Este documento resume las enseñanzas que el apóstol Pablo le dio a su discípulo Timoteo sobre la importancia de enseñar los principios de Dios a los demás. Pablo le dice a Timoteo que si enseña estas cosas, será un buen ministro. También enfatiza la necesidad de ejercitar la piedad y seguir buenos ejemplos en la palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Pablo exhorta a Timoteo a ocuparse de la lectura, exhortación y enseñanza para aprovechar
HISPANIDAD - La cultura común de la HISPANOAMERICA
Enfocandose en la basico y fundamental
1. Enfocándose en lo básico y fundamental
Por Alexander Dorado Albán
6
Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe
y de la buena doctrina que has seguido. 7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la
piedad; 8 porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha,
pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 9 Palabra fiel es esta, y digna de ser
recibida por todos. 10 Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el
Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. 11 Esto manda
y enseña. 12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y
la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu
aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en
ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. 1 Timoteo 4:6-16
Dice el apóstol a su discípulo amado Timoteo, aquel a quien Pablo proyectaba, para que un día
hiciera la obra como él; un discípulo que el quería que lo imitara, así como Pablo era un imitador de
Cristo.
Vers. 6, “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras
de la fe y de la buena doctrina que has seguido”. Este consejo o instrucción, está planteado de una
manera condicionada; tienes que hacer esto, para obtener ese resultado. Es un requisito, “si
quieres ser un buen ministro, un buen lidere, tienes que hacer esto”. Si esto enseñas. Aquí,
encontramos una manera de probar la calidad e integridad de un líder, en lo que enseña.
El mandato superior que aparece en Mateo 28:18-20, cuando Jesús dice a sus discípulos: “Toda
potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén”. Este mandato tiene un componente muy importante, la educación.
Para responder a ese llamado y obedecer a ese mandato, debemos comprometernos con el
proceso educativo. Es imposible formar discípulos, sin adelantar un proceso de enseñanza. Los
discípulos no se forman desde el atril. Hoy en día, miles de personas basan sus vidas en predicas y
no en principios. Una predica es un “combustible”, que les dura unos días, una semana, pero se
agota pronto. No estamos llamados a vivir por el impulso o el aliento que nos da una predica hasta
el otro sábado, sino a vivir un cristianismo basado en principios, en el que nos dure el combustible,
en la carrera de largo aliente que tenemos por delante.
El apóstol Pablo le dice a Timoteo, “si esto enseñas, serás un buen ministro de Jesucristo”; luego
estamos llamados a impartir las enseñanzas dadas por nuestro Señor Jesucristo. No hacerlo,
2. rehusarse a enseñar o a impartir esas lecciones de vida, es un acto de desobediencia o negligencia.
La pregunta es, ¿Por qué un líder no lo haría? ¿Por qué privaría a sus discípulos de recibir estas
enseñanzas que son fundamentales? ¿Por qué cerrar los labios o el corazón a una persona que está
ávida de conocer de Dios? Entre muchas razones, hemos identificado cinco:
1. No estoy convencido. Esto puede pasar. Todavía, los paradigmas, esquemas mentales,
creencias erróneas imperan, gobiernan mi mente; no he llevado estos argumentos a la Cruz
de Cristo, a la obediencia perfecta. Conservo mis reservas y dudas; y se la puede pasar así
toda la vida. “en ese tema tengo mis dudas, mejor me reservo; todo me parece bien, menos
ese aspecto, que no comparto”.
2. No tengo autoridad moral para hacerlo. No puedo decirle a mi discípulo que haga algo que
no estoy haciendo. Esto le pasaba a los fariseos y religiosos de la época de Jesús, que
ataban pesadas cargas a los discípulos o prosélitos, y ellos ni con un dedo querían moverlas.
3. No estoy preparado. Lo quiero hacer, pero no tengo el conocimiento.
4. No sé cómo hacerlo. Sé que eso es importante, pero no se “como” aplicarlo. Conozco el
“que”, pero ignoro el “como” comunicarlo a los discípulos.
5. No me ha amanecido; y esto tiene que ver con el primer punto, “no estoy convencido”,
Isaías 8:20 hace referencia a esta situación, “! A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme
a esto, es porque no les ha amanecido”. Hay muchas verdades de la palabras de Dios, que
no le han amanecido, pareciera que no le han sido reveladas. Y esto tiene que ver con la
disposición; con someter el entendimiento a la revelación, para que la enseñanza, baje de la
mente al corazón.
