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El período 1820-1852: de las autonomías provinciales a la federación rosista.
Un Estado moderno requiere de una Constitución ya que es la que establece los principios y las
reglas de juego que la sociedad fija para su convivencia. Se dice que es la Ley Suprema porque es
la base del resto de las leyes. Es un instrumento que organiza jurídicamente a una nación,
garantiza los derechos de los habitantes y ciudadanos y marca las pautas respecto de la forma y
régimen de gobierno así como la distribución del poder. De lo señalado se desprende lo
complejo que resulta elaborar una Constitución, no sólo porque es en sí misma un instrumento
legal fundamental del Estado, sino porque organiza la convivencia de sectores que tienen
intereses diversos y muchas veces contrapuestos. Este fue el caso para la Constitución de las
Provincias Unidas. Finalmente, el Congreso dictó una Constitución en 1819 que las provincias
rechazaron por su carácter centralista.
La crisis política de 1820, fruto de un proceso en el cual la batalla de Cepeda fue uno de los
detonantes, desintegró formalmente a las Provincias Unidas del Río de la Plata y abrió paso a
una nueva etapa caracterizada por la coexistencia de entidades políticas diversas que se regían
autónomamente unas con respecto a las otras
La disolución del Directorio y del Congreso puso fin al gobierno central. Los gobiernos
provinciales fueron estableciendo sus propias formas de gobierno en territorios sin límites
precisos que en general se trazaron a partir de las ciudades más importantes. A lo largo de todo
el periodo las diferencias políticas tuvieron en la mayoría de los casos sus orígenes en diferencias
tanto económicas como sociales, regionales, etc., Por lo tanto, los intentos por construir un
Estado unificado se dificultaron enormemente.
Estos grupos representaban proyectos diferentes y han pasado a ser conocidos como unitarios y
federales. Pero si queremos evitar confusiones debemos saber diferenciar y entender de qué se
habla cuando se mencionan estos dos términos. Ambos responden a las formas en que
concebían la organización política del país.
El proyecto unitario ( centralista) se caracterizó por una fuerte subordinación de los poderes
provinciales al poder central. Por su parte, los diversos proyectos federales entendían que la
organización del Estado nacional debía basarse en la asociación de Estados regionales
(provinciales) que delegaran parte de su poder al Estado central. A una primera etapa
caracterizada por la autonomía de las provincias, le siguió a mediados de la década de 1820 el
breve intento centralizador de Rivadavia que culminó en un fracaso.
Posteriormente, a mediados de la década de 1830, el gobernador de Buenos Aires era Juan
Manuel de Rosas. Su política proclamaba un especial federalismo basado en una posición
autonomista que demoraba cualquier intento de organización nacional que le significara a su
provincia la pérdida de recursos y de mecanismos de control.
La batalla de Caseros en 1852, un nuevo levantamiento del Litoral contra Buenos Aires liderado
por Justo José de Urquiza, marcó el fin de esta etapa.
legados de la Revolución de Mayo:
+surgimiento de los caudillos, nuevos dirigentes políticos que expresaban intereses provinciales
o regionales y que contaban con fuerza militar propia. Ellos representaban las tendencias
autónomas frente al proceso centralizador impulsado por Buenos Aires. Luego de la década de
conflictos que se abrió en 1810, los estados provinciales privilegiaron el establecimiento de su
propia organización dictando leyes y constituciones..

Diversos autores han asociado a los caudillos con el desorden, la anarquía, el poder despótico, y
con relaciones paternalistas y autoritarias. Sin embargo esas afirmaciones pueden ser matizadas.
Debemos recordar que no estaba claro ni era compartido el proyecto de país que se quería
construir. Los caudillos, por lo tanto, impulsaban proyectos muy diversos y asumían en sus
territorios el control político de acuerdo al proyecto en el cual creían, frente a la imposibilidad
de construir un Estado único.
La situación de tranquilidad que vivió Buenos Aires le permitió liderar un nuevo intento de
organización nacional. En 1823 convocó a todas las provincias a un nuevo Congreso General que
comenzó a sesionar a fines del año siguiente. Pero diversos problemas dificultaron su accionar,
entre los que se destaca la guerra con el Brasil por la Banda Oriental. Esta situación provocó que
en 1826 el Congreso dictara una Constitución de corte unitario y nombrara presidente a
Bernardino Rivadavia en un nuevo intento de unificación nacional.
Si bien el nuevo presidente contaba con el apoyo de los comerciantes -que se beneficiaban con
el librecambismo- y de los hacendados -que respaldaban su política de tierras-, las oposiciones
fueron mayores. Por tal, su experiencia como primer mandatario resultó breve: a mediados de
1827 Rivadavia presentó la renuncia al cargo lo que significó el fin del gobierno centralizado.
El período 1820-1852 se caracteriza y explica por el conflicto derivado del enfrentamiento de
distintos proyectos políticos sobre la organización del país. Las tres décadas están atravesadas
por esa oposición que se manifestó tanto en la discrepancia en el debate de ideas como en la
violencia política y los enfrentamientos militares que derivaron en guerras civiles.
Sin duda, la disputa principal era entre el unitarismo y el federalismo. Pero junto a ésta se
presentan otras de gran importancia. Por ejemplo, el enfrentamiento entre Buenos aires y el
Interior. Este confllicto no se puede analizar en términos de "diferencias entre unitarios y
federales". Si bien la mayoría de los centralistas se encontraba en la antigua capital del
virreinato, los había por todos lados. Muchos comerciantes de las ciudades del interior
consideraban que sus intereses estarían mejor asegurados por un gobierno central, y Buenos
Aires era un espacio en el que las ideas federales también tenían muchos adeptos.
A su vez, dentro de los grupos federales es necesario también señalar las fuertes diferencias
existentes. Podemos dividirlos en tres grupos. Los federales del Interior, los federales del Litoral,
y los federales de Buenos Aires, estros últimos ordenados a su vez en los primeros años en
doctrinarios y autonomistas. Estos grupos sociales y regionales, con mayor o menor grado de
antagonismo, tenían diversos intereses económicos que encontraban en el plano de las ideas un
lugar donde manifestar y dirimir sus conflictos.
Entre 1828 y 1831 el enfrentamiento entre unitarios y federales se extendió por todo el país y se
perfiló un alineamiento regional con líderes que basaban su poder político en criterios diversos
unos de otros. Estas diferencias promovían además dinámicas sociales diferentes en cada región.
Con la renuncia de Rivadavia se derrumbó el proyecto unitario y retornaron las autonomías
provinciales. Se inició entonces una etapa caracterizada por las guerras civiles que culminaron
con el triunfo del federalismo bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas. Los violentos hechos
de esos años marcaron el punto máximo de la escalada entre los dos grupos. Hacia 1831, el país
se encontraba dividido en dos agrupaciones: la Liga del Interior y el Pacto Federal. La guerra
entre ambas parecía inminente, pero la caída del General Paz (líder de la Liga Unitaria) en manos
enemigas desmembró ese acuerdo y los federales se impusieron sin oposiciones en todo el país.
En esos años, los caudillos más destacados eran Facundo Quiroga ( La Rioja), Estanislao López
(Santa Fe ) y Juan Manuel de Rosas ( Buenos Aires). Cada uno de ellos representaba los intereses
de su región y expresaban las diferencias internas del federalismo. De a poco logró imponerse el
último. Se dio paso entonces a la Confederación y volvió a retrasarse el dictado de una
Constitución y la conformación de un Estado nacional.
Rosas fue designado gobernador de Buenos Aires en 1829. Durante sus dos gobiernos que se
extendieron hasta 1832 el primero y desde 1835 hasta 1852 el segundo se consolidó la
hegemonía de la provincia sobre el resto del país. La Confederación Argentina funcionó a través
de pactos y acuerdos entre provincias. Si bien no se formaron instituciones comunes, Buenos
Aires obtuvo el manejo de las relaciones exteriores por lo que representaba a la Confederación
como un Estado independiente en el plano internacional.
Rosas demoraba el dictado de una Constitución que implicara la organización nacional y la
consecuente pérdida para Buenos Aires de las rentas aduaneras. Bajo sus gobiernos se fue
fortaleciendo económicamente el sector terrateniente bonaerense que crecía con la
acumulación de tierras, a la vez que el aparato productivo se vinculaba estrecha y exitosamente
con las demandas del mercado internacional. La acción legislativa durante sus gobiernos y la
campaña militar al desierto (que desarrolló entre los años 1833 y 1834) fueron parte de una
batería de acciones y medidas destinadas a fortalecer a este grupo que, junto a los sectores
populares urbanos y rurales, constituían las bases sociales de su poder.
El estilo de conducción política desplegado por Rosas ha generado polémicas que llegan hasta
nuestros días. Fueron años en los que se exasperaron los conflictos y las lealtades políticas. Para
algunos, Rosas no hizo más que demorar el desarrollo del país; para otros, fue capaz de avanzar
en la unión nacional y de establecer las bases de un Estado moderno en la provincia luego del
fracaso centralizador rivadaviano.
A lo largo de su dilatada gestión la lucha entre unitarios y federales se fue desplazando hacia
otra dicotomía: rosistas y antirrosistas. La política tomó nuevas manifestaciones, que iban desde
la violencia y la persecución hasta los festejos populares y los actos masivos.
Si bien desde 1835 el orden rosista extendió su influencia en el país, los conflictos y resistencias
no dejaron de manifestarse hasta su caída. Los grupos políticos y miembros del ejército unitario,
los jóvenes intelectuales de la Generación de 1837, e incluso algunos federales expresaron su
disidencia. No estuvieron ausentes los levantamientos en el interior y en el propio territorio
bonaerense, así como el accionar de los exiliados desde fuera de las fronteras.
Además, se produjeron una serie de conflictos de nivel internacional que tuvieron impacto en la
política interna. Las luchas entre blancos y colorados en el Uruguay repercutían en el contexto
nacional gracias a las alianzas políticas que se establecían entre los grupos de ambas márgenes
del Río de la Plata. Tampoco faltaron problemas limítrofes con la Confederación peruanoboliviana. Asimismo, la dinámica del sistema capitalista hizo recrudecer la rivalidad política y la
competencia comercial entre Francia e Inglaterra, lo que tuvo importantes efectos en el Río de la
Plata, como los bloqueos o la usurpación de las Islas Malvinas.
Hacia fines de la década de 1840 la economía se encontraba en expansión y habían cesado las
convulsiones políticas. Sin embargo esos hechos no impidieron que el orden rosista ingresara en
su etapa final. El crecimiento económico basado en la actividad ganadera había beneficiado a
Entre Ríos y el gobernador Urquiza -aliado de Rosas en años anteriores- comenzó a diferenciarse
políticamente de él, incrementando la autonomía de su provincia. El enfrentamiento no tardó en
producirse. Una alianza nacional e internacional liderada por el entrerriano puso fin a la
experiencia rosista cuando los ejércitos se enfrentaron el 3 de febrero de 1852 en la batalla de
Caseros.
En las luchas por definir la forma que adoptaría el nuevo gobierno, los sectores dominantes en
cada provincia se fueron identificando con dos proyectos políticos opuestos: el centralismo y
el federalismo.
El grupo unitario (o centralista), que entre 1826 y
1827 se hizo cargo del gobierno central, estaba
constituido, fundamentalmente, por políticos,
abogados, periodistas, comerciantes y sectores
militares de las distintas provincias. Proponía la
construcción de un gobierno central fuerte.
De acuerdo con las ideas unitarias, las provincias,
empobrecidas y despobladas debían constituir
gobiernos verdaderamente representativos con una
real división de poderes. Y, a su vez, debían quedar
organizadas bajo la firme autoridad y control de un
gobierno central que garantizara la unidad política y
económica de todo el territorio. Los unitarios
propusieron, desde un primer momento, la libertad
de comercio y el librecambio. También consideraron
necesario obtener inversiones de capitales
extranjeros para aumentar la producción de bienes
económicos y, como un medio para combatir el
desequilibrio entre Buenos Aires y las demás
provincias, redistribuir los ingresos provenientes de la
Aduana.

El Grupo federal: La mayor oposición a los unitarios
provino de los estancieros y otros grandes
propietarios rurales que se fueron identificando con
un proyecto político federal. Éste proponía la
organización de un poder central que debía fundarse
en el respeto por las autonomías de las provincias.
En relación con el proyecto económico, existían claras
diferencias entre las propuestas de los federales de
las provincias del centro, norte y litoral, y los de
Buenos Aires. Los primeros querían la redistribución
de los ingresos aduaneros que manejaba Buenos
Aires y la libre navegación de los ríos interiores. Por
su parte, los federales de Buenos Aires, también
llamados "autonomistas bonaerenses", encabezados
por Rosas y sus partidarios, no estaban dispuestos a
ceder la ciudad y el puerto a la administración de un
gobierno central.
LA ORGANIZACIÓN DE LOS
ESTADOS PROVINCIALES
En 1817, el Congreso que
declaró la Independencia de
las Provincias Unidas del Río
de la Plata se trasladó a
Buenos Aires, donde
funcionó como Poder
Legislativo del Directorio.
Dos años después, el
Congreso sancionó una
Constitución de tendencia
centralista que otorgaba
amplios poderes al gobierno
nacional.
Esta constitución fue
rechazada por las provincias
que sostenían principios
federales. La resistencia fue encabezada por Francisco Ramírez (gobernador de Entre Ríos) y
Estanislao López (gobernador de Santa Fe), quienes a principios de 1820 vencieron a las fuerzas
porteñas en la batalla de Cepeda. Después de esa batalla, el Directorio y el Congreso se
disolvieron y desapareció así el gobierno central de las Provincias Unidas.

El surgimiento de los Estados provinciales

Luego de la desaparición del gobierno central, las provincias proclamaron su autonomía y
comenzaron a organizar sus propias instituciones de gobierno. La mayoría de ellas redactaron
sus textos constitucionales y crearon salas de representantes que se encargaron de sancionar
leyes, acuñar moneda y de elegir a los gobernadores provinciales.
En la mayoría de los casos, esos cargos recayeron en diversos líderes que pertenecían a las
familias más ricas de su región. Estos hombres, los caudillos, sumaban a su rol político la
capacidad de movilizar tropas integradas por gauchos y peones. Algunos de los principales
caudillos fueron, además de López y Ramírez, Facundo Quiroga en La Rioja, Gervasio de Artigas
en la Banda Oriental del Uruguay, Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, Justo José de Urquiza
en Entre Ríos, Félix Aldao en Mendoza, Juan Bautista Bustos en Córdoba, Felipe Ibarra en
Santiago del Estero y Bernabé Araoz en Tucumán.
En cuanto a Buenos Aires, renunció a la conducción del país, se constituyó como provincia
autónoma y creó una Sala de Representantes que eligió a Manuel Sarratea gobernador
provisional hasta tanto se realizaran elecciones.

* OBSTÁCULOS: “Instalado para dar ejemplo de imitación a las demás provincias, y propagar, de
ese modo indirecto el establecimiento del sistema representativo en todo el país, sucedió lo que
era de esperar, que todas las provincias crearon su gobierno local a ejemplo de Buenos Aires,
compuesto de los tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Entonces tuvimos catorce
gobiernos constituidos separadamente, en lugar del gobierno nacional, que quedó vacante *…+.
Las provincias interiores copiaron al gobierno local de Buenos Aires, no sólo el hecho de su
existencia, sino también la extensión de sus facultades y el círculo de sus poderes o atribuciones:
y de este modo el ejemplo de gobierno provincial de Buenos Aires, imitado por todas las demás,
hizo nacer en cada una un obstáculo a la organización nacional…” Juan B. Alberdi. Derecho
público provincial argentino. Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos, 1853.

Las relaciones entre las provincias

Las relaciones entre los Estados provinciales se llevaron adelante por medio de tratados
interprovinciales. En 1820, Buenos Aires, por ejemplo, firmó con Santa Fe y Entre Ríos el Tratado
del Pilar. Este acuerdo estableció la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, que era
exigida por las provincias del Litoral para poder comerciar libremente con el exterior, sin la
intermediación de Buenos Aires. También acordó la convocatoria de un Congreso Constituyente
con la finalidad de poner a los Estados provinciales bajo un gobierno común.

La feliz experiencia

A partir de 1820 Buenos Aires experimento un crecimiento muy importante porque terminada la
guerra por la independencia, ya no tuvo que hacer frente a los restos del ejército ni utilizar los
ingresos de su aduana para mantener un gobierno central. De esta forma, los recursos fueron
enviados solamente en benefició de la provincia.
Con el gobierno de Martín Rodríguez, comenzó una etapa llamada “la feliz experiencia”. Buenos
Aires se renovó a partir de las medidas tomadas por los ministros Manuel José García y
Bernardino Rivadavia. Fueron eliminados el Cabildo, se crearon escuelas públicas y fomentó las
artes y las ciencias.
También el gobierno amplió la línea de frontera para obtener más tierras y afectarles a la
producción ganadera. Con ese fin, el gobernador Martín Rodríguez lanzó una campaña contra los
indios y logró que la frontera llegara al sur del río Salado. Para aumentar la producción ganadera
el gobierno debía asegurar un mayor número de trabajadores en las estancias. Para lograrlo,
persiguió a los gauchos. Estos no siempre trabajaban en las estancias. Cazando nútrias, lograban
alimentarse y vestirse. Por eso, las autoridades les exigían llevar una papeleta donde constara el
tiempo y las tareas que cumplían en las estancias. Si el gaucho se encontraba fuera de la
estancia o no tenía esa “papeleta”, era considerado “vago y mal entretenido” y se lo obligaba a
integrarse al ejército.

El Congreso Constituyente de 1824

Cuando Martín Rodríguez concluyó su mandato, lo sucedió Gregorio de Las Heras. Durante su
gobierno, en 1824, se convocó a un nuevo Congreso General Constituyente en la ciudad de
Buenos Aires. El objetivo era dictar una constitución y para ello, las provincias enviaron a sus
representantes.
Durante años, Buenos Aires había evitado por diferentes medios que se concretase la
convocatoria al Congreso Constituyente, tal como establecían el Tratado del Pilar y otros
acuerdos provinciales. Pero, en 1824, dos razones parecían indicar la necesidad de cambiar de
posición y de impulsar la formación de un gobierno unificado en las Provincias Unidas. En primer
lugar, la Banda Oriental había sido anexada al Imperio del Brasil con el nombre de Provincia
Cisplatina. A la presión ejercida por las provincias litorales se sumó la de un grupo de
representantes de la Legislatura porteña, que reclamaban dejar de lado la actitud pasiva de
Buenos Aires e intervenir en el conflicto. En segundo lugar, Gran Bretaña había propuesto
reconocer la Independencia rioplatense y firmar un tratado de amistad, comercio y navegación.
Finalmente, en diciembre de 1824, se reunió en Buenos Aires un Congreso formado por
representantes de las provincias, en número proporcional a la población de cada provincia. En
1825, el Congreso aprobó la Ley Fundamental, que establecía que las provincias se regían por
sus propias constituciones, hasta tanto se sancionara la Constitución Nacional. Mientras tanto,
delegaban en el Gobierno de Buenos Aires la gestión de las relaciones exteriores, es decir, la
relación con otros países.

La Presidencia de Rivadavia

A fines de 1825, el Congreso reconoció a la Banda Oriental como parte integrante de las
Provincias Unidas del Río de la Plata e, inmediatamente, Brasil nos declaró la guerra. Los
centralistas (que comenzaban a ser denominados unitarios) aprovecharon la situación de
emergencia para presionar al Congreso, que en 1826 sancionó la Ley de Presidencia que creó el
cargo de presidente, para el cual fue designado Bernardino Rivadavia convirtiéndose en el
primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El presidente impulsó la sanción de la Ley de Capitalización, por la cual la ciudad de Buenos Aires
y sus zonas aledañas se convertían en distrito federal, es decir, en lugar de residencia de las
autoridades nacionales. El resto de la provincia de Buenos Aires fue dividido en dos nuevas
provincias, separadas por el río Salado. La difusión de esta ley provocó la reacción tanto de los
federales como de los ganaderos bonaerenses, que no querían perder el puerto y la Aduana de
Buenos Aires. Estas fuentes de recursos financieros eran las que posibilitaban expandir las
fronteras interiores, apropiarse de tierras indígenas y, por consiguiente, aumentar la actividad
ganadera. Más tarde se dictó la Constitución de 1826, pero fue rechazada por las provincias. La
Constitución proponía un gobierno unitario y cerrado.

* BERNARDINO RIVADAVIA: Rivadavia había integrado las milicias durante las Invasiones Inglesas
y luego participó en el proceso revolucionario de mayo de 1810. Pasó varios años en Europa,
donde fortaleció sus ideas liberales y volvió al Río de la Plata en 1820.

La Guerra con el Imperio de Brasil

Ante la declaración de guerra por parte de Brasil, Rivadavia nombró al general Carlos María de
Alvear y al almirante Guillermo Brown para comandar las fuerzas rioplatenses, en tierra y en
mar, respectivamente. Durante 1826, las fuerzas navales lograron quebrar el bloqueo que los
brasileños impusieron al Río de la Plata y, a principios de 1827, Alvear los derrotó en la batalla de
Ituzaingó.
Inglaterra, cuyos intereses comerciales fueron afectados por la guerra, se ofreció como
mediadora en el conflicto y propuso la creación de un Estado independiente en la Banda
Oriental. Rivadavia envió a Manuel García como representante a Río de Janeiro para iniciar las
negociaciones de paz. Pero Manuel García fue más allá de las instrucciones que le habían
encomendado y aceptó la incorporación de la Banda Oriental al Brasil. El Congreso y el
presidente rechazaron el acuerdo, pero la situación se volvió insostenible para Rivadavia.

La Constitución de 1826 y los nuevos conflictos

En diciembre de 1826, el Congreso sancionó una Constitución elaborada por los sectores
unitarios, que eran mayoría en el recinto legislativo. La nueva Constitución otorgaba amplias
atribuciones al Poder Ejecutivo, entre ellas la de nombrar a los gobernadores. Por esa razón, fue
rechazada por las provincias de tendencia federal, que comenzaron a retirar a sus
representantes del Congreso.
El fracaso de las negociaciones con Brasil y el rechazo de la Constitución condujeron a que
Rivadavia, casi sin apoyos, renunciara a su cargo, en junio de 1827. De esa forma, se disolvió el
gobierno central y la provincia de Buenos Aires recuperó su ciudad capital. Las provincias
continuarían gobernándose a sí mismas como lo habían hecho desde 1820.
Fracasado el intento unitario, la Sala de Representantes de Buenos Aires designó gobernador a
Manuel Dorrego, líder del sector federal. Luego de asumir el cargo, firmó en forma definitiva la
paz con el Brasil. En el tratado de paz se establecía la independencia de la Banda Oriental del
Uruguay. La firma de este tratado de paz provocó un gran descontento en las tropas porque la
guerra se había ganado. Varios militares unitarios que habían luchado contra Brasil, encabezados
por el general Juan Lavalle, se sublevaron y ocuparon Buenos Aires en diciembre de 1828.
Derrocaron a Dorrego y nombraron a Lavalle gobernador de Buenos Aires, quien ordenó fusilar a
Dorrego. El fusilamiento de Dorrego encendió de nuevo la guerra civil, y fue Rosas quien tomó a
su cargo vengar la muerte del caudillo federal. Juan Manuel de Rosas, jefe de las milicias de la
campaña bonaerense, atacó a Lavalle y lo derrotó en abril de 1829.

