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SEGUNDA PARTE


  LA EDUCACIÓN
DEL AMOR HUMANO
148   Genara Castillo Córdova
Educación de la Afectividad                             149



                              I

                   EL SIGNIFICADO DEL AMAR:
                   ¡QUÉ BUENO QUE EXISTAS!




        La realidad del ser humano es sumamente
interesante y admirable. Filósofos, psicólogos, literatos,
biógrafos, etc. han tratado de penetrar tantas veces,
más de veinte siglos, en su naturaleza, su ser, sus
manifestaciones, sus profundas riquezas y también en
las quiebras de la condición humana; todo lo cual ha
sido puesto de relieve de múltiples maneras. Por ejemplo,
en Filosofía del hombre, hoy llamada Antropología
Filosófica, se han escrito miles y miles de tratados. Desde
aquella famosa frase socrática: “Hombre, conócete a ti
mismo”, mucha tinta ha corrido.

       Las interpretaciones del ser humano han sido
numerosísimas y no nos podemos detener ahora en ellas.
Lo que es importante recordar en el asunto que nos
ocupa, es la vocación fundamental del ser humano, el
amar aquello a lo que está llamado y que está muy
relacionado con el sentido de la vida. Sin embargo, como
es sabido, esta realidad tan noble se ha venido
oscureciendo; la misma palabra amor se ha vaciado de
150                                      Genara Castillo Córdova




contenido, hasta llegar a significar lo contrario, al punto
de convertirse hasta en una mala palabra. Siendo el
amor lo más importante del ser humano, es necesario
quitar el barro que interesadamente se ha tirado encima
de esta joya, para conocer su verdad, para verla con
ojos limpios y para atreverse a vivirla en toda su
profundidad.
       El ser humano nace del amor y está llamado al
amor. Según Tomás de Aquino, el amor es el don
primordial, porque a partir de él se nos dan todos los
demás dones, es el pre-requisito, y con él nos vienen
todos los demás bienes.
        Estamos llamados al amor. Desde el Amor venimos,
hacia Él vamos y sólo podremos desarrollarnos en la
medida en que vivamos en el amor. Por eso, todos
buscamos –aún inconscientemente– el amar y el ser
amados. Sin embargo, el asunto medular es acertar en
el amor, aprender a amar verdaderamente. Por otra parte,
la falta de amor origina alteraciones muy serias en el ser
humano. Por ejemplo, un niño necesita del amor de sus
padres. Si un niño crece sin amor, tiene muchos problemas
en su desarrollo, no sólo emocional, sino inclusive físico.
       El amor es el regalo primordial y por eso es
indispensable. Es conocido el caso de aquel hospital en
que se tenía a los niños recién nacidos en medio de
todos los cuidados y comodidades materiales, pero que
tenían un déficit de amor, especialmente porque no
contaban con sus madres. Así a pesar de aquellas
condiciones materiales y puestos a crecer, poco a poco
los niños iban decayendo, enfermando y hasta muriendo.
Mientras en otro lugar, se seguía con atención el
Educación de la Afectividad                              151



desarrollo de unos niños que no tenían un hábitat de
lujo como el primero, pero que contaban con el calor y
el cariño de sus madres. Estos últimos salieron adelante
todos.

       Después de que nacemos, vamos pasando por la
infancia, la niñez, la juventud, la madurez y la tercera
edad, siempre requiriendo del amor. Y lo que es más
importante todavía, a través de todas esas etapas es
condición imprescindible para desarrollarse, no sólo recibir
amor sino especialmente darlo.

       Dar amor es correlativo a saberse amado. Sólo
entonces es posible un desarrollo normal. La psiquiatría
actual abunda en ese requerimiento. Sólo madura como
persona aquel que progresa en el amor. El encerramiento
en sí mismo es fuente de lo que antiguamente se llamaba
neurosis y que hoy se encuentra dentro de las llamadas
«alteraciones de la conducta». Como es sabido,
actualmente, en muchos casos el deseo de placer y el
deseo de poder han cerrado el paso al sentido vital, el
cuál sólo se encuentra en el amor verdadero.

       Por ello, se podría decir que Freud ya está
relegado a la historia de la psiquiatría. Los jóvenes hoy
tienden a considerar que lo que más desean no es tanto
satisfacer su libido, sino tener un sentido en sus vidas,
porque aún satisfaciendo aquella, pueden quedarse en
un profundo vacío existencial. Tal como están las cosas,
es bastante probable que la tendencia a encontrar el
sentido de la vida se haga más aguda en el futuro. El
152                                       Genara Castillo Córdova




asunto del sentido de la vida es apasionante, y aunque
no podemos dedicarnos ahora a desarrollarlo, sí lo veremos
brevemente al final, para proponerlo a la reflexión de los
jóvenes.
       Por otra parte, en realidad, el amor humano es
de una gran riqueza y abarca todo el campo de las
relaciones interpersonales significativas; por ello dentro
del amor humano se pueden diferenciar algunas clases
de amor: el amor maternal, el amor paternal, el amor
fraternal, el amor filial, el amor amical, el amor conyugal.
      Es significativo el hecho de que en todos los
casos, la frase amorosa fundamental y latente sea: “¡Qué
bueno que existas!”, “¡Eres muy bueno, muy valioso,
muy importante!”. Esto quiere decir, que el amor atañe a
lo más profundo de nuestro ser, que gracias al amor
somos refrendados en él. Evidentemente, este
reconocimiento de nuestro ser como algo bueno causa
inmensa alegría.
       ¡Qué bueno que existas! es la frase que tácita o
explícitamente se encuentra en todas aquellas clases
de amor: una madre se lo demuestra continuamente a
su hijo, los hermanos, los hijos, los amigos, los
enamorados, los esposos, también lo dicen en muchos
detalles.
      Todos esos amores humanos –sin darse cuenta–
están reconociendo el acto creador divino, amorosísimo,
con el que fuimos puestos en la existencia, aquel acto
de amor por el que Dios nos pensó como alguien amable,
cuya existencia sería algo muy bueno, y ese amor
todopoderoso llegó con su solo Querer –lo que no
Educación de la Afectividad                              153



podemos hacer los seres humanos– a darnos la
existencia.
       Ese acto de amor divino se vuelve a renovar en
cada una de sus criaturas en cada momento de su vida.
Por eso los amores humanos serán realmente tales si
beben de aquella fuente creadora –amor personalísimo–
de la que han salido: el Amor Divino.
       Así pues, para entender el amor humano –sin
hacerlo banal– hay que partir de aquella reafirmación en
el Ser radical. La misma experiencia nos da noticia de lo
impactante que es esa reafirmación. Por ejemplo, un
joven cuando vive su primer enamoramiento lo
experimenta como un gran acontecimiento, que se
manifiesta en alegría.
       ¿Por qué esa alegría?. Porque de pronto descubre
que él es importante para alguien. Es probable que hasta
ese momento sólo haya vivido con el amor de sus padres,
hermanos, familiares, amigos. Pero, he aquí que hay
alguien que se interesa por él de un modo nuevo. Y
entonces aquel muchacho piensa, y si no lo piensa lo
intuye: “Si yo soy alguien para ‘ella’ es que valgo”. Todavía
tendrá que trajinar mucho en el camino del amor, pero
ese despertar es muy significativo.
       Éste es el gran acontecimiento de la vida humana.
El mismo Evangelio (Buena Nueva), tiene en la entraña
esa buena noticia de que somos amados nada menos
que por Dios mismo. Por ello, el amor divino es
fundamental en todo ser humano, porque pueden fallarle
todos los amores humanos, y, sin embargo, el amor divino
no le defraudará, no le traicionará nunca.
154                                                Genara Castillo Córdova




       Podría ser, inclusive que -como se dice- alguien
“no tuviera ni padre, ni madre, ni perro que le ladre” y
sin embargo Dios le sigue amando.1De ahí también
que la falta de amor a Dios se manifieste en tristeza.
Acidia es el nombre que recibe la tristeza de no alcanzar
a Dios. En esa situación el sujeto experimenta una
nostalgia, como si algo importante le faltara.
       ¡Qué bueno que existas!. No sólo es el comienzo
del amor, sino también su desarrollo, y en esa clave está
la superación de las diferentes crisis. Por ejemplo, en el
amor conyugal, aquella frase se precisa en el momento
del perdón. Por muchas que sean las heridas recibidas,
una señora no puede dejar de decirla y viceversa. Si no
se dice, se da un paso hacia la puerta de salida: el
divorcio.
       En definitiva, el amor (darlo y recibirlo), es
fundamental en la vida humana. De ello depende el
desarrollo y la felicidad de todo ser humano. Nos
podríamos detener largamente en este punto, pero de
alguna manera se verá a lo largo de los siguientes temas,
ya que todos ellos están enclavados en ese meollo tan
radical.




1
    También en la sicopatología se puede ver que es muy significativo
    el hecho de que en las terapias más efectivas se encuentre con un
    acercamiento religioso, el especial el amor divino. Esto no sólo se
    da en terapias de drogadictos o alcohólicos, sino también en la
    superación de muchas de las llamadas neurosis, especialmente
    de la angustia vital, y en general los temores de cierta índole.
Educación de la Afectividad                          155



       Finalmente, y antes de empezar a desarrollar los
temas pertinentes precisaremos que, aún siendo todos
los amores humanos importantes, nos vamos a detener
en un solo tipo de amor humano: el que existe entre un
hombre y una mujer y se orienta a la vida conyugal en el
matrimonio.
       Lo primero que hay que decir es que el amor
verdadero no se reduce al sentimiento. A veces se dice
que el amor es ciego cuando tendría que ser todo lo
contrario, muy lúcido. Por ello, no hay excusa para lo
que se propone tantas veces a través de diferentes
medios de comunicación, no se puede reducir el amor
humano al amor pasional. Aunque éste se dé, es
importante tener la cabeza en su sitio porque es mucho
lo que está en juego. Como decía Hegel, la pasión fuerte
es la pasión fría, porque la otra desaparece pronto. Por
eso hay que acudir a la inteligencia y la voluntad, que
son las que tienen que estar presentes en el
enamoramiento porque éste tiene que ser muy lúcido y
muy generoso, es una empresa bastante seria, espe-
cialmente porque está orientado al matrimonio y a la
constitución de la familia humana.
       Para educar en este aspecto hay que ayudarles
a los jóvenes a que distingan que –en vistas al
matrimonio–, entre un hombre y una mujer existen por lo
menos tres tipos de amor humano: el amor de amigos, el
amor de enamorados o novios y el amor conyugal.
Considero que hacer esta diferenciación es un punto de
partida elemental si un joven sabe que está llamado al
matrimonio. Tenerlos en cuenta es de una gran ayuda,
guarda limpio el corazón, lo protege de “experiencias”
156                                      Genara Castillo Córdova




innecesarias o entorpecedoras, y mantiene un tono
emocional bastante equilibrado.


1. El amor amical


       Hay quienes sostienen la teoría de que entre un
hombre y una mujer no puede darse el amor de amistad,
porque no conciben que ese amor pueda darse
desinteresadamente y que por tanto le faltaría una
condición clave en la amistad. Sin embargo, el amor de
amistad tiene muchas variantes, se da entre personas
del mismo sexo y también es posible entre un hombre y
una mujer, ya que sí es posible que cada uno procure el
bien del otro desinteresadamente, valorándole en sí
mismo.
      Este tipo de amistad, como todas las demás,
empieza con el trato, el cual da lugar al conocimiento.
Evidentemente, el trato entre dos personas de diferente
sexo debe ser discreto y guardar cierta reserva prudente,
especialmente si una de las personas estuviera
comprometida.
       Actualmente, con la presencia de la mujer en
todos los campos laborales, sociales, académicos, puede
presentarse el caso de tener que coincidir con personas
que no siempre son solteras. En ese caso, la amistad
guarda una prudente distancia, empezando por algo tan
sencillo como es el tratar de “usted” y no transigir nunca
–por ningún motivo– respecto a evitar la confidencia, es
decir, que es mejor no “contar las cosas íntimas”, a la
otra persona, porque eso une mucho. La amistad es un
Educación de la Afectividad                           157



intercambio de bienes, pero eso no se hace ciegamente,
sino que hay que pensar lo que se da y en las condiciones
de la otra persona que recibe.
       En cambio, si las dos personas están libres de
compromiso, es posible que se produzca un mayor
“acercamiento” y empezar, a medida que se va
conociendo a la otra persona, a compartir con ella y
contarle las cosas personales: “me ha sucedido esto”,
“haré esto otro”, “pienso esto”, “quisiera tal cosa”. Con
el tiempo, se ve si la otra persona es digna de su
confianza, por lo que puede contarle cosas más
personales, como proyectos, ideales, etc. En este
proceso amistoso no se ha de perder de vista la finalidad
de lo que se da: procurar la mejora del otro.
      Desde el inicio, la amistad debe tener dos
condiciones, que son también las de todo amor humano
verdadero, el de ser muy lúcida y muy desinteresada.
Hay que pensar cuál es el verdadero bien del otro, y
luego tratar de procurárselo, de manera que en cuanto
se vea la amenaza del egoísmo, se reaccione enseguida
con decisión.
      Así, en el nivel de la amistad, uno no puede
apegarse a esa amistad con deseos de exclusividad. Lo
único que justifica el amor de amistad es la ayuda y el
perfeccionamiento mutuo, sin más. Si se cuida esto, el
corazón está “advertido” y la amistad se mantiene como
tal.
      En este marco, el amor de amigos es diferente al
de enamorados o novios. Inclusive se puede ser amigos
sabiendo que nunca se llegará a nada más. Se pueden
158                                      Genara Castillo Córdova




aceptar las diferencias y la vida, el pasado, de la otra
persona, porque eso no “afecta” ese tipo de amistad.
Por ejemplo, si con el paso de los años, una de las dos
personas le cuenta acontecimientos de su vida anterior
que tal vez –o sin tal vez– fue bastante desordenada,
en el aspecto laboral, sexual, etc., aquello se acepta, y
se continúa la amistad.
       Sería algo diferente si se tratara de novios, en
que cabría preguntarse, reflexionar y observar
atentamente hasta qué punto permanecen todavía
rezagos o consecuencias de esas experiencias o
inclinaciones, por ejemplo, para la vida conyugal. Tendría
que pensarse, no para juzgar, sino para estar prevenidos.
Eso es necesario debido a que el enamoramiento va
orientado a la vida conyugal dentro del matrimonio y
también está la responsabilidad de elegir bien el padre,
o la madre, que se le va a dar a los hijos.
       Es diferente si sólo se trata de un amor de
amistad, ya que se intenta, dentro de lo posible, y siempre
que el otro lo necesite, de ayudarle –si fuera el caso–,
¡también a conseguir esposa o esposo! Se trata de una
amistad desinteresada. Por ello, si no llegan al noviazgo
no hay “traumas”, ni experiencias dolorosas. De esta
manera se conserva el corazón intacto, se continúa la
vida con la más absoluta normalidad.
       Conseguir la limpieza o rectitud de intención es
muy importante, porque cuando se sabe que sólo había
que llegar a la amistad, y no se la defiende –contra
viento y marea–, para que sea sólo eso y nada más,
entonces se ha obrado con irresponsabilidad. Los
sentimientos propios y ajenos hay que cuidarlos y no se
Educación de la Afectividad                              159



debe jugar con ellos sometiéndolos a cualquier experiencia.
Esta responsabilidad se tiene de manera especial si se
tiene vocación al matrimonio, ya que hay que cuidar esa
llamada que se tiene de manera personal.
       Esa vocación al matrimonio es muy seria y si se
descuida se puede dar lugar a experiencias que luego
“perturben” el encuentro con aquella persona con quien
la Providencia ha dispuesto que se forme un matrimonio
y una familia. Por ejemplo, si por poca reflexión y ligereza
se ha tenido una experiencia dolorosa en el plano
amoroso, la persona queda herida, y si no se cura
adecuadamente queda en mala situación para empezar
una relación de enamoramiento y noviazgo cuando sea
el momento.
       Es necesario cuidar las tendencias y nuestros
sentimientos. No importa si a veces nos dicen cosas
como “no pienses mucho” porque en aquello que es
importante, conviene pensar mucho, y no debemos tener
temor de pensar, ya que es muy valioso lo que está en
juego. Las experiencias de la afectividad condicionan
de alguna manera la disposición de la afectividad en el
futuro, y de eso somos responsables todos.


2. El amor de enamorados o novios


       En la amistad que vimos anteriormente, se
compartía por lo general, una cierta intimidad en el
sentido de contar los acontecimientos, y alguna vez los
estados de ánimo, especialmente si se veía que la otra
persona podía ayudar. Aunque se viera y se hablara con
160                                      Genara Castillo Córdova




la otra. persona todos los días, la amistad –si es lúcida y
generosa– se dirige principalmente a ayudarle en lo que
podamos. Con todo, en la simple amistad no ha ocurrido
todavía el gran acontecimiento del enamoramiento.

       ¿En qué consiste este acontecimiento?. Es un
encuentro, una especie de deslumbramiento. Se basa
en el conocimiento que hace posible el descubrimiento
de la otra persona. Sucede cuando al ir conociendo a
una persona nos damos cuenta de lo que es y entonces
uno se deslumbra. En ese acontecimiento se descubre
el ser verdadero y bello de la otra persona, y con ello se
ve que uno es un gran bien para la otra persona y ésta
también para uno.

       Es decir, en el descubrimiento de la otra persona
no sólo se le descubre a ella sino que también uno se
descubre a sí mismo. ¿De qué manera sucede esto?
Cuando uno “se ve” en la otra persona y viceversa. A
partir de ese momento, aguarda una gran tarea, la
maravilla que es que la otra persona logra que uno “saque”
de su interior lo mejor y viceversa.

       Se trata de un encuentro muy personal con la
verdad de la otra persona del que uno se queda
deslumbrado. Evidentemente que aquí cuenta mucho el
tipo de personalidad y las experiencias anteriores (razón
por la cual insistimos en el apartado anterior en estar
vigilantes). Si se va a este encuentro con la mirada
limpia y el corazón entero, no manoseado por anteriores
experiencias, se está en mejores condiciones para
reconocer y aceptar la verdad de la otra persona.
Educación de la Afectividad                            161



       Decíamos que era personal este encuentro y esto
se debe también al tipo de personalidad que se tenga. A
esto se le ha llamado a veces “complementariedad”, pero
en realidad, si se posee buenas cualidades se tiende a la
semejanza, buscando en la otra persona aquello que
uno considera un bien. De lo contrario repelería; y en
cuanto a los propios defectos se busca apoyarse
complementariamente en las cualidades de la otra
persona.
       Este encuentro personal, de “uno” y “una”, con
todo lo dicho anteriormente marca el enamoramiento,
como primera etapa en el largo camino del amor humano.
Se trata de un deslumbramiento, uno se encuentra con
la verdad de aquella persona y uno dice: “éste(a) es”,
incluso a veces se dice o se piensa: “te vengo buscando
por muchos años”, entonces se despliega la dinámica
afectiva más intensamente.
       De esta manera empieza el amor humano, como
un descubrimiento, pero enseguida da lugar a una tarea:
la de procurar el bien del otro. Es aquí cuando la lucidez
y la generosidad deben intensificarse. Actualmente, es
necesario insistir en que no es verdad que el amor sea
ciego, sino que el verdadero amor es muy inteligente y
muy generoso.
        Esa tarea cambia, marca la vida. La presencia y
el trato con la otra persona hace que surja en nosotros
lo mejor, y eso es lo novedoso. Por esto uno ve que su
vida no puede ser igual después de haber conocido a
esa persona, que su vida se divide en dos, e incluso,
como dice la canción: “antes de ti, no hay antes”.
162                                      Genara Castillo Córdova




Pareciera que la vida empieza con esa persona. No se
entiende cómo se pudo vivir antes sin ella. Es tanto lo
que hace por nosotros: ¡se nos ha revelado y nos ha
revelado a nosotros mismos!
       Esto se suele expresar con la conocida frase que
ya hemos señalado: ¡qué bueno que existas!, “si no
existieras, algo importante me faltaría”, poco a poco
esto se va convirtiendo en “no concibo la vida sin ti” y
va apareciendo el “para siempre”.
       Si se ve que constituimos un gran bien para la
otra persona y aquella persona también para nosotros,
entonces aparece la nota de exclusividad, ¿en razón de
qué? en razón de que se empieza a vislumbrar la
posibilidad de que aquella persona puede constituir el
esposo o esposa, y el padre, o madre, de sus hijos, y
esto no puede hacerse sino de esa manera exclusiva.
       De cara a esa vida a futuro se desenvuelven
nuestras relaciones, que tienen que ser muy delicadas,
sabiendo ser prudente, precisamente porque ese futuro
es futuro, no es presente. Lo más difícil será aquí guardar
el equilibrio entre lo que procede y lo que de ninguna
manera es procedente dentro del enamoramiento.
       Porque tampoco aquí está permitido todo. Asunto
central es el de compartir la intimidad personal. Ya hemos
dicho que aquí se produce una dinámica afectiva intensa,
que tiende a la unión, por lo que hay que estar vigilantes.
Por ejemplo, hay que cuidar las caricias, precisamente
porque la tendencia a la unión, también corpórea, es
muy fuerte.
Educación de la Afectividad                            163



       Para esto es importante ser conscientes de que
el uno se encomienda al otro mutuamente y que por
tanto se trata de cuidar del otro, aunque a veces, si se
mete el egoísmo, es el otro el que tiene que cuidarse de
uno. Las “salidas”, a veces inoportunas de la afectividad
es lo más fácil, lo difícil es venerar a la otra persona
hasta el punto de respetarla exquisitamente.
        Actualmente hay gran confusión al respecto. La
televisión, las telenovelas, las revistas y la atmósfera
que rodea a los jóvenes, favorece una ligereza en el dar
y recibir caricias y en muchas cosas más. Sin tratar de
justificarles, trato de explicarme este hecho con la
ignorancia y la falta de hábitos perfectivos. Se ignora la
importancia de una caricia, de un beso, e incluso la
seducción está vista como un “hobby”, más aún, como
una “autoafirmación de la propia virilidad o feminidad”.
       Ese juego procede a menudo de la
irresponsabilidad, cuando no de la inseguridad y hasta
de la malevolencia. Si es por inseguridad se trata de una
patología. Precisamente los “Don Juan” y las “mujeres
seductoras” que enredan, a quienes van desprevenidos,
en sus tentáculos como la araña a un bicho cualquiera,
son objeto de largo estudio en la psicopatología.
        Esto es lo que ven nuestros niños y jóvenes en la
televisión, en las revistas, vaciando de contenido
realidades de tanta riqueza. Lo malo es que luego hay
quienes, siguen con ligereza, ese “juego” -que yo suelo
llamar “fuego”- y pueden tener experiencias muy tristes.
       Nada da más pena que ver a un(a) adolescente
sonreír con escepticismo, cuando se habla del amor
164                                     Genara Castillo Córdova




humano, o del enamoramiento. También hay quienes viven
ese cinismo como irremediable y entonces van
conscientemente a jugar con algún incauto(a), buscando
el placer o provecho personal.
       Esas ligerezas, a veces pueden tener
consecuencias que marcan toda la vida, por ejemplo,
las relaciones pre-matrimoniales a veces dan lugar a un
hijo, con lo cual se pone en riesgo la vida de ese niño
que no cuenta con algo necesario para su desarrollo
emocional e integral: la unión estable de sus padres.
Esto es una injusticia que se agrava cuando la madre
soltera no se hace cargo de su hijo y se lo da a los
abuelos, abdicando de su insustituible maternidad.
       Por otra parte, es también una injusticia social
grande la cantidad de hijos sin padre que pueden existir
en una sociedad y las consecuencias que se desprenden
de ello. Conozco a un profesor que suele decir que a la
ley de Malthus le opone la suya: que cada hombre tenga
hijos sólo con su mujer, y entonces se puede superar la
pobreza del Perú.


