El documento compara el amor de Dios hacia los creyentes con el amor de una madre hacia sus hijos. Explica que el amor de Dios es aún más grande, usando tres ejemplos bíblicos: 1) Dios cuida y protege a los creyentes como una gallina a sus polluelos; 2) Dios enseña a los creyentes a valerse por sí mismos como un águila a sus crías; 3) Dios provee sabiduría a los creyentes a través de las madres, como una cigüeña conoce sus tiempos
1. El amor de madre, es un amor de verdad
Introducción
Así como el amor de una madre es inmenso, el amor de Dios es mucho más grande, ¿te imaginas cuanto nos
puede amar Dios, siendo que él nos ama y cuida más de lo que nuestra mamá lo hace? Él dice en su palabra,
que nada hay más grande que el amor de una madre; difícilmente una madre se olvida de sus hijos, pero si
aun eso, que es casi imposible que pase, llegara a darse; Papa Dios nunca se olvidaría de nosotros sus hijos.
“Pero Sion dijo: Me dejó el Señor, y el Señor se olvidó de mi. ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para
dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti”. (Isaías 49:14-
15)
Desarrollo
En la Biblia, encontramos algunos ejemplos o comparaciones que nos hace el Señor en su palabra para que
comprendamos el amor de una madre, y por supuesto, cuanto nos ama Dios.
La madre cuida y protege a sus hijos.
“Como la gallina cuida y junta a sus polluelos debajo de sus alas”, así el Señor nos cuida a nosotros. (Lucas
13:34)
Una gallina busca proteger a sus polluelos debajo de sus alas, porque de esa manera están seguros; ella se
pone de escudo para que a sus polluelos nos les pase nada; les da calor y abrigo. De igual manera una madre,
hace todo lo necesario para que a sus hijos no les falte nada. Pero a los hijos les puede pasar lo que al pueblo
de Israel, que no se dejaron cuidar ni proteger por el Señor y tuvieron graves problemas.
La madre enseña a volar a sus hijos
“Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre
sus plumas”. (Deuteronomio 32:11)
El águila sabe instintivamente, que llega un momento en que los polluelos deben salir del nido y aprender a
volar, y valerse por si mismos. Hasta ese momento ella los cuida, protege, alimenta; pero luego, se encarga de
ir desbaratándoles el nido, quitando primero las pajas y hojas y provocando que las ramas, les aprieten y
chucen y les obliguen a salir. Si no salen, nunca aprenderán a volar. ¿Te imaginas un águila que no sepa volar,
cuando ha sido diseñada por Dios para encumbrarse a las alturas como la reina de los cielos?
Una madre hace lo mismo, se encarga de enseñar a sus hijos a valerse por ellos mismos, a que aprendan a
volar; no siempre pueden quedarse en el nido ni dependiendo de su mama águila, sino que deben seguir su
curso por la vida, aplicando todo aquello que su mama águila les ha enseñado y siguiendo su ejemplo.
La madre con sabiduría aconseja a sus hijos
“Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo…pero mi pueblo no conoce el juicio del Señor” (Jeremias 8:7)
2. La cigüeña que en los cuentos infantiles se presenta como la responsable de “traer los niños al mundo”;
aunque sabemos bien que no es así, los niños son concebidos por sus madres, gestados en sus vientres. Sin
embargo la cigüeña es referenciada en la Biblia como un ave que conoce sus tiempos en los cuales debe
migrar de un lugar a otros por razón de las estaciones climáticas.
Las madres son mujeres sabias, porque así las ha hecho Dios, “la mujer sabia edifica la casa”; y Papa Dios ha
querido que en las mamas repose esa sabiduría especial, para que puedan enseñar y aconsejar a sus hijos a
andar en el temor de Dios. Ellas son sus instrumentos para enseñar a sus hijos los principios de Dios y para
que aprender a andar en sus caminos.
La madre acostumbra a sus hijos a estar en la presencia de Dios
“Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para si, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh
Jehová de los ejércitos, Rey mio y Dios mio. Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te
alabaran”. (Salmo 84:3-4)
Así como las golondrinas hacen nido para colocar allí a sus polluelos, las madres saben que sus hijos siempre
deben estar cerca de la Casa de Dios, para que se acostumbren a habitar en su presencia. ¿Se han dado
cuenta donde moran las palomas? En los techos de las iglesias, por alguna razón lo hacen.
Jesús dijo, “Mirad a las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en sus graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho mas que ellas?” (Mateo 6:26) esa confianza es la que una
madre le comunica a sus hijos, a depender siempre de Dios, de su dirección, bendición, protección y provisión.
Si las aves que no trabajan, Dios les provee, cuanto mas a sus hijos, que siembra, siegan, recogen en los
graneros.
Aplicación Teoterapica
La Biblia, el manual de la vida, nos ilustra a través de las aves, el amor de una madre hacia sus hijos; es
maravillosa la labor de una madre, por tal motivo los hijos deben corresponder a ese amor, honrando a sus
madres.
¿Qué es la honra? Es amarlas, obedecerlas, admirarlas, obedecerlas, servirlas. Es hacerles saber y sentir que
son el ser más maravilloso que Dios nos ha dado. Ellas no solamente nos dieron la vida, sino que nos enseñan
a vivir.
Así como una madre guía a sus hijos, así nosotros debemos aprender a dejarnos guiar por el Señor a través de
su Palabra, de su Espíritu y por supuesto, a través de las personas, a quienes Dios ha escogido para que
estemos a su cuidado. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”.
(Romanos 8:14)