* LA VIOLENCIA POLÍTICA: En estos años, era habitual el uso de la violencia cuando se trataba de
castigar o de enfrentar a los enemigos políticos. En sus Memorias curiosas, el porteño Juan
Manuel Beruti recuerda el fusilamiento de Manuel Dorrego y la justificación de Juan Lavalle, que
manifestó: “Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser
fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor
ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a
la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento
que el del bien público. Quiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel
Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio. Juan Lavalle, Navarro, diciembre
13 de 1828”. Juan Manuel Beruti. Memorias curiosas. Buenos Aires, Emecé, 2001.

Rosas, gobernador de Buenos Aires

Luego del levantamiento unitario de 1828, Rosas se presentaba como el candidato ideal para
restablecer el orden y garantizar la hegemonía del partido federal en la provincia de Buenos
Aires, además, tenía el apoyo de los hacendados de Buenos Aires y de los trabajadores. Esto
explica que, en diciembre de 1829, fuera elegido por la Sala de Representantes como
gobernador con facultades extraordinarias. Esta condición le permitía sancionar las leyes
provinciales que considerara necesarias, sin la intervención del Poder Legislativo.
La llegada de Rosas al poder obligó a los unitarios a coaligarse para enfrentarlo. Se formó así la
Liga del Interior, que dirigida por el general José María Paz, estableció gobiernos unitarios por
todas las provincias del centro y del norte del país y los federales se organizaron en una
poderosa asociación que formaron Rosas y los caudillos federales de las provincias del Litoral y
los caudillos federales del Interior. No es fácil establecer un límite claro entre unitarios y
federales. Ambos grupos políticos incluían tanto a hombres del interior como de Buenos Aires,
que, en ocasiones, cambiaban de bando. La guerra civil enfrentó al Interior con las provincias del
Litoral. Finalmente, triunfaron estas últimas y todas las provincias se incorporaron al Pacto
Federal (1831). La firma del Pacto Federal era un primer paso hacia la organización
constitucional del país. Entre otras atribuciones esta Comisión debía “invitar a todas las demás
provincias de la república cuando estén en plena libertad y tranquilidad, a reunirse en federación
son las tres litorales, y a que por medio de un Congreso General federativo se arregle la
administración general del país bajo el sistema federal”. Esto dio origen a una nueva forma de
organización (la Confederación Argentina), cuyo jefe era el gobernador de la provincia de Buenos
Aires, Juan Manuel de Rosas.
Durante su gobierno, los unitarios fueron señalados como culpables de todos los males de la
provincia de Buenos Aires y fueron perseguidos, encarcelados o debieron exiliarse en los países
vecinos. Sin embargo, esta política provocó una división en las filas del federalismo porteño. Un
sector, los doctrinarios, defendía el rol de la Legislatura y la libertad de expresión. El sector
rosista, por su parte, planteaba la necesidad de un Poder Ejecutivo fuerte para garantizar el
orden.
En 1832, finalizó el mandato del gobernador. La Legislatura (con mayoría doctrinaria) lo reeligió,
pero sin otorgarle las facultades extraordinarias. Rosas no aceptó el cargo y se trasladó hacia el
campo, donde encabezó una campaña para castigar a los grupos de aborígenes que, con sus
malones, asolaban a pueblos y estancias. Esta empresa le otorgó un gran prestigio, ya que logró
incorporar grandes extensiones de tierras para la producción ganadera. Por aquel entonces tuvo
lugar la ocupación de las Malvinas por los ingleses (1833), que aún conservan en su poder.

Con la suma del poder público

Durante el gobierno del sucesor de Rosas, Juan Ramón Balcarse, aumentaron los
enfrentamientos entre rosistas y doctrinarios y se produjo en Córdoba el asesinato del caudillo
riojano Facundo Quiroga. Este hecho renovó el conflicto entre federales y unitarios en las
provincias del interior del país.
Ante esta situación de inestabilidad, al finalizar el mandato de Balcarce, en 1835, la Legislatura
bonaerense ofreció nuevamente la gobernación a Rosas. Pero ahora con la suma del poder
público: el gobernador concentraba en sus manos el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
La suma del poder público se le otorgó con el compromiso de:

- Conservar, defender y proteger la religión Católica Apostólica Romana.
- Sostener la causa nacional de la Federación.
- El ejercicio de la suma del poder público duraría “todo el tiempo que el Gobernador considere
necesario”.
Así el 13 de abril de 1835 asumió el mando y se proclamó “Gobernante ungido por Dios”.
Durante este nuevo mandato, que se extendió hasta 1852, Rosas persiguió a sus opositores con
mayor fuerza: destituyó y persiguió a funcionarios, militares y eclesiásticos que no adherían
incondicionalmente a su gobierno, controló la prensa y toda posibilidad de expresión, y reprimió
brutalmente varios levantamientos unitarios. También invadió Uruguay y se enfrentó a ingleses y
franceses, que bloquearon el puerto de Buenos Aires para obtener la libre navegación de los
ríos, que Rosas prohibía. El combate de la Vuelta de Obligado (1845) fue una batalla larga en la
que sufrieron numerosas pérdidas materiales y humanas, las fuerzas militares y navales porteñas
intentaron impedir el paso de las naves extranjeras. Francia e Inglaterra terminaron aceptando
que la soberanía es nuestra sobre los ríos interiores.
Rosas mantuvo el libre comercio durante su primer gobierno. En cambio en este segundo
gobierno dictó en 1835 la Ley de Aduana. En ella se establecía la existencia de un único puerto
habilitado para el comercio exterior de toda la federación, el de Buenos Aires y prohibía la libre
navegación de los ríos interiores. Además establecía aranceles aduaneros para muchos
productos importantes. Esta ley fue recibida con agrado en el interior menos en el litoral.
A más de treinta años de la declaración de la independencia, los dirigentes de las provincias aún
no se habían puesto de acuerdo en la organización de un Estado central que reemplazara a la
administración colonial española.
* FACUNDO QUIROGA: El caudillo riojano Facundo Quiroga fue uno de los más firmes defensores
de la necesidad de sancionar una Constitución Nacional. Fue asesinado en Barranca Yaco,
Córdoba, en 1835.
EL CAUDILLISMO
El caudillismo es un fenómeno político y social surgido durante el siglo XIX en Latinoamérica.
Consiste en la llegada en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y
llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del
liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en "el caudillo" la expresión de los
intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes. El caudillismo fue
clave para la dictadura y para las luchas entre los partidos políticos del siglo XIX. El poder de los
caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo
popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo
se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de
mejorar el país o la provincia.
Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia
republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y
estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades
democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo
autónomo, frente a las expresiones políticas neo coloniales.
La inestabilidad política actual es consecuencia de cómo fue organizado el Estado al nacer a la
vida republicana, sin base nacional, y también debido a los sucesivos años de enfrentamientos
políticos presididos por las diferentes facciones que se disputaban el poder en ese entonces. De
esta forma, las repúblicas se constituyeron sobre una base inconsistente, sobre un Estado
embrionario, desorganizado económicamente, caótico en el orden político y sin planes de
gobierno que sigan disciplina y orden. Por esta razón, la democracia no es totalmente efectiva y
se realiza un uso inadecuado de las conquistas del liberalismo, en vez de un correcto uso de la
libertad.
El orden impuesto por la fuerza dentro del caudillismo ha quedado como herencia. Además,
ciertas características “caudillescas” prosiguen hasta la actualidad. El caudillo, que buscaba
gloria y poder, intentaba con sus obras ganarse la simpatía de la población y desprestigiar al
máximo al anterior gobernante; así, reorganizaba el gobierno a su antojo y consideraba como
malo todo lo que el gobernante anterior hubiese hecho. Hoy en día, muchos gobernantes
desprestigian aquello gestado por sus antecesores y lo abandonan, buscando el propio
beneficio, o tal vez como una estrategia para su obligada participación en las siguientes
elecciones.
Por otro lado, es importante resaltar que, al hablar de caudillismos se habla también de
consolidación de fuertes regionalismos, que mermaron el casi inexistente estado-nación. Así,
hoy en día aún existen algunos de esos fuertes regionalismos, especialmente en el sur andino,
que, a pesar de no ser una consecuencia directa del caudillismo, ayudó a que se solidificaran
algunos de ellos. Por esta razón, algunas veces planes unificadores resultan insostenibles.
Política caudillista
Los caudillos expresaron intereses regionales combinados con sus ambiciones personales.
Agustín Gamarra, por ejemplo, representó los intereses del sur andino, especialmente del Cuzco,
mientras que Andrés de Santa Cruz, los de Bolivia y Arequipa. Para tener una mejor
comunicación en un país mal comunicado establecieron alianzas con hacendados. Tambien
estuvieron Jose Antonio Paez, Antonio Guzmán Blanco, Juan Crisóstomo Falcón, José Tadeo
Monagas y Cipriano Castro Eran una posición debajo de los Feudales. Los caudillistas se
formaron a partir de ver la desigualdad que estaba ocurriendo en el momento de que los
españoles llegaron a su territorio imponiendo sus reglas. Además de los grandes líderes en
Colombia como Gaitán.
EL ROSISMO
Rosas es una figura polémica; encontrarás detractores y defensores de su acción política como
gobernador de Buenos Aires (1829-1832; 1835-1852).
Su primer gobierno es el emergente de una severa crisis política, motivo por el cual su gestión es
la de un gobierno constituido progresivamente y que se va armando desde el poder, que si bien
tenía un proyecto estaba más comprometido con la coyuntura inmediata.
Eso estaba plenamente justificado si se tiene presente lo sucedido en los 8 años previos a su
primer gobierno: la crisis de 1820; la crisis que terminó con el gobierno de Rivadavia y con el
congreso constituyente en 1826-1827 que conduce a la guerra civil; y la crisis militar posterior a
la guerra civil de 1828-1829, con serias consecuencias políticas, sociales y económicas.
En ese contexto surge Rosas como la única figura capaz de reorganizar la situación con autoridad
reconocida por todos, lo que también le permitió concentrar progresivamente cada vez mayor
poder (centro de todas las críticas a su gestión).
Durante este primer periodo de gobierno (1829-1832) Rosas va a obtener facultades
extraordinarias -otorgadas por la Legislatura durante la guerra civil promovida por Lavalle- y que
al ser revocadas en 1832 van a provocar su alejamiento del cargo.
Cuando vuelve, en 1835, Rosas se impone su posición ante la Sala de Representantes y obtiene
no sólo poderes excepcionales, sino también la suma del Poder Publico, que equivalía a una
supresión de los demás poderes del estado ante el Ejecutivo.
Esta «hegemonía» y la política «exterior» del rosismo le acarrearon serios conflictos
internacionales (una guerra contra Gr.Bretaña y Francia enconjunto, una guerra con Brasil, la
secesión de la Banda Oriental del Uruguay y un creciente marco de rebeldías provinciales,
motivadas por un «federalismo» que pretendía controlar a las provincias para «encausarlas»)
terminaron con su segundo gobierno y el objetivo principal del mismo (la paz).
¿Qué dejó «institucionalmente» el rosismo? Bueno...hace 130 años que los argentinos
discutimos al respecto y todavía no existe una posición que tenga el consenso mayoritario.
Creo que Rosas tuvo una hábil política económica para insertar al país (al puerto de Bs.As.) en el
comercio mundial de manera «independiente», que priorizó por sobre la organización nacional.
El precoz federalismo que alcanzó a gestar se circunscribía a la práctica de dar a las provincias
generosos subsidios para sacarlas de sus apuros, con lo cual calmaba las desconfianzas de los
gobernadores y los sometía a su poder.
A su favor, hay que decir que nunca tuvo un periodo de suficiente tranquilidad social como para
intentar otra cosa y por lo mismo seguía siendo la provincia de Buenos Aires, y no la Nación, la
que subvencionara a los gobiernos provinciales, siempre y cuando éstos, claro está, siguieran los
lineamientos que Buenos Aires fijara.
De otra parte, la victoria del interior sobre Buenos Aires tampoco supo gestar un «federalismo»
que desarrollara el país integralmente, y la «institucionalidad que emerge del gobierno de
Urquiza restauró progresivamente el centralismo porteño que le imputaban a Rosas y que
decían combatir, siendo el mejor ejemplo de esta «reacción» los gobiernos de Sarmiento y de
Mitre.
EL NORTE ARGENTINO EN EPOCA DE ROSAS
Luego de la Revolución de Mayo, Las Provincias Unidas del Río de la Plata fue el nombre que
adoptaron las provincias del antiguo Virreinato del Río de la Plata, que incluían las actuales
Argentina, Paraguay y Uruguay, y partes de Bolivia.
Juan Manuel de Rosas fue un político argentino, gobernador de Buenos Aires en los períodos
1829-1832 y 1835-1852. Amado por sus seguidores, y temido y odiado por sus opositores,
quienes lo llamaron tirano y dictador. Lo cierto es que estuvo en el poder por más de 20 años,
con facultades extraordinarias otorgadas por la legislatura provincial, tratando de ordenar el país
contra la anarquía política.
Para una mejor ubicación de nuestra parte, indagaremos su entorno histórico. Declarada la
independencia y afirmada esa declaración por el éxito de la campaña a Chile en 1818, el país
daba los primeros pasos para organizar su vida interna, por lo hizo eclosión otros importantes
asuntos tales como la organización económica e institucional de la nación, creando una
Constitución, pero el rechazo de la Constitución de 1819, la caída del régimen directorial y la
disolución del Congreso abrieron paso a la fragmentación del poder político y a la organización
autónoma de las provincias.
La política exterior había obtenido un brillante triunfo: la empresa que San Martín encarara dos
años atrás había culminado con el éxito en Maipú (abril de 1818).
Entre tanto el Congreso General (trasladado a Buenos Aires en 1817) dictaba la constitución
destinada a organizar definitivamente el país.
En 1819, el Congreso aprobó una constitución que reflejaba los intereses centralistas,
promonárquicos y elitistas de los directoriales.
Esa constitución era el marco adecuado para la instalación de una monarquía constitucional,
mediante la coronación del duque de Luca, Carlos de Borbón. La difusión de estas negociaciones
y el carácter centralista de la constitución generaron un fuerte rechazo entre los partidarios del
sistema republicano y de la descentralización del poder, principalmente en los de las provincias
del Litoral.

En oposición esta el caudillo oriental Artigas, con su ideal de "República y Federalismo" que
levantaba como bandera de la Liga de los Pueblos Libres, obteniendo profunda repercusión en
otras zonas del país. Para los directoriales, la monarquía era una salida lógica ante la situación
reinante en Europa y un medio para asegurar la unión nacional bajo un sistema centralizado.
Según ellos, el federalismo y la defensa de las autonomías provinciales implicaba una anarquía
peligrosa.

Desde que el puerto de Buenos Aires se abrió al comercio exterior, esta región había gozado de
una privilegiada situación. Sus productos ganaderos (especialmente los cueros) eran
intercambiados por las manufacturas (tejidos. herramientas, etc.) de origen europeo, al tiempo
que la aduana porteña monopolizaba la recaudación de impuestos aplicados al intercambio
exterior. Buenos Aires también controlaba la entrada a los ríos interiores, centralizando todo el
tráfico mercantil entre el interior y el exterior. La entrada de manufacturas europeas
(principalmente de origen inglés) perjudicaba la rudimentaria producción de algunas provincias
cuyos artículos locales, fruto de una técnica primitiva y más caros, no podían competir con los
elaborados por la industria extranjera.
Los intereses de esas provincias exigían una protección aduanera que impidiera la entrada de la
industria extranjera, posibilitando así el propio desarrollo. Las provincias litorales, de economía
similar a la de Buenos Aires, pretendían a su vez, que se abrieran los ríos al comercio exterior.

El descontento precipitó la renuncia del desprestigiado director Pueyrredón en julio de 1819,
quien fue reemplazado por Rondeau. Sin embargo, el Congreso siguió adelante con los proyectos
monárquicos y aprobó, en sesión secreta (noviembre 1819), las tratativas realizadas en Europa.
Esta medida, sumada al pedido efectuado por Rondeau a los portugueses instalados en la Banda
Oriental para que actuaran contra los disidentes de los territorios de Entre Ríos y Santa Fe,
desencadenó la reacción armada de estas provincias contra el régimen directorial.

La negativa del Ejército del Norte de auxiliar al gobierno en la guerra civil (sublevación de la
posta de Arequito); la decisión de San Martín de proseguir su campaña libertadora en lugar de
intervenir con su ejército en la guerra civil y la oposición generalizada al gobierno, incluso en
Buenos Aires, contribuyeron al derrumbe del poder central.

Las fuerzas del Directorio, se enfrentan en Cepeda (febrero de 1820) a las fuerzas del Litoral,
conducidas por Ramírez y López, que resultaron victoriosas y exigieron la disolución del
Congreso y la renuncia del Director Rondeau.

Frente al desmoronamiento del régimen y a la imposición de los vencedores de fijar los términos
de la paz, el Cabildo porteño asumió el gobierno de Buenos Aires, como Cabildo Gobernador,
hasta que la Junta de Representantes de la provincia —votada en Cabildo abierto— designó
gobernador a Manuel de Sarratea. Surgió así una nueva entidad política: la provincia de Buenos
Aires que, como tal, firmó con las provincias litorales el Tratado del Pilar (febrero de 1820).

El acuerdo firmado con Ramírez y López reconocía como sistema de gobierno el de federación,
aunque su organización se postergaba hasta un encuentro posterior de representantes, que
deberían ser libremente elegidos por "los pueblos".

Como principio económico fundamental, el Tratado del Pilar establecía la libre navegación de los
ríos Paraná y Uruguay. Luego del retiro de las fuerzas militares del Litoral, se publicaron en
Buenos Aires las actas secretas del Congreso, a la vez que se inició juicio a los implicados en el
proyecto monárquico.
Por entonces, comienza a perfilarse la figura del Restaurador: conocido como Juan Manuel de
Rosas, fue bautizado como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rosas y López de Osornio.
Pertenecía al linaje de los Ortiz de Rozas, que tiene origen en el pueblo de Rozas, Valle de Soba,
Cantabria, España, pero el mismo Juan Manuel, en su juventud y debido a un entredicho que
tuvo con su madre, prefirió apellidarse "de Rosas". Ingresó a los 8 años de edad en el colegio
privado que dirigía Francisco Javier Argerich, si bien desde joven demostró vocación por las
actividades rurales. Interrumpió sus estudios para enrolarse en la compañía de niños del
Regimiento de Migueletes, que participó en la defensa frente a las invasiones inglesas(18061807).

Más tarde, retirado al campo, se convirtió en un gran estanciero de la Pampa bonaerense,
manteniéndose alejado de los sucesos revolucionarios de 1810. En 1813, pese a la oposición
materna — que venció al hacer creer a su madre que la joven estaba embarazada
— se casó con Encarnación Ezcurra, con quien tuvo tres hijos: Juan, María, muerta de
niña, y Manuelita, nacida en 1817, que luego sería su compañera inseparable.

En noviembre de 1815 se asoció con Juan Nepomuceno Terrero y Luis Dorrego en una compañía

destinada a la explotación ganadera, saladero de pescado y exportación de productos varios en
la

estancia de "Los Cerrillos".

La dirección de sus estancias le dio a Rosas un gran conocimiento sobre la vida y las costumbres

de sus peones.

Al poco tiempo devolvió a sus padres los campos que administraba para formar sus propios
emprendimientos ganaderos y comerciales. Fue administrador de los campos de sus primos,
Nicolás y Tomás Manuel de Anchorena, al segundo de los cuales siempre le tuvo un especial
respeto y admiración, y quien ocuparía cargos importantes dentro de su gobierno. En sociedad
con Luis Dorrego, hermano del coronel Manuel Dorrego, fundó un saladero; era el negocio del
momento: la carne salada y los cueros eran casi la única exportación de la Argentina. Acumuló
una gran fortuna como ganadero y exportador de carne vacuna, distante de los acontecimientos
emergentes que conducirían al virreinato del Río de la Plata a la emancipación del dominio
español en 1816.
En 1820 concluyó la etapa del Directorio con la renuncia de José Rondeau a consecuencia de la
Batalla de Cepeda. Fue en esa época que Rosas comenzó a involucrarse en la política, al
contribuir a rechazar la invasión del caudillo Estanislao López al frente de sus "Colorados del
Monte". Participó en la victoria de Dorrego en Pavón, pero junto a su amigo Martín Rodríguez se
negó a continuar la invasión hacia Santa Fe, donde Dorrego fue derrotado completamente en la
Batalla de Gamonal.

Con apoyo de Rosas y otros estancieros, fue electo gobernador su colega Martín Rodríguez. El
1ro de octubre estalló una revolución, dirigida por el coronel Manuel Pagola, que ocupó el
centro de la ciudad. Rosas se puso a disposición de Rodríguez, y el día 5 inició el ataque,
derrotando completamente a los rebeldes. Los cronistas de esos días recordaron la disciplina
que reinaba entre los gauchos de Rosas, que fue ascendido al grado de coronel. Con Rodríguez,
el grupo de los estancieros empezó a tener un papel público.

También fue parte de las negociaciones que concluyeron con el Tratado de Benegas, que ponía
fin al conflicto entre las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Fue el responsable del
cumplimiento de una de las cláusulas secretas del mismo: entregar al gobernador Estanislao
López 30.000 cabezas de ganado como reparación de los daños causados por las tropas
bonaerenses en su territorio. La cláusula era secreta, para no "manchar el honor" de Buenos
Aires. Así se iniciaba la alianza permanente que tendría esta provincia con la de Buenos Aires
hasta 1852.

Entre 1821 y 1824 compró varios campos más, especialmente la estancia que había sido del
virrey Joaquín del Pino y Rozas (conocida como Estancia del Pino, en el partido de La Matanza), a
la que llamó San Martín en honor del general.

También aprovechó la ley de enfiteusis promovida por el ministro Bernardino Rivadavia para
aumentar sus campos. En lugar de ayudar a los pequeños hacendados, esta ley terminó dejando
en propiedad de unos pocos grandes terratenientes cerca de la mitad de la superficie de la
provincia.

