1. EL MISTERIO DEL NUEVO SER EN EL HOMBRE
I. LA DIMENSIÓN ONTOLÓGICA DE LA VIDA CRISTIANA
- El misterio del “nuevo ser” en el hombre constituye el objeto de estudio
más específico de la Antropología Teológica, por cuanto en él se
concentran los principales temas que aborda esta Antropología: Creación,
pecado, cristificación. El misterio del cristiano, es decir, del hombre bajo
el signo de Cristo, se resume en la realidad del “hombre nuevo”. El
hombre nuevo es el hombre re-novado, re-generado, re-nacido –es decir
que ha vuelto a nacer-: “En verdad te digo: El que no nazca del agua y de
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” Jn 3,5.
- El agua y el Espíritu hacen alusión al Bautismo. El agua es el símbolo
externo de la purificación interior del hombre: La gracia de Dios,
comparable a una fuente de agua limpia, lava los pecados, que son como
manchas en el espíritu humano, y el Espíritu es la fuerza que fecunda la
interioridad humana dando lugar a un “nuevo nacimiento”; a la gestación y
aparición de un NUEVO SER: el ser cristiano que constituyen como una
NUEVA ENCARNACIÓN DE DIOS EN LA HUMANIDAD. El bautismo es
la gestación de una persona análoga a la de Cristo. El bautizado es otro
CRISTIANO EN SEMILLA.
- Según Paul Tillich el NUEVO SER no es algo que simplemente ocupe el
lugar del antiguo ser (el ser anterior al Bautismo) sino la renovación del
antiguo ser, que le ha corrompido, deformado, roto y casi destruido (por el
pecado original y los pecados personales), pero cuya destrucción no ha
sido total. La salvación no destruye la creación: lo que hace es
transformar la antigua creación en una creación nueva. Se puede hablar
de una RE-NOVACIÓN.
- El nuevo ser es el resultado de una transformación profunda del núcleo
personal del ser humano, realizado por la actividad divina, que suscita y
eleva todo el comportamiento humano, dándole al hombre un “corazón
nuevo”.
- Comparando la vida cristiana que comienza en el bautismo con las
demás formas de vida existentes encontramos que participan de una
cualidad fundamental: el crecimiento a partir de una realidad germinal
inicial (vegetal: semilla, hombre: embrión). El embrión cristiano es un
organismo que contiene la estructura fundamental de la nueva criatura con

2. todas sus posibilidades de desarrollo hasta alcanzar la madurez propia de
la vida que porta en sí.
- En el bautismo el ser humano recibe un principio superior de vida, una
“simiente de vida divina” con todo el organismo necesario para que se
desarrolle. Ese organismo lo constituyen las VIRTUDES que son la
“fuerza de Dios en el hombre” o sea capacidades y potencialidades de
origen divino que permiten al hombre pensar y actuar como Cristo. Según
Santo Tomás se resumen en 7:
Teologales: Fe (capacita al cristiano para ver y juzgar las personas, las
cosas y los acontecimientos con el mismo criterio de Dios). Esperanza (lo
hace apoyarse sólo en Dios confiando en El como un hijo en su Padre).
Caridad (le hace amar con el mismo amor de Dios, lo mismo al amigo que
al enemigo) –llamadas así porque regulan la relación del hombre con
Dios.
Cardinales: Prudencia, justicia, fortaleza, templanza –llamadas así
porque son los ejes en torno a los cuales gira el sistema de relación del
hombre con el hombre. Estas ayudan a ordenar el desorden interno
causado por el mal y el pecado.
Para perfeccionar estas virtudes en el Bautismo se le comunican al
hombre siete dones llamados del Espíritu Santo: Sabiduría,
Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.
Donde hay una dificultad hay también una virtud ayudando a
superarla.
Lo contrario de las virtudes son los vicios. El hombre nuevo engendrado
por el bautismo no destruye “al hombre antiguo” generado por el pecado,
sino que le comunica nuevas energías para vencer al hombre antiguo. El
cristiano sabe que su existencia es una lucha entre el poder de Dios que
le ha sido dado por la gracia de Cristo y el poder de la iniquidad que le ha
sido impuesto por el pecado original y los pecados personales.
San Agustín dice: todo hombre es Adán (pecador) y todo hombre es Cristo
(hombre redimido) Estos son dos aspectos de la misma humanidad que
se compenetran entre sí.
El pecado también fecundó negativamente la existencia humana, actúa en
la personalidad del hombre a través de los “siete vicios capitales” –

