1970, p 212. 27 Tal sistema que lo veremos más adelante, ha sido observado por los primeros occidentales en la selva amazónica, entre los más importantes se encuentra el viajero Holandés Hans Staden el famosos cautivo de los tupi durante el siglo XVI, y quién después de salvar de su cautiverio, escribió Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, este complejo mitológico vuelve aparecer en otra latitud, a través del texto sagrado de los mayas quiches, el Popol Vuh, traducido directamente de las tradiciones orales indígenas, por el padre Fray Francisco Xíménez, de la orden de Santo Domingo a principios del siglo XVIII. 28 Valdivia, Pedro. Carta al emperador Carlos V. La Serena, 4 de Septiembre de 1545. En: Cartas de Pedro De Valdivia que tratan del descubrimiento y conquista. Biblioteca de Autores Españoles. P 13. Se distingue en la cita a los cabezas de linaje llamados caciques por los ibéricos, o más correctamente los Lonkos de acuerdo al mapudungun, y los principalejos o conas es decir la parentela. Además es posible apreciar un sistema de organización territorial en torno de estos linajes con sus Lonkos (cuyo significado literal es cabeza de linaje).
  • 11. las palabras del propio Pedro de Valdivia al tener la posesión de los naturales se accedía también a sus tierras. Al sur de Santiago en 1549, el cabildo se adjudicó el monopolio de la explotación de los bosques que estaban situados en toda la tierra que era del cacique del Maipo, Millacaza y de toda su ribera desde la sierra hasta la mar. Una vez consolidado el poder peninsular en la región norte del valle central, los soldados comenzaron a demandar la propiedad de las tierras ocupadas por los caciques de sus encomiendas. En 1553 Juan Cuevas solicitó al cabildo que se le hiciera entrega “del pueblo que se dice Ranguelpaico, que es del cacique Leumoulen”. El mismo día Pedro de Miranda, Pedro de Gómez y Alonso de Cordova solicitaron las tierras de Huechuraba, Cachapoal y Talagante respectivamente.29 Sin embargo a raíz de la complejidad socio-espacial de los asentamientos indígenas regidos por el sistema de mitades, ocasionó que los repartimientos de indios realizados por Pedro de Valdivia en el Valle central, estuvieran marcados por tal confusión, que debieron ordenarse al menos dos tasas de tierras (La tasa de Gamboa y con posterioridad Gines de Lillo) para investigar los límites de los indios sujetos a encomienda y tierras. Sin embargo, esta confusión señalará también la causa del conflicto radicado en la propia estructura social indígena. Mario Góngora en su estudio de la formación social en Chile, nos señala que al repartir –Pedro de Valdivia- las encomiendas de indios en los valles de Quillota y Lampa a Marcos Veas le da: “ …la mitad de los indios de Lampa con la estancia que yo tenía señalada en aquel valle para el servicio de mi casa…a Francisco Hernández Gallego le concede la mitad de los indios de Lampa para que haga pago de cinco mil pesos que le prestó, y hace compañía con él sobre la mitad que retiene”30 También a Gonzalo de los Ríos le da: “…la mitad de los valles de la ligua y el papudo con todos sus caciques principales y con todos los yndios naturales y mitimaes subjetos a los caciques de la mitad de los dichos valles asy como yo los tengo en mi cabeza quedando la otra mitad de los dichos valles con los caciques e yndios”31 Leonardo León se explica estos conflictos socio-espaciales, a partir de la doble filiación de los indios, la cual habría sido causa de la confusión del español: “La doble filiación de los indios de encomienda a dos o más cacicazgos también produjo disputas respecto al derecho de acceso que tenían los españoles a sus tierras. Gines de Lillo presentó interesantes testimonios sobre un pleito de tierras en las encomiendas de Colina y Lampa 29 León, Leonardo. La merma de la sociedad indígena en Chile central y la última guerra de los Promaucaes, 1541-1558. Institute of Amerindian Studies. University of St. Andrew. Scotlan 1991, p 53. 30 Góngora, Mario. Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la constitución social aristocrática de Chile después de la conquista 1580-1660. Edit. Universitaria. Universidad de Chile. Santiago 1971, p 6. 31 Ibid p 6.
  • 12. durante el cual los respectivos encomenderos recurrieron a los ancianos del lugar para legitimar la ocupación de las tierras del valle de Liray. Estas tierras señalo el testigo indígena Quiñalpangue, “siempre ha conocido por los indios y caciques del dicho pueblo de Colina y en ellas han vivido los susodichos y tenido sus ganados y debajo de los límites que tiene declarado jamás han pasado los indios de Lampa ni tomado pesadumbre con los de Colina. Otro testigo indígena afirmaba que las tierras de Liray pertenecen a los pueblos e indios de Colina, los cuales siempre las han sembrado y vivido en ellas y tenido sus ganados como cosa suya por lo cual los dichos indios del pueblo de Lampa nunca las han ocupado porque no son suyas”.32 Al no existir cacicazgos ni caciques como ha querido ver para la región en estudio, el Historiador Leonardo León, (tampoco exactamente la forma social del ayllu andino) no encuentra solución de continuidad para la problemática expuesta. Por esta razón, la tendencia de las investigaciones ha sido desprenderse de los términos y conceptos políticos como caciques, cacicazgos, principales, principalejos, parcialidad, etc. que han entorpecido la comprensión de la “cultura Aconcagua” la cual hacía el siglo XVI comparte también una cierta unidad lingüística y cultural con el gran tronco mapuche33: Farga siguiendo los planteamientos de Osvaldo Silva, ha visto la estructura de parentesco para el Valle de Aconcagua, de la siguiente manera: “Las familias que constituían estos “linajes” ocupaban sus tierras “parcialidades” o “señoríos” ancestrales según regulaciones asentadas tradicionalmente y representadas en los jefe de familia, “caciques” y “cacique principal” (en el lenguaje español) según el número de parientes, la importancia del linaje y cierta jerarquía interna. Fuera de estos “cacique” de linaje(s), no existió otra autoridad central independiente”34. Agrega entonces que: “cada familia al interior del linaje “territorial” (“señorío” o “parcialidad”) tenía un representante o jefe no sabemos cual era el poder real que ejercía al interior de su grupo familiar pero hablaba y decidía por este en los asuntos concerniente al linaje “territorial”. Estos representantes son llamado “principales” en las crónicas aunque con tal palabra los españoles también designaron a prestigiosos miembros de los linajes”.35 32 Menciona León, que el testimonio de los indígenas sobre el uso exclusivo de Liray de parte de los naturales de Colina no estaba dirigido a proteger el derecho de los aborígenes a continuar la explotación de la tierra; lo que se perseguía era legitimar la vinculación del valle de Liray a las encomiendas hispanas. Ver: La merma de la sociedad indígena en chile central…Op.cit., p 53. 33 Cisterna, Patricio. Estructura social y dinámica segmentaria en Araucanía. En: Revista de Historia Indígena n° 1. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas 1996, p 65. 34 Farga, María Cristina. El valle de Aconcagua en el siglo XVI: un espacio social heterogéneo. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en Etnohistoria. Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Educación. Departamento de Ciencias Históricas Santiago 1995, p 52. 35 Ibid p 80. Al respecto el parentesco mapuche ha estado marcado por la polémica muchos de los rasgos sobre las características de linajes territoriales, han sido replanteados, en este sentido ver: Boccara Guillaume. Los vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época colonial. Edit. Ham. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama Chile 2007.