Los desórdenes del año 20 habían dejado desguarnecida la frontera sur, por lo que habían
recrudecido los malones. Martín Rodríguez dirigió entonces tres campañas al desierto, usando
una extraña mezcla de diálogos de paz y genocidio. En 1823 fundó las actuales ciudades de Azul
y Tandil. En casi todas estas campañas lo acompañó Rosas, que también participó de una
expedición en que el agrimensor Felipe Senillosa delineó y estableció planos catastrales de los
pueblos del sur de la provincia. El jefe nominal de esa campaña era el coronel Juan Lavalle.
Durante la guerra del Brasil, el presidente Rivadavia lo nombró comandante de los ejércitos de
campaña a fin de mantener pacificada la frontera con la población indígena de la región
pampeana, cargo que volvió a ejercer después, durante el gobierno provincial del coronel
Dorrego.

En 1827, en el contexto previo al inicio de la guerra civil que estallaría en 1828, Rosas era un
dirigente militar, representante de la aristocracia rural, socialmente conservadora. Estaba
alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte
liberal preconizadas por la tendencia unitaria.

Terminada la guerra del Brasil, Dorrego fue obligado — por una intensa presión
diplomática y financiera — a firmar la paz y la independencia de Uruguay, y la libre
navegación de los ríos; lo que fue visto por los miembros del ejército en operaciones como una
traición. En repuesta, la madrugada del 1ro de diciembre de 1828, el general unitario Juan
Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires y reunió a los unitarios en la iglesia de San Francisco,
donde eligieron gobernador a Lavalle, y disolvieron la legislatura.

Dorrego se retiró al interior de la provincia, y buscó la protección del comandante de campaña,
Rosas. Éste lo ayudó a reunir un pequeño ejército, pero fueron atacados sorpresivamente en la
batalla de Navarro, siendo derrotados.

Rosas aconsejó a Dorrego que huyera hacia Santa Fe, pero el gobernador se negó, por lo que
aquél lo abandonó, marchándose hacia la provincia de Santa Fe. Dorrego se refugió en Salto, en
el regimiento del coronel Ángel Pacheco; pero, traicionado por dos oficiales de éste —
Bernardino Escribano y Mariano Acha— fue enviado prisionero a Lavalle. Éste, influido
por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, fusiló a Dorrego — y se hizo cargo de
toda la responsabilidad. En su última carta, escrita a Estanislao López, Dorrego pedía que su
muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Eso es exactamente lo que fue, y por
muchos años.

A principios de enero de 1829, el general José María Paz, aliado de Lavalle, iniciaba la invasión de
la provincia de Córdoba, donde derrocaría al gobernador Juan Bautista Bustos. De ese modo se
generalizó la guerra civil en todo el país.
Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios pequeños caudillos aliados de Rosas
organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para
aplastarla. No se ha difundido la memoria de estos hechos, pues ocurrieron en el campo y sus
víctimas fueron gauchos y personas pertenecientes a clases sociales más humildes.

Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después,
López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a
Lavalle hasta cerca de Buenos Aires, derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, librada el
26 de abril de 1829.

Mientras López regresaba a Santa Fe, Rosas sitió la ciudad de Buenos Aires. Allí crecía la
oposición a Lavalle (a pesar de que los aliados de Dorrego habían sido expulsados), sobre todo
por el crimen sobre el gobernador. Lavalle aumentó la persecución sobre los críticos, lo que le
llevaría mucho apoyo a Rosas, en la ciudad que siempre fue la capital del unitarismo.

El 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a
elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el
candidato a gobernador sería Félix de Álzaga.

Pero los unitarios presentaron la candidatura de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron
las elecciones. Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo
tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto. Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del
lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a
la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder.

La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos
Aires el 8 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e
Instituciones de la Provincia de Buenos Aires" y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades
ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura".
No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Sarratea y
a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años;
también Viamonte las había tenido.

El primer gobierno de Rosas fue un gobierno "de orden"; no fue una tiranía despótica, aunque
más tarde los historiadores harían extensivas a su primer gobierno algunas características del
segundo. En este primer momento, se apoyó en algunos de los dirigentes del "Partido del
Orden" de la década anterior, lo cual ha permitido que fuera acusado de ser el continuador del
Partido Unitario,7 aunque con el tiempo se distanciaría de ellos.

La administración de Rosas fue, también, un gobierno "progresista": se fundaron pueblos, se
reformaron el Código de Comercio y el de Disciplina Militar, se reglamentó la autoridad de los
jueces de paz de los pueblos del interior y se firmaron tratados de paz con los caciques, con lo
que se obtuvo una cierta tranquilidad en la frontera.

Entre los hechos negativos, se produjo la invasión inglesa de las islas Malvinas, que desde hacía
tiempo estaban en disputa entre Inglaterra y España, pero que desde hacía pocos años había
empezado a ser poblada desde Buenos Aires. Según diversos historiadores, Rosas habría
ofrecido a Inglaterra las islas Malvinas como pago, en concepto de una deuda que la Provincia de
Buenos Aires tenía con aquel país. Inglaterra nunca contestó aquella carta, aunque,
aparentemente no hizo caso omiso de la misma, y procedió a ocupar las islas.

No obstante, la supremacía lograda no estuvo asociada a un apoyo incondicional de toda la
población. Rosas debió enfrentar, por el contrario, una dura resistencia durante el curso de su
gobierno.

A esta altura es imprescindible aclarar en que consiste la dicotomía de Federales y Unitarios.

Para comprender mejor el período de la historia argentina estudiado, debe descartarse la mal
planteada antinomia entre porteños centralistas o unitarios y provinciales federales. Federales y
unitarios los hubo tanto en las provincias interiores como en Buenos Aires.

Después de 1810, los pueblos de las provincias interiores mostraron un fuerte localismo en
defensa de sus intereses, que entraban en colisión con los intereses de Buenos Aires. Más tarde,
muchos gobiernos provinciales comenzaron a declararse federales cuando advirtieron que la
centralización política fortalecía los históricos privilegios de a ciudad puerto de Buenos Aires. La
forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los
grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de actividades económicas relacionadas
con el puerto de Buenos Aires. Se trató además de una reacción de las más antiguas y poderosas
familias que controlaban los gobiernos provinciales frente al creciente poder de los nuevos jefes
rurales.
Todos los gobiernos provinciales que se declararon federales también expresaron, unos en
forma más explícita que otros, su voluntad de constituir e país. Para ellos, la constitución era un
instrumento adecuado para terminar con los privilegios de Buenos Aires, Una constitución
federal podía respetar la autonomía provincial de Buenos Aires y, al mismo tiempo, garantizar
los derechos de todas las provincias a participar en la distribución de los ingresos del puerto de
Buenos Aires, a través de un Estado central.

De acuerdo con los principios doctrinarios, los federales se oponían a un régimen de gobierno
unitario en defensa de las autonomías provinciales. Pero en la provincia de Buenos Aires, la
defensa de la autonomía provincial se transformó en una justificación para no ceder la ciudad y
el puerto de Buenos Aires a un Estado central.

Por esta razón, entre los federales se distinguieron dos grupos: los federales doctrinarios y los
autonomistas bonaerenses. Estos últimos se enfrentaron tanto a los unitarios como a los
federales doctrinarios.

Desde 1828, el autonomísmo de Buenos Aires se fue identificando cada vez más con Juan
Manuel de Rosas —representante de los intereses de tos hacendados y terratenientes de la
provincia—. Desde su gobierno sostuvo que antes de organizar la federación las provincias
debían mejorar sus respectivas administraciones, y evitó nuevos intentos de constitución de un
Estado central.

En la práctica, la ciudad y el puerto de Buenos Aires continuaron siendo el centro organizador de
la economía y de a sociedad del nuevo país. Y los gobiernos federales de las provincias del Litoral
y del interior siguieron reclamando al gobierno federal de Buenos Aires la libre navegación de los
ríos y aranceles de aduana que protegieran sus industrias locales.

Mientras Lavalle era derrotado por Rosas, el General Paz, derrocaba al Gobernador de Córdoba y
se hacía fuerte en esa ciudad. Derrotó al Quiroga en las batallas de La Tablada y Oncativo y así
obtuvo el control del noroeste argentino. El 5 de julio de 1830 se crea la Liga del Interior o Liga
Unitaria, formada por Córdoba, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza, San Juan, San
Luis, y Santiago del Estero. Era no solo un pacto militar sinó que se comprometían a la
convocatoria de un congreso constituyente con vistas a organizar la nación.

Alarmadas por la situación, las provincias del litoral, dominadas por los federales realizaron su
propio pacto. El 4 de enero de 1831, Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, firmaron el Pacto
Federal en la Ciudad de Santa Fe. Poco después Corrientes se sumó al Pacto. Se trataba de un
pacto militar ofensivo, defensivo, estipulaba la libre navegación de los ríos y la promesa de una
futura convocatoria a un congreso.

Inmediatamente las provincias firmantes declararon la guerra a la Liga Unitaria, si bien el
General Paz era un gran estratega, el Pacto Federal contaba con los recursos de Buenos Aires, lo
que prometía una lucha larga y cruel.

Sin embargo los acontecimientos se precipitaron, el 10 de mayo de 1831, el Gral. Paz fue
capturado mientras realizaba una patrulla de reconocimiento por una partida Federal.

Sin su jefe, y ahora al mando de Gregorio Araoz de Lamadrid, La Liga fué derrotada por Quiroga
en La Ciudadela, 4 de noviembre de 1831, como consecuencia La Liga se derrumbó y las
provincias comenzaron a adherir al Pacto Federal que pasó a llamarse, Pacto de Confederación
de la República Argentina.

En cuanto terminó la guerra civil en el interior, los representantes de varias provincias
anunciaron que, con la pacificación interior, había llegado la ocasión esperada para la
organización constitucional del país. Pero Rosas argumentaba que primero se tenía que
organizar las provincias y luego el país, ya que la constitución debía ser el resultado escrito de
una organización que debía darse primero. Aprovechó una acusación del diputado correntino
Manuel Leiva para acusarlo de tener ideas anárquicas y retirar su representante de la
convención de Santa Fe. En agosto de 1832, la convención quedaba disuelta, y la oportunidad de
organizar constitucionalmente el país se pospuso por otros veinte años.

Concluido el primer Gobierno de Rosas en diciembre de 1832, la Legislatura quiso reelegirlo,
pero sin otorgarle las facultades extraordinarias, por lo cuál Rosas no aceptó y dejó el gobierno y
partió hacia una campaña militar contra los indígenas.

Fue electo el general Juan Ramón Balcarce, candidato de Rosas, que entre 1833 y 1834
emprendió una campaña al desierto financiada por la provincia y los estancieros bonaerenses
preocupados por la amenaza indígena sobre sus propiedades.

Rosas combinó durante la campaña la conciliación con la represión. Pactó con los Pampas y se
enfrentó con los ranqueles y la Confederación liderada por Juan Manuel Cafulcurá.
Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco de comenzar la
campaña, el saldo fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y se rescataron 1000 cautivos
blancos.

El éxito obtenido por el restaurador en la campaña aumentó aún más su prestigio político entre
los propietarios bonaerenses, que incrementaron su patrimonio al incorporar nuevas tierras y se
sintieron más seguros con la amenaza indígena bajo control.

Rosas se encontraba en su expedición al desierto que duró de 1833 a 1834 y extendió las
fronteras hasta Bahía Blanca.

Los intereses políticos de Rosas eran custodiados por su esposa Doña Encarnación Ezcurra, una
aguerrida mujer. En el seno del partido Federal, se consolidaron mientras tanto dos facciones,
los ``cismáticos``, de orientación liberal y constitucionalista, y los ``apostólicos``, la corriente mas
conservadora y popular que seguía a Rosas.

Ambas facciones se atacaban por medio de la prensa, hasta que en 1833, la agitación de la
prensa rosista llevó al gobierno a sancionar al diario El Restaurador (sobrenombre que utilizaba
Rosas), confundiendo a la población Encarnación Ezcurra llenó de afiches la ciudad que decían
que Rosas (el Restaurador) sería juzgado ello llevó a una rebelión popular que culminó con la
salida de Balcarce del gobierno y el nombramiento de Juan José Viamonte (4 de noviembre de
1833). Este episodio se conoció como la Revolución de los Restauradores.

En los días siguientes abundaron las agresiones de los partidarios de Rosas, organizados en la
Sociedad Popular Restauradora, formada las clases medias no educadas de la ciudad y parte de
los oficiales de origen humilde. Su brazo armado era La Mazorca, un grupo de agitadores que
también atacaban las casas de los opositores a Rosas y causaban desmanes. Sus integrantes
obligaron a huir y emigrar a muchos opositores de Rosas, como Viamonte no aceptó el uso de la
violencia, fue reemplazado por Manuel Vicente Maza, el 1º de octubre de 1834.

.Un hecho agravará aún más la situación. El caudillo riojano Juan Facundo Quiroga, residía por
entonces en Buenos Aires bajo el amparo de Juan Manuel de Rosas.

Quiroga había manifestado al Restaurador sus inquietudes sobre la necesidad de convocar a un
congreso y organizar constitucionalmente al país. Rosas se opuso argumentando que no estaban
dadas las condiciones mínimas para dar semejante paso y consideraba que era imprescindible
que, previamente, cada provincia se organice.

A Rosas no se le escapaba que la organización nacional implicaría la pérdida para Buenos Aires
del disfrute exclusivo de las rentas aduaneras, entre otros privilegios.

Ante un conflicto desatado entre las provincias de Salta y Tucumán, el gobernador de Buenos
Aires, Manuel Vicente Maza (quien respondía políticamente a Rosas), encomienda a Quiroga una
gestión mediadora. Tras un éxito parcial, Quiroga emprendió el regreso y fue asesinado el 16 de
febrero de 1835 en Barranca Yaco, provincia de Córdoba.

La muerte de Quiroga determinó la renuncia de Maza y provocó entre los legisladores porteños
que prevaleciera la idea de la necesidad de un gobierno fuerte, de mano dura.

Por una amplia mayoría de votos, expresados en la legislatura y a través de un plebiscito que dio
un resultado de 9.713 votos a favor y 7 en contra, fue electo nuevamente Juan Manuel de Rosas,
en marzo de 1835, esta vez con la suma del poder público.

La hegemonía rosista se consolidó mediante la unificación ideológica del pueblo de Buenos Aires
a través del uso obligatorio de la divisa punzó, del riguroso control de la prensa; y de una dura
represión a la oposición ideológica y política realizada por la "mazorca", la fuerza de choque de
Rosas, encargada de la intimidación y la eliminación de los opositores. Durante el largo período
rosista, la mazorca se cobró miles de víctimas.

Rosas, eliminó de todos los cargos públicos a sus opositores: expulsó a todos los empleados
públicos que no fueran federales "netos", y borró del escalafón militar a los oficiales
sospechosos de opositores, incluyendo a los exiliados. A continuación hizo obligatorio el lema
de"Federación o muerte", que sería gradualmente reemplazado por "¡Mueran los salvajes
unitarios!", para encabezar todos los documentos públicos; e impuso a los empleados públicos y
militares el uso del cintillo punzó, que pronto sería usado por todos.

El ejercicio de las atribuciones extraordinarias y la acción de la Sociedad Popular Restauradora,
le permitieron eliminar la oposición, ya sea unitaria o federal. Hubo destituciones y fusilamientos
en masa, y se decretó el uso obligatorio de las divisas punzó. Se empapelaron las ciudades con
cárteles como: "¡Mueran los salvajes unitarios!" o "¡Vivan los federales!". Afirmó su lucha sobre
los unitarios y exigió una sumisión total a la federación, no solo en Buenos Aires sino en todo el
interior. Abolió la independencia del poder judicial, y llegó a ejercer personalmente facultades
judiciales (como el caso de los hermanos Reinafé, a quienes se los encontró culpables y se los
colgó).

Fue una época de terror para los unitarios, o mas bien para todos los que no estuvieran a favor
del dictador. Todos los opositores se debieron exiliar, en general a Uruguay, o eran juzgados
aquí. La gente se retractaba, se cuidaba de cualquier motivo de sospecha, como hablar, pasear,
escribir, etcétera. La simple sospecha de complicidad con un unitario bastaba para ser
ejecutado; la sociedad Popular Restauradora fue un club terrorista y temido. Rosas también se
aseguró de que su retrato estuviera expuesto en todos los lugares públicos.

Si bien la confederación aseguraba la autonomía a cada provincia, cada una de estas cada año,
debía formalmente conceder la gestión de las relaciones exteriores al gobierno de Buenos Aires.

En 1837 se inicia un conato de oposición al Restaurador. Durante la guerra de la Confederación
Peruano Boliviana contra Chile, La Confederación Argentina interviene a favor de Chile para
asegurar la integridad territorial en el norte argentino. Las acciones bélicas fueron delegadas al
gobernador de Tucumán Alejandro Heredia. Chile derrota en 1839 a la Confederación Peruano
Boliviana, en la batalla de Yugai, y en 1840 Heredia cona mas poder y prestigio decide enfrentar
a Rosas formando la Liga del Norte

Ese mismo año, Juan Lavalle, desde el Uruguay y con apoyo de Fructuoso Rivera y de los
Franceses, entra en Corrientes. El gobernador Ferré lo recibe como aliado y de allí logra
apoderarse de Entre Ríos e invadir Buenos Aires consiguiendo varias victorias y de allí pasar a
Santa Fe, con la esperanza de recibir apoyo de la Liga del Norte, comandadas por Gregorio Araoz
de Lamadrid. Pero ambos fueron derrotados por las fuerzas rosistas de Manuel Oribe en la
batalla de Quebracho Herrado. Lavalle y Lamadrid huyeron hacia el norte siedo definitivamente
derrotados por Oribe en Famaillá. La represión sangrienta al levantamiento de la Liga del Norte,
llevada por Oribe impidió todo intento futuro de sublevación.

Cuando se supo que Lavalle huía, estalló el terror general en la ciudad: decenas de personas
fueron asesinadas, centenares de casas saqueadas y las calles quedaron vacías. Los antiguos
partidarios de los unitarios fueron perseguidos, y también los que fueran sospechados de serlo,
por cualquier razón. Los símbolos de los unitarios, y hasta los objetos de colores identificados
con los unitarios - celeste y verde - fueron destruidos. Las casas, la ropa, los uniformes, todo lo
que pudiera colorearse fué pintado de color rojo.
Rosas no hizo nada para detener la masacre, y posiblemente no hubiera podido controlarla. Sólo
a fines de ese año, cuando estuvo seguro de que iba a ser obedecido, anunció que a cualquiera
que se lo descubriera violando una casa, robando o asesinando sería pasado por las armas. La
violencia se detuvo ese mismo día.

El terror del año 40 fue la culminación del uso político de la violencia por parte de Rosas y su
partido. Los historiadores clásicos extendieron la imagen de esas semanas de violencia a todo su
gobierno, lo que es falso. Hubo varios períodos en los que los opositores fueron perseguidos,
pero los crímenes de todos los días sólo ocurrieron a fines de 1840. De hecho, Rosas usó más el
terror como idea para presionar las conciencias que para eliminar personas.

La acción militar de Rosas se dirigió entonces hasta Corrientes, donde había, llegado el General
José Maria Paz, que había logrado escapar de su cautiverio en Buenos Aires. Los opositores
fueron derrotados por las fuerzas rosistas en Caaguazú el 28 de noviembre de 1841. Un año más
tarde el 6 de diciembre de 1842, las tropas de Oribe, vencen a las de Fructuoso Rivera en Arroyo
Grande e invaden el Uruguay. Luego de un largo sitio a la ciudad de Montevideo, Oribe derrota
definitivamente a las tropas de Rivera en marzo de 1845. Rosas surge como el vencedor absoluto
de todos sus rivales. En 1842, Rosas se autoproclamó Tirano ungido por Dios para salvar a la
patria

En junio de 1839 fue descubierta en Buenos Aires una conspiración organizada por Manuel V.
Maza, presidente de la Sala de Representantes, que tenía contacto con otros movimientos que
actuaban en la campaña y con los emigrados. Maza y su hijo fueron muertos. La misma suerte
tuvieron los cabecillas de la Rebelión de los Hacendados del Sur de la provincia, que tuvo su foco
en Chascomús y Dolores. Estos alzamientos debían coincidir con la invasión de Lavalle a Buenos
Aires, lo que no pudo concretarse.

A fines de la década del treinta la oposición a Rosas sumaba a los viejos unitarios y los federales
porteños antirrosistas a un grupo de jóvenes que por su edad no habían actuado en la política
revolucionaria. A este grupo se lo conoce como la generación del 37 y estaba formado por
Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y Juan Maria Gutiérrez.

Estos jóvenes intelectuales, fundaron el salón literario que funcionó en la librería de Marcos
Sastre, donde se reunían para discutir ideas políticas, sociales y filosóficas, que difundieron en
algunos periódicos que pudieron publicar.
Las ideas de Alberdi , de Sarmiento y de otros intelectuales contemporáneos sobre las
perspectivas de desarrollo futuro de la Argentina, vinculadas a las condiciones favorables que
abría el avance del capitalismo industrial en Europa, influyeron sobre las elites dirigentes
argentinas. Expresaban, a la vez, las aspiraciones de esos sectores para superar las limitaciones
de su expansión. La mayoría de esas ideas o proyectos fueron llevados a la práctica en las
décadas que siguieron a la caída de Rosas. Fueron motivo, también, de intensas polémicas entre
sus mentores.

Intentaron ser una alternativa a federales y unitarios, propiciaron una organización nacional
mixta, y sus ideas y acción tendrían gran influencia en el proceso constitucional posterior a la
caída de Rosas. Por mucho tiempo, la "historia oficial" los consideró próceres civiles, pero
posteriormente se les acusó de considerar todo lo europeo superior a lo americano o español,
de querer trasplantar Europa a América sin considerar a los americanos, y de traicionar
repetidamente a su propio país.

Se pronunciaron en contra de la política de Rosas respecto de Francia, y fueron perseguidos por
La Mazorca y, si bien ninguno fue asesinado, terminaron refugiados en Montevideo, Chile o
Europa, desde donde continuaron trabajando para superar la antinomia de Federales y Unitarios
y así organizar constitucionalmente el país.

En materia económica, el gobierno de Rosas, impuso barreras aduaneras que el puerto que
afectaron a todas las mercaderías extranjeras que competían con productos nacionales, e
incluso prohibió la introducción de algunas como herrajes, porotos, maíz, etc.

Esto permitió la expansión económica de algunas provincias como las de Cuyo y Buenos Aires
que vieron estimulada su capacidad vitivinícola y rural.

