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N 20150303 la idea que cambió el universo
1. N-20150305
La idea que cambió el Universo
Por Eugenio Fuentes- La Nueva España
Pedro G. Ferreira construye en la teoría perfecta la epopeya de un swiglo de
historia de la teoría genera de la relatividad, una revolución científica que inició
Albert Einstein y que transformó de raíz la imagen del cosmo.
A ojos de los no iniciados, las teorías científicas pueden parecer edificios que
surgen de pronto para quedarse, convertidas en descripciones inmutables de la
naturaleza. Incluso ante el estudiante se manifiestan como una concatenación de
postulados, leyes y definiciones con
carácter inapelable y que construyen el
armazón matemático según el cual se
comporta el mundo físico. Pero las teorías
científicas no dejan de ser creaciones
humanas, sujetas a los condicionantes
que establece su propio tiempo, a los
prejuicios de las distintas épocas, a los
azares y discusiones que permiten su
desarrollo y, en algunos casos, incluso a
las miserias de sus protagonistas. Sólo
las salva la prueba definitiva del
experimento, que las corona o arroja al
cubo de la basura. // La relatividad
general, con 110 años de historia a sus
espaldas, constituye uno de los más
sólidos cimientos de la física actual y una
de las proezas intelectuales de la
humanidad. Con ella, Albert Einstein no
solo sacudió la ciencia de su momento,
sino que transformó para siempre las
concepciones filosóficas acerca del
tiempo y el espacio, considerados hasta
entonces elementos incuestionables. La
exploración teórica de sus planteamientos permitió a generaciones de científicos
adentrarse en una descripción de la realidad que abrió ante sus ojos una visión del
universo inimaginable a principios del pasado siglo XX. Pero la relatividad general
también atravesó sus crisis y desató enfrentamientos entre partidarios y detractores.
Incluso acabó recorriendo caminos que el propio Albert Einstein rechazaba; hasta el
genio tuvo que abjurar de algunos de sus prejuicios.
La teoría perfecta (Anagrama, 2015) recorre la historia de la teoría general de la
relatividad al igual que si fuera una epopeya de aciertos y fracasos, y héroes de la
El científico Einstein -- ( E = m x C^2 )
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2. vanguardia científica; Su autor, Pedro G. Ferreira, profesor de astrofísica en la
prestigiosa Universidad de Oxford, afronta con rigor y minuciosidad la narración del
nacimiento de la teoría. El denso relato nace con la imagen del joven Einstein que, en
la oficina de patentes de Berna donde realizaba tareas de comprobación rutinarias,
evadía su mente con experimentos mentales (gedankenexperimenten, como los
bautizaron ya para siempre Hans Christian Orsted y Ernst Mach) en los que indagar
el verdadero trasfondo de las leyes de la física. Y concluye con la enumeración de
los experimentos llamados a explorar las características más íntimas del espacio-
tiempo, las teorías que tratan de vislumbrar qué existió antes del bigbang, la caza de
las ondas gravitatorias o la polémica teoría de cuerdas. Se trata pues de un recorrido
amplio y coral sobre una teoría hermosa y elegante que brotó de la semilla de
Einstein para crecer con ayuda de cientos de científicos de todo el mundo.
Una de las cien mil millones galaxias que hay en el Universo, y cada una
con más 200.000 estrellas, y cada estrella puede tener varios planetas
girando en torno suyo, algunos con seres vivientes, como La Tierra.
No estamos solos en el Universo.
Con el pulso de una novela, Pedro G. Ferreira describe la hazaña intelectual que
ha supuesto y supone aún explorar las ecuaciones relativistas, de la que han salido
maravillas y monstruos cosmológicos hasta entonces inimaginables, como los
agujeros negros. Incluso avalé resultados que su creador rechazaba, como la idea de
un universo en expansión frente a un concepto estacionario. “Aunque sus cálculos
sean correctos, sus conocimientos físicos son pésimos” espetó el propio Einstein al
sacerdote y científico belga Georges Lemaitre, quien formuló el primer modelo de
universo en expansión obtenido de las ecuaciones relativistas y que ya había
apuntado Alexander Friedmann. A Einstein le costó digerir algunas de las
conclusiones de su propio edificio teórico y terminó sus días convertido en una
celebridad mediática pero orillado en indagaciones de escaso valor científico. Hay
2
3. centenares de deliciosas anécdotas en La teoría perfecta, como las embestidas de
Martin Ryle y sus catálogos de radiofuentes del universo contra el modelo
cosmológico estacionario que Fred Hoyle había logrado inculcar gracias a su serial
radiofónico en la BBC en la mayoría de los británicos. O la apasionante historia del
desarrollo teórico y comprensión de las singularidades relativistas, con el equipo de
exploradores de los agujeros negros en la década de los 70 formado por jóvenes
físicos de la talla de Stephen Hawking, Brandon Carter, Kip Thorne o Igor Novikov,
instruidos por maestros como Dennis Sciama, John Archibald Wheeler, Roger
Penrose o Yákov Borovich Zeldóvich. También se cita la sorprendente obstinación
de Joe Weber por defender en la década de los 50 del pasado siglo que había
detectado ondas gravitacionales con su sistema de cilindros, pese a que sus datos
nunca pudieron ser verificados por otro equipo. Las esquivas ondas gravitacionales
jugaron una mala pasada recientemente a los astrónomos que anunciaron haber
detectado, basándose en los dato del experimento Bicep2, las perturbaciones
primigenias atrapadas en el periodo de inflación del universo: la evidencia no ha sido
ratificada y los análisis de la misión Planck los han puesto en cuestión.
Hay, además, un esfuerzo que se agradece por resultar asequible para todos los
lectores. Aun siéndolo, no es sólo un libro de ciencia, sino también de historia, y
surca las complejas relaciones entre científicos en la Europa de las grandes guerras,
o entre ambos lados del telón de acero. Obviamente, un conocimiento general sobre
cuestiones cosmológicas hará apreciar aún más la espléndida narración del
crecimiento de la teoría relativista y cómo fueron encajando en ella conceptos
posteriores como los de materia oscura y energía oscura, que son hoy en día el
principal misterio que ofrece la comprensión de nuestro universo. El lector avezado y
curioso agradecerá, también, las exhaustivas anotaciones y la bibliografía con
referencias a los artículos originales que impulsaron algunos de los descubrimientos
y avances teóricos más importantes del último siglo.
Pese a los años transcurridos desde aquel 1907 en que Einstein incorporó la
gravedad a su teoría relativista y devoró la teoría newtoniana, la relatividad general
mantiene todo su vigor. Queda la tarea pendiente de fundirla con esa otra poderosa
teoría de la mecánica cuántica. Tras periodos de estancamiento, este siglo afronta
las preguntas más esenciales que despierta la teoría; preguntas que pueden cambiar
para siempre nuestra concepción de la existencia. Conviene, pues, tener fresca la
memoria sobre el apasionante camino que nos ha conducido aquí de la mano de un
puñado de ecuaciones.
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Trazas de la historia del Universo / Oviedo, 24 de marzo de 2015
Víctor Manuel Cortijo Rubín de Celis
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