  • 13. Cabría agregar según lo que he sosteniendo en esta parte de la investigación, que este sistema de parentesco o de familias regidos por un principio de filiación patrilocal, se encuentra funcionando dentro de una unidad bipartita, o sistema de mitades. Fue Horacio Zapater quién describió este sistema en el mundo mapuche del siglo XVII.36 Quisiera contribuir a esta problemática con un documento anónimo (con toda probabilidad) perteneciente al padre Luis de Valdivia, artífice de la guerra defensiva en la frontera sur del reyno de Chile. En los inicios del siglo XVII; se hace referencia al Rewe (regua o rehue según es tránscrito en la documentación española) como una unidad territorial endógama, lo interesante es que el documento describe la articulación interna de este particular sistema de ordenamiento social: “Cada regua se divide en dos mitades que cada una llaman llacachuyu(a) que quiere decir la mitad de la población y cuando la una mitad es de gente mas principal que la otra la llaman nugal que quiere decir cabeza y rei y a la otra llaman huenchun, que quiere cabeza como gente hidalga […] En cada mitad destas hay un indio muy principal que llaman butaulmen que quiere decir señor mas principal de aquella mitad […] quinconas que son capitanes unos de a caballo y otros de infantería y muchos allenesboyes que son indios principales que hacen borracheras públicas, cada uno destos tiene sus quidudones que son los indios vasallos y no tiene ninguno más quidudones que su propios parientes y cada parentela esta asentada en un puesto, el puesto se entiende en tantas quebradas, tantos ranchos de paja divididos el uno del otro gran trecho a donde habitan”.37 Aunque la descripción ha sido generada en la región del Bíobío, nos es de gran utilidad porque se trata de esa gran unidad (con ciertas diferencias regionales) lingüística y cultural que encierra la tradición mapuche.38Nos ayuda a pensar que la presencia de los patrones adaptativos de estas familias extendidas, en torno de los valles y cuencas hidrográficas de la región de Aconcagua, Mapocho y Maipo, con una fuerte orientación al cultivo y por lo tanto, en el 36 Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros . Edit Andrés Bello. Santiago Chile 1978, p 61. 37 Memoria como se han de entender las provincias de los indios de Chile y algunos tratos particulares que entre ellos tienen con la declaración de los nombres de los caciques que de presente han dado la paz, y de los que la tienen dada de poco tiempo a esta parte que a todos se les han leído las provisiones por que la que la han dado de nuevo. En: Escritura y poder en el siglo XVI: La cuestión del indígena en la crónica de Vivar. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con Mención en Etnohistoria. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile 1997, pp 157-158. 38 Esto se desprende del análisis de la documentación temprana durante la colonización ibérica, como nos señala Silva, Osvaldo: “…la vasta zona comprendida entre le interfluvio Choapa Aconcagua y el río Toltén estaba ocupada por una población cuyo lenguaje no mostraba grandes diferencias. A partir de allí y hasta el golfo del de Reloncaví aparecen variaciones dialectales que se agudizaban en el archipiélago chilote. Tenían en común el ser productores de alimentos, la vestimenta, más gruesa a medida que bajaban las temperaturas locales y arreciaban las lluvias, la dispersión de sus viviendas, las prácticas chamánicas, los entierros, los juegos y las festividades ceremoniales o sociales calificadas como borracheras”. Ver: Hacia un redefinición de la sociedad mapuche en el siglo XVI. En: Cuadernos de Historia n° 14. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile 1994, p 8.