La producción ganadera se vió fuertemente estimulada, por el crecimiento del comercio
exterior, que estimuló la producción ganadera y de los saladeros. Esto fue posible por la
expansión de la tierra disponible en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde se
generalizaron grandes estancias como centros de producción y población, gracias a la
transferencia de tierras públicas al dominio privado, que generó una gran concentración de la
propiedad en pocas manos.

Por los años cuarenta se perfila un gran negocio con la introducción de las ganadería ovina,
debido al excelente precio de la lana y la aptitud de tierras en el sur de Buenos Aires para esta
producción.
El Litoral vió favorecida su economía por el crecimiento de la producción ovina y bovina así como
saladeros y cueros, cuya producción en algunos casos escapaba al control de Buenos Aires,
saliendo por Rio Grande do Sul o por Montevideo, generando gran prosperidad durante el
bloqueo anglo francés.

Rosas representó y dirigió los intereses particulares de los grupos dominantes de Buenos Aires que se negaban a compartir los ingresos aduaneros porteños con las demás provincias—. Logró,
a la vez, mantener, bajo la bandera del federalismo, el orden social necesario para el desarrollo
de las actividades económicas y la autonomía de la provincia. Al mismo tiempo, Rosas explotó su
influencia sobre los sectores populares y aprovechó el temor que inspiraban en las clases
propietarias, para alinearlas de su lado. La amenaza, la censura y el uso de la fuerza contra
rivales, opositores y disidentes fueron también recursos corrientes para mantener la cohesión y
el control del régimen que a partir de esa fecha dominará por dos décadas consecutivas.

En esta segunda gobernación Rosas: favoreció la venta o el otorgamiento de las tierras públicas
que pasaron a manos de los grandes ganaderos.

Otorgó opción de compra de tierras a los arrendatarios de contratos de enfiteusis facilitando así
el acceso a la propiedad privada tanto al norte como al sur del río Salado.

En 1835, Rosas sancionó la Ley de Aduanas, que protegía a las materias primas y productos
locales, prohibiendo en algunos casos y gravando con altos aranceles en otros el ingreso de la
mercadería importada que pudiera perjudicar a la producción nacional.

La Ley favoreció a las provincias pero sobre todo a Buenos Aires que aumentó notablemente sus
ingresos aduaneros.

Todo producto argentino destinado al exterior debe pagar su tributo a Buenos Aires y todo
producto extranjero destinado a cualquier parte del país deber pagar también a Buenos Aires.

Mediante este procedimiento Buenos Aires puede estimular cierta actividad económica del
interior y boicotear otra, determinando qué mercadería extranjera y de qué países de
procedencia podrá consumir el interior.
Quedaban en manos de Buenos Aires las llaves para favorecer o empobrecer a determinados
grupos sociales de las provincias.

Tucumán exportaba a Chile ganado y otros bienes a cambio de metálico; a Buenos Aires, tabaco,
madera, quesos, aguardiente, a cambio de artículos ultramarinos.

Córdoba enviaba a Buenos Aires, cueros vacunos, ovinos y caprinos lanas, trigos, harinas, a
cambio de productos de ultramar.

Rosas mantuvo durante gran parte de su mandato excelentes relaciones con los comerciantes
británicos y su gobierno.

Francia no había obtenido de Rosas un tratado comercial como el que Inglaterra había
conseguido de Rivadavia.

Los ciudadanos franceses no estaban exentos de hacer el servicio militar como los británicos.

Rosas, además había encarcelado a varios franceses acusados de espionaje.

Se produce un conflicto diplomático y las naves francesas que estaban estacionadas en el Río de
la Plata, bloquearon el puerto de Buenos Aires a fines de marzo de 1838.

El bloqueo se mantuvo por dos años generando una obligada política proteccionista, más allá de
la Ley de Aduana y produjo ciertas grietas en el bloque de poder. Los ganaderos del Sur de la
provincia se rebelaron contra Rosas ante la caída de los precios de la carne y las dificultades
provocadas por el cerco francés al puerto.

Durante el bloqueo se reanudó la guerra civil. Lavalle, que referimos en párrafos anteriores.
En octubre de 1840, finalmente por tratado Mackau - Arana, Francia pone fin al bloqueo. El
gobierno de Buenos Aires se comprometió a indemnizar a los ciudadanos franceses, les otorgó
los mismos derechos que a los ingleses y decretó una amnistía.

Concluido el conflicto con Francia, Rosas limitó la navegación de los ríos Paraná y Uruguay.

Bloqueó el puerto de Montevideo y ayudó a Oribe a invadir el Uruguay y a sitiar la capital en
1843.

Estas actitudes de Rosas afectaron los intereses de los comerciantes y financistas extranjeros.

En 1845, el puerto de Buenos Aires fue bloqueado nuevamente, esta vez por una flota anglofrancesa.

A pesar de la heroica resistencia de Lucio N. Mansilla y sus fuerzas, en la Vuelta de Obligado, una
flota extranjera rompió las cadenas colocadas de costa a costa y se adentró en el Río Paraná.

El bloqueo no sólo afectaba los intereses de los extranjeros, también perjudicaba a los
estancieros del Litoral que no podían navegar libremente por el río Paraná y debían comerciar
sus productos por el puerto de Buenos Aires, entre los afectados estaba Justo José de Urquiza,
que gobernaba la provincia de Entre Ríos desde 1841

Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847 mientras que los franceses lo hicieron un año
después.

La firme actitud de Rosas durante los bloqueos le valió la felicitación del General San Martín y un
apartado especial en su testamento: "El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la
independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como
prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido
el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de
humillarla."

Recién en 1850 quedaron normalizadas las relaciones con Inglaterra y Francia.
Las acciones de los británicos y franceses sobre el puerto de Buenos Aires, respondía al complejo
cuadro de intereses políticos, y comerciales de la cuenca rioplatense. Desde Londres y Paris
hasta Asunción y Río de Janeiro, se tejió una compleja trama de intereses, que no siempre
respondieron a las imágenes maniqueas, de una simple defensa de la soberanía contra el
imperialismo extranjero,. En efecto, mientras que para los comerciantes montevideanos y
asunceños, la libre navegación de los ríos resultaba de crucial importancia, en cambio los
ingleses sabían que podían llevar adelante, buenos negocios sin necesidad de humillar a Rosas,
quién siempre había sido un gran aliado de sus intereses. Así la vuelta de obligado demostró que
los ejércitos porteños, nada podían hacer si las naves británicas decidían entrar en los ríos, pero
los ingleses, no querían hacer a la fuerza lo que podían hacer en forma pacífica. Por eso el
bloqueo nunca fue eficaz y las relaciones de Rosas, con el jefe de la armada británica eran por
demás cordiales. De hecho, Rosas siempre atribuyó en público, la responsabilidad del bloqueo a
los

franceses, y no a los ingleses. Los franceses eran mas agresivos, toda vez que sus intereses en la
región estaban menos consolidados que los de los británicos y tenían mucho mas que ganar de
una acción militar. Pero el estallido de una feroz revolución en Paris en febrero de 1848, que
determinó la caída de la monarquía en Francia, debilitó su posición. En pocos mese ingleses y
franceses, habían levantado un bloqueo por demás ineficaz, pero el problema de la cuenca del
Plata no estaba todavía resuelto.

Desde 1840 Entre Ríos había experimentado un fuerte desarrollo de la ganadería vacuna,
comenzó a competir con Buenos Aires, pero la única forma que tenían los entrerrianos para
exportar era a través del puerto bonaerense, ya que el cierre de los ríos interiores implementado
por Rosas, no permitía el comercio directo del Litoral con los mercados exteriores. La alternativa
es trasladar el ganado a Brasil, estrategia habitualmente utilizada durante la década de 1840.

El conflicto era en esencia económico: Entre Ríos venía reclamando la libre navegación de los
ríos, necesaria para el florecimiento de su economía- lo que permitiría el intercambio de su
producción con el exterior sin necesidad de pasar por Buenos Aires.

Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió enfrentar al gobierno bonaerense.

En 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto, conocido como el pronunciamiento de
Urquiza, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía para Entre Ríos la conducción de
las relaciones exteriores.
Entre 1850 y 1851 la Provincia de Entre Ríos se alió con Brasil, y con los colorados uruguayos,
opositores de los blancos que respondían a Manuel Oribe, estableciendo una nueva coalición
antirrosista. El objetivo era defender la libre navegación del sistema del Plata. Mas tarde se
sumaron Corrientes y Paraguay.

Todos los años como un ritual, Rosas, presentaba ante la Legislatura bonaerense, y ante cada
provincia confederada, su renuncia al desempeño de las relaciones exteriores de la
Confederación Argentina. El 1º de mayo de 1851, el General Urquiza aceptó la renuncia del
Restaurador, rompiendo así con la tradición y reasumiendo Entre Ríos su soberanía y derecho
para vincularse directamente con las potencias extranjeras. Tal hecho constituyó en sí mismo
una declaración de

guerra.

El emperador de Brasil, Pedro II proveería infantería, caballería, artillería y todo lo necesario,
incluso la escuadra.

Urquiza alistó a sus hombres en el ''ejército grande" de 28000 hombres, y avanzó sobre Buenos
Aires, derrotando a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de Febrero de 1852.

Vencido, el Gobernador de Buenos Aires se embarcó en el buque de guerra "Conflict" hacia
Inglaterra. Allí se instaló en la chacra de Burguess, cerca de Southampton acompañado por
peones y criados ingleses. El gobierno porteño, instalado el 11 de septiembre de 1852, confiscó
todos su bienes y dependía para vivir de los recursos que le enviaban sus amigos desde Buenos
Aires.

Relatos de algunos de sus visitantes como Alberdi o Salustiano Cobo, director del diario "El
Comercio` de Lima, ilustran el exilio del Restaurador. Lo muestran como un anciano vestido con
modestia, que hablaba con moderación y respeto de sus adversarios. Solo quejándose de la
ingratitud que hacia él por parte de aquellos que como Anchorena que habían edificado su
fortuna a su sombra, y quejoso por la confiscación de sus bienes y presto a defenderse de las
acusaciones que se le hacían por entonces desde Buenos Aires. Habló sin arrogancia de la
sencillez de su vida en la tarea rurales, a las que volvió a dedicarse hasta su muerte ocurrida el
14 de marzo de 1877, a los ochenta y cuatro años.
ECONOMIA Y LA HEGEMONÍA DE BUENOS AIRES
Se había disuelto el régimen de las provincias Unidas, pero no la convicción de la unidad
nacional. Las provincias argentinas se organizaron en estados independientes, pero mantuvieron
vínculos mediante un sistema de acuerdos y alianzas regionales.
Ante la inestabilidad política que reinaba en Buenos Aires, asumió como gobernador Dorrego,
quien derrotó a López en la batalla de Pavón. Pero el triunfo fue efímero ya que Dorrego fue
vencido en el combate de Gamonal. El gobernador fue reemplazado por Rodríguez quien firmó
con López el Tratado de Venegas, por el que se convino la paz entre Bs. As. y Santa Fe.
Artigas fue derrotado en 1820 por los invasores portugueses (este buscó el apoyo de los
caudillos del Litoral sin recibirlo) y la Banda Oriental quedó anexada al Portugal y luego en 1822
al Imperio del Brasil. Sin embargo, un sector importante apoyaba el mantenimiento de la
provincia oriental dentro del ámbito de las antiguas Provincias Unidas.
La situación interprovincial se normalizaba en el Litoral. Los gobernadores de Entre Ríos,
Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires suscribieron el Tratado del Cuadrilátero, el cual establecía
una alianza ofensiva y defensiva entre las cuatro provincias.1
En 1824 se reunió en Buenos Aires un Congreso: había que desplazar a los brasileños de la Banda
Oriental. Las provincias enviaron a sus delegados con el objetivo de que se sancionara una
constitución federal; sin embargo, se sancionó una unitaria y se eligió a Rivadavia como
Presidente. Esto despertó la resistencia de los caudillos federales del interior.
Quiroga (gobernador de La Rioja) se opuso a Lamadrid (gobernador de Tucumán) ya que este
defendía la carta unitaria y no sólo eso, sino que además amenazaba con extender su autoridad
por Catamarca, Jujuy, Salta y Cuyo. Lamadrid fue derrotado en octubre de 1826 y Quiroga reunió
el norte y centro del país.
Después de una guerra con Brasil, se logró un acuerdo de paz en 1827, en el cual se perdió la
posesión de la Banda Oriental. Debido a este desventajoso acuerdo, el régimen rivadaviano
terminó rápidamente.

Fracasada la tentativa de unidad, las provincias retornaron a su aislamiento.
En Buenos Aires, el Partido Federal ganó las elecciones para gobernador y Dorrego ocupó el
cargo. Éste procuró crear acuerdos con las provincias a fin de convocar un congreso
constituyente que organizara el país sobre una base federal. En julio de 1828 se iniciaron las
discusiones, pero sólo asistieron nueve provincias, por lo que no se logró ningún avance. La falta
del respaldo federal de Dorrego hizo que el general unitario Lavalle lo derrocara a fines de 1828,
ordenara su fusilamiento y se hiciera proclamar gobernador. López y Rosas comenzaron a operar
contra Lavalle y lo derrotaron en 1829. José María Paz llegó con sus tropas a Córdoba, donde
derrocó a Bustos, y asumió el gobierno en su lugar. Facundo Quiroga (el caudillo riojano) fue
vencido también por Paz en La Tablada. Este triunfo abría una nueva época para la ciudad de
Córdoba, que hasta entonces había ocupado el último lugar entre los pueblos argentinos.
La Junta de Representantes decidió designar gobernador a Juan Manuel de Rosas a fines de 1829
y le otorgó poderes extraordinarios.
Quiroga había logrado hacerse fuerte en las provincias de Cuyo, pero Paz lo volvió a vencer en
1830 y constituyó la Liga del Interior para hacerles frente a los federales que predominaban en
el litoral.
Por la batalla de Oncativo, Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca, Tucumán,
Salta y Jujuy quedaban libres de la dominación de caudillos. La unidad de la república empezaba
a hacerse efectiva desde Córdoba por medio de las armas.
En 1831, las provincias litorales respondieron con la firma del Pacto Federal.
Paz fue hecho prisionero por López y sus partidarios, y así la Liga del Interior no tardó en
derrumbarse. Las tropas del Pacto Federal, con la colaboración de la de Quiroga y otros
caudillos, pronto extendieron su predominio a toda la república.
En el interior, luego de vencer a Lamadrid, Quiroga se afirmó definitivamente.
En el litoral, López mantenía con seguridad la hegemonía regional. Y en Bs.As., Rosas afianzaba
su poder y agrandaba su influencia. En 1833, éste organizó una expedición al sur para reducir a
los indios pampas. Poco después de su regreso la situación se vio complicada tanto en el interior
(donde la autoridad de Quiroga era cada vez más fuerte) como en Buenos Aires.
A fines de 1834, hubo una guerra civil entre Tucumán y Salta, dos provincias federales. Rosas le
pidió a Quiroga que pacificara la situación. En 1835 Quiroga fue asesinado y luego la Legislatura
bonaerense elegía gobernador de la provincia a Rosas.
4° Capítulo: La Federación (1835-1852)
Durante los diecisiete años que duró la hegemonía de Rosas en Buenos Aires las provincias se
mantuvieron independientes bajo sus gobiernos locales, no se instauró ningún régimen que
institucionalizara la nación. Pero reinó, sin embargo, una extraña forma de unidad conocida
como Federación. Ésta (vista como el triunfo de los ideales del federalismo) aseguró la
hegemonía de Bs. As. y redujo el crecimiento de las provincias. El puerto de Bs. As. seguía siendo
la mayor fuente de riqueza para el estado y aportaba beneficios a los comerciantes de la ciudad
y también a los fabricantes de cueros y tasajos. Las provincias del interior no participaban de
esas ventajas, por lo tanto la federación acentuó el empobrecimiento de las provincias
interiores, bloqueadas por sus aduanas interprovinciales. Esto nos permite ver que aunque
Rosas hablaba de Federación y consagraba su lema como federal, encabezó un régimen
absolutamente centralista.1 Recaudaba impuestos a través de la Aduana porteña y, en algunos
casos, ayudaba a las provincias que estuvieran muy necesitadas. Esto ocurrió con Santiago del
Estero.

Rosas prohibió que las embarcaciones del extranjero naveguen los ríos del interior y esto dio
como resultado que la economía de Entre Ríos se debilitara.
Pese a las convulsiones políticas, la economía experimentó una vigorosa expansión, se
duplicaron las exportaciones de origen ganadero y creció el número de buques de todo el
mundo que llegaban a Buenos Aires con mercaderías para vender en la capital y el interior.

Rosas expulsó a sus adversarios de la administración pública, el clero y el ejército. Todos fueron
obligados a usar la divisa punzó. Se desarrolló un período de glorificación del Restaurador y los
opositores (a los que se calificó de salvajes unitarios) fueron perseguidos y obligados a partir al
exilio, encarcelados o muertos.

En el interior Rosas no era querido para nada; sus grandes represiones preocupaban mucho a los
gobiernos provinciales.

La revolución iniciada por Lavalle fracasó en 1838. En 1839 el gobernador porteño contuvo los
levantamientos del gobernador correntino Berón de Astrada y de Maza.

En 1840 se produjo la sublevación de las provincias del norte, lideradas por Avellaneda
(gobernador tucumano) pero Rosas los venció. A fines de 1841 Lavalle, tras una suma de
derrotas, se retiró hacia el Norte. Pero fue asesinado en Jujuy y todo el Norte quedó
subordinado a la autoridad de Rosas.

Hubo constantes levantamientos y luchas en todo el país.

En 1845 Corrientes volvió a sublevarse y Madariaga, su gobernador, fue derrotado dos veces por
Urquiza (gobernador de Entre Ríos).

Esto debía llegar a un fin para que la nación lograra organizarse, dar garantías y derechos a sus
ciudadanos y poner en vigencia un equitativo reparto de las rentas nacionales.

Entre 1850 y 1851, Urquiza se levantó contra Rosas y lo venció en la batalla de Caseros en 1852
al mando del Ejército Grande.

Tras la derrota, el Restaurador se exilió en Gran Bretaña.
La Federación había terminado.

5° Capítulo: La Confederación (1852-1862)

Urquiza entró en Buenos Aires para hechar las bases de la organización del país.1 En el país se
sentía la necesidad de la unión. Pero la tarea que esperaba a Urquiza era complicada; había
muchas diferencias económicas entre las distintas regiones.

En 1852 dos grandes partidos comenzaron a enfrentarse: el Partido Federal, en el cual estaban
agrupadas las oligarquías provincianas y presidía Urquiza, y el Partido Liberal, que encabezaban
los antiguos emigrados y predominaba en Buenos Aires.

El caudillo entrerriano designó gobernador interino de Bs. As. a Vicente López y convocó una
reunión de gobernadores en San Nicolás para discutir la constitución política del país. El acuerdo
de San Nicolás se firmó el 31 de mayo. Este convenio proclamaba el Pacto Federal de 1831 como
ley fundamental de la República y el federalismo volvía a triunfar; se aseguraba la libre
navegación de los ríos, la distribución proporcional de las rentas nacionales y la libertad de
comercio en todo el territorio. Además, llamaba a un congreso constituyente al que concurrirían
todas las provincias con igual representación.

Finalmente, se designaba a Urquiza Director Provisorio de la Confederación.

Esto fue más de lo que Buenos Aires estaba dispuesta a soportar. Los porteños rechazaron el
convenio y Vicente López y Planes renunció a su cargo. Pero Urquiza actuó con rapidez. Disolvió
la Legislatura de la ciudad, repuso en su cargo a López y Planes y dispuso la nacionalización de la
Aduana.

Pero la oposición dentro de Bs. As. era muy grande, por lo que una revolución en septiembre de
1852 permitió a los porteños retomar el control de la ciudad.2

Urquiza tuvo que retirarse pero luego de unos meses en Santa Fe se reunieron los delegados de
las provincias sin la presencia de Bs.As., sancionaron la Constitución Nacional de 1853 y eligieron
a Urquiza como presidente.
Se extendió una situación bastante peligrosa. Existía por un lado la Confederación Argentina
(que poseía Constitución Nacional, un Congreso y un Poder Ejecutivo con sede en Paraná)
formada por trece provincias, y por el otro, el Estado de Buenos Aires. Ambos se agredían,
competían y se hostilizaban. Había una diferencia muy grande entre el adelanto de Buenos Aires
y el desarrollo económico y político del interior. Esto hacía muy difícil la unión.

Finalmente, en octubre de 1859 se enfrentaron en Caseros las tropas de Buenos Aires,
comandadas por Mitre (ministro de guerra de la prov.), con las de la Confederación, bajo el
mando de Urquiza. Esta triunfó entonces se firmó el Pacto de San José de Flores, por el cual Bs.
As. se declaraba integrante de la Confederación Argentina, aceptando la Constitución Nacional.

Aunque con algunos rozamientos, el pacto empezó a cumplirse y en octubre de 1860, Bs. As.
juró la Constitución Nacional.

Inesperadamente se desató otro conflicto. Una ley de la Legislatura bonaerense declaró
entonces nulo el Pacto de San José de Flores y la Confederación intervino la provincia. Esta
resistió y Urquiza fue derrotado por Mitre en Pavón en septiembre de 1861. Ambos líderes
terminaron haciendo un pacto de no agresión. En octubre de 1862 Mitre resultó elegido
presidente. Buenos Aires estaba ya reincorporada al país y provisoriamente era su capital. La
unidad nacional quedaba consumada.3

6° Capítulo: Gobierno Nacional (1862-1880)

Es durante este período que el país logra organizarse constitucionalmente de manera definitiva.
Por primera vez desde 1820 existía un gobierno formal y verdaderamente nacional.1

Las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda (con las que contó esta época) fueron
reafirmando el sistema republicano y el país se fue acostumbrando a cumplir una ley; hubo un
profundo cambio en la estructura social y económica de la nación. La etapa de los caudillismos,
de los gobiernos volteados por revoluciones y las largas dictaduras había llegado a su fin.

Mitre quería federalizar la ciudad de Buenos Aires pero no lo consiguió. En cambio, aprobó una
ley mediante la cual Bs. As. fue la capital provisoria de la nación.
Durante la gestión de Mitre, orientada a unificar la nación bajo la ideología liberal, diferentes
caudillos del interior se sublevaron ante el gobierno central.

El caudillo riojano, el "Chacho" Peñalosa, dirigió la última revolución de las provincias
mediterráneas y fue derrotado a fines de 1863 por las fuerzas nacionales. En 1865 estalló la
guerra del Paraguay, de la cual no se sacó nada positivo y en 1866 se inició una serie de
alzamientos contra el gobierno de Mitre.