3. El amor conyugal


       Si el proceso anterior se vive acertadamente,
entonces se ha conseguido el 50% del éxito en el
matrimonio y un amor conyugal fiel, exclusivo, y fecundo.
La fidelidad conyugal es un compromiso renovable día a
día, e involucra inclusive al pensamiento. Esa vida se
vive en función de un “nosotros” y de los hijos.
Educación de la Afectividad                           165



       Sin embargo, tampoco a esto ayuda el ambiente,
puesto que ahora ya no se toma con seriedad el
matrimonio; por ejemplo, en las novelas la gente se casa
y se “descasa” con una facilidad sorprendente.
      El amor humano –como también el divino–, tiene
que resistir a un fantasma, que es la rutina. Por eso los
cónyuges han de inventárselo cada día y en cada
momento.
II

              ENFOQUE BIO-ANTROPOLÓGICO
               DE LA SEXUALIDAD HUMANA1




1. El plano biológico de la sexualidad en el viviente


       Como es sabido, básicamente, existe sexualidad
cuando hay mezcla del patrimonio genético de dos
organismos para la obtención de uno nuevo. Desde el
campo de la bioquímica se sabe que los genes son
segmentos de las cadenas de ácidos nucleicos que
constituyen los cromosomas y que contienen el mensaje
codificado con todas las disposiciones y los ‘planos’ para
la constitución y el mantenimiento del organismo vivo.


       Así pues, la forma en que se reproducen los
organismos vivientes más complejos es la sexualidad.
Pues bien, desde este punto de vista, el núcleo de las
células de uno y otro sexo es el almacén donde se guarda

1
    Seguiremos en este punto a Jacinto Choza. Antropología de la
    sexualidad, Rialp, Madrid, 1994.
168                                        Genara Castillo Córdova



la información que constituirá al nuevo ser viviente. Es
dentro de unos depósitos especiales, como son los
gametos, donde se guarda aquella información precisa e
individual.
        En los organismos vivos, la individualidad está
dada por la relación entre los elementos materiales que
lo componen y su principio intrínseco o interior que los
mantiene compuestos, y que les da continuidad, y que se
llama «alma».
        El alma es el principio inmaterial, intrínseco, vital,
muy activo, por el cual un ser vivo posee auto-
movimiento y se auto-organiza, de manera que sus
operaciones son inmanentes porque guardan una cierta
interioridad. Aquí ‘interior’ quiere decir que es extra-
espacial y extratemporal en un sentido muy preciso.
        Así pues, ese principio intrínseco mantiene los
elementos materiales integrados dentro del organismo,
de manera que se mantiene la misma inmanencia en los
procesos de crecimiento, reproducción y nutrición. En lo
que respecta a los de reproducción, si ésta consiste en
un desdoblamiento de todos los elementos integrados en
el organismo, y del principio intrínseco que los mantenía
unidos, se trata no de una actividad inmanente, sino
trascendente, pues da lugar a uno o dos individuos
diferentes     que      tienen      una      vida     propia
independientemente de los que le dieron origen.
        Pues bien, la posibilidad de que existan por una
parte “padres” y por otra “hijos”, y que la individualidad
y la vida de cada uno no tengan que mantenerse a costa
de la del otro anulándola, sino que tengan una vida
Educación de la Afectividad                             169


independiente, es lo que, en los organismos más
complejos, viene dada por la existencia de los gametos.
       Resumiendo, la reproducción sexual de los seres
vivos consiste en que el nuevo organismo se produce a
partir de dos organismos diferentes, cada uno de los
cuales aporta un grupo de cromosomas para la
constitución del nuevo ser. Ninguno de los dos juegos se
activa si no es en conexión con el otro, y, siendo
complementarios, el nuevo individuo tiene vida propia,
de manera independiente, aunque se constituye siendo
alternativamente expresión de caracteres de uno y de
otro.
       Este proceso recibe el nombre de recombinación,
y es lo que permite una alta variabilidad en los individuos
y también en sus descendencias (porque los gametos
del nuevo individuo mantienen, a través de la meiosis,
los caracteres de aquellos dos que le han dado origen).
       En los animales, aquellos organismos vivientes
que tienen sexo meiótico están compuestos por células
diploides, es decir, por pares de cromosomas que resultan
de la recombinación de dos células haploides que son el
gameto-macho y el gameto-hembra. Como es sabido, el
organismo resultante, sea un organismo macho o
hembra, depende de los genes que se encuentren en el
último par de cromosomas.
       Por tanto, tenemos que la primera determinación
de la sexualidad es, por supuesto, la genética. En el ser
humano, tras la fertilización, los cromosomas del
espermatozoide y del óvulo constituyen un núcleo
diploide, y el último par de cromosomas determina si el
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nuevo organismo es varón o mujer, y en los otros seres
si es heterogamético u homogamético según la especie.

2. Sexualidad y comunicación

       El individuo singular que pretende afirmar su propia
identidad como individuo y como especie (su genotipo
único e irrepetible), siente un impulso fuerte para hacerlo:
es lo que en los animales se llama instinto sexual. Esto
es lo que les lleva a un comportamiento determinado
según las diferentes especies, y según la dotación de
cada individuo. Por otro lado, en el hombre se llama
tendencia sexual o pasión amorosa erótica, y lo lleva a
un determinado comportamiento.

       Así pues, los sentimientos, conocimientos,
impulsos, etc., que se registran en la interioridad de un
ser vivo, forman parte de su realidad que es el sexo,
pero esto sucede en razón de que los seres vivos están
dotados de esa dimensión interior. Precisamente un
ser vivo es aquel cuyas acciones no se desprenden
mecánicamente, sino que están regidas desde el interior
del ser vivo, el cual va “guardando” en sus facultades
las formas que va adquiriendo.

       Por esto, en los seres vivos superiores cuenta
tanto la dotación genética como el despliegue de esa
dotación que va consolidándose con las acciones u
operaciones ejercidas respecto del entorno y que tienen
una finalidad dada por la propia naturaleza. En el caso
Educación de la Afectividad                              171


de la naturaleza humana, la “conducta sexual” no se ha
de realizar según el capricho de cada quien, no se puede
ir en contra de la naturaleza misma. Por esta razón al
estudiar la sexualidad humana hay que acudir tanto a la
dotación biológica como a la educación de sus facultades
humanas, de acuerdo con la cual ejerce la sexualidad,
teniendo en cuenta, su finalidad. Es importante tener
claro que la naturaleza de la sexualidad humana es
justamente eso: humana, y no se reduce simplemente a
genitalidad. Por tanto, hay que evitar los reduccionismos
tanto respecto al materialismo, como a sociologismos
cuyos planteamientos se sustentan en ideologías. Si se
reduce la realidad humana, se le desconoce, se le maltrata
y se la deteriora profunda e injustamente.

        La sexualidad humana tiene que ser vista
integralmente y además debe tener en cuenta su fin. La
comunicación de la propia sexualidad se lleva a cabo en
forma de unidad de la identidad y de la diferencia, es
decir, en la forma de comunión, de comunicación. Es la
tendencia a la supervivencia propia, un aspecto de la
tendencia a comunicar la propia vida. La unión total es
posible si cada uno se da plenamente al otro, que es
diferente, sin suprimir su alteridad, sin fagocitarlo, sin
anular su propia peculiaridad, teniendo en cuenta su
finalidad que tiene como ser humano.

        La reproducción es una puesta en común, una
unión de dos, no la inserción en la vida de uno solo de
ellos (como en la nutrición), sino en la vida de un tercero.
La individualidad del tercero no se constituye a costa de
la vida ni de la individualidad de los dos que se unen,
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sino que es la manera como cada uno de éstos que se
unen afirman su propia identidad como individuo y como
especie.


3. El eros como relación intersubjetiva
a. Dinámica del eros

       Olvidarse de que el hombre tiene cuerpo resulta
de tan malas consecuencias para el ser humano como
olvidar que tiene espíritu. Sin embargo, aún con ser
importante el cuerpo humano, hay que entenderlo
integrado en las dimensiones más altas del espíritu
humano, por lo que el tema del amor humano es un tema
que no se reduce al de la relación erótica.
       En la experiencia corpórea, meramente sensible,
hay una “sensación” de felicidad. Incluso en la más
pequeña mirada, en el más leve gesto, se experimenta
un sentimiento de gratuidad y gratitud. Es el anhelo de
realizar lo más sublime a través de, o en esa persona.
       Por eso, algún autor ha descrito la experiencia
del enamoramiento como una “alteración patológica de
la atención”. Se trata de una alteración psicofísica, que
involucra a todo el sujeto, en su cuerpo y en su espíritu.
       Es significativo el deseo de recibir y de entregarse.
Esta experiencia, aunque sea tan básica, es conmovedora
y anuncia la vocación al amor, por la que se puede
descubrir a Dios y ver al universo con nuevos ojos. De
alguna manera el amor erótico “imita” lo que es el amor
plenamente humano. Amar absolutamente es querer dar
Educación de la Afectividad                            173


absolutamente todo, es ya no pertenecerse, sino donarse
generosamente.
       Sin embargo, para que esa entrega sea adecuada
se requiere un grado de madurez. También aquí el amor
erótico aunque se refiere especialmente al desarrollo
psicofísico, tiene una cierta “imitación” del amor humano
pleno. La máxima afirmación de sí mismo se produce
cuando hay un grado tal de posesión de sí que uno
puede darse del todo. Entonces hay la libertad de la
donación.
      Por tanto, esta experiencia supone una adecuada
conciencia de sí mismo la cual no se da en la niñez, en la
que todavía no se posee una conciencia de sí en
concordancia con lo que uno realmente es.
       El niño pequeño, aunque parezca que se da, en
realidad tiene una conciencia de sí elemental, fundada
en su diferenciación respecto de otros, simplemente como
opuestos a sí mismo. Sin embargo, el proceso de
autoidentificación tiene todavía más fases, y una de
ellas es la experiencia del otro como persona y del otro
en cuanto poseedor de unas peculiaridades propias que
incluyen su yo masculino o femenino. El reconocimiento
de sí mismo y del otro en toda su integridad no es cabal
en la niñez.
      En la pubertad y en la adolescencia, la experiencia
del enamoramiento está frecuentemente descrita como
un despertar. Es una puerta de entrada para el
conocimiento de quién es. Se podría decir que el
adolescente “se mira por los ojos de la persona amada”,
se descubre a sí mismo.
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      En este despertar sensible lo que primero se
experimenta es gozo, pero el amor humano no se reduce
a aquella fase inicial. Es preciso un recorrido. En algún
momento se cae en la cuenta de que el ser humano
aunque quiera amar de una vez por todas y entregarlo
todo de un golpe, no alcanza a lograrlo por su condición
temporal. Por eso su modo de dar esa entrega es
prometerla.
        Pero la promesa no es sentimiento espontáneo
sino una reflexión. La promesa es, a partir de esa
reflexión y valoración, un adelantar el tiempo (se promete
en relación con el futuro), ya que se considera tan valiosa
a la otra persona que uno compromete su futuro en la
tarea de amarla.
       Así pues, en el primer momento aparece el amor
como gozo, y en el segundo aparece como tarea a
realizarse en el futuro, a lo largo del tiempo, cualquiera
que sean las circunstancias, a pesar de los problemas y
sus deficiencias.
       Si la radicalidad constitutiva, la que aparece en
el fenómeno cognoscitivo afectivo del enamoramiento,
no se unifica con la actividad voluntaria reflexiva, el
hombre no se liga con su propia raíz. Puede suceder
más bien que se disperse, que no sea uno y que no logre
afirmar suficientemente su propia identidad.
      Aquí podemos empezar a diferenciar el mero
sentimiento amoroso del amor plenamente humano. Un
sentimiento y más especialmente el del amor, empieza
de un modo inopinado, y dura mientras dura; está
presente hasta que pasa. En cambio, una decisión
Educación de la Afectividad                              175


voluntaria no empieza de un modo impulsivo; empieza
cuando se toma la decisión, y dura hasta que se revoca
mediante otro acto de la voluntad.
       Dicho de otra manera: un sentimiento es
manifestación de sí, de lo que uno es o está siendo, y
una decisión es disposición de sí, y es tal que responde
de sí en todo momento. En este nivel personal, en el
que no se cuenta sólo con el sentimiento, con la
atracción erótica, sino con la decisión, se da la posibilidad
de la unión y con ella el riesgo del otro. Esta tarea se
vive especialmente en el matrimonio. Como en este
ámbito se dan las mayores de las uniones, aquí también
se dan las mayores soledades y sufrimientos más intensos.

b. El cuerpo revela el sentido donal de la vida

       El cuerpo tiene su valor. La corporeidad es, en
efecto, el modo específico de existir y de obrar del espíritu
humano. Este significado es, ante todo, de naturaleza
antropológica. “el cuerpo revela al hombre”, “expresa a
la persona”. Hay una teología del cuerpo: “Esto es el
cuerpo: testigo de la creación como de un don
fundamental que es don del Amor”.
       Por tanto, ya desde la observación del aspecto
corpóreo de la sexualidad se puede descubrir la vocación
al don mutuo de sí y a la fecundidad. El cuerpo en cuanto
sexuado, manifiesta la vocación del hombre a la
reciprocidad, esto es, al amor y al mutuo don de sí.
       El hombre y la mujer son diferentes para
integrarse. Por eso, los sexos son complementarios:
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iguales y distintos al mismo tiempo, no idénticos, pero sí
iguales en cuanto a la dignidad personal; son semejantes
para     entenderse,     diferentes  para    completarse
recíprocamente.
       Hombre y mujer pueden formar una comunidad
de amor. Dentro de un planteamiento cristiano, constituye
un modo de realizar, por parte de la criatura humana,
una determinada participación del ser divino. Orientados
a la unión y a la fecundidad, el marido y la esposa
participan del amor creador de Dios, viviendo a través
del otro la comunión con Él. En presencia de esta
capacidad del cuerpo de ser signo e instrumento de una
vocación, cabe descubrir una analogía entre el cuerpo
mismo y la economía sacramental.
      En síntesis, la sexualidad está llamada a expresar
valores que tienen exigencias morales específicas.
Orientada hacia el diálogo interpersonal, contribuye a la
maduración integral del hombre abriéndolo al don de sí
en el amor; vinculada, por otra parte, en el orden de la
creación, a la fecundidad y a la transmisión de la vida,
está llamada a ser fiel también, a esta finalidad suya
interna. Amor y fecundidad son, por tanto, elementos y
valores esenciales de la sexualidad humana.
III

    LAS DIFERENCIAS PSICOLÓGICAS ENTRE
   LA PERSONALIDAD MASCULINA Y FEMENINA




1. Importancia de no reducir la sexualidad humana
solamente al plano fisiológico


       Como habíamos señalado, los sentimientos,
tendencias, conocimientos y movimientos que se
registran interiormente, forman parte de la realidad que
es la sexualidad humana en los organismos que
efectivamente están dotados de esa interioridad. El ser
humano es una unidad. Por esto además de la dotación
genética, el medio, el aprendizaje y la trayectoria
“biográfica” individual son factores que cuentan en la
consolidación del sexo.


       Dentro de esta visión integral, la biología evolutiva
que se hace desde la genética o desde la biología
molecular está incompleta sin los logros de la fisiología
comparada, la embriología y la etología. Y por eso también
si se quiere estudiar la sexualidad humana no se puede
prescindir de las dimensiones psicológicas, sociológicas,
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jurídicas y morales que tiene el sexo en el caso del
hombre, y que son tan reales como sus dimensiones
genéticas, anatómicas y fisiológicas.
        Si no consideramos esta unidad integral del ser
humano podemos caer en reduccionismos, que llegan a
ver al hombre y a la mujer sólo en su aspecto fisiológico
o inclusive corpóreo, desatendiendo otras dimensiones
inclusive más importantes. Esto es un error muy serio
aun tratándose de cualquier realidad viva. Por tanto,
reducir a uno de sus aspectos a cualquier ser viviente
es estropearlo.
        Así pues, la sexualidad es una de las formas del
“impulso a la conservación del propio ser” que se da en
los seres vivientes orgánicos, en tanto que vivientes
orgánicos, porque se lleva a cabo en forma de unidad de
la identidad y de la diferencia; es decir, en la forma de
comunión, de comunicación. Intuitivamente se capta bien
su significado por referencia a la experiencia de la pasión
amorosa en el ser humano, la cual es un impulso que
tiende con la máxima fuerza a una unión total. Sin
embargo, ese impulso tiene que ser gobernado por la
inteligencia y la voluntad, para que no se desboque.
        Respetar la individualidad del otro tiene su
importancia en la vida conyugal porque esa unión supone
darse totalmente al otro pero a partir de la propia
identidad, de lo que es uno. De manera que la unidad
entre dos seres humanos no es una mezcla en que no se
sabe qué es cada uno, sino una unidad de dos que son
diferentes (también sexualmente). Y sólo así se entiende
la entrega personal, en el sentido de que cada uno entrega
Educación de la Afectividad                           179



lo que es al otro sin suprimir su propia identidad, sino
precisamente reconociéndola.
       Esto tiene más importancia todavía referido a los
roles o funciones que desempeña la madre y el padre
dentro del hogar. Como se sabe, el matrimonio es el
fundamento de la familia, por ello los padres son los que
“sacan adelante” su hogar, porque son en cierto modo
sus “fundadores”. Dentro del hogar todos colaboran en
sacarlo adelante, y por eso hay unas funciones que
responden a las condiciones con las que cada uno
cuenta, para así poder realizarlas con más facilidad.


2. La complementariedad entre el hombre y la mujer
a. Lo masculino y lo femenino existencialmente. Un
relato griego.


       La especificidad de los sexos en el orden
constitutivo se ve también en el orden operativo. Para
ver cómo se manifiesta esa diferencia originaria en el
plano psico-sociológico y en el trayecto biográfico,
seguiremos la propuesta del Prof. J. Choza, quien en su
libro Antropología de la sexualidad, acude a una de las
muestras más completas que ofrece la cultura griega.


       Su lugar es la Odisea de Homero. Es un poema en
que aparece el principio femenino modulado según una
amplia gama de versiones y también el principio masculino
encarnado en lo que se ha considerado en la cultura
posterior como el arquetipo de hombre-varón.
180                                      Genara Castillo Córdova




       Pero Ulises, el arquetipo de humano varón es tal,
precisamente en referencia al arquetipo humano mujer,
Penélope, y viceversa. Para cada uno la existencia y la
identidad propia sólo se concibe y se realiza en función
del otro, aunque esa reciprocidad no es en modo alguno
simétrica sino asimétrica y, vale decir, complementaria.
       Según la concepción griega, la existencia de
Ulises, como toda existencia humana, consiste en salir
de sí, de su casa, de su familia, donde todavía no es
nadie o no es nada porque no ha hecho nada: no ha
llevado a cabo acciones por las que se le pueda calificar
y en las que se puedan manifestar en el orden existencial
sus cualidades esenciales-personales.
       Así pues, el comienzo, su biografía todavía no
tiene ningún contenido y por eso su vida es de una
pobreza extrema. Y ésa es la condición inicial de toda
existencia humana. Ulises sale de sí abandonando su
familia y su casa para recorrer el mundo, lo cual cumple
realizando acciones bélicas, técnicas, eróticas y
diplomáticas en las que se ponen de manifiesto y se
prueban sus cualidades humanas, psicológicas, sus
principios éticos y también sus creencias religiosas.
       El objetivo que preside el conjunto de sus
actividades es volver a su casa, a su familia, a Penélope,
que es la fuente de su profunda nostalgia. Ulises consigue
su objetivo, y ello significa que su vida está “salvada”:
no queda como un conjunto de actividades dispersas y
perdidas, sin que nadie las recoja y les dé unidad y
continuidad, sin que nadie se beneficie de ellas,
heredándolas y haciéndolas fructificar.
Educación de la Afectividad                              181



       Al alcanzar su objetivo, Ulises consigue reunirse
consigo mismo y permanecer incluso más allá de su
muerte. Pero lo alcanza sólo mediante el reconocimiento
de los demás, y especialmente de Penélope. De nada le
hubiera servido llegar como triunfador a la isla de Itaca
si él no significaba nada para Penélope. Así, todo su
mundo masculino, sus trabajos, sus conquistas, sólo
tiene sentido si su ser es acogido y su trabajo
reconocido por la persona amada. Sólo en Penélope se
reúne Ulises consigo, porque sólo en ella alcanza
verdaderamente su identidad, ya que se trata de un
destinatario personal a quien ama.
       Ulises representa de alguna manera la conquista
y los trabajos masculinos y Penélope la permanencia:
ese centrarse y quedarse en su casa hace posible que
Ulises tenga un punto de referencia seguro al cual volver.
De igual manera, la mujer está más dispuesta a congregar
que a dispersar. Inclusive se ha dicho a veces que la
mujer tiene que arreglar los desarreglos de los hombres,
en referencia a aquellos estropicios que se pueden
producir en la actividad que éstos despliegan.
       En el poema, se pone de manifiesto que no se
trata de que Ulises, el hombre, no sepa quién es él. De
alguna manera lo sabe y sin embargo en su viajar por el
mundo lejos de su casa, de su mujer, puede precisamente
olvidarse de su casa y de los suyos por ingerir la “flor del
olvido”, puede concentrarse en la satisfacción de las
necesidades inmediatas y ser convertido en cerdo, puede
ser seducido por el canto de las sirenas y quedar
destruido por aquello que le fascina.
182                                      Genara Castillo Córdova




       Se trata de que su trasunto biográfico sea
aceptado, de que aunque mantenga memoria de sí, su
principio de identidad (ya sea de modo continuo ya sea
de modo intermitente), eso que ha hecho, que ha vivido
y que sabe de sí, ha de ser acogido, reconocido por la
persona o personas a las que, ya desde el principio,
pertenecía, de un modo muy particular la propia vida, a
saber, la mujer y los hijos.
       El único ámbito adecuado para la existencia de
un ser personal es la intimidad de otro ser personal,
pero el único modo de entrar en ella es el reconocimiento
(que ha de ser siempre recíproco). Reconocer supone
valorar y aceptar. No se trata de que el hombre no
pueda vivir solo, se trata de que no puede tener
conciencia de su propia subjetividad como una sola
persona. Si él es el único que sabe de sí, no puede tener
ninguna certeza de que lo que sabe es real.
       Por eso, lo que Ulises ha vivido, es preciso que
sea revalidado por Penélope mediante el reconocimiento.
Ulises sólo puede existir como rey de Itaca y destructor
de Troya en Itaca si lo reconoce como tal la reina, si no,
podría vivir en Itaca pero no como rey; sino como un
“don nadie”.
       Todo varón puede vivir como rey en su casa si le
reconoce como tal su señora, de otro modo puede vivir
como un extraño, como un huésped, etc., o si insiste en
sus pretensiones puede ser destruido simplemente, tal
como fue la suerte de Agamenón, quien fue vencedor
de Troya, pero como su esposa no lo reconoció, cuando
llegó a su casa, a partir de su llegada no fue nadie.
Educación de la Afectividad                             183



      Esto tiene implicaciones actuales, precisamente
porque los roles del padre y de la madre ahora son
compartidos. Sin embargo, actualmente algunas esposas,
tontamente, no reconocen o no valoran el trabajo de su
marido, pequeño o grande, modesto o famoso; y no
saben asistirlo en él, animándolo, comprendiéndolo,
perdonándolo, siendo que todo su juego es ser
compañera.
       Penélope reconoció a Ulises y con ello le salvó la
vida, pero de ese modo se salvó también a sí misma.
Penélope sale de sí, no abandonando su casa, sino
quedándose en ella. Es el punto que permanece
constante, al menos espacialmente, y que por eso sirve
de referencia a Ulises: solamente se puede volver a lo
que está, a lo que queda, a lo que permanece.
       Esta capacidad de ser un centro de acogida es
propia de la mujer. Así por ejemplo, cuántas veces un
hombre cansado del duro trabajo regresa a su casa
pensando encontrar el cariño de su mujer, el ambiente
acogedor y amable que hace suaves las asperezas del
camino. Esto de entrada no quiere decir que sea egoísta,
es sólo un rasgo propio de la personalidad masculina.
Con todo, desde la perspectiva cristiana el último
destinario es el Amor divino.


b. Características psicológicas del hombre y la mujer


      Como es sabido, existen tipos humanos, aunque
cada quien es cada quién y no se puede generalizar. A
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modo de referencia vamos a decir algunas características
tipológicas.