  • 14. manejo de las cuencas del territorio central, como observó el cronista Gerónimo de Vivar en 1558: “D´ este valle de la Liga al de Concagua ay doze leguas. Este valle de Aconcagua ay doze leguas. Este valle de Aconcagua es mejor y más abundoso que todos los pasados. Tiene tres leguas de ancho por las más partes, y por otra, poco menos. Tiene de la syerra a la mar XX leguas. Tiene ovejas y mucho mayz y algarrobales./ Corre por este valle un rrio caudaloso. Tiene sacado los naturales XX y dos açequias grandes para rregar todas las tierras que cultivan y siembran. Tiene pocos yndios que no pasan de mil y quinientos. Solía aver mucha gente”.39 Las observaciones del territorio realizadas por Cristina Farga son pertinentes aquí, porque nos específica las diferencias entre los valles, cuando expresa que: “…en Aconcagua, no todas las tierras requerían de grandes canales de regadío. Las zonas cultivables a ambas orillas del río son irregulares, pues estas se estrechan y ensanchan según la conformación de la cordillera y montes aledaños. El los lugares más angosto prácticamente los terrenos agrícolas acompaña el cauce de corredores largos y estrechos posibles de cruzar a pie en poco tiempo, y de regar con canales pequeños y simples tomados desde la orilla. En Mapocho, en cambio importantes canales de regadío y acequias cruzaban todo el valle; muchas de ellas fueron identificadas con le nombre del cacique principal del linaje que usufructuaba de dichas aguas o bien linaje, cacique, tierra y canal residieron una misma identificación por parte de los propios lugareños, los incas y/o los españoles”.40 En el caso de Aconcagua, al estar los cultivos siguiendo de de manera inmediatamente aledaña los cursos de agua, y a pesar de los sistemas de canalización, se debió contar con un sistema de computo que permitiera advertir con antelación las crecidas de los ríos que pudiesen destruir las sementeras.41 En este sentido, la producción agrícola estaba sujeta a un manejo, organización y socialización, que variaba -como ha señalado la autora- de los más cercanos a las fuentes hídricas, hasta los agricultores menos favorecidos por el tamaño y ubicación de sus tierras en relación a la disponibilidad del agua. 39 Vivar, Gerónimo De. Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile (1558). Colloquium Verlag. Berlin 1979, p 50. Las investigaciones en los sitios Aconcagua en la cuesta de Chacabuco confirman las observaciones del cronista allí se pudieron constatar acequias de regadío, y evidencia que testimonian un aprovechamiento intenso y extensivo de estos terrenos dentro del patrón agropastoril Aconcagua: “El rubro agrícola lo sustentaba la abundancia de implementos de molienda, tanto piedras como manos de moler, preformas de mano, trituradores y otros, sumados a importantes hallazgos y evidencias de productos vegetales: mazorcas y granos de maíz carbonizados, vainas de gramíneas, porotos, incluso con uno de sus cotiledones en excelente estado de conservación, semillas de calabazas carbonizadas”. Ver: Durán, Eliana. Rodriguez, Arturo. González, Carlos. Sistemas adaptativos de poblaciones prehispánicas en el cordón de Chacabuco. En: Actas del XII Congreso de Arqueología Chilena. Temuco 14 al 19 de Octubre de 1991, p 238. 40 Ver: El valle de Aconcagua en el siglo XVI…Op.cit., pp 25-26. 41 El autor ha estado en la parte alta del valle de Aconcagua en invierno y en el mes de septiembre, y a observado el papel destructor de las crecidas con gigantescos aluviones que han incluso modificado el paisaje, y recuerda muy de cerca fenómenos similares para la región de Atacama la baja en los pueblos de Ayquina y Toconce.
  • 15. La organización que se desprende del sistema de mitades fue diseñado por la cultura Aconcagua en torno a los valles, mediante principios de organización política dual, es decir, la jerarquía y sujeción de las parentelas a dos señores, quienes siguiendo las lógicas andinas, pudieron hacer frente primero; a organizar obras de regadío y canalización y segundo al control y manejo de las cuencas hidrográficas. Las mitades entonces permitieron ejecutar otro de los fundamentales principios de las sociedades andinas: la complementariedad, es decir, relaciones recíprocas entre ambas partes, dando lugar a un flujo de hombres y mujeres que lograron con éxito domesticar la naturaleza. 3.- Los valles de Aconcagua y Maipo, como sistemas de organizaciones duales: Michimalonko y Tanjalonko. Observaron los españoles en su avance colonizador que los valles de la zona central estaban controlados por poderosos señores, que se encontraban en conflicto Al momento en que Pedro de Valdivia atravesó el valle del Limari: “Y allegó quatro leguas antes del valle de Aconcagua a un valle chico que se dice Palta, donde tomó cierto sic yndios naturales, de los cuales se ynformo de la tierra, y dónde estavan los señores del valle, porque bien sabía que avía mucha gente y que hera velicosa/ y guerreros. Por estas caysas yva rrecatado caminando el valle abaxo hazia la mar”42 Pedro de Valdivia se encontraba justo en la mitad del valle que longitudinalmente estaba partido en sentido norte-sur, y en la mitad de abajo. Las mitades habitaban en continuas disputas, esa es la primera impresión de los hispanos; determinando que éstos son gente belicosa y guerrera. En este contexto el general recibe apoyo de un señor étnico Atepudo: “Allegó donde estabva un cacique que se llamaba Atepudo junto a una guarnición de yndios para guarda de su persona, porque tenia continuamente guerra con el cacique Michimalonko, señor de las mitades del valle de Aconcagua. Estava este cacique Atepudo junto al camino / entre cañaverales” 43 El valle del Aconcagua se compone de dos señores del cual, (en concordancia con el documento anteriormente expuesto) uno es el más principal que el otro: “Los señores d´ este valle son dos. Sus nombres son éstos. El uno Tanjalongo, éste manda la mitad del valle a la mar. El otro cacique de dize Michimalongo, éste manda y señorea la mitad del valle fasta la 42 Ver: Crónica y relación copiosa y verdadera…Op.cit., p 47. 43 Ibid p 47
  • 16. sierra. Este a sydo el mas tenido señor que en todos lo valles se a hallado.”44 La partición de los valles, implicaba disputas entre cuatro señores (conocidos como caciques por los españoles) que estaban territorialmente dispuestos entre los valles de Mapocho y Aconcagua. A partir de esto, consigna Vivar el trato que logra Valdivia con los señores del valle de Mapocho, quienes mantenían conflictos con los señores de Aconcagua: “ …vinieron de paz el cacique Quilicanta y el otro cacique que arriba dijimos, que se dize Atepudo. Estos caciques hazian la guerra al cacique/ Michimalongo. Antes que nosotros entrasemos en la tierra tenian gran diferencia entre estos quatro señores”45 No obstante, Jorge Hidalgo ya había planteado el rasgo que define la organización de las sociedades del Norte Chico en torno a la dualidad, argumenta además que cada uno de estos valles, dividía a la población en dos parcialidades, separadas por una línea hipotética que las cortaba de Norte a Sur, dejando al Oeste una “mitad” de la costa y al Este otra de la sierra: “Cada una de ellas reconocía a un cacique o señor que era considerado “hermano” del otro. La rivalidad, la amistad, la cooperación y el parentesco eran fenómeno concomitantes entre estos señores y que a su vez se mantenía constantemente vinculados con los señores de los otros valles, pero sin que se destaque una autoridad mayor de ninguno de ellos sobre el resto a excepción, como/ lo hemos dicho más atrás, de los representantes del Inca. Las fuentes mencionan a los dos caciques generalmente juntos, lo que induce a pensar en un ejercicio dual del poder; sin embargo, de hecho, cada uno de ellos posee una jurisdicción específica, lo que no obsta para que el cacique o la parcialidad de la sierra pudieren efectuar laboreos mineros o agrícolas en la tierra de la otra mitad, por esto pensamos que la línea hipotética a la que hacemos referencia más arriba no debe considerase como una frontera, sino como un límite cultural que separaría la tierra de “abajo” y de “arriba” con características ecológicas probamente distintas”.46 Los especialistas sostuvieron que los rasgos de mitades de los valles centrales, se explicarían por la influencia diaguita que llegó con los mitimaes, siendo ésta una estructura impuesta por la colonización inca según su propia lógica de ordenamiento social y espacial.47 No obstante lo que he planteado hasta aquí es precisamente ver en las estructuras de mitades un componente prístino y fundamental para comprender la consecución de la civilización en el mundo de las tradiciones antiguas. En este sentido, los fechados radiocarbonicos de los sitios Aconcagua en el cordón de Chacabuco y la presencia de cerámica 44 Ibid p 50 45 Ibid p 51 46 Hidalgo, Jorge. Culturas protohistóricas del Norte chico. El testimonio de los cronistas. Editorial Universitaria. Santiago 1972, pp 77-78. 47 Véase: Farga, Cristina, y Silva Osvaldo.
