Este documento discute la evolución de la ciencia económica desde sus inicios como una disciplina social hasta convertirse en una teoría económica centrada en las cosas. Los autores clásicos veían la economía como parte integral de las relaciones sociales, pero con el tiempo la disciplina se alejó del estudio del ser humano y se enfocó más en variables cuantitativas como el PIB. Ahora, las relaciones económicas se ven como interacciones entre cosas en lugar de entre personas, lo que ha despojado a la ciencia económica de su
Teoría económica y realidad: de la economía política a la ciencia económica
1. Teoría económica y realidad
La ciencia económica, en sus inicios, planteó la realidad económica de las naciones
imbricada con aspectos de carácter social; de hecho, para los autores clásicos de la
Economía, la actividad económica es una instancia que se da a través de las relaciones
sociales, y que se establece bajo normas y convencionalismos que las instituciones tienen
a garantizar en su perpetuación. Todo ello a través de un marco de derecho, desde luego.
Es patente el hecho de que, según lo concebían los pioneros de esta disciplina científica,
las transacciones económicas entre los individuos se encontraban matizadas por los
intereses que los mismos procuraban sostener y validar bajo la óptica de la propiedad
privada, así como el comercio entre oferentes y demandantes (mercado). Estos intereses
identificaron a los grupos o clases sociales según se venía dando el reparto económico
entre los interactuantes, materializado dicho reparto por el intercambio o interacción
económica entre los individuos (relaciones sociales). A esto viene el criterio normativo de
la ciencia económica, al cual se le identificó como economía política, la cual estaba
inevitablemente cargada de juicios de valor (de humanismo).
Así, la disciplina nace como ciencia social, donde el Hombre es el sujeto de interés, y las
cosas (llámese dinero, ahorro, PIB, etc.), sólo son un simple predicado en el estudio. La
ciencia era sobre un aspecto de la vida del Hombre, el de sus actividades para vivir,
perpetuarse, establecer su confort, entre otros anhelos. La ciencia era objetiva, y a la vez
humana, calificativa y normativa, tenía moral -aunque suene anticientífico decirlo así.
La ascensión económica del Hombre, su mayor conocimiento sobre la naturaleza y el
perfeccionamiento de las técnicas -de las
cuales se vale para aprehenderse de los
recursos que son la base de su subsistencia-,
así como la maduración del sistema
económico capitalista, ha ocasionado que la
óptica original se confunda e invierta. La
ciencia económica ha vuelto sus esfuerzos al
estudio de las transacciones económicas,
dejando atrás su interés original respecto al
Hombre. Las relaciones económicas ya no se
conciben como relaciones sociales, sino como relaciones ¡entre cosas! No importa su
aspecto cualitativo, sino su cuantificación. Ahora el fin se confunde con los medios. Con
ello nace la teoría económica (que se ha dado a llamar teoría económica burguesa), desde
luego con un fondo que se nombra “positivo” y que más bien hace patente el estudio de la
realidad económica “como es” y no “como debiera ser”. Así, cuando uno lee un texto
moderno de economía occidental lo primero que nota es que el interés se centra en el
estudio de las cosas tales como el PIB, la inversión, el dinero, los bienes o satisfactores,
etc, pero ya no más en los Hombres. Ahora el sujeto de estudio son las cosas y los
hombres aparecen como viles predicados de estas. La teoría económica se impone a la
2. economía política, y con ello, los problemas sociales se pierden en una nueva lógica
economicista. “Fetichismo de la mercancía” (citando a Carlos Marx), en su versión de
acepción científica.
La ciencia económica queda desprovista de contenido social. Aspectos que implican
consideraciones sociales tales como son la distribución del ingreso, el desarrollo, el
bienestar, entre otras más, se vuelven categorías abstractas, o bien vacías, las cuales sólo
pueden ser comprensibles a través de los intereses de una sola clase social: la burguesía.
Es durante el periodo de postguerra que la lucha entre ambas corrientes de la ciencia
social (la economía política y la teoría económica), se va a sostener materializada en dos
sistemas económicos que bifurcaron el mundo entre el orbe occidental y el oriental, o
países de conformación predominantemente capitalista vs. Socialistas.