¿Qué es lo que tenemos que enseñar? Los principios de Dios; principios revelacionales que el mundo
no los acepta, que para el mundo son locura; sin embargo para nosotros, son poder de Dios.
Temas, muchos de ellos, álgidos, pero no por eso, debemos dejar de enseñarlos.A veces uno se
reserva, le da paso al temor; pero hay que hacer caso omiso de esos “temores” o “prejuicios” y
enseñar.
Temas como la vida sexual, el área financiera; temas que abordan no solo las áreas de
responsabilidad sino las áreas de intimidad. Sino, cuando el discípulo va a superar esas situaciones.
Hay que enseñar los principios con convicción; no se trata de planteamientos humanos, sino de la
verdad de Dios, bien dice su Palabra, “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Por eso el apóstol dice, “si esto enseñas serás un buen ministro”, pero no ser de aquellos, que
observan que sus discípulos se están ahogando en los problemas de la vida, y no les lanzan un
salvavidas o un bote de salvamento, pudiendo y teniendo como hacerlo.
En el Vers.7, “Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad”. Aquí hay otro
punto importante; si bien debemos conocer los principios, debemos ejercitarnos en disciplinas
3. espirituales. En la 2 carta a Timoteo, Pablo le dice, que debe ser como un atleta, ¿Por qué? Porque
existen disciplinas espirituales, en las cuales debemos esforzarnos con la misma disciplina, devoción
y constancia de un atleta.
“Si un atleta no lucha legítimamente, no será coronado”; difícilmente un discípulo alcanzará el éxito
y vera la gloria de Dios en su vida, a menos que desarrolle disciplinas espirituales. Disciplinas como
el devocional personal; la respiración espiritual, que consiste en exhalar el pecado e inhalar el
perdón de Dios y la llenura de su Espíritu. Son disciplinas diarias para una vida de victoria espiritual.
Hay muchas disciplinas que demandan ser ejercitadas; como sucede en la escuela o el colegio; al
estudiante se le enseñan teorías, sin embargo, para probar que ha asimilado esos conocimientos, se
requiere de unos ejercicios, tareas para hacerlos en la clase o en la casa. Dice Pablo, “el ejercicio
físico para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha”.
Por supuesto, que nos vamos a demeritar el ejercicio físico o el estar en buena forma física, ya que
eso hace parte de la salud integral; a lo que se refiere el pasaje, es que una persona puede tener
muy fortalecida su musculatura, pero seguir siendo un “patán”; no mejorar como persona; puede
tener muy cuidado el cuerpo, pero el alma y el espíritu en completo abandono. Somos seres
integrales, hay que alimentar el cuerpo y también el espíritu.
Y sigue diciendo Pablo: “Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos… Esto manda y
enseña”. Y menciona algo muy importante, un perfil del cristiano que debemos ser, del discípulo
que estamos formando; del líder, que debe ser molde, modelo y ejemplo, para reproducirse en
otros:
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza. 13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza”. Y
habla de cinco características, en las que debe ser ejemplo:
1. En Palabra. Cuando una persona se capacita y se ejercita en un proceso de formación, su
lenguaje cambia; asimila la Palabra de Dios, adquiere e interioriza el conocimiento del
manual de la vida, que es la Biblia; y ese proceso de interiorización se expresa a través del
lenguaje; en la forma de expresarse la persona, demuestra su crecimiento espiritual.
2. En conducta. Una persona que inicia un proceso de formación experimenta una
transformación. Su conducta es una evidencia. El Espíritu Santo moldea esa personalidad, es
un diamante que empieza a ser tallado en el Taller del maestro. Muchas actitudes y
conductas negativas son cambiadas por actitudes y conductas positivas.
3. En amor. Porque el propósito, el fin último de todo esto, es el amor. Y Pablo explica de
donde se deriva ese amor: “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de
corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida; de las cuales cosas desviándose
algunos, se apartaron a vana palabrería, 7 queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo
que hablan ni lo que afirman”. (1 Timoteo 1:5-7) Por eso hay muchos religiosos.