  • 17. Diaguita sin atributos incaicos para los asentamientos Hijuela y La Victoria con fechas de 940 d.C y 1190 d.C: “…posibilitan esclarecer que el contacto tardío de la población Aconcagua y Diaguita se produce con antelación a la llegada del inca, permaneciendo independiente a la aculturación peruana que fue más fuerte en los valles”.48 Mostraré a continuación que el sistema de mitades contiene y responde a una estructura simbólica, antiquísima, que explica las paradojales relaciones de conflicto, guerras y disputas, así como también formas de complementariedad, descritas por los peninsulares entre las mitades. Uno de los elementos centrales de las mitades es la jerarquía significante que proporciona el primer término de la mitad: arriba, masculino, derecha, interior etc. El esquema de complementariedad sólo puede funcionar, si efectivamente se acentúa la jerarquía dominante, pero nunca absoluta, de la mitad de arriba, o derecha o masculina49. En esta lógica, el valle de Aconcagua territorio de Michimalonko en su segmento de arriba, dispone de un conjunto simbólico estrechamente relacionado con dicho sistema, se trata por tanto, de una serie de petroglifos con correspondencias de estilo, desplegados por toda el área cordillerana. Los símbolos predominantes responden a las formas de “escudo” que consisten en dos líneas que se cruzan al interior de un rectángulo, evolucionando hacia características circulares, asociadas a círculos concéntricos y figuras estilizadas, dando forma a animales y hombres. Particularmente en la zona de Jahuel, en un promontorio que se posiciona sobre el curso hídrico de la cuenca, se dispone la figura de un sacrificador de frente, quién aparece portando en una de sus manos una cabeza-trofeo y en la otra un cuchillo de sacrificio. 4.- Los petroglifos y los símbolos de la cultura Aconcagua: el escudo o escudilla, símbolos zoomorfos y antropomorfos, el sacrificador. Los petroglifos producidos por los Aconcagua se caracterizan por líneas, círculos, figuras antropomórficas y otras de tipo geométrico. Una figura característica se presenta de manera estilizada en variados paneles encontrados en el valle del río Aconcagua, por otra parte, se ha percibido en 48 Ver: Sistemas adaptativos en el cordón de Chacabuco…Op.cit., p 242. Los autores están concientes que sus investigaciones se contraponen a la aseveración de que el proceso expansivo del incanato en Chile Central habría culminado con la integración de la totalidad de las poblaciones Aconcagua al nuevo orden establecido perdiendo rápidamente su identidad. Es más los autores han encontrado también cerámica de una tradición anterior a Aconcagua llamada Bato, lo que demostraría la continuidad del sistema permitiendo una coetaneidad en el tiempo a través del contacto con complejos culturales anteriores. 49 En el caso de Michimalonko : “…su dominio sobre el sector alto del valle de Aconcagua le otorgaba, por otra parte accesos a las rutas de la sal provenientes allende la Cordillera de los Andes, a las vaguadas intermontanas donde ramoneaban los guanacos en verano y a las zonas aledañas al cordón de Chacabuco donde lo hacían en invierno”. Silva, Osvaldo. Farga, Cristina. El surgimiento de hombres poderosos en las sociedades segementadas de la frontera Inca en caso de Michimalonko. En: Revista de Historia Indígena. Universidad de Chile. Universidad Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile, p 27.
  • 18. ellos (en palabras de Niemeyer) un “arte abstracto”, donde: “la figura humana se enmascara sensiblemente hasta hacerse casi irreconocible. Surge aquí como signo intensamente repetido el que hemos llamado “signo escudo” por su forma, la que asume múltiples variantes –señala el arqueólogo que- el mensaje que conlleva no lo entendemos, pero indudablemente su majadera repetición apunta en este sentido, la más pura y simple de sus expresiones reproduce formas trapezoidales o elípticas con diagonales cruzadas. El estilo dispersa en el curso medio-superior del valle, entre San Felipe y Río Blanco”. 50 Todavía estos conjuntos de “signos”, han tenido una interpretación satisfactoria en cuanto a su significado y relación contextual con la cultura que los produjo.51 Existe en el último tiempo, un predominio semiológico en torno al análisis del arte rupestre. Esta metodología ordena lo que ella considera “signos”, sin embargo, no ha conseguido una interpretación coherente. Quisiera de esta manera centrar el estudio no tanto en la cuestión del estilo, o de las formas que adquiere la representación ideacional que realizaron los hombres de Aconcagua, sino más bien, orientar la interpretación en torno al símbolo, que se desprende de la condensación significante. La primera constatación responde al conjunto de petroglifos que analizaré a continuación. Este se encuentra en las aturas de los cerros, siguiendo un afluente del Aconcagua en la zona de Jahuel. Por lo tanto están orientados en torno al río, sus causes y canales, y por otra parte hacia las zonas de plantaciones o agricultura, tal como habíamos señalado algunas páginas atrás. Entonces, tenemos un conjunto significativo que se encuentra situado en la intersección del curso de las aguas y la producción de plantas. De los tres grupos de petroglifos investigados en Jahuel, en el