3. llamados así porque son cabeza de muchos otros: Soberbia, avaricia,
lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
Contra estos vicios –comparables a los virus de las enfermedades del
cuerpo, el bautismo proporciona los antídotos respectivos a modo de
anticuerpos que protegen la salud del organismo espiritual:
Contra:
Soberbia Humildad
Avaricia Generosidad
Lujuria Castidad
Ira Paciencia
Gula Moderación
Envidia Caridad
Pereza Diligencia
El cultivo de las virtudes recibidas en semilla por el cristiano exige un
empeño consciente y libre del mismo, ya que el Bautismo es al mismo
tiempo un don gratuito de Dios y una tarea responsable del hombre.
Jn 12,24.
El cultivo de estas virtudes así como el cuidado natural requiere
ALIMENTO, EJERCICIO Y TIEMPO. El alimento es la REFLEXIÓN (para
tomar conciencia de lo que se puede procurar y de lo que se puede evitar)
y LA ORACIÓN (para pedir fuerzas a Dios, ya que no puede el hombre
vencerse a sí mismo sin la ayuda de Otro más fuerte que él). El ejercicio
de las virtudes un cristiano se desarrolla cuando se esfuerza por arrancar
de su corazón los vicios plantando en su lugar las virtudes. El tiempo
para el crecimiento y la maduración. Lo ideal es que junto con el
desarrollo corporal y anímico de la persona, creciera a la par el organismo
cristiano, hasta que la adultez biopsíquica coincida con la adultez en la fe.
Pero esto es imposible lograrlo, mientras el hombre o la mujer bautizados
no tomen conciencia de su Bautismo, es decir, mientras no despierten su
conciencia cristiana.
II. LA DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA DE LA VIDA CRISTIANA
(Confrontación con el marxismo)
La novedad introducida por el Bautismo en la existencia humana mediante
la gestación de un nuevo ser confiere al cristiano no sólo un estilo peculiar
de estar en el mundo, sino también una concepción original del hombre y
de la historia. Esta concepción se resalta mucho más al confrontar al

4. cristiano con una visión del mundo que ha influido considerablemente en
el mundo: la visión marxista.
Es de importancia esta confrontación debido al hecho de que tanto
cristianismo como marxismo se presentan ante el mundo como proyectos
de realización del hombre en el mundo, como fuerzas de transformación
personal y social.
a) Estructura de base: A nivel estructural comparten las mismas bases
(teológicas) aunque interpretadas de distinta manera:
MARXISMO CRISTIANISMO
Filosofía de la naturaleza Doctrina de la creación
Existencia funesta de la propiedad privada Realidad dramática del pecado
Promesa de redención para el Ofrecimiento de la salvación
Proletariado para toda la humanidad
b) Antropocentrismo: Ambas visiones manifiestan un interés particular
por el hombre. Sólo que en el marxismo es un interés por el
antropocentrismo social (individuo en función de la sociedad) y en el
cristianismo antropocentrismo personal (sociedad al servicio del
hombre).
Los dos se preocupan por trabajar a favor de la solidaridad de los
hombres y por la realización de la justicia en el mundo.
c) Concepción del futuro: Las dos ofrecen al hombre un futuro de
esperanza con dimensiones liberadoras. Se diferencian en que el
marxismo promete el paraíso terrestre de la sociedad sin clases para
un futuro intramundano todavía incierto. El cristianismo moviliza al hombre
en la dialéctica del ya y todavía no de la civilización del amor que
siendo un proyecto para consumar en el más allá de la historia, se realiza
ya, inicial pero realmente en el más acá de la misma.
En el marxismo la muerte es el futuro absoluto, el hombre un mero
recuerdo que fue útil a la causa del partido pero que ya no existe. En el
cristianismo la muerte es el paso definitivo hacia Dios.
Para el marxismo el hombre por el hecho de ser un “ser de la naturaleza”
es un simple medio o instrumento del que puede disponer la colectividad
con vistas a la creación de una nueva sociedad. Para el cristianismo el
hombre no es sólo un ser de la naturaleza sino un ser del infinito. El