En las elecciones de 1868, las provincias apoyaron a Sarmiento, quien fue elegido presidente;
Alsina fue el vicepresidente.

Las metas de Sarmiento se resumen en la palabra progreso y los caminos para alcanzarlo fueron
la llegada de inmigrantes, la educación y el desarrollo agroindustrial. Una de las preocupaciones
de Sarmiento fue alfabetizar a las clases populares es por esto que fundó muchas escuelas y
apoyó en 1869 una ley que otorgaba subvenciones a las provincias para que las crearan en las
suyas.2

La construcción de los ferrocarriles creó una gran fuente de trabajo para los inmigrantes, dando
un fuerte cambio a la economía del país.

En 1870 López Jordán en Entre Ríos dirigió una revolución y mató a Urquiza. Debido a esto
Sarmiento tuvo que intervenir Entre Ríos militarmente y esto derivó en una guerra que finalizó
en 1871.

A partir de 1870, las ciudades de Europa se fueron expandiendo y desarrollando sobre la base de
algunos inventos que afectaron la calidad de vida de la gente y trascendieron a nuestro país,
como la luz de gas. El acero fraguado a altas temperaturas permitió aplicaciones en la
construcción. También hubo muchos avances médicos. El ferrocarril adquirió una gran
importancia. Todo esto tuvo como resultado un gran avance en la calidad de vida de la gente.

Por otra parte, los trabajadores industriales de Alemania, Inglaterra y Francia solicitaban una
cantidad de productos que luego abastecieron nuestro país. Era un gran contexto internacional
con disponibilidad de capitales para invertirse en el exterior de los países centrales y con
grandes avances científicos y técnicos.
El período 1820 - 1852 Argentina
El período 1820 - 1852 Argentina
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El período 1820 - 1852 Argentina

