Análisis de una entrevista personal acerca del papel del delegado en los grupos-clase de los institutos de educación secundaria, además de aportar una serie de reflexiones personales sobre el tema.
Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...
Análisis autobiográfico de un estudiante de Bachillerato acerca de su etapa como delegado de clase
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ANÁLISIS AUTOBIOGRÁFICO DE UN ESTUDIANTE DE BACHILLERATO
ACERCA DE SU ETAPA COMO “DELEGADO DE CURSO”
López Azuaga, Rafael
76085471-E
Licenciado en Psicopedagogía
Estudiante de Master en Educación Inclusiva
Resumen
Uno de los roles más olvidados en los trabajos científicos es el de delegado de curso en
cada grupo-aula. En el presente artículo expongo un análisis autobiográfico sobre mi
experiencia como delegado en Bachillerato. Analizo lo que me aportó la experiencia y
aquellos errores que cometí, incluyendo algunos conflictos que me llevan a la reflexión
para plantear unas propuestas de mejora en los centros educativos en relación con la
labor del delegado.
Palabras clave
Delegado, Educación Secundaria, análisis autobiográfico, participación del alumnado
INTRODUCCIÓN
En el presente relato autobiográfico transmito mi experiencia como delegado de
curso en la etapa de Bachillerato, que se desarrolló entre los años 2003 y 2005. Cursé
mis estudios de Bachillerato en un instituto de una localidad gaditana, habiendo llegado
ese año como nuevo alumno debido a que en mi anterior instituto solamente se impartía
la etapa de Educación Secundaria Obligatoria.
He decidido escoger este tema porque hasta la fecha no he leído ni un solo artículo
que trate sobre él, siempre centrándonos en la figura del profesorado, familias, equipo
directivo y especialistas. La función del delegado viene recogida dentro de los planes de
acción tutorial de los centros educativos, y su ejercicio puede ayudar a facilitar la labor
del tutor a la hora de controlar y gestionar el grupo-clase para así favorecer
positivamente el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, además de ser la
principal figura representativa de éste para comunicar cualquier problema que pueda
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
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esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
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parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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15. RREEVVIISSTTAA DDIIGGIITTAALL EENNFFOOQQUUEESS EEDDUUCCAATTIIVVOOSS Nº 77 1/05/2011
afectarles, o para ser el portavoz del grupo a la hora de transmitir una información de
parte del profesor-tutor o de otros profesionales, entre otras funciones.
Expongo una serie de historias relacionadas con mis funciones como delegado en
esta etapa, y una serie de propuestas de intervención personales para mejorar el puesto
de “delegado” y favorecer la consecución de resultados más positivos. En esta ocasión,
no he incluido referencias bibliográficas porque se trata de un ensayo muy personal en
el que parto de mi propia experiencia y aplico unas propuestas de mejora personales.
1-¿Por qué decidí presentarme como delegado de curso?
Desde los catorce años, me obsesioné con la idea de poder ser maestro en un futuro.
Me apasionaba la idea de ocuparme de un grupo-clase y de enseñarles conocimientos
referidos a una asignatura o varias asignaturas en concreto. Era consciente de que no
solamente se trataba de llegar a un aula y exponer los conocimientos, sino de, entre
otras múltiples tareas, saber gestionar la marcha de un grupo-aula y ocuparme de sus
necesidades e intereses. Por ello, pensé que si me presentaba como delegado de curso,
aprendería una serie de habilidades basadas en el control, gestión y atención de las
necesidades e intereses de mis compañeros de clase, además de ayudarme a desarrollar
habilidades sociales al tener que comunicarme ante ellos cuando tenía que anunciarles
alguna novedad o comentarle al profesorado cualquier circunstancia en nombre de toda
mi clase.
2-¿Cómo se desarrolló mi experiencia como delegado? ¿Qué anécdotas puedo
destacar para la reflexión?
En 4º de ESO me presenté como candidato a delegado, siendo cuatro alumnos los
que nos presentamos, pero quedé tercero. Mis deseos de convertirme en delegado se
esfumaron ese año, hasta que surgieron las elecciones para miembro del Consejo
Escolar. No lo dudé ni un segundo y me presenté como candidato. Por aquel entonces
tenía un buen prestigio como estudiante responsable y trabajador, así que los alumnos
del instituto no dudaron en seleccionarme a mí para representarlos. Desgraciadamente,
era mi último año en ese instituto, puesto que para estudiar Bachillerato tenía que irme a
otro centro educativo, así que no pude disfrutar de la experiencia. Sin embargo, la
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