5. hombre no es por tanto para el mundo, sino el mundo para el hombre. Lo
más importante es la persona. Esta doctrina del hombre como fin es el
aspecto más relevante de la Antropología Cristiana. De ahí se desprende
el carácter inviolable de la vida humana, el respeto a la conciencia de
cada hombre y la defensa del mismo.
d) Criterio de eficacia: Para la realización terrena del hombre es
necesario considerar el criterio de eficacia. Marxismo: es preciso actuar
los pensamientos para que no se conviertan en meras palabras.
Cristianismo las palabras de Jesús son espíritu y vida “hizo y enseñó”. La
eficacia práctica es un elemento indispensable de la praxis humana y
cristiana.
Sólo que la eficacia cristiana no anula la conciencia moral, como en el
marxismo donde el fin justifica los medios. Al cristiano no le interesan los
resultados inmediatos sino los resultados conformes al plan de Dios y al
bien real del hombre. Su criterio de eficiencia no es por tanto la utilidad de
las personas sino la realización plena de las mismas.
e) Violencia y paz: En esta línea de la eficacia se inscribe la tesis
marxista de la “violencia” como instrumento eficaz para el cambio social.
Sin revolución violenta es imposible el cambio radical de las estructuras
sociales vigentes.
El cristianismo aunque privilegia la eficacia difiere del marxismo en cuanto
que reconociendo el hecho de la división y el conflicto de las clases
sociales fruto del egoísmo engendrado por el pecado, está convencido de
la omnipotencia del amor, entendido no como sentimiento psicológico
sino como capacidad ontológica de la persona capaz de transformar
interior y exteriormente.
Como capacidad ontológica el amor es capaz de movilizar al ser humano
desde su centro íntimo hacia la donación y comunión. El amor no es un
sentimiento frágil o una pasión inútil sino una fuerza poderosa, una forma
de violencia más fuerte y efectiva que la violencia física porque no
presiona al hombre por fuera sino por dentro, arrancándolo de su egoísmo
y lanzándolo hacia la realización plena.
En la perspectiva marxista la paz es el resultado de la violencia,
desde la óptica cristiana, la paz es fruto del amor que genera justicia
y fraternidad.