      · La mujer tiene un centro relacional muy intenso

       Este centro relacional supone, como su nombre
lo dice, un núcleo interior que reúne en sí mismo como
un centro muchas cosas a la vez, sin separarlas, sino
manteniendo muy cercanas unas respecto de las otras,
y en relación a sí misma.
       La mujer es más reunitiva que el hombre, en el
sentido de que es capaz de meter dentro de los pliegues
de su corazón de una manera muy intensa los diferentes
elementos del mundo humano, que para ella tienen
especial significación, por ejemplo, a las personas las
tiene unidas estrechamente en su cabeza y en su
corazón. Por eso una mujer está muy atenta a cada uno
de los miembros de su hogar.
       Esa capacidad reunitiva está en función de su
maternidad, ya que tiene que reunir los diversos aspectos
de la vida en torno a los hijos o al esposo. Sin embargo,
esto también puede complicarla, porque todo lo relaciona,
una cosa con otra, y le cuesta separar. Así pues, un
problema personal lo lleva a su trabajo, a su relación
con los demás, etc., de modo que ese problema influye
grandemente en su vida, le cuesta desligarse y
concentrarse en otra cosa.
       En el hombre no suele ser así, aunque alguna vez
se dé y la excepción precisamente confirma la regla. El
hombre puede haber fracasado en su matrimonio inclusive
Educación de la Afectividad                             185



varias veces, y sin embargo puede saltar por encima de
sí mismo, de su dolor y puede sacar adelante un trabajo.
A una mujer le cuesta más salir de su propio centro. Se
podría decir que el hombre tiene más capacidad que la
mujer de “pasar página”.
        El hombre separa más, por eso también tiene más
peligros de ser infiel, porque para él “echar una cana al
aire”, (puede ser divertido o una manera de comprobar
la vigencia de su atractivo), no le parece importante,
ya que sigue considerando que su mujer está en su
hogar y eso es otra cosa aparte. Es verdad que las
aventuras fuera del hogar deterioran tanto al hombre
como a la mujer (si el ser humano manosea el corazón
con amoríos se incapacita, se cierra el camino del amor
auténtico), sin embargo, no afecta de manera igual a
uno y a otro.
       A una mujer la infidelidad la “rompe” más, debido
a la intensidad con la que mantiene unidas dentro de sí
todas sus relaciones. Se podría decir que “se dañan más
cosas” en el caso de la mujer infiel. Aquí se aplica con
propiedad el dicho de que la corrupción de lo óptimo es
pésima. Por ello el cuidado que debe tener una mujer, el
cual no sólo ha de ser referido a lo externo, sino,
principalmente, respecto de ella misma.
       El gran peligro de la mujer es la coquetería, porque
es una cualidad propia. Sin embargo, si la mujer no
controla su deseo de agradar, puede caer en sus propias
redes. Es necesario saber distinguir, porque se puede
agradar, ser educada, amable y atenta sin necesidad de
insinuarse o de seducir, es decir, sin buscar agradar a
toda costa.
186                                     Genara Castillo Córdova




      · La mujer tiene más cuidado de los aspectos
        humanos

       Esta característica también está hecha en vistas
a su función de madre. La mujer contacta más
rápidamente con los factores humanos, y, si bien el
hombre también es muy capaz de ellos, la facilidad y la
mayor prontitud de los contactos los tiene más respecto
de las cosas, que de las personas.

       Esto es así, en parte, porque la mujer está más
llamada al cuidado del hogar y de las personas que hay
en él, y el hombre tiene que ver más con el trabajo
fuera de casa, que supone mayor capacidad de objetivar,
de cosificar, ya que la objetivación es muy importante
para poder ejercer el dominio del mundo que es algo
arduo y difícil.

       El hombre tiene más facilidad para gestionar
cosas, la mujer tiene más facilidad para tratar personas.
Así, por ejemplo, si los esposos están en la sala y los
hijos jugando en el patio, si hay un ruido llamativo, el
papá suele preguntar: ¿qué pasó?; le interesa más lo
que ocurrió, el asunto; en cambio la madre suele decir:
¿quién se ha caído?. Por eso también es impropio de la
mujer el matar, antes al contrario: a ella se le ha
entregado con particular responsabilidad el cuidado de
la vida, especialmente de la vida humana. El aborto daña
gravemente a la mujer, al hombre también, pero,
especialmente a ella.

     La mujer tiene a su cargo el cuidado del ser
humano. Esto supone que la mujer debe ser educadora,
Educación de la Afectividad                              187



en el sentido de formadora, de maestra. En ese sentido
es admirable la tenacidad femenina que puede esperar
una y otra vez, un día y otro, a que el pequeño dé un
paso y luego otro, y otro. El hombre puede educar en el
ámbito de la relación con las cosas, con las máquinas,
es un ser productivo, por ello tiene en sus manos la
docencia en las cosas teóricas, científicas o
tecnológicas, aunque evidentemente, la mujer es muy
necesaria en estos ámbitos.

     · El hombre tiene mucha capacidad de ser objetivo


       Esto tiene que ver con lo anterior y significa que
el hombre puede objetivar más, puede abstraer más,
puede “idear”, más que la mujer. Aquí como en todos los
aspectos descritos antes, el que uno tenga más facilidad
para una cosa que otro, no quiere decir que éste
adolezca de aquella cualidad, sólo quiere decir que está
más inclinado a hacerlo.
       Así por ejemplo se puede uno preguntar: ¿la mujer
no puede ser científica, empresaria, política? Sí, puede
hacerlo, e inclusive es necesario que entre a esos ámbitos
para humanizarlos más; sin embargo, le es difícil lograr
el descentramiento, el salto que tiene que dar para
objetivar es muy grande, y a veces, la verdad es que
para lograrlo, acude a la ayuda de aquello que sí es su
punto fuerte, y es la motivación que se tiene cuando,
dentro del corazón, se posee un amor personal que siendo
muy grande le impulsa a dar el salto.
       A la mujer le es difícil mantener una actitud
exclusivamente objetiva, como el hombre. Por eso es
188                                      Genara Castillo Córdova




necesario que intervenga en esos ámbitos de la realidad
en que están “ellos” para hacerles notar que este mundo
es menos cosificado de lo que el varón considera. Éste,
muchas veces, en su manía de cosificar llega a tratar a
las personas como cosas, o como simples elementos
dentro de un plan de acción (en ese trajinar, ni la propia
mujer puede evitar, a veces, ser tratada como cosa).
       La mujer puede recordarles que hay que atender
a una serie de componentes subjetivos, personales, que
son enormemente importantes. La mujer puede ver mejor
los componentes de la realidad que tienen relación con
los seres humanos. A veces, el hombre está demasiado
proyectado, demasiado obsesionado por la gestación de
la obra, y puede suceder que hasta los detalles humanos
más insignificantes queden fuera de su alcance.
        Al ser más objetivo el hombre es más “frío”, más
“cerebral”, en el sentido de que puede trazar proyectos,
puede dedicar su vida al cultivo de una ciencia abstracta
como las matemáticas u otras ciencias de ese tipo. De
hecho existen más científicos notables entre los hombres
que en las mujeres, aunque también las haya, el tema
es, insistimos, cuestión de mayor o menor facilidad. Todos
los seres humanos hombres y mujeres están dotados de
muchas cualidades, sólo que unos tienen más facilidad
que otros para ciertos roles.


      · En los hombres, las pasiones suelen ser más
        intensas que los sentimientos.
      Aunque como en todo, depende mucho de los
caracteres, las pasiones especialmente las relacionadas
Educación de la Afectividad                            189



con el sexo no suelen “cegar” tanto a las mujeres como
a los hombres. En la mujer es muy raro que la pasión
vaya sola, como a veces en el varón. En la mujer, la
pasión, cuando se da, va acompañada de sentimientos
de ternura, de admiración, etc.; lo cual atenúa la pasión,
pero a la vez la hace más constante en sus afectos.
       En cambio, en el varón la pasión puede darse
con apenas sentimientos de ternura, por lo que se
manifiesta con fuerza. Por ello también algunas mujeres
pueden “aprovechar” esa característica del varón y tratan
de dominarle precisamente por ahí, por el lado de la pura
sexualidad, ya que él está más expuesto a “encenderse”
pronto con una pasión.

     · La relación de la madre con el hijo es muy intensa

        Para entender esto bastaría pensar el tiempo que
el hijo está en el seno de la madre, pero supone mucho
más. La vocación maternal de la mujer es por naturaleza
muy fuerte, es lo que a veces se ha llamado instinto
maternal. Normalmente una madre es quien cuida a sus
hijos de la mejor manera. Con esto no se quiere decir
que el padre no pueda ser capaz de atenciones, de
delicadeza y de ternura exquisitas sino que normalmente
a la madre aquello le es connatural, tiene más facilidad
para manifestarlo.
        Por ello, insistimos, el aborto daña tanto a una
mujer, porque se trata de matar a su propio hijo. La
única capaz de abortar es la mujer, pero cuando lo hace
su misma realidad personal es herida, vulnerada.
190                                     Genara Castillo Córdova




       A veces las feministas dicen que cada una es
dueña de su cuerpo y de lo que hay en él, y no se dan
cuenta de que aquella vida es independiente, en el
sentido de que constituye otra vida distinta a la de la
madre, y además ignoran hasta qué punto la mujer se
hiere cuando aborta.
       Se podría decir que en cierta manera la madre es
más madre que el padre; ya que la intensidad de la
vinculación con respecto al hijo es mayor en ella. El
padre lo es, de distinta manera a como la madre es
madre.

      · La mujer tiene mucha capacidad de constancia

       La constancia o perseverancia es una virtud por
la cual se soportan las dificultades en la consecución de
un bien aunque tenga que pasar mucho tiempo. También
esto ayuda a la mujer en su función de madre, ya que la
atención, la crianza y la educación de sus hijos requiere
mucha constancia, estar con ellos una y otra vez
tratando de enseñarles a valerse por sí mismos como
personas humanas. Si se cansara, dejaría incumplida su
misión.
       La mujer enfrenta las dificultades, no tanto
agresiva o impulsivamente, cuanto con ternura, con
paciencia, con constancia, de modo que muchas veces
su fortaleza pasa desapercibida, aunque la tiene, y muy
grande, sobre todo si está relacionada con las personas
que quiere. Cuando se trata del amor de sus hijos, por
ejemplo, o del amor a su marido, o del amor a Dios, una
mujer puede ser capaz de las mayores heroicidades.
Educación de la Afectividad                            191



        Una mujer que no se rinde ante una idea “fría” o
un proyecto impersonal, se entrega cuando se trata de
sus seres queridos, o acepta lo primero si la razón es la
segunda.
        Por las razones expuestas las características
masculinas y femeninas son un gran aporte en la familia.
Ni el hombre es superior, ni tampoco la mujer lo es,
simplemente son distintos para cumplir con mayor facilidad
tareas diferentes. Hay quienes se oponen a la
diferenciación masculina y femenina por falta de
inteligencia en la concepción de la igualdad.
        Igualdad no quiere decir uniformidad. El hombre y
la mujer son iguales en cuanto a su dignidad personal, y
por ello merecen igual respeto como personas humanas,
y, si somos cristianos, también por ser hijos de Dios. Sin
embargo eso no quiere decir que también sean iguales
en el sexo o en sus funciones.
        Buscar la igualdad a partir de la supresión de
toda diversidad es confundir la igualdad con la
uniformidad. Eso trae muchas complicaciones, por
ejemplo, suprimir la virilidad y la feminidad. Esta es una
de las propuestas de la “Ideología del género”, que
defiende el “matrimonio” entre homosexuales para que
constituyan una “familia”, lo cual va en contra de todos
los principios, empezando por los naturales.
        El hombre y la mujer son diferentes, poseen su
propia identidad psicológica. Por ello, las relaciones
personales en el matrimonio son de mutua ayuda y de
complementariedad. El hombre aporta su seguridad, su
objetividad, su firmeza, su reciedumbre, en el sacar
192                                     Genara Castillo Córdova




adelante su hogar, proveyéndoles de lo necesario para
su vida y contribuyendo a la educación de sus hijos.
       La mujer aporta su capacidad de estar en los
detalles concretos, conectada íntimamente a las
personas que conforman su hogar, atendiéndolos en sus
necesidades, en sus pequeños o grandes problemas,
contribuyendo decisivamente a crear ese ambiente de
familia, haciendo de su casa un hogar luminoso y alegre.
        Por otra parte, el primer deber del amor paterno,
y materno, es el amor conyugal, sin esto es muy difícil
ser buen padre o buena madre. Ser madre es una forma
excelsa de la feminidad. El amor maternal es con
seguridad uno de los sentimientos más fuertes y más
constantes entre todos los humanos. Es oportuno recordar
que esta maternidad no es sólo física, sino especialmente
espiritual.
      La característica esencial del amor materno es la
búsqueda incondicionada y sacrificada del bien del hijo,
con completo olvido de sí, es decir, desinteresadamente.
¡Qué sería de la vida humana sin el testimonio de esa
bondad, de esa entrega abnegada de la madre!.
       La característica maternal de la madre es lo que,
a diferencia del impulso rudo y hasta agresivo de la
personalidad varonil, hace o configura ambientes
delicados, profundamente humanos, serenos, en los que
se está tan a gusto.
      Sin embargo y aún con todo la madre debe estar
prevenida contra la tentación del acaparamiento. Una
mujer puede llegar a ser muy posesiva, de su marido y
de sus hijos, con lo cual sofocaría su normal desarrollo.
Educación de la Afectividad                              193



Por ello, la madre debe ayudar sin sustituir, debe prodigar
cuidados pero sin dependencias, y debe mantenerse
abierta al saber y ampliar cada día más el campo de sus
intereses, a fin de que su marido y sus hijos sigan siendo
ciertamente lo principal de su existencia, pero no lo único;
de lo contrario puede “ahogarles”. El extremo contrario
a la sobreprotección de los hijos es el abandono, y tan
dañino es uno como el otro.
        Por su parte, ¿qué significa la paternidad?. Es una
relación espiritual y también en el caso del matrimonio
que ha fundado una familia, es una relación de sangre.
Ser padre supone una cierta prolongación de sí mismo,
por ello cabe un legítimo orgullo, cabe también un afán
muy honesto de mejorar la vida del hijo, enriqueciéndola
en amplitud y elevándola de nivel, lo cual puede constituir
para él un fuerte estímulo para hacerle capaz de ciertos
sacrificios que de otra manera no se darían.
        Esto podría originar un exceso en la actividad del
padre, que se entregaría demasiado al trabajo: con la
buena intención de que a su familia no le falte nada,
éste puede impedirle dedicar más tiempo a su mujer y a
sus hijos.
        El padre ha sido desde siempre punto decisivo en
la autoridad con que se dirige la vida familiar. La autoridad
cuando es respaldada por el ejemplo y no se reduce sólo
a la mera fuerza del poder, es necesaria, más aún es un
servicio. Por ello, si falla la autoridad paterna y la madre
no está en condiciones de cumplirla, la familia atraviesa
por crisis de autoridad, entra en conflicto y a veces se
desmorona.
194                                    Genara Castillo Córdova




        Sin embargo, también en esto el padre tiene que
estar atento, respecto de las ansias de dominio en la
propia casa, porque puede ejercitar mal la autoridad,
convirtiéndola en arbitraria, o meramente impositiva e
irreflexiva.
IV

      CRITERIOS SOBRE EDUCACIÓN SEXUAL




1. Criterios generales sobre la educación sexual

        Retomando lo que hemos visto anteriormente,
tenemos que la persona humana es una unidad, y es un
error muy grave separarla en trozos. Por ello no se puede
tratar la sexualidad humana sólo en su aspecto fisiológico,
sin considerar también la afectividad, la dimensión
psicológica, social y ética que impregnan aquella realidad.

       La fragmentación del ser humano ha dado lugar a
muchos reduccionismos. Entre éstos está el caso de los
espiritualistas que consideran al hombre sólo como
inteligencia, los voluntaristas, como voluntad, los
materialistas como animal; los pansexualistas como
sexo; los liberalistas sólo como individuo. Tenemos, en
cambio, que tratar de tener una visión integral.

        Teniendo en cuenta una perspectiva antropológica
cristiana, recordaremos los siguientes criterios generales:
196                                      Genara Castillo Córdova



       a) No se deben rehuir, ni mucho menos prohibir,
las preguntas que hacen los niños sobre este tema, ni
crear un ambiente de falso misterio.
       b) Cuando los padres hablan con delicadeza sobre
los temas de la sexualidad humana se propicia también
un fortalecimiento de grandes vínculos de unión con sus
hijos.
       c) Para ser realmente eficaces, no se trata sólo
de dar información repentina, sino más bien una enseñanza
personal y graduada, para que los hijos vayan
descubriendo, poco a poco, las verdades acorde con las
circunstancias que se vayan presentando.
       d) En la situación actual se ha exagerado de tal
manera la información sexual –muchas veces biologicista
y por lo tanto reducida– de la sexualidad, que ahora el
peligro no está en considerar al sexo con temor, sino
más bien como algo intrascendente, sin importancia, como
mero producto de consumo, confundiendo entonces
gravemente lo normal con lo corriente, lo natural con lo
simplemente instintivo y la sexualidad con el mero instin-
to sexual.
       e) Una mala información de la sexualidad ataca
directamente otros valores como son el matrimonio y la
familia, desvirtuándolos. El matrimonio y la familia son
dos realidades que se deberían conocer a fondo. La
“pedagogía de la ignorancia” no es nada recomendable
en estos tiempos.
       f) Lo normal no es lo corriente. Lo corriente es
aquello que la mayoría de las personas piensan o hacen,
pero no siempre es lo normal. El término normal debería
Educación de la Afectividad                               197


reservarse sólo para significar aquello que se hace
conforme a la norma, es decir aquello que corresponde
a lo que la naturaleza humana indica que uno es y por
tanto, lo que se debe hacer. En determinadas
circunstancias lo corriente puede ser anormal.
       g) La culpa del fracaso de algunos matrimonios y
familias no la tiene la institución misma, sino las personas
que la viven, pues el hombre, por desgracia es el único
animal que puede hacer pésimamente lo óptimo.
      h) Las realidades que debiéramos identificar y
revalorar son: virilidad y feminidad; persona humana;
procreación y educación; matrimonio y familia; libertad
y amor humanos.
       i) Lo instintivo no es igual a lo natural. La exigencia
natural no se identifica con lo que el instinto pide o
exige. Así, instintivamente una persona puede sentir
deseos de venganza o envidia, y no por el hecho de
sentir esos impulsos está obligado a dejarse llevar por
ellos.
       j) El ser humano puede poseer una cierta
inclinación a la pereza, a la vanidad, a la soberbia, al
egoísmo y a otros defectos; y el dominio de estas
tendencias conlleva una seria y decidida lucha por
superarlos. Lo que altera la sexualidad humana reside
fundamentalmente en el desorden, en la falta de una
real jerarquía y aceptación de los valores propiamente
humanos, basados en un gran egoísmo personal.
       k) La más elemental manifestación de la relación
conyugal es la atracción natural de los sexos, la cual
inclina a poner por obra la mutua complementariedad
198                                       Genara Castillo Córdova



entre virilidad y feminidad, pero basada en el matrimonio
y en la comunidad conyugal.
       l) La relación conyugal rectamente llevada debe
ser fecunda, es decir, abrirse a terceros, hacia los frutos
de la procreación que son los hijos.

        m) El varón y la mujer no agotan su ser en la
función generativa, ya que existen otros aspectos
correspondientes a la distinción sexual (temperamento,
sensibilidad, mentalidad, etc.). Un ser humano, cuando
actúa, lo hace sin dejar de lado su peculiar modalidad
sexual. La inteligencia y la voluntad, por ejemplo, no
son ni masculinas ni femeninas, sin embargo, la virilidad
y la feminidad singularizan su ejercicio, imprimiéndole
cualidades propias, que no significan mayor o menor
inteligencia o voluntad sino rasgos peculiares en el modo
de entender y de querer.

       n) La búsqueda de la igualdad en los sexos es
confundir el significado de igualdad con uniformidad. La
igualdad entre varón y mujer se encuentra en que ambos
por igual son personas, y no en la supresión de la virilidad
y la feminidad en aras de una imposible uniformidad
sexual.