4. 4. En espíritu. Porque este estilo y calidad de vida es una forma de vida espiritual. Los
principios, valores y hábitos son espirituales. El apóstol Pablo, menciona, “los que viven
según la carne, piensan en las cosas de la carne; pero los que viven según el espíritu en las
cosas del espíritu. Porque el ocuparse de la carne, es muerte. Pero el ocuparse del espíritu
es vida y paz”. Hoy en día encontramos cristianos que andan metidos en los “parches”
(programas) del mundo. “Que vamos a hacer hoy” Hay personas que solo esperan que
llegue el jueves o viernes para irse a beber, a vagabundear. Cualquiera oportunidad, es una
excusa para irse a tras cosas vanas.
5. En fe. Porque es el estilo de vida que escogimos, que aceptamos, “el justo por la fe vivirá”.
Y algunos se les olvida, que la fe es la credencial del cristiano. Algunos entran en shock,
porque en medio de la crisis, se les olvida que la fe es el modo de vida que eligieron. “la fe es
por el oír, el oír por la palabra de Dios”; “lo que no es de fe es pecado”, “sin fe es imposible
agradar a Dios”. Y ese si es el principal musculo que debemos fortalecer y ejercitar. La fe
que mueve montañas.
6. En pureza. Una vida limpia, santificada, apartada.
Dice Pablo, “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No
descuides el don que hay en ti…”. El apóstol Pablo no sabía con certeza cuando iba a ir, mientras,
su discípulo tenía que estar enfocado en los principios y disciplinas espirituales. En otra parte Pablo
escribe, “cuando era niño, pensaba, hablaba y actuaba como niño; pero ahora siendo hombre, debo
actuar como tal”.
Los niños por su condición de vulnerabilidad, son dependientes a sus padres o mayores. En la
medida que nos vamos haciendo adultos, somos más autónomos; desarrollamos la capacidad de
auto cuidarnos. Cada persona debe hacer sus deberes. Y no esperar que alguien les diga que hacer
para solo entonces hacerlas. O que les estén vigilando.
El líder no puede ser un policía, ni andar a la cola de los discípulos vigilando o espiando a ver si hace
sus deberes. El discípulo debe ser auto dínamo, proactivo. No esperar que lo regañen para que
haga sus tareas; esto sería una actitud muy inmadura. ¿Por qué esperar que le pasen un memo o un
llamado de atención para corregir esa actitud?
En Filipenses 1:27, dice Pablo: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo,
para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un
mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”. Así fuera que él estuviera presente
o no, solo quería una cosa, saber que sus discípulos, seguían firmes, combatiendo unánimes por la
fe del evangelio.
El discípulo tiene que desarrollar disciplinas espirituales; por eso le dice: “Ocúpate en estas cosas;
permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti
5. mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren”.
Dice, “ocúpate en estas”; ¿en cuales cosas? En la lectura, la exhortación, la enseñanza. También le
dice, “no descuides el don que hay en ti”. Lo que no se usa se atrofia; hay que usar las cosas, lo que
no se usa entra en desuso, y luego ya no sirve. Hay un don, talento, habilidad, que demanda que se
enfoque en cómo desarrollarlas, como ejercitarlas.
Y le enfatiza, “permanece en ellas”, porque esto, es tal vez lo más complicado; hay personas que
son buenas para empezar, pero no terminan aquello que comenzaron. La clave está en seguir,
proseguir, hasta conseguir. Ese es el camino al éxito. Pero la gente, al no ver respuestas, renuncia
muy pronto.
Y termina diciendo el apóstol Pablo, “ten cuidado de ti mismo, y de la doctrina”. Hay cosas que
nadie las va a hacer por usted, sino que usted las tiene que hacer por sí mismo; hay muchas cosas
que podemos hacer en la vida, el asunto es hacer, aquellas que vale la pena hacer; y no
desperdiciarse en cosas que la pena no vale; hay cosas que las podemos hacer muchas veces, el
secreto en la vida, está en hacerlas al menos una vez, pero bien hechas.
Si la vida no ofrece esa oportunidad, incluso de corregirnos, de hacer las cosas bien, hay que
aprovechar esa oportunidad que la vida nos da. Y termina diciendo: “haciendo esto, te salvaras a ti
mismo y a los que te oyeren”.