6. Marxismo y cristianismo son dos proyectos de realización del hombre, que
difieren profundamente a nivel ideológico porque se fundamentan en dos
antropologías diferentes, a pesar de tener la misma raíz judía.
Sin embargo se pueden colaborar a nivel práctica para la búsqueda del
bien común, fomentando la solidaridad de los pueblos y la dignidad
humana.
Marxistas y cristianos trabajan por la justicia en el mundo. Los primeros
una “justicia distributiva” (a cada uno según sus necesidades
materiales), los segundos aspiran a una “justicia integral” (a cada uno
según sus dimensiones existenciales) que no excluye la dimensión
religiosa del hombre.
III. LA DIMENSIÓN SOCIO-POLÍTICA DE LA VIDA CRISTIANA
El “nuevo ser” engendrado en el Bautismo no es un ser que se desarrolla
aisladamente, al margen de la realidad social e histórica, sino por el
contrario un “ser-en-el-mundo” que actúa como fermento en la masa o
como el alma espiritual en el cuerpo humano. “Lo que el alma es en el
cuerpo, eso son los cristianos en el mundo”.
Sin embargo estas relaciones son complejas, el mundo es una realidad
ambigua, que contiene elementos positivos y negativos.
a) Separación, huida o construcción del mundo? “Estar en el mundo
pero no ser del mundo”. “Estar en el mundo” significa asumir la
naturaleza como un don de Dios, construyendo un mundo al servicio del
hombre y para la gloria de Dios. “No ser del mundo” es procurar no
conformarse con la manera de pensar y de vivir de la gente, que obedece
a sus impulsos egoístas, no a la voluntad de Dios.
La “huída del mundo” deberá entenderse, sin embargo, como un no-
solidarizarse con el mal imperante en personas e instituciones.
Separación y huída no constituye una evasiva, sino la mejor preparación
para una inserción mucho más profunda y solidaria en la tarea común de
la construcción de una “tierra nueva” en la que la “civilización del amor”
suplante poco a poco la “era del egoísmo”. Cuando la Iglesia se
distingue de la humanidad no se opone a ella, sino que se une.
La “construcción del mundo” implica para el cristiano la realización
simultánea de dos tareas primordiales:

7. 1) La edificación del “templo espiritual” cuya piedra angular es Cristo,
mediante el compromiso por el perfeccionamiento del propio ser
moral, por la salvación plena de los demás hombres y por la
redención del universo material.
2) La construcción de la “ciudad terrena” mediante la creación de un
orden político nacional e internacional, que favorezca el desarrollo
integral de cada persona y de todos los pueblos, orden basado en el
principio fundamental del respeto a la dignidad humana, que no
puede alcanzar sino en el amor.
b) Secularización y secularismo ateo: El planteamiento secularizador y
la perspectiva secularista del mundo son enfoques distintos de abordar la
realidad del progreso material. El primero es un fenómeno positivo en el
mundo moderno, la segunda elemento negativo desde una antropología
integral.
1) Concepto de secularización: proceso por el cual tiende a restringirse
el ámbito de lo sagrado y misterioso, mientras que correlativamente,
tiende a aumentar el ámbito de lo profano. Lo sagrado se refiere a las
realidades que escapan al control racional directo del hombre. Lo profano
las realidades que están al alcance del hombre y que éste controla
mediante la razón técnica.
2) Secularismo ateo: La secularización no es incompatible con la religión.
El secularismo sí lo es; por eso es ateo.
El secularismo es una concepción del mundo según la cual este último se
explica por sí mismo sin que sea necesario recurrir a Dios; Dios resultaría
superfluo y hasta un obstáculo. El secularismo para reconocer el poder de
los hombres, acaba por sobrepasar a Dios e incluso por renegar de Él.
La diferencia entre SECULARIZACIÓN y SECULARISMO radica en que la
primera habla de una AUTONOMIA RELATIVA (Sin exclusión de Dios) y
el segundo de una AUTONOMÍA ABSOLUTA (con exclusión del Creador)
de las realidades terrestres.
En este sentido el secularismo coincide con el “materialismo” y conduce
fácilmente al “ateísmo”.
ATEISMO es la negación de Dios, condición necesaria para la afirmación
del hombre. Esta concepción del ateísmo se encuentra particularmente
en los ateísmos clásicos de Nietzche, Marx, Freud y Sartre, en donde la
negación de Dios es requisito indispensable para la aparición del “super-