tercer conjunto y en el más orientado hacia la parte superior de la cuenca, se encuentra la figura de un sacrificador. Este tema de la figura humana portando una cabeza y un cuchillo de sacrificio en sus manos, no es nueva y se la puede encontrar en Mesoamérica, y de la misma forma en el mundo Andino, y el Amazonas. En Chile hasta ahora la figura de este tipo, más austral, se encuentra en Copiapó en la Quebrada de las pinturas. La mitología del sacrificador la podemos encontrar en las tradiciones culturales al norte del continente, a través del texto mítico religioso de los maya quiché, el Popol Vuh, allí se expone un conflicto entre linajes, correspondientes entre sí, respondiendo a una mitad de arriba representada por los Hun Hunhpú y la mitad de abajo, o del inframundo encabezada por el linaje de los Siete Came. Después de que los Hun Hunhpú son vencidos en el juego de la pelota, el héroe es sacrificado en el inframundo mediante la decapitación, renaciendo su cabeza en el árbol de la vida. En los templos formativos del antiguo Perú, la figura del sacrificador aparece en lugares tales como Kotosh Kotosh, Chavín de Huantar, Cerro Sechín, así como en los tejidos Parakas, o en la lítica de las culturas asentadas en el ámbito lacustre del Titicaca, desde donde surgirá la civilización de Tiwanaku.52 50 Niemeyer, Hans. Variación de los estilos de arte rupestre en Chile. En: Actas del VII Congreso de Arqueología. Sociedad chilena de Arqueología. Sociedad Arqueológica del Maule. Altos Vilches, 27 de Octubre al 1° de Noviembre 1977, p 654. 51 Se ha planteado incluso la no existencia de un estilo Aconcagua basado en el signo escudo.Véase: Troncoso, Andrés. Deconstuyendo el signo escudo y estilo Aconcagua: reconstruyendo la problemática rupestre en chile central. En: Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología. Número 33/34, diciembre 2002, p 17-19. 52 Ver: El mundo ceremonial Andino…Op. Cit;
  • 19. El símbolo del sacrificador ha sido tan fundamental en la organización de las sociedades de mitades que ha traspasado el tiempo y ha quedado consignado en la escritura española. Al trabar conflicto con las sociedades de los valles del norte inmediatos a Aconcagua, el capitán Alonso de Monroy es capturado por guerreros mandados por Aldequin, señor de la mitad de arriba del valle 53. La crónica relata que fueron trasladados como prisioneros con las manos atadas y sogas en la garganta: “…Los llevaron hasta donde estaban los señores, y los/ presentaron ante ellos, y ellos hizieron su acatamiento a usanza de los yndios, por aviso que les dio aquel español que allí estava con ellos, y que les besasen los pies, y asi lo hizieron […] Y presentados ante ellos les bolvieron los rostros hazia el oriente, mirando al sol. Y luego salio un yndio bestido como un clerigo - y éstos estan dedicados para aquel efeto- / con un hacha en las manos, y se puso hazia el sol haziendo un parlamento en su lengua, y adorandole, y dandole gracias por la victoria que avian tenido. Y con aquella hacha amagava a los dos españoles – ciertas veces,- como que les querian hender las cabezas”. 54 Uno de los rasgos que escandalizó a los europeos, fueron los sacrificios humanos y la antropofagia presentes en las culturas y civilizaciones del continente. Las mitades canalizaban periódicamente estos sacrificios entre los linajes bipartitos, a través de la captura de prisioneros (mediante las denominadas borracheras). Ahora bien Raphael Girard, se ha referido a que los estudios sobre el sacrificio humano y antropofagia ritual, han resaltado su causa ostensible en torno a la venganza de sangre. Sin embargo, se ha dado poca importancia hasta ahora al objetivo primordial de esa institución, que al parecer consistiría en promover la fertilidad y vitalidad de la tierra para lograr buenos frutos, así como la fecundidad y vitalidad humana, conceptos siempre asociados a los cultivadores indoamericanos.55 Se puede entonces examinar la simbólica del sacrificador en un orden “interno”, que explica las relaciones entre ancestros y parientes. La guerra y la captura de prisioneros responde a una práctica de tipo regenerativa, en donde el rito del sacrificio presenta la siguiente secuencia: guerra - captura de prisioneros – cautiverio - sacrificio humano- antropofagia, corte de cabeza del prisionero, y el desmembramiento de su cuerpo, realizado entre linajes antagónicos complementarios, tal como ha sido descrito en el Popol Vuh. En esta dimensión interna o del adentro de la mitad: “El prisionero representaba al parecer al propio muerto, y a la vez, a la victima que se inmolaba a través de aquél (…) Incorporado de este modo al grupo vencedor era considerado como uno de sus miembros. Se le conducía a la choza que ocupo el muerto y quedo vacía al ser 53 Se señala que el requerimiento de los guerreros indígenas era la busqueda de las cabezas de los españoles: “Y visto por el cacique que los indios se avian buelto syn llevar las cabezas de aquellos dos españoles, mandó a este mismo capitán que se apercibiese con setenta yndios, y que llevasen las cabezas de aquellos españoles, y que les siguiesen hasta Atacama”. Ver: Crónica y relación copiosa y verdadera…Op.cit., p 80. 54 Ibid p 82. 55 Historia de las civilizaciones antiguas de América (Tomo I)…Op,cit p 154.