  • 1. El período 1820-1852: de las autonomías provinciales a la federación rosista. Un Estado moderno requiere de una Constitución ya que es la que establece los principios y las reglas de juego que la sociedad fija para su convivencia. Se dice que es la Ley Suprema porque es la base del resto de las leyes. Es un instrumento que organiza jurídicamente a una nación, garantiza los derechos de los habitantes y ciudadanos y marca las pautas respecto de la forma y régimen de gobierno así como la distribución del poder. De lo señalado se desprende lo complejo que resulta elaborar una Constitución, no sólo porque es en sí misma un instrumento legal fundamental del Estado, sino porque organiza la convivencia de sectores que tienen intereses diversos y muchas veces contrapuestos. Este fue el caso para la Constitución de las Provincias Unidas. Finalmente, el Congreso dictó una Constitución en 1819 que las provincias rechazaron por su carácter centralista. La crisis política de 1820, fruto de un proceso en el cual la batalla de Cepeda fue uno de los detonantes, desintegró formalmente a las Provincias Unidas del Río de la Plata y abrió paso a una nueva etapa caracterizada por la coexistencia de entidades políticas diversas que se regían autónomamente unas con respecto a las otras La disolución del Directorio y del Congreso puso fin al gobierno central. Los gobiernos provinciales fueron estableciendo sus propias formas de gobierno en territorios sin límites precisos que en general se trazaron a partir de las ciudades más importantes. A lo largo de todo el periodo las diferencias políticas tuvieron en la mayoría de los casos sus orígenes en diferencias tanto económicas como sociales, regionales, etc., Por lo tanto, los intentos por construir un Estado unificado se dificultaron enormemente. Estos grupos representaban proyectos diferentes y han pasado a ser conocidos como unitarios y federales. Pero si queremos evitar confusiones debemos saber diferenciar y entender de qué se habla cuando se mencionan estos dos términos. Ambos responden a las formas en que concebían la organización política del país. El proyecto unitario ( centralista) se caracterizó por una fuerte subordinación de los poderes provinciales al poder central. Por su parte, los diversos proyectos federales entendían que la organización del Estado nacional debía basarse en la asociación de Estados regionales (provinciales) que delegaran parte de su poder al Estado central. A una primera etapa caracterizada por la autonomía de las provincias, le siguió a mediados de la década de 1820 el breve intento centralizador de Rivadavia que culminó en un fracaso. Posteriormente, a mediados de la década de 1830, el gobernador de Buenos Aires era Juan Manuel de Rosas. Su política proclamaba un especial federalismo basado en una posición autonomista que demoraba cualquier intento de organización nacional que le significara a su provincia la pérdida de recursos y de mecanismos de control. La batalla de Caseros en 1852, un nuevo levantamiento del Litoral contra Buenos Aires liderado por Justo José de Urquiza, marcó el fin de esta etapa. legados de la Revolución de Mayo:
  • 2. +surgimiento de los caudillos, nuevos dirigentes políticos que expresaban intereses provinciales o regionales y que contaban con fuerza militar propia. Ellos representaban las tendencias autónomas frente al proceso centralizador impulsado por Buenos Aires. Luego de la década de conflictos que se abrió en 1810, los estados provinciales privilegiaron el establecimiento de su propia organización dictando leyes y constituciones.. Diversos autores han asociado a los caudillos con el desorden, la anarquía, el poder despótico, y con relaciones paternalistas y autoritarias. Sin embargo esas afirmaciones pueden ser matizadas. Debemos recordar que no estaba claro ni era compartido el proyecto de país que se quería construir. Los caudillos, por lo tanto, impulsaban proyectos muy diversos y asumían en sus territorios el control político de acuerdo al proyecto en el cual creían, frente a la imposibilidad de construir un Estado único. La situación de tranquilidad que vivió Buenos Aires le permitió liderar un nuevo intento de organización nacional. En 1823 convocó a todas las provincias a un nuevo Congreso General que comenzó a sesionar a fines del año siguiente. Pero diversos problemas dificultaron su accionar, entre los que se destaca la guerra con el Brasil por la Banda Oriental. Esta situación provocó que en 1826 el Congreso dictara una Constitución de corte unitario y nombrara presidente a Bernardino Rivadavia en un nuevo intento de unificación nacional. Si bien el nuevo presidente contaba con el apoyo de los comerciantes -que se beneficiaban con el librecambismo- y de los hacendados -que respaldaban su política de tierras-, las oposiciones fueron mayores. Por tal, su experiencia como primer mandatario resultó breve: a mediados de 1827 Rivadavia presentó la renuncia al cargo lo que significó el fin del gobierno centralizado. El período 1820-1852 se caracteriza y explica por el conflicto derivado del enfrentamiento de distintos proyectos políticos sobre la organización del país. Las tres décadas están atravesadas por esa oposición que se manifestó tanto en la discrepancia en el debate de ideas como en la violencia política y los enfrentamientos militares que derivaron en guerras civiles. Sin duda, la disputa principal era entre el unitarismo y el federalismo. Pero junto a ésta se presentan otras de gran importancia. Por ejemplo, el enfrentamiento entre Buenos aires y el Interior. Este confllicto no se puede analizar en términos de "diferencias entre unitarios y federales". Si bien la mayoría de los centralistas se encontraba en la antigua capital del virreinato, los había por todos lados. Muchos comerciantes de las ciudades del interior consideraban que sus intereses estarían mejor asegurados por un gobierno central, y Buenos Aires era un espacio en el que las ideas federales también tenían muchos adeptos. A su vez, dentro de los grupos federales es necesario también señalar las fuertes diferencias existentes. Podemos dividirlos en tres grupos. Los federales del Interior, los federales del Litoral, y los federales de Buenos Aires, estros últimos ordenados a su vez en los primeros años en doctrinarios y autonomistas. Estos grupos sociales y regionales, con mayor o menor grado de antagonismo, tenían diversos intereses económicos que encontraban en el plano de las ideas un lugar donde manifestar y dirimir sus conflictos.
  • 3. Entre 1828 y 1831 el enfrentamiento entre unitarios y federales se extendió por todo el país y se perfiló un alineamiento regional con líderes que basaban su poder político en criterios diversos unos de otros. Estas diferencias promovían además dinámicas sociales diferentes en cada región. Con la renuncia de Rivadavia se derrumbó el proyecto unitario y retornaron las autonomías provinciales. Se inició entonces una etapa caracterizada por las guerras civiles que culminaron con el triunfo del federalismo bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas. Los violentos hechos de esos años marcaron el punto máximo de la escalada entre los dos grupos. Hacia 1831, el país se encontraba dividido en dos agrupaciones: la Liga del Interior y el Pacto Federal. La guerra entre ambas parecía inminente, pero la caída del General Paz (líder de la Liga Unitaria) en manos enemigas desmembró ese acuerdo y los federales se impusieron sin oposiciones en todo el país. En esos años, los caudillos más destacados eran Facundo Quiroga ( La Rioja), Estanislao López (Santa Fe ) y Juan Manuel de Rosas ( Buenos Aires). Cada uno de ellos representaba los intereses de su región y expresaban las diferencias internas del federalismo. De a poco logró imponerse el último. Se dio paso entonces a la Confederación y volvió a retrasarse el dictado de una Constitución y la conformación de un Estado nacional. Rosas fue designado gobernador de Buenos Aires en 1829. Durante sus dos gobiernos que se extendieron hasta 1832 el primero y desde 1835 hasta 1852 el segundo se consolidó la hegemonía de la provincia sobre el resto del país. La Confederación Argentina funcionó a través de pactos y acuerdos entre provincias. Si bien no se formaron instituciones comunes, Buenos Aires obtuvo el manejo de las relaciones exteriores por lo que representaba a la Confederación como un Estado independiente en el plano internacional. Rosas demoraba el dictado de una Constitución que implicara la organización nacional y la consecuente pérdida para Buenos Aires de las rentas aduaneras. Bajo sus gobiernos se fue fortaleciendo económicamente el sector terrateniente bonaerense que crecía con la acumulación de tierras, a la vez que el aparato productivo se vinculaba estrecha y exitosamente con las demandas del mercado internacional. La acción legislativa durante sus gobiernos y la campaña militar al desierto (que desarrolló entre los años 1833 y 1834) fueron parte de una batería de acciones y medidas destinadas a fortalecer a este grupo que, junto a los sectores populares urbanos y rurales, constituían las bases sociales de su poder. El estilo de conducción política desplegado por Rosas ha generado polémicas que llegan hasta nuestros días. Fueron años en los que se exasperaron los conflictos y las lealtades políticas. Para algunos, Rosas no hizo más que demorar el desarrollo del país; para otros, fue capaz de avanzar en la unión nacional y de establecer las bases de un Estado moderno en la provincia luego del fracaso centralizador rivadaviano. A lo largo de su dilatada gestión la lucha entre unitarios y federales se fue desplazando hacia otra dicotomía: rosistas y antirrosistas. La política tomó nuevas manifestaciones, que iban desde la violencia y la persecución hasta los festejos populares y los actos masivos. Si bien desde 1835 el orden rosista extendió su influencia en el país, los conflictos y resistencias no dejaron de manifestarse hasta su caída. Los grupos políticos y miembros del ejército unitario, los jóvenes intelectuales de la Generación de 1837, e incluso algunos federales expresaron su
  • 4. disidencia. No estuvieron ausentes los levantamientos en el interior y en el propio territorio bonaerense, así como el accionar de los exiliados desde fuera de las fronteras. Además, se produjeron una serie de conflictos de nivel internacional que tuvieron impacto en la política interna. Las luchas entre blancos y colorados en el Uruguay repercutían en el contexto nacional gracias a las alianzas políticas que se establecían entre los grupos de ambas márgenes del Río de la Plata. Tampoco faltaron problemas limítrofes con la Confederación peruanoboliviana. Asimismo, la dinámica del sistema capitalista hizo recrudecer la rivalidad política y la competencia comercial entre Francia e Inglaterra, lo que tuvo importantes efectos en el Río de la Plata, como los bloqueos o la usurpación de las Islas Malvinas. Hacia fines de la década de 1840 la economía se encontraba en expansión y habían cesado las convulsiones políticas. Sin embargo esos hechos no impidieron que el orden rosista ingresara en su etapa final. El crecimiento económico basado en la actividad ganadera había beneficiado a Entre Ríos y el gobernador Urquiza -aliado de Rosas en años anteriores- comenzó a diferenciarse políticamente de él, incrementando la autonomía de su provincia. El enfrentamiento no tardó en producirse. Una alianza nacional e internacional liderada por el entrerriano puso fin a la experiencia rosista cuando los ejércitos se enfrentaron el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros. En las luchas por definir la forma que adoptaría el nuevo gobierno, los sectores dominantes en cada provincia se fueron identificando con dos proyectos políticos opuestos: el centralismo y el federalismo. El grupo unitario (o centralista), que entre 1826 y 1827 se hizo cargo del gobierno central, estaba constituido, fundamentalmente, por políticos, abogados, periodistas, comerciantes y sectores militares de las distintas provincias. Proponía la construcción de un gobierno central fuerte. De acuerdo con las ideas unitarias, las provincias, empobrecidas y despobladas debían constituir gobiernos verdaderamente representativos con una real división de poderes. Y, a su vez, debían quedar organizadas bajo la firme autoridad y control de un gobierno central que garantizara la unidad política y económica de todo el territorio. Los unitarios propusieron, desde un primer momento, la libertad de comercio y el librecambio. También consideraron necesario obtener inversiones de capitales extranjeros para aumentar la producción de bienes económicos y, como un medio para combatir el desequilibrio entre Buenos Aires y las demás provincias, redistribuir los ingresos provenientes de la Aduana. El Grupo federal: La mayor oposición a los unitarios provino de los estancieros y otros grandes propietarios rurales que se fueron identificando con un proyecto político federal. Éste proponía la organización de un poder central que debía fundarse en el respeto por las autonomías de las provincias. En relación con el proyecto económico, existían claras diferencias entre las propuestas de los federales de las provincias del centro, norte y litoral, y los de Buenos Aires. Los primeros querían la redistribución de los ingresos aduaneros que manejaba Buenos Aires y la libre navegación de los ríos interiores. Por su parte, los federales de Buenos Aires, también llamados "autonomistas bonaerenses", encabezados por Rosas y sus partidarios, no estaban dispuestos a ceder la ciudad y el puerto a la administración de un gobierno central.
  • 5. LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS PROVINCIALES En 1817, el Congreso que declaró la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata se trasladó a Buenos Aires, donde funcionó como Poder Legislativo del Directorio. Dos años después, el Congreso sancionó una Constitución de tendencia centralista que otorgaba amplios poderes al gobierno nacional. Esta constitución fue rechazada por las provincias que sostenían principios federales. La resistencia fue encabezada por Francisco Ramírez (gobernador de Entre Ríos) y Estanislao López (gobernador de Santa Fe), quienes a principios de 1820 vencieron a las fuerzas porteñas en la batalla de Cepeda. Después de esa batalla, el Directorio y el Congreso se disolvieron y desapareció así el gobierno central de las Provincias Unidas. El surgimiento de los Estados provinciales Luego de la desaparición del gobierno central, las provincias proclamaron su autonomía y comenzaron a organizar sus propias instituciones de gobierno. La mayoría de ellas redactaron sus textos constitucionales y crearon salas de representantes que se encargaron de sancionar leyes, acuñar moneda y de elegir a los gobernadores provinciales. En la mayoría de los casos, esos cargos recayeron en diversos líderes que pertenecían a las familias más ricas de su región. Estos hombres, los caudillos, sumaban a su rol político la capacidad de movilizar tropas integradas por gauchos y peones. Algunos de los principales caudillos fueron, además de López y Ramírez, Facundo Quiroga en La Rioja, Gervasio de Artigas en la Banda Oriental del Uruguay, Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, Justo José de Urquiza en Entre Ríos, Félix Aldao en Mendoza, Juan Bautista Bustos en Córdoba, Felipe Ibarra en Santiago del Estero y Bernabé Araoz en Tucumán.
  • 6. En cuanto a Buenos Aires, renunció a la conducción del país, se constituyó como provincia autónoma y creó una Sala de Representantes que eligió a Manuel Sarratea gobernador provisional hasta tanto se realizaran elecciones. * OBSTÁCULOS: “Instalado para dar ejemplo de imitación a las demás provincias, y propagar, de ese modo indirecto el establecimiento del sistema representativo en todo el país, sucedió lo que era de esperar, que todas las provincias crearon su gobierno local a ejemplo de Buenos Aires, compuesto de los tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Entonces tuvimos catorce gobiernos constituidos separadamente, en lugar del gobierno nacional, que quedó vacante *…+. Las provincias interiores copiaron al gobierno local de Buenos Aires, no sólo el hecho de su existencia, sino también la extensión de sus facultades y el círculo de sus poderes o atribuciones: y de este modo el ejemplo de gobierno provincial de Buenos Aires, imitado por todas las demás, hizo nacer en cada una un obstáculo a la organización nacional…” Juan B. Alberdi. Derecho público provincial argentino. Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos, 1853. Las relaciones entre las provincias Las relaciones entre los Estados provinciales se llevaron adelante por medio de tratados interprovinciales. En 1820, Buenos Aires, por ejemplo, firmó con Santa Fe y Entre Ríos el Tratado del Pilar. Este acuerdo estableció la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, que era exigida por las provincias del Litoral para poder comerciar libremente con el exterior, sin la intermediación de Buenos Aires. También acordó la convocatoria de un Congreso Constituyente con la finalidad de poner a los Estados provinciales bajo un gobierno común. La feliz experiencia A partir de 1820 Buenos Aires experimento un crecimiento muy importante porque terminada la guerra por la independencia, ya no tuvo que hacer frente a los restos del ejército ni utilizar los ingresos de su aduana para mantener un gobierno central. De esta forma, los recursos fueron enviados solamente en benefició de la provincia. Con el gobierno de Martín Rodríguez, comenzó una etapa llamada “la feliz experiencia”. Buenos Aires se renovó a partir de las medidas tomadas por los ministros Manuel José García y Bernardino Rivadavia. Fueron eliminados el Cabildo, se crearon escuelas públicas y fomentó las artes y las ciencias. También el gobierno amplió la línea de frontera para obtener más tierras y afectarles a la producción ganadera. Con ese fin, el gobernador Martín Rodríguez lanzó una campaña contra los indios y logró que la frontera llegara al sur del río Salado. Para aumentar la producción ganadera
  • 7. el gobierno debía asegurar un mayor número de trabajadores en las estancias. Para lograrlo, persiguió a los gauchos. Estos no siempre trabajaban en las estancias. Cazando nútrias, lograban alimentarse y vestirse. Por eso, las autoridades les exigían llevar una papeleta donde constara el tiempo y las tareas que cumplían en las estancias. Si el gaucho se encontraba fuera de la estancia o no tenía esa “papeleta”, era considerado “vago y mal entretenido” y se lo obligaba a integrarse al ejército. El Congreso Constituyente de 1824 Cuando Martín Rodríguez concluyó su mandato, lo sucedió Gregorio de Las Heras. Durante su gobierno, en 1824, se convocó a un nuevo Congreso General Constituyente en la ciudad de Buenos Aires. El objetivo era dictar una constitución y para ello, las provincias enviaron a sus representantes. Durante años, Buenos Aires había evitado por diferentes medios que se concretase la convocatoria al Congreso Constituyente, tal como establecían el Tratado del Pilar y otros acuerdos provinciales. Pero, en 1824, dos razones parecían indicar la necesidad de cambiar de posición y de impulsar la formación de un gobierno unificado en las Provincias Unidas. En primer lugar, la Banda Oriental había sido anexada al Imperio del Brasil con el nombre de Provincia Cisplatina. A la presión ejercida por las provincias litorales se sumó la de un grupo de representantes de la Legislatura porteña, que reclamaban dejar de lado la actitud pasiva de Buenos Aires e intervenir en el conflicto. En segundo lugar, Gran Bretaña había propuesto reconocer la Independencia rioplatense y firmar un tratado de amistad, comercio y navegación. Finalmente, en diciembre de 1824, se reunió en Buenos Aires un Congreso formado por representantes de las provincias, en número proporcional a la población de cada provincia. En 1825, el Congreso aprobó la Ley Fundamental, que establecía que las provincias se regían por sus propias constituciones, hasta tanto se sancionara la Constitución Nacional. Mientras tanto, delegaban en el Gobierno de Buenos Aires la gestión de las relaciones exteriores, es decir, la relación con otros países. La Presidencia de Rivadavia A fines de 1825, el Congreso reconoció a la Banda Oriental como parte integrante de las Provincias Unidas del Río de la Plata e, inmediatamente, Brasil nos declaró la guerra. Los centralistas (que comenzaban a ser denominados unitarios) aprovecharon la situación de emergencia para presionar al Congreso, que en 1826 sancionó la Ley de Presidencia que creó el cargo de presidente, para el cual fue designado Bernardino Rivadavia convirtiéndose en el primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
  • 8. El presidente impulsó la sanción de la Ley de Capitalización, por la cual la ciudad de Buenos Aires y sus zonas aledañas se convertían en distrito federal, es decir, en lugar de residencia de las autoridades nacionales. El resto de la provincia de Buenos Aires fue dividido en dos nuevas provincias, separadas por el río Salado. La difusión de esta ley provocó la reacción tanto de los federales como de los ganaderos bonaerenses, que no querían perder el puerto y la Aduana de Buenos Aires. Estas fuentes de recursos financieros eran las que posibilitaban expandir las fronteras interiores, apropiarse de tierras indígenas y, por consiguiente, aumentar la actividad ganadera. Más tarde se dictó la Constitución de 1826, pero fue rechazada por las provincias. La Constitución proponía un gobierno unitario y cerrado. * BERNARDINO RIVADAVIA: Rivadavia había integrado las milicias durante las Invasiones Inglesas y luego participó en el proceso revolucionario de mayo de 1810. Pasó varios años en Europa, donde fortaleció sus ideas liberales y volvió al Río de la Plata en 1820. La Guerra con el Imperio de Brasil Ante la declaración de guerra por parte de Brasil, Rivadavia nombró al general Carlos María de Alvear y al almirante Guillermo Brown para comandar las fuerzas rioplatenses, en tierra y en mar, respectivamente. Durante 1826, las fuerzas navales lograron quebrar el bloqueo que los brasileños impusieron al Río de la Plata y, a principios de 1827, Alvear los derrotó en la batalla de Ituzaingó. Inglaterra, cuyos intereses comerciales fueron afectados por la guerra, se ofreció como mediadora en el conflicto y propuso la creación de un Estado independiente en la Banda Oriental. Rivadavia envió a Manuel García como representante a Río de Janeiro para iniciar las negociaciones de paz. Pero Manuel García fue más allá de las instrucciones que le habían encomendado y aceptó la incorporación de la Banda Oriental al Brasil. El Congreso y el presidente rechazaron el acuerdo, pero la situación se volvió insostenible para Rivadavia. La Constitución de 1826 y los nuevos conflictos En diciembre de 1826, el Congreso sancionó una Constitución elaborada por los sectores unitarios, que eran mayoría en el recinto legislativo. La nueva Constitución otorgaba amplias atribuciones al Poder Ejecutivo, entre ellas la de nombrar a los gobernadores. Por esa razón, fue rechazada por las provincias de tendencia federal, que comenzaron a retirar a sus representantes del Congreso. El fracaso de las negociaciones con Brasil y el rechazo de la Constitución condujeron a que Rivadavia, casi sin apoyos, renunciara a su cargo, en junio de 1827. De esa forma, se disolvió el
  • 9. gobierno central y la provincia de Buenos Aires recuperó su ciudad capital. Las provincias continuarían gobernándose a sí mismas como lo habían hecho desde 1820. Fracasado el intento unitario, la Sala de Representantes de Buenos Aires designó gobernador a Manuel Dorrego, líder del sector federal. Luego de asumir el cargo, firmó en forma definitiva la paz con el Brasil. En el tratado de paz se establecía la independencia de la Banda Oriental del Uruguay. La firma de este tratado de paz provocó un gran descontento en las tropas porque la guerra se había ganado. Varios militares unitarios que habían luchado contra Brasil, encabezados por el general Juan Lavalle, se sublevaron y ocuparon Buenos Aires en diciembre de 1828. Derrocaron a Dorrego y nombraron a Lavalle gobernador de Buenos Aires, quien ordenó fusilar a Dorrego. El fusilamiento de Dorrego encendió de nuevo la guerra civil, y fue Rosas quien tomó a su cargo vengar la muerte del caudillo federal. Juan Manuel de Rosas, jefe de las milicias de la campaña bonaerense, atacó a Lavalle y lo derrotó en abril de 1829. * LA VIOLENCIA POLÍTICA: En estos años, era habitual el uso de la violencia cuando se trataba de castigar o de enfrentar a los enemigos políticos. En sus Memorias curiosas, el porteño Juan Manuel Beruti recuerda el fusilamiento de Manuel Dorrego y la justificación de Juan Lavalle, que manifestó: “Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio. Juan Lavalle, Navarro, diciembre 13 de 1828”. Juan Manuel Beruti. Memorias curiosas. Buenos Aires, Emecé, 2001. Rosas, gobernador de Buenos Aires Luego del levantamiento unitario de 1828, Rosas se presentaba como el candidato ideal para restablecer el orden y garantizar la hegemonía del partido federal en la provincia de Buenos Aires, además, tenía el apoyo de los hacendados de Buenos Aires y de los trabajadores. Esto explica que, en diciembre de 1829, fuera elegido por la Sala de Representantes como gobernador con facultades extraordinarias. Esta condición le permitía sancionar las leyes provinciales que considerara necesarias, sin la intervención del Poder Legislativo. La llegada de Rosas al poder obligó a los unitarios a coaligarse para enfrentarlo. Se formó así la Liga del Interior, que dirigida por el general José María Paz, estableció gobiernos unitarios por todas las provincias del centro y del norte del país y los federales se organizaron en una poderosa asociación que formaron Rosas y los caudillos federales de las provincias del Litoral y los caudillos federales del Interior. No es fácil establecer un límite claro entre unitarios y federales. Ambos grupos políticos incluían tanto a hombres del interior como de Buenos Aires, que, en ocasiones, cambiaban de bando. La guerra civil enfrentó al Interior con las provincias del Litoral. Finalmente, triunfaron estas últimas y todas las provincias se incorporaron al Pacto
  • 10. Federal (1831). La firma del Pacto Federal era un primer paso hacia la organización constitucional del país. Entre otras atribuciones esta Comisión debía “invitar a todas las demás provincias de la república cuando estén en plena libertad y tranquilidad, a reunirse en federación son las tres litorales, y a que por medio de un Congreso General federativo se arregle la administración general del país bajo el sistema federal”. Esto dio origen a una nueva forma de organización (la Confederación Argentina), cuyo jefe era el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Durante su gobierno, los unitarios fueron señalados como culpables de todos los males de la provincia de Buenos Aires y fueron perseguidos, encarcelados o debieron exiliarse en los países vecinos. Sin embargo, esta política provocó una división en las filas del federalismo porteño. Un sector, los doctrinarios, defendía el rol de la Legislatura y la libertad de expresión. El sector rosista, por su parte, planteaba la necesidad de un Poder Ejecutivo fuerte para garantizar el orden. En 1832, finalizó el mandato del gobernador. La Legislatura (con mayoría doctrinaria) lo reeligió, pero sin otorgarle las facultades extraordinarias. Rosas no aceptó el cargo y se trasladó hacia el campo, donde encabezó una campaña para castigar a los grupos de aborígenes que, con sus malones, asolaban a pueblos y estancias. Esta empresa le otorgó un gran prestigio, ya que logró incorporar grandes extensiones de tierras para la producción ganadera. Por aquel entonces tuvo lugar la ocupación de las Malvinas por los ingleses (1833), que aún conservan en su poder. Con la suma del poder público Durante el gobierno del sucesor de Rosas, Juan Ramón Balcarse, aumentaron los enfrentamientos entre rosistas y doctrinarios y se produjo en Córdoba el asesinato del caudillo riojano Facundo Quiroga. Este hecho renovó el conflicto entre federales y unitarios en las provincias del interior del país. Ante esta situación de inestabilidad, al finalizar el mandato de Balcarce, en 1835, la Legislatura bonaerense ofreció nuevamente la gobernación a Rosas. Pero ahora con la suma del poder público: el gobernador concentraba en sus manos el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. La suma del poder público se le otorgó con el compromiso de: - Conservar, defender y proteger la religión Católica Apostólica Romana. - Sostener la causa nacional de la Federación. - El ejercicio de la suma del poder público duraría “todo el tiempo que el Gobernador considere necesario”.
  • 11. Así el 13 de abril de 1835 asumió el mando y se proclamó “Gobernante ungido por Dios”. Durante este nuevo mandato, que se extendió hasta 1852, Rosas persiguió a sus opositores con mayor fuerza: destituyó y persiguió a funcionarios, militares y eclesiásticos que no adherían incondicionalmente a su gobierno, controló la prensa y toda posibilidad de expresión, y reprimió brutalmente varios levantamientos unitarios. También invadió Uruguay y se enfrentó a ingleses y franceses, que bloquearon el puerto de Buenos Aires para obtener la libre navegación de los ríos, que Rosas prohibía. El combate de la Vuelta de Obligado (1845) fue una batalla larga en la que sufrieron numerosas pérdidas materiales y humanas, las fuerzas militares y navales porteñas intentaron impedir el paso de las naves extranjeras. Francia e Inglaterra terminaron aceptando que la soberanía es nuestra sobre los ríos interiores. Rosas mantuvo el libre comercio durante su primer gobierno. En cambio en este segundo gobierno dictó en 1835 la Ley de Aduana. En ella se establecía la existencia de un único puerto habilitado para el comercio exterior de toda la federación, el de Buenos Aires y prohibía la libre navegación de los ríos interiores. Además establecía aranceles aduaneros para muchos productos importantes. Esta ley fue recibida con agrado en el interior menos en el litoral. A más de treinta años de la declaración de la independencia, los dirigentes de las provincias aún no se habían puesto de acuerdo en la organización de un Estado central que reemplazara a la administración colonial española. * FACUNDO QUIROGA: El caudillo riojano Facundo Quiroga fue uno de los más firmes defensores de la necesidad de sancionar una Constitución Nacional. Fue asesinado en Barranca Yaco, Córdoba, en 1835. EL CAUDILLISMO El caudillismo es un fenómeno político y social surgido durante el siglo XIX en Latinoamérica. Consiste en la llegada en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en "el caudillo" la expresión de los intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes. El caudillismo fue clave para la dictadura y para las luchas entre los partidos políticos del siglo XIX. El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia. Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo, frente a las expresiones políticas neo coloniales. La inestabilidad política actual es consecuencia de cómo fue organizado el Estado al nacer a la vida republicana, sin base nacional, y también debido a los sucesivos años de enfrentamientos políticos presididos por las diferentes facciones que se disputaban el poder en ese entonces. De