        ñ) La relación plena de la sociabilidad varón-mujer
y de la sociabilidad padres-hijos abarca y se proyecta a
las relaciones entre las distintas comunidades conyugales
y familiares, y entre éstas y la sociedad, y el Estado.
Así, destaca, entonces, la importancia del núcleo familiar
como la primera célula de la sociedad, ya que es el
centro donde se preparan los futuros miembros de la
Educación de la Afectividad                          199


sociedad, los cuales van a solucionar problemas o van a
generarlos; de ahí el deber grave de su educación.



2. SEXUALIDAD ANIMAL Y SEXUALIDAD HUMANA

       a) Es necesario saber distinguir, ya que ninguna
acción humana puede igualarse a las acciones de los
animales irracionales. En los seres humanos existen
capacidades superiores, propias y específicas de su na-
turaleza y que los animales no poseen, como, por
ejemplo: entender, comprometerse, amar.

      b) Cuando el hombre actúa –indebidamente– en
contra de su propia naturaleza, se degrada, y él mismo
padecerá las consecuencias, las cuales, también
repercuten en otros seres inocentes haciéndolos sufrir.

        Los principales desórdenes de la conducta se
manifiestan en vicios (mentira, infidelidad, embriaguez,
pereza, etc.) y en muchas injusticias. Muchos de estos
desórdenes se cometen por ignorancia y en general por
la falta de ayuda oportuna.

       c) Así pues, la reproducción humana debe ser
ordenada. Para ello hay que empezar por no confundirla
con la de los animales, que son guiados por su instinto,
de modo que alcanzada su madurez biológica, aparece
en momentos determinados el “celo” y buscan
apareamiento con otro animal semejante y de sexo
contrario.
200                                       Genara Castillo Córdova



       En cambio, los seres humanos se reproducen de
forma racional a partir del matrimonio, fundando una
familia, considerando al matrimonio como una unión
estable, como una forma íntima de vida y de amor a
través del propio vínculo indisoluble, afirmado
públicamente y abierto a la vida, con consciencia de la
grave responsabilidad de educación de esos nuevos
seres.
       d) La familia constituye más que una unidad
jurídica, social y económica, una comunidad de amor y
de solidaridad, insustituible para la enseñanza y la
transmisión de los valores culturales, éticos, sociales,
espirituales y religiosos, esenciales para el desarrollo y
bienestar de sus propios miembros y de la sociedad.
       e) Todo hijo exige por su propia naturaleza tener
un padre y una madre con vínculos estables. No puede
haber un reconocimiento de la propia identidad, si el hijo
desconoce quién es su padre y quién su madre, o si
esos padres no tienen la estabilidad propia del matrimonio,
lo cual afecta a su estabilidad afectiva y a su desarrollo.


3. El papel del impulso sexual


       a) La transmisión de la vida difícilmente podría
llevarse a cabo si no existiera, dentro de cada individuo,
una atracción por el sexo contrario. A esta inclinación
natural se le suele llamar instinto o impulso sexual, aunque
no es igual que en los animales por la naturaleza racional
que posee el ser humano.
Educación de la Afectividad                              201


      b) La complementariedad está en función de la
procreación y del perfeccionamiento de los cónyuges.
       c) El instinto sexual no obliga a ejercerlo, ya que
no es necesario para la propia vida, como el deseo de
comer o beber, sino que está orientado a la prolongación
de la especie.
       d) La atracción de los sexos tiene como fin la
transmisión de la vida y si se utilizara de manera contraria,
obraría mal y se degradaría.
       e) El hombre inteligente reconoce que el transmitir
la vida es un poder –don– de los más elevados que tiene
y, también, una de las mayores y más gratas
responsabilidades. Dios se lo ha concedido y espera que
previo compromiso matrimonial, colabore con Él en la
transmisión de la vida aceptando responsablemente, con
madurez, las consecuencias de ese proyecto.
       f) Debe propiciarse en la familia el clima adecuado
para que los hijos pregunten lo que no saben, venciendo
ese pudor natural. Informarles con verdad y claridad, y a
la vez con delicadeza.
       g) No se puede reducir la educación sexual a la in-
formación genital, que no es más que un complemento
de aquélla. Por eso, el dar detalles es secundario, lo
principal es ayudar a que los niños y adolescentes vayan
comprendiendo a fondo la grandeza de la transmisión de
la vida.
       h) Visión positiva. Cuanto más se conozcan los
recientes descubrimientos de la genitalidad humana, más
se debe valorar la vida y todo lo que se refiere a la
202                                     Genara Castillo Córdova



sexualidad humana. Sin embargo, no se debe reducir la
sexualidad a la genitalidad.
       i) El hombre, por su misma naturaleza racional, al
no estar determinado por sus instintos, es capaz de go-
bernarlos mediante el ejercicio de su inteligencia y de
su voluntad, encauzándolos de la manera debida.
        j) Tampoco puede considerarse, como algunos
sostienen, que el instinto sexual sea fuente esencial y
definitiva –determinante– de la acción del ser humano
en el terreno sexual. Es importante, entonces no
confundir instinto sexual animal y humano.
      Respecto al impulso sexual también hay que tener
en cuenta lo siguiente:
       a) El hombre no siempre es responsable de lo que
siente en el ámbito de lo sexual ya que en parte es
involuntario –sensitivo–; de la misma manera a como
“siente” frío, calor, cansancio, sueño, etc., –de forma
involuntaria–; pero cuando él mismo provoca, o no quita
las ocasiones, o consiente una determinada sensación
en la esfera de lo sexual es responsable de ello.
       Si la tendencia sexual tuviese un significado
simplemente “biológico”, sería entonces puro deleite,
pudiendo admitir que sería para el hombre sólo objeto de
placer, muy similar a como existe el instinto para los
seres irracionales, pero por el hecho de poseer carácter
espiritual, es preciso que se rija por estas facultades
superiores.
      En definitiva, el ser humano puede usar todo lo
que está en el universo, pero debe aprender a respetar
Educación de la Afectividad                              203


la naturaleza para no romper el equilibrio que en ella
existe. Ya que si no la respeta, la naturaleza “no perdona”,
es implacable. Todos los seres humanos tenemos una
parte biológica y psíquica y otra parte espiritual
(inteligencia y voluntad), y ambas constituyen una unidad
que hay que respetar.
        La procreación es el fin esencial del impulso o
tendencia sexual, el cual debe ser integrado en el amor
del varón y de la mujer. Esta fecundidad de los padres
en sentido biológico deben ampliarse en el sentido
espiritual, es decir, moral, personal.
       Los seres humanos, a partir del momento de la
fecundación, empiezan a ser, pero necesitan en el
transcurso del tiempo terminar de desarrollarse mediante
el sostén del amor de los padres manifestada a través
de la educación de sus hijos.


4. La importancia del cuerpo humano


        Según Juan Pablo II, “el cuerpo revela al hombre”
en cuanto tal y “expresa la persona”. Lo cual quiere
decir que la parte espiritual del hombre se asienta en la
corporeidad, constituyendo así el modo específico de
existir y el medio como puede obrar el espíritu humano,
revelando de esta manera el sentido de la vida y de la
vocación humana.
       La existencia de los sexos masculino y femenino
y de las diferencias sexuales, es algo evidente. A partir
de aquí tenemos que se denomina gonocorismo sexual a
204                                      Genara Castillo Córdova



la separación de sexos y dimordismo sexual a la diferencia
morfológica entre el varón y la mujer que son muy
importantes.
       Tal como afirmara Juan Pablo II, en su audiencia
del 21 de noviembre de 1979, la feminidad y la
masculinidad se complementan: “Así como ya demuestra
el Génesis, 2, 23, la feminidad, en cierto sentido, se
encuentra a sí misma, en la masculinidad; mientras que
la masculinidad se confirma a través de la feminidad.
Precisamente la función del sexo, que en cierto sentido
es constitutivo de la persona, (no sólo atributo de la
persona) demuestra lo profundamente que el hombre,
con toda su soledad espiritual, con la unicidad e
irrepetibilidad propia de la persona, está constituido por
el cuerpo como él o ella”.
      De ahí que la diferenciación se asiente en la
persona humana, ya que tanto el varón como de la mujer,
son personas, aunque diferenciadas. Por lo cual su ser
personal es más radical que la dualidad de los sexos.
        Así pues, hombre y mujer no son ni superior ni
inferior sino que son sencillamente distintos. La persona
humana no puede constituirse sobre lo personal a costa
de borrar lo sexual, ni exclusivamente sobre lo sexual a
costa de suprimir lo personal.
      El cuerpo en cuanto sexuado manifiesta la
vocación del hombre a la reciprocidad, esto es, al amor
y al mutuo don de sí. El cuerpo expresa la feminidad
para la masculinidad y viceversa, y manifiesta la
reciprocidad y comunión de las personas, que puede
expresarse a través del don de sí. El cuerpo, es un
Educación de la Afectividad                           205


ámbito de manifestación humana y personal muy
importante, por eso hay que ayudar a conseguir una
adecuada valoración del propio cuerpo.
        Por otro lado, afirmamos que la sexualidad es
sagrada porque es el santuario natural de la vida humana,
a partir de ella se puede dar un don de sí ordenadamente,
ya que toda la persona es la que se entrega. No una
parte, sino toda (así como no es mi mano la que escribe,
soy yo). Quien no está atento a esta realidad personal,
corre el peligro de reducir la sexualidad a un fenómeno
puramente biológico, a la experiencia genital, a la sola
unión carnal.
      Por tanto, la educación debe formar en la
revalorización de la persona humana, a enterarse de
que nadie tiene derecho a usar de ella, como si fuera
una cosa. Incluso Dios respeta tanto a la persona, que
respeta su libertad.
       Si el cuerpo es parte de la entrega en el amor
conyugal, ha de ir disminuyendo su campo de expansión,
es decir, que el carácter total de la donación exige que
la propia capacidad procreadora, con todas las
dimensiones que la enriquecen, se ofrende de forma
exclusiva y recíproca a una sola persona.
       Esto es así, en parte porque aquello que está
determinado por la materia sólo puede ser poseído
plenamente por uno solo. En el amor conyugal, la
sexualidad es entregada al otro buscando su bien. Por
tanto, el impulso sexual está llamado a integrarse en el
amor, que no es ocasional o episódico, no es un capricho
de la sensualidad; ni tampoco una pasión.
206                                      Genara Castillo Córdova



        Teniendo en cuenta lo que acabamos de señalar,
tenemos que el llamado amor libre une dos palabras
muy nobles: amor y libertad, distorsionándolas, ya que
se han vaciado de contenido para significar algo tan
viejo y prosaico como es un encuentro impersonal sin
compromiso, en el que se va buscando sólo la
satisfacción del propio instinto. En este caso, en el que
la otra persona se ve desposeída de su riqueza personal,
y es reducida a la condición de objeto de placer, no
existe un verdadero encuentro, sino que los dos quedan
tan solos como antes de «encontrarse».
        El amor se fundamenta en el reconocimiento de
la «persona» del otro, por lo cual conlleva un aspecto
espiritual, de manera que hasta que no aparezca el
componente espiritual no se podrá hablar de amor
humano. El amor verdadero es un acto de la voluntad,
que es una facultad espiritual, conlleva un reconocimiento
del otro como «bien», y la decisión de quererla supone
la tarea de tratar de buscar, lúcidamente, su bien.
        Como hemos señalado antes, existe un amor de
concupiscencia: el «tú eres un bien para mí», pero
también existe un amor de benevolencia: «quiero tu bien».
Para que el amor de una persona a otra sea verdadero
tiene que ser benévolo: “tú tienes derecho a tu bien, y
trataré de procurártelo en lo que de mí dependa”.
        Si los valores sexuales fuesen el único o principal
motivo de elección no podría hablarse de elección de
una persona sino únicamente de elección de sexo
contrario. El que es capaz de reaccionar sólo ante lo
sexual, sin percatarse de los valores de la persona,
confundirá siempre el verdadero amor con el erotismo,
Educación de la Afectividad                            207


complicará su vida y la de los demás privándoles y
privándose del amor verdadero.
       Cuando alguien se siente responsable del otro y
de sí mismo, tanto más amor verdadero habrá en él, ya
que tratará de que impere la inteligencia y la decisión.
Por eso, ser fiel es crear cada día aquello que se ha
prometido. Cuando el amor es maduro, cesa la
inestabilidad, que a veces provoca la sensualidad, y se
dedica a la persona. La subjetividad del sentimiento cede
su lugar a la verdad objetiva de la persona amada.
       Por tanto, el amor consiste en el compromiso de la
libertad, en una riqueza de vínculos. Es un don de sí
mismo que no limita la libertad, sino que la engrandece,
ya que se usa la libertad en provecho de otro y entonces
se hace positiva, alegre y creadora. La libertad está
hecha para el amor, no para el egoísmo.
        No hay que perder de vista que el hombre está
destinado al amor y sólo entonces es verdaderamente
libre. Por otra parte, la libertad de elegir es un medio y
no un fin. Uno es libre para amar. La tendencia sensible
quiere sobre todo tomar, servirse de otra persona; en
cambio, el amor quiere dar, crear el bien, dar felicidad.
      Con todo, para estar en condiciones de hacer el
bien es preciso cultivar las virtudes. Si verdaderamente
queremos que se valore la sexualidad, es fundamental
entonces educar en la castidad y en las demás virtudes
morales, lo cual le ayuda a desarrollar su madurez y
promover el significado esponsal del cuerpo.
     El descontrol sexual debe ser juzgado éticamente
como negativo, porque subvierte el imperio que la razón
208                                      Genara Castillo Córdova



ha de tener sobre los apetitos y tendencias. Ya se ve
que reducir el ámbito de la sexualidad a la genitalidad es
limitarla a la realización del acto reproductor o sexual; a
sólo la función generadora, sin tener en cuenta el amor
y la persona. Por otra parte, hay que tener presente
que ayudar a que la sexualidad sea ordenada es
responsabilidad de todos, porque de una sexualidad sana
y natural depende el grado de dignidad y humanismo de
las nuevas generaciones.
       Del respeto a esa dimensión personal, se deriva
que la cuestión sexual –y el matrimonio y la familia– no
es cosa trivial como la moda que más nos gusta, ni
tampoco cuestión del capricho individual y privado –
como la elección del club al que queremos pertenecer–,
sino una cuestión social de extraordinaria trascendencia,
en que la conducta de uno afecta a toda la comunidad,
y para la que es necesaria la cuidada y seria atención
de la ética, el derecho y la política.


5. Sexualidad y matrimonio


      De acuerdo con todo lo visto, dentro del
matrimonio, la respuesta en el ámbito de la sexualidad,
tanto del hombre como de la mujer se modifican
grandemente por la íntegra personalidad de los cónyuges,
más que por la estimulación hormonal o nerviosa.
        En la vida conyugal, aunque la experiencia sexual
puede estar modificada por muchos factores, en su nivel
básico está constituida por una serie de acontecimientos
fisiológicos que hay que tener en cuenta para integrarlos
Educación de la Afectividad                            209


dentro de la dimensión espiritual. Así, por ejemplo, la
intensidad de la respuesta fisiológica tiene unas
manifestaciones concretas y además conlleva un proceso
que sigue varias fases como son la excitación, liberación,
orgásmica, y resolución del acto sexual, todo lo cual
debe integrarse dentro de la dimensión del amor verdadero
y del respeto a la dignidad del cónyuge.
       Por ello, la ternura y delicadeza de los cónyuges
es importante. Para esto, hay que pensar en el «otro»,
más que en sí mismo. Por ejemplo, hay que tener en
cuenta que, la respuesta al estímulo sexual en el varón
es pronta y con enfoque centrado y concreto; en cambio,
en la mujer es lenta y con enfoque en pequeños detalles.
De ahí que cada relación conyugal, presuponiendo el
amor verdadero de ambos, constituye una nueva
experiencia; ya que se armonizan bien ambas respuestas.
      Como es sabido, en las relaciones sexuales, el
padre sirve siempre a la procreación suministrando un
número excesivo de gérmenes de vida, emitiendo millones
de espermatozoides. En cambio, la naturaleza de la madre
es la que fija el número de concepciones posibles de
una manera precisa. Durante el ciclo menstrual no aparece
más que un óvulo, objeto posible de fecundación, y esto
independientemente de la frecuencia de las relaciones,
a excepción de algunos estados patológicos.
       Por esto, hay que recordar que en el varón, las
relaciones conyugales están siempre ligadas a la
procreación; en cambio en la mujer aquello es perió-
dicamente. El organismo de la mujer es el que determina
el número de hijos, y por tanto un santuario de la vida.
210                                      Genara Castillo Córdova



       Así pues, la fecundación no puede tener lugar
más que en el momento en el que existe el óvulo. Los
modernos métodos científicos permiten conocer con
exactitud el ciclo ovulatorio y el período de fecundidad.
       Estos períodos y cambios hormonales también se
deben tener en cuenta ya que el organismo de la mujer
responde de manera diversa a su esposo. Por eso es
que se precisa de toda la exquisita delicadeza y ternura
durante el acto conyugal –también antes que después
de él– lo cual está presente cuando el amor de los esposos
es auténtico y van buscando el bien del otro y no tanto
la propia satisfacción.
       Si el esposo tiene en cuenta esta diversidad en
la respuesta femenina y masculina, al ser consciente de
que su línea de excitación sube bruscamente y es más
corta –en comparación con la mujer–, atenderá esa
característica buscando en primer lugar el bien de su
esposa. Entonces su decisión y su acto adquieren la
importancia de virtud –precisamente de la virtud de la
castidad conyugal– y que consiste en la recta inclinación
de la sexualidad en la entrega amorosa, buscando el
bien de la otra persona.
      La sensiblería y la superficialidad nada tienen en
común con la virtud. El amor ha de ayudar a comprender
y a sentir al ser humano, ya que es el camino de su
educación, y en la vida conyugal, es parte de la mutua
educación.
      El esposo ha de tener en cuenta que su mujer es
un “mundo aparte”, no solamente en el sentido fisiológico,
sino también en el psicológico; puesto que en las
Educación de la Afectividad                            211


relaciones conyugales es a él a quien incumbe
generalmente el papel activo, debe reconocer y, en la
medida de lo posible, penetrar ese mundo.
       Ésta es, como hemos visto, la función de la
ternura. Ella supone tener en cuenta a su esposa,
tratando de que ella sea feliz, de lo contrario ésta puede
verse sometida solamente a las exigencias de su cuerpo
y de su psiquismo propio. Es verdad que la mujer también
debe procurar comprender al hombre y educarlo de
manera que él se preocupe –de forma adecuada– de
ella; ambos son igualmente importantes. Las negligencias
en la educación y la falta de comprensión pueden ser, en
la misma proporción, una consecuencia del egoísmo
y del descuido. Sí cada uno va a lo suyo, si se obra de
cualquier manera, no es de extrañar que las cosas no
salgan bien en la vida conyugal.

6. Los desórdenes de la vida sexual

        Una opinión vulgar muy extendida dice que la
falta de relaciones sexuales perjudica a la salud, pero es
falso. Las neurosis de origen sexual son más bien y sobre
todo consecuencia de excesos o desórdenes en la vida
sexual, desconociendo la finalidad de la sexualidad que
es el amor verdadero y también olvidando o desconociendo
que el organismo se regula solo.
        Lo que puede alterar psíquicamente a una persona
es cuando la abstinencia sexual se vive hipócritamente,
como una frustración, y no en el plano donal, por amor
generoso y libre. Entonces se producen muchos estragos
212                                      Genara Castillo Córdova



no sólo en las personas célibes, sino también en las per-
sonas casadas.
       Lo que frustra una vida y hasta la neurotiza,
como luego veremos, no es quedarse célibes o casarse.
En este último estado, de hecho pueden darse muchas
frustraciones, no sólo porque al decirle que sí a una
mujer (o a un hombre) se le dice que no al resto de
posibilidades, sino porque normalmente se van
manifestando defectos de carácter, circunstancias,
acontecimientos o enfermedades que pueden ser
desalentadoras, si no hay una decisión firme de ser fiel
a la promesa de amar a la otra persona.
       Es decir, que el asunto no es el de las relaciones
sexuales, ni el tema es el celibato o el matrimonio, porque
pueden haber casados infelices, y célibes que son unos
solterones amargados, egoístas y frustrados. Lo que más
hace infeliz y frustra una vida célibe o casada, es la
falta de amor verdadero, de entrega generosa, que lucha
contra el propio egoísmo para dar lo mejor de sí.
       Por otra parte, esas alteraciones de la conducta,
tienen un desarrollo y unos síntomas análogos a los de
las otras neurosis. También, la reacción neurótica
depende de los rasgos característicos de cada uno: en
algunos se transforma en reacción hipocondríaca, en
otros, neurasténica. Aquellas obsesiones están ligadas,
con mucha frecuencia, a que el enfermo tiene a una
falsa concepción de la tendencia sexual, lo cual es
particularmente frecuente en este tipo de neurosis.
       No se puede perder de vista que la tendencia
sexual puede llegar a ser fuente de disturbios neuróticos
cuando es prematuramente despertada y luego mal
Educación de la Afectividad                            213


moderada. Las aberraciones de la tendencia sexual que
resultan de ello son, entre otras, el onanismo
–eyaculación precoz– el abuso sexual de menores o de
indefensos, y el homosexualismo, cuya tendencia va en
aumento.
       Es necesario distinguir entre onanismo pasajero
–masturbación– que algunos niños pueden llegar a realizar
y el onanismo como costumbre que va acompañado de
temor a las relaciones sexuales normales con otra persona
del otro sexo. Sus síntomas son entre otros:
susceptibilidad exagerada, complejo de inferioridad a base
de sentimientos de culpabilidad, y otros trastornos de
origen somático.
       El tratamiento del onanismo, como de toda
alteración sexual es menos competencia del médico que
de los educadores (orientadores familiares). La práctica
del onanismo es a veces consecuencia de una falta de
verdadera educación. Se comete, a veces, el error de
no hablar o de hablar mal de los asuntos de la sexualidad
humana, lo cual da resultados contrarios a los que se
buscan; en vez de apartarla se llama demasiado la
atención del niño sobre la importancia de la tendencia
sexual y de los problemas del sexo, y eso es lo que lleva
a los complejos.
       Lo que debe hacerse es dirigir la atención del
niño o joven, hacia los más altos valores y gracias a un
modo higiénico de vida, a ejercicios físicos y deporte
propiciando diversiones sanas y entretenidas,
despertando los valores del espíritu con un profundo
sentido de la vida, a la vez que se explica de manera
personal a cada quien la riqueza y sacralidad de la
214                                      Genara Castillo Córdova



sexualidad humana, en el momento adecuado y de la
forma conveniente.
        Respecto a las anormalidades, un análisis detenido
de los métodos psicoterapéuticos demuestra que el
objetivo es liberar al enfermo de la opresiva convicción
de que la tendencia sexual es algo determinante en él,
dándole la capacidad de autodeterminarse frente a ella
y a sus impulsiones. Este es el punto de partida de toda
la moral sexual.
        Así, la sexología médica y la psicoterapia, bien
encaminadas ayudarían a dirigir las energías del hombre,
inculcándole acertadas ideas y adecuadas actitudes con
el objeto de conseguir el propio dominio tanto en la
interioridad como en la conducta exterior.
        De ahí se sigue que toda educación sexual,
también la que toma la forma de terapéutica no sólo
debe reducirse a lo biológico sino que debe estar situada
en el nivel de la persona con la que está ligada el amor y
la responsabilidad.
        Un conocimiento biopsicológico          es muy
importante, pero es insuficiente. La educación y la
terapéutica no alcanzarán su fin sino cuando tengan
como mira a la persona y su vocación natural al amor. La
persona no puede ser usada. Esto es ampliamente
reconocido en la actualidad, aunque a veces tiene más
vigencia el planteamiento utilitarista.
Educación de la Afectividad                           215


7. Naturaleza, finalidad y medios de la educación sexual
      De acuerdo con lo expuesto se puede llegar a
determinar una naturaleza, finalidad y medios de la
educación sexual.


a. Objetivos de la educación sexual


        Los objetivos en la educación sexual deben
abarcar tanto a la inteligencia, como a la voluntad y
afectividad del educando, por lo cual hay que darle
criterios claros y formarlo en el plano cognoscitivo, y
también ayudarlo a formar su voluntad y mover su
afectividad. Por ello, los objetivos deben abarcar esos
tres ámbitos


     · Conocimiento
       La educación sexual tiene como objetivo el
conocimiento adecuado de la naturaleza e importancia
de la sexualidad y del desarrollo armónico e integral de
la persona hacia su madurez psicológica con vistas a la
plenitud espiritual a la que todos estamos llamados.