  • 20. llevado a la tumba. Le daban todo lo que pertenecía al difunto; las viudas se casaban con el. En una palabra, el prisionero sustituía por completo al difunto”.56 Hans Staden, el famoso cautivo entre los tupis escribe al respecto: “Cuando traen para casa a sus enemigos, las mujeres y los niños los abofetean. Después los adornan con plumas pardas, les cortan las pestañas de arriba de los ojos, danzan en torno a ellos y los amarran bien para que no huyan. Les dan una mujer para cuidarlo y también para tener relaciones con ella”.57 Esta simbólica produce una asimilación total del otro, hermano en la estructura ancestral del linaje. El español va a interrumpir este mecanismo, puesto que no responde a un “pariente”. Sabemos que el español fue asimilado en este complejo guerra - captura de prisionero, a través de las fuentes consignadas para el área sur en la frontera del Bíobío, tal situación la describiremos más adelante. 5.- Ciclos atmosféricos y sacrificios humanos: el símbolo del sacrificador y la cabeza trofeo como desplazamiento de la guerra captura e ingestión de prisioneros al cultivo del tubérculo. El sentido, la guerra y los sacrificios humanos suscitan intervalos de tiempo, que responden a épocas fijas en el año, estos por su parte, tienen que ver con la producción de alimentos de tipo vegetal y animal. Por esta razón creemos que la imagen del sacrificador en la mitad de arriba del valle Aconcagua permitió orientar la captura del prisionero, de esta forma: “el ciclo agrícola, unido a las condiciones climáticas de la zona, parecen haber otorgado también un ritmo estacional y diferente a la vida de los agricultores. Información como la que sigue induce a pensar que también la guerra (y la organización para la misma) pudo ser también variable en el curso del año.58. El mito de origen de este complejo socio-religioso es correlativo al cultivo de los tubérculos. Expresa el primer momento de un cultura y una religión de plantadores.59. .La tesis de Girard, sobre tal lógica, la observa en el sacrificio paradigmático que se realiza en el Popol Vuh. El mito de origen de la causa real del sacrificio y de la antropofagia en la escena espectacular de la transformación instantánea del palo seco en frondoso árbol verde, cubierto de 56 Girard, Rafael. Historia de las civilizaciones antiguas de América. Desde sus orígenes Tomo I, colección colegio universitario 8, ediciones Itsmo España, 1976. pp. 159 57 Staten, Hans. Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos.Edit. Argos Vergara S.A. Barcelona 1983, pp 211-212. 58 Ver: El valle de Aconcagua en el siglo XVI…Op.cit., p 30. Los rasgos que se pueden desprender de los cultivadores del Aconcagua los ha señalado Girard a través de los informes de viajeros y etnógrafos. Indicando: que: “sabemos que los plantadores primitivos representaban en diversas formas la imagen de sus dioses tutelares: sonaja (maraca), poste o porte – efigie, petroglifos, figurillas antropomorfas de madera o de de la, cruz foliada no lograron alcanzar habilidad en la plática de la piedra ni su arte llego al grado de desarrollo e la estatuaria monumental”. Ver Historia de las civilizaciones antiguas de América (tomo I)…Op.cit.,216. 59 Historia de las civilizaciones antiguas de América (tomo I)…Op.cit., p 168
  • 21. frutos, desde el momento que se coloca en el la calavera del Dios sacrificado y en la transformación de su restos en raíces alimenticias...60 Podemos mencionar un ejemplo extraordinario, donde los españoles son sometidos al ritual, dentro de la lógica: guerra - captura de prisioneros y su orden simbólico, a partir de la asimilación ancestral y la reproducción de la vida. El capitán Alonso González de Nájera, nos describió hacia el 1600, la compleja estructura guerra-captura de prisionero, entre las poblaciones del centro-sur del territorio: “Muchas veces se congregan los indios a festejar sus borracheras, y señaladamente cuando han tenido alguna victoria de los nuestros. Júntanse, pues, en un ameno y verde campo cerrado de arboledas, con gran provisión de cántaros de sus bebidas, de que llevan cargadas sus mujeres y en el medio del llano plantan un pimpollo o árbol nuevo de limpio y derecho tronco, y en la cima muy acopado de hojas, el cual árbol llaman de canela (aunque no es de los verdaderos que la crían). En lo alto a la redonda de sus ramas ponen las cabezas de los españoles que han muerto, cada una en su rama, de manera que se ven los rostros desde fuera, las cuales tienen adornadas de flores y guirnalda, y aún le ponen sus mismos zarcillos algunas indias”61 También nos deja consignado el desmembramiento ritual el cuerpo y la utilización de este para fabricar instrumentos: “…sus confusos y bárbaros instrumentos de tamboriles y cornetas hechas de canillas de piernas de españoles, que hacen un són mas desconcertados y triste que alegre, bailan todos moviéndose a unos mismos tiempos […] y al mismo són van también tirando los caciques las cuerdas de lana desde sus bancos dó están de piés, de manera que al compás del general movimiento y modo de común baile hacen también menear o bailar las ramas con las cabezas que están en ellas62” Los instrumentos realizados con el sacrificado permiten según Guillaume Boccara hacer hablar al muerto, hacer música con su alma recalcando que el chamán utiliza el ralicultrun y la flauta como instrumentos extáticos de comunicación entre los hombres y los habitantes del más allá.63 También la creencia que la fuerza vital reside en los huesos. Las cabezas trofeos en este sistema cumple una función mágica, pues en ellas radica la localización del alma, en el caso de la guerra con el español, el acto de la decapitación simbolizaba también, un ejercicio de superioridad con el otro en este mundo y en el del más allá64: 60 Ibid p 172 61 González de Najera, Alonso. Desengaño y reparo de la reina del reino de Chile. Imprenta Ercilla Santiago de Chile 1889, p 54. 62 Ibid p 55 63 Ver: Los vencedores…Op.cit., p 155. 64 Ibid pp 162-163..
  • 22. “suelen traer destos bárbaros en estos juegos, puestas máscaras de la piel seca y amoldada de rostros españoles estimando en mucho las que tiene mucha barba y bigote. Hacen de las calaveras vasos para beber, pintados de varios colores, teniéndolo a gran blasón, especialmente si la cabeza ha sido de algún español señalado”.65 La figura del sacrificador ubicado en la mitad de arriba del complejo Aconcagua, como un centro religioso en donde los sacerdotes/sacrificadores encargados de realizar los ritos de renovación y fertilidad, son quienes finalmente canalizan la energía del sistema. El punto nodal de retroalimentación cósmica se presencia en los petroglifos, mediante imágenes de animales – símbolos, como batracios o lagartos, los cuales nos indican la necesidad que tiene el hombre, de vincular el control de las aguas a la función ritual del sacrificio y la sangre como riego reproductivo. Es muy probable que los periodos que marcaban la belicosidad complementaria entre las mitades estuviesen dirigidos por periodos astronómicos dados entre los solsticios y los equinoccios. Cuestión que no se puede afirmar todavía, pero que le daría una coherencia significativa al conjunto de petroglifos, más bien como un proto templo, de carácter astronómico, donde el hombre de Aconcagua aprendió a transmutar las fuerzas de reproducción psicofísicas y a controlar de manera efectiva las cuencas hidrográficas. 65 Ibid p 56. Gonzalez de Najera señala a un español llamado Urbaneja que había sido muerto en la provincia de Paicavi, su cabeza: “..de que estaba hecho un vaso labrado por de fuera de varios colores, como esmaltes con le cual bebía un cacique teniéndolo por grandeza” (p 56).