  • 12. esta forma, las repúblicas se constituyeron sobre una base inconsistente, sobre un Estado embrionario, desorganizado económicamente, caótico en el orden político y sin planes de gobierno que sigan disciplina y orden. Por esta razón, la democracia no es totalmente efectiva y se realiza un uso inadecuado de las conquistas del liberalismo, en vez de un correcto uso de la libertad. El orden impuesto por la fuerza dentro del caudillismo ha quedado como herencia. Además, ciertas características “caudillescas” prosiguen hasta la actualidad. El caudillo, que buscaba gloria y poder, intentaba con sus obras ganarse la simpatía de la población y desprestigiar al máximo al anterior gobernante; así, reorganizaba el gobierno a su antojo y consideraba como malo todo lo que el gobernante anterior hubiese hecho. Hoy en día, muchos gobernantes desprestigian aquello gestado por sus antecesores y lo abandonan, buscando el propio beneficio, o tal vez como una estrategia para su obligada participación en las siguientes elecciones. Por otro lado, es importante resaltar que, al hablar de caudillismos se habla también de consolidación de fuertes regionalismos, que mermaron el casi inexistente estado-nación. Así, hoy en día aún existen algunos de esos fuertes regionalismos, especialmente en el sur andino, que, a pesar de no ser una consecuencia directa del caudillismo, ayudó a que se solidificaran algunos de ellos. Por esta razón, algunas veces planes unificadores resultan insostenibles. Política caudillista Los caudillos expresaron intereses regionales combinados con sus ambiciones personales. Agustín Gamarra, por ejemplo, representó los intereses del sur andino, especialmente del Cuzco, mientras que Andrés de Santa Cruz, los de Bolivia y Arequipa. Para tener una mejor comunicación en un país mal comunicado establecieron alianzas con hacendados. Tambien estuvieron Jose Antonio Paez, Antonio Guzmán Blanco, Juan Crisóstomo Falcón, José Tadeo Monagas y Cipriano Castro Eran una posición debajo de los Feudales. Los caudillistas se formaron a partir de ver la desigualdad que estaba ocurriendo en el momento de que los españoles llegaron a su territorio imponiendo sus reglas. Además de los grandes líderes en Colombia como Gaitán. EL ROSISMO Rosas es una figura polémica; encontrarás detractores y defensores de su acción política como gobernador de Buenos Aires (1829-1832; 1835-1852). Su primer gobierno es el emergente de una severa crisis política, motivo por el cual su gestión es la de un gobierno constituido progresivamente y que se va armando desde el poder, que si bien tenía un proyecto estaba más comprometido con la coyuntura inmediata. Eso estaba plenamente justificado si se tiene presente lo sucedido en los 8 años previos a su primer gobierno: la crisis de 1820; la crisis que terminó con el gobierno de Rivadavia y con el congreso constituyente en 1826-1827 que conduce a la guerra civil; y la crisis militar posterior a la guerra civil de 1828-1829, con serias consecuencias políticas, sociales y económicas.
  • 13. En ese contexto surge Rosas como la única figura capaz de reorganizar la situación con autoridad reconocida por todos, lo que también le permitió concentrar progresivamente cada vez mayor poder (centro de todas las críticas a su gestión). Durante este primer periodo de gobierno (1829-1832) Rosas va a obtener facultades extraordinarias -otorgadas por la Legislatura durante la guerra civil promovida por Lavalle- y que al ser revocadas en 1832 van a provocar su alejamiento del cargo. Cuando vuelve, en 1835, Rosas se impone su posición ante la Sala de Representantes y obtiene no sólo poderes excepcionales, sino también la suma del Poder Publico, que equivalía a una supresión de los demás poderes del estado ante el Ejecutivo. Esta «hegemonía» y la política «exterior» del rosismo le acarrearon serios conflictos internacionales (una guerra contra Gr.Bretaña y Francia enconjunto, una guerra con Brasil, la secesión de la Banda Oriental del Uruguay y un creciente marco de rebeldías provinciales, motivadas por un «federalismo» que pretendía controlar a las provincias para «encausarlas») terminaron con su segundo gobierno y el objetivo principal del mismo (la paz). ¿Qué dejó «institucionalmente» el rosismo? Bueno...hace 130 años que los argentinos discutimos al respecto y todavía no existe una posición que tenga el consenso mayoritario. Creo que Rosas tuvo una hábil política económica para insertar al país (al puerto de Bs.As.) en el comercio mundial de manera «independiente», que priorizó por sobre la organización nacional. El precoz federalismo que alcanzó a gestar se circunscribía a la práctica de dar a las provincias generosos subsidios para sacarlas de sus apuros, con lo cual calmaba las desconfianzas de los gobernadores y los sometía a su poder. A su favor, hay que decir que nunca tuvo un periodo de suficiente tranquilidad social como para intentar otra cosa y por lo mismo seguía siendo la provincia de Buenos Aires, y no la Nación, la que subvencionara a los gobiernos provinciales, siempre y cuando éstos, claro está, siguieran los lineamientos que Buenos Aires fijara. De otra parte, la victoria del interior sobre Buenos Aires tampoco supo gestar un «federalismo» que desarrollara el país integralmente, y la «institucionalidad que emerge del gobierno de Urquiza restauró progresivamente el centralismo porteño que le imputaban a Rosas y que decían combatir, siendo el mejor ejemplo de esta «reacción» los gobiernos de Sarmiento y de Mitre. EL NORTE ARGENTINO EN EPOCA DE ROSAS Luego de la Revolución de Mayo, Las Provincias Unidas del Río de la Plata fue el nombre que adoptaron las provincias del antiguo Virreinato del Río de la Plata, que incluían las actuales Argentina, Paraguay y Uruguay, y partes de Bolivia. Juan Manuel de Rosas fue un político argentino, gobernador de Buenos Aires en los períodos 1829-1832 y 1835-1852. Amado por sus seguidores, y temido y odiado por sus opositores, quienes lo llamaron tirano y dictador. Lo cierto es que estuvo en el poder por más de 20 años,
  • 14. con facultades extraordinarias otorgadas por la legislatura provincial, tratando de ordenar el país contra la anarquía política. Para una mejor ubicación de nuestra parte, indagaremos su entorno histórico. Declarada la independencia y afirmada esa declaración por el éxito de la campaña a Chile en 1818, el país daba los primeros pasos para organizar su vida interna, por lo hizo eclosión otros importantes asuntos tales como la organización económica e institucional de la nación, creando una Constitución, pero el rechazo de la Constitución de 1819, la caída del régimen directorial y la disolución del Congreso abrieron paso a la fragmentación del poder político y a la organización autónoma de las provincias. La política exterior había obtenido un brillante triunfo: la empresa que San Martín encarara dos años atrás había culminado con el éxito en Maipú (abril de 1818). Entre tanto el Congreso General (trasladado a Buenos Aires en 1817) dictaba la constitución destinada a organizar definitivamente el país. En 1819, el Congreso aprobó una constitución que reflejaba los intereses centralistas, promonárquicos y elitistas de los directoriales. Esa constitución era el marco adecuado para la instalación de una monarquía constitucional, mediante la coronación del duque de Luca, Carlos de Borbón. La difusión de estas negociaciones y el carácter centralista de la constitución generaron un fuerte rechazo entre los partidarios del sistema republicano y de la descentralización del poder, principalmente en los de las provincias del Litoral. En oposición esta el caudillo oriental Artigas, con su ideal de "República y Federalismo" que levantaba como bandera de la Liga de los Pueblos Libres, obteniendo profunda repercusión en otras zonas del país. Para los directoriales, la monarquía era una salida lógica ante la situación reinante en Europa y un medio para asegurar la unión nacional bajo un sistema centralizado. Según ellos, el federalismo y la defensa de las autonomías provinciales implicaba una anarquía peligrosa. Desde que el puerto de Buenos Aires se abrió al comercio exterior, esta región había gozado de una privilegiada situación. Sus productos ganaderos (especialmente los cueros) eran intercambiados por las manufacturas (tejidos. herramientas, etc.) de origen europeo, al tiempo que la aduana porteña monopolizaba la recaudación de impuestos aplicados al intercambio exterior. Buenos Aires también controlaba la entrada a los ríos interiores, centralizando todo el tráfico mercantil entre el interior y el exterior. La entrada de manufacturas europeas (principalmente de origen inglés) perjudicaba la rudimentaria producción de algunas provincias cuyos artículos locales, fruto de una técnica primitiva y más caros, no podían competir con los elaborados por la industria extranjera.
  • 15. Los intereses de esas provincias exigían una protección aduanera que impidiera la entrada de la industria extranjera, posibilitando así el propio desarrollo. Las provincias litorales, de economía similar a la de Buenos Aires, pretendían a su vez, que se abrieran los ríos al comercio exterior. El descontento precipitó la renuncia del desprestigiado director Pueyrredón en julio de 1819, quien fue reemplazado por Rondeau. Sin embargo, el Congreso siguió adelante con los proyectos monárquicos y aprobó, en sesión secreta (noviembre 1819), las tratativas realizadas en Europa. Esta medida, sumada al pedido efectuado por Rondeau a los portugueses instalados en la Banda Oriental para que actuaran contra los disidentes de los territorios de Entre Ríos y Santa Fe, desencadenó la reacción armada de estas provincias contra el régimen directorial. La negativa del Ejército del Norte de auxiliar al gobierno en la guerra civil (sublevación de la posta de Arequito); la decisión de San Martín de proseguir su campaña libertadora en lugar de intervenir con su ejército en la guerra civil y la oposición generalizada al gobierno, incluso en Buenos Aires, contribuyeron al derrumbe del poder central. Las fuerzas del Directorio, se enfrentan en Cepeda (febrero de 1820) a las fuerzas del Litoral, conducidas por Ramírez y López, que resultaron victoriosas y exigieron la disolución del Congreso y la renuncia del Director Rondeau. Frente al desmoronamiento del régimen y a la imposición de los vencedores de fijar los términos de la paz, el Cabildo porteño asumió el gobierno de Buenos Aires, como Cabildo Gobernador, hasta que la Junta de Representantes de la provincia —votada en Cabildo abierto— designó gobernador a Manuel de Sarratea. Surgió así una nueva entidad política: la provincia de Buenos Aires que, como tal, firmó con las provincias litorales el Tratado del Pilar (febrero de 1820). El acuerdo firmado con Ramírez y López reconocía como sistema de gobierno el de federación, aunque su organización se postergaba hasta un encuentro posterior de representantes, que deberían ser libremente elegidos por "los pueblos". Como principio económico fundamental, el Tratado del Pilar establecía la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Luego del retiro de las fuerzas militares del Litoral, se publicaron en Buenos Aires las actas secretas del Congreso, a la vez que se inició juicio a los implicados en el proyecto monárquico.
  • 16. Por entonces, comienza a perfilarse la figura del Restaurador: conocido como Juan Manuel de Rosas, fue bautizado como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rosas y López de Osornio. Pertenecía al linaje de los Ortiz de Rozas, que tiene origen en el pueblo de Rozas, Valle de Soba, Cantabria, España, pero el mismo Juan Manuel, en su juventud y debido a un entredicho que tuvo con su madre, prefirió apellidarse "de Rosas". Ingresó a los 8 años de edad en el colegio privado que dirigía Francisco Javier Argerich, si bien desde joven demostró vocación por las actividades rurales. Interrumpió sus estudios para enrolarse en la compañía de niños del Regimiento de Migueletes, que participó en la defensa frente a las invasiones inglesas(18061807). Más tarde, retirado al campo, se convirtió en un gran estanciero de la Pampa bonaerense, manteniéndose alejado de los sucesos revolucionarios de 1810. En 1813, pese a la oposición materna — que venció al hacer creer a su madre que la joven estaba embarazada — se casó con Encarnación Ezcurra, con quien tuvo tres hijos: Juan, María, muerta de niña, y Manuelita, nacida en 1817, que luego sería su compañera inseparable. En noviembre de 1815 se asoció con Juan Nepomuceno Terrero y Luis Dorrego en una compañía destinada a la explotación ganadera, saladero de pescado y exportación de productos varios en la estancia de "Los Cerrillos". La dirección de sus estancias le dio a Rosas un gran conocimiento sobre la vida y las costumbres de sus peones. Al poco tiempo devolvió a sus padres los campos que administraba para formar sus propios emprendimientos ganaderos y comerciales. Fue administrador de los campos de sus primos, Nicolás y Tomás Manuel de Anchorena, al segundo de los cuales siempre le tuvo un especial respeto y admiración, y quien ocuparía cargos importantes dentro de su gobierno. En sociedad con Luis Dorrego, hermano del coronel Manuel Dorrego, fundó un saladero; era el negocio del momento: la carne salada y los cueros eran casi la única exportación de la Argentina. Acumuló una gran fortuna como ganadero y exportador de carne vacuna, distante de los acontecimientos emergentes que conducirían al virreinato del Río de la Plata a la emancipación del dominio español en 1816.
  • 17. En 1820 concluyó la etapa del Directorio con la renuncia de José Rondeau a consecuencia de la Batalla de Cepeda. Fue en esa época que Rosas comenzó a involucrarse en la política, al contribuir a rechazar la invasión del caudillo Estanislao López al frente de sus "Colorados del Monte". Participó en la victoria de Dorrego en Pavón, pero junto a su amigo Martín Rodríguez se negó a continuar la invasión hacia Santa Fe, donde Dorrego fue derrotado completamente en la Batalla de Gamonal. Con apoyo de Rosas y otros estancieros, fue electo gobernador su colega Martín Rodríguez. El 1ro de octubre estalló una revolución, dirigida por el coronel Manuel Pagola, que ocupó el centro de la ciudad. Rosas se puso a disposición de Rodríguez, y el día 5 inició el ataque, derrotando completamente a los rebeldes. Los cronistas de esos días recordaron la disciplina que reinaba entre los gauchos de Rosas, que fue ascendido al grado de coronel. Con Rodríguez, el grupo de los estancieros empezó a tener un papel público. También fue parte de las negociaciones que concluyeron con el Tratado de Benegas, que ponía fin al conflicto entre las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Fue el responsable del cumplimiento de una de las cláusulas secretas del mismo: entregar al gobernador Estanislao López 30.000 cabezas de ganado como reparación de los daños causados por las tropas bonaerenses en su territorio. La cláusula era secreta, para no "manchar el honor" de Buenos Aires. Así se iniciaba la alianza permanente que tendría esta provincia con la de Buenos Aires hasta 1852. Entre 1821 y 1824 compró varios campos más, especialmente la estancia que había sido del virrey Joaquín del Pino y Rozas (conocida como Estancia del Pino, en el partido de La Matanza), a la que llamó San Martín en honor del general. También aprovechó la ley de enfiteusis promovida por el ministro Bernardino Rivadavia para aumentar sus campos. En lugar de ayudar a los pequeños hacendados, esta ley terminó dejando en propiedad de unos pocos grandes terratenientes cerca de la mitad de la superficie de la provincia. Los desórdenes del año 20 habían dejado desguarnecida la frontera sur, por lo que habían recrudecido los malones. Martín Rodríguez dirigió entonces tres campañas al desierto, usando una extraña mezcla de diálogos de paz y genocidio. En 1823 fundó las actuales ciudades de Azul y Tandil. En casi todas estas campañas lo acompañó Rosas, que también participó de una expedición en que el agrimensor Felipe Senillosa delineó y estableció planos catastrales de los pueblos del sur de la provincia. El jefe nominal de esa campaña era el coronel Juan Lavalle.
  • 18. Durante la guerra del Brasil, el presidente Rivadavia lo nombró comandante de los ejércitos de campaña a fin de mantener pacificada la frontera con la población indígena de la región pampeana, cargo que volvió a ejercer después, durante el gobierno provincial del coronel Dorrego. En 1827, en el contexto previo al inicio de la guerra civil que estallaría en 1828, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia rural, socialmente conservadora. Estaba alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria. Terminada la guerra del Brasil, Dorrego fue obligado — por una intensa presión diplomática y financiera — a firmar la paz y la independencia de Uruguay, y la libre navegación de los ríos; lo que fue visto por los miembros del ejército en operaciones como una traición. En repuesta, la madrugada del 1ro de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires y reunió a los unitarios en la iglesia de San Francisco, donde eligieron gobernador a Lavalle, y disolvieron la legislatura. Dorrego se retiró al interior de la provincia, y buscó la protección del comandante de campaña, Rosas. Éste lo ayudó a reunir un pequeño ejército, pero fueron atacados sorpresivamente en la batalla de Navarro, siendo derrotados. Rosas aconsejó a Dorrego que huyera hacia Santa Fe, pero el gobernador se negó, por lo que aquél lo abandonó, marchándose hacia la provincia de Santa Fe. Dorrego se refugió en Salto, en el regimiento del coronel Ángel Pacheco; pero, traicionado por dos oficiales de éste — Bernardino Escribano y Mariano Acha— fue enviado prisionero a Lavalle. Éste, influido por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, fusiló a Dorrego — y se hizo cargo de toda la responsabilidad. En su última carta, escrita a Estanislao López, Dorrego pedía que su muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Eso es exactamente lo que fue, y por muchos años. A principios de enero de 1829, el general José María Paz, aliado de Lavalle, iniciaba la invasión de la provincia de Córdoba, donde derrocaría al gobernador Juan Bautista Bustos. De ese modo se generalizó la guerra civil en todo el país.
  • 19. Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios pequeños caudillos aliados de Rosas organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para aplastarla. No se ha difundido la memoria de estos hechos, pues ocurrieron en el campo y sus víctimas fueron gauchos y personas pertenecientes a clases sociales más humildes. Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después, López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a Lavalle hasta cerca de Buenos Aires, derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, librada el 26 de abril de 1829. Mientras López regresaba a Santa Fe, Rosas sitió la ciudad de Buenos Aires. Allí crecía la oposición a Lavalle (a pesar de que los aliados de Dorrego habían sido expulsados), sobre todo por el crimen sobre el gobernador. Lavalle aumentó la persecución sobre los críticos, lo que le llevaría mucho apoyo a Rosas, en la ciudad que siempre fue la capital del unitarismo. El 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el candidato a gobernador sería Félix de Álzaga. Pero los unitarios presentaron la candidatura de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron las elecciones. Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto. Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder. La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 8 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires" y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura". No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Sarratea y a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Viamonte las había tenido. El primer gobierno de Rosas fue un gobierno "de orden"; no fue una tiranía despótica, aunque más tarde los historiadores harían extensivas a su primer gobierno algunas características del segundo. En este primer momento, se apoyó en algunos de los dirigentes del "Partido del
  • 20. Orden" de la década anterior, lo cual ha permitido que fuera acusado de ser el continuador del Partido Unitario,7 aunque con el tiempo se distanciaría de ellos. La administración de Rosas fue, también, un gobierno "progresista": se fundaron pueblos, se reformaron el Código de Comercio y el de Disciplina Militar, se reglamentó la autoridad de los jueces de paz de los pueblos del interior y se firmaron tratados de paz con los caciques, con lo que se obtuvo una cierta tranquilidad en la frontera. Entre los hechos negativos, se produjo la invasión inglesa de las islas Malvinas, que desde hacía tiempo estaban en disputa entre Inglaterra y España, pero que desde hacía pocos años había empezado a ser poblada desde Buenos Aires. Según diversos historiadores, Rosas habría ofrecido a Inglaterra las islas Malvinas como pago, en concepto de una deuda que la Provincia de Buenos Aires tenía con aquel país. Inglaterra nunca contestó aquella carta, aunque, aparentemente no hizo caso omiso de la misma, y procedió a ocupar las islas. No obstante, la supremacía lograda no estuvo asociada a un apoyo incondicional de toda la población. Rosas debió enfrentar, por el contrario, una dura resistencia durante el curso de su gobierno. A esta altura es imprescindible aclarar en que consiste la dicotomía de Federales y Unitarios. Para comprender mejor el período de la historia argentina estudiado, debe descartarse la mal planteada antinomia entre porteños centralistas o unitarios y provinciales federales. Federales y unitarios los hubo tanto en las provincias interiores como en Buenos Aires. Después de 1810, los pueblos de las provincias interiores mostraron un fuerte localismo en defensa de sus intereses, que entraban en colisión con los intereses de Buenos Aires. Más tarde, muchos gobiernos provinciales comenzaron a declararse federales cuando advirtieron que la centralización política fortalecía los históricos privilegios de a ciudad puerto de Buenos Aires. La forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de actividades económicas relacionadas con el puerto de Buenos Aires. Se trató además de una reacción de las más antiguas y poderosas familias que controlaban los gobiernos provinciales frente al creciente poder de los nuevos jefes rurales.
  • 21. Todos los gobiernos provinciales que se declararon federales también expresaron, unos en forma más explícita que otros, su voluntad de constituir e país. Para ellos, la constitución era un instrumento adecuado para terminar con los privilegios de Buenos Aires, Una constitución federal podía respetar la autonomía provincial de Buenos Aires y, al mismo tiempo, garantizar los derechos de todas las provincias a participar en la distribución de los ingresos del puerto de Buenos Aires, a través de un Estado central. De acuerdo con los principios doctrinarios, los federales se oponían a un régimen de gobierno unitario en defensa de las autonomías provinciales. Pero en la provincia de Buenos Aires, la defensa de la autonomía provincial se transformó en una justificación para no ceder la ciudad y el puerto de Buenos Aires a un Estado central. Por esta razón, entre los federales se distinguieron dos grupos: los federales doctrinarios y los autonomistas bonaerenses. Estos últimos se enfrentaron tanto a los unitarios como a los federales doctrinarios. Desde 1828, el autonomísmo de Buenos Aires se fue identificando cada vez más con Juan Manuel de Rosas —representante de los intereses de tos hacendados y terratenientes de la provincia—. Desde su gobierno sostuvo que antes de organizar la federación las provincias debían mejorar sus respectivas administraciones, y evitó nuevos intentos de constitución de un Estado central. En la práctica, la ciudad y el puerto de Buenos Aires continuaron siendo el centro organizador de la economía y de a sociedad del nuevo país. Y los gobiernos federales de las provincias del Litoral y del interior siguieron reclamando al gobierno federal de Buenos Aires la libre navegación de los ríos y aranceles de aduana que protegieran sus industrias locales. Mientras Lavalle era derrotado por Rosas, el General Paz, derrocaba al Gobernador de Córdoba y se hacía fuerte en esa ciudad. Derrotó al Quiroga en las batallas de La Tablada y Oncativo y así obtuvo el control del noroeste argentino. El 5 de julio de 1830 se crea la Liga del Interior o Liga Unitaria, formada por Córdoba, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza, San Juan, San Luis, y Santiago del Estero. Era no solo un pacto militar sinó que se comprometían a la convocatoria de un congreso constituyente con vistas a organizar la nación. Alarmadas por la situación, las provincias del litoral, dominadas por los federales realizaron su propio pacto. El 4 de enero de 1831, Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, firmaron el Pacto Federal en la Ciudad de Santa Fe. Poco después Corrientes se sumó al Pacto. Se trataba de un
  • 22. pacto militar ofensivo, defensivo, estipulaba la libre navegación de los ríos y la promesa de una futura convocatoria a un congreso. Inmediatamente las provincias firmantes declararon la guerra a la Liga Unitaria, si bien el General Paz era un gran estratega, el Pacto Federal contaba con los recursos de Buenos Aires, lo que prometía una lucha larga y cruel. Sin embargo los acontecimientos se precipitaron, el 10 de mayo de 1831, el Gral. Paz fue capturado mientras realizaba una patrulla de reconocimiento por una partida Federal. Sin su jefe, y ahora al mando de Gregorio Araoz de Lamadrid, La Liga fué derrotada por Quiroga en La Ciudadela, 4 de noviembre de 1831, como consecuencia La Liga se derrumbó y las provincias comenzaron a adherir al Pacto Federal que pasó a llamarse, Pacto de Confederación de la República Argentina. En cuanto terminó la guerra civil en el interior, los representantes de varias provincias anunciaron que, con la pacificación interior, había llegado la ocasión esperada para la organización constitucional del país. Pero Rosas argumentaba que primero se tenía que organizar las provincias y luego el país, ya que la constitución debía ser el resultado escrito de una organización que debía darse primero. Aprovechó una acusación del diputado correntino Manuel Leiva para acusarlo de tener ideas anárquicas y retirar su representante de la convención de Santa Fe. En agosto de 1832, la convención quedaba disuelta, y la oportunidad de organizar constitucionalmente el país se pospuso por otros veinte años. Concluido el primer Gobierno de Rosas en diciembre de 1832, la Legislatura quiso reelegirlo, pero sin otorgarle las facultades extraordinarias, por lo cuál Rosas no aceptó y dejó el gobierno y partió hacia una campaña militar contra los indígenas. Fue electo el general Juan Ramón Balcarce, candidato de Rosas, que entre 1833 y 1834 emprendió una campaña al desierto financiada por la provincia y los estancieros bonaerenses preocupados por la amenaza indígena sobre sus propiedades. Rosas combinó durante la campaña la conciliación con la represión. Pactó con los Pampas y se enfrentó con los ranqueles y la Confederación liderada por Juan Manuel Cafulcurá.
  • 23. Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco de comenzar la campaña, el saldo fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y se rescataron 1000 cautivos blancos. El éxito obtenido por el restaurador en la campaña aumentó aún más su prestigio político entre los propietarios bonaerenses, que incrementaron su patrimonio al incorporar nuevas tierras y se sintieron más seguros con la amenaza indígena bajo control. Rosas se encontraba en su expedición al desierto que duró de 1833 a 1834 y extendió las fronteras hasta Bahía Blanca. Los intereses políticos de Rosas eran custodiados por su esposa Doña Encarnación Ezcurra, una aguerrida mujer. En el seno del partido Federal, se consolidaron mientras tanto dos facciones, los ``cismáticos``, de orientación liberal y constitucionalista, y los ``apostólicos``, la corriente mas conservadora y popular que seguía a Rosas. Ambas facciones se atacaban por medio de la prensa, hasta que en 1833, la agitación de la prensa rosista llevó al gobierno a sancionar al diario El Restaurador (sobrenombre que utilizaba Rosas), confundiendo a la población Encarnación Ezcurra llenó de afiches la ciudad que decían que Rosas (el Restaurador) sería juzgado ello llevó a una rebelión popular que culminó con la salida de Balcarce del gobierno y el nombramiento de Juan José Viamonte (4 de noviembre de 1833). Este episodio se conoció como la Revolución de los Restauradores. En los días siguientes abundaron las agresiones de los partidarios de Rosas, organizados en la Sociedad Popular Restauradora, formada las clases medias no educadas de la ciudad y parte de los oficiales de origen humilde. Su brazo armado era La Mazorca, un grupo de agitadores que también atacaban las casas de los opositores a Rosas y causaban desmanes. Sus integrantes obligaron a huir y emigrar a muchos opositores de Rosas, como Viamonte no aceptó el uso de la violencia, fue reemplazado por Manuel Vicente Maza, el 1º de octubre de 1834. .Un hecho agravará aún más la situación. El caudillo riojano Juan Facundo Quiroga, residía por entonces en Buenos Aires bajo el amparo de Juan Manuel de Rosas. Quiroga había manifestado al Restaurador sus inquietudes sobre la necesidad de convocar a un congreso y organizar constitucionalmente al país. Rosas se opuso argumentando que no estaban
  • 24. dadas las condiciones mínimas para dar semejante paso y consideraba que era imprescindible que, previamente, cada provincia se organice. A Rosas no se le escapaba que la organización nacional implicaría la pérdida para Buenos Aires del disfrute exclusivo de las rentas aduaneras, entre otros privilegios. Ante un conflicto desatado entre las provincias de Salta y Tucumán, el gobernador de Buenos Aires, Manuel Vicente Maza (quien respondía políticamente a Rosas), encomienda a Quiroga una gestión mediadora. Tras un éxito parcial, Quiroga emprendió el regreso y fue asesinado el 16 de febrero de 1835 en Barranca Yaco, provincia de Córdoba. La muerte de Quiroga determinó la renuncia de Maza y provocó entre los legisladores porteños que prevaleciera la idea de la necesidad de un gobierno fuerte, de mano dura. Por una amplia mayoría de votos, expresados en la legislatura y a través de un plebiscito que dio un resultado de 9.713 votos a favor y 7 en contra, fue electo nuevamente Juan Manuel de Rosas, en marzo de 1835, esta vez con la suma del poder público. La hegemonía rosista se consolidó mediante la unificación ideológica del pueblo de Buenos Aires a través del uso obligatorio de la divisa punzó, del riguroso control de la prensa; y de una dura represión a la oposición ideológica y política realizada por la "mazorca", la fuerza de choque de Rosas, encargada de la intimidación y la eliminación de los opositores. Durante el largo período rosista, la mazorca se cobró miles de víctimas. Rosas, eliminó de todos los cargos públicos a sus opositores: expulsó a todos los empleados públicos que no fueran federales "netos", y borró del escalafón militar a los oficiales sospechosos de opositores, incluyendo a los exiliados. A continuación hizo obligatorio el lema de"Federación o muerte", que sería gradualmente reemplazado por "¡Mueran los salvajes unitarios!", para encabezar todos los documentos públicos; e impuso a los empleados públicos y militares el uso del cintillo punzó, que pronto sería usado por todos. El ejercicio de las atribuciones extraordinarias y la acción de la Sociedad Popular Restauradora, le permitieron eliminar la oposición, ya sea unitaria o federal. Hubo destituciones y fusilamientos en masa, y se decretó el uso obligatorio de las divisas punzó. Se empapelaron las ciudades con cárteles como: "¡Mueran los salvajes unitarios!" o "¡Vivan los federales!". Afirmó su lucha sobre los unitarios y exigió una sumisión total a la federación, no solo en Buenos Aires sino en todo el