8. hombre”, del “hombre no alienado”, del “hombre no acomplejado” y “del
hombre libre” respectivamente.
Pero estas manifestaciones de ateísmo teórico por ser una negación
intelectual de Dios no representan la forma más común de eliminar a
Dios de la vida personal y social. Queda otra más virulenta que es el
ateísmo práctico que consiste en la negación existencial de Dios, no
se niega intelectualmente a Dios, pero se conduce la existencia como si
Dios no existiera.
Causas: falta de sinceridad y honradez de vida, falta de testimonio,
materialización de la vida, deficiente educación moral y religiosa,
escándalo del mal y sufrimiento en el mundo.
El secularismo ateo es un serio impedimento para la construcción de un
mundo más humano no tanto porque propenda por la muerte de Dios sino
que más bien sus postulados de acción conduce a la “muerte del hombre”
ya que sofocan o coartan sus aspiraciones trascendentales que
constituyen el motor mismo del progreso humano y el sentido de la
historia.
El auténtico interés por el mejoramiento total del hombre sólo es posible
sobre la base de una sólida adhesión a Dios, como fundamento último de
la realidad y vida inagotable de los seres que pueblan el Universo.
c) Promoción humana y salvación cristiana: La misión de construir un
mundo según el plan original de Dios, manifestado en Cristo, plantea al
cristiano el interrogante de si lo que él hace a nivel humano con vistas a la
edificación de la “ciudad eterna” tiene o no relación directa con la
salvación total y definitiva del hombre y con el crecimiento del Reino de
Dios.
La actividad humana a favor de la transformación auténtica del mundo y
del hombre pertenece –como medio- a la salvación y prepara para el
advenimiento del Reino de Dios, pero no se identifica estrictamente con
ellos. Concilio: “Aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso
temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en
cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en
gran medida al reino de Dios”. “Progreso temporal” equivale a “desarrollo
integral” “paso de condiciones menos humanas a más humanas”.
La síntesis se realiza en el amor, entendido como entrega total de la
propia existencia al servicio de Dios y del prójimo.

9. Se puede concluir que la presencia del cristiano en el mundo reviste un
carácter particular, ya que es consciente de que debe construir una
morada digna en la tierra, pero una morada que no es permanente,
porque su situación definitiva viene definida por su condición de
“ciudadano del infinito” De ahí que su misión de “estar-en-el-mundo” es
indisociable de su vocación a “estar-en-Dios” mediante un diálogo
ininterrumpido con El.
d) Proyección profesional: Se considera formada la conciencia social de
un profesional cristiano cuando éste integra su profesión al conjunto de su
proyecto vital, como centro vertebrador de su vida personal. Y esto lo
logra cuando comprende el sentido radical de su ser en el mundo y de su
quehacer permanente en el mismo como un SERVICIO personal y total a
cada hombre, en la creación de un orden más justo y más libre.
La dimensión social de la profesión viene pues señalada por ese carácter
de servicio a la comunidad, no a los propios intereses reducidos y
egoístas. Un servicio que se presta principalmente en el recto uso de las
capacidades profesionales para el bien común.
El contrasentido profesional –la profesión entendida no para servir a los
demás, sino para servirse de los demás- tiene sin duda su raíz profunda
en el vacío moral y religioso predominante en nuestra época.
El compromiso del profesional cristiano se puede resumir en:
1. El profesional cristiano debe ser un auténtico hombre, esto requiere
ser responsable, ser trabajador, ser capaz de esfuerzo y sacrificio,
estar más atento al bien común que al suyo propio, ser creyente.
2. El profesional cristiano debe ser competente en su especialidad
científica, ser formador de personas y promotor de desarrollo social.
3. El profesional cristiano debe participar activamente en la política,
entendida ésta como “el sacrificio total de sí mismo por el bien
público”. Un auténtico profesional cristiano no piensa en sí mismo
sino en el bien de la comunidad.
Rasgos que definen la fisonomía política del cristiano:
El profesional cristiano:
- No cree en el cambio de las estructuras si no va unido a un cambio
interior de las personas.

10. - Sabe que una justicia sin caridad es injusta.
- Es consciente de que no le es lícito enriquecerse a costa de los
demás.
- Entiende la solidaridad como perfeccionamiento personal y técnico
constante.
- Subordina enteramente la actividad política a los valores
trascendentes del Reino de Dios, en el sentido de que no sacrifica
por nada los valores superiores a las ambiciones terrenas de los
hombres.