  • 23. Bibliografía Anónimo (1960) Popol Vuh, traducidas del texto original con introducción y notas por Adrián Recinos, FCE, México. Bernal M. (1993) Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica. Edit. Crítica. Barcelona. Boccara G. (2007) Los vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época colonial. Editorial Ham. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama Chile. Burger, R. (1994) La organización dual en el ceremonial andino temprano: un repaso comparativo. En: El mundo ceremonial andino (Luis Millones Yoshio Onuki Compiladores). Edit. Horizonte. Lima Perú. Cisterna, P. (1996) Estructura social y dinámica segmentaria en Araucanía. En: Revista de Historia Indígena N°1. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Cisterna P. (1997) Escritura y poder en el siglo XVI: La cuestión del indígena en la crónica de Vivar. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con Mención en Etnohistoria. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile. Cisterna P. (2010) La memoria colonizadora. Procesos de inversión simbólica en la construcción de occidente (Vol. I-II). Tesis Para Optar al Grado de Doctor En Historia con Mención En Etnohistoria. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Posgrado. Santiago-Chile. Dillehay, T. (2000) The setllement of the Americas. A New Prehistory, Basic Books. Nueva York. Duviols, P. (1977) La destrucción de las religiones andinas (Conquista Y Colonia), editorial Universidad Nacional autónoma de México. México Duran, A. (1979) Estudio arqueológico de un cementerio de túmulos “Aconcagua Salmon”. Tesis para optar a Licenciatura en Arqueología y Prehistoria. Universidad de Chile. Santiago.
  • 24. Durán, E. Rodriguez, A. González, C. (1991) Sistemas adaptativos de poblaciones prehispánicas en el cordón de Chacabuco. En: Actas del XII Congreso de Arqueología Chilena. Temuco. Farga, M. (1995) El valle de Aconcagua en el siglo XVI: un espacio social heterogéneo. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en Etnohistoria. Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Educación. Departamento de Ciencias Históricas, Santiago Fiedel, S. (1996) Prehistoria de América. Edit. Crítica. Barcelona. Girard, R. (1976) Historia de las civilizaciones antiguas de América. Desde sus orígenes Tomo I, colección colegio universitario 8, ediciones Itsmo, España. Girard, R. (1976) Historia de las civilizaciones antiguas de América Tomo II. ediciones Itsmo, España. Góngora, M. (1971) Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la constitución social aristocrática de Chile después de la conquista 1580-1660. Editorial Universitaria. Universidad de Chile, Santiago. González de Najera, A. (1889) Desengaño y reparo de la reina del reino de Chile. Imprenta Ercilla Santiago de Chile. Hidalgo, J. (1972) Culturas protohistóricas del Norte chico. El testimonio de los cronistas. Editorial Universitaria, Santiago. Katlwasser, J. Medina, A. Aspillaga, E. (1986) El hombre de Cuchipuy. Prehistoria de Chile central en el periodo arcaico. En: Revista chungara N° 16- 17 Universidad de Tarapacá Arica Chile. León, L. (1991) La merma de la sociedad indígena en Chile central y la última guerra de los Promaucaes, 1541-1558. Institute of Amerindian Studies. University of St. Andrew. Scotlan. Niemeyer, H. (1977) Variación de los estilos de arte rupestre en Chile. En: Actas del VII Congreso de Arqueología. Sociedad chilena de Arqueología. Sociedad Arqueológica del Maule. Altos Vilches. Núñez, L.
  • 25. (1993) Los primeros pobladores (20.000? a 9000 a.C). En: Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista Edit. Andrés Bello. Santiago de Chile Núñez, L. (2006) Emergencia de comunidades pastelistas formativas en el sureste de la Puna de Atacama En: Estudios atacameños. Arqueología y Antropología Surandina, N° 32, Universidad Católica del Norte. Instituto de investigaciones arqueológicas y museo R. P. Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama Chile. Pavlovic, Daniel. (2007) Ocupación Humana Prehispánica en las montañas de Aconcagua y Chile central. En: Estudio de la vida en las montañas de Aconcagua (varios autores).Edit. Corporación CIEM Aconcagua. San Felipe Chile. Pease, F. (1992) Los incas. Edit. Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima. Salas A. (1992) El mapuche o araucano. Editorial Mapfre. Madrid Sánchez, R. Massone, M. (1995) Cultura Aconcagua. Dirección de Bibliotecas y Archivos y Museos. Centro de Investigaciones Barros Arana. Santiago Chile. Sánchez, R. (1995) Cultura material, arte, monumentos y cuerpo en el espacio, prácticas mortuorias del complejo cultural Aconcagua. En: Hombre y desierto. Una perspectiva cultural N° 9. Instituto de investigaciones antropológicas Universidad de Antofagasta Staden H. (1983) Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos (1556), Editorial Argos Vergara, Barcelona. Silva, O. (1994) Hacia un redefinición de la sociedad mapuche en el siglo XVI. En: Cuadernos de Historia N° 14. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile. Silva, O, Farga, C. (1997) El surgimiento de hombres poderosos en las sociedades segementadas de la frontera Inca en caso de Michimalonko. En: Revista de Historia Indígena. Universidad de Chile. Universidad Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Santiago Chile Strauss. C, L. (1970) Tristes trópicos. Editorial Eudeba. Buenos Aires Argentina. Troncoso, A.
  • 26. (2002) Deconstuyendo el signo escudo y estilo Aconcagua: reconstruyendo la problemática rupestre en chile central. En: Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología. Número 33/34. Valdivia, P. (s/f) Carta al emperador Carlos V. En: Cartas de Pedro De Valdivia que tratan del descubrimiento y conquista. (1545) Biblioteca de Autores Españoles. Barcelona. Vivar, G. De (1979) Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile (1558). Colloquium Verlag. Berlin. Wachtel N. (2001) El regreso de los antepasados. Los indios Urus de Bolivia, del siglo XX al XVI. Ensayo de historia regresiva. Edit. F.C.E. México. Zapater, H. (1978) Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros . Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile.
  • 27. Anexos Poblamiento Americano Flujo migratorio desde la última glaciación de Wisconsin Ruta de penetración de los pueblos asiáticos a norte América
  • 28. El puente natural entre Asia y América dejó que la megafauna migrara y el hombre detrás de ellos.