     · Formación del educando para que llegue a la
       madurez
      En una adecuada perspectiva antropológica, la
educación afectivo-sexual considera la totalidad de la
persona y exige, por tanto, la integración de los
elementos biológicos, psico-afectivos, sociales y
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  • 1. SEGUNDA PARTE LA EDUCACIÓN DEL AMOR HUMANO
  • 2. 148 Genara Castillo Córdova
  • 3. Educación de la Afectividad 149 I EL SIGNIFICADO DEL AMAR: ¡QUÉ BUENO QUE EXISTAS! La realidad del ser humano es sumamente interesante y admirable. Filósofos, psicólogos, literatos, biógrafos, etc. han tratado de penetrar tantas veces, más de veinte siglos, en su naturaleza, su ser, sus manifestaciones, sus profundas riquezas y también en las quiebras de la condición humana; todo lo cual ha sido puesto de relieve de múltiples maneras. Por ejemplo, en Filosofía del hombre, hoy llamada Antropología Filosófica, se han escrito miles y miles de tratados. Desde aquella famosa frase socrática: “Hombre, conócete a ti mismo”, mucha tinta ha corrido. Las interpretaciones del ser humano han sido numerosísimas y no nos podemos detener ahora en ellas. Lo que es importante recordar en el asunto que nos ocupa, es la vocación fundamental del ser humano, el amar aquello a lo que está llamado y que está muy relacionado con el sentido de la vida. Sin embargo, como es sabido, esta realidad tan noble se ha venido oscureciendo; la misma palabra amor se ha vaciado de
  • 4. 150 Genara Castillo Córdova contenido, hasta llegar a significar lo contrario, al punto de convertirse hasta en una mala palabra. Siendo el amor lo más importante del ser humano, es necesario quitar el barro que interesadamente se ha tirado encima de esta joya, para conocer su verdad, para verla con ojos limpios y para atreverse a vivirla en toda su profundidad. El ser humano nace del amor y está llamado al amor. Según Tomás de Aquino, el amor es el don primordial, porque a partir de él se nos dan todos los demás dones, es el pre-requisito, y con él nos vienen todos los demás bienes. Estamos llamados al amor. Desde el Amor venimos, hacia Él vamos y sólo podremos desarrollarnos en la medida en que vivamos en el amor. Por eso, todos buscamos –aún inconscientemente– el amar y el ser amados. Sin embargo, el asunto medular es acertar en el amor, aprender a amar verdaderamente. Por otra parte, la falta de amor origina alteraciones muy serias en el ser humano. Por ejemplo, un niño necesita del amor de sus padres. Si un niño crece sin amor, tiene muchos problemas en su desarrollo, no sólo emocional, sino inclusive físico. El amor es el regalo primordial y por eso es indispensable. Es conocido el caso de aquel hospital en que se tenía a los niños recién nacidos en medio de todos los cuidados y comodidades materiales, pero que tenían un déficit de amor, especialmente porque no contaban con sus madres. Así a pesar de aquellas condiciones materiales y puestos a crecer, poco a poco los niños iban decayendo, enfermando y hasta muriendo. Mientras en otro lugar, se seguía con atención el
  • 5. Educación de la Afectividad 151 desarrollo de unos niños que no tenían un hábitat de lujo como el primero, pero que contaban con el calor y el cariño de sus madres. Estos últimos salieron adelante todos. Después de que nacemos, vamos pasando por la infancia, la niñez, la juventud, la madurez y la tercera edad, siempre requiriendo del amor. Y lo que es más importante todavía, a través de todas esas etapas es condición imprescindible para desarrollarse, no sólo recibir amor sino especialmente darlo. Dar amor es correlativo a saberse amado. Sólo entonces es posible un desarrollo normal. La psiquiatría actual abunda en ese requerimiento. Sólo madura como persona aquel que progresa en el amor. El encerramiento en sí mismo es fuente de lo que antiguamente se llamaba neurosis y que hoy se encuentra dentro de las llamadas «alteraciones de la conducta». Como es sabido, actualmente, en muchos casos el deseo de placer y el deseo de poder han cerrado el paso al sentido vital, el cuál sólo se encuentra en el amor verdadero. Por ello, se podría decir que Freud ya está relegado a la historia de la psiquiatría. Los jóvenes hoy tienden a considerar que lo que más desean no es tanto satisfacer su libido, sino tener un sentido en sus vidas, porque aún satisfaciendo aquella, pueden quedarse en un profundo vacío existencial. Tal como están las cosas, es bastante probable que la tendencia a encontrar el sentido de la vida se haga más aguda en el futuro. El
  • 6. 152 Genara Castillo Córdova asunto del sentido de la vida es apasionante, y aunque no podemos dedicarnos ahora a desarrollarlo, sí lo veremos brevemente al final, para proponerlo a la reflexión de los jóvenes. Por otra parte, en realidad, el amor humano es de una gran riqueza y abarca todo el campo de las relaciones interpersonales significativas; por ello dentro del amor humano se pueden diferenciar algunas clases de amor: el amor maternal, el amor paternal, el amor fraternal, el amor filial, el amor amical, el amor conyugal. Es significativo el hecho de que en todos los casos, la frase amorosa fundamental y latente sea: “¡Qué bueno que existas!”, “¡Eres muy bueno, muy valioso, muy importante!”. Esto quiere decir, que el amor atañe a lo más profundo de nuestro ser, que gracias al amor somos refrendados en él. Evidentemente, este reconocimiento de nuestro ser como algo bueno causa inmensa alegría. ¡Qué bueno que existas! es la frase que tácita o explícitamente se encuentra en todas aquellas clases de amor: una madre se lo demuestra continuamente a su hijo, los hermanos, los hijos, los amigos, los enamorados, los esposos, también lo dicen en muchos detalles. Todos esos amores humanos –sin darse cuenta– están reconociendo el acto creador divino, amorosísimo, con el que fuimos puestos en la existencia, aquel acto de amor por el que Dios nos pensó como alguien amable, cuya existencia sería algo muy bueno, y ese amor todopoderoso llegó con su solo Querer –lo que no
  • 7. Educación de la Afectividad 153 podemos hacer los seres humanos– a darnos la existencia. Ese acto de amor divino se vuelve a renovar en cada una de sus criaturas en cada momento de su vida. Por eso los amores humanos serán realmente tales si beben de aquella fuente creadora –amor personalísimo– de la que han salido: el Amor Divino. Así pues, para entender el amor humano –sin hacerlo banal– hay que partir de aquella reafirmación en el Ser radical. La misma experiencia nos da noticia de lo impactante que es esa reafirmación. Por ejemplo, un joven cuando vive su primer enamoramiento lo experimenta como un gran acontecimiento, que se manifiesta en alegría. ¿Por qué esa alegría?. Porque de pronto descubre que él es importante para alguien. Es probable que hasta ese momento sólo haya vivido con el amor de sus padres, hermanos, familiares, amigos. Pero, he aquí que hay alguien que se interesa por él de un modo nuevo. Y entonces aquel muchacho piensa, y si no lo piensa lo intuye: “Si yo soy alguien para ‘ella’ es que valgo”. Todavía tendrá que trajinar mucho en el camino del amor, pero ese despertar es muy significativo. Éste es el gran acontecimiento de la vida humana. El mismo Evangelio (Buena Nueva), tiene en la entraña esa buena noticia de que somos amados nada menos que por Dios mismo. Por ello, el amor divino es fundamental en todo ser humano, porque pueden fallarle todos los amores humanos, y, sin embargo, el amor divino no le defraudará, no le traicionará nunca.
  • 8. 154 Genara Castillo Córdova Podría ser, inclusive que -como se dice- alguien “no tuviera ni padre, ni madre, ni perro que le ladre” y sin embargo Dios le sigue amando.1De ahí también que la falta de amor a Dios se manifieste en tristeza. Acidia es el nombre que recibe la tristeza de no alcanzar a Dios. En esa situación el sujeto experimenta una nostalgia, como si algo importante le faltara. ¡Qué bueno que existas!. No sólo es el comienzo del amor, sino también su desarrollo, y en esa clave está la superación de las diferentes crisis. Por ejemplo, en el amor conyugal, aquella frase se precisa en el momento del perdón. Por muchas que sean las heridas recibidas, una señora no puede dejar de decirla y viceversa. Si no se dice, se da un paso hacia la puerta de salida: el divorcio. En definitiva, el amor (darlo y recibirlo), es fundamental en la vida humana. De ello depende el desarrollo y la felicidad de todo ser humano. Nos podríamos detener largamente en este punto, pero de alguna manera se verá a lo largo de los siguientes temas, ya que todos ellos están enclavados en ese meollo tan radical. 1 También en la sicopatología se puede ver que es muy significativo el hecho de que en las terapias más efectivas se encuentre con un acercamiento religioso, el especial el amor divino. Esto no sólo se da en terapias de drogadictos o alcohólicos, sino también en la superación de muchas de las llamadas neurosis, especialmente de la angustia vital, y en general los temores de cierta índole.
  • 9. Educación de la Afectividad 155 Finalmente, y antes de empezar a desarrollar los temas pertinentes precisaremos que, aún siendo todos los amores humanos importantes, nos vamos a detener en un solo tipo de amor humano: el que existe entre un hombre y una mujer y se orienta a la vida conyugal en el matrimonio. Lo primero que hay que decir es que el amor verdadero no se reduce al sentimiento. A veces se dice que el amor es ciego cuando tendría que ser todo lo contrario, muy lúcido. Por ello, no hay excusa para lo que se propone tantas veces a través de diferentes medios de comunicación, no se puede reducir el amor humano al amor pasional. Aunque éste se dé, es importante tener la cabeza en su sitio porque es mucho lo que está en juego. Como decía Hegel, la pasión fuerte es la pasión fría, porque la otra desaparece pronto. Por eso hay que acudir a la inteligencia y la voluntad, que son las que tienen que estar presentes en el enamoramiento porque éste tiene que ser muy lúcido y muy generoso, es una empresa bastante seria, espe- cialmente porque está orientado al matrimonio y a la constitución de la familia humana. Para educar en este aspecto hay que ayudarles a los jóvenes a que distingan que –en vistas al matrimonio–, entre un hombre y una mujer existen por lo menos tres tipos de amor humano: el amor de amigos, el amor de enamorados o novios y el amor conyugal. Considero que hacer esta diferenciación es un punto de partida elemental si un joven sabe que está llamado al matrimonio. Tenerlos en cuenta es de una gran ayuda, guarda limpio el corazón, lo protege de “experiencias”
  • 10. 156 Genara Castillo Córdova innecesarias o entorpecedoras, y mantiene un tono emocional bastante equilibrado. 1. El amor amical Hay quienes sostienen la teoría de que entre un hombre y una mujer no puede darse el amor de amistad, porque no conciben que ese amor pueda darse desinteresadamente y que por tanto le faltaría una condición clave en la amistad. Sin embargo, el amor de amistad tiene muchas variantes, se da entre personas del mismo sexo y también es posible entre un hombre y una mujer, ya que sí es posible que cada uno procure el bien del otro desinteresadamente, valorándole en sí mismo. Este tipo de amistad, como todas las demás, empieza con el trato, el cual da lugar al conocimiento. Evidentemente, el trato entre dos personas de diferente sexo debe ser discreto y guardar cierta reserva prudente, especialmente si una de las personas estuviera comprometida. Actualmente, con la presencia de la mujer en todos los campos laborales, sociales, académicos, puede presentarse el caso de tener que coincidir con personas que no siempre son solteras. En ese caso, la amistad guarda una prudente distancia, empezando por algo tan sencillo como es el tratar de “usted” y no transigir nunca –por ningún motivo– respecto a evitar la confidencia, es decir, que es mejor no “contar las cosas íntimas”, a la otra persona, porque eso une mucho. La amistad es un
  • 11. Educación de la Afectividad 157 intercambio de bienes, pero eso no se hace ciegamente, sino que hay que pensar lo que se da y en las condiciones de la otra persona que recibe. En cambio, si las dos personas están libres de compromiso, es posible que se produzca un mayor “acercamiento” y empezar, a medida que se va conociendo a la otra persona, a compartir con ella y contarle las cosas personales: “me ha sucedido esto”, “haré esto otro”, “pienso esto”, “quisiera tal cosa”. Con el tiempo, se ve si la otra persona es digna de su confianza, por lo que puede contarle cosas más personales, como proyectos, ideales, etc. En este proceso amistoso no se ha de perder de vista la finalidad de lo que se da: procurar la mejora del otro. Desde el inicio, la amistad debe tener dos condiciones, que son también las de todo amor humano verdadero, el de ser muy lúcida y muy desinteresada. Hay que pensar cuál es el verdadero bien del otro, y luego tratar de procurárselo, de manera que en cuanto se vea la amenaza del egoísmo, se reaccione enseguida con decisión. Así, en el nivel de la amistad, uno no puede apegarse a esa amistad con deseos de exclusividad. Lo único que justifica el amor de amistad es la ayuda y el perfeccionamiento mutuo, sin más. Si se cuida esto, el corazón está “advertido” y la amistad se mantiene como tal. En este marco, el amor de amigos es diferente al de enamorados o novios. Inclusive se puede ser amigos sabiendo que nunca se llegará a nada más. Se pueden
  • 12. 158 Genara Castillo Córdova aceptar las diferencias y la vida, el pasado, de la otra persona, porque eso no “afecta” ese tipo de amistad. Por ejemplo, si con el paso de los años, una de las dos personas le cuenta acontecimientos de su vida anterior que tal vez –o sin tal vez– fue bastante desordenada, en el aspecto laboral, sexual, etc., aquello se acepta, y se continúa la amistad. Sería algo diferente si se tratara de novios, en que cabría preguntarse, reflexionar y observar atentamente hasta qué punto permanecen todavía rezagos o consecuencias de esas experiencias o inclinaciones, por ejemplo, para la vida conyugal. Tendría que pensarse, no para juzgar, sino para estar prevenidos. Eso es necesario debido a que el enamoramiento va orientado a la vida conyugal dentro del matrimonio y también está la responsabilidad de elegir bien el padre, o la madre, que se le va a dar a los hijos. Es diferente si sólo se trata de un amor de amistad, ya que se intenta, dentro de lo posible, y siempre que el otro lo necesite, de ayudarle –si fuera el caso–, ¡también a conseguir esposa o esposo! Se trata de una amistad desinteresada. Por ello, si no llegan al noviazgo no hay “traumas”, ni experiencias dolorosas. De esta manera se conserva el corazón intacto, se continúa la vida con la más absoluta normalidad. Conseguir la limpieza o rectitud de intención es muy importante, porque cuando se sabe que sólo había que llegar a la amistad, y no se la defiende –contra viento y marea–, para que sea sólo eso y nada más, entonces se ha obrado con irresponsabilidad. Los sentimientos propios y ajenos hay que cuidarlos y no se
  • 13. Educación de la Afectividad 159 debe jugar con ellos sometiéndolos a cualquier experiencia. Esta responsabilidad se tiene de manera especial si se tiene vocación al matrimonio, ya que hay que cuidar esa llamada que se tiene de manera personal. Esa vocación al matrimonio es muy seria y si se descuida se puede dar lugar a experiencias que luego “perturben” el encuentro con aquella persona con quien la Providencia ha dispuesto que se forme un matrimonio y una familia. Por ejemplo, si por poca reflexión y ligereza se ha tenido una experiencia dolorosa en el plano amoroso, la persona queda herida, y si no se cura adecuadamente queda en mala situación para empezar una relación de enamoramiento y noviazgo cuando sea el momento. Es necesario cuidar las tendencias y nuestros sentimientos. No importa si a veces nos dicen cosas como “no pienses mucho” porque en aquello que es importante, conviene pensar mucho, y no debemos tener temor de pensar, ya que es muy valioso lo que está en juego. Las experiencias de la afectividad condicionan de alguna manera la disposición de la afectividad en el futuro, y de eso somos responsables todos. 2. El amor de enamorados o novios En la amistad que vimos anteriormente, se compartía por lo general, una cierta intimidad en el sentido de contar los acontecimientos, y alguna vez los estados de ánimo, especialmente si se veía que la otra persona podía ayudar. Aunque se viera y se hablara con
  • 14. 160 Genara Castillo Córdova la otra. persona todos los días, la amistad –si es lúcida y generosa– se dirige principalmente a ayudarle en lo que podamos. Con todo, en la simple amistad no ha ocurrido todavía el gran acontecimiento del enamoramiento. ¿En qué consiste este acontecimiento?. Es un encuentro, una especie de deslumbramiento. Se basa en el conocimiento que hace posible el descubrimiento de la otra persona. Sucede cuando al ir conociendo a una persona nos damos cuenta de lo que es y entonces uno se deslumbra. En ese acontecimiento se descubre el ser verdadero y bello de la otra persona, y con ello se ve que uno es un gran bien para la otra persona y ésta también para uno. Es decir, en el descubrimiento de la otra persona no sólo se le descubre a ella sino que también uno se descubre a sí mismo. ¿De qué manera sucede esto? Cuando uno “se ve” en la otra persona y viceversa. A partir de ese momento, aguarda una gran tarea, la maravilla que es que la otra persona logra que uno “saque” de su interior lo mejor y viceversa. Se trata de un encuentro muy personal con la verdad de la otra persona del que uno se queda deslumbrado. Evidentemente que aquí cuenta mucho el tipo de personalidad y las experiencias anteriores (razón por la cual insistimos en el apartado anterior en estar vigilantes). Si se va a este encuentro con la mirada limpia y el corazón entero, no manoseado por anteriores experiencias, se está en mejores condiciones para reconocer y aceptar la verdad de la otra persona.
  • 15. Educación de la Afectividad 161 Decíamos que era personal este encuentro y esto se debe también al tipo de personalidad que se tenga. A esto se le ha llamado a veces “complementariedad”, pero en realidad, si se posee buenas cualidades se tiende a la semejanza, buscando en la otra persona aquello que uno considera un bien. De lo contrario repelería; y en cuanto a los propios defectos se busca apoyarse complementariamente en las cualidades de la otra persona. Este encuentro personal, de “uno” y “una”, con todo lo dicho anteriormente marca el enamoramiento, como primera etapa en el largo camino del amor humano. Se trata de un deslumbramiento, uno se encuentra con la verdad de aquella persona y uno dice: “éste(a) es”, incluso a veces se dice o se piensa: “te vengo buscando por muchos años”, entonces se despliega la dinámica afectiva más intensamente. De esta manera empieza el amor humano, como un descubrimiento, pero enseguida da lugar a una tarea: la de procurar el bien del otro. Es aquí cuando la lucidez y la generosidad deben intensificarse. Actualmente, es necesario insistir en que no es verdad que el amor sea ciego, sino que el verdadero amor es muy inteligente y muy generoso. Esa tarea cambia, marca la vida. La presencia y el trato con la otra persona hace que surja en nosotros lo mejor, y eso es lo novedoso. Por esto uno ve que su vida no puede ser igual después de haber conocido a esa persona, que su vida se divide en dos, e incluso, como dice la canción: “antes de ti, no hay antes”.
  • 16. 162 Genara Castillo Córdova Pareciera que la vida empieza con esa persona. No se entiende cómo se pudo vivir antes sin ella. Es tanto lo que hace por nosotros: ¡se nos ha revelado y nos ha revelado a nosotros mismos! Esto se suele expresar con la conocida frase que ya hemos señalado: ¡qué bueno que existas!, “si no existieras, algo importante me faltaría”, poco a poco esto se va convirtiendo en “no concibo la vida sin ti” y va apareciendo el “para siempre”. Si se ve que constituimos un gran bien para la otra persona y aquella persona también para nosotros, entonces aparece la nota de exclusividad, ¿en razón de qué? en razón de que se empieza a vislumbrar la posibilidad de que aquella persona puede constituir el esposo o esposa, y el padre, o madre, de sus hijos, y esto no puede hacerse sino de esa manera exclusiva. De cara a esa vida a futuro se desenvuelven nuestras relaciones, que tienen que ser muy delicadas, sabiendo ser prudente, precisamente porque ese futuro es futuro, no es presente. Lo más difícil será aquí guardar el equilibrio entre lo que procede y lo que de ninguna manera es procedente dentro del enamoramiento. Porque tampoco aquí está permitido todo. Asunto central es el de compartir la intimidad personal. Ya hemos dicho que aquí se produce una dinámica afectiva intensa, que tiende a la unión, por lo que hay que estar vigilantes. Por ejemplo, hay que cuidar las caricias, precisamente porque la tendencia a la unión, también corpórea, es muy fuerte.
  • 17. Educación de la Afectividad 163 Para esto es importante ser conscientes de que el uno se encomienda al otro mutuamente y que por tanto se trata de cuidar del otro, aunque a veces, si se mete el egoísmo, es el otro el que tiene que cuidarse de uno. Las “salidas”, a veces inoportunas de la afectividad es lo más fácil, lo difícil es venerar a la otra persona hasta el punto de respetarla exquisitamente. Actualmente hay gran confusión al respecto. La televisión, las telenovelas, las revistas y la atmósfera que rodea a los jóvenes, favorece una ligereza en el dar y recibir caricias y en muchas cosas más. Sin tratar de justificarles, trato de explicarme este hecho con la ignorancia y la falta de hábitos perfectivos. Se ignora la importancia de una caricia, de un beso, e incluso la seducción está vista como un “hobby”, más aún, como una “autoafirmación de la propia virilidad o feminidad”. Ese juego procede a menudo de la irresponsabilidad, cuando no de la inseguridad y hasta de la malevolencia. Si es por inseguridad se trata de una patología. Precisamente los “Don Juan” y las “mujeres seductoras” que enredan, a quienes van desprevenidos, en sus tentáculos como la araña a un bicho cualquiera, son objeto de largo estudio en la psicopatología. Esto es lo que ven nuestros niños y jóvenes en la televisión, en las revistas, vaciando de contenido realidades de tanta riqueza. Lo malo es que luego hay quienes, siguen con ligereza, ese “juego” -que yo suelo llamar “fuego”- y pueden tener experiencias muy tristes. Nada da más pena que ver a un(a) adolescente sonreír con escepticismo, cuando se habla del amor
  • 18. 164 Genara Castillo Córdova humano, o del enamoramiento. También hay quienes viven ese cinismo como irremediable y entonces van conscientemente a jugar con algún incauto(a), buscando el placer o provecho personal. Esas ligerezas, a veces pueden tener consecuencias que marcan toda la vida, por ejemplo, las relaciones pre-matrimoniales a veces dan lugar a un hijo, con lo cual se pone en riesgo la vida de ese niño que no cuenta con algo necesario para su desarrollo emocional e integral: la unión estable de sus padres. Esto es una injusticia que se agrava cuando la madre soltera no se hace cargo de su hijo y se lo da a los abuelos, abdicando de su insustituible maternidad. Por otra parte, es también una injusticia social grande la cantidad de hijos sin padre que pueden existir en una sociedad y las consecuencias que se desprenden de ello. Conozco a un profesor que suele decir que a la ley de Malthus le opone la suya: que cada hombre tenga hijos sólo con su mujer, y entonces se puede superar la pobreza del Perú. 3. El amor conyugal Si el proceso anterior se vive acertadamente, entonces se ha conseguido el 50% del éxito en el matrimonio y un amor conyugal fiel, exclusivo, y fecundo. La fidelidad conyugal es un compromiso renovable día a día, e involucra inclusive al pensamiento. Esa vida se vive en función de un “nosotros” y de los hijos.
