1. Ensayo sobre valores.
Curso del Núcleo General
III: Filosofía y Valores
“La Solidaridad”
31/05/2012
Universidad Politécnica de San Luis Potosí
Alan Salais Silva
2. ¿Qué es la solidaridad?, ¿Acaso es tan importante?
La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de
la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del
valor de la organización social. Su importancia es radical para el
buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular interés para
el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.
Junto con los de autoridad, personalidad, subsidiaridad y bien común, la
solidaridad es uno de los principios de la filosofía social. Se entiende por regla
general que, sin estos cinco principios, la sociedad no funciona bien ni se
encamina hacia su verdadero fin.
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la
realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes
integrantes son de igual naturaleza.
Cuando dos ó más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir
un fin común, hablamos de solidaridad. La solidaridad es un valor de gran
trascendencia para el género humano, pues gracias a ella no sólo ha
alcanzado los más altos grados de civilización y desarrollo tecnológico a lo
largo de su historia, sino que ha logrado sobrevivir y salir adelante luego de los
más terribles desastres (guerras, pestes, incendios, terremotos, inundaciones,
etc.).
Su concepto ha experimentado un proceso de transformación que se refleja en
todos sus ámbitos. Para algunos es la reivindicación de derechos
fundamentales y para otros sólo una actitud de piedad centrada en la limosna y
en la asistencia.
La solidaridad siempre implica los siguientes puntos:
La solidaridad es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo.
Se refleja en el servicio y busca el bien común.
Su finalidad es intentar o solucionar las carencias espirituales o
materiales de los demás.
Requiere discernimiento y empatía (ponerse en el lugar del otro).
3. Es tan grande el poder de la solidaridad, que cuando la ponemos en práctica
nos hacemos inmensamente fuertes, y podemos asumir sin temor alguno los
más grandes desafíos al tiempo que resistimos con firmeza los embates de la
adversidad. La solidaridad, cuando persigue una causa noble y justa, cambia el
mundo, lo hace mejor, más habitable y más digno.
La palabra solidaridad, en la actualidad, está muy bien aceptada socialmente y
potenciada por aquellas personas que sienten en sus vidas que hay que hacer
algo en bien del resto de la humanidad que vive en ínfimas condiciones o que
necesitan lo más básico y no lo tienen. ¿Quién puede renunciar
conscientemente a la solidaridad en su interior?
Ciertamente hoy, más que nunca, las Organizaciones No Gubernamentales
nos hacen sensibles a estas necesidades del prójimo. Es imposible que no nos
demos cuenta de ello.
En el mundo hay para todos y la realidad es que unos tenemos más y a otros
aún no les han llegado las oportunidades en forma de comida, educación,
desarrollo social, trabajo…Es de justicia que todos tengan las necesidades
básicas cubiertas.
Cuando pensamos en solidaridad aparecen en nuestras cabezas imágenes de
extrema pobreza, pero hemos de darnos cuenta que la solidaridad, también ha
de seguir construyéndose en nuestra realidad más inmediata. Sintiendo la
fraternidad como valor en mi vida, obro con los que tengo cerca de la misma
manera como me lo planteo con los que viven lejos.
La solidaridad es un valor articulador de la sociedad y, por tanto, un factor
esencial de reconocimiento de la comunidad global que conforman los seres
humanos. Esta idea de comunidad, que tuvo en la tradición del pensamiento
cristiano una de sus principales referencias, significa encontrar un ámbito de
conciliación entre la indudable pluralidad y diversidad que caracteriza a las
sociedades humanas y el reconocimiento de una serie de valores comunes y,
en consecuencia, universales, que nos caracterizan radicalmente como seres
humanos dotados de dignidad, pero para que esa comunidad sea una realidad
es necesario establecer un consenso sobre sus valores fundamentales, trabajar
para extender los principios de paz, equidad y bienestar, y por asentar un
principio básico de reconocimiento y reciprocidad. En definitiva, es necesario
4. profundizar en la definición teórica de esa comunidad humana global para que
pueda avanzarse en la configuración real y práctica de sus contornos
normativos, axiológicos y de regulación. Y para ello es imprescindible someter
a revisión crítica los principios, instrumentos y políticas que mejor pueden
ayudar a hacer realidad ese proyecto.
Es muy habitual reconocer como derechos de solidaridad o derechos fundados
en la solidaridad a derechos que vienen a suponer una respuesta concreta a
los nuevos desafíos que genera en nuestros días el desarrollo social. No cabe
duda, en efecto, de que el progreso científico y tecnológico ha colocado al
individuo en una especial posición de vulnerabilidad ante potenciales
agresiones que en otro tiempo resultaban inimaginables por la propia
inexistencia de los mecanismos que podían propiciar su perpetración. Ante este
cambio de coyuntura es normal que los derechos remodelen sustancialmente
su fisonomía como instrumentos al servicio de la salvaguarda de la dignidad
humana acechada ahora desde nuevos frentes de batalla.
Conclusión:
No es de extrañarse entonces que la solidaridad se comporte como la base de
muchos otros valores humanos o incluso, de nuestras relaciones sociales más
valiosas, tal como es el caso de la amistad. En este sentido, la solidaridad nos
permite sentirnos unidos a otras personas en una relación que involucra
sentimientos necesarios para mantener el funcionamiento social normal. En
términos más generales, puede incluso permitirle al hombre sentir que
pertenece a determinado lugar, en otras palabras, permite desarrollar
sentimientos como los de pertenencia a cierta nación, manteniendo a los
ciudadanos de un mismo lugar luchar juntos por un mismo motivo o trabajar
unidos para lograr una misma meta. Solidaridad, porque es lo justo, porque
todos vivimos en una sociedad, porque todos necesitamos de todos, porque
todos estamos juntos en este barco de la civilización; porque somos seres
humanos, iguales en dignidad y derechos.