  • 29. Puntas de proyectil de los primeros cazadores de Norteamérica Puntas de proyectil del periodo Paleoindio, pertenecientes a Norteamérica, excepto la figura del recuadro superior derecho que corresponde a la punta de proyectil llamada “Cola de pescado”, característica de Sudamérica, y que fue encontrada entre los huesos de mastodontes, en San Vicente de Tagua Tagua, Chile.
  • 30. El Chaman Siberiano, prístino manipulador de lo sagrado, que entra al continente con las primeras migraciones mediante el estrecho de Bering.
  • 31. Periodo Arcaico y las tradiciones de los cazadores recolectores y cazadores recolectores marinos.
  • 32. Figura superior, anzuelo de concha y figura inferior azuelo de punta de cactus, dos logros técnicos desarrollados por el hombre del periodo arcaico, en su adaptación al nuevo paisaje Prost glacial, específicamente al litoral costero.
  • 33. Momias de la cultura Chinchorro, desarrollada desde la costa peruana de ilo, a la región de Antofagasta en Chile, marca la culmine de la adaptación a la costa del hombre Arcaico.
  • 35. Templo de las manos cruzadas perteneciente a la fase Kotoch, la posición contrastante de los brazos y estar ubicado en los lados opuestos del eje del edificio, proponen que el friso exprese el sentido general del dualismo u oposición complementaria, mas que la simple dicotomía masculino/femenino. (Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial andino temprano: un repaso comparativo. En: El mundo ceremonial andino, editorial horizonte, Lima, 1994.
  • 36. Frisos de Cerro Sechín costa norte de Perú. Se aprecia un fuerte culto religioso en torno del sacrificio y desmembramiento del cuerpo, además con fuerza aparece el tema de la cabeza trofeo, ver figura inferior.
  • 37. Suprema deidad de Chavín: la posición de esta criatura sobrenatural expresa gráficamente la oposición dual. La garra de su brazo derecho esta levantada mientras que su brazo izquierdo cuelga hacia abajo en ele costado, como si estuviera balanceando las fuerzas opuestas del cosmos. Y como ara seguir subrayando este punto, la mano derecha se muestra con la palma abierta, mientras que solo se observa la parte posterior de la mano izquierda. De este modo la posición del cuerpo del lanzón opone la derecha con la izquierda, arriba con abajo, y adelante con detrás. (Burger, Richard. La organización dual en el ceremonial andino temprano: un repaso comparativo. En: el mundo ceremonial andino, editorial horizonte, Lima, 1994
  • 38. Grabado rupestre perteneciente a la fase isla en el alto Loa, San Pedro de Atacama, Chile. Se caracteriza por un personaje central que recuerda al personaje de los dos cetros de Tiwanaku, es importante señalar la ideología dualista a través de la presentación de un camélido bicéfalo. (Berenguer José (et al) Secuencia del arte rupestre en el alto Loa. Una hipótesis de trabajo. En: Estudios en arte rupestre. MAPCH, Santiago 1985)
  • 39. Figura del Sacrificador en textiles Paracas, costa sur de Perú
  • 40. Cabeza trofeo momificada, que se dibuja en las cerámicas Nazca, semejante a las cabezas de los jíbaros , y especialmente a la de los aguarunas : un corte horizontal divide al hueso occipital de los parietales, vaciando toda la masa encefálica; extracción de las sustancias carnosas dejando libre solo la piel, la que es rellenada por dentro de algodón, mezclado con ciertas sustancias químicas, taponamiento con manojos de trapos con algodón , las cuencas oculares y unión de los labios con espina de cactus. (Roselcastro, Alberto. Arqueología sur del Perú, editorial universo, Lima, 1977)
  • 42. Panoramita del cementerio de túmulos de Bellavista. (Sánchez, Rodrigo, Massone, Mauricio. Cultura Aconcagua, dirección de bibliotecas, archivos y museos, Santiago, 1995)
  • 43.
  • 44.
  • 45. Petroglifo de la cuenca de Jahuel, mitad de arriba del valle del Aconcagua. Se aprecian figuras antropomorfas estilizadas de carácter lineal. Abajo se puede apreciar la cuenca con el río con las zonas de agricultura adyacentes. Fotografías: Patricio Cisterna
  • 46. Segundo grupo de petroglifos, ubicados en el cerro “El Zaino””, en la figura de arriba conjunto de figuras cuyo protagonista central es el sacrificador. Abajo, se aprecia una figura zoomorfa (batracio) que simboliza el agua. Fotos: Patricio Cisterna
  • 47. En la fotografía superior se aprecia la figura del sacrificador, en los conjuntos simbólicos de Jahuel. Abajo en el margen superior izquierdo, podemos ver al sacrificador de quebrada de las pinturas, Copiapó. Recordemos que Vivar, describió esta misma imagen en la región de Atacama. Fotos: Patricio Cisterna
  • 48. Aquí se aprecia una figura antropomorfa con apéndices radiales y portando una particular vestimenta, al parecer en su mano derecha porta un hacha o báculo. Debajo de formas zoomorfas del cerro el Zaino. Fotos: Patricio Cisterna.
  • 49. La mitad de arriba del valle del Aconcagua, su cuenca hidrográfica. Los petroglifos se encuentran direccionados en torno al curso del río, dominando prácticamente toda la cuenca. Abajo se puede apreciar la figura de un lagarto. Fotos: Patricio Cisterna
  • 50.
  • 51. Se puede apreciar con mayor precisión el emplazamiento de los petroglifos. En torno a los cursos de agua y a los campos de cultivo. Fotos: Patricio Cisterna.
  • 52. Arriba se puede apreciar un canal contemporáneo montado sobre una antigua acequia, como las que describió el cronista Jerónimo de Vivar para el mismo valle del Aconcagua. Abajo uno de los símbolos característicos de la cultura Aconcagua, el denominado signo escudo, Fotos: Patricio Cisterna.
  • 53. Nacimiento de los nobles mixtecos del árbol de Apoala. Foto tomada del códice Vindobonesis (Florescano Enrique, Los orígenes del poder en Mesoamérica editorial FCE, México, 2009)
  • 54. El árbol de las cabezas descrito por el cronista Alonso González de Nájera en el sur de Chile, Reconstrucción: Patricio Cisterna
  • 55. Aldeas estructuradas a través del principio dual y de división. En todas se aprecia el eje Norte- Sur, que corta a la aldea. Fuente: Strauss, C. Levi, Tristes trópicos, Editorial Eudeba. Buenos Aires Argentina, 1970.