  • 19. Educación de la Afectividad 165 Sin embargo, tampoco a esto ayuda el ambiente, puesto que ahora ya no se toma con seriedad el matrimonio; por ejemplo, en las novelas la gente se casa y se “descasa” con una facilidad sorprendente. El amor humano –como también el divino–, tiene que resistir a un fantasma, que es la rutina. Por eso los cónyuges han de inventárselo cada día y en cada momento.
  • 20. II ENFOQUE BIO-ANTROPOLÓGICO DE LA SEXUALIDAD HUMANA1 1. El plano biológico de la sexualidad en el viviente Como es sabido, básicamente, existe sexualidad cuando hay mezcla del patrimonio genético de dos organismos para la obtención de uno nuevo. Desde el campo de la bioquímica se sabe que los genes son segmentos de las cadenas de ácidos nucleicos que constituyen los cromosomas y que contienen el mensaje codificado con todas las disposiciones y los ‘planos’ para la constitución y el mantenimiento del organismo vivo. Así pues, la forma en que se reproducen los organismos vivientes más complejos es la sexualidad. Pues bien, desde este punto de vista, el núcleo de las células de uno y otro sexo es el almacén donde se guarda 1 Seguiremos en este punto a Jacinto Choza. Antropología de la sexualidad, Rialp, Madrid, 1994.
  • 21. 168 Genara Castillo Córdova la información que constituirá al nuevo ser viviente. Es dentro de unos depósitos especiales, como son los gametos, donde se guarda aquella información precisa e individual. En los organismos vivos, la individualidad está dada por la relación entre los elementos materiales que lo componen y su principio intrínseco o interior que los mantiene compuestos, y que les da continuidad, y que se llama «alma». El alma es el principio inmaterial, intrínseco, vital, muy activo, por el cual un ser vivo posee auto- movimiento y se auto-organiza, de manera que sus operaciones son inmanentes porque guardan una cierta interioridad. Aquí ‘interior’ quiere decir que es extra- espacial y extratemporal en un sentido muy preciso. Así pues, ese principio intrínseco mantiene los elementos materiales integrados dentro del organismo, de manera que se mantiene la misma inmanencia en los procesos de crecimiento, reproducción y nutrición. En lo que respecta a los de reproducción, si ésta consiste en un desdoblamiento de todos los elementos integrados en el organismo, y del principio intrínseco que los mantenía unidos, se trata no de una actividad inmanente, sino trascendente, pues da lugar a uno o dos individuos diferentes que tienen una vida propia independientemente de los que le dieron origen. Pues bien, la posibilidad de que existan por una parte “padres” y por otra “hijos”, y que la individualidad y la vida de cada uno no tengan que mantenerse a costa de la del otro anulándola, sino que tengan una vida
  • 22. Educación de la Afectividad 169 independiente, es lo que, en los organismos más complejos, viene dada por la existencia de los gametos. Resumiendo, la reproducción sexual de los seres vivos consiste en que el nuevo organismo se produce a partir de dos organismos diferentes, cada uno de los cuales aporta un grupo de cromosomas para la constitución del nuevo ser. Ninguno de los dos juegos se activa si no es en conexión con el otro, y, siendo complementarios, el nuevo individuo tiene vida propia, de manera independiente, aunque se constituye siendo alternativamente expresión de caracteres de uno y de otro. Este proceso recibe el nombre de recombinación, y es lo que permite una alta variabilidad en los individuos y también en sus descendencias (porque los gametos del nuevo individuo mantienen, a través de la meiosis, los caracteres de aquellos dos que le han dado origen). En los animales, aquellos organismos vivientes que tienen sexo meiótico están compuestos por células diploides, es decir, por pares de cromosomas que resultan de la recombinación de dos células haploides que son el gameto-macho y el gameto-hembra. Como es sabido, el organismo resultante, sea un organismo macho o hembra, depende de los genes que se encuentren en el último par de cromosomas. Por tanto, tenemos que la primera determinación de la sexualidad es, por supuesto, la genética. En el ser humano, tras la fertilización, los cromosomas del espermatozoide y del óvulo constituyen un núcleo diploide, y el último par de cromosomas determina si el
  • 23. 170 Genara Castillo Córdova nuevo organismo es varón o mujer, y en los otros seres si es heterogamético u homogamético según la especie. 2. Sexualidad y comunicación El individuo singular que pretende afirmar su propia identidad como individuo y como especie (su genotipo único e irrepetible), siente un impulso fuerte para hacerlo: es lo que en los animales se llama instinto sexual. Esto es lo que les lleva a un comportamiento determinado según las diferentes especies, y según la dotación de cada individuo. Por otro lado, en el hombre se llama tendencia sexual o pasión amorosa erótica, y lo lleva a un determinado comportamiento. Así pues, los sentimientos, conocimientos, impulsos, etc., que se registran en la interioridad de un ser vivo, forman parte de su realidad que es el sexo, pero esto sucede en razón de que los seres vivos están dotados de esa dimensión interior. Precisamente un ser vivo es aquel cuyas acciones no se desprenden mecánicamente, sino que están regidas desde el interior del ser vivo, el cual va “guardando” en sus facultades las formas que va adquiriendo. Por esto, en los seres vivos superiores cuenta tanto la dotación genética como el despliegue de esa dotación que va consolidándose con las acciones u operaciones ejercidas respecto del entorno y que tienen una finalidad dada por la propia naturaleza. En el caso
  • 24. Educación de la Afectividad 171 de la naturaleza humana, la “conducta sexual” no se ha de realizar según el capricho de cada quien, no se puede ir en contra de la naturaleza misma. Por esta razón al estudiar la sexualidad humana hay que acudir tanto a la dotación biológica como a la educación de sus facultades humanas, de acuerdo con la cual ejerce la sexualidad, teniendo en cuenta, su finalidad. Es importante tener claro que la naturaleza de la sexualidad humana es justamente eso: humana, y no se reduce simplemente a genitalidad. Por tanto, hay que evitar los reduccionismos tanto respecto al materialismo, como a sociologismos cuyos planteamientos se sustentan en ideologías. Si se reduce la realidad humana, se le desconoce, se le maltrata y se la deteriora profunda e injustamente. La sexualidad humana tiene que ser vista integralmente y además debe tener en cuenta su fin. La comunicación de la propia sexualidad se lleva a cabo en forma de unidad de la identidad y de la diferencia, es decir, en la forma de comunión, de comunicación. Es la tendencia a la supervivencia propia, un aspecto de la tendencia a comunicar la propia vida. La unión total es posible si cada uno se da plenamente al otro, que es diferente, sin suprimir su alteridad, sin fagocitarlo, sin anular su propia peculiaridad, teniendo en cuenta su finalidad que tiene como ser humano. La reproducción es una puesta en común, una unión de dos, no la inserción en la vida de uno solo de ellos (como en la nutrición), sino en la vida de un tercero. La individualidad del tercero no se constituye a costa de la vida ni de la individualidad de los dos que se unen,
  • 25. 172 Genara Castillo Córdova sino que es la manera como cada uno de éstos que se unen afirman su propia identidad como individuo y como especie. 3. El eros como relación intersubjetiva a. Dinámica del eros Olvidarse de que el hombre tiene cuerpo resulta de tan malas consecuencias para el ser humano como olvidar que tiene espíritu. Sin embargo, aún con ser importante el cuerpo humano, hay que entenderlo integrado en las dimensiones más altas del espíritu humano, por lo que el tema del amor humano es un tema que no se reduce al de la relación erótica. En la experiencia corpórea, meramente sensible, hay una “sensación” de felicidad. Incluso en la más pequeña mirada, en el más leve gesto, se experimenta un sentimiento de gratuidad y gratitud. Es el anhelo de realizar lo más sublime a través de, o en esa persona. Por eso, algún autor ha descrito la experiencia del enamoramiento como una “alteración patológica de la atención”. Se trata de una alteración psicofísica, que involucra a todo el sujeto, en su cuerpo y en su espíritu. Es significativo el deseo de recibir y de entregarse. Esta experiencia, aunque sea tan básica, es conmovedora y anuncia la vocación al amor, por la que se puede descubrir a Dios y ver al universo con nuevos ojos. De alguna manera el amor erótico “imita” lo que es el amor plenamente humano. Amar absolutamente es querer dar
  • 26. Educación de la Afectividad 173 absolutamente todo, es ya no pertenecerse, sino donarse generosamente. Sin embargo, para que esa entrega sea adecuada se requiere un grado de madurez. También aquí el amor erótico aunque se refiere especialmente al desarrollo psicofísico, tiene una cierta “imitación” del amor humano pleno. La máxima afirmación de sí mismo se produce cuando hay un grado tal de posesión de sí que uno puede darse del todo. Entonces hay la libertad de la donación. Por tanto, esta experiencia supone una adecuada conciencia de sí mismo la cual no se da en la niñez, en la que todavía no se posee una conciencia de sí en concordancia con lo que uno realmente es. El niño pequeño, aunque parezca que se da, en realidad tiene una conciencia de sí elemental, fundada en su diferenciación respecto de otros, simplemente como opuestos a sí mismo. Sin embargo, el proceso de autoidentificación tiene todavía más fases, y una de ellas es la experiencia del otro como persona y del otro en cuanto poseedor de unas peculiaridades propias que incluyen su yo masculino o femenino. El reconocimiento de sí mismo y del otro en toda su integridad no es cabal en la niñez. En la pubertad y en la adolescencia, la experiencia del enamoramiento está frecuentemente descrita como un despertar. Es una puerta de entrada para el conocimiento de quién es. Se podría decir que el adolescente “se mira por los ojos de la persona amada”, se descubre a sí mismo.
  • 27. 174 Genara Castillo Córdova En este despertar sensible lo que primero se experimenta es gozo, pero el amor humano no se reduce a aquella fase inicial. Es preciso un recorrido. En algún momento se cae en la cuenta de que el ser humano aunque quiera amar de una vez por todas y entregarlo todo de un golpe, no alcanza a lograrlo por su condición temporal. Por eso su modo de dar esa entrega es prometerla. Pero la promesa no es sentimiento espontáneo sino una reflexión. La promesa es, a partir de esa reflexión y valoración, un adelantar el tiempo (se promete en relación con el futuro), ya que se considera tan valiosa a la otra persona que uno compromete su futuro en la tarea de amarla. Así pues, en el primer momento aparece el amor como gozo, y en el segundo aparece como tarea a realizarse en el futuro, a lo largo del tiempo, cualquiera que sean las circunstancias, a pesar de los problemas y sus deficiencias. Si la radicalidad constitutiva, la que aparece en el fenómeno cognoscitivo afectivo del enamoramiento, no se unifica con la actividad voluntaria reflexiva, el hombre no se liga con su propia raíz. Puede suceder más bien que se disperse, que no sea uno y que no logre afirmar suficientemente su propia identidad. Aquí podemos empezar a diferenciar el mero sentimiento amoroso del amor plenamente humano. Un sentimiento y más especialmente el del amor, empieza de un modo inopinado, y dura mientras dura; está presente hasta que pasa. En cambio, una decisión
  • 28. Educación de la Afectividad 175 voluntaria no empieza de un modo impulsivo; empieza cuando se toma la decisión, y dura hasta que se revoca mediante otro acto de la voluntad. Dicho de otra manera: un sentimiento es manifestación de sí, de lo que uno es o está siendo, y una decisión es disposición de sí, y es tal que responde de sí en todo momento. En este nivel personal, en el que no se cuenta sólo con el sentimiento, con la atracción erótica, sino con la decisión, se da la posibilidad de la unión y con ella el riesgo del otro. Esta tarea se vive especialmente en el matrimonio. Como en este ámbito se dan las mayores de las uniones, aquí también se dan las mayores soledades y sufrimientos más intensos. b. El cuerpo revela el sentido donal de la vida El cuerpo tiene su valor. La corporeidad es, en efecto, el modo específico de existir y de obrar del espíritu humano. Este significado es, ante todo, de naturaleza antropológica. “el cuerpo revela al hombre”, “expresa a la persona”. Hay una teología del cuerpo: “Esto es el cuerpo: testigo de la creación como de un don fundamental que es don del Amor”. Por tanto, ya desde la observación del aspecto corpóreo de la sexualidad se puede descubrir la vocación al don mutuo de sí y a la fecundidad. El cuerpo en cuanto sexuado, manifiesta la vocación del hombre a la reciprocidad, esto es, al amor y al mutuo don de sí. El hombre y la mujer son diferentes para integrarse. Por eso, los sexos son complementarios:
  • 29. 176 Genara Castillo Córdova iguales y distintos al mismo tiempo, no idénticos, pero sí iguales en cuanto a la dignidad personal; son semejantes para entenderse, diferentes para completarse recíprocamente. Hombre y mujer pueden formar una comunidad de amor. Dentro de un planteamiento cristiano, constituye un modo de realizar, por parte de la criatura humana, una determinada participación del ser divino. Orientados a la unión y a la fecundidad, el marido y la esposa participan del amor creador de Dios, viviendo a través del otro la comunión con Él. En presencia de esta capacidad del cuerpo de ser signo e instrumento de una vocación, cabe descubrir una analogía entre el cuerpo mismo y la economía sacramental. En síntesis, la sexualidad está llamada a expresar valores que tienen exigencias morales específicas. Orientada hacia el diálogo interpersonal, contribuye a la maduración integral del hombre abriéndolo al don de sí en el amor; vinculada, por otra parte, en el orden de la creación, a la fecundidad y a la transmisión de la vida, está llamada a ser fiel también, a esta finalidad suya interna. Amor y fecundidad son, por tanto, elementos y valores esenciales de la sexualidad humana.
  • 30. III LAS DIFERENCIAS PSICOLÓGICAS ENTRE LA PERSONALIDAD MASCULINA Y FEMENINA 1. Importancia de no reducir la sexualidad humana solamente al plano fisiológico Como habíamos señalado, los sentimientos, tendencias, conocimientos y movimientos que se registran interiormente, forman parte de la realidad que es la sexualidad humana en los organismos que efectivamente están dotados de esa interioridad. El ser humano es una unidad. Por esto además de la dotación genética, el medio, el aprendizaje y la trayectoria “biográfica” individual son factores que cuentan en la consolidación del sexo. Dentro de esta visión integral, la biología evolutiva que se hace desde la genética o desde la biología molecular está incompleta sin los logros de la fisiología comparada, la embriología y la etología. Y por eso también si se quiere estudiar la sexualidad humana no se puede prescindir de las dimensiones psicológicas, sociológicas,
  • 31. 178 Genara Castillo Córdova jurídicas y morales que tiene el sexo en el caso del hombre, y que son tan reales como sus dimensiones genéticas, anatómicas y fisiológicas. Si no consideramos esta unidad integral del ser humano podemos caer en reduccionismos, que llegan a ver al hombre y a la mujer sólo en su aspecto fisiológico o inclusive corpóreo, desatendiendo otras dimensiones inclusive más importantes. Esto es un error muy serio aun tratándose de cualquier realidad viva. Por tanto, reducir a uno de sus aspectos a cualquier ser viviente es estropearlo. Así pues, la sexualidad es una de las formas del “impulso a la conservación del propio ser” que se da en los seres vivientes orgánicos, en tanto que vivientes orgánicos, porque se lleva a cabo en forma de unidad de la identidad y de la diferencia; es decir, en la forma de comunión, de comunicación. Intuitivamente se capta bien su significado por referencia a la experiencia de la pasión amorosa en el ser humano, la cual es un impulso que tiende con la máxima fuerza a una unión total. Sin embargo, ese impulso tiene que ser gobernado por la inteligencia y la voluntad, para que no se desboque. Respetar la individualidad del otro tiene su importancia en la vida conyugal porque esa unión supone darse totalmente al otro pero a partir de la propia identidad, de lo que es uno. De manera que la unidad entre dos seres humanos no es una mezcla en que no se sabe qué es cada uno, sino una unidad de dos que son diferentes (también sexualmente). Y sólo así se entiende la entrega personal, en el sentido de que cada uno entrega
  • 32. Educación de la Afectividad 179 lo que es al otro sin suprimir su propia identidad, sino precisamente reconociéndola. Esto tiene más importancia todavía referido a los roles o funciones que desempeña la madre y el padre dentro del hogar. Como se sabe, el matrimonio es el fundamento de la familia, por ello los padres son los que “sacan adelante” su hogar, porque son en cierto modo sus “fundadores”. Dentro del hogar todos colaboran en sacarlo adelante, y por eso hay unas funciones que responden a las condiciones con las que cada uno cuenta, para así poder realizarlas con más facilidad. 2. La complementariedad entre el hombre y la mujer a. Lo masculino y lo femenino existencialmente. Un relato griego. La especificidad de los sexos en el orden constitutivo se ve también en el orden operativo. Para ver cómo se manifiesta esa diferencia originaria en el plano psico-sociológico y en el trayecto biográfico, seguiremos la propuesta del Prof. J. Choza, quien en su libro Antropología de la sexualidad, acude a una de las muestras más completas que ofrece la cultura griega. Su lugar es la Odisea de Homero. Es un poema en que aparece el principio femenino modulado según una amplia gama de versiones y también el principio masculino encarnado en lo que se ha considerado en la cultura posterior como el arquetipo de hombre-varón.
  • 33. 180 Genara Castillo Córdova Pero Ulises, el arquetipo de humano varón es tal, precisamente en referencia al arquetipo humano mujer, Penélope, y viceversa. Para cada uno la existencia y la identidad propia sólo se concibe y se realiza en función del otro, aunque esa reciprocidad no es en modo alguno simétrica sino asimétrica y, vale decir, complementaria. Según la concepción griega, la existencia de Ulises, como toda existencia humana, consiste en salir de sí, de su casa, de su familia, donde todavía no es nadie o no es nada porque no ha hecho nada: no ha llevado a cabo acciones por las que se le pueda calificar y en las que se puedan manifestar en el orden existencial sus cualidades esenciales-personales. Así pues, el comienzo, su biografía todavía no tiene ningún contenido y por eso su vida es de una pobreza extrema. Y ésa es la condición inicial de toda existencia humana. Ulises sale de sí abandonando su familia y su casa para recorrer el mundo, lo cual cumple realizando acciones bélicas, técnicas, eróticas y diplomáticas en las que se ponen de manifiesto y se prueban sus cualidades humanas, psicológicas, sus principios éticos y también sus creencias religiosas. El objetivo que preside el conjunto de sus actividades es volver a su casa, a su familia, a Penélope, que es la fuente de su profunda nostalgia. Ulises consigue su objetivo, y ello significa que su vida está “salvada”: no queda como un conjunto de actividades dispersas y perdidas, sin que nadie las recoja y les dé unidad y continuidad, sin que nadie se beneficie de ellas, heredándolas y haciéndolas fructificar.
  • 34. Educación de la Afectividad 181 Al alcanzar su objetivo, Ulises consigue reunirse consigo mismo y permanecer incluso más allá de su muerte. Pero lo alcanza sólo mediante el reconocimiento de los demás, y especialmente de Penélope. De nada le hubiera servido llegar como triunfador a la isla de Itaca si él no significaba nada para Penélope. Así, todo su mundo masculino, sus trabajos, sus conquistas, sólo tiene sentido si su ser es acogido y su trabajo reconocido por la persona amada. Sólo en Penélope se reúne Ulises consigo, porque sólo en ella alcanza verdaderamente su identidad, ya que se trata de un destinatario personal a quien ama. Ulises representa de alguna manera la conquista y los trabajos masculinos y Penélope la permanencia: ese centrarse y quedarse en su casa hace posible que Ulises tenga un punto de referencia seguro al cual volver. De igual manera, la mujer está más dispuesta a congregar que a dispersar. Inclusive se ha dicho a veces que la mujer tiene que arreglar los desarreglos de los hombres, en referencia a aquellos estropicios que se pueden producir en la actividad que éstos despliegan. En el poema, se pone de manifiesto que no se trata de que Ulises, el hombre, no sepa quién es él. De alguna manera lo sabe y sin embargo en su viajar por el mundo lejos de su casa, de su mujer, puede precisamente olvidarse de su casa y de los suyos por ingerir la “flor del olvido”, puede concentrarse en la satisfacción de las necesidades inmediatas y ser convertido en cerdo, puede ser seducido por el canto de las sirenas y quedar destruido por aquello que le fascina.
  • 35. 182 Genara Castillo Córdova Se trata de que su trasunto biográfico sea aceptado, de que aunque mantenga memoria de sí, su principio de identidad (ya sea de modo continuo ya sea de modo intermitente), eso que ha hecho, que ha vivido y que sabe de sí, ha de ser acogido, reconocido por la persona o personas a las que, ya desde el principio, pertenecía, de un modo muy particular la propia vida, a saber, la mujer y los hijos. El único ámbito adecuado para la existencia de un ser personal es la intimidad de otro ser personal, pero el único modo de entrar en ella es el reconocimiento (que ha de ser siempre recíproco). Reconocer supone valorar y aceptar. No se trata de que el hombre no pueda vivir solo, se trata de que no puede tener conciencia de su propia subjetividad como una sola persona. Si él es el único que sabe de sí, no puede tener ninguna certeza de que lo que sabe es real. Por eso, lo que Ulises ha vivido, es preciso que sea revalidado por Penélope mediante el reconocimiento. Ulises sólo puede existir como rey de Itaca y destructor de Troya en Itaca si lo reconoce como tal la reina, si no, podría vivir en Itaca pero no como rey; sino como un “don nadie”. Todo varón puede vivir como rey en su casa si le reconoce como tal su señora, de otro modo puede vivir como un extraño, como un huésped, etc., o si insiste en sus pretensiones puede ser destruido simplemente, tal como fue la suerte de Agamenón, quien fue vencedor de Troya, pero como su esposa no lo reconoció, cuando llegó a su casa, a partir de su llegada no fue nadie.