Con la caída del bloque soviético, y su inminente recesión dentro de sus áreas geográficas
de influencia (inicios de los años noventa), todo hace parecer que la corriente en boga
finalmente es la positiva, lidereada por las escuelas norteamericanas e inglesas.
La tesis de la economía anglosajona aplicada a las economías en vías de desarrollo a
través de las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (antes
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), han logrado finalmente sumir más a
estas economías en crisis recesivas y recurrentes. Donde las administraciones públicas
han delineado sus políticas con base a los juicios de los “hijos de Cambridge, Mass”. y los
“Chicago Boy’s”, ejecutivos instruidos en las caras escuelas de América del Norte y
trasatlánticas, que sólo han sabido aplicar lo que ortodoxamente -por no decir
dogmáticamente-, se les enseñó, y que se resume en: endeudar más a sus naciones de
origen, vender sus países (en valores no históricos sino contables y de manera asequible
a la Inversión Extranjera), y “joder al jodido”, vía inflación y depauperio del salario. Y que al
fin de sus administraciones acaban siendo titulares de alguna cátedra en sus
“pre$tigio$a$” “alma mater”, allá en el extranjero. Desde luego, haciendo memorias
sinópticas de cómo explicar los errores de diciembre, de enero, febrero marzo, abril ...
La tecnocracia en el poder, desplazando a las nefastas administraciones de los políticos;
finalmente del desgaste de las economías subdesarrolladas por la corrupción de estos
últimos, ahora en suma, la inflación, el endeudamiento y la venta de país (en “pedacitos”),
vía privatizaciones de paraestatales en los mercados financieros internacionales, recetas
de paliativos y placebos de los tecnócratas hijos bastardos del “tío Sam”, del “Ku Kux Klan”
y del “Opus Dei”. Meretrices del capital.
La innovación en la mistificación científica burguesa es la generación de profesionales del
“deje y maneje” de los “mínimos cuadrados”, padres de la “ciencia negra”, los cuales
abiertamente admiten su menosprecio a la economía política y su sobre-especialización
instrumentalista en teoría económica. Econometristas que han sido capaces de afirmar
con base a sus “estadisgrafías” que, por citar un bochornoso caso: “por cada empleo que
se genere en el sector público, se cierran dos vacantes en la iniciativa privada”, olvidando
3. el principio de aceleración económica y del multiplicador del gasto público, de la propia
teoría económica burguesa que les bautiza, así como del sentido común mas elemental.
¿empleo que genera desempleo? ¡o desempleo que genera empleo! ...
Con todo lo anterior, se tiene una ciencia económica occidental antieconómica. Ya no se
trata de crear satisfactores con base a recursos escasos ante las necesidades crecientes
de los Hombres. Sino que ahora –todo lo contrario-, se reproducen las necesidades,
especialmente las superfluas, para que absorban la sobre-oferta de satisfactores; efecto
de una sobrecapitalización y especialización de la producción. Finalmente la oferta crece
más rápido que la demanda. El problema no radica en ello sino en el reparto económico
con base a la apropiación de los medios de producción, así como de la irracionalidad de
explotación de los insumos del propio proceso productivo, cuya razón se explica tras la
óptica del simple lucro.
Para concluir: las cosas se comen a los Hombres, los enajenan, alinean y alienan al
proceso de reproducción de las mercancías, cosificando a los Hombres y personalizando a
las cosas (de nuevo Carlos Marx). La ciencia económica conversa a una disciplina que
identifica las relaciones económicas entre los Hombres como relaciones entre las cosas.
Que confunde el “haber” con el “deber”, la justicia con la legalidad –las cuales cada día
están mas distantes una de otra-, el la herramienta con el fin, el estar con el ser, la eficacia
con la eficiencia, lo estricto con lo superfluo; subjetivando la ciencia con la mentira.
Sustentando la razón de la sin razón, o la sin razón de la razón.