  • 25. interior. Abolió la independencia del poder judicial, y llegó a ejercer personalmente facultades judiciales (como el caso de los hermanos Reinafé, a quienes se los encontró culpables y se los colgó). Fue una época de terror para los unitarios, o mas bien para todos los que no estuvieran a favor del dictador. Todos los opositores se debieron exiliar, en general a Uruguay, o eran juzgados aquí. La gente se retractaba, se cuidaba de cualquier motivo de sospecha, como hablar, pasear, escribir, etcétera. La simple sospecha de complicidad con un unitario bastaba para ser ejecutado; la sociedad Popular Restauradora fue un club terrorista y temido. Rosas también se aseguró de que su retrato estuviera expuesto en todos los lugares públicos. Si bien la confederación aseguraba la autonomía a cada provincia, cada una de estas cada año, debía formalmente conceder la gestión de las relaciones exteriores al gobierno de Buenos Aires. En 1837 se inicia un conato de oposición al Restaurador. Durante la guerra de la Confederación Peruano Boliviana contra Chile, La Confederación Argentina interviene a favor de Chile para asegurar la integridad territorial en el norte argentino. Las acciones bélicas fueron delegadas al gobernador de Tucumán Alejandro Heredia. Chile derrota en 1839 a la Confederación Peruano Boliviana, en la batalla de Yugai, y en 1840 Heredia cona mas poder y prestigio decide enfrentar a Rosas formando la Liga del Norte Ese mismo año, Juan Lavalle, desde el Uruguay y con apoyo de Fructuoso Rivera y de los Franceses, entra en Corrientes. El gobernador Ferré lo recibe como aliado y de allí logra apoderarse de Entre Ríos e invadir Buenos Aires consiguiendo varias victorias y de allí pasar a Santa Fe, con la esperanza de recibir apoyo de la Liga del Norte, comandadas por Gregorio Araoz de Lamadrid. Pero ambos fueron derrotados por las fuerzas rosistas de Manuel Oribe en la batalla de Quebracho Herrado. Lavalle y Lamadrid huyeron hacia el norte siedo definitivamente derrotados por Oribe en Famaillá. La represión sangrienta al levantamiento de la Liga del Norte, llevada por Oribe impidió todo intento futuro de sublevación. Cuando se supo que Lavalle huía, estalló el terror general en la ciudad: decenas de personas fueron asesinadas, centenares de casas saqueadas y las calles quedaron vacías. Los antiguos partidarios de los unitarios fueron perseguidos, y también los que fueran sospechados de serlo, por cualquier razón. Los símbolos de los unitarios, y hasta los objetos de colores identificados con los unitarios - celeste y verde - fueron destruidos. Las casas, la ropa, los uniformes, todo lo que pudiera colorearse fué pintado de color rojo.
  • 26. Rosas no hizo nada para detener la masacre, y posiblemente no hubiera podido controlarla. Sólo a fines de ese año, cuando estuvo seguro de que iba a ser obedecido, anunció que a cualquiera que se lo descubriera violando una casa, robando o asesinando sería pasado por las armas. La violencia se detuvo ese mismo día. El terror del año 40 fue la culminación del uso político de la violencia por parte de Rosas y su partido. Los historiadores clásicos extendieron la imagen de esas semanas de violencia a todo su gobierno, lo que es falso. Hubo varios períodos en los que los opositores fueron perseguidos, pero los crímenes de todos los días sólo ocurrieron a fines de 1840. De hecho, Rosas usó más el terror como idea para presionar las conciencias que para eliminar personas. La acción militar de Rosas se dirigió entonces hasta Corrientes, donde había, llegado el General José Maria Paz, que había logrado escapar de su cautiverio en Buenos Aires. Los opositores fueron derrotados por las fuerzas rosistas en Caaguazú el 28 de noviembre de 1841. Un año más tarde el 6 de diciembre de 1842, las tropas de Oribe, vencen a las de Fructuoso Rivera en Arroyo Grande e invaden el Uruguay. Luego de un largo sitio a la ciudad de Montevideo, Oribe derrota definitivamente a las tropas de Rivera en marzo de 1845. Rosas surge como el vencedor absoluto de todos sus rivales. En 1842, Rosas se autoproclamó Tirano ungido por Dios para salvar a la patria En junio de 1839 fue descubierta en Buenos Aires una conspiración organizada por Manuel V. Maza, presidente de la Sala de Representantes, que tenía contacto con otros movimientos que actuaban en la campaña y con los emigrados. Maza y su hijo fueron muertos. La misma suerte tuvieron los cabecillas de la Rebelión de los Hacendados del Sur de la provincia, que tuvo su foco en Chascomús y Dolores. Estos alzamientos debían coincidir con la invasión de Lavalle a Buenos Aires, lo que no pudo concretarse. A fines de la década del treinta la oposición a Rosas sumaba a los viejos unitarios y los federales porteños antirrosistas a un grupo de jóvenes que por su edad no habían actuado en la política revolucionaria. A este grupo se lo conoce como la generación del 37 y estaba formado por Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y Juan Maria Gutiérrez. Estos jóvenes intelectuales, fundaron el salón literario que funcionó en la librería de Marcos Sastre, donde se reunían para discutir ideas políticas, sociales y filosóficas, que difundieron en algunos periódicos que pudieron publicar.
  • 27. Las ideas de Alberdi , de Sarmiento y de otros intelectuales contemporáneos sobre las perspectivas de desarrollo futuro de la Argentina, vinculadas a las condiciones favorables que abría el avance del capitalismo industrial en Europa, influyeron sobre las elites dirigentes argentinas. Expresaban, a la vez, las aspiraciones de esos sectores para superar las limitaciones de su expansión. La mayoría de esas ideas o proyectos fueron llevados a la práctica en las décadas que siguieron a la caída de Rosas. Fueron motivo, también, de intensas polémicas entre sus mentores. Intentaron ser una alternativa a federales y unitarios, propiciaron una organización nacional mixta, y sus ideas y acción tendrían gran influencia en el proceso constitucional posterior a la caída de Rosas. Por mucho tiempo, la "historia oficial" los consideró próceres civiles, pero posteriormente se les acusó de considerar todo lo europeo superior a lo americano o español, de querer trasplantar Europa a América sin considerar a los americanos, y de traicionar repetidamente a su propio país. Se pronunciaron en contra de la política de Rosas respecto de Francia, y fueron perseguidos por La Mazorca y, si bien ninguno fue asesinado, terminaron refugiados en Montevideo, Chile o Europa, desde donde continuaron trabajando para superar la antinomia de Federales y Unitarios y así organizar constitucionalmente el país. En materia económica, el gobierno de Rosas, impuso barreras aduaneras que el puerto que afectaron a todas las mercaderías extranjeras que competían con productos nacionales, e incluso prohibió la introducción de algunas como herrajes, porotos, maíz, etc. Esto permitió la expansión económica de algunas provincias como las de Cuyo y Buenos Aires que vieron estimulada su capacidad vitivinícola y rural. La producción ganadera se vió fuertemente estimulada, por el crecimiento del comercio exterior, que estimuló la producción ganadera y de los saladeros. Esto fue posible por la expansión de la tierra disponible en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde se generalizaron grandes estancias como centros de producción y población, gracias a la transferencia de tierras públicas al dominio privado, que generó una gran concentración de la propiedad en pocas manos. Por los años cuarenta se perfila un gran negocio con la introducción de las ganadería ovina, debido al excelente precio de la lana y la aptitud de tierras en el sur de Buenos Aires para esta producción.
  • 28. El Litoral vió favorecida su economía por el crecimiento de la producción ovina y bovina así como saladeros y cueros, cuya producción en algunos casos escapaba al control de Buenos Aires, saliendo por Rio Grande do Sul o por Montevideo, generando gran prosperidad durante el bloqueo anglo francés. Rosas representó y dirigió los intereses particulares de los grupos dominantes de Buenos Aires que se negaban a compartir los ingresos aduaneros porteños con las demás provincias—. Logró, a la vez, mantener, bajo la bandera del federalismo, el orden social necesario para el desarrollo de las actividades económicas y la autonomía de la provincia. Al mismo tiempo, Rosas explotó su influencia sobre los sectores populares y aprovechó el temor que inspiraban en las clases propietarias, para alinearlas de su lado. La amenaza, la censura y el uso de la fuerza contra rivales, opositores y disidentes fueron también recursos corrientes para mantener la cohesión y el control del régimen que a partir de esa fecha dominará por dos décadas consecutivas. En esta segunda gobernación Rosas: favoreció la venta o el otorgamiento de las tierras públicas que pasaron a manos de los grandes ganaderos. Otorgó opción de compra de tierras a los arrendatarios de contratos de enfiteusis facilitando así el acceso a la propiedad privada tanto al norte como al sur del río Salado. En 1835, Rosas sancionó la Ley de Aduanas, que protegía a las materias primas y productos locales, prohibiendo en algunos casos y gravando con altos aranceles en otros el ingreso de la mercadería importada que pudiera perjudicar a la producción nacional. La Ley favoreció a las provincias pero sobre todo a Buenos Aires que aumentó notablemente sus ingresos aduaneros. Todo producto argentino destinado al exterior debe pagar su tributo a Buenos Aires y todo producto extranjero destinado a cualquier parte del país deber pagar también a Buenos Aires. Mediante este procedimiento Buenos Aires puede estimular cierta actividad económica del interior y boicotear otra, determinando qué mercadería extranjera y de qué países de procedencia podrá consumir el interior.
  • 29. Quedaban en manos de Buenos Aires las llaves para favorecer o empobrecer a determinados grupos sociales de las provincias. Tucumán exportaba a Chile ganado y otros bienes a cambio de metálico; a Buenos Aires, tabaco, madera, quesos, aguardiente, a cambio de artículos ultramarinos. Córdoba enviaba a Buenos Aires, cueros vacunos, ovinos y caprinos lanas, trigos, harinas, a cambio de productos de ultramar. Rosas mantuvo durante gran parte de su mandato excelentes relaciones con los comerciantes británicos y su gobierno. Francia no había obtenido de Rosas un tratado comercial como el que Inglaterra había conseguido de Rivadavia. Los ciudadanos franceses no estaban exentos de hacer el servicio militar como los británicos. Rosas, además había encarcelado a varios franceses acusados de espionaje. Se produce un conflicto diplomático y las naves francesas que estaban estacionadas en el Río de la Plata, bloquearon el puerto de Buenos Aires a fines de marzo de 1838. El bloqueo se mantuvo por dos años generando una obligada política proteccionista, más allá de la Ley de Aduana y produjo ciertas grietas en el bloque de poder. Los ganaderos del Sur de la provincia se rebelaron contra Rosas ante la caída de los precios de la carne y las dificultades provocadas por el cerco francés al puerto. Durante el bloqueo se reanudó la guerra civil. Lavalle, que referimos en párrafos anteriores.
  • 30. En octubre de 1840, finalmente por tratado Mackau - Arana, Francia pone fin al bloqueo. El gobierno de Buenos Aires se comprometió a indemnizar a los ciudadanos franceses, les otorgó los mismos derechos que a los ingleses y decretó una amnistía. Concluido el conflicto con Francia, Rosas limitó la navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Bloqueó el puerto de Montevideo y ayudó a Oribe a invadir el Uruguay y a sitiar la capital en 1843. Estas actitudes de Rosas afectaron los intereses de los comerciantes y financistas extranjeros. En 1845, el puerto de Buenos Aires fue bloqueado nuevamente, esta vez por una flota anglofrancesa. A pesar de la heroica resistencia de Lucio N. Mansilla y sus fuerzas, en la Vuelta de Obligado, una flota extranjera rompió las cadenas colocadas de costa a costa y se adentró en el Río Paraná. El bloqueo no sólo afectaba los intereses de los extranjeros, también perjudicaba a los estancieros del Litoral que no podían navegar libremente por el río Paraná y debían comerciar sus productos por el puerto de Buenos Aires, entre los afectados estaba Justo José de Urquiza, que gobernaba la provincia de Entre Ríos desde 1841 Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847 mientras que los franceses lo hicieron un año después. La firme actitud de Rosas durante los bloqueos le valió la felicitación del General San Martín y un apartado especial en su testamento: "El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla." Recién en 1850 quedaron normalizadas las relaciones con Inglaterra y Francia.
  • 31. Las acciones de los británicos y franceses sobre el puerto de Buenos Aires, respondía al complejo cuadro de intereses políticos, y comerciales de la cuenca rioplatense. Desde Londres y Paris hasta Asunción y Río de Janeiro, se tejió una compleja trama de intereses, que no siempre respondieron a las imágenes maniqueas, de una simple defensa de la soberanía contra el imperialismo extranjero,. En efecto, mientras que para los comerciantes montevideanos y asunceños, la libre navegación de los ríos resultaba de crucial importancia, en cambio los ingleses sabían que podían llevar adelante, buenos negocios sin necesidad de humillar a Rosas, quién siempre había sido un gran aliado de sus intereses. Así la vuelta de obligado demostró que los ejércitos porteños, nada podían hacer si las naves británicas decidían entrar en los ríos, pero los ingleses, no querían hacer a la fuerza lo que podían hacer en forma pacífica. Por eso el bloqueo nunca fue eficaz y las relaciones de Rosas, con el jefe de la armada británica eran por demás cordiales. De hecho, Rosas siempre atribuyó en público, la responsabilidad del bloqueo a los franceses, y no a los ingleses. Los franceses eran mas agresivos, toda vez que sus intereses en la región estaban menos consolidados que los de los británicos y tenían mucho mas que ganar de una acción militar. Pero el estallido de una feroz revolución en Paris en febrero de 1848, que determinó la caída de la monarquía en Francia, debilitó su posición. En pocos mese ingleses y franceses, habían levantado un bloqueo por demás ineficaz, pero el problema de la cuenca del Plata no estaba todavía resuelto. Desde 1840 Entre Ríos había experimentado un fuerte desarrollo de la ganadería vacuna, comenzó a competir con Buenos Aires, pero la única forma que tenían los entrerrianos para exportar era a través del puerto bonaerense, ya que el cierre de los ríos interiores implementado por Rosas, no permitía el comercio directo del Litoral con los mercados exteriores. La alternativa es trasladar el ganado a Brasil, estrategia habitualmente utilizada durante la década de 1840. El conflicto era en esencia económico: Entre Ríos venía reclamando la libre navegación de los ríos, necesaria para el florecimiento de su economía- lo que permitiría el intercambio de su producción con el exterior sin necesidad de pasar por Buenos Aires. Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió enfrentar al gobierno bonaerense. En 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto, conocido como el pronunciamiento de Urquiza, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores.
  • 32. Entre 1850 y 1851 la Provincia de Entre Ríos se alió con Brasil, y con los colorados uruguayos, opositores de los blancos que respondían a Manuel Oribe, estableciendo una nueva coalición antirrosista. El objetivo era defender la libre navegación del sistema del Plata. Mas tarde se sumaron Corrientes y Paraguay. Todos los años como un ritual, Rosas, presentaba ante la Legislatura bonaerense, y ante cada provincia confederada, su renuncia al desempeño de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. El 1º de mayo de 1851, el General Urquiza aceptó la renuncia del Restaurador, rompiendo así con la tradición y reasumiendo Entre Ríos su soberanía y derecho para vincularse directamente con las potencias extranjeras. Tal hecho constituyó en sí mismo una declaración de guerra. El emperador de Brasil, Pedro II proveería infantería, caballería, artillería y todo lo necesario, incluso la escuadra. Urquiza alistó a sus hombres en el ''ejército grande" de 28000 hombres, y avanzó sobre Buenos Aires, derrotando a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de Febrero de 1852. Vencido, el Gobernador de Buenos Aires se embarcó en el buque de guerra "Conflict" hacia Inglaterra. Allí se instaló en la chacra de Burguess, cerca de Southampton acompañado por peones y criados ingleses. El gobierno porteño, instalado el 11 de septiembre de 1852, confiscó todos su bienes y dependía para vivir de los recursos que le enviaban sus amigos desde Buenos Aires. Relatos de algunos de sus visitantes como Alberdi o Salustiano Cobo, director del diario "El Comercio` de Lima, ilustran el exilio del Restaurador. Lo muestran como un anciano vestido con modestia, que hablaba con moderación y respeto de sus adversarios. Solo quejándose de la ingratitud que hacia él por parte de aquellos que como Anchorena que habían edificado su fortuna a su sombra, y quejoso por la confiscación de sus bienes y presto a defenderse de las acusaciones que se le hacían por entonces desde Buenos Aires. Habló sin arrogancia de la sencillez de su vida en la tarea rurales, a las que volvió a dedicarse hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1877, a los ochenta y cuatro años. ECONOMIA Y LA HEGEMONÍA DE BUENOS AIRES
  • 33. Se había disuelto el régimen de las provincias Unidas, pero no la convicción de la unidad nacional. Las provincias argentinas se organizaron en estados independientes, pero mantuvieron vínculos mediante un sistema de acuerdos y alianzas regionales. Ante la inestabilidad política que reinaba en Buenos Aires, asumió como gobernador Dorrego, quien derrotó a López en la batalla de Pavón. Pero el triunfo fue efímero ya que Dorrego fue vencido en el combate de Gamonal. El gobernador fue reemplazado por Rodríguez quien firmó con López el Tratado de Venegas, por el que se convino la paz entre Bs. As. y Santa Fe. Artigas fue derrotado en 1820 por los invasores portugueses (este buscó el apoyo de los caudillos del Litoral sin recibirlo) y la Banda Oriental quedó anexada al Portugal y luego en 1822 al Imperio del Brasil. Sin embargo, un sector importante apoyaba el mantenimiento de la provincia oriental dentro del ámbito de las antiguas Provincias Unidas. La situación interprovincial se normalizaba en el Litoral. Los gobernadores de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires suscribieron el Tratado del Cuadrilátero, el cual establecía una alianza ofensiva y defensiva entre las cuatro provincias.1 En 1824 se reunió en Buenos Aires un Congreso: había que desplazar a los brasileños de la Banda Oriental. Las provincias enviaron a sus delegados con el objetivo de que se sancionara una constitución federal; sin embargo, se sancionó una unitaria y se eligió a Rivadavia como Presidente. Esto despertó la resistencia de los caudillos federales del interior. Quiroga (gobernador de La Rioja) se opuso a Lamadrid (gobernador de Tucumán) ya que este defendía la carta unitaria y no sólo eso, sino que además amenazaba con extender su autoridad por Catamarca, Jujuy, Salta y Cuyo. Lamadrid fue derrotado en octubre de 1826 y Quiroga reunió el norte y centro del país. Después de una guerra con Brasil, se logró un acuerdo de paz en 1827, en el cual se perdió la posesión de la Banda Oriental. Debido a este desventajoso acuerdo, el régimen rivadaviano terminó rápidamente. Fracasada la tentativa de unidad, las provincias retornaron a su aislamiento. En Buenos Aires, el Partido Federal ganó las elecciones para gobernador y Dorrego ocupó el cargo. Éste procuró crear acuerdos con las provincias a fin de convocar un congreso constituyente que organizara el país sobre una base federal. En julio de 1828 se iniciaron las discusiones, pero sólo asistieron nueve provincias, por lo que no se logró ningún avance. La falta del respaldo federal de Dorrego hizo que el general unitario Lavalle lo derrocara a fines de 1828, ordenara su fusilamiento y se hiciera proclamar gobernador. López y Rosas comenzaron a operar contra Lavalle y lo derrotaron en 1829. José María Paz llegó con sus tropas a Córdoba, donde derrocó a Bustos, y asumió el gobierno en su lugar. Facundo Quiroga (el caudillo riojano) fue vencido también por Paz en La Tablada. Este triunfo abría una nueva época para la ciudad de Córdoba, que hasta entonces había ocupado el último lugar entre los pueblos argentinos.
  • 34. La Junta de Representantes decidió designar gobernador a Juan Manuel de Rosas a fines de 1829 y le otorgó poderes extraordinarios. Quiroga había logrado hacerse fuerte en las provincias de Cuyo, pero Paz lo volvió a vencer en 1830 y constituyó la Liga del Interior para hacerles frente a los federales que predominaban en el litoral. Por la batalla de Oncativo, Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy quedaban libres de la dominación de caudillos. La unidad de la república empezaba a hacerse efectiva desde Córdoba por medio de las armas. En 1831, las provincias litorales respondieron con la firma del Pacto Federal. Paz fue hecho prisionero por López y sus partidarios, y así la Liga del Interior no tardó en derrumbarse. Las tropas del Pacto Federal, con la colaboración de la de Quiroga y otros caudillos, pronto extendieron su predominio a toda la república. En el interior, luego de vencer a Lamadrid, Quiroga se afirmó definitivamente. En el litoral, López mantenía con seguridad la hegemonía regional. Y en Bs.As., Rosas afianzaba su poder y agrandaba su influencia. En 1833, éste organizó una expedición al sur para reducir a los indios pampas. Poco después de su regreso la situación se vio complicada tanto en el interior (donde la autoridad de Quiroga era cada vez más fuerte) como en Buenos Aires. A fines de 1834, hubo una guerra civil entre Tucumán y Salta, dos provincias federales. Rosas le pidió a Quiroga que pacificara la situación. En 1835 Quiroga fue asesinado y luego la Legislatura bonaerense elegía gobernador de la provincia a Rosas. 4° Capítulo: La Federación (1835-1852) Durante los diecisiete años que duró la hegemonía de Rosas en Buenos Aires las provincias se mantuvieron independientes bajo sus gobiernos locales, no se instauró ningún régimen que institucionalizara la nación. Pero reinó, sin embargo, una extraña forma de unidad conocida como Federación. Ésta (vista como el triunfo de los ideales del federalismo) aseguró la hegemonía de Bs. As. y redujo el crecimiento de las provincias. El puerto de Bs. As. seguía siendo la mayor fuente de riqueza para el estado y aportaba beneficios a los comerciantes de la ciudad y también a los fabricantes de cueros y tasajos. Las provincias del interior no participaban de esas ventajas, por lo tanto la federación acentuó el empobrecimiento de las provincias interiores, bloqueadas por sus aduanas interprovinciales. Esto nos permite ver que aunque Rosas hablaba de Federación y consagraba su lema como federal, encabezó un régimen absolutamente centralista.1 Recaudaba impuestos a través de la Aduana porteña y, en algunos casos, ayudaba a las provincias que estuvieran muy necesitadas. Esto ocurrió con Santiago del Estero. Rosas prohibió que las embarcaciones del extranjero naveguen los ríos del interior y esto dio como resultado que la economía de Entre Ríos se debilitara.
  • 35. Pese a las convulsiones políticas, la economía experimentó una vigorosa expansión, se duplicaron las exportaciones de origen ganadero y creció el número de buques de todo el mundo que llegaban a Buenos Aires con mercaderías para vender en la capital y el interior. Rosas expulsó a sus adversarios de la administración pública, el clero y el ejército. Todos fueron obligados a usar la divisa punzó. Se desarrolló un período de glorificación del Restaurador y los opositores (a los que se calificó de salvajes unitarios) fueron perseguidos y obligados a partir al exilio, encarcelados o muertos. En el interior Rosas no era querido para nada; sus grandes represiones preocupaban mucho a los gobiernos provinciales. La revolución iniciada por Lavalle fracasó en 1838. En 1839 el gobernador porteño contuvo los levantamientos del gobernador correntino Berón de Astrada y de Maza. En 1840 se produjo la sublevación de las provincias del norte, lideradas por Avellaneda (gobernador tucumano) pero Rosas los venció. A fines de 1841 Lavalle, tras una suma de derrotas, se retiró hacia el Norte. Pero fue asesinado en Jujuy y todo el Norte quedó subordinado a la autoridad de Rosas. Hubo constantes levantamientos y luchas en todo el país. En 1845 Corrientes volvió a sublevarse y Madariaga, su gobernador, fue derrotado dos veces por Urquiza (gobernador de Entre Ríos). Esto debía llegar a un fin para que la nación lograra organizarse, dar garantías y derechos a sus ciudadanos y poner en vigencia un equitativo reparto de las rentas nacionales. Entre 1850 y 1851, Urquiza se levantó contra Rosas y lo venció en la batalla de Caseros en 1852 al mando del Ejército Grande. Tras la derrota, el Restaurador se exilió en Gran Bretaña.
  • 36. La Federación había terminado. 5° Capítulo: La Confederación (1852-1862) Urquiza entró en Buenos Aires para hechar las bases de la organización del país.1 En el país se sentía la necesidad de la unión. Pero la tarea que esperaba a Urquiza era complicada; había muchas diferencias económicas entre las distintas regiones. En 1852 dos grandes partidos comenzaron a enfrentarse: el Partido Federal, en el cual estaban agrupadas las oligarquías provincianas y presidía Urquiza, y el Partido Liberal, que encabezaban los antiguos emigrados y predominaba en Buenos Aires. El caudillo entrerriano designó gobernador interino de Bs. As. a Vicente López y convocó una reunión de gobernadores en San Nicolás para discutir la constitución política del país. El acuerdo de San Nicolás se firmó el 31 de mayo. Este convenio proclamaba el Pacto Federal de 1831 como ley fundamental de la República y el federalismo volvía a triunfar; se aseguraba la libre navegación de los ríos, la distribución proporcional de las rentas nacionales y la libertad de comercio en todo el territorio. Además, llamaba a un congreso constituyente al que concurrirían todas las provincias con igual representación. Finalmente, se designaba a Urquiza Director Provisorio de la Confederación. Esto fue más de lo que Buenos Aires estaba dispuesta a soportar. Los porteños rechazaron el convenio y Vicente López y Planes renunció a su cargo. Pero Urquiza actuó con rapidez. Disolvió la Legislatura de la ciudad, repuso en su cargo a López y Planes y dispuso la nacionalización de la Aduana. Pero la oposición dentro de Bs. As. era muy grande, por lo que una revolución en septiembre de 1852 permitió a los porteños retomar el control de la ciudad.2 Urquiza tuvo que retirarse pero luego de unos meses en Santa Fe se reunieron los delegados de las provincias sin la presencia de Bs.As., sancionaron la Constitución Nacional de 1853 y eligieron a Urquiza como presidente.
  • 37. Se extendió una situación bastante peligrosa. Existía por un lado la Confederación Argentina (que poseía Constitución Nacional, un Congreso y un Poder Ejecutivo con sede en Paraná) formada por trece provincias, y por el otro, el Estado de Buenos Aires. Ambos se agredían, competían y se hostilizaban. Había una diferencia muy grande entre el adelanto de Buenos Aires y el desarrollo económico y político del interior. Esto hacía muy difícil la unión. Finalmente, en octubre de 1859 se enfrentaron en Caseros las tropas de Buenos Aires, comandadas por Mitre (ministro de guerra de la prov.), con las de la Confederación, bajo el mando de Urquiza. Esta triunfó entonces se firmó el Pacto de San José de Flores, por el cual Bs. As. se declaraba integrante de la Confederación Argentina, aceptando la Constitución Nacional. Aunque con algunos rozamientos, el pacto empezó a cumplirse y en octubre de 1860, Bs. As. juró la Constitución Nacional. Inesperadamente se desató otro conflicto. Una ley de la Legislatura bonaerense declaró entonces nulo el Pacto de San José de Flores y la Confederación intervino la provincia. Esta resistió y Urquiza fue derrotado por Mitre en Pavón en septiembre de 1861. Ambos líderes terminaron haciendo un pacto de no agresión. En octubre de 1862 Mitre resultó elegido presidente. Buenos Aires estaba ya reincorporada al país y provisoriamente era su capital. La unidad nacional quedaba consumada.3 6° Capítulo: Gobierno Nacional (1862-1880) Es durante este período que el país logra organizarse constitucionalmente de manera definitiva. Por primera vez desde 1820 existía un gobierno formal y verdaderamente nacional.1 Las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda (con las que contó esta época) fueron reafirmando el sistema republicano y el país se fue acostumbrando a cumplir una ley; hubo un profundo cambio en la estructura social y económica de la nación. La etapa de los caudillismos, de los gobiernos volteados por revoluciones y las largas dictaduras había llegado a su fin. Mitre quería federalizar la ciudad de Buenos Aires pero no lo consiguió. En cambio, aprobó una ley mediante la cual Bs. As. fue la capital provisoria de la nación.
  • 38. Durante la gestión de Mitre, orientada a unificar la nación bajo la ideología liberal, diferentes caudillos del interior se sublevaron ante el gobierno central. El caudillo riojano, el "Chacho" Peñalosa, dirigió la última revolución de las provincias mediterráneas y fue derrotado a fines de 1863 por las fuerzas nacionales. En 1865 estalló la guerra del Paraguay, de la cual no se sacó nada positivo y en 1866 se inició una serie de alzamientos contra el gobierno de Mitre. En las elecciones de 1868, las provincias apoyaron a Sarmiento, quien fue elegido presidente; Alsina fue el vicepresidente. Las metas de Sarmiento se resumen en la palabra progreso y los caminos para alcanzarlo fueron la llegada de inmigrantes, la educación y el desarrollo agroindustrial. Una de las preocupaciones de Sarmiento fue alfabetizar a las clases populares es por esto que fundó muchas escuelas y apoyó en 1869 una ley que otorgaba subvenciones a las provincias para que las crearan en las suyas.2 La construcción de los ferrocarriles creó una gran fuente de trabajo para los inmigrantes, dando un fuerte cambio a la economía del país. En 1870 López Jordán en Entre Ríos dirigió una revolución y mató a Urquiza. Debido a esto Sarmiento tuvo que intervenir Entre Ríos militarmente y esto derivó en una guerra que finalizó en 1871. A partir de 1870, las ciudades de Europa se fueron expandiendo y desarrollando sobre la base de algunos inventos que afectaron la calidad de vida de la gente y trascendieron a nuestro país, como la luz de gas. El acero fraguado a altas temperaturas permitió aplicaciones en la construcción. También hubo muchos avances médicos. El ferrocarril adquirió una gran importancia. Todo esto tuvo como resultado un gran avance en la calidad de vida de la gente. Por otra parte, los trabajadores industriales de Alemania, Inglaterra y Francia solicitaban una cantidad de productos que luego abastecieron nuestro país. Era un gran contexto internacional con disponibilidad de capitales para invertirse en el exterior de los países centrales y con grandes avances científicos y técnicos.