  • 36. Educación de la Afectividad 183 Esto tiene implicaciones actuales, precisamente porque los roles del padre y de la madre ahora son compartidos. Sin embargo, actualmente algunas esposas, tontamente, no reconocen o no valoran el trabajo de su marido, pequeño o grande, modesto o famoso; y no saben asistirlo en él, animándolo, comprendiéndolo, perdonándolo, siendo que todo su juego es ser compañera. Penélope reconoció a Ulises y con ello le salvó la vida, pero de ese modo se salvó también a sí misma. Penélope sale de sí, no abandonando su casa, sino quedándose en ella. Es el punto que permanece constante, al menos espacialmente, y que por eso sirve de referencia a Ulises: solamente se puede volver a lo que está, a lo que queda, a lo que permanece. Esta capacidad de ser un centro de acogida es propia de la mujer. Así por ejemplo, cuántas veces un hombre cansado del duro trabajo regresa a su casa pensando encontrar el cariño de su mujer, el ambiente acogedor y amable que hace suaves las asperezas del camino. Esto de entrada no quiere decir que sea egoísta, es sólo un rasgo propio de la personalidad masculina. Con todo, desde la perspectiva cristiana el último destinario es el Amor divino. b. Características psicológicas del hombre y la mujer Como es sabido, existen tipos humanos, aunque cada quien es cada quién y no se puede generalizar. A
  • 37. 184 Genara Castillo Córdova modo de referencia vamos a decir algunas características tipológicas. · La mujer tiene un centro relacional muy intenso Este centro relacional supone, como su nombre lo dice, un núcleo interior que reúne en sí mismo como un centro muchas cosas a la vez, sin separarlas, sino manteniendo muy cercanas unas respecto de las otras, y en relación a sí misma. La mujer es más reunitiva que el hombre, en el sentido de que es capaz de meter dentro de los pliegues de su corazón de una manera muy intensa los diferentes elementos del mundo humano, que para ella tienen especial significación, por ejemplo, a las personas las tiene unidas estrechamente en su cabeza y en su corazón. Por eso una mujer está muy atenta a cada uno de los miembros de su hogar. Esa capacidad reunitiva está en función de su maternidad, ya que tiene que reunir los diversos aspectos de la vida en torno a los hijos o al esposo. Sin embargo, esto también puede complicarla, porque todo lo relaciona, una cosa con otra, y le cuesta separar. Así pues, un problema personal lo lleva a su trabajo, a su relación con los demás, etc., de modo que ese problema influye grandemente en su vida, le cuesta desligarse y concentrarse en otra cosa. En el hombre no suele ser así, aunque alguna vez se dé y la excepción precisamente confirma la regla. El hombre puede haber fracasado en su matrimonio inclusive
  • 38. Educación de la Afectividad 185 varias veces, y sin embargo puede saltar por encima de sí mismo, de su dolor y puede sacar adelante un trabajo. A una mujer le cuesta más salir de su propio centro. Se podría decir que el hombre tiene más capacidad que la mujer de “pasar página”. El hombre separa más, por eso también tiene más peligros de ser infiel, porque para él “echar una cana al aire”, (puede ser divertido o una manera de comprobar la vigencia de su atractivo), no le parece importante, ya que sigue considerando que su mujer está en su hogar y eso es otra cosa aparte. Es verdad que las aventuras fuera del hogar deterioran tanto al hombre como a la mujer (si el ser humano manosea el corazón con amoríos se incapacita, se cierra el camino del amor auténtico), sin embargo, no afecta de manera igual a uno y a otro. A una mujer la infidelidad la “rompe” más, debido a la intensidad con la que mantiene unidas dentro de sí todas sus relaciones. Se podría decir que “se dañan más cosas” en el caso de la mujer infiel. Aquí se aplica con propiedad el dicho de que la corrupción de lo óptimo es pésima. Por ello el cuidado que debe tener una mujer, el cual no sólo ha de ser referido a lo externo, sino, principalmente, respecto de ella misma. El gran peligro de la mujer es la coquetería, porque es una cualidad propia. Sin embargo, si la mujer no controla su deseo de agradar, puede caer en sus propias redes. Es necesario saber distinguir, porque se puede agradar, ser educada, amable y atenta sin necesidad de insinuarse o de seducir, es decir, sin buscar agradar a toda costa.
  • 39. 186 Genara Castillo Córdova · La mujer tiene más cuidado de los aspectos humanos Esta característica también está hecha en vistas a su función de madre. La mujer contacta más rápidamente con los factores humanos, y, si bien el hombre también es muy capaz de ellos, la facilidad y la mayor prontitud de los contactos los tiene más respecto de las cosas, que de las personas. Esto es así, en parte, porque la mujer está más llamada al cuidado del hogar y de las personas que hay en él, y el hombre tiene que ver más con el trabajo fuera de casa, que supone mayor capacidad de objetivar, de cosificar, ya que la objetivación es muy importante para poder ejercer el dominio del mundo que es algo arduo y difícil. El hombre tiene más facilidad para gestionar cosas, la mujer tiene más facilidad para tratar personas. Así, por ejemplo, si los esposos están en la sala y los hijos jugando en el patio, si hay un ruido llamativo, el papá suele preguntar: ¿qué pasó?; le interesa más lo que ocurrió, el asunto; en cambio la madre suele decir: ¿quién se ha caído?. Por eso también es impropio de la mujer el matar, antes al contrario: a ella se le ha entregado con particular responsabilidad el cuidado de la vida, especialmente de la vida humana. El aborto daña gravemente a la mujer, al hombre también, pero, especialmente a ella. La mujer tiene a su cargo el cuidado del ser humano. Esto supone que la mujer debe ser educadora,
  • 40. Educación de la Afectividad 187 en el sentido de formadora, de maestra. En ese sentido es admirable la tenacidad femenina que puede esperar una y otra vez, un día y otro, a que el pequeño dé un paso y luego otro, y otro. El hombre puede educar en el ámbito de la relación con las cosas, con las máquinas, es un ser productivo, por ello tiene en sus manos la docencia en las cosas teóricas, científicas o tecnológicas, aunque evidentemente, la mujer es muy necesaria en estos ámbitos. · El hombre tiene mucha capacidad de ser objetivo Esto tiene que ver con lo anterior y significa que el hombre puede objetivar más, puede abstraer más, puede “idear”, más que la mujer. Aquí como en todos los aspectos descritos antes, el que uno tenga más facilidad para una cosa que otro, no quiere decir que éste adolezca de aquella cualidad, sólo quiere decir que está más inclinado a hacerlo. Así por ejemplo se puede uno preguntar: ¿la mujer no puede ser científica, empresaria, política? Sí, puede hacerlo, e inclusive es necesario que entre a esos ámbitos para humanizarlos más; sin embargo, le es difícil lograr el descentramiento, el salto que tiene que dar para objetivar es muy grande, y a veces, la verdad es que para lograrlo, acude a la ayuda de aquello que sí es su punto fuerte, y es la motivación que se tiene cuando, dentro del corazón, se posee un amor personal que siendo muy grande le impulsa a dar el salto. A la mujer le es difícil mantener una actitud exclusivamente objetiva, como el hombre. Por eso es
  • 41. 188 Genara Castillo Córdova necesario que intervenga en esos ámbitos de la realidad en que están “ellos” para hacerles notar que este mundo es menos cosificado de lo que el varón considera. Éste, muchas veces, en su manía de cosificar llega a tratar a las personas como cosas, o como simples elementos dentro de un plan de acción (en ese trajinar, ni la propia mujer puede evitar, a veces, ser tratada como cosa). La mujer puede recordarles que hay que atender a una serie de componentes subjetivos, personales, que son enormemente importantes. La mujer puede ver mejor los componentes de la realidad que tienen relación con los seres humanos. A veces, el hombre está demasiado proyectado, demasiado obsesionado por la gestación de la obra, y puede suceder que hasta los detalles humanos más insignificantes queden fuera de su alcance. Al ser más objetivo el hombre es más “frío”, más “cerebral”, en el sentido de que puede trazar proyectos, puede dedicar su vida al cultivo de una ciencia abstracta como las matemáticas u otras ciencias de ese tipo. De hecho existen más científicos notables entre los hombres que en las mujeres, aunque también las haya, el tema es, insistimos, cuestión de mayor o menor facilidad. Todos los seres humanos hombres y mujeres están dotados de muchas cualidades, sólo que unos tienen más facilidad que otros para ciertos roles. · En los hombres, las pasiones suelen ser más intensas que los sentimientos. Aunque como en todo, depende mucho de los caracteres, las pasiones especialmente las relacionadas
  • 42. Educación de la Afectividad 189 con el sexo no suelen “cegar” tanto a las mujeres como a los hombres. En la mujer es muy raro que la pasión vaya sola, como a veces en el varón. En la mujer, la pasión, cuando se da, va acompañada de sentimientos de ternura, de admiración, etc.; lo cual atenúa la pasión, pero a la vez la hace más constante en sus afectos. En cambio, en el varón la pasión puede darse con apenas sentimientos de ternura, por lo que se manifiesta con fuerza. Por ello también algunas mujeres pueden “aprovechar” esa característica del varón y tratan de dominarle precisamente por ahí, por el lado de la pura sexualidad, ya que él está más expuesto a “encenderse” pronto con una pasión. · La relación de la madre con el hijo es muy intensa Para entender esto bastaría pensar el tiempo que el hijo está en el seno de la madre, pero supone mucho más. La vocación maternal de la mujer es por naturaleza muy fuerte, es lo que a veces se ha llamado instinto maternal. Normalmente una madre es quien cuida a sus hijos de la mejor manera. Con esto no se quiere decir que el padre no pueda ser capaz de atenciones, de delicadeza y de ternura exquisitas sino que normalmente a la madre aquello le es connatural, tiene más facilidad para manifestarlo. Por ello, insistimos, el aborto daña tanto a una mujer, porque se trata de matar a su propio hijo. La única capaz de abortar es la mujer, pero cuando lo hace su misma realidad personal es herida, vulnerada.
  • 43. 190 Genara Castillo Córdova A veces las feministas dicen que cada una es dueña de su cuerpo y de lo que hay en él, y no se dan cuenta de que aquella vida es independiente, en el sentido de que constituye otra vida distinta a la de la madre, y además ignoran hasta qué punto la mujer se hiere cuando aborta. Se podría decir que en cierta manera la madre es más madre que el padre; ya que la intensidad de la vinculación con respecto al hijo es mayor en ella. El padre lo es, de distinta manera a como la madre es madre. · La mujer tiene mucha capacidad de constancia La constancia o perseverancia es una virtud por la cual se soportan las dificultades en la consecución de un bien aunque tenga que pasar mucho tiempo. También esto ayuda a la mujer en su función de madre, ya que la atención, la crianza y la educación de sus hijos requiere mucha constancia, estar con ellos una y otra vez tratando de enseñarles a valerse por sí mismos como personas humanas. Si se cansara, dejaría incumplida su misión. La mujer enfrenta las dificultades, no tanto agresiva o impulsivamente, cuanto con ternura, con paciencia, con constancia, de modo que muchas veces su fortaleza pasa desapercibida, aunque la tiene, y muy grande, sobre todo si está relacionada con las personas que quiere. Cuando se trata del amor de sus hijos, por ejemplo, o del amor a su marido, o del amor a Dios, una mujer puede ser capaz de las mayores heroicidades.
  • 44. Educación de la Afectividad 191 Una mujer que no se rinde ante una idea “fría” o un proyecto impersonal, se entrega cuando se trata de sus seres queridos, o acepta lo primero si la razón es la segunda. Por las razones expuestas las características masculinas y femeninas son un gran aporte en la familia. Ni el hombre es superior, ni tampoco la mujer lo es, simplemente son distintos para cumplir con mayor facilidad tareas diferentes. Hay quienes se oponen a la diferenciación masculina y femenina por falta de inteligencia en la concepción de la igualdad. Igualdad no quiere decir uniformidad. El hombre y la mujer son iguales en cuanto a su dignidad personal, y por ello merecen igual respeto como personas humanas, y, si somos cristianos, también por ser hijos de Dios. Sin embargo eso no quiere decir que también sean iguales en el sexo o en sus funciones. Buscar la igualdad a partir de la supresión de toda diversidad es confundir la igualdad con la uniformidad. Eso trae muchas complicaciones, por ejemplo, suprimir la virilidad y la feminidad. Esta es una de las propuestas de la “Ideología del género”, que defiende el “matrimonio” entre homosexuales para que constituyan una “familia”, lo cual va en contra de todos los principios, empezando por los naturales. El hombre y la mujer son diferentes, poseen su propia identidad psicológica. Por ello, las relaciones personales en el matrimonio son de mutua ayuda y de complementariedad. El hombre aporta su seguridad, su objetividad, su firmeza, su reciedumbre, en el sacar
  • 45. 192 Genara Castillo Córdova adelante su hogar, proveyéndoles de lo necesario para su vida y contribuyendo a la educación de sus hijos. La mujer aporta su capacidad de estar en los detalles concretos, conectada íntimamente a las personas que conforman su hogar, atendiéndolos en sus necesidades, en sus pequeños o grandes problemas, contribuyendo decisivamente a crear ese ambiente de familia, haciendo de su casa un hogar luminoso y alegre. Por otra parte, el primer deber del amor paterno, y materno, es el amor conyugal, sin esto es muy difícil ser buen padre o buena madre. Ser madre es una forma excelsa de la feminidad. El amor maternal es con seguridad uno de los sentimientos más fuertes y más constantes entre todos los humanos. Es oportuno recordar que esta maternidad no es sólo física, sino especialmente espiritual. La característica esencial del amor materno es la búsqueda incondicionada y sacrificada del bien del hijo, con completo olvido de sí, es decir, desinteresadamente. ¡Qué sería de la vida humana sin el testimonio de esa bondad, de esa entrega abnegada de la madre!. La característica maternal de la madre es lo que, a diferencia del impulso rudo y hasta agresivo de la personalidad varonil, hace o configura ambientes delicados, profundamente humanos, serenos, en los que se está tan a gusto. Sin embargo y aún con todo la madre debe estar prevenida contra la tentación del acaparamiento. Una mujer puede llegar a ser muy posesiva, de su marido y de sus hijos, con lo cual sofocaría su normal desarrollo.
  • 46. Educación de la Afectividad 193 Por ello, la madre debe ayudar sin sustituir, debe prodigar cuidados pero sin dependencias, y debe mantenerse abierta al saber y ampliar cada día más el campo de sus intereses, a fin de que su marido y sus hijos sigan siendo ciertamente lo principal de su existencia, pero no lo único; de lo contrario puede “ahogarles”. El extremo contrario a la sobreprotección de los hijos es el abandono, y tan dañino es uno como el otro. Por su parte, ¿qué significa la paternidad?. Es una relación espiritual y también en el caso del matrimonio que ha fundado una familia, es una relación de sangre. Ser padre supone una cierta prolongación de sí mismo, por ello cabe un legítimo orgullo, cabe también un afán muy honesto de mejorar la vida del hijo, enriqueciéndola en amplitud y elevándola de nivel, lo cual puede constituir para él un fuerte estímulo para hacerle capaz de ciertos sacrificios que de otra manera no se darían. Esto podría originar un exceso en la actividad del padre, que se entregaría demasiado al trabajo: con la buena intención de que a su familia no le falte nada, éste puede impedirle dedicar más tiempo a su mujer y a sus hijos. El padre ha sido desde siempre punto decisivo en la autoridad con que se dirige la vida familiar. La autoridad cuando es respaldada por el ejemplo y no se reduce sólo a la mera fuerza del poder, es necesaria, más aún es un servicio. Por ello, si falla la autoridad paterna y la madre no está en condiciones de cumplirla, la familia atraviesa por crisis de autoridad, entra en conflicto y a veces se desmorona.
  • 47. 194 Genara Castillo Córdova Sin embargo, también en esto el padre tiene que estar atento, respecto de las ansias de dominio en la propia casa, porque puede ejercitar mal la autoridad, convirtiéndola en arbitraria, o meramente impositiva e irreflexiva.
  • 48. IV CRITERIOS SOBRE EDUCACIÓN SEXUAL 1. Criterios generales sobre la educación sexual Retomando lo que hemos visto anteriormente, tenemos que la persona humana es una unidad, y es un error muy grave separarla en trozos. Por ello no se puede tratar la sexualidad humana sólo en su aspecto fisiológico, sin considerar también la afectividad, la dimensión psicológica, social y ética que impregnan aquella realidad. La fragmentación del ser humano ha dado lugar a muchos reduccionismos. Entre éstos está el caso de los espiritualistas que consideran al hombre sólo como inteligencia, los voluntaristas, como voluntad, los materialistas como animal; los pansexualistas como sexo; los liberalistas sólo como individuo. Tenemos, en cambio, que tratar de tener una visión integral. Teniendo en cuenta una perspectiva antropológica cristiana, recordaremos los siguientes criterios generales:
  • 49. 196 Genara Castillo Córdova a) No se deben rehuir, ni mucho menos prohibir, las preguntas que hacen los niños sobre este tema, ni crear un ambiente de falso misterio. b) Cuando los padres hablan con delicadeza sobre los temas de la sexualidad humana se propicia también un fortalecimiento de grandes vínculos de unión con sus hijos. c) Para ser realmente eficaces, no se trata sólo de dar información repentina, sino más bien una enseñanza personal y graduada, para que los hijos vayan descubriendo, poco a poco, las verdades acorde con las circunstancias que se vayan presentando. d) En la situación actual se ha exagerado de tal manera la información sexual –muchas veces biologicista y por lo tanto reducida– de la sexualidad, que ahora el peligro no está en considerar al sexo con temor, sino más bien como algo intrascendente, sin importancia, como mero producto de consumo, confundiendo entonces gravemente lo normal con lo corriente, lo natural con lo simplemente instintivo y la sexualidad con el mero instin- to sexual. e) Una mala información de la sexualidad ataca directamente otros valores como son el matrimonio y la familia, desvirtuándolos. El matrimonio y la familia son dos realidades que se deberían conocer a fondo. La “pedagogía de la ignorancia” no es nada recomendable en estos tiempos. f) Lo normal no es lo corriente. Lo corriente es aquello que la mayoría de las personas piensan o hacen, pero no siempre es lo normal. El término normal debería
  • 50. Educación de la Afectividad 197 reservarse sólo para significar aquello que se hace conforme a la norma, es decir aquello que corresponde a lo que la naturaleza humana indica que uno es y por tanto, lo que se debe hacer. En determinadas circunstancias lo corriente puede ser anormal. g) La culpa del fracaso de algunos matrimonios y familias no la tiene la institución misma, sino las personas que la viven, pues el hombre, por desgracia es el único animal que puede hacer pésimamente lo óptimo. h) Las realidades que debiéramos identificar y revalorar son: virilidad y feminidad; persona humana; procreación y educación; matrimonio y familia; libertad y amor humanos. i) Lo instintivo no es igual a lo natural. La exigencia natural no se identifica con lo que el instinto pide o exige. Así, instintivamente una persona puede sentir deseos de venganza o envidia, y no por el hecho de sentir esos impulsos está obligado a dejarse llevar por ellos. j) El ser humano puede poseer una cierta inclinación a la pereza, a la vanidad, a la soberbia, al egoísmo y a otros defectos; y el dominio de estas tendencias conlleva una seria y decidida lucha por superarlos. Lo que altera la sexualidad humana reside fundamentalmente en el desorden, en la falta de una real jerarquía y aceptación de los valores propiamente humanos, basados en un gran egoísmo personal. k) La más elemental manifestación de la relación conyugal es la atracción natural de los sexos, la cual inclina a poner por obra la mutua complementariedad
  • 51. 198 Genara Castillo Córdova entre virilidad y feminidad, pero basada en el matrimonio y en la comunidad conyugal. l) La relación conyugal rectamente llevada debe ser fecunda, es decir, abrirse a terceros, hacia los frutos de la procreación que son los hijos. m) El varón y la mujer no agotan su ser en la función generativa, ya que existen otros aspectos correspondientes a la distinción sexual (temperamento, sensibilidad, mentalidad, etc.). Un ser humano, cuando actúa, lo hace sin dejar de lado su peculiar modalidad sexual. La inteligencia y la voluntad, por ejemplo, no son ni masculinas ni femeninas, sin embargo, la virilidad y la feminidad singularizan su ejercicio, imprimiéndole cualidades propias, que no significan mayor o menor inteligencia o voluntad sino rasgos peculiares en el modo de entender y de querer. n) La búsqueda de la igualdad en los sexos es confundir el significado de igualdad con uniformidad. La igualdad entre varón y mujer se encuentra en que ambos por igual son personas, y no en la supresión de la virilidad y la feminidad en aras de una imposible uniformidad sexual. ñ) La relación plena de la sociabilidad varón-mujer y de la sociabilidad padres-hijos abarca y se proyecta a las relaciones entre las distintas comunidades conyugales y familiares, y entre éstas y la sociedad, y el Estado. Así, destaca, entonces, la importancia del núcleo familiar como la primera célula de la sociedad, ya que es el centro donde se preparan los futuros miembros de la
  • 52. Educación de la Afectividad 199 sociedad, los cuales van a solucionar problemas o van a generarlos; de ahí el deber grave de su educación. 2. SEXUALIDAD ANIMAL Y SEXUALIDAD HUMANA a) Es necesario saber distinguir, ya que ninguna acción humana puede igualarse a las acciones de los animales irracionales. En los seres humanos existen capacidades superiores, propias y específicas de su na- turaleza y que los animales no poseen, como, por ejemplo: entender, comprometerse, amar. b) Cuando el hombre actúa –indebidamente– en contra de su propia naturaleza, se degrada, y él mismo padecerá las consecuencias, las cuales, también repercuten en otros seres inocentes haciéndolos sufrir. Los principales desórdenes de la conducta se manifiestan en vicios (mentira, infidelidad, embriaguez, pereza, etc.) y en muchas injusticias. Muchos de estos desórdenes se cometen por ignorancia y en general por la falta de ayuda oportuna. c) Así pues, la reproducción humana debe ser ordenada. Para ello hay que empezar por no confundirla con la de los animales, que son guiados por su instinto, de modo que alcanzada su madurez biológica, aparece en momentos determinados el “celo” y buscan apareamiento con otro animal semejante y de sexo contrario.
  • 53. 200 Genara Castillo Córdova En cambio, los seres humanos se reproducen de forma racional a partir del matrimonio, fundando una familia, considerando al matrimonio como una unión estable, como una forma íntima de vida y de amor a través del propio vínculo indisoluble, afirmado públicamente y abierto a la vida, con consciencia de la grave responsabilidad de educación de esos nuevos seres. d) La familia constituye más que una unidad jurídica, social y económica, una comunidad de amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza y la transmisión de los valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios miembros y de la sociedad. e) Todo hijo exige por su propia naturaleza tener un padre y una madre con vínculos estables. No puede haber un reconocimiento de la propia identidad, si el hijo desconoce quién es su padre y quién su madre, o si esos padres no tienen la estabilidad propia del matrimonio, lo cual afecta a su estabilidad afectiva y a su desarrollo. 3. El papel del impulso sexual a) La transmisión de la vida difícilmente podría llevarse a cabo si no existiera, dentro de cada individuo, una atracción por el sexo contrario. A esta inclinación natural se le suele llamar instinto o impulso sexual, aunque no es igual que en los animales por la naturaleza racional que posee el ser humano.
  • 54. Educación de la Afectividad 201 b) La complementariedad está en función de la procreación y del perfeccionamiento de los cónyuges. c) El instinto sexual no obliga a ejercerlo, ya que no es necesario para la propia vida, como el deseo de comer o beber, sino que está orientado a la prolongación de la especie. d) La atracción de los sexos tiene como fin la transmisión de la vida y si se utilizara de manera contraria, obraría mal y se degradaría. e) El hombre inteligente reconoce que el transmitir la vida es un poder –don– de los más elevados que tiene y, también, una de las mayores y más gratas responsabilidades. Dios se lo ha concedido y espera que previo compromiso matrimonial, colabore con Él en la transmisión de la vida aceptando responsablemente, con madurez, las consecuencias de ese proyecto. f) Debe propiciarse en la familia el clima adecuado para que los hijos pregunten lo que no saben, venciendo ese pudor natural. Informarles con verdad y claridad, y a la vez con delicadeza. g) No se puede reducir la educación sexual a la in- formación genital, que no es más que un complemento de aquélla. Por eso, el dar detalles es secundario, lo principal es ayudar a que los niños y adolescentes vayan comprendiendo a fondo la grandeza de la transmisión de la vida. h) Visión positiva. Cuanto más se conozcan los recientes descubrimientos de la genitalidad humana, más se debe valorar la vida y todo lo que se refiere a la
  • 55. 202 Genara Castillo Córdova sexualidad humana. Sin embargo, no se debe reducir la sexualidad a la genitalidad. i) El hombre, por su misma naturaleza racional, al no estar determinado por sus instintos, es capaz de go- bernarlos mediante el ejercicio de su inteligencia y de su voluntad, encauzándolos de la manera debida. j) Tampoco puede considerarse, como algunos sostienen, que el instinto sexual sea fuente esencial y definitiva –determinante– de la acción del ser humano en el terreno sexual. Es importante, entonces no confundir instinto sexual animal y humano. Respecto al impulso sexual también hay que tener en cuenta lo siguiente: a) El hombre no siempre es responsable de lo que siente en el ámbito de lo sexual ya que en parte es involuntario –sensitivo–; de la misma manera a como “siente” frío, calor, cansancio, sueño, etc., –de forma involuntaria–; pero cuando él mismo provoca, o no quita las ocasiones, o consiente una determinada sensación en la esfera de lo sexual es responsable de ello. Si la tendencia sexual tuviese un significado simplemente “biológico”, sería entonces puro deleite, pudiendo admitir que sería para el hombre sólo objeto de placer, muy similar a como existe el instinto para los seres irracionales, pero por el hecho de poseer carácter espiritual, es preciso que se rija por estas facultades superiores. En definitiva, el ser humano puede usar todo lo que está en el universo, pero debe aprender a respetar
  • 56. Educación de la Afectividad 203 la naturaleza para no romper el equilibrio que en ella existe. Ya que si no la respeta, la naturaleza “no perdona”, es implacable. Todos los seres humanos tenemos una parte biológica y psíquica y otra parte espiritual (inteligencia y voluntad), y ambas constituyen una unidad que hay que respetar. La procreación es el fin esencial del impulso o tendencia sexual, el cual debe ser integrado en el amor del varón y de la mujer. Esta fecundidad de los padres en sentido biológico deben ampliarse en el sentido espiritual, es decir, moral, personal. Los seres humanos, a partir del momento de la fecundación, empiezan a ser, pero necesitan en el transcurso del tiempo terminar de desarrollarse mediante el sostén del amor de los padres manifestada a través de la educación de sus hijos. 4. La importancia del cuerpo humano Según Juan Pablo II, “el cuerpo revela al hombre” en cuanto tal y “expresa la persona”. Lo cual quiere decir que la parte espiritual del hombre se asienta en la corporeidad, constituyendo así el modo específico de existir y el medio como puede obrar el espíritu humano, revelando de esta manera el sentido de la vida y de la vocación humana. La existencia de los sexos masculino y femenino y de las diferencias sexuales, es algo evidente. A partir de aquí tenemos que se denomina gonocorismo sexual a
  • 57. 204 Genara Castillo Córdova la separación de sexos y dimordismo sexual a la diferencia morfológica entre el varón y la mujer que son muy importantes. Tal como afirmara Juan Pablo II, en su audiencia del 21 de noviembre de 1979, la feminidad y la masculinidad se complementan: “Así como ya demuestra el Génesis, 2, 23, la feminidad, en cierto sentido, se encuentra a sí misma, en la masculinidad; mientras que la masculinidad se confirma a través de la feminidad. Precisamente la función del sexo, que en cierto sentido es constitutivo de la persona, (no sólo atributo de la persona) demuestra lo profundamente que el hombre, con toda su soledad espiritual, con la unicidad e irrepetibilidad propia de la persona, está constituido por el cuerpo como él o ella”. De ahí que la diferenciación se asiente en la persona humana, ya que tanto el varón como de la mujer, son personas, aunque diferenciadas. Por lo cual su ser personal es más radical que la dualidad de los sexos. Así pues, hombre y mujer no son ni superior ni inferior sino que son sencillamente distintos. La persona humana no puede constituirse sobre lo personal a costa de borrar lo sexual, ni exclusivamente sobre lo sexual a costa de suprimir lo personal. El cuerpo en cuanto sexuado manifiesta la vocación del hombre a la reciprocidad, esto es, al amor y al mutuo don de sí. El cuerpo expresa la feminidad para la masculinidad y viceversa, y manifiesta la reciprocidad y comunión de las personas, que puede expresarse a través del don de sí. El cuerpo, es un
  • 58. Educación de la Afectividad 205 ámbito de manifestación humana y personal muy importante, por eso hay que ayudar a conseguir una adecuada valoración del propio cuerpo. Por otro lado, afirmamos que la sexualidad es sagrada porque es el santuario natural de la vida humana, a partir de ella se puede dar un don de sí ordenadamente, ya que toda la persona es la que se entrega. No una parte, sino toda (así como no es mi mano la que escribe, soy yo). Quien no está atento a esta realidad personal, corre el peligro de reducir la sexualidad a un fenómeno puramente biológico, a la experiencia genital, a la sola unión carnal. Por tanto, la educación debe formar en la revalorización de la persona humana, a enterarse de que nadie tiene derecho a usar de ella, como si fuera una cosa. Incluso Dios respeta tanto a la persona, que respeta su libertad. Si el cuerpo es parte de la entrega en el amor conyugal, ha de ir disminuyendo su campo de expansión, es decir, que el carácter total de la donación exige que la propia capacidad procreadora, con todas las dimensiones que la enriquecen, se ofrende de forma exclusiva y recíproca a una sola persona. Esto es así, en parte porque aquello que está determinado por la materia sólo puede ser poseído plenamente por uno solo. En el amor conyugal, la sexualidad es entregada al otro buscando su bien. Por tanto, el impulso sexual está llamado a integrarse en el amor, que no es ocasional o episódico, no es un capricho de la sensualidad; ni tampoco una pasión.
  • 59. 206 Genara Castillo Córdova Teniendo en cuenta lo que acabamos de señalar, tenemos que el llamado amor libre une dos palabras muy nobles: amor y libertad, distorsionándolas, ya que se han vaciado de contenido para significar algo tan viejo y prosaico como es un encuentro impersonal sin compromiso, en el que se va buscando sólo la satisfacción del propio instinto. En este caso, en el que la otra persona se ve desposeída de su riqueza personal, y es reducida a la condición de objeto de placer, no existe un verdadero encuentro, sino que los dos quedan tan solos como antes de «encontrarse». El amor se fundamenta en el reconocimiento de la «persona» del otro, por lo cual conlleva un aspecto espiritual, de manera que hasta que no aparezca el componente espiritual no se podrá hablar de amor humano. El amor verdadero es un acto de la voluntad, que es una facultad espiritual, conlleva un reconocimiento del otro como «bien», y la decisión de quererla supone la tarea de tratar de buscar, lúcidamente, su bien. Como hemos señalado antes, existe un amor de concupiscencia: el «tú eres un bien para mí», pero también existe un amor de benevolencia: «quiero tu bien». Para que el amor de una persona a otra sea verdadero tiene que ser benévolo: “tú tienes derecho a tu bien, y trataré de procurártelo en lo que de mí dependa”. Si los valores sexuales fuesen el único o principal motivo de elección no podría hablarse de elección de una persona sino únicamente de elección de sexo contrario. El que es capaz de reaccionar sólo ante lo sexual, sin percatarse de los valores de la persona, confundirá siempre el verdadero amor con el erotismo,
  • 60. Educación de la Afectividad 207 complicará su vida y la de los demás privándoles y privándose del amor verdadero. Cuando alguien se siente responsable del otro y de sí mismo, tanto más amor verdadero habrá en él, ya que tratará de que impere la inteligencia y la decisión. Por eso, ser fiel es crear cada día aquello que se ha prometido. Cuando el amor es maduro, cesa la inestabilidad, que a veces provoca la sensualidad, y se dedica a la persona. La subjetividad del sentimiento cede su lugar a la verdad objetiva de la persona amada. Por tanto, el amor consiste en el compromiso de la libertad, en una riqueza de vínculos. Es un don de sí mismo que no limita la libertad, sino que la engrandece, ya que se usa la libertad en provecho de otro y entonces se hace positiva, alegre y creadora. La libertad está hecha para el amor, no para el egoísmo. No hay que perder de vista que el hombre está destinado al amor y sólo entonces es verdaderamente libre. Por otra parte, la libertad de elegir es un medio y no un fin. Uno es libre para amar. La tendencia sensible quiere sobre todo tomar, servirse de otra persona; en cambio, el amor quiere dar, crear el bien, dar felicidad. Con todo, para estar en condiciones de hacer el bien es preciso cultivar las virtudes. Si verdaderamente queremos que se valore la sexualidad, es fundamental entonces educar en la castidad y en las demás virtudes morales, lo cual le ayuda a desarrollar su madurez y promover el significado esponsal del cuerpo. El descontrol sexual debe ser juzgado éticamente como negativo, porque subvierte el imperio que la razón
  • 61. 208 Genara Castillo Córdova ha de tener sobre los apetitos y tendencias. Ya se ve que reducir el ámbito de la sexualidad a la genitalidad es limitarla a la realización del acto reproductor o sexual; a sólo la función generadora, sin tener en cuenta el amor y la persona. Por otra parte, hay que tener presente que ayudar a que la sexualidad sea ordenada es responsabilidad de todos, porque de una sexualidad sana y natural depende el grado de dignidad y humanismo de las nuevas generaciones. Del respeto a esa dimensión personal, se deriva que la cuestión sexual –y el matrimonio y la familia– no es cosa trivial como la moda que más nos gusta, ni tampoco cuestión del capricho individual y privado – como la elección del club al que queremos pertenecer–, sino una cuestión social de extraordinaria trascendencia, en que la conducta de uno afecta a toda la comunidad, y para la que es necesaria la cuidada y seria atención de la ética, el derecho y la política. 5. Sexualidad y matrimonio De acuerdo con todo lo visto, dentro del matrimonio, la respuesta en el ámbito de la sexualidad, tanto del hombre como de la mujer se modifican grandemente por la íntegra personalidad de los cónyuges, más que por la estimulación hormonal o nerviosa. En la vida conyugal, aunque la experiencia sexual puede estar modificada por muchos factores, en su nivel básico está constituida por una serie de acontecimientos fisiológicos que hay que tener en cuenta para integrarlos
  • 62. Educación de la Afectividad 209 dentro de la dimensión espiritual. Así, por ejemplo, la intensidad de la respuesta fisiológica tiene unas manifestaciones concretas y además conlleva un proceso que sigue varias fases como son la excitación, liberación, orgásmica, y resolución del acto sexual, todo lo cual debe integrarse dentro de la dimensión del amor verdadero y del respeto a la dignidad del cónyuge. Por ello, la ternura y delicadeza de los cónyuges es importante. Para esto, hay que pensar en el «otro», más que en sí mismo. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que, la respuesta al estímulo sexual en el varón es pronta y con enfoque centrado y concreto; en cambio, en la mujer es lenta y con enfoque en pequeños detalles. De ahí que cada relación conyugal, presuponiendo el amor verdadero de ambos, constituye una nueva experiencia; ya que se armonizan bien ambas respuestas. Como es sabido, en las relaciones sexuales, el padre sirve siempre a la procreación suministrando un número excesivo de gérmenes de vida, emitiendo millones de espermatozoides. En cambio, la naturaleza de la madre es la que fija el número de concepciones posibles de una manera precisa. Durante el ciclo menstrual no aparece más que un óvulo, objeto posible de fecundación, y esto independientemente de la frecuencia de las relaciones, a excepción de algunos estados patológicos. Por esto, hay que recordar que en el varón, las relaciones conyugales están siempre ligadas a la procreación; en cambio en la mujer aquello es perió- dicamente. El organismo de la mujer es el que determina el número de hijos, y por tanto un santuario de la vida.
  • 63. 210 Genara Castillo Córdova Así pues, la fecundación no puede tener lugar más que en el momento en el que existe el óvulo. Los modernos métodos científicos permiten conocer con exactitud el ciclo ovulatorio y el período de fecundidad. Estos períodos y cambios hormonales también se deben tener en cuenta ya que el organismo de la mujer responde de manera diversa a su esposo. Por eso es que se precisa de toda la exquisita delicadeza y ternura durante el acto conyugal –también antes que después de él– lo cual está presente cuando el amor de los esposos es auténtico y van buscando el bien del otro y no tanto la propia satisfacción. Si el esposo tiene en cuenta esta diversidad en la respuesta femenina y masculina, al ser consciente de que su línea de excitación sube bruscamente y es más corta –en comparación con la mujer–, atenderá esa característica buscando en primer lugar el bien de su esposa. Entonces su decisión y su acto adquieren la importancia de virtud –precisamente de la virtud de la castidad conyugal– y que consiste en la recta inclinación de la sexualidad en la entrega amorosa, buscando el bien de la otra persona. La sensiblería y la superficialidad nada tienen en común con la virtud. El amor ha de ayudar a comprender y a sentir al ser humano, ya que es el camino de su educación, y en la vida conyugal, es parte de la mutua educación. El esposo ha de tener en cuenta que su mujer es un “mundo aparte”, no solamente en el sentido fisiológico, sino también en el psicológico; puesto que en las
  • 64. Educación de la Afectividad 211 relaciones conyugales es a él a quien incumbe generalmente el papel activo, debe reconocer y, en la medida de lo posible, penetrar ese mundo. Ésta es, como hemos visto, la función de la ternura. Ella supone tener en cuenta a su esposa, tratando de que ella sea feliz, de lo contrario ésta puede verse sometida solamente a las exigencias de su cuerpo y de su psiquismo propio. Es verdad que la mujer también debe procurar comprender al hombre y educarlo de manera que él se preocupe –de forma adecuada– de ella; ambos son igualmente importantes. Las negligencias en la educación y la falta de comprensión pueden ser, en la misma proporción, una consecuencia del egoísmo y del descuido. Sí cada uno va a lo suyo, si se obra de cualquier manera, no es de extrañar que las cosas no salgan bien en la vida conyugal. 6. Los desórdenes de la vida sexual Una opinión vulgar muy extendida dice que la falta de relaciones sexuales perjudica a la salud, pero es falso. Las neurosis de origen sexual son más bien y sobre todo consecuencia de excesos o desórdenes en la vida sexual, desconociendo la finalidad de la sexualidad que es el amor verdadero y también olvidando o desconociendo que el organismo se regula solo. Lo que puede alterar psíquicamente a una persona es cuando la abstinencia sexual se vive hipócritamente, como una frustración, y no en el plano donal, por amor generoso y libre. Entonces se producen muchos estragos
  • 65. 212 Genara Castillo Córdova no sólo en las personas célibes, sino también en las per- sonas casadas. Lo que frustra una vida y hasta la neurotiza, como luego veremos, no es quedarse célibes o casarse. En este último estado, de hecho pueden darse muchas frustraciones, no sólo porque al decirle que sí a una mujer (o a un hombre) se le dice que no al resto de posibilidades, sino porque normalmente se van manifestando defectos de carácter, circunstancias, acontecimientos o enfermedades que pueden ser desalentadoras, si no hay una decisión firme de ser fiel a la promesa de amar a la otra persona. Es decir, que el asunto no es el de las relaciones sexuales, ni el tema es el celibato o el matrimonio, porque pueden haber casados infelices, y célibes que son unos solterones amargados, egoístas y frustrados. Lo que más hace infeliz y frustra una vida célibe o casada, es la falta de amor verdadero, de entrega generosa, que lucha contra el propio egoísmo para dar lo mejor de sí. Por otra parte, esas alteraciones de la conducta, tienen un desarrollo y unos síntomas análogos a los de las otras neurosis. También, la reacción neurótica depende de los rasgos característicos de cada uno: en algunos se transforma en reacción hipocondríaca, en otros, neurasténica. Aquellas obsesiones están ligadas, con mucha frecuencia, a que el enfermo tiene a una falsa concepción de la tendencia sexual, lo cual es particularmente frecuente en este tipo de neurosis. No se puede perder de vista que la tendencia sexual puede llegar a ser fuente de disturbios neuróticos cuando es prematuramente despertada y luego mal
  • 66. Educación de la Afectividad 213 moderada. Las aberraciones de la tendencia sexual que resultan de ello son, entre otras, el onanismo –eyaculación precoz– el abuso sexual de menores o de indefensos, y el homosexualismo, cuya tendencia va en aumento. Es necesario distinguir entre onanismo pasajero –masturbación– que algunos niños pueden llegar a realizar y el onanismo como costumbre que va acompañado de temor a las relaciones sexuales normales con otra persona del otro sexo. Sus síntomas son entre otros: susceptibilidad exagerada, complejo de inferioridad a base de sentimientos de culpabilidad, y otros trastornos de origen somático. El tratamiento del onanismo, como de toda alteración sexual es menos competencia del médico que de los educadores (orientadores familiares). La práctica del onanismo es a veces consecuencia de una falta de verdadera educación. Se comete, a veces, el error de no hablar o de hablar mal de los asuntos de la sexualidad humana, lo cual da resultados contrarios a los que se buscan; en vez de apartarla se llama demasiado la atención del niño sobre la importancia de la tendencia sexual y de los problemas del sexo, y eso es lo que lleva a los complejos. Lo que debe hacerse es dirigir la atención del niño o joven, hacia los más altos valores y gracias a un modo higiénico de vida, a ejercicios físicos y deporte propiciando diversiones sanas y entretenidas, despertando los valores del espíritu con un profundo sentido de la vida, a la vez que se explica de manera personal a cada quien la riqueza y sacralidad de la
  • 67. 214 Genara Castillo Córdova sexualidad humana, en el momento adecuado y de la forma conveniente. Respecto a las anormalidades, un análisis detenido de los métodos psicoterapéuticos demuestra que el objetivo es liberar al enfermo de la opresiva convicción de que la tendencia sexual es algo determinante en él, dándole la capacidad de autodeterminarse frente a ella y a sus impulsiones. Este es el punto de partida de toda la moral sexual. Así, la sexología médica y la psicoterapia, bien encaminadas ayudarían a dirigir las energías del hombre, inculcándole acertadas ideas y adecuadas actitudes con el objeto de conseguir el propio dominio tanto en la interioridad como en la conducta exterior. De ahí se sigue que toda educación sexual, también la que toma la forma de terapéutica no sólo debe reducirse a lo biológico sino que debe estar situada en el nivel de la persona con la que está ligada el amor y la responsabilidad. Un conocimiento biopsicológico es muy importante, pero es insuficiente. La educación y la terapéutica no alcanzarán su fin sino cuando tengan como mira a la persona y su vocación natural al amor. La persona no puede ser usada. Esto es ampliamente reconocido en la actualidad, aunque a veces tiene más vigencia el planteamiento utilitarista.
  • 68. Educación de la Afectividad 215 7. Naturaleza, finalidad y medios de la educación sexual De acuerdo con lo expuesto se puede llegar a determinar una naturaleza, finalidad y medios de la educación sexual. a. Objetivos de la educación sexual Los objetivos en la educación sexual deben abarcar tanto a la inteligencia, como a la voluntad y afectividad del educando, por lo cual hay que darle criterios claros y formarlo en el plano cognoscitivo, y también ayudarlo a formar su voluntad y mover su afectividad. Por ello, los objetivos deben abarcar esos tres ámbitos · Conocimiento La educación sexual tiene como objetivo el conocimiento adecuado de la naturaleza e importancia de la sexualidad y del desarrollo armónico e integral de la persona hacia su madurez psicológica con vistas a la plenitud espiritual a la que todos estamos llamados. · Formación del educando para que llegue a la madurez En una adecuada perspectiva antropológica, la educación afectivo-sexual considera la totalidad de la persona y exige, por tanto, la integración de los elementos biológicos, psico-afectivos, sociales y